INTRODUCCIÓN
A que nos referimos cuando hablamos de Latinoamérica el término "América Latina" se
emplea en la denominación de los países americanos de habla española y portuguesa
en oposición a los países de origen y cultura anglosajones. Con gran frecuencia, se
tiende a definir a América Latina de acuerdo a consideraciones de tipo geográfico. Por
esta razón, algunos destacan que América Latina es el conglomerado de países que
componen México, América Central (incluyendo Belice) América del Sur incluyendo
Brasil y las Guayanas y algunas islas del Caribe, tales como Cuba, La Española y
Puerto Rico. De hecho, la inclusión de países como Belice, las Guayanas y otras islas
del Caribe no hispano en el entorno latinoamericano, ha sido significativamente
cuestionada entre algunos historiadores, porque éstas presentan características que
rompen con los patrones que generalmente se utilizan para justificarla unidad
latinoamericana. Belice (Honduras Británica) fue colonia inglesa, y su idioma oficial es
el inglés, el cual no proviene del latín ni se constituye como herencia de una cultura
latina. Esta peculiaridad también es compartida por casi todas las Antillas Menores, las
Bahamas, Jamaica y Guyana. Además, se unen a este grupo Aruba y Surinam, en
donde se habla varios idiomas, con predominio del holandés. Sin embargo, su posición
geográfica, su población y muchas formas de conducta cultural las hacer canal
conglomerado de los países latinoamericanos, es por ello que podemos señalar que la
definición más generalizada destaca que América Latina es un continente que posee
una tradición, historia, lengua, cultura y religión comunes, y cuya característica más
significativa es el mestizaje.
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA CRÍTICA Y LA TEORÍAS DE LAS IDEAS EN EL
PENSAMIENTO LATINOAMERICANO
La filosofía latinoamericana ha tenido un extraño camino. Se inició con una polémica
sobre la esencia de lo humano y la relación que pudiera tener ésta con los indígenas
del continente americano. Esta polémica comenzó cuando los conquistadores negaron
el estatus antropológico de los indígenas en nombre del cristianismo basándose en tres
planteamientos fundamentales:
La "inferioridad natural" de los indígenas, lo que daba derecho a una Sociedad
Superior sobre una inferior, según la tesis aristotélica
Partiendo de la base de la primera tesis, los españoles argumentaban que los
indígenas eran incapaces de organizar la vida social según los modelos
europeos, por lo tanto el Estado Español debía de ayudarles a construir nuevas
instituciones según el modelo de Estado Español.
Por último los indígenas cometían pecados contra la religión católica ya que
practicaban la idolatría, la sodomía y la barbarie.
Sin embargo a pesar de estos argumentos ideológicos el principal problema que
tuvieron los españoles fue de orden teológico. Decidir si los indígenas nativos eran
parte de la especie humana y si deberían de ser tratados como súbditos del rey de
España o si sólo eran una "subespecie", que no tenían por qué ser tratada como igual
ni en tiempo de paz ni en tiempo de guerra. El argumento principal de los que adoptan
esta tesis es que rechazan la existencia de una filosofía latinoamericana porque hasta
ahora la filosofía en América Latina ha sido ideológica y no una empresa libre. La
Filosofía se ha usado y se usa en la América Latina, según los partidarios de este punto
de vista, para sustentar ciertas ideas que permitan la continuación del statu y el
beneficio de ciertas clases sociales. Los promotores de esta postura señalan, por
ejemplo, el caso de la escolástica y del positivismo.
La Teoría Crítica cuenta hoy en día con muchos representantes y muchas corrientes
diferentes. En el pensamiento latinoamericano, el tema de la crítica ha desempeñado
un papel fundamental, así, una de las corrientes autóctonas más importantes del siglo
XX fue denominada "filosofía de la liberación", rótulo que, sin embargo, desborda a
quienes se concibieron a sí mismos como miembros de esta escuela, dando una buena
idea del espíritu con el cual se realizaron muchos aportes. Por ejemplo, los argentinos
Rodolfo Agoglia (1920-1985) y Arturo Roig (1929- ). La noción de "presente vigente",
incluye aspiraciones y conclusiones unánimemente reconocidas en la historiografía,
como el reconocimiento de la interdependencia de la riqueza y la miseria, del vínculo
entre la libertad, solidaridad y personalidad inalienables de los pueblos, de la
inseparabilidad de la política y la economía, de la legitimidad de la descolonización y de
integración de las naciones, de la raíz y destino popular de la cultura, de la función
social de la educación, la literatura y el arte, de la misión formativa y liberadora de la
filosofía y de la religión, de la subordinación de la ciencia y de la técnica a la totalidad
del saber y a la etnicidad, y finalmente, la posibilidad de la desideologización y
humanización del hombre por la historia. En el plano de las ideas, esa variedad de
corrientes, perspectivas y enfoques teóricos expresa la complejidad de la realidad
latinoamericana y de las distintas interpretaciones ideológicas y de clase social respecto
a la dinámica de la sociedad y de sus peculiares transformaciones. El pensamiento
latinoamericano es, así, un mosaico heterogéneo de ideas, teorías y métodos de
investigación que buscan comprender la naturaleza de nuestros países y sociedades en
un contexto histórico global enclavado en las vicisitudes de la expansión del capitalismo
mundial, así como de las condiciones propias, locales y regionales de cada país en
particular. El enfoque teórico y la manera en que se abordan esas cuestiones (método),
es lo que le confiere el barniz específico a cada una de ellas.
IDENTIDAD LATINOAMERICANA, MESTIZAJE DIVERSIDAD E INTEGRACIÓN
Desde hace siglos han ocurrido sucesos que merecen nuestra total atención, ya que
desde entonces comenzó nuestro origen como raza, donde se han visto involucradas
innumerables culturas y costumbres. Debemos admitir y aceptar nuestro origen y
nuestra sangre y, fundamentalmente, conocer nuestro pasado y a nosotros mismos.
Podemos notar que se trata de la diversidad del lenguaje, las ideas, las creencias, los
códigos sociales, las técnicas, los ritos y las concepciones artísticas, éticas y religiosas.
Conceptualmente, la identidad es "el núcleo de cada cultura. Es el modo de ser
particular, la propia y singular modulación de las variantes universales de cada cultura
en el eje del tiempo y en la dimensión del espacio”. Esta definición nos habla de
identidad como muestra de un todo social, como el resultado de la cultura de cada
sociedad en el tiempo y en el espacio; con la cual nos surge la primera interrogante: ¿El
modo de ser de América ha sido siempre el mismo? Consideramos que no, aunque
existan pequeños atisbos de continuidad, como el hecho de un pasado colonial, una
obligada introducción al capitalismo y a la dependencia económica queda como
resultado una Latinoamérica tercermundista y periférica. Desde la llegada delos
hispanos a nuestro continente, la población indígena fue brutalmente reducida a fuerza
de pólvora o a través del trabajo esclavista. Los indios que resistieron eran
exterminados o simplemente se adaptaron a la aculturación, y a la evangelización, la
cual no sólo terminaba con su cultura, sino también con su imaginario colectivo, es
decir, del encuentro original entre la cultura española e indígenas, emergió un nuevo
modelo cultural fuertemente influenciado por la religión católica, íntimamente
relacionado con el autoritarismo político y no muy abierto a la razón científica. Este
modelo coexistió fácilmente con la esclavitud, y el racismo. La integración de América
Latina es, como señalamos antes, el viejo sueño de nuestros próceres de la
Independencia, la reconstrucción de la gran “Patria de Naciones”, a que se refería
Bolívar.
El reto para nuestros pueblos, de cara al siglo XXI, es transformar ese sueño en
realidad; es decir, impedir que siga siendo una utopía irrealizable o un simple recurso
retórico en el discurso de nuestros políticos o en las declaraciones de los foros
latinoamericanos. El desafío adquiere características vitales y hasta de sobrevivencia
para nuestros países, desde luego que su necesidad se impone cada día más ante la
consolidación de grandes espacios o bloques económicos. También la integración
pareciera ser el camino lógico a seguir para que nuestro continente esté en mejores
condiciones de hacer frente a la llamada “Iniciativa Bush”. Desunidos, desintegrados,
seremos presa fácil de los designios económicos de los Estados Unidos, a quien le
resultará más sencillo lograr sus objetivos de dominación de nuestras economías
negociando tratados de libre comercio bilaterales, que dentro del contexto de una
negociación regional, donde el intercambio podría ser más equilibrado, menos desigual.
Sólo hablando en nombre de una América Latina integrada es que tenemos más
posibilidades de ser un interlocutor en la mesa de negociaciones y no sólo un simple
suscriptor, que se adhiere a lo que ya fue decidido por el más poderoso.
La relación de la agroecología con las ciencias básicas o auxiliarles y con las ciencias
del sector agropecuario, la agroecología se relaciona con otras ciencias que tienen una
cierta relación con ella. Las disciplinas señaladas como auxiliares o complementarias
para el análisis agroecológico (la antropología cultural, la economía ecológica, la
historia ambiental, la ecología política, las matemáticas, la física, la química y la
biología) permiten comprender con mayor suficiencia la complejidad de las
intervenciones humanas alrededor de los agros ecosistemas.
EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN HISTÓRICO DEL SUJETO
LATINOAMERICANO
A partir de que la historia no es solo pasado, sino también y principalmente presente y
futuro, es intención realzar el complejo proceso de nuestra identidad, promoviendo a la
reflexión inacabada a partir de los momentos de rupturas y quiebres, de integración, de
autismo, desde la discontinuidad sufrida en las diferentes comunidades de pueblos
originarios, que conformaron el primer sustrato social de América, la destrucción trágica
de los Imperios Latinoamericanos, con su cosmovisión y
percepción del mundo, a partir del proceso de la conquista, el cual derivó en la inclusión
de América en el sistema mundo bajo lazos coloniales a partir del Siglo XVI, con las
claras consecuencias, muchas veces analizadas, que marcó el comienzo de un difícil
proceso de construcción político ciudadano para los futuros Estados Latinoamericanos.
La identidad colectiva es un complejo proceso que enraíza características particulares
formadas a través del tiempo, en distintas configuraciones espaciales, retroalimentando
vivencias colectivas e identidades individuales, reconociendo (en esta construcción) a
nosotros y a los otros. Relaciones sociales, complejas y variables, que integran una
multiplicidad de expectativas en una coherente y consistente estructura con definidas
tendencias, valores, formas de vida. Incluye la búsqueda de reconocimiento del otro y la
internalización de nuestra funcionalidad para auto-reconocernos y recrearlas
continuamente.
Bajo esta conceptualización, la identidad latinoamericana constituye una suerte de
entelequia de frondosa diversidad que a veces aparece como caótica en una superficie
abigarrada y brillante pero que no impide ver una unidad subyacente, un
complementación de lo diverso, integración dinámica de manifestaciones diversas
recurrentes, de eterno retorno que actúan como factores de equilibrio. Estos caracteres
se basan en una poderosa presencia de un mundo natural sacralizado, la prevalencia
de lo comunitario sobre lo individual, la silenciosa concepción de que la existencia es la
integración de fuerzas antagónicas, la primacía del sentimiento, lo espontáneo, lo vital
sobre lo racional y lo premeditado. Estas riquezas emergen en la dinámica social como
identidades fragmentadas (multiculturalismo) transformadas, a veces en grupos de
presión que reclaman ser valoradas e incluidas como tales con propuestas disimiles,
salvando desgarramientos sociales actuales. Por lo tanto, el tema de la identidad
colectiva de nuestro Continente abre el análisis constante, discurriendo si enfatizamos
la identidad de una de las repúblicas del Continente, o al Continente como unidad
histórica y cultural, o política. Según pasan los siglos, echar una mirada al proceso
identitario latinoamericano, en la búsqueda de su comprensión, implica reconocer, a
prima facie, coyunturas, o presentes históricos traumáticos, incisiones culturales que
desarticularon procesos que, normalmente debieron ir plasmándose en el devenir de los
tiempos, en correspondencia a cambios imperceptibles y suaves. Es abrir la caja de
Pandora, es bucear en los recónditos de nuestra identidad que invita a ser analizada,
desglosada para acercarnos a su realidad.
La experiencia histórica latinoamericana marca una profunda incisión en la Conquista.
Un antes y un después que definen culturalmente estos territorios enmarcándolos en un
proceso de consolidación pre-capitalista desde los países centrales, en donde
Latinoamérica y África ingresaron a la economía mundo prescripta como territorios
periféricos o subsidiarios de las economías centrales. A partir de esta realidad histórica,
Latinoamérica acomoda su identidad, integrando su riqueza, sus siglos de historia, sus
enjambres de aportes culturales de más de cien pueblos originarios, donde se
desatacaba la perfecta adaptabilidad a los distintos ambientes, sean selváticos, de
montaña, etc. con la carga de la cultura occidental, rica por definición, con legados tan
presentes, como la lengua, religión, ordenamientos sociales, institucionales, políticos
que arrastraban, también, siglos de aportes de variado pueblos que fueron
constituyendo etapas de la cultura emergente que trajo el europeo a partir del Siglo XVI.
Sumándose a este traumático proceso, que aún hoy está vigente redefiniéndose, el
distintivo aporte de otras emblemáticas culturas como la africana, y asiática, con menor
incidencia entre otras, constituyeron la abonada cultura latinoamericana
Las 100 etnias originarias de la América precolombina mostraban un mosaico de
identidades alejadas del tronco occidental que comenzaron a mestizarse, a partir del
Siglo XVI, aportando ancestrales costumbres donde la tierra, el bien más preciado, era
y, aún hoy es, sello de la pervivencia pretendiendo ser comunal en extensos espacios
de América, brindando un signo identitario genuino, interpretado, bajo los cánones
occidentales como una sociedad a histórica, a contramano del devenir. Sin embargo,
los pueblos americanos estrechan, de esta manera, lazos sociales fuertemente
arraigados, profundizados por la historia de olvidos y vejaciones, sojuzgados, en
diferentes tiempos, por diferentes culturas, que se perpetúa en el presente. Como se
sostiene la relación de los originarios con la tierra marca fuertemente un rasgo distintivo
de esta identidad, a pesar de las diferencias étnicas regionales del continente que
estuvieron fuertemente relacionadas con lo ecológico, creando fronteras culturales,
reforzadas en el tiempo. Esta dependencia a la tierra marcaron la organización social y
económica de las culturas nucleares que pervivieron en la mita y régimen de tributos
que, a su vez, decantaron en la sociedad colonial, derivando, además, en haciendas y
tierras comunales que se fueron configurando en este período y continuaron como
rémora fuerte en el Siglo XIX, cuando se formaron los estados independientes y se
consolidan a mediado del siglo, durante el período del nuevo pacto colonial.
PRODUCCIÓN DEL IDEARIO LATINOAMERICANO: ACTORES COLECTIVOS
(INTERNOS Y EXTERNOS), INSTITUCIONALES Y EXTRATERRITORIALES
La teoría de Latinoamérica continúa un singular trayecto. Comenzando con una
controversia acerca de la existencia de lo natural y el nexo que tiene originalmente con
los aborígenes dentro del territorio americano. En sentido literal del término América
Latina, aunque tomado de manera diminuta, selecciona a todo país y territorio donde
alguna de las lenguas romances sea lengua oficial. Los países que conforman
Latinoamérica comparten algunas similitudes culturales, por haber sido territorios
coloniales de España, Portugal y Francia. Los principios que conciben a la sociedad
como un espacio de interacción entre seres humanos donde la forma natural de vivir es
en cooperación. Fraternidad, solidaridad, libertad, dignidad, horizontalidad y respeto. La
participación y el protagonismo social de los colectivos se asumen como las acciones
que abarcan las parámetros; económico, social y cultural, beneficiando el encuentro, el
compromiso, el intercambio y la integración social.
Entenderemos por actores extraterritoriales, a aquellos grupos, empresas u
organizaciones, que no son endógenos al espacio geográfico en donde operan, en el
sentido de que no surgen desde dicho territorio, ni tienen identidades basadas en ellos.
Pueden tener variadas características de escala (influencia nacional, internacional o
global), de finalidad (organizaciones privadas, públicas, ciudadanas) y del modo de
inserción en las dinámicas del territorio (enclaves o encadenamientos locales).
El papel de los actores extraterritoriales en las dinámicas económicas de los territorios
rurales de América Latina, varía grandemente. En algunos casos, participan del uso
directo de determinados recursos que sin participación externa, los actores locales no
podrían aprovechar, activando así el “motor” de la dinámica económica del territorio. En
otros casos, son decisivos en el papel de crear condiciones o activos básicos para el
despliegue de la dinámica. Así, por ejemplo, construyen infraestructura vial que conecta
el territorio con ciertos mercados, amplían los servicios de capacitación que permiten a
los actores locales aprovechar las oportunidades económicas del contexto, realizan las
tareas de habilitar nexos comerciales claves, sin los que la dinámica no podría emerger.
Nos preocupamos aquí de los primeros casos, es decir, de aquellos donde los actores
extraterritoriales controlan el “motor” de la dinámica, es decir, la actividad o actividades
claves que son decisivas para el crecimiento económico de un territorio.
CONCLUSIÓN
Mediante este trabajo argumentamos la existencia de un Pensamiento Latinoamericano
para la Integración, que definimos como el conjunto de ideas sistematizadas sobre los
procesos de construcción de región, unionismo e integración y las dimensiones
asociadas a éstos en América Latina, cualquiera fueran los límites difusos que esta
arena política representa. Este campo de conocimiento ha sido estructurado desde los
procesos de lucha por la independencia hasta nuestros días a partir de tres ejes clave:
la autonomía, el desarrollo y la defensa de los recursos naturales; que son, a su vez,
metas políticas a alcanzar por la vía de la integración.
La importancia de esta búsqueda se vincula a los profundos cambios acontecidos en el
mapa político latinoamericano de principio del siglo XXI, donde la contestación al
modelo neoliberal se ensayó en múltiples planos, incluyendo las propuestas de
integración regional. Así, la reflexión en torno a la profundización de la integración
regional se nutrió de las raíces profundas de la historia latinoamericana comprendida
como una identidad política territorial unificada y diversa desde sus orígenes. Hoy estas
reflexiones se tornan relevantes en tanto la geopolítica regional coloca el interrogante
de si nos encontramos o no ante un nuevo cambio de ciclo político (y de las políticas),
con una notable incidencia en la forma de construir proyectos regionales. Por lo tanto,
pensar la integración y la unidad latinoamericana fue, desde los tiempos previos a la
independencia hasta nuestros días, un desafío teórico, pero también
una definición política al entender dicha mirada como una forma de inserción
internacional opuesta a la planteada desde las potencias centrales; como forma de
mejorar las condiciones de vida de nuestros pueblos y para evitar que nuestros
recursos naturales sean expoliados.
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LARA "MARTIN LUTHER KING".
ESTADO LARA
PENSAMIENTO POLITICO LATINOAMERICANO
Realizado por:
Salcedo Zerpa Noheli Nazareth
C.I. 32.022.585
Prof.
PNF:
Cabudare, 05/04/2024
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