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Un Grafito Arbóreo de 1906 para Predecir Lo Ya Sucedido. El Magnicidio Fallido de Mateo Morral

En junio de 1906, unos días después del intento de asesinato del rey Alfonso XIII, apareció un insólito grafito escrito en un árbol del parque del Retiro cuya redacción se atribuyó al anarquista Mateo Morral. Después de examinar la única fotografía conocida del grafito, las fuentes hemerográficas y las «pruebas» presentadas en el transcurso del proceso judicial, hay razones para pensar que tal grafito fue un montaje realizado con posterioridad a los hechos para intentar incriminar a otros.

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Un Grafito Arbóreo de 1906 para Predecir Lo Ya Sucedido. El Magnicidio Fallido de Mateo Morral

En junio de 1906, unos días después del intento de asesinato del rey Alfonso XIII, apareció un insólito grafito escrito en un árbol del parque del Retiro cuya redacción se atribuyó al anarquista Mateo Morral. Después de examinar la única fotografía conocida del grafito, las fuentes hemerográficas y las «pruebas» presentadas en el transcurso del proceso judicial, hay razones para pensar que tal grafito fue un montaje realizado con posterioridad a los hechos para intentar incriminar a otros.

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Un grafito arbóreo de 1906

para «predecir» lo ya sucedido.


El magnicidio fallido de Mateo Morral
1906ko grafiti bat zuhaitz baten azalean, gertatu den hori «iragartzeko».
Mateo Morralen magnizidio arrakastarik gabea

A graffiti on a tree (1906) to «predict» what had already happened.


The failed magnicide of Mateo Morral

Josemi Lorenzo Arribas


Investigador independiente
[email protected]
https://orcid.org/0000-0002-9412-8501

Recibido / Noiz jaso den: 13/01/2024 Aceptado / Noiz onartu den: 05/02/2024

Resumen
En junio de 1906, unos días después del intento de asesinato del rey Alfonso XIII, apareció un insó-
lito grafito escrito en un árbol del parque del Retiro cuya redacción se atribuyó al anarquista Mateo
Morral. Después de examinar la única fotografía conocida del grafito, las fuentes hemerográficas
y las «pruebas» presentadas en el transcurso del proceso judicial, hay razones para pensar que tal
grafito fue un montaje realizado con posterioridad a los hechos para intentar incriminar a otros per-
sonajes molestos para el Gobierno, principalmente al pedagogo Francisco Ferrer y Guardia, fundador
de la Escuela Moderna.

Palabras clave
«epígrafes en la corteza»; anarquismo; Alfonso XIII; Ferrer y Guardia; parque del Retiro.

Sumario
1. Un «epígrafe en la corteza» en el parque del Retiro. 2. Razonables dudas. 3. Una secuela
castiza. 4. Odio y montajes policiales. Hemerografía histórica. Bibliografía

*
Debo agradecer a Pablo Ozcáriz y a Federico Ayala Sorenssen, jefe de Archivo y Documentación
de ABC, la ayuda y facilidades ofrecidas para la reproducción de las dos imágenes de ese diario
que se insertan en este artículo. Del mismo modo, a mis amigos Rafael Valentín e Isabel Rico, por
una tarde de junio de 2023 en que tratamos de localizar el punto exacto donde se situaba el árbol
del Retiro que protagoniza estas páginas. Fernando Hernández Holgado leyó un borrador e hizo
interesantes aportaciones.

Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024 / 231-252  231


ISSN: 2341-0809 • DOI: https://doi.org/10.48035/rhsj-gh.31.11
Josemi Lorenzo Arribas

Laburpena. 1906ko ekainean, Alfontso XIII.a Abstract. In June 1906, a few days after the
erregearen hilketa-saiakeratik egun batzuetara, assassination attempt on King Alfonso XIII, an
ezohiko grafiti-mezu bat agertu zen Retiro par- unusual graffiti appeared on a tree in El Retiro
keko zuhaitz batean idatzia. Uste izan da Mateo Park (Madrid). Its authorship was attributed to
Morral anarkistak egina zela. Grafitiari ateratako anarchist Mateo Morral. After examining the
argazki ezagun bakarra, iturri hemerografikoak only known photograph of the graffiti, news-
eta prozesu judizialean zehar aurkeztutako «fro- paper sources and «evidence» presented in
gak» aztertu ondoren, badira arrazoiak pentsat- the course of the judicial process, there is
zeko grafiti hori gertakarien ondoren egindako reason to believe that the graffiti was a farce
muntaia bat izan zela, eta haren atzeko arrazoia carried out after the events in an attempt to
ekintza hori Gobernuarentzat deserosoak ziren incriminate other figures who were annoying
pertsona batzuei leporatzea zela, batez ere to the government, mainly pedagogue Fran-
Francisco Ferrer y Guardia pedagogoari –Escue- cisco Ferrer y Guardia, founder of Escuela
la Moderna delakoaren sortzailea–. Moderna.
Gako hitzak: «epígrafes en la corteza»; anar- Keywords: graffiti in tree bark; Anarchism; Al-
kismoa; Alfonso XIII.a; Ferrer y Guardia; Retiro fonso XIII; Ferrer y Guardia; El Retiro Park (Ma-
parkea. drid).

El 31 de mayo de 1906 Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, reyes de Es-


paña, sufrieron un atentado fallido el día de su boda en la calle Mayor de Madrid.
El autor material del mismo fue el anarquista catalán Mateo Morral, que lanzó
una bomba envuelta en un ramo de flores al paso de la comitiva nupcial desde
un balcón. Como es sabido, el artefacto causó una matanza en la abarrotada calle
(veinticinco víctimas mortales y más de cien personas heridas), pero los reyes
salieron indemnes. Mateo Morral huyó y, según todos los indicios, se suicidó dos
días más tarde en Torrejón de Ardoz (Madrid), de camino a Barcelona, su ciudad
de residencia, después de asesinar a un guardia jurado que le conducía al pueblo
para identificarle.
El «proceso de la bomba» intentó implicar en el magnicidio a anarquistas
conocidos y molestos para el establishment del momento, pero había que de-
mostrar que existía esa conexión. Después del suicidio de Morral las «pruebas» se
encaminaron a demostrar que sus planes eran conocidos y compartidos por otros
camaradas. El aparato del Estado incriminó a José Nakens, director del sema-
nario anticlerical El Motín, en cuya redacción se escondió Morral en un primer
momento, y principalmente a Francisco Ferrer y Guardia, anarquista y fundador
de la Escuela Moderna, donde había trabajado de bibliotecario Mateo Morral. Este
fue el principal objetivo. El fiscal, en su escrito de calificación, acabaría pidiendo
más de dieciséis años de reclusión para el pedagogo acusado de «complicidad»
con el asesinato. El resto de los procesados fueron acusados de encubridores, y
se pidió para ellos una pena de nueve años de prisión mayor. El humilde grafito
al que dedicamos estas páginas sería parte de esa «auténtica conspiración secreta

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Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

diplomática y policial en la fabricación metódica de la figura de una “cabeza de


turco”, chivo expiatorio de la represión estatal contra la violencia terrorista en la
persona de Ferrer [y] Guardia»1.

1. Un «epígrafe en la corteza» en el parque del Retiro

Daniel Devoto dedicó hace casi medio siglo un extenso artículo a lo que llamó
«epígrafes en la corteza», en que persigue y documenta la tradición literaria de
inscribir textos en el tronco de los árboles desde la Antigüedad a nuestros días2.
En la tradición española el más conocido es el que Antonio Machado inmortalizó
en un poema incluido en Campos de Castilla (1912): «He vuelto a ver los álamos
dorados / [...] tienen en sus cortezas / grabadas iniciales que son nombres / de
enamorados, cifras que son fechas». A la extensa relación de testimonios regis-
trados por el filólogo argentino habría que añadir, al menos, otros cuatro tipos de
epígrafes arbóreos no literarios. El primero es un tipo documentado en la Edad
Media pero que debe hundir sus raíces en tiempo muy anterior, que señala límites
territoriales o indicaciones de caminos. Consiste en la inscripción de cruces, sin
contenido textual, tanto en piedras señaladas como en la corteza de árboles visi-
bles y significativos3. El segundo serían las «tablillas» de corteza de tilo o, princi-
palmente, de abedul, que con uso didáctico para aprender a escribir se emplearon
en la Antigüedad y en la Edad Media en Europa oriental y del norte4. Estos dos
primeros tipos propiamente no serían grafitos5. Sí manifiestan todas las caracte-
rísticas del grafito antiguo las dos siguientes manifestaciones. El tercer tipo serían
los «grafitos divinos» producidos por algún personaje sagrado como prueba de
un designio celestial, generalmente manifestado en forma de inscripción sobre
piedra de huella de pie o mano, en la estela de la misma tradición de huellas de
héroes legendarios o históricos6. El último tipo sería el «grafito político», como el

1
Solà Gussinyer, 2004, pp. 58-59.
2
Devoto, 1988.
3
Así, en el deslinde entre los concejos de Cuenca y Las Majadas (año 1390) por sus respectivas
tierras en la Sierra de Cuenca. Afirmaban los testigos que se habían movido los mojones antiguos y
los señalan, en muchísimos árboles, con formulaciones como esta: «dende recude el çerro de medio
arriba fasta un pino grande que está en par de la hoya El Contadero que tiene dos cruzes e un
mojón de piedras cabo él» (Ortega Cervigón, 2008, pp. 44-45). Esta práctica está documentada en
toda la península ibérica, pero al desbordar el tema de estas páginas ahorramos el aparato crítico.
4
Rybina, 1970.
5
Serían textos o inscripciones no espontáneas sino programadas, además de otras características
que los separaría stricto sensu del «grafito histórico» (Lorenzo Arribas, 2016).
6
Como la mano que a mediados del siglo xv dejó san Miguel inscrita en un árbol entre las locali-
dades madrileñas de Navalagamella y Fresnedillas con el fin de que creyeran al pastor que anun-

Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024 233


Josemi Lorenzo Arribas

que nos ocupa, empleado con un uso insólito: incriminar a terceras personas en
la comisión de un magnicidio.
El Real Sitio del Buen Retiro, extensa posesión situada en el límite oriental
de la villa de Madrid, fue disfrutado por la monarquía española desde el siglo xvii
hasta 1868, año en que, fruto de la revolución Gloriosa, se transfirió al Ayun-
tamiento, que lo convirtió en parque público para esparcimiento y recreo de la
población. Desde entonces, el pueblo lo hizo suyo. Ya en 1905 un semanario
capitalino pedía al Ayuntamiento «que desaparezcan al punto los letreros y di-
bujos obscenos que llenan los respaldos de los nuevos bancos colocados en el
Retiro [porque] no es lícito escribir, ni pintar, ni grabar sobre maderas, árboles,
paredes que no pertenecen a ninguno en particular porque pertenecen a todos»7.
Las peticiones hubieron de ser tan recurrentes como la práctica que se pretendía
erradicar. Sobre las viejas piedras de la iglesia abulense de San Isidoro, remonta-
das en el parque entre 1897 y 1910, la prensa informaba veinte años después de
la anterior noticia de la existencia de un grafito de amor, unas «palabras grabadas
profundamente en uno de los muros con la punta de algún instrumento pun-
zante», artículo ilustrado con airosa fotografía de la portada del monumento. No
se ofrece la de la inscripción, pero sí la transcripción de su tenor: «Junio 1928.
Fernando-Ana Mary. Ruinas aquí; en el corazón, todo nuevo»8.
No extrañaba, pues, la aparición de un texto espontáneo de este tipo sobre los
distintos soportes que ofrecía un parque urbano tan frecuentado, pero es normal
que sorprendiera la naturaleza de la información que ofreció en primicia y prime-
ra página el diario madrileño El Imparcial el 14 de junio de 1906, quizá el perió-
dico más influyente del periodo: «Morral anunció su crimen. Grabado en un árbol
del Retiro»9. El artículo aludía a un rumor que circulaba por Madrid «hace varios
días», y que cuando la redacción había podido comprobar, se aprestó a publicar.
La noticia es que dos personas estuvieron unos días antes de la boda regia
«alternativamente entreteniéndose en grabar algo, con un objeto que tenían en
la mano, en la corteza del árbol» del parque, y esa acción se vinculó al intento de
magnicidio10. Un grafito aparecía en escena cuando habían pasado catorce días de

ciaba una aparición divina para solicitar la erección de una ermita en ese lugar (Christian, 1990,
p. 139); sobre esta tradición marcada en piedras: Pedrosa, 2000.
7
Las Dominicales del Libre Pensamiento, n.º 214, 31 de marzo de 1905.
8
Vega, Vicente: Estampa, n.º 376, 30 de marzo de 1935.
9
El Imparcial, 14 de junio de 1906, p. 1. Esta noticia la replicaron al día siguiente la mayor parte
de periódicos capitalinos y provinciales, si bien El Liberal (p. 3) la incluyó resumida el propio día
14, con información llegada por telégrafo.
10
Pocos autores han citado este grafito en la abundante bibliografía sobre el caso y nunca se ha ana-
lizado críticamente (Sanabria, 2009, pp. 105-106; Masjuan, 2009, pp. 203-204; la más reciente es
sensacionalista y carente de todo rigor científico: Pérez Abellán, 2017, p. 62). En los últimos años
han aparecido en el propio diario ABC, con las réplicas correspondientes en distintas páginas de

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Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

Figura 1. Detalle del plano del Retiro en 1910. Casa de Vacas [1], Paseo de Coches [2]. Con círculo blanco, marcado
el «quinto árbol de la primera fila» referido en la prensa, árbol que actualmente no se conserva.

la boda regia y doce del suicidio del autor del atentado. Un testimonio lo situaba
con precisión «en la primer (sic) calle trasversal del paseo de Coches del Retiro,
entrando a mano izquierda [...] delante del quinto árbol de la primera fila». Se
hallaba «a poca altura del suelo» en el conocido entonces como paseo de Lauros,
«que partiendo de la Casa de Vacas termina en la verja nordeste del Parque,
atravesando el paseo de Coches» (fig. 1)11. Por referencias posteriores facilitadas
en el proceso judicial sabemos que el tipo de árbol era «un plátano cubierto casi

internet, dos artículos periodísticos que lo recuerdan en sus líneas básicas e incluyen las imáge-
nes (Delgado 2014; Arrizabalaga, 2020). Nosotros mismos planteamos las sospechas que aquí se
explayan en un artículo divulgativo (Lorenzo Arribas, 2018).
11
ABC, 15 de mayo de 1906, p. 9. No he localizado la denominación paseo de Lauros en otras fuen-
tes, pero por las indicaciones ha de corresponderse con el entonces llamado paseo de Colombia,
en el tramo que actualmente se denomina paseo de El Salvador. El plano de la fig. 1 está tomado
de: Trabajos del Plano de Madrid. Distrito del congreso. Parque del Retiro, Jardín Botánico y
Paseo del Prado. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, [Madrid], 1910. Servi-
cio de Documentación Geográfica y Biblioteca. Signatura: 40-H-17

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Josemi Lorenzo Arribas

Figura 2. ABC, 15 de mayo de 1906, p. 5. Pie original de fotografía: «Inscripción que apareció el día 26 del pasado
mayo en un árbol del Retiro anunciando el atentado contra el Rey, sin que hasta ayer se haya hecho público». Archivo
ABC/Francisco Goñi. Reprod. con permiso.

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Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

Figura 3. ABC, 15 de mayo de 1906,


p. 5. Pie original de fotografía: «El
árbol donde está la inscripción en la
primera calle transversal del paseo de
Coches del Retiro, entrando a mano
izquierda. Es el quinto árbol de la
primera fila». Archivo ABC/Francisco
Goñi. Reprod. con permiso.

de yedra», que la inscripción se situaba en torno a un metro del suelo y que el


vaciado que se practicó en la corteza para facilitar la inscripción tenía en torno a
medio centímetro de profundidad12. No se aportaron las dimensiones del grafito
en su conjunto.
Al día siguiente (15 de mayo) ABC se hacía eco de la noticia que ofreció el
diario colega, pero con una corrección, consistente en que la inscripción se había
hecho a «lápiz grueso», y no estaba, por tanto, «grabada» (incidida con navaja o
punzón). Incluyó además dos fotografías, una del grafito en primer plano (fig. 2)
y otra de contexto, en que unos curiosos posan mirando la inscripción protegida
precariamente por dos bancos de madera dispuestos en forma de V (fig. 3)13. Las
dos imágenes son de Francisco Goñi Soler14, reportero gráfico muy activo en esas
fechas y acompañante de Alfonso XIII en sus viajes.

12
Atentado..., 1911, I, p. 541; y II, p. 24.
13
ABC, 15 de mayo de 1906, p. 5.
14
Madrid, 1873-Guadalajara, 1936. Por su condición monárquica fue asesinado en la guerra civil.

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Josemi Lorenzo Arribas

La crónica, explayada en dos páginas, dice15:

Lo que Morral y su cómplice hicieron en un árbol del Retiro, cuyas señas


damos más adelante, fue raspar con un cuchillo un espacio de la corteza del
tronco y en la superficie lisa y blanca del interior que quedó al descubierto, for-
mando un círculo irregular, escribieron con lápiz grueso, lo siguiente:
EJ[E]CUTADO SERA
ALFONSO XIII EL
DIA DE SU ENLACE
UN IRREDENTO
A un lado y a otro del último renglón hay unos dibujos, y a la derecha, si-
guiendo el perímetro de la curva, se lee la palabra DINAMITA.

Siempre según la crónica de ABC, Vicente García Ruipérez16, militar retirado


de unos cuarenta y cinco años e inesperado protagonista de toda esta historia, vio
hacer la inscripción el 26 de mayo, cinco días antes de la boda. Al enterarse del
intento de magnicidio, que acaeció un 31 de mayo, recordó dicho señor que había
visto a dos personas garabatear la inscripción, y cuando El País publicó el 4 de
junio la fotografía de Morral17, lo reconoció como una de ellas (¡buena memoria!).
A continuación, la noticia apuntaba a la participación de Ferrer Guardia, e inclu-
so contaba con las declaraciones de «dos quinquilleros» que el día 2 de junio en
Torrejón de Ardoz (Madrid) vendieron al anarquista «los dos pañuelos de hierbas
que se encontraron cerca de su cadáver».
García Ruipérez se dirigió a ver qué era aquello que se había hecho en el ár-
bol, descubrió el grafito y lo comunicó al guardia n.º 15 del Retiro18. Este, probo
ciudadano,

[a]l ver la inscripción no se le ocurrió al hombre otra cosa que sacar una navaja
y raspar lo escrito.
—¡No! —le dije conteniéndole— lo primero que tiene usted que hacer es
dar parte a sus jefes. Eso que usted quiere destruir acaso pueda ser un indicio
para el esclarecimiento del crimen en detalles que pueden estar ignorados.

15
ABC, 15 de mayo de 1906, pp. 9-10.
16
Había recibido en 1894 una nómina adicional en concepto de gratificación «de seis años de efec-
tividad en el empleo de oficial segundo del expresado Cuerpo Auxiliar [de Oficinas Militares]»
(Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, n.º 234, 26 de octubre de 1894, p. 239). Pudiera ser
el mismo (tendría entonces unos sesenta años) que se retiró en 1922 como archivero primero del
Cuerpo de Oficinas Militares (El Telegrama del Rif, 30 de abril de 1922, p. 2). Vivía en la calle
Castelló n.º 7, informa la prensa, a unos quinientos metros del lugar donde apareció el grafito.
17
El semanario Nuevo Mundo dedicaría un amplio reportaje gráfico el 7 de junio de 1906, con
fotografías de Morral vivo y muerto.
18
De nombre José Ródenas (Atentado..., 1911, II, p. 24).

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Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

El contenido textual y gráfico del grafito es susceptible de un análisis práctica-


mente diplomático a pesar de su simplicidad y rudeza, cual si de un epígrafe medie-
val se tratara. Su peculiar invocatio es simbólica, una esquemática cara (emoticono,
casi) y una especie de cruz que El Imparcial interpretaba (y asumirá el juzgado)
como una calavera y «dos tibias cruzadas», en alarde de lectura iconográfica. La
intitulatio, es decir, quien suscribe la actio documental, se sitúa al final (no al co-
mienzo, como era habitual en las fórmulas antiguas), a modo de firma anónima:
«Un irredento». Faltaría la directio, a quién se remite el texto, que se presupone
que sería a toda la población (del tipo «sepan cuantos este [grafito] vieren..»). La
dispositio es escueta y directa, sin preámbulos. La data es crónica («el día de su
enlace»). El texto termina con una palabra, «Dinamita», y signos de valor simbólico
(dos presuntas cruces), con el mismo sentido que tenían los que se utilizaban en los
diplomas medievales, signa de valor apotropaico que esperaban que ayudasen a per-
feccionar el acuerdo protocolizado. En este caso, la dificultad de pintar en la corteza
y el poco espacio disponible no permitió la factura de un dibujo reconocible (una
bomba, por ejemplo), y se escribió la «palabra clave» para no dejar lugar a dudas19.
El relato del ABC del 15 de junio terminaba instando al Juzgado especial que
llevaba el caso a llamar a declarar al testigo de los hechos, citación que se hizo in-
mediatamente, y el juez, Manuel del Valle, requirió el testimonio tanto de García
Ruipérez como del guardia n.º 15 del parque20.

2. Razonables dudas
Extrañado el periodista de ABC que entrevistó al señor García Ruipérez del pro-
ceder del regicida, que anunciaba así un propósito que podía dar al traste con
su intención, le inquirió por el motivo que pudo haberle llevado a hacerlo así. El
dicharachero testigo respondió:

he pensado si no perseguiría el fin de que le prendiese la policía antes de come-


ter el atentado para librarse así del compromiso adquirido en algún complot.
¿No pudo sentir vacilaciones, miedo a perder la vida (y esto ya lo demostró des-

19
Pocas palabras más reconocibles que la elegida para lograr el fin perseguido. «La fuerza se repele
con la fuerza [y] para esto se inventó la dinamita». Con este artículo iniciaba andadura el periódi-
co anarquista El Eco de Ravachol (21 de enero de 1893, p. 1). Solo llegó a publicar este número,
pues al igual que su antecesor Ravachol (dos números), fue prohibido por las autoridades. Ambos
se editaron en Sabadell, ciudad natal de Mateo Morral. La intensa actividad de los partidarios de
la «propaganda por el hecho» y la desproporcionada publicidad de su represión por parte de las
autoridades hacía que el simple mensaje «Dinamita» ofreciese las claves políticas precisas para
entender de dónde venía el mensaje.
20
Atentado..., 1911, I, pp. 539-543, y II, p. 24.

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Josemi Lorenzo Arribas

pués huyendo y tratando de poner tierra de por medio), ó miedo a la venganza


de sus compañeros, y para librarse de todo procurar que se le detuviera antes
del momento decisivo?21

Sorprende que lo diga el mismo que afirma que Morral se le enfrentó pregun-
tándole qué miraba ante sus repetidos intentos por ver qué estaban haciendo en
el árbol los dos sujetos. El grafito de autoinculpación se había hecho, según la
buena memoria del militar retirado, hacia las ocho de la tarde, es decir, a plena
luz del día y en un lugar que debía de estar muy concurrido. No es inscripción
que pudiera hacerse en pocos segundos, pues hubo que recortarse antes la cor-
teza para preparar el «espejo epigráfico», que quedó pulcramente delimitado con
limpios bordes. El concurso de dos personas, además, multiplicaba innecesaria-
mente el riesgo que corrían ambas si hubieran sido interceptadas in fraganti,
como casi ocurrió, al menos presuntamente. A pesar de que el grafito debía ser
bastante visible, de que estaba en El Retiro y de que en el parque había guardias
que no cesaban de recorrerlo, nadie lo advirtió entre tal 26 de mayo y el día 4 de
junio. Finalmente, por razones que se desconocen, la prensa tardó todavía diez
días en publicar la noticia.
Nos surge otra duda: en caso de que, por las razones que fuere, Morral hubiese
decidido hacer pública su intención de esa manera, ¿por qué no escogió un ban-
co de madera, de esos que ya vimos que eran habitual soporte de otros grafitos,
y tuvo que molestarse en cercenar la corteza de un árbol cuando tanto empeño
mostró en ocultarle al curioso García Ruipérez lo que de manera forzada estaba
haciendo? Obvia decir que, si de salvar la vida se trataba (hipótesis del locuaz
descubridor del grafito), sería improbable que lo hubiera conseguido de haber
sido capturado antes del magnicidio. El artículo 158 del Código Penal entonces
vigente (el de 1870) castigaba el delito frustrado y la tentativa de delito de regici-
dio con la pena de reclusión mayor en su grado máximo o con la propia muerte,
que sin duda hubiera sido la aplicada a un anarquista que hubiera anunciado tales
intenciones22.
Más prudente, y el mismo día de la crónica de ABC extensamente referida,
el diario republicano El País se limitaba a transcribir lo que el día anterior pu-
blicaron sus colegas de El Imparcial, pero bajo el significativo rótulo «Un árbol
trágico. Una historia que parece cuento», donde solamente añadía al final de la
transcripción:

21
Este argumento lo repetirá Soldevilla, 1907, p. 324, que transcribe entera la noticia de El Impar-
cial del 15 de junio.
22
González Calleja, 2002.

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Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

¿Será esto verdad? De la veracidad de quien lo refiere [García Ruipérez] no


dudamos. Pero ¿no podría creer que era Morral el paseante que se entretenía en
jugueteo tan peligroso y no serlo? Una cosa análoga ocurrió a varios parroquia-
nos del café de Castilla, personas también incapaces de mentir23.

A pesar de esta sensata duda, la versión del testigo se consideró y se sumó una
coartada más para justificar la persecución gubernamental. En el mes que siguió
a los hechos diferentes anarquistas fueron detenidos por toda España.
Después de la primicia ofrecida por El Imparcial, una prueba tan incrimina-
toria como este grafito, tan jugosa desde el punto de vista periodístico y tan fácil
de fotografiar al hallarse en un lugar público, sorprende que solo la ofreciera un
periódico, el monárquico ABC. De hecho, es el diario liberal quien se jacta de que,
gracias a su noticia, el día después

numerosos grupos de curiosos estuvieron durante todo el día estacionados en


derredor del árbol de la inscripción de que ayer nos ocupamos con todos sus
detalles.

Una nube de fotógrafos de periódicos ilustrados y no pocos «amateurs» saca-


ron numerosas fotografías del árbol en cuestión, todo lo cual hubo de constituir
el espectáculo público del día24.
Otros plumillas se regocijaron en sus valoraciones, haciendo uso de la hipér-
bole: «Vean ustedes por dónde un humilde árbol del Retiro, que ayer fue objeto
de la curiosidad del público, va a ser más visitado que el famoso simbólico árbol
de Guernica»25. La Correspondencia militar iba más allá:

Hasta los árboles del Retiro, y quizá los peces del estanque y los monos de al
lado [de la Casa de Fieras], sabían que Morral arrojaría la bomba [...]. Alrededor
de la sentencia, vi ayer tarde multitud de personas [...]. El guarda, explicaba mi-
nuciosamente como él tres días antes de la explosión fijose en dos sujetos, que
sobre la verde corteza imprimían el terrible fallo26.

Por las imágenes de prensa podemos deducir que el diámetro del recorte
circular que se hizo para facilitar la inscripción mediría unos diez centímetros

23
El País, 15 junio de 1906, pp. 1-2. No fue el único periódico en expresar la duda: «otros por-
menores de interés, como la inscripción temeraria hecha por el criminal en un árbol del Retiro
anunciando el atentado no se explican en buena lógica» (La Ilustración Española y Americana,
50/23, 22 de junio de 1906, p. 2).
24
El Imparcial, 15 de junio de 1906, p. 2. En el mismo sentido: El País, 15 junio de 1906, p. 2.
25
ABC, 15 junio de 1906, p. 1.
26
La Correspondencia militar, 15 de junio de 1906, p. 3.

Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024 241


Josemi Lorenzo Arribas

Figura 4. ABC, 15 de mayo de 1906, p. 5. Detalle de la imagen anterior. Se marca el grafito con una flecha. Archivo
ABC/Francisco Goñi. Reprod. con permiso.

(fig. 4). La diferencia de color entre la corteza exterior del árbol y la interior
recién dejada al descubierto había de contrastar, haciendo el recorte más visible
para los viandantes a pesar de su pequeñez, pues estaba bien orientado al paseo.
Es cierto que El Imparcial no incluía imágenes entre sus páginas, pero, a
pesar de su presunta «trascendencia», otros diarios que ya ilustraban sus páginas
con fotografías tampoco la recogen, ni siquiera los especializados en prensa grá-
fica, con la salvedad de Nuevo Mundo (fig. 5)27. Es paradójico que haya más foto-
grafías del momento exacto del atentado, con la dificultad que entrañaba captar
la confusa escena con la tecnología de entonces, que del inmóvil grafito varado en
un plátano del Retiro a la vista de cualquiera28.

27
Con fotografía propia (y una de Vicente García Ruipérez) en un artículo titulado «El atentado anar-
quista. Nuevos detalles». Nuevo Mundo, 21 de junio de 1906. La comparación de esta fotografía con
la de ABC permite apreciar los retoques a que eran sometidas las imágenes para su publicación.
28
El grafito es irrecuperable a día de hoy porque el crecimiento del plátano, de conservarse el árbol,
lo habría ocultado. Esta especie cicatriza bastante rápido y nuevas capas de corteza se habrán
sucedido sobre la entonces rasurada que, no obstante, se situará a la misma distancia del suelo
con respecto a cuando se hizo, porque el tronco crece en anchura en ese punto, y no en altura. En
los inventarios de árboles singulares o monumentales del Retiro, o los de antigüedad apreciable,
no se encuentra ningún plátano. Agradezco a mis amigas, la doctora ingeniera de Montes Salvia
García Álvarez y la ingeniera agrónoma Talma Alba, la ayuda ofrecida para estas precisiones.

242 Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024


Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

La investigación estaba en
marcha, pues el juez llamó al
testigo con la esperanza de que
«resultará confirmada de un
modo pleno la creencia del juz-
gado de que el asesino no vino
sólo a Madrid, o había en la corte
otros comprometidos en el com-
plot que se hallaban en constan-
te relación con él». A renglón se-
Figura 5. Nuevo Mundo, 21 de mayo de 1906, s.p. (recorte
guido, un periodista marcaba el
de la versión digital).
objetivo y el sentido de los pasos
a dar para «descubrir quiénes
son las personas afines a Morral y a Ferrer que se encuentran domiciliadas en
esta corte»29. Ya el día 12 se había insinuado la posible complicidad de Ferrer,
por las relaciones (conocidas, por otra parte) que mantenía con Nakens (a pesar
de que la relación personal no era la mejor), y por nuevos «indicios» que se iban
descubriendo, en realidad datos absolutamente endebles: «se ha probado que el
señor Ferrer se había hospedado alguna vez en el hotel de la Iberia, adonde se
dirigió Morral cuando vino a Madrid el 21 de mayo». No cabía duda de la relación
de amistad entre ambos personajes, por lo que debiera extrañar que uno hubiese
recomendado a otro dónde hospedarse en ciudad ajena, pero esto bastaba para
deducir:

que Ferrer tenía noticias del propósito criminal de Morral, que le recomendó
a éste la fonda en que debía hospedarse, por hallarse situada en la carrera que
había de seguir la regia comitiva, y que le aconsejó que después de cometido el
atentado se presentara al señor Nakens, a quien ya conocía, para que le facili-
tase la huida30.

Ferrer y Guardia fue procesado. Sin perder tiempo, el día 16 se reconstruyó


in situ la escena con presencia del juzgado y del «descubridor» del grafito; se
examinó minuciosamente, el médico forense Adriano Alonso Martínez, del La-
boratorio central de Medicina Legal, hizo fotografías del mismo para adjuntarlas
al expediente, dos peritos calígrafos sacaron calcos, y se ordenó al guarda del
parque encargado de esa zona que custodiase el lugar31. Posiblemente estamos

29
El Imparcial, 15 de junio de 1906, p. 3.
30
ABC, 12 junio de 1906, p. 10.
31
Atentado..., 1911, II, pp. 24-25; El País, 15 junio de 1906, p. 2.

Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024 243


Josemi Lorenzo Arribas

ante el primer ejemplo del uso de un método casi privativamente arqueológico (el
calco aplicado a una inscripción) con finalidad judicial.
La fotografía publicada parece convenientemente retocada, principalmen-
te por el buen contraste de las letras. Es difícil que un lápiz pudiera dejar esa
huella al escribir sobre una madera fresca de un árbol, recién levantada su
corteza exterior, y más en una inscripción realizada clandestinamente y con
celeridad. Sobre la corteza de un olmo (Ulmus minor), el árbol más abundante
entonces en El Retiro, no se puede escribir por la rugosidad y su relieve, pero
sí sobre la de un plátano de sombra (Platanus x hispanica), mucho más lisa
y practicable para un instrumento inciso. Aun así, se decidió descascarillarlo
para facilitar la lectura del texto. Hemos de pensar que el guardia n.º 15 no
llegó a raspar nada con su navaja por la actitud del diligente descubridor del
grafito, pues el grafito se aprecia íntegro. Debió de llover en Madrid, pues El
País afirma el 16 de junio: «La inscripción famosa está hecha con lápiz y no ha
sido borrada por la lluvia. Está fresca» 32. Efectivamente, esos días primaverales
gozaron de un clima «tormentoso» y «variable». Sorprendente resistencia la de
este letrero realizado con lápiz grueso de grafito sobre una madera, esta sí, muy
fresca e higroscópica.
Mateo Morral, según todas las fuentes contemporáneas, era un hombre culto.
Hablaba varias lenguas y había sido bibliotecario de la Escuela Moderna. Estos
datos cuadran mal con las chapuceras letras, su caótica organización, la errata
en tan pocas palabras, la vacilación en los tipos de letra utilizados, la desmañada
caligrafía, su irregularidad, la alternación de «u» y «v» con valor vocálico... A
pesar de la dificultad de inscribir en ese soporte, el texto no se aviene bien con
una persona muy letrada, acostumbrada a bregar con textos y familiarizada con
el mundo editorial33.
Darío Cordero Camarón y Luis Cuéllar de Fuentes, expertos calígrafos per-
tenecientes al cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos y especialistas en pa-
leografía y diplomática34, se encargaron de emitir un informe pericial sobre la
inscripción, comparada su letra con la manuscrita de Morral, conseguida en unas

32
El País, 16 de junio de 1906, p. 2.
33
Había editado, por ejemplo, la obra Pensamientos revolucionarios..., 1906), fruto de la entre-
vista que le hizo Morral al militar republicano Francisco Estévanez. Por este libro se abrieron
indagaciones y las autoridades se incautaron de los ejemplares que pudieron, expediente que se
incorporó a la «Causa de la Bomba» (Atentado..., 1911, II, pp. 353-357). Al final, quien acabará
procesado por esta publicación (muerto Morral) fue el propio Ferrer, acusado de haberle dictado
el texto a Morral, y haciéndole coautor del panfleto (ABC, 6 de julio de 1906, p. 4; ABC, 7 de julio
de 1906, p. 13).
34
Años más tarde (1925), Cuéllar de Fuentes publicaría un artículo sobre «La prueba caligráfica en
los Tribunales de Justicia».

244 Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024


Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

postales remitidas por él. Firmaron


su dictamen el 26 de julio. Nunca un
simple grafito fue sometido a un es-
crutinio tan pormenorizado, ni cree-
mos que lo haya sido después, por
lo que merece la pena transcribir in
extenso el informe pericial y repro-
ducir la lámina (fig. 6) que se adjuntó
al mismo:

Primera: la O de la palabra
EJECUTADO es de igual sistema
de la mayor parte de las oes de
Morral; los trazos últimos grue-
sos de la R de la palabra SERA
e IRREDENTO son de muy aná-
loga factura e inclinación idén-
tica a las análogas de las R que
entran a componer el segundo
apellido de la firma de las dos
cédulas; los trazos constitutivos
de la U y de la N, de UN y los de
primera R de IRREDENTO es-
tán muy en armonía, en cuanto
a su redondez y su dirección,
Figura 6. Comparación caligráfica de escrituras atribui-
con otros de letra indubitada das a Morral que se adjuntaron al expediente judicial
de Morral; y la M de la palabra (Atentado…, 1911, II, inserto entre pp. 380-381. Recor-
DINAMITA, dentro de su enor- te de la versión digital).
me adulteración, no deja de re-
velar notable semejanza con las
M usadas por el mismo, dada principalmente por empezar en aquélla al igual
que en estarlo el perfil recto bastante más arriba de lo usual y debido también
observarse, considerada la inscripción en conjunto, que como en la escritura
indubitada de Morral predomina la falta de paralelismo, siendo inconstante la
inclinación.

Para concluir:

Las consideraciones enumeradas pueden comprobarse en la lámina a que


antes se ha hecho referencia; y si bien es cierto que no (han sido) son suficien-
tes para deducir de ellas una categórica y absoluta resolución, no puede negarse
su valiosa importancia; pues demuestra que la inscripción del árbol no está muy
distanciada de la letra de Morral, antes al contrario, coincide con la misma, aun

Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024 245


Josemi Lorenzo Arribas

dentro de sus anormales condiciones, en el accidente personalísimo de Morral


relativo a la M, que por sí sólo sirve para destruir la hipótesis nada verosímil que
las demás semejanzas, consignadas tenidas en cuenta aisladamente, permitirían
deducir respecto de que al trazarse la repetida inscripción se utilizó consciente
ó inconscientemente algo del peculiar (ilegible) de Morral, obligando más fun-
dadamente opinar que el propio Mateo Morral fue quien escribió la tan repetida
inscripción de modo forzado, que impidió quedarse en ella abiertamente refleja-
da su personalidad caligráfica35.

A falta de la visualización de la escritura de las postales es inútil opinar sobre


las aseveraciones técnicas del propio informe36. De por sí, ya era muy difícil poder
establecer conclusiones válidas por la diferente naturaleza de los escritos y la bre-
vedad del epígrafe arbóreo. Solo tenemos la «Lámina de facsímiles» y cualquier
observador puede sacar sus propias conclusiones. La relación de letras aportadas
con intención comparativa en dicha Lámina no permite asegurar que se trate de
una caligrafía realizada por la misma mano, conclusión que parece deducirse ve-
ladamente de la última frase del informe. Desconocemos la presión a la pudieron
ser sometidas personas tan ajenas a este mundo de intrigas políticas.
Tampoco conocemos la letra del oficial jubilado Vicente García Ruipérez. A
estas alturas pensamos que hubiera sido interesante realizar su cotejo con las del
árbol y quizá más procedente. De todo lo dicho deducimos que el grafito es real
pero no es auténtico, puesto que no emana de la persona que lo intitula. Es un
documento falso realizado dolosamente, con intención de engañar.

3. Una secuela castiza

El 23 de junio de 1906, nueve días después de darse a conocer la existencia del


grafito vegetal, otra noticia similar saltó a la prensa. Había aparecido otra inscrip-
ción, en este caso sobre soporte de papel. La incluimos como secuela del episodio
tratado en estas páginas por su idéntico contenido, porque tal papel se introdujo
en la corteza de un árbol, y porque el Retiro fue otra vez el escenario elegido.
Esta vez apenas se concedió credibilidad al mensaje, en contraste con la gran
trascendencia concedida al anterior. No despertó sino incredulidad y hasta cierta
indignación, a pesar del peligroso y cercano precedente que activó todos los resor-
tes legales del Estado. Publicaron su hallazgo, como la vez anterior, los principales

35
Atentado..., 1911, II, pp. 380-381. Lo reproduce también Salillas, 1914, pp. 89-93.
36
Así lo reconoce Salillas: «¡Cuántos reparos se pondrían! Se pueden poner muchos. Muy fácilmen-
te. ¿Para qué? Es un episodio que debe dejarse para que cada cual opine lo que quiera» (1914,
p. 93).

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Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

medios de comunicación madrileños, El Imparcial, El País, ABC...37, con unánime


título: «Una broma de mal género», «Broma de mal gusto. Detener por detener» y
«[¿]Broma de mal gusto?», respectivamente, y los relatos de la «mentecatez» (El
Imparcial) básicamente son idénticos. ABC, por utilizar la misma fuente, escribió:

Paseando ayer al mediodía por el paseo de los Tilos, del Retiro, un caballero
y una señora observaron que en una cuña clavada en un árbol había una hoja de
papel que llamó su atención.
Se acercaron, impulsados por la curiosidad y con el estupor natural, leyendo
la siguiente inscripción, escrita en el reverso de un anuncio de una sombrerería.
Decía así el papel en cuestión:
«Señores: si Mateo Morral ha muerto, aun hay quien le vengará,
pues la puntería será más certera que lo fue, por desgracia.
Alfonso XIII no llegará al 1º de julio, y os lo probará vuestro servi-
dor, J. Sánchez».
Extrañados los paseantes por la inscripción que acababan de leer, llamaron
a un guarda, el cual a su vez llamó a una pareja de guardias de Orden público.
Los agentes de la autoridad arrancaron el pasquín fijado en el árbol y reco-
nocieron los lugares próximos.
Los guardias detuvieron a varios sujetos que se hallaban tendidos durmien-
do a poca distancia y los condujeron a Delegación, desde donde fueron condu-
cidos al Juzgado de guardia.
Los detenidos son: Bautista Setién, vendedor ambulante; Joaquín Amat,
pintor; Pedro Manzanares, peluquero, y José Corpa, papelista38.

Estos desdichados fueron puestos en libertad, sin cargos, al día siguiente.


«Estas detenciones son completamente tontas, y no se hace más que detener por
detener», se quejaba El País, que aún fue más allá: «Ya es hora de que terminen
los guasones de los anónimos y las inscripciones alarmantes», y añadía que esta
moda se había también extendido a San Sebastián39.
Este nuevo hallazgo pudo ser una gamberrada o lo pudo realizar alguien con
cierta intención reivindicativa para denunciar de este modo la sinrazón que se
había vivido los días previos. En todo caso, la falta de alarma generada ante otro

37
ABC, 23 de junio de 1906, p. 14; El País, 23 de junio de 1906, p. 3; El Imparcial, 23 de junio de
1906, p. 3. Estos dos últimos transcribieron el nombre del firmante como J. Sanchiz.
38
ABC, 23 de junio de 1906, p. 14. Distintos periódicos transcribieron la noticia de forma idéntica.
39
«“En abril 13 del año 1913 morirá Alfonso XIII”, rezaban por Madrid pasquines. Justo ese día,
frente al número 48 de la calle de Alcalá, el anarquista Santo (sic, por Sancho) Alegre dispara dos
tiros de revólver contra el rey...», dice un pie de ilustración, sin expresar la fuente de donde se
toma. Efectivamente, Alfonso XIII volvió a sufrir otro atentado por parte de un anarquista catalán
del que salió ileso (Montero Alonso, 1972, p. 154).

Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024 247


Josemi Lorenzo Arribas

posible e inminente intento de magnicidio contrasta con la que sí generó el inme-


diato antecedente en las cúpulas estatales. El periódico republicano, de hecho,
habla de grafitos falsos («guasones») en plural. Del mismo modo que nadie se
creyó el grafito castizo, tampoco todo el mundo, leyendo entre líneas, había con-
cedido veracidad al grafito del «irredento».

4. Odio y montajes policiales

El atentado contra los reyes de España manifiesta más odio a la monarquía que
a las personas que eventualmente detentasen la Corona, pero sobre todo hacia
un sistema político, económico, social, religioso... considerado injusto y contra
el que se alzaba el anarquismo con fuerzas muy desiguales y métodos distintos,
desde el minoritario y magnificado pistolerismo al mayoritario concurso de so-
luciones pacíficas. La manera en que se realizó el propio crimen demostró muy
poca empatía hacia quienes hoy se calificaría de «daños colaterales». Arrojar una
potente bomba desde un balcón en una calle atestada de gente implicaba asumir
una matanza indiscriminada. Fue esta precisamente la queja de Nakens expresa-
da en el único número de El Motín que pudo sacar después del atentado y antes
de su detención40. Pero esa acerva hostilidad era también expresada y ejercida
institucionalmente contra los propios anarquistas, muy perseguidos con leyes ad
hoc fuere cual fuere su modo de acción política41, violenta o no, noviolenta e in-
cluso «antimilitarista», calificativo con el que se autodefinía la Escuela Moderna,
con un uso inaugural del término en lengua castellana42. Se persiguió a todos por
igual, y se utilizó la tortura para obtener confesiones de manera brutal43.
Todo parece indicar que Morral actuó solo, pero en los testimonios que le
incriminan como autor del grafito está con un sorprendente compinche, que
después de las investigaciones ordenadas por el juzgado no pudo ser localiza-
do a pesar de todos los esfuerzos. Se refería también en prensa la existencia de

40
«Tengo para él las mismas execraciones que tuve para el del Liceo y el de la calle de Cambios
Nuevos en Barcelona, como los tendré para todos los que se cometan, sobre todo si revisten la
forma cobarde é infame de esos tres: asesinando en montón [...] Y si pienso así de los crímenes
individuales en que casi siempre ofrece su vida el que la quita, ¿qué no pensaré de los asesinatos
colectivos en que las víctimas las señala el acaso, y en los que caen seres de todas clases y condi-
ciones» (El Motín, 2 de junio de 1906, p. 1).
41
González Calleja, 2008.
42
Recuérdese que la Escuela Moderna publicó en 1903 el Cuaderno manuscrito. Recapitulación de
pensamientos antimilitaristas, significativo título que se aparta del original que traduce: Guerre-
militarisme (publicado un año antes), compilación de textos pacifistas que se atribuye al anar-
quista francés Jean Grave.
43
Núñez Florencio, 1983, pp. 83-103.

248 Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024


Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

más acompañantes que habían comido o cenado con él los días previos (algunos,
como sabemos, reputados intelectuales y escritores). Todo valió para incriminar
a quienes de antemano se quiso implicar. En la autopsia a que se sometió el
cadáver del frustrado magnicida fueron convocados incluso dos barberos con el
fin de que demostrasen si su bigote, tal como lo tenía recortado, pudo habérselo
arreglado él o hubo de contar con ayuda externa, e incluso se les preguntó a tan
infrecuentes peritos si unas tijeras halladas en la redacción de El Motín hubieran
podido servir para ello44. Declararon honestamente que eso no se podía probar.
La percepción de Mateo Morral en la sociedad de su momento no fue unánime
y, más allá de sus camaradas correligionarios, entre las figuras principales que
le trataron (poco) se advierte un respeto hacia su figura, a pesar de lo que hizo,
que contradice las versiones oficiales45. Se le homenajeará de distintos modos,
principalmente como motivo literario, entre los que descolla Ramón María del
Valle-Inclán, que en Luces de bohemia le recuerda en el personaje del anarquista
catalán llamado Mateo, injustamente asesinado.
Medios de comunicación de variado signo salieron en defensa de José Nakens
cuando se supo su detención. Ya en la cárcel, fue a visitarle tanta gente el 14 de
junio a la Modelo (dirigida por José Millán Astray) que «tuvieron que ir pasando
al locutorio en grupos de quince a veinte y apenas si tuvieron tiempo para dirigir
una frase cariñosa al detenido», según El Imparcial46. Cuando se conoció la pe-
tición de pena que el fiscal pedía para él, se comunicó que en el juicio se leerían
opiniones sobre Nakens escritas, entre otras personalidades, por el rector de la
Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, el polígrafo portugués Teófilo
Braga o el popularísimo escritor de novelas por entregas Manuel Fernández y
González47. Más incluso cabe decir de Ferrer y Guardia. El odio que generaba en
cierta clase política se doblaba de la altísima consideración en que era tenido por
mucha gente, incluidas no pocas personas de la alta sociedad, contactos funda-
mentales para defender su buen nombre.
El juicio se celebró un año después de los hechos, el 3 de junio de 1907, y la
sentencia condenó a nueve años de prisión a José Nakens (indultado en 1908) y
a otros dos anarquistas por haber facilitado la huida de Mateo Morral48. Francisco
Ferrer y Guardia y otros tres acusados fueron absueltos por falta de pruebas.
Además de las expuestas más arriba, la principal duda que rodea todo este
caso es cuándo se hizo ese grafito arbóreo, si fue el 26 de mayo (cinco días antes

44
ABC, 24 de junio de 1906, p. 12; Sancho Ruiz, 2007, p. 37.
45
Sueiro Seoane, 2008; Masjuan, 2009, pp. 235-277.
46
El Imparcial, 14 de junio de 1906, p. 1.
47
ABC, 29 de octubre de 1906, p. 9.
48
Hernández Girbal, 1978.

Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024 249


Josemi Lorenzo Arribas

del enlace), como aseguró la versión oficial, o después del frustrado magnicidio y
consiguiente suicidio del autor. La suspicacia es más que razonable cuando sabe-
mos con perspectiva histórica cómo acabó el pedagogo catalán, principal objetivo
de la investigación judicial. Apenas tres años después de estos hechos, y dos de su
puesta en libertad, Ferrer y Guardia fue juzgado en Consejo de guerra y ejecutado
cuatro días después (13 de octubre de 1909) en el castillo barcelonés de Mon-
tjuic, acusado con falsas pruebas y evidentes montajes policiales de haber sido
el instigador de la Semana Trágica barcelonesa. A pesar de todos los esfuerzos
que se hicieron por encubrir el crimen de Estado los pormenores los conocemos
gracias a dos voluminosos libros contemporáneos a los hechos, vindicativos y de
denuncia49. Esa vez no se empleó ningún «epígrafe en la corteza» para conseguir
acabar con el fundador de La Escuela Moderna. Si en 1906 el grafito no sirvió, en
1909 no hizo falta o, mejor dicho, se «afinaron» los vertiginosos procedimientos
de la condena, visto el fracaso anterior. Como dijo Federico Urales, se aprovechó
la primera oportunidad50.
Los grafitos textuales de la Edad Contemporánea de naturaleza comunicativa
(excluyo los de intención publicitaria y los conmemorativos como expresiones de
autoría o patrocinio) suelen registrar hechos que han sucedido (sucesos meteoro-
lógicos extraordinarios, acciones antrópicas notables del pasado o presente...) o
están sucediendo (estancias en una prisión, guardias en un puesto de vigilancia,
declaraciones de amor o devocionales, testimonios de presencia, simples data-
ciones...) pero no los que, sin que se hayan producido todavía, van a suceder
en el futuro. Este grafito del Retiro sería un «grafito profético» si fuera cierta la
atribución a Mateo Morral. Socarronamente, lo dio a entender El País en los días
de autos: «Lo del árbol es tomado muy en serio por unos y muy en broma por
otros»51. Sabiendo lo que sabemos, en España posiblemente sea el primer ejemplo
de «grafito de Estado» que conocemos, si bien no logró un objetivo que tardaría
tres años más en cumplirse. «Una historia que parece cuento», decía el redactor
periodístico. O un cuento que se pretendió hacer pasar por Historia.

Hemerografía histórica
ABC, 15, 16 de mayo, 12, 23, 24 de junio, 6, 7 de julio y 29 octubre de 1906.
Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 234, 26 de octubre de 1894.
La Correspondencia militar, 15 de junio de 1906.

49
Simarro, 1910 (grueso volumen de casi setecientas páginas, inmediato a la ejecución, al que ha-
bía de continuar un segundo, que no llegó a publicarse); Sangro y Ros de Olano, 1917.
50
Cit. en Núñez Florencio, 1983, p. 150.
51
El País, 16 de junio de 1906, p. 2.

250 Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 31 / 2024


Un grafito arbóreo de 1906 para «predecir» lo ya sucedido. El magnicidio fallido de Mateo Morral

Las Dominicales del Libre Pensamiento, 214, 31 de marzo de 1905.


Estampa, 376, 30 de marzo de 1935.
La Ilustración Española y Americana, 50/23, 22 de junio de 1906.
El Imparcial, 14, 15 y 23 de junio de 1906.
El Liberal, 14 de junio de 1906.
El Motín, 2 de junio de 1906.
Nuevo Mundo, 7 y 21 de junio de 1906.
El País, 15, 16 y 23 de junio de 1906.
El Telegrama del Rif, 30 de abril de 1922.

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