Las Operaciones de Paz de Naciones Unidas Del Capitulo VII
Las Operaciones de Paz de Naciones Unidas Del Capitulo VII
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Júlia Gifra Durall Las operaciones de paz de Naciones Unidas del Capítulo VII:
¿Excepción o práctica extendida?
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a etapa posterior a la guerra fría se caracteriza por un aumento y transformación
de los conflictos armados y por la reactivación del sistema de seguridad
colectiva, a través del renovado papel del Consejo de Seguridad en la gestión
de las crisis. Muchos de los conflictos que se suceden, desde 1991 hasta la actualidad1,
han situado las cuestiones humanitarias en un plano prioritario (a modo de ejemplo
piénsese en los conflictos de Ruanda, antigua Yugoslavia, República Democrática del
Congo, Libia o Siria) debido a la mayor vulnerabilidad de la población civil convertida
en un fin principal de la acción militar de los grupos armados, estatales y no estatales,
y utilizada como objetivo directo2. Con frecuencia, la acción humanitaria también se
ve obstaculizada de forma deliberada impidiendo el acceso a las víctimas, atacando a
los agentes humanitarios y a los convoyes.
Así, en muchos de los conflictos armados de las últimas décadas la violencia contra
las personas ha alcanzado cotas inusitadas de crueldad. Las limpiezas étnicas, los
genocidios, las violaciones de mujeres y niñas, los desplazamientos forzosos, el uso de
armas no permitidas o las crisis de refugiados y desplazados han sido prácticas frecuentes3.
En estas circunstancias es indudable que el elemento humanitario ha cobrado mayor
1 Kaldor, M., New and Old Wars: organized violence in a global era, Cambridge, Polity Press, 1999,
pp. 1-256; Amérigo cuervo-arango, f. & Peñaranda algar, j., Dos Décadas de Posguerra Fría. Actas de
las I Jornadas de Estudios de Seguridad de la Comunidad de Estudios de Seguridad “General Gutiérrez
Mellado”, Tomo I, Madrid, 2009, pp. 1-591.
2 Zahar, M.; “Protégés, clients, cannon fodder: Civilians in the calculus of militias”, International
Peacekeeping, Vol. 7, nº 4, 2000, pp. 107 – 128.
3 Azam, J.P., “Violence Against Civilians in Civil Wars: Looting or Terror?”, Journal of Peace Re-
search, Vol. 39, nº 4, 2002, pp. 461-485.
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relevancia. Aunque no puede decirse que nos encontremos ante un fenómeno nuevo4,
sí cabe considerar que, desde la década de los noventa, ha adquirido una dimensión
propia y un gran protagonismo en el ámbito del mantenimiento de la paz y en la esfera
internacional5. De ahí que la década de los noventa se definiera en su momento como
una era humanitaria6, calificativo que cabe extender hasta nuestros días.
En este contexto se explica la implicación del Consejo de Seguridad; no sólo en la
gestión y resolución de los conflictos, sino también en la protección de derechos
humanos y derecho internacional humanitario. Algunos autores hablan de la dimensión
humanitaria del mantenimiento de la paz y su órgano responsable7. Y es que, en efecto,
son muchas las medidas de protección adoptadas por el Consejo.
La práctica relativa a los mandatos humanitarios y su protección coercitiva8 viene
precedida por la ampliación de la noción de amenaza a la paz, que deja de entenderse
únicamente como una ausencia de conflictos armados para incorporar una dimensión
social, en la que las personas ocupan un lugar fundamental. La noción de seguridad
humana9 se ubica en esta perspectiva amplia de lo que hay que entender por amenaza
4 Ferry, F., “Humanitarian action: victims of its own success”, en AA.VV., The humanitarian decade.
Challenges for Humanitarian Assistance in the last decade and into the future, Vol. I – II, Office for the
coordination of humanitarian affairs, New York, 2004, pp. 42-45.
5 Roberts sostiene que en el decenio de 1990 las cuestiones humanitarias han tenido un papel cen-
tral que se refleja en la rápida sucesión de crisis humanitarias que han ido desde las zonas kurdas en
1991 a Kosovo en 1998. Roberts, A., “El papel de las cuestiones humanitarias en la política internacio-
nal del decenio de 1990”, RICR, nº 833, 1999, pp. 19-42.
6 AA.VV., The humanitarian decade. Challenges for Humanitarian Assistance in the last decade and
into the future, Vol. I – II, Office for the coordination of humanitarian affairs, New York, 2004; Kent,
R.C., “International humanitarian crises: two decades before and two decades beyond”, International
Affairs, Vol. 80, nº 5, 2004, pp. 851-869; Slim, H., “Military intervention to protect human rights: The
Humanitarian Agency Perspective”, Journal of Humanitarian Assistance, 2001, pp. 1-17.
7 Marquez Carrasco, C., “La nueva dimensión humanitaria del mantenimiento de la paz: La prác-
tica reciente del Consejo de Seguridad”, en La asistencia humanitaria en derecho internacional contem-
poráneo, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Cruz Roja España, 1997,
pp. 81-125
8 Corten, O. & Klein, P., “Action humanitaire et Chapitre VII: La redéfinition du mandat et des
moyens d’action des forces des Nations Unies”, AFDI, XXXIX, 1993, pp. 105-130 y de los mismos
autores “L’autorisation de recourrir à la force à des fins humanitaires: droit d’ingérence ou retour aux
sources?”, EJIL, Vol. 4, 1993, pp. 506-533 y “Action humanitaire et Chapitre VII: la redéfinition du
mandat et des moyens d’action des forces des Nations Unies”, AFDI, Vol. XXXIX, 1993, pp.105-130.
9 Kaldor, M., “Nuevos conceptos de seguridad”, en García, C. & Rodrigo, A. (eds.), La seguridad
comprometida. Nuevos desafíos, amenazas y conflictos armados, Madrid, Ed. Tecnos, 2008, pp. 151-167;
Ramon Chornet, c., “Nuevos conflictos, nuevos riesgos para la seguridad humana”, en El derecho
internacional humanitario ante los nuevos conflictos armados, Valencia, Ed. Tirant lo Blanch, 2002, pp.
355-370; Pérez de Armiño, K., “El concepto y el uso de la seguridad humana: análisis crítico de sus po-
tencialidades y riesgos”, en Seguridad humana: conceptos, experiencias y propuestas, Revista d’Afers
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a la paz, y ello explica que un genocidio o cualquier otro crimen contra la humanidad
sirvan en la calificación de las amenazas a la paz y sean el detonante de las autorizaciones
del Consejo de Seguridad para hacer uso de la fuerza con fines de protección.
Este protagonismo de las cuestiones humanitarias, y su relación con el uso de la
fuerza, no es un fenómeno nuevo del derecho internacional contemporáneo, ya que,
en cierta medida, puede situarse en los orígenes del derecho internacional moderno,
en el que de forma general han estado presentes las exigencias de humanidad y las
nociones de asistencia e intervención10. De hecho, las intervenciones de humanidad
entendidas como la protección de nacionales cuya vida se encontraba en peligro
mediante acciones armadas11 son, por así decirlo, el antecedente de las llamadas
intervenciones humanitarias, incluyendo aquí su evolución hasta la actual denominada
Responsabilidad de Proteger12. Ahora bien: sin ser una cuestión nueva, es cierto que la
traslación de las preocupaciones humanitarias al ámbito orgánico del Consejo de
Seguridad ha comportado un esquema del mantenimiento de la paz menos pendiente
de las fronteras y más centrado en las personas.
Las medidas adoptadas por el Consejo de Seguridad son muchas y de distinta índole:
desde sanciones, creación de tribunales penales ad hoc hasta, entre otras, la incorporación
de mandatos humanitarios en las operaciones de paz de Naciones Unidas, que, con
frecuencia, han quedado autorizadas para hacer uso de la fuerza, en una extensa
utilización del Capítulo VII de la Carta.
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13 Question considered by the Security Council at its 749th and 750th meetings held on 30 October 1956:
2nd and final report of the Secretary-General on the plan for an emergency international United Nations
force requested in the resolution adopted by the General Assembly on 4 November 1956, A/3302, 1956.
14 Diez de Velasco, M. & otros, Las Organizaciones Internacionales, Madrid, Ed. Tecnos, 16ª edición,
2010.
15 Para estudios y revisiones periódicas sobre las operaciones de paz desplegadas, véase Informes
Anuales del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas. También
se pueden consultar los Informes Anuales del Centro Internacional de Cooperación de la Universidad
de Nueva York, que presenta anualmente estudios muy completos sobre la materia. Asimismo, véase
también el Informe Anual sobre las operaciones de paz en el mundo 2009, FRIDE, abril 2009, Madrid.
16 Para análisis teóricos y doctrinales sobre las operaciones de paz de las Naciones Unidas véase entre
otros, Bowett, D.W., United Nations Forces: a legal study, Londres, The Lawbook Exchange Limited,
originariamente publicado en 1964, reeditado en el 2008, pp.1-579; Halderman, J.W., “Legal Basis for
United Nations Armed Forces”, AJIL, Vol. 56, nº 4, 1962, pp. 971-996; Bellamy, A.J. & Williams, P.
& Grifin, S., Understanding Peacekeeping, Cambridge, Polity Press, 2004, pp. 1-325; Berdal, M., “Ten
Years of International Peacekeeping”, International Peacekeeping, Vol. 10, nº 4, 2003, pp. 5-11 y de
este mismo autor, “The Security Council and Peacekeeping”, en Lowe, V. & Roberts, A. & Welsh, J.
(eds), The United Nations Security Council and War, Oxford, Oxford University Press, 2007, pp. 175-
205; AA.VV., Peacekeeping Peacebuilding: Preparing for the Future, Finnish Institute of International
Affairs (FIIA), Helsinki, 2006, pp. 1-55; Mackinlay, J., The Development of Peacekeeping Forces, Centre
for Defence Studies, King’s College London, 2001, pp. 1-20; LIU, F.T., United Nations peace-keeping
operations: their importance and their limitations in a polarized world, Recueil de Cours, Academie de
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desde numerosas instancias de Naciones Unidas-, por el que se han establecido las
directrices conceptuales, jurídicas y operativas de las mismas. En este sentido, la
aproximación al concepto, evolución y marco normativo de las operaciones de paz de
las Naciones Unidas lleva asociado el estudio de varios textos de referencia, entre los
que destacan los Informes del Secretario General Boutros Ghali Un programa de paz
de 199217 y el Suplemento de un Programa de Paz de 199518, y más recientes, el Informe
Brahimi19, la doctrina Capstone20 y otros documentos como el llamado New Horizon,
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pp. 1-295 y THE CHALLENGES PROJECT, Meeting the Challenges of Peace Operations: Cooperation
and Coordination, Elanders Gotab, Stockholm, 2002, pp. 1-170. Ambos informes pueden consultarse
en la página web www.challengesproject.net
24 Tsagourias, N., “Consent, Neutrality/Impartiality and the Use of Force in Peacekeeping: Their
Constitutional Dimension”, Journal of Conflict and Security Law, Vol. 11, nº 3, 2006, pp. 465-482.
25 Lagrange, E., Les operations de maintien de la pax et le Chapitre VII de la Carte des Nations
Unies, Paris, Ed. Montchrestien, 1999, pp. 1-181; Semb, A.J., “The New Practice of UN-Authorized
Interventions: A Slippery Slope of Forcible Interference?, Journal of Peace Research, Vol. 37, nº 4,
2000, pp. 469-488; Findlay, t., The use of force in UN Peace Operations, Oxford, SIPRI, 2002, pp.
1-486; Fink, J., From Peacekeeping to Peace Enforcement: The blurring of the mandate for the use of force
in maintaining international peace and security, Defense Technical Information Center, Washington,
1994, pp.1-80; Frulli, M., “Le operazioni di peacekeeping delle Nazioni Unie e l’uso della forza”,
Rivista di Diritto Internazionale, Vol. LXXXIV, nº 2, 2001, pp. 347-392.
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en operaciones de paz de las Naciones Unidas se confirma a partir del análisis empírico
de las mismas. En una visión de conjunto, de las 68 desplegadas hasta la actualidad26,
la mitad incorporan en sus mandatos alguna función humanitaria; en otras 22, el
Consejo de Seguridad ha adoptado medidas coercitivas, en virtud del Capítulo VII de
la Carta.
Hay que señalar que las distintas autorizaciones no contemplan como tal el uso de
la fuerza armada, sino que éste se entiende y se deduce a partir de la expresión “todas
las medidas necesarias”27 que tiene una aceptación generalizada como expresión válida
de este elemento coercitivo. La práctica de las autorizaciones para adoptar las medidas
necesarias, en el contexto de operaciones de paz de las Naciones Unidas, presenta unos
rasgos particulares28. Para empezar, porque no todas las operaciones han quedado
expresamente autorizadas. En segundo lugar, porque en casi todas ellas las operaciones
de apoyo de distintos sujetos ha sido fundamental. Por último, porque las autorizaciones
persiguen la protección de unos fines y mandatos muy concretos.
Asimismo, el hecho de que todas las operaciones se enmarquen en el Capítulo
VII no significa que esté autorizado el uso de la fuerza. Hay que diferenciar aquellas
operaciones que no cuentan directamente con una autorización de las que si están
expresamente autorizadas, es decir: las calificaciones del Consejo de Seguridad sobre
determinadas situaciones en el marco del Capítulo VII, y la fundamentación de las
operaciones de paz en este capítulo, no implican la existencia de una autorización para
adoptar las medidas necesarias, ni tampoco puede interpretarse como una autorización
implícita.
Por consiguiente, se deben identificar las operaciones de paz de las Naciones Unidas
que cuentan directa y expresamente con una autorización, por parte del Consejo de
Seguridad, de aquellas otras que no cuentan con una autorización pero que se enmarcan
claramente en el Capítulo VII de la Carta, ya que la situación ha sido calificada como
una amenaza a la paz.
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militares y 160 oficiales de Estado mayor, y hasta 1.115 oficiales de la policía civil,
incluidas las unidades formadas para que colaboren en el mantenimiento del
orden público en Liberia, y el componente civil apropiado;
Con un mandato humanitario que consiste en
“j) Proteger al personal, los servicios, las instalaciones y el equipo de las Naciones
Unidas, velar por la seguridad y la libertad de circulación de todo su personal y,
sin perjuicio de los esfuerzos que lleve a cabo el gobierno, proteger a la población
civil que esté bajo amenaza inminente de violencia física, con arreglo a sus
posibilidades; y
k) Facilitar la prestación de asistencia humanitaria, incluso ayudando a establecer
las condiciones de seguridad necesarias;”
La operación, no obstante, no está autorizada a hacer uso de la fuerza, sino que el
elemento coercitivo de protección lo asume la intervención previa de un organismo
regional, la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados del África Occidental), a
través de la llamada ECOMIL a la que el Consejo de Seguridad había autorizado unos
meses antes. Así, en la resolución 1497 (2003) el Consejo de Seguridad:
“Actuando de conformidad con lo dispuesto en el Capítulo VII de la Carta de
las Naciones Unidas,
1. Autoriza a los Estados Miembros a que establezcan una fuerza multinacional en
Liberia para respaldar la aplicación del acuerdo de cesación del fuego de 17 de
junio de 2003, y en especial a que creen las condiciones necesarias para las fases
iniciales de las actividades de desarme, desmovilización y reintegración, a fin de
ayudar a establecer y mantener la seguridad en el período posterior a la partida
del actual Presidente y la instauración de una nueva autoridad, teniendo en
cuenta los acuerdos que alcancen las partes liberianas, y de asegurar un entorno
propicio para la prestación de asistencia humanitaria, y prepararse para la
introducción de una fuerza de estabilización de las Naciones Unidas a más largo
plazo que reemplace a la fuerza multinacional;
y
“5 Autoriza a los Estados Miembros que participen en la fuerza multinacional en
Liberia a tomar todas las medidas necesarias para cumplir su mandato;”
Siguiendo este criterio, las operaciones de paz de las Naciones Unidas se pueden
sistematizar según cuenten o no con una autorización expresa, y según el apoyo recibido
de organismos regionales o coaliciones de Estados:
1. Operaciones de paz de las Naciones Unidas con autorización expresa para
adoptar “medidas necesarias” con fines humanitarios:
De forma individual
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29 Aunque sobre el terreno, y a partir de una lectura detallada de los informes de seguimiento del Sec-
retario General, se observa claramente que esta operación hizo uso de la fuerza y actuó como una misión
coercitiva.
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• Costa de Marfil
• Sierra Leona
De las 13 operaciones de paz de las Naciones Unidas autorizadas expresamente, sólo
cinco no cuentan con el apoyo de otras operaciones de organismos o coaliciones
también autorizadas. El resto (siete) actúan junto a operaciones de paz regionales
o coaliciones autorizadas; y otro es el caso excepcional de la operación híbrida, concertada
entre Naciones Unidas y la UA. Por otro lado, las nueve operaciones de paz de las
Naciones Unidas que no tienen una autorización expresa, actúan con el apoyo de
operaciones de organismos regionales o coaliciones que son los que asumen el
elemento coercitivo en su mandato conjunto, o coordinado con la misión de Naciones
Unidas, siempre en el marco del Capítulo VII de la Carta. Se deduce, por tanto, que
las 22 operaciones de paz de las Naciones Unidas analizadas han necesitado la partici-
pación de organismos regionales o coaliciones, es decir: ninguna ha actuado sola en el
conflicto armado de que se trate, sino que todas han contado con la presencia previa,
simultánea o sucesiva de operaciones de organismos regionales o coaliciones.
Cuando se trata de incorporar agentes distintos a las propias operaciones de Naciones
Unidas, el Consejo extiende la invitación a los Estados para que éstos adopten las
medidas necesarias, dejando abierta la posibilidad de que lo hagan, bien con carácter
nacional a través de coaliciones, bien por conducto de organismos o acuerdos regionales.
Por ello, raras veces estos últimos han sido nombrados explícitamente en una resolución
del Consejo, siendo de los pocos casos la CEDEAO en Costa de Marfil. Igualmente,
el Consejo de Seguridad nunca fundamenta la actuación o intervención de los
organismos regionales en función del Capítulo VIII, sino que casi siempre el Capítulo
VII constituye la base legal de actuación, ya que son los Estados los que deciden el
conducto más apropiado.
El resultado analítico recién expuesto evidencia la necesidad de formular un nuevo
marco teórico y normativo que se corresponda con las operaciones desplegadas, es
decir: la denominación y régimen jurídico de las operaciones de paz no puede estar
condicionada ni limitada únicamente a su concepción tradicional.
Si bien es cierto que un sector muy mayoritario de la literatura aborda todavía esta
figura de acuerdo con su marco originario, basado en los tres principios de consenti-
miento, imparcialidad y prohibición del uso de la fuerza excepto en legítima defensa,
hay también otro sector doctrinal que adopta una posición distinta32.
32 Sobre las distintas posiciones doctrinales, véase Iglesias Velasco, A., Los problemas del mantenimiento
internacional de la paz, Ministerio de Defensa, Madrid, 2003, pp. 53-61 y Gifra Durall, J., La protección
humanitaria y el uso de la fuerza en las Operaciones de Paz de las Naciones Unidas. Las operaciones
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Por una parte, destaca el conjunto de autores que entienden que las operaciones de
paz de las Naciones Unidas (a las que llaman genéricamente operaciones de mantenimiento
de la paz) son aquellas que responden al sentido originario de la institución. Estos
autores consideran que los tres principios de imparcialidad, consentimiento y prohibición
del uso de la fuerza, excepto en legítima defensa, son los que definen su naturaleza
como medidas preventivas. Adscriben mayoritariamente las operaciones de paz de las
Naciones Unidas al Capítulo VI (“y medio”) de manera exclusiva y excluyente, al entender
que, en ningún caso, el Capítulo VII responde a la naturaleza de esta figura, dado que
en su aplicación se adoptan medidas coercitivas y de imposición que no requieren el
consentimiento de los Estados.
Asimismo, existe otro planteamiento doctrinal, más minoritario, que entiende que
los retos de las operaciones de paz de las Naciones Unidas ha implicado una evolución
de sus principios jurídicos, que deben adaptarse a las nuevas realidades, y amplían o
reducen su marco de aplicación según las circunstancias. Reconoce la existencia de
distintos tipos de operaciones de paz que no son únicamente las tradicionales, de
mantenimiento de la paz, sino que también pueden ser operaciones complejas o de
imposición. Adoptan una posición intermedia, en la que no adscriben inicialmente las
operaciones de paz de las Naciones Unidas a ningún capítulo específico (ni al VI ni al
VII). Un cierto pragmatismo impregna esta aproximación, que persigue adaptar esta
figura a las distintas realidades en que deben actuar.
La posición oficial de Naciones Unidas se puede analizar a través de informes recientes,
sin perder de vista aportaciones fundamentales como las aclaraciones conceptuales
previstas en el ya citado Un Programa de Paz en el que se definían mantenimiento de
la paz33, establecimiento de la paz34, diplomacia preventiva35 y consolidación de la paz36.
El impulso inicial del Informe Brahimi, publicado en el 2001, se ha consolidado
con otros referentes posteriores como la doctrina Capstone de 2008, que parece cerrar
el largo ciclo de aportaciones y esfuerzos por consensuar una doctrina general, que
establezca los principios y modalidades de las misiones de paz de Naciones Unidas y
desplegadas en el conflicto de la República Democrática del Congo (1999 - ): caso de estudio, Tesis docto-
ral 2011, Universitat Pompeu Fabra, pp. 80-91.
33 “Despliegue de una presencia de las Naciones Unidas en el terreno, hasta ahora con el
consentimiento de todas las partes interesadas y, como norma, con participación de personal civil, Un
Programa de Paz, pár. 20.
34 Medidas destinadas a lograr que las partes hostiles lleguen a un acuerdo, fundamentalmente por
medios pacíficos como los previstos en el Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas”, Ibid.
35 “Medidas destinadas a evitar que surjan controversias entre dos o más partes, a evitar que las
controversias existentes se transformen en conflictos y evitar que éstos, si ocurren, se extiendan, Ibid.
36 “Actividades encaminadas a individualizar y apoyar las estructuras tendientes a consolidar la paz
y crear una sensación de confianza y bienestar en el pueblo, Ibid.
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37 Sobre los retos y tendencias actuales, puede consultarse Peou, S., “The UN, Peacekeeping, and
Collective Human Security: From An Agenda for Peace to the Brahimi Report”, International Peacekeeping,
Vol. 9, nº 2, 2002, pp. 51 – 68; Jones, B. & Cherif, F., Evolving models of peacekeeping policy implications
& responses, Center of International Cooperation, New York, Estudio externo encargado desde la Unidad
de Buenas Prácticas, DOMP, 2003, pp. 1-34; Boulden, J., “Operaciones de Paz de las Naciones Unidas en
la Posguerra Fría: tendencias y retos”, Foro Internacional 187, XLVII, nº 1, 2007, pp. 36–52.; International
Peace Institute, “Peace Operations, Task Forces on Strengthening Multilateral Security Capacity”, IPI Blue
Paper, nº 9, New York, 2009, pp. 1-72; Aguirre, M., Presente y futuro de las Operaciones de Paz, FRIDE,
junio 2007, pp. 1-73.
38 Informe del Secretario General relativo a la aplicación del informe del Grupo sobre las Operaciones
de Paz de las Naciones Unidas, A/55/502, pár. 7.e
39 Informe del Comité Especial de Operaciones de Paz y su Grupo de Trabajo en la sesión sustantiva de
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que no todos los Estados que participan en el Comité están dispuestos a asumir una
teoría de las operaciones de paz conforme al Capítulo VII de la Carta, aunque en la
práctica tampoco se oponen a su establecimiento y despliegue.
Pese a su creciente importancia en la práctica internacional contemporánea, lo
cierto es que las operaciones de paz del Capítulo VII no han sido objeto de suficiente
análisis en la doctrina científica, ni tampoco por parte de los Estados ni de Naciones
Unidas; especialmente desde la perspectiva legal. Este déficit se reconoce también
en importantes proyectos que estudian, en la actualidad, los principales retos de las
operaciones de paz como, por ejemplo, el denominado Challenges Project40. Es cierto
también que la práctica de las autorizaciones en el ámbito particular de las operaciones
de paz de las Naciones Unidas no ha propiciado este análisis, ya que no se caracteriza
por su claridad ni uniformidad sino que, por el contrario, presenta unos rasgos muy
particulares que convierten a estas operaciones en una figura jurídica atípica.
Todo ello ha provocado que la definición y régimen normativo de las mismas esté
plagado de confusiones y contradicciones en relación a su comprensión y definición
originaria.
Para empezar, de carácter semántico. Con carácter general y durante muchas
décadas, de acuerdo con su denominación original, la expresión operaciones de
mantenimiento de la paz (OMP) ha servido como término genérico al que se asocian,
de un lado, las operaciones de primera generación, desplegadas durante el período de
guerra fría, formadas por observadores militares, y de otro, las operaciones de segunda
generación, identificadas, como es sabido, con aquellas que tienen mandatos más
amplios que requieren una estructura y composición más compleja. Esta expresión de
operaciones de mantenimiento de la paz (OMP) ha servido así para definir los rasgos y
régimen jurídico de las mismas, a saber, principio de consentimiento, de imparcialidad,
y uso de la fuerza sólo en legítima defensa.
Sin embargo, las operaciones autorizadas a hacer uso de la fuerza suscitan importantes
imprecisiones en los planos terminológico y jurídico. De un lado, porque llamar ope-
raciones de mantenimiento de la paz (OMP) a misiones que están autorizadas a hacer
uso de la fuerza no casa con su esquema normativo original. La confusión también se
plantea porque casi todas las operaciones autorizadas siguen contando, con excepción
de la ONUSOM II en Somalia, con el consentimiento del Estado, por lo que muchos
autores las siguen denominando operaciones de mantenimiento de la paz, pero las
analizan como ejemplos de casos aislados o excepcionales.
Quizá sea acertada la introducción de un término más comprehensivo, que de
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cabida a los distintos tipos de operaciones de paz. El Informe Brahimi en cierta medida
impulsa este cambio, ya que utiliza a lo largo del texto la expresión de operaciones
de paz en un sentido más genérico. Por un lado, el Informe utiliza la noción de
operaciones de mantenimiento de la paz para referirse a las misiones tradicionales, en
las que el consentimiento y la legítima defensa constituyen los ejes estructurales, y por
otro, se refiere a operaciones complejas para aludir a aquellas que no necesariamente
responden al esquema original41 y que pueden tener su fundamento en el Capítulo VII.
De este modo, reconoce la existencia de distintos tipos de operaciones, en función del
esquema jurídico al que respondan.
Aún así, y pese a las recomendaciones del grupo de expertos, la confusión persiste
todavía en la actualidad, dado que oficialmente, la organización de Naciones Unidas
las sigue denominando operaciones de mantenimiento de la paz y así se denomina
también el departamento responsable de su gestión.
A nuestro parecer, la expresión operaciones de paz de las Naciones Unidas parece
acertada ya que permite integrar el conjunto de operaciones desplegadas bajo la
autoridad de la organización y al mismo tiempo permite identificar distintos tipos de
operaciones en función del mandato y fundamento jurídico atribuido por el Consejo
de Seguridad en cada caso. Desde esta perspectiva, cabe entender las operaciones de
paz de las Naciones Unidas como misiones desplegadas en el lugar en que se desarrolla
un conflicto, bajo el mando y control de Naciones Unidas, con personal militar y civil, así
como equipo proporcionado por los Estados, para llevar a cabo los mandatos establecidos,
actuando, en la medida de lo posible, con el consentimiento de las partes interesadas, con
imparcialidad y con facultad para hacer uso la fuerza o bien en legítima defensa, o bien en
otros supuestos en los que el Consejo de Seguridad autorice.
Esta definición incorpora no sólo las operaciones de mantenimiento de la paz de
acuerdo con el esquema teórico originario, sino también, otras operaciones de paz en
el marco del Capítulo VII que, según las circunstancias, pueden quedar autorizadas a
hacer uso de la fuerza armada.
41 El resumen ejecutivo del Informe utiliza esta expresión operaciones de paz y distingue las ope-
raciones de mantenimiento de la paz de otro tipo de operaciones complejas, Informe Brahimi, pár. 17,
18 y 19.
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3. Consideraciones finales
Las operaciones de paz de las Naciones Unidas aparecen en las dos últimas décadas
como uno de los mecanismos más utilizados por el Consejo de Seguridad en situaciones
de emergencia humanitaria en conflictos armados. En efecto, el establecimiento de
operaciones en virtud del Capítulo VII, y autorizadas para hacer uso de la fuerza con fines
de protección humanitaria, es cada vez más habitual.
El análisis empírico demuestra que las operaciones del Capítulo VII ya no son casos
aislados ni excepcionales. Antes bien, cabe entender que constituyen una nueva práctica
de la organización, que se encuentra todavía en desarrollo y presenta unos rasgos
particulares y casuísticos en el ejercicio de las autorizaciones, en su combinación con
organismos regionales y coaliciones de Estados, entre otros. Se trata por tanto de una
práctica extensa, pero que todavía no es uniforme ni ordenada.
Por otro lado, los Estados y la misma organización de Naciones Unidas se posicionan
de forma contradictoria ante el fenómeno de las operaciones de paz del Capítulo VII, ya que,
de forma general, no se oponen al establecimiento de las mismas, sin embargo, a la hora
de teorizar y ordenar los conceptos y argumentar si se trata de un uso de la fuerza en
legítima defensa o bien de un uso coercitivo, las discrepancias son evidentes y delatan la falta
de consenso.
Estamos por tanto ante una práctica creciente y en desarrollo, que plantea la
aparición de un nuevo tipo de operaciones, distintas a aquellas desplegadas en el período
de la guerra fría, y distintas también en cuanto a su fundamento y régimen jurídico. Esta
transformación motiva la necesidad de contar con un marco normativo y conceptual
más claro que el que proporciona la regulación actual. A ello responde la propuesta de
este artículo, consistente en limitar la denominación de operaciones de mantenimiento
de la paz a aquellas que se enmarcan en el Capítulo VI de la Carta con carácter preventivo.
La sistematización, según encuentren estas su fundamento en el Capítulo VI o VII,
parece conveniente y acertada, ya que sólo así, es posible establecer las normas
aplicables en cada caso.
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Documentación
Question considered by the Security Council at its 749th and 750th meetings held on 30
October 1956 : 2nd and final report of the Secretary-General on the plan for an emergency
international United Nations force requested in the resolution adopted by the General
Assembly on 4 November 1956, A/3302, 1956.
Un Programa de paz: diplomacia preventiva, establecimiento de la paz y mantenimiento
de la paz, A/47/277 – S/24111, de 17 de junio de 1992
Suplemento de un Programa de Paz, A/50/60/ - S/1995/1, de 15 de enero de 1995
La caida de Srebrenica, de conformidad con la Resolución 53/55 de la Asamblea General,
A/54/549, de 15 de noviembre de 1999
Que no haya salida sin una estrategia: la adopción de decisiones en el Consejo de Seguridad
para la terminación o transformación de las operaciones de paz de las Naciones Unidas,
S/2001/394, de 20 de abril de 2001
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II. OTROS
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