0% encontró este documento útil (0 votos)
16 vistas3 páginas

El Tratamiento de Una De-Presión - V. Mercuri

Cargado por

jonathan
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
16 vistas3 páginas

El Tratamiento de Una De-Presión - V. Mercuri

Cargado por

jonathan
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 3

El tratamiento de una de-presión

Admision: BEATRIZ (50 años)


Consulta por sentir angustia, refiere altibajos en su estado de ánimo, "soy muy
insegura", "soy muy manejable, me quitan la personalidad", manifiesta dificultad para
tomar desiciones. Refiere que tuvo "depresión" en varios momentos de su vida.

La presentación: La depresiva o el instante de ver


En la primer entrevista del tratamiento refiere haberse aliviado de la angustia que la
hizo consultar, dice: “había pensado en no venir..”. Indagando por esa angustia,
manifiesta sobre sus “depresiones”, dice que sufre de "inseguridad en todo lo que
hace", que se siente “frágil”, "todo lo que hago yo, no lo puedo valorar".
Beatríz es peluquera canina, pero dice que “le cuesta darse lugar”, que “cobra poco”,
vive con su hijo (25 años) en un PH donde detrás vive su madre, se queja porque su
madre "se mete" en su casa e investiga sus cosas cuando ella no está, agrega,
bajando la voz: "¿ahora le importa de mí…?”. Pregunto: “y antes… ?”. Dice: “ella
nunca me dio bola… tenemos una relación rara, distante”. Insiste con su miedo de
caer otra vez en depresión. Le pregunto por las veces anteriores. Dice: “me bajoneo,
evito los conflictos, yo desde chiquita me callo y me encierro… ¿quizás viene de la
infancia?.. de sentir que nunca importé?". Pregunto cómo fue eso.
Relata su historia familiar, a sus 6 meses de vida "la dejan" con unos vecinos, quienes
son sus padrinos, "es como que me sumé a esa familia". Tiene 3 hermanos mayores:
"ellos no sufrieron lo que sufrí yo… de mí, no pudieron hacerse cargo”. Luego, a sus 5
años sus padres se separan, su padre forma otra familia, tiene recuerdos de "sentirse
sola", “mi mamá no estaba en casa”. Se angustia, recuerda que la esperaba, relata:
"una vez yo tendría 7 años y mi mamá me dijo ´voy hasta la farmacia y vuelvo´, la
esperé por horas, anocheció y ella no volvía.. así hubo varias…". Se angustia
Asocia sus momentos de depresión con lo que sentía de niña, "lo único que me
alegraba era ir de mis padrinos, pero yo sabía que no eran mi familia.." Cuando se
comparar con sus hermanos, reprocha que su madre no fue así con ellos: “No sé,
algo debió pasar…”, afirmo: “algo le debió pasar…”. Corte de sesión.
En la sesión siguiente dice que se quedó pensando en eso y que su abuela materna
falleció muy cerca de su nacimiento, lo que arma una primer versión de lo que pudo
ocurrirle a la madre: se pregunta, "¿será que estaría deprimida? ella tenía una
relación muy especial con mi abuela y mi mamá a partir de eso se deprimió, era de
estar en la cama por días..". Le señalo: "la depresión… quizás fue eso…".
La dejada…: Tiempo de pensar
Asocia sus propias depresiones con aquella posición materna, refiere: "cuando me
dicen algo o me hacen un planteo me bajoneo, me dejo estar… es como que me
desconecto, abandono todo”. Digo: “Depresión o abandono?”. Con sorpresa agrega:
"…toda mi vida tuve esa actitud, de estar muy atenta a lo que piensan de mí, y ante
cualquier planteo, listo: me apago, me dejo..". Le señalo: "te dejas…". Agrega:
"siempre me sentí poca cosa, ya no quiero sentirme así". Digo: “ya, no es siempre”.
En una sesión refiere con respecto al tratamiento, "no sé si dejarle el espacio a
alguien más, yo ya me siento aliviada…", le pregunto cómo lo pensó, solo agrega:
“porque seguramente hay otros esperando… puedo dejarles el espacio”, le señalo
que lo iremos evaluando. Objetando en que podría actualizarse allí ese "dejar".
Llega movilizada porque discutió con su hijo, relata: "me planteó que está harto de mí,
me dice que hablo como una nena, es verdad, yo soy de hablar bajito, a él lo irrita
eso". Pregunto por eso y agrega "yo fui operada de amigdalas, pienso que por eso no
puedo elevar la voz… me duele", tras un silencio, agrega: "igual, puede tener que ver
que soy insegura, nunca hago planteos, no soy mucho de decir..", pregunto: "hablar te
duele?". Dice: "si, encima en mi familia son todos sordos…”. Le señalo "vos hablas
bajo y ellos son sordos… qué problema!" –reímos-.
En otra sesión refiere: "lo que me cuesta es ponerle un límite a mi mamá! y a mi
hermana!, andan dando vueltas y se meten en todo" , se queja de no poder cerrar su
propia casa con llave porque (y para) la madre que entra a ver todo cuando ella no
está. Interrogo, “¿Que será lo que no podés cerrar?”. Corte de sesión.
Comienza a ubicar su dificultad con los hombres: "me pongo exigente, me molesta
todo", recuerda relaciones que terminó intespetivamente, dice: "cuando siento que me
boludean, corto". Pregunto por eso. Detalla situaciones donde el otro le falla y ella se
enoja. Le digo: “no hablar?”, se cuestiona esa idea, dice: "supongo cosas y no doy
oportunidad de que se explique". Le señalo: "no das oportunidad". Agrega: "los
dejo…". Silencio. Dice: "pienso en que me van a dejar y los dejo, después venía la
depresión…". Le digo: “dejada-deja?, corte y depresión”. Corte.

“Corto y me voy” o el momento de concluir


La llegada de la pendemia interrumpe el tratamiento presencial, le oferto continuar por
teléfono, pero prefiere esperar. A los meses me contacta para continuar en esas
condiciones dado que estaba “muy angustiada y temía deprimirse…”.
Se la escucha muy movilizada, refiere que discutió con su hijo: "Ya tiene 26 años,
pero le ando atrás". Le pregunto por su hijo, qué le preocupa tanto de él. Dice: “él es
un chico serio, trabaja, tiene su novia… la preocupación viene de los demás".
Interrogo cómo es eso, dice por ejemplo que el padre de su hijo o su propia madre le
preguntan por él y “la preocupan”: "de ahí en más empiezo a estarle atrás". Señalo:
"se preocupan los demás las cargas vos?, es de-presión". Se ríe, dice "de presión!,
soy influenciable, me dejo llevar, mi hijo quizás tenga razón, yo me meto". Le
pregunto: “quién es la metida?”. Dice: “Hablo tanto de mi mamá y al final me parezco
a ella”. Le pregunto porqué cree que su madre “se mete” en su casa.
Refiere: “tenemos una relación fría, yo le hablo lo justo… quizás ella después entra
para invertigar de mí, en qué ando… cosas que no le cuento de mi vida”,
“esa distancia que me quedó con ella… le tengo rencor”. Le digo: “te quedó”.
No llama en su horario, a la siguiente semana me escribe preguntando “cuando era?”,
le respondo "era la semana pasada", tras eso le asigno un nuevo turno. Al acudir
refiere: "me enojé con tu mensaje… me sentí boludeada… y dije, no voy más…",
silencio. Agrega: "otra vez sintiendome así, pero esta vez dije, igual me dio otro turno,
mejor hablo en el encuentro". Le señalo: “mejor hablo!".
Dirá luego: "mis cortes en los vínculos son así, dejando, me pasó mil veces, con
amistades, novios.. será que yo hago eso con los demás?, ni bien algo no me gusta…
me voy". Lo asocia con sentirse "no querida", agrega: "corto, me voy… ", hago
silencio, se angustia. “Ahora pienso en mi viejo… cómo me alejé de él…”.
Comienza a situar la relación “a distancia” que tiene con su padre, cuestiona la
versión materna –hasta allí sostenida- "él siempre fue amoroso conmigo, en mi casa
lo diabolizaban, me dejé influenciar, yo era tan chiquita …”. Le digo, “eras…”
Se acerca al padre y a su medio hermano, los comienza a visitar, dice; “estoy
armando otros vínculos, me estoy permitiendo otras cosas”, “ya no estoy pendiente de
lo que piensa mi familia, y de sus presiones… ellos lo aceptan".
Revaloriza su oficio de peluquera canina, “puedo cobrar más y la gente me llama”,
también retoma sus salidas con amigas y actividades como el baile que le gustaban
pero "sentía que no las merecía", dice: “por miedo, me quedaba en el bajón.. ”. Le
indico que estamos en el cierre del espacio terapéutico en el Servicio, le digo: “un
corte sin depresión”. Refiere: "ahora puedo aceptar que al otro le pasan cosas, no
todo es como yo lo pienso.. esos mambos de mi infancia, ya no soy una nena!". De la
madre refiere: “también ahí yo era muy fría… ahora trato de charlar con ella, y cierro
mi casa con llave!! –se ríe- es una boludez! no lo puedo creer”.
Le señalo: “Cerras y abrís”.
Lic. Valeria Mercuri

También podría gustarte