ELECCION DE TEXTOS DE SALVADOR ROMERO PITTARI SOBRE HISTORIA
INTELECTUAL
La sociología: Una visión actual1
La sociología se constituyó como disciplina científica en las primeras décadas del
siglo XIX, a partir del momento en que los hombres concibieron la sociedad como
un producto de su propia creación. La ciencia apareció con un programa fuerte de
explicación mediante leyes de los hechos sociales y luego de comprensión del
sentido de las acciones del hombre en sociedad.
En ambas vertientes la prueba empírica de las afirmaciones referida a lo social se
basó en una cuidadosa observación y, cuando fue posible, en la experimentación de
los acontecimientos examinados. Se desaprobó todo recurso a explicar en términos
de fuerzas metafísicas o sobrenaturales. Curiosamente, el fin del siglo XIX vio la
vuelta de explicaciones de lo social por la raza o la geografía. La sociología que
nacía en el país, tanto en la Universidad como en los trabajos de investigación, se
sirvió de ese tipo de explicaciones.
El mundo contemporáneo globalizado parece someter a los hombres y sociedades a
fuerzas que escapan a su control; de allí la reacción contra la disciplina por parte de
algunos de sus más destacados practicantes. Pe-ter Berger cree que ésta ciencia,
que tuvo sus momentos estelares, hoy se halla agotada. Wofgang Lepenies sostiene
que ella no ha producido jamás saber. Daniel Bell la ve como un "arte imperfecto".
Otros sociólogos sos-tienen que la sociología, a pesar de sus esfuerzos, no llegó a
gestar un programa efectivo de investigación2.
La reacción contra el pesimismo que reina en las ciencias sociales proviene de una
variedad de enfoques vigentes en esta disciplina, los cuales han intentado construir
-desde diferentes posiciones- una aproximación nueva que trate de superar las
viejas oposiciones que dificultaban una comprensión adecuada de lo social. La
amplitud con la cual se abordan los temas ha permitido una clarificación de
problemas, antes considerados como irresolubles3. Estos intentos se conocen con el
nombre de constructivismo4.
Los viejos dilemas
El constructivismo que sostiene el carácter construido de la realidad social, es decir,
visto como una producción histórica hecha por actores individuales y colectivos,
rechaza las dualidades conceptuales cargadas de filosofía, que ocuparon a los
sociólogos hasta no hace mucho tiempo. La oposición entre materialismo e
idealismo es una de ellas. Algunas de las versiones del marxismo que encontraban
la razón última de la organización social en la economía, ilustran la primera
posición; en tanto que los autores que veían en las ideas el motor del cambio,
ilustran la segunda. La oposición también tomó la forma de la antilogía
espíritu/cuerpo, ideal/real5.
De naturaleza parecida es la distinción entre objetivo y subjetivo. Aquél designa un
objeto, una realidad consistente en ella misma, independiente de cualquier
percepción que se contrapone a lo subjetivo, entendido como lo que ocurre en la
mente, en la conciencia del individuo. El objetivismo intentó descubrir leyes como
las de la naturaleza en el campo de lo social. E. Durkheim definió la sociología como
el estudio de los hechos sociales como cosas, es decir, ajenos a lo subjetivo. Sus
definiciones las acuñó, de la misma manera, alejadas de lo individual.
En los años 60 del siglo que termina, el estructuralismo -como lo concibió Levi
Strauss- es un ejemplo de objetivismo. Su célebre frase: "no pretendo mostrar cómo
piensan los hombres en los mitos, sino cómo los mitos actúan en la mente de los
hombres, sin que éstos sean conscientes de ello", concentra el interés en la
estructura cultural, en el mito, que informa sobre la acción humana, más que en las
propiedades de esta última. El estructuralismo tuvo una fuerte influencia de la
lingüística de F. Saus-sure que pensó la lengua como una estructura basada en las
diferencias. El planteamiento sigue vigente en la corriente post-estructuralista que
ha dado mayor autonomía al texto que a su autor. De manera general, en esta
escuela se ha colocado al actor social en un lugar subordinado.
Pertenece al mismo orden de problemas la clásica contraposición entre lo colectivo
y lo individual. E. Durkheim, en su teoría del suicidio, considerado como un
resultado de las características del grupo, pertenece a la primera posición. Por su
lado, M. Weber y su sociología comprensiva que mira hacia el actor y los
significados de su acción, encaja en el marco del individualismo. Modernamente
este par de conceptos se tradujo en las sociologías de la interacción social frente a
las sociologías de la cultura y las instituciones.
Los planteamientos actuales no sólo buscan ir más allá de estas oposiciones, sino
que además pretenden dejar atrás el viejo positivismo fuertemente influido, por las
ciencias naturales y desconfiado de la metafísica. A. Giddens, por ejemplo, da un
giro ontológico a su teoría. Reconoce como una propiedad del actor su capacidad
para separarse de las normas y recursos sociales dominantes. J. Alexander defiende
la importancia de los clásicos de la sociología tanto en la manera de concebir la
disciplina cuanto en la práctica, en abierta oposición al positivismo, que desdeña el
aporte de aquellos. R.K. Merton hacía suya una frase de A.N. Whitehead: "La ciencia
que duda en olvidar a sus fundadores está perdida". Para Merton, los
planteamientos de los autores clásicos o se encontraban confirmados por la
investigación o no tenían cabida en la teoría. Alexander sostiene la importancia y
riqueza de esas concepciones clásicas como una manera de aproximarse a la
realidad social y humana, sin negar el meollo filosófico que se encuentra en ellas y
en toda teoría empleándolo de manera crítica.
Hoy, la posición con respecto a la verdad es, asimismo, diferente de la del
positivismo tradicional que creía que ella constituía la línea diviso-ria entre la
ciencia y la no-ciencia. Los sociólogos actuales mantienen la importancia de la
verdad, pero sobre todo, como una búsqueda, antes que como la certeza de haberla
encontrado. Finalmente, el peso de las acciones humanas productoras y
reproductoras de lo social es también mayor que el de sus determinaciones
objetivas, provenientes del entramado institucional y de la cultura.
Algunas teorías actuales
Los diversos autores que caen bajo la etiqueta de constructivistas tienen diferencias
específicas y algunos elementos comunes abajo detallados:
Las realidades sociales son construcciones históricas de actores individuales y
colectivos. Algunos hablan de historicidad para referirse a esta cualidad, aunque
para A. Touraine, uno de los sistematizadores del citado término se refiere al
conflicto que desgarra las sociedades entre la producción y la reproducción, es
decir, entre el cambio y la continuidad por los cuales luchan los movimientos
sociales.
El mundo social se construye sobre la base de las pre-construcciones del pasado
que son reproducidas, apropiadas, desplazadas y transformadas por las prácticas e
intervenciones de los agentes.
Uno de los primeros libros que llamó la atención sobre este enfoque fue La
construcción social de la realidad de P. Berger y T. Luckman. El constructivismo ve
el pasado como una herencia social que mediante el trabajo diario se abre hacia el
avenir6.
Ejemplos de autores contemporáneos
Jeffrey C. Alexander, profesor en la Universidad de California, ha desarrollado su
pensamiento en un diálogo con los autores de la tradición clásica y en particular
con Talcott Parsons. La teoría de éste ocupó un lugar destacado en la formación de
sociólogos en las universidades anglosajonas. Aunque en un contexto diferente,
Alexander ha retomado el tema parsoniano de los diferentes sub-sistemas de
acción y sus funciones. Tema que despertó las oposiciones de los sociólogos de la
década de los 70 y 80, y que ahora ha vuelto a recobrar la atención de los teóricos
sociales, por supuesto, considerando las críticas que recibió. Las nuevas posiciones
se erigen recuperando el voluntarismo subjetivo y las limitaciones objetivas de la
acción. Las ideas de Parsons, que acordaban un papel central a la intencionalidad
del actor, se han enlazado con orientaciones más macro. Las teorías del
interaccionalismo simbólico y, en especial, la etno-meto-dología -ambas reacciones
con respecto a Parsons, que examinan cómo los individuos edifican en sus prácticas
cotidianas la realidad social- pertenecen más al campo de lo micro. El funcionalismo
que Parsons acomodó a sus planteamientos sobre la acción y las teorías del
conflicto, en cambio, son macro, pues tienen por objeto las instituciones o el todo
social.
Alexander es uno de los teóricos que se ha esforzado por cerrar la brecha entre lo
micro y lo macro. La intención no fue extraña a Parsons, si bien no consiguió
articularlas sin fisuras. Alexander sostiene que ha desarrollado una "pauta que [...]
es francamente ecuménica, y deriva del espíritu, y en parte de la letra de los
primeros trabajos de Parsons. Creo [dice] que la multidimensionalidad es la única
posición que puede explicar el mundo social de manera total, coherente y
satisfactoria"7.
Anthony Giddens es otro autor actual que pretende elaborar una teoría social capaz
de superar los antiguos dualismos. Su posición se refiere a las potencialidades
constructivas de la vida social. Aunque acepta que la conversación y la negociación
del significado son elementos inherentes a la interacción social, considera que la
agencia humana tiene el poder de intervenir en el desenvolvimiento de los
acontecimientos. Su obra intenta integrar la acción y la estructura. Ésta última es
tomada a la vez como el medio, el instrumento y el resultado de las prácticas
sociales. Se trata de una visión circular en la cual las dimensiones estructurantes de
la cultura aparecen adelante como una condición de la acción y después como un
producto de ésta8. Para él, los actores sociales son competentes, vale decir que
todo lo que conocen o creen de manera tácita o discursiva sobre su acción y la de
los otros lo emplean para producir o reproducir acciones, de una manera más
práctica que reflexiva.
Las propiedades realizadas por la acción se extienden, en el espacio, más allá del
control que cada actor pueda ejercitar, lo que produce las consecuencias no
intencionales de la acción, que conjuntamente con el inconsciente constituyen sus
límites. Esta teoría y la anterior aún son poco conocidas y, sobre todo, poco
aplicadas a la investigación social en el país.
Alain Touraine, cuya obra está centrada en el análisis de datos de movimientos
sociales en conflicto por las orientaciones de la sociedad, coloca al actor frente al
sistema, allí donde el planteamiento clásico los fusionaba. Su obra ha tenido mayor
influencia en la enseñanza y en las investigaciones que en el caso precedente.
Touraine reflexiona sobre la capacidad de una sociedad para autopro-ducirse. Antes
que al reconocimiento de la naturaleza histórica de la vida social o al análisis
histórico de los hechos sociales -sin desconocer la importancia de ellos en la
sociología- llama historicidad al conjunto de modelos cognoscitivos, económicos y
éticos con los cuales una sociedad construye su cultura, es decir, una relación
dinámica con el medio.
La cultura resulta así, no un conjunto de valores compartidos o una Ideología
dominante, sino un bien que los actores tratan de controlar, de apropiarse o
negociar su transformación en formas de organización social. La historicidad, vale
decir, en el conjunto de modelos señalado está determinada por el trabajador
colectivo y el control que éste ejerce sobre los frutos de su labor.
La gestión de la historicidad divide a los actores sociales, entre aquéllos que buscan
apropiarse de ella y se constituyen en sus agentes, y quienes participan allí de
manera dependiente e intentan arrebatar a los primeros el poder social que
detentan. Cada actor es, pues, al mismo tiempo conservador y revolucionario,
luchan entre ellos, enfrentados por relaciones de dominación y conflicto, en la
búsqueda del control de la historicidad, de las orientaciones sociales 9.
Touraine ha desarrollado una teoría de valor heurístico para comprender los
conflictos y el desarrollo de las sociedades, aportando también con un método
propio de intervención sociológica, capaz de dar a los actores conciencia del nivel
del conflicto en el cual se hallan inmersos.
El individualismo metodológico
Esta corriente no es nueva, sus orígenes se hallan en el debate de la universidad
alemana entre ciencias de la cultura y ciencias de la naturaleza. Se trata de un
planteamiento lógico y no representan un juicio axioló-gico o de una afirmación de
un hecho. Raymond Boudon y F. Bourricaud plantean que el actor social adopta los
papeles sociales no como camisas de fuerza, sino como posibilidades de
orientación, arbitrio entre ellos y evaluación de las consecuencias de su conducta.
Sin embargo, no siempre se puede prever los resultados, de ahí la aparición de
efectos no buscados de la acción que por otra parte, conviene señalarlo, se
desarrolla en condiciones de racionalidad limitada, es decir, que ningún actor puede
controlar todas las condiciones ni resultados de su actuar. Boudon ha examinado
las situaciones de aparición de los resultados no previstos como consecuencia de
actos individuales, cada uno con su propia racionalidad, pero que agregados unos
con otros producen un fenómeno no esperado. Por ejemplo, el surgimiento del
capitalismo, en la obra clásica de Weber sobre la ética protestante, se debe, en
parte, a los comportamientos religiosos de hombres que creían en la
predestinación, practicaban el ascetismo mundano y la búsqueda de la ganancia
como señal de elección.
Asimismo, Boudon ha criticado la búsqueda de leyes generales y ha resaltado el
interés de los modelos de tipo ideal en el sentido weberiano, que acentúan rasgos
de la realidad para nacerla más comprensible.
Jon Elster, sociólogo noruego que sigue las orientaciones generales del
individualismo metodológico, ha mostrado con agudeza, en diferentes estudios, los
límites de la acción racional originados en preferencias inconsistentes, en
contradicciones, en cambios de orientación. Ulisesy las sirenas, una de sus obras
más llamativa, constituye una metáfora de las conductas en las cuales los hombres
eligen sus propias limitaciones. Destaca el autor además, la dificultad de planificar
el propio carácter. En Uvas Amargas desenvuelve la idea de que la utilidad y las
creencias no son independientes y están influidas por las situaciones concretas
donde se manifiestan. Juicios salomónicos aborda otros aspectos de la subversión
contra la racionalidad.
En definitiva, el individualismo metodológico plantea serios problemas éticos a la
pretensión de llevar a cabo reformas políticas de manera racional que es uno de los
temas del debate contemporáneo.
Conclusiones
Vale la pena señalar algunas conclusiones de esta esquemática presentación en
torno a varias teorías sociológicas actuales. Ni duda cabe que importantes
posiciones y autores no han sido considerados, hecho que muestra las limitaciones
del autor de la charla. En relación a las teorías de la línea constructivista, puede
decirse que todas las aquí examinadas de una u otra forma pueden ser adscritas a
ella, empero no constituyen un conjunto homogéneo. El intento dominante en ellas
es, sin embargo, superar las viejas oposiciones apareadas que dividieron el
pensamiento sociológico, así como el rechazo a la filosofía, lo que no quiere decir
que en todos los casos el proyecto haya sido de éxito.
El hecho de destacar las limitaciones de la acción social ha devuelto un lugar
central en la reflexión contemporánea a la ética. Asimismo, el relativismo, no
siempre admitido en las ciencias, ha abierto un espacio a las discusiones sobre la
verdad y su papel en la construcción científica. K. Popper fue un ejemplo temprano
de estas posiciones. Cabe mencionar que el conflicto entre partidarios de la
sociología, como búsqueda de leyes generales y los de la comprensión, se ha
atenuado considerablemente.
La sociología en Bolivia se ha institucionalizado tanto en la Universidad con
programas de grado y de post-grado como en la elaboración, ejecución y evaluación
de políticas sociales, en el sector privado y público. La mirada que ella ha permitido
de la realidad social se ha enriquecido con perspectivas novedosas y críticas. La
concepción que la sociedad boliviana tiene de sí misma como multicultural y
multiétnica no es ajena al desarrollo de las ciencias sociales.
Sin embargo, subsisten en la enseñanza y práctica de la sociología algunos
problemas que vienen de lejos. Un acusado divorcio entre teoría e investigación,
quita a la primera la base empírica y a la segunda la posibilidad de trascender las
descripciones concretas. Parte del problema se debe a la orientación de la
investigación, destinada en gran medida a aplicaciones de programas concretos de
política social.
En muchos casos, el instrumental conceptual y metodológico no se ha renovado. El
empleo de técnicas informáticas ha conducido, en los informes de investigación, a
la proliferación de cuadros con poco valor analítico.
Afortunadamente, en este campo, los esfuerzos de varios post-grados y programas
de investigación estratégica comienzan a mostrar perspectivas promisorias.
El desarrollo de la teoría en el país exige una mayor independencia del científico
social de las fuentes de financiamiento políticas e instrumentales. El esfuerzo debe
ser asumido por la Universidad y los centros académicos independientes, pero esta
necesidad no parece que será satisfecha para mañana.
Notas
1
Publicado enAleph: Memoria Académica del Encuentro de Ciencias Humanas y
Sociales entre dos milenios. Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, 2001
(N. del E.).
2
Cfr. M. Hollis, Filosofía de las ciencias sociales, Barcelona, Ariel, 1998.
3
Cfr. A. Giddens y J. H. Turner, "Introducción" en A. Giddens, J. H. Turner et
al., La teoría social, hoy, México, Ed. Alianza, 1990.
4
Ph. Corcuff, Les nouvelles sociologies, París, Nathan, 1995.
5
Ph. Corcuff, Óp. Cit., Pág. 9.
6
Ph. Corcuff, Óp. Cit.
7
J. C. Alexander, Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra
Mundial, Barcelona, Gedisa, 1989, Pág. 299.
8
A. Giddens, The Constitution ofSociety, Cambridge, Polity Press, 1989, Pág. 25.