Intelectual Popular - Eduard E Moreno
Intelectual Popular - Eduard E Moreno
reflexiones
Introducción
1 El material empírico con el que trabajaré en este artículo fue resultado de una investigación
mucho más amplia sobre las distintas formas de apropiación de las ideas de izquierda en Améri-
ca Latina en las primeras décadas del siglo XX. Cf. Moreno, E (2017). CONTEXTOS DISTANTES,
IDEAS COMPARTIDAS: Una historia comparada sobre la apropiación de la ideas de izquierda (Colombia y
Brasil: 1886-1930). Tesis doctoral. Pontificia Universidad Católica de Rio grande do Sul. También se
pueden ver algunos materiales en: Moreno, E. (2021). Do río Magdalena ao rio de la Plata: Dois casos de
circulação e recepção de ideias da esquerda nas primeiras décadas do século XX. Estudos Ibero-Americanos,
47(1), e 35173. https://doi.org/10.15448/1980-864X.2021.1.35173
2 En este apartado me centraré en una reflexión teórica sobre la figura del intelectual, toman-
do como referentes principales autores europeos ya clásicos. Sin embargo, es importante resaltar
el lugar que en la actualidad juega América Latina en las discusiones sobre la figura del intelectual
y la Historia Intelectual en general. Basta con citar los trabajos ya clásicos de Carlos Altamirano
(2007; 2013) y el grupo de la Revista Prismas, así como los desdoblamientos en las discusiones sobre
la historia conceptual y la historia de las ideas políticas (Palti, 2023a; 2023b; 2022). Para este trabajo
en particular son importantes las ideas desarrolladas por Horacio Tarcus (2013; 2015; 2020), especí-
ficamente en sus trabajos sobre las formas de recepción de las ideas marxistas en Argentina.
Sin embargo, con el material empírico que disponemos, puedo sostener que
hubo momentos coyunturales en que los intelectuales-populares negaron a los
sectores subalternos su papel revolucionario, o no se asumieron como intelec-
tuales políticos y líderes de las luchas revolucionarias agenciadas por los secto-
res subalternos. En estos periodos coyunturales fue imposible llegar al momento
de la organicidad. Y aquí, entonces, aparece una idea de transición intelectual
que creo es importante. No se puede sostener la afirmación que niega de tajo la
emergencia de estos sujetos como líderes e intelectuales orgánicos, pero tam-
poco podemos decir que emergieron como intelectuales orgánicos en el marco
de un bloque histórico determinado y que esto definió su trayectoria. Lo que
encontramos, es un desplazamiento continuo de su figura entre la aceptación y
la negación de su papel al interior del movimiento revolucionario. Una fragmen-
tación constante que los llevó a proponer apuestas teóricas y posturas prácticas
que respondieron a la emergencia de coyunturas convulsivas, pero que se aleja-
ron de la homogeneidad cultural de los sectores subalternos. En medio de este
movimiento oscilatorio, propongo la noción de intelectual-popular como una
red de intenciones. Una etapa de oscilación entre la consolidación de una cultu-
ra de izquierda definida por la lucha, y un proceso de autoconocimiento que no
les permitió identificarse del todo con los sectores subalternos.
Por otro lado, la relación de estos sujetos con las ideas de izquierda fue en
sí misma compleja. Los intelectuales-populares aparecen como movilizadores
de ideas, pero no propiamente como articuladores coherentes de las mismas
—si acaso podemos hablar de coherencia en las ideas. En esta figura se puede
encontrar lo que he llamado un proceso dialéctico de apropiación. Ellos encar-
naron una experiencia de vida que nos permite, como investigadores, rastrear las
múltiples formas en que las ideas de izquierda fueron apropiadas en la región.
La apropiación está marcada por un proceso complejo que va de la recepción
a la práctica, pasando por la interpretación y la circulación. En este proceso,
los intelectuales-populares cumplieron papeles específicos en cada uno de los
momentos del proceso de apropiación (Moreno, 2017). En la trayectoria de los
intelectuales-populares de las primeras décadas del siglo XX podemos reconocer,
inicialmente, un movimiento constante que hizo posible que, a partir del contac-
to con otros espacios políticos, pudieran conocer y hacer circular las ideas a las
que se entregaron. Pero también, vemos en ellos la intención de promover esce-
narios de interpretación de la ideas desde proyectos editoriales que fortalecieron
la cultura política de la izquierda naciente. Y, finalmente, encontramos un con-
junto de prácticas revolucionarios que intentaron poner en la escena las ideas
políticas que defendían. En este sentido, en la trayectoria de intelectuales-po-
pulares como Abílio de Nequete y Raúl Eduardo Mahecha, sobresale su función
en la circulación de las ideas, y la construcción de diálogo con diversos sectores
4 Los “momentos” que planteo en el proceso de apropiación de las ideas de izquierda, no son
secuenciales. Ni tampoco pretendo describir una vía “correcta” para la apropiación. Lo que podemos
encontrar en dicho proceso es un cruce constante de acciones que fueron definiendo el campo de la
izquierda, a partir de las particularidades contextuales y la complejidad inherente de las capas in-
telectuales. En ese mismo sentido, si bien en Abílio de Nequete y en Raul Eduardo Mahecha resaltó
su capacidad para hacer circular las ideas a partir de su movilidad y capacidad de diálogo, en ellos
también encontramos ejercicios de interpretación, en torno a proyecto editoriales, y prácticas polí-
ticas a partir de ejercicios de organización sindical.
terminados por su capacidad para moverse en escenarios ajenos, pero que pro-
gresivamente hicieron suyos, con el diálogo y las lecturas.
3.1 contextos
Antes de abordar cada uno de los casos, es pertinente exponer de manera ge-
neral las particularidades de los contextos de Brasil y Colombia durante los años
de actuación de los dos intelectuales-populares. Entendiendo que un elemento
central del argumento que pretendo desarrollar se articula a partir de la relación
entre los sujetos y las ideas, está contextualización parte del lugar de las ideas y
su devenir en ciertas condiciones sociales, políticas y económicas. Así, las ideas
no son meras quimeras incorpóreas de los sujetos. Las ideas se sitúan en espa-
cios concretos que las modelan y permiten su encarnación —consciente o in-
conscientemente—, hasta incrustarse en los límites de la razón colectiva de una
determinada sociedad. Las ideas de izquierda, evidentemente, no huyen a esta
realidad. Ellas se constituyeron y circularon en unos espacios que les ofrecieron
unas características específicas de locomoción. El desarrollo precario del sistema
capitalista periférico en América Latina articuló las condiciones de apropiación
de las ideas de izquierda que, a su vez, permitieron la gestación de movimientos,
grupos, organizaciones y partidos políticos que representaron y defendieron a
la clase obrera y a los sectores populares, en su condición de explotados. Con-
dicionando así la emergencia de los intelectuales-populares. En otras palabras,
paulatinamente, al interior de un malformado y precoz sistema capitalista, se
configuró un campo de la izquierda, con sus propios intereses y sus propias re-
glas de juego. Brasil y Colombia, dos contextos regionales poco comparados por
su “distancia”, no fueron ajenos a este proceso.
5 Un epifenómeno de este sistema, en el que se enmarcaron las relaciones de poder oligárquico, fue el
coronelismo. Como resultado de las relaciones de poder en las que se combinaron intereses económicos espe-
cíficos con las intenciones de consolidar la República a partir de la articulación de los niveles local, regional y
nacional, el coronelismo representó un esquema de acción política que, siguiendo al profesor José Murilho de
Carvalho (1997), puede ser definido como “um sistema político, uma complexa rede de relações que vai desde o
coronel até o presidente da República, envolvendo compromissos recíprocos”. Sistema que, además, pretendía
adaptar el poder privado de una elite local, que controlaba el poder económico y social, a un régimen político
de extensa base representativa (Queiroz, 1989, p. 157). Aunque no se puede sostener que haya existido un tipo
único de Coronel en todo el territorio brasilero, en sus rasgos generales este individuo de la elite encarnó, a
partir de la proclamación de la República, lo que fuera el “mandonismo local” de periodos anteriores. Así, el
coronelismo representó un tipo de relaciones de poder excluyente, que se cimentó en antiguas relaciones de
parentela en las que el Coronel, como punto de referencia de la estructura social rural, se aseguraba la lealtad
de su parentela de nivel económico inferior, por medio de favores políticos y/o económicos. Progresivamente,
como explica Isaura Pereira De Queiroz, a partir de la reciprocidad de dones y contra-dones dentro de la pa-
rentela, la causa de un jefe se constituía en la causa de los mandados, estableciendo así, una solidaridad mutua
entre los coroneles y sus bases sociales inferiores (Queiroz, 1989, p. 163).
6 De acuerdo con los profesores Vega y Aguilera, “La Iglesia como institución llegó incluso a disponer
el tipo de estética que podría circular en el país [durante la época], fomento la presentación de obras de teatro
de tipo religioso y prohibió obras clásicas de teatro universal por considerarlas sacrílegas y atentatorias contra
las buenas costumbres y la moral cristiana” (Aguilera, Vega, 1998. p. 156).
7 Sobre esta idea ver: Vega, 2002; Urrego, 2002.
nómico de las elites sobre los sectores subalternos. En ese orden, sujetos como
Abílio de Nequete y Raul Eduardo Mahecha, hicieron posible, a partir de su mo-
vilidad, la circulación de las ideas que transgredian el orden existente.
ta aos operários. “Do canhão a peste- Até que os operários tenham consciên-
cia de si próprios...”, 01 de noviembre de 1918, p.1).
Grande y Pelotas, encontró “o primeiro livro de Trotski” (Rosito, 1972, p.11). Aun-
que en sus memorias Nequete no hace referencia al título del texto de Trotski
que cayó en sus manos y con el cual descubrió que el nombre de Marx era mal
citado en algunos círculos de la izquierda portoalegrence9. Siguiendo al historia-
dor brasilero Edgard Carone, se podría afirmar que el libro de Trotski al que hace
referencia Nequete es El triunfo del Bolchevismo editado en 1919. Otro texto que,
de acuerdo con Lenin Nequete hijo mayor de Abílio, influyó en la actividad del
líder de la União Maximalista, fue el libro de Lenin El Estado y la revolución10.
Este libro, probablemente, le ofreció a Abílio un amplio panorama de las discu-
siones teóricas en torno al papel del Estado en el proceso revolucionario, además
de incentivar sus deseos de transformación radical.
Abílio de Nequete se sustrae, por lo menos a la vista del historiador, a la típi-
ca figura del líder revolucionario rodeado de personas, compartiendo sus ideas
con los sectores obreros entre risas y camaradería. De hecho, la imagen que se
presenta es la de un intelectual autodidacta, hasta retraído, que vio en la lectura
el camino personal para mejorar progresivamente su propia forma de compren-
der el mundo. De este modo, la ruta que siguieron sus lecturas lo llevaron a con-
vertirse al espiritismo y posteriormente a abrazar las ideas de izquierda (Bartz,
2008, p. 161).
Cuando Abílio se asentó en 1907 o 1908 en Porto Alegre se acercó a la nueva
realidad vivida por los trabajadores de una manera enriquecedora. Aprendiendo
el oficio de barbero, abrió un local en el “Quarto Distrito”, que por entonces era
el núcleo industrial de la ciudad, y en donde, además de estar las viviendas de
los trabajadores, se encontraba la sede de los principales sindicatos (Bartz, 2008,
p. 159). En la cotidianidad de la barbería se discutían los problemas del día a día
que aquejan a los trabajadores del sector. Progresivamente, el lugar de encuentro
y diálogo de unos pocos sujetos abiertos a la lectura y al liderazgo de la masa
trabajadora, delimitó el espacio como un lugar de convergencia de las ideas, y al
intelectual-popular como la metáfora viva de una red compleja de circulación e
interpretación de las ideas.
9 Esta afirmación parte de una referencia confusa, ya que no es explícita si las “malas citas” estaban
en los círculos, especialmente anarquistas, de Porto Alegre o en el libro que Nequete leyera de Trotski –lo que
sería poco probable. La cita completa que Nequete hace en sus memorias es la siguiente: “… ‘Eis porque me
presentearam com R. Grande e Pelotas’ Ao ler o libro de Trotski o nome de Marx era mal citado. Amadiçoou
os anarquistas. Voltou transformado”. Sílvia Regina Petersen, “Anotaciones das ‘Memórias de Abílio de Ne-
quete”’. Dactilografiado. (Porto alegre, s/d) 3.
10 “O estado e a Revolução de Lênin foi seu livro de cabeceira”. Ver: Entrevista realizada a Lenin de
Nequete, hijo de Abílio, el 30 de enero de 1997, p. 3. Entrevista realizada por Silvia Petersen, y me fue facilitada
por Frederico Duarte Bartz.
Entre 1922 —año de la fundación del PCB— y 1924 se gestó una transforma-
ción en Abílio de Nequete11. Durante estos años el intelectual-popular se alejó
progresivamente de las ideas del partido, y se sumergió en su rígido carácter que
“não admitía mentiras ou farsas” (Rosito, 1972, p. 13). En medio de tensas relacio-
nes con los comunistas de Río, Nequete empezó a tener problemas con lo que
él llamó “[...] o anarcosindicalismo de que estavam impregnados seus camaradas
do Rio”(Rosito, 1972, p. 12) . Tras regresar a Porto Alegre, luego de la fundación del
PCB, la distancia entre sus intereses personales y las prácticas de sus compañeros
militantes se hizo más grande. Al final, al enterarse de la derrota electoral de los
trabajadores británicos y del descalabro de la II y la III internacional, Nequete
entró en el terreno de la frustración y la desconfianza sobre el papel de los traba-
jadores en la construcción de un nuevo mundo.
El 11 de noviembre de 1924, conversando con un viejo camarada que preten-
día proyectar una nueva organización, Nequete encontró la idea que le permiti-
ría reformular todo su posicionamiento político y teórico. La idea consistía en
la unión de los técnicos y los obreros en un partido político. Sin embargo, según
Nequete:
A junção de technicos e trabalhadores num partido político era im-
possível: os primeiros, minoria culta, com valor igual de votação, seriam es-
magados pelo número; os segundos, maioria inculta, desconfiada e de fácil
intriga, repetiria o que fez comigo. Teve de forçar o tema sob outro aspecto:
Teve de foçar o tema sob outro aspecto: “os technicos como partido políti-
co. Não foi preciso mais nada. Estava achada a solução” (Rosito, 1972, p. 15).
11 Al iniciar el año de 1922 Nequete recibió un telegrama urgente de Uruguay en el que se le in-
dicaba que debía ir a la capital charrúa para tratar asuntos urgentes. En Uruguay se puso en contacto
con los editorialistas del periódico Justicia, quienes le informaron que un delegado ruso quería entrar
en contacto con los líderes del movimiento obrero brasilero, con el fin de incentivar la creación de
un Partido Comunista en Brasil. El encuentro entre el delegado ruso y Nequete se realizó. En dicho
encuentro se acordó que Nequete viajaría a Río de Janeiro para convocar un congreso, junto con
los demás grupos comunistas del país, para fundar el Partido Comunista. Después de su estancia en
Uruguay, en donde pudo adquirir algunas publicaciones y conocer de cerca el movimiento socialista
uruguayo, Nequete retornó a Porto Alegre desde donde escribió a Astrojildo Pereira y a Everardo
Días, informándoles que pronto viajaría a la ciudad de Río. Además, les envió un número del perió-
dico Justicia en el que se informaba sobre la realización del IV Congreso de la Internacional.
más velada— entre las experiencias personales del sujeto intelectual, y las ideas
que pudo leer en el escenario en el que se desenvolvió.
Las interpretaciones de Nequete sobre las ideas de izquierda pasaron por un
distanciamiento, mediado por su condición de “hombre culto” —hay que recor-
dar que él se asumió como una minoría culta al interior del movimiento obre-
ro—, y una fuerte carga espiritual, si se quiere religiosa, que lo llevó a adscribirse
al Evidentismo. Así, con la tecnocracia como partido político y el evidentismo
como lógica espiritual de comprensión del mundo, Nequete constituyó una apro-
piación de las ideas de izquierda que rompió la lógica de las lecturas recurrentes
que se hicieron al interior de un campo que se encontraba en constitución.
En 1926 Nequete publicó el texto Technocracia O V Estado en el cual presentó
por primera vez sus ideas sobre la tecnocracia. De entrada llama la atención las
explicaciones que ofreció el intelectual sirio-libanes en el prefacio de su obra.
En un intento por racionalizar su cambio de posición y reinterpretación de las
ideas, Nequete sostuvo que “O pensador não pode ser dogmático. Seu dever é
acompanhar o progresso, porque só este é que tem a palavra” (Nequete, 1926, p. 3).
Así, el intelectual-popular pretendió presentar una superación positiva de las
ideas que, a primera vista, fue audaz. Si su alejamiento se basó en la superación
de las ideas de izquierda, específicamente de las ideas comunistas, que durante
este periodo se asumieron como novedosas, habría que decir que Nequete pre-
tendió ser un visionario que puso sus intereses en el “progreso”. De esta manera
sostuvo que “O queimar incenso aos ideais sobrepujados pelo progresso, não pas-
sa de idiotice [...] o pensador deve sempre estar em condições de aceitar as novas
idéias e não esperar que por ellas seja esmagado” (Nequete, 1926, p. 4).
Nequete asumió dos posicionamientos cruciales para su proceso de interpre-
tación de las ideas y la puesta en circulación de las mismas. Primero, se presentó
como un pensador, como un trabajador de las ideas que tenía, como tal, un papel
decisivo en la historia de los sujetos. Segundo, asumió que su deber estaba sujeto
al devenir evolutivo de la historia, que lo empujaba a la verdad de los hechos y
su fuerza demostrativa. De ahí que su conversión de la mirada no fuera más que
la evolución lógica de un hombre que posee “o factor” para guiar a la humanidad.
La idea de la tecnocracia se basó en una concepción de la historia que, al
modo del marxismo vulgar, asumió el devenir de la humanidad en el marco de
un fatalismo histórico que llevaría al hombre a una sociedad perfecta. Dentro
de esta visión teleológica del destino, Nequete presentó la historia como la su-
cesión contínua e inevitable de cinco Estados, siendo el V Estado el ápice de la
perfección social al mando de los técnicos. De este modo, para Nequete “o estu-
do do passado é a chave que abre o presente, assim como este e aquele abrem o
futuro”(Nequete, 1926, p. 6).
12 Hay que advertir que la movilidad de los líderes populares de Colombia no fue un fenómeno aislado.
Por el contrario, la movilidad de los principales líderes de izquierda fue un fenómeno generalizado y cargado
de una suerte de misticismo y paternalismo político. La idea de los líderes populares en Colombia, durante las
primeras décadas del siglo XX, era llevar la palabra hasta los sectores populares, vistos como pobres, ignoran-
tes e indefensos. De este modo, la movilidad de Mahecha se centró en la puesta en circulación de un discurso
libertario y evangelizador, en el cual él era el motor organizativo y defensor de los intereses populares.
Sobre las interpretaciones de las ideas hechas por Mahecha se puede decir
que, además de haber sido influenciadas por los escenarios en los cuales actuó
(es decir en las zonas de influencia del Rio Magdalena, entre los trabajadores de
las bananeras o con los trabajadores de las petroleras), estas también estuvieron
influenciadas por sus experiencias organizativas, haciendo evidentes dos perio-
dos. En el primero, que podemos llamar formativo, se encuentran sus publicacio-
nes de 1918 a 1919 en periódicos como El Luchador de Medellín y El Baluarte de
Girardot. En el segundo periodo, que llamaré de consolidación y organización,
se encuentran sus publicaciones en periódicos como El Germinal y Vanguardia
Obrera. En términos generales Mahecha agenció una retórica que dio cuenta de
una interpretación mediada por la mezcla entre el liberalismo radical heredado
de la Revolución Francesa, con las ideas socialistas que pudo encontrar en las
obras de Zola, Ferri, Lombroso, De Amicis, Tolstoi, Anatole France, etc (El Lucha-
dor, 01 de julio de 1919, p. 1). Sobre esta relación, el mismo Mahecha describió las
razones por las cuales el territorio colombiano fue proclive al recibimiento de
dichas ideas:
En este girón de tierra colombiana todo es favorable para su desarrollo
e incremento, ya por la forma de nuestro gobierno, ya por hallarse en un
continente de reciente vida que no lleva a cuestas los seculares prejuicios
de milenarias dinastías, en que el servilismo de los súbditos se confundía
con el respeto y la obediencia, ya porque al abrir los ojos a la libertad lo
hicimos al calor de las ideas de la revolución francesa, al son del inmortal
himno de la Marsellesa, que lo es no sólo de la heróica Francia sino de la
Libertad y el Derecho, porque así lo han consagrado los pueblos libres del
Orbe ( El Baluarte, 19 de septiembre de 1918, p.1).
14 De acuerdo con Hobsbawm: “Lo esencial de los bandoleros sociales es que son campesinos fuera de la
ley, a los que el señor y el estado consideran criminales, pero que permanecen dentro de la sociedad campesina
y son considerados por su gente como héroes, paladines, vengadores, luchadores por la justicia, a veces incluso
líderes de la liberación, y en cualquier caso como personas a las que admirar, ayudar y apoyar” (Hobsbawm
2003, 33).
peciales” con los jefes de algunos puertos, luego de oírse a Maria Cano […],
hablaba el caudillo con tono familiar. Por estas conversaciones se percibía
en Mahecha, sobre todo, el clásico guerrillero nuestro: sincero, guapo pero
bastante fantaseador! (Torres, 1972, pp. 84-85).
Finalmente, más allá de lo que se pueda decir de las ideas que circularon en
escenarios tan complejos como los enclaves dominados por empresas nortea-
mericanas, lo que demuestra la historia es que la figura del Mahecha intelectual
y líder popular permitió la circulación de ideas de izquierda que tuvieron como
objetivo la organización de los sectores populares y su reconocimiento como
sujetos explotados a partir de la exacerbación del antimperialismo, utilizando su
idiosincrasia cultural como mecanismo de apropiación.
Las fuentes no nos permiten ir más allá, pero queda claro que Mahecha agen-
ció una serie de interpretaciones de las ideas de izquierda que fue determinante
para comprender la manera como estas fueron apropiadas en el país. Reivindi-
cándose como un soldado que se construyó más en la lucha cotidiana que en las
lecturas eruditas, la figura de Mahecha encarnó una interpretación que pasó por
la urgencia de la acción que lo llevó de ser un ferviente “católico, apostólico y
romano”, hasta un “socialista a secas”15.
Pero, veamos cómo construyó Mahecha su defensa de la democracia, siem-
pre como imaginario de libertad popular, y la forma en que utilizó una prosa
religiosa, dotando su discurso de una potencia mística:
La democracia en su fiel interpretación y sana práctica, no debe inspirar
temores ni recelos a las Sociedades, sino cuando aquella se invoca por los
falsos apóstoles, por aquellas que profanan su santo nombre para ver de
saciar apetitos mezquinos y bajas pasiones. Y es entonces cuando el pueblo,
lleno de santa indignación y a usanza del Predicador de Galilea, debiera
castigar, lanzar de su seno a quienes así trafican, quienes así postergan los
principios más altamente humanos.
Los triunfos del pueblo, que lo son de las democracia no deben apro-
vechar a intrigantes y charlatanes cuya fuerza y méritos son la audacia al
servilismo y la intriga, porque el pueblo debe ser representado por hombres
sanos, de corazón bien puesto y que tengan por lema: honradez, equidad y
rectitud (El Baluarte, 19 de diciembre de.1918, p.1).
15 Discurso pronunciado en una de las sesiones del Congreso de Montevideo. Mayo de 1929. Citado en
Meschkat Y Rojas, (2009).
Del mismo modo, la interpretación que hizo de la idea de unión, por ejem-
plo, durante este periodo, estuvo determinada por la radicalidad de la demo-
cracia. Así, en los llamados que hizo a los obreros de Girardot en 1918 Mahecha
argumento que lo único que los haría fuertes era la unión:
Hagámonos fuertes por la unión y ayudemos al soplo renovador de la
Democracia al amparo de la fraternidad organizada. Secundemos ese vigo-
roso aliento, esa agitación socialista, aun cuando ello sea en débil grado,
por la constitución de Sociedades Obreras […] ( El Baluarte, 19 de diciembre
de.1918, p.1).
Mahecha agenció mecanismos retóricos que debían servir para la acción. Avi-
vando la pasión, y utilizando metáforas sencillas, el líder marcó el camino para el
atrevimiento de los sectores populares. Así como lo hiciera “Danton y sus compa-
ñeros, […] nuestro atrevimiento”, decía, “[…] derrocaron el imperio de los AMOS y
esparcirá en el ambiente la semilla de la igualdad! La fraternidad! Y la libertad!”
(El Luchador.11 de julio de 1919, p.1).
Arraigando la libertad en una suerte de Democracia Republicana, para Ma-
hecha la consolidación de un sentido de Patria entre los sectores populares era
fundamental para su lucha. En este punto, la noción de Patria entró en tensión
con el nacionalismo que el intelectual quería constituir a partir de la exacerba-
ción del sentimiento antiimperialista. Si bien, la patria ideal se sustraía a la re-
pública ideal que era “la República Universal”, el tratamiento de lo nacional y de
lo internacional debió pasar, inicialmente, por el reconocimiento de los sectores
populares como explotados, y su pertenencia a una nación explotada. Es decir,
que la interpretación de las ideas que hizo Mahecha pasó por una lógica del re-
conocimiento de una condición de doble explotación.
Al leer los textos de Mahecha se puede llegar a pensar que había un alto gra-
do de desconocimiento de lo que pasaba en Europa con los acontecimientos de
la Revolución Rusa, debido a la escasa referencia que hizo de ella. No obstante,
en la introducción de uno de sus artículos de 1919, por ejemplo, el intelectual-po-
pular describió que “el hálito de un viento renovador y revelador de ideas y de-
rechos ha penetrado hasta nuestras sociedades. Desde el confín de Europa ha
venido infundiendo calor en los corazones […]”(El Luchador.11 de julio de 1919,
p.1). Es evidente que Mahecha tenía algún conocimiento de lo que pasaba en
Europa, la pregunta es: ¿Por qué no utilizó este conocimiento como muestra del
paso avasallador de las ideas socialistas, como sí lo hicieron otros líderes de la
región para motivar a sus lectores? Si bien, la respuesta puede remitirse al poco
conocimiento de los hechos que se tenían en el país, aquí quiero entender esta
“escasa referencia”a la Revolución Rusa como una estrategia argumentativa que
obedeció a la realidad del contexto vivido, y que privilegió una idea más arraiga-
da en Mahecha como lo fue el antimperialismo.
En cierto sentido Mahecha privilegió, debido a la relación de sumisión que
mantenía Colombia frente a Estados Unidos, la constitución de un enemigo co-
mún para las clases trabajadoras, y de este modo hacer más sencilla su organi-
zación. De ahí que, en las interpretaciones de las ideas que hiciera Mahecha
se pusiera de manifiesto la constitución de la conciencia popular a partir de
la descripción de la realidad de explotación vivida y la defensa de la identidad
nacional. Para lograr esto el intelectual-popular comprendió que las referencias
abundantes de complejas teorías y lejanos acontecimientos no tenían sentido en
un contexto que se movía más por las pasiones y la fe. En este sentido escribió
que:
Asistimos, presenciamos tras las charcas de sangre, tras el hierro, el fue-
go, la metralla y la devastación al bello espectáculo de una aurora de reden-
ción, porque la humanidad no da un paso sin el tributo de los sacrificios,
desde Horeb hasta el Calvario, de éste hasta la guerra santa o las Cruzadas,
de ésta hasta la Reforma, de ésta hasta la revolución francesa y de ésta a la
hecatombe de los cuatro años.
Todo esto para reafirmar que el filtro religioso por el cual pasaron las ideas
de Mahecha obedecieron a una estrategia que tuvo por objeto acercarse a la fe
popular, lo que también lo llevó a armar su Utillaje Mental con una prosa cargada
de metáfora e ingenio.
Para finalizar quiero revisar rápidamente la manera como estos dos intelec-
tuales-populares, en el marco de la configuración de espacios de socialización a
partir de su propia movilidad, constituyeron su relación con los sectores popu-
lares. La marca de este proceso fue la pretendida superioridad de nuestros dos
16 Carta de Raúl Eduardo Mehecha a su madre Manuela Caycedo. 2 de abril de 1928. Archivo General
de la Nación, Fondo Ministerio de Gobierno, sección Primera, Tomo 982, folio 249. Apud: VEGA, 2002, t4., p. 461.
der las ideas sin un halo religioso y profético. De ahí se desprende la angustia de
los intelectuales-populares por catequizar sobre los sectores subalternos.
De este modo, en los intelectuales-populares, emplazados en una campo
que un campo político repleto de incoherencias, no encontramos una organici-
dad que complejiza su relación con un bloque histórico determinado, sino que,
como lo sostuve hipotéticamente, hay un ir y venir de los reconocimientos. Hay
una trama de identidades que les permitieron dirigir a los sectores subalternos,
trazar el camino, pero asumiendo diferentes. Quizás asumiendo superiores. Pero
no debemos dejarnos llevar por la contradicción. Esa no es particular y momen-
tánea. La contradicción que constituye al intelectual-popular como un sujeto
complejo, que se mueve en diversos mundos, sin olvidarse de su subjetividad, es
una característica histórica.
Esta subjetividad que marca el límite de la “entrega” orgánica, es la misma
que hizo posible que estos intelectuales-populares hicieran uso de la imagina-
ción para “adaptar” un lenguaje político y teórico a un orden pragmático que
exige la lucha inmediata por los derechos de los sectores subalternos. Y es desde
esta imaginación, desde la cual se fue construyendo una cultura de izquierda en
la región.
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