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Fotografía Contemplativa y El Camino de La Percepción

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de

Percepción y fotografía
«Nosotros normalmente no vemos absolutamente nada.»

Chögyam Trungpa Rimpoché

La gente llega a la fotografía contemplativa con diferentes motivaciones. Hay personas que
quieren dar expresión a lo que experimentan a través de la disciplina de la meditación. Algunos
han reconocido alguna cualidad directa y viva en su propia experiencia perceptiva y quieren
explorar y expresar ese potencial. Otros se han entrenado en la fotografía u otras artes y sienten
curiosidad sobre el enfoque contemplativo. El elemento común es el interés por la visión clara.
La Sociedad Miksang ofrece un camino de purificación de la percepción a través de la
fotografía por medio de un curso de tres niveles de formación. No se requiere experiencia o
conocimientos fotográficos aunque se necesita una cámara digital. No necesita ser practicante
de meditación y no enseñamos meditación como parte de la formación.

Los tres niveles de formación, basados en las enseñanzas de Chögyam Trungpa de los tres
niveles de percepción, siguen un camino tradicional contemplativo de transformación de la
confusión en sabiduría. A menudo parece que nuestra capacidad inherente para darnos cuenta
es oscurecida por prejuicios y patrones habituales. Cada nivel y cada clase presenta
enseñanzas y ejercicios que trabajan con los obstáculos para limpiar la visión cultivando el
poder purificador de nuestra sincronización y sabiduría naturales.
Niveles de percepción
Nivel I: Mirar: El mundo Fenoménico
El primer nivel de formación purifica nuestra percepción visual, trabajando directamente con los
elementos o formas del campo visual: color, luz y forma (textura, líneas y patrones). En este
nivel también asistimos al “flash de percepción” que da a conocer una presentación directa del
mundo fenoménico.

Nivel II: Ver: Apreciando el mundo fenoménico


En el Nivel II se explora el vasto y profundo mundo de la magia ordinaria redescubierta a través
de la práctica de mirar y ver.

Nivel II A: Punto en el Espacio


En la disciplina de ver hay una expansión de la conciencia sobre el espacio que rodea ese
enfoque más reducido en las asignaciones del Nivel I. Comenzamos a explorar las implicaciones
y conexiones. Descubrimos que cada percepción se expresa a través de un medio de espacio y
su resonancia. En esta fase de la formación se explora la relación entre la percepción y el
espacio. Al mismo tiempo comenzamos a estudiar ejemplos de otras tradiciones contemplativas
que también han descubierto la forma contemplativa básica de punto en el espacio.
Nivel II B: Campos de Percepción
Una vez que establecemos la disciplina de mirar y ver somos libres de explorar las dimensiones
abiertas del mundo fenoménico. Como esta orientación se hace más sentida, se vuelve más en
sintonía con las cualidades profundas del contacto, la comunicación y la expresión natural de la
visión clara. Esto trae relajación y aprecio: el ojo está conectado con el mundo y celebra esta
comunión visual. Las asignaciones en esta fase de la formación exploran las diversas
posibilidades de la visión contemplativa. Dado que hay un sinfín de campos de percepción las
asignaciones específicas orientan a algunas de las formas de visión contemplativa. Por ejemplo,
las exploraciones incluyen: la Vía de las Estaciones – con especial énfasis en la Magia Blanca –
la Vía del Invierno; el Haiku Visual; el Camino de las Flores y las Hierbas; Mundo Ordinario y
Mundo Personal; Impresionismo; el Cielo, la Tierra y el Hombre en los Paisajes; Las personas y
Otros Seres Sensibles; Belleza Metropolitana.

En esta fase de la formación cultivamos la sensibilidad de la mente contemplativa mediante el


estudio de las tradiciones, artistas y obras que participan de la visión Miksang. Por ejemplo,
junto con el trabajo de Chögyam Trungpa, consideramos la estética contemplativa de chinos y
japoneses, Monet y el impresionismo, Basho y el Haiku, el fotógrafo clásico Edward Weston. A
veces ofrecemos un curso separado – la Vía de Ver – para contemplar estas obras con más
profundidad.
Nivel III: Percibir: El Juego del Mundo Fenoménico
La disciplina de mirar y ver produce una sensibilidad estética sutil y profunda. Si bien esta
cualidad de ver es genuina, conserva una fidelidad sutil con una forma subyacente de valoración
contemplativa. La práctica de la percepción directa socava este sutil fundamento y punto de
referencia. Confiando completamente en el poder incondicional de la abertura de la percepción,
uno suelta los puntos de referencia y conecta con el mundo fenómenico tal como es. En la
percepción directa no hay espacio para la duda o la preferencia. Ver es creer. Con esta
confianza se entra en el juego de la forma y el caos de la percepción pura. Nada que añadir;
nada falta: cada percepción es una imagen de sí mismo.

Una vez más para fortalecer nuestra práctica de la percepción directa estudiamos los maestros y
exploradores del mundo fenoménico: Chögyam Trungpa; los últimos trabajos de Basho y
Weston; ejemplos de arte moderno y postmoderno.
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Miksang es una palabra tibetana que se traduce como “Buen ojo“. La


Sociedad Miksang ofrece una serie de programas, cursos y eventos que
presentan una forma de fotografía contemplativa. Esta escuela de fotografía
contemplativa reúne el arte de la fotografía, la disciplina de la meditación y
las enseñanzas de arte Dharma del maestro de meditación y erudito
Chögyam Trungpa.
En general, la meditación se refiere al estado de estar despierto: la
realización de la conciencia que nos permite conectarnos con la plena
realidad de nuestro ser. La meditación también se refiere a las prácticas de la
sincronización de mente y cuerpo que nos permiten cultivar ese estado del
ser.
En la fotografía contemplativa trabajamos con la sincronización del ojo y la
mente. Cuando el ojo y la mente están en el mismo lugar momento a
momento la viveza del mundo visual se manifiesta y se aprecia plenamente.
Esta manifestación es espontánea – un flash de percepción – la magia
ordinaria del mundo fenoménico. Cuando uno se conecta con la percepción
pura no hay lucha en la toma de una imagen fotográfica sincera y brillante
que se puede compartir con los demás.
Estos momentos de pura percepción y apreciación ocurren todo el tiempo,
pero a menudo los ignoramos y despreciamos. Sin embargo, vale la pena
reconocer y cultivar estos momentos, ya que nos recuerdan la apertura y
bondad inherentes de nuestro ser.

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los principales factores que componen la mirada contemplativa. La contemplación
estética es un estado de observación, reflexión serena, detenida, profunda e
íntima sobre la belleza, el arte y la sanación. Se escribe mucho sobre los
aspectos técnicos de la fotografía. Por otro lado, se escribe muy poco sobre cómo
trabajar con los ojos, la mente y el corazón para producir obras de arte, o cómo la
fotografía se puede utilizar para ampliar nuestra visión, nuestro desarrollo
personal, nuestra sanación y nuestra apreciación del mundo.

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El ojo y la mente de la cámara

Minor White
Mientras crea, la mente del fotógrafo está en blanco. Debería añadir que esta
condición se da sólo en casos especiales, principal­mente cuando se buscan
imágenes. Mientras el fotógrafo está en esta condición, hay algo que le
impide descaminarse, que le impide caer por las alcantarillas o incrustarse
contra los parachoques de camiones detenidos. Para aquellos que comparen
este «estar en blanco» con alguna especie de vacío estático, debo explicar
que es un «estar en blanco» especial. En realidad es un estado mental muy
activo, un estado mental muy receptivo, listo para en cualquier momento
atrapar una imagen sin tener, sin embargo, ninguna imagen preformada.

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Las funciones espejo y ventana

Durante los años que he estado gestando este trabajo, tuve una conversación
con Claudio Naranjo, mi maestro. Este trabajo se iba concretando en un título
que tenía en mente cuando hablé con él y que no le comenté. La fotografía:
una forma de conocerse. Sin que le dijera nada sobre el título, me dijo:
«Puedes llamarlo “La fotografía: una forma de conocimiento”«. El cambio
de la palabra “conocerse” por “conocimiento” supuso para mí una apertura
que iba más allá de los límites que le ponía a la fotografía. La palabra
“conocerse” se corresponde con el espejo y la palabra “conocimiento” con la
ventana. Estas son las dos funciones básicas de la fotografía meditativa.
El espejo refleja todo lo que tiene delante sin rechazar nada y sin enjuiciar. La
función de espejo de la fotografía lo que hace es reflejar al fotógrafo, o más
concretamente el estado mental del fotógrafo. En términos psicológicos se
llama proyección. El fotógrafo se proyecta en la imagen que fotografía. Su
mente y sus emociones las pone en el objeto que ha captado su interés. De
esa manera podemos conocernos mejor si tenemos la sinceridad y el
atrevimiento de aceptar lo que vemos en la imagen y reconocerlo como
nuestro. Para poder trabajar con la imagen de esta manera no debemos
enjuiciarla según nuestras normas de calidad fotográfica. Eso vendrá
después.
Delante de la imagen adopta una actitud de silencio y deja que la foto te
hable, que te diga cómo es. Tu solo escucha cómo es el objeto de la imagen y
el modo en que lo has fotografiado. Es agresivo, tierno, duro, seco, amable,
aislado, caótico?. Cuando veas la foto, pregúntate si tu sentías lo mismo en el
momento que la hiciste y si fue un sentimiento puntual o refleja de forma más
general este momento de tu vida. Posiblemente necesitarás hacer un acto de
fe y aceptar que todo lo que está en la imagen es tuyo. Ese acto de fe ayuda
a traspasar las defensas que ponemos para no reconocer aspectos que no
nos gustan. Se necesita ser valiente para verse realmente. Que yo soy
agresivo, triste o seco! Date cuenta de tu respuesta. Cuanto más a la
defensiva estés más importante es lo que has visto y más alejado está de tu
conciencia. Este camino te lleva a conocer tu ego y también aspectos
positivos de ti que desconocías. Es como cuando Alicia pasó a través del
espejo que se encontró con lo monstruoso y lo maravilloso.

La ventana nos pone en contacto con el mundo. Una casa sin ventanas es
una casa aislada, desconectada del exterior y en la que no entra luz.
Nuestros dos ojos son las ventanas que nos ponen en contacto con el mundo
visual. Los demás sentidos nos ponen en contacto con otros aspectos del
mundo como el auditivo, el táctil, el olfativo o el gustativo pero al que más
apropiadamente podemos aplicar el término de ventanas es a los ojos. Si en
la función espejo nos poníamos en contacto con nuestro interior, en la función
ventana es con el exterior con lo que nos comunicamos con el fin de poder
conocerlo mejor.
Luis Ochandorena

Para establecer esa comunicación a través de los ojos no necesitamos estar


al lado del objeto de nuestro interés para poder tocarlo. Nuestros ojos estarán
focalizados y centrarán nuestra atención en el objeto por lejano que esté, y
respecto a la técnica posiblemente usaremos un teleobjetivo. Esa
concentración en el objeto tiene como motivación básica la empatía que
sentimos hacia él.
La empatía es un estado mental y emocional en el que uno mismo se
identifica con el estado de ánimo de otra persona o ser para conocerlo mejor.
Aquí la palabra clave es la identificación. Cuando nos identificamos con un
álamo mecido por el viento, “sentimos” lo mismo que él. No es un acto de
nuestra imaginación sino que es un sentimiento de unión con el objeto. Para
poder hacerlo hemos de dejar de pensar en nosotros, de ser tan egocéntricos
como somos normalmente. Hemos de salir de nuestro pequeño yo y contactar
emocionalmente con el árbol. Así “sentiremos” lo que es tener raíces, tronco y
hojas y notar cómo las mueve el viento. Esa es la mejor manera de conocer al
árbol, no teniendo mucha información sobre los tipos de árboles, a qué
especie pertenece, etc…
Este estado de empatía no puede lograrse con el esfuerzo de nuestra
voluntad porque eso es producto de nuestro pequeño yo y para acceder a él
hemos de apartarlo. Sin buscarlo, algo atrapa nuestra atención sin que
podamos evitarlo. Es nuestra intuición, el aspecto no racional de nuestra
mente el que está en juego. Es como un rayo y se corresponde con un
aspecto de fuego. Chogyam Trungpa lo describe como una llamarada súbita
de intuición.
Estas son maneras simbólicas de transmitir una experiencia que no se puede
expresar con palabras. Esa llamarada coincide con el momento en que te
sientes unido con el objeto, en el que sois uno en lo más profundo y ahí
desaparece el pequeño yo.
“La energía dirigida a la foto por la proyección regresa por la empatía”.
Con esta frase, Minor White quería expresar el ciclo que se da entre la
proyección y la empatía. En la proyección ponemos cosas nuestras en el
objeto, nuestra energía, y con la empatía nos sentimos unidos con el objeto y
en ese momento recibimos su energía. Es una experiencia en dos direcciones
y una no anula a la otra. En las dos formas nos sentimos alimentados y
nuestra hambre visual queda saciada.
Normalmente no somos conscientes de nuestras proyecciones en las fotos y
no “recuperamos la proyección” por lo que no aumenta nuestro
autoconocimiento y nos sentimos vacíos. Tampoco se trata de salir a hacer
fotos con el pensamiento de qué estoy proyectando. Es un trabajo que hemos
de realizar a posteriori. En cambio el trabajo con la empatía es en el momento
de fotografiar. Antes de disparar la cámara, párate un momento y, con un acto
consciente, date cuenta de que estás delante de un objeto, posiblemente de
un ser vivo. No está ahí solo para que tu puedas hacerle una foto y luego
olvidarte de él. Una vez que ya hayas hecho las fotos que creas necesarias
dedícale una última mirada para despedirte.
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Cuando Henri Cartier-Bresson escribió: “La técnica es importante solo en la
medida en que debe dominarla para comunicar lo que ve. En cualquier
caso, la gente piensa demasiado en las técnicas y no lo suficiente en ver”
(Cartier-Bresson, 1999, pág. 38), lo expresó de modo correcto.

El principal órgano de la visión es el pensamiento; los ojos obedecen a


menudo a nuestras mentes, más que nuestras mentes a nuestros ojos.

Educar la forma, la manera en que pensamos y actuamos, depende de


muchos factores: el ambiente familiar de donde provenimos, las
experiencias sociales posteriores, la educación técnica adquirida mediante
la enseñanza, la inteligencia que poseemos y el estado de desarrollo de
nuestra inteligencia y experiencia emocional. También depende de millones
de continuas percepciones espaciales, perceptivas y sensoriales que
forman nuestra mirada estructural, nuestro juicio, nuestra mirada base.
Además, es cómo digerimos estas y cómo discernimos y distinguimos lo
válido, lo auténtico, lo real de lo trivial… lo no importante de lo superfluo.
Esto obedece a los sentimientos establecidos en nuestra mirada perceptiva
y a aquello que se constituye en nuestra “conciencia”. De aprender a
transformar nuestras emociones en actitudes mentales y a transferirlas a la
mente.

La conexión entre el budismo y la fotografía contemplativa puede no ser


obvia a primera vista, pero los budistas han estudiado la mente y el corazón
y han aplicado su entendimiento, comprensión y prácticas a los desafíos de
la vida durante más de 1500 años. El budismo también tiene ricas
tradiciones mediante las cuales expresa conocimiento, sabiduría y
realización a través de las artes.

Asimismo, el budismo se preocupa por la visión clara, porque la visión clara


es el antídoto definitivo para la confusión y la ignorancia. Lograr la
liberación de la confusión y la ignorancia es la razón de ser del budismo.

La visión clara es una preocupación principal para el arte de la fotografía,


porque es la fuente de imágenes vívidas y frescas, la razón de ser de la
fotografía.

La confluencia particular entre el budismo y la fotografía comenzó a


mediados del siglo pasado, cuando Chögyam Trungpa Rimpoché obtuvo su
primera cámara. Desde ese momento comenzó a explorar formas en que
este instrumento pudiera usarse para crear imágenes del mundo de la
forma: la apariencia desnuda de las cosas, antes de que se superpongan
con cualquier idea sobre lo que significan o lo que son.

Utilizó la fotografía y otras formas de arte para expresar la experiencia del


estado mental despierto. Estas enseñanzas presentaron la visión de que el
arte podría expresar las experiencias reales de la vida en cada momento.

En fotografía contemplativa trabajamos con la sincronización del ojo y la


mente. Cuando el ojo y la mente están conectados, concentrados en el
mismo lugar, la viveza y potencialidad del mundo visual se manifiesta
momento a momento y se percibe con plenitud.

Esta manifestación es espontánea, es un destello de percepción, es la


1
magia ordinaria del mundo fenoménico. Se fundamenta o construye sobre
tres niveles de percepción que siguen un camino contemplativo tradicional
de transformar la confusión en conocimiento y sabiduría.

A menudo parece que nuestra capacidad inherente de comprensión está


oscurecida por preconceptos y patrones habituales.
Cada nivel presenta enseñanzas y ejercicios que superan los obstáculos
para despejar la vista al cultivar el poder purificador de nuestra
sincronización y sabiduría natural.

El primer nivel de entrenamiento purifica nuestra percepción visual al


trabajar directamente con los elementos o formas del campo visual: color,
luz y forma (textura, líneas y patrones). En este nivel también atendemos el
“destello de percepción” que revela una presentación directa del mundo
fenoménico. Las tareas en esta fase de la capacitación exploran las
diversas posibilidades de la visión contemplativa. Dado que hay infinitos
campos de percepción, las tareas específicas se orientan a algunas de las
maneras de visión contemplativa.

La disciplina de mirar y ver desarrolla una sutil y profunda sensibilidad


estética. Si bien esta calidad de visión es satisfactoria y genuina, sigue
habiendo (en nuestra mente) un cumplimiento mecánico a nuestra
estructura mental y emocional.

La práctica de la percepción directa socava este sutil terreno y este punto


de referencia. Al confiar por completo en el poder incondicional de la brecha
de percepción (el espacio entre una percepción y otra), dejamos caer
puntos de referencia y nos conectamos con un prodigioso mundo,
portentoso y maravilloso en sus propios términos. En la percepción directa
no hay espacio para la preferencia o la duda. Ya que ver es creer, cada
percepción es una imagen en sí misma.
Cuando nos conectamos con la percepción pura, no hay lucha o división
interna para crear una imagen fotográfica excepcional (u obra de arte),
sincera, auténtica y brillante.

Esos momentos de pura percepción y apreciación ocurren todo el tiempo,


pero a menudo los devaluamos e ignoramos y, sin embargo, vale la pena
reconocer y cultivar esos momentos porque nos llevan a la apertura
inherente y la bondad intrínseca de nuestro ser.

Una vez que establecemos la disciplina de mirar y ver, somos libres de


explorar las dimensiones abiertas del mundo fenoménico. A medida que
esta orientación se vuelve más profunda y auténtica, uno se sintoniza
profundamente con las cualidades íntimas de contacto, comunicación y
expresión natural de una visión profunda y clara.

La creatividad es ilimitada

La creatividad con frecuencia nos parece un regalo poco común, algo


inusual, con el que pocas personas nacen o de alguna manera logran
adquirirla, pero la creatividad es accesible para todos.
La creatividad surge de manera espontánea de nuestra naturaleza básica
cuando estamos despiertos o abiertos a ella. Es algo por descubrir, no algo
a desear. No es un recurso escaso que se agota si lo aprovechamos, ya
que las posibilidades creativas son infinitas.

La mayor parte del tiempo estamos aislados de una visión limpia, del
potencial creativo de nuestro ser básico. Por el contrario, nos vemos
atrapados en cascadas de diálogo interno y emocionalidad no contenida.
Inmersos en pensamientos, sueños y proyecciones, fabricamos nuestras
versiones personales del mundo y habitamos en ellas como gusanos de
seda en sus capullos.

La fotografía se puede utilizar para ayudar a distinguir lo visto de lo


imaginado, ya que la cámara registra solo lo que se ve. No registra
fabricaciones o proyecciones mentales. Como dijo el fotógrafo Aaron
Siskind: “Miramos el mundo y vemos lo que hemos aprendido a creer que
está allí [lo que] hemos sido condicionados a esperar […] Pero, como
fotógrafos, debemos aprender a relajar nuestras creencias” (Siskind, s. f.).

La palabra “contemplar” puede significar pensar las cosas, pero cuando


usamos el término, estamos indicando un proceso de reflexión que se basa
en un nivel de inteligencia más profundo que nuestra forma habitual de
pensar en las cosas.

El significado raíz de la palabra “contemplar” está conectado con una


observación cuidadosa. Significa estar conectado con algo (generalmente)
en un espacio abierto. Este espacio se crea al soltar las corrientes de
actividad mental (el continuo mental) que oscurecen nuestra percepción y
conciencia natural.

Cuando la visión limpia y clara y la creatividad de nuestro ser básico se


conectan de manera directa, producen imágenes que son equivalentes
(este es el término que utiliza Alfred Stieglitz) a lo que vimos, o percibimos,
originalmente.

2
Lo que resonó dentro de nosotros en la visión original también resonará en
nuestra expresión fotográfica.

El fotógrafo convencional busca sujetos que se ajusten a plantillas


culturales, y obligado por estos conceptos de lo que es hermoso o
dramático o fuera de lo común, buscará escenas que se ajusten a ellos: una
puesta de sol dramática, una hermosa cascada, etc.

Debido a que estos conceptos desvían al fotógrafo del verdadero mundo de


la forma visual, se convierten en obstáculos, ya que distraída por los
conceptos, la visión se vuelve vaga, confusa y distorsionada. Con la
percepción nublada por imágenes mentales, es difícil para los fotógrafos
“rastreadores convencionales” ver completamente o con claridad lo que
están fotografiando, y es muy fácil pasar por alto todo lo que no se ajuste a
estas plantillas mentales o estructuras conceptuales. Así lo expresó Edward
Weston: “Cuando el tema se ve obligado a encajar en patrones
preconcebidos, no puede haber frescura de la visión. Seguir las reglas de
composición solo puede conducir a una tediosa repetición de clichés
pictóricos” (Weston y Bunnell, 1983, pág. 144).

Para nosotros, el enfoque más interesante de la fotografía enfatiza la


experiencia del ver. Es lo que Henri Cartier-Bresson describió como “poner
la cabeza, los ojos y el corazón en un mismo eje”.

Weston describió en sus diarios:

El “arte” se considera “autoexpresión”. Yo no trato más de “expresarme”, o de


imponer mi propia personalidad a la naturaleza. Trato, sin prejuicios, ni
falsificación, identificarme con la misma naturaleza, ver o “conocer” las cosas
como son, su esencia misma; lo que fotografío, no es una interpretación, ni mi
idea o concepto de lo que debiera de ser la naturaleza, sino una revelación,
una perforación de la cortina de humo proyectada artificialmente sobre la vida
por la neurosis, en un reconocimiento absoluto e impersonal (Weston, 1966,
pág. 221).
Los sistemas de representación son parte del proceso mediante el cual se
producen sentidos y se intercambia entre miembros de las sociedades.
Estos se construyen a través de los vínculos entre el mundo de las cosas
(gente, eventos, experiencias) y el mundo conceptual (conceptos mentales)
y los signos. Fluyen en determinados contextos históricos, sociales,
políticos y económicos.

Etiquetar las cosas como “bellas” o “feas” enmascara lo que son y parecen.
Cuando escogemos y elegimos de esta manera, todo lo que en realidad
vemos son las máscaras, las apariencias exteriores de las cosas, que son
nuestras propias fabricaciones, nuestros constructos mentales.

Vivir “artísticamente” en la terapia significa apreciar las cosas tal como son,
de una manera íntima e imparcial.

El sol brilla siempre, incluso cuando las nubes cubren el cielo. Nadie tiene
que hacer brillar el sol. La luz del sol se hace visible cuando el viento
elimina las nubes. Así, el arte y la creatividad surgen de nosotros
naturalmente, cuando se eliminan los obstáculos, la inquietud y la
preocupación de la mente, que la oscurecen. Este es el punto principal de
todo el esfuerzo contemplativo: no es necesario aprender a fabricar o
construir la creatividad; solo debemos aprender a eliminar las nubes que
evitan que se manifieste. Pero antes de que podamos aprender a eliminar
las nubes, debemos comprender su naturaleza.

Hemos mencionado brevemente la forma en que la preocupación y el


resentimiento oscurecen nuestra visión. Los estados mentales de juicio,
cínicos y enojados, nos separan de la riqueza de nuestro mundo y ocultan
la naturaleza del arte. Una mente irritada o enojada nos puede parecer
inteligente, o aguda, pero esta es una agudeza desconcertante, que carece
del discernimiento, intuición e inteligencia necesarias.

La posesión, el anhelo, la ambición y otras formas de deseo nos separan


del arte porque están vinculadas con proyecciones sobre “objetos de deseo
y posibilidades de realización”.

Al estar encadenados de esta manera, no estamos disponibles para las


percepciones ordinarias, de todos los días, y no hay, no queda espacio para
el juego de la creatividad. Por lo tanto, incluso el deseo de ser artístico y
creativo puede convertirse en un obstáculo cuando nos concentramos en
ello.

Un tipo diferente de obstáculo es nuestro discurso interno o continuo mental


que nos acompaña siempre desde el momento en que nos levantamos por
la mañana hasta el momento en que nos dormimos por la noche (incluso
reaparece en nuestros sueños). A veces es un monólogo y otras, un diálogo
interno. Esta “voz” siempre parece ser el observador que mira al mundo
exterior.

Pero lo que en realidad hace este discurso interno es llenar nuestra


capacidad, nuestro espacio mental, dejando muy poco lugar para la
creatividad y excluyendo la mayor parte de la comprensión y luz que
podríamos tener.

Al contrario de lo que parece, este “narrador interno” se asemeja más a una


persona charlatana y ciega que a un hábil observador. Ocasionalmente hay
una interrupción en el flujo del discurso interno y entra una nueva
percepción, pero cada vez que esto sucede, nuestro “narrador interno” se
abalanza con rapidez y sofoca, corta o anula esta nueva percepción,
envolviéndola en comentarios internos hasta que se pierde toda la posible
conexión y frescura.
Una luz, un toque de “conciencia”, aplicado en forma repetida, corta el
impulso de las emociones y nuestro diálogo interno, pero intentar
deshacerse de ellos solo nos lleva a más lucha, a más enfrentamiento.

La fotografía no es un proceso puramente mecánico. Hay que saber cómo


mirar, dónde apuntar la cámara y cuándo presionar el botón, y estos actos
dependen del ojo, la mente y el corazón.

Nota de autor

La psicoterapia contemplativa posee un enfoque basado en las fortalezas


que ayuda a las personas a identificar y a explorar el sentido innato del “no
saber sabiendo”, contribuyendo a identificar y a explorar el interior de
aquello que se sabe significativo e importante.

Es una disciplina que comprende el asesoramiento profesional, combinando


los puntos fuertes de la psicología occidental tradicional con la práctica de
la conciencia contemplativa. El psicoterapeuta contemplativo posee
formación en psicología, psiquiatría o psicoterapia, una formación integral y
experiencia como terapeuta. Nuestro enfoque enfatiza el valor de trabajar
para la transformación de la mente a través de las prácticas de la
percepción y la meditación (en todas las tradiciones) y la compasión como
un elemento fundamental y necesario para el cultivo de la propia cordura.
La psicoterapia contemplativa tiene una orientación neurocientífica teórica y
empíricamente validada, bien sostenida sin promover el sectarismo, una
técnica particular, o visión del mundo.

En referencia a su aportación práctica, la perspectiva de la terapia del arte


contemplativo invita a la evaluación abierta y la evaluación de los estados
de la mente, con sus diferentes patologías. Estos estados pueden servir
como posibles indicadores de categorías de diagnóstico clínico o
surgimiento espiritual.

La disciplina de la creación del arte, que ha sido la inspiración, nos hace


entrar en un camino auténtico, abriéndonos a una mayor comprensión del
“sí mismo” y “los otros”.

BIBLIOGRAFÍA
Adams, R. (1996). Beauty in Photography. Ensayos en defensa de los
valores tradicionales. 2ª ed. Nueva York: Aperture, 30.

Cartier-Bresson, H. (1999). The Mind’s Eye: Writings on Photography and


Photographers, 1st ed. New York: Aperture, 38.

Karr, A. y Wood, M. (s. f.). Viendo el mundo con ojos frescos.

Nathan L. (1966). Fotógrafos en fotografía: una antología crítica. Englewood


Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 97.

Siskind, A. (s.f.). PhotoQuotes.com

Szarkowski, J. (1973). Looking at Photographs: 100 Pictures from the


collection of the Museum of: Modern Art. Nueva York: Museum of Modern
Art, 194.

Weston, E. (1961). Daybooks. Rochester, N.Y.: George Eastman House,


221.

Weston, E. y Bunnell P. C. (1983). Edward Weston en fotografía. Salt Lake


City: P. Smith Books, 144.
1 Del término griego phainómenon (“lo que aparece o se manifiesta”). Con este
vocablo nos referimos fundamentalmente a la realidad tal y como se muestra
en la percepción. Todo objeto perceptible es fenómeno; la realidad perceptible
es la realidad fenoménica. Como podemos distinguir percepción externa y
percepción interna, cabe hablar de fenómenos físicos o cosas dadas a los
sentidos (vista, oído) y de fenómenos psíquicos o de cosas dadas a la propia
mente y que la mente encuentra en ella (sensaciones, percepciones,
sentimientos, deseos, actos de voluntad, pensamientos).
2 “Resonar” se refiere a esos micromomentos de conexión que
experimentamos cuando se da un momento de experiencia positiva a través del
amor, de entrega, que lo vivenciamos en nuestro interior, con la otra persona y
el medio.

[*]
Psicoterapeuta Transpersonal (Escuela Española de Terapia
Transpersonal, Madrid). Experto en Arte Terapia y Creatividad (Fundación
ICSE. Sevilla/UPC, Madrid). Educational Trainer (Coach) (SCC, Sydney,
Australia). Conducting Assessment (SCC, Sydney, Australia). Psicología
Gestalt (IPG, Madrid). Master en Cinematografía y Broadcasting
(Universidad de New York, NYU). Master en Fotografía (FOTOSKOLAN,
Estocolmo, Suecia). Licenciado en Bellas Artes (GFKUTS, Estocolmo,
Suecia).

Cómo citar este artículo:

Castellano, J. (2021). “La fotografía contemplativa y el camino de la


percepción”, Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, N° 9, pp. 5-9.

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