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El Delito de Usura. A Propósito Del Caso Eurolatina

El delito de usura. A propósito del caso eurolatina

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El delito de usura. A propósito del caso Eurolatina.

María Inés Horvitz Lennon*

I. Introducción
Con ocasión de una importante sentencia dictada por la Corte Suprema en 20131 que confirmó
la condena dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago por delitos reiterados de usura2,
abordaré las cuestiones jurídico-penales más relevantes en torno a esta figura delictiva surgidas
en el prolongado proceso seguido en contra de los dueños y ejecutivos de la empresa
denominada “Sociedad Eurolatina S.A”. En este caso se estableció judicialmente el abuso
reiterado y masivo de la situación de necesidad y debilidad económica de personas que,
requiriendo dinero para solventar necesidades básicas o urgentes no podían, sin embargo,
acceder al mercado formal del crédito, hallándose entonces obligadas a aceptar las condiciones
inicuas impuestas por un acreedor no sujeto a la fiscalización de la Superintendencia General
de Bancos e Instituciones Financieras3.
Uno de los pocos autores que ha dedicado alguna atención a este delito escasamente
tratado por la doctrina chilena ha sido nuestro profesor homenajeado, quien tempranamente
destacó el carácter supraindividual del bien jurídico protegido con el comportamiento
antinormativo descrito en el artículo 472 del Código Penal4 - identificándolo con el “comercio
y la economía” o “los intereses económicos generales”- a pesar de ubicarse sistemáticamente
dentro del título de los delitos contra la propiedad. Asimismo rechazó su inclusión en el
párrafo de los fraudes patrimoniales argumentando que “el consentimiento del interesado no
elimina la ilicitud del negocio, lo que termina de diferenciar esta infracción de casi todos los
delitos contra la propiedad”, añadiendo que en ella no hay “ni sustracción, ni destrucción, ni
engaño, ni abuso de confianza”.5 Con tales observaciones tomó partido en cuestiones que han

* Doctora en Derecho, Universidad Autónoma de Barcelona, Profesora Asociada del Departamento de Ciencias
Penales Universidad de Chile
1 Sentencia CS 23 de abril de 2013, Rol Ingreso Corte N° 177.539-2009. El fallo condenó a Pedro Elgueta

Cárcamo y a Marcos Elgueta Cárcamo como autores de los delitos reiterados de estafa y usura cometidos en
diversas fechas entre los años 1993 a 2000, a cumplir cada uno de ellos la sanción única de cinco años y un día
de presidio mayor en su grado mínimo (pena efectiva) y accesorias legales, y a Cristian Cisternas Aguirre a
cumplir una pena única de tres años y un día de presidio menor en su grado máximo (con remisión condicional
de la pena) y accesorias legales.
2 Llamativamente, en ella se condena además a los acusados por delitos reiterados de estafa (art. 473 CP),

apartándose de lo resuelto por la Corte de Apelaciones que sólo lo había hecho por delitos de usura. En este
trabajo no nos haremos cargo, sin embargo, de esta cuestionable decisión del fallo.
3 Se trataba de una empresa cuyo giro –préstamo de dinero- ni siquiera quedaba dentro de las prohibiciones

establecidas -en lo que resulta pertinente a nuestra materia- en los incisos primero y segundo del artículo 34 de la
Ley General de Bancos e Instituciones Financieras (DFL N° 252, de 1960), en su redacción a la fecha de los
hechos (1995 en adelante) y que contemplaba una sanción penal de presidio menor en su grado medio a máximo
(“Ninguna persona natural o jurídica que no hubiere sido autorizada para ello por otra ley, podrá dedicarse a giro
que, en conformidad a la presente, corresponda a las empresas bancarias y, en especial, a captar o recibir en forma
habitual dinero del público, ya sea en depósito, mutuo o en cualquiera otra forma. Ninguna persona natural o
jurídica que no hubiere sido autorizada por ley, podrá dedicarse por cuenta propia o ajena a la correduría de
dinero o de créditos representados por valores mobiliarios o efectos de comercio, o cualquier otro título de
crédito.”
4 Etcheberry, A. Derecho Penal. Parte Especial. Tomo III, Santiago, 1988, pp. 458.
5 Etcheberry, cit., pp. 458-459.

1
sido controvertidas por la doctrina comparada, entre ellas, la determinación del objeto tutelado
por este delito atendiendo a su estructura típica, distinta de la que comparten en general los
delitos contra la propiedad y el patrimonio. Tal controversia se mantiene entre nosotros, pues
incluso el proyecto de reforma de Código Penal más reciente, presentado a la Cámara de
Diputados en 2014, lo ubica dentro de los delitos contra el patrimonio y no como uno contra
el orden socioeconómico6. De allí que nos parezca oportuno revisar la discusión dogmática
habida sobre este delito indagando en sus orígenes y los modelos legislativos del derecho
comparado, para finalizar haciendo un breve análisis del fallo con el que comenzamos esta
introducción.

II. Antecedentes históricos y legislativos del delito de usura y modelos del derecho comparado
Tradicionalmente, el pensamiento cristiano occidental ha condenado la práctica de la usura,
que entonces se identificaba con el préstamo a interés7, del mismo modo que lo ha hecho el
islamismo8. Por el contrario, para el judaísmo la prohibición se establece única y
exclusivamente entre judíos, de acuerdo a la interpretación del precepto bíblico "no le darás a
tu hermano dinero a usura" (Levítico, 25, 36 y 37), que se reitera en el Éxodo y en el
Deuteronomio9. En su Política, Aristóteles afirma que el dinero es estéril, no produce nada, por
lo que es injusto exigir interés por una suma prestada. El estagirita consideraba la moneda
como útil para los cambios, pero rehusaba reconocerle capacidad productiva, pareciéndole
monstruoso que el dinero pudiera llegar a ser a la vez elemento y objeto del contrato 10.

6 Cfr. artículo 329 del citado proyecto, iniciado en Mensaje del Presidente de la República, Boletín 9274-07 (“El
que con abuso de la situación de grave necesidad, inexperiencia o falta de discernimiento de otro le suministrare
dinero o le otorgare crédito, recibiendo de él o aceptando su promesa de efectuar una contraprestación respecto
de la cual los intereses excedan el máximo convencional, será sancionado con prisión de 1 a 3 años.”). El título
VIII del Libro II del Proyecto contempla los delitos que atentan contra el orden socioeconómico.
7 Bajo Fernández, M.: Manual de derecho penal. Parte Especial (Delitos patrimoniales y económicos), Madrid, 1987, pp.

313 y ss.; Landrove, G.: El delito de usura, Barcelona, 1968. En la tradición cristiana, la prohibición del préstamo
con interés de puede deducir de multitud de textos del Antiguo Testamento, fundamentalmente del Éxodo, el
Levítico, el Deuteronomio y el Nuevo Testamento, aunque con cierta controversia, en este último caso. La
prohibición se mantiene en el tiempo y queda establecida en gran número de Concilios de la Iglesia primitiva
8 Cfr. Corán, Sura 2, aleyas 275 a 280, Sura 4, aleyas 160 y 161, y Sura 30, aleya 39 (“Lo que prestáis con usura

para que os produzca a costa de la hacienda ajena no os produce ante Alá. En cambio, lo que dais de azaque por
deseo de agradar a Alá….ésos son los que recibirán el doble”).
9 Deuteronomio, 23, 20-21; "No exijas interés alguno de tus hermanos, ni por dinero, ni por víveres, ni por

ninguna otra cosa que se suele prestar a interés. Puedes exigírselo al extranjero, pero no a tu hermano". El
Mercader de Venecia, de Shakespeare, recoge magistralmente esa tensión entre las diversas posturas, la favorable y
la contraria a la obtención de ganancia en el préstamo, a través del diálogo entre el cristiano Antonio y el judío
Shylock.
10 En el libro I de su Política, Aristóteles expone las diversas formas de economía y reconociendo la legitimidad

natural de la propiedad, en el sentido de que es imposible lograr el fin natural de la polis, vivir bien, sin los
elementos necesarios, distingue entre la economía doméstica, determinada por la naturaleza -concepto que, en opinión
de Aristóteles, abarca la conformación del patrimonio mediante la adquisición de cosas propias que satisfacen las
necesidades vitales, y que supone la adquisición y manejo de esclavos, el cultivo del campo, los negocios con
pequeñas ganancias o los trueques-, y la denominada crematística o arte de conseguir riqueza constituida por unas
actividades que no son naturales. Así, en opinión de Aristóteles, se dan relaciones ciertas entre la crematística o
arte de conseguir riqueza, y la economía doméstica, pero no se pueden identificar porque la crematística no está
de acuerdo con la naturaleza ya que parte del principio de que las riquezas no tienen límites, además no la enseña
la naturaleza con evidencia y por necesidad sino que aparece como producto de la experiencia y de la habilidad.

2
Consecuentemente, en su opinión la obtención de ganancias se relacionaba con la corrupción
moral, ya que del exceso de riquezas se pasa al exceso de placeres, desaprobando el
enriquecimiento al señalar que moralmente era mejor ser sinvergüenza que usurero11.
Estas ideas de Aristóteles fueron recogidas por la teología moral escolástica, lo que
determinó la condena del interés por el derecho canónico cuando no había justificación para el
aumento del dinero12. Los concilios de los siglos XII y XIII definen la prohibición como una
ley universal de la Iglesia conforme al Derecho natural añadiendo nuevas sanciones a las
preexistentes; así el de Letrán de 1139 estableció que las prácticas ilícitas de usura debían ser
consideradas infames para privar a sus ejecutores de los sacramentos y de la sepultura
eclesiástica, mientras que el posterior de 1179 dispuso que el usurero manifiesto no debía
recibir la comunión y, si perseveraba en esta actitud hasta la muerte no debía ser enterrado
cristianamente13. Penalmente, la usura fue calificada de infame aún antes de la dictación de la
sentencia; más adelante, se estableció la pérdida de la cantidad dada en préstamo, la cual solía
repartirse entre el prestatario y el fisco y además, en algunos reinos, podían ser condenados por
uno o dos años al destierro. Asimismo, los culpables eran castigados con la pena de
excomunión y con la nulidad de los testamentos dados por usureros notorios, exceptuando las
cantidades que hubieran sido legadas a obras pías14.
Con el advenimiento del protestantismo se hizo inevitable que las antiguas
prohibiciones de la usura fueran abandonadas y como signo de este cambio sobresalen los
planteamientos de Juan Calvino, para quien no era inmoral cobrar intereses15. A partir de ese
momento, la polémica en el ámbito mercantil ya no consistía en preguntarse si debía permitirse
el interés sino cuál era la tasa admisible. En los países protestantes se estableció un sistema de
intereses máximos considerándose usurarios únicamente aquellos que sobrepasaran el límite,
aunque éste no siempre se hallaba definido en la práctica comercial.
En España, el contrato de préstamo -y sus limitaciones- aparece regulado a lo largo de
su historia en diversos cuerpos legislativos16 siguiendo la tradición de las comunidades

Así expresa que, “[c]omo ya hemos dicho, hay dos clases de arte o ciencia de la riqueza: una que tiene por objeto
el tráfico y otra cuyo objeto es la economía, una es laudable y necesaria, aquélla censurada con razón, pues es
contra natura aunque proviene del beneficio de los cambios. Es muy justa la general aversión a la usura, porque da
una riqueza procedente de la moneda misma a la que se da un empleo que no es el suyo propio. Fue creada para
los cambios, y la usura la multiplica sin que haya cambio alguno, a eso debe la usura el nombre que se le ha dado.
El interés es el dinero del dinero; de todas las adquisiciones es la menos natural”
(http://biblio.jurídicas.unam.mx/libros/2/766/3.pdf, traducción de Nicolás Estévanez, p. 27).
11 Aristóteles, Ética a Nicómaco, citado por Gómez Rojo, M.E.: La historia jurídica del anatocismo, Barcelona, 2003,

p.10.
12 Sabater, I.: Préstamo con interés, usura y cláusulas de estabilización, Pamplona, 1986, pp. 26,29, 68 y ss., Landrove, El

delito de usura, cit., pp. 17 y ss. Sobre la situación de los préstamos a interés en el mundo romano, vid. Gómez
Rojo, cit., pp. 11 y ss.
13 Gómez Rojo, cit., pp. 28 y ss.
14 Gómez Rojo, cit., p.29. También, Otero Díaz, C: “Perspectiva histórica de la represión de la usura”, en Revista

de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, VIII, núm. 21 (1964), pp. 423-439.


15 Gómez Rojo, cit., p. 30. Cfr. Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, trad. castellana de Cipriano Valera,

Barcelona, 1968.
16 Fuero Juzgo, V, 5, leyes 2, 5 y 7; Fuero Real, III, 16 y 17; Novísima Recopilación, X, 1, 21. La Partida I, 6, 58 asimila la

usura a la herejía, simonía, perjurio, adulterio o sacrilegio, considerándola como pecado y sometiéndola al juicio de
las autoridades de la Iglesia. En el Ordenamiento de Alcalá de 1348 se estableció respecto de la usura un régimen para

3
cristianas medievales europeas. Con el desarrollo del comercio y el surgimiento del liberalismo
económico se fueron introduciendo medios para conciliar la necesidad práctica de los
préstamos a interés con la prohibición de la usura que continuaba haciendo la Iglesia17,
mediante, por ejemplo, interpretaciones laxas de textos bíblicos, calificando de forma distinta
los negocios mercantiles respecto del mutuo que era el único que quedaba expresamente
prohibido18. Progresivamente, moralistas y teólogos admitieron la licitud de exigir un módico
interés por razones extrínsecas al contrato siendo las principales, primero, el daño emergente –
en tanto el préstamo fuera la causa del daño, no se exigiera más que la compensación del daño
y que esta compensación se pactase desde el principio- y, luego, el lucro cesante, esto es, lo que
habría ganado el prestamista guardando su cosa o dinero para emplearlo en otro contrato
lícito19.
El artículo 771 del Código Penal de 1822 sancionaba penalmente, entre los delitos de
estafa, formas de abuso contractual con menores de edad o personas bajo interdicción judicial
por incapacidad física o moral, centrando el modo de comisión en el “abuso de la debilidad o
de las pasiones” de la víctima. El Código Penal de 1848, en su artículo 44720, castigó el abuso
únicamente respecto de menores de edad abarcando tanto el supuesto de cobro de intereses
usurarios realizado de modo directo como el encubierto bajo cualquier otra forma. La Ley de
14 de marzo de 1856 abolió toda tasa de interés pero la profunda crisis económica producida a
finales de siglo provocó el surgimiento de la figura del usurero, desarrollándose con tal
virulencia que debió revisarse por completo la regulación jurídica sobre la materia. Así se
promulga en 1908 la denominada Ley Azcárate21, promovida por Gumersindo de Azcárate,
que acabó con el régimen de absoluta libertad en la estipulación de intereses vigente a la
época22 y en cuya virtud se declaran nulos tres clases de préstamos usurarios: el estipulado con
un interés notablemente superior al del dinero y con manifiesta desproporción conforme las
circunstancias del caso; el leonino, aceptado por situación angustiosa, inexperiencia o
limitación de facultades mentales en el prestatario, y aquél en que se supone recibida mayor
cantidad de dinero que la entregada.
El Código de 1928 mantuvo en líneas generales la tipificación del delito de usura de los
Códigos de 1848 y 1870, añadiendo una presunción de abuso de inexperiencia del menor o

los cristianos y otro distinto para los judíos y los moros; en el primer caso se instituyó que el cristiano o cristiana
que diese sus bienes a usura sería castigado con la pérdida de la tercera parte de los mismos; si reincidía en esta
práctica, perdería la mitad de sus bienes y, si volvía a hacerlo por tercera vez, sufriría la detracción de la totalidad
de sus haberes.
17 García Arán, M.: “Sentido actual y contenido material de la incriminación de la usura”, en Revista de la Facultad de

Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, VI, 1983, pp. 275 y ss.


18 Gómez Rojo, cit., pp. 39-40.
19 Gómez Rojo, cit., pp.76 y ss.
20 Art. 447: “El que abusando de la impericia o pasiones de un menor, le hiciere otorgar en su perjuicio alguna

obligación, descargo o transmisión de derecho por razón de préstamo de dinero, créditos u otra cosa mueble, bien
aparezca el préstamo claramente, bien se haya encubierto bajo otra forma, será castigado…”.
21 La que se encuentra vigente hasta la fecha: sólo los artículos 2, 8, 12 y 13 fueron derogados por disposición

derogatoria única de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, que entró en vigor el 7 de enero de
2001.
22 Landrove, “Sobre una inadvertida…”, cit., p. 388; Bajo Fernández, cit., p. 314.

4
incapacitado23. Es el Código Penal republicano de 1932 el que introduce al ordenamiento
punitivo español un capítulo VI dentro del Título XIV sobre “Delitos contra la propiedad”,
denominado “De la usura y de las casas de préstamo sobre prenda”, en el que junto con la
inclusión –en su artículo 534- del tradicional delito de abuso de menor de edad amplía el
catálogo de ilícitos a dos figuras más de usura, aunque con penas privativas de libertad de
menor entidad. Así, el artículo 532 castiga con presidio menor en sus grados medio y mínimo y
multa al que “habitualmente se dedicare a préstamos usurarios”, mientras que el artículo 533
castiga con igual pena a quien “encubriere con otra forma contractual cualquiera la realidad de
un préstamo usurario aunque no exista habitualidad”24.
El Código Penal de 1944 mantuvo la regulación del código de 193225 y también lo hizo
el texto refundido de 197326. La reforma de 1995 simplemente no contempló un delito de
usura, lo que en la práctica significó su derogación del ordenamiento punitivo español, hecho
que ha pasado inadvertido por la doctrina española.
Durante su vigencia, Bajo Fernández rechazó la opción del legislador de 1932 quien,
descartando el modelo de la “usura subjetiva” consagrada en el Código de 1928, optó por la
figura de la “usura objetiva” recogida en la Ley de Azcárate de 1908, entendida como “(…)
aquélla en la que con pleno y válido consentimiento del prestatario se realiza un préstamo con interés
excesivo, siempre que en ambos casos concurriera la habitualidad o el encubrimiento exigidos
en la Ley”, aunque los tipos penales no lo expresen de ese modo.27 Sus observaciones críticas
se orientan en dos sentidos: uno de carácter social y otro político-criminal. Siguiendo a Sabater
afirma que en la medida que los bancos han asumido de modo preponderante la función
crediticia, el préstamo civil se reduce a una práctica “entre amigos”, entendiendo que “no
subsisten prácticamente prestamistas profesionales civiles (o usureros)”. Aludiendo a la Ley de
Azcárate, expresa que la regulación del contrato de préstamo ha caído en desuso porque ya no
responde a la realidad actual28, cuestionando el recurso al derecho penal respecto de quien

23 Art. 740: “El que abusando de la impericia o pasiones de un menor, le hiciere otorgar en su perjuicio alguna
obligación, descargo o transmisión de derecho por razón de préstamo de dinero, créditos u otra cosa mueble, bien
aparezca el préstamo claramente, bien se haya encubierto bajo otra forma, será castigado (…). Se presumirá que
hay abuso de la inexperiencia del menor o incapacitado siempre que el contrato se celebre sin la intervención del
padre, de la madre o del tutor. No eximirá de ninguna de las responsabilidades expresadas el hecho de que el
menor se atribuyere falsamente bienes, derechos o condiciones de edad o de otra clase que puedan influir en su
capacidad o responsabilidad”.
24 El Capítulo ya individualizado del Código también contempla – en sus artículos 534 y 535 - ilícitos contables y

de omisión de “resguardos” de préstamos, pero los castiga únicamente con pena de multa.
25 Artículos 542 a 546. El artículo 544, que tipifica la figura de abuso de menor de edad, fue modificado en su

redacción por el Decreto de 28 de marzo de 1963, lo que generó algunas perplejidades en el intérprete, aunque sin
que se alterara su estructura esencial (cfr. Landrove, G.: “Sobre una inadvertida modificación del artículo 544 del
Código Penal”, en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, 1981, fascs. II, III, pp. 387 y ss.).
26 Decreto 3096/1973, de 14 de septiembre.
27 Bajo, cit., p. 315 (el destacado en cursiva es del autor).
28 Bajo, ibíd., Sabater, cit., p. 70. La porfiada persistencia de las prácticas usurarias, especialmente en sociedades

con profundas desigualdades sociales y con mercados no suficientemente regulados o fiscalizados, contradicen los
juicios del profesor español. A ello se añade la legalización del anatocismo y de generosos límites a las tasas de
interés que pueden lícitamente cobrar los bancos e instituciones financieras. Más bien el problema ha radicado y
sigue estando en las dificultades que ofrece su persecución penal y prueba, por las sofisticadas formas de los
instrumentos económicos y jurídicos que permiten encubrirlas. Todos estos aspectos se ven confirmados en el
caso Eurolatina (infra. IV).

5
obtiene beneficios excesivos a través de contratos de préstamo, al estimar que los abusos en
esta materia deben resolverse a través de la legislación civil, con la declaración de nulidad de los
contratos usurarios29. Añade que el derecho penal debería castigar solamente aquellos
comportamientos que revisten mayor gravedad por el especial desvalor de acción de la
conducta, excluyéndose los casos en que hay usura objetiva, esto es, “aquéllos en los que con
consentimiento del prestatario simplemente se produce un interés excesivo o superior a lo que
resulta normal en el mercado, aun cuando hubiera habido habitualidad o encubrimiento”.30
El delito de usura, en el texto original del Código Penal chileno, siguió el criterio mixto
que identifica el desvalor de acción de este delito con el abuso del acreedor que se aprovecha
de alguna situación de gran vulnerabilidad de la víctima y la contumacia de su comportamiento,
al sancionar a “[e]l que habitualmente hubiere suministrado valores, de cualquier manera que
sea, a un interés que exceda del máximum que la lei permita estipular, abusando de la debilidad
o pasiones del que lo toma, será castigado con relegación menor en sus grados mínimo a
medio i multa de ciento a mil pesos”31. El modelo tenido a la vista por el legislador
decimonónico fue, sin lugar a dudas, el del código penal belga de 1867 que, en su artículo 494
contenía un tipo penal del todo idéntico32. A diferencia del legislador español de 1848, el belga
no restringió la modalidad abusiva a la víctima menor de edad y requería de habitualidad.
La exigencia de “habitualidad” proviene del ordenamiento jurídico francés, que ya por
una ley de 1807 y por otra de 1850, situaba el especial desvalor de acción de la usura en su
ejercicio habitual o profesional, mostrándose de esta forma la “mala costumbre y el designio de
hacer de ello un oficio”33. Hasta 1789, la legislación civil y canónica francesa prohibía
prácticamente toda estipulación de intereses en el préstamo de dinero, pero por decreto de 2
de diciembre de 1789 se la permitió fijándose por ley la tasa de que podía cobrarse34. El artículo
4° de la Ley de 3 de septiembre de 1807 ya mencionada estableció una pena de multa para

29 Bajo, cit., p. 316, citando también a García Arán, cit., p. 318.


30 Bajo, cit., p. 315 (el destacado en cursiva es del autor). Sin embargo, el autor español exige el consentimiento del
prestatario al analizar la estructura típica de los delitos de usura vigentes antes de su derogación, en 1995 (cit., pp.
316-317 y doctrina española citada). Estimo, como es evidente, que la confusión proviene no ya de la exigencia
del consentimiento en cuanto tal, sino del carácter y entidad de los vicios que puedan afectarlo por la situación de
necesidad económica u otros factores de debilidad de los cuales abusa o se aprovecha una de las partes
contratantes.
31 En la sesión 100, de 5 de julio de 1872, la Comisión Redactora abordó este delito, cuyo texto era semejante al

contenido en el Código Penal español de 1848. Consta del Acta respectiva que el comisionado Fabres “se opuso
al art. 461, que castiga al que abusando de la debilidad de un menor, le hace suscribir obligaciones a su favor,
fundándose en que la lei civil concedió recursos contra tales obligaciones, i permiten reclamar su rescisión o la
devolución de lo pagado en cuatro años después de la mayor edad. No hai razon segun esto, para que se pene un
acto que en ningun caso puede ocasionar defraudaciones, por lo cual se acordó suprimir el artículo. Con el mismo
número se aceptó el artículo siguiente, i se fijó como pena el presidio o relegacion menor i multa en cualquiera de
sus grados” (Actas de las sesiones de la Comisión redactora del Código Penal chileno, Santiago, 1873).
32 “Quiconque aura habituellement fourni des valeurs, de quelque maniére que ce soit, á un taux excédant l'intérêt

légal et en abusant des faiblesses ou des passions de l’emprunteur, será condamné á un emprisonment d’un mois á
un an et á un amende de mille francs á dix mille francs ou á une de ces peines seulement.”
33 Cfr. Carrara, F.: Programa de derecho criminal. Parte Especial, vol. IV, Ed. Temis, Bogotá, 1959, parágrafo 2386, p.

466.
34 Dalloz, P.A.: Jurisprudence du XIX siécle ou Recueil alphabétique des arréts et décisiones des Cours de France et des Pays-Bas

en matiére civile, criminelle, commerciale et administrative, Tome vingt-huitiéme, Bruxelles, chez H.Tablier, Libraire, 1832,
pp. 15 y ss.

6
quien fuese condenado de dedicarse habitualmente a la usura. Asimismo contempló una figura
agravada para el caso que se determinara procesalmente la existencia de fraude (escroquerie) por
parte del prestamista; en tal caso, junto con la multa el culpable de usura debía ser condenado a
una pena de prisión no superior a dos años35. Carrara rechazó el requisito típico de
habitualidad, argumentando que si la causa del castigo se sitúa en “la presión de la necesidad,
que oprime al que pide dinero en préstamo y hace en él menos libre la voluntad y más
vituperable en quien se lo presta el abuso de esas necesidades, esta situación lamentable por un
lado y vituperable por el otro, es idéntica en el que una sola vez presta con usura o en el que lo
hace varias veces”36.
Por su parte, el legislador toscano rechazó castigar las denominadas usuras
innominadas o simples, esto es, las que consisten en dar abiertamente dinero a un interés
superior al legal, pues para ello se consideró suficiente el derecho civil. Optó, en consecuencia,
por el castigo de aquellas formas de usura consistentes en encubrir o disfrazar las ganancias
ilícitamente pactadas con personas necesitadas, empleadas por los usureros para evitar la
persecución civil. De este modo reprimió, en el artículo 408 del Código penal toscano, el
denominado scrocchio, préstamo en el que se declara la recepción de una determinada suma de
dinero habiéndose recibido, no obstante, una pequeña parte del capital o cosas de muy escaso
valor, pero avaluadas en precios altísimos37. Esta modalidad se recoge, en la tradición española,
en la figura del encubrimiento del préstamo usurario y en el francés, en el suministro de valores
a un interés que excede al permitido por la ley, cualquiera sea la forma jurídica que aquél
adopte.

III. Configuración actual del delito de usura en el ordenamiento jurídico nacional: bien jurídico y estructura
típica.
La Ley 8.716, de enero de 1947, dio su redacción actual al tipo legal contenido en el artículo
472 del Código penal chileno, eliminando los requisitos de la habitualidad y del abuso de la
debilidad o pasiones de quien solicita el préstamo. El propósito perseguido por el legislador
nacional fue facilitar el enjuiciamiento penal y el castigo de este comportamiento punible
suprimiendo aquellas exigencias típicas que hacían difícil su prueba judicial. Consecuente con
ello, estableció la inexcarcelabilidad de los procesados por este delito y la facultad de apreciar la
prueba en conciencia. Asimismo, se sustituyó la pena de relegación por la de presidio38.

35 “Tout inndividu qui sera prevenu de se livrer habituellement á l’usure sera traduit devant le tribunal
correctionnel et, en cas de conviction, condamné á un amende qui ne pourra excéder la moitié des capitaux qu’il
aura prêtés á usure. S’il résulte de la procédure qu’il y a eu escroquerie de la part du prêteur il será condamné,
outre l’amende ci-dessus á un imprisonnement qui ne pourra exceder deux ans.”
36 Carrara, cit., parágrafo 2386, p. 466.
37 Carrara, cit., parágrafos 2389 y 2393 pp. 468, 470 y 471.
38 El texto introducido por la ley citada fue el siguiente: "Artículo 1.o reemplázase el artículo 472 del código penal

por el siguiente: "el que suministre valores, de cualquiera manera que sea, a un interés que exceda del máximo que
la ley permita estipular, será castigado con presidio o reclusión menores en cualquiera de sus grados. Condenado
por usura un extranjero, será expulsado del país; y condenado como reincidente en delito de usura un
nacionalizado, se le cancelará su nacionalización y se le expulsará del país. En ambos casos la expulsión se hará
después de cumplida la pena. En la sustanciación y fallo de los procesos instruídos para la investigación de estos
delitos, los Tribunales apreciarán la prueba en conciencia. Artículo 2.o: Agrégase al artículo 363 del Código de

7
A pesar de ello, y hasta donde llega nuestro conocimiento, no hubo condenas durante
todo el siglo XX, como tampoco monografías que efectuaran un análisis dogmático más
profundizado de esta figura delictiva, no obstante su habitual ocurrencia en nuestro país hasta
el día de hoy39. Las causas de la impunidad del delito de usura son las generales que afectan a
los delitos de cuello blanco40, y pueden ser de orden socio-cultural como estrictamente jurídico.
Así, por ejemplo, la menor desaprobación social y la mayor tolerancia hacia esta clase de
delincuencia, el miedo y admiración que generan los empresarios de prestigio o con posiciones
de poder en la economía, cierta homogeneidad cultural o comunidad de intereses con los
legisladores, quienes favorecen su inmunidad privilegiando soluciones no penales o sustitutivas,
o cuando se opta por la criminalización, rodeando la tipificación con requisitos de
procedibilidad o de difícil prueba. Por otro lado, los jueces se enfrentan muchas veces con
importantes dificultades teóricas para la subsunción de los hechos en los tipos penales, por lo
que a lo más suelen ver ilícitos civiles o administrativos41. Este último problema es
especialmente relevante en el delito de usura, por las sofisticadas formas jurídicas que puede
adoptar el negocio que encubre el cobro de intereses usurarios, característica que ha sido un
desafío permanente en la historia de su represión penal.
A las razones descritas se une la existencia de una forma de usura legal constituida por
la figura del anatocismo42, considerada a lo menos desde el siglo XVIII como una forma de
usura sobre usura43, pues supone siempre la ruptura de la equidad contractual44. El anatocismo,
que estuvo prohibido en el sistema legal chileno hasta 1974, hoy se encuentra legalizado
determinando que los casos de usura antijurídica tengan un impacto marginal en el contexto de
una economía capitalista neoliberal. En efecto, el anatocismo unido a la existencia de un límite

Procedimiento Penal el siguiente número:"7.o A los procesados por el delito de usura, a menos que por las
circunstancias atenuantes que concurran o por las que resten una vez compensadas ellas con las agravantes del
caso, el delito no deba merecer pena aflictiva".
39 Cfr. por ejemplo, http://www.revistadelconsumidor.cl/articulos/contenidos.Php?ID_Articulo=189;

http://www.senado.cl/hasta-5-anos-de-carcel-arriesgarian-quienes-cometan-el-delito-de-
usura/prontus_senado/2010-04-22/151541.html.
40 Son muchas las designaciones que, en distintos ámbitos, se le ha dado a la delincuencia de cuello blanco desde

que fuera enunciada por primera vez por Edwin Sutherland, en 1939, entre ellas, las de delincuencia económica,
profesional, de las empresas o corporaciones hasta más modernamente, y con otra impronta epistemológica,
criminalidad de los poderosos. Sobre el particular, vid. Queeney, R.:“The study of white collar crime: toward a
reorientation in theory and research”,Journal of criminal law, criminology and police science, N° 55, 1964; Friedrichs,
David: “Defining white collar crime: in defense of an inclusive approach”, en Helmkamp, Ball & Townsend
(eds.): Definitional dilemma: can and should there be an universal definition of white collar crime?, Morgantown, West Virginia,
1996, pp. 263-274.
41 Tiedemann, Klaus: “La criminalidad económica como objeto de investigación” (trad. Enrique Bacigalupo), en

Cuadernos de Política Criminal N° 19, 1983, pp. 171 y ss.


42 El anatocismo tiene lugar cuando una vez admitido el cobro de intereses- lo que históricamente no siempre ha

sucedido como se expuso en el apartado II de este trabajo- se acepta también que éstos, vencidos y no satisfechos,
se unan al capital originario para producir nuevos intereses, bien legal o bien convencionalmente.
43 Así, en el siglo XVIII, André del Vaux, doctor por la Universidad de Lovaina y profesor de Derecho canónico

de la misma, definió el anatocismo como la usura de la usura al comentar el Codex y considera ilícita su práctica
desde el punto de vista civil como canónico; misma postura de Pietro Scavini, vertida en el siglo XIX en su
Theologia Moralis Universa, vol. II, Milano, 1874, p. 428-429, nº 579, citados por Gómez Rojo, cit., pp. 60 y 63.
Gómez Rojo analiza con abundante bibliografía la historia de esta institución en nuestra cultura jurídica (Historia
jurídica del anatocismo, cit., passim.).
44 Gómez Rojo, cit., p. 77.

8
extremadamente laxo en la fijación del umbral máximo de interés que la ley permite pactar han
determinado que el negocio crediticio se haya expandido exponencialmente en nuestro país,
generando grandes utilidades y correlativo endeudamiento de los chilenos a la par que la
proliferación del negocio usurario45.
El texto definitivo del Código Civil y aprobado por el legislador de la época recogió la
prohibición del anatocismo en el original artículo 2.210 del Código Civil, el que señalaba: “[s]e
prohíbe estipular intereses de intereses”. Esta disposición fue modificada por el artículo 16 del
Decreto Ley N° 455 del Ministerio de Hacienda, de 1974, que estableció: “[n]o obstante, los
intereses de un capital proveniente de una operación regida por este decreto ley pueden
producir nuevos intereses, mediante demanda judicial o un convenio especial, con tal que la
demanda o convenio verse sobre intereses debidos al menos por un año completo (...)”. A su
turno, el Decreto Ley N° 1.533 de 1976 reemplazó la norma citada por la siguiente: “[s]e
prohíbe pactar intereses sobre intereses. No obstante, vencido el plazo estipulado, los intereses
correspondientes a dicho plazo que no hubieren sido pagados se incorporarán a la obligación
original, a menos que establezca expresamente lo contrario”. Finalmente, la Ley N° 18.010 de
1981, sobre operaciones de crédito y otras obligaciones de dinero, derogó el artículo 2210 del
Código Civil y estableció, en su artículo 9°, la regla actual: “Podrá estipularse el pago de
intereses sobre intereses, capitalizándolos en cada vencimiento o renovación” Y el inciso 3°
regula el anatocismo permitiéndolo “a menos que se establezca expresamente lo contrario”. Sin
embargo, la posibilidad de suprimir convencionalmente el anatocismo es mínima, pues en el
ámbito financiero se utilizan contratos tipos en los cuales no existe ninguna posibilidad de
negociar sus cláusulas. Los particulares no están en condiciones de discutir sobre tal
estipulación con un banco o institución financiera, limitándose sólo a aceptar o rechazar la
contratación, y ello porque el contratante más fuerte siempre impondrá sus condiciones al más
débil. Los numerosos casos de abuso en la concesión de créditos a personas económicamente
vulnerables en los últimos 20 años ha promovido la presentación de proyectos de ley para
suprimir esta figura, sin que hayan conseguido su propósito hasta la fecha46.
En este contexto social y jurídico no parece satisfactoria la tipificación de este delito en
el artículo 472 del Código Penal, que castiga a quien suministre dineros de cualquier manera
que sea más allá del interés máximo legal, pues por su recargado formalismo recoge, prima facie,
la forma más burda y obvia de usura, esto es, aquella en que se celebra un mutuo concordando
un interés superior al máximo que autoriza la ley, esto es, la usura simple. Por otro lado, no se
requiere expresamente -como lo hacía el tipo penal previo a la reforma de 1947- la
concurrencia de alguna modalidad abusiva por parte del mutuante, desvalor de injusto que
justifica el merecimiento de pena. Sin embargo, la doctrina unánimente lo sigue exigiendo,
como veremos en el siguiente apartado.

45
Cfr. http://www.bcentral.cl/publicaciones/recuadros/pdf/ief/2010/ief2010_1endeudamiento.pdf, también,
nota 41.

9
1. Bien jurídico protegido.
Suele afirmarse, por la doctrina nacional y comparada, que el bien jurídico protegido con este
delito es, primeramente, la propiedad o el patrimonio.47 Una primera cuestión controvertida
que surge de este planteamiento es el papel del consentimiento de la víctima, pues éste no
excluye la tipicidad del hecho ni tiene eficacia justificante, a diferencia de lo que ocurre con los
auténticos delitos contra el patrimonio, coherentemente con el carácter disponible de este bien
jurídico48. En efecto, la estructura del tipo legal de usura supone la participación de la víctima,
la que se expresa, precisamente, en su asentimiento a las condiciones del correspondiente
negocio, sólo que acepta una que se halla prohibida por el ordenamiento jurídico: la
estipulación de un interés por sobre el límite autorizado por la ley. Es evidente que tal
definición del comportamiento antinormativo contraviene el principio de ultima ratio y
fragmentario del derecho penal y no explica el merecimiento de pena de esta conducta. El
recurso al derecho civil o comercial pareciera suficiente para resolver el problema en un
sistema económico que presupone la libertad de contratación con los límites que impone el
orden público económico. Así, el artículo 8 de la Ley 18.010 establece que: “Se tendrá por no
escrito todo pacto de intereses que exceda el máximo convencional, y en tal caso los intereses
se reducirán al interés corriente que rija al momento de la convención o al momento en que se
devenguen los respectivos intereses, en el caso de las operaciones a que se refiere el inciso
primero del artículo 6º ter. En todo caso, cuando corresponda devolver intereses en virtud de
lo dispuesto en esta ley, las cantidades percibidas en exceso deberán reajustarse en la forma
señalada en el artículo 3°, inciso primero”. En el mismo sentido se orienta el artículo 2206 del
Código Civil.
Por ello tampoco satisface la posición de Etcheberry, quien niega que la usura sea un
delito contra la propiedad, oponiendo como primera razón que, a diferencia de los fraudes, ella
no exige perjuicio49, argumento que por sí solo resulta insatisfactorio pues podría tratarse de un
delito de peligro contra el patrimonio. En segundo lugar, se refiere a la irrelevancia del
consentimiento como un nuevo argumento para descartar la propiedad como bien jurídico
protegido, en tanto “no hay en ella ni sustracción, ni destrucción, ni engaño, ni abuso de
confianza”, señalando que el delito “está concebido en forma mucho más estricta y objetiva; se
ve en la usura un atentado contra los intereses económicos generales”50. Sin embargo, este

47 Así, la doctrina alemana mayoritaria, aunque el tipo penal de usura exige expresamente –como se verá-
modalidades abusivas por parte del autor; cfr. Kindhäuser, U., &291.2, en Kindhäuser, Neumann, Paeffgen (eds.)
Nomoskommentar, Band 3, 4.Auflage, 2013; también era la posición mayoritaria en España, antes de su derogación,
cfr. Bajo Fernández, cit., p. 316. En Chile, lo ha sostenido Garrido Montt, M. Derecho Penal, Parte Especial, Tomo
IV, 2° ed., Editorial Jurídica de Santiago, 2002, p. 393, aunque también añade –siguiendo a Bajo Fernández- la
libre voluntad del prestatario y –siguiendo a Orts y a Masnatta/Bacigalupo- la economía monetaria del país, con lo
cual no queda clara su posición y se desdibuja la utilidad de la función del bien jurídico en la interpretación de los
tipos.
48 Bajo Fernández, cit., p. 316. Garrido tiene conciencia de este problema al afirmar que “[e]l patrimonio resulta

lesionado con la usura, pero se considera que esto es relativo, toda vez que el patrimonio está integrado por bienes
disponibles, de consiguiente, si voluntariamente el prestatario acepta un interés excesivo, simplemente dispone de
sus recursos económicos, de manera que el derecho debe proteger algo más que el patrimonio (…)”.
49 Etcheberry, cit., p. 458.
50 Cit., p. 459.

10
autor no fundamenta de qué modo se afecta el comercio y la economía, ni tampoco en qué
consiste el desvalor de acción de una conducta llevada a cabo con el consentimiento de los
contratantes ni por qué no serían suficientes los remedios civiles o comerciales.
Tampoco parece de recibo la interpretación de este delito como uno contra la libertad
(tout court) del prestatario51. En efecto, el autor no interviene en el ámbito de libertad de la
víctima que es protegido jurídicamente, como sería por ejemplo un caso de contratación
forzosa. Una oferta de préstamo usurario cuyo rechazo por la víctima sólo la lleva a empeorar
su situación económica no puede ser vista como un atentado contra su libertad personal52.
Otra cuestión es que se afecte un ámbito específico de su libertad. En la doctrina alemana se
ha planteado la libertad de contratación (Vertragsfreiheit) como objeto de protección del delito,
en tanto en el ámbito socioeconómico debe garantizarse la libertad de oportunidades y la justa
distribución de los bienes en la economía53, bien jurídico que va más allá de la mera
consideración individualista patrimonial que suele ser la posición dominante en la doctrina.
Para este planteamiento, la usura es el paradigma de la perversión de tal libertad de
contratación y, por eso, en el derecho civil alemán constituye la encarnación del negocio
jurídico inmoral (art. 138, inciso 2°, del Código Civil alemán). La prohibición penal de la usura
no garantiza el derecho a participar en el mercado en condiciones justas, pero evita que las
debilidades de un contratante sean aprovechadas de un modo fuertemente abusivo. Como
consecuencia refleja de esta protección penal está la estabilización de las buenas costumbres en
el tráfico negocial, y no sólo moralmente, sino en el sentido del concepto jurídico de libre
desarrollo de la personalidad de cada participante en él54. Se trata de evitar, a través de la norma
de comportamiento prohibitiva, que la debilidad de una parte contratante aprovechada por la
otra conduzca a su propio enriquecimiento.
El deudor, debido precisamente a su situación de necesidad económica, no se
encuentra en condiciones de negociar, equitativamente, las condiciones del crédito, viéndose
obligado a aceptar los intereses excesivos exigidos por el acreedor. Existe por lo tanto una
severa restricción de la libertad de contratación del deudor que lo lleva a aceptar las
condiciones injustas impuestas por el acreedor. En este abuso de la debilidad económica del
prestatario radica el núcleo mismo del injusto, el desvalor de acción del delito de usura que
justifica el merecimiento de pena. La intervención penal del Estado se hace necesaria para
corregir las disfunciones del sistema económico y de la autonomía de la voluntad, la que no
pasa de ser una ficción en la realidad de un mercado en el que quienes participan ostentan
distintas y contrastantes posiciones de poder económico.
Si bien hay coincidencia que el patrimonio es un bien jurídico protegido siquiera
mediatamente con el delito de usura, éste no siempre será afectado, como sería el caso de un
empresario que, en una situación de necesidad acuciante para su empresa, acepte un préstamo
51 En este sentido, Scheffler, U.:”Zum Verständnis des Wuchers gem. &302a StGB”, en Goltdammer’s Archiv fúr

Strafrecht (GA)1992, 1, pp. 13 y ss.


52 Kindhäuser, cit., &291.I.7.
53 Kindhäuser, U. (2013), &291. I. 2. Entre nosotros, Garrido Montt señala que, entre otros, el objeto de

protección es la libre voluntad del que acepta el préstamo (cit., p. 393); en el mismo sentido, Bajo Fernández, cit.,
p. 317, aunque ninguno fundamenta su postura ni la concilia con su análisis dogmático del delito.
54 Kindhäuser, U.: “Zur Struktur des Wuchertatbestands”, en Neue Zeitschrift fúr Strafrecht (NStZ), 1994, p. 105.

11
usurario que le permita salvarla y pagar su deuda. Ello explicaría la habitual ausencia de
referencias al perjuicio en los tipos penales correspondientes y su configuración como un delito
de peligro abstracto para el patrimonio55.

2. Estructura de injusto
A pesar que no lo exige expresamente, y como lo hemos adelantado, la doctrina chilena
coincide en afirmar que el fundamento del injusto de este delito sigue radicado en el abuso de
quien presta dinero con cierta posición de poder dentro del mercado y, correlativamente, el
aprovechamiento de ciertas debilidades del prestatario. Así, Garrido Montt expresa que la
protección penal del prestatario se basa en su situación de inferioridad en relación al
prestamista: “es más débil su posición en el mundo económico y por ello el derecho establece
limitaciones a la fijación de intereses”56; por su parte, Etcheberry lo describe como el
aprovechamiento de “la extrema necesidad o urgencia de la contraparte” o explotación de “su
inexperiencia o credulidad”57. Como vimos con anterioridad, el abuso de las debilidades de una
de las partes permanece como un elemento no escrito del tipo, que al circunscribirlo y
restringir su ámbito de aplicación no atenta contra el principio de legalidad.
Recoge expresamente la exigencia de abuso, por ejemplo, el Código Penal alemán, cuyo
parágrafo 291 (1) abarca no sólo diferentes formas de aprovechamiento sino que, además, el
objeto de la acción recae en otros negocios, no únicamente el crediticio. Así, prevé una pena
privativa de libertad de hasta tres años o multa para quien, explotando la situación de
necesidad, la inexperiencia, falta de discernimiento o una relevante debilidad de voluntad de
otro acepta la promesa o recibe para sí o para un tercero ventajas patrimoniales por el arriendo
de lugares para habitar o de sus prestaciones accesorias, para la concesión de un crédito, para
una determinada prestación, o por la intermediación en alguna de las prestaciones señaladas
precedentemente, siempre que exista una gran desproporción respecto de la prestación o la
intermediación58. En un sentido análogo al alemán se pronuncia el derecho penal argentino59.
Los anteproyectos de 2005 y de 2013 de nuevo Código Penal exigen expresamente el
abuso por parte de quien otorga el crédito. El primero mantiene esencialmente la regulación
actual: “[e]l que suministrare valores a cambio de prestaciones económicas que en conjunto

55 Kindhäuser (2013), 1.9.


56 Garrido Montt, cit., p. 393.
57 Etcheberry, cit., p. 459.

58 Wer die Zwangslage, die Unerfahrenheit, den Mangel an Urteilsvermögen oder die erhebliche Willensschwäche

eines anderen dadurch ausbeutet, dass er sich oder einem Dritten 1. für die Vermietung von Räumen zum
Wohnen oder damit verbundene Nebenleistungen, 2. für die Gewährung eines Kredits, 3.für eine sonstige
Leistung oder, 4. für die Vermittlung einer der vorbezeichneten Leistungen, Vermögenvorteile versprechen oder
gewähren lässt, die in eimem auffälligen Missverhältnis zu der Leistung oder deren Vermittlung stehen, wird mit
Freiheitsstrafe bis zu drei Jahren oder mit Geldstrafe bestraft.
59 Art. 175 bis CPA, introducido por la Ley 18.934 de 1971: “El que, aprovechando la necesidad, la ligereza o la

inexperiencia de una persona le hiciere dar o prometer, en cualquier forma, para sí o para otro, intereses u otras
ventajas pecuniarias evidentemente desproporcionadas con su prestación, u otorgar recaudos o garantías de
carácter extorsivo, será reprimido con prisión de uno a tres años y con multa de 5.000 a 20.000 pesos. La misma
pena será aplicable al que a sabiendas adquiriere, transfiriere o hiciere valer un crédito usurario. La pena de prisión
será de tres a seis años, y la multa de 15.000 a 60.000 pesos, si el autor fuere prestamista o comisionista usurario
profesional o habitual”.

12
excedan del interés máximo que la ley permita estipular será castigado con reclusión o
reclusión menores en su grado máximo”60. Por su parte, el artículo 332 del Anteproyecto de
Código Penal de 2013, siguiendo el modelo alemán, contempla la siguiente figura: “[e]l que con
abuso de la situación de grave necesidad, inexperiencia o falta de discernimiento de otro le
suministrare dinero o le otorgare crédito, recibiendo de él o aceptando su promesa de efectuar
una contraprestación tan desproporcionada que sólo se explica por la especial situación de la
víctima será castigado con prisión de 1 a 3 años”. Finalmente, el artículo 329 del Proyecto de
Ley enviado por el Ejecutivo al Congreso en marzo de 201461 lo modifica en el siguiente
sentido: “[e]l que con abuso de la situación de grave necesidad, inexperiencia o falta de
discernimiento de otro le suministrare dinero o le otorgare crédito, recibiendo de él o
aceptando su promesa de efectuar una contraprestación respecto de la cual los intereses
excedan el máximo convencional, será castigado con prisión de 1 a 3 años”. Sin embargo, en
ninguna de las propuestas se contempla una cláusula agravatoria como la contemplada en el
Código Penal alemán, a saber: “[e]n casos especialmente graves, la pena privativa de libertad
será de 6 meses hasta 10 años. Un caso grave se producirá generalmente cuando el autor, (i)
través de su hecho conduce a otro a una situación de penuria o miseria económica; (ii) comete
el hecho de modo profesional, o (iii) se hace prometer ventajas patrimoniales usurarias. Estas
circunstancias concurrieron paradigmáticamente, como veremos, en el caso Eurolatina.
Como se ha destacado antes, el delito de usura presupone el consentimiento de la
víctima o prestatario a las condiciones del negocio incluidos, por cierto, los intereses usurarios.
Pero no basta, a nuestro juicio, el mero consentimiento del prestatario para que se configure el
delito: en tal caso nos hallamos frente a un mero ilícito civil. El medio comisivo y con ello el
desvalor de injusto de este delito –ubicado erróneamente en el párrafo de las estafas y otros
engaños- no es el engaño, sino el abuso de quien se aprovecha de ciertas circunstancias que
impiden a la víctima resguardar debidamente sus derechos o rechazar las condiciones inicuas
del contrato. En efecto, en situaciones de necesidad o desamparo económico, inexperiencia o
anomalía mental, la víctima no tiene la posibilidad de negociar las condiciones del crédito,
particularmente en lo que se refiere a los intereses. Otorgarle eficacia excluyente de
responsabilidad al consentimiento significaría, como se comprende, validar dicho abuso, el que
justamente se trata de evitar mediante la figura de la usura.
El comportamiento antinormativo consiste en “suministrar valores, de cualquiera
manera que sea, a un interés que exceda el máximo que la ley permite estipular”. La fórmula
“de cualquiera manera que sea” utilizada por el legislador busca incluir dentro del tipo todas las
formas contractuales complejas y sofisticadas que desde antiguo se emplean para encubrir la
usura. En esta línea interpretativa, Etcheberry sostiene que es indiferente la forma jurídica que
se quiera dar al negocio si con él se encubre el cobro de un interés usurario, como el cobro
anticipado de intereses o el abultamiento ficticio del capital o de las costas62. Garrido destaca
que es irrelevante la modalidad jurídica del pacto, señalando que “es posible ocultar una

60 Art. 315. Cfr. “Anteproyecto de nuevo Código Penal chileno de 2005, elaborado por la Comisión Foro Penal”,
en Política Criminal N° 1, D1, pp. 1-92.
61 Boletín 9.274-07, ingresado el 10 de marzo de 2014.
62 Cit., pp. 459-460.

13
operación de usura en un contrato de venta con pacto de retroventa, lo que sucede
corrientemente”.63 García Cavero, teniendo a la vista la regulación alemana, presenta como
ejemplo de usura la intermediación de créditos, en los que se carga al prestatario con costos
que exceden los que administrativamente resulten reales o razonables, puesto que en caso de
ser inexistentes o desproporcionados implican un beneficio injustificado para los
prestamistas64. Estos planteamientos atienden a la forma más tradicional y habitual de usura, a
saber, la que encubre el préstamo usurario a través de múltiples, nuevas e ingeniosas formas
contractuales y en que, junto a la situación de vulnerabilidad económica de la víctima, el autor
aprovecha su inexperiencia, ignorancia y falta de asesoramiento jurídico en la protección de sus
derechos y patrimonio65. La imputación subjetiva del hecho debe abarcar estos elementos. No
se exige la producción de un perjuicio patrimonial para la víctima y en tal sentido, este delito es
uno de resultado cortado.
El artículo 472 del Código Penal es una ley penal en blanco impropia, en tanto los
intereses que convencionalmente se pueden estipular en un contrato de mutuo o préstamo
están regulados en una ley especial, la Ley 18.010, de 27 de junio de 1981, sobre operaciones de
crédito de dinero66. Ya señalamos que el artículo 9 de la ley permite estipular el pago de
intereses sobre intereses, capitalizándolos en cada vencimiento o renovación. Por otro lado, el
artículo 6 de la Ley 18.010 establece un límite al cobro de intereses, a saber, el interés máximo
convencional, el que fue morigerado en diciembre de 201367 por considerarse muy oneroso para
el deudor.
Todas estas cuestiones fueron discutidas paradigmáticamente en el largo proceso
penal originado en las querellas por usura y estafa interpuestas por numerosos deudores de la
empresa Eurolatina. Seguidamente se expondrá el caso analizando los argumentos de los
distintos fallos que recayeron en la causa para finalizar con la sentencia de la Corte Suprema.

63 Cit., p. 394.
64 García Cavero, “La imputación objetiva en el derecho penal económico”, en Revista Internacional Derecho Penal
Contemporáneo, Nº 6, Bogotá, marzo, 2004, p. 157.
65
El artículo 543 del Código penal español vigente hasta la reforma de 1995 castigaba a quien “encubriere con
otra forma contractual cualquiera la realidad de un préstamo usurario…”. Ure, refiriéndose a la regulación
argentina que comprende una fórmula similar (“en cualquier forma”), señala que ella “abarca la totalidad de los
tipos de aprovechamiento usurario, desde el caso más simple y manifiesto de usura innominada hasta las formas
más complejas y sofisticadas de la usura encubierta” (Ure, E.: “El delito de usura”, J.A. Serie Contemporánea,
Doctrina, 1971, p. 503.
66 El artículo 2206 del Código Civil expresa que: “[e]l interés convencional no tiene más límites que los que fueren

designados por ley especial; salvo que, no limitándolo la ley, exceda en una mitad al que se probare haber sido
interés corriente al tiempo de la convención, en cuyo caso será reducido por el juez a dicho interés corriente.”
67 Hasta la dictación de la Ley 20.175 de 13 de diciembre de 2013, el inciso 4° de la Ley 18.010 establecía: “No

puede estipularse un interés que exceda en más de un 50% al corriente que rija al momento de la convención, ya
sea que se pacte tasa fija o variable. Este límite de interés se denomina interés máximo convencional”. La
redacción actual señala: “No podrá estipularse un interés que exceda el producto del capital respectivo y la cifra
mayor entre: 1) 1,5 veces la tasa de interés corriente que rija al momento de la convención, según determine la
Superintendencia para cada tipo de operación de crédito de dinero, y 2) la tasa de interés corriente que rija al
momento de la convención incrementada en 2 puntos porcentuales anuales, ya sea que se pacte tasa fija o variable.
Este límite de interés se denomina interés máximo convencional.”

14
IV. El caso Eurolatina
Eurolatina era una sociedad cuyo giro único era otorgar créditos a personas que no podían
recurrir al sistema financiero formal debido a sus antecedentes comerciales o personales, esto
es, a su falta de capacidad de pago. La empresa sólo requería, para la concesión del crédito, que
cumplieran con el requisito de ser dueños de un inmueble sobre el cual se pudiera constituir
primera hipoteca para garantizar el pago del préstamo, suscribiéndose luego un pagaré por una
cantidad de cuotas que comprendían el capital y el interés máximo convencional. Del monto
del préstamo se descontaban los denominados “gastos operacionales”, los que en algunos
casos alcanzaron a constituir el 25% del monto del crédito, comprendiéndose entre ellos la
tasación de los inmuebles. Las cuotas representaban un porcentaje significativo de los ingresos
mensuales de los deudores, razón por la cual caían en mora tempranamente, esto es, con el
vencimiento de las primeras cuotas. Ante la demanda ejecutiva presentada en su contra, y con
el fin de evitar el remate de su propiedad, algunos deudores reprogramaban su deuda,
suscribiendo un nuevo pagaré que comprendía el saldo de la deuda anterior -incluyendo en el
cálculo de esta última, los intereses futuros no devengados, los intereses moratorios y los
gastos de cobranza extrajudicial- y nuevamente el interés máximo convencional. Por
desconocimiento de la ley y movidos por el apremio económico, firmaban los nuevos pagarés
sin pedir una liquidación de la primitiva deuda a fin de adquirir un conocimiento preciso de la
forma en que se determinaba la nueva deuda. Como era previsible, ante cuotas por montos
muy superiores a las de la deuda que no había podido pagar previamente, volvían a caer en
mora y se repetía el modus operandi hasta el remate el inmueble hipotecado, el que en muchos
casos era adjudicado a la misma Eurolatina o a alguna de sus empresas relacionadas.
Si bien la sentencia de primera instancia absolvió a los procesados de los delitos
imputados, la Corte de Apelaciones de Santiago revocó dicho fallo y dio por probadas dos
formas de exceder el interés máximo que la ley autoriza convenir en cualquier préstamo u
operación de crédito de dinero. La primera consistió en el cobro de la tasación de los
inmuebles hipotecados, gestión que en ninguno de los casos se ejecutó realmente, y la segunda
se llevó a cabo por la vía de la reprogramación de las deudas, incorporando a ellas, a través de
la cláusula de aceleración, los intereses no devengados o futuros.
Con relación a la primera modalidad usuraria, el fallo individualizado señaló que,
“(…) la tasación de los bienes que han de ser objeto del remate o de otra avaluación
constituye una institución tendiente a dar al deudor las garantías de un precio justo
a obtenerse de la subasta, al mismo tiempo que implica una solemnidad de orden
público, desde que el precio fijado para el inmueble ha de ser la base sobre la cual el
órgano jurisdiccional procederá judicialmente al remate. De allí entonces que la
cantidad cobrada por EUROLATINA a los mutuarios a título de costos de
tasación carezca de todo sustento y legitimidad, desde que la tasación, o no se
practicó en absoluto, o supuestamente se la hizo por el cónyuge de unos de los
socios de EUROLATINA y por el administrador del otro socio de la misma,
ambos carente de todo oficio público, como indica el sentido natural y obvio del
término tasador, y ambos carentes de conocimientos tanto prácticos como
jurídicos en ello, de manera que no ha constituido sino un cargo encubierto que ha
15
surtido en el fondo los efectos de un “interés” que ha excedido con creces el monto
del capital, sin considerar los otros supuestos gastos descontados indebidamente
antes de entregar al mutuario una cantidad que en ningún caso fue aquella
determinada aritmética y materialmente en el respectivo Pagaré;” (considerando
trigésimo tercero)68
Recurriendo al profesor Etcheberry, el considerando trigésimo sexto del fallo
afirma la concurrencia en la especie de todos los elementos del injusto de usura y establece que
la empresa excedió de modo ilegítimo el máximo de los intereses que correspondía aplicar al
capital efectivamente entregado a los mutuarios. Señala que la expresión “de cualquier manera que
sea” utilizada por el legislador refuerza la idea de que “lo que se quiere castigar es la usura económica y
no la usura jurídica”. Afirma que “es indiferente la forma jurídica que se quiera dar al suministro
usurario si en el fondo se encuentra un interés excesivo: “cobro anticipado de intereses”,
“abultamiento ficticio del capital”, usura de compra con retroventa, etc.” En una nueva cita de
nuestro homenajeado69, concluye diciendo: “(…) la facilidad con que la usura puede disfrazarse, las
precauciones de los usureros y el arma poderosa que estos tienen en los cheques en blanco o en garantía”, han
movido al legislador a establecer con respecto a este delito “la apreciación de la prueba en
conciencia”. La severidad de la ley queda también de manifiesto en el texto del artículo 472 con la
imposición de penas accesorias para los extranjeros y nacionalizados que cometan estos delitos:
“aquéllos son expulsados del país, y éstos, si reinciden, sufren la cancelación de su carta de nacionalización y
también son expulsados”.
La sentencia analizada también se pronuncia sobre los abusos cometidos en la
determinación de la situación de mora, en la aplicación de la cláusula de aceleración y en la
incorporación a la deuda de partidas indebidas, afirmando que ello constituye también otra
modalidad de comisión del delito de usura.
“Que, si bien la “Cláusula de aceleración” faculta al acreedor para anticipar el cobro de
todas las cuotas aún no vencidas de un mutuo concedido para ser pagado
sucesivamente en el tiempo, e incluso para imponer a cada cuota futura el interés
que se encuadre dentro de los márgenes y limitaciones legales, al entablar demanda
para el cobro de las cuotas impagas no puede sin embargo el acreedor, no obstante
la Cláusula de aceleración, cobrar los intereses de cada cuota, desde que éstos aún
no se han devengado, y desde que la aceleración solamente tiene por objeto la
anticipación del pago del capital restringidamente. Los llamados “gastos
operacionales”, en la medida en que no se les haya determinado en cuanto a su
naturaleza y monto, no forman parte del capital ni de monto alguno a cargo del
deudor o mutuario, por lo que en suma y en esencia sólo tiene la significación de un
interés indebido que se ha adicionado de modo irregular e ilegítimo al capital.
Además, y si, como consta en determinados casos particulares se ha acreditado que
el mutuario ha intentado pagar una cuota negándose la Sociedad acreedora a
percibir su monto, ha incurrido en un acto propio de renuencia al pago que no puede servir de

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soporte ni base alguna para considerar impaga la cuota respectiva, ni menos como un antecedente
para acelerar el pago de las cuotas sucesivas;” (considerando trigésimo primero)70
En este punto el fallo reprocha que, en las demandas ejecutivas presentadas por Eurolatina
ante los tribunales civiles, el cálculo de la deuda se hiciera incorporando los gastos
operacionales como capital que genera intereses; que una vez producida la mora y hecha valer
la cláusula de aceleración, se capitalizaran todos los intereses, inclusos los no devengados y
además los moratorios; y que existiesen casos de renuencia a recibir el pago o abonos por parte
de Eurolatina los que, sin embargo, no impidieron la presentación de las correspondientes
demandas ejecutivas.
La Corte Suprema confirmó la mayoría de estos juicios en su sentencia de reemplazo,
que anuló el fallo de segundo grado en virtud de un recurso de casación interpuesto por uno de
los condenados, en los siguientes términos:
“En cuanto al delito de usura, este tópico ya ha sido analizado y resuelto en las
consideraciones que se han copiado del fallo de alzada anulado en esta misma fecha
y que se tienen por reproducidos, a los que sólo resta agregar que se ha tenido por
cierto en el proceso, en primer término y en relación a la tasación de los inmuebles,
que aquéllas no fueron practicadas o las realizadas no se ajustan a los parámetros
normales que dicha gestión implica, de donde se sigue que se trata de un cargo
encubierto que ha surtido los efectos de un interés que ha excedido el máximo que la
ley permite estipular e incluso, con creces, el monto del capital.”
“Luego, si bien es cierto que el descuento de tales gastos fue autorizado por los
clientes de Eurolatina, su consentimiento se prestó para descontar gastos
procedentes, que es lo que se verifica en el comercio usualmente, pero no para
hacerlo respecto de gastos irreales que encubrían el cobro de sumas injustificadas.
No obstante, no debe dejarse de tener en cuenta que en el delito de usura la
víctima acepta de manera consciente los altos intereses porque su aflictiva
situación financiera le impele a obrar de ese modo, y que, por otra parte, el
prestamista puede imponer los intereses excesivos porque tiene en cuenta esa
realidad, los que incluso, frecuentemente -al menos en parte- es consecuencia de
los créditos previos.”
“Por otra parte, la capitalización de intereses no devengados en una reprogramación de
crédito constituyó una de las formas de exceder el interés máximo convencional, lo
que ha sido avalado con los informes periciales descritos en el proceso, de modo
que es un hecho establecido que en la operatoria de Eurolatina la aceleración de las
deudas no se hacía sólo respecto del capital e intereses vencidos y capital adeudado
pactado y vigente, sino también, respecto de los intereses aún no devengados de las
cuotas aun no vencidas y aceleradas, lo que condujo, conforme a las palabras no
desvirtuadas del perito, a una capitalización contraria al espíritu de la legislación y,
en exceso, al anatocismo permitido.”

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El destacado es de la sentencia

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“Así, al hacerse las reprogramaciones de los créditos tuvieron lugar incrementos
indebidos de las deudas, lo que llevó a triplicar y hasta cuadruplicar las obligaciones
originalmente contraídas por los clientes de Eurolatina y actuales querellantes, lo que
se enmarca dentro de la figura del tipo de la usura.”
“Estos hechos no se desarrollaron por error respecto de uno o algunos deudores,
puesto que se enmarcan dentro de un procedimiento definido y fraguado con la
finalidad de alcanzar los bienes de los deudores con una evidente intención de lucro
ilegítimo. Por tal razón constituyen el delito de usura previsto en el artículo 472 del
Código Penal.” (considerando segundo)71
Como se observa, el máximo tribunal también consideró una modalidad del delito de usura la
circunstancia que, con ocasión de la mora, se hiciera operar la cláusula de aceleración contenida
en los pagarés y se incorporara a la deuda acelerada no sólo el saldo de capital pendiente de pago
por la existencia del plazo, sino también todos los intereses futuros, esto es, los que al momento de
la mora no se encontraban devengados, infringiéndose de este modo la Ley 18.010. En efecto, si
bien el inciso 3° del artículo 9 del cuerpo legal recién citado permite incorporar los intereses
correspondientes a una operación vencida que no hubiesen sido pagados, esta disposición debía
ser interpretada de modo armónico y sistemático con aquélla que indica que en las operaciones de
crédito de dinero “los intereses se devengan día por día” (artículo 11, inciso 2º, Ley 18.010). Es
decir, el no pago de una de las cuotas de un pagaré hace exigible, vía cláusula de aceleración, el
total de la deuda pudiendo incorporarse a ella, por consiguiente, el saldo del capital y los intereses
devengados hasta el momento del pago efectivo, pero en ningún caso pueden incorporarse a
dicha deuda los intereses futuros no devengados.
Este procedimiento se utilizó también en la reprogramación de las deudas que muchas
víctimas consintieron para evitar el remate de su propiedad hipotecada, y que el tribunal
consideró como un nuevo crédito y, por consiguiente, un nuevo suministro de dinero. Sin
embargo, tal nuevo crédito no se aplicaba al prepago de la deuda renegociada en los términos
establecidos en el artículo 10 de la Ley 18.010, sino considerando como capital la deuda
primitiva acelerada, fijándose el monto correspondiente del capital en unidades de fomento,
sobre el cual se estipulaba nuevamente el interés máximo convencional por determinado plazo.
De allí que no resultaran sorprendentes los montos exorbitantes que terminaban adeudando las
víctimas, incluso después del remate de sus inmuebles72.
Es indudable que este caso sienta un importante precedente en el ámbito del análisis
dogmático del delito de usura y plantea los desafíos que debe abordar una propuesta de lege
ferenda.

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A modo de ejemplo, en el caso de un pagaré por $2.300.000.- otorgado a una mujer en octubre de 1995, de
los cuales $291.600 correspondieron a “gastos operacionales”, por lo que sólo recibió efectivamente la suma
de $2.008.400.- terminó rematándose su propiedad en marzo de 2000, inmueble que no alcanzó a cubrir la
deuda liquidada por Eurolatina, que ascendió a UF 1.172,92 después de dos reprogramaciones, esto es, la
suma de $17.762.548.- determinándose un exceso en el cobro de intereses de $14.390.399.

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