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BELLOC Napoleon La Batalla de Friedland

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volución y Napole6n, se habían dado cuenta, mediante el

genio de Pedro el .Grande, de la existencia ?e al~o nuevo


que era, y sigue Siendo, al cabo de otros cien anos, muy
distinto de nosotros.
¿No se podía prescindir de aquel elemento nuevo deján-
dolo allá en el este, en sus desconocidas y mon6tonas llanu-
s con su rito, su música y su espíritu propio? Que no
:: 'podía prescindir lo habían probado en parte Austerlitz
la alianza entre el zar y lo que quedaba del Sacro
EYLAU: FRlEDLAND i río Romano. Pero ya que Austerlitz había logrado lo
mpe había logrado, y que Jena había puesto el sello al
Con Jena, y con las ,consecuencia.s .de le.n.a, ~~recían ase- ~:nto de regenerar Europa, ¿no se podía dejar de lado a
guradas la paz napoleonica y la VIeJa clviliza~lO~ europea.
Rusia?
La victoria se había producido sobre el excentnco y pe~- La respuesta a esa pregunta encerraría el futuro del gran
turbador cuerpo que desde los días del gran Femand~ ha~}la rimento. Rusia no podía ser conquistada, y menos que-
laborado por la disgregación de Europa, pero habla, s.ldo ~~soldada al resto del oeste; Rusia no podía formar parte
lograda en el centro de la verda.dera cultura gerrnamca, de la definitiva unidad europea y de la paz final, que
cerca de aquella Weimar cuya glona era Goethe, que tan:o bajo la superficie y los instintos de los hombres, constituían
aplaudía la idea imperial; y podía esperarse que, después la médula de aquellas guerras. ¿No podía Rusia seguir su
-de Jena, la Cristiandad (aunque en aquel tiem~ fuer~ un vida y dejamos a nosotros la nuestra? La contestación a
término imperfectamente comprendido) avan~a~a hacía la esa suprema pregunta era "no". Pero un "no" con muchos.
unidad y quedaría al fin renovada. Mas subsls,ha algo ~u.e matices y muchas posibilidades de convertirse en un "sí".
como problema era incierto pero que no, podía s~r elimi- Había de venir un período de unos años en que el primer
nado por los mismos métod.os que hablan servido para "no" contundente a aquella pregunta -la evidente determi-
eliminar los mal ajustados remos del oeste: quedaba pen- nación de Rusia de pesar con sus fuerzas contra Napole6n-
-diente Rusia. iba a convertirse en su "sí". Había de venir un período
Su religión cristiana no parecía pertenecer, a nuestra cris- de unos años, breve intervalo ilusorio, en que parecería
tiandad tanto tiempo hacía ya que se hablan separado la que Rusia se mantendría distante de los reyes y de las.
iglesia griega y la romana, tanto trágico accidente pagano aristocracias de nuestra Europa, y que aprobaba nuestra re-
había ocurrido para divorciarlas. generación y permitía que siguiera el proceso de nuestra
La enorme masa compacta de Rusia al este, su nueva unificación.
magnitud y su nuevo desafío al oeste, su contras.te ~on el Después de ese período se volvería a pronunciar el "no",
-oeste su nuevo contacto con el oeste cuya apanencla ex- y Rusia desafiaría y sería desafiada hasta que bajo su peso
terna' el genio de Pedro el Grande le había obligado a se rompería el plan de Napoleón y, al parecer, las posibi-
imitar, pero cuya alma no había adquirido ni quería adquirir, lidades de una Europa unida desaparecerían para siempre.
tenía apenas un siglo de antigüedad. Se re~ontaba,. ~so Entretanto, el primer "no" a la gran pregunta fué el
sí, de generación en generación, hasta los pnmeros m~slO- guante que arrojó Rusia después de Jena, y ni aquel "no"
neros griegos que se habían puesto en contacto con las tribus sería retirado ni le sucedería un "sí". La intromisi6n de
scytas mucho más de mil años antes, pero como algo vívido Rusia no iba a pasar a ser un acomodo hasta que terminara
en la mente de Europa no tenía más de cien años de anti- la campaña de Eylau y de Friedland, que fué la victoria que
güedad. La Reforma no había llegado hasta Rusia, porque movi6 al zar a intentar un arreglo permanente.
la Moscovia del siglo diecisiete era un mundo muy distante. Rusia no había concertado la paz. El rayo de Austerlitz.
:Sólo el siglo dieciocho, cuya conclusión habían sido la Re-
23.
238
ejércitos ; sus frutos habían sido la ren-
había rechazado s~~ c~s per¿ el otro emperador, el zar, ~o grarla mediante la razón, podía ser impuesta por la fuerza
dición de losd~;s ~ sd torpeza se debió el que Austerlitz de las armas.
se había ren Ihabí sido 'pero Austerlitz no pudo aplas- Dos ejércitos rusos se movieron en la nueva tentativa, uno
fuera lo qude a llatar a' Moscú o a San Petersburgo como mandado por Bennigsen; otro, muy atrás, al mando de Bux-
1
tar o, no P" do ap as . 1 h cian
Vierta Las inmensas distancias as a 1 hovden. el primero, de cerca de cincuenta mil hombres; el
I bl aplasta o al. . t b
ia la . . las nían fuera de alcance. RUSIa es a a segundo de treinta y seis mil. Detrás quedaba una reserva
intang1bles Yra mo~rse y continuar la lucha, para ~ro~ar de cincuenta mil en la orilla del Niemen. El Emperador
prepa~ad; ~: de Jena no debía ser definitivo y que, SI bien podía disponer ~e fuerzas sup.eriores para oponérselas. Con-
que e ~ ec dido restaurar Viena en 1805, podía al menos tando ciertos aliados germámcos, contando las entusiastas
no habla po lí 1806 El juramento había sido pronun- levas polacas (y ya hemos visto cuánto más partido hubiera
r~stdaurar l~era:n: conc~rtada ante la tumba de Federico podido sacar a Polonia) y con las levas francesas de nueva
era o, y
había que cumplirla. conscripción que podía poner en la línea oriental, el total
llegaba a unos 200.000 hombres, de los cuales estarían en
El 26 de octubre de 1806, apenas quince días después .~e efectivo en el campo de batalla más que los que le pudiera
a el Em erador, que reverenciaba hasta la exageracl~n oponer Rusia. .
Jen, d 1 Federico a quien consideraba como a un dios
el recuer o eom añero' suyo, envió su espada a los Inválidos
Pero el enemigo estaba en su propio clima y en su propio
terreno -todas las grandes llanuras orientales son del mismo
de la g~erra ~s Yecipiendarios que "recibieran con respecto género- y el Emperador estaba muy lejos de Francia,
y ~o~a a a ue había pertenecido a uno de los primeros muy lejos de la bien aprovisionada y altamente organizada
rehg.lOso
Capitanes10dqlae historia" . La víspera
_ se había rendido Span- civilización occidental. Además, los rusos eran hombres in-
d 12 000 hombres y 80 canones. vernales de invierno norteño, y el invierno se acercaba.
au conaque'1 rrusm
. o 26 de octubre empezaba Cuando Napoleón llegó el 27 de noviembre a la gran
Pero 'd la nueva fase,1
ciudad polaca de Poznan (que los alemanes llamaban Posen)
b~:~
. !
1 roclama que en esa fecha dirigió el Empera or a
~'~rcito decía: "Los rusos se jactan ahora. de que
nuestro encuentro. Les saldremos al cammo y se
se hallaban concentrados para la acción inmediata 80.000
hombres -Davout, Augereau, Lannes, Jerome y la caba-
:e:a~trarán con otro Austerlitz." Dos días ?espués entraba llería de la Guardia-, todos ellos mandados por Murat
en triunfo en Berlín, entre vítores y aclamaciones del pue~lo por el momento. .A la misma hora del día siguiente la
vanguardia rusa estaba en Varsovia.
ante quien aparecía como un salvador que iba adPo:r ~r-
mino a su servidumbre. Diez días más y se re~ la ag~- Pero Rusia no se sentía fuerte para atacar, aunque se sin-
bur con 20.000 hombres y 600 cañones. Volviendo la mi- tiera para desafiar. Bennigsen retrocedió un poco desde
rad! a la cosecha de Jena, los mariscales_ del E~perador Varsovia hasta Pultusk, pues no tenía consigo más que 6.000
podían contar 100.000 hombres r 4.000 ~~ones. SI. ~l Em:
perador lo deseaba, Prusia dejaría de existir y la vlela Ale
de los 56.000 hombres que estaban frente a Varsovia al
otro lado del Vístula.
mania reviviría. Los cuerpos de ejército franceses estaban todavía por
Pero en vano trató Napoleón de hacer la paz con e~ zar. llegar: Lannes a cuatro días de marcha; Augereau, a una
El zar la rechazó. Sin embargo, Napoleón estaba fírme- semana; Soult necesitaba quínce días para llegar de Frank-
mente convencido de que si Rusia no aceptaba la paz? se fort-on-Oder; Bernadotte empezaba a salir de Berlín.
le podía hacer ver que le era necesaria; de que. a RUSia o ~í estaban las cosas en los últimos días de novimbre y
a sus gobernantes se les podía probar que sus fm~s no los prImeros de diciembre del año de Jena, cuando se lanzó
lograrían en una guerra continuada; y de que SI .la paz, el desafío y los contendientes iban a entrar en contacto. El
ardientemente deseada en todas partes, no era posible 10- 2. de diciembre, aniversario de Austerlitz y de la corona-
CIón en Notre-Dame, la proclama del Emperador a los 501-
240
241
d ' . "Hoy hace un año estabais en el memorable a sus tropas. Hubo períodos en que no llegaban al
dados ;CI~usterlitz y otra vez tenemos que luchar contra comer . . . bId ósí
frente suficientes provlslOnes y, .Sill)lem argo, os ep Sitos
camp~smeos ¿No so~os los soldados de Austerlítz?" diente torpe, pero necesano o ataban y eran para
los mi .
El choque ocurrió en la semana de Navi a .
id d El VIeJo
.. (expeovilidad un peso como el de balas de cañón atadas a
K menski que tenía setenta y dos años y a quien se le su m h b
las piernas un ?m re.
h:bía en::Omendado el mando de los dos ejércitos ruSOS, Fracasado el pnmer ataque de la semana de Navidad, Na-
partidiario de retirarse ante el avance de las fuerzas de león tuvO que pO,nede b~e~a cara com? pudo, pues em-
~:poleón. Pero sus lugartenientes Bennigsen y Buxhovden pozaba el crudo fno del mvierno y tema que retirarse a
le hicieron desistir. Los rusos contaban además, un poco pe rteles de invierno. En el boletín número 47 fechado en
Ieíos. con un pequeño cuerpo prusiano -más de 14.000 y ~~~tuSk>de d.onde había oblig~~o a Bennígsen a retirarse
mJenos de 16.000 hombres- mandados por Lestocq cerca (menguado triunfo) el 30. de diciembre, dijo a sus soldados
de Soldau, a cuatro días de marcha de donde estaba Bux- "la retirada del enemigo había puesto fin a la campaña
qu e _ "
hovden. de aquel ano .
Contra los ruSOSestablecidos así en su mayor parte cerca No la había puesto. Los acontecimientos iban a ser muy
de Pultusk, pero también en el norte, y con Lestocq que diferentes.
podía ir si le daban tiempo, fracasó Napole6n en su tenta-
tiva' y aunque el fracaso no fué muy importante ni tuvo El Gran Ejército, cuya fuerza efectiva de ataque estaba
na& de dramático, hay que decir que fudé el, p~:uer ~~- en la frontera oriental, frente a los rusos, se alojó en cuar-
tratiempo definido que sufrió en la serie e rapl as y n- teles de invierno. Se extendía doscientas millas desde Lannes,
llantes victorias. al sur, frente a Varsovia, hasta Bernadotte en el bajo Vís-
La razón del fracaso de Napoleón estribaba en tres ele- tula, cubriendo Danzig e impidiendo que la socorrieran.
Davout estaba cerca de Lannes en el bajo Narew; Soult,
mentos: . ,
( 1) El primero y más importante consistía en que, contra en torno a Plock; Augereau, en el Okra medio; y Ney en
todos sus principios, había intentado atacar por rutas muy torno a Soldau. Para reforzar la impresión de que la campaña
distintas y conve~gentes en las posi~ion~s rusas. No ~ía había concluido, Napoleón ordenó que los cañones abando-
evitado, pues tema que atacar, o mejor dicho amagar, ~le~- nados por los rusos en la lucha --ochenta y nueve piezas-
tras sus fuerzas estaban todavía dispersas. Pero no consiguió formaran un parque en la gran plaza central de Varsovia.
que los movimientos convergentes ~e rea~ar~n con arr~~lo Los polacos podían ver lo que había sucedido por lo menos
a un horario exacto. La falta de síncronízacíón obedeció a a uno de sus opresores. ¿Pero qué eran ochenta y nueve
la segunda causa de su fracaso: el estado de los camino~. cañones para la artillería que los rusos tenían en reserva?
(2) El estado de los oamínos. Si es que se les podía Cuando el boletín del 30 de diciembre dijo: "La cam-
llamar caminos, no eran en aquel país lo que en la E~ropa paña ha terminado con el año", creía Napoleón que esas
occidental y la estación estaba ya tan avanzada que el tiempo palabras se aproximaban bastante a lo cierto. La víspera
era tibio y el suelo una masa de fango. A menudo no se había escrito a Cambacérés: "Creo que la campaña ha con-
podían arrastrar los cañones, y los soldados exclamaban: cluido." Pero se había de desengañar. Dentro del mes de
"Debe de estar loco para hacemos marchar por estos sitios aquellas Navidades se movía de nuevo Bennigsen, y esta
sin pan." vez en el secreto más extremado, oculto por grandes bosques.
(3) Porque esa era la tercera causa de su. fr~caso. En No golpeaba donde había estado, en el sur, cerca de Pul-
aquellos vastos espacios, nuevos para su expenencIa, Napo- tusk, sino en el norte; su intención era interponerse entre
león no podía hacer que sus soldado~ se a!imentaran C?n Be~ado~e y el resto del ejército francés. Su movimiento
los productos del país ocupado. Se vela obhgado a conhar fue tan inesperado que casi triunfó. Ney estaba demasiado
en los depósitos, y aun así tenía dificultades para dar de adelantado en Soldau. Al avanzar Bennígsen, Napoleón temió

242 243
que pudiera suceder lo peor: que la iniciativa se le escapara Bennigsen había dejado una retaguardia para contener la
de las manos y pasara a las del general ruso. Pero incluso ersecusión, y el 3 de febrero no hubo por lo tanto más
en el primer momento de sorpresa tuvo Napoleón más ra- p ue cañoneo. Había llegado el frío pero hacía un tiempo
pidez de imaginación y de movimientos que ninguno de ¿laro y hermos~ y, aunque había nevado, los caminos es-
los que podían atacarle, Bernadotte logró contener a tiempo taban duros bajo la helada. Bennigsen se retiró a Eylau.
el golpe y rechazó a los rusos hacia Mohrungen; y mientras Su retaguardia siguió defendiendo Lansberg el día 7, pero,
Bennigsen quedaba así demasiado adelantado, Napoleón tra- ese mismo día 7 de febrero, recibió a las dos de la tarde
zó un plan para atrapado. El plan habría dado resultados, orden de retirarse. La caballeria de Murat estaba cerca
de no haber sido por un extraño accidente. de Eylau, y también el cuerpo de Soult había llegado al
El primero de febrero, dentro de la semana del primer frente.
movimiento de Bennígsen, Napoleón estaba frente a Wíllen- Aquel 7 de febrero las fuerzas francesas seguían estando
berg. A todas las unidades se les exigió un secreto y un malamente dispersas, y fué esa dispersión lo que originó la
silencio absolutos. El ala izquierda francesa, mandada por arriesgada batalla.
Bernadotte al norte, recibió órdenes estrictas de no esta- Como he dicho, Soult taba bien al norte, frente a la
blecer combate, y, en caso de que la vanguardia de caba- línea rusa situada delante Eylau. Con él estaba la caba-
llería rusa -los cosacos- atacara, de retirarse como si lo llería de Murat. Pero Davout se encontraba al sur, es decir,
rehuyera. Sobre todo, los jefes franceses no debían arriesgar a la derecha, a un día de marcha. Bemadotte, como con-
el perder un solo prisionero que pudiera informar al ene- secuencia de la falta de COmunicaciones, si bien para en-
migo. La intención del Emperador era ponerse lo más rápi- tonces habían establecido contacto con él, estaba a más de
damente posible detrás de Bennigsen, cortarle la retirada cincuenta millas de distancia. Ney estaba a treinta y seis
y acorralado. Por eso debía Bemadotte no sólo no atacar, horas de camino al norte, es decir, a la izquierda, y la
sino atraer a los rusos mediante una retirada. Si el golpe noche de aquel 7 no había llegado más que hasta Orschen.
hubiera tenido éxito, el resultado habría sido algo parecido Davout recibió orden de acercarse a toda velocidad, pero
a Jena y más preciso, porque allí no había ninguna Auers- aun así no podía llegar hasta el mediodía del 8. A Ney
tadt. El enemigo habría quedado rodeado. se le ordenó que hiciera todos los esfuerzos posibles para
Pero aquel mismo 1 de febrero, al escribir Napoleón a
Q
cortar el paso de Lestocq e impedir que el prusiano y
Bemadotte (no en clave, sino en un mensaje abierto) no sus 14.000 hombres, cuyo número se había quizá reducido
sólo le dió instrucciones de actuar así y de atraerse al enemi- un poco, ayudaran al enemigo. Lo antes que podía llegar era
go impidiéndole la retirada mientras el propio Napoleón lo para el oscurecer del día siguiente.
rodeaba, sino que creyó oportuno explicarle detalladamente La oportunidad le pareció a Bennigsen casi una certi-
el plan para que el mariscal lo comprendiera bien. Exce- dumbre de victoria. El número de franceses que tenía en-
lente, pero el correo cayó prisionero; y (extraña falla) no fr~nte (y el Emperador estaba con ellos) no llegaba a la
fué enviado un segundo correo para asegurar la comunicación. mitad de los rusos. La artillería rusa -150 piezas de doce
Los resultados fueron dos. El primero, que Bemadotte libras, 250 más ligeras y las 60 de las baterías montadas-
no tenía idea de lo que debía hacer, ni de cómo iba a conte- era inmensamente superior. Para el final de aquel día 7
ner a Bennigsen. El segundo, que Bennigsen sabía ya que, de febrero de 1807, la desproporción había disminuido, era
por poco que se retrasara, tendría a los franceses detrás un, poco más que de seis a ocho. Había llegado la Guardia,
y se vería copado, por lo que se desplazó inmediatamente. allí estaba el primer cuerpo de ejército de Augereau, además
Dos días después, cuando las fuerzas de Napoleón estaban de Soult y de Murat; pero Davout con sus 15.000 hombres
en Allenstein y hubieran debido encontrarse detrás de Ben- estaba lejos, y Ney a varias millas de distancia.
nígsen, vieron que el general ruso se les había escapado Antes del atardecer los franceses habían entrado en Eylau,
y lo tenían enfrente con rumbo hacia el norte y hacia el este. tomándola desesperadamente a la bayoneta. Sus campamen-
344 245
tos se alargaban más de una milla en el sur. Inmediata- abierta entre él y el cuerpo de la derecha había sido con-
mente detrás de su línea, en una pequeña elevación, estaba fusamente llenada con unidades mal formadas y enviadas
el cementerio, donde acamparon Napole6n y la Guardia. Así apresuradamente para contener, el avance ruso, la línea fran-
pasaron la larga noche septentrional. No hacía tanto frío, cesa iba retrocediendo y parecIa que acabaría por romperse.
pero el cielo gris estaba cada vez más bajo. Hasta el alba En ese momento fué. cuando los presentes en aquel terri-
DO se oyeron ruidos. ble campo de batalla VIeron una de esas cosas que, si bien
A la primera luz, la masa de cañones rusos, las b~terías no producen un efecto permanente en la historia, dejan un
emplazadas a unos cientos de yardas al este de la CIUdad, recuerdo memorable en quien las ha visto. Murat, formando
comenzaron el bombardeo. Empezaba entonces la luch.a con una sola columna con toda la caballería disponible, cargó
el factor tiempo. Bennigsen no podía menos, que confiar en para aliviar la presión que sufrían Augereau y la linea fran-
que, con su considerable superioridad en numero de hom- cesa. La caballería fué adquiriendo velocidad a través de
bres y su gran superioridad en artillería, podía terminar las lagunas heladas y hundiéndose en la nieve blanca (c6mo
el asunto antes de que a Napoleón le. ll~garan refuerzos. debía apelmazarse en los cascos de los caballos) y, vocife-
Davout no podía llegar antes del mediodía. Napoleón l~ rando en el avance, penetró en la formación rusa, atravesó
envió a él y a Ney mensajes. urgentes en que les ,de~Ia la primera línea y la segunda y llegó hasta la tercera, donde
que todo dependía de su velOCIdad; Entretanto adopto dis- se detuvo, volvió riendas y se abrió paso hacia atrás per-
posiciones para resistir como podía aquellas fuerzas su- seguida a sablazos después de que la cabeza de la columna
periores. , había visto la boca de los cañones. Pero su propósito había
.A media mañana quedó entablado el combate después del quedado cumplido, con un coste tan tremendo, cuando re-
cañoneo. Pero se inició en condiciones que hacían imposible gresó a sus propias lineas. La desordenada infantería fran-
la maniobra. Un furioso viento este llevaba por delante una cesa se había reorganizado.
nevada tan copiosa que los hombres pelearon como en Era poco después de las diez cuando la peor presi6n
una niebla, y, en la confusión y mientras rusos y franceses contra la línea francesa, que casi había cedido, se vió alivia-
combatían a la bayoneta en las callejuelas de Eylau, fuera da. En seguida se notó que la vanguardia de Davout llegaba
de la ciudad, a derecha e izquierda, las densas masas de por la derecha a través de la nieve. Los recién llegados ata-
las columnas rusas destruían la resistencia francesa. caron a los rusos por el flanco. La linea rusa retrocedió
En la nevada y en la consiguiente confusión se abri6 una y, aunque Davout no entró de lleno en combate hasta las
brecha entre Augereau y Sto Hilaire que mandaba un poco dos de la tarde, Bennigsen comprendió que la situación
más al sur, y por la brecha se col6 parte de la caballería era ya la inversa, pero sigui6 defendiendo tenazmente su
rusa, que se dirigió al galope hacia el cementerio. En un nueva línea convexa y resistiendo, pues sabía que pronto
momento en que cesó la nevada pareció que iban a apode- declinaría el breve día y que la noche le traería alivio.
rarse de la persona del Emperador. Bessíéres, jefe de la No había oscurecido todavía, quedaba en realidad más
-Cuardia, dió órdenes inmediatas a sus jinetes mientras los de una hora de luz, cuando Lestocq, marchando audaz-
hombres gritaban: ¡Salvad al Emperador! Pero Napoleón mente en sentido perpendicular a la cabeza de la columna
juzgó bien que los jinetes enemigos no podían hacer más, que lo perseguía, eludió a Ney y llegó con sus prusíanos
y, con un gesto, mandó adelante unas cuantas unidades -no mucho menos numerosos que los franceses mandados
de la Guardia, y los primeros disparos expulsaron del cemen- por Davout- al campo de batalla. La llegada de los hom-
terio a la caballería rusa. A Napoleón se le oy6 murmurar: bres ~e refresco que se mezclaron a las cansadas tropas de
., ¡Qué audacia!" Benmgsen, que durante seis horas habían peleado en la
Entretanto, bajo la nevada, el primer cuerpo de Augerea~ nieve, hizo retroceder durante un momento a la linea fran-
:iba siendo destruido. El propio Augereau estaba herido, caSI cesa en el lugar en que había atacado.
la mitad de sus hombres habían caído, y aunque la brecha Iba cayendo la noche, y la batalla estaba terminada. Cuan-
246 247
1 b más de una milla en el sur. Inmediata- abierta entre él y el cuerpo de la derecha había sido con-
tos se a arga dan lín en una pequeña elevación, estaba fusamente llenada con unidades mal formadas y enviadas
te detrás e su ea, la G di As'
men t rio donde acamparon Napoleón y uar a. 1 apresuradamente .para contener, el avance ruso, la línea fran-
el cemen le hrga noche septentrional. No hacía tanto frío, cesa iba retrocediendo ,Y parecía que acabaría por romperse.
~:~::~ c~elo gris estaba cada vez más bajo. Hasta el alba En ese momento fue. cuando los presentes en aquel terri-
DO se oyeron ruidos. , ble campo de batalla vieron una de esas cosas que, si bien
A la primera luz, la masa de cañones rusos, las b~tenas no producen un efecto permanente en la historia dejan un
em lazadas a unos cientos de yardas al este de la ciudad, recuerdo memorable en quien las ha visto. Murat, formando
p el bombardeo. Empezaba entonces la lucha con una sola columna con toda la caballería disponible cargó
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el factor tiempo. Bennigsen no F~ta menos, que con lar en para aliviar la pr~sión <J.uesu~~an Augereau y la lín~a fran-
on su considerable supenondad en numero de hom- cesa. La caballería fue adqumendo velocidad a través de
que,
bres ey su gran superioridad en artiilleri ena, po díla terminar
. las lagunas heladas y hundiéndose en la nieve blanca (cómo
el asunto antes de que a Napoleón le. ll~garan refuerzos. debía apelmazarse en los cascos de los caballos) y, vocife-
Davout no podía llegar antes del medíodía. Napoleón l~ rando en el avance, penetró en la formación rusa, atravesó
-Ór él Y a Ney mensajes urgentes en que les decía la primera línea y la segunda y llegó hasta la tercera donde
@~oa d 'di se detuvo, volvió riendas y se abrió paso hacia atrás per-
todo dependía de su velocidad. Entretanto a opto s-
que
posiciones para resistir como podi a aque llas f ue rzas su - seguida a sablazos después de que la cabeza de la columna
había visto la boca de los cañones. Pero su propósito había
periores. d 'd 1
A media mañana quedó entablado el combate espues. e quedado cumplido, con un coste tan tremendo, cuando re-
cañoneo. Pero se inició en condiciones que hacían imposible gresó a sus propias líneas. La desordenada infantería fran-
la maniobra. Un furioso viento este llevaba por delante una cesa se había reorganizado.
nevada tan copiosa que los hombres pelearon como en Era poco después de las diez cuando la peor presión
una niebla, y, en la confusión y mientras rusos y franceses contra la línea francesa, que casi había cedido, se vió alivia-
combatían a la bayoneta en las callejuelas de Eylau, fuera da. En seguida se notó que la vanguardia de Davout llegaba
de la ciudad, a derecha e izquierda, las densas masas de por la derecha a través de la nieve. Los recién llegados ata-
las columnas rusas destruían la resistencia francesa. caron a los rusos por el flanco. La línea rusa retrocedi6
En la nevada y en la consiguiente confusión se abrió una y, aunque Davout no entró de lleno en combate hasta las
brecha entre Augereau y Sto Hilaire que mandaba un poco dos de la tarde, Bennígsen comprendió que la situación
más al sur, y por la brecha se coló parte de la caballería era ya la inversa, pero siguió defendiendo tenazmente su
rusa, que se dirigió al galope hacia ~l ceme~terio. En un nueva línea convexa y resistiendo, pues sabía que pronto
momento en que cesó la nevada pareció que Iban a apode- declinaría el breve día y que la noche le traería alivio.
rarse de la persona del Emperador. B~~sieres, j~fe de la No había oscurecido todavía, quedaba en realidad más
-Guardia dió órdenes inmediatas a sus Jmetes mientras los de una hora de luz, cuando Lestocq, marchando audaz-
hombre; gritaban: ¡Salvad al Emperador! ~ero Napole?n mente en sentido perpendicular a la cabeza de la columna
juzgó bien que los jinetes enemigos no podían hace~ mas, que lo perseguía, eludió a Ney y llegó con sus prusianos
y, con un gesto, mandó adelante unas cuantas unidades -no mucho menos numerosos que los franceses mandados
-de la Guardia, y los primeros disparos expulsaron del cemen- bar Davout- al campo de batalla. La llegada de los hom-
terio a la caballería rusa. A Napoleón se le oyó murmurar: Bres ~e refresco que se mezclaron a las cansadas tropas de
·'¡Qué audacia!" .enmgsen, que durante seis horas habían peleado en la
Entretanto, bajo la nevada, el primer cuerpo de Augerea~ meve, hizo retroceder durante un momento a la línea fran-
iba siendo destruido. El propio Augereau estaba herido, casi ce~a en el lugar en que había atacado.
Ia mitad de sus hombres habían caído, y aunque la brecha ha cayendo la noche, y la batalla estaba terminada. Cuan-
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'6 del todo y la cabeza de las cansadas co-
do nnoc h eCI . d fr li porvenir de una Europa unida proviniera de Napoleón como
lumnas de Ney apareci? .por la izquíer a. ancesa Yhóger:- de una aurora.
mente detrás de las pOSIcIonesrusas, Benmgsen se ec atr s
Veremos, no. obstante, que Friedland, como todo lo de
abandonó el campo. la guerra, fué un accidente. Cierto que el genio utiliza los
y Así terminó Eylau, la más abominable matanza que se
grandes a~cidentes y ~ue la voluntad del hombre los moldea
había visto desde Malplaquet. Algunos calculaban en doce
para sus fines, pero: sin embargo, Friedland no pudo haber
mil y otros en veinte mil los cadáveres que al dia siguiente se ocurrido sin un accidente,
destacaban sobre la resplandeciente blancura de la nieve
en un terreno de dos millas cuadradas; a ello se unían casi en
Como he dicho, desp~és d~l espantoso encuentro de Eylau
una mitad los caballos muertos, y muchos cañones destroza-
no, h~bo pers~cucIón .. S, hubiera sido posible perseguir, si el
dos - todos los restos que había dejado la hoguera. Tar- ejerCIto frances hu~)!.~ra avanzado hacia Tapau, se habría
daron dos días en enterrar muertos, y después de los dos llegado a una decisión estratégica, pero no avanzó hacia
días se seguían oyendo gritos de heridos rusos que pedían Tapau porque no pudo. Había quedado paralizado.
socorro y eran trasladados en camillas -cuando se les podía Murat siguió, es cierto, a Bennigsen casi hasta Konígsberg
encontrar- por partidas que llevando coñac y pan recorrían per? .~quello no fué más que un paseo. El Gran Ejércit~
el campo. recibió orden de retroceder. Para la segunda mitad del mes
Napoleón, a quien la persecusión después de Jena le ha- es decir, entre el 16 Y el 25 de febrero, estaba descansando
bía dado tan buenos resultados, no pudo perseguir esa vez. detrás de una línea de ríos, el Passarge a la izquierda o
Ney que contempló el campo al que había llegado después norte hacia el Báltico, el Alle en el centro y el Ormalew
de ~oncluida la batalla, al ver la blanca extensión salpi- en el extremo sur o derecha, donde la línea se prolongaba
cada de oscuros cadáveres de hombres y de caballos y de res- casi hasta el Narew. El frente oriental efectivo del Gran
tos de cañones, exclamó: "[Qué destrozos, y sin resultado!" Ejércit~ quedaba así dislocado y extendido a lo largo de
Podría decirse que Eylau fué un empate, otro Pultusk, 150 millas en un orden que permitía el aprovisionamiento
pero en una escala mayor y más sangrienta. Podría decirse y la reorganización en espera de lo que pudiera venir.
que no sólo fué un emp,ate, sino .algo mucho m~ grave Los rusos iniciaron un ataque contra Ostrolenka, pero acabó
en la historia de Napoleon: su prImer fracaso seno. Por- en nada. Los dos adversarios siguieron mirándose mientras
que si se intenta destruir al enemigo y se tiene a mano los alargaban los días, mientras se fundía la nieve (que impedía
medios para destruirlo, se fracasa si el enemigo escapa. Se moverse) y mientras los árboles echaban hojas.
fracasa especialmente si sus pérdidas no son mayores que Napoleón había fijado su fecha para reanudar el avance.
las del atacante; y, salvo los abandonados cañones rusos, las ~~~uenta .~il tropas frescas llegaron para cubrir bajas, re-
pérdidas en aquella espantosa matanza fueron iguales, y cíbíó también refuerzos de artillería y hasta refundió cañones
las' artillerías no disminuyeron gravemente la notable supe- cap~r.ados a los rusos, para adaptarlos al calibre de sus
rioridad de los rusos en esa arma. mun~clOnes.Un mes antes de la fecha que fijara para avanzar,
Sin embargo, ¿quién se acuerda de Eylau? ¿Y quién no ~e~mó la organización del ejército alojado en cuarteles de
recuerda Friedland? Cuando pregunto: ¿quién se acuerda invierno. Las tropas hacían constantes ejercicios, todo em-
de Eylau?, quiero decir: ¿quién piensa en Eylau como en pezaba a despertar a lo largo de la línea detrás de la cual
uno de los momentos críticos, como en una de las grandes estaba Napoleón con su Guardia en el castillo de Finkelstein
fechas? Nadie. Friedland, sucesora de Eylau, resultó ser En conjunto, aquella línea tenía listos para concentrarse e~
precisamente eso, resultó ser un monumento en el napoleóníco
fl punto donde fuera necesario, 158.000 hombres. De ellos
remoldeo de Europa. Porque el fruto de Friedland fué Tilsit,
bos'd20.000 jinetes de Murat estaban perfectamente distri~
Y el fruto de Tilsit fué un estado de Europa que pudo U! os,

haber sido permanente y hacer que el pacífico y prospero


Pero en aquella línea había una anomalía: la posición
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de Ney en el centro. Su fuerza era relativamen~e peque- El ataque se inici6 ellO de junio, y Napole6n err6 al
- 17.000 hombres, mientras que Bernadotte tema 27.000; enviar densas columnas contra las posiciones sólidamente
~a;Ut 30.000; Massena, a la izquierda de Ney, 26.000, y fortificadas del enemigo.
~av;ut 30.000. La anomalia no residía únicamente en ~ue Cierto que el ataque directo a las fortificaciones sujetó
las fuerzas de Ney fueran más reducidas que las otras, smo a Bennigsen todo el día mientras las fuerzas sobrantes de
en que estaban un po;:o adelanta~ -lo que, tal vez fuera Napoleón procura??n envolverlo; cierto que los ataques direc-
necesario porque la linea de los nos era alh la del Alle, tos al frente fO~lCad? ~uraron hasta la tardía puesta del
un poco avanzada en relación con la línea general- y el sol de aquel día de Jumo, lo que díó tiempo a que las
peligro era mayor por el temperamento de Ney, que una fuerzas envolventes llegaran hasta la carretera de Konigsberg.
y otra vez se mostraba demasiado impetuoso y penetrante Pero nada de eso llevó a una decisión. Quedaba todavía un
en aquellas guerras. cuarto de cu:c~ferencül por donde Bennigsen podía retirarse,
El 5 de junio, cinco dias antes de la. fecha en que ~apo- como se re~o en .una marcha a medianoche por la carre-
león tenía intención de atacar, Benmgsen se apodero de tera de Schippenbeil, puerta que le quedaba abierta. Después
nuevo de la iniciativa. Bennigsen era el hombre a quien _buena prueba de lo que esperaba de sus tropas y de lo
por su desventura posterior no le ha hecho justicia l? his- que obtuvo de ellas- continuó la marcha durante todo el día
toria; el único general que estuvo mur. cerca de triunfar 12, con lo que quedaba a un día de Friedland.
sobre Napoleón en igualdad de condiCiones. En aquella Su vanguardia lleg6 a última hora del día 13 a esa ciudad
circunstancia atacó de pronto, con la intención de separ~r a donde la carretera cruza el río Alle por un puente; y durant;
Ney conteniendo su frente y env~lviéndolo en s~ demasiado la noche todo el ejército ruso estaba en Friedland, parte den-
avanzada posición. No lo envolvió, pero, le obligó a retro- tro ya después de haber cruzado el río que lo defendería de
ceder doce millas, marcha de todo un día. la persecución, parte listo para entrar en el mismo refugio.
Al fracasar en su intentona de golpear por sorpresa no Desde el punto de vista de la resistencia fué una hazaña
le quedó más remedio que retroceder por la carretera .~e memorable y los hombres que sufridamente habían cami-
Konígsberg, pues sus fuerzas estab?n en una proporclOn nado tantas millas en un largo día de verano y en la breve
de doce a dieciséis con las que podía oponerle el Empera- noche subsiguiente, merecían mejor destino que el que los
dor y eran por tanto muy inferiores. Por otra parte, al retro- esperaba. Entonces ocurrió el accidente que lo cambió todo.
ceder estaba bastante seguro -podia estarlo- de poder El accidente fué un segundo error de Napole6n, pero al
mantenerse indefinidamente a la defensiva. que, con su rapidez de pensamiento y de acción, le sacó
Podía estar seguro por dos razones, en primer lugar por- al fin un brillante partido.
que había fortificado seriamente Heilsberg, situada en la He aquí el error. En su ansiedad por empujar lo más
carretera a dos dias de marcha del punto más avanzado del pronto posible -"la punta de la espada en su trasero",
frente francés; en segundo, porque durante las luchas de aquel como dice la frase militar francesa- y después de hacer huir
invierno había demostrado la capacidad de resistencia de la a Bennigsen (así se imaginaba la situación) lanz6 a Lannes
linea rusa. En tomo a Heilsberg tenía cinco reductos y adelante con una parte de sus fuerzas mientras la otra mitad
dieciséis baterías fijas en una linea convexa que llegaba a las apoyaba detrás la presión. Se equivocaba al pensar que
tres cuartas partes de una circunferencia y que formaba un Lannes no t~ndría enfrente el grueso del ejército ruso, sino
frente de cuatro a cinco millas. Un ataque contra esa for- su retagu~dia. !'lo sabía que Bennigsen se proponía aguan-
taleza podía agotar las fuerzas del enemigo que no le su- tar. ,Ademas, mientras Lannes sujetaba a los rusos, se pro-
peraba más que en una cuarta parte, y, si intentaba o?li~arle ~oru~ enviar otras unidades para envolverlos por el norte o
a retirarse mediante un movimiento envolvente, tendría tiem- IzqUierda y cortarles la retirada, maniobra que en aquella
po más que suficiente después de haberle dañado mucho en campaña habían repetido ambas partes media docena de
una buena defensa. veces y que había fracasado otras tantas.
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. ue tenía ya la masa de sus fuerzas den- Cuando el Emperador se enteró de la situación de Lannes,
Pero B~nciilgs~ny;tras a la orilla del río, y que a la prime- de que Lannes se encontraba con que todo el ejército ruso
tro d:
ra Iu
IJ:f d~: 14 vió que no tenía enfrente más q~e. una
d del cuerpo de Lannes no pudo resistir la
se había ;uel~o contra él, de que Bennigsen se proponía aca-
bar con el mientras le quedara tiempo, echó mano de todas
rte avanza a '. ., d
pa id d de volverse y de machacada. La equlVocaclOn e las fuerzas que pudo para enviarlas en socorro de su maris-
Wa~¿n aformaba una trampa aunque Napoleón no hubiera cal. Ya ~abía llegado el tórrido mediodía del 14 antes de que
tenido intención de colocarla. ,.' el proplO Emperador alcanzara la pequeña elevación desde
. el riesgo que Bennigsen corrra mconsclente- donde se ven la ciudad y el río a dos millas de distancia. Allí
Para apreciar . ., . la d El '
hay una aldea desde cuy~s afueras contempló el campo. Una
t debemos considerar la sítuacíon de Fned n. no
men
All e, e aunque poco profundo es un ob stacu '1 o respeU.
tsbl e, vez contemplado, se sento a almorzar. Alguien le indicó que
des;ri~~ allí una curva cuya convexidad mira al oeste.' a la se alejara porque estaba al alcance de los puestos enemigos
dirección de donde llegó Lannes por la carretera. La CIUdad, av~zad~~ (o al menos de sus balas p~rdidas) pero Napoleón
con todos los obstáculos de sus callejuelas, está recost~da con- replicó: Ellos van a comer menos comodamente de lo que
tr 1 río Quien combate en el oeste, fuera de la ciudad, y voy a almorzar yo." Se veía de nuevo galopando con su ca-
s: :e obligado a retirarse, tiene el obstáculo del río que le pote azul, reorganizando la línea flaquean te.
cierra la retirada y congestiona las col~as en los pasos. A primera hora de la tarde, y aunque Murat con su ca-
Una máxima tan antigua como la &uerra dice que nunca se ballería, Davout y Soult estaban todavía demasiado lejos
tir de espaldas a un no, a lo cual los grandes (ocupados en el movimiento envolvente trazado para envolver
d eb e eomba . . lí d llo." a los rusos), el Emperador contaba con 80.000 hombres contra
maestros añaden: "Excepto si uno se siente me ma .0 a e o.
Aníbal se sintió inclinado a ello, a ?~illas de~ :rrebbla~ y. ;a~- los ?O.OOO. a que as~endia la fuerza efectiva que Bennigsen
bién Bennigsen, que era un magnífico eapítán, se sintió In- podía enviar contra el en las afueras de Friedland.
clinado a ello aquel 14 de junio de 1807. Considerando que lo que Bennigsen pensaba que sería un
ataque fulminante contra las fuerzas inferiores de Lannes
SI· se SIn
. tíó inclinado a violar una de las reglas fundamen-
1 hí . .
tales de la guerra es porque la oportunidad se e, IZ.Oirresis- t~n~ que convertirse en una recia defensiva rusa, la supe-
tible. El tenía todas sus fuerzas, y Lannes x:o tema SInOparte non dad no era 'muy grande. Bennigsen tenía cañones abun-
de las suyas. Las machacaría, las 11Ulchacana. . dantes.
Pero comparado con los mariscales de Napoleón. Benntg- Napoleón envió un mensaje urgente a Murat: "Deje que
sen como todos los que se vieron frente a los marlScal~s de Davout se ocupe del movimiento envolvente para cortar a
Na~león, era lento; y toda su organi~aci~n se caractenzab.a los rusos la retirada a Konígsberg y venga aquí. Esto puede
por una impasibilidad y por una oonsiguíente falta de ~apl- durar hasta mañana."
dez que contrastaban con la peligrosa (pero a menu~o Victo- La batalla no empezó hasta las tres de la tarde. Bennigsen
riosa) vivacidad de los franceses. El emplazar sus canones en había perdido toda posibilidad de ganarla, había permitido
línea y agrupar sus hombres detrás en el campo y en el ~e- las concentración enemiga durante toda la mañana mientras
rreno pantanoso de las afueras de Friedland le costó vanas él, lentamente, emplazaba sus cañones y ponía a sus hombres
horas. Entretanto, Lannes, que informó inmediatamente sobre en línea delante de la ciudad. Para el mediodía, cuando llegó
lo que se proponía, recibió refuerzos y más refuerzos; r Napoleón, Bennigsen no se atrevió a atacar porque se veía
La víspera de aquella mañana de verano, Napoleón ~abla claramente que el número de sus enemigos iría aumentando;
atravesado en Eylau, bajo un cielo claro y un sol radiante, pero podía en cambio oponer una recia resistencia, y, cuan-
los campos que la última vez había visto resplandecientes de do los franceses lanzaron su primer ataque, se la encontraron.
nieve y salpicados de miles de cadáveres, pero en los cuales Se luchó furiosamente durante dos horas al sur (izquierda
maduraba ya la cosecha sin que quedara rastro de la batalla rusa, derecha francesa) casi pegados al río, en terreno pan-
perdida. tanoso. Era una repetición de Eylau, pero en menor escala y
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en un área más reducida, pues el sector norte del semicírcu-
Habían sido Bennigsen y sus rusos lo ' .
lo francés no entró de lleno todavía en combate. Ney fué mostrado a la altura de Napoleón d s ~ICOS que se habían
rechazado a la derecha; de nuevo, como en Eylau, la caballe- e
creía ya, desde Jena, que sus águllas llqUl~ todo el mundo
ría pesada rusa mostró lo que se podía hacer en una carga. victoria. Bennigsen y sus rusos había ev~ ~~ fatalmente la
Victor contraatacó, rechazó a la defensa, recibió tropas frescas aplastante martilleo de Pultusk, Con m~sreSlStio. con éxito el
y, cuando la lucha iba desplazándose gradualmente al sector tanza de Eylau, obligado dos veces 1 que éxito en la ma-
meridional, se vió que dentro de la ciudad, detrás de los rusos , a gran cap·e .
se, y ahora hablan caído como los d á lana retirar-
que ya empezaban a sentirse copados, subían unas llamas. El resultado fué que tras Friedla~~ ~: ..
Ese era el momento, con el sol todavía alto, en que ac- de paz permanente. El zar tuvo un ino Tílsít, promesa
, a conversac·' N
tuaría Napoleón como había planeado desde el momento en poleón y sena en el futuro su aliad Q. , Ion con a-
que se díó cuenta de la situación al llegar al mediodía; el mo- que la paz quedaba al fin asegura~? ¿ uien podía dudar de
mento en que lanzaría el ataque final por su izquierda contra
el ala derecha rusa, y, por tanto, contra el primero de sus
puentes. Sus instrucciones durante toda la batalla habían sido;
"atraer su resistencia y su atención hacia su izquierda"
(donde peleaban Ney primero y Victor después en el terre-
no pantanoso); "después, en el momento crítico entraré yo de
firme por mi izquierda, especialmente con cañones".
Así ocurrió. Apretada contra la ciudad, enterada de que
estaba ardiendo, pensando en las callejuelas donde tendría
que luchar para poder cruzar el río, la izquierda rusa que
peleaba contra Ney y Victor se iba desordenando mientras
caía sobre la derecha, en el sector septentrional, el furioso
ataque de las columnas y de las baterías francesas. La de-
recha rusa cedió mientras la izquierda seguía comprometi-
da en la difícil labor de aguantar con el obstáculo que tenía
detrás. Destruidos los puentes, los hombres procuraron salvar-
se como pudieron, unos intentando vadear el río, otros a
nado. Muchos se ahogaron, a otros muchos les dieron las balas
mientras nadaban. El fuego de las baterías francesas aumentó
y martilleó y golpeó contra la orilla opuesta. Bajo aquel fuego
el ala derecha rusa se disolvió mientras la izquierda seguía
atrapada en la confusión de la ciudad.
Eso fué Friedland. Al anochecer, los derrotados oficiales
rusos reunieron a aquellos de sus hombres a quienes ni si-
quiera un desastre semejante podía hacerles perder la for-
mación, contaron las bajas y vieron que no quedaban ni las
dos terceras partes de los hombres con quienes doce horas
antes esperaban destruir a Lannes y a su pequeña vanguardia.
Pero la medida del efecto de Friedland no se puede contar
únicamente en números. Hay que estimarla en pérdida de
esperanzas.
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