Fundación Ética, Integridad
Y Justicia
(FEIJ)
Curso
La Medida de Coerción en 3D
INDICE
La Medida de Coerción en 3D
Introducción ............................................................................................................. 1
1. Las Medidas de Coerción .................................................................................... 3
1.1 Concepto ........................................................................................................... 3
1.2. Clases: personales y reales ............................................................................. 4
1.3. Las Medidas de Coerción Personales .............................................................. 4
1.3.1. Naturaleza y características .......................................................................... 4
1.3.2 Principios informadores ................................................................................. 7
a) Principio de legalidad .......................................................................................... 7
b) Jurisdiccionalidad ................................................................................................ 8
c) Principio de proporcionalidad ........................................................................... 10
d) Motivación de la resolución judicial .................................................................. 12
1.3.3 Presupuestos ............................................................................................. 12
1.4 Procedimiento para su adopción .................................................................... 15
1.5 Oralidad .......................................................................................................... 16
1.6 Contradicción ................................................................................................. 16
1.7 Recurribilidad de la decisión judicial ............................................................... 17
1.8 Clases ............................................................................................................ 17
1.9 La prisión preventiva. ..................................................................................... 20
1.10 Determinar la legalidad y proporcionalidad de la medida ............................. 20
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La Medida de Coerción en 3D
Introducción
De entre todas las medidas de coerción la prisión preventiva exige de una
atención especial. El análisis de la institución de la prisión provisional ocupa una
posición fundamental en el estudio de todo ordenamiento jurídico procesal penal,
lo que viene determinado por su evidente carácter problemático. ANDRÉS
IBÁÑEZ la califica de problema por antonomasia del proceso penal, especialmente
en aquellos países que se han dotado de una disciplina constitucional que gira
formalmente en torno al principio de la presunción de inocencia 1. Se ha dicho que
el número de presos preventivos actúa como termómetro del nivel democrático de
un país y concretamente de su proceso penal. Cuanto mayor sea el número de
presos preventivos en comparación con los sentenciados, menor será el nivel
democrático de ese Estado. Un inadecuado y sistemático recurso a la prisión
preventiva pone en evidencia la negación democrática y constitucional de una
sociedad. La prisión preventiva debe tener un carácter verdaderamente
excepcional, por exigencias de la propia presunción de inocencia, configurada
como un derecho fundamental, y por imperativo de lo dispuesto en los textos
internacionales de derechos humanos. Entre ellos, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) de 1966 proclama en su art. 9.3 que "la
prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla
general".
La generalización de la prisión preventiva es uno de los principales
problemas que debe solucionar el nuevo Código Procesal Penal de la Republica
Dominicana y es un problema común al resto de los países Latinoamericanos 2. En
la Exposición de Motivos del nuevo texto procesal penal preparada por Félix
Damián Olivares Grullón y Ramón Emilio Núñez Núñez se afirma que
"Latinoamérica y los sistemas de administración de justicia penales están
enfermos de prisión preventiva, lo cual no solo distorsiona, sino que deslegitima la
forma como se ejerce el poder jurídico de castigar en nuestras sociedades". Los
datos que se recogen en la referida Exposición de Motivos son alarmantes y
demuestran un uso directamente defensista de la prisión provisional impuesta en
función de la peligrosidad del sujeto. Entre un 77% a un 87% de los internos en las
1
ANDRÉS IBÁÑEZ, P., "Presunción de inocencia y prisión sin condena", en Detención y prisión
provisional, Cuadernos de Derecho Judicial, núm. XVIII, Consejo General del Poder Judicial,
Madrid, 1996, pág. 17.
2
La ComIDH afirma en su Informe n2 2/1997, de 11 de marzo, apartado 8, que "la prisión
preventiva constituye un problema sedo en varios de los países miembros de la Organización de
los Estados Americanos".
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cárceles dominicanas son presos sin condena o preventivos3, lo que demuestra la
ineficiencia del sistema penal dominicano y su carácter poco garantista. En el
apartado dedicado a las medidas de coerción los referidos autores denuncian la
práctica que se seguía bajo la vigencia del antiguo Código de Procedimiento
Criminal: "La prisión preventiva y provisional, lejos de ser considerada una medida
de coerción extrema de naturaleza excepcional, es, en el sistema del antiguo
Código de Procedimiento Criminal, aplicada coma un acto de instrucción mediante
el cual se "regulariza" el arresto operado por la policía o el Ministerio Público. De
hecho, los jueces de instrucción "trancan" para investigar de manera
administrativa a la generalidad de las personas que les son remitidas como
imputadas o sospechosas de hechos criminales. Por lo regular se descarta la
posibilidad de aplicar otras medidas cautelares menos gravosas o en todo caso,
reconocer el derecho de todo imputado de esperar el juicio en libertad". Se alude
incluso, a la existencia de un verdadero síndrome de la prisión preventiva. Estos
porcentajes de presos sin condena evidencia que el principio de inocencia que
debería imperar durante la tramitación del proceso penal es sustituido en la
práctica par el principio de presunción de culpabilidad: "ante la duda, marche
preso"4.
El nuevo Código Procesal Penal se ha propuesto como objetivo acabar con
este síndrome, esto es, con la actual situación de generalización de la prisión
preventiva, como se reconoce en la mencionada Exposición de Motivos. El nuevo
texto parte del establecimiento del principio fundamental de reconocer la libertad
como la regla, derivado precisamente del principio de presunción de inocencia, en
línea con lo dispuesto en el art. 8.2 de la carta constitucional dominicana. Se
reconoce el estatuto de libertad del Imputado, de tal forma que el conjunto de
normas que regulan la libertad individual deberán interpretarse siempre de la
forma más favorable al imputado (principio del favor rei). El reconocimiento del
derecho a la libertad personal impone esta interpretación restrictiva y favorable.
3
En el Informe de la ComIDH sobre la Situación de los Derechos Humanos en la Republica
Dominicana de 1999 se cuantifica el número de presos preventivos en un 85% de la población
carcelaria, apartado 216. En el Informe de Seguimiento de las Recomendaciones de la ComIDH
sobre la Situación de los Derechos Humanos en la Republica Dominicana del año 2001 se cifra el
número de presos preventivos en un 71%.
4
Un análisis comparativo de la situación existente en los diferentes países de América Latina y el
Caribe con aportación de datos estadísticos, aunque solo hasta el año 1995, puede verse en
CARRANZA, E., "Estado actual de la prisión preventiva en América latina y comparación con los
paises de Europa", Jueces para la Democracia, № 26, julio 1996, págs. 81 y ss.
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Debe acabarse con esa arraigada práctica consistente en un mal uso de las
medidas de coerción indicativa de un fenómeno de desprecio por la libertad5.
La excepcionalidad de la prisión preventiva se complementa con la
previsión normativa y la regulación de un cuadro de medidas alternativas a la
prisión preventiva. Como leemos en la referida Exposición de Motivos: "Se
establecerá una serie de medidas alternativas a la prisión preventiva a los fines de
disminuir los índices de presos sin condena en las cárceles y asegurando a la vez
la presencia del imputado en el juicio (arrestos domiciliarios, medidas de control
judicial, prohibición de salir del país, caución personal y otras). Se ofrece a los
jueces un amplio abanico de medidas de coerción personales que le permita
ajustar su elección a las concretas circunstancias concurrentes. El diseño de un
catálogo de medidas alternativas a la prisión provisional contribuye a resaltar el
carácter excepcional de esta última. Los jueces no deberán acudir necesariamente
a la prisión provisional como única medida de coerción legalmente prevista para
conjurar el riesgo de fuga.
El contenido del presente módulo se complementa con el estudio del
arresto y sus diferentes modalidades, así como con la exposición del
procedimiento de habeas corpus regulado en el nuevo texto procesal penal. Por
último, también son objeto de análisis las medidas de coerción reales cuya
finalidad es garantizar las eventuales responsabilidades pecuniarias derivadas de
la comisión del hecho delictivo.
1. Las Medidas de Coerción
1.1 Concepto
Siguiendo a ILLESCAS RUS podemos definir las medidas cautelares
penales como los actos procesales de coerción directa que, recayendo sobre las
personas o los bienes, se ordenan a posibilitar la efectividad de la sentencia que
ulteriormente haya de recaer6.
De forma más detallada CUÉLLAR CRUZ las define como aquellas que
pueden adoptarse motivadamente por el órgano jurisdiccional, u otra autoridad
5
RODRÍGUEZ HURTADO, M. P., "El distorsionado reflejo de la realidad pena]. La Crisis del
sistema de justicia penal y las medidas coercitivas", Revista Bibliotecal, Edición Bicentenario 1804-
2004, págs. 138-139.
6
ILLESCAS RUS, A. V., "Las medidas cautelares personales en el procedimiento penal", Revista
de Derecho Procesal, n91, 1995, pág. 64.
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competente en casos excepcionales, contra un presunto responsable de un hecho
delictivo al estimarse dos aspectos esenciales: por una parte, la existencia de una
imputación basada en la constatación objetiva de un hecho tipico y en la
probabilidad razonable de quien sea su autor; y, por otra, en la fundada posibilidad
de ocultación personal o patrimonial del imputado en el curso del procedimiento
penal. Teniendo como finalidad Única y legitima, el garantizar los efectos penales
y civiles de una futura sentencia condenatoria"7.
De esta definición se infieren las dos notas características de toda medida
de coerción: su instrumentalidad y su provisionalidad. A estas notas nos referimos
más adelante. También los presupuestos que necesariamente deben concurrir
para adoptar tales medidas.
1.2. Clases: personales y reales
Podemos distinguir dos grandes clases de medidas de coerción: personales
y reales. Esta distinción es recogida en el nuevo texto procesal penal. La
Exposición de Motivos del nuevo CPP se refiere a las primeras señalando que son
medidas de coerción personales las que vienen a limitar la libertad de actividades
o de movimiento del imputado (libertad ambulatoria). Su característica esencial es
su afectación a la esfera de libertad personal del imputado. Por su parte, las reales
vienen a conservar los bienes sobre los cuales se ejecutaría una eventual multa o
indemnización o a establecer una garantía accesoria de que el imputado no se
sustraerá al juicio. Estas últimas presentan un carácter patrimonial, pues implican
una intromisión en el patrimonio del imputado con la finalidad de asegurar las
eventuales responsabilidades pecuniarias derivadas del delito.
Como vemos las finalidades de ambas clases de medidas de coerción son
distintas por lo que no existe ningún obstáculo en admitir su compatibilidad en el
ámbito del proceso penal.
1.3. Las Medidas de Coerción Personales
1.3.1. Naturaleza y características
El art. 15 CPP, bajo el epígrafe Estatuto de libertad, dispone que “Toda
persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Las medidas de
7
CUELLAR CRUZ, R., "Las medidas cautelares en el nuevo proceso penal", en AA.VV., Las
medidas cautelares, Cuadernos de Estudios Judiciales "Rafael Alvarado Manzano", Tegucigalpa,
2001, pago. 5.
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coerción, restrictivas de la libertad personal o de otros derechos, tienen carácter
excepcional y su aplicación debe ser proporcional al peligro que trata de
resguardar”.
Del contenido de dicho precepto resulta que la libertad del imputado debe
ser la regla general en el proceso penal dominicano, pues toda medida restrictiva
de la libertad personal debe tener un carácter excepcional y además debe respetar
el principio de proporcionalidad. Más adelante el art. 222 CPP insiste en esta
excepcionalidad al disponer que “Toda persona tiene derecho a la libertad y a la
seguridad personal. Las medidas de coerción tienen carácter excepcional y sólo
pueden ser impuestas mediante resolución judicial motivada y escrita, por el
tiempo absolutamente indispensable y a los fines de asegurar la presencia del
imputado en el procedimiento”.
El contenido de estos preceptos entronca con la proclamación
constitucional según la cual “Se reconoce como finalidad principal del Estado la
protección efectiva de los derechos de la persona humana y el mantenimiento de
los medios que le permitan perfeccionarse progresivamente dentro de un orden de
libertad individual y de justicia social, compatible con el orden público, el bienestar
general y los derechos de todos" (art 8 CRD).
El respeto al derecho a la libertad inspira toda la regulación de las medidas
de coerción personales. Ello impone que en principio todos tenemos derecho a no
ser privados de libertad, salvo en aquellos supuestos específicamente previstos en
la ley, y que deberán ser interpretados restrictivamente. Toda duda deberá
interpretarse siempre a favor de la libertad: in dubio, libertas8. La privación de
libertad del imputado no puede ser la regla general durante la tramitación y
sustanciación del proceso penal. Esta práctica es contraria a los postulados
constitucionales incorporados al nuevo texto procesal penal. La excepcionalidad
es una característica esencial de las medidas de coerción personales,
especialmente de aquellas que implican una limitación o restricción de la libertad
del imputado9.
La finalidad de toda medida de coerción personal es asegurar el resultado
del juicio y, por tanto, garantizar la eficacia del iuspuniendi. A esta naturaleza
cautelar se refiere el nuevo texto procesal penal: “a los fines de asegurar la
presencia del imputado en el procedimiento” (art. 222 CPP). El peligro de fuga
8
RODRIGUEZ RAMOS, L, La detención, Edit AKAL, Madrid, 1987, pag. 13.
9
La STCE 13/1994, de 17 enero, nos dice que "el punto de partida es que dicha privación de
libertad ha de regirse por el principio de excepcionalidad".
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vuelve a aparecer en el art. 226, in fine, CPP cuando establece que “el juez puede
prescindir de toda medida de coerción, cuando la promesa del imputado de
someterse al procedimiento sea suficiente para descartar el peligro de fuga”. Este
carácter cautelar condiciona las dos notas características de dichas medidas: su
instrumentalidad y provisionalidad. Su carácter instrumental viene determinado por
el hecho de que las medidas de coerción no pueden considerarse como un fin en
sí mismas, sino que su finalidad es asegurar el normal desarrollo del proceso
penal. Nacen además con una vocación de provisionalidad, pues deberán dejarse
sin efecto cuando no sean necesarias para asegurar el cumplimiento de las
finalidades del proceso penal.
Como consecuencia de estas características el mantenimiento de una
medida de coerción está sometida a la clausula rebus sic stantibus. La propia
Exposición de Motivos del CPP se hace eco de esta clausula al destacar el
establecimiento de un régimen de revisión permanente de todas las medidas de
coerción, de modo que puedan hacerse cesar, modificar o sustituirse por otra más
o menos grave, según las circunstancias. El art. 222, párrafo segundo, CPP
declara que “La resolución judicial que impone una medida de coerción o la
rechace es revocable o reformable en cualquier estado del procedimiento. En todo
caso, el juez puede proceder de oficio cuando favorezca la libertad del imputado”.
Por su parte, el art. 238 CPP autoriza al juez, de oficio en beneficio del imputado o
a Solicitud de parte, en cualquier estado del procedimiento, a revisar, sustituir,
modificar hacer cesar las medidas de coerción por resolución motivada, cuando
así lo determine la variación de las condiciones que en su momento las
justificaron. Cuando el juez revise de oficio la medida de coerción no podrá
imponer una medida más grave10, pues solo está autorizada dicha revisión de
oficio “cuando favorezca la libertad del imputado” o “en beneficio del imputado”. Es
una manifestación del principio de justicia rogada al que nos referiremos más
adelante. El Juez es erigido es verdadero garante del derecho a la libertad. En
definitiva, la variabilidad es otra de las características esenciales de las medidas
de coerción penales. La garantía de contradicción debe presidir el procedimiento
de revisión de toda medida de coerción.
La provisionalidad no debe confundirse con la temporalidad de las medidas
de coerción como principio inspirador de su regulación. La temporalidad hace
referencia a que duración de la medida de coerción será siempre limitada,
debiendo la ley fijar los plazos máximos de duración de cada medida de coerción.
Aunque, como principio general, las medidas de coerción sólo durarán el tiempo
10
Cfr. art. 228 CPPRD.
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que sea absolutamente indispensable (art. 222, párrafo primero, CPP).
Indispensabilidad que vendrá determinada por la permanencia de los
presupuestos que fundamentaron la adopción inicial de la medida. Desaparecidos
tales presupuestos, aunque no haya transcurrido el plazo máximo legal, deberá
dejarse sin efecto la medida de coerción adoptada.
El cómputo de los plazos en las medidas de coerción se realizará por días
corridos, frente a la regla general de días hábiles (art. 143, párrafo tercero, CPP).
1.3.2 Principios informadores
En este apartado vamos a analizar aquellos principios generales que
inspiran la regulación de las medidas de coerción personales contenida en el CPP.
a) Principio de legalidad
Dicho principio supone que toda medida limitativa de algún derecho
fundamental deba estar prevista en la ley. La ley debe autorizar expresamente a la
autoridad judicial adoptar tales medidas limitativas. En cuanto afectan al derecho a
la libertad personal o ambulatoria11 las medidas de coerción personales deben
cumplir con las exigencias derivadas de dicho principio de legalidad. Además,
cualquier supuesto habilitante de la privación de libertad previsto en la ley debe
ser interpretado restrictivamente.
Los textos internacionales de derechos humanos exigen que cualquier
limitación del derecho a la libertad solo sea admisible en aquellos casos
expresamente previstos y con arreglo al procedimiento establecido en la ley. El art.
5.1 CEDH proclama que “Toda persona tiene derecho a la libertad y a la
seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad, salvo en los casos siguientes y
con arreglo al procedimiento establecido por la ley”. En idénticos términos el art.
7.2 CADH dispone que “Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las
causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas
de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas”12.
El art. 8.2 CEDH exige que toda injerencia de la autoridad pública en la
esfera privada ha de estar “prevista por la ley”. También, el art. 17.1 PIDCP
11
En la doctrina DE HOYOS SANCHO, M., La detención por delito, pág. 21, define la libertad
ambulatoria como a libertad para alejarse del lugar donde no se desea permanecer.
12
Vid., también, el att. 9.1 PIDCP.
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prohíbe las injerencias arbitrarias o legales13, entendiéndose como tales aquellas
que no están previstas en las normas legales.
Este principio de legalidad aparece plasmado, también, en la CRD cuyo art.
8.2.c) declara que `Toda persona privada de su libertad sin causa o sin las
formalidades legales, o fuera de los casos previstos por las leyes, será puesta
inmediatamente en libertad a requerimiento suyo o de cualquier persona".
El principio de legalidad conlleva la prohibición de toda privación de libertad
arbitraria, esto es, cualquier forma de arresto, detención o prisión que tenga lugar
fuera de los supuestos y sin las finalidades previstas en la norma o sin la
observancia del procedimiento previsto en la ley, o con vulneración de las
garantías constitucionales o legales.
El principio de legalidad no solo exige la precisa identificación de los
supuestos fácticos que posibiliten la limitación del derecho a la libertad, sino que
además, comporta que las autoridades y sus agentes solo podrán acordar
aquellas medidas limitativas expresamente previstas en la ley. Queda
absolutamente prohibida la imposición de medidas de coerción personales que no
estén previstas y reguladas en la ley. El principio de legalidad se opone a la
existencia de medidas cautelares innominadas. El juez únicamente podrá imponer
alguna de las medidas que estén previstas expresamente en la ley (en el propio
Código Procesal Penal o en otras leyes). La STCE 169/2001, de 16 julio, apreció
una vulneración del derecho a la libertad personal del art. 17.1 CE en un supuesto
en que el juez como medida cautelar alternativa a la prisión preventiva había
acordado la prohibición de salida del territorio nacional sin autorización judicial y la
consiguiente retirada del pasaporte ante la falta de cobertura legal de la medida en
el ordenamiento procesal-penal español.
b) Jurisdiccionalidad
Las medidas de coerción personales sólo podrán ser adoptadas por el
órgano jurisdiccional competente. En sede constitucional el art. 8.2.b declara que
"Nadie podrá ser reducido a prisión ni cohibido en su libertad sin orden motivada y
escrita de funcionario judicial competente, salvo el caso de flagrante delito". Esta
naturaleza jurisdiccional resulta, también, del contenido de varios preceptos del
texto procesal penal. El art. 226 CPP indica que es sólo “el juez” que el puede
13
El art.7.4 CADH seria la que “nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento
arbitrarios”.
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imponer al imputado alguna de las medidas de coerción que enumera el precepto.
El art. 222 CPP exige que las medidas de coerción sólo puedan ser impuestas
mediante "resolución judicial motivada". Y, por último, el art. 231 CPP se ocupa del
contenido que tiene que tener la resolución judicial que impone una medida de
coerción.
La jurisdiccionalidad es una consecuencia de las repercusiones que la
adopción de este tipo de medidas tienen en la esfera jurídico-fundamental de los
ciudadanos (así, por ejemplo, las medidas cautelares personales que suponen una
injerencia en el derecho a la libertad personal). Como regla general serán los
jueces de la instrucción los competentes para su adopción (art. 73 CPP), aunque
excepcionalmente podrán ser adoptadas por los jueces de paz en casos de
urgencia cuando no pueda obtenerse la intervención inmediata del juez de la
instrucción. El art. 75.5 CPP concede competencia a los jueces de paz para
conocer “de las solicitudes de medidas de coerción, en los casos que no admitan
demora y no sea posible lograr la intervención inmediata del juez de la instrucción,
o que resulte conveniente para facilitar la participación de todos los intervinientes”.
Además, la imposición de las medidas de coerción está presidida por el
principio de justicia rogada. El Juez no puede imponer de oficio una medida de
coerción, sino que necesita previamente de la petición del ministerio público o del
querellante (arts. 225, 226 y 228 CPP). La petición no vincula al órgano
jurisdiccional que podrá desestimarla (art. 226 CPP), pero para el caso de
estimación no podrá imponer otras medidas más graves que las solicitadas (art.
228, párrafo segundo, CPP). En este ámbito no puede actuarse con criterios
automáticos. El juez debe tener la libertad suficiente para valorar las
circunstancias concurrentes y sobre la base de las mismas tomar una decisión
sobre la estimación o desestimación de la pretensión de las partes acusadoras. La
prohibición de la actuación de oficio pretende garantizar la imparcialidad objetiva
del Órgano jurisdiccional. Si durante la tramitación de la causa la Única parte
acusadora o todas las partes acusadoras solicitasen la modificación de la medida
de prisión preventiva o que se dejase sin efecto, la autoridad judicial estaría
obligada a acordarlo.
CASO: Sobre el alcance del principio de justicia rogada en el ámbito de las
medidas de coerción.
Objetivo Formativo: Determinar el alcance de la limitación prevista en el art. 228,
párrafo segundo, CPP, según la cual el juez no puede imponer otras medidas de
coerción más graves que las solicitadas.
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Descripción del supuesto fáctico planteado:
A) Primer supuesto: el ministerio público, única aparte acusadora
constituida, solicita la imposición de la medida de presentación de una garantía
económica suficiente que cuantifica en la cantidad de X. El juez acceda a la
imposición de la medida pero aumenta el quantum solicitado por estimarlo
insuficiente. El imputado recurre alegando vulneración del art 228 CPP.
¿Puede el Juez fijar un quantum económico superior al solicitado por las partes
acusadoras?
B) Segundo supuesto: el ministerio público, única parte acusadora
constituida, solicita la imposición de la medida de presentación cada 15 días ante
el juez conforme a lo previsto en el art. 226.4 CPP. El juez accede a imponer la
medida pero fija una presentación periódica semanal. El imputado recurre
alegando vulneración del art. 228 CPP.
¿Puede el juez imponer una presentación periódica en condiciones distintas a las
solicitadas por las partes acusadoras?
Excepcionalmente razones de urgencia pueden autorizar la adopción de
medidas de coerción por parte de las autoridades administrativas o incluso
particulares, cuando sea necesario para garantizar su efectividad, tal como sucede
con el arresto14. En todos estos casos, la adopción de la medida deberá estar
sometido a un control judicial ex post que deberá realizarse en un breve plazo de
tiempo.
c) Principio de proporcionalidad
En cuanto que las medidas cautelares o de coerción afectan al derecho a la
libertad personal, implicando una limitación, restricción o sacrificio del mismo, su
adopción y mantenimiento deben estar sometidos al principio de proporcionalidad.
Principio que aunque no se reconozca expresamente en los textos
constitucionales se puede deducir directamente de la propia interdicción de la
arbitrariedad en la actuación de los poderes públicos y del principio del Estado de
Derecho.
14
Vid. art. 224 CPPRD. Podríamos incluir, también, los supuestos de restricciones de circulación y
ambulatorias que pueden acordar los funcionarios del ministerio público o la policía, en aquellos
casos previstos en la ley, con el límite temporal de 6 horas (arts. 175 y 178 CPPRD).
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La proporcionalidad exige:
a) La adecuación o idoneidad de la medida, esto es, que la medida sea
adecuada al fin u Objetivo que con la misma se pretende lograr.
Con la adopción de la medida debe perseguirse, siempre, un fin
constitucionalmente legítimo.
b) La necesidad de la medida, esto es, que la limitación de un derecho
fundamental se produzca en la medida estrictamente necesaria para la
salvaguardia del superior interés común, de forma que no suponga un sacrifico
excesivo e innecesario de aquel, es decir, que no exista otra medida de eficacia
análoga pero menos lesiva para el derecho de que se trate.
La limitación al derecho a la libertad debe ser la alternativa menos gravosa
o lesiva de entre todas las aptas para lograr el fin perseguido. En sede de prisión
preventiva, como examinaremos más adelante, este requisito viene plasmado en
el art. 234 CPP al establecer que “Además de las circunstancias generales
exigibles para la imposición de las medidas de coerción, la prisión preventiva sólo
es aplicable cuando no pueda evitarse razonablemente la fuga del imputado
mediante la imposición de una o varias de aquellas que resulten menos gravosas
para su persona”. Supone la plasmación normativa del principio de subsidiariedad.
c. La proporcionalidad en sentido estricto, pues es preciso que el perjuicio
vinculado a la medida se encuentre en una relación razonable o proporcionada
con la finalidad de protección del bien o valor jurídico que en el caso concreto se
contrapone al derecho a la libertad personal, es decir, con la importancia del
interés general que se pretende salvaguardar.
Como manifestación de este principio de proporcionalidad, el art. 358 CPP
prohíbe la adopción de medidas de coerción en el caso de simples
contravenciones, con la excepción del arresto que en ningún caso podrá exceder
de las 12 horas.
Toda privación de libertad producida como consecuencia de la adopción de
una medida de coerción personal que no se ajuste a las exigencias del principio de
proporcionalidad debe considerarse arbitraria.
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d) Motivación de la resolución judicial
Como complemento de la garantía de jurisdiccionalidad antes analizada se
exige que toda resolución judicial que imponga una medida de coerción este
motivada. Es necesario, por tanto, que la resolución judicial que adopte la medida
de coerción limitativa del derecho a la libertad cumpla con los parámetros de
motivación exigibles constitucionalmente.
La resolución judicial deberá dar cuenta no solo de las circunstancias
fácticas y fundamentos jurídicos que sirven de soporte a la medida adoptada, sino
que deberá exteriorizar el juicio de proporcionalidad que sustenta su imposición.
Únicamente la exteriorización de ese juicio de proporcionalidad permite controlar si
en el caso concreto concurren los presupuestos que justifican la adopción de la
medida, permitiendo, además, al sujeto pasivo de la misma impugnar dicha
resolución por los cauces legalmente establecidos.
1.3.3 Presupuestos
Dos son los presupuestos comunes a todas las medidas de coerción
personales, que aparecen plasmados normativamente en el art. 227 CPP.
a) Fumuscommisidelicti: implica un juicio provisional de imputación, esto es,
la fundada sospecha de participación del imputado en un determinado hecho
punible o con apariencia delictiva. En el ámbito del proceso penal se traduce en la
razonable atribución a una persona determinada de la comisión de un hecho
punible. Exige la presencia de indicios, objetiva y racionalmente fundados, que
permitan imputar los hechos presuntamente delictivos al sujeto pasivo de la
medida. Es algo más que la existencia de simples conjeturas o probabilidades,
pues supone la concurrencia de datos objetivos (indicios) que permitan sostener, a
título de imputación provisional, que el imputado es responsable del hecho
delictivo.
A este presupuesto se refiere el art. 227.1 CPP cuando condiciona la
aplicación de las medidas de coerción a que "existen elementos de prueba
suficientes para sostener, razonablemente, que el imputado es, con probabilidad,
autor o cómplice de una infracción". Infracción que debe ser imputable
personalmente al destinatario de la medida de coerción como consecuencia del
principio de personalidad de la persecución consagrado en el art. 17 CPP, según
el cual "Nadie puede ser perseguido, investigado ni sometido a medidas de
coerción sino por el hecho personal. La retención de personas ajenas a la
comisión de un hecho punible, con miras a obtener su colaboración o la entrega
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del imputado, se sanciona de conformidad con las disposiciones de la ley penal".
Esta disposición trata de poner fin a la práctica policial consistente en proceder a
la detención arbitraria de familiares de sospechosos para forzar que éstos se
entreguen a las autoridades policiales. Práctica denunciada en el Informe de la
ComlDH sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República Dominicana
de 1999.
El TEDH viene exigiendo la concurrencia de sospechas fundadas y
razonables, para lo cual deben existir hechos o informaciones que persuadan a un
observador objetivo de que el individuo en cuestión puede haber cometido el
delito15
b) Periculum in mora que se concreta en el peligro de fuga o de sustracción
del imputado a la acción de la justicia. El art. 227.2 CPP alude expresamente a
este presupuesto: “Existe peligro de fuga basado en una presunción razonable,
por apreciación de las circunstancias del caso particular, acerca de que el
imputado podría no someterse al procedimiento”.
El peligro de fuga es una manifestación concreta del más amplio
periculumlibertatis, entendido este último como la posibilidad de que se frustren los
fines del proceso penal a causa de la puesta en libertad del sospechoso 16, esto
es, los peligros que pueden derivar del hecho de que el imputado permanezca en
libertad durante el tiempo que dure el proceso.
La proporcionalidad de la medida exige que la privación de libertad sea
imprescindible para que el presunto autor de los hechos delictivos comparezca
ante el órgano jurisdiccional.
En Italia el art. 274 CPP se refiere como presupuesto de las medidas
cautelares a situaciones de “concretto e attualepericolo” fundamentadas en
circunstancias de hecho.
15
STEDH caso LABITA contra Italia, de 6 abril 2000; dicha sentencia analiza la cuestión de si las
declaraciones de los "arrepentidos" pueden servir de fundamento al arresto de una persona,
declarando, en su apartado 159, que "aunque las declaraciones de los "arrepentidos" pueden de
forma válida apoyar, en un principio, la detención del interesado, perderán necesariamente su
pertinencia con el transcurso del tiempo, particularmente si el progreso de las investigaciones no
permite revelar ningún otro elemento de prueba posterior'. Se exige, pues, que las declaraciones
de los "arrepentidos" sean corroboradas por otros elementos de prueba.
16
DE HOYOS SANCHO, M., La detención..., cit., pag. 167.
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Para su apreciación el art. 229 CPP menciona las siguientes circunstancias
que el juez debera, especialmente, tener en cuenta:
1. Arraigo en el país, determinado por el domicilio, residencia habitual,
asiento de la familia, de sus negocios o trabajo y facilida.des para abandonar el
pals o permanecer oculto.
La falsedad o falta de información sobre el domicilio del imputado constituye
presunción de fuga.
2. Gravedad de la pena. La pena imponible al imputado en caso de
condena.
3. La importancia del daño que debe ser resarcido y la actitud que
voluntariamente adopta el imputado ante el mismo.
4. El comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro
anterior, en la medida que indique su voluntad de someterse o no a la persecución
penal (por ejemplo, la existencia de anteriores declaraciones de rebeldía o la
existencia de anteriores órdenes de arresto judicial por incomparecencia del
imputado).
Se trata de criterios de carácter orientativo que el Juez deberá valorar en
cada caso para constatar la presencia o no de dicho peligro de fuga u ocultación.
La enumeración contenida en dicho precepto no es limitativa (numerus clausus), y
nada impide que puedan tenerse en cuenta otros factores relevantes. El propio
precepto utiliza la expresión especialmente. Así, cabría mencionar los propios
antecedentes penales del imputado como exponentes de una habitualidad en la
comisión de hechos delictivos de la que podía deducirse la existencia de un
peligro de fuga.
Tradicionalmente la gravedad del hecho ha sido considerada en muchas
ocasiones como el único elemento a tener en cuenta para acordar una medida de
coerción personal, especialmente la prisión preventiva. El contenido del art. 229
CPP nos advierte de que la constatación del riesgo de fuga exige no solo tener en
cuenta la gravedad del hecho cometido y la pena que lleva aparejada, sino
también las circunstancias personales, familiares, laborales y sociales del
arrestado (su edad, su estado de salud...), o por ejemplo, el intento del imputado
de fugarse u ocultarse después de la comisión del hecho o para evitar el arresto,
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pueden ser datos indicativos de su intención de eludir la acción de la Justicia; o
identificarse con un nombre falso o con documentación falsa17.
Es en la prisión preventiva donde este presupuesto adquiere un mayor
protagonismo. Así resulta de lo dispuesto en el art. 234 CPP, como veremos más
adelante.
Se admite que la promesa del imputado de someterse al procedimiento
pueda erigirse en garantía suficiente, a juicio del juez, para neutralizar y descartar
el peligro de fuga, prescindiéndose entonces de toda medida de coerción (art. 226,
último párrafo, CPP).
c) Naturaleza de la infracción objeto de imputación: a tenor de lo dispuesto
en el art. 227.3 CPP, debe tratarse de infracciones penales castigadas con pena
privativa de libertad. El propio legislador presume, iuris et de iure, que no concurre
peligro de fuga cuando el delito no lleva aparejada una pena privativa de libertad,
por lo que excluye la posibilidad de adoptar una medida de coerción personal.
Es suficiente que estos presupuestos concurran o estén presentes en el
momento de la adopción y durante el mantenimiento de la medida, sin que una
ulterior desaparición de los motivos o el posterior archivo del procedimiento penal
sin acusación o sin condena conviertan en ilícita la inicial privación de libertad 18.
1.4 Procedimiento para su adopción
De la regulación legal contenida en el CPP es posible identificar una serie
de principios comunes que inspiran el procedimiento previsto para la adopción de
medidas de coerción personales.
17
La STEDH caso STÓGMULLER contra Austria, de 10 noviembre 1969, en su fj. 15, dice que "Se
debe observar a este respecto que la simple posibilidad o facilidad que tiene el acusado para pasar
la frontera no implica peligro de fuga (a estos efectos hubiera sido suficiente, por otra parte,
requerir a Stogmuller para que entregase su pasaporte); se requiere la concurrencia de unas
circunstancias, especialmente la pena grave que se prevé, o la singular oposición del acusado a la
detención, o la falta de arraigo sólido en el país, que permitan suponer que las consecuencias y
riesgos de la fuga le parecerán un mal menor que la continuación del encarcelamiento". Vid.,
también, STEDH caso NEUMEISTER contra Austria, de 27 junio 1968; y STCE 128/1995, de 26
julio,
18 STEDH caso BROGAN y otros contra Reino Unido, de 29 noviembre 1988.
Fundación Ética, Integridad Y Justicia (FEIJ) 15
1.5 Oralidad
Con carácter general el art. 230, párrafo Ultimo, CPP, prevé que con
anterioridad a la imposición de una medida de coerción el juez convoque a una
audiencia para oír a las partes. De dicha audiencia deberá levantarse la oportuna
acta.
Durante la fase de investigación preliminar se establece que la celebración
de la audiencia deberá realizarse en un plazo no mayor a 3 días hábiles desde la
recepción del requerimiento presentado por el ministerio público. El requerimiento
deberá tener el siguiente contenido:
a) los datos personales del imputado,
b) el relato del hecho y su calificación jurídica,
c) los elementos de prueba que lo sustentan,
d) el tipo de medida que se requiere y
e) en su caso la solicitud del arresto (art. 284 CPP).
Se establece la obligatoriedad de la presencia en dicha audiencia del
ministerio público, del imputado y su defensor. La incomparecencia del ministerio
público, estimamos que injustificada aunque nada diga el precepto legal,
determina que el requerimiento se tenga por no presentado (art. 284 CPP).
La celebración de una audiencia está prevista, también, con carácter previo
a resolver sobre el recurso interpuesto contra la resolución de imposición de la
prisión preventiva o del arresto domiciliado (art. 414 CPP).
1.6 Contradicción
Como consecuencia de la oralidad el procedimiento está presidido por el
principio de contradicción o audiencia de las partes. El juez con carácter previo a
resolver sobre la medida de coerción solicitada deberá oír a las partes (art. 230,
párrafo último, CPP). Las partes intervendrán en defensa de sus respectivas
pretensiones. Como señala el art. 284 CPP "en la audiencia, el ministerio público
expone los motivos de su requerimiento y se invita al imputado a declarar en su
defensa". También, el art. 226 CPP señala que "el juez, puede imponer al
imputado, después de escuchar sus razones". Cabe la posibilidad de que las
partes puedan proponer pruebas que avalen sus respectivas peticiones y que se
practicarán durante el acto de la audiencia (art. 230 CPP).
Fundación Ética, Integridad Y Justicia (FEIJ) 16
La contradicción, como garantía instrumental del derecho de defensa, rige
siempre que se haya solicitado una medida de coerción. De ahí, que solicitada una
medida de coerción se prohíba que el ministerio público pueda acordar durante el
procedimiento preparatorio el secreto total o parcial de las actuaciones (art. 291
CPP).
1.7 Recurribilidad de la decisión judicial
En la propia Exposición de Motivos se anuncia este principio general de
recurribilidad de las decisiones judiciales 19 de imposición de una medida de
coerción declarando que “Cualquier medida que comporte una restricción de
derechos o un atentado a la libertad se tendrá como un acto jurisdiccional
inmediatamente recurrible ante otro tribunal para la verificación de su
razonabilidad y su legalidad”.
Como concreción de este principio el art. 245 CPP dispone que `Todas las
decisiones judiciales relativas a las medidas de coerción reguladas por este libro
son apelables. La presentación del recurso no suspende la ejecución de la
resolución".
A pesar de la ubicación sistemática del precepto, en sede de medidas de
coerción reales, del propio tenor literal del precepto se infiere que su contenido se
aplica a todas las medidas de coerción previstas en el Libro V de la Parte General.
1.8 Clases
El art. 226 CPP enumera las distintas medidas de coerción personal que
pueden ser adoptadas judicialmente. Dichas medidas son las siguientes:
1. La prestación de una garantía económica suficiente (arts. 235, 236 y237
CPP). Esta garantía económica puede revestir diferentes modalidades, a tenor de
lo dispuesto en el art. 235 CPP. Puede consistir en el:
a) depósito de dinero,
b) valores,
c) el otorgamiento de prendas o hipotecas sobre bienes libres de gravdmenes,
19
Vid art. 231 CPPRD que fija el contenido de la resolución que impone una medida de coerción. Y
el art. 232 CPPRD prevé que con carácter previo a la ejecución de la medida debera levantarse un
acta con el contenido que el propio precepto establece.
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d) con una póliza con cargo a una empresa de seguros dedicada a este tipo de
actividades comerciales,
e) con la entrega de bienes, o
f) la fianza solidaria de una o más personas solventes.
Al juez le corresponde fijar el monto, así como la modalidad de prestación y
apreciar su idoneidad (art. 235, párrafo segundo, CPP). El juez deberá valorar
para fijar su cuantía los recursos económicos del imputado, para impedir que su
status económico convierta la libertad en un beneficio inalcanzable. De ahí que el
referido precepto disponga que “en ningún caso fija una garantía excesiva ni de
imposible cumplimiento en atención a los recursos económicos del imputado”20.
Aunque, como añade a continuación el juez debe hacer la estimación de modo
que constituya un motivo eficaz para que el imputado se abstenga de incumplir
sus obligaciones".
Se admite la posibilidad de que el imputado y el garante puedan sustituir la
garantía por otra equivalente. Sustitución que requiere la autorización judicial (art.
235, último párrafo, CPP).
La declaración de rebeldía del imputado o su sustracción a la ejecución de
la pena determina que, si el garante no lo presenta dentro del plazo legal o no se
justifica la incomparecencia, se proceda a la ejecución de la garantía (art. 236
CPP).
El texto procesal enumera, también, las causas de cancelación de la
garantía. Segú art. 237 CPP la garantía será cancelada devolviéndose los bienes
afectados más los intereses generados, cuando:
a) se revoque la decisión que la acuerda,
b) se dicte el archivo o la absolución
c) el imputado se someta a la ejecución de la pena o ella no deba ejecutarse.
2. La prohibición de salir sin autorización del pais, de la localidad en la cual
reside o del ámbito territorial que fije el juez.
3. La obligación de someterse at cuidado o vigilancia de una persona o
institución determinada, que informa regularmente al juez.
20
La Enmienda VIII a la Constitución de EEUU proclama expresamente que "no deberá exigirse
una fianza excesiva".
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4. La obligación de presentarse periódicamente ante el juez o ante la
autoridad que él designe.
5. La colocación de localizadores electrónicos, sin que pueda mediar
violencia o lesión a la dignidad o integridad física del imputado.
6. El arresto domiciliario, en su propio domicilio o en custodia de otra
persona, sin vigilancia alguna o con la que el juez disponga.
Quizás debería haberse previsto con mayor detalle en que consiste la
vigilancia que puede disponer el juez, y quienes pueden ser las personas bajo
cuya custodia puede colocarse at imputado (art. 226.6 CPP).
En algunos ordenamientos el arresto domiciliario está configurado
legalmente como una modalidad de prisión atenuada, aplicable específicamente
en supuestos de enfermedad cuando el internamiento entrañase un grave peligro
para la salud, o en supuestos de drogadicción. Tal es el caso de la legislación
procesal penal española que autoriza que la autoridad judicial pueda acordar que
la medida de prisión provisional del imputado se verifique en su domicilio, con las
medidas de vigilancia que resulten necesarias, cuando por razón de enfermedad
el internamiento entrañe un grave peligro para su salud. El imputado podrá ser
autorizado a salir del domicilio durante las horas necesarias para el tratamiento de
su enfermedad, siempre con la vigilancia necesaria (art. 508.1 LECrim). También
en los caos en que el imputado se hallare sometido a tratamiento de
desintoxicación o deshabituación a sustancias estupefacientes se prevé la
sustitución de la medida de prisión provisional por el ingreso en un centro oficial o
de una organización legalmente reconocida para continuación del tratamiento. Se
exige como condición que los hechos objeto del procedimiento sean anteriores al
inicio del tratamiento de deshabituación (art. 508.2 LECrim).
El arresto domiciliario es una verdadera medida cautelar personal privativa
de libertad, por lo que deberá estar sometida a los mismos presupuestos y limites
de la prisión preventiva21.
21
Vid. STCE 56/1997, de 17 marzo, sobre el arresto domiciliario como modalidad de prisión
atenuada en el marco de un proceso penal militar.
Fundación Ética, Integridad Y Justicia (FEIJ) 19
1.9 La prisión preventiva.
CASO: Sobre tipos de medidas de coerción personales que pueden
imponerse.
Objetivo formativo: Determinar el significado y alcance del principio de
legalidad y proporcionalidad en el ámbito de las medidas de coerción personales.
Descripción del supuesto fáctico planteado: La policía procede al arresto del
sospechoso como presunto autor de un delito de amenazas contra el propietario
de una empresa exigiéndole la entrega de una determinada cantidad de dinero. El
ministerio público estimando que los hechos revisten gravedad solicita del juez la
medida de prisión preventiva. El juez en su resolución desestima dicha medida por
estimarla desproporcionada, estimando más adecuado someter al arrestado a una
vigilancia policial, al amparo de los arts. 305, 306y 307 CPRD, e imponiéndole
además la prohibición de comunicación y acercamiento a la víctima, así como la
prohibición de acudir a la sede de la empresa mientras se sustancie el proceso
penal.
1.10 Determinar la legalidad y proporcionalidad de la medida
La previsión de un cuadro de medidas de coerción personales alternativas a
la prisión preventiva deberá contribuir de forma decisiva a poner fin a la situación
de generalización de esta última medida, en cuanto posibilita al juez adecuar su
decisión a las concretas circunstancia concurrentes, imponiendo aquella medida
que siendo menos gravosa para el derecho a la libertad permita cumplir los fines
de toda medida de coerción, garantizándose el respeto al principio de
proporcionalidad. En la Exposición de Motivos del CPP puede leerse “se
establecerá una serie de medidas alternativas a la prisión preventiva a los fines de
disminuir los índices de presos sin condena en las cárceles y asegurando a la vez
la presencia del imputado en el juicio (arrestos domiciliarios, medidas de control
judicial, prohibición de salir del país, caución personal y otras)”. La Resolución (65)
11, de 9 de abril, del Consejo de Europa, ya se refería a la conveniencia de
arbitrar medidas alternativas como la vigilancia en el domicilio, la orden de no
abandonar un lugar determinado sin autorización previa del Juez, la orden de
comparecer periódicamente ante determinadas autoridades, la retirada del
pasaporte o de otros documentos de identidad, la constitución de una garantía 22.
22
La Recomendación N9 R (80) 11 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, de 27 de junio
de 1980, prevé, también, un catálogo de medidas alternativas, declarando que "cuando la
autoridad judicial examine si puede evitarse la prisión preventiva, deberá tener en cuenta la
posibilidad de recurrir a medidas alterativas....".
Fundación Ética, Integridad Y Justicia (FEIJ) 20
Con esta finalidad sustitutiva o alternativa el art. 233 CPP contempla el
internamiento judicial del imputado en un centro de salud mental. Dicho
internamiento requiere el cumplimiento de las mismas condiciones que se exigen
para aplicar la prisión preventiva. Además se requiere que, mediante el oportuno
dictamen pericial, se comprueba que el imputado sufre una grave alteración o
insuficiencia de sus facultades mentales que lo toman peligroso para si o para
terceros. La imposición de la medida está sometida a la previa petición del
ministerio publico. La exigencia de que concurran los mismos presupuestos de la
prisión preventiva evita la desnaturalización del carácter cautelar de dicha medida,
pues no estamos ante una medida de seguridad pre delictual. Por Último, hay que
destacar que e absolutamente necesario que el internamiento se realice en una
institución adecuada desde el punto de vista terapéutico23.
Además de las anteriores medidas debemos mencionar también el arresto,
con sus diversas modalidades (policial y judicial), aunque para algunos se trate de
una medida precautelar. El juez puede imponer una sola de estas medidas o
combinar varias de ellas, en función de las circunstancias del caso. Aunque esta
posibilidad de combinación está excluida cuando se imponga la medida de prisión
preventiva (art. 228 CPP).
23
La STEDH caso AERTS contra Bélgica, de 30 julio 1998, apreció una vulneración del art. 5.1
CEDH pues el internamiento por razones de salud mental haya tenido lugar en una institución no
apropiada, según resultaba de los informes periciales obrantes en la causa, pues no recibió el
tratamiento médico adecuado.
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