Las funciones de la historia en nuestra sociedad
Para Mario Carretero existen tres representaciones del pasado muy diferentes:
Por una parte, el registro de la historia que aparece en la escuela.
Por otra parte, el de la historia cotidiana, como elemento de historia colectiva.
Por último, existe la historia académica o historiográfica, que cultivan los historiadores y
los científicos sociales de acuerdo con la lógica disciplinaria.
Es sabido que la escuela se sirve de la historia con finalidades educativas e instructivas
sin embargo, esta disciplina es percibida socialmente de manera diferente en función de
los contextos culturales, al margen de las necesidades o exigencias que se puedan
defender desde la educación. La historia, al igual que ocurre con la religión, existe en
todas las sociedades humanas; ambas constituyen dos universales culturales. Sin
embargo, el concepto de historia que han desarrollado las distintas culturas, al igual que
el concepto de religión,
puede diferir en el espacio y en el tiempo. Por ello, las funciones sociales de la historia
son muy variadas. Cinco son las más habituales:
• La función patriótica de refuerzo del sentimiento de autoestima de un colectivo.
• La función propagandística de lanzamiento de mensajes positivos sobre un régimen o
sistema políticos o sociales.
• La función de la historia como afirmación de superioridad cultural, que consiste en
introducir ideas o sistemas ideológicos.
• La función para el ocio cultural.
• La función para la creación de conocimiento científico en el análisis social.
La función patriótica de la historia
Como ya es sabido, en el mundo clásico se entendía por historia la disciplina literaria que
formaba parte de la expresión épica de la cultura helénica. En el mundo medieval y siglos
posteriores, la historia era una parte más de la explicación bíblica. Los ilustrados del siglo
XVIII la caracterizaron como un instrumento de comprensión del necesario cambio
yevolución de la sociedad, ligándola a la idea de progreso. Pero, si exceptuamos algunos
casos, la historia no formaba parte susJancial de los estudios académicos.
La función patriótica de la historia se refuerza y, en parte se construye, con la aparición de
los estados liberales que la tuvieron, junto con la geografía del país y la literatura nacional,
como una pieza fundamental en la creación de los estados nacionales. En el siglo XIX, la
Historia es incorporada en casi todos los países europeos como materia obligatoria en la
primera y segunda enseñanza, al tiempo que se crearon los estudios universitarios de
esta especialidad. A partir de este momento, comienzan a darse los primeros debates
sobre el carácter que debe tener esta disciplina en las aulas escolares. En la mayoría de
los casos, la enseñanza de la Historia pasó a ser una forma de ideologización para
transmitir ideas políticas y sentimientos patrióticos.
La consolidación de los estados liberales y el surgimiento de los nacionalismos acarrearon
consigo un interés por parte de los gobiernos por fomentar el conocimiento de la historia
nacional como medio para afianzar ideológicamente la legitimidad del poder, así como
para cimentar y estimular el patriotismo de los ciudadanos. Esta función no ha dejado de
existir y los gobiernos nacionalistas, tanto en Europa como en muchos países
latinoamericanos y africanos, siguen presionando a la escuela, a través de la ordenación,
para que se siga asumiendo este rol de construcción de la conciencia patriótica.
La función propagandística de la historia
La función propagandística de la historia no tiene una importancia menor y realmente se
introduce de forma eficaz en la enseñanza escolar. La historia entendida como arma
propagandística fue una idea que desarrollaron especialmente los regímenes totalitarios
del siglo XXI aunque su uso no es exclusivo de éstos. Se manifestó de numerosas
formas, pero fue especialmente evidente en los museos. El fascismo italiano desarrolló en
profundidad este concepto, cuyo punto culminante tenía que eclosionar en 1942. Aquél
tenía que ser el año cumbre para la cultura de propaganda del fascio, en efecto, en 1940
se inauguró en Roma el enorme edificio que debía albergar el más importante museo del
fascismo, fuente de imágenes y contenidos de la enseñanza desde las primeras letras a la
universidad. Ni qué decir tiene que la Alemania nazi, los museos soviéticos de la URSS o
el Museo de la Revolución de la China maoísta así como la mayoría de regímenes
totalitarios, intentaron lo mismo, con mejor o peor fortuna.
Pero también los estados democráticos han utilizado la historia con estos fines en museos
o centros de interpretación de historia, como pueden verse en Estados Unidos y algunos
países de América Latina. También en conmemoraciones, tan frecuentes en los últimos
decenios, como las celebraciones de la Independencia en América o, en España con
motivo del Descubrimiento de América, o en los centenarios de Carlos III, Felipe II, etc. En
estos casos, más que conmeraciones históricas, se han celebrado actividades de
autoafirmación nacional o de identificación de representaciones del pasado con las
concepciones que los gobiernos defienden. La historia deviene de esta manera en
propaganda y, aunque no forme parte de los currículos oficiales ni esté presente en los
materiales escolares, su influencia no debe menospreciarse en la formación de las
representaciones del pasado que influyen en la conciencia ciudadana.
La función de la historia como afirmación de superioridad cultural
Esta función de la historia es distinta a la patriótica o a la propagandística. El uso de la
historia desde esta perspectiva consiste en inculcar a los ciudadanos que el sistema
económico, político y social en el que se desenvuelven es el mejor posible, lo cual no
impide reconocer que utópicamente podrían existir otros similares, pero difícilmente
mejores. Se trata de explicar la civilización a la que se pertenece como superior al resto
de las culturas y pueblos. Un buen ejemplo de este uso de la historia lo encontramos, de
forma muy paradigmática, en el modo en que se presenta en Estados Unidos, cuyo
mensaje podría resumirse, en primer lugar, en la presentación de las aportaciones que el
pueblo estadounidense le ha dado a la humanidad con su sistema político, sus valores, su
ingenio, sus inventos y sus innovaciones tecnológicas. En segundo lugar, al transmitir el
mensaje de ser un país construido entre todos, gracias al esfuerzo de personas de
orígenes diversos, resulta: ser una auténtica nación de naciones, erigida sobre el respeto
de las identidades de cada grupo. Esta función, en el caso de Estados Unidos, está
plenamente integrada en los contenidos escolares que se atribuyen a la historia. En otros
casos, como en los países europeos, esta función se ve reflejada, aunque menos
explícitamente, en el eurocentrismo de las explicaciones históricas que están muy
presentes en las expresiones cinematográficas o culturales, pero también en los
programas escolares.
La función para el ocio cultural
La historia también es un importante factor de ocio y de turismo cultural; los humanos
viajamos de extremo a extremo del mundo para conocer monumentos o espacios
históricos; visitamos ciudades e intentamos conocer su pasado, entramos en museos y
nos sumergimos en sus objetos, vemos cine o televisión y nos trasladamos a escenarios
del pasado; y todo ello lo hacemos como un elemento más de ocio.
Somos consumidores de productos históricos en cantidades crecientes, ya sean buenos o
malos, verdaderos o falsos. Ello es así porque tenemos una determinada conciencia
histórica y porque es imposible prescindir totalmente del pasado. Sea pues por una razón
o por otra, la historia cumple una función de ocio cultural y cobra un interés como
producto comercial de gran trascendencia en la vida económica de algunas zonas o
ciudades. El tratamiento que en estos casos se realice, desde parques temáticos (Terra
Mítica o Port Aventura), o poblados industriales y yacimientos arqueológicos
musealizados, pasando por fiestas populares con contenido histórico o representaciones
teatrales, posee una gran influencia en la configuración de la visión histórica de sus
visitantes, siendo éstos en su mayoría personas en edad escolar.
La función para la creación de conocimiento científico en el análisis social
Se trata del cultivo de la historia científica, entendiendo ésta como la orientación y el nivel
alcanzado en la comunidad científica, generalmente en ámbitos universitarios y que tiene
un claro reflejo en la historia escolar. Heródoto escribió que la misión de la historia era
«decir la verdad». Y la creación de conocimiento, en cualquier área, enriquece a la
sociedad que lo genera y a todas las demás. El conocimiento científico del pasado nos
hace más humanos, nos enriquece y alimenta nuestro presente. Esta forma de entender
la historia ha generado diversas concepciones de esta disciplina que se enmarcan en las
distintas corrientes de pensamiento de la contemporaneidad: desde el positivismo a las
actuales corrientes historiográficas, pasando por el materialismo histórico y otras
corrientes que han resultado muy fructíferas para la reconstrucción científica de la
explicación del pasado. Es por ello que toda concepción del pasado siempre está influida
por las corrientes intelectuales del presente y ello, lejos de perjudicar su cientificidad la
reafirma, al igual que ocurre con el conjunto de las ciencias, al menos, las sociales.
Usos y abusos de la enseñanza de Historia
La historia es objeto de uso y, en ocasiones, de abuso por parte de los poderes públicos,
de los grupos políticos o ideológicos y de las industrias culturales o de Jos medios de
comunicación. La Historia es una materia que, con frecuencia, ha sido manoseada,
adulterada, amordazada, falseada o enaltecida.
A lo largo de los siglos, las sociedades han utilizado recursos muy variados para
transmitir la historia: en el pasado las sociedades europeas se valieron de la literatura
épica; otras culturas se han servido de la tradición oral, como es el caso de numerosas
sociedades ágrafas. Desde la Ilustración, buena parte de Occidente se ha valido de la
escuela o del museo, de la misma forma en que la sociedad norteamericana usa, desde
hace tiempo, el cine y la televisión para mostrar su historia de libertad y esclavitud, sus
luchas emancipadoras y de colonización de tierras del «lejano oeste». En realidad, este
tipo de instrumentos comunicativos de la historia se inscriben en marcos mucho más
complejos de pofíúcas culturales que no es posible analizar aquí. Sin embargo, sí es
conveniente explicar los usos (en ocasiones abusos), que se hace de la historia que, en la
mayor parte de los casos, no coinciden con el papel que debe desempeñar la escuela en
la enseñanza de esta disciplina.
Un ejemplo de la utilización que puede llegar a ser incluso manipulativa, es utilizarla para
trasmitir consignas políticas o ideológicas sin respetar el carácter científico del análisis
historiográfico, En muchos países existen propuestas institucionales consistentes en la
utilización de acontecimientos y efemérides históricas que pretenden justificar ideas sobre
el presente, generalmente de carácter nacionalista, o legitimar realidades políticas
actuales, En ocasiones, los gobiernos y políticos se esfuerzan en potenciar mitos y
epopeyas históricas que parecen reforzar sus propias tesis sobre la concepción del
estado o las relaciones internacionales. En algunos casos se intenta, en estas acciones,
configurar la conciencia de los ciudadanos, ofreciendo una visión del pasado que sirva
para fortalecer sentimientos patrióticos, sobrevalorar glorias nacionales o, simplemente,
crear adhesiones políticas.