HOMILÍA DOMINICAL. “JESÚS: EL FIN DE LOS TIEMPOS Y LA ESPERANZA MESIÁNICA” [Mr. 13:21-33]. 26º.
Domingo
después de Pentecostés, Iván Montes y Vargas, vdm. Reforma SV. T5E51. [email protected] “Adveniat Regnum Tuum…”
LA LECTURA DE ESTE DÍA, ES DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 13 [21-33… C “B”]
[17/XI/2024].
“21 Así que si alguien les dice: ¡Miren, aquí está el Cristo!; o ¡Miren, allí está!, no le crean. 22 Porque
surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, de ser posible,
incluso a los elegidos. 23 Pero ustedes, tengan cuidado. Ya los he prevenido de todo. 24 En aquellos
días, después de esa gran aflicción, sucederá que el sol se oscurecerá y la luna dejará de brillar; 25
las estrellas caerán del cielo y los poderes celestiales se estremecerán. 26 Entonces verán al Hijo
del Hombre venir en las nubes con gran poder y gloria, 27 y él enviará a sus ángeles para reunir a
sus elegidos de los cuatro vientos, desde los extremos de la tierra hasta los extremos del cielo. 28
De la higuera deben aprender esta parábola: Cuando sus ramas se ponen tiernas, y le brotan las
hojas, ustedes saben que el verano ya está cerca. 29 De la misma manera, cuando ustedes vean
que todo esto sucede, sepan que la hora ya está cerca, y que está a la puerta. 30 De cierto les digo
que todo esto sucederá antes de que pase esta generación. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán. 32 En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo,
ni el Hijo. Sólo el Padre lo sabe. 33 Pero ustedes, presten atención y manténganse atentos, porque
no saben cuándo llegará el momento.”
ESTA ES LA PALABRA DEL SEÑOR. [Sal. 16; Dn. 12:1-3; Hb. 10:11-14, 18; Mr. 13: 21-33].
“JESÚS: EL FIN DE LOS TIEMPOS Y LA ESPERANZA MESIÁNICA”
1. “Jesús anuncia los indicadores del fin de la época…”. El ambiente que la comunidad naciente
cristiana atraviesa un punto de criticidad en la fe, el asomo de la desesperanza a consecuencia
de las persecuciones y tragedias que están pronto a desatarse posterior a su muerte y
resurrección. Este pasaje devela la enseñanza sobre el asunto de los tiempos finales, lo cual
debe comprenderse de manera razonable y atendiendo a la certeza de las realidades de los
tiempos que a cada generación le corresponde vivir. Los contenidos de importancia son la
falsedad de los profetas, de los falsos cristos, del engaño de los tiempos, y de los hechos
conmovedores o indicadores los cuales debe alertar a los hombres para poder salir airosos de
las amenazas y no ceder a la escalada de violencia que les anuncia, al parecer ninguna
generación escapa de los estados provocados en el mundo cuyo denominador es la muerte por
violencia extrema. Es importante conocer que el mundo en la historia ha sido víctima de la
iniquidad sin límite de hombres deseosos de poder, embriagados por la codicia, sedientos de
riquezas, ansiosos de someter a placer la voluntad de naciones, etc. El Maestro ha prevenido a
sus discípulos cuyo efecto alcanza a cada generación incluyendo la nuestra. La primera
prevención es un llamado a diferenciar la verdad del error, son muchos los que sin
cuestionamiento reciben a los emisarios del engaño y carecen de criterios para identificar la
verdad porque llegar a conocerla requiere inquirir conocimiento, indagar hechos, reflexionar en
la realidad y encontrar la luz, son muchos los que prefieren recibir propuestas dulces, ilusiones
pasajeras y planteamientos vacíos; el engaño tiene a la religión y la fe como modelo predilecto,
también es muy atractiva y seductora la alianza con la clase política, de promesas ilusas cargadas
de falsedad, de palabras elaboradas para el engaño. No es difícil en nuestro medio encontrar
religiosos incautos rendir pleitesía pública ante los becerros sagrados de la política cuya
presencia legitima la iniquidad de políticas públicas que dañan a los más pobres. Con tanta razón
dijo Jesús: “No les crean”. La advertencia y signo de su venida y el fin de una era en caducidad,
es la aceptación de la mentira como un valor aceptablemente bueno y conveniente para todos.
Hoy más que nunca es nuestra responsabilidad ubicarnos del lado de la verdad que nos
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demuestra Jesús, de su transparencia ejemplar, de su sentido moral, ético, de su espiritualidad,
del poder de su amor. Nos invita a perseverar pacientemente en su camino, “El que persevere
hasta el final, será salvo” [Mt. 24:13].
2. “Jesús: los otros cristos y su preeminencia mesiánica…” El “Pueblo de D” no es un Estado creado
por el hombre con delimitaciones, no es un ente guerrero que lucha con las armas erróneas de
la guerra para destruir y causar dolor, sufrimiento y muerte; su pueblo posee el distintivo de
amar genuinamente a D y al prójimo [Jn. 13:35] es auténtico seguidor de Jesucristo, redentor
suyo y ejemplo absoluto de luz y humildad; así su pueblo vive sus enseñanzas y honra al único
D creador de lo existente. En este marco, es importante distinguir al Mesías o redentor que
anuncia este mensaje. Recordemos que para el judío, su Mesías es un libertador físico y
espiritual, cuya creencia es la restauración del poder político que indudablemente, para ellos,
es el Estado de Israel, el cual no debe confundirse con el Israel bíblico; este Israel político, tiene
como identidad la violencia, guerra, el control del mundo mediante la control de la riqueza y de
gobiernos poderosos en el mundo, así como el apoyo de naciones confundidas que confían
erradamente que se trata del “pueblo de D”. también otros pueblos poseen el concepto de un
“redentor mesiánico” El Islam, para el caso, espera otro salvador, su figura mesiánica es llamada
MAHDÍ (Guía esperado) quien aparecerá al final de los tiempos para establecer Justicia y
sumisión plena al monoteísmo. En la religión PERSA (zoroastrismo) se espera a SAOSHYANT,
salvador que derrotará al mal para restaurar un estado perfecto libre de mal y corrupción. Así
el hinduismo espera también el décimo avatar de VISNU que llegará en tiempo de caos para
destruir el mal y establecer el orden cósmico y traer una era de pureza. En el budismo se espera
al futuro Buda MAITREYA que viene a iluminar nuevamente para salvar al mundo de la
ignorancia y devolver la luz a los hombres. Se puede afirmar que casi todos los casos, la espera
lleva arriba de los mil años. Para el cristianismo, el Cristo en lugar de un personaje político y
destinado a unos pocos, es el redentor universal, cuya acción es ofrecer salvación espiritual, su
paz, y promesa de una vida eterna por medio de su sacrificio y poder de la resurrección, el cual
será evidente en cada hombre. Este Mesías es el camino único para restaurar la comunión con
D, y en su efectiva venida traerá la realización plena del cumplimiento de su Reino eterno. Así
el Mesías es amor puro, perdón para todos, ofrenda divina propicia para perdón, unificación
eterna con el D único. La llegada de Cristo es una venida que, si bien puede ser física, debe
comprenderse como un aparecimiento oportuno, preciso en el orden del universo y del mundo,
el cual con su poder manifestado jamás permitirá que esté al margen de su mano, control y
poder, como su doxología dice: “Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria por todos los
siglos. Amén” [Mt. 6:13]
3. “Jesús: Mesianismo y visión esperanzadora…” El sentido mesiánico imprime una sensación
redentora, que no todo está perdido y que existe esperanza para el mundo que habitamos,
nuestra casa común. Es interesante que muchos pueblos en su cultura tienen una visión
esperanzadora y que no todo está perdido, con ello se nos anuncia que la expectativa humana
genuina es de afecto a la vida, un rechazo a la muerte, a la destrucción; hablar del “Fin de los
tiempos” no es necesariamente hablar del “Fin del mundo” acá se trata de los cambios
dramáticos que una era trae consigo, estos cambios cuyos asomos parecen bruscos y hasta
violentos. Sobre este asunto Jesús nos urge primero, a reflexionar sobre la importancia del
discernimiento espiritual, así como sostener una vida de intimidad con D, optando por la
irrenunciable vía del amor; luego, nos induce a fortalecer nuestra fe en su Palabra para evitar
ser arrastrados por el error y transitar por el camino de verdad. Un aspecto de importancia
hermanos, es que a pesar de las señales cósmicas y el poder del hombre con sus armas de
destrucción masiva con que impiden la paz, debemos recordar que el poder de nuestro D
siempre superará al del hombre con sus intenciones. En algunas culturas colonizadas, el
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mesianismo adopta forma de líderes políticos, así como de cierta sensación profética cuyo
discurso es la liberación del pueblo de las estructuras de opresión, en otras palabras, el Mesías
se convierte en símbolo de esperanza, humanización, de justicia y de paz. Finalmente, nos
exhorta diciendo que aunque el tiempo es un criterio decisivo, especialmente para el hombre,
este jamás tendrá el control de los acontecimientos, ya que el destino del hombre como de su
creación entera le pertenece solo a D, significa que cuanto signo tengamos a la vista, no es otra
cosa para nuestro entendimiento, que su mano es la que gobierna cualquier realidad y la
conduce a sus propósitos justos; esa esperanza mesiánica nos alerta que ningún acontecimiento
está sobre los designios divinos, ningún cristiano debe temer a “La construcción de un 3er.
Templo”, nadie debe intimidarse cuando oye a los incautos decir “Que Israel es el reloj de D” ya
que algo tan espurio y humano no puede estar sobre D y guiar los destinos de su mundo. El
signo mesiánico siempre es esperanza, nuestra utopía que, el bien triunfará sobre las
disposiciones humanas y del mundo; eso señala la ilustración de la figura de “La higuera” nunca
es para temer al hombre, a las señales, al caos de hechos turbulentos, sino para estar confiados
en que D posee el control absoluto de todo, que su providencia nos preserva hacia el destino
eterno y glorioso preparado para sus hijos.
OREMOS: D compasivo y bondadoso que por tu providencia preservas tu creación y a la
humanidad mientras esperamos tu llegada a la vez que surgen las señales en este mundo
cargado de sinsabores, de abundante frustración por las decisiones del hombre irredento;
concédenos tu paz, la fe, tu sustento y confianza plena para seguirte con fidelidad y esperar
confiadamente tu aparecimiento; por Jesucristo Señor nuestro, quien vive y reina contigo y el
Espíritu Santo, un solo D, por los siglos de los siglos. AMÉN.
Y… QUE EL SEÑOR OMNIPOTENTE Y MISERICORDIOSO: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO NOS
BENDIGA Y NOS GUARDE… AMÉN.