UN CABALLERO, UNA PRINCESA Y…

¡UN MUNDO DE COLORES QUE SALVAR!

Nacido en Ratonia, capital de la Isla de

los Ratones, está licenciado en Ratología LA GRAN GRISURA SE ESTÁ Queridos amigos roedores:
de la Literatura Ratónica y en Filosofía EXPANDIENDO POR LAS INMENSAS En las inmensas tierras de la Fantasía
Arqueorratónica Comparada. Dirige TIERRAS DE LA FANTASÍA… EMPIEZA había vuelto a reinar la paz, pero una
El Eco del Roedor, el periódico más famoso ASÍ UNA NUEVA MISIÓN PARA EL nueva amenaza empieza a socavar esta
de la isla, fundado por su abuelo Torcuato CABALLERO SIN MANCHA Y SIN preciada tranquilidad. En el olvidado
Revoltosi. En su tiempo libre, Geronimo MIEDO Y PARA LA JOVEN ALINA, Vallepantano, el Ejército de los Invisibles
colecciona cortezas antiguas de queso, QUE JUNTO CON EL CAPITÁN GARFIO ha lanzado un nuevo ataque y la Gran
del siglo XVIII, pero adora sobre todo Y LA MALVADA BRUJA DEL Grisura se propaga rápidamente por
escribir libros, que han tenido un éxito OESTE, TENDRÁN QUE todas partes, poniendo en peligro la
excepcional: traducidos a 49 idiomas, DEFENDER EL FABULOSO propia Fantasía y a los personajes de las
¡se han vendido más de 161 millones REINO DE LA FANTASÍA. historias más bellas que se hayan escrito.
OS
¡ I N C LU Y E D L
de ejemplares en todo el mundo! Y es precisamente en ese punto cuando
DE comienza mi nueva misión; en compañía
HISTORIAS
A
de la princesa Alina, el fiel domador de
REINO DE L ! dragones y dos inesperados aliados,

FANTASÍA
como son el capitán Garfio y la Bruja del
Oeste, ¡tendremos que enfrentarnos a la
Gran Grisura para defender los colores
de la Fantasía!

ESTE LIBRO CONTIENE DOS PÁGINAS

ESPECIALES CON ASQUEROSOS TUFOS.
DESCUBRE A QUÉ HUELE EL HECHIZO DE
MERLÍN (PÁG. 115) Y LA PESTE DE LA GRAN
GRISURA (PÁG. 133).

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 Un imperio
que salvar

Q ueridos amigos roedores, ¡no quepo en el pe­

laje de la emoción! Estamos a punto de explo­
rar juntos un mundo fantástico, sorprendente, que
ha vuelto a resplandecer después de milenios:

p erio de la !
¡el Im Fa n t a s í a
La coronación de Alina, hija de la reina de las ha­
das, marcó el renacer de ese mundo maravilloso.
Tras siglos y siglos de separación y
lejanía, todas las tierras que en
otro tiempo formaban el Imperio
se reunificaron como por encanto
y recuperaron su antigua armonía
perdida.

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 Un imperio que salvar

¡Nuevas gentes hasta entonces desconocidas lle­

garon de todas partes para unirse al Reino de la
Fantasía, y la vida de todos sus habitantes se vol­
vió más rica y animada!
Pero sobre este clima de descubrimiento y vitalidad
pronto se cernió una

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 Un imperio que salvar

Algo oscuro que podía poner en peligro la paz

y la felicidad del Imperio entero.
Una amenaza que solo un grupo de verdaderos
héroes podía detener: ¡un grupo muy valiente,
pero también muy insólito y muy, muy, muy im­
previsible!

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 Un imperio que salvar

Sus gestas se recordarán siempre en el Impe­

rio de la Fantasía, y su historia os apasionará como
solo pueden hacerlo los relatos más hermosos.

¡Palabra de Stilton,
Geronimo Stilton!

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 Un desván
patas arriba

P ero vayamos por orden. O quizá debería

decir... ¡por desorden! Aquel domingo, de
hecho, mi (casi) novia Tenebrosa Tenebrax me
había sacado de la cama con un proyecto en men­
te: ¡ordenar el DESVáN de mi casa!
Ni siquiera me había hecho falta despertador,
porque al amanecer se había presentado bajo mi
ventana y había gritado:
—¡Levanta, Gordiiiiii! ¡No te hagas el remolón!
¡No seas holgazán! ¡El SOL ha salido hace ya
cuatro minutos y hay mucho trabajo que hacer!
¡Pobre, pobre, pobre de mí!
Tenía mucho, muucho, muuucho sueño: me ha­
bía quedado en el despacho hasta altas horas para

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 Un desván patas arriba

cerrar una edición especial dedicada al turismo

en Puerto Crostón y... ¡Anda, pero qué despistado!
Todavía no me he presentado: me llamo Stilton,
Geronimo Stilton, y dirijo El Eco del Roedor,
el periódico más famoso de la Isla de los Ratones.
Como decía, me había acostado tardísimo y con
gusto habría seguido roncando un poco más,
pero cuando a Tenebrosa se le mete una idea en
la cocorota... ¡no hay manera de pararla!
—¡Ya voy, ya voy! —dije con un suspiro. Salté de
la cama y me v est í en un vibrar de bigotes.
En cuanto le abrí, irrumpió en mi casa y me dijo:
—Rápido, Gordi, ya tengo listas unas cajas gran­
o y!
av
y ,y
vo
a
¡Y

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 Un desván patas arriba

des para tus cosas. ¡Tenemos que hacer sitio! —Lue­

go me miró con ojos críticos—. Mañana, mi amigo
Vampirardo Lúgubros llegará a Ratonia para un
congreso sobre cine de TERROR y necesita un lu­
gar donde dormir... No lo habrás olvidado, ¿ver­
dad? Transformaremos tu desván en una habita­
cioncita oscura, chirriante y llena de telarañas...
¡Ah, así se sentirá como en casa!
¡Glub! Nos esperaba una auténtica hazaña... Yo
soy un ratón un rato aficionado a los recuerdos
¡y llevaba años sin hacer limpieza en el desván!
Cuando subimos a él, Tenebrosa exclamó:
—¡Por mil momias desmomificadas! ¿Hace cuán­
to que no pones orden aquí? ¡Qué caos!
¡Tenebrosa tenía razón! Por todas partes había mon­
toncitos... ejem, cúmulos... ejem..., ¡montañas
de objetos y objetitos! Mi (casi) novia suspiró.
—Bueno, por alguna parte habrá que empezar.
Primero donaremos estos libros, ¡tienes tantos,
Gordi...!

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 Un desván patas arriba

¿Quequequé? ¿Mi Enciclopedia de Filología

Ratónica en ciento treinta volúmenes? ¡Solo de
pensar en separarme de ella el corazón se me
rompía en mil pedazos! Era parte de mi vida.
—¡Empecemos por otra cosa! —propuse.
—¡Está bien! —se resignó Tenebrosa. Y sacó unos
pesados archivadores—. ¡Entonces nos ocupare­
mos de esto!
—¡Ah, no, esa es mi colección de etiquetas de
quesos de todo el mundo! ¡Son muy importantes
para mí! ¿No podríamos deshacernos de otra cosa?
—¿Y eso? —dijo señalando una gran caja.
—Ahí están las cortezas de queso manchego de
colección, que aún debo archivar...
Tenebrosa empezaba a impacientarse.
—¡Buf, Gordi, a este paso no vamos a tirar nada!
¡Tienes que hacer hueco a lo nuevo, darle otro
aire a esto, eliminar toda esta morralla!
La verdad es que tenía razón, así que respiré hon­
do y empecé a llenar las GRANDES CAJAS.

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 Un desván patas arriba

¡Uf, arf! Al final estaba cansado,

agotado, albondigado..., pero había­
mos conseguido hacer lim­
pieza.

!
Gordi
os ,
ca
ué
¡Q

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 Un desván patas arriba

—¡Bien, así me gusta! —comentó Tenebrosa—.

En aquel rincón colocaremos un cómodo ataúd
talla XL para noches de pesadilla y, allí, un espa­
cioso armario para invitados con ESQUELETO
incluido. ¡Estoy orgullosa de ti, Gordi!
Yo también me sentía contento. Estaba mirando
el desván despejado, ordenado, cuando de pron­
to me di cuenta de que faltaba algo...
—Pero... ¿qué ha sido de mi trenecito de
madera? —balbucí con el corazón en un puño.
Tenebrosa se encogió de hombros y luego dijo:
—Ah, ¿ese viejo chisme de anticuario? ¡Lo he ti­
rado, Gordi!
¡¿Quequequé?! ¡Ay, no! ¡Era mi favorito! ¡Mi
primer juguete!
Me lo había regalado
la tía Lupa cuando era
pequeñito y le tenía
mucho cariño... ¡De­
bía salvarlo!

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 Un desván patas arriba

Veloz como un ratón, me lancé escaleras abajo,

pero al salir por la puerta...

¡BRUUUM!
Vi arrancar a toda pastilla la furgoneta de la em­
presa Reyes de los Trastos.
Tenebrosa me alcanzó y me preguntó:
—Pero ¿por qué te preocupas tanto, Gordi?
Yo traté de explicárselo:
—¡La furgoneta se ha llevado mi primer juguete,
mi preferido de cuando era ratoncito! ¡Tengo
que recuperarlo como sea!
Tenebrosa se dio una palmada en la frente.
—Creo que transportaban todo al mercadillo de
objetos usados. Si quieres te llev...
No le di tiempo a terminar la frase, ¡salté al coche
y me planté en el mercadillo de Ratonia!
El roedor de la furgoneta acababa de deposi­
tar su carga en un puesto, junto a otra montaña
de objetos.

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 ¡¿Cómo iba a hacer para encontrar mi tren en
medio de todos aquellos chismes ?!
¡Pero de repente lo vi asomando entre una raque­
ta de tenis y una lámpara en forma de queso de
tetilla!
Me lancé a por él, pero perdí el equilibrio y pisé
una peonza.
Di un triple salto mortal y acabé en
el suelo... ¡de sm ay ad o!
Luego, de pronto...

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