Estudios Decoloniales Un Panorama Genera
Estudios Decoloniales Un Panorama Genera
RESUMEN
Este artículo es una revisión de los estudios y tendencias actuales sobre la colonialidad producidos
principalmente en América Latina. El texto no pretende ser una introducción a la perspectiva decolo-
nial, ni a los debates sobre colonialidad, pero intenta recapitular sucintamente sus cimientos básicos y
actualizar el estado de las contribuciones que se vienen generando en torno a estas propuestas dentro
del pensamiento crítico latinoamericano. La primera parte pasa revista general a los planteamientos
centrales en torno a la colonialidad del poder y a lo que se ha denominado perspectiva decolonial. La
segunda sección aborda una revisión de los aportes más signiicativos desde los estudios decoloniales
y releva sus principales producciones categoriales. Habiendo establecido qué es la colonialidad y cómo
se han producido los estudios decoloniales en torno a ella y a su subversión, exploraremos cuáles son
algunos de los alcances y limitaciones de éstos, para inalizar comentando brevemente algunas contri-
buciones recientes.
ABSTRACT
his article is a review about today’s coloniality studies and trends, produced mainly in Latin America.
his writing doesn’t pretend to be an introduction to decolonial perspective, nor to coloniality deba-
tes, but it attemps tp sum up succinctly its basic foundations and update the state of contributions
that are generating around these propositions in Latinamerican critical thinking. he irst section
[1] GESCO: Luciana Arias (FFyL-UBA), Paz Concha (FFyL-UBA), Patricia Figueira (FFyL-UBA), Sebastián Garbe (Universi-
tät Wien, Austria), Diego Murmis (FFyL-UBA), Pablo Quintero (FFyL-UBA/CONICET), Violeta Ramírez (EHESS, Francia),
Daniel Rivas (FFyL-UBA), María Sasso (IMCA), Julia Stranner (Universität Wien, Austria), Laura Szmulewicz (FFyL-UBA),
Cecilia Wahren (FFyL-UBA/CONICET). Dirección electrónica: [email protected]
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GESCO Estudios decoloniales: un panorama general
revises in general the central approaches about coloniality of power and what’s been called decolonial
perspective. he second section boards a revision of the most signiicant decolonial studies contri-
butions and reveals its main categorical production. Having established what is coloniality and how
have decolonial studies been produced around it and its subversion, we’ll explore which are some of its
scopes and limitations, to inish making a brief comment aboun some recent contributions.
INTRODUCCIÓN
Desde ines de la década de los noventa, a partir de las investigaciones de Aníbal Quijano en torno a la
colonialidad del poder, comienzan a articularse un conjunto de estudios y disquisiciones teóricas que
desde entonces han procurado abrir una serie de problemáticas histórico-sociales que se pensaban
cerradas o resueltas en las ciencias sociales latinoamericanas. La revisión de la constitución histórica
de la modernidad y sus transformaciones en América Latina ha sido el nodo desde el cual se han arti-
culado estas problemáticas, a la luz de la categoría de colonialidad como la contracara de la modernidad.
La posterior conformación de lo que Arturo Escobar (2005) denominó como el proyecto Modernidad
/ Colonialidad / Decolonialidad (a partir de ahora MCD), devino en la profundización y expansión sis-
temática de estas líneas. Los planteamientos iniciales sobre la colonialidad del poder, de esta manera,
han crecido y se han extendido más allá de las fronteras americanas, convirtiéndose paulatinamente
en un tema de debate y en una categoría de uso común. Existen ya, tanto en América como en Europa,
un cuantioso número de profesionales desde diversas disciplinas cometidos al trabajo sobre la colo-
nialidad y sus concomitantes, así mismo se registra la presencia creciente de colectivos y grupos de
debate, investigación y praxis, como también de centros e institutos de investigación, e inclusive de
programas universitarios de posgrado en torno a estos asuntos.
En muchos casos, esta tendencia en expansión conluye con otras tradiciones críticas con genealo-
gías e intereses distintos, como por ejemplo los estudios subalternos y/o los estudios poscoloniales.
Sin embargo, y a pesar de las similitudes que pueden observarse a primera vista, se hace necesaria la
diferenciación entre estas diferentes tendencias. Suele asociarse el nombre de Edward Said a la funda-
ción de ambos conjuntos de crítica, pero a pesar de la inluencia que el intelectual y activista palestino
ejerció en ellas, Said siempre se desligó de sus producciones, reconociendo sus aportes pero mante-
niendo una precavida distancia con sus propias relexiones2. Por un lado, los estudios subalternos in-
augurados en la India de la mano de las investigaciones de Ranajit Guha con una fuerte inluencia del
marxismo gramsciano, supusieron durante la década de los ´80 un importante aporte para la crítica
del eurocentrismo y de las dinámicas políticas, económicas y culturales del colonialismo. No obstante,
la continuación de los trabajos de Guha en los estudios subalternos no representó un intento de crítica
y descolonización desde y con los subalternos, sino más bien sobre los subalternos, lo que terminó
siendo un calco de los estudios de área institucionalizados en Estados Unidos (Grosfoguel, 2006). Por
su lado, los estudios poscoloniales son oriundos de importantes centros de producción académica del
llamado “primer mundo” y han surgido con una fuerte inluencia del posmodernismo y del posestruc-
turalismo, y por ende, más centrados en los análisis del discurso y la textualidad. Con un mayor éxito
editorial que el de otras corrientes críticas en estos centros mundiales de enunciación, el poscolonialis-
mo ha tenido también desde los años ´90 una fuerte inluencia en la producción intelectual periférica,
siempre atenta al discurso dominante (Mignolo, 2005).
[2] En el epílogo a Orientalismo de 1995, Said explicita sus simpatías pero también sus diferencias e incomodidades con
ambos proyectos.
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Como ya se indicó, los estudios decoloniales iniciados por la conformación del MCD comparten, a
pesar de su heterogeneidad, un conjunto sistemático de enunciados teóricos que revisitan la cuestión
del poder en la modernidad. Estos procedimientos conceptuales son: 1) La ubicación de los orígenes de
la modernidad en la conquista de América y el control del Atlántico por parte de Europa, entre fínales
del siglo XV y principios del siglo XVI, y no en la Ilustración o en la Revolución Industrial como es co-
múnmente aceptado; 2) A partir de aquí, se coloca un énfasis especial en la estructuración del poder a
través del colonialismo y las dinámicas constitutivas del sistema-mundo moderno/capitalista y en sus
formas particulares de acumulación y de explotación a escala global; 3) Esto conlleva a la comprensión
de la modernidad como un fenómeno planetario constituido por relaciones asimétricas de poder, y no
como un fenómeno simétrico producido al interior de Europa y extendido posteriormente al resto del
planeta; 4) Las relaciones asimétricas de poder entre Europa y sus otros representan una dimensión
constitutiva de la modernidad, y por ende implican una necesaria subalternización de las prácticas y de
las subjetividades características de los pueblos dominados; 5) La subalternización de la mayoría de la
población mundial es establecida a partir de dos ejes estructurales basados en el control del trabajo y
en el control de la intersubjetividad; 6) Finalmente, se designa al eurocentrismo/occidentalismo como
la forma especíica de producción de conocimiento y de subjetividades en la modernidad4.
La categoría de colonialidad del poder propuesta por Aníbal Quijano para denominar al patrón de do-
minación global que se constituye como el lado oculto de la modernidad, es la noción central que entre-
teje las operaciones epistémicas anteriores. Noción que permite denominar a la matriz de poder propia
de la modernidad, que impregna desde su fundación cada una de las áreas de la existencia social huma-
na. La colonialidad del poder se conigura con la conquista de América, en el mismo proceso histórico
en el cual se inicia la interconexión mundial (globalidad) y en que comienza a constituirse el modo de
producción capitalista. Estos movimientos centrales tienen como secuela principal el surgimiento de
un inédito sistema de dominación y de explotación social, y con ellos, de un nuevo modelo de conlicto.
En este escenario histórico general, la colonialidad del poder se conigura a partir de la conjugación de
dos ejes centrales. Por una parte, la organización de un profundo sistema de dominación cultural que
controlará la producción y reproducción de subjetividades bajo la guía del eurocentrismo y de la racio-
[3] No existe un acuerdo total sobre la categoría de decolonial / descolonial, ambas formas morfológicas refieren en general
la disolución de las estructuras de dominación y explotación configuradas por la colonialidad y al desmantelamiento de sus
principales dispositivos. Aníbal Quijano entre otros prefiere hacer referencia a la descolonialidad, mientras que la mayoría
de los autores utilizan la idea de decolonialidad, sustituyendo el prefijo “des” por “de”. Según Catherine Walsh (2009), la su-
presión de la “s” no significa la adopción de un anglicismo, sino la introducción de una diferencia en el “des” castellano, pues
no sólo se pretende desarmar o deshacer lo colonial. La intención es más bien provocar un posicionamiento de transgresión
insurgencia e incidencia en la colonialidad. Más allá de la disputa por la veinteava letra del alfabeto castellano, utilizamos aquí
decolonial siendo este el sustantivo más utilizado en la actualidad.
[4] En la actualidad no escasean las introducciones a las líneas generales del MCD. Algunas de las más completas pueden
encontrarse en Escobar (2005), Pachón Soto (2007) y Palermo (2005).
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nalidad moderna, basado en la clasiicación jerárquica de la población mundial (Quijano, 2007). Por
otra parte, la conformación de un sistema de explotación social global que articulará todas las formas
conocidas y vigentes de control del trabajo bajo la exclusiva hegemonía del capital (Quijano, 2000). En
este sentido, la colonialidad del poder, tal y como ha sido conceptualizada por Aníbal Quijano, es la
llave analítica que permite visualizar el espacio de conluencia entre la modernidad y el capitalismo,
y el campo formado por esta asociación estructural. Es, precisamente, en ese campo de conluencia y
conjunción donde se ven afectados, de modo heterogéneo pero continuo, todos los ámbitos de la exis-
tencia social tales como la sexualidad, la autoridad colectiva y la “naturaleza”, además por supuesto del
trabajo y la subjetividad (Quintero, 2010).
Lo anterior supone entonces la existencia de una matriz colonial del poder en la trama social que
constituye la historia de América Latina, matriz en tanto que sistema ordenador y acumulativo de las
relaciones sociales y de la disposición del poder. Con la emancipación latinoamericana a principios
del siglo XIX, se inicia un proceso de descolonización parcial ya que las repúblicas logran deslastrar-
se de la hegemonía político-administrativa de los centros europeos; sin embargo, la colonialidad y
sus efectos fundamentales siguen ordenando las sociedades latinoamericanas, produciéndose con el
paso del tiempo diferentes estructuraciones sociales de matriz colonial. Los conceptos de neocolonialis-
mo (Nkrumah, 1966) y colonialismo interno (González Casanova, 1969 y Stavenhagen, 1969) propues-
tos hace décadas, dan cuenta de este fenómeno, pero arguyen una ruptura efectiva con el colonialismo
“clásico” y por ende una dinámica renovada (neo o interna) de dominación colonial que en algunos
casos se visualiza como indirecta. No obstante, estamos en presencia de la reconiguración de la matriz
de dominación social, y no de su resurgimiento luego de un hipotético in. Es claro que el colonialismo
en tanto fenómeno histórico precede y origina la colonialidad en tanto matriz de poder, pero la colo-
nialidad pervive al colonialismo.
El desarrollo de lo que hemos denominado aquí como estudios decoloniales ha seguido hasta ahora
principalmente dos vías. La primera de ellas está relacionada con el crecimiento y expansión del bagaje
conceptual y teorético de la decolonialidad. Tomando como referencia la categoría de la colonialidad
del poder, se ha expandido la utilización del sustantivo colonialidad para ser aplicado a otras dimensio-
nes y campos que, a pesar de su articulación con el fenómeno de poder, suelen ser tratados como áreas
diferenciadas. Esto ha llevado a la proposición principalmente de dos conceptos, a saber, colonialidad
del saber y colonialidad del ser. El primero ha sido tratado con cierta sistematicidad en la compilación
de Edgardo Lander (2000). La colonialidad del saber estaría representada por el carácter eurocéntrico
del conocimiento moderno y su articulación a las formas de dominio colonial/imperial. Esta categoría
conceptual se reiere especíicamente a las formas de control del conocimiento asociadas a la geopo-
lítica global dispuesta por la colonialidad del poder. En este sentido el eurocentrismo funciona como
un locus epistémico desde el cual se erige un modelo de conocimiento que, por un lado, universaliza la
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experiencia local europea como modelo normativo a seguir y, por otra parte, designa sus dispositivos
de conocimiento como los únicamente validos.
La visualización de la llamada colonialidad del saber habilitó nuevas vías de investigación decolo-
nial en torno a la formación del pensamiento eurocéntrico (Mignolo, 2003), al lugar ocupado por las
ciencias sociales dentro de este pensamiento (Walsh, Schiwy y Castro-Gómez, 2002), a las alternativas
cognitivas a la racionalidad moderna (Mignolo, 2003 y 2010), y a la posibilidad de construir nuevos
campos de investigación y crítica, que en un primer intento se articularon con el mote de estudios
culturales latinoamericanos (Walsh, 2003 y 2007). Estas han sido preocupaciones constantes dentro
de la producción de los estudios decoloniales, a pesar de que en algunos autores las formaciones disci-
plinarias y los lugares de enunciación que estas formaciones recrean siguen siendo evidentes.
A pesar de que estas formas son las más extendidas del uso combinatorio de la idea de colonialidad
(del poder, del saber, del ser), se han producido más propuestas como la colonialidad del tiempo, la co-
lonialidad del hacer, etc. Han tenido éstas menos impacto y suscitado menos interés en la comunidad
que sigue de cerca los avances de los estudios decoloniales, tal vez porque el alcance de estas propuestas
limita las intenciones originales del término colonialidad. Si se entiende ésta como un patrón global de
poder y como articulador y estructurador de la modernidad, es evidente que este patrón impregna tan-
to las áreas básicas de la existencia social como sus resultantes principales. En algunos casos, el uso de
esta multiplicidad de colonialidades que han aparecido recientemente, lejos de profundizar el modelo
analítico de la colonialidad, tienden a limitarlo, o peor aún, a banalizarlo.
Dentro de los avances en la producción y expansión teórica, se encuentran también diversos in-
tentos por recuperar y reactualizar el pensamiento crítico latinoamericano y “subalterno” en general
dentro de particulares contextos y líneas críticas. A pesar de que aún no pueden encontrarse aquí
obras abocadas en su totalidad a esta cuestión, sí es posible señalar una tendencia transversal en los
estudios decoloniales, interesada particularmente en revisitar obras del pensamiento crítico del “sur”
que en su tiempo fueron olvidadas. Este esfuerzo por rastrear el archivo analítico subalterno incluye la
revitalización de obras que van desde Waman Puma (Mignolo, 2007a) hasta Cornejo Polar (Palermo,
2005), pasando por un conjunto muy diverso de propuestas intelectuales. En este marco, la serie de
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publicaciones de Ediciones del Signo, cuya coordinación general está a cargo de Walter Mignolo, han
abordado desde su primer número publicado en 2006, estudios sobre distintas regiones y problemáti-
cas latinoamericanas, colocando, empero, el acento en la búsqueda de pensamientos alternativos más
que en la profundización o aplicación de la colonialidad como marco teórico.
Por otro lado, la expansión de los estudios decoloniales además de estar ligada al crecimiento de la
producción teórica y sus derivados, ha estado caracterizada por la investigación histórica, sea ésta en el
sentido de marco de procesos globales o en el estudio de casos situados local y regionalmente. Enrique
Dussel (1994, 1998 y 2007) es quien probablemente ha desarrollado en un conjunto de publicaciones
diversas, aunadas a su impecable producción ilosóica, las características centrales de la colonialidad
a través de las investigaciones historicas. Ya el modelo de la colonialidad del poder de Aníbal Quijano
representa una comprensión histórica de los procesos centrales del sistema-mundo, pero algunos de
los trabajos mencionados de Dussel profundizan esta visión general. En una de sus obras recientes,
Walter Mignolo (2007b) ahonda en la historia especíica de América Latina, dentro de los procesos de
constitución de la colonialidad del poder, prestando un especial énfasis a la construcción de las siem-
pre esquivas identidades latinoamericanas.
En otros estudios de casos, la dimensión histórica no es necesariamente el hilo conductor de las dis-
quisiciones. Aquí cabría mencionar los crecientes trabajos sobre movimientos sociales y alternativas
de vida realizados, entre otros, por Adolfo Albán Achinte (2000), Arturo Escobar (2005 y 2008), Ortiz
Fernández (2004) y Catherine Walsh (2009), que recogen las trayectorias de colectivos humanos que
han sido históricamente subordinados por la colonialidad. Dichos trabajos no representan exclusiva-
mente una descripción de las características distintivas de la dominación y la explotación a la que han
sido sometidas estas poblaciones, sino que además intentan recrear sus estrategias y alternativas de
sobrevivencia , ya sea en procesos migratorios (Albán Achinte, 2000), bajo las tendencias más feroces
de conlictos armados en América Latina (Escobar, 2008), actuando en la formación de pensamientos
otros dentro de las fronteras de los imaginarios sociales y los saberes modernos (Ortiz Fernández,
2004), o bien en procesos de transformación social que, en lo fundamental, intentan subvertir los
órdenes de la colonialidad (Walsh, 2009). Destacan aquí los trabajos de Arturo Escobar (1999, 2005,
2010) sobre las comunidades afrodescendientes del Pacíico colombiano, y la puesta en valor de sus
concepciones alternativas de “naturaleza” y biodiversidad, apropiación y conservación, que se diferen-
cian de las nociones oiciales del Estado, así como aquellas sostenidas por las ONG y grupos activistas,
proponiendo un nuevo marco conceptual de ecología política, que se articula con la perspectiva deco-
lonial.
Ésta es tan sólo una parte de los estudios decoloniales realizados o en curso, en los que participan
tanto los autores mencionados como otros también comprometidos en la perspectiva. En algunos ca-
sos pueden visualizarse un conjunto de importantes contribuciones que a pesar de no estar explícita-
mente identiicadas con los estudios decoloniales o que no recurran a parte de su bagaje teórico-con-
ceptual, parten de un lugar de enunciación profundamente similar. Éste es el caso del importante libro
de Arturo Escobar (1998) en donde deconstruye el discurso del desarrollo desde una crítica radical a
la modernidad. Podría citarse también la célebre obra de Fernando Coronil (2002) que muy probable-
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mente sea la más profunda historia contemporánea de Venezuela que se haya escrito hasta la fecha,
desde una perspectiva “posoccidentalista”, como el propio Coronil reconoce en su texto.
Ya en su trabajo sobre el proyecto MCD, Arturo Escobar (2005) destaca un conjunto de áreas sobre
las cuales el proyecto no se había ocupado para ese entonces. Escobar visualizaba centralmente tres
problemáticas fundamentales en la constitución histórica de la modernidad/colonialidad que estaban
prácticamente ausentes en la perspectiva. Estas problemáticas están representadas por la cuestión de
“género” y la sexualidad, la ecología (política) y la economía. Como se indicó, esta triada sería no sólo
un grupo de temas postergados por la perspectiva, sino además un conjunto de problemáticas de capi-
tal importancia dentro del escenario contemporáneo.
La cuestión del “género” y la sexualidad, ciertamente ha sido uno de los puntos más débiles de
trabajo dentro de los estudios decoloniales actuales, a pesar de los muchos puntos de encuentro que
existen entre algunos de los planteamientos centrales del MCD con la teoría feminista latinoamericana
contemporánea y las tendencias poscoloniales. Esta distracción ha recibido numerosas críticas, las más
célebres provienen de Curiel (2007) y Lugones (2008), particularmente a partir de las formulaciones
acerca del poder hechas en uno de los textos más difundidos de Quijano (2007). Las críticas señalan
centralmente una tendencia de la perspectiva decolonial a dar por naturales o no-históricas las rela-
ciones modernas de género y sus concomitantes, al tiempo que advierten el poco tratamiento que se le
ha dado a estas cuestiones dentro de los estudios decoloniales. No obstante, Quijano se había encar-
gado de estos asuntos en un trabajo anterior (Quijano 2000b) donde en parte aborda las cuestiones
que luego serán presentadas por estas críticas. Sin embargo, es patente un olvido general hacia estos
asuntos de parte de los estudios decoloniales hasta la fecha. Zulma Palermo (2006) y Rita Segato (en
prensa) han procurado articular parte de las propuestas decoloniales visualizando algunos aportes del
feminismo y tratando de tejer conexiones y redes críticas entre ambos proyectos.
Excluyendo las clásicas investigaciones de Aníbal Quijano sobre marginalidad (1966) y dependencia
histórico estructural (1990) así como sobre la economía popular en América Latina (1998), y los de
Arturo Escobar sobre desarrollo (1998), los asuntos que giran en torno al trabajo como ámbito básico
de existencia social han sido poco abordados por la perspectiva. Sin embargo, nuevas indagaciones co-
mienzan a desarrollarse sobre este aspecto. Una interesante contribución es la de Vargas Soler (2009),
quien intenta exponer los posibles aportes de la perspectiva decolonial para una descolonización de la
economía en tanto campo de saber y ámbito social fundamental. Dentro de estos nuevos intentos de
los estudios decoloniales se enmarcan los esfuerzos de Boris Marañón (2012) y del grupo de trabajo
coordinado por él en CLACSO. Realizando una crítica a las tendencias más visibles dentro del diverso
campo de las propuestas de economías alternativas (comúnmente denominada como economía soli-
daria), el trabajo coordinado por Marañón intenta el doble movimiento de recapitular las tendencias
críticas de la economía moderna, a la vez que visualizar nuevos marcos analíticos y propuestas de lo
que Marañón ha denominado “solidaridad económica”. Los intentos del colectivo están fuertemente
asentados en la perspectiva decolonial, procurando tomarlos como puntos de referencia analíticos.
Las tres dimensiones anteriores, en las cuales los estudios decoloniales recién comienzan a aden-
trarse, tienen una importancia capital para la decolonialidad como proyecto epistémico y político.
Además, de ellas pueden desprenderse otras cuestiones y áreas en donde el proyecto decolonial y los
estudios decoloniales en general aún no han abrevado. A pesar de los intentos de algunos autores por
historizar algunas de las nociones teóricas y por visualizar cómo los “diseños globales” de la coloniali-
dad tienen consecuencias en las “historias locales”, las investigaciones históricas siguen siendo escasas.
Darle continuidad a las mismas permitirá penetrar y comprender de manera cada vez más adecuada las
dinámicas y las reconiguraciones temporales de la colonialidad a lo largo de su particular historicidad.
Uno de los asuntos que se destaca en la visibilidad actual que tiene la perspectiva decolonial y los
estudios decoloniales en general, es la cuantiosa producción de nociones y conceptos. Si bien éstos
colaboran con la acción de re-pensar las categorías conceptuales heredadas de las ciencias sociales y
por ende, le otorgan un nuevo sentido estratégico a la producción epistémica, este esfuerzo ha gene-
rado -tal vez de manera no deliberada- una gran cantidad de jerga que hace difícil su comprensión por
parte del público interesado en la decolonialidad, y por consiguiente hace cuesta arriba la introducción
de nuevos agentes en la perspectiva, incluyendo a los movimientos sociales. Aunado a esto existe la
preocupación por la falta de estrategias metodológicas dentro de los estudios decoloniales. Recono-
ciendo que ésta es una dimensión fundamental, ha surgido internamente la pregunta por la posibi-
lidad de unos estudios decoloniales sin una transformación radical de la metodología de las ciencias
sociales. Dado que las ciencias humanísticas modernas han sido coniguradas bajo la colonialidad del
saber y el método cientíico ha signiicado un distanciamiento del “objeto de estudio”, cabe preguntar-
se ¿cómo es posible desprenderse de “la hybris del punto cero” para crear unas ciencias sociales otras?
Una potencial respuesta sería una producción en diálogo con los sujetos del cambio social y con los
subalternizados. Quedan algunas preguntas abiertas: ¿Son posibles unas metodologías pluritópicas?
¿Cómo serían en su praxis?
Además de lo anterior, como suele suceder con las perspectivas críticas que tienen su origen en el
campo académico, resulta frecuente la pregunta en torno a la praxis de los estudios decoloniales, y si
éstos producen al mismo tiempo una incidencia en las realidades sociales. La mayoría de los referen-
tes del MCD y de las nuevas generaciones de los estudios decoloniales participan de manera activa en
movimientos sociales y tienen incidencia política de variadas formas en contextos locales. Esto no ne-
cesariamente se ha traducido en trabajos acerca de los movimientos sociales o ciertas perspectivas de
cambio social, precisamente porque ha sido una de las políticas epistémicas de la perspectiva no tomar
a los sectores subalternizados como objetos de estudio sino como agentes políticos y epistémicos. No
obstante, sería fundamental encontrar una manera de producir conocimiento con los movimientos
sociales locales, cuestión que pareciera no tener aún una repercusión general dentro de los estudios
decoloniales. El dilema de cómo hablar acerca de los agentes de la transformación no debiera cerrarse
por el temor a repetir los viejos esquemas del pensamiento hegemónico.
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En los límites de este texto interesa resumir algunos de los aportes investigativos más recientes. Por
supuesto, en esta sección no intentamos agotar las producciones más actuales de los estudios sobre co-
lonialidad, sino solamente explorar algunas de ellas centrándonos en cuatro aportes que representan
intentos de particularizar la perspectiva decolonial en estudios de caso emprendidos por algunos de los
referentes originales de la perspectiva.
El libro de Castro-Gómez5 es una contribución histórica que pone en acción la perspectiva decolonial
dentro de la trama temporal de la América colonial, concretamente, en el escenario del Virreinato de
Nueva Granada entre 1750 y 1816. El objetivo del autor es analizar la colonialidad del poder y el capi-
talismo (especíicamente en su fase mercantil) como regímenes productores de sujetos a través de un
conjunto de dispositivos de poder.
A partir de la articulación de los postulados principales de la perspectiva decolonial con los desarro-
llos metodológicos de Foucault, la investigación de Castro-Gómez representa un avance teórico-meto-
dológico en el estudio del poder desde un panorama heterárquico. Ésta procura visualizar de forma pa-
ralela las dimensiones macroestructurales y micropolíticas de algunas de las dinámicas fundamentales
del poder en el Virreinato de Nueva Granada, esto implica la exploración de los diferentes niveles de
articulación del poder y el análisis de su accionar. Estas dimensiones se presentan, a lo largo del libro,
en la indagación de los espacios de conjunción de dos imaginarios de fundamental importancia duran-
te el siglo XVIII latinoamericano, a saber, el imaginario de la limpieza de sangre y el imaginario de la
objetividad cientíica. En este sentido, la idea de raza y la formación de los saberes modernos estarán
asentados en un punto absoluto de partida en donde el sujeto moderno, a través de la naciente ciencia
ilustrada, reinventará y resigniicará al mundo estableciendo tanto nuevas y excluyentes formas de
saber como clasiicando y taxonomizando al mundo y a las gentes.
De esta forma, el autor analiza las subjetividades y las tecnologías de gobierno que interpelan y
producen por separado y en su combinatoria a la limpieza de sangre y a la objetividad cientíica. En
el capítulo tercero, a partir de una detallada revisión de la gestión de la salud y la enfermedad, con su
respectiva institucionalización que tiene como objetivo lograr sujetos productivos, deja en evidencia
la transformación ocurrida a partir de las reformas borbónicas, donde el Estado y la razón cientíica
pasan a ocupar un lugar central desplazando a la teopolítica por una biopolítica y reconigurando los
ámbitos de lo público y lo privado. A continuación, Castro-Gómez explora la relación entre “pureza de
sangre” y “pureza epistemológica” como dispositivos de una misma matriz de saber/poder. Esta vez
serán la lengua escrita, la sistematización de la observación, la taxonomía, etc., las que actuarán como
dispositivos de la colonialidad del poder. En el quinto capítulo es la geografía, junto a la cartografía, las
que sirven de medio para el control poblacional como ciencias ubicadas en el “punto cero”, tanto para
el Estado como forma de mensurar sus posesiones, como para la elite criolla como manera de controlar
el nomadismo de las castas y someterlas bajo su pretendida superioridad étnica.
[5] La primera edición de la obra data de 2005. A esta le han sucedido una segunda edición corregida por el autor, publicada
también en la Pontificia Universidad Javeriana en 2007, y otra edición de 2008 publicada en Caracas por la editorial El Perro
y la Rana.
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GESCO Estudios decoloniales: un panorama general
Aparecido en el 2005, el libro de Zulma Palermo se constituye como una excelente obra de crítica cultu-
ral latinoamericana. Una de las características del texto reside en la variedad de temas que aborda sin
perder su hilo conductor, centrado en las perspectivas de descolonización de la cultura y los saberes en
América Latina, por supuesto dentro de la situación colonial que habita. El texto conjuga a lo largo de
su recorrido la utilización de las propuestas centrales de la perspectiva decolonial en relación con otras
interesantes voces de la crítica literaria latinoamericana, como la de Antonio Cornejo Polar y Roberto
Fernández Retamar, guiándonos a través de los temas fundamentales del libro. Por ende, el título del
mismo no es una casualidad, y se debe a la pretensión de la autora por relexionar desde otro lugar de
enunciación en un sentido tanto geopolítico como epistémico.
La obra está dividida en cuatro secciones diferenciadas. La primera de ellas presenta una sucinta
genealogía del pensamiento crítico latinoamericano y los devenires contemporáneos del “latinoameri-
canismo”, prestando una atención importante a los legados intelectuales de algunos autores olvidados
y/o relegados por la academia. A partir de la sección anterior, la segunda parte del libro explora las
propuestas de la perspectiva decolonial en relación con el bagaje intelectual crítico latinoamericano.
En esta parte se presta especial interés a las cuestiones que tienen que ver con la transmodernidad y la
epistemología fronteriza. De este modo, se aborda en la tercera parte del texto la importante cuestión
de la cultura latinoamericana. Lejos de una visión que la cosiique, esta sección del escrito discute las
más importantes propuestas que se han elaborado desde la crítica cultural acerca de la producción de
subjetividades en América Latina. De esta forma se discuten conceptos a la moda como el multicul-
turalismo o la hibridación, contrastándolos con propuestas críticas, emergiendo aquí la propuesta de
re-pensar la cultura latinoamericana como un ámbito necesariamente heterogéneo, imbricado por la
colonialidad del poder. Con estas bases, el cuarto capítulo avanza como una propuesta de lectura e
interpretación de la acuciante realidad latinoamericana que procura dar cuenta de su constitución
heterogénea a partir de una estrategia metodológica asentada en la hermenéutica pluritópica y com-
parativista. Se proponen análisis, en esta última sección, sobre las prácticas del bilingüismo literario,
la oralidad y las prácticas letradas de resistencia, los modelos hegemónicos representacionales de la
argentina y su contrapartida en los movimientos sociales emergentes.
El texto de Palermo es sin duda una importante contribución que, a pesar de que no ha sido pu-
blicado por una editorial con más poder económico y de distribución, es un instrumento que avanza
consecuentemente con la profundización de los estudios decoloniales. Cabe recordar que el segundo
capítulo del texto es hasta la fecha una de las mejores introducciones a la perspectiva decolonial.
Sanjinés estudia el derrotero que el discurso del mestizaje sufre a lo largo del siglo XX. En primer
lugar, analiza cómo el indigenismo estetizante de Cecilio Guzmán de Rojas se vuelve expresión pictó-
rica del mestizaje ideal, forjando, a través de la imagen, una espiritualización de lo autóctono apartada
de la realidad cotidiana. En segundo lugar, aborda al grupo de intelectuales disidentes que se alinea-
ron con el nacionalismo revolucionario en una época signada por la Guerra del Chaco y el ocaso del
positivismo liberal. Observa cómo la nueva propuesta cuestiona la representación ideal del mestizaje
democratizando dicha noción al incluir al sector cholo y campesino a la vida política boliviana pero
que, sin embargo, continúa reproduciendo el proyecto letrado iniciado por Tamayo al enunciar como
base de apoyo un campesinado homogéneo preigurado por la nueva contraelite revolucionaria. Frente
al “afuera” epistemológico de Tamayo y de la intelligentsia revolucionaria del ´52 es, para Sanjinés, la
“exterioridad” del movimiento katarista surgido a principios de la década del ´70 la que permite des-
plazar el discurso del mestizaje y poner en evidencia su naturaleza enmascaradora de las estructuras
de dominación que rigen la sociedad boliviana.
Con este trabajo, Sanjinés se inserta en el campo historiográico boliviano discutiendo, por un lado,
a los autores que desde la historia social han postulado la constitución de una identidad nacional
excluyente en la cual la representación del indígena a principios del siglo XX quedaba subsumida a la
dicotomía civilización y barbarie y, por otro, frente a los enfoques que han retomado la noción de colo-
nialismo interno incorporada en Bolivia por la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui. Analizar la inciden-
cia de las ideas raciales en el proceso de conformación de la representación de la nación boliviana desde
la colonialidad del poder, permite a Sanjinés pensar las jerarquías racializadas presentes en Bolivia
como parte de una estructura de dominación que es constitutiva de la modernidad y cuya subversión
implica, necesariamente, pensar desde su otra cara, la cara de la colonialidad.
Publicado en el 2009, el más reciente libro de Catherine Walsh representa un aporte importante para
la profundización tanto de la crítica decolonial, como de la prospectiva acerca de los proyectos políticos
decoloniales actuales. El texto está basado en la experiencia de investigación y militancia de la autora
junto a los movimientos sociales indígenas y afrodescendientes de la región andina. Por lo tanto, los
escenarios donde se desarrolla esta interesante exploración son los Estados-sociedades andinos de
Ecuador y Bolivia, recientemente declarados plurinacionales. El texto fue compuesto entre los años
2006 y 2008, cuando tuvieron lugar en ambos países, la conformación y los debates de las Asambleas
Constituyentes dentro de los procesos más generales de transformación de los Estados-nacionales.
Como anota la autora, en estos contextos de profundo debate y movilización social, se visualizaron
de forma inédita las diferencias étnicas y culturales, así como las estructuras de la colonialidad y la
diferencia colonial, otorgándole particulares sentidos a las disputas sociales que se gestaron en dichos
procesos.
La profundidad con la que Walsh aborda el análisis de los procesos conlictivos de transformación
social en Ecuador y Bolivia, la lleva a considerar la extensa complejidad de una trama de relaciones
donde la colonialidad tiene un papel fundante.
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