INDEPENDENCIA JUDICIAL
Francisco Celis Mendoza Ayma
1. INDEPENDENCIA JUDICIAL.
a) El art. 139.2 de la Constitución, regula la independencia judicial como principio garantía en los
términos siguientes: “La independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional. Ninguna
autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el
ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en
autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámites, ni modificar sentencias ni
retardar su ejecución”.
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El dispositivo constitucional es claro, alude directamente a la independencia del juez en el
ejercicio de la función jurisdiccional; empero, este principio garantía completa su contenido con lo
dispuesto en el art. 146.1, de la Constitución, regula que: “El Estado garantiza a los magistrados
judiciales (1) su independencia. Solo están sometidos a la Constitución y la Ley; se trata pues de
una independencia sometida; puede parecer un oxímoron, pero expresa el concepto de
independencia vinculada a la Constitución.
Es dentro del marco de la Constitución y la ley donde se configura la garantía de la independencia.
Así es definida como la capacidad autodeterminativa del juez dentro de un ámbito de
competencias con sujeción a la Constitución y a la Ley, para impartir justicia. El sometimiento del
juez a la Constitución y a la ley, configura el marco dentro del cual el juez ejerce su función con
independencia; todo dentro de ese ámbito, nada fuera de este marco. Un Juez fuera de ese
ámbito de garantía es un juez expuesto a sus propias pulsiones subjetiva internas, y a pulsiones
sociales externas del colectivo social.
Empero, la independencia del juez penal, está aún más demarcada, pues sujeta al operador penal
al uso de un método normativo restrictivo de aplicación de la ley penal, prevista en el art. 139.9.11
de la Constitución Política. Cualquier otro método que no se sujete a este método, es contrario al
mandato constitucional de sometimiento a la Constitución y la Ley.
Explica esta sujeción si consideramos como: i) primera aproximación concéntrica normativa
garantía el art. 139.2 de la Constitución, ii) una segunda aproximación concéntrica normativa,
conforme a la previsión del art. 146.1 de la Constitución; iii) una tercera aproximación normativa,
es el método de aplicación de la ley penal, previsto en el art. 139.9.11 de la Constitución, y
finalmente iv) el control difuso previsto en el art. 138 de la Constitución.
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Prisión Preventiva Ponencia presentada en X Congreso Internacional de Derecho Procesal Penal,
desarrollada por la Corte Superior de Justicia de Trujillo desarrollada en junio del 2019
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En ese orden, la Primera Disposición General de la ley N° 28301, Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional, establece que: “Los jueces y tribunales interpretan y aplican las leyes y toda norma
con rango de ley y los reglamentos respectivos según los preceptos y principios constitucionales,
conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal
Constitucional en todo tipo de procesos, bajo responsabilidad.”
a.1. La confusión de independencia con el uso privado de la función pública.
La independencia del juez, en el ejercicio de su función judicial, se materializa en la prestación
pública de impartir justicia (administrar), y se traduce en la realización de un conjunto de actos
para la producción judicial de información que fundamentan una resolución. Empero, esta
definición no por muy difundida, es comprendida en su dimensión constitucional. Esta prestación
pública, por su propia naturaleza, se realiza en un contexto de independencia vinculada, sujeta al
marco de competencias y atribuciones que emergen de la Constitución y la ley. No es un privilegio,
es un deber. En efecto, la independencia como deber somete a los jueces a realizar la prestación
jurisdiccional siempre vinculada a los marcos de la Constitución y la Ley.
Y es importante destacar este aspecto, pues existe la errada y difundida idea que la independencia
judicial es un problema de autonomía de voluntad, dentro de esfera de sus libertades y sus
particulares pareceres o criterios; es común apreciar a jueces que justifican sus decisiones con
dependencia subjetiva de sus propios pareceres y criterios, con expresiones como: “es mi
parecer”, “es mi criterio”, y otras justificaciones similares. Empero, el “criterio” o “parecer”
personal es contrario a la independencia judicial pues esta desborda los márgenes de sujeción a la
Constitución. La independencia del juez se predica solo conforme a su coherencia axiológica con la
Constitución. La configuración de la garantía de la independencia, marca cualitativamente un
contexto diferente, pues impone el deber de que la aplicación de la ley sea conforme a la
Constitución. Así las cosas la independencia del juez es un Poder Deber, un Poder como atribución
para aplicar la ley, y un Deber, de aplicar la ley siempre sometido a la Constitución.
a.2 La confusión con el aislacionismo corporativo.
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Tampoco se debe confundir independencia con el aislacionismo y el corporativismo; y es que se
predica la independencia del juez no como aislamiento del colectivo social en el que actúa, o
defender intereses corporativos, sino como independencia solo comprendida como
discrecionalidad sometida a la Constitución. No es un riesgo a la independencia judicial compartir
un evento académico, o el intercambio de información carácter académico, por lo contrario
debería promoverse esa dinámica enriquecedora de saber. Ese aislacionismo es otra tara judicial,
pues se asume que el aislacionismo tiene que ver con la independencia judicial. Nada más ajeno
de la realidad, pues por lo contrario el interactuar en la capacitación académica con abogados que
ejercen la función fiscal o la defensa técnica, fortalece la independencia del juez por una mayor
comprensión de la posición de las partes. La particular interpretación que realicen los abogados
fiscales o abogados defensores, permiten apreciar perspectivas opuestas, conforme o no
conforme a la Constitución; finalmente será el juez quien decida, siempre sometido a la
Constitución.
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2. Una Aproximación desde la Argumentación Jurídica. El abordaje de la garantía de la
independencia judicial y la prisión preventiva, desde los contextos de justificación y de
descubrimiento, es bastante rendidor. Veamos:
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a) Contexto de Justificación. El problema de la prisión preventiva ha sido abordado desde el
contexto de justificación (interna y externa); en efecto, se ha puesto énfasis en Acuerdos
Plenarios, Sentencias Casatorias, Directivas, etc.; además es objeto de disertaciones, cursos,
conferencias, artículos, etc. Se somete a discusión académica las omisiones o forma defectuosa
como se materializa los fundamentos constitucionales y legales en las prisiones preventivas; se
cuestiona su imposición acrítica; pero, las maquina productora de prisiones preventivas sigue
imparable; paradójicamente sus principales cultores más aplicados son llamados, con entusiasmo,
a disertar sobre prisión preventiva.
Desde el contexto de justificación interna de la decisión, es imperativo exigir y controlar que el
razonamiento silogístico –en la argumentación de la prisión preventiva- tenga como premisa
normativa una regla Constitucional, para controlar que la premisa fáctica (imputación concreta) se
adecue, encaje, subsuma, en el supuesto de la regla. Con ello es posible controlar que la validez
formal y material del razonamiento subsuntivo, configurando una independencia judicial operativa
vinculada a la Constitución; así, la justificación interna es útil para evaluar su conformidad con la
Constitución y la Convención. Se cuestionará que la Constitución está conformada por principios y,
que por tanto, nos sería posible un control de logicidad de la justificación interna, que requiere de
una regla como premisa mayor; empero, esto no es exacto, dado que el resultado de la aplicación
de principios, siempre tiene como resultado una regla concreta, configurada con un supuesto de
hecho, en el que se adecuará el hecho conflictivo. Se evita la estrechez de una cultura legalista o
de interpretaciones arbitrarias, autoritarias inquisitivas, propios de una sedimentada cultura
inquisitiva, explicables desde un contexto de descubrimiento.
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Por otro lado, también es necesaria la justificación externa, pues tanto la premisa mayor como la
premisa menor –imputación concreta- deben estar justificadas externamente; así: i) la premisa
normativa –ley- debe justificarse externamente conforme a la Constitución y la Convención, y
conforme a los estándares desarrollados por el Tribunal Constitucional y la Corte Interamericana;
así, la exigencia de una motivación especial en la resolución de prisión preventiva, es una
imperativo de sujeción a los estándares desarrollados por el Tribunal Constitucional y la Corte
Interamericana Así se cumple el mandato de especial motivación y no de otra forma.
También la premisa menor debe ser justificada externamente, -generalmente es un problema
fáctico; en este extremo, la realidad impone como límite la exigencia de sospecha grave. En efecto,
la exigencia de fundados y graves “elementos de convicción”, como información en cantidad y
calidad suficiente para estimar con alta probabilidad que el imputado habría intervenido en la
realización del hecho punible, opera como un límite infranqueable. La exigencia de un estándar
objetivo de sospecha grave que pueda ser susceptible de control intersubjetivo es una necesidad.
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Se ha reiterado hasta el cansancio: sospecha grave, estándar de información grave, etc.; empero,
su contenido conceptual y operativo es incierto.
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Desde una perspectiva epistémica no cabe duda que se el estándar de sospecha grave es una
exigencia imperativa de probabilidad, claro está que no es una probabilidad matemática o
estadística, sino de una probabilidad propia de las ciencias sociales. En ese orden, se requiere de
una probabilidad alta rayana en la certeza. En definitiva se trata de una propuesta idónea que
requiere de la construcción de modelos probabilísticos; así, las propuestas de estándares objetivos
probatorios de Jordy Ferrer Beltrán, son propuestas objetivas y razonables para el debate y su
operatividad. Solo con estos probabilísticos sería posible controlar las meras estimaciones sobre la
base de escasa información, pues una interpretación conforme a la realidad, sería ajena a
cualquier estimación subjetiva.
De hecho constituiría un formidable dique de contención de las meras estimaciones subjetivas,
íntimas convicciones, creencias, sospechas o conjeturas incontrolables que sustentan decisiones
judiciales arbitrarias. Constituye una herramienta conceptual idónea para frenar la dependencia
del juez a sus pulsiones de miedo, arrebatos de heroicidad, acomodos oportunistas, móviles
espurios, etc., que afectarían la independencia del juez al momento de resolver un requerimiento
de prisión preventiva.
Exigir que las decisiones judiciales estén justificadas –interna y externamente- es necesario, pero
no es suficiente para configurar un escenario de independencia del juez al momento de la decisión
de una prisión preventiva. Si no se comprende –introyecta, internaliza, interioriza- que la
independencia supone un sometimiento a la Constitución y a la ley, entonces los desbordes serán
cotidianos. Satisfecho la necesidad de evaluar y controlar la justificación interna y externa de la
decisión de prisión preventiva, no se da el salto de suficiencia para resolver el problema de la
independencia de juez al momento de resolver el requerimiento de prisión preventiva. Es el
contexto de explicación que proporciona un enfoque real para abordar el problema de la
independencia del juez en las prisiones preventivas.
b.2 Es desde el contexto de descubrimiento donde se encuentra los problemas reales vinculados a
la afectación del principio de independencia judicial; en efecto, solo desde ese contexto se
explican los móviles reales del sentido de la decisión que funda la prisión preventiva. Así desde el
contexto de descubrimiento que se pone en evidencia que las razones que aparecen
fundamentando la resolución de dicta prisión preventiva, muchas veces, son solo pretextos
“justificativos” en sentido peyorativo. Así, la premisa normativa -norma constitucional- es burlada
con interpretaciones conforme a sus miedos, a sus acomodos, a sus aspiraciones políticas.
3. ACTITUDES JUDICIALES ÉTICAS Y EPISTÉMICAS
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En la expedición de una resolución de prisión preventiva generalmente encontramos en los
jueces dos actitudes contrarias entre sí: i) una actitud sustancialista ética; y ii) una actitud cognitiva
racional.
a) La actitud sustancialista ética es irracional y asumida sin esfuerzo consciente. Desde esta
perspectiva es suficiente tener un dato indiciario, por mínimo que sea, y sobre esta base se
configurará una intensa sospecha subjetiva que llena cualquier vacío de información objetiva, con
lo cual se formará la íntima convicción –creencia–de la realización de un hecho punible. No es
posible configurar un escenario de duda racional, pues todo se carga con la negatividad de la mera
sospecha; es entonces cuando emergen las misiones éticas para no generar impunidad en la
“lucha contra la corrupción” u otros delitos.
Esta predominancia subjetiva en la valoración de los elementos de convicción tiene impacto directo en la debi
mass media. De este modo, el ajusticiamiento del imputado viene a ser la consecuencia normal
de esa convergencia ajena al Derecho, y que pervierte la independencia del juez.
Pero, el principio de independencia solo puede configurarse con sujeción del funcionario judicial a
la Constitución y la ley en el desempeño de su función; sin embargo, la independencia del juez ha
sido mal comprendida e interpretada como la discrecionalidad ética subjetiva del individuo que
ejerce la función de juez, siendo realizada conforme a su criterio personal y su particular
moralidad crítica, pero extraña a los valores de la Constitución.
b) La actitud cognitiva racional, es consciente y lógica; necesita de información objetiva para
resolver un caso determinado. Así, los indicios contingentes son considerados solo hechos base de
la estructura de la prueba indiciaria; la mera sospecha sobre la base de un indicio o más indicios
débiles resulta insuficiente, y producto de esta actitud es surge la duda racional.
Así las cosas, la duda racional es fundamental pues permite depurar las meras conjeturas o
creencias de la información objetiva, y su impacto es directo en la valoración objetiva de los
elementos de convicción con fundamentos consistentes en la decisión judicial. Esta es una actitud
inherente a un garantismo racional.
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Esta actitud no es permeable externamente a la presión mediática, al clamor social o a cualquier circunstancia
Desde esta perspectiva el juez comprende que la independencia, como funcionario público, no le
da atribuciones para realizar interpretaciones subjetivas particulares, sino que sus preferencias
internas siempre encontrarán su límite en la Constitución y en la razón cognitiva
4. PRISIÓN PREVENTIVA Y AFECTACIÓN DE LA INDEPENDENCIA JUDICIAL
Se conoce y difunde como concepto genérico, que los jueces son independientes: i) externamente, frente
los otros poderes del Estado, e ii) internamente, frente a instancias institucionales al interior del
propio poder judicial. Sin embargo, la operatividad concreta de la forma como operan ambos
ámbitos externos e internos, es una realidad perversa, que genera presión contra los jueces, para
que decidan conforme a un sentido promovido por los medios de comunicación.
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4.1 Independencia externa. Desde una perspectiva formal, es claro, que los jueces deben ser
independientes en sus decisiones frente a los otros poderes del Estado; empero, son los factores
reales de poder: económicos, bélicos, religiosos, colectivos, etc. ejercen presión –por sus
intereses- con cobertura mediática; así, los medios de comunicación se erigen en un arma efectista
de presión. El primer paso es generar un contexto de opinión pública, sobre su generan una
expectativa del sentido de la decisión judicial. Si el juez tiene una línea de interpretación no
conforme a sus intereses, entonces comienzan la operación mediática de demolición del juez para
apartarlo del caso; si la expectativa mediática es frustrada por la decisión judicial, entonces se
inicia campaña mediática de destrucción de la honra del juez, desde formas efectistas como
fotografías de magistrados con enfoques inadecuados, hasta escarbar el pasado del juez la
manipula información inocua en su contexto, para presentarlo como una persona de pasado
cuestionable. Todo ello, bajo la cobertura legitimante de un incomprendido principio de publicidad
de los procesos judiciales. Consecuencia, desde la justicia mediática, se desarrolla una estrategia
de erosión del juez con el debilitamiento consecuente de la institución del Poder Judicial.
Se afirma que los medios de comunicación, son expresión maximizada del principio de publicidad;
empero, el principio de publicidad requiere su imbricación y articulación con otros principios,
centralmente el contradictorio; solo así configura un escenario de producción de información de
calidad. Así como la oralidad y/o la inmediación no tiene utilidad epistémica sino están articuladas
con el principio del contradictorio procesal para procesar información, también la publicidad por sí
es insuficiente y hasta perversa. En efecto, la “publicidad no es moral ni jurídicamente unívoca” –
Prieto Sanchis, Luis- Su configuración integrada es necesaria. Así, “la publicidad por la publicidad”
no produce ni depura información; todo lo contrario la publicidad mediática genera efectos
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contraepistémicos, pues la publicidad mediática difunde información unilateral, fragmentada y
hasta información no incorporada en el proceso judicial -menos en el incidente de prisión
preventiva-, con el objeto de crear opinión en el colectivo social y una expectativa del sentido de la
resolución de prisión preventiva. Esa situación tiene un nombre: presión mediática, con afectación
del principio de independencia judicial.
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La maximización de la publicidad mediática –esencia de la actividad de comunicación- tiene el
defecto de difundir información: i) sin adecuado conocimiento jurídico y ii) de la información
probatoria completa del expediente judicial; y así, la justicia mediática pretende imponer
soluciones conforme a los intereses que subyacen al medio de comunicación. Con base en
información no especializada e incompleta opinan y generan opinión pública; no conocen la
información completa del expediente judicial, pero tienen como “testigo de referencia” al
colectivo social..
Los medios de información han creado un interesado espacio de comunicación negativa con la
independencia de la justicia penal; pues, la difusión de información y la opinión “periodística” con
determinado sentido, tienen la pretensión de proponer solucionar el conflicto punitivo, en el
breve tiempo de la difusión de la noticia periodística, con información parcial. Obviamente, su
consecuencia hace aparecer al proceso penal como lento, burocrático, ritual, en comparación con
la rapidez del juicio mediático.
La ventaja efectista que vende el juicio mediático al colectivo social, es que busca un resultado
rápido y fácil, que satisfaga el hambre de venganza o el interés de grupo, a partir del reemplazo de
la prueba por el “parecer” del periodista, de la verdad por el rating. Al distorsionarse la verdad se
favorece los prejuicios o creencias colectivas y puede generar un prejuzgamiento con evidente
afectación de la independencia judicial.
Esta afectación al principio constitucional de la independencia del juez, con la generación de
situaciones de presión mediática corresponde a una línea de acción de los mass media,
aprovechando un delito que genere expectativa e interés emotivo, desde el caso “Banchero
Rossi”, “Edita Guerrero”, “Ciro Castillo”, “Arlette Contreras”. Ahora se manifiesta en un escenario
que compromete a figuras y figurones del escenario político y económico; obviamente, se
encuentra comprometidos intereses políticos y económicos, que por su propia naturaleza no
pueden ser resueltos en escenario formal de una proceso penal, sino que tienen sus propios
causes de solución en contextos de amplio espectro socio político.
Con todo lo señalado, se tiene que la publicidad mediática de los procesos penales, ha dejado de
ser un principio para que el pueblo conozca y controle la impartición de justicia, para configurarse
como un riesgo real de la garantía constitucional de la independencia del juez.
3.2 Independencia interna. Uno de las principales formas de afectación de la garantía de la
independencia judicial son los órganos de control (OCMAS, ODECMAS), que, en cada oportunidad
que se presenta un caso mediático, abren investigación preliminar si la decisión judicial fue
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difundida contrariando la expectativa mediática. Parten de la presunción de irregularidad y se
inicia el proceso con replica mediática inmediata.
Se configura la dinámica de una rutina circular, así: i) se presenta un caso delictual de amplia
cobertura mediática, ii) se genera, en el colectivo social, una expectativa de castigo, iii) el juez
conoce el requerimiento de la prisión preventiva en un contexto de presión mediática y colectiva;
iv) si el juez desestima el requerimiento fiscal, los medios de comunicación cuestionan y difunden,
según sus intereses, esa noticia; iv) Odecma, inicia una investigación preliminar; v) Conclusión,
jueces escarmentados y procesados por resolver en un contexto de independencia.
La dialéctica negativa es manifiesta, primero la presión de un factor real de poder mediático, que
incide directamente presionando al juez, e indirectamente en los órganos administrativos de
control de la magistratura, para que, por defecto, abran investigación en contra del juez que
decidió. Se configuró entonces una formidable presión que tritura la independencia del juez,
desde un contexto externo e interno, esto es una suerte de cascanueces como tenaza para partir
la independencia del juez.
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Esta afectación del principio de independencia del juez se debe, también a consecuencia de
políticas judiciales que buscan aceptación ciudadana; es el caso de los beneficios penitenciarios
que, no obstante que su normatividad sigue vigente, sin embargo fue suficiente con que OCMA,
inicie un proceso de revisión de expedientes de beneficios con la consiguiente apertura de
procesos disciplinarios para que los jueces no otorguen beneficios penitenciarios; peor aún, se
emitió una Resolución Administrativa disponiendo que en el supuestos que un juzgado fundara un
beneficio debe remitir copias del expediente a ODECMA, para que se inicie una investigación
preliminar; con ello simplemente se dejó sin eficacia la normatividad vigente de los beneficios
penitenciarios, con manifiesta afectación de la independencia del juez.
5. LA ESTELARIDAD MEDIÁTICA LA PRESIÓN PREVENTIVA.
La prisión preventiva ha devenido en el instrumento de engarce perfecto para la ejecución del
sentido e interés de la justicia mediática; así, dado que formalmente la justicia mediática no puede
decidir un conflicto penal, entonces encuentra en la prisión preventiva el escenario para la
ejecución de lo mediáticamente decidido. El Juez, solo tiene que dar forma y construir razones en
función lo decidido por los medios; su tarea es solo justificar, finalmente si se tiene la cobertura
mediática nada pasará con la masificación del encierro preventivo.
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En efecto, la audiencia de prisión preventiva se acomoda perfectamente el aceleramiento
efectista de tiempos que se promueve mediáticamente, siempre en la búsqueda de un iluso
eficientismo punitivo. Este eterno retorno a escenarios punitivos céleres y efectista, con cobertura
procesal, se presenta con regularidad periódica; así, los aceleramientos procedimentales por el
apremio de reales o aparentes urgencias punitivas, han sido una constante en la reciente historia
del Perú, desde la priorización del procedimiento sumario en desmedro del juicio ordinario con el
Código de Procedimientos Penales, la legislación procesal contra el terrorismo; con el CPP,
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terminaciones anticipadas, y la ilusa expectativa que generó la propaganda del proceso inmediato.
Pero, en el escenario de la reforma procesal ha sido la prisión preventiva, que ha irrumpido como
un antipirético para atenuar las fiebres punitivas de coyuntura. En efecto, de ser una institución
accesoria y excepcional mecanismo cautelar para conjurar riesgos procesales, paso a ser percibido
como una panacea procesal, como el antiséptico ideal para combatir la podredumbre de los males
de toda laya, y en la coyuntura actual, de la corrupción estatal.
La exteriorización pútrida de los venales actos de corrupción política y empresarial, los cárteles
económicos, los diezmos de la contratación estatal, el tráfico de influencias, normalizado, etc. en
general la privatización de la cosa pública, es rutinaria y larva normalizada en el hacer público; es
cuestión de oportunidad para el lucro privado con la cosa pública, ha generado la ilusa idea de que
puede ser combatida con el uso abusivo de la prisión preventiva. Así, aparece la épica y heroica
prisión preventiva como martillo salvador, como la ficción del Martillo de Thor, para resolver los
problemas de estructura; sin embargo, es solo eso, pura ficción. Su alienante difusión hace perder
de vista las estructurales causas de la corrupción. Esta pérdida de perspectiva muy difundida
mediáticamente gesta colectivos indignados que concentran su reproche ético social en los
síntomas febriles externos, con el panacea de la prisión preventiva.
Pero, se puede combatir la causa, atacando los síntomas exteriorizados? ¿Es suficiente el encierro
preventivo efectista de los presuntos corruptos de coyuntura? Esta visión chata del problema de la
corrupción asienta su visión unilateral en los efectos, no en las causas; su alta emotividad cargada
de irracionalidad sirve para la indignación, nada más. Por eso la euforia la prisión preventiva y su
hipnótico efecto operan como distractor perfecto como cobertura de los factores reales del
problema estructural de la corrupción. El enfoque criminológico de la criminalidad de la
corrupción funcionarial es muy incipiente. Se acude entonces a la panacea de la prisión preventiva;
la prisión preventiva es una suerte de purgatorio que no necesita de estudios de criminología, de
la Constitución, de la ley penal.
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Así, la prisión preventiva es el instituto predilecto de los medios de comunicación; es la
institución, que, no obstante su carácter incidental y provisional, se convierte en la vedette
prosopopéyica del proceso. Si las decisiones son conforme al mediático clamor punitivo, entonces
los jueces se erigen figuras y figurones de trascendencia nacional; y los jueces que no siguen la
línea que pautan los medios, son objeto campaña de demolición difamatoria. Se utiliza cualquier
dato fragmentado para construir una post verdad calumniosa y difamatoria contra el juez, que de
manera independiente emitió una decisión contrario a los intereses de quienes utilizan la careta
mediática.
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Las similitudes con el talk show de “caso cerrado” con la Dra Polo, y la resolución inmediata y
teatral del caso no es coincidencia, sino que corresponde a las características de determinadas
audiencia de prisión preventiva.
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6. ¿QUE HACER?
El art. 146. 1 de la Constitución, establece que “El Estado garantiza a los magistrados judiciales (1) su
independencia. Solo están SOMETIDOS a la Constitución y la Ley. Este dispositivo permite apreciar
una dimensión positiva de la garantía de independencia, en el sentido de obligación del Estado de
garantizar esa independencia. Qué duda cabe que es exigible una Prestación traducida en la
creación institucional de medios y procedimientos para proteger esa independencia del juez. Una
política pública sin plan de acción es letra muerta.
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La independencia judicial constituye un principio de orden constitucional que tiene por objeto
garantizar la libertad de los jueces en el ejercicio de función jurisdiccional. Forma parte de las
declaraciones de derechos a nivel internacional. Así el art. 10 de la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre y del ciudadano de 1948, el artículo 14.1 del Pacto Internacional y derechos
civiles y políticos de 1966 y al artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos humanos de
1969. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su sentencia de Caso Palamara Iribarne,
estableció que la independencia del Poder Judicial frente a los demás poderes estatales es esencial
para el ejercicio de la función judicial. Esta preocupación aparece también en caso Loayza Tamayo,
y el caso Castillo Petruzzi.
6.1 INCIPIENTES INSTITUCIONES PARA GARANTIZAR LA INDEPENDENCIA JUDICIAL
No es cuestión de idoneidad y valentía para garantizar la independencia del juez, sino de cumplir
con la obligación de crear instituciones y mecanismo que permitan la configuración de la
independencia judicial en cada decisión, maximizando y tensando los esfuerzos en los casos de
difusión mediática, desarrollando un poder comunicativo a través de:
- Justicia Tv: Entrevistas
- Oficina de Imagen institucional
- Revistas especializadas
- Asociaciones judiciales
- Redes sociales. Facebook
Sin embargo, muchas veces lo que se aprecia comunicar como logro el dictado de una prisión
preventiva, o la imposición de una cadena perpetua; ello en busca de una efímera legitimidad
social, pero en desmedro de la independencia del poder judicial.
La dinámica debe ser a la inversa, una comunicación en un contexto de independencia
constitucional, de respecto a la libertad, que es un derecho fundamental en un Estado
Constitucional de Derecho
Se debe superar el paradigma de que los jueces hablan con sus resoluciones; en efecto, en primer
lugar las resoluciones no hablan, en segundo lugar la cultura de la lectura está muy enervada en la
generalidad del colectivo social; predomina el homo videns (Giovanni Sartori); en tercer lugar el
lenguaje cuasi encriptado que se utilizan en las resoluciones judiciales no son de dominio ni
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siquiera de otras profesiones (hablar de conceptos elementales de imputación objetiva y sus
riesgos, la defraudación de las expectativas por el quebrantamiento del rol, etc.)
De nada sirve una institución con jueces muy inteligentes y laboriosos al interior del poder judicial,
sino saben comunicarse, es una suerte de autismo institucional. Alta inteligencia interior y
enervada o nula comunicación exterior.
Ciertamente se requiere de comunicación, pero desde una perspectiva diferente que para su
configuración requiere de voluntad política, de planes de acción construidos desde un enfoque
transdisciplinario, con el aporte de la sociología, de las ciencias de la comunicación, de las
psicología de masas, etc. que tenga un objetivo definido hacia donde converjan todos los
esfuerzos de las instituciones oficiales creadas con esa finalidad. Se requiere de una reingeniería
comunicacional, que permita una comunicación simple de las razones de la decisión, en términos
sencillos para que el colectivo social entienda el sentido de la decisión. Solo sobre su base
desarrollar vigorosas políticas configuradoras del principio de independencia judicial.
6.2. Sin embargo, el riesgo más serio que afronta la independencia del juez, es el propio
individuo que cumple la función de juez; la particular conformación de cada persona que ejerce la
función de es diferente, porque somos producto de nuestra propia historia personal, de nuestros
traumas, virtudes, ventajas, desventajas; en síntesis somos hechura de nuestro entorno. Contra
eso no podemos hacer nada. Empero, con relación al trabajo judicial si se puede y debe hacer algo,
así como cuando se desarrolla cualquier función pública, la función judicial solo será
independiente si está sometida a la Constitución; en ese orden, el contexto de justificación
constituye una formidable herramienta de evaluación y control de la conformidad con la
Constitución de la función judicial al momento de aplicar la Ley.