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La producción campesina
del territorio Las Zonas
de Reserva campesina
Jairo Estrada Álvarez
Profesor del Departamento de Ciencia
Política. Universidad Nacional de Colombia

Durante las últimas décadas se ha apreciado a nivel


internacional un creciente interés por parte de los las luchas campesinas y de las respuestas estatales
investigadores sociales y de los hacedores de políti- frente a ellas. El producto histórico salta a la vista.
cas públicas sobre las tendencias de la producción No sólo se expresa en la continuidad del conflicto
social del espacio, así como sobre la constitución armado; se encuentra en la tendencia histórica de
del territorio y la configuración de las territoriali- la acumulación capitalista y del modelo económico,
dades. marcados con la impronta del ejercicio estructural
de la violencia, que ha trazado brutalmente com-
En el caso colombiano, tal interés se ha concentra- probables rutas de continuidad de despojo, des-
do principalmente en el estudio de los territorios y plazamiento y confinamiento de las comunidades
las territorialidades de las comunidades indígenas y rurales, las comunidades campesinas incluidas.
afrodescendientes. Aunque en la experiencia de es-
tas comunidades se ha estado en presencia de as- La incorporación en el ordenamiento jurídico co-
piraciones seculares asociadas con la violencia y el lombiano de la figura de las Zonas de Reserva Cam-
despojo que se iniciara con la conquista y la coloni- pesina, ZRC al finalizar el gobierno de César Gaviria
zación española y pese a que de manera recurrente Trujillo (en el capítulo XIII de la Ley en la Ley 160 de
se han presentado importantes movimientos en 19941) representó un primer paso hacia el recono-
demanda de los territorios expropiados, lo cierto cimiento de territorios campesinos y de una terri-
1. “Por la cual se crea Sistema
Nacional de Reforma Agraria y es que apenas con la expedición de la Constitución torialidad campesina, con el que se intentaba dar
Desarrollo Rural Campesino, de 1991 se generó un nuevo marco jurídico institu- una respuesta jurídico-formal a aspiraciones por
se establece un subsidio para cional que avanzó en el reconocimiento formal de el acceso a la tierra, ligadas a procesos históricos
la adquisición de tierras, se los territorios y la territorialidades indígenas y afro- de colonización y lucha campesinas. La figura se
reforma el Instituto Colombiano
descendientes, sin que ello haya significado que el concibió como parte de una política de regulación
de la Reforma Agraria”.
vigente orden del derecho lo haya garantizado a de las “zonas de colonización” y de las “tierras bal-
plenitud o haya posibilitado su disfrute efectivo. días de la Nación”, con “la finalidad de fomentar
la pequeña propiedad campesina, evitar o corregir
La preocupación por los territorios campesinos y los fenómenos de inequitativa concentración de la
la territorialidad campesina es más reciente pese propiedad rústica y crear las condiciones para la
a que también en este caso se esté en presencia adecuada consolidación y desarrollo de la econo-
de aspiraciones de largas décadas de luchas por la mía de los colonos” (Artículos 79 y 80 de la ley).
tierra y el territorio, desde luego con las particula-
ridades propias de la condición campesina. En una En sentido estricto, no se trataba de diseños orien-
no resuelta cuestión rural y agraria, se explica en tados a superar la altísima concentración latifun-
gran medida el conflicto social y armado que ha dista de la propiedad sobre la tierra ya existente,
afectado al país durante las últimas seis décadas. sino a promover un tipo de desarrollo rural que sin
Escapa a los propósitos de este trabajo el análisis de afectar tal propiedad le diese cabida a la economía

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campesina mediante la adjudicación de baldíos. Por ello, la creación de la figura no debe entenderse
como parte de una política de reforma agraria en términos clásicos, sino más bien desde la perspectiva
del ordenamiento territorial y de intentos de cierre de la frontera agrícola. Al mismo tiempo, debe decirse
los diseños institucionales le abrían el camino a las Zonas de Desarrollo Empresarial, ZDE, a conformarse
mediante la delimitación de zonas de baldíos a las que no se le diese el carácter de reserva campesina
(Artículos 82 y 83 de la ley).

Se trató de diseños modernizantes del desarrollo rural, que correspondían a los enfoques promovidos in-
ternacionalmente por el Banco Mundial, encauzados a activar y promover el mercado de tierras, a estimu-
lar el llamado agronegocio, a buscar nuevas formas inserción de la economía campesina en la agricultura
capitalista, en momentos en los que ya se empezaba a reconocer explícitamente su papel central para la
producción de alimentos y la sostenibilidad socioambiental.

Las comunidades campesinas y sus organizaciones, entendiendo los límites de los diseños institucionales
de la figura de las ZRC, tal y como estaban concebidas en la ley, le apostaron a ella y le fueron agregando
sus propios contenidos. Por ello decidieron transitar inicialmente el camino de la formalización para darle
sostén jurídico e institucional a sus procesos y se sometieron a las reglamentaciones mandadas por la ley
que, además de dispendiosas en sus formalidades, desarrollaron con precariedad las posibilidades que
ésta brindaba; en contraste con el tratamiento benévolo y relativamente expedito que el ordenamiento le
concedió a las ZDE2 . A través de los decretos reglamentarios y de resoluciones se mostraron las preferen- 2. Moncayo, Víctor Manuel,
cias del Estado en esta materia. Para el caso de las ZRC se expidieron el decreto 1777 de 1997 y el Acuerdo Análisis normativo y sugerencias
024 de diciembre de 1996 de la Junta Directiva del INCORA. de innovación en materia de
Zonas de Reserva Campesina,
Los procesos organizativos campesinos existentes en ese momento hicieron todos los esfuerzos por en- Universidad Nacional de Colombia,
Incoder, Bogotá, 2013 (mimeo).
cuadrarse dentro del ordenamiento jurídico. “Las primeras Zonas de Reserva Campesina en ser constitui-
das legalmente fueron la de Guaviare y la de El Pato-Balsillas, mediante las resoluciones número 00054
y 00055 del Incora, ambas del día 18 de diciembre de 1997. En el año 1999 fue constituida y delimitada
mediante la resolución número 054 del 22 de junio, la ZRC de Morales y Arenal, en el Sur de Bolívar, previa
realización de la audiencia pública de socialización de su Plan de Desarrollo Sostenible (PDS) en el muni-
cipio de Morales el día 22 de septiembre de 1998. La cuarta ZRC en ser reconocida legalmente es la de
Cabrera (Cundinamarca), delimitada y constituida mediante la resolución número 046 del 7 de noviembre
de 2000, después de realizar el respectivo proceso de socialización y acuerdos entre las instituciones y la
comunidad, refrendados en la audiencia pública realizada el 12 de agosto de ese mismo año. La siguiente
zona reconocida legalmente fue la de Bajo Cuembí y Comandante, hoy ZRC de la Perla Amazónica, lo-
calizada en el municipio de Puerto Asís (Putumayo). Su Plan de Desarrollo Sostenible fue aprobado en la
audiencia pública realizada el 1 de julio de este mismo año. La sexta zona en ser constituida legalmente
fue la del valle del río Cimitarra, mediante la resolución 028 del 10 de diciembre de 2002”3. 3. Estrada Álvarez, Jairo/ Sánchez,
Diana Patricia/ Ordóñez Gómez,
Freddy/Cárdenas Ferrucho,
Las primeras financiaciones institucionales de la producción campesina de territorios desarrollaron en el
Francys “Producción campesina
marco de un programa piloto del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural a través del Instituto Inte- del territorio en Colombia. Una
ramericano de Cooperación para la Agricultura IICA, y financiado por el Banco Mundial a finales de la aproximación preliminar a las
década de 1990, en las ZRC de Cabrera, Guaviare y El Pato-Balsillas. configuraciones socioespaciales
del proceso de las Zonas de
Reserva Campesina”, Universidad
Sin que la figura de las ZRC hubiera podido tener desarrollos importantes y se hubiesen ejecutado los
Nacional de Colombia, Incoder,
planes de desarrollo sostenible diseñados por las comunidades campesinas, sería el propio Estado quien Bogotá, 2013 (mimeo).
emprendería su ilegalización de facto al incorporarlas dentro de una lectura particular de la tendencia
de la guerra contrainsurgente. En el marco de las políticas de la “seguridad democrática” de los dos go-
biernos de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), las ZRC fueron definidas como retaguardias estratégicas de
la guerrilla y sometidas por tanto a un tratamiento militar, en un contexto en el que además se desataba
a plenitud el ciclo de violencia paramilitar iniciado a finales de la década de 1970. La estigmatización y la
persecución de las comunidades campesinas que habitaban los territorios de las ZRC se constituyeron en
un componente de una política de seguridad inscrita dentro de las concepciones de la “seguridad nacio-

Zonas de Reserva Campesina | Jairo Estrada Álvarez


26 Revista Espacio Crítico 18

nal” y de lucha contra el “enemigo interno”, desarrolladas en los tiempos de la guerra fría. Sería el Estado
quien habría de subvertir su propio orden del derecho.

En una clara demostración de que la producción del territorio no es el resultado exclusivo de las formas
jurídicas, sino que ésta responde sobre todo a un proceso social, expresivo de los conflictos y de las con-
tradicciones de la sociedad en su conjunto, las comunidades campesinas desarrollaron y consolidaron
a lo largo de la década anterior diversas formas de producción del territorio. Contrario a su esperada
desestructuración, fruto de la inclusión en las estrategias de guerra, los procesos organizativos de estas
comunidades, además de desplegar una ejemplar capacidad de resistencia, lograron mayor cohesión,
coherencia y consistencia. No significa ello, que tales procesos no se hubieran visto afectados por la sus-
4. En abril del año 2003, se procedió pensión de que fue objeto la figura de las Zonas de Reserva Campesina4. Pese a ello, con dinámicas locales
a la suspensión de la ZRC del –desiguales y diferenciadas– se desplegaron formas relativamente autónomas de la organización y la ges-
valle del río Cimitarra, mediante tión campesina del territorio. En particular debe destacarse el desarrollo de complejos organizacionales,
la resolución 046 del Instituto fundamentados en las juntas comunales, en las asociaciones de juntas y en asociaciones campesinas con
Colombiano de Desarrollo Rural
alcances territoriales, que trascienden la organización veredal, municipal o departamental. Esas formas
(Incoder), tan sólo cuatro meses
después de su constitución. Ibíd. organizativas responden a una lógica que no se puede encuadrar dentro de la tradicional organización
político-administrativa del Estado, sino que es expresiva de un ordenamiento territorial de hecho al que
han conducido los procesos organizativos campesinos.

En los territorios campesinos se ha venido constituyendo a lo largo de los últimos lustros una territorialidad
campesina que se basa, entre otros, en:

1. Trayectorias históricas de producción campesina del territorio, dentro de las que


se incluyen las rochelas de la época colonial en la Colonia, los baluartes constituidos
durante las primeras décadas del siglo XX también en el Caribe, y los procesos de
colonización en diversos ciclos temporales y regionales a partir de la segunda mitad
del siglo pasado, íntimamente ligados con la violencia, la dinámica de la guerra, el
desojo y el desplazamiento.

2. Formas de organización del poder territorial sustentadas en la democracia directa,


comunitaria y autogestionaria.

3. Economías campesinas en las que se conjugan actividades de los productores di-


rectos para la subsistencia con formas solidarias y de cooperación, con precarias
inserciones –no buscadas además– en el mercado capitalista.

4. Actividades comunitarias de provisión de infraestructura vial y de servicios públi-


cos.

5. Actividades comunitarias asimilables a capítulos de la política social y de asistencia.

6. Financiamientos comunitarios en dinero, en especie o en trabajo, atendiendo las


capacidades individuales de los integrantes de la comunidad.

7. Relacionamientos no depredadores, en algunos casos conservacionistas, con la na-


turaleza.

8. Regulaciones (normativas), expresivas de la producción de un derecho propio, al-


ternativo, en ocasiones sustituto, en otras complementario o también reafirmativo
del derecho estatal. Tales regulaciones abarcan aspectos relacionados con la trans-
ferencia de derechos, incluidos los derechos de propiedad, aspectos socioambien-
tales, la organización de la actividad económica, y los conflictos de diversa índole,
entre otros.

Zonas de Reserva Campesina | Jairo Estrada Álvarez


Zonas de Reserva Campesina | Jairo Estrada Álvarez 27
En suma, se trata de una territorialidad que descansa en gran medida en la comunidad y lo común y se
fundamenta en la cultura campesina, entendida ésta en términos del modo de vida y de producción. Se
está en presencia de comunidades conformadas en medio de la estigmatización y del abandono estatal,
sometidas a las precariedades propias del mundo rural, de la desigualdad y la pobreza, que ha impuesto
la formación socioeconómica capitalista en el país.

Esa capacidad de organización y gestión campesina del territorio en forma relativamente autónoma ex-
plica por qué el Gobierno de Juan Manuel Santos fue recibido con el Primer Encuentro Nacional de Zonas
de Reserva Campesina, realizado del 29 al 31 de agosto de 2010 en Barrancabermeja. Las comunidades
y organizaciones campesinas, además de demandar el levantamiento de la suspensión impuesta por el
gobierno anterior a las ZRC ya conformadas legalmente, y con ello la reactivación jurídico-formal de lo
mandado por la Ley 160 y sus reglamentaciones en la materia, manifestaron el interés de otros procesos
campesinos de someterse a los trámites establecidos en el ordenamiento. De igual manera, reiteraron su
disposición de continuar consolidando los diferentes procesos organizativos, con independencia de lo que
pudiera ocurrir en el ámbito institucional.

Del primer encuentro salió el acuerdo de los procesos existentes de conformar una organización de se-
gundo piso de cobertura nacional. Tras consultas con las respectivas comunidades y la realización de tres
asambleas nacionales de delegados, se conformó la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina,
Anzorc5. El surgimiento de la Anzorc representó un paso del mayor significado para la sistematización de 5. En sentido estricto se debería hablar
las diferentes experiencias, así como para la unificación en el orden nacional de los propósitos políticos de una refundación de Anzorc.
Según la Asociación, “entre 1998 y
y organizativos en la reivindicación y la proyección de los territorios y las territorialidades campesinas, sin 2002, las ZRC existentes hasta ese
dejar de lado las respectivas especificidades regionales y locales. momento, desarrollaron actividades
conjuntas en dirección a la defensa
La realización del segundo encuentro nacional en Corinto, del 22 al 25 de marzo de 2012, y del tercero, y fortalecimiento de la figura, entre
llevado a cabo en San Vicente del Caguán durante el 22 y 23 de marzo de 2013, organizados por la las que se cuenta el Proyecto Piloto
de Zonas de Reserva Campesina.
Anzorc, es apenas el registro condensado de unos procesos de organización campesina que entre tanto Las organizaciones campesinas
adquirieron las características de un movimiento socioterritorial de alcance nacional. De nueve experien- impulsoras de estas zonas se
cias que concurrieron al primer encuentro en 2010, se saltó en forma espectacular a 53 procesos en la constituyeron jurídicamente en la
actualidad. Desde luego, con diferente grado de consolidación organizativa y definición de las aspiracio- Asociación Nacional de Zonas de
nes territoriales, que en todo caso bordean los diez millones de hectáreas (Ver Mapa y cuadro anexos). Reserva Campesina –ANZORC–”.
Ver: Asociación Nacional de Zonas
de Reserva Campesina, Anzorc
La explicación de semejante incremento radica fundamentalmente en la tendencia histórica de la acumu- (2012). “La Asociación Nacional
lación capitalista, que viene imponiendo un modelo de reprimarización financiarizada de la economía, ba- de Zonas de Reserva Campesina
sado en actividades de extracción intensiva minero-energética, cultivos de plantación para la producción - ANZORC invita al CRIC y a
de agrocombustibles, explotación de la riqueza hídrica para las propias actividades de extracción y para la ACIN al Segundo Encuentro
Nacional de Zonas de Reserva
la generación energía orientada a la exportación, y el desarrollo de megaproyectos infraestructurales. La Campesina”, en http://prensarural.
implementación de tal modelo supone la conquista y colonización de territorios y su inserción en la lógica org/spip/spip.php?article7746
capitalista, lo cual conlleva procesos de reordenamiento territorial que devienen en amenaza contra los
pobladores rurales, las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes. Para éstas, la defensa del
territorio y de sus territorialidades se convierte en asunto de supervivencia.

La nueva calidad del movimiento socioterritorial de las ZRC resulta justamente de las múltiples luchas que
adelantan las comunidades campesinas en defensa del territorio, las cuáles se unen a las históricas luchas
de los colonos por el acceso a la tierra que originaron en su momento los primeros procesos de producción
campesina del territorio. La porosidad de la acumulación capitalista es la misma porosidad de las luchas y
de las resistencias de las comunidades que defienden sus territorios amenazados. Y las ZRC se han consti-
tuido en un baluarte que se está reproduciendo a ritmos verdaderamente espectaculares.

Para comprender las tendencias recientes de la territorialidad campesina es necesario insistir en el carácter
social del proceso, en su autonomía y en su autogestión, más que en su formalización jurídica. Sin que
ello signifique que ésta no merezca atención. Lo cierto es que el movimiento socioterritorial de las ZRC es
mucho más que las zonas legalmente reconocidas. Las organizaciones campesinas que lo han promovido

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siempre han manifestado, en todo caso, su voluntad de encuadrarlo dentro del ordenamiento jurídico,
pese a sus reglamentaciones restrictivas. En presencia de una recurrente estigmatización del movimiento
y de las organizaciones que lo conforman, su blindaje jurídico se torna relevante. Lo contrario no es un
impedimento para su continuidad. Por ello, numerosos procesos se autodefinen como ZRC de hecho.

En ese sentido, bien podría afirmarse que la experiencia de las organizaciones campesinas que impulsan el
proceso a favor de una territorialidad campesina, lideradas por la Anzorc, es susceptible de interpretarse
con el concepto gramsciano de “guerra de posiciones”, en el sentido de la conquista gradual de posi-
ciones hegemónicas, aunque éstas sean parciales y localizadas, enfrentando –en este caso– opositores
extremistas, militaristas y de ultraderecha, o las propias tácticas que promueven la reforma en el campo
de las clases dominantes.

Desde ese punto de vista, el movimiento real de las comunidades campesinas, al tiempo que continúa su
trayectoria de autonomía y autogestión en la producción del territorio, presiona la interlocución con el
Gobierno hacia acuerdos políticos que permitan darle salida jurídica efectiva a la figura de la ZRC. Ello ex-
plica los acuerdos con el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, Incoder, que posibilitaron –durante el
segundo semestre de 2011 y el primero de 2012– la actualización de los planes de desarrollo sostenible de
las Zonas formalmente existentes y la formulación de planes para aquellos procesos que pretenden surtir
los trámites establecidos en el ordenamiento, aún a sabiendas de que no hay una institucionalidad estatal
que garantice su financiación con recursos destinados específicamente para ello. En el caso del proceso
de las comunidades campesinas del Catatumbo se concertó incluso a principios de 2013 la realización del
estudio de sustracción de zona de reserva forestal para zona de reserva campesina.

A pesar del ordenamiento jurídico existente y del hecho que las comunidades campesinas hayan decidido
acogerse a él, con pleno conocimiento de sus limitaciones, ha podido más la especie de esquizofrenia
paranoide impuesta por la guerra contrainsurgente en las clases dominantes, que las posibilidades que
brinda la producción campesina del territorio en términos políticos, económicos, sociales, culturales y
ambientales. A juzgar por las declaraciones del Ministro de Defensa y de altos mandos militares, en el
bloqueo sistemático a la formalización de las ZRC estaría parte de la solución militar al conflicto social y
armado, pues los territorios campesinos son definidos como retaguardias estrategias de la guerrilla y al-
6. "Que nos crean tan bobos gunos de ellos están incluidos dentro de los llamados Planes de Consolidación6. En éstos, la presencia del
de pensar que nos van a montar
Estado se concibe en términos del control militar del territorio y de la población antes que en la solución
una zona autonómica en una región
que está llena de coca y explosivos a la problemática social y económica de los campesinos. En ese sentido, es evidente la continuidad y pro-
y que les sirva de retaguardia a fundización de la política estatal frente a las Zonas de reserva iniciada durante el gobierno de Uribe Vélez.
la guerrilla", sostuvo Pinzón. El
Tiempo, 30 de julio de 2013, La consideración estrictamente militar de los territorios campesinos se inscribe, además, dentro de estrate-
http://www.eltiempo.com/politica/
gias geopolíticas de alcance regional en la que se expresan los intereses imperialistas estadounidenses, tal y
debate-en-el-senado-situacion-
en-el-catatumbo_12956862-4 como se puede documentar –a manera de ilustración– con la visita del general John Kelly, Jefe del Comando
Sur de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos a Tibú, en la región del Catatumbo en marzo de 2013.
Más allá de la fracasada política antinarcóticos impulsada por Estados Unidos y acompañada sin recato algu-
no por el Estado colombiano, la persistencia de cultivos de coca –de campesinos empobrecidos y en miseria,
y sin ninguna alternativa económica, en algunas áreas de los territorios campesinos– se ha convertido en
argumento para ocultar las verdaderas intenciones del control territorial: el acceso del capital transnacional y
de poderosos grupos económicos a recursos estratégicos minero-energéticos, a fuentes de agua, a recursos
de biodiversidad, y al negocio de la infraestructura entre otros. Y los territorios campesinos se caracterizan
justamente por poseer un inmenso potencial de riqueza en ese aspecto. A lo cual debe agregarse su capaci-
dad, aún sin poderse utilizar óptimamente, para la producción de alimentos y el abastecimiento alimentario
de la población, esto es, para contribuir a garantizar la soberanía alimentaria.

La contradicción fundamental de la producción del territorio se expresa entonces entre las crecientes de-
mandas campesinas que aspiran organizarlo y gestionarlo autónomamente de acuerdo con su concepción
de modo de vida y de producción, por una parte, y los propósitos del capital que pretenden incorporarlo
en la acumulación basada en reprimarización financiarizada transnacional, por la otra. Lo que está actual-

Zonas de Reserva Campesina | Jairo Estrada Álvarez


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mente en confrontación es la forma de solución de la contradicción. El movimiento socioterritorial campe-
sino ha optado por la “guerra de posiciones”, como ya se dijo. La institucionalidad del Estado, al tiempo
que dice promover la figura de las ZRC a través del Incoder, la estigmatiza y criminaliza por intermedio del
Ministerio de Defensa, haciendo prevalecer la idea de una solución dentro de la estrategia militar. Por lo
pronto, se está en un campo de fuerzas en el que no está dicha la última palabra.

Independientemente de la conformación actual del campo de fuerzas en torno a los territorios campesi-
nos, sin duda el movimiento socioterritorial de las ZRC tiene hoy mayores posibilidades. A ello contribuye,
no sólo su mayor organización, también las luchas en ascenso a lo largo y ancho del territorio nacional. Y
desde luego, el inicio de los diálogos de La Habana entre el Gobierno nacional y la guerrilla de las FARC-EP.
Dentro de los acuerdos parciales celebrados entre las partes sobre el primer punto de la Agenda, corres-
pondiente a la “Política de desarrollo agrario integral” se afirma: “El gobierno nacional en concertación
con las comunidades, y teniendo en cuenta lo planteado en los principios del presente acuerdo, promove-
rá el acceso a la tierra y la planificación de su uso en las Zonas de Reserva Campesina, haciendo efectivo
el apoyo a los planes de desarrollo de las zonas constituidas y de las que se constituyan en respuesta a las
iniciativas de las comunidades y organizaciones agrarias que éstas consideren representativas, de manera
que cumplan con el propósito de promover la economía campesina… se promoverá la participación activa
de las comunidades que habitan en las Zonas de Reserva Campesina en la ejecución de sus planes de
desarrollo”7.Este acuerdo parcial coincide con números trabajos de intelectuales e investigadores sociales 7. Ver “Comunicado de inicio de
como Darío Fajardo, Alfredo Molano, que han demostrado el valor histórico que tiene el reconocimiento ciclo”, La Habana, julio 28 de
e impulso de los territorios campesinos en términos de su contribución a la solución política del conflicto 2013. http://www.pazfarc-ep.org/
social y armado. index.php/2012-12-18-12-20-14/
delegacion-de-paz-farc-ep/item/1366-
comunicado-inicio-de-ciclo-12.html
Por lo pronto, lo que se puede constatar es el notorio contraste entre el tratamiento militar que la da el
Gobierno a las aspiraciones territoriales de los campesinos y la mano benévola que se extiende a grupos
económicos e inversionistas transnacionales para legalizar las apropiaciones de tierras baldías de la Nación
o de propiedades tituladas a campesinos pobres, recurriendo al fraude y la triquiñuela.

Colofón. El caso de El Catatumbo


La reciente resistencia y lucha campesina de El Catatumbo a través del paro es una prueba más de la
validez de una acción política que privilegia la movilización y el despliegue del poder constituyente, en un
país en el que el sistema político –tal como manda la maltrecha Constitución de 1991– en lugar abrirse
hacia la mayor democratización, restringe y cierra los espacios de participación social y popular. Resulta
cuando menos paradójico que sean los propios campesinos quienes tengan que demandar del Estado el
cumplimiento de sus leyes, que para ello deban recurrir a una de las más importantes movilizaciones en
defensa de la territorialidad campesina de nuestra historia reciente, y que en ese cometido sean expuestos
a las más virulenta y sangrienta represión de las fuerzas militares y de policía, amparadas seguramente en
la impunidad del “blanco legítimo” que les ofrece el aprobado fuero militar.

El vigor y la dignidad campesina han impuesto el diálogo, sobreponiéndose al dolor que producen los
caídos en la lucha y a los mezquinos consejeros gubernamentales que en desvergüenza sin límite osaron
llevar su propio “pliego de peticiones” a la convulsionada región. Aún no se sabe en qué terminará el
diálogo con un Gobierno mañoso que –en asuntos de contiendas– se caracteriza por menospreciar al con-
trincante. No la tendrá fácil. En este caso, su contraparte es un movimiento campesino liderado valerosa-
mente por la Asociación Campesina del Catatumbo, Ascamcat, que reúne a decenas de miles de labriegos
de 330 veredas, pertenecientes a siete municipios, organizados en juntas comunales, en un territorio que
abarca más de 360.000 hectáreas. Se trata de un movimiento potente, creado a fines de 2005, surgido
del continuum de luchas campesinas en la región, que resistió la cruenta arremetida paramilitar iniciada
en 1999 bajo el amparo de las fuerzas militares estatales, y que en la actualidad enfrenta los embates de
la acumulación minero-energética y de la producción de agrocombustibles, así como del plan de militari-
zación extrema conocido como el “Plan de consolidación del Catatumbo.

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30 Revista Espacio Crítico 18

Por sus características, por sus repertorios de lucha y por su decidida defensa de la territorialidad campe-
sina, este movimiento puede ser definido como un movimiento socioterritorial, cuya principal bandera de
lucha consiste en la creación de la Zona de Reserva Campesina del Catatumbo, acogiéndose a lo manda-
tado por la Ley 160 de 1994 y el Decreto 1776 de 1996. A pesar de su estigmatización, como una de las
retaguardias estratégicas de las FARC-EP, según los ideólogos criollos de la doctrinas contrainsurgentes, su
accionar y sus demandas se encuentran encuadradas dentro del ordenamiento jurídico.

En realidad, lo que el movimiento se ha propuesto es darle vida jurídico-formal a la situación de hecho


producida por décadas de producción campesina de territorio y de indiscutible abandono estatal en tierras
baldías dentro de una zona declarada por la Ley 2ª. de 1959 como zona de reserva forestal. Por ello se
dio a la tarea de surtir los engorrosos trámites para la creación de una zona de reserva campesina, bajo el
liderazgo de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina, ANZORC, que agrupa actualmente
a 53 procesos organizativos; y en concertación con el INCODER, incluso con su financiación, se procedió a
la elaboración del Plan de Desarrollo Sostenible, que hoy sirve de sustento técnico-político a las demandas
campesinas, y se encuentra en trámite el estudio de sustracción de zona de reserva forestal para zona de
reserva campesina. Los campesinos han sabido sortear con sabiduría, además, los intentos de enfrentarlos
al pueblo indígena barí en sus pretensiones territoriales, cediendo a parte de ellas.

Todo ese esfuerzo se viene encontrando de manera sistemática con una barrera. Lo que hoy se sabe es
que en materia de Zonas de Reserva Campesina, el INCODER se ha sido obligado a convertirse en una
dependencia de hecho del Ministerio de Defensa; que la política frente a las ZRC se inscribe esencialmente
dentro de las estrategias constrainsurgentes, y que, por esa misma razón, su destino también está atado,
en consecuencia, al desenvolvimiento exitoso de los diálogos de La Habana. Y, desde luego, sobre todo a
la potencia constituyente desplegada por el movimiento campesino liderado en este caso por la Ascamcat.

Tras el detonante del movimiento, la erradicación de cultivos proscritos de campesinos empujados a ello,
sin el ofrecimiento estatal de alternativa alguna, se encuentra la disputa por la tierra y el territorio. Lo que
está en juego, en realidad, es la lógica campesina de producción del territorio enfrentada a la lógica capi-
talista, a la tendencia de acumulación capitalista. Tras décadas de absoluta desatención estatal, expresada
en la pobreza y miseria de sus pobladores, el Catatumbo devino en zona estratégica por su incalculable
riqueza minero-energética, por la adaptabilidad de sus tierras para los cultivos de palma aceitera y, con
ello, para la producción de agrocombustibles.

Hoy resulta claro que el ejercicio concertado de la violencia estatal y paramilitar, iniciado a fines de la
década de 1990, hacía parte de un proceso de alistamiento sangriento del territorio, y que, además del
exterminio físico, el despojo y el desplazamiento forzado, se buscaba liquidar cualquier forma de organi-
zación social que pudiera ejercer alguna resistencia. Sobre ese ignominioso acumulado se pondría luego
en marcha el Plan de Consolidación y, más recientemente, se diseñaría la “Estrategia de desarrollo integral
del Catatumbo” a través del documento Conpes 3739 del 15 de enero de 2013. Se trata de un ambicioso
plan de 1.64 billones de pesos, que privilegia la inversión en infraestructura vial (1.36 billones, es decir, 83
por ciento del total de la inversión) y requiere el control militar de la región para su implementación. En lo
fundamental es un plan de megaproyectos infraestructurales para la pretendida acumulación capitalista.

Pero el plan cuenta con un límite: la resistencia campesina que entre tanto devino en movimiento sociote-
rritorial, constituyente de territorialidad campesina en la forma de Zona de Reserva Campesina. Ese movi-
miento ha dado una lección de dignidad. Ha logrado doblegar las pretensiones de solución militar y poli-
cial a los conflictos, para imponer el diálogo. Su valor es incalculable, no sólo por lo que representa para
el futuro de la región y sus pobladores en cuanto posibilidad de producción alternativa de territorio, sino
por el ejemplo y las lecciones para otros movimientos sociales y populares que hoy afloran en los poros
de la acumulación capitalista a lo largo y ancho del país. Por ello nuestra mayor admiración y solidaridad.

Zonas de Reserva Campesina | Jairo Estrada Álvarez


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Mapa 1. Distribución regional del movimiento de las ZRC

Fuente: Estrada Álvarez, Jairo/ Sánchez, Diana Patricia/ Ordóñez Gómez, Freddy/Cárdenas Ferrucho, Francys “Producción campesina del
territorio en Colombia. Una aproximación preliminar a las configuraciones socioespaciales del proceso de las Zonas de Reserva Campe-
sina”, Universidad Nacional de Colombia, Incoder, Bogotá, 2013 (mimeo).

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Tabla 2. Procesos organizativos de los territorios campesinos. Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina Anzorc - 2013
No. Localización Proceso organizativo

1 Sucre y Bolívar Organizaciones Campesinas de Población Desplazada de los Montes de María OPDS

2 Huila Asociación de Trabajadores Campesinos del Huila ATCH

3 Tolima Observatorio Socioambiental de la Provincia de los Nevados y el Comité de la cuenca del Río Lagunilla del Líbano Tolima

4 Tolima Asociación de Trabajadores Campesinos del Tolima ASTRACATOL

5 Huila Proceso de movilización de afectados por la hidroeléctrica El Quimbo ASOQUIMBO

6 Huila Corporación Casa de la memoria Quipu Huasi

7 Cabrera (Cundinamarca) Sindicato de Pequeños Agricultores de Cundinamarca SINPEAGRICUN

8 Bogotá (Cundinamarca) Sindicato de Productores Agrícolas y Trabajadores del Sector Rural de Bogotá SINTRAPARB

9 Cundinamarca Sindicato de Trabajadores Agrarios de Sumapaz SINTRAPAZ

10 Quindío Asoguarani

11 Antioquia Asociación Campesina del Norte de Antioquia ASCNA

12 Norte de Santander Asociación Campesina del Catatumbo ASCAMCAT

13 Bolívar Asociación de Hermandades Agroecológicas y mineras de Guamocó AHERAMIGUA


Antioquia y Bolívar (Magda-
14 Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra ACVC
lena Medio)
15 Antioquia Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño CAHUCOPANA

16 Arauca Asociación Campesina de Arauca ACA

17 Arauca Comité Pro constitución ZRC Aires de Paz

18 Guaviare Cooperativa Multiactiva Agropecuaria de Guaviare COAGROGUAVIARE

19 Meta Asociación Campesina Ambiental de los parques Tinigua y Macarena ACACTM

20 Meta-Caquetá Asociación Campesina Ambiental Losada-Guayabero (ASCAL-G)

21 Meta Asociación Campesina de pequeños medianos Productores de Río Cafre AGROCAFRE

22 Meta Asociación Campesina para la agricultura agroecológica y el comercio justo en la cuenca del Río Güejar AGROGUEJAR

23 Meta Asociación de campesinos trabajadores del campo y defensores de medio ambiente ASOCAMTRADEMA

24 Meta Asociación de campesinos productores del bajo Ariari ASOCAMPROARIARI

25 Meta Asociación de campesinos y campesinos trabajadores del alto Ariari ATCARI

26 Meta Asociación de pequeños productores de La Cristalina ASOPREPOC

27 Meta Asociación de Campesinos del Municipio de Vistahermosa y San Juan de Arama ASPROMACARENA

Fuente: Estrada Álvarez, Jairo/ Sánchez, Diana Patricia/ Ordóñez Gómez, Freddy/Cárdenas Ferrucho, Francys “Producción campesina del territorio en Colom-
bia. Una aproximación preliminar a las configuraciones socioespaciales del proceso de las Zonas de Reserva Campesina”, Universidad Nacional de Colombia,
Incoder, Bogotá, 2013 (mimeo).

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Tabla 2. Procesos organizativos de los territorios campesinos. Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina Anzorc - 2013
No. Localización Proceso organizativo

28 Meta Corporación de trabajadores campesinos agropecuarios ambientales de los llanos del Yarí (CORPOAYARI)

29 Meta Resguardo Indígena Ondas del Cafre

30 Meta Sector de Peñas y el Duda de Mesetas

31 Putumayo Asociación de desarrollo integral sostenible de la Perla Amazónica ADISPA

32 Caquetá Asociación Municipal de Colonos del Pato Balsillas AMCOP

33 Cauca Asociación Campesina de Inzá - Tierradentro ACIT

34 Cauca Asociación Agroambiental e Integral de Trabajadores campesinos del Municipio del Patía AGROPATIA

35 Cauca Asociación de Trabajadores Campesinos del Municipio de Argelia ASCAMTA

36 Cauca Asociación para el Desarrollo Económico Integral del Municipio de Toribio ASDECOIN

37 Cauca Asociación Pro Constitución Zona de Reserva Campesina del Municipio de Miranda ASPROZONAC

38 Cauca Asociación de Trabajadores Campesinos por la Zona de Reserva Campesina del Municipio de Corinto ASTRAZONAC

39 Cauca Asociación de Trabajadores Campesinos por la Zona de Reserva Campesina del Municipio de Caloto ASTRAZONACAL

40 Cauca Asociación de Trabajadores Campesinos de la Zona de Reserva Campesina del Municipio de Totoró ASOCAT

41 Cauca Proceso Campesino y Popular de La Vega

42 Cauca Asociación Campesina Municipal del Páez ASCAMP

43 Cauca Asociación de Trabajadores Campesinos del Municipio de Cajibío ATCC

44 Cauca Sindicato de Pequeños Agricultores del Cauca SINPEAGRIC

45 Valle Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca ASTRACAVA-Pradera

46 Valle Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca ASTRACAVA-Tuluá

47 Valle Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca ASTRACAVA-Ginebra

48 Valle Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca ASTRACAVA-Guacarí

49 Valle Coordinación Campesina del Valle del Cauca CCVC

50 Nariño Acción Comunitaria de los ríos Mira, Nulpe y Mataje ASOMINUMA

51 Nariño Asociación de Juntas Comunales de Roberto Payán ASOJCROP

52 Nariño Asociación de Trabajadores Campesinos de Nariño ASTRACAN

53 Nariño Fundación El Progreso

Fuente: Estrada Álvarez, Jairo/ Sánchez, Diana Patricia/ Ordóñez Gómez, Freddy/Cárdenas Ferrucho, Francys “Producción campesina del territorio en Colom-
bia. Una aproximación preliminar a las configuraciones socioespaciales del proceso de las Zonas de Reserva Campesina”, Universidad Nacional de Colombia,
Incoder, Bogotá, 2013 (mimeo).

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