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Exclusión educativa en Perú: Desde las épocas prehispánicas hasta el

bicentenario de la República

Introducción

En Perú cuando se presentan estadísticas o rankings internacionales de comprensión


lectora, lógica matemática o calidad educativa, cuyos resultados no favorecen al país,
las autoridades o líderes sociales plantean cambios, reformas o programas destinados
a mejorar la situación. Ante tal panorama, los políticos siempre tienen un cartel para
promocionarse, y sus preguntas o fotos se repiten o actualizan en primer plano,
ofreciendo acuerdos o planes para tratar de revertir la situación. Tal es el caso del
acuerdo nacional realizado hace tres décadas, el cual comprometió al gobierno a
destinar el 6% del presupuesto nacional a la educación (Acuerdo Nacional de
2007), pero, hasta ahora, no se ha materializado.

Además, la evolución histórica de la educación en el Perú muestra signos de


exclusión, que se remonta a las brechas socioeconómicas basadas en el origen racial y
étnico, la clase social y el género. Situación que generó mayores desigualdades,
especialmente durante la época colonial, cuando se incorporó el racismo contra los
pueblos indígenas a partir de prejuicios y la percepción de la educación como un
fenómeno insular. Arguedas (2012), sostiene que para unir a todos los habitantes del
Perú y formar una verdadera comunidad incluyente y más igualitaria es necesario un
trabajo que abarque la economía, sociedad, política, educación y la cultura.

Por tanto, en el país se observa, por un lado, ese problema de desigualdad y exclusión
y, por el otro, los gobernantes y la clase política que creen que están convirtiendo al
país en un estado moderno, afirmación que se contradice con el abandono que enfrenta
la educación. Este contexto, y ante la falta de una respuesta clara en la actualidad, surge
el interés de presentar este trabajo, con el objetivo de identificar las causas estructurales
que dificultan implementar políticas educativas inclusivas, así como cónsonas con el
desarrollo nacional y de largo plazo en Perú.

En esa dirección, y con base en el objetivo central, se realiza un estudio descriptivo,


documental, basado en un enfoque histórico comparado, con el cual se establece una
relación directa entre la educación peruana actual y su desarrollo en las etapas
prehispánica, virreinal y republicana, donde se ubican algunas causas, al igual que
fenómenos en el desarrollo de la sociedad peruana, así como el papel de los
gobernantes y grupos de poder que conducen la situación, destacando el abandono
histórico de los pueblos originarios. Según Bernal (2016), el enfoque o método histórico-
comparativo consiste en un procedimiento de investigación y esclarecimiento de los
fenómenos culturales que busca establecer la semejanza de esos fenómenos, infiriendo
una conclusión acerca de su parentesco genético, es decir, de su origen común.

Exclusión en el proceso de desarrollo de la sociedad peruana

La época prehispánica, civilización anterior al Imperio Inca, tuvo una estructura rígida,
tanto en la forma de gobierno o en la política que prevalecía, como en la estructura social
de los estados que se habían formado, en muchos de los cuales había un estado real
autocrático. Las grandes civilizaciones Moche, Huari, Nazca, Paracas, Chimú y otras,
constituyeron poderosas naciones, cuyo desarrollo, así como estructura
socioeconómica se puede inferir a partir de su magnífica arquitectura, obras hidráulicas
y manifestaciones de cerámicas finas.

FICHA: HISTORIA SOCIEDAD Y DIVERSIDAD. ESCUELA GREGORIA SANTOS (SICUANI)


La educación como elemento organizador y dinamizador de la sociedad no existía,
porque formaba parte de la propia organización social y económica existente, donde el
nivel de comprensión y asimilación educativa se enfocaba hacia una casta con
funcionarios de dirección militar y religiosa, algunos gobernantes y personas de sus
círculos más cercanos. Para Lumbreras (2015), esta situación evidenció cómo los
gobernantes usaban lujosos vestidos y joyas, mientras que los campesinos vivían en
rústicas chozas.

Sin embargo, las grandes obras hidráulicas y arquitectónicas, así como los avances
en medicina, astronomía y diferentes manifestaciones de la cerámica, forman parte del
rompecabezas educativo que se extiende a todos, pues a pesar de los rasgos elitistas
y teocráticos que existen en estas civilizaciones, la sabiduría era compartida con el
pueblo (Lumbreras, 2015). En este sentido, la cerámica se considera como una
representación que refleja el grado de desarrollo, el nivel de las relaciones de poder y
la relación con lo divino, conectando al pueblo y las personas con su entorno, naturaleza,
así como productividad.

Entonces, la educación es considerada como una creación de la población, muy


proclive a representar las necesidades de la vida cotidiana y de sus autoridades. Sin
duda, por los rastros encontrados, nada hubiera sucedido sin la voluntad y la mirada
divina de los que estaban en el poder. En ese contexto, se plantea la hipótesis que, a lo
largo de la historia del Perú, surgieron circunstancias importantes en torno a la
educación, creatividad, el dominio de las artes y la tecnología de la antigua población
peruana que permanecen hasta la actualidad.

E L PERÍODO I NCA

Este período duró alrededor de un siglo hasta la llegada e invasión de los españoles
en el siglo XVI. Los Incas conquistaron naciones bajo su dominio, mantuvieron esa
notable organización de conquista y expansión. Tanto es así, que no sólo se adueñaron
del control que ostentaban los pueblos, sino que su afán de gobernar trascendió los
límites entonces conocidos. La rigidez de su gobierno y la clara imagen de los Incas
como gobernantes supremos y herederos del Dios sol, impusieron una organización
autocrática y vertical que dividió al país en dos clases bien diferenciadas: Los Incas y
los nobles imperiales, y los demás integrantes, el pueblo.

Para Rostworowski (1992), el Inca se unía a los sacerdotes, administradores del


Estado, incluidos los comerciantes, que formaban la clase alta, y la clase baja estaba
constituida por artesanos, hatun runa, pescadores y yana. La educación en esta etapa
imperial tuvo una organización más clara, con un propósito contenido y sistemático de
construir un imperio, expandir sus fronteras y alcanzar el esplendor con grandes
monumentos militares y religiosos, cuyas reliquias son admiradas por el mundo de hoy.
Por tanto, la educación se dirigió hacia las clases incacéntricas, con una estructura
educativa vertical limitada a la estrategia militar, la construcción de fuertes y templos, el
manejo astronómico dirigido a afinar las tácticas militares, la producción agrícola, entre
otras actividades

Los Quipucamayoc constituían el cuerpo docente, especialistas calificados que


seguían las directrices educativas que el Imperio indicaba debían impartir, además, eran
funcionarios del gobierno estatal especializado en su administración. Su nombre hace
eco de un misterioso y avanzado sistema de escritura y enseñanza, los quipus, cuyo
uso no se limita a estos funcionarios, siendo el quipucamayoc oficial muy utilizado,
incluso por la gente común (Ramos, 2017). Al respecto, se afirma que los hijos de los
nobles eran educados por los sabios amautas utilizando los quipus; sin embargo, otros

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creen que los quipus son parte de la educación popular; sea como fuere, es importante
señalar que éstos también se hacen eco de la importancia de la herencia imperial para
la prosperidad.

Por otra parte, durante el virreinato, la conquista española de América Latina mostró
la decadencia y opresión de las sociedades nativas. En ese período se generalizaron
tipos de saberes modernos, pero la conquista condujo a la subordinación y destrucción
de los saberes indígenas en América Latina (Mejía, 2015). La imposición de una nación
nueva y diferente constituyó una ruptura en el tejido cultural prehispánico en respuesta
a las órdenes de la familia real española, que no sólo impuso una organización política
y económica diferente, sino que creó otra cultura para responder a la nueva organización
político-colonial. En este caso, el propósito de la colonia no era aprovechar los avances
y logros del sistema anterior, sino tratar de imponer otro sistema para socavar el primero.

Esta imposición eurocéntrica está asociada con la hegemonía, la marginación y


subordinación geopolítica, racial, cultural y cognitiva de la modernidad, construida
alrededor del eurocentrismo (Walsh, 2007). La colonialidad es la cara oculta de la
modernidad, manifestada desde la conquista, construida sobre las necesidades del
capital y la élite criolla española a través del conocimiento, la existencia y los modos
naturales de poder.

Al respecto, la cultura de los pueblos está íntimamente relacionada con la educación de


masas; por tanto, imponer otra economía, otro sistema político, también significa una
nueva cultura para la población en general. Sin embargo, el desarrollo posterior de la
colonia enseñó a los pobladores sobre la necesaria convivencia entre la ideología y la
semiótica de los pueblos indígenas, aceptando su convivencia con los nuevos símbolos
y expresiones culturales que trajeron del viejo mundo, incluida la religión. La
combinación de culto y simbolismo garantiza la participación y normal desarrollo de la
cultura básica, la consolidación del virrey, tanto más si se cuenta con la autoridad de
algunos incas sumisos, caciques y curacas presentes que le asignan una autoridad
incuestionable sobre los aborígenes

L A R EPÚBLICA

El Estado mantuvo una continuidad en términos de élites criollas, segregación social


y distribución de la riqueza. Las esperanzas de una nueva nación se desvanecieron a
partir de la guerra de liberación que logró formalmente la independencia del Perú, puesto
que la nueva clase dominante, compuesta por mestizos, criollos y ex autoridades,
contribuyó económica e intelectualmente a la independencia. Las esperanzas de los
indígenas se perdieron por la construcción de la república, que los excluyó del proceso,
incluso los aplastó y confiscó sus tierras. Según Rueda y Villavicencio (2018), las
medidas liberales produjeron resultados diferentes; los miembros de las comunidades
indígenas se volcaron para servir a los grandes terratenientes.

El desarrollo industrial dependiente y la continuación de estructuras agrícolas


atrasadas semifeudales, condujeron al mantenimiento de la misma superestructura
cultural y educativa. La educación primaria y secundaria continuó siguiendo cánones
tradicionales y conservadores. Los contenidos educativos tomaron el camino de
fortalecer las clases establecidas, excluyendo así a gran parte de la población de la
educación y la cultura. El sistema clerical, así como la enseñanza repetitiva del pasado
no ha cambiado y, además, está aislado del nuevo contexto socioeconómico y cultural
(Morales y González, 2021). Sin duda, la exclusión del nuevo proceso educativo de la
población que hizo una clara contribución al comportamiento libertario decepcionó a las
personas.

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Las universidades peruanas no escaparon al mismo proceso que siguió la educación
básica regular en la nueva república. Si bien la Universidad Nacional de Trujillo fue
creada por el propio libertador Simón Bolívar para garantizar la nueva educación que
necesitaba la república, nada ha cambiado desde los tiempos oscuros que se han
descrito. El nacimiento de la Universidad de La Cantuta, San Agustín de Arequipa, no
cambió fundamentalmente el tipo de educación desligada de los nuevos ideales
liberales. La Universidad es el dominio de la reproducción de las estructuras coloniales,
prerrogativa de la educación aristocrática, la distinción entre castas blancas criollas y la
exclusión indígena, lograda a través del acceso directo y control sobre las personas

Derecho a educación de élite exclusiva en la etapa republicana del Perú

La educación en la República no fue diferente de la educación en un gobierno colonial


autocrático, por lo que la inclusión social aún está lejos. Las instituciones creadas en el
siglo XIX y primeras décadas del XX, que eran afiliadas al sector dirigente de la nueva
república del Perú, no jugaron ningún rol en las nuevas propuestas educativas, ni
propusieron la inclusión del sector popular. La desigualdad exacerbó y persistió el
racismo colonial. Según Ccahuana (2020), la educación pública peruana se basaba en
el concepto de racialización, que definía lo que se enseñaba a cada grupo social.

La universidad también siguió el mismo plan de estudios mientras estuvo en la


república. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, jugó un papel protagónico en
la difusión de la liberación de la independencia del Perú; y la Universidad de San Antonio
de Abad del Cusco (San Cristóbal de Huamanga), fue cerrada por no responder a los
planes coloniales. En la mayor parte de la república, a pesar del establecimiento de
instituciones educativas, el papel de las universidades peruanas en la formulación de
propuestas educativas, la educación universitaria, sin mencionar la política educativa
del Estado peruano, de acuerdo a su desarrollo, no es determinante (Quiroz, 2016).

Históricamente se replicaron los mismos conceptos ideológicos, por lo que la inclusión


social en gran parte de la República era incompatible con las actividades educativas y
culturales. La urbanización de la educación dificulta su democratización. Según Ragas
(2014), los municipios crearon escuelas, nombraron y despidieron a los docentes y
jugaron un papel protagónico en el currículo, generando así confusión e incoherencia
en la educación pública.

Proceso de cambio educativo

En este sentido, el siglo XX representa un cambio en las condiciones educativas de


la República del Perú. Las primeras cuatro décadas del siglo representan el inicio de un
proceso de desarrollo social en el país, en todos los ámbitos de su espacio sociocultural.
Surgieron importantes instituciones públicas y privadas, así como organizaciones
sociales, incluyendo asociaciones culturales y organizaciones estudiantiles que tenían
la necesidad de hacer competitivo al Perú con el resto de la región, dando origen al
nuevo concepto nacional.

Sin duda, la influencia del movimiento de la Universidad de Córdoba logró ampliar el


acceso a la educación superior y promover la participación activa de los estudiantes en
el gobierno universitario (Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación
Superior en América Latina y el Caribe [IESALC-UNESCO], 2020). En la década de
1930, la cultura y educación peruana había cambiado significativamente, no por
voluntad de los gobernantes, sino porque las condiciones internacionales exigían otros
compromisos y otra estructura productiva y social para consolidar al Perú como nación;
es decir, era necesario desarrollar la ciencia, la tecnología, los estándares educativos,

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la comprensión lectora, matemáticas, entre otras ventajas. Por ello, el Perú logró cierto
nivel de organización y aceptación en su convivencia con organismos nacionales e
internacionales

Educación, inclusión y exclusión en el Perú contemporáneo

Uno de los problemas más graves que tiene la inclusión social en el Perú es la
inexistencia de instituciones fuertes y con reconocimiento por la sociedad peruana. Solo
algunos organismos creados por la Constitución Política y que forman parte de la
estructura del Estado, ejercen autoridad por la obligatoriedad que impone la ley, lo cual
generalmente se circunscribe a un reconocimiento formal y no real, que alimenta una
permanente informalidad como parte de la exclusión social.

La Ley No. 28628 de 2005; Cap. I, art. 1, tiene por objeto regular la participación de
los padres de familia y de sus asociaciones en las instituciones educativas públicas y en
otros niveles de la gestión del sistema educativo, con el fin de contribuir a la mejora de
la calidad educativa. Según Hidalgo (2017), surgieron los colegios profesionales, las
organizaciones de la sociedad civil, los partidos políticos, los gremios, la institucionalidad
educativa, las Unidades de Gestión Educativa Local (UGEL) y, especialmente, las
Asociaciones de Padres de Familia (APAFAS). Estas últimas, son el sector más activo
del sistema educativo; participan con mucho esfuerzo, buscan el reconocimiento
ciudadano, que hasta ahora les ha permitido, con grandes limitaciones, reforzar los
programas educativos y hasta llenar los vacíos que deja el Estado.

La institucionalidad en el Perú se fortaleció a partir de la III década del siglo pasado,


aunque siempre los sectores conservadores impidieron su democratización y el
cumplimiento de un rol importante en las decisiones de Estado. Organizaciones como
el Partido Socialista peruano, fundado por José Carlos Mariátegui; el Partido Aprista,
fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre; la Democracia Cristiana, fundada por Héctor
Cornejo Chávez; el Partido Popular Cristiano, creado por Luis Bedoya Reyes; el Partido
Acción Popular de Femando Belaúnde Terry, entre otros, jugaron un rol importante en
la vida política nacional, incluyendo cambios en el sistema educativo y el acceso de los
sectores populares.

Entre 1970 y 1990 se hicieron grandes esfuerzos para restaurar la bandera educativa,
pero el aparato estatal siempre inventó mecanismos para frenarlo. Las innovaciones en
la participación de los padres y la sociedad civil, así como la experiencia sin precedentes
en la creación de un núcleo de educación comunitaria pueden convertir la educación en
un motor de participación cívica y despegue educativo, sirviendo como nexo para los
problemas locales; sin embargo, el partido gobernante, en lugar de proporcionar el
apoyo necesario, ha caído en saco roto, una gran oportunidad desperdiciada para repetir
los mismos errores.

La educación, tradicionalmente manejada por los intereses de los gobernantes y


grupos de poder, hoy sigue esa misma tendencia egocéntrica, no existe algún indicio de
cambio en bien de una sociedad más justa y equitativa. Por ello, un gran filósofo,
educador y diplomático peruano, Deustua (1985), afirma que los estímulos del
sentimiento crean poderosos intereses rivales que pugnan por dirigir el movimiento de
la vida en un sentido favorable a esos intereses, los que en el fondo son los del egoísmo
consciente o inconsciente

Por tanto, no existe una política educativa coherente en el Perú. Todos los gobiernos,
incluidos sus ministros de educación, prueban siempre nuevos modelos de educación,
los cuales, muchas veces son copias de otras experiencias, descontextualizadas de la

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realidad peruana. El sistema educacional es inconsistente, desigual y excluyente, sin
respeto a la diversidad (Martínez et al., 2022), por lo que se margina a personas, y solo
unas pocas políticas aisladas responden a la pertinencia y la equidad; socavando así el
derecho a la educación igualitaria, tal como lo señala en su estudio Delgado et al. (2022)
a Constitución Política del Perú de 1993, reconoce la educación como un derecho
humano. Sin embargo, históricamente, los gobernantes han colocado a la educación
peruana en el nivel secundario o terciario, a partir de sus intereses políticos. El gobierno
no ha respondido al mandato constitucional puesto que las comunidades indígenas,
andinas y amazónicas siguen siendo marginadas cuando los niños tienen que escalar
montañas, ríos y arroyos, muchas veces a pesar de sus programas y escuelas;
asimismo, los maestros no quedan muy atrás en las penurias que pasan para llegar a
escuelas precarias o improvisadas. Una perspectiva puramente técnica de los derechos
humanos no busca cambiar la sociedad, sino solo maximizar la efectividad de los
mecanismos sociales y políticos existentes (Caviglia, 2013).

Como parte de la nación peruana, los sucesivos gobiernos no han desarrollado


propuestas o planes educativos de largo plazo, ni siquiera de mediano plazo. El
presentismo y el asociacionismo, fueron tendencias predominantes en la época colonial
y republicana. Luego de la invasión española y el establecimiento del gobierno colonial,
la educación fue una actividad aislada del desarrollo del país (Castro y Flores, 2019). La
República no cambió sustancialmente el concepto, si bien en las últimas décadas del
siglo XX las exigencias de los tratados y foros internacionales abrieron la posibilidad de
un relativo enfoque en los temas educativos, la situación se ha mantenido igua

Esta realidad no es ajena a la educación superior universitaria, donde la parálisis


educativa y los resultados trágicos son constantes. Como se muestra en este estudio,
las universidades peruanas sufrieron un largo retraso por parte de los diferentes
gobiernos. Sin embargo, a partir de la lucha constante de sus actores ha alcanzado
logros notables, autonomía, libertad y fusión de ciencia y tecnología. Por tanto, la
implementación de la Ley Universitaria 30220 de 2014 generó retrocesos, al propiciar
intervencionismo en las universidades peruanas.

El proceso de licenciamiento obligatorio en la universidad finalmente impuso normas


y reglamentos punitivos que la alejaron de la iniciativa y libertad para generar procesos,
así como competencias para la formación de profesionales libres que promuevan la
investigación, acorde al desarrollo del país. A raíz de la cancelación de licencias de más
de 40 universidades (no todas lo merecían), cerca de 400.000 estudiantes no están
estudiando, lo cual es un costo social alto, y es un proceso trágico para excluir a los
estudiantes del fondo de la sociedad. Escándalos de licenciamiento de algunas
universidades como Universidad Privada de Tacna (UPT) y Universidad Peruana Los
Andes (UPLA), difundidos en el Congreso de la República (2005), suscitaron
cuestionamientos del Ministro de Educación

A la realidad anterior se le suma un aspecto que divide y agudiza al Estado: Un nuevo


y agotador enfrentamiento entre poderes estatales, de casi cinco años de gestación, con
lamentables consecuencias para la gobernabilidad, haciendo que el Perú enfrente hoy
una severa crisis institucional. El azote de la pandemia del COVID-19 no ha mitigado
esta lamentable situación, sino, más bien, parece haber sido exacerbada por el dolor de
ser la nación más mortífera del mundo y la gran catástrofe económica en donde se ha
sumido. Todo ello ha propiciado una mayor desigualdad en la educación, exclusión
social, más años de educación perdidos en los últimos dos años, convirtiéndose la
implementación de la virtualización en el mayor marcador de marginación en los
sectores más pobres, exponiendo aún más sus vulnerabilidades.

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La situación se evidencia con miles de personas en comunidades amazónicas,
andinas y altoandinas empobrecidas, sin internet u otras herramientas tecnológicas,
hambrientas de sobrevivencia y con poco o ningún acceso a desordenados programas
educativos (De Mendoza, 2021); a ello se suma la urgencia sanitaria por COVID-19. Aun
cuando en el tercer año de la pandemia ésta parece estar desapareciendo o dando una
tregua, muchas escuelas quedan sin restricciones, además con jornadas reducidas a
cuatro horas presenciales, lo que complica la ya inadecuada educación del país. El
Minedu tiene hasta cuatro momentos presenciales cronológicos por día.

Como reza la sabiduría ancestral, las valiosas lecciones de la riqueza cultural, la


reactivación y reimpulso a la educación está en manos de los actores directos de los
pueblos. Las diferentes organizaciones e instituciones reconocidas, incluyendo
autoridades universitarias legítimas dispuestas a restaurar la autonomía, son la
esperanza para recuperar el espacio perdido. Los autores consideran que este es el
camino para restaurar la equidad, promover la inclusión social y restaurar el camino para
la construcción de una gran nación peruana, convocando a las instancias estatales para
garantizarlas, aun cuando, la enorme deuda del país con la educación sigue pendiente
de ser resuelta en el proceso de reconstrucción de la República.

Conclusiones

La desigualdad y la exclusión social son problemas socioculturales y económicos en


la historia de Perú, fenómeno que se viene desarrollando desde la civilización
prehispánica y que se agravó con la implementación del gobierno colonial, el cual originó
un retraso en el desarrollo de la población originaria, para servir a intereses de la
educación privilegiada.

La declaración de independencia y el establecimiento de la República no modificaron


la realidad educativa del país, pues continuó la desigualdad y el elitismo, además del
atraso de la ciencia y la tecnología, así como el abandono del país durante toda la era
republicana; asimismo, se marginó a un gran número de personas y se perdió la
educación en el proceso de construcción de un Estado sólido.

Asimismo, el incumplimiento del mandato de la Constitución Política del Perú, la


ausencia de separación de poderes, la debilidad del sistema democrático y la
destrucción a largo plazo del mismo, han impedido el desarrollo de la educación
inclusiva tal como la define la Carta Magna. El Perú nunca ha tenido un programa
nacional de educación de largo plazo, solo intentos que han fracaso o han sido
abruptamente interrumpidos, porque las políticas educativas implementadas han sido
indirectas, de corto plazo, basadas en cálculos o en intereses de los gobernantes.

Este trabajo permite analizar algunos inconvenientes naturales que impiden que la
educación peruana alcance niveles superiores, como son la escasa participación de la
población organizada y de las instituciones legítimas que están llamadas a promover la
educación y, por tanto, tienen el compromiso organizado con la educación y la
capacidad de cambio de los currículos educativos.

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