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MAINER, José-Carlos (2014). Historia mí-
nima de la literatura española. Madrid-
México D. F.: Turner-El Colegio de México,
276 p.
Si en el año 2013, con la publicación de su cuarto
volumen –aunque último en orden de aparición–,
asistimos a la culminación de una magna empresa, la
Historia de la literatura española (Barcelona: Crítica,
2009-2013, 9 vols.) coordinada por José-Carlos Mainer
(Zaragoza, 1944), el año 2014 se abría con la aparición
en las librerías de una Historia mínima de la literatura
española, entrega ahora en solitario de este prestigioso
autor, catedrático ya jubilado de la Universidad de Zaragoza, susceptible de ser
contemplada como epítome, en tanto que versión abreviada y, por qué no decir-
lo, comercial, de la que constituye hasta la fecha última edición impresa de una
historia de la literatura española. Y es que esta Historia mínima..., marcada de al-
guna forma por el eclecticismo que también caracteriza al gran proyecto auspi-
ciado por la editorial barcelonesa, se nos ofrece, en tiempos tan poco propicios
para empresas de tanta envergadura, como una más que plausible síntesis divul-
gativa, consistiendo en un breve recorrido por la historia de la literatura española
desde sus orígenes hasta la actualidad (“Del Cantar de Mío Cid al siglo XXI: to-
dos los autores, todas las obras, todas las corrientes, todos los títulos”, reza la
cubierta) que amalgama muy diversos enfoques críticos (desde los presupuestos
de la sociología literaria hasta el aporte esporádico del apunte erudito) en solu-
ción de compromiso que se vale al mismo tiempo del rigor y de la amenidad para
cumplir con la puntualidad debida a la filología en tanto que ciencia sin renun-
ciar al carácter divulgador al que, en principio, se ajusta la entrega. A este carác-
ter divulgador obedecen, desde luego, las cuestiones que aparecen a modo de
reclamo publicitario en la contracubierta y con las que se pretende atraer la aten-
ción del público lector: “¿Hablamos castellano o español? ¿Cuándo y cómo se
inventó la literatura española? ¿De qué habla La Celestina: de amor, de sexo, de
brujería o de poder? ¿Son tan diferentes los relatos picarescos y la literatura pia-
dosa del siglo XVI? ¿Dónde reside la originalidad de Cervantes? ¿Fueron escrito-
res Lope y Quevedo? ¿Vale la pena volver a leer a los ilustrados españoles del
siglo XVIII? ¿Son cosas opuestas el romanticismo y el realismo? ¿Cuáles fueron
las claves del esplendor cultural de 1900-1939? ¿Hay una literatura de la transi-
ción y del desencanto?”. Cuestiones todas ellas, digámoslo pronto, que, como no
podía ser de otra forma, quedan sin respuesta, limitándose a introducir un pri-
mer nivel de lectura pronto superado por reflexiones en torno a problemas teóri-
cos e historiográficos de mayor calado. Porque, en efecto, lo mejor de este libro,
extraordinariamente útil, por otra parte, para formarse una idea general de la
historia de la literatura española desde una perspectiva tradicional, ha de buscar-
se en lo que tiene de puesta al día –consciente por ello de su provisionalidad– de
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una disciplina, la historia de la literatura española, no demasiado antigua y, sin
embargo, obligada a reinventarse de continuo, a adaptarse sin cesar a los nuevos
tiempos; en lo que tiene de reflexión acerca de la invención de la tradición, por
decirlo al modo de E. Hobswaum, y de revisión de una idea, la de literatura na-
cional, en un momento como el actual, sobremanera agitado por el debate en
torno a la memoria histórica y la emergencia de otros nacionalismos; y, finalmen-
te, en lo que tiene de indagación sobre la salud de una institución, la filología
hispánica en su vertiente literaria, de cuya madurez dan fe las numerosas y exce-
lentes ediciones de las obras mayores –y, también, de las menores– de la literatu-
ra española aparecidas en los últimos decenios.
Estas ideas, contenidas ya en una de las mejores entregas de la Historia de la
literatura española que coordinara J. C. Mainer para Crítica, el volumen preparado
por Fernando Cabo Aseguinolaza que lleva por título “El lugar de la literatura
española” (2012), se hallan esbozadas en los capítulos que enmarcan esta Historia
mínima de la literatura española, a saber, “¿Otra historia de la literatura?” y “Biblio-
grafía”, que, a modo de introducción y conclusión, nos proporcionan una atinada
justificación teórica y un completo marco historiográfico de los que, por desgra-
cia, suelen carecer los manuales de estas características. Siempre a vueltas con la
construcción de una identidad nacional –en el caso de Mainer, vinculada a la idea
de territorialidad– y apelando de continuo al valor de la sospecha –en torno a la
definición de literatura, su función social y su condición de producto–, el autor
hace uso de conceptos procedentes de algunas de las más estimulantes corrientes
críticas de nuestro tiempo, entre ellos, los de capital cultural y campo literario,
acuñados por P. Bourdieu, o los de institución y mercado según la teoría de los
polisistemas de I. Even-Zohar, para enmarcar una historia de la literatura espa-
ñola que, en esencia, sigue de cerca la versión consagrada por los estudios uni-
versitarios en España sobre todo a partir de la década de los setenta. En efecto, en
los diferentes capítulos de que consta el libro, Mainer ilustra con su habitual lu-
cidez sobre el contexto histórico y cultural en el que se inscriben las obras, los
autores, los movimientos y las corrientes principales de nuestra tradición litera-
ria. Así las cosas, tras abordar la cuestión del idioma y el proceso de nacionaliza-
ción que habría de conducir a la constitución de una historia de la literatura es-
pañola en cuanto tal a finales del siglo XIX, el capítulo II, “En los orígenes” (pp.
29-46), trata de la Edad Media, desde las jarchas y la poesía heroica hasta las pri-
meras manifestaciones en prosa; el capítulo III, “Crisis y cambios: el siglo XV”
(pp. 47-62) se ocupa de la poesía cancioneril, del romancero, de la nueva prosa
narrativa y, según costumbre, del primer monumento de la literatura española,
La Celestina de Fernando de Rojas; y los dos capítulos siguientes, “Humanismo y
universalidad (1500-1580)” (pp. 63-83), “Hegemonía y decadencia” (pp. 85-113),
se centran en la Edad de Oro y sus figuras más representativas –Cervantes (pp.
88-92), Lope de Vega y sus seguidores (pp. 96-100), Quevedo (109-111), etc.–. El
capítulo VI, “Bajo el reformismo ilustrado” (pp. 115-134), propone entre líneas
una más que benemérita reivindicación del siglo XVIII, situándonos en los albo-
res de la época contemporánea, la mejor informada, a no dudarlo, en un conjunto
que se cierra con un último bloque integrado por otros tres capítulos, uno de títu-
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lo tan esclarecedor como “El romanticismo realista” (pp. 135-160), el segundo,
“Entre la nación y la modernidad: el siglo XX” (pp. 161-185), en el que cabe iden-
tificar, al tiempo que la especialidad del autor, la cuestión nuclear del manual, y
el último, “Después de 1939” (pp. 187-210), apartado que Mainer reserva a “una
larga posguerra” -que en cierta forma todavía se prolonga, podríamos apostillar
nosotros-, asomándose a lo que él mismo denomina “un presente incierto y vi-
vaz” (pp. 200-210) en arriesgado ejercicio crítico que, como ocurre con frecuencia
en estos casos, le habrá granjeado el descontento de muchos autores todavía vi-
vos y la discrepancia de no pocos colegas de profesión.
En cualquier caso, en el conjunto brilla la inteligencia del profesor Mainer, a
la que no son ajenas ni la ironía ni una peculiar manera de cultivarla que mezcla
sagacidad y justeza en la apreciación y, en ocasiones, arbitrarios y algo efectistas
juicios de valor que no pueden ocultar –y no tienen ninguna intención de hacer-
lo– el sesgo estético e ideológico y las simpatías y las antipatías del crítico zara-
gozano. De esta forma, como maestro en el ensayo de alta divulgación desde su
indispensable La Edad de Plata (1902-1939): ensayo de interpretación de un proceso
cultural (Madrid: Cátedra, 1975), y autor avezado en estas lides de historiar la
literatura, como prueba su participación al lado de Carlos Alvar y Rosa Navarro
en uno de los superventas del género, la Breve historia de la literatura española
(Madrid: Alianza Editorial, 1997), Mainer encuadra a la perfección la problemáti-
ca que, de siempre, ha ocupado a los especialistas en la materia, mencionando,
entre otras cuestiones, las que han sido objeto de discusión en cuantas historias
de la literatura española se han publicado hasta la fecha: “(…) si en el legado me-
dieval peninsular es más importante la personalidad autóctona y popular de las
grandes obras o su fidelidad a las pautas europeas de la cultura medieval (…) si
España tuvo un auténtico renacimiento o si el aplastamiento del conflicto religio-
so y el cierre del país lo impidió (…) si el barroco, una denominación de uso casi
exclusivamente hispánico en el terreno de la literatura, fue un signo distintivo y
personal o un desvío más de la tradición occidental (…) el alcance de la ilustra-
ción dieciochesca, que quizá dependió demasiado de los funcionarios de la coro-
na y de la ortodoxia, cuando no de cierta timidez de planteamientos (…) el ro-
manticismo español, puede que demasiado superficial, tardío y poco sólido, que
solo fragua en la gran novela realista del XIX, la más retrasada en el tiempo de las
europeas; de la tendencia introspectiva del fin de siglo y de su obsesión exclu-
yente por el problema nacional; del equilibrio inestable entre lo popular y lo in-
ternacional en el periodo de vanguardias, tan brillante, o de la caracterización de
las letras del franquismo y las limitaciones censoriales que acabaron por impreg-
narlo todo; del lugar de la literatura del exilio como continuidad de fondo o co-
mo oportunidad perdida; de la transición del franquismo a la democracia como
disfraz de la continuidad o como definitivo despertar” (p. 225). Y, sabedor de que
la historia de la literatura no es otra cosa que la historia de sus obras principales,
aplica la prestancia de su estilo brillante y certero a situar en un contexto amplio
y muy clarificador la producción –y también la recepción– de un catálogo de
obras como “(...) el Cantar de Mio Cid, el Libro de Buen Amor, La Celestina, El Quijo-
te, El caballero de Olmedo, El criticón, La vida es sueño, El gran teatro del mundo, Cartas
marruecas, El sí de las niñas, El diablo mundo, Fortunata y Jacinta, La Regenta, Niebla,
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El árbol de la ciencia, Luces de bohemia, La casa de Bernarda Alba, Las nubes, España,
sueño y verdad, Tiempo de silencio, Las personas del verbo, Señas de identidad, Si te di-
cen que caí..., por citar solo algunas entre muchas que han dialogado tan directa-
mente con esos misterios del presunto y escurridizo ser colectivo” (p. 226). Catá-
logo que vale, y está bien que así sea, por el canon invariado –y casi invariable–
también para esta (no otra, la misma, por responder al epígrafe que encabeza su
primer capítulo) Historia mínima de la literatura española.
Fernando ANDÚ
Université de La Manouba, Túnez
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