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Albarracin, D Eramo, (2008) Desigualdades Sociales y Diversidad Cultural

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SOCIOLOGIA Carpeta de Trabajo- Teórico-Prácticos Universidad Nacional de la Patagonia San

Juan Bosco Facultad de Ciencias Económicas


MÓDULO DE CONTENIDOS
DALMA ALBARRACIN – DANIEL D’ERAMO - 2008

UNIDAD 3

DESIGUALDADES SOCIALES Y DIVERSIDAD CULTURAL.

3.1. Sistemas de estratificación social

Los sociólogos han hablado de “estratificación” para aludir a diversos modos en que están
estructuradas las desigualdades en las sociedades humanas. De acuerdo a un criterio que goza
de cierta aceptación, podrían distinguirse cuatro tipos básicos de “estratificación”: la
esclavitud, los estamentos, las castas y las clases sociales. Trataremos aquí de examinar sus
diferencias. En el apartado siguiente, nos ocuparemos especialmente de las clases sociales,
características de las sociedades capitalistas.
Cabe aclarar que los diversos tipos de estratificación a veces pueden encontrarse en
conjunción: tal el caso, por ejemplo, de la coexistencia de un sistema de clases con la
esclavitud, en los Estados Unidos hasta 1866.

3.1.1. La esclavitud.
Constituye el tipo extremo de desigualdad, en cuanto implica que un ser humano se constituye
en objeto de propiedad de otro. Según Hobhouse, “si el esclavo goza de algunos derechos (por
ejemplo, si puede heredar bienes) que no pueden serle negados, excepto en caso de delito, deja
de ser esclavo y se convierte en siervo”1. La idea de esclavitud va también ligada a la idea de
trabajo obligatorio.

La base de la esclavitud es económica. Junto a los esclavos siempre hay una aristocracia que
vive de su trabajo. Existe cierto consenso acerca de que la causa de la decadencia de la
esclavitud estriba en la baja productividad del trabajo esclavo. Sin embargo, en el mundo
antiguo, la esclavitud también tendió a mitigarse como consecuencia de la existencia de la
esclavitud por deudas. El esclavo deudor o el criminal a diferencia del capturado en la guerra,
era un miembro de la comunidad, y en relación con él se fueron estableciendo limitaciones al
poder del dueño

La esclavitud ha existido esporádicamente en muchas épocas y lugares, (era por ejemplo una
práctica habitual en muchas sociedades tribales), aunque destacan algunos casos históricos::
las sociedades del mundo antiguo, basadas en la esclavitud (sobre todo Grecia y Roma) y los
estados del sur de los Estados Unidos durante los Siglos XVIII y XIX En realidad, como dice
Giddens, el tráfico de esclavos llevado a cabo por los poderes occidentales hacia Norte y
Sudamérica fue el más extensivo de todos los sistemas de esclavitud.

3.1.2. Los estamentos.


La referencia a “estamentos” casi siempre remite al feudalismo. Hay por lo menos dos sentidos
diferentes que adquiere este término, aunque conectados entre sí.

1
Bottomore, T.B.; Introducción a la sociología. Península, Barcelona, 6ta Ed., 1973: 189..
En uno de los sentidos, el más amplio, alude a un modo de estructuración de las desigualdades
y las jerarquías en el mundo social que tiene sanción jurídica. A los diferentes estamentos se
les reconocen distintas obligaciones y derechos recíprocos. En las modernas sociedades de
clase, las desigualdades entre las clases sociales dependen de cuestiones “de facto” (como la
propiedad o la no propiedad, volveremos sobre esto), pero estas sociedades tienden a
establecer el principio de la igualdad jurídica. Cuando menos desde un punto de vista legal, a
un proletario y a un capitalista les cabe la misma pena ante el mismo delito; las distintas clases
no tienen, en el plano jurídico, diferentes derechos2 (aunque ejercerlos suponga, en muchos
casos, condiciones de facto de las que no todos disponen).

Puede contrastarse este caso con el de los siervos en el feudalismo. En el siglo XII en pleno
incremento de la servidumbre, el jurista inglés Glanville enumeró las incapacidades siguientes:
incapacidad de pedir justicia al rey; carencia de derechos sobre sus utensilios y pertenencias;
sujeción al pago de multas de merchet y de heriot3.En contraposición, la nobleza y el clero
disponían de privilegios, más acusados en el caso de los primeros Además, a los diferentes
estamentos les eran aplicadas distintas penas por los mismos delitos..

Por otra parte, en el mundo feudal, la economía y la política no existían como instancias
separadas (como insistió, sobre todo, Marx). El señor feudal tenía a su vez la posesión de las
tierras, el poder político y a veces, el derecho a impartir justicia. Será con el capitalismo que
surja la posibilidad de distinguir estas instancias, ya que las clases sociales se constituyen
puramente sobre el terreno de lo económico. La relación de la clase dominante con el ejercicio
efectivo del poder político es indirecta: de hecho, “en contraste con las clases dominantes de
anteriores sociedades occidentales, a diferencia de los propietarios de esclavos de la
Antigüedad o la nobleza dominante del feudalismo, la clase dominante bajo el capitalismo se
halla activa y rutinariamente empeñada en la conducción de los asuntos económicos....” Eso
significa que “...debe dar a otros el control real, directo, de los medios de violencia y coerción,
colocando de ese modo la protección real de su posición de clase en manos de otros”4

Agreguemos que, además, los estamentos feudales estaban organizados sobre una base local
(ya que la economía misma del feudalismo, como hemos señalado en otra parte, se orientaba
hacia el consumo de la comunidad local en relativa situación de aislamiento). En cambio, con el
capitalismo, la creación de los mercados nacionales e internacional, darán a las clases una
dimensión nacional.

Los estamentos representaban una amplia división del trabajo. La ideología que justificaba ese
estado de cosas argumentaba que, mientras que la nobleza se ocupaba de defender a todos, el
clero se encargaba de rezar por todos y el pueblo, de suministrar alimentos a todos.
En un segundo sentido, que suele ser traducido como “estado”, los estamentos feudales eran
grupos que se reunían en asambleas para tomar decisiones políticas. En este sentido, los
siervos no constituían un estamento.
Más tarde tendremos ocasión de ver, al estudiar el tratamiento de las clases por Karl Marx,
desde qué perspectiva podrían la nobleza feudal y los siervos considerarse a su vez como
“estamentos” y como “clases sociales”

En los estamentos, al contrario que en las castas, se toleraba hasta cierto punto la movilidad
individual o el matrimonio entre personas de diferentes estamentos. Así, se daba el caso de

2
Con excepciones, como la tardía ampliación de los derechos políticos a las clases populares
3
Bottomore, T. Op. Cit.: 191
4
Gouldner, Alvin: La dialéctica de la ideología y la tecnología. Alianza Universidad, Madrid, 1978: 186-
287.
plebeyos que recibían títulos de noble en contraprestación por servicios, mercaderes que
compraban títulos de nobleza, etc.

3.1.3 Las castas.


El sistema de castas es exclusivo de la India, así como de comunidades hindués fuera de ese
país. Sin embargo, suele aplicarse este concepto por extensión a situaciones que guardan
algún parecido.

La diferenciación en castas se fundaba en el pasado en la ley, y estaba fuertemente arraigada


en las tradiciones (imbuídas esta últimas de ideas religiosas). En la actualidad ya no tienen
vigencia legal, pero pese al intento de hacerlas desaparecer, siguen teniendo, a menudo,
vigencia social.

En realidad, el complejo sistema de castas parece depender de la superposición de dos


principios diferentes de estructuración de las jerarquías sociales: por un lado, los varnas
tradicionales, y por el otro los jatis.

Los varnas se parecían en un principio a los estamentos feudales: había un ordenamiento


jerárquico de los grupos a los que se les atribuía diferentes funciones (sacerdotes, guerreros y
nobles, comerciantes y siervos), y no constituían grupos totalmente cerrados. Los individuos
podían pasar de una varna a otra y contraer matrimonio con los miembros de otra varna.
Los jatis, que aparecieron más tarde, constituyen las unidades básicas del sistema de castas
tradicional, y llegan a ser alrededor de dos mil quinientas castas y subcastas, de base regional
o local, que se integran al sistema varna, el cual constituye un marco de referencia para toda la
India.

“El jati es un grupo endógamo y el principal grupo de referencia para el individuo; encarna un
modo de vida propia y diferenciado y lo mantiene mediante una serie de sanciones basadas en
la costumbre, y, en épocas anteriores, en la ley. La significación económica de los jatis es muy
clara: constituyen, en su inmensa mayoría, grupos profesionales; y en la economía tradicional
de la aldea, el sistema de castas constituye un mecanismo esencial para el intercambio de
mercancías y de servicios”5

Lo más peculiar del sistema de castas es su cerrazón, no sólo por la imposibilidad de los
individuos de cambiar de casta, sino por la prohibición de contacto, al menos entre algunas
castas, conectada con la creencia en la contaminación. Las convicciones religiosas parecen
cumplir un papel importante en la aceptación de ese estado de cosas. De hecho la idea de
karma, que parece haberse difundido últimamente en el lenguaje popular de Occidente,
enseña al hindú la necesidad de aceptar su destino –en la casta o subcasta particular- porque
así se lo merecería

La movilidad individual no existe entre las castas, pero grupos enteros pueden cambiar su
posición dentro de la jerarquía de castas.
Aunque el sistema de castas en su forma pura sólo existe en la India, a veces se aplica por
analogía cuando existe una rígida jerarquía, con segregación y prohibición de contacto. Así, por
ejemplo, en los estados racistas del sur de los Estados Unidos se prohibía el ingreso a los
negros a ciertos establecimientos reservados para blancos, a sus transportes colectivos, etc., y
los castigos por las transgresiones eran tan violentos como lo son aún hoy en la India. Se trata
por lo demás de una similitud y en absoluto de una identidad.

5
Bottomore,T.B. Op. Cit: 194.
3.1.4 Las clases sociales
En el apartado siguiente nos abocaremos específicamente a algunas teorías sobre las clases
sociales, por lo que aquí nos limitaremos a diferenciar a las clases de los otros tipos de
estratificación, y a efectuar algunas aclaraciones de carácter general.
Ya hemos ido señalando algunas diferencias sustantivas entre las clases sociales y los
estamentos:

- Las clases surgen en el terreno de la economía. Como veremos de la mano de Marx y de


Weber, dependen de la desigualdad en la posesión y control de los recursos materiales. No
tienen sanción jurídica (como la han tenido los estamentos y también las castas), y no extraen
su legitimidad de creencias religiosas.

- Si se compara a las castas, los estamentos y las clases sociales de acuerdo a la posibilidad con
la que cuentan los individuos de salir de la categoría a la que pertenecen (casta, estamento, o
clase), la mayor imposibilidad se halla en la casta, y la menor, en las clases sociales. Este es el
motivo por el que la sociología habla de “movilidad social”, sea ascendente o descendente, y
sea intrageneracional (individual) o intergeneracional (familiar). En general los estudios acerca
de la movilidad social versan sobre sociedades industriales, aunque a veces se las compara con
sociedades tradicionales. Téngase en cuenta que esa mayor movilidad social se afirma aquí en
términos relativos a las castas y a los estamentos, no como un atributo sobresaliente de las
sociedades de clase.

- En los restantes tipos de estratificación social, las desigualdades se expresan en relaciones


personales de deber u obligación, entre siervo y señor, esclavo y amo, individuos de castas
inferiores y superiores. Por el contrario, las clases operan mediante relaciones impersonales a
gran escala.

Es interesante hacer notar que no siempre que se usa el término clase se alude a diferenciales
de acceso a la propiedad de recursos materiales. Algunos emplean un esquema de gradación
para ordenar a los individuos de acuerdo a alguna variable, como el ingreso.. En este caso se
trata de una categoría meramente estadística, que reúne a los que tienen ingresos similares,
aunque su situación sea muy diversa. Este uso se aleja de lo que aquí –y en la mayor parte de
la literatura sociológica- se entiende por “clase”, y es más correcto, cuando se usa ese
esquema de gradación, hablar simplemente de “estratos”. Así, dependiendo de los ingresos a
menudo se diferencia entre estratos bajos, medios, y altos.

3.2 Teorías sobre las clases sociales.


En la vida cotidiana de las sociedades contemporáneas, el uso de la expresión “clase social”
está difundido. Sin embargo, el término “clase” con una acepción cercana a la actual no
aparece sino hasta después de la Revolución Industrial y de la Revolución Francesa. Como dijo
Therborn6, la noción de clase, en su sentido sociológico moderno, emergió como un concepto
en y para sociedades de capitalismo industrial. La lucha de la burguesía ascendente contra la
aristocracia no se apoyó en esta noción, ni tampoco el concepto fue un producto inmediato de
la sociedad burguesa industrial. Fue reflexionando críticamente sobre las experiencias de las
revoluciones burguesa e industrial que se desarrolló, e ingresó en el lenguaje tanto de la
política como de las luchas sociales y de la reflexión sociológica. Detrás de la incorporación de
este término estaba la búsqueda de expresar las relaciones entre economía y política, entre el
papel que se desempeña en la vida económica, la organización del poder, y las fuerzas del

6
Therborn, Göran: Peripecias de la modernidad. El porvenir de las clases y del socialismo en la era
postindustrial. Ed. El Cielo por Asalto, Bs. As., 1992.
cambio social. Durante el siglo XIX, fueron los trabajadores industriales quienes se apropiaron
más fuertemente de la noción, cuando el movimiento laboral hizo de la clase un rasgo central
de la agregación de sus intereses y de su política. “Después del Siglo XIX es en gran parte
debido a la acción colectiva y a la exigencia de organización para expresar y representar la
clase de los trabajadores, que la clase ha devenido y permanecido como un elemento
prominente del discurso político y científico social”7

No obstante este protagonismo de la noción de “clase” en la vida política durante más de un


siglo, su significado está lejos de ser unívoco.

La noción de clase ha sido empleada como una variable explicativa de los comportamientos
humanos, en dos niveles diferentes: como una explicación de las diferentes probabilidades de
vida y de destino personal a nivel individual (posibilidades de educación, ingreso, vivienda,
acceso al poder político, etc.), así como de la adopción de ciertos comportamientos o creencias
(por ejemplo, preferencias electorales); y como una variable explicativa de la acción colectiva.

En el primer sentido, resulta innegable que la situación de clase afecta las oportunidades de
vida, las conductas, las ideologías. Como señala Giddens, incluso las disparidades físicas se
relacionan con la pertenencia de clase. Las personas de clase trabajadora tienen como media
un menor peso al nacer y más altas tasas de mortalidad infantil, son más bajos en la madurez,
menos saludables, y mueren a una edad más temprana que aquéllos pertenecientes a las
categorías de clase alta (Giddens, 1994: 257). Estas constataciones simples de por sí ponen de
manifiesto el enorme impacto de la estructuración de la sociedad en clases en la vida de las
personas, y el valor analítico de la noción de clase. En cuanto a los comportamientos, por
importante que sea la influencia de la clase, está claro que no agota la explicación de los
diferentes comportamientos humanos, como tampoco éstos pueden ser explicados puramente
a través de otras variables como la pertenencia a una etnia

En el segundo sentido, ha tenido un enorme impacto la hipótesis (de origen marxista) que
afirma que la pertenencia a una clase social induce acciones colectivas en defensa de los
intereses de la clase en cuestión (lucha de clases). En este caso, las teorías sobre las clases han
sido empleadas para intentar predecir grandes transformaciones futuras, y a la búsqueda de
oportunidades de reacción política que posibiliten las transformaciones sociales. Aunque los
textos de Marx, como veremos, matizan la noción de que las desigualdades de clase conduzcan
necesariamente a la acción colectiva, esta posición, (sostenida por el “marxismo vulgar”)
constituyó el flanco principal de la crítica de Weber a la perspectiva marxista.

Introduciremos aquí dos influyentes versiones de qué debe entenderse por clase social: las de
Karl Marx y Max Weber. Tras los pasos de estos autores, muchos otros intentaron nuevas
conceptualizaciones, muchas veces inspiradas en una reformulación crítica del punto de vista
de Marx (también éste es el caso del pensamiento de Weber sobre las clases).

3.2.1. Las clases sociales según Karl Marx

3.2.1.1. Aproximación a una noción de clases sociales en la obra de Marx


En este apartado daremos por conocidas las ideas centrales de Karl Marx, presentadas ya en la
Unidad II.

7
Therborn, Göran:Ibídem: 43
Pese al abundante uso que hiciera Marx en su obra de la noción de “clase social”, no
encontramos en su obra una definición, tarea que quedó inconclusa en el último capítulo de El
Capital. No obstante, hay sobrados elementos a lo largo de su obra (a veces no exentos de
ambigüedades) para reconstruir su sentido, tarea acometida por innumerables autores.
Es en función de la propiedad o no de los medios de producción que para Marx se generan las
clases, que por consiguiente reúnen a quienes se encuentran en igual situación respecto de los
medios de producción.
Sin embargo, en otras ocasiones matiza esa concepción, teniendo en cuenta que no siempre
esta comunidad de situaciones genera conciencia de los intereses en común ni lleva a obrar en
pos de ellos (conciencia de clase).. Por ejemplo, respecto del campesinado francés, observa:
“Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos individuos viven en idéntica
situación, pero sin que entre ellos existan muchas relaciones. Su modo de producción los aísla a
unos de otros, en vez de establecer relaciones mutuas entre ellos...En la medida en que
millones de familias viven en condiciones económicas de existencia que las distinguen por su
modo de vivir, sus intereses y su cultura de otras clases y las oponen a éstas de un modo hostil,
forman una clase. Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulación
puramente local, y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad,
ninguna unión nacional, y ninguna organización política, no forman una clase”8

Esta distinción aparece a veces expresada, empleando términos filosóficos hegelianos, como la
diferencia entre “clase-en-si” y “clase-para-sí”. La primera deviene la segunda cuando, en
función de las mutuas relaciones, surge la conciencia de los intereses comunes, que se plasma
en la acción colectiva de clase. La diferencia no es banal porque si definimos a las clases por la
propiedad o no de los medios de producción, las clases se forman en el suelo de la economía, y
aquella condición parece suficiente. Conforme al segundo sentido, deben darse otros
requisitos que habiliten el intercambio y las experiencias compartidas, para que haya clase.

Más allá de algunos esquemas simplificadores que a veces aparecen en la obra de Marx, y del
determinismo económico de algunas de sus obras, hay otras indicaciones en los textos del
autor de que era sensible a tales condiciones que rebasan a la propiedad o no propiedad de los
medios, pero que son indispensables para originar acciones comunes. La potencialidad de
acción colectiva del sujeto revolucionario por excelencia para Marx, el proletariado, se veía
incentivada, por ejemplo, por su concentración en grandes fábricas y el incremento de los
medios de comunicación, como se encargó de destacar.

Lo cierto es que al margen de los muchos matices de la obra de Marx, que a veces no son
tenidos en cuenta, y de las múltiples interpretaciones de su obra, tendió a predominar entre
sus sucesores una “vulgata marxista”, rígidamente determinista. Es contra ese determinismo
del marxismo vulgar que se levantará Weber. Como veremos, aunque detrás de su áspera
crítica hay una aceptación de muchos elementos del diagnóstico de Marx, se propondrá
mostrar, entre otras cosas, que la existencia de clases no da lugar necesariamente a la
percepción de intereses comunes, a la acción colectiva en pos de sus intereses, o al conflicto
con una clase antagónica.

El modelo abstracto de dominación de clases de Marx es básicamente dicotómico, organizado


en torno de las relaciones de propiedad. Entre esas clases existen relaciones conflictivas. Como
sabemos, en el capitalismo las dos clases fundamentales son la burguesía y el proletariado.
Pero el modelo se aplica también a otros tipos de sociedad que precedieron al modo de

8
Marx, Carlos: El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Anteo, Bs. As., 4ta Ed., 1975: 133-134.
producción capitalista. En un sentido amplio del término clase, “la historia es la historia de la
lucha de clases”, como afirmaran Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.

Pero en un sentido más estricto, a veces Marx considera que las clases, como tales, nacieron
con la burguesía, y parece implicar que la aristocracia feudal constituía un “estamento” más
que una clase. “¿Cuál de éstas es la auténtica línea de pensamiento de Marx?” -se pregunta
Giddens- y agrega: “La respuesta es ambas” (Giddens, 2002: 34).. Por un lado, el feudalismo,
como el capitalismo, se construye sobre una relación de clases dicotómica, centrada en este
caso en la posesión de la tierra. En el feudalismo, sin embargo, la estructura de clases está
mediatizada por los lazos personales de fidelidad entre el señor y sus vasallos, sancionada
legalmente en la diferenciación de estamentos. En la estructura estamental, como vimos, lo
económico y lo político se confunden. En cambio, con el advenimiento del capitalismo y la
conformación de los mercados nacionales e internacionales, la relación entre capitalistas y
proletarios se realiza en el mercado, convirtiéndose de este modo en relaciones puramente
económicas.

Además de dicotómico, el modelo de Marx supone que las relaciones entre la clase poseedora
y no poseedora son de antagonismo. La acción revolucionaria del proletariado lo llevaría a
socializar los medios de producción, y con ello, a destruir las condiciones mismas que hacen
posible la dominación de una clase sobre otra, la explotación del hombre por el hombre, que
arraigan en la propiedad.

3.2.1.2. Las clases sociales en el modo de producción capitalista


Junto al modelo básico dicotómico, que es el eje fundamental de la estructura social, Marx
admite la existencia de otras clases.

Por un lado, las “clases de transición” constituyen una supervivencia de otros modos de
producción, o bien nuevas clases que se gestan en el interior de un modo de producción en
retroceso. En el primer caso, por ejemplo, tenemos en la Europa del Siglo XIX la supervivencia
de una aristocracia feudal que prolonga relaciones de producción superadas por el capitalismo,
y que está destinada a desaparecer. (Ya veremos la prolongación de esta discusión en América
Latina. Por lo pronto, tenga presente que no es en sí misma la posesión de las tierras por unos
y su carencia por otros, la que determina la existencia del feudalismo, sino la índole de las
relaciones de producción, de modo que al avanzar el capitalismo en las zonas rurales, las
relaciones de producción en el campo también se proletarizaron). En el segundo caso,
tenemos la emergencia de la burguesía durante el declive del feudalismo.

Además, como vimos en el caso del campesinado, algunos grupos no tienen una situación de
clase totalmente definida. Esto va en contra de nuestro vocabulario de la vida cotidiana, para
el cual todas las personas pertenecen a alguna clase social. ¿Y para el pensamiento de Marx?
La respuesta parece ser que no. En la medida en que la definición de clase social enlaza ciertas
situaciones objetivas (relación con los medios de producción) con la presencia de
circunstancias que hacen factible una acción común entre quienes comparten esa situación, no
todos perteneceríamos a una clase. Recuerde que “clase social” no es lo mismo que estrato,
como puntualizamos en el apartado 3.1.4.

Por otro lado, en sus escritos de coyuntura, Marx hace muchas veces distinciones internas a
una clase. Por ejemplo, puede distinguir entre la burguesía comercial, la industrial, la
financiera. En la literatura de origen marxista se suelen recoger estas distinciones llamándolas
“fracciones de clases”. Aunque sus intereses puedan eventualmente enfrentarlas, cuando se
hallan ante circunstancias que ponen en peligro su dominación de clase tienden a cerrar filas,
puntualizaba Marx.
Entre la clase dominante y la clase subalterna pueden aparecer “clases medias”. Así la
burguesía pudo ser una especie de clase media, antes de ascender al poder. En el capitalismo,
a veces Marx menciona a la “pequeña burguesía” como clase media. Se trata de pequeños
propietarios, cuyos intereses divergen parcialmente de los de la burguesía.. Marx también la
considera en ocasiones como una “clase en transición”, puesto que, como veremos más abajo,
suponía que esta clase estaba destinada a “hundirse” en el proletariado. Dada su situación
ambigua, esta clase “cree estar por encima del antagonismo de clases en general”9; Marx le
reprocha su comportamiento oscilante, ora cercano al proletariado al que pretende limarle la
punta revolucionaria, ora hostil a aquél y celoso de la protección de sus bienes.. Este
significado de “pequeño burgués” ha quedado fijado en el vocabulario político.

Como sabemos, las clases fundamentales del capitalismo son la burguesía y el proletariado,
cuyos atributos característicos ya fueron descriptos en otra parte. Cabe destacar que el
proletariado no sólo comprende a los obreros activos, sino también a los que fluctúan entre la
relación asalariada y la desocupación Para Marx, existe siempre una superpoblación relativa de
obreros respecto de los requerimientos de fuerza de trabajo del capital. Esa superpoblación, o
excedente, le permitiría disponer al capital de mano de obra suficiente en sus fases expansivas.
Por lo tanto, ese excedente, o una parte de él, funcionan como “ejército de reserva”. Aunque
su misma presencia influye sobre el nivel de los salarios, su papel fundamental pasa por estar
disponibles para la venta de su fuerza de trabajo cuando el capital los requiere.

Además, existe una categoría a la que eventualmente Marx denomina como “clases
peligrosas”, aunque éste es seguramente un uso ligero del término “clase”, pues el caso no
reúne ninguno de los requisitos que hemos apuntado más arriba para hablar de “clase”. Se
trata del “lumpenproletariado”, término con el que tiende a designar a grupos humanos que,
ajenos a la compra o venta de fuerza de trabajo, y de orígenes sociales diversos, suelen existir
en los márgenes de la sociedad, en actividades delictivas o cuasi-delictivas10. El epíteto de
“peligrosas” hace referencia a la tendencia de estos grupos a actuar como fuerzas de choque
de elementos reaccionarios de la sociedad. Como sucede con el uso marxiano de “pequeña
burguesía”, el calificativo “lumpen” ha permanecido en el vocabulario callejero, en este caso
con una connotación claramente peyorativa.

¿Por qué, si en sus escritos de coyuntura Marx distingue una pluralidad de clases y de
fracciones de clases, su modelo es básicamente dicotómico?

Por una lado, porque hay que diferenciar entre un modelo puro, y el análisis puntual de
“formaciones sociales”. Pero por el otro, porque la hipótesis de Marx es que el capitalismo
tenderá a polarizarse progresivamente, acumulando cada vez más riqueza en un polo y miseria
en el otro. Así, lo que antes llamamos “clases en transición” tenderían a desaparecer. La
pequeña burguesía se hundiría en el proletariado. No queda muy claro, y hay indicios en sus
obras para las dos interpretaciones, si la pauperización del proletariado debe entenderse en
términos absolutos o relativos. En algunos pasajes, Marx adopta esta última visión (no estarían
peor en términos absolutos, sino en términos relativos a la creciente acumulación de riqueza

9
Marx, Carlos, Op..Cit: 57.
10
En El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (Op..Cit:.80), Marx da la siguiente descripción del
lumpenproletariado francés que apoyaba a Luis Bonaparte: “...roués arruinados, con equívocos medios de
vida y de equívoca procedencia,...vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos
licenciados de tropa, licenciados de presidio, esclavos huídos de las galeras, timadores, saltimbanquis,
lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores maquereaux, dueños de burdeles, mozos de cuerda,
escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros,, mendigos; en una palabra, toda esa masa
informe, difusa, errante, que los franceses llaman la bohème...”
en el otro polo) Si parece claro que los posteriores procesos de concentración y centralización
del capital han confirmado la acumulación de riqueza en un polo –al menos a nuestro juicio- en
cambio los sectores subalternos parecen lejos de haberse homogeneizado. Marx no consideró,
por ejemplo, el fenómeno de la expansión de las burocracias con la multiplicación de lo que
ahora llamaríamos “empleos de cuello blanco”, fenómeno que en cambio ocupó la atención de
Weber. Por otra parte, las luchas sociales, hechas a veces en nombre del marxismo,
condujeron a una considerable mejora relativa en el nivel de vida de los trabajadores de los
países capitalistas avanzados (al menos hasta la década del setenta del siglo XX). Finalmente,
cabe apuntar que la tendencia a la disminución del peso del empleo industrial en la actualidad,
parece conducir a una mayor heterogeneidad social.

3.2.2. Clases sociales, estamentos y partidos en el pensamiento de Weber

Para Weber, no sólo la clase social, sino también los estamentos (“grupos de status” según
otra traducción), y los partidos, afectan a la distribución del poder dentro de la sociedad. Esta
afirmación constituye otra manera de oponerse a la idea de que la infraestructura económica
“determina” la superestructura política, ya que el acceso diferencial al poder puede depender
de otros factores además de la situación de clase..

La definición de clases sociales de Weber es en principio más compleja que la que resulta de la
exégesis de los textos de Marx. Como ya mencionamos, Weber ha admitido el punto de vista
marxiano de que el capitalismo se caracteriza por la venta de fuerza de trabajo “formalmente”
libre; pero su énfasis no está en las relaciones de producción, sino en la racionalidad propia de
la empresa capitalista, con su contabilidad de costos que hace posible la continuidad y el
cálculo. Análogamente, admitirá que la posesión y la no posesión constituyen los
determinantes de mayor peso de la situación de clase., pues la primera crea condiciones
privilegiadas en el mercado:

“Constituye el hecho económico más elemental que la forma en que se halla distribuido el
poder de posesión sobre bienes en el seno de una multiplicidad de hombres que se encuentran
y compiten en el mercado con finalidades de cambio, crea por sí misma probabilidades
específicas de existencia. Según la ley de utilidad marginal que rige la competencia mutua,
excluye a los no poseedores de todos los bienes más apreciados en favor de los poseedores, y
monopoliza de hecho su adquisición por estos últimos. En las mismas circunstancias,
monopoliza las probabilidades de ganancia obtenida por intercambio a favor de todos aquéllos
que, provistos de bienes, no están obligados a efectuar intercambio, y cuando menos de un
modo general, aumenta su poder en la lucha de precios contra aquéllos que, no poseyendo
ningún bien, deben limitarse a ofrecer los productos de su trabajo en bruto o elaborados y a
cederlos a cualquier precio para ganarse el sustento. Monopoliza, además, la posibilidad de
hacer pasar los bienes de la esfera de su aprovechamiento en cuanto “patrimonio” a la esfera
de su valoración como “capital”, y, por lo tanto, monopoliza las funciones de empresario y
todas las probabilidades de participación directa e indirecta en los rendimientos del capital.
Todo esto tiene lugar en la esfera regida por las condiciones del mercado. Por consiguiente, la
“posesión” y la “no posesión” son las categorías fundamentales de todas las situaciones de
clase, tanto si tienen lugar en la esfera de la lucha de precios, como si se efectúa en la esfera
de la competencia”11 (subrayado nuestro)

Sin embargo, incluso ya aquí podemos apreciar algunas diferencias sustantivas con el análisis
de Marx. Situación de clase casi se hace sinónimo de situación en el mercado Sabemos que
para Marx el mercado, lo que él llamaba la esfera de la circulación, no era el lugar en el que se

11
Weber, Max: Economía y Sociedad, Tomo I. F.C.E., Bogotá, 1944.: 683- 684..
constituían las clases: éstas se constituyen para este pensador en la esfera de la producción
(mediando en el capitalismo la extracción de plusvalía).. Esto le permitirá a Weber analizar en
términos de situaciones de clases algunas luchas que tuvieron lugar en la Antigüedad y en la
Edad Media, que no quedan muy bien caracterizadas en el análisis de Marx: luchas entre
deudores campesinos, amenazados con la servidumbre por deudas, contra los acreedores ricos
de las ciudades; luchas por el abastecimiento y el precio del pan durante la Edad Media, etc. En
cambio, la lucha por los salarios sería la cuestión principal en el capitalismo.

Weber distingue dos tipos de factores que determinan primariamente la situación de clase:
por un lado, la propiedad, - o la no propiedad- que crea clases positiva y negativamente
privilegiadas (propiedad o posesión que, como vimos, constituye para Weber la categoría
fundamental para definir tal situación) por el otro, las modalidades en que tales propiedades
se aplican para obtener rentas o ingresos, que dan origen a una distinción análoga entre clases
“lucrativas” positiva y negativamente privilegiadas.

Entre las clases “propietarias” positivamente privilegiadas considera básicamente a quienes


emplean su propiedad para obtener una renta (rentistas de tierras, minas, instalaciones,
barcos, etc), así como a los acreedores, mientras que las clases propietarias negativamente
privilegiadas habrían sido los siervos, los deudores, los “pobres”. Las situaciones características
del capitalismo aparecen contempladas en cambio entre las clases lucrativas: industriales,
comerciantes, banqueros, pero también a veces profesionales y trabajadores con cualidades
monopólicas serían clases lucrativas positivamente privilegiadas; los trabajadores, calificados o
no, clases lucrativas negativamente privilegiadas. En ambos casos considera la presencia de
“clases medias”.

Dado que, como vimos, en otro texto hizo depender la probabilidad de valorizar un patrimonio
como “capital” de la posesión de bienes, parece que la distinción entre “clases lucrativas” y
“clases propietarias” no debería entenderse en el sentido de que la propiedad no sea
determinante de la situación de clase de las primeras, sino como una diferenciación de los
modos de empleo de esa propiedad, de una manera rentística o usuraria en el segundo caso,
para valorizarlo como capital, en el otro.

Puesto que por un lado la propiedad, y por el otro los modos de su aplicabilidad, crean
situaciones de clase, ¿qué debe entenderse por éstas?:
“Entendemos por “situación de clase” el conjunto de probabilidades típicas: 1. De provisión de
bienes: 2) De posición externa; 3) De destino personal, que derivan, dentro de un determinado
orden económico, de la magnitud y la naturaleza del poder de disposición (o de la carencia de
él) sobre bienes y servicios, y de las maneras de su aplicabilidad para la obtención de rentas o
ingresos”12

Es decir que los factores anteriormente mencionados (poder de disposición sobre bienes y
servicios, modo de utilizarlos) influyen típicamente en el destino de las personas, su posición y
sus posibilidades de adquirir bienes.
Ahora bien, las distinciones de Weber llevan a un número muy grande de clases, que resulta al
menos confuso. Sin embargo, Weber introduce la noción de “clase social” (hasta ahora ha
hablado de “clase” a secas, o, como dicen algunos comentaristas, de clases “económicas”)
susceptible de simplificar un poco el cuadro. La (interesante) idea de Weber es la siguiente: es
probable que una persona pase, a lo largo de su vida,, de una situación de clase a otras, o que
ese cambio suceda de generación a generación; pero hay situaciones de clase entre las cuales
ese cambio es poco probable. Pues bien: “una clase social es la totalidad de aquellas

12
Weber, Max, Ibídem Tomo I: 242.
situaciones de clase entre las cuales un intercambio: a) personal; b) en la sucesión de las
generaciones, es fácil y suele ocurrir de modo típico”13

Supongamos el caso de un trabajador manual En el caso de nuestro país, por ejemplo, es


probable que esa persona se desempeñe como obrero industrial, que pase por períodos de
cuentapropismo en un local propio u ofreciendo sus servicios a domicilio; pero es improbable
que se desempeñe alguna vez como trabajador no manual, y más aún que llegue a ser un
capitalista con sus propios obreros, o rentista. El conjunto de las diversas situaciones de clase
por las que con facilidad se puede transitar en la vida de una persona o de generación a
generación (de las que las mencionadas son sólo ejemplos) constituyen para Weber una clase
social.
Sobre esta base Weber identifica cuatro clases sociales:

a) El proletariado en su conjunto, tanto más cuanto más automático es el


proceso de trabajo.
b) La pequeña burguesía
c) La intelligentsia sin propiedad y los expertos profesionales (Técnicos,
“empleados” comerciales o de otra clase, burócratas; eventualmente,
pueden estar muy separados entre sí en los social, en proporción a los
costos de su educación).
d) Las clases de los propietarios y de los privilegiados por la educación.

Como mencionamos antes, Weber insiste en que la existencia de una clase social no conduce
necesariamente (aunque puede hacerlo) a la acción común. En sus términos, una clase social
no es una comunidad. La percepción de la situación común puede verse afectada por muchos
factores. Por eso, para que una clase social perciba sus intereses como antagónicos a los de
otra clase, es menester que los condicionantes de la situación de clase, y con ello, el contraste
entre las probabilidades de vida, sea manifiesto. Esto ocurre en acotadas oportunidades: una
de ellas, sería la del proletariado urbano moderno.

Un “grupo de status” o “estamento” se caracteriza por un estilo de vida, no viene


determinado por el lugar que cada uno ocupa en la producción, sino por el consumo. Los
“grupos de status” reclaman para sí un honor específico, el reconocimiento de prestigio. A
diferencia de la situación de clase, que se constituye sobre el suelo de la economía, la
pertenencia a un “grupos de status” puede ser independiente de la riqueza; el prestigio es con
frecuencia hereditario, aunque puede ser también un atributo de la profesión.

Para ejemplificar esas afirmaciones de Weber con casos que seguramente conocerán los
alumnos, obsérvese que, de ordinario, la expresión “nuevo rico” tiene una connotación
peyorativa. Quienes poseen honor o prestigio estamentario se resisten a aceptar a la mera
posesión de riqueza como atributo suficiente para recibir a los recién llegados en su círculo
social. Carecen –de acuerdo al vocabulario que es típico en nuestro país- de la “alcurnia” o del
“abolengo”, (rasgos que remiten a atributos hereditarios), del prestigio y de las modalidades
de consumo, generalmente suntuario, que les son típicos; desconocen las convenciones
vigentes en el grupo.. A la inversa, un aristócrata empobrecido puede mantener las
“apariencias” y seguir frecuentando su círculo social pese a su empobrecimiento.
No obstante que estos ejemplos muestran que el honor social que tipifica a los grupos de
status y la riqueza no van necesariamente de la mano, suele haber vinculos entre la posesión
de ambos, como admite Weber.

13
Weber, Max, Ibídem Tomo I: 242
Por “partido” entiende Weber, en un sentido próximo al del uso cotidiano, una organización
que lucha por hacerse de la dominación, en el caso moderno, por influir en el aparato del
estado. El único motivo de la inclusión de los partidos, junto a las clases y los estamentos., es
que constituyen, como estos últimos, formas de distribución del poder dentro de la sociedad.
Aquí el énfasis de Weber se reitera: aunque un partido puede representar intereses de clase o
estamentarios, no tiene por qué reducirse a eso, y con frecuencia no guardan ninguna
conexión, a su juicio, con aquéllos.

3.2.3. Comentarios finales: hacia una nueva anatomía de la sociedad.

Los cambios acaecidos en las últimas décadas en la organización global del capitalismo han
inducido a algunos autores a formularse preguntas sobre el destino de las clases. Las naciones
de capitalismo avanzado habrían ingresado, según algunos, en la era postindustrial, con la
disminución del peso relativo de la mano de obra industrial y la importancia creciente de los
servicios. La Tercera Revolución Tecnológica ha hecho posibles cambios antes impensados, y
muchos hablan de un nuevo paradigma tecno-económico, que habría empezado a tomar
forma tras la crisis de los años setenta. Sin embargo, `pocas dudas parece haber de que el
nuevo paradigma no ha conseguido hasta ahora emular la fórmula de un fordismo que se
mostró capaz de compatibilizar altas tasas del PBI y de productividad, la creación de una
demanda para sus productos mediante el pleno empleo, y altos niveles de ingreso del estado,
en suma, una fórmula que “cerraba” en la medida en que la viabilidad económica se hacía
descansar en la viabilidad social. Esta viabilidad social no está por ahora asegurada, no sólo
para países periféricos como el nuestro, sino incluso para los propios países de la OCDE. Los
países europeos conviven con altas tasas de desocupación, y Estados Unidos con la baja de los
ingresos salariales, ello, en el contexto de las constantes migraciones de trabajadores sur-
norte. En esos países que han sufrido en sus economías las mutaciones de la tercera revolución
tecnológica, se asiste a una mayor segmentación del mercado de trabajo, que somete al paro o
resta poder de negociación a las no calificados, mientras surge un estrato de “analistas
simbólicos”14, depositarios de saberes avanzados y flexibles, que se separan marcadamente
por sus ingresos del grueso de los trabajadores. En la industria, los grandes conglomerados
industriales avanzan hacia la complementación entre sus filiales en distintos lugares del
mundo, mientras los avances tecnológicos han tornado más fácil que en el pasado la
relocalización de las filiales. Las grandes empresas se han embarcado en procesos de
subcontratación de pequeñas industrias; a veces éstas últimas son empresas informales
basadas en el trabajo “en negro”, o bien localizadas en terceros países, en los que el bajo
precio de la mano de obra les permite disminuir los costos. Este fenómeno se da también
entre las empresas de servicios. La automatización, así en industrias como en servicios,
estimula procesos poco intensivos en trabajo, mientras que la valorización de la calificación de
los trabajadores en la era del conocimiento segmenta el mercado laboral, dificultando a los
menos capacitados el acceso a empleo.

Esta presentación desordenada de algunas de las transformaciones que están teniendo lugar
no aspira a una descripción exhaustiva ni mucho menos a teorizar sobre la dirección de los
cambios. Sólo pretende mostrar que la anatomía de la sociedad está cambiando. No porque
los procesos de concentración y centralización del capital se hayan morigerado, al contrario,
sino porque en el otro polo ya no se encuentra un contingente numeroso y homogéneo de
obreros, sino un conjunto heterogéneo de situaciones en el que los contornos de las
identidades sociales se hacen problemáticos. Echar luz sobre estos procesos, por novedosos,

14
Reich, Robert B.: El trabajo de las naciones. Javier Vergara Ed., Bs. As., 1993
aún poco conocidos, parece imperioso para la sociología, pero lo es aún más para quienes no
han desistido en su búsqueda de una sociedad más igualitaria.

3.3. Etnicidad y "razas"

En nuestras representaciones de sentido común, estamos acostumbrados a operar con la


noción de que existen "razas". Sin embargo, la pretensión, perseguida por algunos
antropólogos durante mucho tiempo, de establecer distinciones biológicas fehacientes entre
grupos humanos se ha visto condenada al fracaso.

No se trata, desde luego, de negar que existan diferencias en la apariencia, tales como el color
de la tez; de lo que se trata, en cambio, es que tales diferencias en lo que atañe a unos pocos
rasgos físicos, no son el indicio de otras, que separarían a las diferentes "razas" de seres
humanos. Por el contrario, en el interior de grupos con similitudes de apariencia externa hay
enorme diversidad biológica. En efecto, si antes del desarrollo de la genética el intento de
clasificar a los grupos humanos en razas ya aparecía como una empresa de imposible
cumplimiento, puesto que nunca se lograron categorías exhaustivas y excluyentes, el
desarrollo de aquella disciplina ha venido a demostrar hoy la inmensa variabilidad genética
que se encuentra dentro de grupos reputados en función de ciertos rasgos externos como
"razas". Por eso, la conclusión se impone para la mayoría de los biólogos y de los científicos
sociales: lo que se han denominado "razas" no tiene existencia biológica, sino que constituye
una construcción social.

De lo que se trata, efectivamente, es que se ha investido de significación social a algunos


rasgos físicos. Observe que no cualquier rasgo físico adquiere la misma significatividad social:
suele tenerla el color de la piel, por ejemplo, pero el color del cabello mucho menos. El
racismo constituye la pretensión de que a través de algunos de esos rasgos pueden ser
inferidos atributos morales y/o de inteligencia de los grupos aludidos, y conlleva la afirmación
de la superioridad de la "raza" a la que supuestamente se pertenece y la imputación de
inferioridad a otras.. Cabe aquí recordar los terribles genocidios realizados bajo su amparo,
como el cometido por el nazismo contra los judíos invocando la supuesta superioridad de la
"raza aria". Conviene aquí que Usted revise el tema con el que inauguramos nuestro curso de
sociología atinente a lo "natural" y lo "social". Decíamos entonces que la "naturalización" de lo
que no es sino una construcción social suele ser puesta al servicio de la justificación de las
desigualdades y del orden de dominación que las sostiene. El caso del uso del concepto de
"raza" es uno de los ejemplos más claros al respecto. De hecho, aunque la segregación o
persecución de minorías étnicas puede ser rastreada a lo largo de la historia humana, el
concepto de "raza" como tal surge con la expansión mundial de Europa y su confrontación con
pueblos de características diversas. Durante un tiempo, se pretendió dar estatuto científico a
la supuesta superioridad de los conquistadores haciendo uso del concepto de "raza", un
proyecto que constituía una ideología justificadora de la conquista y la depredación de los
pueblos de ultramar. Hacia mediados del siglo XIX, la Antropología física, en la todavía
esclavista sociedad estadounidense, así como en Francia, nació con ese designio. E incluso se
sostuvieron durante mucho tiempo tesis denominadas "poligenistas", que en verdad suponían
que esos diversos grupos caracterizados como "razas" eran especies diferentes, es decir,
provenientes de diversos ancestros antropoides. Tales teorías han caído hay en el descrédito (y
la antropología ha abandonado esa línea de trabajo), pero lo que revelan es el profundo sesgo
etnocéntrico de la mirada del europeo sobre quienes se les aparecían como diferentes.

El etnocentrismo es la tendencia a evaluar la cultura de los demás en términos de la propia. Es


decir, los atributos reales o atribuidos del grupo al que se pertenece son valorados como
intrínsecamente superiores, y es el alejamiento de ese tipo real o atribuido el fundamento "de
sentido común" sobre el que se apoyan las imputaciones de inferioridad. Aunque las
pretensiones seudo científicas de tales posturas hayan caído en el descrédito, note que no por
ello este mecanismo se ha hecho menos frecuente.

Si no existen razas, en cambio sí existen diferentes grupos "étnicos". La etnicidad hace


referencia a atributos culturales que caracterizan a grupos humanos, enteramente aprendidos,
que pueden sostenerse en una lengua compartida, un credo, la pertenencia, real o supuesta, a
una historia o una "estirpe", etc. La discriminación de grupos étnicos minoritarios ha sido
característica en la historia humana. La segregación puede ser impuesta por el grupo
dominante, mediante diversos dispositivos de exclusión, como la limitación o prohibición del
matrimonio entre grupos, las restricciones sobre el contacto social o las relaciones económicas
como el comercio, y la separación física entre los grupos, como es el caso de los ghettos. A
veces puede ser reforzada por las prácticas de los grupos minoritarios, que para preservar su
cultura, recurren también a prácticas de "cierre" como la endogamia (el matrimonio dentro del
mismo grupo étnico).. Observe que la situación más frecuente es que las prácticas de exclusión
coincidan con desigualdades en la distribución de riqueza.

En el texto de Giddens propuesto para la lectura Ud. podrá revisar algunos de los mecanismos
psicológicos que se ha sugerido que operan en el racismo. De ellos deseamos destacar aquí el
mecanismo de la transferencia (un mecanismo con el que podemos operar normalmente sin
que se sigan estas consecuencias), por el que sentimientos surgidos en relación con otras
situaciones o personas se dirigen hacia objetos que no constituyen su origen real. Si los
sentimientos así transferidos son de hostilidad o cólera, se buscan "chivos expiatorios" a los
que se culpa por sufrimientos cuyas causas radican en otra parte. En esta época en la que las
migraciones internacionales de trabajadores impulsan el multiculturalismo, es frecuente que
esta tendencia surja entre grupos que se sienten amenazados por la competencia económica
de los inmigrantes, y es importante que reflexionemos sobre ello, puesto que no sólo
contingentes provenientes de nuestro subcontinente alimentan las migraciones hacia los
países centrales, sino que a su vez recibimos otras migraciones de nuestros vecinos
latinoamericanos.
Bibliografía
– Giddens, Anthony: "La teoría de las clases en Marx", y "La crítica weberiana", Cap. 1 y
2 de La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Alianza, 2002. Cap. 1 y
selección del cap. 3.
– Giddens, Anthony: “Estratificación y estructura de clases.” Cap. 3 de Sociología,
problemas y perspectivas Alianza, Madrid, 1995
– Giddens, Anthony: “Etnicidad y razas”, en Giddens, A: Sociología, problemas y
perspectivas Alianza, Madrid, 1995

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