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Sangre Unida

Sonia Bellido Aguirre


Sangre Unida
Sonia Bellido Aguirre

Copyright © 2024 por Sonia Bellido Aguirre.


Todos los Derechos Reservados.
Registrado el 19/08/2024 con el número 2408199156603

Todos los derechos reservados. Ninguna sección de este material puede ser
reproducida en ninguna forma ni por ningún medio sin la autorización
expresa de su autora. Esto incluye, pero no se limita a reimpresiones,
extractos, fotocopias, grabación, o cualquier otro medio de reproducción,
incluidos medios electrónicos.
Todos los personajes, situaciones entre ellos y sucesos aparecidos en el libro
son totalmente ficticios. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas
o sucesos es pura coincidencia.
La portada aparece a afectos ilustrativos, cualquier persona que aparezca es
una modelo y no guarda ninguna relación en absoluto con el contenido del
libro, con su autora, ni con ninguno de los protagonistas.
Para más información, o si quieres saber sobre nuevas publicaciones, por
favor contactar vía correo electrónico en [email protected]
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Otros libros de la autora
Capítulo 1

Moon
En el instante en que observé el cuerpo inerte de Cassie en el agua,
todo mi mundo se hizo añicos. El tiempo pareció ralentizarse hasta
convertirse en una agonía insoportable mientras me zambullía en el
lago. En ese momento, comprendí que lo único que me importaba es
estar junto a esa loba que ha conseguido que me olvide de todo lo que
creí cierto desde que nací.
Al arrastrarla hacia la orilla, no conseguía sacudirme el aterrador
pensamiento de que quizás era ya demasiado tarde. Ver cómo Trevor le
hacía el boca a boca sin obtener ningún resultado, fue agónico, quise
morir yo también. Pero, entonces, como por arte de magia, tosió y
escupió, expulsando el agua de sus pulmones y me invadió una
felicidad tan intensa que tuve que agarrarme a una rama para no caer.
En ese instante supe que tenía todo lo que quería en la vida.
Y cuando lo tienes todo, también puedes perderlo todo.
Ahora, mientras el caos se disipa poco a poco y Cassie se encuentra
a salvo en la cama de un hospital, el rostro de Trevor me indica que los
problemas están a punto de comenzar. Problemas de verdad.
Me aparta a un lado, la mirada tensa. Sus ojos, habitualmente
cálidos, son ahora fríos y duros y un escalofrío me recorre la espalda al
verle así.
—Tenemos que hablar —indica, bajando la voz y cogiéndome por el
codo—. ¡Ahora!
Asiento lentamente con la cabeza y le sigo hasta un rincón tranquilo,
lejos de la mirada de Cassie y su familia. La tensión demasiado densa
como para ser ignorada.
Trevor respira hondo antes de comenzar, se pasa nervioso una mano
por el pelo. Muerde su labio inferior y deja escapar un largo soplido.
—Eres consciente de lo que has hecho, ¿verdad? —suspira.
—¿Salvar a Cassie?
—Joder, Moon, no me vengas ahora con juegos. ¿En qué demonios
estabas pensando? Sabías que Cassie se estaba ahogando, sabías
exactamente dónde encontrarla. Has hecho un vínculo de sangre con
una loba. Nadie de nuestra especie lo ha hecho nunca. Ni siquiera
sabemos las consecuencias que puede traer.
—Ninguna de las dos nos hemos convertido en culo de mono, así
que no creo que exista ninguna maldición en caso de que se haga —le
interrumpo.
—Eres idiota. Ese ritual es sagrado para los vampiros. Sagrado, ¿lo
entiendes? —insiste nervioso, alzando los ojos al cielo—. Ya no
hablamos de que hayas desobedecido a tu familia o que te hayas
acostado con una loba. Has llevado a cabo un ritual sagrado con
alguien de otra especie.
—Claro que hice un vínculo de sangre, Trevor. Ni siquiera sé para
qué me lo preguntas, si puedes leer mi mente. Pero, me parece que
estás llevando las cosas demasiado lejos. El vínculo funcionó. Eso
quiere decir que Cassie es mi verdadera alma gemela. Sé que desafía
todo lo que conocemos y nuestras costumbres, pero también demuestra
que es posible. Es la prueba palpable de que nuestras especies pueden
vivir en paz. Almas gemelas, Trevor —repito—. ¿Sabes lo que eso
significa? Ni siquiera los dirigentes de las grandes familias podrán
negarlo ahora.
—Significa que nos llevarás a una guerra, Moon —corrige con el
rostro descompuesto—. No se trata de ti o de mí. Es una idea tan
rompedora que, ahora que es cierta, las grandes familias harán todo lo
posible para taparlo y que nunca se sepa. Desafía todas nuestras
enseñanzas y, por lo tanto, no lo van a permitir. Eso implica, en caso
de que no te hayas dado cuenta, hacernos desaparecer a todos los
implicados.
—Ya estás con tu dramatismo —protesto, aunque sé que tiene razón,
como casi siempre.
Escuchar sus palabras me golpea como si me atropellase un tren de
mercancías. Sabía que las consecuencias de ese ritual y de mis
decisiones de estos últimos días podrían ser graves, pero solamente
pensé en mí. Oírlo de una forma tan cruda, hace que se me revuelva el
estómago.
—Sabes perfectamente que no es dramatismo —me recuerda.
—Vale, joder. No pretendía que todo esto sucediese —admito con la
voz quebrada—. Han sido unas semanas de locos y simplemente…
simplemente ocurrió.
—¿Simplemente ocurrió? Joder, Moon, los vínculos de sangre no
ocurren simplemente. Tomaste una decisión consciente. Una decisión
que ni siquiera sabías cómo podría acabar. Nadie en la historia había
hecho algo así y…
—Quiero a Cassie, ¿vale? —le corto enfadada—. Dentro de mí, algo
me decía que era mi auténtica alma gemela. Sé que en teoría eso es
imposible, pero, ya ves, ahora resulta que no lo es. Al igual que se
supone que los híbridos siempre nacen muertos o mueren de niños y ya
ves, Cassie es medio loba, medio humana y sigue vivita y coleando. Y
con buena salud.
—Has arriesgado demasiado —masculla entre dientes—. No sé
cómo vamos a salir de esto. Si tus padres se enteran…
Esas últimas palabras me hielan la sangre. Una cosa es desobedecer,
saltarse las reglas cuando nunca lo había hecho. Renunciar a todos mis
deberes como heredera de una de las familias originales, poniendo por
delante a una loba. Poner la posición de mi familia en peligro … y
otra… Otra cosa es un vínculo de sangre sagrado con alguien de una
especie diferente.
—Es un caso de alta traición, Cassie. Y encima ha funcionado. No
dejarán que se sepa. Sabes que el movimiento de la resistencia contra
las leyes ancestrales es cada vez mayor. Esta sería el arma que
necesitan para obtener más apoyo. Es demasiado peligroso para las
grandes familias —me advierte.
—¿Qué puedo hacer? —pregunto nerviosa.
—No lo sé, pero de momento, es mejor que no lo sepa nadie. Si se
corre la voz sobre ese vínculo…
—Se desatará el caos —termino por él.
—Exactamente, y no solo para nosotros. Piensa en Cassie y su
familia. Si se desencadena una guerra abierta, nadie estará a salvo.
Habría demasiados frentes abiertos.
—No te sigo —musito.
—Conflictos entre las familias, los lobos entrarían en guerra una vez
que atacasen a Cassie. La resistencia se enteraría y atacaría todo
nuestro sistema. Sería el caos. El número de muertes y la destrucción
sería tan elevado que nos expondría ante los humanos. Ya no estamos
en la Edad Media, ahora hay tecnología. No hay manera de esconder
cientos o quizá miles de muertos —explica.
—Yo solo quería ser feliz junto a Cassie —admito, secando una
lágrima que rueda por mi mejilla.
—Que no se entere nadie, Moon, por favor —suplica Trevor con el
rostro desencajado—. Acepta sin rechistar cualquier castigo que tus
padres te impongan y ni se te ocurra mencionar el jodido vínculo con
Cassie.
Capítulo 2

Cassie
Los actos de su madre y su posterior castigo por parte de los
ancianos del clan ha sido un auténtico mazazo para Patrick. Ni siquiera
me lo puedo imaginar. Yo no he tenido una verdadera familia desde
que tenía seis años y que tu madre haga algo así… Puf, tiene que ser
horrible.
Me lo encuentro sentado frente al lago, en la misma piedra en la que
yo busqué su consuelo hace unas semanas y no puedo dejar de pensar
lo curiosa que es la vida. Ahora es él quien necesita mi ayuda.
—Esta debe de ser la roca de la desesperación —ironizo,
colocándome junto a él.
Simplemente, se encoge de hombros y continúa con la mirada fija
en las aguas cristalinas del lago, que empiezan a adquirir un color
anaranjado al ponerse el sol.
—Tierra llamando a Patrick. ¿Quieres hablar?
—¿Cómo lo haces? —pregunta de pronto.
—¿Hacer, qué?
—Permanecer entera, seguir adelante cuando todo a tu alrededor se
desmorona —aclara, buscando mi mirada por primera vez.
—Ya, bueno, noticias frescas. Mi vida es un jodido caos.
—Pero sigues adelante. Desde que eras una niña la vida te ha estado
pegando golpes y tú continúas con un optimismo admirable. Siempre
pareces tan positiva… tan fuerte.
—Muchas veces, ese optimismo es lo que me ha salvado de
volverme loca… o de volverme una asesina psicópata —bromeo,
pegándole un pequeño codazo en las costillas.
—Como mi madre.
—Yo no he dicho eso, Pat.
—Intentó matarte. Ahora vagará sin alma hasta que muera. Sin
poder ser acogida por ningún clan, sin identidad —suspira, deslizando
una mano por el pelo.
—Si te sirve de consuelo, no me lo tomo como algo personal. Tu
madre realmente creía que estaba haciendo lo mejor para ti y para la
manada. Ella pensaba que hacía lo correcto. A ver, no digo que no esté
molesta con el tema ese de que intentase borrarme del mundo de los
vivos, pero incluso eso, lo hizo de un modo casi cariñoso. Intentó que
no sufriese. Podría haberme matado con sus propias manos y no
drogándome para que apenas sufriese —le explico, aunque yo misma
me sorprendo de estar justificando de algún modo sus acciones.
—Lo que hizo es horrible, Cass. Auténticamente horrible. Los lobos
no matan a los miembros de su clan.
—No creo que ella me considerase un miembro de su clan. Ni
siquiera una loba. Para tu madre, yo no soy más que un error de la
naturaleza. Ella misma me dijo que no debería existir —admito,
tratando de forzar una sonrisa que no llega a reflejarse en mis ojos.
—¿Sabes? Los casos de híbridos entre lobo y humano se pueden
contar con los dedos de una mano a lo largo de la historia. Y ninguno
duró mucho, eran seres débiles y enfermizos. Es posible que tú seas la
primera que…
—Lo sé, me lo dijo Trevor —suspiro recordando aquella
conversación—. Incluso me quería sacar sangre para hacerme unas
pruebas durante en tiempo que pasé en la mansión de los padres de
Moon. Quería descubrir qué me hace especial.
—Trevor es todo un personaje.
—Lo es —admito.
—Es extraño. Después de todo lo que mi madre ha hecho, todavía le
sigo teniendo cariño. Me siento mal por ella. ¿En qué tipo de persona
me convierte eso? —pregunta, llevándose una mano a la frente y
negando con la cabeza.
—¿En una persona normal? Los sentimientos son complicados, no
siguen ninguna regla.
De pronto, me doy cuenta de que trata de desviar la mirada para que
no vea que está llorando y me siento fatal por él. No es justo. Nada de
lo que está ocurriendo es justo.
—Cuando era pequeña, solía jugar a imaginarme que tenía un
hermano, pero, de todos los hermanos que llegué a imaginar, tú eres
sin duda el mejor de ellos. Y eres real. Estoy muy orgullosa de ti,
Patrick. Y, por mí, puedes llorar todo lo que necesites. Eso no te hace
más débil en absoluto —le aseguro.
—Si mi madre me hubiese visto llorar me habría arrancado la
cabeza. Se supone que un futuro alfa no llora, debe ser duro como una
piedra. Perdón, ahora tú eres la futura alfa —corrige.
—Ya, bueno, ojalá encontremos algo para cambiar eso.
—De todos modos, no sería bueno que en la aldea sepan que he
llorado —murmura.
—Te guardo el secreto si no le dices a nadie que estoy orgullosa de
ti —bromeo con un nuevo codazo.
Permanecemos en un silencio cómodo un buen rato, tirando alguna
piedra a la superficie del lago, hasta que Patrick comienza a hablar de
nuevo.
—¿En serio puedes sentirla? —pregunta, frunciendo el ceño.
—¿Qué?
—A Moon. Con lo del vínculo de sangre de los vampiros.
—Joder, las noticias vuelan, ¿eh?
—Me lo dijo Trevor. Estaba… ni siquiera sé cómo definirlo. Muy
enfadado, pero al mismo tiempo realmente sorprendido y hasta
esperanzado. Al parecer, nunca se había hecho algo así. ¿Cómo
funciona? ¿Qué sientes? —inquiere curioso.
—No es que pueda leer sus pensamientos ni nada de eso, pero puedo
percibir de un modo primario lo que está sintiendo en cada momento.
Si está feliz, triste, ese tipo de cosas. Ahora mismo está muy
preocupada —reconozco.
—No me extraña. Cuando se enteren sus padres se va a montar un
lío muy grande.
—Tampoco es algo que pueda evitar, ¿sabes? No sé cómo
explicarlo. La quiero tanto que duele. Sé que es algo absolutamente
prohibido, algo que seguramente nos matará a ambas, pero no puedo
evitarlo —confieso.
—El amor es complicado, y lo que tenéis entre vosotras dos es algo
que trasciende a una relación normal. Incluso Trevor pensaba que era
imposible entre la propia especie de los vampiros, decía que era un
cuento para niños. Está muy sorprendido. Preocupado, sí, pero también
esperanzado. Sus líderes son unos auténticos imbéciles, anclados en
unas tradiciones ancestrales que ya han dejado de tener sentido.
—Nosotros también estamos anclados en tradiciones ancestrales —
le recuerdo.
—Pero no tanto. ¿Te das cuenta de lo que esto podría suponer?
Podría ser el principio de una nueva era de prosperidad. Una etapa en
la que vampiros y lobos serían capaces de vivir en paz, incluso de
colaborar. Podría…
—Ya, creo que nos matarán mucho antes de que eso llegue a pasar
—le interrumpo—. Así que no te hagas muchas ilusiones.
—Moon te mira como si fueses el sol y ella hubiese vivido en la
oscuridad toda su vida. Es bonito. Dais mucha envidia.
—Muy poético para ser un lobo —bromeo.
—Supongo que sacas mi lado sensible —ironiza, rodeando mis
hombros para darme un abrazo.
—En cualquier caso, el sistema no apoya precisamente la unión
entre especies. Ni el nuestro, ni el de ellos.
—¿Desde cuándo te importa lo que piense el sistema?
—Desde que puede matarme, me imagino —confieso, alzando las
cejas.
—¿Vas a seguir adelante? En tu relación con Moon, quiero decir.
¿Estás segura de ello? Sabes lo peligroso que es, ¿verdad?
—Sí, pero lo haré de todos modos —suspiro.
Capítulo 3

Moon
—No me puedo creer que estemos haciendo esto —susurra Cassie
cuando nos detenemos ante la puerta de la mansión de mis padres.
—Es necesario —le aseguro.
—Ya, bueno, es que tu familia no es exactamente del tipo “ah, qué
bien, bienvenida a nuestra casa, entra y toma el té con nosotros”. Son
más bien del tipo “traed las antorchas y las horcas y vamos a matar a la
loba”.
—No seas idiota, Cass. Tenemos que intentarlo.
—Creí que Trevor te dijo que no debía enterarse nadie.
—Son mis padres —le recuerdo.
Cassie resopla y pone los ojos en blanco, negando lentamente con la
cabeza.
—Sí, buena suerte con eso. Estoy bastante segura de que tu padre
preferiría ahogarse en agua bendita con una estaca en el corazón antes
de saber que estamos unidas por un vínculo de sangre —ironiza.
—Es un vínculo sagrado. Tendrá que aceptarlo aunque no le guste
—admito, esbozando una pequeña sonrisa al escuchar sus palabras a
pesar de la tensión en el ambiente.
Al entrar en el jardín que conduce a la vivienda principal, el aroma
de las rosas y el césped recién cortado satura mis fosas nasales. Es, a la
vez, familiar y lejano. La enorme mansión brilla con una luz cálida.
Para cualquier otra persona, seguramente, resultaría incluso acogedora.
Para mí, es como meterse en la guarida de un león. Un león muy
enfadado y peligroso.
—¿Sabes, los vampiros sí que sabéis vivir a lo grande —bromea
Cassie justo antes de llamar a la puerta.
—Esto es muy serio —le recuerdo, tomando una gran cantidad de
aire antes de coger la ornamentada aldaba de latón y hacerles saber de
nuestra presencia.
Cassie me dedica una sonrisa y estira el brazo para apretar mi mano.
—Estamos juntas en esto, ¿vale? Pase lo que pase y por muy feo
que se ponga. La manada siempre permanece unida.
—La manada permanece unida —repito, tragando saliva con miedo
antes de golpear la puerta tres veces.
Por unos instantes escuchamos tan solo el silencio. Más tarde, pasos
y mi estómago da un vuelco cuando la puerta se abre con un chirrido.
Uno de los sirvientes de la casa nos hace pasar con una reverencia,
aunque mira de reojo a Cassie con preocupación. Nos conduce hasta la
biblioteca, donde mi madre espera de pie, sus perfectas facciones
congeladas por la sorpresa. Desvía la mirada de Cassie a mí, luego de
vuelta.
—¿Qué hace ella aquí? —masculla con desprecio.
—Necesitamos hablar. Todos nosotros, es muy importante —le
aseguro, bajando el tono de voz hasta convertirlo casi en un susurro.
—Tu padre dejó muy claro que no le estaba permitido poner un pie
en nuestra propiedad de nuevo —me recuerda.
—Ya, bueno, es que no soy muy buena siguiendo reglas. Siempre he
sido un poco rebelde, no me dieron mucha educación cuando era una
niña —ironiza Cassie, ganándose una mirada de odio de mi madre.
“No estás ayudando” repito en mi mente, esperando que Cass pueda
entender lo que pretendo decir. Si no las palabras concretas, al menos
mi preocupación.
—Mamá, por favor, es importantísimo —repito.
—A tu padre no le va a gustar —gruñe, haciendo una seña a uno de
los sirvientes para que le llame.
La espera se hace eterna, pero tengo mucho más miedo al momento
en que mi padre cruce la puerta de la biblioteca.
—¿Qué significa todo esto? —pregunta alzando la voz, algo que
raramente hace. Ya mete suficiente miedo en su tono normal—. Creí
haber dejado muy claro que esa perra mestiza no era bienvenida en
esta casa —añade, y sus ojos han cambiado de color.
Sorprendentemente, Cassie no parece inmutarse. Puedo percibir que
está preocupada, pero mantiene el tipo, sosteniendo su mirada.
—Yo también me alegro de verle de nuevo. Muy chic las rosas
negras que habéis plantado en la entrada, por cierto —ironiza.
—Papá, por favor, tenemos que contaros algo de suma importancia.
No es momento de disputas —insisto, apretando la mano de Cassie
para que deje de provocarle.
Mi padre vuelve su mirada hacia mí, me clava los ojos y por unos
instantes, me causa el mismo miedo que cuando era pequeña y me
castigaba por hacer alguna trastada.
—¿Contar algo de suma importancia? Como, por ejemplo, ¿cómo
has deshonrado a nuestra familia? ¿Cómo has tirado por la borda siglos
de tradición por… por eso? —escupe, señalando a Cassie.
—Eso tiene nombre —masculla ella.
—Ha ocurrido algo… algo auténticamente increíble —me apresuro
a anunciar, antes de que se acabe abalanzando sobre Cassie.
Mis padres intercambian una mirada llena de cautela y preocupación
antes de comenzar a hablar de nuevo.
—¿A qué te refieres? —pregunta mi madre confusa.
—Realizamos un vínculo de sangre y funcionó —las palabras
abandonan mi garganta de manera atropellada.
El silencio que sigue es ensordecedor… y aterrador. El rostro de mi
padre es difícil de describir con palabras, pero en cualquier caso da
mucho miedo.
—¿Qué has dicho? —gruñe.
—Funcionó, papá. Podemos sentir nuestras emociones, por eso fui
capaz de saber que Cassie estaba en peligro, por eso salí corriendo para
salvar su vida. Es una prueba de algo increíble, algo que jamás en la
historia se había logrado.
—¿Prueba de qué? ¿De tu completo desprecio por nuestra familia y
tradiciones? —ladra enfadado, sin ni siquiera escucharme.
—Prueba de que todo lo que nos han contado sobre los lobos, sobre
la imposibilidad de vivir en paz… es mentira. Al menos, está
equivocado —suavizo, bajando la voz para no enfadarle aún más.
En ese instante, puedo sentir en mi interior el apoyo de Cassie,
dándome fuerza, así que continúo presionando.
—¿Me estás escuchando, papá? El vínculo de sangre funcionó —
repito.
—¿Qué sabrás tú sobre los antiguos vínculos sagrados?
—Sé lo suficiente —salto, sorprendiéndome a mí misma—. Sé que
cuando Cassie se estaba ahogando en el lago, lo sentí. Supe
exactamente dónde estaba a pesar de que nos separaban kilómetros de
distancia. Puedo percibir sus sentimientos y ella los míos.
—Eso es imposible. El vínculo de sangre no ha funcionado en más
de un siglo —murmura con desdén.
—Entonces, ¿mamá y tú?
—Se hace creer que funciona para seguir las tradiciones, pero no
hay pruebas de que a nadie le haya funcionado. Eso, dentro de nuestra
especie, imagina con una perra mestiza —añade haciendo una mueca.
—Quizá si todos vuestros matrimonios no fuesen concertados y se
hiciesen por amor, funcionaría —interrumpe Cassie, arrepintiéndose de
inmediato de sus palabras al sentir mi miedo.
—¿No veis lo que esto significa? —insisto de nuevo, el tono de mi
voz casi una súplica—. Significa que somos compatibles, almas
gemelas. Que los vampiros y los lobos no son tan diferentes como
siempre hemos creído.
—¿Almas gemelas? ¿Con una perra mestiza que ni siquiera debería
haber nacido con vida? ¿Te estás escuchando a ti misma, hija mía? —
chilla mi madre agitada—. Es… es tan solo un error de la naturaleza.
Los híbridos no suelen desarrollarse, nacen muertos y hay una buena
razón para ello —me recuerda, chasqueando la lengua.
—Mi madrastra pensaba exactamente eso y la cosa no acabó bien
para ella, solo te aviso —interrumpe Cassie, que es incapaz de estarse
callada.
—Claro que me estoy escuchando, mamá. Lo estoy haciendo por
primera vez en mi vida. Los que no escucháis sois vosotros. Esto es
algo único, algo que podría cambiarlo todo. Que pondría nuestra
historia patas arriba y abriría nuevos caminos para las dos especies.
Hago una pausa, me detengo sin poder entender por qué no quieren
prestarme atención.
—Pensadlo un instante, por favor. Si Cassie y yo hemos podido
vincularnos, ¿quién dice que otros no pueden también? En cualquier
caso, pondría fin a siglos de conflicto. Si es posible un vínculo de
sangre, si una vampira y una loba pueden ser almas gemelas, no habría
más batallas. No más odio ni muertes. Podríamos vivir en paz para
siempre. Podríamos tener un futuro. Uno de verdad, en el que los niños
no tengan que crecer temiendo que un día se declare la siguiente gran
guerra.
—Eso es…
—¿No vale la pena luchar por eso, mamá? ¿No vale más que
nuestras tradiciones obsoletas? ¿Unas tradiciones que ahora vemos que
son falsas?
Por un brevísimo instante, la mirada de mi madre cambia, algo
parpadea en sus ojos. ¿Comprensión? ¿Esperanza? Pero, a
continuación, desaparece, reemplazado por una fría furia.
—¿Cómo puedes ser tan estúpida, Moon? —escupe—. ¿Crees que
siglos de odio pueden borrarse por un romance juvenil? ¿Por algún
tipo de sexo perverso y desviado?
Sus palabras me hieren en lo más profundo del alma, pero justo
cuando estoy a punto de responder, mi padre da un paso adelante y
toma la palabra.
—Ese vínculo del que hablas en una abominación. Una perversión
de nuestras tradiciones más sagradas.
—Pero funcionó —le corto.
—Quizá crees que funcionó. Quién sabe si esa perra tiene algún
poder que desconocemos. Es posible que pueda acceder a tu voluntad,
hacerte creer cosas que no son reales, manipular tus sentimientos, al
igual que Trevor puede leer mentes. Hay muchas cosas que
desconocemos de los lobos.
—Lo que me faltaba por oír, ahora puedo manipular las mentes —
ironiza Cassie, poniendo los ojos en blanco.
—Solo significa que has sido contaminada, corrompida contra tu
propia especie por esa perra mestiza que no debería estar viva. ¿Quién
sabe qué más puede hacer? Es un auténtico peligro —interrumpe mi
madre con odio.
—Cassie no me ha corrompido —susurro—. Me ha abierto los ojos.
Me ha hecho ver que en la vida hay mucho más que odio y rencores
antiguos. Es el amor de mi vida y, si no lo entendéis, no creo que
pueda pertenecer por más tiempo a esta familia —concluyo luchando
para no derramar las lágrimas que amenazan con escaparse de mis
ojos.
En ese instante, me doy cuenta de que ninguna cantidad de pruebas
o argumentos será suficiente para cambiar el modo en que piensan. Sus
mentes están cerradas a cal y canto, el abismo entre nosotros es ahora
demasiado amplio, demasiado profundo como para llegar a ningún tipo
de acuerdo o entendimiento.
Los ojos de mi padre vuelven a cambiar de color y sé que este puede
ser el final. No solo de esta conversación, sino quizá de mi propia vida
y de la de la chica que amo.
—¿La elegirías a ella antes que a tu propia familia? —pregunta,
tratando de mantener la calma, aunque le conozco lo suficientemente
bien como para saber que apenas lo consigue.
—Sí —suspiro.
—Entonces fuera de aquí —murmura entre dientes—. Llévate a esa
sucia mestiza y da gracias de que ambas sigáis aún con vida.
—Vamos, Moon. Vamos a casa —susurra Cassie, apretando mi
mano.
Capítulo 4

Cassie
El aroma a madera y cuero se mezcla con la tenue fragancia de la
colonia de Trevor cuando llegamos a su casa de verano. Moon no ha
dejado de llorar desde que hablamos con sus padres y lo entiendo. A
nadie le apetece que su familia no quiera saber nada de ella, tan solo
porque se ha enamorado de una chica a la que no ven con buenos ojos.
Bueno, más bien a la que les gustaría matar y quizá lo hagan.
—Bienvenidos de nuevo a la casa del lago —saluda Trevor—. Ya
habéis estado aquí, así que, como suele decirse, mi casa es vuestra
casa.
—Vale, decidme una cosa —interrumpo mirando alrededor—. Y
quiero la verdad. ¿Los vampiros utilizáis vuestros poderes para robar
bancos o algo así? ¿Por qué tenéis todos tanto dinero?
—No todos lo tienen —explica Trevor—. Tan solo las grandes
familias, pero cuidamos los unos de los otros, principalmente por
alianzas, así que se podría decir que ningún vampiro vive mal. Pero,
no, no robamos bancos. Hacemos negocios.
—Robamos en los negocios —bufa Moon, que últimamente está
muy crítica con todo lo que tenga que ver con su modo de vida o
tradiciones.
Los cuatro nos acomodamos en unos lujosos sillones de cuero
marrón oscuro que crujen cada vez que alguien se mueve. Moon
parece al borde de un ataque de nervios, colocada al borde de su
asiento como si estuviese lista para saltar en cualquier instante.
—Las cosas están bastante jodidas —anuncia Trevor sin más
preámbulos, provocando que Moon alce los ojos al cielo antes de
pellizcar el puente de su nariz.
—¿Tu familia no se lo ha tomado bien? —pregunto alzando las
cejas.
—Pues no, no se lo ha tomado nada bien, como es natural. Tú no
sabes nada de las tradiciones de los vampiros, pero somos una especie
muy orgullosa, demasiado y eso nos ha traído muchos problemas a lo
largo de la historia. Nuestro matrimonio creaba una poderosa alianza.
El hecho de que Moon no quiera seguir adelante cuando ya estaba todo
pactado se considera un grave insulto —explica dejando escapar un
suspiro.
—Vaya gilipollez.
—Tú lo ves así, Cassie, y seguramente tienes razón. Pero debes
comprender nuestras costumbres. Ojalá las cosas pudiesen cambiar,
pero, me temo que lo que vosotras dos habéis hecho, consiguiendo que
el vínculo de sangre funcione entre dos especies enemigas es un
concepto tan potente, que corréis un gravísimo peligro.
—¿Tu familia me culpa a mí? —inquiero, señalándome a mí misma
con el dedo.
—No me refiero por parte de mi familia. Bueno, quizá también. Eso
no sé cómo va a acabar, supongo que tendrán una negociación con la
familia de Moon y veremos lo que ocurre. Me refiero al resto de las
familias, a los ancianos. Lo que habéis hecho desafía todos nuestros
principios. Es algo precioso, algo que la mayor parte de los vampiros
más jóvenes celebraría como un gran descubrimiento. Podría dar paso
a una nueva era y eso lo convierte en un gran peligro para el statu quo.
Todo lo que amenace con hacerles perder una parte de su poder, lo
consideran peligroso.
—La puta política y sus alianzas lo rige todo en el mundo de los
vampiros —interrumpe Moon—. Si lobos y vampiros pueden vivir en
paz, incluso ser almas gemelas, las alianzas pierden valor. Solo
funcionan si hay una amenaza inminente o se considera que la puede
haber. En realidad, el miedo a los lobos, la demonización que hemos
hecho de vuestra especie, favorece a las clases privilegiadas dentro de
nuestra sociedad. El resto de los vampiros viven asustados y sometidos
a cambio de una supuesta protección que ni siquiera es real, porque lo
que cuentan de vosotros es todo mentira.
—Cuando era niña, mi madre me contaba un cuento para dormir.
Ella decía que era una leyenda muy antigua —suspiro.
—¿Una leyenda? —corta mi hermano, que ha estado muy callado
todo el tiempo.
—Sí, ya sabes, era la típica de dos almas gemelas, predestinadas a
encontrarse y esas cosas. Todo eso de romance prohibido, magia, caos.
Peligro de muerte inminente. Justo lo que tenemos ahora.
Hago una breve pausa, cerrando los ojos para intentar ordenar mis
pensamientos y recordar el máximo posible de aquella historia,
mientras siento en mi interior el interés de Moon en conocer más sobre
lo que tengo que decir.
—Vale, a ver si me acuerdo. En tiempos antiguos, cuando la magia
fluía libremente y el mundo era joven, había dos reinos vecinos pero,
enfrentados a muerte. Lunaris, el reino de la noche y Solaria, el reino
del día. Por casualidad, Selene, la princesa heredera de Lunaris,
conoció a Helia, la futura reina de Solaria y pronto supieron que
estaban destinadas a estar juntas. Aprendieron la una de la otra, se
conocieron mejor, y descubrieron que la luz y la oscuridad no eran tan
diferentes como sus padres les habían enseñado.
—¿Te lo estás inventando sobre la marcha? —indaga Moon.
—No, me lo contaba mi madre. Una y otra vez, antes de dormir.
Todos los días.
—¿Te contaba una historia de amor entre dos chicas? —se asombra
Patrick.
—Eh, era una madre moderna, supongo. ¿Me vais a dejar continuar?
Como os podéis imaginar, su amor estaba totalmente prohibido, en
plan muy mal, bajo pena de muerte y esas cosas.
—Como lo nuestro —suspira Moon.
—Sí, más o menos. Claro, un día les pillaron, como era de esperar, y
fueron condenadas a muerte por traición a sus reinos. La ejecución se
llevaría a cabo al día siguiente, en la frontera. Encadenadas y a punto
de morir, Selene convocó a la fuerza de la luna y Helia a la del sol y
crearon un eclipse que sumió a ambos reinos en la penumbra. Bueno,
aquí lo tengo algo borroso, recordad que tenía solo seis años, pero el
caso es que algo ocurrió y con la magia de ambas se creó un nuevo
reino llamado Crepúsculo, donde todas las criaturas sobrenaturales
eran bienvenidas, sin importar su origen.
—Así que, déjame ver si lo entiendo —interrumpe mi hermano
Patrick con una expresión de confusión en su rostro—. ¿Crearon un
eclipse con una especie de ritual secreto y formaron un reino
completamente nuevo? ¿Así, sin más?
—Es una leyenda, Pat. Yo no me la inventé, pregunta a quien lo
haya hecho, no todo tiene que tener sentido —agrego, poniendo los
ojos en blanco.
—Y… quitando que sea muy similar a nuestro caso. ¿Qué tiene que
ver con todo esto? —bufa Moon, inclinándose hacia mí y alzando las
cejas.
—No lo sé. Lo recordé de repente. Vamos, que a no ser que
podamos hacer algo similar a lo que esas dos hicieron, estamos
bastante jodidas —bromeo.
El salón de la casa de Trevor se queda en silencio durante unos
instantes, hasta que mi hermano rompe la tensión.
—Vaya mierda, y yo que me pensaba que habíamos quedado para
hacer una barbacoa y beber unas cervezas.
Todos nos reímos. No es una gran carcajada, creo que cada uno de
nosotros es demasiado consciente del peligro que corremos, pero se
agradece que nos haya sacado una sonrisa.
—Es curioso que tu madre te contase esa historia —apunta Trevor
—. Es como si pudiese haber visto tu futuro.
—Si hubiese visto mi futuro, me habría explicado que tenía que
esconderme mejor del padre de Moon —protesto.
—Murió cuando tenías seis años. Tampoco te podía contar tu
situación actual con detalle, en plan una vampira y una loba haciendo
cochinadas y eso. La verdad, tu madre me parece un genio. Te contó la
historia de manera que tú pudieses comprenderla y recordarla. Quizá
tenía premoniciones o algo así. Hay gente que puede hacerlo.
—No los humanos —le recuerda Moon.
—En cualquier caso, sirve de poco. Crear eclipses no entra dentro
de mis especialidades —ironizo, encogiéndome de hombros.
—En el fondo, sugería que debemos encontrar un modo de tender
un puente entre vampiros y lobos. Como hicieron en la historia —
insiste Trevor.
—Ya, bueno, ellas tuvieron la ayuda de un eclipse, y de algo de
magia y todo eso —me quejo—. Nosotras tenemos que luchar contra
las tradiciones de una gente que, según tú, intentará matarnos para que
nuestro vínculo nunca salga a la luz.
—Joder, es que habéis salido del armario a lo grande vosotras dos
—ríe mi hermano.
—Cassie sabe cómo llamar la atención. Es siempre o todo o nada
con ella —bromea Moon, rodeando mis hombros para atraerme hacia
su cuerpo.
Pasamos la siguiente hora haciendo una lluvia de ideas, a la cual
más descabellada. Repasamos todas y cada una de nuestras opciones
que se reducen básicamente a ninguna que sea operativa, hasta que
Trevor bosteza, estira los brazos y anuncia que va a salir a tomar el
aire.
—Voy contigo —se apresura a comentar Patrick, levantándose del
sillón como un resorte.
Pronto, Moon se acerca a mí, apoyando la cabeza en mi hombro.
—Esta casa me trae muy buenos recuerdos —susurro, besando su
pelo.
—¿Crees que las cosas se pondrán tan mal como dice Trevor? —
pregunta con miedo.
—Tú conoces más a los vampiros. No tengo ni idea.
—Yo diría que sí —suspira, mordiendo su labio inferior en un gesto
de preocupación.
—Vengo ahora, necesito ir al baño. Tanta Coca-Cola está
consiguiendo que me haga pis —me disculpo.
Y en cuanto salgo al pasillo para dirigirme al baño más cercano,
escucho unos pequeños ruidos. Al acercarme, mi mandíbula cuelga
con sorpresa, como uno de esos personajes de los dibujos animados.
Patrick tiene a Trevor contra una pared, las manos del vampiro
enredadas en el pelo de mi hermano mientras se besan con pasión. Por
su parte, la mano derecha de Patrick está entre sus… bueno, digamos
que no está precisamente ociosa.
—Me cago en la puta —mascullo, llevándome una mano a la boca,
aunque llamando su atención.
Ambos me miran sonrojados, como dos adolescentes que acaban de
ser pillados.
—Joder, lo siento, podéis continuar, yo solo iba al baño. Ya sabéis,
como si no estuviese, yo no he visto nada —me disculpo alzando las
manos y provocando una pequeña carcajada en ambos.
Genial, simplemente genial. Como si toda esta situación no fuese lo
suficientemente complicada, ahora estos dos se han tenido que liar. Por
suerte, espero que hayan aprendido de nuestros errores y los padres de
Trevor no les pillen.
—¿Estás bien? —inquiere Moon cuando regreso al salón—. Parece
que has visto a un fantasma.
Abro la boca para responder, pero no me salen las palabras. En su
lugar, se me escapa una risita histérica.
—¿Me vas a decir qué ocurre? —protesta la vampira.
—¿Tu teoría sobre Patrick y Trevor? Tienes toda la razón. Has dado
justo en el blanco.
—Joder, no puede ser. ¿Están juntos?
—Besándose como dos tortolitos.
—No me lo puedo creer —sisea Moon, llevándose una mano a la
frente.
Y por unos instantes, toda la tensión y el miedo de los últimos días
se desvanecen. Somos tan solo dos chicas de dieciocho años, riendo
felices por mi hermano y su exnovio.
Ojalá la vida fuese tan fácil.
Capítulo 5

Moon
Nada más cruzar el umbral de la mansión de mis padres se me forma
un nudo en el estómago. Trevor me convenció de que debo hacer un
último intento. Está seguro de que enfrentarme abiertamente a ellos es
lo último que necesitamos en estos momentos. Su protección puede
mantenernos a Cassie y a mí con vida. Sobre todo, a mí. Atacarla a ella
supondría entrar en guerra con el clan de los lobos. En cambio, una
vampira sin una familia que la respalde es presa fácil y mi muerte
solucionaría varios problemas al mismo tiempo.
Yo no tengo tan claro que me quieran escuchar.
—Mamá, papá —llamo tras abrir la puerta.
Silencio.
Un silencio absoluto y aterrador hasta que uno de los sirvientes me
indica que están en el jardín.
Giro sobre mis talones y me dirijo de nuevo a la salida, los retratos
de mis poderosos antepasados cuelgan de las paredes y parecen
mirarme con desprecio.
—Sí, ya lo sé. Soy la vergüenza de la familia, lo entiendo —
mascullo entre dientes.
Cuando me acerco a la zona en la que se encuentran mis padres,
todo mi cuerpo tiembla.
—Moon. Suponía que vendrías, pero no pensé que lo harías tan
pronto —indica mi madre, que siempre ha tenido el oído más
desarrollado que el resto de la familia.
Están sentados en unos bancos de madera, rodeados de varias
especies de rosas exóticas y, si no supiese nada sobre ellos, pensaría
que son el matrimonio perfecto.
—Pensé que era mejor hablarlo sin que estuviese Cassie delante.
Discutir nuestras cosas en privado —susurro con miedo.
—Supongo que vienes a pedir disculpas, aunque creo que ya es
demasiado tarde para eso —gruñe mi padre antes de dar un largo trago
a su vaso de whisky.
Ya me advirtió Trevor de que esto ocurriría, así que mantengo la
calma, aunque me cueste un gran esfuerzo.
—Se que mi comportamiento no ha sido ejemplar, al menos si lo
comparamos con nuestras tradiciones. Desde luego, no es lo que se
espera de la heredera de una de las grandes familias —comienzo,
bajando tanto la mirada como mi tono de voz—. Teníais puestas
muchas esperanzas en mí y supongo que lo último que os habríais
imaginado es que acabase junto a una loba. Probablemente, he
arruinado la reputación de nuestra familia durante un buen puñado de
años.
Mierda, se me están escapando las lágrimas. Dentro de mí siento a
Cassie. Me da ánimos, pero percibo su preocupación y su rabia. Son
tantos sentimientos que apenas puedo manejarlos y no quiero acabar
llorando frente a mis padres como una niña pequeña.
—Yo… bueno, supongo que lo que intento decir es que lo siento de
verdad. Solo quería encontrar el amor, la felicidad. Eso me lo da
Cassie, no Trevor. Sé que he causado muchos problemas y me
arrepiento de ello —logro decir, secándome con la palma de la mano
las lágrimas que se deslizan por mis mejillas.
—¿Muchos problemas, dices? —ironiza mi padre con gesto severo.
—Si sirve de algo, lo siento de verdad —suspiro.
—Quizá hemos sido demasiado duros contigo, Moon —interrumpe
mi madre para mi asombro—. Es posible que te hayamos exigido tanto
que acabó siendo demasiado.
Guau, esto sí que no me lo esperaba. Me había preparado
mentalmente para los gritos, para los reproches, para palabras
hirientes. Incluso para las amenazas, pero ¿comprensión por parte de
mi madre? Es como entrar en una dimensión desconocida.
—Tu madre tiene parte de razón —afirma ahora mi padre—. Desde
que eras una niña hemos puesto una cantidad inmensa de presión sobre
ti. La soportabas de manera excelente, y seguimos aumentando sin
darnos cuenta de que quizá era demasiado. Ahora es tarde y las cosas
se han complicado de manera notable.
Por unos instantes me dan ganas de preguntar si han bebido sangre
contaminada o algo así.
—No te estamos disculpando. Tener sexo con un ser que es medio
humana, medio loba es una aberración —aclara, chasqueando la
lengua con un gesto de desdén—. Simplemente asumimos nuestra
parte de culpa. Hemos hablado sobre ello y en algunos momentos te
tratamos más como una pieza de ajedrez que como una adolescente. Es
lo que se espera de la heredera de una de las grandes familias, pero
quizá, contigo empezamos demasiado temprano. Puede que no
estuvieses lo suficientemente madura como para aceptarlo.
—Yo era feliz jugando mi parte, papá —le aseguro—. Siempre fui
una hija obediente y responsable. Sabía lo que se esperaba de mí como
heredera. Hasta que…
—Hasta que esa perra con sangre impura te volvió loca de algún
modo —escupe con rabia.
—No sentía nada por Trevor y él por mí tampoco —aclaro.
—Eso es algo normal. Ha sido algo normal durante siglos, Moon.
Los matrimonios se acuerdan por alianzas, para que ambas familias
salgan beneficiadas. El amor es algo secundario. Si surge, muy bien. Si
no lo hace, no pasa nada. Pensamos que lo habías entendido como lo
hizo Trevor, pero es posible que fueses demasiado inmadura.
—Supongo que he causado muchos problemas, ¿verdad?
—Es difícil saber hasta qué punto, pero sí. Muchos. Los padres de
Trevor están muy enfadados, hemos acordado una reunión para limar
asperezas. Les ofreceremos una importante compensación económica,
una participación en todas nuestras empresas. Son gente sensata,
siempre lo han sido, y a nadie le conviene una guerra abierta si pueden
sacar beneficio igualmente —explica mi padre y sé que para él,
desprenderse de parte de su patrimonio económico es lo peor que le
puede pasar.
—¿No me vais a repudiar? —pregunto con miedo.
—No. Eres nuestra hija. Para bien o para mal. Todavía no sabemos
cómo vamos a solucionar todo este embrollo, pero no lo haremos. Si
sigues empeñada en estar con esa perra mestiza, quizá os tengáis que ir
a vivir lejos de aquí. No lo sé, Moon. Todo está demasiado confuso
todavía. Pero, por el amor de los antiguos dioses, no se os ocurra
decirle a nadie que el antiguo vínculo de sangre ha funcionado. Ambas
estaríais muertas. Hay muchos intereses en juego como para que se
corra la voz sobre eso —añade, alzando las cejas y señalándome con el
dedo.
—Sin la protección de la familia estarías muerta —tercia mi madre
—. Sigues siendo nuestra hija, aunque no estemos orgullosos de lo que
has hecho. Has sido una gran decepción para nosotros.
—Gracias —siseo.
—De momento, quédate en la mansión. No visites durante un
tiempo a esa loba. Podrás aguantar una o dos semanas sin ella,
¿verdad? —inquiere en un tono de desprecio.
—Suavizaremos las cosas con la familia de Trevor, aunque una cosa
es romper vuestros votos y otra muy diferente haberlo hecho por esa
abominación —corta mi madre, alzando los ojos al cielo.
Cassie
Está contenta, lo siento en mi interior. Bueno, quizá contenta, no del
todo, pero sí aliviada. Eso es buena señal. Definitivamente, buena
señal.
Me dejo caer sobre la cama de mi dormitorio y respiro hondo. Hogar
dulce hogar, supongo. Lo de esta última semana ha sido como bajarse
de la montaña rusa más salvaje del universo y todo mi cuerpo necesita
descanso.
Mi corazón vuelve a hacer esa cosa rara del aleteo, como una
mariposa atrapada en un frasco de cristal. Me sigue sorprendiendo,
pero sé que es Moon. Puedo sentirla a través de nuestro vínculo. Una
presencia cálida y reconfortante en lo más profundo de mi ser.
Sin querer, sonrío. Cojo mi almohada y la abrazo con fuerza,
enterrando en ella mi cara para ahogar un pequeño chillido de alegría.
Joder, ¿desde cuándo me he vuelto tan cursi? Moon está bien, lo
percibo. Su familia no se ha vuelto loca como temíamos. Trevor tenía
razón. Como casi siempre.
El suave golpeteo de unos nudillos en mi puerta me saca de mis
pensamientos y me devuelve a la realidad.
—Adelante —anuncio, mi voz todavía amortiguada por la almohada
que estrecho entre mis brazos.
La vieja puerta cruje al abrirse y el aroma familiar de Patrick inunda
la estancia. Es una mezcla extraña; pino, tierra y algo únicamente
suyo. Se apoya en el marco de la puerta, una sonrisa de complicidad en
sus labios.
—¿Qué pasa, Romeo? Mi hermano el rompecorazones. No me lo
imaginaba, de verdad —bromeo.
—Eres idiota, Cass.
—¿Querías algo o solamente vienes a vacilarme de que estás
saliendo con el vampiro más inteligente de los últimos siglos?
—Probablemente de la historia —ironiza, tirándome a la cara un
cojín que no consigo esquivar—. En realidad, sí que quería preguntarte
algo —admite, cerrando la puerta antes de sentarse junto a mí en la
cama.
Percibo un cambio en su tono de voz, se ha vuelto más serio, así que
me incorporo y me siento cruzando las piernas.
—Dispara.
—Me gustaría saber… ¿Cómo es?
—¿Cómo es qué? No quieres que entre en detalles sobre mi relación
con Moon, ¿verdad?
—No, idiota. Quiero saber cómo es estar unida a ella por ese
vínculo de sangre. ¿Qué se siente? Algo me contaste en el lago, pero
quiero saber más —aclara.
—Ah, joder, me dejas mucho más tranquila ahora —indico,
pegándole un puñetazo cariñoso en el hombro.
—¿Y bien?
—Puf… a ver cómo te lo explico. Es… mierda, a falta de una
palabra mejor para describirlo es increíble. Imagina que has estado
caminando toda tu vida tan solo con la mitad de tus sentidos y, de
repente, ¡boom! Puedes ver colores que ni siquiera sabías que existían,
percibir su estado de ánimo, saber que está a tu lado de algún modo.
Hasta creo que he ganado velocidad, a juzgar por la cara de asombro
de nuestro maestro de armas en el entrenamiento de combate de esta
mañana.
Patrick me observa con atención. Sus ojos muy abiertos, como si
estuviese meditando lo que desea preguntar.
—Pero, la parte de sentirla a tu lado. Eso es lo que más me interesa.
—Es como si siempre estuviese ahí, Pat —prosigo, tratando de
encontrar las palabras adecuadas—. No de una manera espeluznante,
ni perturbadora, en plan acosador, ni nada de eso. Es más bien como
una presencia cálida en lo más profundo de tu interior. Cuando está
feliz, lo percibo y yo también soy feliz. Si está triste o asustada,
también lo siento. A veces, puedo incluso ver pequeñas cosas que ella
está viendo, aunque eso es muy raro —reconozco.
—Trevor me dijo que las parejas de vampiros unidas por el vínculo
sagrado de sangre eran los mejores guerreros. En batalla podían ver
detalles que nadie más vería gracias a la percepción de su pareja.
—Espero no tener que descubrirlo, la verdad —suspiro—. De
momento, la parte más útil es excitarme cuando ella se excita, aunque
estemos a mucha distancia.
—Prefiero que no me des detalles sobre eso —interrumpe mi
hermano, levantando las manos y negando con la cabeza.
—Lo siento, sé que no te estoy ayudando mucho, pero es que es
muy difícil de explicar con palabras. Supongo que debes
experimentarlo para saber de lo que hablo.
—Suena maravilloso —suspira.
—Lo es, Pat, lo es.
—¿De verdad no te imaginabas lo mío con Trevor? —pregunta de
golpe.
—Moon tenía sospechas de que algo había, pero yo soy muy tonta
para esas cosas —reconozco—. ¿Lleváis mucho tiempo?
—Casi tanto como vosotras, desde que empezó a venir a la aldea
para ayudarte a pasar los exámenes del instituto —admite.
—Joder, sí que sois discretos, entonces —confieso asombrada.
—Ojalá no tuviésemos que serlo, pero visto cómo os está
funcionando a vosotras dos, es mejor no llamar la atención. Es muy
triste, pero de momento es lo que hay —reconoce bajando la mirada.
—¿Qué crees que pasará a partir de ahora?
—No tengo ni idea, Cass. Ni siquiera Trevor lo sabe, y eso que se ha
leído todos los libros de historia de los vampiros. Esto es algo
totalmente nuevo. Puede llevarnos a una nueva era con una
prosperidad con la que tan solo habíamos soñado o a la destrucción.
—Joder, sin presión, ¿eh?
—Lo siento.
—Mierda —gruño.
—¿Ocurre algo?
—Es Moon, algo no va bien —admito con preocupación.
Capítulo 6

Moon
Al abrir la puerta de entrada, se me erizan los pelos de la nuca. Algo
no va bien. El aire se siente denso y cargado, como la calma justo antes
de la tempestad. Y entonces lo escucho. Gritos que provienen de la
biblioteca.
Las bolsas de plástico que traía del supermercado se me caen al
suelo al escucharlos. Me quedo paralizada, mi corazón latiendo con
tanta fuerza que amenaza con escaparse del pecho. Y esas voces… las
reconocería en cualquier parte. Son los padres de Trevor, han decidido
adelantar la reunión entre ambas familias. Y mis padres… no están
precisamente intercambiando recetas para hornear galletas.
—Mierda, mierda, mierda —murmuro entre dientes.
Me acerco con precaución, tratando de decidir si es mejor escuchar
sin ser vista o entrar con ellos en la biblioteca. Están demasiado
absortos en su discusión como para darse cuenta de mi presencia,
sobre todo, si escucho con sigilo.
Junto a la puerta de la biblioteca, las voces se hacen más claras y
cada palabra es una daga que atraviesa mi corazón.
—¡Esto es indignante! —grita el padre de Trevor. Su voz,
normalmente calmada, es ahora la viva imagen de la ira—. Tu hija ha
insultado gravemente a nuestra familia. Siglos de tradición tirados por
la borda.
—Vamos, Alexander, nos conocemos desde que éramos unos niños,
fuimos juntos al colegio —tercia mi madre—. Quizá si todos nos
calmamos un poco…
—¿Calmarnos? —chilla la madre de Trevor. Proviene de una familia
de grandes guerreros, pero nunca la había escuchado sonar como una
desquiciada—. Tu hija rompió un compromiso. Es un voto sagrado
para los vampiros. ¿Y todo para qué? ¿Para follar con un chucho
mestizo? Si fuese mi hija la ahogaría en su propia sangre —agrega sin
saber que su hijo Trevor también está con un “chucho” como ellos
dicen, aunque en su caso sea de sangre pura. Aun así, dudo que ese
detalle mejore las cosas si se enteran.
Aprieto los puños y siento las uñas clavarse en mi piel. Ni siquiera
conocen a Cassie y la están atacando. No entienden nada.
—Cuida tus palabras Vivian —indica mi padre, su voz grave y
amenazante—. No permitiré ese tipo de comentarios bajo mi techo.
Puede que Moon haya tomado una decisión lamentable, pero sigue
siendo mi hija y heredera.
—¿Heredera? —corta la madre de Trevor—. Oh, no, querido. Tu
linaje termina aquí. Nos aseguraremos de ello.
Escuchar esas palabras hace que parezca que la temperatura del
pasillo ha caído diez grados. Tiemblo, me abrazo con fuerza a mí
misma, como si eso pudiese mantener unidos los pedazos rotos de mi
alma.
—Estamos dispuestos a ofreceros un acuerdo económico muy
ventajoso para solucionar este agravio —ofrece mi madre con voz
calmada.
—¿Acuerdo económico? ¿Qué podéis ofrecernos? ¿Para qué
queremos una pequeña parte cuando podemos quedarnos con todo?
Las noticias vuelan en nuestra comunidad, como muy bien sabes. Los
Von Sable no han dudado en ofrecernos a su hija, en cuanto se han
enterado de que Trevor había sido rechazado por esa pequeña putita
que no puede mantener las piernas cerradas.
Se me corta la respiración al escucharles. Los Von Sable son una
poderosa familia del área de Nueva York. Por lo que siempre he
escuchado, son gente sin escrúpulos, tan solo buscan más y más poder.
Si se alían con la familia de Trevor...
—Los Von Sable tienen su zona asignada al norte del país —gruñe
mi padre.
—No hay ninguna regla que les prohíba establecerse aquí por medio
de un matrimonio —replica Vivian.
—Pondrías en peligro todo el equilibrio entre las familias.
—El equilibrio entre las familias se ha ido a la mierda, James —
chilla la madre de Trevor—. Nuevos tiempos, nuevas reglas.
Formaremos una poderosa alianza y os haremos pedazos. Nos
quedaremos con todo. Cualquier familia que no firme una alianza con
nosotros será destruida también. En realidad, los Von Sable nos han
ayudado a pensar a lo grande. En unos meses, vuestra familia será
historia. Habéis durado mucho, si te paras a pensarlo. Debes estar
orgulloso de tus antepasados. Lástima que esa zorrita que tienes por
hija lo haya mandado todo a la mierda por un par de polvos.
Tiemblo de la cabeza a los pies. Las implicaciones de lo que he
hecho me golpean como si me atropellase un tren de mercancías.
Hablan de eliminarnos, de destruir todo lo que mi familia ha
acumulado durante siglos. De quedarse con todo. Y es por mi culpa.
Me deslizo por la pared, mis piernas demasiado débiles para
sostenerme. ¿Qué coño he hecho? Solo intenté ser feliz, seguir lo que
me decía mi corazón. ¿Es eso tan grave? Nunca quise que pasara nada
de esto.
La discusión dentro de la biblioteca de mis padres alcanza un punto
crítico. Sentada en el suelo, mientras abrazo mis rodillas, apenas
consigo distinguir las palabras individuales en medio del rugido de los
gritos, los insultos, las amenazas. Hablan de guerra, de muerte, de
destrucción.
Me dan arcadas. Necesito salir de aquí, no quiero escuchar más.
Necesito respirar.
Me alzo con dificultad y salgo corriendo hacia la puerta. El aire
fresco de la noche golpea mi cara y siento una opresión en el pecho
que apenas me permite respirar.
Vago por el jardín. Mis pies crujen sobre la gravilla y es ya el único
sonido que escucho. ¿Qué he hecho? Joder, ¿qué he hecho?
Un leve movimiento a mi derecha me detiene. ¿Son capaces de
asesinarme en mi propia casa? Eso sería demasiado, incluso para los
Von Sable. Adopto una posición de defensa, no caeré sin primero segar
la vida de alguno de sus sicarios.
—Trevor, joder, casi me matas del susto —protesto al ver de quién
se trata.
—¿Una noche difícil? —ironiza, arqueando una ceja al acercarse a
mí.
—Teniendo en cuenta que tus padres están hablando de matarnos a
todos y quedarse con nuestro patrimonio, se podría decir que no
estamos precisamente para celebraciones —me quejo.
—Lo sé. Traté de hacerles cambiar de opinión, pero los Von Sable
les han lavado el cerebro con sus sueños de grandeza. Están
convencidos de seguir adelante y… bueno, creo que será el final. Para
todos, no solo para vuestra familia. Vosotros caeréis primero, pero
luego vendrá el resto. Los Von Sable quieren hacerse con el control de
todo el país, lo he leído con claridad en sus mentes. Nosotros tan solo
somos sus peones. Y esa chica con la que pretenden casarme… joder,
es una jodida psicópata, Moon. Peor aún que sus padres.
—Lo he jodido todo, Trevor —suspiro, escondiendo el rostro entre
las manos.
—Habría pasado tarde o temprano. Solo lo has acelerado. Han
aprovechado la oportunidad para hacerse con el control, pero es algo
que ya estaba en sus planes —explica—. Te enamoraste de Cassie, eso
no debería ser un crimen.
—¡Qué irónico! Encuentro a mi alma gemela y no duraremos
mucho.
—Lo más triste es precisamente eso, Moon. Vuestro vínculo sagrado
funcionó entre dos especies diferentes. Eso abriría una nueva era.
Podría significar la paz para siempre. En cambio, ellos no lo quieren
ver. Les ciega el poder.
—Ya, explícaselo a tus padres… ah, espera, no puedes porque están
planeando asesinarnos —ironizo.
—Si te sirve de algo, lo siento, Moon. De verdad que lo siento. No
solo por la actitud de mis padres, también soy en parte responsable de
que Cassie y tú estéis juntas —confiesa.
—¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo seguirás con Patrick?
Por una vez, Trevor no tiene respuesta. Solo se queda frente a mí,
sin palabras, tan perdido como yo misma.
Mierda, las cosas se van a poner muy feas.
Capítulo 7

Cassie
Me incorporo de un salto, mi corazón latiendo desbocado y con un
sudor frío en la frente.
Miedo.
Pero el miedo no es mío, es Moon quien lo siente.
—Moon —suspiro y su nombre es casi una oración en mis labios.
Busco a tientas mi teléfono móvil, tirando al suelo una taza que se
encontraba en la mesita de noche. Patrick me observa sorprendido, sin
entender lo que ocurre, pero no me importa. Tiemblo mientras busco
su contacto. El tono de llamada suena varias veces.
No hay respuesta.
—Mierda, joder, contesta —bufo.
Camino de un lado a otro por la pequeña habitación, las tablas del
suelo crujen bajo mis pies descalzos.
De nuevo el buzón de voz. Mierda.
Lo intento de nuevo. Una y otra vez. Pero no hay respuesta. En mi
estómago se instala un nudo tan inmenso que apenas consigo respirar.
—Papá —chillo con todas mis fuerzas, saliendo de mi dormitorio
sin ni siquiera despedirme de Patrick.
Mi padre me observa confuso desde su sillón favorito.
—Tenemos que irnos, ahora mismo, es importante. Necesito que me
acompañes por si pasa algo —añado, las palabras saliendo de mi boca
de manera precipitada.
—¿Me vas a decir qué ocurre?
—Es Moon —explico, prácticamente empujándole fuera de la
cabaña—. Algo va mal, muy mal, puedo sentirlo.
—Bueno, vamos a calmarnos, Cass. ¿Quieres decir que vuestro
pequeño vínculo mágico o lo que sea funciona de verdad?
—¿No funciona de verdad la ceremonia esa a la luz de la luna donde
le quitáis la parte de lobo a las personas? Pues esto es igual —aclaro
con prisa mientras me dirijo a la furgoneta de mi padre.
No puedo evitar dejar escapar una gran cantidad de aire en cuanto
mi padre arranca y se incorpora a la carretera secundaria que nos
llevará hasta la autopista. En poco más de media hora podríamos estar
en la mansión de los padres de Moon. Espero que no sea demasiado
tarde.
—¿Qué es exactamente lo que sientes? —inquiere mi padre, creo
que mitad por curiosidad y mitad en un intento de que me calme y deje
de pegar saltos en el asiento.
—Es difícil de explicar, papá. Siento su miedo. Es un miedo intenso,
muy intenso. Terror.
—¿Estás segura de que no está teniendo una pesadilla? —pregunta
sin desviar la mirada de la carretera.
—Joder, ¡no digas gilipolleces! Sé perfectamente cuándo está
soñando y ahora es muy real. Está aterrorizada y eso, en Moon, es muy
extraño.
—Vale, trata de mantener la calma, ¿vale, Cassie? Sé que no es
fácil, pero mientras puedas sentirla sabemos que está viva. ¿Podrías
sentir su dolor si le pasa algo?
—Creo que… creo que sí, pero no estoy segura —afirmo
encogiéndome de hombros—. Mierda, papá, saber que está viva, pero
muerta de miedo no lo hace más fácil. Debe estar enfrentándose a una
gran amenaza.
Mi padre opta por no responder, aunque suelta una mano del volante
para apretar con cariño mi rodilla y eso me calma un poco. Al llegar a
la ciudad, cada semáforo en rojo es una eternidad, cada coche que
circula lento delante de nosotros es casi una afrenta personal, le
arrancaría la cabeza a su conductor si no tuviese tanta prisa.
Tamborileo los dedos sobre el asiento, mi pierna derecha rebotando
como si tuviese vida propia.
—¿Quieres hablar de ello? —dice por fin mi padre.
—¿De qué? ¿De lo del vínculo o de que la familia de Moon quiere
matarme?
—Eso último, dudo mucho que ocurra —suspira mi padre.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? Papá, me odian, pero realmente
me odian, no es una manera de hablar. Son vampiros, lo de matar es
como… su cosa, no sé. Es lo que hacen, ¿no?
—Es mucho más complicado que eso —afirma con voz calmada
mientras gira a la derecha, hacia una zona de grandes casas poco
iluminada—. Los vampiros se han vuelto cómodos. El largo período de
paz les ha vuelto demasiado ricos. ¿Iniciar una guerra contra el clan de
lobos más poderoso de los últimos doscientos años? Lo dudo mucho.
Se arriesgarían a perderlo todo. No es exactamente bueno para los
negocios y para los padres de Moon el dinero es lo más importante.
—Ya, bueno, ¿piensas que son demasiado burgueses como para
matarme?
—Algo así. Tienen mucho que perder. Alguna otra familia no te
digo que no, pero no la de Moon. De eso estoy seguro. En cambio,
para ella…
Mi padre se corta a sí mismo en mitad de la frase y a mí se me hiela
la sangre con las palabras no dichas.
—¿Crees que serían capaces de hacer daño a Moon? ¿Su propia
familia? ¿Quizá por eso está ahora mismo aterrada?
Las preguntas salen de mi boca como una ametralladora y el
prolongado silencio de mi padre habla por sí solo.
—¡Papá!
—No lo sé. Supongo que no llegarían a eso, pero son una especie
extraña, con sus antiguas tradiciones y protocolos. Muy extraños,
aunque sé poco de ellos —se disculpa, apretando mi rodilla de nuevo.
La imponente mansión se alza ante nosotros entre la niebla, casi
como salida de una novela gótica o de una película de terror, y por
momentos, el miedo de Moon se intensifica. Apenas puede respirar.
—¡Papá, corre, joder! Está peor —chillo.
Frenamos en seco frente a la enorme puerta y prácticamente me tiro
en marcha antes de que la furgoneta se detenga del todo.
—Cassie, no hagas ninguna tontería —gruñe mi padre.
Pero ya es demasiado tarde, con un potente salto, paso por encima
de la verja de hierro forjado y aterrizo en el jardín de la mansión.
Capítulo 8

Moon
Las palabras de Trevor son como una ola gigante que amenaza con
engullirme. Mi mundo era ordenado y predecible. Antes de conocer a
Cassie, no era feliz, pero todo tenía un sentido.
O, al menos, eso creía.
Ahora, el planeta parece girar fuera de su eje. Todo se está
torciendo, nada funciona bien.
Me aferro al borde del banco de piedra hasta que mis nudillos se
quedan blancos, mientras mi cabeza da vueltas a todas las
implicaciones posibles.
—¿Cómo? —suspiro con la voz entrecortada, prácticamente tan solo
un susurro difícil de escuchar—. ¿Cómo se enteraron tus padres? Ellos
pensaban que todo iba bien entre nosotros, ¿verdad? Y, de pronto, se
enteraron.
El rostro de Trevor se tensa. Respira hondo y deja escapar una gran
cantidad de aire antes de responder.
—Micrófonos —sisea—. En la casa del lago.
—¡No me jodas, Trevor! ¿Saben lo que ocurrió en los dormitorios?
Me muero de vergüenza, joder.
—Shh, baja la voz —murmura, mirando nervioso alrededor—. No
han llegado a tanto, al menos eso creo. Que yo sepa, tan solo tienen
micrófonos en el salón de la casa.
—¿Por qué coño ponen micrófonos en una casa que apenas
utilizáis? Y que es vuestra propia casa, además.
—Ya sabes cómo es mi madre —se disculpa Trevor—.
Posiblemente, lo que pretenden con esos micrófonos es ganar una
pequeña ventaja en las negociaciones. Imagino que en algún momento
se disculpan y abandonan el salón, dejando a solas a los interlocutores
para que hablen con calma, sin saber que les están escuchando. No
estaban destinados a espiarnos a nosotros, aunque lo han hecho.
—Ah, nada, ya me dejas mucho más tranquila, solo estaban
invadiendo de manera casual la privacidad de todos nosotros.
Fantástico, ahora dime que tienen cámaras ocultas en los baños.
Déjalo, prefiero no saberlo —bufo, poniendo los ojos en blanco.
—Mira, Moon, no es ninguna broma. Mis padres son despiadados
cuando se trata de negocios. Al igual que los tuyos. Todas las grandes
familias de vampiros lo son.
—Déjame adivinar, ¿también te han estado usando a ti para leer las
mentes? Porque eso sería mucho más fácil, ¿no? ¿Qué tal si te
contratan como un detector de mentiras viviente?
Trevor asiente y baja la cabeza avergonzado antes de responder.
—Me han utilizado un par de veces. Las otras familias no saben que
puedo leer las mentes, solo la tuya, y mis padres se ocupan de
mantenerlo en secreto. Es algo de lo que no me siento orgulloso —
concluye bajando la voz.
—Mierda, Trevor, lo siento —le aseguro, acariciando con suavidad
su brazo izquierdo.
—Honestamente, tarde o temprano iba a salir a la luz. Esto tan solo
aceleró todo el proceso y nos pilló sin un plan.
—Sin un plan y con una heredera de la casa Von Sable lista para
casarse contigo —le corto, alzando las cejas.
—Sí, esa última parte complica mucho más las cosas —admite
masajeándose la sien.
—No te puedes casar con ella, en esa familia están todos locos —le
recuerdo.
—¿Crees que quiero hacerlo? No tengo otra opción. Destruirían a
mi familia si la rechazo.
—Ya, ahora solo van a ayudar a tus padres a destruir a la mía —
suspiro
—Lo siento mucho, Moon. Sabes que si puedo evitarlo de algún
modo lo haré. De eso puedes estar segura. Yo…
—¿Cuánto tiempo crees que nos queda?
—¿Para qué?
—Para que vengan a por nosotros, joder.
—No será inmediato. No harán nada antes de la ceremonia que una
nuestro matrimonio. Necesitan a las dos familias trabajando al unísono
y, posiblemente, buscar alianzas de otras familias poderosas.
—¿Solo para ir a por mi familia?
—¿Solo por tu familia? ¿Crees que Cassie se va a mantener al
margen? ¿Piensas que dejará que te maten sin hacer nada? —inquiere,
abriendo las manos y en ese momento es como si el peso del mundo
cayese sobre mis hombros.
—¿Qué significaría?
—La guerra. Caos, muerte…En una escala que ni siquiera puedes
imaginar. Estamos hablando de alianzas centenarias desmoronándose,
de que cada familia buscará un bando si quiere sobrevivir. Moon, será
horrible. Sangre en las calles, los humanos atrapados en una guerra
abierta entre especies. Ahora ya no se puede mantener en secreto como
hace siglos. Todo saldrá a la luz. El frágil equilibrio que tenemos
saltará por los aires y llevará a un nuevo orden. Quizá a nivel mundial,
porque seguramente, las familias europeas vendrán a por lo que quede.
—¿No estás exagerando un poco?
—No, Moon, ojalá estuviese exagerando —concluye, mordiendo su
labio inferior y desviando la mirada.
Capítulo 9

Cassie
Deambulo por el jardín de la mansión de Moon dispuesta a
arrancarle la cabeza al primer vampiro con el que me cruce. Si se
piensan que van a poner la vida de mi novia en peligro sin que yo haga
nada por evitarlo, más vale que lo piensen de nuevo, porque están muy
equivocados.
Percibo que sigue con miedo, aunque ya no es el terror de antes.
Quizá ha aceptado su destino, como hice yo cuando estaba a punto de
morir ahogada en el lago.
Me deslizo por uno de los laterales del edificio y a través de una
ventana puedo ver claramente el interior de la biblioteca. La escena me
pone los pelos de punta. Los padres de Moon discuten con los de
Trevor a voces, amenazándose de muerte los unos a los otros, diciendo
algo sobre alianzas, de Nueva York…No entiendo nada de la política
de los vampiros, a veces pienso que ni ellos mismos la entienden, pero
no hace falta ser un genio para saber que las cosas no pintan nada bien.
—Mierda, joder —mascullo para mí misma al escuchar el crujido de
una rama en el suelo a poca distancia de mí.
—¿Qué coño haces ahí, idiota? Te van a pillar —susurra Moon
cuando estoy a punto de convertirme en loba para atacarla por error.
—Joder, no te puedes acercar a mí de esa manera por la noche —
protesto, dirigiéndome hacia una zona más oscura donde Trevor la está
esperando.
—¿Qué haces aquí? —pregunta de nuevo.
—Pensé que te estaban matando. Sentí tu miedo y creí que estabas a
punto de morir. Espera, ¿no te ocurre nada? —inquiero confusa.
—Lo de que no me ocurre nada es ponerlo demasiado bonito, pero
no, nadie me está matando. Al menos todavía. Tardarán un poco,
aunque me temo que estoy más que muerta —explica de manera
críptica.
—No entiendo lo que dices, Moon —confieso, acercándome a ella
para abrazarla—. Pero me alegro mucho de que sigas con vida.
—Sí, bueno, intentaré que te sigas alegrando y seguir viva todo el
tiempo que pueda —ironiza.
—¿Qué ocurre con el espectáculo de vampiros ahí dentro? Con lo
tranquilos que suelen estar siempre, manteniendo la compostura y todo
eso. Ahora no escucho más que gritos.
—¿Les has visto? —interrumpe Trevor.
—Ya, bueno, era difícil no verlo, ¿sabes? No entiendo cómo no ha
venido ya la policía. Suerte que la casa está un poco aislada.
—Y que todas las viviendas de alrededor son también de vampiros y
en estos momentos estarán muy ocupados decidiendo a qué bando
apoyan —añade Moon.
—¿Me vais a explicar qué coño pasa y quién quiere matarte? —
protesto con los brazos en jarra.
Moon mira hacia Trevor y muerde su labio inferior, mientras el
vampiro deja escapar un largo soplido. Tengo la sensación de que lo
que tienen que explicarme no es nada bueno.
—Cassie, lo que has visto ahí dentro… es tan solo el comienzo. Las
cosas están a punto de ponerse muy feas en el mundo de los vampiros
—susurra.
—Para unas familias se pondrán más feas que para otras, porque a
nosotros nos matarán a todos y otros se quedarán con lo que tenemos
—añade Moon haciendo una mueca.
—Será un auténtico desastre, un caos. No será bueno para nadie.
Pero, sí, estoy de acuerdo contigo. Tiene pinta de que tu familia se va a
llevar la peor parte —concuerda Trevor.
—Habrá una guerra —suspira mi novia.
—Espera, guerra. ¿En plan guerra de verdad con bombas, sangre y
tripas y esas cosas?
—Sin armas de fuego, para no llamar la atención de los humanos,
pero guerra al fin y al cabo —explica Trevor.
—Vaya —siseo, acariciando la parte baja de la espalda de Moon.
—Cass, no lo entiendes. Cuando los vampiros van a la guerra es…
brutal. Horroroso.
—¿Cómo de horroroso?
Durante al menos media hora, Moon y Trevor me cuentan historias
que harían que los escritores de terror vomitasen. Hablan de conflictos
que se remontan siglos atrás. Cada uno de ellos lleno de odio y más
espantoso que el anterior.
—En 1783, la familia Crimson organizó lo que se llamó más tarde
“La cosecha roja” —murmura Trevor—. Secuestraron a una buena
parte de los hijos de la familia Shadowveil, sus enemigos. Les
mantuvieron cautivos en un lugar remoto durante meses,
alimentándoles tan solo de sangre contaminada con plata.
—Joder —suspiro.
—La plata no nos mata de manera instantánea como a vosotros, peo
en dosis constantes y pequeñas, hace que te vuelvas loco. Cuando
liberaron a los niños, estaban tan trastornados que atacaron a sus
propios padres. Los Shadowveil quedaron prácticamente extintos y los
que sobrevivieron juraron lealtad a los Crimson, entregándoles todos
sus bienes.
—¡Qué putada! —confieso.
—En enero de 1865, durante la Guerra civil, los Von Sable
aprovecharon el caos en el que estaba sumido el sur de los Estados
Unidos y asesinaron a poblaciones enteras, tanto de vampiros como de
humanos. Es lo que más tarde se llamó la “Purga de medianoche”.
—De nuevo, las familias más pequeñas, sobre todo las de la zona de
Nueva Inglaterra, les juraron lealtad y gracias a eso consiguieron ser
una de las familias más poderosas, a pesar de que no tienen tantos
siglos de existencia como la mía o la de Trevor —agrega Moon.
—Espera, Von Sable, como ¿Daniela Von Sable, la actriz buenorra
de Hollywood? —interrumpo confusa.
Moon me lanza una mirada que mezcla la irritación con algo que
podría ser celos.
—Sí, Cassie, sí. La actriz buenorra, como tú dices, es una vampira y
la futura cuñada de Trevor —escupe, chasqueando la lengua con un
gesto de desdén.
—¿Cómo que tu futura cuñada? —tartamudeo, casi sin que las
palabras sean capaces de salir de mi garganta, mientras pienso en lo
enamorado que está mi hermano Patrick.
—Los Von Sable son especialmente sangrientos. La última masacre
ocurrió en 1918 durante una conferencia de paz. En teoría, iban allí
para evitar una guerra y acabó siendo un baño de sangre. Se
deshicieron de tres familias rivales enteras. Eso les permitió hacerse
con el control de todo el noroeste del país. Su centro de poder está en
Nueva York, pero dominan toda Nueva Inglaterra —prosigue Trevor
sin responder a mi pregunta.
—¿Y la parte de tu futura cuñada? ¿Lo sabe Patrick? —insisto.
—Trevor se va a casar con una hija de los Von Sable —masculla
Moon.
—¿Qué coño, Trevor? —protesto.
—No es que tenga opción, Cassie. Las cosas están ya demasiado
complicadas —reconoce, abriendo las manos como si pretendiese
disculparse.
—Escápate con mi hermano a algún lugar remoto —propongo.
—Entonces, además de a mi familia, matarían también a la de
Trevor —añade Moon.
—No te ofendas comillitos, pero los vampiros sois un poco
sanguinarios y malas personas —bromeo, tratando de romper la
tensión mientras rodeo su cintura con mi brazo.
Pero la tensión está a punto de empeorar. Juro que casi me da un
infarto cuando observo al padre de Moon venir hacia nosotros.
—Trevor, sabes que no tengo nada contra ti, pero es mejor que te
vayas de nuestra propiedad. Ya no eres bienvenido —anuncia con
gesto serio.
Trevor pierde el color del rostro, lo que ya es bastante difícil para un
vampiro, y simplemente asiente lentamente con la cabeza, tragando
saliva y caminando lento hacia atrás, como si no quisiese perder de
vista al padre de Moon. No le culpo.
—Yo mejor me voy también, solo estaba de paso para saludar —
indico, levantando las manos en señal de que no pretendo causar
ningún problema.
—No esperaba verte aquí —sisea, clavándome la mirada.
—Ya, bueno, es que soy una caja de sorpresas. Como acabo de
decir, solo vine para saludar, ya me iba.
—Puedes quedarte —anuncia, levantando una mano.
—¿Qué?
—Puedes quedarte —repite, suavizando la voz—. Dada tu…
conexión con Moon, supongo que ahora se te puede considerar parte
de la familia.
Parpadeo atónita. Probablemente, es lo más amable que James me
ha dicho nunca. Teniendo en cuenta que últimamente tan solo amenaza
con matarme. Debería estar contenta, pero percibo que Moon siente
una extraña punzada de dolor. En la lejanía, Trevor alza los ojos al
cielo y entonces lo comprendo. Pretende utilizar a la manada como sus
aliados en esa jodida guerra. Tan solo está siendo amable conmigo
porque puedo aportarle cientos de guerreros bien entrenados.
No entiendo cómo Moon ha salido tan buena persona con un
psicópata como padre.
Capítulo 10

Moon
Dentro de la biblioteca parezco estar en el punto de mira. Tanto de
manera literal como figurativa. Mi padre ha convocado a todo el que es
alguien en nuestra familia, así como a los representantes de las
familias aliadas. Sus ojos se clavan en mí, prácticamente
taladrándome, culpándome de la desgracia que he traído. Odiándome
por haber firmado su sentencia de muerte.
—Claramente, fue hechizada por esa perra mestiza —grita mi
abuela Esmeralda, su rostro contorsionado de asco al referirse a
Cassie.
—¿Te he dicho ya que tu abuela es un encanto? —ironiza la loba en
voz baja.
Tengo que morderme el labio para no sonreír, a pesar del apocalipsis
que está a punto de desatarse.
—¡Silencio! —brama mi padre, dando un manotazo sobre la vieja
mesa de caoba y varios de mis primos saltan asustados—. La
indiscreción de mi hija nos ha puesto a todos en peligros. Aun así, no
es momento de culpar a nadie. Necesitamos determinar cuál será
nuestro próximo movimiento antes de que los Von Sable y sus aliados
lo decidan por nosotros.
—Son solo una familia de nuevos ricos. Su fortuna apenas supera
los cuatrocientos años de antigüedad —protesta mi tío Arnold con un
gesto de desdén, provocando algunas carcajadas.
—Unos nuevos ricos con mucho poder y fuertes alianzas —nos
recuerda mi padre.
—Si se me permite hablar —interrumpe Cassie con miedo,
consiguiendo que en toda la sala se haga el silencio más absoluto—.
Creo que la prioridad debería ser recopilar información sobre el
alcance de sus alianzas. Sin saber a qué nos enfrentamos, estaríamos
actuando a ciegas.
Mis familiares se miran unos a otros con sorpresa. Cassie ha
utilizado el plural y eso no me gusta nada. Ya se considera una parte de
nosotros, quizá se sienta culpable de haber causado todo este embrollo,
pero no puedo permitir que involucre al clan de los lobos en esta lucha,
incluso si es la única opción de permanecer con vida.
—La loba habla con sensatez —asiente mi abuelo Vlad, que es el
único de los presentes que ha conocido una guerra, aunque sea a menor
escala que esta—. Debemos conocer a nuestro enemigo antes de
derrotarlo.
—Ya lo decía Sun Tzu —corta Cassie—. Si conoces al enemigo y te
conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas. Eh,
El arte de la guerra es lectura obligatoria para todos los lobos —
agrega, encogiéndose de hombros.
—Supongo que no hay ninguna esperanza para alcanzar una
solución pacífica, ¿verdad? —inquiero, bajando el tono de voz.
—Ojalá la hubiera, Moon —suspira mi abuelo Vlad—. No con los
Von Sable, son salvajes. Su codicia les ciega y no tienen
remordimientos. Debimos acabar con ellos cuando tan solo eran una
familia que luchaba por hacerse un hueco en las calles de Nueva York.
—En eso estoy de acuerdo —murmura Cassie, consiguiendo me
media sala bufe. Siguen odiándola a muerte a pesar de que trata de
ayudarnos.
—Cuida tu lengua, perra mestiza —gruñe mi abuela Esmeralda—.
No tienes ni voz ni voto en esta reunión. A mí no me engañas con todo
eso del vínculo sagrado con mi nieta. Los lobos sois peor aún que los
Von Sable y tú… tú ni siquiera eres del todo loba. Eres sangre impura
—escupe con asco.
Cassie pone los ojos en blanco y deja escapar un suspiro.
—Tu lucha es mi lucha —me asegura con un guiño de ojo y una
pequeña sonrisa que no llega a reflejarse en su tensa mirada.
—¡Basta! —grita de nuevo mi padre—. Esta discusión no resuelve
nada. Debemos permanecer unidos, no separados. La loba tiene razón,
necesitamos más información antes de decidir una estrategia. Quiero
saber cada contacto, cada aliado, cada recurso del que disponemos.
Revolved debajo de las piedras, incluso con las familias más
indefensas. Toda ayuda es bien recibida. Haced ofertas que no puedan
rechazar, pero conseguid todos los efectivos que podáis. Nuestra
supervivencia depende de ello —concluye.
—¿Y qué hay de Moon? —indaga mi madre—. Ella está en un
peligro más inmediato, ¿no?—. Los Von Sable podrían ir a por ella
antes de atacar al resto del clan como medida disuasoria.
—No lo harán —ladra mi abuelo Vlad—. Pueden parecer muy
valientes, pero solo atacan cuando todas las probabilidades están a su
favor. Les llevará un tiempo forjar las suficientes alianzas. Deben
atacarnos en nuestro propio territorio y eso supone una desventaja. La
mayor parte de las familias no jurarán lealtad hasta que la boda de
Trevor con la hija de los Von Sable sea efectiva, sobre todo tras ver
que mi nieta y ese chico rompieron sus votos. Solo una vez que se
unan en matrimonio, el vínculo de sus familias será lo suficientemente
fuerte como para cosechar alianzas de importancia y atacarnos.
—Yo, por mi parte, estoy dispuesta a aceptar cualquier riesgo —
suspiro—. Siento haberos metido en todo esto.
—Muy noble por tu parte, pero tonto —me corta mi tío abuelo
Mortimer—. Nos has condenado a todos por no saber controlar tus
hormonas de adolescente. Y con una medio loba, nada menos. Se te
podría haber ocurrido una perversión menos peligrosa.
La sala estalla en murmullos amenazantes, solo roto por una nueva
observación de Cassie, que es incapaz de mantener la calma.
—Eh, tranquilo, abuelete —gruñe—. Moon no ha condenado a
nadie. En cualquier caso, ha demostrado que vampiros y lobos no solo
pueden coexistir en paz, sino amarse. Lo que prueba que todas vuestras
tradiciones están basadas en mentiras y odio. Si los vampiros no lo
centraseis todo en la política y el poder, veríais esto como una
oportunidad para progresar y no como una amenaza.
Mierda, ahora se ha pasado. Casi la totalidad de la sala intenta
matarla con la mirada y de no ser por la presencia de mi padre, creo
que lo harían con las manos o los colmillos.
—Cassie, cierra la boca y no les provoques —le advierto, pero mi
abuela Esmeralda tampoco puede mantener la calma.
—¿Progreso? ¿Llamas progreso a vuestra sucia perversión? En mis
tiempos habríamos…
—Ya bueno, tus tiempos seguramente eran los de la Inquisición
Española —interrumpe Cassie para disgusto de mi padre, que se lleva
una mano a la frente—. Además, si te sacases el palo de escoba que te
has metido por el culo para ir tan estirada, no te sentirías tan
amenazada por el amor entre vampiros y lobos.
Varias personas de mi familia se levantan, sisean amenazas e
insultos contra Cassie, que se mantiene firme, desafiante. Esto cada
vez se parece más a un Romeo y Julieta paranormal en versión sáfica.
—¡Silencio! —ruge mi padre—. Doy por terminada la reunión en
vista de que no se aportan nuevas ideas. Esta disputa no conduce a
nada. Moon, permanecerás dentro de la mansión en todo momento, sin
salir de aquí. Es por tu seguridad. Cassie puede quedarse si así lo
desea, aunque debería informar a su padre y al resto de lobos de lo que
está ocurriendo. En cuanto a vosotros —añade, señalando a los allí
presentes—. Quiero ojos y oídos por todas partes. Cualquier
movimiento de los Von Sable o sus aliados… debo conocerlo de
inmediato.
Capítulo 11

Cassie
El bosque me llama. No sabría explicarlo, es como un susurro
ancestral que tira de mí como un imán. Pero sé que mi sitio está aquí.
Y en el centro de todo está Moon.
Aun así, mi instinto me grita que la lleve lejos, a la seguridad de la
manada. Quiero salvar su vida, incluso sabiendo que nunca
abandonaría a su familia de manera voluntaria. Y aquí me encuentro,
atrapada entre dos mundos, intentando no volverme loca.
—¿Estás bien? —su voz me saca de mis pensamientos y me
devuelve a la realidad—. Parece como si estuvieses a punto de
transformarte y salir corriendo de aquí.
—Nah, en realidad estaba más bien pensando en secuestrarte y
llevarte a vivir a la aldea de los lobos. Ya sabes, lo normal.
—Lo normal en la Edad de Piedra —bromea.
—Supongo que las cosas eran más sencillas en aquella época.
¿Había vampiros?
—No, son posteriores. Si de verdad te interesa saber algo de nuestra
historia, Trevor es la persona adecuada. No creo que haya nadie que
sepa más que él. A mí me educaron más bien para luchar y dirigir
algún día la familia. Los padres de Trevor desistieron de eso cuando él
tenía unos doce años y vieron que cualquier vampiro de diez podía
vencerle. Supongo que, en el fondo, tuvo suerte. Siempre fue más libre
que yo para hacer lo que quiso —admite Moon con un suspiro.
—Ya, bueno, te lo decía en serio de todos modos. Una parte de mí
quiere cogerte y llevarte conmigo al bosque. Allí estarías a salvo, la
manada te protegería. No tendría sentido para ellos atacar solo para
acabar con tu vida —explico, arrepintiéndome de manera inmediata al
observar la cara que ha puesto Moon.
—¿Y la otra parte de ti?
—La otra parte sabe que nunca dejarías a tu familia en una situación
tan peligrosa —reconozco, encogiéndome de hombros—. Y que
probablemente me darías una buena paliza si lo intentase.
—¿Sabes? La idea de vivir en el bosque contigo no suena mal si es
que sobrevivo a todo esto. De todos modos, cualquier posibilidad
futura de dirigir mi familia se ha esfumado.
—Si es que sobrevivimos —corrijo.
—No tienes por qué meterte en esto. Son asuntos de vampiros. Sé
que te has dado cuenta de que mi padre intenta que te quedes conmigo
como método disuasorio. Supone que los Von Sable se lo pensarán dos
veces antes de atacar a la hija de Calvin Hunt, pero es muy peligroso.
—No, Moon —la corto, llevando mi dedo índice a sus labios—.
Esta es mi lucha tanto como la tuya. No pienso dejarte sola en todo
esto. Si las cosas salen mal, moriremos juntas, pero te juro que antes
caerán un montón de Von Sable.
—A veces me gustaría ser simplemente una humana y no saber nada
de todo esto. Vivir una vida sencilla, con sus dramas adolescentes de
instituto, como cualquier chica de mi edad. Quisiera poder permanecer
ajena a un mundo sobrenatural que se desarrolla a mi alrededor y que
interactúa con el mío sin que yo lo sepa.
—Ya, bueno, pero con dinero, ¿eh? Que yo he vivido esa vida en las
calles y te garantizo que no es tan fácil como te piensas —le aseguro.
—Gracias —dice de pronto.
—¿Por qué?
—Sé que quieres protegerme y, aun así, respetas mi decisión y la
tomas como tuya. Es bonito —admite, colocando su frente sobre la
mía.
—Siempre respetaré tus decisiones, Moon —suspiro, y cuando la
punta de su nariz roza la mía para besarnos, una corriente eléctrica
recorre todo mi cuerpo—. No sé cuánto tiempo nos queda de vida,
pero mientras siga respirando, serás lo más importante para mí.
—Si quieres hacerme llorar lo estás consiguiendo, idiota —susurra
contra mis labios.
Justo en ese instante, un ruido llama nuestra atención e,
instintivamente, coloco a Moon detrás de mí para protegerla con mi
cuerpo.
—Lo siento —la voz de Trevor corta la oscuridad de la noche.
—Te juro que eres el vampiro más torpe de la historia —bufa Moon
—. ¿Qué coño haces aquí? Si mi padre te pilla vas a tener problemas.
—Solo venía a avisaros. Las negociaciones han acabado. Mi boda
con Lucrecia Von Sable es inminente —susurra con el rostro tenso.
—Pues espero que no te mate tras follar en la noche de bodas —
espeta Moon, chasqueando la lengua.
—Sabes perfectamente que si pudiese evitarlo lo haría, joder —se
queja el vampiro—. Ojalá fuese tan fácil. Mira cómo acabó lo vuestro.
—Vale, vienes a avisarnos, ¿no? Ya estamos avisadas, ahora lárgate
con tu nueva familia de psicópatas —insiste Moon, señalando con el
dedo índice hacia la puerta.
—Eh, se está jugando la vida para avisarnos. Es nuestro amigo —le
recuerdo.
—Sabes que tan solo me usan como un peón. A Lucrecia le parezco
un vampiro débil y despreciable. Su mente es como un libro abierto,
demasiado fácil de leer. En realidad, tiene una aventura con uno de sus
guardaespaldas. Quiere tener hijos fuertes y piensa que yo no se los
podré proporcionar.
—Lo siento, Trevor —siseo, acercándome a él para apretar su mano
en un intento de darle ánimos—. ¿Se lo has dicho a Patrick?
—Justamente voy a ir ahora a verle, a… a despedirme —confiesa,
bajando la mirada para esconder sus ojos acuosos.
—Ten cuidado, ¿vale? —le recuerdo—. Y, ¿Trevor? Díselo con
cuidado. Procura no hacer daño a mi hermano, por favor. Al menos no
más de lo necesario. Te quiere.
—Y yo a él, Cass. No te puedes imaginar lo que quiero a Patrick. La
vida a veces es una mierda —concluye antes de irse.
Capítulo 12

Moon
El silencio en la cocina es tan denso que casi se puede cortar con un
cuchillo. Mi madre está de espaldas a mí, preparando una masa para
hornear galletas con más fuerza de la necesaria. No creo que hayamos
cocinado juntas más de… no sé, quizá más de cuatro o cinco veces,
cuando era una niña pequeña. Para ser honestos, nunca cocinamos,
pero se empeñó en preparar unas galletas y me pidió ayuda.
No encontré fuerzas para negarme. Supongo que es su manera de
hacer algo con su hija antes de que el tiempo se acabe. Pero ahora, el
sonido del agua del grifo y el tintineo de la vajilla me pone de los
nervios.
—Quería que supieses que… que lo siento —dejo escapar,
colocándome junto a ella.
—¿Qué sientes? —pregunta sin dejar de batir la masa.
—Todo. Fui egoísta, puse el amor por delante de mi familia, de mis
responsabilidades y ahora he logrado que pronto nos maten a todos.
Nunca pensé que las cosas llegarían tan lejos —confieso entre
lágrimas.
Mi madre suspira y se gira lentamente, limpiándose las manos con
un trapo de cocina. Su mirada parece más cansada estos últimos días.
—Moon, cariño —comienza, pero yo la interrumpo.
—No, mamá, déjame terminar, por favor —suplico—. Sé muy bien
que la he cagado. A lo bestia. No comparto todas nuestras ideas
arcaicas, pero debí pensar en los demás y no solo en mí misma. Si no
salimos de esta… si no sobrevivimos, quiero que sepas que de verdad
lo siento.
Las lágrimas que había estado conteniendo se derraman ahora libres
por mis mejillas. Mi madre da un paso hacia mí para abrazarme, pero
retrocedo, cruzando los brazos sobre mi pecho en un intento de
abrazarme a mí misma.
—Moon, mírame —indica, levantando mi barbilla entre sus dedos.
—Fuiste valiente. Buscaste algo que ningún otro vampiro ha
buscado en la historia. El amor verdadero. Un vínculo de sangre con
alguien que pertenece a dos especies distintas, que ni siquiera debería
estar viva y llena de energía. Todo es demasiado extraño, demasiado
nuevo —suspira—. Ayer tuvimos una larga conversación con tu abuelo
Vlad. Es el único de los ancianos que piensa como tú, que lo tuyo con
Cassie podría abrir la puerta a una nueva era de prosperidad cuando
ella sea alfa y tú dirijas esta familia. Lástima que no quieran daros una
oportunidad.
—Sí, lástima que quieran matarnos.
—Has crecido tanto y tan rápido. Ojalá te hubiésemos explicado las
cosas mejor en vez de simplemente darte órdenes. Ahora…
—Ahora moriremos todos, mamá —la corto.
—Si nuestra familia fuese tan fácil de matar, ya habríamos sido
aniquilados hace cientos de años. Incluso la familia de Trevor, por
parte de su madre Vivian, ha intentado deshacerse de nosotros durante
generaciones. Está todo en los libros de historia —explica.
—Siempre hay una primera vez para todo —mascullo, acercándome
a ella para apoyar la cabeza en su cuello.
—Hemos sobrevivido a cosas peores. Lo conseguiremos también
ahora —asegura, acariciando mi pelo con cariño.

Cassie
Sentada sobre el alféizar de la ventana, observo caer la lluvia como
si fuese la cosa más fascinante del mundo. Las oscuras nubes reflejan
mi estado de ánimo. Me marchito en este lugar, sin salir de la mansión
por precaución, por si los Von Sable se vuelven locos y nos atacan
antes de la boda de Trevor. Echo de menos la aldea de los lobos,
incluso los duros entrenamientos con el maestro de armas. Pero debo
permanecer junto a Moon, lo está pasando muy mal con toda esta
situación, y no me extraña.
—Incluso echo de menos los chistes malos de Patrick —mascullo
para mí misma, mientras dibujo con el dedo caritas tristes en el cristal
empañado.
De pronto, escucho una voz familiar a la entrada de la mansión y me
levanto de un salto, bajando las escaleras de dos en dos para
comprobar si estoy en lo cierto.
—Cassie —la voz grave de mi padre resuena en todo el vestíbulo.
—¿Papá? ¿Patrick? ¿Qué hacéis aquí? —pregunto mientras me
sorprendo a mí misma envolviéndoles en un largo abrazo.
—Venimos a rescatarte durante un par de horas. Ya sabes, ya que no
quieres separarte de Moon, pensamos que podríamos llevaros a comer
a algún restaurante. No sería prudente que los Von Sable os atacasen si
estáis con nosotros —explica Patrick si quitar ojo a los padres de
Moon.
La idea me parece excelente. Al menos, tendremos una oportunidad
de matar el aburrimiento y que nos dé un poco el aire, pero Moon se
excusa con educación, diciendo que es algo que debemos hacer como
familia.
—Tú también eres mi familia —susurro, esbozando una sonrisa,
aunque no llego a convencerla.
Ya en la furgoneta de mi padre, el olor a tierra y pino me envuelve
en una oleada de nostalgia.
—Tenía ganas de salir a dar una vuelta —confieso, dejando escapar
un largo suspiro—. Los padres de Moon se empeñan en que no
abandonemos la mansión bajo ningún concepto y me estoy agobiando.
Supongo que es por la luna llena, pero no es cuestión de desobedecer y
escaparnos después de los problemas que hemos causado.
—A la hora de causar problemas, siempre lo haces a lo grande —
gruñe Patrick, que está más serio que de costumbre.
—Han abierto un nuevo restaurante en el centro comercial que dicen
que tiene la mejor carne de la ciudad —anuncia mi padre, cortando la
incómoda conversación.
Durante el trayecto, mi padre me pone al día sobre las últimas
noticias de la manada. Un par de nacimientos y una boda. Dos familias
que se han enemistado por una tontería. Ese tipo de cosas. Ojalá la
vida de los vampiros fuese tan simple como la nuestra.
—Todos te apoyarán si esos vampiros te atacan —gruñe de pronto,
aunque yo he tenido mucho cuidado de no mencionar más ese tema.
—No puedo pediros que entréis en una guerra —le corto.
—No hace falta que lo pidas. La manada se protege. Si atacan a uno
de nosotros, nos atacan a todos —asegura muy serio.
En el restaurante, nos sentamos en una mesa apartada. El local huele
a carne haciéndose a la parrilla y especias y consigue que se me haga
la boca agua.
—¿Alguien por aquí está hambrienta? ¿Es que no te gusta la comida
de los vampiros? —bromea mi padre.
—No está mal, la verdad, pero soy muy carnívora y odio cualquier
tipo de vegetales en el plato. Y bueno, una parte de su dieta… prefiero
no probarla —confieso, encogiéndome de hombros.
Mi padre suelta una larga carcajada con mi referencia a la sangre,
pero Patrick continúa mucho más serio que de costumbre.
—¿A ti te pasa algo? —suelto sin poder aguantarme por más
tiempo.
—¿Tú qué crees? —responde con sequedad.
—No lo sé, dímelo tú.
—¿Por ejemplo, que vas a poner en peligro a todo nuestro clan?
—Te repito que yo no lo he pedido —protesto.
—Pero lo harán igual para defenderte. Y será contra Trevor y su
familia —gruñe.
—Ah, ahora lo entiendo —murmuro.
—No, no entiendes nada, porque si no, no habrías montado el lío
que has montado —bufa, desviando la mirada y tirando su servilleta
sobre la mesa.
—Si la familia de Trevor se hacen la ofendidita porque Moon le ha
rechazado son gilipollas —espeto, alzando la voz algo más de lo que
sería conveniente—. Te recuerdo que a Moon no le gustan los chicos,
sino las chicas.
—No hablo de eso, podríais haber manejado la situación mucho
mejor de lo que lo hicisteis. Fue una chapuza y ni siquiera habéis sido
capaces de andar a escondidas sin que os pillasen —protesta.
—Ya, supongo que como …
Mierda, me muerdo la lengua y me detengo. Mi padre no sabe nada
de lo de Patrick y Trevor y no quiero complicar más las cosas por muy
enfadada que esté con mi hermano en estos momentos.
—Ya está bien. ¡Los dos! —corta mi padre, dedicándonos una
mirada que nos deja en el sitio—. Hemos venido a disfrutar de una
comida familiar, no a discutir por tonterías. Lo hecho, hecho está. Hay
que vivir con las consecuencias de nuestros actos y aprender de ellas
para el futuro. Discutir sobre lo que podría haber sido no arregla nada
en estos instantes.
—Se me ha quitado el hambre —protesto, levantándome de la mesa
y abandonando el restaurante, pese a la insistencia de mi padre para
que me siente de nuevo con ellos.
***
—¿Por qué has vuelto tan rápido? —inquiere Moon, sorprendida.
Está sentada sobre su cama, con las piernas cruzadas mientras lee un
viejo libro sobre alguna batalla que han librado sus antepasados.
Últimamente, lee demasiados libros de las batallas de sus antepasados,
no sé si es para convencerse a sí misma de que por muy mal que pinten
las cosas, se puede salir victorioso.
—¿Te he dicho alguna vez que algunos de esos vampiros que tenéis
colgados en las paredes en forma de cuadros me miran mal? —bromeo
para olvidarme de la discusión con mi familia.
—Vale, ¿me quieres contar lo que ha ocurrido? Porque no habéis
podido comer en tan poco tiempo y traes una cara un poco triste.
—He discutido con Patrick.
—¿Con tu hermano? ¿Por?
—Supongo que está dolido con nosotras. Ya sabes, la manada
responderá si esos psicópatas me atacan, pero eso significaría entrar en
guerra también con Trevor y su familia. Un poco complicado todo —
admito.
—Demasiado complicado —suspira—. Pero se me ocurre una cosa
para intentar alegrarte un poco.
—¿Ah, sí?
—Túmbate en la cama, tiene algo que ver con mi lengua entre tus
piernas —susurra con una seductora sonrisa que me provoca un
cosquilleo en la parte baja del vientre imposible de ignorar.
Por desgracia, el sonido de unos nudillos en la puerta interrumpe lo
que estaba a punto de convertirse en mi salvación, aunque fuese por un
breve período de tiempo.
—Me cago en la puta, joder —murmuro, sin recordar que los
vampiros tienen un sentido del oído excelente.
—¿Puedo pasar? —pregunta el padre de Moon. Al menos, ahora ya
no abre las puertas de golpe como cuando nos pilló la primera vez.
—Claro, papá, solo estábamos… hablando —se apresura a
responder Moon, enderezándose.
Yo también me siento en la cama de un salto, consciente de pronto
de lo cerca que ha estado de pillarnos de nuevo. James sonríe al entrar,
en su mano lleva un par de sobres gruesos y marrones y a mí me da un
vuelco al corazón al observar el logotipo.
—Ha llegado esto para vosotras dos —anuncia, entregándonos un
sobre a cada una.
—¿Para mí también? —pregunto confusa, mis dedos prácticamente
temblando mientras lo abro.
—Para ti también, Cassie —responde con una sonrisa, asintiendo
lentamente con la cabeza.
—No me lo puedo creer. Joder, no me lo puedo creer. Muchísimas
gracias —susurro y casi sin darme cuenta me levanto para darle un
abrazo.
El padre de Moon se queda aún más sorprendido que yo por mi
reacción, pero no se aparta, simplemente se deja abrazar.
—Nos vamos juntas a la universidad, colmillitos —chillo, soltando
al padre de Moon para abrazarla a ella.
—Ahora tan solo tenemos que sobrevivir a la guerra que se avecina
—sisea a mi oído.
—Lo haréis, todos lo haremos —asegura el padre de Moon antes de
abandonar el dormitorio.
Capítulo 13

Moon
El correo de la mañana llega a nosotros con el estruendo de un
trueno en un día soleado. Observo el caro papel entre mis dedos y
siento cómo el mundo a mi alrededor se desvanece. La invitación a la
boda entre Trevor y Lucrecia Von Sable pesa como el plomo, sus
nombres, grabados en letras doradas, parecen burlarse de mí.
—Hay que ser hijos de la gran puta —masculla Cassie, observando
su propia invitación.
Mi madre le dedica una mirada de desaprobación. Sigue sin llevar
bien que utilice constantemente palabras malsonantes y lleva mucho
peor que camine descalza por la casa, apoyando los pies en las sillas o
sillones al sentarse. Sus camisetas negras de bandas de heavy metal
tampoco encajan bien con la vestimenta habitual de mi familia.
—A ver si lo entiendo bien. ¿Quieren matarnos y nos invitan a su
boda? No te ofendas, Moon, pero los vampiros sois un poco retorcidos.
Esto es como si el demonio te invita a conocer el infierno antes de
morir o algo así.
—No me lo esperaba, se están burlando de nosotros —murmuro,
dirigiendo la mirada a mis padres para ver su reacción.
Mi padre mantiene la compostura, pero mi madre refleja una
indignación en la mirada que no puede disimular. Es como si le
acabasen de dar una bofetada.
—Es un insulto —protesta—. No solo nos declaran la guerra, sino
que nos obligan a ver cómo construyen alianzas para acabar con
nosotros. Quieren que seamos conscientes de su poder.
—Es costumbre invitar a todas las grandes familias a una boda —
recuerda mi padre—. Sean o no aliados.
—No pensaréis ir, ¿verdad? —indaga Cassie, alzando las cejas
sorprendida—. Por mí, ya le pueden dar mucho por el culo a la
Lucrecia esa.
Mi padre la mira como si acabase de proponer que nos mudásemos a
Júpiter para escapar de los Von Sable.
—No es tan simple, Cassie —responde con calma—. Debemos ir.
No acudir sería un grave insulto.
—Ya, bueno, ¿qué van a hacer? ¿Intentar matarnos? Ah, espera, que
eso ya lo van a hacer de todos modos —ironiza.
—Debemos mantener la dignidad de la familia y acudir —zanja mi
padre.
—Vale, déjame que me centre. ¿Vais a ir a una boda en la que más
de la mitad de los invitados quieren literalmente mataros? —insiste—.
Eso es como el argumento de una película de terror de bajo
presupuesto.
—Bienvenida al mundo de los vampiros y sus reglas, Cass —
murmuro, poniendo los ojos en blanco—. Iré yo en representación de
la familia, papá —propongo.
—Ah, no. Si vas tú, tengo que ir yo también y no me hace ninguna
gracia —protesta Cassie.
—¡Iremos todos! —tercia mi padre con voz firme—. Incluidos el
abuelo Vlad y la abuela Esmeralda. Entraremos con la cabeza bien
alta.
—Cassie, tú no hace falta que vengas —susurro, cogiendo su mano
para apretarla al ver que se ha puesto tensa.
—Ya, bueno, si tú vas, yo voy. Ya lo sabes.
—Es luna llena, Cassie podría estar algo volátil —suspira mi madre
con miedo, dibujando en el aire unas comillas alrededor de la palabra
volátil.
—Vale, ¿en serio no os preocupa todo esto? Es que no van a
necesitar ni siquiera una guerra para acabar con nosotros. Vamos
voluntariamente al matadero —insiste Cassie, alzando las manos sin
comprender nada de lo que ocurre.
Mi madre se siente junto a ella, colocando una mano en su rodilla y
apretándola ligeramente como cuando pretende calmarme a mí.
—Va contra las normas atacar a alguien en una celebración. No nos
pasará nada en esa boda. A ninguno de nosotros. Si no se presentase
nadie, en cambio, sería un gran insulto. Puedes estar tranquila con eso.
Me preocupa más saber si te podrás controlar en plena luna llena —
afirma bajando la voz y tratando de esbozar una sonrisa
tranquilizadora.
—Está bien, lo intentaré. Todo depende de lo mal que me mire la
Lucrecia esa que se va a casar con Trevor.
—No habrá problema, mamá —le aseguro—. A la menor señal de
que pierde el control la sacaré de allí. Eh, después de todo, es la
primera vez que una loba acude a una boda de vampiros.
Probablemente, se hablará de ti en los libros de historia, Cass —
bromeo para tranquilizarla.
—Ya, bueno, sería algo en plan: loba acude por primera vez a una
boda de vampiros y le arranca la cabeza a la novia antes de que el resto
de los invitados la mate. Ya me quedo mucho más tranquila sabiendo
que los futuros vampiritos conocerán mi nombre —bromea.
Capítulo 14

Cassie
Intentar ponerse el vestido que Moon ha elegido para mí es una
tortura casi tan grande como asistir a la propia boda. Miro por la
ventana y el cielo nocturno parece aún más negro de lo habitual, como
si las estrellas supiesen que algo muy siniestro está a punto de ocurrir y
pretendiesen esconderse.
—¿Quieres parar quieta? —protesta Moon mientras trata de
peinarme—. Estás arrugando todo el vestido.
—Me pican las tetas por culpa del encaje, ¿qué quieres que haga? Es
la primera vez que me pongo algo así, estoy tan incómoda como un
perro con zapatos de tacón.
—Por favor, recuerda no perder el control en la ceremonia de boda,
¿me lo prometes?
—Sí, vale, ya te he dicho un millón de veces que lo intentaré —
admito con un suspiro.
—No me digas que lo vas a intentar. Dime que me prometes que te
vas a controlar. No quiero un baño de sangre.
—Algo que se va a producir de todos modos —le recuerdo.
—Tengo dieciocho años, si voy a morir por culpa de esta jodida
guerra, cada día que pase con vida a tu lado es importante para mí, así
que no lo aceleres.
—¿Estás asustada?
—Sí.
—Yo también —reconozco.
—¿Tú? Creí que ya estabas bastante acostumbrada a vivir al límite.
—Me asusta perderte. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
Nunca le tuve miedo a la muerte, pero ahora… ahora lo que me aterra
es quedarme sin ti. Bien porque te maten a ti, a mí o a las dos. Si te
pasa algo, juro que voy a estar asesinando vampiros hasta que me
maten a mí también —confieso muy seria.
—Te has puesto muy cursi.
—Ya, bueno, será el vestido este, que pica como un demonio, tengo
ganas de quitármelo.
—Y yo de que te lo quites y te quedes desnuda. En cuanto volvamos
de la boda te lo compensaré con una sesión de sexo especial —asegura
con un guiño de ojo.
—¿Especial?
—Muy especial —repite.
***
—¿Qué coño haces tú aquí? —pregunto al ver a mi hermano Patrick
acercarse a nosotras cuando llegamos a la boda.
—Me invitó Trevor y, según me han dicho, rechazar la invitación a
una boda de vampiros es como un insulto imperdonable o algo así,
¿no?
—Tú eres gilipollas, joder —protesto—. No veo la necesidad de
venir a este sitio. Puede ser peligroso.
—No pasará nada —asegura con voz extrañamente calmada—. Por
cierto, siento de verdad haber sido tan imbécil durante nuestra comida
con papá en el centro comercial.
—Será vuestra comida, porque te recuerdo que yo no comí nada —
me quejo.
—Bueno, de igual modo te pido disculpas. Estaba muy estresado
con todo esto —insiste.
—Es para estarlo. Olvídalo. No sé si voy a vivir mucho más, así que
lo último que necesito es estar enfadada con mi hermano. Oye, ¿y tú
por qué pareces estar contento si tu novio se va a casar con la vampira
esa? —pregunto confusa.
—No es culpa suya. Además, anoche estuvimos juntos —responde
Patrick, encogiéndose de hombros.
—¿Juntos?
—Sí, como una especie de despedida de soltero —bromea.
—¿Estuvo bien? —interrumpe Moon, muerta de risa.
—Inolvidable —susurra mi hermano.
—Moon, joder, no quiero escuchar los detalles. Esto es increíble, de
verdad. Sigo sin entender por qué estás tan tranquilo. Si Moon se fuese
a casar dentro de un rato con un vampiro psicópata, yo estaría
prendiendo fuego a este lugar —reconozco, negando lentamente con la
cabeza.
La sala donde se celebrará la ceremonia de boda parece recién
sacada de una pesadilla gótica. Las paredes de piedra negra están
cubiertas por tapices antiguos que representan escenas de batallas y
rituales sangrientos que prefiero no conocer. Unos candelabros
feísimos de hierro forjado cuelgan de un techo abovedado.
Sus velas negras emiten una luz tan tenue y vacilante que apenas
consigue iluminar nada, menos mal que nuestros ojos se adaptan
rápido a la oscuridad. Eso sí, si uno de ellos se desprende, mataría a
unos cuantos vampiros, porque parecen pesar una tonelada. Nos haría
un gran favor.
El aire está cargado de incienso, y una mezcla de sándalo y algún
aroma metálico que me recuerda inquietantemente a la sangre. A los
lados del pasillo central, se alinean filas interminables de bancos de
madera oscura, cargados de vampiros que nos observan a mi hermano
y a mí como si se acabase de presentar a la ceremonia el mismísimo
demonio. El propio pasillo está cubierto por una gruesa alfombra de un
rojo tan intenso que parece absorber la luz.
Trevor espera de pie en el altar, vestido con un traje feísimo que
Moon me explica que perteneció a su familia durante varios siglos. Su
piel pálida contrasta con la oscuridad que le rodea y le hace parecer
casi etéreo.
La música comienza y un viejo órgano toca una melodía que perece
más un réquiem que una marcha nupcial mientras los invitados se
ponen de pie.
—¿Estás segura de que esto es una boda y no el preludio del
apocalipsis? —susurro, acercándome a Moon y ganándome un codazo
en las costillas.
Lucrecia Von Sable hace su entrada y el aliento se congela en mi
garganta. Su vestido es una obra maestra de encaje negro y seda roja,
incluyendo una larga cola que la sigue de camino al altar como si fuese
un río de sangre. Siempre le digo a Moon que me parece muy fea, pero
la muy cabrona tiene una belleza casi sobrenatural. Lástima que sea
una loca psicópata que ni siquiera logra ocultar el brillo depredador en
sus ojos cuando pasa a nuestro lado.
Típico de los vampiros, la ceremonia comienza con un anciano
recitando palabras en latín. No entiendo nada, pero siento de igual
modo el poder de cada sílaba, como si cada una de esas palabras fuese
la llave que abre una puerta a realidades oscuras y antiguas.
—Sanguinem nostram, vitam nostram, aeternitatem nostram —
entona el anciano.
—Vale, me explicas lo que ha dicho —siseo inclinándome hacia
Moon.
—Nuestra sangre, nuestra vida, nuestra eternidad. Es un viejo ritual
que hace referencia a la sangre, que es fuente de sustento y poder para
los vampiros. A la vida y a la eternidad, reflejando la inmortalidad de
nuestra especie.
—Si nadie os mata por el camino —le recuerdo.
Lucrecia Von Sable le clava la mirada a Trevor y, si yo fuese él,
estaría cagado de miedo por tener que compartir el resto de mi vida
con esa loca.
Coge la muñeca de Trevor y la lleva a su boca. Dos pequeños
colmillos brillan en la tenue luz.
—Sanguis vita est, sanguis vinculum est —anuncia antes de
morderle.
—Ha dicho la sangre es vida, la sangre es vínculo —susurra Moon.
—Ya me da igual, pobre Trevor —mascullo de vuelta, apartando la
mirada al ver que hunde los colmillos en su carne.
Y entonces, todo se desmorona.
Se desata el jodido caos.
—¡Está contaminada! ¡Su sangre está contaminada! —chilla de
manera histérica Lucrecia Von Sable, escupiendo la sangre en el suelo.
El caos estalla en una décima de segundo. Los vampiros se levantan
de sus asientos. Se escuchan gritos de indignación, amenazas, se
empujan unos a otros. Los padres de Trevor parecen estar al borde del
colapso, sus rostros pálidos, casi transparentes. La expresión entre
furia y vergüenza.
—Quizá sea buen momento para marcharse de aquí cuanto antes —
anuncio, cogiendo la mano de Moon, que parece estar petrificada en su
sitio, observando una ceremonia de boda que está a punto de
convertirse en un baño de sangre con nosotras en el medio.
Entre gritos, se escuchan palabras como deshonra y traición.
Declaraciones de guerra, juramentos de acabar con la vida de otras
familias. En el altar, Trevor permanece imperturbable entre el caos. Su
mirada se encuentra con la de mi hermano y… ¿ambos sonríen?
Capítulo 15

Moon
Decir que la ceremonia de boda entre Trevor y Lucrecia Von Sable
es, al mismo tiempo, lo más surrealista y aterrador que he presenciado
jamás, es quedarse muy corto. El caos engulle el acto como si se
desatase un huracán en plena sala. Un torbellino de emociones,
insultos y acusaciones que amenaza con llevarse todo por delante.
Los gritos resuenan en mis oídos como una cacofonía infernal. A mi
izquierda, Dimitri Nightwishper, cuya familia controla el área de
California, grita enrojecido por la ira.
—¡Esto es un ultraje! ¡Los Von Sable nos han insultado a todos!
¡Pagarán por ello!
Lady Beatrice Crimson, una vampira anciana de cabello como el
fuego y un temperamento haciendo juego, responde con la misma
intensidad.
—¡Cállate, Dimitri! Tu familia es la culpable por dejar que esto
llegase tan lejos. Tenéis mucho que explicar sobre la contaminación de
la sangre de ese chico. Nunca he visto nada más repugnante —chilla,
mientras sus uñas pintadas de rojo sangre se clavan en la palma de su
mano, dejando marcas de media luna en su piel.
En el centro de la sala, el patriarca de los Von Sable, Maximilian, se
enfrenta con mi padre, culpándole de toda esta situación, a pesar de
que nadie de mi familia ha tenido nada que ver.
El sonido del cristal rompiéndose corta el aire como un cuchillo. Al
girarme, Eleonora Shadowmere, con un vestido de seda negra
ondeando a su alrededor, arroja una copa contra la pared mientras
insulta a los padres de Trevor, asegurando que todo esto es un plan
urdido junto a los lobos.
El aire vibra con promesas de venganza. Siglos de frágiles alianzas
y contenida rivalidad saltan por los aires y me temo que esto
desencadenará la mayor guerra que jamás se haya visto. Quizá la
desaparición de nuestra especie.
—Buah, es mejor que salgamos de aquí a toda prisa. Todo esto me
da muy mal rollo —masculla Cassie, cogiendo mi mano y tirando de
mí hacia la puerta.
En cuanto salimos al jardín, Trevor y Patrick llaman nuestra
atención, escondidos tras una esquina del viejo edificio.
—¿Qué coño ha sido todo eso, Trevor? —grito al llegar junto a él.
—Habla más bajo, están todos muy ocupados, pero no me gustaría
que escuchasen lo que tengo que decir —me recrimina, poniendo la
mano sobre mis labios.
—¿Habéis visto la que se ha liado? —pregunta Patrick, que parece
estar divirtiéndose con el caos.
—No tiene gracia, ¿podéis explicar de qué va todo esto? —gruñe
Cassie, pegando un puñetazo en el hombro de su hermano.
—¿No lo adivináis? ¿Mi sangre? ¿Contaminada? —insiste Trevor.
—Oh, no, joder…
—Exacto. Hemos realizado el vínculo de sangre y ha funcionado.
¿Te lo puedes creer? No sois tan especiales como os pensabais,
también nos ha funcionado a nosotros. Eso prueba de manera
definitiva que vampiros y lobos no solo pueden coexistir, sino que
también pueden ser almas gemelas —explica Trevor con los ojos
brillando de emoción.
—Ya, bueno, me temo que dentro de unos meses ya no quedarán
vampiros —protesta Cassie.
—Ahí es donde te equivocas, hermanita —interrumpe Patrick—. Al
menos, eso espero, ¿no, Trev?
—Necesito que me escuchéis con atención. Sé que parece que
estamos al borde de una guerra total, sin embargo…
—¿Solo lo parece? —corta Cassie con impaciencia.
—Solo lo parece, sí. Debemos recordar cómo actúan los vampiros.
Seguimos reglas muy concretas. Nadie se hará daño hoy, aunque
parezca que ahí dentro están todos a punto de matarse. Casi todas las
antiguas alianzas han saltado por los aires. Ahora mismo, nadie tiene
del todo claro en quién puede confiar y en quién no.
—Los Von Sable tienen claro que van a matar a tu familia junto a la
de Moon en cuanto tengan ocasión —interrumpe Cassie de nuevo,
alzando las cejas como si fuese algo obvio.
—Irónicamente, esa es nuestra salvación. Al menos, eso espero.
—¿Qué maten a tu familia y a la de Moon? Pues vaya…
—¿Me queréis escuchar? Como os digo, llevará posiblemente años
determinar las nuevas alianzas y el poder verdadero de cada familia,
porque todo ha saltado por los aires. Sin embargo, ahora mismo
nuestras familias, aunque se odien, tienen un interés común.
—Perdona, pero tras las amenazas de tus padres a los míos dudo
mucho que eso ocurra.
—No, Moon, les guste o no, no tienen otro remedio. Y cuando hablo
de interés común me refiero no solo a tu familia y la mía, también a la
de ellos dos —añade, señalando a Patrick y Cassie.
—Joder, ahora sí que me he perdido —bufa Cass.
—Piénsalo con frialdad. Si los Von Sable deciden atacar a mi
familia, Patrick intentará protegerme, porque estamos unidos. Cassie
ayudará a su hermano, movilizando a los lobos. Moon, tú te pondrás al
lado de Cassie al estar unidas también y eso arrastraría a tu familia a la
guerra. Triple alianza. Ahí cuento también a todas las familias que se
posicionen junto a las nuestras.
—Espera, espera, ¿estás diciendo que de algún modo, ahora estamos
todos conectados? —corta Cassie, frunciendo el ceño.
—Claro, y pasaría lo mismo en la otra dirección también. Si atacan
a la familia de Moon, Cassie y los lobos entran en juego. Eso incluye a
Patrick, con lo que mi familia se uniría a vosotros, incluso si no se
hablan entre ellos, cosa que es muy probable que pase. Patrick sería
parte de mi familia a pesar de que a mi madre le va a dar un infarto
cuando sepa que lo de la sangre contaminada es verdad —bromea,
enfatizando la palabra contaminada y poniendo los ojos en blanco al
pronunciarla.
—¡Joder, Trev, eres un puto genio! Siempre lo supe —admite
Cassie, lanzándose a su cuello para abrazarle.
—Has conectado a las tres familias de forma indirecta. Interesante
—confieso pensativa.
—Aunque sea un poco enrevesado y bueno…un gran agravio, pero
mejor que casarse con la loca de Lucrecia —reconoce Trevor con una
amplia sonrisa—. Se podría decir que la paz está asegurada por una
carambola del destino—concluye orgulloso.
De pronto, siento una mezcla de emociones. No incluye la felicidad
que siente ahora mismo Cassie, aunque su eterno optimismo siempre
me reconforta. Aun así, el alivio en mi interior es evidente.
—¿Cuánto tiempo crees que nos comprará este caos? —inquiero
con algo de preocupación.
—Eso es imposible de calcular, Moon. Los Von Sable han sido
puestos en ridículo e insultados delante de todas las familias. Nos
odiarán de por vida, pero son calculadores. Eligen bien sus batallas y
eso forma parte de su éxito. Cuando las cosas se enfríen y piensen bien
en las consecuencias, seguramente pasará mucho tiempo hasta que
supongan una amenaza real. Eso convierte nuestras vidas en mucho
más seguras.
—Seguras, ¿eh? Mi vida nunca ha sido muy segura que digamos —
ironiza Cassie—. Y mucho menos desde la noche que conocí a una
vampira de ojos imposiblemente azules que me encerró en una celda.
—Fue amor a primera vista —bromea Moon—. Aunque en mi
defensa, eras muy irritante.
—Sí, señorita “por el poder que me confiere el guardián de la
ciudad, quedas detenida” —susurra contra mis labios y ese beso me
parece el más perfecto que he recibido jamás.
—Supongo que eso significa que ahora estamos todos en el mismo
barco —afirma Patrick.
—Un barco muy extraño con vampiros, lobos y lo que sea que soy
yo —expone Cassie, encogiéndose de hombros.
—Tú eres el futuro, Cass —corta Trevor muy serio—. Llevo mucho
tiempo pensando sobre ello y quería preguntártelo—. No te ofendas,
pero, tu madre… ¿Era especial en algún modo? ¿Podía hacer cosas…
poco comunes?
—No sé a qué te refieres, pero te recuerdo que murió cuando yo
tenía seis años. Apenas me acuerdo de nada sobre ella.
—Tengo una teoría.
—Es un poco loca, ya os aviso —advierte Patrick, pellizcando el
puente de su nariz y negando con la cabeza.
—¿La vais a dejar solo para vosotros dos o se puede compartir? —
protesto.
—Verás, eso explicaría lo de la historia que te contaba tu madre,
como si hubiese podido saber que un día estarías con Moon. También
podría ser el motivo por el que, siendo una híbrida, tengas una salud
excelente, teniendo en cuenta que ninguno ha llegado a tu edad a lo
largo de la historia.
—Suéltalo de una vez, joder —me quejo.
—Tu madre podría ser una bruja —admite, bajando la voz.
—¿Qué?
—Las brujas no existen, Trev. No le digas esas cosas, que bastante
subido tiene el ego como para que le llenes la cabeza con estupideces
—le recrimino.
—Las brujas existieron —rebate—. Puede que lo sigan haciendo y
se escondan de nosotros o puede que solo alguna haya sobrevivido y ni
siquiera sepa que lo es. Eso nadie lo puede saber.
—Eso es una gilipollez —insisto—. Y, ¿por qué dices… esconderse
de nosotros?
—Las quemas de brujas en la hoguera… bueno, digamos que los
vampiros estuvieron detrás de ellas. Significaban un peligro para
nuestra especie. Podían llegar a ser tan poderosas como nosotros o
incluso más. Fue una época muy oscura y poco documentada.
—Nada documentada, no le hagas ni caso, Cassie —indico,
cogiéndola por el codo para llevármela conmigo.
—Si Trevor tiene razón, ¿sabes lo que esto significa? —pregunta,
empujándome contra la pared para besarme sin importarle que su
hermano está mirando.
—¿Lo de las brujas?
—No, joder. Lo de la paz… Significa que nos vamos a la
universidad juntas. Estudiar, no sé si vamos a estudiar mucho, pero te
juro que haré que cada uno de tus días sea especial. Y las noches…
puf…prepárate para las noches —susurra junto a mi oído,
consiguiendo que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.
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Operación Vanessa https://relinks.me/B0C6MNC5HV
Tramposa https://relinks.me/B09J2LGZ5T
Enfrentadas https://relinks.me/B09SDMR6F6
La caza https://relinks.me/B09YCHDTVH
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