EL MODELO DE INTERVENCION
A este modelo de intervención le denominamos de consulta y podríamos definirlo como la
«relación entre dos profesionales generalmente de diferentes campos: un consultor
(orientador, psicopedagogo) y un consultante (profesor, tutor, familia)» que plantean una
serie de actividades con el fin de ayudar/asesorar a una tercera persona o institución. Ésta
puede ser un alumno, un servicio, una empresa, etc.
Dos pueden ser los objetivos de las funciones de consulta (Bisquerra y Álvarez, 1996: 331):
La función de consulta como actividad profesional de ayuda a los diferentes agentes
y a la propia institución u organización.
La función de consulta como una estrategia de intervención y formación.
No se debe confundir el modelo de consulta con el modelo de counseling. Debido a que
cuando hablamos de consulta nos estamos refiriendo a una relación entre profesionales, con
status similares que se aceptan y respetan, desempeñando cada uno su papel
(consultor/consultante). Y cuando nos referimos al counseling, esa relación se está llevando
a cabo entre personas con distinto status (orientador-cliente) con un carácter
predominantemente terapéutico.
De ahí que digamos que El modelo de consulta supone para el orientador una intervención
indirecta. Gráficamente la representación sería:
Se establece la relación consultor-consultante y el consultante lo hace con el interesado.
Sólo en contadas ocasiones el consultor actúa de forma directa, precisamente cuando el
consultante, después de haber recibido la ayuda, no se encuentra todavía dispuesto y
preparado para afrontar la relación con el sujeto. El consultante actúa de mediador
realizando una intervención directa; mientras que el consultor presta una ayuda de forma
indirecta. Aunque el consultor no entra normalmente en contacto directo con el interesado,
sí que controla y supervisa el proceso de la consulta.
Dentro del modelo de consulta podemos destacar tres campos:
a) El campo de la salud mental, basado en los planteamientos de Caplan (1970), donde se
trata de ayudar al consultante a que afronte cada una de las situaciones problemáticas que
se le presentan a través de una información y formación adecuadas. Pero también, en el
campo de la salud mental, en ocasiones el consultante es el profesional de la psicología y
pedagogía quien acude, por ejemplo, al médico psiquiatra que está atendiendo a un alumno
del centro donde aquel trabaja. La consulta se produce entre dos profesionales interesados
por un tercero, en este caso, el alumno o alumna.
b) El campo de las organizaciones donde se prima la función del consultor como agente de
cambio o consultor de procesos que ayuden a proporcionar las competencias para resolver
los problemas y asumir las responsabilidades (Drapela, 1983). En esta ocasión
contemplamos el centro educativo como organización y el modelo de consulta se produce
cuando, por ejemplo, el equipo directivo o la Comisión de Coordinación Pedagógica
consultan al psicopedagogo/a acerca de la elaboración del Plan de Acción Tutorial o del
Proyecto Educativo de Centro, para mejorar la atención al alumnado.
c) El campo educativo, donde se trata de ayudar a un tercero que es el alumno. En este
caso, el consultor habitualmente es el orientador; el consultante es el profesor, que actúa de
mediador y el cliente es el alumno. Las consultas habitualmente se centran en temas
relacionados con la metodología a emplear con el alumnado que presenta necesidades
educativas especiales, o solicitando información acerca de alguna discapacidad, o respecto
a cómo elaborar las adaptaciones curriculares. En ciertas ocasiones el consultor podrá ser el
tutor, los mediadores los padres, y el cliente será también el alumno, por ejemplo, cuando
los familiares solicitan información acerca del rendimiento escolar de su hijo/a y se tiene
que establecer una coordinación entre el trabajo realizado en la escuela y el que se lleva a
cabo en casa.
Entre las funciones más habituales que puede asumir el orientador como consultor en un
centro educativo, destacamos las siguientes (Jiménez Gámez y otros, 1997: 106):
Respecto del centro: asesorar y colaborar en la programación, identificar al alumnado con
necesidades educativas especiales, facilitar las relaciones entre el centro y los familiares.
Con los profesores: identificar y analizar deficiencias en el desarrollo académico y
psicológico de los estudiantes, desarrollar habilidades en la comprensión y manejo del
comportamiento del alumnado en la clase, manejo de las reuniones con familiares,
desarrollo de programas de recuperación, desarrollo de estrategias de enseñanza más
eficaces, desarrollo de la educación para la carrera, desarrollo de habilidades de estudio,
educación para la salud.
Con los padres o representantes legales: fomentar la comprensión padres-hijos, ayudar a
los padres para que estos ayuden a sus hijos en el desarrollo de habilidades de estudio, así
como a modificar el comportamiento de sus hijos en aquellos aspectos que se considere
necesario, facilitar relaciones positivas entre padres y escuela, orientar respecto a pautas
educativas adecuadas y a conductas a evitar, promocionar una escuela de padres.
Con el alumnado: facilitar la comunicación entre los miembros del grupo, mejorar el
proceso de aprendizaje, potenciar la tutoría de iguales, asesorar en cuestiones relacionadas
con el estudio y con el desarrollo personal y profesional, mediante la actuación del tutor.
Fases del modelo de consulta:
Como en todos los modelos, son numerosos los autores que han ofrecido su clasificación.
Dado que Bisquerra (1998:108) ofrece una síntesis de todas las aportaciones realizadas,
ofrecemos a continuación la que él propone:
1ª fase: Establecer una relación entre un consultor (orientador) y un consultante (por
ejemplo el tutor, un profesor, la familia o la institución).
2ª fase: Analizar el conjunto de la situación y clarificar el problema.
3ª fase: Explorar alternativas.
4ª fase: Establecer planes de acción, conjuntamente entre consultor y consultante.
5ª fase: Poner en práctica, el consultante, los planes con los destinatarios últimos de la
intervención.
6ª fase: Evaluación de la puesta en práctica del plan de acción.
La consulta colaborativa:
En la práctica profesional resulta especialmente aconsejable llevar a cabo lo que
denominamos consulta colaborativa. En ella, son varios los profesionales que intervienen y,
una diferencia fundamental con respecto a la consulta anteriormente expuesta, es que, en
ésta, el orientador se implica de forma directa en la intervención, como un miembro más
del equipo educativo.
En este modelo el orientador se convierte en el dinamizador de la acción orientadora de
todo el profesorado, facilitando las competencias adecuadas, la implicación y formación
necesaria a los distintos agentes educativos. A partir de un plano de igualdad y de la
voluntad de participar en un mismo proyecto se establece el «contexto de colaboración».
Tal como señalan Jiménez Gámez y otros (1995: 120) «en la consulta colaborativa sólo
cabe la persuasión; la imposición está fuera de lugar. Por esto, entre los conocimientos y
habilidades que el consultor debe dominar está la capacidad de establecer buenas relaciones
con los demás».
Autores como Lowe (1995: 11 9) encuentran gran paralelismo entre la consulta
colaborativa y el modelo de resolución de problemas de Dewey, tal como se recoge en la
siguiente tabla:
No hemos de olvidar que el asesoramiento supone una relación socialmente comprometida
(Escudero, 1992). Conlleva actuaciones que han de repercutir en una mejora de la situación
socio-educativa de los sujetos a los que, en última instancia, va destinada.