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El Conocimiento Natural y Cientifico

el conocimiento

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El texto que van a leer a continuación es una síntesis de : Gianella, A (1999) Introducción a la
Epistemología y a la Metodología de la ciencia, UNLP, cap 4.

El conocimiento natural , científico y filosófico.

El conocimiento natural es el que se adquiere en forma espontánea e informal. Es


imprescindible para la supervivencia humana en el medio natural y social y se constituye
sobre prácticas muy básicas que pasan a formar el “sentido común”. El lenguaje natural es su
vía de expresión y de transmisión.

En el ámbito físico, por ejemplo, permite organizar el espacio, con sus relaciones de equilibrio,
formas, pesos y volúmenes. Aprendemos a calcular distancias, movimientos, velocidades y a
conocer nuestro cuerpo y nuestro entorno.En el orden social, sabemos interpretar a nuestros
semejantes, compartimos actividades con otras personas en múltiples situaciones, como en lo
familiar y lo laboral y nos constituimos en seres humanos en esa compleja trama de afectos e
informaciones que nos dan identidad y pertenencia. Sabemos distribuir nuestras actividades
en el tiempo y lograr una relativa eficacia en los objetivos de la vida cotidiana personal y
social.

Esta compleja trama de conocimientos espontáneos constituye la base de todo otro tipo de
conocimiento, son nuestras experiencias básicas a partir de las cuales adquirimos habilidades,
pensamos, inferimos, comparamos, formulamos preguntas, establecemos regularidades,
hipotetizamos y valoramos.

Se trata de un campo muy rico de la experiencia humana que se adquiere informalmente y


está moldeada por nuestras disposiciones biológicas y por el orden socail y cultural.Permiten
una enorme economía de pensamiento y esfuerzo, pero son también sustento de prejuicios e
ideología. Muchas veces estos conocimientos espontáneos obstaculizan el conocimiento
científico debido a que generan estereotipos y expectativas que son difíciles de abandonar
cuando la realidad demanda una revisión crítica de nuestras creencias y la búsqueda de
conocimientos mejor fundados.

Hay una serie de distorsiones sistemáticas en nuestras creencias ordinarias tales como
relacionar causalmente dos fenómenos por el mero hecho de que se suceden en el tiempo,
confundir el lenguaje con la realidad, y cometer la falacia naturalista que no discrimina lo que
es de lo que debe ser.

En cuanto a la integración del conocimiento científico con el natural, hay distintos modos de
concebirla. Algunos sostienen la completa continuidad entre una y otra forma de conocer,
otros en cambio marcan radicales diferencias. Una solución de compromiso permite reconocer
coincidencias así como diferencias y continuidades. En un famoso texto de Eddington en
defensa de la radical diferencia entre conocimiento vulgar y científico se hace referencia a dos
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mesas, una es la mesa sólida y dura de nuestro conocimiento natural, la otra es un enjambre
formado por cargas eléctricas en movimiento y amplios espacios vacíos. ¿Cuál de las dos
mesas es la real?, se pregunta Eddington. Sin duda la mesa científica. Pero Hempel responde a
esta dicotomía diciendo que la mesa científica pretende en última instancia dar cuenta de la
mesa de nuestra experiencia natural. No hay en definitiva dos mesas, sino un intento de
explicar a través de un modelo científico la mesa de nuestra experiencia natural.

Mientras que el conocimiento natural tiende a ser rígido y responde a estereotipos, el


conocimiento científico es crítico. Muchas de las creencias ordinarias se ven cotidianamente
refutadas y cierto conservadurismo, o atrincheramiento del sentido común, ligado algunas
veces a prejuicios y a economías de esfuerzos, no dan cuenta de las discrepancias.

El conocimiento científico es una modalidad de conocimiento que es interesante de


considerar en su constitución y desarrollo histórico. Sus orígenes se remontan a la Antigüedad
del siglo VI a.c, con las matemáticas de Tales y Pitágoras, la física y biología de los jónicos, la
historia de Heródoto y Tucídides. Un florecimiento importante ocurrió en el denominado
período helenístico, en la Alejandría de los siglos III a.c. a III d.c., que permitió la confluencia
del pensamiento especulativo y teórico de los griegos con los conocimientos prácticos de otras
culturas como la egipcia. Tuvo grandes figuras como Arquímides, Euclides y Herón en física y
en matemática, y destacados biólogos y astrónomos. Pero la ciencia moderna surge con
figuras tan significativas como Galileo y Torricelli, en el siglo XVII. Su característica principal fue
la confluencia del pensamiento teórico con la observación y experimentación empírica.

Se puede caracterizar a la ciencia, de manera muy general, por algunos rasgos compartidos
por las distintas disciplinas científicas, y que constituyen valores o ideas regulativas.

Aunque es una frase hecha puede decirse que lo que caracteriza a la ciencia es la búsqueda de
la verdad, esto significa que cualquier otro fin estará subordinado a este fin principal que es el
acceso al conocimiento. Cabe aclarar, por otro lado, que no es lo mismo buscar la verdad, que
alcanzarla, o tener certeza acerca de ella. Es sabido que la verdad no siempre se logra en el
contexto de la ciencia.

Es también un conocimiento racional, en el sentido de que debe ser coherente y fundado en


razones, es decir, sostenido argumentativamente.

Pretende además ser un saber crítico, rasgo que lo diferencia del conocimiento natural, que
como ya se señaló, es a veces poco crítico. Cohen y Nagel dicen en Introducción a la lógica y el
método científico que mientras otros tipos de conocimiento apelan a la intuición, a la
autoridad o a la repetición ciega, la ciencia se caracteriza por ser crítica, como opuesta a
dogmática. Ese rasgo le permite ser autocorrectiva. Contra las creencias populares, lo que
caracteriza a la ciencia no es su absolutez o seguridad, sino su corregibilida y su provisoriedad.
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Se caracteriza también por la sistematicidad, que hace que la ciencia no sea nunca la suma de
conocimientos aislados, sino que busca su integración en distintos sistemas y estructuras
complejas, lógicamente articulados.

Es además un saber que intenta ser preciso. Logra esa precisión utilizando por un lado un
lenguaje técnico, con significados menos ambigüos que los del lenguaje natural, y por otro
lado mediante el empleo de herramientas formales de la lógica y la matemática y distintos
recursos simbólicos como los de la química.

Otro de los rasgos de la ciencia es su carácter metódico, en el sentido de que requiere del
empleo de determinados procedimientos que gozan de confiabilidad , para la obtención y
validación de los conocimientos.

También tiene la propiedad de ser general. La ciencia busca formular leyes generales que
expresen regularidades, sin perder, en muchos casos, la singularidad. Ya Aristçoteles señalaba
que la ciencia es siempre conocimiento acerca de lo general.

A diferencia del conocimiento filosófico, la ciencia acepta la existencia de supuestos que no se


cuestionan acerca de aspectos muy básicos de los objetos de estudio, su exostencia, su
continuidad en el tiempo y el mejor modo de conocerlos.

La clasificación de las ciencias

Desde la antigüedad clásica hasta nuestros día se ha formulado una enorme y variada cantidad
de clasificaciones de las ciencias, muchas de ellas englobadas dentro de clasificaciones más
amplias del conocimiento humano en general. Algunas de ellas resultan inútiles o
extravagantes a nuestros ojos, o incluso incomprensibles. Se ha hablado de ciencias
experimentales y no experimentales, sagradas y profanas, morales y positivas, naturales y
sociales, el hecho de que cada una de ellas se construye a partir de algún criterio o propiedad
que se desea destacar, y que constituye así el fundamento de la clasificación. Esto ocurre con
cualquier tipo de clasificación en cualquier ámbito.

En muchos casos el supuesto subyacente a la clasificación es ontológico: se da por sentado


que la realidad está formada por distinto tipo de entidades, y a partir de esa división se asigna
a cada disciplina científica el estudio de cada uno de ellos. Así, por ejemplo, si se sostiene que
la realidad está constituida por dos grandes ámbitos, lo material por un lado y lo espiritual por
otro, las ciencias podrán clasificarse, consecuentemente, en ciencias de la naturaleza y
ciencias del espíritu.

También ha sido frecuente clasificar a las ciencias desde un punto de vista gnoseológico, es
decir, sobre la base de supuestos acerca de cómo conoce el ser humano. Se ha afirmado, por
ejemplo, que la mente humana tiene un determinado número de “facultades” o capacidades y
a partir de ellas se han clasificado las ciencias. Un ejemplo de este tipo de criterio clasificatorio
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lo constituye la clasificación de Francis Bacon, quien distingue tres facultades: la razón, la


memoria y la fantasía. A la primera le hace corresponder la ciencia propiamente dicha,
subdividida en ciencia natural, teología natural y ciencias del hombre; a la segunda le
corresponde la historia y a la tercera la poesía.

Ha habido también clasificaciones basadas en criterios metodológicos, que sostienen, por


ejemplo, que hay ciencias experimentales, o inductivas y deductivas.

Cuando los supuestos que dan fundamentos a una clasificación son cuestionados, la
clasificación corre la misma suerte y termina siendo abandonada y reemplazada por otra. Si se
cuestiona, por ejemplo, la división irreductible de la realidad en naturaleza o materia y
espíritu, será también cuestionada la división de las ciencias basada en ella.

En las últimas décadas se ha impuesto la clasificación que divide a las ciencias en formales y
fácticas. Se trata de una clasificación útil para los intereses actuales de la epistemología y la
metodología y coincidente con más de un criterio sobre el que puede fundarse la clasificación:
el método empleado, el tipo de entidades y el tipo de enunciados propios de cada uno de
estos dos grupos de ciencias.

La lógica y las matemáticas, con sus distintas ramas como la geometría, el álgebra y la
aritmética constituyen las ciencias formales. Las restantes, como la biología, la física, la
psicología y la economía son ciencias fácticas, como se presentan en el siguiente cuadro.

Ciencias Formales Ciencias Fácticas


Disciplinas: Disciplinas naturales:

Lógica Física
Matemática Química
Astronomía
Biología
Geología
Meteorología

Disciplinas sociales:

Psicología
Sociología
Antropología
Economía
Lingüística
Pedagogía
Historia
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El conocimiento filosófico:

Puesto que la epistemología es considerada una disciplina filosófica, cabe analizar


brevemente qué es lo que caracteriza a la filosofía. Puede decirse que produce un
conocimiento de difícil delimitación dado el amplio campo de problemas que abarca y la
diversidad de modalidades y criterios que se han desarrollado a través de su historia. Pretende
ser un saber general, que fundamenta y evalúa los distintos productos y actividades humanas.

Gran parte de los conocimientos filosóficos son conocimientos de segundo nivel o


metateóricos: aquellos que no tratan problemas relativos a un campo determinado de la
realidad , sino que se ocupan de problemas acerca del conocimiento. Cuando un epistemólogo
analiza la validez de una teoría o la adecuación de los métodos de investigación, está haciendo
enunciaciones metateóricas. Todo lo que se refiere a la verdad de una teoría, su
fundamentación teórica y empírica, su coherencia, su estructura, su poder explicativo y
predictivo es siempre metateórico. Conviene que este plano sea siempre reconocido como
distinto del plano sobre el cual se reflexiona, para de este modo evitar las paradojas de la
autorreferencia.

Para ciertas temáticas filosóficas son también teóricas, sólo que de un amplio grado de
generalidad y abstracción, como la antropología filosófica, la metafísica y algunos desarrollos
de la ética normativa. La primera trata de elucidar qué es el ser humano, la metafísica, que es
una disciplina central dentro de la historia de la filosofía, pretende llegar a un conocimiento
general de la realidad, en el sentido de “realidad última”, dando respuestas a preguntas más
allá de las cuales ya no cabe preguntar, a los límites de nuestro conocimiento.

Son muchas las disciplinas que integran la filosofía. La gnoseología se ocupa del conocimiento
y sus problemas, la estética de la producción artística y la ética de la caracterización y la
fundamentación de la moral. Están también la filosofía del lenguaje, de las religiones, del
derecho, de la educación y de la ciencia. Como ya se señaló, a veces se ha ido identificado la
epistemología con la filosofía de la ciencia, pero en sentido estricto, la epistemología sólo
toma los problemas relativos al conocimiento, mientras la primera incluye otras cuestiones
como las ontológicas y las éticas.

Del mismo modo que las ciencias, las disciplinas filosóficas han cambiado a lo largo de la
historia, fusionándose algunas veces y bifurcándose otras. La axiología, por ejemplo, se
constituyó por fusión de los problemas relativos a los valores, integrando la ética y la estética.
También la filosofía práctica se configuró como integración de problemas éticos y de filosofía
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política. La filosofía de la tecnología y la filosofía del género son ejemplos de disciplinas


nuevas.

En algunos casos, ciertas disciplinas que en el pasado integraban la filosofía fueron


convirtiéndose en ciencias. Tal es el caso de la lógica, que desde sus orígenes, con la obra de
Aristóteles, hasta finales del siglo pasado, fue parte de la filosofía, para termnar en la
actualidad constituyendo una ciencia formal, muy cercana en métodos y contenidos a la
matemática.

Si bien la filosofía pretende configurar sistemas de conocimiento que en tanto tales estén
formados por enunciados verdaderos, su metodología difiere de las de las ciencias. Por un
lado, no se requieren procedimientos de contrastación de las afirmaciones con la información
empírica, y por otro lado no hay un conjunto unificado de procedimientos que constituyan la
metodología filosófica. Entre las metodologías utilizadas se pueden mencionar la deducción, el
análisis conceptual, la intuición y la nanalogía.

Una de las pocas características reconocidas de la filosofía es la de someter a permanente


crítica sus supuestos.

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