PREGÓN NAVIDAD
Colegiata de San Patricio, Lorca
29 de noviembre de 2024
María José Díaz García.
Reverendísimo señor D. Nicolás Poyato, cura
párroco de San Patricio
Señoras y señores concejales de la corporación
municipal.
Presidente de la asociación de Belenistas de
Lorca, D. Miguel Ángel Hernández Albaladejo.
Estimados belenistas. Señoras y Señores.
Queridos amigos lorquinos muy buenas noches.
Hoy es 29 de noviembre y se cumple un mes
de esa horrorosa catástrofe climática que nos
tiene a todos doloridos.
Por ello, si ustedes me lo permiten, ante
la magnitud de la tragedia que ha
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sufrido Valencia, y sus 75 municipios
junto otras localidades españolas
también afectadas, quisiera transmitir
mi más profundas condolencias, mi
cariño, mi afecto y solidaridad, a todas
las familias y allegados que han sufrido
y siguen sufriendo, esta monstruosa
Dana, Gota fría o riada, da igual como se
llame, dejando una gran desolación a su
paso y una intensa amargura
principalmente por la pérdida de sus
seres queridos, además de sus
hogares, recuerdos, utensilios de toda
una vida, y tantas y tantas cosas, que no
sabría detallar, porque cuando el alma
se deshace, al ver las imágenes, las
palabras no son suficientes para
expresar el vacío y el dolor que se
siente, ante tal espanto.
Descansen en paz, aquellos que nos
han dejado.
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Nadie duda a estas alturas, que Lorca
seduce y enamora. A nada que la
frecuentes, que la camines, cogidita de
la mano, la Ciudad del Sol, la de los cien
escudos, la de las siete parroquias,
enarbola su peculiar embrujo y con él te
envuelve y conquista, ganándote rauda
el corazón, al mismo tiempo que
despierta, de manera sutil, los sentidos
y el asombro en tu mirada.
Por fortuna, yo he tenido la inmensa
suerte de haberla recorrido siendo muy
niña, con una excepcional lorquina, mi
madre, que me llevaba de la mano,
porque de vez en cuando pedía a mi
padre que nos trajera a Lorca a verla y
pasear juntos.
Lorca, es ciudad de alamedas, su
hermoso pulmón verde, es histórica y
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monumental, alfarera y ceramista,
elegante maestra bordadora, diestra
tejedora, renacentista y barroca,
gastronómica y festiva, procesional y
bíblica, que se ofrece al visitante como
un delicioso festín, como un exquisito
manjar, que es preciso degustar
pausadamente para mayor deleite.
La idiosincrasia de su gente, el bello
conjunto arquitectónico que posee y un
sinfín de posibilidades por descubrir,
hacen de esta ciudad un gran tesoro
patrimonial al que hay que conservar y
al mismo tiempo dar a conocer.
Años después, de los paseos con
mis padres, mis idas y venidas se
multiplicaron con montajes e
inauguraciones de exposiciones, la
fundación de la Feria de Artesanía,
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disfrutar de la Semana Santa y un largo
etcétera volví a realizar un recorrido
inolvidable con un gran amigo y
excelente persona, Juan Guirao, cuyo
paseo se convirtió en reportaje para La
Opinión en el año 1997, periódico en
donde yo colaboraba entonces.
En definitiva, yo me siento lorquina
gracias a los buenos amigos
incombustibles como la familia Carrillo,
que encabeza mi hermana pequeña
Antoñita, a los Llamas, y al grupo de
compañeros con los que hace cuarenta
años creamos la Feria de Artesanía,
junto a los maestros artesanos, algunos
de los cuales, nos han dejado,
lamentablemente.
Pero ensalcemos la llegada del
Redentor del mundo porque el hermoso
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misterio de la Navidad, se acerca y,
aparece de nuevo en el calendario, con
su atractiva fuerza de amor.
Dios vuelve a nacer con nosotros, en
esta costumbre Santa tan familiar, en
esta fiesta de la alegría, con sus buenos
y abundantes deseos para regalar a
familiares y amigos, paz, amor y
prosperidad a todos.
Es además época de gozo en la que
nuestra sensibilidad se acentúa y nos
predispone a la generosidad y a la
ayuda al necesitado, al humilde,
pensando, cada vez con mayor fuerza,
que éste es nuestro hermano que nos
necesita y no debemos dejarle a un
lado.
La Navidad es justicia si tienes
tinieblas, y es luz, si tienes tristeza,
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puesto que aviva la alegría. Así que
empecemos a vivirla y sembrarla a
nuestro alrededor.
Del Verbo Divino,
La virgen preñada,
Viene de camino.
Si le das
Posada.
Esta noche he sido llamada aquí a
este mayestático y hermoso templo
invitada por ustedes, sin saber bien
porqué, y he pensado que tal vez el
motivo sea que me consideran su
amiga, si es así, lo agradezco de
corazón, porque para mí supone una
gran alegría y mayor honor ser
pregonera, de la Navidad lorquina en
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esta milenaria Ciudad con la que estoy
vinculada y por la que siento un cariño
muy especial.
Misión que considero, angelical, o,
profética; esta de anunciar, o ramificar,
a los cuatro vientos, mi voz, para hacer
saber a todos los que aguardamos en la
impaciencia de la espera, y con la
tensión de la llegada del Adviento, que
pronto estará Emmanuel, “Dios con
nosotros”, Redentor del mundo, nacido
de María de aquella joven doncella que
apenas contaba 15 años, cuando pario
en un lugar humilde llamado Beth-
Leem, que significa “la casa del pan”.
Por otra parte, esta invitación, me
ofrece, una enternecedora oportunidad
y emoción porque expresar en público
mis sentimientos sobre la Navidad, y
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hacerlo precisamente aquí, en esta
ciudad arropada por ustedes en este
hermoso y monumental templo de la
antigua Colegial de San Patricio, nada
más y nada menos, es para mí, una
designación, que nunca olvidaré.
Se me ha encargado que pregone la
Navidad, que hablemos de la Luz, de la
Verdad y del júbilo de una Virgen que es
Madre amorosa de un Dios humilde que
se hizo niño, y del belén, tradición
inventada por un gran santo, Francisco
el “Poverello de Asís”, quien quiso
representar en el campo de Greccio,
donde vivía, la Navidad en 1223, tres
años antes de su muerte, y en su
contexto original.
Para ello, San Francisco de Asís, que
había ido a visitar al Papa Honorio III
para que le aprobase las reglas de su
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Orden, aprovecho la ocasión y le rogó
autorización para celebrar la Navidad e
instalar, la Nochebuena del año 1223, de
una forma plástica, el primer “Belén” de
la Historia. El Papa le concedió el
permiso y el Santo, que ya tenía elegido
el lugar para el “nacimiento”, o “portal
de Belén”, era Greccio, donde él había
estado aislado, orando, en diversas
ocasiones.
Movido por su apasionada devoción,
y con la ayuda de sus amigos, pidió traer
gran cantidad de heno, además de un
asno y un buey para disponerlo todo y
crear un pesebre, con objeto de animar
y convocar al vecindario.
Finalizada la tarea, celebraron la misa
de gallo, cuyo altar se colocó al lado de
la gruta, en la que Francisco ejerció de
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Diácono, pues es sabido que el Santo,
por considerarse indigno, nunca quiso
ordenarse sacerdote.
Después de cantar el Evangelio, El
Santo comenzó un maravilloso sermón
durante el cual los fieles, admirados
vieron aparecer entre sus brazos un
niño resplandeciente, dormido al
principio, que poco a poco, fue
despertándose a medida que las
palabras de Francisco se hacían cada
vez más sublimes.
Este fue el primer belén de la
historia, hace ahora 801 año, y desde
hace más de ocho centurias, al llegar
diciembre, padres e hijos se reúnen en
muchos lugares de la tierra, en sus
hogares, para mantener la costumbre
principalmente en los países católicos.
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Y en Greccio, Italia, lugar para la
oración y el trabajo, franciscanos y
clarisas, siguen preparando el “Belén
de San Francisco, como mensaje
significativo y grandioso de la llegada
del Niño Cristo, Redentor del Mundo.
Hermosa tarea la que se me ha
encomendado. Y lo peor es que yo, en mi
irreflexión, lo acepte no solo gustosa,
sino también con júbilo, cuando me lo
propusieron. Pensé ponerme manos a
la obra enseguida, pero por una u otra
tarea, lo fui demorando, hasta que ya la
urgencia de las fechas, me apremiaron.
Fue en aquel momento cuando
advertí que mi tardanza no se debía a mi
descuido, tampoco a la pereza, sino que
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el empeño de hacerlo bien, me
desbordaba. Porque los verdaderos
pregoneros de la Navidad, y así lo
recoge la Sagrada Escritura, fueron los
ángeles en la primera Nochebuena, de
aquella noche sagrada.
Me convencí, entonces, que
podemos hablar de la Navidad, pero no
pregonarla, porque el auténtico pregón,
el único posible, lo realizaran los
ángeles, despertando nuestros
corazones, si somos capaces de
olvidarnos de los agobios cotidianos y
abrimos los oídos del alma a la canción
del amor.
No hay momento más grande en la
historia de la humanidad que aquel en el
que Jesús nació. Desde entonces, la
historia se dividió en dos, para todos los
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hombres, y mujeres, creyentes o no
creyentes; antes y después de Cristo.
Sesenta o setenta años después de
la primitiva Navidad el evangelista
Lucas, que impuso al nacido el título de
Salvador, con sobriedad, sin frases
grandilocuentes, con un estilo sencillo y
directo, nos dejó el relato más explícito
de tan singular acontecimiento.
“Aconteció, pues, en los días aquellos, que salió
un edicto de Cesar Augusto para que se
empadronase todo el mundo. Este
empadronamiento primero tuvo lugar siendo
Cirino gobernador de Siria.
Caminaban todos a empadronarse, cada uno a
su ciudad. José subió a Galilea, de la ciudad de
Nazaret a Judea, a la ciudad de David, que se
llama Belén, por ser él de la casa de la familia de
David, para empadronarse con María, su esposa
que estaba en cinta. Estando allí se cumplieron
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los días de su parto, y dio a luz a su hijo
primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó
en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el
Mesón”.
(Lucas,2. Nacimiento de Jesús)
La Navidad es la fiesta de Dios hecho
Niño, y nadie puede vivirla si no
recupera aquella mirada limpia y
asombrada de los años infantiles. No
podemos sentir la Navidad sino somos
capaces de navegar aguas arriba por el
rio del recuerdo, y nos reencontramos
con aquellos chiquillos avispados y
bulliciosos que fuimos ayer y duermen
hoy en lo más profundo de nosotros
mismos. Será entonces cuando el niño
o niña que llevamos dentro, se
incorpore a la celebración y se frote los
ojos para sacudirse la niebla gris del
sueño y acuda a la misa de gozo.
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Estamos abiertos a la resurrección
del barro, crisol del hombre, que fue
materia para la vida. La vida, que es la
razón del hombre.
Si queremos saborear el carácter
poético de los símbolos contenidos en
las representaciones plásticas, o sea,
en los antiguos belenes, que se
realizaban en Navidad, tenemos que
detenernos en primer lugar en la
estrella. Esa luminosa y gran estrella de
larga cola que cualquier niño, no
tardaría en echar de menos en caso de
olvido o rotura.
Desde los primeros siglos del
cristianismo, la estrella de ocho puntas
u octograma es importante porque es
símbolo de Cristo, en la iconografía
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cristiana, habiendo sido adoptada,
recogida, de la iconografía sumeria.
Sobre esos dos fieles animales que
acompañan a nuestros nacimientos, hay
que señalar que, la mula representa a
los judíos y el buey a la gentilidad.
Por su parte, la figura principal, la
del Niño, cumple diversos papeles
según el momento: el de recién nacido,
el primer día de Navidad, 25 de
diciembre, es el de Rey del Mundo, tras
la Noche Vieja, el día 1 de enero, y el de
Niño adorado el día 6 de enero, por los
Reyes Magos.
La Virgen estuvo en los primeros
belenes asistida por dos parteras, y
luego estas matronas o parteras
pasaron a ser simples pastorcillas. La
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figura de San José, se introdujo algo
más tarde al conjunto.
Los tres Reyes Magos simbolizan
las tres razas conocidas y también a los
ricos de la tierra, mientras que tres
pastores, solo tres, representaban a los
pobres de la tierra y a las edades del
hombre; joven, adulto y anciano.
De los símbolos plásticos que
conservamos actualmente están; el río
figura importante porque simboliza la
fuente de la gracia divina; las flores que
no faltan nunca porque representan a
Cristo que es Flor del mundo. Y se han
perdido otras figura o elementos, que
antiguamente ocupaban un lugar
destacado en el belén, como los
ermitaños, o el Caballero de la Estrella,
y aunque nos parezca fuera de contexto,
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también aparecía Adán y Eva con la
serpiente, e incluso se sumaba alguna
evocación a la Cruz.
Lo importante es que los
belenes, antes y ahora, reflejen lo que
han sido y siguen siendo un singular
vehículo de transmisión de una bella
tradición cristiana. Son un excelente
medio de evangelización en Navidad. Y
ese mismo mensaje se refleja en esa
representación teatral tan entrañable,
que desde hace centurias se viene
celebrando en distintos lugares de la
Región de Murcia, como es el Auto de
los Reyes Magos.
Por otra parte, los primeros
símbolos de la Natividad aparecieron en
las catacumbas romanas, y solo a partir
del siglo IV, con el decreto de
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Constantino comenzaría su difusión en
los bajorrelieves de la época. Se dice
que en la basílica de Santa María la
Mayor, de Roma, se construyó un
oratorio reproduciendo la cueva de
Belén, en el siglo VII a cargo del Papa
Teodoro. Esta basílica, conocida
popularmente como “Santa María del
Pesebre” cuenta con un relicario que
contiene restos del pesebre original
Ignoramos el motivo, pero desde
hace años, los gastos de mantenimiento
de este hermoso templo romano corren
a cargo del Estado Español.
Sin embargo, la costumbre
tradicional y cristiana del belén o
nacimiento hay que reivindicarla, no
podemos bajar la guardia, nos está
pidiendo ayuda. La artesanía del barro
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cocido y pintado a mano ha conseguido
ganar la batalla al plástico, pero hay que
continuar vigilantes instalando en
nuestros hogares los belenes o los
pesebres y nacimientos, aunque sean
pequeños en cualquier rincón. Yo los
tengo puestos todo el año, repartidos
por mi casa lo cual no quiere decir que
relegue, llegado el 8 de diciembre, al
árbol de Navidad a lo que realmente es
su ocupación: ser un objeto decorativo
que imprime alegría o bien que cuelgue
en el balcón a Papa Noé con su
escalera, porque para mí, en la Navidad
cabemos todos.
Esto es lo que nuestra costumbre, el
belenismo, nos está pidiendo a gritos,
fidelidad y cuando en la Nochebuena
nos acerquemos a ellos, a nuestros
belenes, tal vez para cantar villancicos
con toda la nostalgia de la tierna
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infancia o la dulce juventud, podremos
ver como en los ojos del Niño Dios,
recién nacido, brilla un hermoso fulgor
de estrellas.
No podemos olvidarnos, que Murcia,
por una curiosa coincidencia, es la
patria de Salzillo y el lugar donde existe
el más notable Nacimiento artístico de
España, y es también centro de
producción de figuras de barro para los
nacimientos populares, que se han
vendido en todo el mundo, porque parte
de su producción se ha exportado
incluso a países donde la tradición del
Árbol de Navidad predomina sobre el
belén. No debe olvidarse, sin embargo,
que, aquí en estos países existe la
costumbre de colocar un pequeño
misterio al pié del árbol, lo que se
convierte en un convenio o compromiso
entre las dos grandes tendencias
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cristianas, la de simbolizar la Navidad
con el Árbol o con el Nacimiento.
Desde hace años, las asociaciones
belenistas o pesebristas españoles
saben bien sobre el significado y la
alegoría de los “nacimientos” o
“pesebres”, junto con asociaciones
culturales, de distintos lugares
españoles que han ido cogiendo el
testigo, y el mantenimiento, de la
costumbre y su difusión.
Al parecer, una de las más antiguas se
creó en Barcelona, el 15 de marzo de 1863,
según asegura su actual sucesora. Y a
pesar de su rigor, algunos de los artículos
del reglamento eran o son, particularmente
rigurosos;
Ejemplo:
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“Artículo 11.- Los pesebristas que no hagan
Belén pagarán una multa de 40 reales, y
serán considerados lo mismo que si lo
hubiesen hecho, y hasta señalaran día para
que los pesebristas visiten su casa para ver
al menos el Nacimiento. Si se faltase a esta
segunda obligación se pagará otra multa de
40 reales”
Nosotros en la Región de Murcia,
tenemos asociaciones belenistas que se
afanan por mantener viva tan bella
tradición, junto a asociaciones culturales,
que desde hace años puntualmente han
expuesto en varios países y en diversos
lugares, dentro y fuera de nuestra región.
Por cierto, que este año, la asociación
de belenistas de Lorca, por su valiosa
trayectoria, desde que fue creada en el año
1998, será la encargada de instalar el belén
municipal de la ciudad de Murcia, en el
Palacio Episcopal.
Asociación, que ha logrado crear y
mantener, desde hace diez años, un
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precioso Museo del Belén en la Ermita de
San Roque y San Sebastián, no sin
esfuerzo.
Enhorabuena.
Queridos amigos, esta humilde
pregonera vuestra, está dispuesta, sin más
demora, a abrir de par en par las puertas
de la alegría y desearos desde lo más
profundo de mi corazón, y bajo el amparo
de San Clemente y la Virgen de las Huertas
una Feliz Navidad.
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