ARMENIOS EN PORTUGAL: LA FUNDACIÓN GULBENKIAN DE LISBOA (por Pablo R.
Bedrossian)
Tal como Roma, Lisboa, capital de Portugal, es llamada la ciudad de las siete colinas. Su curioso
trazado con callejones y recovecos, herencia de su pasado árabe, la convierte en una ciudad
diferente, poblada de sorpresas. Una de sus maravillas es el complejo de la Fundación Calouste
Gulbenkian.
Su sede se encuentra ubicada en un hermoso jardín con una vegetación boscosa y fuentes de
agua que ocupa 7 hectáreas1; está bordeado por la Avenida de Berna, la Avenida António
Augusto de Aguiar y la calle Marquês de Sá de la Bandera. Muy cerca se encuentran las
estaciones de metro S. Sebastião y Praça de Espanha.
Además de las oficinas, el complejo incluye salones para congresos, anfiteatros, un auditorio
para 1,200 espectadores donde suelen dar conciertos la orquesta y el coro de la Fundación
Gulbenkian, dos galerías para exposiciones temporales y una biblioteca con libros de arte con
más de 190,000 volúmenes, creada a partir de la biblioteca personal del fundador 2.
Además, cuenta con uno de los mejores museos privados de Europa. Posee esculturas del
mundo antiguo, pinturas que van desde el Renacimiento hasta la época actual, una
extraordinaria serie de piezas Lalique y una colección de numismática considerada una de las
valiosas del mundo.
La obra que la Fundación realiza se extiende a otros países, como Inglaterra y Francia, donde
tiene oficinas; centra su actividad en la región de Medio Oriente, realizando una extraordinaria
obra filantrópica.
Desde luego, el Servicio a las Comunidades Armenias ocupa un lugar especial; su administrador
siempre ha sido armenio, beneficiando principalmente a la diáspora. Armenios de Turquía,
Egipto, Líbano, Jordania, Palestina e Israel reciben el apoyo de la entidad, que se extiende
también a países como Francia, Grecia e Italia y también a América del Norte y del Sur. El
objetivo principal es la difusión de la educación y la cultura armenia a través de apoyo a
instituciones educativas, centros culturales, iglesias armenias, cátedras de armenología, becas
para estudiantes universitarios y apoyo a seminaristas como albaceas del patrimonio histórico
nacional3.
Por supuesto, la acción benefactora de la Fundación llega a la nación armenia. Apoya, por
ejemplo, a la Academia de Ciencias o Matenadaran (Biblioteca de los Manuscritos antiguo), a
la Biblioteca Nacional y a la Universidad Estatal de Ereván. También financia la edición de obras
de filología e historia de los Padres de la Iglesia Armenia, incluyendo la edición de Biblias en
armenio4. Dentro del Museo Gulbenkian la sección armenia es pequeña debido a que la mayor
parte de las piezas fueron donadas al Patriarcado Armenio de Jerusalén5.
EL FUNDADOR
1
El jardín aparece como “Declaración Patrimonio Mundial UNESCO: No. Lista provisional de Portugal
(2017)”; ver “Jardins da Fundação Gulbenkian”, European Route of Historic Gardens,
https://europeanhistoricgardens.eu/portfolio-item/jardines-de-la-fundacion-gulbenkian/
2
Tchamkerten, Astrig, “Calouste Sarkis Gulbenkian El hombre y su obra”, Departamento de las
Comunidades Armenias, Fundación Calouste Gulbenkian, 2013, p.80-82
3
Tchamkerten, Astrig, Op. cit., p.99,100
4
Tchamkerten, Astrig, Op. cit., p.101
5
Tchamkerten, Astrig, Op. cit., p.89,92
Calouste Sarkis Gulbenkian nació en Estambul, en 1869, en el seno de una familia armenia de
alta estirpe dentro del Imperio Otomano, del cual fue ciudadano. Los Gulbenkian se dedicaban
al comercio internacional, poseyendo una de las empresas de exportación más grandes de la
región, con oficinas en importantes ciudades de Europa y Nueva York. Gracias a esa posición
privilegiada el joven Calouste pudo estudiar en el King’s College de Londres, graduándose con
solo 18 años en Ingeniería y Ciencias Aplicadas.
En 1896, debido a los primeros ataques a los armenios su familia se trasladó a Egipto. Durante
el viaje conoció al responsable de otorgar concesiones en Azerbaiyán, quien lo introdujo en lo
que será su teatro de operaciones: el mundo del petróleo. Se radicó en Londres de 1897 a
1920, adquiriendo la nacionalidad británica en 1902. En 1898 fue designado Consejero
Económico y Financiero de las embajadas del Estado Otomano en París y Londres. Desde ese
momento, y aprovechando su formación académica y su posición política, construyó puentes
con gobiernos y grandes empresas teniendo como prioridad los campos petroleros de Medio
Oriente. Aún frescos los trágicos acontecimientos del genocidio, no renegó de sus orígenes:
utilizaba su pasaporte armenio para trasladarse entre Londres y París, ciudad donde residirá
entre 1920-1940.
A medida que crecían sus negocios, aumentaban también su interés por la cultura y el arte,
adquiriendo piezas que luego formarían su extraordinaria colección personal. Más que un
hombre de negocios se consideraba arquitecto de equilibrios geopolíticos.
Era una persona muy reservada, que rehuía de las actividades sociales y de las fotografías, de
carácter firme y, desde luego, dueño de sus propias decisiones. Se lo describe como “un
hombre tímido, sensible y nervioso”6, pero con un particular sensibilidad por el arte y la
naturaleza.
A partir de 1912 creó sociedades que obtuvieron concesiones petroleras en Medio Oriente
incluyendo el Golfo Pérsico. En un ambiente altamente competitivo con grandes intereses
políticos y económicos en pugna, logró sobrevivir, aceptando, incluso, reducir su participación
accionaria en empresas cuya creación él mismo impulsó. Al manejar las relaciones entre los
grupos internacionales y grandes potencias con el propósito de construir consensos y
establecer alianzas en el escenario creado tras la 1ª Guerra Mundial, pudo amasar una gran
fortuna. Paralelamente, desarrolló su pasión coleccionista y el mecenazgo, que se manifestó
en las numerosas becas otorgadas a jóvenes armenios y el sostén económico de escuelas
armenias y centros médicos en Turquía, Siria, Líbano, Irak y Jordania. Además, adquirió tierras
en Anjar, en el este del Líbano, para reubicar a los refugiados armenios de Sanjak de
Iskenderum. También contribuyó a la construcción de numerosas iglesias armenias, entre ellas
en Kirkuk, Bagdag y Tripoli, y apoyó al Patriarcado Armenio de Jerusalén7. Hizo un aporte de
USD 400,000 (una fortuna para la época) para la reconstrucción de la catedral de Etchmiadzin,
entre muchas otras donaciones dentro de Armenia, que en aquel entonces estaba bajo la
férula soviética. La lista es muy extensa, pero no podemos dejar de mencionar la iglesia
armenia en Londres, dedicada a San Sarkis, que mandó construir.
En 1942, durante la ocupación alemana de Francia, donde se encontraba, fue designado
“enemigo técnico”. El embajador de Portugal le habló de los encantos de su país, que se había
declarado neutral durante la 2ª Guerra Mundial, por lo que decidió mudarse a Lisboa. Hizo
6
Tchamkerten, Astrig, Op. cit., p.39
7
Tchamkerten, Astrig, Op. cit., p.53,54
trasladar allí sus colecciones. Tenía 73 años. La pequeña nación que conquistó los mares sería
su última residencia y su nuevo centro de operaciones. Murió en 1955.
LA FUNDACIÓN Y SUS FONDOS
El enorme patrimonio de la Fundación Gulbenkian, una de las 12 fundaciones más importantes
del mundo, nace como heredera de su gran benefactor, pues, tras haber beneficiado a los
miembros de su familia y realizado algunas cesiones particulares, le legó toda su fortuna.
Además de sus extraordinarias e invaluables colecciones, le cedió su participación en los
negocios petroleros. Por su voluntad, la sede quedó establecida en Lisboa.
Tras prolongadas cuestiones legales y la intervención del presidente de Portugal de aquel
momento, el dictador António Salazar, que impuso una mayoría de administradores
nacionales, la fundación se puso en marcha en 1856. La Revolución de los Claveles de 1974 y el
ingreso de Portugal en la Unión Europea en 1986 permitió a la Fundación una actividad más
libre y fecunda.
En 2009 la Fundación Gulbenkian tenía en su haber alrededor de € 2,800 millones y un
presupuesto anual de € 109 millones8. En 2019 se deprendió de sus activos petroleros pues
“era incompatible con nuestro compromiso con la sostenibilidad”, en palabras de su
presidenta, Isabel Mota9. Por esas ventas, ingresaron € 627 millones a las arcas de la
fundación, que vivía hasta ese momento de los rendimientos € 3.000 millones que tenía en
activos financieros.
El museo portugués, fundado con el legado de un magnate del crudo, cumple 50 años. “Era
incompatible con nuestro compromiso con la sostenibilidad”, dice su presidenta
En la actualidad cuenta con unos 500 empleados; la dirige un consejo de administración
mayoritariamente de nacionalidad portuguesa y siempre, por tradición y estatutos, lo integra
un miembro de la familia de su creador.
8
Tchamkerten, Astrig, Op. cit., p.77
9
Del Barrio, Javier Martín, “La Fundación Gulbenkian se deshace del dinero del petróleo”, Diario El País
(España), Sección Cultura, 6/11/2019,
https://elpais.com/cultura/2019/11/06/actualidad/1573033150_857021.html