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OT RAS OBRAS DEL AUTOR
THEODOR W. ADORNO
pu b licadas p or
TAURUS EDICION ES
Sociulo ¡¡ictl (en co la bo r ación co n Max Hcr kheirne r).
l-a id c% g la com o lenguaje.
EN PR EP ARACION:
Crit icas de la t alÓn literaria.
Dialéctica negativa.
Teor/a estilicd.
Tum inologia filos ó fica.
TRES ESTUDIOS
SOBRE HEGEL
Ve rsió n espa ño la d e
VICTOR SANOU Z DE ZAVAlA
0700787918
• (
Título o rigina l: Drei Studien zu Hegel
0 1963, S UHRUM P Ver la g, Frank fu r t "m Main.
(El texto Aspekte der hegeb ch en Philosop hic, O 1957,
SU H RKAMP Ve rlag , Frankfurt am Maill.)
Prim er a edi ci ón : junio de 1%9 Dedicado a
Segunda ed ició n : ener o de 1974
KARL H SINZ HAAG
10 1970, TAURUS EDICIONES, S. A.
Plaza del Ma rq ué s de Sa lama nca, 7. MADRlIl·6
I SBN: 84-306-Hl61-8
Depósito lega l: M. 37.666-1973
PR IN TE D IN SPAlN
,I
AS PEC T OS
Una ocasión cronológica como el 125 aniversario de
la muerte de Hegel podria induci r a lo que se lla ma un a
apreciación crítica. Pero es te concepto se ha vuel to in-
I
sufri ble ( su pu esto que, por lo demás, haya servido de
algo en otro t iempo): anuncia, por parte de qui en po-
se a la c uestionab le di ch a de vivir después y esté ob li-
gado por su profesión a ocu pa rse de aquel so bre el que
haya de habla r, la desvergonzada pretensión d e señalar
so be rana men te al difunto su puesto y. de es te modo,
colocarse en cierto se nti do po r enci ma de él; y en la
abominable pregunta de qué significan para el presen te
Kant y, ahora, Hegel (ya el llam ado renacimien to hege-
liano comenzó hace med io siglo con un lib ro de Be ne-
dettc Cro ee que se compr ome tía a desenredar lo vivo
y lo m uerto de H egel) resuena sem ej a n te p resunción.
No se lanza, en ca mbio. la pregunta in ve rsa . la de qué
significa el p resen te a n te Hegel: si. po r ejem plo, la ra-
zón a que, tras los tiempos de la suya, la absolu ta . nos
figuramos haber llegad o no se encu ent ra. en realidad.
su mamente rezagada t ras aqué lla y se h a acomodado
a l mero ente, cu ya ca rga la razón hege lian a queda po-
ner en mov imien to va lién dose de la q ue impera en el
ente m ismo. Todas la s apreciacion es cr ít icas cae n ba jo
el juicio expresado en el pró logo de la Feno meno íogí a
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del espíritu, juicio que se ap lica a la s que son única- lis ta todavía mayor y, sobre todo, en una persona co n
me nte sobre las cosas , porque no es tán en las cosas ; una agu da mira da h ist órica : las ca las de Hegel en los
ante todo, les falta la seriedad y obliga toried ad de la conte nido s. que osaron llegar has ta la írreconcí tía b ítí-
filo sofía de Hegel. dado qu e siguen ejerci tando a su dad de las co ntradicciones de la soc iedad burguesa, no
respecto lo q ue él. despectivamente-y con todo d ere- se pueden separar, com o de u n gravos o añadido. de la
cho de serlo-e, llam ó un a filoso fía de punt o de vis ta . espe cu lación (cuyo concep to vu lgar no tie ne nada que
Si no se qu iere rebota r de él con. las p rimeras palabras ver con el hegeliano ); por el contra rio . la es pecu lación
q ue se digan , es prec iso. por in suficientemen te Que se fuc lo que las mad uró . y pi erden su sustanci a en cuant o
haga. co mparecer ante la pretensión de verdad de su se las concibe co mo merame nte empíricas. La doctrina
filosofía, en luga r de parlot ear meramente de ella des- de que lo a prio ri es ta mb ién a posterior í (doc t rina qu e
de ar ri ba y. por co ns iguie nte, por debaj o de ella . en Fichte era programática y qu e solo con Hegel pasa a
De igual modo Que otros sis temas especulativos con- la efecti vidad ) no es n inguna a udaz flor retórica, sino
cluso s, ap ro vecha ta l filosofía la du dosa- ventaja de no el nervio vita l hegeliano: inspira tanto la critica de la
ten er que admitir crít ica alguna: t oda la Que se d irija cmplrt e tes taru da como la del apriorismo est ático.
a los detalle s será parcial. marrará el to do . qu e, de to- y donde Hegel dej a hablar al material opera el p ensa-
dos modos, la tiene en cue nta; m as, a la inv ersa, crit i- m iento de la ident idad de su jeto y ob je to en el «csp í-
car el t od o como todo sería a bstract o, «sin mediación» , ri tu ». ident idad origin aria que se escinde y se reúne de
y de jaría de lad o el motivo fu ndamental de la filosofía nu evo: s i no fuese así, el co nte n ido d el sist ema, de una
hegeliana: que no ca be dest ila rl a de ninguna «se nte n- r iqueza tan inagotab le, se rí a, o mero ap ilamiento de
cía », de ni ngún principio general, y sólo se acredita datos y prc filosófíco . o simp lemente do gmáti co y sin
como to talidad , en la conc reta co mp lexión de todos sus es trictez . Ric hard Kroner se ha revuelto con razón co n-
momen tos. Por lo que ú nicame nte honra rá a Hegel Ira la ma ne ra de describir la hist oria del ideal ismo ale-
quien, sin dejarse intimidar por el pavor an te la en re- mán como si fu ese un p rogreso rectil íneo desd e Schel-
dosidad poco m enos Que mitológica de un proced er crf- lin g a Hegel: an t es bi en , éste se defen dió del momento
ticc que aquella tot alida d parece volver fal so en tod os dogmático de la filosofla scheIlingu iana r ecu rriend o al
los casos , en vez de otorgarl e o denegarle. fav orable impulso gn oseo lógico fichtiano e incluso kantiano ; así,
o d esfavorablemen te , mé ritos. persiga el todo tras del la di námica de la Fenom enología del espíritu comienza
cual él mismo iba. sie ndo gnoseológica , para después, sin duda (co mo ya
Difícilmente habrá pen sa miento teoré t ico algu no de se es boza en la In troducción ), hacer salta r las posici o-
ci er to aliento qu e. sin ha ber atesora do en sí la filosofía nes de u na teorí a del co noc imiento ais lada-o, en el
hegelian a, pueda hoy hacer jus ticia a la expe riencia de lenguaje hegel iano, abst rac ta-o La plenitud de lo con-
la co nciencia; y, verdaderamente, no de la concie nci a cre to, que en Hegel que da interpretada p or el pensa-
sola, sino de la viva y corporal de los homb res. Pero no m iento y al cu al, a su vez. nu tre, no cor responde tanto,
se ha de explicar t al cosa con el escu álido ap ert;u d e pue s, a su ta lante realista cuan to a su mo do de efectuar
que el ideali st a abs olu to se habría conver tido en u n rea- la anamncs¡s, la inmer sión del esp íri tu en sí mismo (o,
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con las palabras de Hegel, al ent r ar en sí y re cogerse de los momentos pa rci al es, que en cada ins tante re m i-
en sí del ser). Si, p ara salvar el con tenido material de te n fu era de sí mi smos y brotan, disociándo se unos de
la filosofía hegeliana frente a la sup uestamente anti- otros ; no es nada que estuviese más allá de ellos. A es to
cuada y arbitraria esp ecu lación, quisiéramos planch ar es a lo que apunta la catego rí a de to talidad, qve es
s u ide alis m o, no nos qu edaría entre las mano s otr a incompatib le co n to da inclina ción armoniz adora (po r
cosa que posi tivism o, una sosa his tor ia es piritual; pero mucho que el Hege l tardío la haya abr igado subjetiva-
lo que él pensó ti ene incluso u n rango enteramen te dis- me nte); y su p en samien t o crítico ha alcanzado de igu al
t in t o que el del embutir en t otali dades (ant e la s que las modo a la constatación de lo desvin cu lado co mo al pri n-
cie nci as p art iculares cierran los ojos): su s istema no cipio de continuidad: en el conjunto complejo no hay
es u na organi zación de asilo científico, como tampoco un p aso contin uo, sino un vue lco; el proceso no trans-
u n conglomerado de ob servaciones geniales . Y cuando curre por aproximaci6n de los di versos momentos , sino
se estu dia su ob ra le parece a uno, en ocasiones, que mediante un salto. Mas si bien la modern a t eoría de la
el progre so que el esp íritu se imagina hab er efectuado forma, en la int erp ret ació n d ada po r Max Sch eler, pro-
a pa r tir de la muerte de Hegel y contra él, tanto mer- testa vivam en te co nt ra el sub jetivismo gno-seo lógíco
ced a u na me to do logía clara como gracias a una empi- tradicional e in terpreta co mo algo ya determinado y
r íe invu lnerab le, es una peculiar regresión; mientras estruc turado el mat erial sensorial, el estado en que se
que a los filósofos que creen conservar al go de su he- da n los fe nómenos (que para el conjun to de la tradi-
ren cia se les escapa la m ayor parle de aque l concreto ció n kantiana quedab a descalificado, caótico) , Hegel ha -
contenido sobre el que se puso a prueba antes que nadie bía hech o hi ncapié con tod a en ergía en tal deter min a-
el pensamien to hegeliano. ción de l ob jeto, sin por ello convertir en un ído lo la
Acordémonos , p or ejemplo, de la teorí a de la forma certidumbre se nsorial (con cuya crítica com ienza la Fe-
[Gestalt] amp lia da que con Kohler, pri meram en te, se nomenotogta del espíritu), como tampoco ninguna in-
ha convertido en u na es pec ie de filosofía. Hegel reco- tuición int ele ctu al : just am ent e a t ravés de l idealismo
noció la preeminenci a de l todo con respecto a sus p ar- absoluto, que no deja que nada se quede fuera del su-
tes, finitas, insufi cient es y contradictorias cua nd o se las jet o dilatado has ta 10 infi nit o, sino qu e mete a la fuerza
con fro nta con él; pero ni d erivó un a metafísica de l pri n- todo de nt r o del circuito de la in manen cia , se resuelve
cipio abst racto de la t ot alidad, ni glorificó al t odo en la oposición entre la conciencia contcridora de for ma
cu anto tal en nombre de la «bue na forma»: de igual y de se ntido y la me ra materia. En Hegel se encuentra
mo do que no independizó las partes frente al to do, exp lícitament e toda la crítica post erior del llamado foro
como ele mento s suyos , sabía pe rfectamente el crítico m alismc, tanto de la teoría del conocimiento co mo de
del Romanticismo que el t odo s610 se reali za a través la ética, por más que no por ello-eomo antes que _él
de las p artes, únicamen te a t ravé s de la desgar r adura , de Schelling y ac tu almente la ontología exis tencial-e-sal ta-
la distanciac ión , de la reflexión ; en resumen, de todo 10 se de un b ri nco a lo supuestamente concreto: la expan-
que es anatema pa ra la teoría de la forma. Su t odo sión sin límites que en él encontramos desde el sujeto
es, en definitiva , solamente el dec hado y quin taesencia al esp íri tu absolu to ti ene como con secu encia que se
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presente f ácticamente, como momento inherente a este id ea lismo absoluto no desdeña t emerari amente los lí-
espíritu, no únicamente el sujeto, sino asimismo el ob- mites de la po sibilidad de l conocimiento, sino que bus-
jet o, y reivindicando íntegramente su propio ser; por ca las pa la br as con que decir que en todo conocim iento
lo cu al la mism a tan admirada riqueza de materiales que propiamente 10 sea se encuentran ín sitas, sin más,
de Hegel es función del pe ns am ient o esp eculativo, y él las indicaciones 'n ecesarias para ser pagad o por la ver-
fue el primero que con tribuyó a que éste no siguiese dad, y que el conocimien to, para serlo y no una simple
me ramente hablando sobre los in strumento s del cono- duplicación del su jeto, ha de ser más que me ramente
cimiento, sino que dijese lo esencial ace rc a de sus ob - subj etiv o, ha de ser una objetividad análoga a la razón
jeto s esenciales (n o obstante que no suspendiese jamás objetiva de Pla tón (cuya herencia se impregna en Hegel
la au torreflexión cr it ica de la conciencia), En la medida químicamente con la subjetiva filoso fía trascendent al.
en qu e cabe hablar de un re ali sm o en Hegel, estriba en Hablando he gelianarnente-y, a la vez, mediante una
el impulso de su ideali smo, no le es het erogéneo; ten- interpretación q ue lo refleja un a vez má s y 10 alt era
dencialm ente, el idealism o hegeliano se saca fu era de centralme nt e- p odría decirse que en él la con strucción
sí mismo. del sujeto a bsoluto ha ce justi cia a una objetividad irre-
En modo algu no cabe despachar como una petulan- s oluble en su bjetividad. Paradójicamente, es el idea lis-
cia de l concept o al que se hubiese dado suelta preci- mo absoluto quien emancipa el método al qu e en la
sa me nte la máxima agudeza idealista de su pensamien- Introducción de la Fenomenolo gía se le llama el «mero
to, esto es , la construcción del sujeto-objeto. Ya en mi ra r»; y es él sólo el qu e ca pa cit a a Hegel para pensar
Kant lo que con s tituía la fue nte secreta de en ergía era a par tir de la cosa qu e sea y para respons ab ilizarse algo
la idea de que el mundo dividido en su jeto y obj eto así como pasivamen te de su prop io cont enido, pues to
(en el que, algo así como prisioneros de nuestra propia que, por vir tud del sis tema , se ve llevada a su iden tidad
constit ución , solo no s las hab emos con fenómenos) no con el sujeto absoluto; las cosas m ismas hablan en una
es lo últ im o que hay; a lo cual añade Hegel al go nada ' fi los ofía que se hace fu erte en proba r que es una y la
kantiano: que al captar nosotro s conceptualmente el misma cosa con ellas. Por muc ho que el Hegel fichtiano
recinto y lím ites fij ados a la sub jetividad , al con te m- haya su brayado el p ensamiento de la «pos ición», del
plar ést a com o «mera» 'sub jeti vidad , hemos traspuesto en gendrar po r el espíri tu, y por en teram ente activa y
ya sus límites. Y Hegel, que en muchos respecto s es un
Kan t que se ha encon trado a sí mi smo, se ve llevado
«deja r en su sp en so » y «quedar en sus pen so», r espectivamen te ,
p or ello a conclu ir que, de acu erdo con su propia idea, ya qu e, por u na par te , es tas expre siones reflejan ba st ante bien
el conocim ien to-si es que h ay semejante cos a-es co- el matiz de ope ración con cosas físic as que p oseen estos verbos
no cimiento to ta l, que todo juicio unilateral alude por alemanes y, por otr a, no es aconsejable r eserv arlos para t ra-
su simple forma a lo abstracto, y qu e no descansará du cir o tr os verbos de es te id ioma (fr ente a lo que sucede con
«su per ar », «sublimar s-e-Ad orno em plea sublimie ren en esta mis-
hasta quedar en su sp enso [aufgehoben] * en ello. El
ma obra-e-o «ca ncelar ). «Suspe n der. que da así libr e, est o es, al
margen del t érm lno técnico que he mos forjado para corres-
* Tr ad ucimos siemp re au íhcben y autgehob en w erden p or p on der a esta compl eja voz alem an a. (N. del T.)
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prácticamente qu e ha ya pensa do su co ncepto de des- del sist em a hegeliano; in telección q ue le otorga supe-
a rrollo , no m enos pasivamente , sin embargo, se enc ue n- r ior idad sob re e l ejercicio de la cie nci a qu e. a l mi smo
tra a la vez a nte lo det erminado : compr enderlo no s ig- tiem po que se enfurece co ntra el sujeto. ex per ime nta
nifica ot ra cosa qu e obedecer a su prop io co ncepto. En un a r egres ión a l r egist ro precientífico de hecho s. datos
la feno m eno log ía husserlia na la doct r ina de la rec ep- fá ct icos y opiniones sueltos, o sea, de lo subjetivo m ás
tividad espontánea desempeña cie rto papel; también vano y fortuito. Por m uy sin reservas qu e se entregue
esta doctrina es hegeliana de punta a cabo, s i bien en Hegel a la determinación de su objeto, est o es , p ro pia-
é l no está limita da a un tipo determinado de actos de m ente, a la dinámica obj etiva de la soc iedad, se halla
la conciencia. sino q ue se despli ega po r to do s los nive- radica lm ent e inmune, en vir tud de su concepció n de la
les de la subjetividad ta n lo co m o los de la o bjetividad : relación e xis ten te entre su jet o y o bjeto (c oncepción que
Hege l se inclina por doquie r a nte la esencia prop ia del es su ficien te en todo co nocim iento de hechos ), fr ente
obj et o. por doqui e r le es renovadame nre in m e dia to, a la tentación de a ce ptar ac rít ica m en te la fa chada : no
pero precisamente ta l subo r dina ción a la discip lina de la e n vano ha pasado a enco nt rars e en medio m ismo de
cos a exige el m áximo es fuerzo del co nce p to; y t r iunfa la lógic a la dialéctica de la esencia y el fenómeno ; cos a
en el instante en qu e las intenciones del sujeto se ex t in- de qu e con viene aco rdarse en una situa ción en la qu e
gan en el objeto. La crít ica de Hegel acier ta en el va cío los admin is tradores de la dialé ctica en su versión ma-
centro a la estática descomposición de l conocimiento terialista-esa cháchara d e pe ns a mientos oficia les en el
en suj eto y objet o, qu e a la lógica de la ciencia hoy bl oque orient al- la han degr adado a irreflexiva teo r ía
acep t ada le parece cosa obv ia, y a aquella teo ría resi- de simple copia ; pues la di a léct ica , una vez limpia del
d ual de la ve rda d según la cua l es objetivo lo que reste fe rmento c r ít ico, se prest a tanto a l dogm atism o como
una vez q ue se hayan ta chado los lla m ados fac to res e n otro tiempo lo hi zo la inmedia tez de la intuició n
subjet ivos; y las acierta ta nto m ás m ortalmente cua nto inte lectua l schelli nguia na, co ntra la que se enderezó e l
qu e no opone a ellas nin guna irra cional un idad d e su- fil o de la p olémic a d e Hegel. E st e había h echo j ust icia
jeto y objeto. s ino qu e mantie ne los mom en tos de 10 a la c rí tica de Kan t a l criticar, a su vez, e l d ua lismo
subj eti vo y lo objetivo , q ue en cada caso se di stinguen kantiano de fo rma y co nte n ido y a l a rrastrar a una d i-
ent re sí, y, con todo, los concibe como resultado de námica las rígidas determinaciones dife renciales de
una mediación recíproca. Y e l darse cuenta d e que en Ka nt y-de ac uerdo c on la int erpretación d e H egel-
los dominios de las llama das c ien cias socia les (y do nd e- as im is mo de Fichte, mas s in sa c ri fica r. por e llo . la in-
quiera q ue e l objet o m ismo experi mente la me di a ción d isolu bilida d de los mo m entos a una cha ta ide ntida d
del «espíri tus) se logra qu e los co noc im ientos sea n fruc- inmediata; en su idealism o, la razón se co nvierte en
tíferos no excluyendo el su je to, sino en virtud de su critica (en un sentido que cri tica reiteradamente a Kant)
sup rem o em peño. m er ced a todas sus inervaciones y a l h acerse negat iva , m o vilizadora de la es tática de los
experiencias. es te caer e n la cue n ta que se a rranca a momentos, q ue , sin embargo, se conservan como tale s:
viva fuerza , gracias a la re flexió n sobre sí, a las ci en- la re flexión atraviesa de t al m anera todos los po lo s qu e
cias sociales q ue se re sisten a él, proviene de l co njunt o Kant hab ía co ntrapue sto en tre sí (la for ma y el cante-
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n ido , la na tu ra leza y el esp íri tu , la teoría y la praxis, la esencia de la filosofía hegeli ana) a ningún p rincipio
lib ertad y la ne cesidad, la cos a en sí y el fenó meno) metódi co ni ontológico que la caract erizase de manera
que n ing una de es tas determinaciones queda parada, a semejante a co mo lo hacen la do ct rina de las id eas al
modo de al go úl timo; y cada una de ellas requiere p or Platón intermedio o la mo nadología a Leibniz: dialéc-
sí mi sm a exac tame n te aquel otro momento que en Kant _ tic a no qui ere decir un mero p roceder del es píritu me -
se le contra poní a ...Q.e ah í que en Hegel mediación no dian te el cual se sus t ra jese éste a su objeto (ocu rre en
quiera jamás deci r, com o se figura esa mala in teli gen- él literalmente 10 con trari o, una confr ontaci ón p er ma -
cia que no ha podido ser má s fat al y que p roce de de nen te del ob jeto con su pro pio conce pt o ), co mo t am po-
Kierkegaard, al go intermedio entre unos extre mos, sino co u na visión en cuyo esquema hubiese que com primir
que acontece a t ravés de los extre m os y en ellos mis- la realidad; la dialéctica es tan poco aficionada a la
mo s: .t al es el asp ecto ' radical de Hegel, que es incom- definición aislada como ap t a pa ra encaja r a su vez en
patible con to do m od eran ti smo . Pu es, según él mu es- una, cualquier a q ue sea: es un im pertérrito afana rse
tra, lo que la filosofía tradicional esp era ha cer crista- po r obligar a qu e se empare je n una conciencia de la
lizar en unas ent idades ont ológic as fundamentales no ra zón crítica de s í misma y la experienc ia crítica de
so n idea s coloca das en forma di scret a unas fr en te a los ob jetos. El concep to científico de verificación es na-
otras, sino qu e cada una de ellas exige su opuesta, y el
tu ra l de aquel rei no de concep tos rí gid os y sep arados
proceso es la relación de todas ent re sí. Mas de esta
-c-com c los de t eoría y expe r ienc ia- al que Hegel decla-
forma se altera tan profundamen t e el sentido de la
ró la gue rra ; pe ro si quisi éramos , justamente, pedirle
ontología que parece ocio so ap licarlo-según querrían
su veri ficación a aquell a doctrina de la dia léc t ica, pre-
h acer actualmente varios int érp ret es de Hegel-a una
cisamente t al doctri na, a la que la ignoran ci a suele de s-
llamada es t ructura fundament al cuya ese ncia consiste
p ach ar com o cam isa de fuerza de los conceptos, se ha
precisamente en no serl o, en no se r ~ ;WXÚ l l E 'II) 'I ; de
la m isma manera que, en el sentido de Kan t, no es veri ficado en las f ases históricas más rec ien tes en u na
posible ningún mundo, ningún constítu tum sin las con- m edida que const ituye un dict amen s obre la t ent ati va
di ciones sub jetivas de la razón, de lo constitu ens, la de ajustarse a la s circun st ancias prescindiendo de la
auto rreflexió n hegeliana del idealismo aña de que tam- supuesta arb it rariedad de tal construcción [e spe culati-
poco ca be ningún constituens, no cabe n ningunas con- va] : Hit ler, de acuerdo con su propia ideología y como
dicion es generadoras del espíritu que no hayan sido alguacil to lerado de otros intere ses más fuertes, salió
ab straídas de su jetos fácti cos y, p or lo t anto, en último dispu esto a extermina r el bolchevis mo, mient ra s que
tér mino, a su vez, de al go no m eramente sub jetivo, de l su guerra ha p roye ctado sobre Europa la gigan tesca
«mu ndo»; pues, merced a la in sistente respuest a que se sombra del mundo eslavo, mundo del que Hegel ya de-
le ha bía ven ido dando, Hegel perdió con fianza en el cía, lleno de p resentimientos, qu e no ha bía entrado aú n
fatal legado de la metafísica tradicional, en la p regunta en la hi st oria ; pe ro lo qu e le facu ltó a Hegel para ello
po r u n último p rincipio. no fu e ningu na mirada históric a p rofética, sino esa
Por ello no se puede comp arar la dialéct ica (quinta- energía construc tiva que penet ra en lo que h aya sin
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