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Material de estudio elaborado por el equipo docente de Sociología de la Educación

PUI – UNPAZ

¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA SOCIOLOGÍA? -EL QUÉ y EL PARA QUÉ DE SU ESTUDIO.

● Conceptos clave: los orígenes de la disciplina-Objetividad


científica- Conocimiento Sociológico - Sentido común.

I. El origen de la sociología.

a) La transición de las sociedades tradicionales a las sociedades modernas.

Las ideas fundamentales de la sociología, que tienen su origen en Europa, se comprenden


mejor si se las considera como una reflexión frente al derrumbe de las monarquías de ese
continente en el siglo XVIII. Específicamente, nos referimos a los cambios estructurales que
trajeron el industrialismo (Revolución industrial) y la democracia revolucionaria (Revolución
Francesa) a comienzos del siglo XIX y a los problemas en el orden social que ambas
revoluciones trajeron aparejadas a la sociedad de la época.

El colapso del viejo orden en Europa, que se apoyaba en el parentesco, la tierra, la religión, la
comunidad local y la monarquía, trajo un cambio paulatino de las relaciones de poder, de
riqueza y status consolidados, desde la Edad Media. La comunidad, la localización del poder,
la estratificación de la riqueza y los privilegios, el rol del individuo en la naciente sociedad de
masas, la reconciliación de los valores sacros con las realidades políticas y económicas de los
Estados emergentes, la dirección de la sociedad occidental, son sólo algunos de los principales
temas que tuvieron que empezar a abordar las ciencias del hombre, tal como se las empieza a
conocer en ese contexto.

En este apartado nos interesa dar cuenta, no tanto de los acontecimientos sucedidos en ambas
revoluciones en tanto hechos históricos, sino de rescatar el impacto de ellas en el pensamiento
social.

Tal como lo afirmara Hobsbawm (1998), la creación de palabras en ese momento histórico, es
el testimonio más elocuente de la riqueza de una época en términos de pensamiento social: el
último cuarto siglo del XVIII y la primera mitad del siglo XIX se constituyó el lapso más rico de
invención o modificación de palabras que luego constituyeron el acervo teórico en la ciencias
sociales: industria, industrialismo, democracia, clase, clase media, ideología, intelectual,
racionalismo, masa, capitalismo, burocracia, conservador, científico, crisis etc..

¿De qué otra forma se podía cortar con los lazos convencionales del viejo orden sino
configurando nuevas palabras que contengan las cargas semánticas que expresaran los nuevos
valores que se intentaban hegemonizar es decir poner en común en toda la sociedad?

De hecho, al surgir el pensamiento sociológico en el marco de esta gran transformación social,


se lo ha asociado como una “ciencia de la crisis”. Sin embargo, y a pesar de lo que el común
de la gente piensa, la sociología, desde sus orígenes en adelante, más que revolucionaria, se
cimenta en el análisis del nuevo orden constituido que se expande en Europa como emergente
de ambas revoluciones (Portantiero 1990).
b) La Revolución Industrial

Si bien la fuerza social que trajo consigo la revolución industrial adquiere mayor notoriedad,
como es esperable, dentro de los autores ingleses ya que fué en el Reino Unido desde donde
se despliega, no dejó de tener implicancias dentro de los pensadores europeos. Mucho antes
de que se consolidara la revolución como tal, los escritores franceses y alemanes discutían
sobre “el sistema inglés” que combinaba ciertas particularidades de los marcos legales y nuevas
formas de organización económica que depararía según estos autores una nueva organización
en la sociedad inglesa. Los padres fundadores de la sociología desde Comte a Weber pasando
por Durkheim, debatieron los problemas de la comunidad, el estatus y la autoridad en el
surgimiento de nuevos movimientos sociales ocasionados por la nueva división del trabajo
social. Cuando nos referimos a la división del trabajo social, concepto acuñado por Emile
Durkheim, hacemos referencia a la progresiva evolución del trabajo en una sociedad y fue el
origen del capitalismo. Las sociedades primitivas casi no tenían división del trabajo una sola
persona realizaba todas las actividades: caza, agricultura etc…A medida que se complejizan
las actividades, el trabajo tiende a dividirse cada vez más en roles específicos. En las
sociedades modernas, las personas dependen de una infinita cadena de trabajadores que nos
proveen de lo necesario para vivir.

Pero ¿qué es el capitalismo?

Este concepto es central para nuestro curso porque volveremos a él una y otra vez. El
capitalismo es el sistema económico y social basado, dicho sintéticamente y de forma general,
por tres elementos interrelacionados: la propiedad privada de los medios de producción (las
materias primas, las máquinas, las herramientas, los talleres y fábricas y todo lo que hace a la
producción de materiales), la acumulación de capital (dinero) y la venta de la fuerza de trabajo
de los individuos que no cuentan ni con los medios de producción ni con el dinero. Estos tres
elementos se ponen en juego en la sociedad y tiene como fin obtener una ganancia: los
propietarios de los medios de producción contratarán la fuerza de trabajo de los individuos para
producir una mercancía.

Este modelo de organización social y económica que emerge en el siglo XVIII guio la
formulación de problemas y con ello la reflexión sobre procesos que se constituyeron como
propios del análisis de la sociología: la situación de la clase trabajadora, la transformación de la
propiedad, la ciudad industrial, la tecnología, y el sistema fabril entre otros. Gran parte del
surgimiento de la sociología es la reflexión sistemática sobre estos nuevos escenarios. Sin duda
alguna, de todos los conceptos surgidos en la época, el que ocupó un lugar central fue el de
clase trabajadora. Este concepto aparece para dar cuenta de otro grupo de personas diferentes
a los pobres, los oprimidos, los humildes y que hasta ese momento ya se constituían en temas
recurrentes en el pensamiento social. Se trata de la degradación que sufrieron el conjunto de
individuos que fueron privados de la protección de la aldea del viejo régimen, de la comunidad
y de la familia ampliada, es decir, del conjunto de relaciones de parentesco que vivían bajo un
mismo techo y que aportaban a una misma economía.

El otro gran tema para conceptualizar por las ciencias sociales fue la distribución de la propiedad
y cómo esa distribución fue transformándose con el tiempo. Sobre todo, una vez finalizado el
período de cercamiento de la tierra y la especulación financiera que surge a partir del siglo XIX
a partir de la venta de éstas.

1
Una tercera cuestión fue: el proceso de urbanización. Con urbanización definimos al proceso
por el cual las personas dejan el campo para instalarse en las ciudades donde comienzan a
florecer las nuevas industrias. En ellas aparece un nuevo tipo de sujeto que cambia la
configuración social hasta entonces conocida. Aparecen fenómenos que terminarían generando
grandes preguntas para las ciencias sociales inclusive hasta en la actualidad: la organización
social y la integración y/o aislamiento, la segregación del hombre en estas grandes urbes en el
marco de la pérdida de la pertenencia a una comunidad.

Por último, cabe mencionar otros dos temas que fueron centrales a la hora de inaugurar el
debate dentro del pensamiento social: la tecnología y el sistema fabril. Aparece un nuevo tipo
de dominación que es aquella que se da entre el obrero y la máquina. Esta nueva forma de
dominación escondía otra y que con el tiempo fue revelada: la dominación entre quién era el
dueño de la máquina y quién la utilizaba. Es decir, aparece con mayor fuerza la fábrica como
propiedad privada a diferencia del taller artesanal que caracterizó un modo de relación laboral
diferente al que poseían el artesano y el aprendiz.

c) La Revolución Francesa

Los cambios sociales que la revolución francesa dejó a su paso no fueron menos
transformadores de la sociedad tradicional que los producidos por la Revolución Industrial. Pero
si de diferencias se trata, la Revolución Francesa, contó con intelectuales que hicieron que esta
revolución sea la gran revolución ideológica de Occidente. Todo lo que el industrialismo significa
en el siglo XIX para los movimientos sociales ingleses lo es la Revolución nacida en Francia a
fines del siglo XVIII para los franceses. Tres palabras son el símbolo que representa a esta
revolución: libertad, igualdad y fraternidad.

Es importante destacar que diferentes investigadores señalan que los procesos sociales
ocurridos existieron mucho antes en la conciencia de los franceses que en los análisis y las
denominaciones (los conceptos) que realizaron los científicos sociales. De hecho, al ser
procesos, no podemos identificar una fecha exacta de comienzo. Es más, los padres fundadores
de la sociología como ciencia, le asignaron a esta revolución un papel central en el
establecimiento de las condiciones sociales que permitieron un proceso de modernización de
la sociedad. Al ser esta revolución de corte netamente ideológica, se reconstruyeron
paulatinamente las concepciones de lo que se entendía hasta entonces de familia, de
propiedad, de la iglesia y otras instituciones.

La sociedad francesa transformó el carácter de la política, lo que implicó una reestructuración


del Estado (configurándose como lo conocemos hoy en día) garantizando a la sociedad el
establecimiento de nuevos intereses sociales y económicos. La política entonces se transformó
en el nuevo regulador de la sociedad y su lema por excelencia fue: “La ley es la expresión de la
voluntad general”. Esto implicó que todos los habitantes de suelo de Francia (y luego del mundo
occidental) podían en su nuevo carácter de ciudadanos participar de la generación de las leyes
ya sea directamente o a través de sus representantes. Es decir que al ser considerados iguales
todos los individuos frente a la ley, desaparecía de la sociedad tradicional los privilegios de unos
frente a otros y cada ciudadano era partícipe del nuevo orden político.

Otras de las instituciones que experimentó un profundo cambio fue la familia. Para que
existieran nuevas reglas de lo social se debía modificar las costumbres. Los nuevos
revolucionarios, encontraron que la indisolubilidad del lazo matrimonial eran contrarios a la
razón. Esto trajo como consecuencia que se comenzara a designar al matrimonio como un

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contrato civil. Esta legislación trajo modificaciones en las relaciones no sólo con los nuevos
cónyuges, sino que también en todo lo relacionado con la herencia hacia los hijos. El pasaje
central hacia una sociedad moderna fue que la democracia exigía una elección de quién los iba
a representar y tiraba por tierra el carácter hereditario de las monarquías que en general era de
padres a hijos y los casamientos eran la resultante de la conveniencia económica entre reinos.
A su vez los hijos estaban bajo la tutela del padre, según las nuevas normativas hasta que
alcanzaban la mayoría de edad legal que era a los 21 años. Los padres debían mandar a los
hijos a la escuela dado que era un deber político formar al ciudadano, figura central para formar
un Estado.

La religión también sufrió una profunda transformación a partir de la Revolución Francesa. El


proceso progresivo de secularización posicionó al Estado por encima de todos los poderes y
por sobre el poder divino de la Iglesia.

Se entiende por secularización al proceso que experimentan las sociedades a partir del
momento en que la religión y sus instituciones pierden influencia sobre ellas. Lo sagrado cede
el paso a lo profano y lo religioso se convierte en secular. La religión va perdiendo influencia en
la sociedad, de modo que otras esferas del saber científico van ocupando su lugar.

Por último, la revolución fue también obra del poder; no el poder en el sentido mecánico, es
decir, la fuerza aplicada sobre un pueblo por un gobierno para la prosecución de sus propios
objetivos, si no del poder considerado como algo que nacía del pueblo y era transmutado por
los fines igualitarios y racionalistas de manera tal que ese poder paulatinamente se convertía
en el ejercicio de la voluntad popular y surge así lo que conocemos como el Estado moderno.

d) El impacto de ambas revoluciones: individualización, abstracción y


generalización1.

Si contemplamos desde un punto de vista más amplio y tratamos de encontrar procesos que
son comunes a ambas revoluciones, sin duda alguna son tres los especialmente notables:
individualización, abstracción y generalización. La importancia de cada uno de ellos ha
perdurado hasta bien entrado el siglo XIX y fueron la base de organización de la sociedad actual.
Entendemos que puedan parecerles extraños, complejos, pero a lo largo de la cursada se irán
abordando con frecuencia y en cada referencia se irán aclarando.

Por ahora es necesario saber que, en relación a la individualización, la historia da cuenta de la


paulatina separación de los individuos de sus estructuras comunales como ser los gremios, la
comunidad aldeana, la iglesia y de los lazos patriarcales que se mantenían con la sociedad
cortesana y ella con el monarca. El desarrollo histórico paulatinamente se centra en el individuo
y no el grupo, en el que es propietario de los medios de producción y no el viejo gremio de
artesanos, en el ciudadano y la razón individual tal como se concibe a partir de la revolución
francesa. En cuanto a la abstracción remite al proceso que, si bien está íntimamente relacionado
con la individuación, da cuenta de la reflexión que realizan sobre sí mismo los sujetos al
encontrarse por fuera de sus marcos de referencia que los mantenían unidos con la comunidad
en la que estaban insertos. Es la separación concreta de los modos de vida conocidos hasta

1 Puede profundizarse este análisis recuperando el texto del sociólogo Robert Nisbet “La formación del
pensamiento sociológico”, Capítulo 2.

3
ese momento que conllevan a un proceso de abstracción sobre sí mismos. Ya las personas no
dependían de decisiones de otros, no eran propiedad de ningún grupo y/o institución. La vida
de cada uno de ellos y ellas se sostenían en base a decisiones que se toman individualmente.
Esta acción implica un acto de reflexión y por lo tanto de abstracción no conocido hasta ese
entonces. En este punto fue central el proceso de secularización, es decir la separación del
mandato doctrinario de la iglesia de las acciones de las personas en todo lo relativo a su
supervivencia en la vida cotidiana.

Por último, la generalización la podemos definir como el pasaje de lo local, de los espacios más
pequeños, de lo comunal a la conformación de los Estados. Los conceptos que enunciamos en
párrafos anteriores remiten a situaciones generalizables a un conjunto de personas. Aparece la
percepción dentro de las ciudades que los y las congéneres no son simples individuos
particulares, sino que existe un concepto que viene a constituirse en un agregado más general.
Nace la concepción de lo “común”, de la igualdad entre los individuos que viven juntos: la
comunidad deja paso a la sociedad, y de allí la necesidad de la creación de un contrato social
que regule por encima las particularidades para una mejor convivencia.

Vale la pena aclarar que este último punto será retomado cuando iniciemos el capítulo 4: son
aspectos centrales para entender las transformaciones sociales de la actualidad.

II. El origen de la sociología

a) Los padres fundadores

Ya desde el inicio de la disciplina, a mediados del siglo XIX y principios del XX, se reivindica
para la sociología una autonomía científica frente a otras disciplinas académicas como son las
ciencias biológicas, física y otras tantas más. También se recorta de lo que se llamó las ciencias
del hombre y el conocimiento sociológico se separa del mundo religioso, económico y político
tal como vimos en los apartados anteriores.

Al analizar el origen de la disciplina creemos necesario detenernos brevemente en tres


corrientes pensamiento sociológico de las que se nutrirán a partir de mediados del siglo XX las
demás teorías acerca de la sociedad moderna. En este desarrollo entendemos a las “teorías
del pensamiento sociológico” como aquellas formas específicas de observar y analizar la
realidad social. Y esas distintas formas están reguladas, tienen reglas que conforman un
andamiaje, una estructura, un edificio formado por conceptos teóricos y enmarcados en
métodos científicos. Como vimos en párrafos anteriores estas corrientes surgidas durante la
transformación del mundo moderno, a partir del siglo XVIII, van a intentar dar respuesta a la
conmoción social surgidas por el impacto de la Revolución Francesa y de la Revolución
Industrial.

Específicamente hacemos mención en este material de estudio a las producciones que


emergieron entre los siglos XVIII y XIX: el materialismo histórico cuyos referentes principales
serán Karl Marx (Alemania 1818 - Inglaterra 1883) y Frederic Engels (Alemania 1820 - Inglaterra
1895); el método holístico propuesto por Emile Durkheim (Francia 1858 - 1917) y el
individualismo metodológico, teoría desarrollada por Max Weber (Alemania 1864-1920). Cada
una de estas corrientes desarrolló un sistema de ideas y conceptos para explicar el mundo
social, diferentes entre sí. Estos autores constituyen los llamados padres fundadores de la
sociología.

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b) El qué y el para qué de su estudio

… podemos concluir que pensar


sociológicamente es una manera de entender el mundo
humano que también abre la posibilidad de pensar acerca de
ese mundo de diferentes maneras.

Zygmunt Bauman

En este apartado reflexionaremos sobre el qué y el para qué se estudia esta disciplina. Ahí
vamos.

Muchas veces las ciencias sociales y dentro de ellas la sociología, debe dar cuenta una y otra
vez de su estatus científico. En nuestra vida diaria, en nuestra cotidianidad, es muy poco común
que surja la pregunta acerca de si la biología, la física o la química (por nombrar algunas) son
una ciencia. Claramente no sucede o si sucede es casi una excepcionalidad. Existe un acuerdo
tácito en la sociedad de que lo son. En cambio, podríamos afirmar que no sucede lo mismo con
esta disciplina. Desde sus orígenes y a lo largo de su historia tuvo que justificar su condición de
cientificidad frente a otras disciplinas como son las denominadas ciencias exactas a pesar de
poseer un cúmulo de conocimientos adquiridos (conceptos) surgidos a partir de métodos y
procedimientos propios de revisión y verificación como posee cualquier otra ciencia.

El sociólogo francés, Pierre Bourdieu, nos presenta algunas reflexiones que nos permiten
comenzar a ensayar algunas respuestas sobre las preguntas acerca del objeto y de la finalidad
de la disciplina sociológica en la carrera docente.

En primer lugar, conozcamos quién es este autor. Pierre Bourdieu nació en el año 1930 en una
zona rural del sur de Francia. Murió en el año 2002. Fue uno de los más prestigiosos y polémicos
pensadores de nuestro tiempo. Su trabajo, traducido a varias lenguas, se centró en los ámbitos
de la sociología de la cultura, la educación, los medios de comunicación y los estilos de vida.

La variedad de las temáticas que estudió y el intento de llevar a la práctica la construcción


interdisciplinaria de diversos objetos de estudio evidencian su capacidad para hacer coincidir
su producción intelectual con los problemas más relevantes de la sociedad y, en especial, de
los sectores de mayor vulnerabilidad social.

Los primeros trabajos de Bourdieu giraron alrededor de la sociología de la educación y el


análisis de las desigualdades sociales en el sistema educativo para luego ir dando paso a cómo
también los temas culturales propician esas desigualdades. Entre sus obras se destacan Los
herederos: Los estudiantes y la cultura (1964) Las estructuras sociales de la economía (2003)
Autoanálisis de un sociólogo (2006); Capital cultural, escuela y espacio social (2001); El oficio
de sociólogo (2001); Cuestiones de sociología (2000); La dominación masculina (2000);
Contrafuegos. Reflexiones para servir a la resistencia contra la invasión neoliberal (1999); La
miseria del mundo (1993); La distinción (1979); La reproducción (1970). Además, escribió
numerosos artículos de revistas académicas. La última etapa de su producción se acercó a la
política y este giro quedó plasmado en el libro Contrafuegos. Reflexiones para servir a la
resistencia contra la invasión neoliberal publicada en 1999.

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Bourdieu consideraba que la pregunta reiterada por si la sociología es ciencia o no está
estrechamente relacionada con la "incomodidad" que genera su mirada y explicación del orden
social. Este autor establece que esta disciplina revela aristas ocultas en verdades consideradas
como inapelables. Esta condición la convierte en una ciencia que por momentos desencanta a
las personas al confrontar con duras realidades que se muestran a partir de las evidencias
científicas. Por ejemplo, si a partir de una investigación sociológica se descubre que en realidad
el sistema educativo forma parte de los procesos que profundizan la desigualdad social, muchas
y muchos docentes podrían ver afectada su práctica cotidiana y las y los embargaría una
incertidumbre sobre aquello que creían certero: la escuela promueve la igualdad. Seguramente
su propuesta pedagógica parte de una honestidad intelectual pero quizás no son conscientes
de los mecanismos que conllevan a una desigualdad educativa y social por ejemplo dentro del
salón de clase. De allí que podemos afirmar que es una ciencia que desencanta, que incomoda
ya que devela lo oculto de las relaciones sociales.

A su vez, cuando decimos que conocemos “algo” de alguien o del entorno donde vivimos, o
ponemos una etiqueta a una persona que tiene una determinada característica corporal,
debemos recordar que ese acto de conocimiento, de imposición es un acto "interesado", no es
neutro. Ese acto es nuestra visión del mundo, con la que organizamos nuestras formas de ser
y actuar. En esa visión, se conjugan una síntesis de pensamientos que están asociados a
nuestros juicios de valor, construidos en función del lugar que ocupamos en la sociedad y a la
lucha de intereses sociales y económicos que se disputan allí. Es lo que habitualmente
conocemos como sentido común. El rol de la sociología es justamente romper con ese modelo
de conocimiento aparentemente espontáneo, que lo percibimos como “natural”, sin
contradicciones ni discusiones sobre él. Lo hace a partir de plantear interrogantes acerca de la
acción humana y los principios de interpretación que llevaron a construir ese conocimiento.

Por ejemplo, analicemos la siguiente frase: Las mujeres son quienes se ocupan de los
quehaceres de la casa. Hasta hace muy poco esto era percibido por amplios sectores de la
sociedad como normal, como natural que eso así sea, era una verdad incuestionable. Sin
embargo, la sociología puede plantear un sin número de preguntas a esta afirmación que
permitirían reflexionar sobre el rol de la mujer en diferentes contextos sociohistóricos y las
relaciones de poder que se esconden en esa frase. Para dar cuenta de la influencia del sentido
común en nuestras vidas, Bourdieu, a modo de juego de palabras, decía que era el más común
de los sentidos.

Pero no sólo Bourdieu, reflexionó sobre el sentido común. Para este curso queremos traer a
otro sociólogo: Zygmunt Bauman. Este autor fue sociólogo, filósofo y ensayista polaco, nació el
19 de noviembre del año 1925 en Poznan, Polonia. Falleció en Leeds, Reino Unido en el año
2017. Su obra es una de las más relevantes del siglo XX y XXI. Fue catedrático emérito de
Sociología de la Universidad de Varsovia y de Leeds. A lo largo de su carrera, desarrolló una
sociología crítica y emancipadora. Entre su extensa obra, en gran parte traducida al castellano,
destacan Modernidad líquida (2003), Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos
humanos (2005), Ética posmoderna (2006), Tiempos líquidos (2007), Vida de consumo (2007),
Libertad (2008) y Miedo líquido (2010). En 2010 recibió junto a Alain Touraine el Premio Príncipe
de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Bauman alerta que al vivir en compañía con otras personas e interrelacionarnos los/as unos/as
con los otros/as ponemos en juego un conjunto de conocimientos compartidos que nos permite
construir una red de sentido de pertenencia a la sociedad donde vivimos. Este hecho nos hace
como actores y actoras expertos/as para poder convivir en sociedad. Esto implica que, tal como

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afirmamos en párrafos anteriores, no nos preguntamos a cada paso de nuestra vida el sentido
y la profundidad de nuestros actos. Sólo ponemos en juego un saber práctico que está orientado
a ser eficaces en escenarios sociales. Es decir, no aprendemos cada vez un guion armado sino
que internalizamos maneras de actuar y pensar desde que nacemos y esas formas de pensar
y actuar está íntimamente ligadas al lugar donde nacimos, a nuestra familia, a la escuela que
concurrimos etc.…Esto idea representa lo que Bourdieu denomina habitus

La evidencia de la individualización biológica impide ver que la sociedad existe en


dos formas inseparables: por un lado, las instituciones, que, pueden tomar la forma
de cosas físicas, como monumentos, libros, instrumentos, etcétera; por otra, las
disposiciones adquiridas, las formas duraderas de ser o de actuar, que encarnan en
cuerpos (que yo llamo habitus). El cuerpo socializado (lo que se llama individuo o
persona) no se opone a la sociedad: es una de sus formas de existencia2.

Las y los invitamos a que profundicen acerca de las ideas presentadas hasta aquí a partir de la
lectura de los siguientes textos:

● Bauman, Z. (1994): “Sociología ¿para qué?”, en Pensando Sociológicamente, Buenos


Aires, Editorial Nueva Visión.

● Bourdieu, P. (1990): “Una ciencia que incomoda”, en “Sociología y cultura”, Editorial


Grijalbo, México

2
Bourdieu, P. (1990) “Una ciencia que incomoda”, en “Sociología y cultura”, Editorial Grijalbo, México, Pp 79-94

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