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1818 Frankenstein o El Moderno Prometeo Primera Edicion

Alguien sin nombre está condenado a formular la pregunta sobre su origen y condición. La respuesta que intuye lo lleva a decir sobre sí mismo: “Tenía la suficiente astucia como para saber que la fealdad anormal de mi persona era lo que principalmente desencadenaba el horror en aquellos que me contemplaban”.

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1818 Frankenstein o El Moderno Prometeo Primera Edicion

Alguien sin nombre está condenado a formular la pregunta sobre su origen y condición. La respuesta que intuye lo lleva a decir sobre sí mismo: “Tenía la suficiente astucia como para saber que la fealdad anormal de mi persona era lo que principalmente desencadenaba el horror en aquellos que me contemplaban”.

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29/10/2019 1818.

Frankenstein o el moderno Prometeo (primera edición) | Revista SCHOLÉ - ISEP

MIRADAS (HTTP://SCHOLE.ISEP-CBA.EDU.AR/CATEGORY/SECCIONES/MIRADAS/ )

1818. Frankenstein o el moderno


Prometeo (primera edición)

REVISTA SCHOLÉ (HTTP://SCHOLE.ISEP-CBA.EDU.AR/AUTHOR/REVISTA/)

Fue hace 200 años…

Alguien sin nombre está condenado a formular la pregunta sobre su origen


y condición. La respuesta que intuye lo lleva a decir sobre sí mismo: “Tenía
la su ciente astucia como para saber que la fealdad anormal de mi persona
era lo que principalmente desencadenaba el horror en aquellos que me
contemplaban”. En su cuerpo tiene la fortaleza para alguna forma de
rebeldía; y aunque se resista a mostrar el humano rostro de la desesperada
venganza, no podrá ocultarlo por mucho tiempo. Cierto día, viendo caer
una niña a un torrentoso río, arriesga su vida luchando contra la corriente
para salvarla. La rescata, pero la pequeña está inconsciente. Así lo relata:

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29/10/2019 1818. Frankenstein o el moderno Prometeo (primera edición) | Revista SCHOLÉ - ISEP

Se había desmayado y yo intentaba, por todos los medios a mi alcance, restituirle la


animación, cuando apareció un campesino, que era probablemente la persona de quien la
muchacha huía jugando. Al verme, se lanzó sobre mí y arrancándome a la muchacha de mis
brazos, corrió hacia la parte más espesa del bosque. Lo seguí velozmente, sin saber por qué;
pero cuando el hombre me vio cerca, apuntó a mi cuerpo con el fusil que llevaba y disparó. Me
desplomé en la tierra y mi agresor, con agilidad acrecentada, escapó por el bosque.1

1. Shelley, M. W. (2006). Frankenstein o El Moderno Prometeo. Buenos Aires: Colihue, p. 151. (Primera edición:
1818).

Comprende que el afecto encarnado en el temerario acto no tiene lugar en


el sentimiento de los otros, solo habita en el mundo de su propio
pensamiento. La fealdad que lo de ne destruye la humanidad a la que,
supone, tiene derecho. Solo es maltratado y rechazado. No puede ser un
hombre y, sin embargo, quién más podría decir lo que sus palabras últimas
expresan:

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29/10/2019 1818. Frankenstein o el moderno Prometeo (primera edición) | Revista SCHOLÉ - ISEP

Siempre quedaban ardientes, anhelando; aún deseaba amor y compañía y aún me


rechazaban. ¿Debo ser considerado yo el único criminal cuando la humanidad entera pecaba
en mi contra? (…) ¿Por qué no abomina del campesino que trató de destruir al salvador de su
hija? (…)

Pero es verdad que soy un maldito. Asesiné al amable y al indefenso; maté a los inocentes
mientras dormían y estrangulé la garganta de quien no me había agredido, ni a mí ni a nadie.
A mi creador, el ejemplar más selecto de todo lo que suscita amor y admiración entre los
hombres, lo consagré a la desdicha; lo perseguí incluso hasta esta ruina irremediable. Aquí
yace, pálido y frío por la muerte. Usted me odia; pero su aborrecimiento no puede igualar al
que siento por mí mismo. Miro las manos que cometieron el crimen; pienso en el corazón
2.donde
Ibídem, fue concebida su posibilidad; y ansío que llegue el momento en que mis ojos ya no
p. 242.
vean esas manos y en que el crimen ya no ocupe mis pensamientos.2

Frankenstein (le damos el nombre de su creador porque no posee uno


propio) podrá ser o monstruo o engendro. Piensa y cavila, pero no
responde a la pregunta sobre cómo se es una persona cuando la voluntad
de ser visto por otros es imposible. ¿Acaso debería resolverla? ¿Debemos
hacerlo nosotros?

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29/10/2019 1818. Frankenstein o el moderno Prometeo (primera edición) | Revista SCHOLÉ - ISEP

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