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kaese32

Prehistoria de la Península Ibérica

3º Grado en Historia

Facultad de Geografía e Historia


Universitat de València

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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PRH DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

TEMA 1: INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS, BIBLIOGRAFÍA, SISTEMA DE


EVALUACIÓN DE LA ASIGNATURA. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
PREHISTÓRICA.

1. 1 INTRODUCCIÓN:
La Ciencia prehistórica internacional comenzó en 1859 después de contribuciones significativas de
varios científicos, incluyendo McEnery, Buckland, Schmerling y otros. Estas contribuciones
establecieron argumentos sólidos para el reconocimiento de la Prehistoria por la comunidad
científica europea, demostrando la antigüedad del ser humano y su coexistencia con animales
extintos. La prueba definitiva fue proporcionada por William Pengelly en sus excavaciones en la
Cueva de Brixham en Devon en 1858-1859.

Esto llevó a la creación de una comisión de la British Geological Society, que demostró la existencia
de herramientas de sílex en el mismo estrato que huesos de animales extintos, respaldando los
hallazgos de Boucher de Perthes en Abbeville. En 1859, la British Geological Society, la Royal
Society en Inglaterra y la Académie des Sciences en Francia reconocieron la Prehistoria como
disciplina científica.

El desarrollo de la Prehistoria experimentó un rápido crecimiento a partir de 1860, influenciado por


el darwinismo y la publicación del "Origen de las especies". Mortillet, en 1869, estableció una
clasificación de las culturas materiales del Paleolítico. Se consolidó como disciplina científica con la
creación de organismos especializados en Francia, que permitieron la formación de una comunidad
científica profesional y estructurada, marcando el fin de las excavaciones arqueológicas informales y
su integración en instituciones de estudio prehistórico.

1.2. EL RECONOCIMIENTO DE LOS PRIMEROS YACIMIENTOS PREHISTÓRICOS EN


ESPAÑA:
Los estudios prehistóricos en España comenzaron oficialmente en 1862 con el descubrimiento de una
pieza prehistórica en el yacimiento madrileño de San Isidro. La pieza fue encontrada por Luis Lartet
y Eduardo Verneuil, quienes estaban realizando estudios geológicos en la Península Ibérica. Este
hallazgo se presentó en la Sociedad Geológica de Francia, marcando así el inicio de los estudios
prehistóricos en España.

Sin embargo, antes de este descubrimiento, hubo precursores de la Prehistoria en España, como
Miguel Rodríguez Ferrer, el Marqués de la Ribera y Casiano de Prado, quienes realizaron
investigaciones y recogieron objetos prehistóricos en diferentes regiones del país.

También se menciona el descubrimiento de un cráneo en Gibraltar en 1848, que se presentó al


mundo científico en 1864 por George Busk, marcando otro hito en la prehistoria española.

La llegada de especialistas extranjeros, como ingleses y franceses, a España en busca de


investigaciones prehistóricas tuvo diversos propósitos, desde intereses económicos hasta científicos.
Estos especialistas contribuyeron al desarrollo de la disciplina en España.

En sus inicios, la Prehistoria estaba influenciada por el positivismo y la ideología de los


investigadores, lo que a veces pesaba más que los datos reales de las excavaciones.

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1. 3. LAS PRIMERAS INSTITUCIONES QUE SE OCUPARON DE LA PREHISTORIA


DURANTE EL REINADO DE ISABEL II.
El desarrollo de la ciencia prehistórica en España se vio impulsado por la creación de diversas
instituciones que acogieron los incipientes estudios en esta área. Aunque a menudo se destaca el
papel del Sexenio Revolucionario en la creación de estas instituciones, no se debe subestimar el

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impacto igualmente fructífero del final del régimen de Isabel II en otras ramas de la Ciencia.

La Escuela de Minas de Madrid fue una de las primeras instituciones en desempeñar un papel
importante al crear un pequeño museo que alberga objetos prehistóricos. En 1865, Casiano de Prado
dirigió una circular a los Ingenieros Responsables de las Jefaturas de Minas de las provincias,
instándolos a buscar indicios sobre los seres humanos de "los tiempos en que no hay memoria" en
sus investigaciones geológicas.

Otra institución destacada fue la Sociedad Antropológica Española, fundada a finales de 1864,
inspirada en una sociedad francesa fundada por Paul Broca. Esta sociedad contó con la participación
de médicos, incluyendo a Pedro González de Velasco y Juan Vilanova. La unión entre Prehistoria y
Antropología estuvo presente desde los inicios de la disciplina. Juan Vilanova comenzó sus
investigaciones prehistóricas después de unirse a esta sociedad y realizó prospecciones en cuevas con
interés arqueológico, algunas de las cuales siguen siendo estudiadas hasta hoy, como las cuevas
valencianas del Parpalló y Cova Negra.

Además, la Real Academia de la Historia y el recién creado Museo Arqueológico Nacional también
contribuyeron al desarrollo de la disciplina prehistórica en los últimos años del reinado de Isabel II.
En 1867, se planeó la creación de la Sociedad Prehistórica Española, con la participación de
Vilanova, Tubino y José Amador de los Ríos, pero el proyecto se vio obstaculizado por la destitución
de Amador de los Ríos como director del Museo Arqueológico Nacional.

1.4. LA REVOLUCIÓN DEL 68 Y SU IMPACTO EN LOS ESTUDIOS PREHISTÓRICOS:


Durante la Revolución de 1868, se produjo un gran dinamismo en la ciencia en España, y en relación
con la Prehistoria, la irrupción del darwinismo marcó un cambio importante en el paradigma sobre el
origen del ser humano y su cultura en las primeras fases de la Prehistoria. Esto desencadenó debates
entre creacionistas y evolucionistas que persistieron durante todo el siglo XIX y gran parte del XX.

Durante este período, se destacan algunos hitos importantes en el desarrollo de la Prehistoria en


España. Se dio un nuevo impulso a la Sociedad Antropológica Española, se construyó el Museo
Antropológico del Doctor Velasco y se creó la Sociedad Española de Historia Natural, que estimuló
las investigaciones prehistóricas en el país.

En 1872, Juan Vilanova publicó un libro titulado "Origen, Naturaleza y Antigüedad del Hombre",
que sintetizaba los descubrimientos realizados en España y en el extranjero. Sin embargo, la primera
obra en España que incluyó la palabra "prehistórica" en su título fue "Antigüedades Prehistóricas de
Andalucía" (1868) de Manuel de Góngora.

La asistencia de Vilanova y Tubino a congresos internacionales de Antropología y Arqueología


Prehistóricas, especialmente uno en 1869 en Dinamarca y Suecia, les permitió establecer contactos
con estudios prehistóricos europeos y dar a conocer los descubrimientos españoles en el extranjero.
En este período, se establecieron algunas líneas teóricas que influyeron en los estudios prehistóricos

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Prehistoria de la Península...
Banco de apuntes de la
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españoles durante gran parte del siglo XX, incluyendo el historicismo, el positivismo y el
autoctonismo, influenciados por el krausismo.

El autoctonismo en España se reflejó en la defensa de la existencia de períodos intermedios, como el


Mesolítico y la Edad del Cobre, que no eran ampliamente aceptados en Europa debido al
difusionismo predominante. También hubo debates sobre clasificaciones prehistóricas, con Gabriel

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de Mortillet y Juan Vilanova proponiendo diferentes sistemas de clasificación basados en
yacimientos y elementos culturales. Vilanova adaptó la clasificación de Mortillet utilizando
yacimientos españoles y creando términos como "Matritense" y "Camerense" para las diferentes
etapas de la Edad de Piedra.

1. 5. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA:
Con la llegada de Alfonso XII al trono en 1875, la ciencia prehistórica en España experimentó cierta
estabilidad. Esta disciplina fue definitivamente aceptada en la Real Academia de la Historia con el
ingreso de Juan Vilanova como académico de número en 1889. Además, la enseñanza de la
Prehistoria comenzó en la Universidad en 1892, cuando se otorgó a José Antón la cátedra de
Antropología, que incluía enseñanzas sobre Prehistoria. Anteriormente, se había creado la cátedra de
Prehistoria en la Escuela Libre de Medicina del doctor Velasco durante los primeros años del reinado
de Alfonso XII, pero esta escuela tuvo poco éxito y no se llegaron a impartir clases.

Durante este período, uno de los acontecimientos más significativos fue el descubrimiento del
yacimiento y las pinturas paleolíticas de Altamira. Marcelino Sanz de Sautuola descubrió las pinturas
en 1879 y las publicó en 1880, aunque se encontró con la oposición y escepticismo de la comunidad
científica. El principal problema para su reconocimiento fue la falta de precedentes y la posibilidad
de falsificaciones arqueológicas. Además, los debates entre creacionistas y evolucionistas influyeron
en la aceptación de las pinturas. Finalmente, a principios del siglo XX, las pinturas de Altamira
fueron ampliamente aceptadas por la comunidad científica.

Durante este período, muchos de los prehistoriadores pioneros desaparecieron, ya sea por
fallecimiento o debido a los conflictos generados por los debates en la disciplina. Algunos de estos
prehistoriadores incluyen a Tubino, Góngora y Machado. El espacio que dejaron vacío fue ocupado
de manera precaria por extranjeros como Cartailhac, quien en 1886 publicó "Les Âges préhistoriques
de l’Espagne et du Portugal," una obra que sintetiza lo que se conocía sobre la prehistoria en la
Península Ibérica, incluyendo Altamira, pero sin mencionar las pinturas en detalle.

1. 6. LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL PALEOLÍTICO Y EL MESOLÍTICO EN EL


PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX
El desastre del 98 tuvo un impacto significativo en la cultura y la ciencia en España. Posteriormente,
el movimiento regeneracionista impulsó la arqueología prehistórica en el país. Tras la muerte de Juan
Vilanova en 1893, la investigación sobre el Paleolítico y el Mesolítico en España se estancó. Sin
embargo, una nueva generación de investigadores revitalizó la disciplina después de importantes
reformas legislativas y la creación de nuevas instituciones.

A principios del siglo XX, se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, que incluyó la
Dirección General de Bellas Artes responsable del patrimonio histórico-artístico. En 1907, se
estableció la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, que tenía competencia
en arqueología y supervisaba varias instituciones relacionadas.

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En 1911 se promulgó la Ley General de Excavaciones, destinada a regular las excavaciones


arqueológicas y la conservación de ruinas y antigüedades en España, con el propósito de evitar
expolios realizados por arqueólogos y aficionados extranjeros. Al año siguiente, se creó la Junta
Superior de Antigüedades y Excavaciones para supervisar el cumplimiento de esta ley.

Estas reformas y la creación de instituciones buscaban fortalecer la arqueología como un medio para
promover el sentimiento nacional y crear un pasado común en un momento en que los nacionalismos
regionales ganaban fuerza. Sin embargo, en algunas regiones periféricas como Cataluña y el País
Vasco, se crearon instituciones propias, lo que diversifica la investigación arqueológica.

Muchos prehistoriadores españoles obtuvieron becas para estudiar en el extranjero, principalmente


en Francia y Alemania. Bosch Gimpera, uno de los más destacados, desarrolló un enfoque
historicista cultural de raíz autóctona en oposición al modelo difusionista predominante. Otros
prehistoriadores también viajaron al extranjero para completar su formación.

En la década de 1910, se creó la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, que


contó con la participación de destacados prehistoriadores como Eduardo Hernández-Pacheco, el
conde de la Vega del Sella y Juan Cabré. Además, el príncipe Alberto I de Mónaco lideró un equipo
internacional que realizó investigaciones en la cornisa cantábrica, centradas en el yacimiento de El
Castillo en Cantabria.
Este período también vio la consolidación académica de la Prehistoria en España con la creación de
la primera cátedra de Historia Primitiva del Hombre en la Universidad Central de Madrid, ocupada
por Hugo Obermaier en 1922, lo que marcó un hito en el desarrollo de esta disciplina en el país.

1. 7. EL «REDESCUBRIMIENTO» DEL ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO:


A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el arte rupestre paleolítico en España fue objeto de
críticas, principalmente de Cartailhac y Mortillet, tras el descubrimiento de las pinturas de Altamira
en 1879. Estas críticas llevaron al olvido del arte rupestre durante el resto del siglo XIX. Sin
embargo, nuevos hallazgos, como el de Font de Gaume en Francia, atrajeron la atención de expertos
internacionales.

En ese contexto, Cartailhac y Breuil, acompañados por Hermilio Alcalde del Río, Menéndez Pelayo
y Pérez del Molino, visitaron España. Esta visita marcó un cambio radical en la actitud de Cartailhac,
quien publicó una famosa "Mea culpa d'un sceptique" en 1902. En 1906, se firmó un contrato entre
el Príncipe de Mónaco y Alcalde del Río para fomentar la investigación de la Prehistoria en la región
cantábrica. Esto llevó a la colaboración de Breuil y Obermaier en la zona, junto con Alcalde del Río
y Lorenzo Sierra, lo que revolucionó la investigación prehistórica en España.

En 1909, se iniciaron las excavaciones en El Castillo, dirigidas por Obermaier y con la colaboración
de Paul Wernert y Alcalde del Río. Durante estas excavaciones, en 1911, descubrieron la cueva de La
Pasiega, ubicada en el mismo monte. Luego, llamaron a Breuil, quien estaba estudiando la cueva de
La Pileta en Málaga, la primera cueva conocida con arte paleolítico fuera del área francocantábrica.
Estos trabajos resultaron en la publicación de importantes obras, como "Les cavernes de la Région
Cantabrique" en 1911 y "La Pasiega à Puente Viesgo" en 1913.

1. 8. LA RUPTURA DE LA «GUERRA CIVIL» Y EL PRIMER FRANQUISMO (1939-1959):


Tras la Guerra Civil y la victoria de Franco, los estudios prehistóricos en España experimentaron un
severo retroceso debido a varias razones principales:

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- Exilio de prehistoriadores: Muchos de los prehistoriadores más importantes de la época,


como Bosch Gimpera, Obermaier y José Miguel de Barandiarán, se vieron obligados a
exiliarse debido a la situación política en España.

- Disolución de estructuras activas: Varias de las instituciones y estructuras que estaban

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desempeñando un papel destacado en la arqueología prehistórica se disolvieron. Por
ejemplo, la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas desapareció, y la
Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas fue reemplazada por el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

- Paralización de excavaciones sistemáticas: Las excavaciones arqueológicas sistemáticas


enfocadas en la época prehistórica prácticamente se detuvieron.

- Penuria económica y aislamiento: La situación económica precaria en la posguerra y el


aislamiento internacional después de la derrota de los fascismos en la Segunda Guerra
Mundial contribuyeron a una disminución en el impulso investigador que se había
experimentado en el primer tercio del siglo.

En este contexto, la Falange asumió el poder, y Julio Martínez Santa-Olalla, quien era hijo de una
familia militar afín al régimen, ocupó la cátedra de Obermaier y se convirtió en el principal
prehistoriador en España durante un tiempo. Además, fue nombrado responsable de la Comisaría
General de Excavaciones, una institución que reemplazó a las anteriores instituciones responsables
de estos temas antes del franquismo. Sin embargo, enfrenta desafíos importantes, como la falta de
preparación de algunos miembros provinciales de la institución y la falta de estudios adecuados en
muchos yacimientos paleolíticos, como los del valle del Manzanares en Madrid, que desaparecieron
sin un análisis adecuado.

1. 9. EL SEGUNDO FRANQUISMO (1959-1975)


El año 1959 resultó clave en la historia de los estudios prehistóricos en España debido al decreto del
Plan Nacional de Estabilización Económica, que sentó las bases para el desarrollo económico de los
años sesenta y principios de los setenta. Esta situación marcó un cambio en los estudios
prehistóricos, ya que supuso una tímida apertura a Occidente y un abandono parcial de la autarquía
que se había mantenido desde la posguerra.

En la década de 1950, se eliminó la Comisaría General de Excavaciones, y en su lugar se creó el


Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas, que inicialmente fue dirigido por Julio Martínez
Santa-Olalla. Sin embargo, en 1961, el director de este servicio comenzó a ser nombrado entre los
catedráticos de universidades, lo que llevó a figuras destacadas como Martín Almagro Basch a
asumir ese papel. Martín Almagro Basch, que había ocupado la cátedra de Prehistoria de Barcelona y
luego la de Madrid, fundó el Instituto Español de Prehistoria en 1958, que dependía del CSIC, y
posteriormente se convirtió en el director del Museo Arqueológico Nacional.

Este período también vio el regreso de algunos prehistoriadores exiliados, como José Miguel de
Barandiarán en 1953, quien inició las investigaciones prehistóricas en el País Vasco español.

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En términos institucionales, lo más destacado fue el creciente papel de los catedráticos universitarios
en la disciplina, lo que contribuyó a una mayor profesionalización y especialización en los estudios
prehistóricos.

Además, las circunstancias políticas permitieron reanudar las excavaciones en yacimientos como
Torralba y Ambrona, lideradas por un equipo multidisciplinar dirigido por Howell con la

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colaboración de Emiliano Aguirre.

1.10. MUERTE DE FRANCO, TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA Y LA ARQUEOLOGÍA


PREHISTÓRICA ACTUAL:
Con la muerte de Franco en 1975 y el establecimiento de un nuevo sistema democrático en España,
con un enfoque descentralizado que otorga a las Comunidades Autónomas un papel importante en la
gestión del Patrimonio Histórico, se produjeron cambios significativos en la arqueología prehistórica
española.

En las décadas de los 70 y 80, muchos de los prehistoriadores destacados del siglo XX fallecieron, y
una nueva generación, más conectada con la comunidad internacional, comenzó a desempeñar un
papel central en la disciplina. Se reanudaron excavaciones en grandes yacimientos como El Castillo,
utilizando técnicas más avanzadas, y se realizaron descubrimientos importantes en lugares como
Atapuerca y Orce, que revolucionaron nuestra comprensión de los orígenes humanos. Además,
nuevos hallazgos sobre los neandertales los presentaron como seres humanos mucho más cercanos
en su vida y costumbres.

Hubo una revisión metodológica y epistemológica en la disciplina, con grupos de prehistoriadores


que seguían corrientes que se originaron en el siglo XIX, pero con una perspectiva modernizada,
como el marxismo y el darwinismo. También surgieron seguidores de las nuevas corrientes en
arqueología, como la Nueva Arqueología, la Arqueología Postprocesual, el Funcionalismo y la
Arqueología de Género, que situaron a la ciencia prehistórica española a la par del resto del mundo
occidental en términos de desarrollo y enfoque investigativo.

TEMA 2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN EL PLEISTOCENO: UN MOSAICO


GEOLÓGICO RETOCADO POR EL CLIMA

La Península Ibérica presenta tres grupos geológicos principales: el Macizo Ibérico, los cinturones
montañosos alpinos y las cuencas sedimentarias cenozoicas. El Macizo Ibérico, en la mitad oeste,
está formado por materiales precámbricos y paleozoicos afectados por la orogenia Varisca y Alpina.
Los cinturones montañosos alpinos incluyen los Pirineos, Costero-Catalana, Ibérica y Bética, con
materiales mesozoicos y cenozoicos. Las cuencas sedimentarias cenozoicas ocupan extensiones en el
interior y los bordes de la península.

El desarrollo geológico influyó en la formación de depósitos pleistocenos, determinado por la


litología, estructura, paleoclimatología y paleogeografía. La litología dio lugar a sistemas kársticos y
extensos sistemas fluviales. Las variaciones climáticas del Pleistoceno influyeron en procesos
morfogenéticos como glaciares, periglaciares, fluviales, lacustres, palustres, eólicos, kársticos y

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litorales. Cambios en la paleogeografía costera debido a factores paleoclimáticos, isostáticos y


neotectónicos afectaron la orla litoral y la red hidrográfica.

Esta interacción formó paleoambientes geológicos donde se desarrollaron la vegetación, fauna


pleistocenas y actividades humanas. Los registros de estas actividades, junto con la convivencia de
animales como carnívoros y aves rapaces, se encuentran en depósitos kársticos, fluviales, y en menor
medida, en lagos, pantanos y medios litorales. Este análisis constituye la base para comprender las
primeras etapas de la Prehistoria en la Península Ibérica.

2.1. GLACIARISMO, PERIGLACIARISMO Y DEPÓSITOS DE VERTIENTE


En el Macizo Ibérico, el glaciarismo cuaternario se destaca en su borde norte, con dos fases
identificadas alrededor de 50/40 mil años antes del presente (BP) y otra alrededor de 30/15 mil años
BP (glaciación Würm). Las formas glaciares incluyen circos glaciares, superficies pulidas y
estriadas, y lagunas, mientras que los depósitos comprenden tillitas, morrenas, arcos morrénicos y
bloques erráticos. En las montañas cantábricas, se encuentran evidencias glaciares por encima de los
900/1200 metros de altitud, destacando el desarrollo glaciar de Picos de Europa con los lagos Enol y
Ercina.

En los Montes Vasco-Cantábricos y Pirineos, el glaciarismo cuaternario está bien representado, con
evidencias que incluyen valles y lagos glaciares, morrenas y formas periglaciares. La cronología de
este glaciarismo, asociado a la última glaciación, abarca de 70 a 10 mil años BP.

En la Cordillera Ibérica, las formas y depósitos glaciares se limitan a ciertas sierras como la
Demanda, Urbión, Cebollera y Moncayo, con circos glaciares y lagos glaciares. Se mencionan
depósitos periglaciares como glaciares de piedras y lóbulos de solifluxión.

Sierra Nevada destaca por tener las formas y depósitos glaciares más meridionales de Europa, con
circos y valles glaciares, morrenas y tillitas desde 3150 hasta 1340 metros de altitud. Se han
identificado hasta cinco fases glaciares asociadas a dos grandes ciclos.

Los depósitos de vertiente se encuentran alrededor de las sierras del Macizo Ibérico y las cordilleras
alpinas, correspondiendo a coluviones formados por clastos angulosos asociados a momentos fríos
del Pleistoceno y Holoceno. Estos depósitos se relacionan con cambios climáticos fini pleistocenos y
holocenos y se encuentran en varias regiones, como Los Arribes portugueses, la Cordillera Bética, la
Depresión del Duero, la Depresión del Tajo, la Depresión del Guadiana y la Depresión del Ebro.

2.2. ABANICOS ALUVIALES


En las cercanías de las sierras que rodean y atraviesan el Macizo Ibérico se encuentra la raña, una
característica distintiva del paisaje ibérico que corresponde a un depósito de conglomerados
generado por abanicos aluviales en glacis. Este depósito tiene una cronología situada en el límite
entre el Plioceno y el Pleistoceno, alrededor de 2,5 a 1,5 millones de años atrás. El desarrollo de la
raña tuvo lugar en varias fases, en un contexto de climatología árida. La raña marca la transición
desde la sedimentación endorreica del Neógeno en las depresiones cenozoicas hacia la
sedimentación exorreica cuaternaria y el desarrollo de la red fluvial en las cuencas internas, como
Duero, Tajo y Guadiana.

Estos depósitos de conglomerados consisten en cantos bien redondeados con una matriz arcillosa,
generando superficies ligeramente inclinadas que se extienden al pie de las sierras que atraviesan el

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macizo, como el Sistema Central, los Montes de Toledo, Sierra Morena y la Cordillera Cantábrica.
Ocupan grandes extensiones y se encuentran a altitudes que varían desde los 1300/1000 metros al
norte de Zamora y sur de León hasta los 400/300 metros en Badajoz.

En la Depresión del Ebro, también se encuentran abanicos aluviales con cronologías


plio-pleistocenas y pleistocenas. Los más antiguos, del Plioceno-Pleistoceno, ocupan interfluvios y

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se apoyan en las cordilleras circundantes, presentando morfología de glacis con suaves pendientes y
formados por conglomerados con arenas y arcillas, con costras calcáreas en la parte superior. Los
abanicos pleistocenos aparecen escalonados al pie de los relieves de la depresión y las sierras
circundantes, enlazando con los niveles de las terrazas fluviales.

En la Cordillera Costero-Catalana, se extienden abanicos aluviales con morfología de glacios


apoyados en las sierras y conectando con los depósitos fluviales. Estos abanicos están formados por
clastos angulosos en una matriz roja con costras calcáreas y se depositaron desde el límite
Plioceno-Pleistoceno hasta el Pleistoceno medio, afectados por la tectónica cuaternaria. En la
Cordillera Bética, los abanicos y conos aluviales se encuentran en zonas de transición entre las
sierras y las depresiones intramontañosas y litorales, con cronologías desde el inicio del Pleistoceno
hasta el Pleistoceno superior.

En la Depresión de Guadix-Baza en Granada, una cuenca neógena post orogénica, se encuentran


depósitos de abanicos aluviales y fluviales con áreas lacustres y palustres. Estos depósitos son ricos
en yacimientos de vertebrados, representando prácticamente todo el registro del Pleistoceno inferior
y medio, con fósiles humanos y restos de actividad antrópica, como los yacimientos de Barranco
León-5 y La Solana del Zamborino.

2.3. RÍOS Y TERRAZAS FLUVIALES


El paisaje fluvial de la región ibérica se ha moldeado a lo largo del tiempo, con la red fluvial de las
montañas cantábricas del Macizo Ibérico que se remonta a momentos anteriores al Pleistoceno
(Oligoceno-Mioceno), asociado a levantamientos alpinos. Esto ha dado lugar a profundos cañones y
valles en las montañas de Asturias y el norte de León.

En Galicia, la red fluvial tiene sus orígenes al final del Mesozoico, y durante el Cuaternario ha
experimentado estabilidad, con algunos episodios tectónicos que han rejuvenecido el relieve, creando
saltos y cascadas. Las redes fluviales de los ríos Duero, Tajo y Guadiana, que funcionaron de manera
endorreica durante el Terciario, se abrieron hacia el oeste en la transición Plioceno-Pleistoceno,
dando lugar a profundos encajamientos con fuertes gradientes sobre los terrenos del Macizo Ibérico.

En la región de los Montes Vasco-Cantábricos, la red fluvial se dirige hacia el mar Cantábrico y
hacia la cuenca sedimentaria del Ebro. Los ríos pirenaicos fluyen hacia el sur y llegan a la cuenca
sedimentaria del Ebro, caracterizándose por fuertes encajamientos en sus cursos altos y el desarrollo
de terrazas pleistocenas en los cursos medios y bajos.

En la cuenca de la Ibérica, hay numerosas capturas de cuencas endorreicas por parte de los ríos
tributarios del sur del Ebro o los ríos mediterráneos durante el Plioceno. Los ríos de la Ibérica se
caracterizan por valles estrechos y profundos con numerosos niveles de terrazas, ocupando pequeñas
extensiones y en ocasiones deformadas.

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En la Depresión del Duero, el río Duero y sus afluentes forman una red fluvial dendrítica con
numerosos niveles de terrazas a diferentes altitudes. Las terrazas contienen depósitos que varían
desde el Pleistoceno inferior hasta el Pleistoceno medio, y son ricas en yacimientos arqueológicos
del Paleolítico inferior y medio.

La Depresión del Tajo está atravesada por el río Tajo, que también forma una red fluvial dendrítica

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con extensas terrazas. Las terrazas se dividen en tres grupos: escalonadas y colgadas, con niveles
altos y medios escalonados, y extensos aluvionamientos. Las terrazas contienen yacimientos
arqueológicos paleolíticos, especialmente en los ríos Jarama y Manzanares.

La Depresión del Guadiana y del Ebro también presentan redes fluviales dendríticas con terrazas
bien desarrolladas, y las terrazas del Guadalquivir muestran una secuencia compleja con hasta 14
niveles que abarcan desde el Pleistoceno inferior hasta el Holoceno. Estas terrazas contienen
yacimientos arqueológicos del Paleolítico inferior y medio.

2.4. LAGOS, LAGUNAS Y TURBERAS


En las montañas del Macizo Ibérico, Ibérica y Pirineos se conservan diversos cuerpos de agua
glaciares, como lagos, lagunas y turberas (Foto 14). Destaca la laguna de Gallocanta en la Cordillera
Ibérica, situada en una cuenca interna de mayor extensión desarrollada durante el Cuaternario,
formando un gran polje. Entre los Pirineos y la Costero-Catalana se encuentra el lago de Banyoles,
con depósitos carbonatados desarrollados desde el Pleistoceno inferior hasta la actualidad, que ha
revelado hallazgos, como una mandíbula de Homo neanderthalensis. En la Cordillera Bética, se
encuentran lagunas en depresiones cerradas limitadas por relieves, como la laguna de Fuentepiedra
en Málaga.

Entre las zonas palustres, la turbera de Padul al sur de Sierra Nevada destaca, ofreciendo un largo
registro sedimentario pleistoceno. En la Depresión del Duero, los depósitos lacustres se desarrollan
en zonas de mal drenaje, tanto en la superficie de la raña como en terrazas altas, generando pequeñas
lagunas con depósitos limosos. En la Depresión del Ebro, se encuentran pequeñas lagunas efímeras
en zonas endorreicas con depósitos salinos, algunas con origen en las etapas húmedas del Último
Máximo Glacial.

El sistema lacustre en el Campo de Calatrava y los Llanos de Albacete se caracteriza por depresiones
cerradas con fondos que contienen materiales detríticos y salinos, mostrando un control topográfico,
estructural y climático. Destacan las lagunas formadas por oscilación del nivel de los acuíferos
subterráneos, como las Tablas de Daimiel, aquellas relacionadas con el desarrollo kárstico, como las
Lagunas de Ruidera, y las que se generan en el interior de antiguas calderas volcánicas, como en el
Campo de Calatrava. Algunas de estas lagunas, con inter estratificaciones de materiales volcánicos,
han revelado yacimientos de vertebrados del final del Plioceno, como el de Las Higueruelas en
Ciudad Real, que destaca por la presencia significativa de mastodontes (Anancus arvernensis).

2.5. DUNAS Y ARENALES EÓLICOS:


En la Depresión del Duero, el sistema eólico se manifiesta a través de los arenales eólicos ubicados
en el centro de la cuenca, específicamente en las provincias de Segovia y Valladolid. Estos arenales
presentan dos mantos de arenas y cordones dunares, cuya cronología abarca desde el Pleistoceno
medio y/o superior hasta el Holoceno. La actividad eólica en esta región ha dado lugar a la
formación de numerosas terrazas con cantos facetados en la superficie. Estos depósitos eólicos se
originaron durante el Dryas reciente, la última fase fría del Pleistoceno superior. En la Depresión del

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Tajo, los depósitos eólicos se localizan en la parte central y oriental de la llanura manchega,
representando bandas dunares formadas por la acumulación de arcillas y arenas transportadas por el
viento desde los márgenes de las lagunas salinas y las superficies de los depósitos fluviales.

2.6. KARST: CUEVAS, ABRIGOS ROCOSOS, DOLINAS Y TRAVERTINOS:


Los sistemas kársticos en la Península Ibérica están distribuidos en diversas áreas geográficas, como
el Macizo Ibérico, Sistema Central, Cordillera Cantábrica, Montes Vasco-Cantábricos, Pirineos,
Cordillera Bética, y las orlas Lusitana y del Algarve. Estos sistemas se caracterizan por la presencia
de rocas carbonatadas intensamente karstificadas. Destacan numerosas cavidades y formaciones
kársticas con yacimientos paleontológicos y arqueológicos que abarcan desde el Pleistoceno medio
hasta el Holoceno.

En el Macizo Asturiano, se encuentran cavidades destacadas como La Paloma, El Conde, Las


Caldas, El Sidrón, entre otras, con restos paleontológicos y arqueológicos del Pleistoceno medio y
superior. En el Sistema Central, se identifican extensos afloramientos de rocas carbonatadas con más
de 180 cavidades kársticas, incluyendo La Griega, Puerta de la Villa, Valdegoba, Axlor, entre otras,
con yacimientos que cubren el Pleistoceno inferior-medio hasta el Pleistoceno superior-Holoceno.

En los Montes Vasco-Cantábricos y Pirineos, se encuentran yacimientos como Altamira, El Castillo,


La Pasiega, Chufín, entre otros, con registros paleontológicos y arqueológicos de Homo
neanderthalensis y Homo sapiens, abarcando el Pleistoceno medio y superior. En la Cordillera
Bética, existen sistemas kársticos con cuevas como Cueva del Agua, Cueva Victoria, Cueva de
Nerja, y otras, con depósitos que abarcan el Pleistoceno superior.

En la Depresión del Duero y del Tajo, se observan sistemas eólicos con mantos de arena que datan
del Pleistoceno medio y/o superior al Holoceno. La karstificación se desarrolla sobre calizas en la
Depresión del Duero, mientras que en la cuenca del Tajo se encuentran travertinos que han
evolucionado desde el Pleistoceno inferior hasta el Holoceno reciente.

2.7. FORMAS Y DEPÓSITOS LITORALES:


La geología de la Península Ibérica durante el Pleistoceno se caracteriza por la presencia de sistemas
kársticos en el Macizo Asturiano, el Sistema Central y el sector occidental del Macizo Ibérico. Estos
sistemas han dado lugar a numerosas cavidades con restos paleontológicos y arqueológicos,
abarcando desde el Pleistoceno medio hasta el Pleistoceno superior. Destacan yacimientos como
Eirós, A’Valiña, La Paloma, El Conde, Tito Bustillo, y muchos otros en diferentes regiones.

En los Montes Vasco-Cantábricos y los Pirineos, se encuentran afloramientos de materiales


carbonatados karstificados con más de 180 cavidades kársticas que contienen yacimientos que
abarcan desde el Pleistoceno inferior-medio hasta el Pleistoceno superior-Holoceno. Yacimientos
como Altamira, La Pasiega, El Castillo, entre otros, son representativos de estas regiones.

En las Cordilleras Ibérica y Costero-Catalana, los sistemas kársticos están bien desarrollados debido
a la presencia de rocas carbonatadas mesozoicas. Numerosos yacimientos paleontológicos y
arqueológicos se encuentran en complejos kársticos como Ojo Guareña, Atapuerca, Cova Negra,
Bolomor, entre otros.

La costa de la Península Ibérica presenta una variación significativa, desde las costas acantiladas
cantábricas hasta las costas bajas del litoral mediterráneo. Las terrazas marinas son características en

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la costa cantábrica, proporcionando niveles elevados que datan desde el Plioceno-Pleistoceno. En la


costa atlántica del golfo de Cádiz, los depósitos fluvio-marinos han revelado restos de mamuts. La
costa mediterránea muestra una rica variedad de depósitos y formas, incluyendo terrazas marinas,
abanicos aluviales, depósitos eólicos, deltas y sistemas de islas barrera-albufera, que han registrado
eventos climáticos y cambios en el nivel del mar durante el Pleistoceno.

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TEMA 3. PALEOANTROPOLOGÍA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
3.1. INTRODUCCIÓN:
El origen del género Homo se sitúa en África hacia 2,5 Ma BP. Fuera del continente africano, las
evidencias de presencia humana y los restos fósiles humanos más antiguos se localizan en el
yacimiento de Dmanisi (Georgia), datados en 1,75 Ma BP. Los más antiguos de Europa occidental
están en la península Ibérica, concretamente en el yacimiento de la Sima del Elefante (sierra de
Atapuerca, Burgos), datados en 1,25 Ma BP. Por lo tanto, hay un desfase de medio millón de años
aproximadamente entre la primera salida de humanos de África y su llegada al extremo occidental de
Eurasia. La aparición del género Homo tuvo lugar durante el período geológico Cuaternario (desde
2,6 Ma BP), aunque la evolución humana se inició en momentos anteriores. El Cuaternario constituye
el tercer período en que se divide la era Cenozoica (desde 65 Ma BP), caracterizada por el predominio
de los mamíferos. El Cenozoico, a su vez, constituye la tercera era en que se divide el eón
Fanerozoico (desde 540 Ma BP), caracterizado por la existencia de vida evidente. La edad de la Tierra
hoy se sitúa en torno a los 4600 Ma BP y todo lo anterior al Fanerozoico se agrupa en el supereón
Precámbrico. La evolución humana comenzó a producirse en África a finales del período Neógeno
(25-2,6 Ma BP), el segundo de la era Cenozoica. El período arqueológico Paleolítico se corresponde
geográficamente con el Pleistoceno (desde 2,6 Ma hasta 12 ka BP), primera época del período
Cuaternario. El Pleistoceno se divide en tres edades: Pleistoceno Inferior (desde 2,6 Ma hasta 780 ka
BP), Pleistoceno Medio (780-128 ka BP) y Pleistoceno Superior (128-12 ka BP).

- 3.1.1. LA PENÍNSULA IBÉRICA: A finales del Neógeno, la paleogeografía de Iberia no


distaba mucho de la situación actual, exceptuando algunas variaciones en las costas
meridionales. Durante el Pleistoceno, la extensión de las zonas costeras varió en función de
las regresiones y transgresiones marinas debidas a los períodos climáticos glaciales e
interglaciales. Iberia es el extremo suroccidental del gran continente conocido como Eurasia.
Es una península dentro de la península europea. Se halla separada de África por un estrecho
y del resto de Europa por los Pirineos. Estas condiciones de aislamiento explican por sí solas
el desfase temporal en la llegada de olas migratorias procedentes del Este, pero también
plantean la posibilidad de una influencia directa desde África y del desarrollo de posibles
endemismos en su condición de refugio ecológico. Pese a la singularidad e importancia de los
yacimientos ibéricos, las evidencias arqueológicas son relativamente abundantes, pero los
restos fósiles humanos son relativamente escasos, aunque de gran trascendencia. El registro
fósil humano peninsular está muy condicionado por la formación de cuevas y abrigos rocosos,
pues la casi totalidad de los restos proceden de yacimientos kársticos.

- 3.1.2. EL VALOR DOCUMENTAL DE LOS FÓSILES HUMANOS: Aunque en la


mayoría de los casos la presencia humana prehistórica se detecta a través de las huellas de su
actividad (útiles, hogares, etc.), los fósiles humanos son la evidencia más directa y nos
informan de las características fisiológicas del tipo humano que vivió una época determinada.
Hoy contamos en Iberia con restos atribuidos a las siguientes especies paleolíticas: Homo sp.
(Sima del Elefante), Homo antecessor (Gran Dolina), Homo heidelbergensis (Sima de los

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Huesos, Galería-Tres Simas y Almonda), Homo neanderthalensis (unos 30 yacimientos) y


Homo sapiens (unos 25 yacimientos).

3.2. PRIMERAS OCUPACIONES HUMANAS EN IBERIA


- 3.2.1. YACIMIENTOS DE LA CUENCA DE GUADIX-BAZA Y CUEVA
VICTORIA:En niveles de 1,25 Ma BP de antigüedad de los yacimientos de Fuente Nueva y

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Barranco León (cuenca de Guadix-Baza, Granada), se han encontrado utensilios líticos del
Modo 1 (Olduvayense) y fósiles de atribución humana discutida. En el yacimiento de Cueva
Victoria (Murcia), se han encontrado también fósiles con antigüedad de 1 Ma BP, pero su
atribución humana también se discute.

- 3.2.2. SIMA DEL ELEFANTE (SIERRA DE ATAPUERCA)El yacimiento de la Sima del


Elefante (sierra de Atapuerca, Burgos) presenta restos fósiles humanos en relación con restos
líticos con antigüedad de 1,25 Ma BP, siendo los más antiguos de Europa occidental. Estos
restos, pertenecientes a un único individuo, fueron inicialmente atribuidos al Homo
antecessor, pero análisis más recientes señalan que se trata de una especie humana distinta,
aún sin identificar, clasificada de manera provisional bajo la denominación Homo sp.

- 3.2.3. NIVEL TD6 DE LA GRAN DOLINA (SIERRA DE ATAPUERCA): El nivel TD6


del yacimiento de la Gran Dolina (sierra de Atapuerca, Burgos) ha dejado al descubierto un
extraordinario registro arqueológico: más de 160 restos humanos y más de 700 piezas de
industria del Modo 1. Las últimas dataciones indican una antigüedad de 900 ka BP y se
atribuyen al Homo antecessor. También en este yacimiento se encuentran las evidencias más
antiguas de canibalismo humano.

3.3. POBLACIONES DEL PLEISTOCENO MEDIO ASOCIADAS AL MODO 2:


En torno a los 600 ka BP, comienza a generalizarse en Iberia y en Europa la industria lítica del Modo
2 (Achelense), atribuida al Homo heidelbergensis. Este modo tecnológico surge en África hace 1,8 Ma
BP y aparece en Próximo Oriente hace 1,3 Ma BP. Existen dos modelos interpretativos sobre la
aparición de esta tecnología en Europa. Unos autores proponen una evolución local (genética y
cultural) de las poblaciones europeas del Pleistoceno Inferior. Otros plantean la llegada a Europa de
una nueva migración humana procedente de África.

- 3.3.1. EL ORIGEN DEL CLADO NEANDERTAL: Hoy se acepta que el clado (rama
evolutiva) que desembocó en el Homo neanderthalensis ha de buscarse en las poblaciones
europeas meso pleistocenas. La opinión mayoritaria es que migrantes africanos llegaron a
Europa hace 600 ka BP (Homo heidelbergensis) y que comenzaron a diferenciarse hace 350
ka BP, en un proceso de “neandertalización progresiva” que implicaría una continuidad tanto
biológica como cultural entre ambas especies.

- 3.3.2. SIMA DE LOS HUESOS (SIERRA DE ATAPUERCA): La Sima de los Huesos


(sierra de Atapuerca, Burgos) es un yacimiento excepcional, en el que se han recuperado más
de 6500 fósiles humanos (abarcando todas las regiones del esqueleto), correspondientes a 32
individuos. Este gran hallazgo representa el 80% de todo el registro fósil mundial del Homo
heidelbergensis, con antigüedad mínima de 550 ka BP. No se han encontrado restos líticos,
salvo un bifaz de un material poco frecuente (cuarcita roja) y sin huellas de uso, que ha sido
interpretado como elemento votivo y bautizado como Excalibur, sobre la hipótesis de que el

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depósito constituye un enterramiento intencional de cadáveres pertenecientes a un mismo


grupo familiar que pereció en poco tiempo por causas catastróficas.

- 3.3.3. COMPLEJO GALERÍA-TRES SIMAS (SIERRA DE ATAPUERCA: El complejo


Galería-Tres Simas (sierra de Atapuerca, Burgos) es un conjunto de tres yacimientos donde se
han encontrado evidencias de ocupación humana e industria lítica del Modo 2, atribuidas al
Homo heidelbergensis y con antigüedad de 300 ka BP. 3.3.6. Otros restos del Pleistoceno
Medio Cabe destacar el complejo arqueológico de Almonda (Portugal), por tratarse de los
restos humanos del extremo más suroccidental de Eurasia. Según sus descubridores, encajan
perfectamente en la especie Homo heidelbergensis, descartando la existencia de endemismos
en este extremo del continente, y tienen una antigüedad de 240 ka BP.

- 3.3.4. LEZETXIKI: Es un yacimiento en cueva con dos cavidades, Lezetxiki I y Lezetxiki II,
conectadas por un túnel con relleno sedimentario. El yacimiento, con una serie sedimentaria
de hasta 9 metros, contiene restos humanos de Pleistoceno Medio y Superior, proporcionando
datos relevantes para el estudio de la transición entre el Paleolítico Medio y Superior.En
Lezetxiki, se encontró un húmero completo de Pleistoceno Medio, específicamente del nivel
VIII del túnel de conexión, probablemente con una cronología superior a 225,000 años,
posiblemente en el episodio OIS 7.

- 3.3.5 BOLOMOR: es un relleno en cueva con una secuencia estratigráfica que abarca el
Pleistoceno Medio hasta el inicio del Pleistoceno Superior (desde OIS 9 hasta OIS 5e). Con
17 niveles estratigráficos identificados y una estalagmita de base, el sitio ha revelado restos
humanos, incluyendo un fragmento de fíbula, dos dientes aislados y un parietal izquierdo,
datando del OIS 5 e. Aunque algunos restos fueron recuperados fuera de su contexto original,
se ha reconstruido con fiabilidad su nivel de procedencia. Anatómicamente, los fósiles
pleistocénicos de Bolomor muestran características primitivas y se han asignado al linaje
neandertal.

3.4. LOS NEANDERTALES IBÉRICOS:


En Iberia existen unos 30 yacimientos con fósiles de neandertales, siempre asociados a la industria del
Modo 3 (Musteriense). Su distribución está ligada a sitios montañosos donde se han formado sistemas
de cuevas, siendo especialmente numerosos en la costa mediterránea (Bolomor y Cova Negra en
Valencia, Sima de las Palomas en Murcia, La Carihuela en Granada y Zafarraya en Málaga) y en
menor medida en la cantábrica y atlántica (El Sidrón en Asturias, Cueva del Castillo en Cantabria y
Lezetxiki en el País Vasco), siendo muy raros en el interior de la Península. Las dataciones más
antiguas de Iberia son de 128 ka BP (Bolomor) y las más recientes tanto de Iberia como de Europa, de
35 ka BP (Sima de las Palomas).
- 3.4.1. EL SIDRÓN (ASTURIAS): En la cueva de El Sidrón (Asturias) se han recuperado
más de 2000 fósiles humanos (abarcando todas las regiones del esqueleto), que se piensa que
corresponden a 12 individuos pertenecientes al mismo grupo familiar. Además, se ha obtenido
el ADN mitocondrial de 10 individuos. Los fósiles humanos están en relación con restos
líticos y tienen una datación de 50 ka BP.
- 3.4.2. SIMA DE LAS PALOMAS (MURCIA): En el yacimiento de la Sima de las Palomas
(Murcia), se han recuperado 100 fósiles humanos (abarcando diferentes regiones del esqueleto
y con presencia de esqueletos parciales en conexión anatómica, lo que constituye un hallazgo
excepcional en Iberia) en relación con restos líticos. Las dataciones más antiguas son de 50 ka
BP y las más recientes de 35 ka BP (los fósiles neandertales más recientes de Europa). Para

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explicar el origen de los esqueletos parciales se ha propuesto la hipótesis de un enterramiento


intencional, que sería el único de toda la Iberia mediterránea.

3.5. LOS HUMANOS DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN IBERIA:


El registro arqueológico del Paleolítico Superior es abundante en Iberia, pero los fósiles humanos son

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escasos, sobre todo durante la época de transición (Musteriense Final, Chatelperroniense y
Auriñaciense). En contraste con el registro europeo, destaca el bajísimo número de enterramientos:
Lagar Velho (Portugal), Cueva Morín (Cantabria) y Cueva de Nerja (Málaga). El primero de ellos
constituye el primer enterramiento intencional indiscutible de la península Ibérica. Unos 25
yacimientos han proporcionado restos fósiles humanos, siendo la cornisa cantábrica la región con más
hallazgos. La discusión sobre la posible hibridación (genética y cultural) entre neandertales y
cromañones es muy interesante, pero difícil de estudiar en del contexto ibérico debido a la gran
escasez de restos humanos del Auriñaciense (únicamente se han encontrado en los yacimientos
cántabros de Cueva del Castillo y Santián, pero son discutidos). En Lagar Velho (Portugal), han
aparecido restos de un individuo del Gravetiense, datado en 24 ka BP, que según algunos autores
posee características propias de neandertales y cromañones, pudiendo tratarse de un descendiente de
híbridos, pero esto es muy discutido.

3.6. EL REGISTRO PALEOGENÉTICO EN IBERIA:


En El Sidrón se ha recuperado ADN mitocondrial de 10 individuos neandertales y uno de ellos ha
proporcionado el cromosoma completo. Del ADN nuclear únicamente se conocen secuencias de genes
específicos. Las técnicas de recuperación de secuencias genéticas avanzan a gran velocidad y están
aportando una valiosísima información. Hoy los neandertales se nos presentan como pelirrojos de piel
clara, dotados para un lenguaje complejo y con intolerancia a la lactosa.

TEMA 4. PALEOETNOGRAFÍA DE LAS COMUNIDADES PALEOLÍTICAS


DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
4.1. El Paleolítico Inferior
- 4.1.1. Modos de poblamiento: Los primeros nómadas al aire libre Se han propuesto dos
modelos de poblamiento para los primeros estadios de la humanidad africana, los cuales se
vienen aplicando también a las comunidades del Paleolítico Inferior en Iberia. El primero de
ellos, desarrollado por BINFORD en la década de 1980, consiste en pequeñas “bandas
oportunistas” de cazadores-recolectores que practican un nomadismo continuado en busca de
alimento inmediato, al carecer de estrategias adecuadas para garantizar su aprovisionamiento.
Estas bandas recorrerán amplios territorios, sin ningún orden predeterminado, apremiadas por
las eventualidades de la naturaleza. Este modelo ha sido generalmente aceptado en la
interpretación del poblamiento primigenio de la península Ibérica.

El segundo modelo, formulado por ISAAC en la década de 1970, plantea la hipótesis del
“campamento-base”, que serviría para organizar la supervivencia y como referencia territorial
para desplazamientos cíclicos. Este modelo es el que predomina entre las comunidades de
cazadores-recolectores actuales, pero su aplicación a las primeras comunidades humanas
siempre ha planteado muchos problemas, porque implica que los primeros seres humanos
practicaban ya un comportamiento planificado, que conocían ya algunas técnicas
rudimentarias de aprovisionamiento y que se dotaban ya de algunas normas de reparto de

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alimentos. Recientemente, el equipo científico de Atapuerca ha recurrido a esta hipótesis para


explicar el nivel TD6 de la Gran Dolina, que sería un lugar ocupado durante largos períodos
de tiempo, constituyendo un hábitat multifuncional para la realización de múltiples
actividades y sirviendo como punto de referencia para los desplazamientos. No obstante,
existe un debate entre quienes lo interpretan como un asentamiento más o menos permanente,
instalado en un territorio idóneo para contar con provisiones durante todo el año, y quienes

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consideran que tan solo era un campamento temporal para acoger breves estancias,
coincidentes con los períodos de concentración estacional de recursos.

- 4.1.2. Hábitos de subsistencia: Del cazador poderoso al carroñero oportunista No existe


consenso sobre la dieta de los primeros humanos. Algunos especialistas apuntan a una
alimentación básicamente vegetariana, debido a las facilidades de suministro que representa la
recolección de vegetales en comparación con la caza, pero la mayoría considera
imprescindible el consumo de proteínas animales para mantener los niveles adecuados de
subsistencia, considerando la carne como el bien preciado que motivaba los desplazamientos.

En este punto surge la polémica entre la caza y el carroñeo como hábito de obtención de la
carne. El mito del “cazador poderoso” fue popularizado por las obras literarias de ARDREY
en la década de 1970, presentando a los primeros humanos ya como dominadores de la
naturaleza, con unas habilidades superiores en el arte de la caza que les permitirían abatir
cualquier animal. Este mito encontró un ejemplo perfecto en la península Ibérica: los
“mataderos de elefantes” de los yacimientos sorianos de Torralba y Ambrona, lo que llevó a
algunos prehistoriadores de la época a darle aval científico.

En la década de 1980, BINFORD sometió a dura crítica el mito precedente. Tras estudiar los
huesos recuperados en varios yacimientos europeos, llegó a la conclusión de que los primeros
humanos carecían de las habilidades necesarias para abatir no solo a grandes animales, sino
incluso a los pequeños. En consecuencia, la única ocasión que tendrían aquellos humanos
para ingerir la ansiada carne radicaría en el hallazgo casual de carroña procedente de animales
muertos. Siguiendo esta nueva hipótesis del “carroñero oportunista”, los sitios de Torralba y
Ambrona han sido reinterpretados como simples lugares donde morían de manera natural los
elefantes ya viejos, visitados en ocasiones por los humanos para acceder a su carne.

A raíz de los últimos descubrimientos de Atapuerca, el dilema caza-carroñeo se ha


flexibilizado hasta concebirse como prácticas complementarias. Así, en niveles de la Gran
Dolina con antigüedad de 300 ka BP, han sido halladas pruebas de una caza selectiva de
bóvido y équido, mientras que en el complejo Galería-Tres Simas, con la misma antigüedad,
existen pruebas de carroñeo de animales que se precipitaron y murieron en una trampa
natural. En todo caso y tras haber encontrado evidencias de canibalismo y estudiado varias
piezas dentales, el equipo científico de Atapuerca sostiene que la dieta tanto del Homo
antecessor como del Homo heidelbergensis fue vegetariana en más de un 80% y que incluso
resultó problemático disponer en todo momento del alimento cotidiano, existiendo tiempos de
profunda carestía.

- 4.1.3. Costumbres sociales: Más interrogantes que respuestas: Para BINFORD, las primeras
comunidades humanas consistían en pequeños gruposnómadas autosuficientes organizados en
“bandas simples”, que se dispersaban de manera uniforme por el territorio sin mucho contacto
entre ellas y sin ninguna pretensión de reclamación territorial. Este sigue siendo el paradigma

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general y algunos autores han fijado un mínimo de 25 individuos (unas 5 unidades familiares)
como el mínimo necesario para garantizar la supervivencia de esas bandas. El yacimiento de
la Sima de los Huesos ha sacado a la luz un grupo de 32 individuos heidelbergensis (unas 6 ó
7 unidades familiares) que supuestamente pereció en poco tiempo por causas catastróficas y
fue arrojado a la sima, que el equipo de Atapuerca concibe como una especie de tumba
colectiva. Esta hipótesis tendría un apoyo en el único resto lítico hallado en el yacimiento: el
bifaz Excalibur, que representaría una ofrenda a los muertos queridos tras haberlos arrojado a
la sima. Muchos especialistas critican esta interpretación, al considerar que nos encontramos
todavía en un momento evolutivo demasiado temprano para que aparezcan conductas
simbólicas tan complejas como la conciencia del hombre ante la muerte.

4.2. El Paleolítico Medio

- 4.2.1. Modos de poblamiento: Entre cubiles animales y hogares humanos. Los datos de que se
dispone para intentar reconstruir los modos de vida de los últimos heidelbergensis y de los
primeros neandertales son muy parecidos (tanto en Iberia como en el resto de Eurasia), lo cual
refuerza la hipótesis de la “neandertalización progresiva” que plantea una continuidad
biológica y cultural entre ambas especies.

En la década de 1960, BORDES pensó que los neandertales se organizaban ya en pequeños


grupos bastante sedentarios. Pero, en la década de 1980, BINFORD planteó que los
neandertales seguían siendo básicamente nómadas, que desplazaban constantemente sus
“campamentos residenciales” en busca de alimento, recorriendo amplios territorios, poniendo
como ejemplo las costumbres de los actuales pueblos esquimales del norte de Alaska. Hoy
predomina una hipótesis intermedia: los neandertales practicarían un patrón de nomadismo
regular, pero con un rango de movilidad en territorios relativamente reducidos.

Numerosas cuevas revelan una ocupación neandertal prolongada durante miles de años, pero
no hay evidencias de habitación permanente en calidad de campamentos residenciales de
larga duración, siendo habitual que la ocupación neandertal se alterne con ocupaciones de
animales carnívoros peligrosos (como lobos y osos), que acostumbraban a plantar cubiles
(refugios) estacionales en las cuevas. Además, muchos niveles musterienses responden a
ocupaciones humanas muy cortas y presentan pocas huellas de actividad cotidiana, lo que
reforzaría la tesis del nomadismo constante.

Sin embargo, en torno al 60 ka BP, empieza a haber yacimientos musterienses con huellas de
organización interna del espacio doméstico, lo que permite hablar ya de campamentos
residenciales. La mejor prueba de ello en Iberia se encuentra en el yacimiento catalán de
Abric Romaní, datado en 55 ka BP, con una sectorización del espacio en zonas de reposo y
zonas para realizar las actividades habituales, que recuerda a la mayoría de los
cazadores-recolectores actuales. Ahora bien, la aparición de campamentos residenciales no
implica un uso permanente de las cuevas, reflejando más bien una sucesión de cortos
episodios de ocupación estacional.

- 4.2.2. Economía y alimentación: El neandertal, ¿un cazador oportunista o un cazador


especializado? Tradicionalmente, la mayoría de los prehistoriadores han sostenido que la dieta
neandertal estaba constituida básicamente por la carne obtenida mediante la caza de animales
peligrosos, deducida de las fracturas registradas en los huesos neandertales (profundamente

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severas) y la tecnología de caza neandertal conocida (basada en puntas líticas adecuadas


únicamente para las capturas de corto alcance). BINFORD también se unió a esta idea,
haciendo hincapié en el rigor glacial que habría restringido drásticamente el alimento vegetal
en Europa y basándose en el ejemplo de los pueblos esquimales actuales, que tienen una dieta
esencialmente cárnica. Los recientes análisis isotópicos sobre huesos neandertales (con
muestras de 18 individuos de diversos yacimientos de Francia, Holanda, Alemania, Eslovenia

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
y Rusia) revelan una dieta proteica bastante uniforme, basada en el consumo de carne de
grandes herbívoros, descartándose un consumo relevante de proteínas de origen acuático y
vegetal.

Para la mayoría de los prehistoriadores, la caza del neandertal era generalista y diversificada,
como correspondería a su supuesta movilidad constante y como estrategia ideal para
sobrevivir en un clima muy frío. BINFORD consideraba que los neandertales no llegaron a
desarrollar tácticas organizadas de caza y no fueron capaces de apresar a los animales de
mayor envergadura, por lo que serían “cazadores oportunistas” y hasta “carroñeros
ocasionales”. Pero otros autores, basándose en la elevada concentración de restos de una sola
especie animal en niveles neandertales, hablan de “cazadores especializados” y con capacidad
de planificación a largo plazo.

Recientemente, FINLAYSON ha criticado la idea tradicional de la dieta neandertal,


planteando que la península Ibérica constituyó un importante refugio climático para
comunidades neandertales en épocas de crisis medioambiental, donde contaban con una gran
variedad de recursos alimentarios (carne y marisco así como frutos y raíces). Esta hipótesis
podría explicar la tardía extinción de los neandertales en la Europa meridional.

- 4.2.3. La genética del hábito social: El triste destino de unas bandas endogámicas. Las
investigaciones más recientes indican que los neandertales vivían en comunidades muy
reducidas, autárquicas y muy aisladas en el terreno, por lo que los contactos con otros grupos
eran muy ocasionales. Esto implica que el flujo de información y los intercambios sexuales
debieron de ser muy reducidos, lo cual resulta fatal para la supervivencia, como sabemos por
las comunidades de cazadores-recolectores actuales. El Proyecto Genoma Neandertal, basado
en gran parte en los restos de El Sidrón, confirma que estas comunidades vivían en grupos de
baja diversidad genética y aquejados por una situación de endogamia crónica.

Ahora bien, el neandertal no se extinguió de manera brusca. En los últimos tiempos,


incorporaron nuevas tecnologías (armas arrojadizas) y comportamientos simbólicos(conchas
marinas con orificios y tintadas de ocre que sirvieron como colgantes para el ornato personal)
que seguramente les permitieron sobrevivir más tiempo, aunque las tendencias catastróficas
iniciadas varios milenios atrás seguramente eran ya irreversibles.

4.3. El Paleolítico Superior


- 4.3.1. Los primeros sapiens: De la tranquilidad auriñaciense al despertar gravetiense. El
Homo sapiens llegó a la península Ibérica en torno al 40 ka BP. Las primeras comunidades
auriñacienses parece que fueron bandas reducidas que ocuparon los territorios de manera
extensiva, con un amplio rango de movilidad residencial y con un aprovechamiento de
recursos generalista. Este modo de vida perduró unos 10 000 años y señala una relación
armoniosa entre las necesidades humanas y los recursos medioambientales.

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Pero aquella situación de relativa tranquilidad pronto cambió, durante el Gravetiense y el


Solutrense, registrándose un gran cambio cultural que coincide con la profunda crisis
climática del último máximo glacial (Würm IV). Los análisis paleoambientales indican que el
grave descenso de las temperaturas convirtió el interior peninsular en una región inhóspita y
que incluso las regiones costeras sufrieron un deterioro muy severo. La respuesta del ser
humano para sobrevivir fue cultural: invención de nuevas tecnologías, implantación de

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nuevos modelos de explotación territorial, creación de nuevas redes sociales que
intensificaron los contactos e incorporación de nuevos códigos simbólicos que reforzaron la
cohesión.

- 4.3.2. Territorio y poblamiento: Nómadas, campamentos-base y cazaderos. Hacia 25 ka BP


(Gravetiense Reciente, coincidiendo con el máximo glacial), se produjo un cambio radical de
tendencia demográfica, que se mantuvo durante el Solutrense y el Magdaleniense. Tiene lugar
entonces un incremento sustancial del número de yacimientos peninsulares que se interpreta
como prueba de un incremento sustancial de la población, aunque esto pudo deberse a dos
motivos: bien a la migración de poblaciones europeas más septentrionales para refugiarse de
las gélidas condiciones imperantes más al norte, bien al aumento de la natalidad entre las
poblaciones peninsulares. En cualquier caso, el incremento demográfico conllevó importantes
cambios en los modos de vida tradicionales:

- Proliferación de “campamentos-base” de carácter residencial a lo largo de los


corredores costeros. Estos campamentos permitieron que las bandas arraigaran en el
territorio, que se agruparan mayores masas de población en lugares concretos y que se
planificaran con más cuidado pautas de ocupación, movimientos nómadas y prácticas
de caza y recolección.
- Dispersión de numerosos “campamentos logísticos” de carácter estacional, para la
realización de tareas concretas relacionadas con la búsqueda de alimentos y materias
primas necesarios para la subsistencia.
- Expansión de la población hacia zonas inhabitadas en tiempos anteriores, sobre todo
valles entre montañas.
- Inicio de prácticas territoriales tendentes a la rentabilización e intensificación del uso
de los recursos, con lo que todo esto implica de planificación.

Los primeros rasgos nítidos de territorialidad se perciben en el Solutrense, a través de los estilos de las
puntas líticas: puntas de base cóncava en Asturias y Cantabria, puntas romboidales en Euskadi, hojas
de laurel en el estuario del Tajo y puntas con pedúnculo y aletas en el corredor levantino. En el
Magdaleniense, aparecieron incluso estilos artísticos regionales.

El “modelo pendular estacional”, para explicar la planificación de la movilidad residencial-logística


de las bandas solutrenses y magdalenienses, ha sido aplicado por STRAUS para la región cantábrica y
por DAVIDSON para la región levantina, y asume las siguientes premisas:

- Las bandas habrían establecido los campamentos-base en las llanuras costeras, porque allí
habrían hallado un refugio acogedor durante la mayor parte del año.
- Durante los períodos menos rigurosos del verano, la totalidad o una parte de la banda se
desplazaría temporalmente a los campamentos estacionales interiores. La proliferación de
cazadores de ciervo en la costa y de cabra en las montañas sostuvo el patrón de movilidad
estacional de las bandas.

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- Los ríos se convirtieron en corredores naturales para ejercitar la movilidad local, desde las
bases residenciales a las estaciones de caza de la montaña, para practicar un modelo nómada
estacional.

Este modelo recuerda al “modelo forrajeador” que BINFORD identificó entre los pueblos esquimales
del norte de Alaska.

- 4.3.3. Prácticas de subsistencia: cruentas matanzas catastróficas y pacífica recolección de


moluscos. Para FREEMAN y STRAUSS, el aumento demográfico que se produjo hacia el
máximo glacial provocó el aumento de los alimentos necesarios y, por tanto, el incremento de
la explotación de recursos. Las intensas concentraciones de huesos y el repertorio de puntas
líticas y óseas halladas en muchos yacimientos solutrenses y magdalenienses confirman la
necesidad de aumentar la caza para garantizar el sustento de la población. Y la creciente
incorporación de nuevos recursos alimentarios basados en la recolección y la pesca asegura
que la necesidad de alimento superaba las posibilidades ofrecidas por la caza. FREEMAN
propuso que las comunidades cantábricas magdalenienses habrían puesto en práctica métodos
de caza especializada de manadas de ciervos, mientras que STRAUS consideró que ya habían
sido introducidos por las comunidades solutrenses. En todo caso, la táctica consistiría en la
cacería de manadas de ciervos en las llanuras: “masacres” o “matanzas catastróficas” en las
que se intentaba abatir el mayor número posible de animales en una partida de caza. Los
paleontólogos recurren a los “perfiles catastróficos de mortandad”, que presentan animales de
todas las edades como sinónimo de matanzas masivas.

Los arqueólogos norteamericanos conocen bien las matanzas catastróficas por las crónicas
etnográficas sobre los pueblos nativos norteamericanos. Los pueblos esquimales del norte de
Alaska estudiados por BINFORD también son expertos en este tipo de caza. Todos ellos
utilizaban técnicas para acorralar y contaban con una organización muy estricta en la que
participaban todos los miembros de la comunidad e incluso bandas procedentes de otros
lugares.

Las cacerías colectivas de ciervos facilitarían grandes provisiones de carne, que podrían
repartirse entre las familias o conservarse para su consumo aplazado, recurriendo a técnicas
sencillas de conservación como la congelación natural, lo que les permitiría disponer de
alimento en los períodos críticos del año. Pero resulta muy complicado hallar rastro
arqueológico de estas prácticas.

La caza especializada del ciervo se completaba con otros medios de obtención de alimentos:
caza no especializada de otros animales en las llanuras (équidos y bóvidos), recolección de
marisco en la costa, pesca de salmones y truchas en los ríos y recolección de vegetales en los
bosques. Se trataba, pues, de un espectro amplio de recursos, lo que implica procedimientos
precisos de planificación logística durante el ciclo anual. La dieta proteica diversificada (y
geográficamente variable) del humano moderno ha sido confirmada por los recientes análisis
isotópicos y se interpreta como un triunfo adaptativo sobre el neandertal.

- 4.3.4. Hábitos sociales: Bandas igualitarias y solidarias Las comunidades solutrenses y


magdalenienses representan el paradigma de lo que SERVICE llamó “bandas”, como modo de
organización social característico de las comunidades cazadoras-recolectoras: número
pequeño de individuos (30-150 miembros) organizados a nivel de familias nucleares, con una

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baja densidad de población y costumbres nómadas a lo largo de territorios más o menos


amplios. La mayoría de las bandas conocidas actualmente son patriarcales (autoridad
masculina), virilocales (residencia cerca de la familia del hombre) y exógamas (matrimonio
fuera del grupo de parentesco). No hay unidades de producción o consumo específicas ni por
supuesto órganos especializados. Tampoco hay jerarquías, pues la toma de decisiones es
informal, adoptándose por la comunidad o a lo sumo por los miembros considerados más

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cualificados y respetados por su habilidad, experiencia o sentido común. Este igualitarismo
significa la ausencia de líderes o jefes (en el sentido de individuos investidos del poder y con
capacidad para controlar a la comunidad), pero no excluye otro tipo de diferencias
relacionadas con la edad, el sexo o las habilidades personales. El igualitarismo descansa en la
igualdad de acceso a los recursos y en la toma de decisiones. La reciprocidad y el intercambio
se convierten en una exigencia colectiva, para impedir el intento de agrupación y transmisión
hereditaria de bienes materiales.

WOBST presentó un modelo matemático para calcular el tamaño y las relaciones sociales de
estas bandas, con tres niveles de organización social: “banda mínima” o “grupo local”, que
contaría con 25 individuos (unas 5 familias), que funcionará como unidad de producción y de
reproducción básica, manteniendo una tasa adecuada de natalidad; cada banda mínima
mantendría relaciones con otra media docena de bandas (150-200 individuos), dando lugar a
una “unidad de reproducción efectiva” que garantiza la exogamia; “banda máxima” o “grupo
regional”, que reuniría a unos 500 individuos relacionados entre sí de manera más leve por
medio del intercambio ocasional de personas y bienes a larga distancia. Todos los autores
consideran que estas comunidades eran muy abiertas y que el intercambio de personas servía
para garantizar la cooperación y evitar conflictos.

FREEMAN y STRAUS plantearon que algunos yacimientos como El Castillo y Altamira


representan “campamentos de agregación”: lugares que congregaban a las bandas próximas
de manera cíclica para participar de múltiples actividades colectivas (desde la caza hasta la
celebración de ritos) en el evento de máxima socialización, costumbre que se ha visto en
algunas comunidades primitivas actuales. La finalidad es reforzar los lazos de cooperación y
potenciar la identidad común. Además, dado que esas cuevas se identifican como las grandes
cavernas del arte paleolítico, también reciben el nombre de “santuarios”.

La impresionante expansión artística que se produjo a partir del Solutrense tuvo que ser un
acontecimiento más sociológico que estético. Lo que nosotros consideramos “arte
paleolítico”, para aquellas comunidades seguramente no era más que la expresión de nuevos
vínculos para la identidad colectiva: un instrumento para recordar a los ancestros, rememorar
historias, visualizar ritos de paso, etc. MITHEN lo ha interpretado como uno de los
mecanismos de resolución de conflictos que estas comunidades necesitaban. En cambio, el
neomarxista GILMAN considera que podría ser una expresión de los conflictos sociales: el
arte habría jugado el papel de refuerzo ideológico de la solidaridad intergrupal, cada vez más
inestable como consecuencia del aumento de la capacidad de obtención de alimento
propiciada por el avance tecnológico.

TEMA 5. EL PALEOLÍTICO INFERIOR EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

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«Paleolítico inferior» es un término poco concreto. Designa un segmento cronológico muy amplio que
comprende una diversidad de especies humanas, tecnologías y comportamientos cuya variabilidad
sólo ha empezado a comprenderse en tiempos relativamente recientes. El sesgo establecido en la
conservación diferencial de vestigios, más escasos cuanto más nos retrotraemos en el tiempo, creó una
imagen irreal de estatismo para el periodo. Visión acentuada por dificultades de datación, no
solventadas hasta las últimas décadas. La distribución geográfica y cronológica de los yacimientos

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correspondientes al Paleolítico inferior es discontinua, siendo escasos aquellos conservados en
posición primaria y abundando aquellos con profundas alteraciones post-deposicionales. No obstante,
puede establecerse un orden dentro de este aparente caos y el desarrollo de investigaciones
interdisciplinares han hecho avanzar sustancialmente el conocimiento que tenemos sobre el periodo y
las sociedades que lo protagonizaron.

5.2. Límites cronológicos y periodización interna


- 5.2.1. Límites cronológicos: El inicio del Paleolítico Inferior en Iberia coincide con los
vestigios culturales y humanos más antiguos de los que tenemos constancia, datados en 1,25
Ma BP. El límite superior suele situarse hacia 128 ka BP, que es la fecha en que se datan los
fósiles neandertales más antiguos y en que se fija la frontera entre el Pleistoceno Medio y el
Pleistoceno Superior. Sin embargo, los recientes estudios de paleontología humana y el mejor
conocimiento de las tecnologías líticas indican que hacía 350 ka BP se inicia un proceso de
“neandertalización progresiva” tanto biológica como cultural del Homo heidelbergensis, por
lo que algunos autores definen como Paleolítico Medio Antiguo el período comprendido entre
350 y 128 ka BP.

- 5.2.2. Paleolítico Inferior Arcaico: El primer período del Paleolítico Inferior se identifica con
la industria del Modo 1 (Olduvayense), que en Iberia ha sido datada entre 1,25 Ma y 760 ka
BP, coincidiendo a grandes rasgos con el Pleistoceno Inferior. Se caracteriza por la presencia
de choppers (cantos rodados tallados monofacialmente) y chopping-tools (cantos rodados
tallados bifacialmente pero sin simetría axial), en esencia núcleos líticos toscamente tallados
con el objetivo de despejar un extremo afilado. También se encuentran poliedros irregulares y,
excepcionalmente, algunas lascas ligeramente retocadas. El tipo humano tradicionalmente
asociado a esta tecnología es el Homo antecessor, aunque los análisis más recientes señalan
que los restos fósiles humanos más antiguos corresponden a una especie distinta, aún sin
identificar, clasificada de manera provisional bajo la denominación Homo sp.

- 5.2.3. Paleolítico Inferior Clásico: El segundo período del Paleolítico Inferior se identifica
con la industria del Modo 2 (Achelense), que en Iberia ha sido datada entre 600 y 350 ka BP,
coincidiendo a grandes rasgos con el Pleistoceno Medio. Se trata de conjuntos líticos que
manifiestan una talla bien jerarquizada y de cierta complejidad, con un alto grado de
estandarización, predominando los bifaces, los triedros y los hendedores. Aunque el
porcentaje de útiles en núcleo sigue siendo mayor, la talla de los mismos es de mejor calidad
y los útiles sobre lascas retocados aumentan (sobre todo, las raederas y algunos raspadores).

Tradicionalmente, el Achelense europeo ha sido subdividido atendiendo a una aparente


transformación técnica y morfológica de los bifaces, según el esquema evolucionista
establecido por BORDES para el área del Somme (noroeste de Francia): Achelense Inferior
(con bifaces espesos y de talón cortical), Achelense Medio (con bifaces más aplanados y
completamente tallados, lo que se relaciona con la aparición del percutor blando), Achelense
Superior (con bifaces lanceolados, de forma semejante al hierro de una lanza) y Achelense

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Final (con bifaces micoquienses, de base globular, bordes ligeramente cóncavos y extremo
distal apuntado).

Sin embargo, tanto para el conjunto de Europa como para la península Ibérica, el esquema de
BORDES no resulta apropiado, siendo más factible relacionar las diferencias tipológicas con
la disponibilidad de materia prima y la logística de cada yacimiento. De hecho, el Achelense
ibérico aparece por lo general plenamente configurado desde sus inicios, lo que hace pensar
que se trata de una innovación importada, probablemente relacionada con la aparición del
Homo heidelbergensis.

5.3. LOS PRIMEROS POBLADORES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA:


Los restos fósiles humanos más antiguos tanto de la península Ibérica como de Europa occidental han
sido hallados en el yacimiento de la Sima del Elefante (sierra de Atapuerca, Burgos), con una datación
de 1,25 Ma BP. Además, se ha detectado presencia humana de la misma antigüedad en los
yacimientos de Fuente Nueva y Barranco León (cuenca de Guadix Baza, Granada). Aunque los restos
de la Sima del Elefante, pertenecientes a un único individuo, fueron atribuidos en un principio al
Homo antecessor, el análisis detallado de la mandíbula ha cambiado la hipótesis de trabajo. Dicha
pieza presenta características comunes con las especies humanas más antiguas de África así como con
el Homo georgicus (definido a partir de los restos de cinco individuos en el yacimiento georgiano de
Dmanisi, con una datación de 1,75 Ma BP), pero también algún carácter derivado que ha llevado a
plantear su adscripción a una especie distinta, aún sin identificar, clasificada de manera provisional
bajo la denominación Homo sp. Los siguientes restos fósiles humanos más antiguos de Iberia son las
más de 160 piezas encontradas en el yacimiento de la Gran Dolina (sierra de Atapuerca, Burgos),
siendo estos los que realmente definen al Homo antecessor y presentando cronologías entre 900 y 760
ka BP.

Tradicionalmente, se han planteado dos hipótesis acerca de la ruta del primer poblamiento europeo: la
del poblamiento vertical (en sentido Sur-Norte, a través del estrecho de Gibraltar) y la del
poblamiento horizontal (en sentido Este-Oeste, una vez que los grupos humanos alcanzaron la
encrucijada de Próximo Oriente). Hoy la mayoría de los datos apuntan hacia la segunda, destacando
dos de ellos: por un lado, que los restos líticos más antiguos de Europa occidental y su paleofauna
asociada se corresponden más con los de Europa oriental, el Cáucaso y Próximo Oriente que con los
del norte de África; por otro lado, que el estrecho de Gibraltar no dejó de existir en los últimos cinco
millones de años y que su configuración orográfica impediría su paso incluso en los momentos de
máximo descenso de los niveles marinos, salvo que se contará con tecnología naval, de la cual hoy
por hoy no se conoce ninguna evidencia.

5.4. EL PALEOLÍTICO INFERIOR CLÁSICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA:

Hacia 600 ka BP aparecen de nuevo vestigios de poblamiento humano en Iberia, asociados esta vez a
la industria del Modo 2, pero hay que aclarar que no existen dataciones seguras de manifestaciones
achelenses más allá de 550 ka BP.

- 5.4.1. El Achelense peninsular: problemas de cronología y sistematización La mayoría de los


datos de que disponemos para este período proceden de los sistemas fluviales de la meseta
Central (sobre todo, de la cuenca del Duero), lo cual se ha relacionado tradicionalmente con la
hipótesis de una mayor concentración demográfica en esa zona. Sin embargo, lo más probable
es que se deba a sesgos en la conservación y en la investigación.

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El grueso de los yacimientos se localizan al aire libre, en terrazas fluviales, y han sido
afectados por complejos procesos sedimentarios que han mezclado materiales
correspondientes a distintas cronologías, lo que dificulta las dataciones absolutas. Además, no
aparecen por lo general asociados a restos de fauna, lo que también dificulta la
bioestratigrafía. En consecuencia, la cronología suele establecerse mediante el estudio de las

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secuencias geológicas de las terrazas fluviales.
Según SANTONJA, la distribución de los yacimientos del Achelense ibérico reflejaría una
ocupación extensiva del territorio, donde los ríos y sus recursos serían fundamentales en la
organización de la economía y los movimientos humanos.

- 5.4.2. SISTEMATIZACIÓN DEL ACHELENSE PENINSULAR: Según la periodización


tradicional de BORDES, el Achelense ibérico quedaría sistematizado según el siguiente
cuadro:

- 5.4.3. Distribución geográfica del Achelense peninsular: La revisión de las dataciones


relativas y la aplicación de dataciones absolutas ha determinado que muchos yacimientos
presentan cronologías que no coinciden con las fases que les corresponderían desde el punto
de vista tipológico.

En la cuenca del Duero, destacan diversos yacimientos de la sierra de Atapuerca (Burgos).


Por una parte, el yacimiento de la Sima de los Huesos conserva la mayor colección de fósiles
de Homo heidelbergensis a nivel mundial, asociados a restos de carnívoros y
cronológicamente adscritos al Achelense Inferior (antigüedad máxima de 550 ka BP), aunque
el único elemento lítico de este yacimiento es el bifaz Excalibur, que desde el punto de vista
morfológico correspondería al Achelense Medio. Por otraparte, el yacimiento de la Galería y
los niveles 10 y 11 del yacimiento de la Gran Dolina presentan cronologías del Achelense
Medio (OIS 9-8), incluyendo algunas dataciones absolutas, pero la morfología del utillaje

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encaja mejor con el Achelense Superior y Final (Galería) y el Musteriense (Gran Dolina 10 y
11).

También en la cuenca del Duero están los yacimientos de Ambrona y Torralba (Soria),
estudiados por SANTONJA y cronológicamente adscritos al Achelense Medio, incluyendo
algunas dataciones absolutas, aunque la morfología del utillaje correspondería al Achelense

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Medio y Superior.
En la cuenca del Tajo, destaca el área madrileña, en especial las terrazas de los afluentes
Manzanares y Jarama. El yacimiento de San Isidro (Madrid) presenta cronología del
Achelense Medio e industria lítica del Achelense Medio y Superior. Las colecciones líticas
del Pinedo (Toledo), tradicionalmente adscritas al Achelense Inferior por su morfología, una
vez revisadas las secuencias geológicas, deben situarse en cronologías de finales del
Achelense Medio. SANTONJA ha explicado esto partiendo de las limitaciones técnicas que
impondrían las materias primas disponibles.

En el litoral mediterráneo los yacimientos son mucho más escasos. Con todo, destaca Cova de
Bolomor (Valencia), datado en el Achelense Medio (OIS 9), pero que junto con Gran Dolina
10 y 11 presenta algunas de las evidencias musterienses más antiguas de toda Europa.

La cornisa Cantábrica ofrece vestigios escasos del Paleolítico Inferior, en contraste con la
riqueza que manifiesta para el Paleolítico Medio y Superior. Destacan los yacimientos de
Cueva del Castillo (Cantabria) y Lezetxiki (País Vasco), con cronologías del Achelense
Superior y Final, pero industria lítica musteriense.

5.5. MEDIOS DE VIDA Y SUBSISTENCIA EN EL PALEOLÍTICO INFERIOR IBÉRICO

- 5.5.1. MEDIOS DE VIDA Y SUBSISTENCIA DE LOS PRIMEROS POBLADORES


PENINSULARES: Los datos paleoambientales de Sima del Elefante, Fuente Nueva y
Barranco León coinciden en señalar que los primeros habitantes peninsulares (hacia 1,25 Ma
BP) se insertaron en un medio ambiente más cálido y húmedo que el actual, durante el
interglacial Donau/Günz. Se integrarían en entornos que combinaban espacios abiertos con
bosques mixtos y tendrían en sus cercanías grandes masas de agua, fundamentalmente
lacustres. La información disponible no permite determinar el peso que tuvieron los vegetales
en la dieta de estas poblaciones, aunque debió de ser importante. En cuanto al consumo
cárnico, los tres yacimientos presentan restos de herbívoros con marcas de intervención tanto
de carnívoros como de humanos, pero no ha podido determinarse el orden en que unos y otros
lo hicieron, por lo que no puede constatarse si esta adquisición de recursos por parte de los
hombres fue fruto de la caza o el carroñeo. El estudio de las características físicas de los
principales carnívoros que compartieron los ecosistemas de Europa meridional con los
humanos durante el Pleistoceno Inferior (tigres y hienas) ha llevado a suponer que los
humanos tuvieron fácil el carroñeo de las presas abandonadas por los tigres sin entrar en
competencia directa con las hienas. En cambio, otros autores, estudiosos del comportamiento
de los carnívoros que habitan hoy la sabana africana, consideran que los humanos tendrían
escasas oportunidades para aprovechar despojos abandonados por depredadores.

En cuanto a los grupos humanos que vivieron en torno al límite entre el Pleistoceno Inferior y
el Pleistoceno Medio (900-760 BP), los análisis de huellas de uso del utillaje de Gran Dolina
6 (“estrato Aurora”) indican que algunas herramientas fueron usadas para la manipulación de

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vegetales y maderas, pero este dato no permite discernir si dicha actividad estuvo relacionada
con la obtención de alimento además de la manipulación de materias primas para la
elaboración de otros útiles. Más explícitos son los restos de fauna, cuyas marcas de
intervención son exclusivamente humanas y reflejan procesamiento de pieles, evisceración y
fileteado. Puesto que la presencia de herbívoros en la cavidad no puede explicarse por medios
naturales, debe concluirse que su aporte fue intencional. Mientras que las especies de tamaño
pequeño y mediano (cápridos y cérvidos) fueron trasladadas completas a la cavidad, las de
mayor tamaño (bóvidos) fueron trasladadas parcialmente, abandonando una parte del animal
en el lugar donde fuera abatido y trasladando sólo aquellas piezas que compensaba el esfuerzo
por su mayor aporte alimentario. Lo que sigue sin saberse es si todo este conjunto de fauna
fue obtenido en origen mediante caza o carroñeo, aunque hoy tiende a pensarse en una
combinación de ambas prácticas. Un dato inesperado fue el descubrimiento en el estrato
Aurora de evidencias de canibalismo (evisceración y fileteado). La dentición del Homo
antecessor indica que estos individuos experimentaron diversos episodios de malnutrición,
que se relacionan con el enfriamiento climático de la glaciación Günz y que motivarían un
canibalismo ocasional.

- 5.5.2. EL PRIMER POBLAMIENTO IBÉRICO: ¿CONTINUIDAD O RUPTURA? Con


los datos disponibles, no puede saberse si existía alguna relación entre las primeras
poblaciones que habitaron en la península Ibérica hace 1,25 Ma BP y las documentadas en
Georgia hace 1,75 Ma BP. Tampoco puede saberse si la especie representada en la Sima del
Elefante hace 1,25 Ma BP tuvo continuidad demográfica en la representada en el estrato
Aurora hace 900 ka BP. No contamos con vestigios de actividad antrópica para ese dilatado
lapso cronológico de 350.000 años, pero esto no puede achacarse a sesgos en la conservación,
ya que se conservan yacimientos paleontológicos dentro de ese período. Por tal motivo, hoy
se piensa que el primer poblamiento europeo, datado en 1,25 Ma BP, se extinguió. Y, para
explicar esta extinción, se alegan causas de tipo climático y demográfico. En suma, se trataría
de poblaciones adaptadas a ecosistemas muy específicos tipo sábana, que experimentaron una
gran expansión por latitudes medias euroasiáticas entre 2 y 1,25 Ma BP. El empeoramiento
climático que siguió al interglacial Donau/Günz (1,4-1,1 Ma BP) habría sido letal para estos
primeros colonizadores.

Desde 760 ka BP el registro antrópico de la península Ibérica vuelve a presentar un hiato,


hasta reaparecer en la Sima de los Huesos con cronologías máximas de 550 ka BP. Por otra
parte, la comparación de los rasgos dentales de Homo antecessor y Homo heidelbergensis ha
determinado que la segunda especie no representa una continuidad genética respecto de la
primera. También se ha recurrido al empeoramiento climático que siguió al interglacial
Günz/Mindel (780-760 ka BP) para explicar esta segunda extinción, hipótesis reforzada por
las evidencias de canibalismo del estrato Aurora.

- 5.5.3. MEDIOS DE VIDA Y SUBSISTENCIA DEL ACHELENSE PENINSULAR: Los


restos de fauna asociados a las industrias líticas fueron interpretados tradicionalmente como
evidencia de caza, hasta que BINFORD cuestionó las capacidades como cazadores de los
humanos del Paleolítico Inferior. Así, los yacimientos sorianos de Ambrona y Torralba fueron
interpretados por FREEMAN como “cazaderos de elefantes”: los animales serían conducidos
por los hombres hacia las trampas naturales de las antiguas ciénagas (terrenos pantanosos),
donde serían abatidos y descuartizados, trasladándose los nutrientes y materiales
aprovechables a otros lugares para su consumo y tratamiento. En cambio, BINFORD mantuvo

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que el registro de Ambrona y Torralba era resultado del carroñeo, teniendo en cuenta la
distribución de los restos y la imposibilidad de identificar áreas de actividad diferenciada.
Más recientemente, SANTONJA determinó que durante el Pleistoceno Medio ambos
yacimientos se localizaron en un medio cenagoso, donde los animales acudían frecuentemente
a buscar agua y alimento y donde los hombres aprovecharían las oportunidades que el medio
ofrecía para obtener recursos: cadáveres de grandes herbívoros fallecidos por causas naturales

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o abandonados por otros carnívoros.
Ahora bien, los datos procedentes de diferentes yacimientos europeos indican que estas
poblaciones desarrollaron actividades cazadoras con éxito notable. En Schöningen, se han
encontrado restos de caballo asociados con lanzas de madera, con una morfología que solo
puede resultar de una larga tradición cazadora. En Gran Dolina 10 y 11, se han encontrado
restos de bóvidos y équidos abatidos por humanos, interpretándose el yacimiento como un
campamento central, un lugar donde se llevaron las piezas cazadas par ser preparadas y
consumidas, pero donde también se realizaron otras importantes actividades para la
subsistencia (fabricación y reparación de herramientas, curtido de pieles, descanso, enseñanza
y todo tipo de relaciones sociales). Por el contrario, en el yacimiento contemporáneo de
Galería se ha documentado el aprovechamiento de mamíferos caídos en una trampa natural.
Como resultado de todo lo anterior, hoy el dilema caza-carroñeo se ha flexibilizado hasta
concebirse como prácticas complementarias.

La existencia de asentamientos cercanos entre sí donde se desarrollaron prácticas


complementarias implica un conocimiento profundo del medio ambiente así como un alto
grado de abstracción mental y probablemente un lenguaje ya de cierta complejidad y un
simbolismo. Los datos disponibles sobre la existencia de lenguaje y simbolismo son escasos y
discutibles, pero existen algunos registros difíciles de interpretar sin recurrir a ello. Así, la
acumulación de cadáveres humanos de la Sima de los Huesos es difícil de explicar por
procesos naturales, dada la ausencia de enseres y restos de alimentación junto a los restos
humanos. Una explicación es que se trate de una acumulación intencional, la cual en principio
podría deberse a motivos profilácticos, de defensa del resto del grupo. Pero el hallazgo del
bifaz Excalibur abre la puerta a la existencia de algún tipo de ritual y sentido trascendente de
la muerte.

- 5.5.4. LA CONTINUIDAD DEL POBLAMIENTO ACHELENSE EN EL


PLEISTOCENO SUPERIOR: Tanto los restos fósiles como las industrias líticas del
Pleistoceno Medio indican la continuidad biológica y cultural hacia el Pleistoceno Superior.
Desde 350 ka BP, existen algunas evidencias de industrias del Modo 3. Desde 250 ka BP,
encontramos cada vez más yacimientos con rasgos muy similares a los del Paleolítico Medio.
También desde 250 ka BP se aprecia una transformación en el comportamiento de los grupos
humanos, pues los territorios explotados fueron más amplios. Esto hace que algunos autores
agrupen los yacimientos tradicionalmente atribuidos al Achelense Superior y Final bajo la
denominación de Paleolítico Medio Antiguo. No obstante, durante este período sigue
existiendo una coexistencia entre Modo 2 (Galería) y Modo 3 (Gran Dolina 10 y 11), lo que
ha sido explicado recurriendo a criterios funcionales. Lo que sí está claro es que, a partir de
128 ka BP, el Modo 3 predomina en toda Europa.

TEMA 6. EL PALEOLÍTICO MEDIO

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6.1. INTRODUCCIÓN:
Tradicionalmente, el Paleolítico Medio se ha identificado con una tecnología de fabricación de
herramientas de piedra sobre lascas (Modo 3), expresión material de una cultura (Musteriense)
realizada por una especie humana (Homo neanderthalensis). La industria de lascas (Modo 3) se
distingue claramente de las industrias de cantos rodados (Modo 1), de bifaces (Modo 2) y de hojas
(Modo 4).

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6.2. CARACTERÍSTICAS GENERALES:
Las lascas se obtienen mediante diferentes técnicas de lascado que dejan su huella en los soportes
líticos y pueden clasificarse en cuatro grandes grupos (sistemas operativos): Levallois, discoide,
Quina y laminar. Posteriormente las lascas se retocan dando forma a los útiles. La tipología no es muy
amplia (algo más de 60 tipos diferentes), predominando las raederas, los denticulados, las escotaduras,
los cuchillos de dorso y las puntas Levallois y musterienses. En menor proporción, también aparecen
útiles típicos del Paleolítico Inferior (como bifaces y hendedores) y Superior (como raspadores y
buriles). Según la frecuencia de los tipos, el Musteriense se clasifica en cinco grandes grupos (facies):
típico, de denticulados, de tradición achelense, tipo Quina y tipo Ferrassie. En suma, los restos
industriales del Paleolítico Medio se definen por un nombre (Musteriense) y dos apellidos: el primero
haciendo referencia al sistema operativo (Levallois, discoide, Quina y laminar) y el segundo a una
facies (típico, de denticulados, de tradición achelense, tipo Quina y tipo Ferrassie).

Al identificarse el Paleolítico Medio con un modo tecnológico, sus límites han tenido que ampliarse
tras el descubrimiento de conjuntos musterienses en cronologías tradicionales del Paleolítico Inferior
y Superior. Hoy ya no pueden establecerse líneas divisorias absolutas entre Paleolítico Inferior y
Medio hacia 128 ka BP (entre las glaciaciones Riss y Würm y las especies Homo heidelbergensis y
Homo neanderthalensis) ni entre Paleolítico Medio y Superior hacia 40 ka BP (entre los estadios
Würm II y III y las especies Homo neanderthalensis y Homo sapiens). Así, los límites del Paleolítico
Medio se han ampliado por su base hasta el inicio de la glaciación Riss (350 ka BP) y por su techo
hasta el inicio del estadio Würm IV (28 ka BP).

La ubicación marginal de la península Ibérica con respecto a Europa, su variedad de ecosistemas y la


amplitud cronológica y los cambios climáticos acaecidos durante el Paleolítico Medio favorecieron
diferentes modelos de adaptación que configuraron diferencias internas constatables en el tiempo y en
el espacio. Hoy existen más de 100 yacimientos, con una distribución periférica mayoritariamente,
aunque penetrando hacia el interior por los cauces de los ríos en los períodos más templados. El
poblamiento es ininterrumpido, pero de desigual reparto en el tiempo y en el espacio. También se
observa una mayor densidad de ocupación en la mitad oriental, aunque esto puede deberse a un sesgo
en la investigación.

Los yacimientos ibéricos han aportado en los últimos tiempos datos trascendentales para el
conocimiento del Paleolítico Medio en Europa, especialmente en el campo de la genética (como la
capacidad para el lenguaje complejo) y del simbolismo (como los adornos personales y grafismos
simples sobre hueso o piedra). También proporcionan datos de gran calidad para conocer la evolución
biológica y cultural de los neandertales, desde el proceso de neandertalización progresiva hasta su
extinción, teniendo en cuenta que en la península Ibérica esta especie perdura más que en cualquier
otro sitio. No obstante, el estudio de la cultura musteriense en su globalidad sigue mostrando una
escasa capacidad para la innovación a lo largo de su dilatado desarrollo.

6.3. CRONOLOGÍA, PERIODIZACIÓN Y MEDIO AMBIENTE:

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El Paleolítico Medio se extiende desde el inicio de la glaciación Riss (350 ka BP) hasta la llegada de
los fríos del último máximo glacial Würm IV (28 ka BP). Por lo tanto, los musterienses soportaron
importantes variaciones climáticas, con períodos glaciales e interglaciales, y los consiguientes
cambios en el paisaje y los recursos alimentarios. En estos cambios, que afectaron a toda Europa, la
península Ibérica funcionó como una zona de refugio meridional, recogiendo especies animales,
vegetales y grupos humanos que se expandían o contraían según la habitabilidad del paisaje europeo.

- 6.3.1. PALEOLÍTICO MEDIO ANTIGUO (PMA): Hacia 350 ka BP, se inicia el proceso
de neandertalización progresiva tanto biológica como cultural del Homo heidelbergensis.
Algunas industrias van perdiendo el utillaje del Modo 2 y adoptando herramientas del Modo
3, como resultado de nuevas estrategias de supervivencia. Ambos modos se desarrollan
simultáneamente durante toda la glaciación Riss (350-128 ka BP). Durante este largo
enfriamiento, el continente europeo y gran parte de Iberia adoptaron un paisaje estepario. Los
animales herbívoros, base de la dieta proteica humana, tuvieron que adaptarse o emigrar a los
refugios meridionales. Algunos supieron adaptarse (como el mamut y el rinoceronte), otros
desaparecieron (como el hipopótamo y el búfalo acuático) y otros aparecieron (como el reno y
el toro). Dentro de la glaciación Riss, existieron estadios más fríos y secos e interestadios más
templados y húmedos. Durante los primeros, la zonas altas interiores resultaron inhabitadas y
predominó el hábitat en cuevas sobre los campamentos al aire libre.

- 6.3.2. PALEOLÍTICO MEDIO CLÁSICO (PMC) Este período comienza con el


calentamiento brusco del interglacial Riss/Würm (128- 118 ka BP), que supuso que el norte
peninsular se cubriera de robles y abedules y el resto de bosque mediterráneo. Aparecieron los
animales característicos del mundo neandertal: el oso de las cavernas, el lobo y el bisonte.
Entonces se inició la glaciación Würm, que tras un primer estadio con diversas oscilaciones se
recrudeció durante el pleniglacial Würm II (70-60 ka BP), dejando un paisaje estepario en el
interior peninsular y un descenso del mar de más de 100 m, que despejó extensas plataformas
costeras por donde penetraron mamuts, renos y caballos buscando refugio meridional. Este
período ha sido considerado siempre como el verdadero Paleolítico Medio, constituyendo el
período de apogeo de los neandertales y de la cultura musteriense.

- 6.3.3. MUSTERIENSE FINAL (MF): Hacia 40 ka BP y coincidiendo con el inicio del


estadio Würm III, aparecen en Europa los primeros Homo sapiens (“cromañones”),
portadores de una nueva cultura llamada Auriñaciense. Desde 50 ka BP, los neandertales ya
habían empezado a cambiar algunos hábitos. Desde 40 ka BP, tiene lugar el progresivo avance
del Auriñaciense y retroceso del Musteriense (que se mantiene en diferentes núcleos por toda
la Península hasta la extinción de los neandertales), creándose en el norte peninsular una
nueva cultura definida como transicional y atribuida a los neandertales: el Chatelperroniense,
que convive con las dos anteriores. Los últimos neandertales están datados con seguridad en
28 ka BP, coincidiendo con el inicio del último máximo glacial (estadio Würm IV).

En la península Ibérica, existen áreas muy significativas de pervivencia del Musteriense


durante el primer tramo del Paleolítico Superior. En el Cantábrico y Cataluña, algunos grupos
de neandertales mantienen conjuntos musterienses con innovaciones (Musteriense Final) y
otros adoptan una cultura transicional (Chatelperroniense). Entre tanto, los grupos
musterienses del Levante, Andalucía y Portugal presentan conjuntos musterienses
tradicionales y nada innovadores (Paleolítico Medio Reciente).

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6.4. LOS RESTOS MATERIALES:

Lo más característico de los restos materiales musterienses son las herramientas de piedra, fabricadas
sobre lascas de cuarcita y sílex, sin utilizar el hueso de forma significativa. Los yacimientos ibéricos
presentan conjuntos líticos muy estandarizados y repetitivos durante todo el Paleolítico Medio, que
hoy diferenciamos en función del sistema operativo y la facies. El Modo 3 empieza a diferenciarse

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del Modo 2 hacia 350 ka BP, mostrando una tendencia a la obtención de lascas de formas concretas y
no aleatorias y al abandono de los macroútiles (bifaces, hendedores, triedros, etc.) Hasta 50 ka BP, se
muestra asimismo una tendencia al uso de láminas como soporte y esto ocurre antes de que aparezcan
en Iberia los primeros cromañones, aunque los musterienses tardíos permanecen fieles a sus formas
tradicionales de hacer las cosas.

- 6.4.1. CADENA OPERATIVA: tecnología y tipología Se entiende por “cadena operativa” el


conjunto de procesos que tienen lugar desde que el tallador concibe en su mente una
herramienta hasta que el arqueólogo la descubre, incluyendo la selección y obtención de la
materia prima, la fabricación (tecnología, que incluye el sistema operativo y el retoque), el
uso (tipología), el mantenimiento y el abandono de la pieza.

En cuanto a la selección de materias primas, los musterienses de la península Ibérica


escogieron sobre todo cuarcita y sílex, aunque también en menor medida el cuarzo, las calizas
y las areniscas. El área de captación de estas materias primas es local, al contrario que en
algunos yacimientos europeos, donde puede llegar a los 100 km de distancia. No obstante, se
crean redes estables y complejas para adquirir las materias primas más adecuadas con otros
yacimientos del área local.

Una vez seleccionada y obtenida la materia prima, el tallador decide qué tipo de lasca necesita
para según qué útil. Para ello elige una forma de talla: el sistema operativo. Los principales
son los siguientes:

- Levallois (el más frecuente). Con preparación previa de una de las caras del núcleo,
obtiene lascas delgadas con filos cortantes, bien de forma triangular para puntas
musterienses, bien de forma alargada para otros útiles, bien para usarse directamente.
Se trata de una técnica ya conocida en el Paleolítico Inferior, pero que se generalizó
en el Paleolítico Medio.
- Discoide (muy frecuente). Sin preparación previa del núcleo, obtiene lascas más
espesas e irregulares que las Levallois golpeando el núcleo de forma centrípeta o
tangencial. Es la técnica más antigua, propia del Paleolítico Inferior, pero que pervive
hasta el Neolítico.
- Quina (poco frecuente). Sin preparación previa del núcleo, obtiene lascas gruesas
mediante series cortas de extracciones que van alternando los planos de percusión. Se
utiliza para la fabricación de útiles sólidos como raederas, cuchillos y denticulados.
Parece ser un sistema asociado en exclusiva a los neandertales.
- Laminar (el menos frecuente). Obtiene láminas sin preparación previa del núcleo.
Puede tallarse desde uno o ambos extremos del núcleo. Se trata de una técnica
característica del Paleolítico Superior, pero ya conocida por los neandertales antes de
que pudieran tener contacto con los cromañones.

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Una vez obtenido el soporte (lasca o lámina), este se retoca para conseguir un útil, con una
función determinada. El uso determina los distintos tipos de útiles y hoy puede estudiarse con
mucha precisión gracias a la traceología (análisis microscópico de las huellas de uso). Según
la tipología, el Musteriense puede clasificarse en cinco grandes grupos (facies): Musteriense
de tradición achelense, Musteriense típico, Musteriense de denticulados y Charentiense
(denominación que engloba el Musteriense tipo Quina y el Musteriense tipo Ferrassie).

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6.5. EL TIPO HUMANO :
Tradicionalmente, se ha considerado a los neandertales como una especie adaptada a ambientes de frío
intenso, dada su fuerte complexión anatómica y teniendo en cuenta que los primeros neandertales
fueron hallados en Centroeuropa. En la actualidad, la paleontología y los datos arqueológicos los
sitúan con más éxito demográfico en ambientes boscosos templados.

El Genoma Neandertal (publicado en 2010 y basado en gran parte en los restos de El Sidrón) ha
relacionado al Homo neanderthalensis y al Homo sapiens con un antepasado común de hace más de
600 ka BP. También ha detectado rasgos propiamente neandertales presentes en el hombre moderno
europeo, que suponen aproximadamente el 4% de su genoma. Este hecho ha llevado a plantear la
hipótesis de intercambios genéticos tempranos (hacia 80 ka BP), los cuales habrían tenido lugar en
Próximo Oriente, ya que tales rasgos no aparecen en las poblaciones africanas. Los restos de ADN
estudiados han presentado además a los neandertales como pelirrojos de piel clara, dotados para un
lenguaje complejo y con intolerancia a la lactosa.

6.6. REPARTO ESPACIAL: LOS PRINCIPALES YACIMIENTOS


- 6.6.1. EL NORTE PENINSULAR: La franja norte peninsular presenta una gran
concentración de yacimientos en relación con el conjunto europeo. Los yacimientos del PMA
son escasos en esta zona, mientras que los del PMC y MF suponen el 40% del total de Iberia.

En Galicia, existen indicios de presencia musteriense únicamente en Cova Eirós. Pero, hacia
el este, cuando comienza el relieve calizo con sus numerosas cuevas, el número de
yacimientos se multiplica. En Asturias, destaca la cueva de El Sidrón, que ha proporcionado
restos fósiles de 12 individuos sepultados por una avalancha de agua y barro, datados en 50 ka
BP. En Cantabria, destacan la Cueva del Castillo (la única de esta zona que aporta alguna
información para conocer la transición local del Modo 2 al Modo 3) y la cueva de El
Esquilleu (que muestra la pervivencia musteriense más allá de 30 ka BP). En el País Vasco,
destaca el yacimiento de Lezetxiki, ocupado muy tempranamente. También deben destacarse
los yacimientos de Cueva de Abauntz (Navarra) y Peña de la Miel (La Rioja). Aragón alberga
yacimientos de toda la secuencia musteriense, destacando el de la Cuesta de la Bajada,
adscrito al PMA. Los yacimientos aragoneses podrían haber jugado un importante papel en la
comunicación del núcleo cantábrico con el catalán y el castellano. En Cataluña, yacimientos
como Abric Romaní y Cova Gran aportan valiosa información sobre la transición del Modo 3
al Modo 4, ya que en ellos también se ha documentado Auriñaciense desde 40 ka BP.

- 6.6.2. LEVANTE Y ANDALUCÍA: En la fachada mediterránea al sur del Ebro, se


documenta un vacío ocupacional hasta el importante conjunto de yacimientos valencianos,
que continúa con una ocupación ininterrumpida hasta Gibraltar. Los yacimientos de Cova
Negra (Valencia) y Sima de las Palomas (Murcia) han proporcionado numerosos fósiles
neandertales. Los del yacimiento murciano se encuentran colocados en posición anatómica, lo

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que ha hecho pensar en un enterramiento intencional, aunque parece que no ritualizado.


También en Murcia, los yacimientos de Cueva Antón y Cueva de los Aviones han
proporcionado evidencias de colorantes y adornos personales, que se saben anteriores a
cualquier contacto con los cromañones al haber sido datados con seguridad en 50 ka BP.

Andalucía presenta un conjunto de yacimientos de extraordinario interés, destacando los de


Gorham’s Cave (Gibraltar), Carihuela (Málaga) y Zafarraya (Granada). En general, se han
descrito en la zona movimientos alternativos costa-montaña de carácter logístico. También
estos yacimientos proporcionan restos musterienses muy clásicos pero de muy baja
cronología (28 ka BP), lo que ha servido para plantear la hipótesis del refugio neandertal
meridional frente al avance de los humanos modernos y el Auriñaciense, prácticamente
ausente al sur del Ebro.

- 6.6.3. FACHADA ATLÁNTICA: En Portugal, existen dos núcleos de ocupación


fundamentales: la desembocadura del Tajo y el Algarve. La mitad norte del país parece que
estaba poco poblada, ya que intensas prospecciones en la cuenca del Duero y sus alrededores
apenas han documentado restos musterienses. Destaca el yacimiento de Almonda,
correspondiente al PMC y MF. Aunque apenas hay restos humanos, existen numerosos restos
materiales musterienses hasta 28 ka BP.

- 6.6.4. INTERIOR PENINSULAR: La meseta Central sufrió un mayor rigor climático


durante el Pleistoceno, debido a su altitud y su clima continental, por lo que solo fue habitada
cuando las condiciones lo permitieron. El tipo de relieve no favorece la formación de cuevas,
por lo que la mayoría de los asentamientos son al aire libre, frecuentemente en terrazas
fluviales, de mala conservación. Sin embargo, algunos yacimientos resultan determinantes
para la definición del Musteriense ibérico, sobre todo en sus fases iniciales.

Atapuerca proporciona algunas de las claves. En la Sima de los Huesos aparecen ya algunas
características anatómicas que demuestran el proceso de neandertalización biológica. Los
niveles 10 y 11 de Gran Dolina presentan industrias del Modo 3 anteriores a 300 ka BP, lo que
apoya la idea del proceso de neandertalización cultural. Durante los períodos climáticos más
benignos del PMC abundan las ocupaciones en las terrazas del Manzanares y el Jarama. Por el
contrario, apenas hay restos de MF.

6.7. LOS MODOS DE VIDA


- 6.7.1. LOS GRUPOS HUMANOS: Hoy concebimos a los neandertales como una especie
que se adaptó con éxito a los ecosistemas europeos, pero que vio disminuida su población por
el rigor climático de la glaciación Würm. En esta situación, la península Ibérica y otros
lugares del sur de Europa podrían haber funcionado como “áreas refugio” (acogiendo a las
poblaciones centroeuropeas en los momentos de máximo frío glacial) y “áreas fuente”
(abasteciendo de población a las áreas centroeuropeas cuando el clima se moderó).

Los yacimientos ibéricos han resultado fundamentales para los estudios paleo genéticos sobre
los neandertales. El ADN neandertal muestra una baja diversidad genética, que además se
reduce notablemente desde 50 ka BP, probablemente como resultado de una drástica
reducción de la población por los rigores del pleniglacial Würm II. Estos indicios cuestionan
la hipótesis de la especialización biológica neandertal a los climas fríos.

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Las bandas de cazadores-recolectores neandertales no debieron de ser muy numerosas,


calculando un máximo de 20-30 individuos unidos por lazos de parentesco. En El Sidrón, una
avalancha de agua y barro sepultó a un grupo de 12 individuos. Los hombres están
directamente emparentados, pero las mujeres pertenecen a diferentes clanes, lo que ha sido
interpretado como una prueba de patrilocalidad y exogamia. A los grupos neandertales
siempre se les ha atribuido una gran movilidad, sobre todo durante los períodos más fríos,

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pero los datos de la península Ibérica muestran una movilidad más reducida, no superior a 10
km.
- 6.7.2. LOS ASENTAMIENTOS: Los grupos neandertales en la península Ibérica ocuparon
principalmente cuevas y abrigos rocosos, pero también levantaron campamentos al aire libre,
aunque sin las complejas estructuras de cabañas centroeuropeas. Unos asentamientos se sitúan
en altura, dominando el valle (lugar de paso de las manadas de herbívoros), mientras que
otros aprovechan entornos ricos en recursos alimentarios, materia prima y agua.
Ocasionalmente aparecen estructuras internas en los asentamientos, como muros paravientos,
áreas de trabajo y lechos. Los hogares (estructuras de combustión) son frecuentes y diversos
en su tipología. Abric Romaní ha proporcionado el más numeroso y variado conjunto de
hogares, que además permanecieron en uso durante 8000 años (incluyendo estancias largas y
breves), mostrando una forma de estructuración y humanización del espacio.

Existe una jerarquía de asentamientos bien estructurada en el Paleolítico Medio. Algunos


acogen al grupo humano durante largos períodos de tiempo, en zonas ricas en recursos
alimentarios y materias primas, que hacen innecesaria una alta movilidad. Otros yacimientos,
en zonas más pobres, ofrecen ocupaciones estacionales y especializadas. En algunos casos, se
han establecido hipotéticas relaciones directas entre ambos tipos de asentamientos, siendo
utilizados por los mismos grupos humanos en un caso con carácter permanente y en el otro
con carácter temporal para fines concretos.

- 6.7.3. LA SUBSISTENCIA: La anatomía y la alta actividad de los neandertales implicarían


una alta necesidad energética, que debió satisfacerse sobre todo con proteínas animales, como
han demostrado los análisis isotópicos sobre esqueletos neandertales. Pero el microdesgaste
dentario indica una gran heterogeneidad y diversidad regional de la dieta. Se da por hecho que
también debieron de consumir muchos vegetales, ya que estos aportan nutrientes
imprescindibles para la supervivencia humana, pero no dejan restos arqueológicos tan
evidentes y, al tratarse en su mayoría de alimentos de bajo contenido proteico, tampoco son
detectables por los análisis isotópicos.

Muchos esqueletos neandertales muestran lesiones compatibles con accidentes de caza y esto
sucede indistintamente en hombres y en mujeres, lo que implica una igualdad participativa en
tales actividades. Por el tipo de armas que utilizaban y el ambiente de bosques y praderas en
que se movieron, parece que la estrategia de caza típica fue el acoso en grupo y el
enfrentamiento directo con los animales. También existen evidencias de carroñeo, por lo que
hoy se cree que hubo una combinación de caza y carroñeo en el mundo neandertal.

La alimentación de los grupos neandertales en la península Ibérica fue generalista y adaptada


a los distintos biotopos. Así, los yacimientos del norte peninsular muestran una tendencia al
consumo preferente de herbívoros de tamaño grande y mediano (caballos, bisontes y ciervos),
con escaso aprovechamiento de recursos acuáticos. Pero en los yacimientos meridionales,

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además de los anteriores, tienen relevancia los pequeños animales (conejos y liebres) y los
recursos marinos (especialmente mamíferos, como focas y delfines, pero también peces).

6.8. DESARROLLO DEL SIMBOLISMO:

Por “simbolismo” entendemos el proceso cognitivo por el cual se otorga a determinadas imágenes o

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comportamientos la representación de ideas o conceptos socialmente aceptados. Este proceso implica
una argumentación y una generalización social solamente posibles mediante un lenguaje articulado
complejo. El más alto nivel de simbolismo se muestra en la aparición de las religiones. Para
evidenciar el simbolismo, hay que descubrir los marcadores arqueológicos correspondientes. Estos
permiten hablar de comportamiento simbólico en el Paleolítico Medio, pero en un estado incipiente
prerreligioso.

- 6.8.1. EL HABLA: El ADN recuperado en El Sidrón ha mostrado que los neandertales


comparten con los humanos modernos el gen que posibilita el lenguaje articulado, por lo que
ambas especies debieron de heredarlo de un antepasado común. Pero, para que esta capacidad
se desarrolle, es necesario que se den las condiciones culturales y demográficas necesarias.
Hoy seguimos sin saber si los neandertales llegaron a desarrollar dicha capacidad, si lo
hicieron durante todo el tiempo de su larga existencia y si lo hicieron en la península Ibérica.

- 6.8.2. LOS ENTERRAMIENTOS: El género Homo es el único que muestra un


reconocimiento objetivo de la muerte y le da un tratamiento ritualizado. La mayoría de los
investigadores rechazan la existencia de enterramientos ritualizados en el Paleolítico Inferior,
aunque el equipo de Atapuerca lo ha planteado como hipótesis para la Sima de los Huesos. En
el Paleolítico Medio, por el contrario, existen unos 40 enterramientos aceptados por la
comunidad científica. Todos ellos presentan cronologías de 70-50 ka BP y se concentran en
Próximo Oriente, Rusia y Centroeuropa. Sus contextos arqueológicos tienen un bajo nivel de
simbolización. Destacan el alto porcentaje de niños y la presencia de algunos ancianos con
lesiones que les incapacitaron durante mucho tiempo para vivir autónomamente, por lo que
debieron de ser cuidados por la comunidad.

En Iberia no hay ningún enterramiento que muestre un nivel mínimo de ritualización para ser
tenido por tal. En la Sima de las Palomas, se han descubierto dos esqueletos en posición
anatómica y datados en 50 ka BP, pero carecen de un contexto funerario ritualizado (fosa,
ofrendas, hogares, restos de banquete, colorantes, etc.) Las restantes acumulaciones de
cadáveres neandertales de la península Ibérica son resultado de acontecimientos catastróficos.

- 6.8.3. ANTROPOFAGIA: El canibalismo es una práctica documentada en el Paleolítico


Inferior y desde entonces progresivamente abandonada, pero que llega a nuestros días. No
cabe duda de su práctica por los neandertales (p. ej., en El Sidrón y Zafarraya). Lo que se
debate es su carácter meramente gastronómico o ritualizado, aunque hasta hoy no se han
encontrado pruebas concluyentes de esto último.

- 6.8.4. LOS ADORNOS Y EL ARTE: El uso de adornos personales es indicativo de


individualidad frente al grupo y puede manifestar diferencias de rango social. Hasta hace
poco, todos los adornos del Paleolítico Medio habían aparecido en contextos
chatelperronienses. Hoy sabemos con seguridad que los neandertales fabricaban adornos antes
de cualquier posible contacto con el humano moderno, gracias a los hallazgos ibéricos. Con

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dataciones seguras anteriores a 40 ka BP, han sido hallados adornos en los yacimientos de
Lezetxiki (conchas marinas perforadas y pintadas), Cueva Antón y Cueva de los Aviones
(conchas perforadas y pintadas) y Cueva del Castillo (líneas grabadas sobre hueso ajenas al
aprovechamiento alimentario). No hay arte parietal, pero la presencia de colorantes en algunas
cuevas induce a pensar en posibles decoraciones corporales.

TEMA 7. LA TRANSICIÓN DESDE EL PALEOLÍTICO MEDIO Y LOS


INICIOS DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR :
En el periodo que abarca desde hace aproximadamente 50,000 años hasta hace unos 28,000 años,
Europa y parte de Asia estaban habitadas principalmente por neandertales (HN). Posteriormente, los
neandertales desaparecieron y la región quedó poblada exclusivamente por humanos anatómicamente
modernos, H. sapiens (HAM), con la excepción de algunos grupos evolutivos en la Isla de Flores y
posiblemente neandertales residuales en el sur de Europa.

El proceso de sustitución entre neandertales y humanos modernos en la Península Ibérica es objeto de


debate. Alrededor de 40,000 años atrás, se observan indicios de un nuevo ciclo en Europa, que
algunos investigadores atribuyen a un avance cognitivo neandertal autónomo anterior a la llegada de
los humanos modernos. Otros sugieren que la llegada de los humanos modernos aceleró el declive
neandertal y la cultura musteriense, con explicaciones que van desde la hibridación hasta el genocidio
y el reemplazo.

Las teorías generales que intentan explicar la sustitución neandertal/humano moderno se apoyan en
unidades biológico-culturales con pruebas limitadas y en dataciones con amplios márgenes de error.
Además, se enfrentan a la dificultad de integrar un mosaico cultural y cronológico sin considerar las
particularidades regionales y los diferentes ritmos cronológicos.

En el periodo de 50,000 a 28,000 años en toda Europa, especialmente en la Península Ibérica, se


observa un ambiente de innovación, colonización y extinción. Los protagonistas son los neandertales
y los humanos modernos, asociados con el Musteriense final y las culturas transicionales como el
Châtelperroniense. Los colonizadores humanos modernos se asocian con el Auriñaciense. Este
proceso culmina en la desaparición de los neandertales y la predominancia de los humanos modernos,
marcando el desarrollo de nuevas formas de vida y pensamiento, incluyendo manifestaciones
artísticas complejas durante el Auriñaciense y el Gravetiense.

La Península Ibérica juega un papel destacado en este proceso, con fechas tempranas para el
Auriñaciense y evidencias de la presencia humana moderna. Se encuentran también pruebas del
avance cognitivo neandertal y del arte auriñaciense, así como indicios de transición y mezcla entre
ambos grupos. La complejidad de este proceso hace difícil elaborar una teoría general y homogénea,
llevando a la necesidad de considerar diferentes hipótesis para distintas áreas y yacimientos.

7.2. EL MARCO PALEOAMBIENTAL:


El período en que se desarrolla el Paleolítico Superior Inicial (PSI), entre 40 y 21 ka BP, abarca el
último tercio del interpleniglacial Würm III (OIS 3) y los comienzos del último máximo glacial Würm
IV (primera parte del OIS 2). Este período se caracteriza por los cambios climáticos intensos y
rápidos, que culminan en un fuerte enfriamiento. Durante las fases frías, en el norte peninsular

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avanzaban las estepas y praderas y en el interior y el sur aparecía un paisaje semidesértico. Durante
las fases templadas, se extendían el bosque mixto en el Cantábrico, el bosque mediterráneo en el este
y el sur y una combinación de ambos en el interior peninsular. Con todo, la península Ibérica funcionó
como un refugio para algunas especies en los momentos más fríos (mamut, rinoceronte, reno, oso de
las cavernas, etc.)

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7.3. TEORÍA DE LA TRANSICIÓN PALEOLÍTICO MEDIO – PALEOLÍTICO SUPERIOR:
Los datos actuales sugieren la presencia de humanos modernos (portadores del Auriñaciense) en el
norte peninsular desde 40 ka BP, así como la pervivencia de neandertales (portadores del
Chatelperroniense o el Musteriense Final) hasta 28 ka BP. Esta compleja situación ha dado lugar a dos
modelos interpretativos de convivencia y reemplazo:
- Modelos de continuidad. Desde 50 ka BP, los neandertales inician cambios conductuales
hacia comportamientos humanos modernos. Este lento proceso pudo darse de dos formas:
bien como evolución hacia formas culturales auriñacienses, a las que se sumaron los recién
llegados cromañones, bien como evolución hacia culturas transicionales, con las que
convivieron e influyeron los cromañones de cultura auriñaciense.
- Modelos de ruptura. Los neandertales desarrollarían una evolución autónoma hacia
comportamientos modernos, siendo las culturas transicionales bien anteriores al contacto con
los cromañones, bien resultado de aculturaciones durante la convivencia de dos mundos que
discurrieron paralelos pero sin mezclarse sustancialmente. Especialmente significativa es la
“hipótesis de la frontera del Ebro”, según la cual los primeros auriñacienses no ocuparon los
espacios al sur de la cordillera Cantábrica y el río Ebro, por no responder tales ecosistemas a
sus expectativas logísticas, actitud que varió con el cambio climático del final del ciclo,
poniendo fin a los últimos refugios neandertales de Europa.

7.4. LOS MARCADORES ARQUEOLÓGICOS DEL COMPORTAMIENTO MODERNO:


El llamado “comportamiento moderno”, tradicionalmente asociado a la especie Homo sapiens, se basa
en un nivel de simbolismo que puede rastrearse arqueológicamente, ya sea mediante evidencias
materiales directas o inferencias sobre los restos líticos:
- Herramientas y armas: útiles más variados y estandarizados, generalización del soporte
laminar así como de laminillas y microlitos, aparición de útiles compuestos y de herramientas
y armas sobre hueso y nuevas armas de gran efectividad (propulsores y arcos).
- Modos de subsistencia: sustitución definitiva de la caza oportunista por la caza
especializada, aprovechamiento de recursos proteicos acuáticos e incremento de los vegetales,
conservación de excedentes alimentarios y procesado de los alimentos.
- Gestión del espacio: distribución del hábitat en áreas funcionales, avance de la territorialidad
y movilidad logística en una red anual de yacimientos, redes sociales y de intercambio
material y cultural extensas y aumento progresivo de la diversidad regional y local.
- Expresiones simbólicas: generalización de los adornos personales y los colorantes,
enterramientos altamente ritualizados, instrumentos musicales, arte mueble y rupestre y
referentes materiales de identidad regional y local.
- Emergencias cognitivas y conductuales necesarias para la simbolización: lenguaje
articulado complejo (de nivel metafórico, que sustente la explicación social de los procesos
simbólicos), autoconciencia individual y de grupo, planificación del tiempo y el espacio a
largo plazo y capacidad para modificar rápidamente conductas ante nuevos problemas.

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Lógicamente, todas estas novedades no aparecen de golpe, pues algunas de ellas están presentes ya en
grupos neandertales (como los adornos personales) y otras no cristalizarán hasta el Paleolítico
Superior (como el arte mueble y rupestre).

7.5. LOS ÚLTIMOS NEANDERTALES:


Desde 50 ka BP, la población neandertal disminuyó considerablemente y tendió a localizarse en el sur

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de Europa. Desde 35 ka BP, existen tres grandes áreas habitadas por neandertales: las costas del mar
Negro, los Balcanes, las penínsulas Itálica e Ibérica y la costa atlántica francesa. Los últimos
neandertales, datados hacia 28 ka BP, estuvieron refugiados en Iberia.
- 7.5.1. EL MUSTERIENSE FINAL Y EL PALEOLÍTICO SUPERIOR: El MF agrupa
aquellos yacimientos que mantienen tradiciones culturales musterienses durante el Paleolítico
Superior (40-28 ka BP). La existencia de algunos supuestos puntos de contacto entre grupos
musterienses y auriñacienses en Cantabria (El Castillo) y Cataluña (L’Arbreda) plantean
posibles modelos de convivencia entre ambos mundos. Fuera de estos puntos de contacto,
existen muchos grupos musterienses que continúan manteniendo la esencia del
comportamiento neandertal, aunque con algunas innovaciones en el Cantábrico. Los
yacimientos del MF de norte peninsular suelen ubicarse en zonas de montaña (El Esquilleu en
Cantabria y Cova Gran en Cataluña), mientras que en el sur aparecen tanto en el interior
(Cova Negra en Valencia y Zafarraya en Málaga) como en la costa (Gorham’s Cave en
Gibraltar). Pero existen yacimientos del MF repartidos por toda la Península, incluyendo la
Meseta y destacando las áreas portuguesas de la desembocadura del Tajo y el Algarve.

- 7.5.2. EL CHATELPERRONIENSE: El Chatelperroniense constituye un modelo cultural


transicional, equivalente al Ulluziense en Italia y Grecia. Se caracteriza por una industria que,
junto al utillaje típicamente musteriense (raederas, etc.), presenta algunos útiles del Paleolítico
Superior, especialmente las “puntas de Chatelperron” (puntas sobre hojas de dorso curvo
formado por retoque abrupto). Estas piezas son numerosas en Francia, pero muy escasas en la
península Ibérica. Todos los yacimientos ibéricos definidos como chatelperronienses están en
el norte (A Valiña en Lugo, Güelga en Asturias, Ekain en el País Vasco y Ermitons en
Cataluña), pero la escasez de puntas de Chatelperron y la ausencia de restos humanos hacen
que sean de adscripción cultural discutida.

Los yacimientos chatelperronienses presentan cronologías algo más limitadas que los del MF
(40-32 ka BP) y en Francia han sido asociados a restos neandertales, por lo que esta cultura ha
sido interpretada como una variante musteriense instalada en el Paleolítico Superior, bien
influida por los grupos auriñacienses, bien como resultado de avances cognitivos propios del
neandertal y previos a la llegada de los primeros humanos modernos (ya que algunos
yacimientos podrían ser anteriores a esta). FINLAYSON ha propuesto una explicación
ecológico-funcionalista: dado que todas las culturas transicionales ocupan ámbitos de frontera
entre bosques y praderas, serían la respuesta adaptativa a nuevas estrategias de caza (las
puntas de Chatelperron y las primeras azagayas como armas arrojadizas para cazar a distancia
en espacios abiertos).

- 7.5.3. LA DESAPARICIÓN DE LOS NEANDERTALES: Hemos visto que en Iberia se


constata el proceso de neandertalización desde 350 ka BP, que la nueva especie se consolida y
extiende por Europa entre 128 y 40 ka BP y que sus últimos representantes se extinguen de
nuevo en Iberia hacia 28 ka BP. Los estudios genéticos indican que, antes de la llegada de los
primeros humanos modernos, la población neandertal era ya escasa (unos 10.000 individuos

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en toda Europa) y de baja diversidad genética, lo que indica que la especie autóctona podría
tener ya los días contados. A estas causas endógenas pudieron añadirse otras exógenas, como
la aparición de una nueva especie compitiendo por los mismos recursos en el mismo
territorio, que terminaría con la derrota de la menos eficiente. Esta competencia se ha
planteado según diversos modelos, que van desde el violento genocidio hasta la pacífica
hibridación (aunque los estudios genéticos descartan la hibridación como fenómeno
generalizado).

También se ha planteado la desaparición del neandertal como resultado de la mala adaptación


de unos grupos reducidos y aislados al brusco cambio climático que se produjo al final de su
ciclo vital (inicio del máximo glacial Würm IV hacia 28 ka BP), más que a la competencia
con los humanos modernos. No obstante, debe valorarse que el neandertal, antes de su
extinción, se adaptó con éxito a un paisaje y un clima cambiantes durante decenas de
milenios.

7.6. LOS PRIMEROS HUMANOS ANATÓMICAMENTE MODERNOS:


Estudios genéticos de poblaciones humanas actuales de todos los continentes muestran un origen
único en África hacia 200 ka BP. La arqueología ha detectado la presencia del Homo sapiens en
Próximo Oriente hacia 80 ka BP, donde pudo haberse cruzado con neandertales (hasta un 4% según
los datos genéticos actuales). A partir de ahí, el humano moderno se habría expandido a Asia (hacia
60 ka BP), Australia (hacia 50 ka BP) y Europa (hacia 40 ka BP). La teoría mayoritaria es que Europa
fue colonizada en un período de unos 5000 años (40-35 ka BP) y siguiendo dos vías: la mediterránea
hacia la península Ibérica y la danubiana hacia Centroeuropa. Tradicionalmente se pensaba que esta
colonización había traído de fuera la cultura auriñaciense, pero hoy parece que esta fue
configurándose en Europa desde 40 ka BP. No existen restos humanos modernos (ni tampoco
neandertales) para las industrias auriñacienses comprendidas entre 40 y 30 ka BP, pero sí una gran
proliferación de los marcadores arqueológicos del comportamiento moderno.

- 7.6.1. EL AURIÑACIENSE: La cultura auriñaciense (40-28 ka BP) se caracteriza por una


industria netamente diferenciada de la musteriense, con soportes laminares y con una
tipología más variada y eficiente. Incorpora materia prima orgánica (hueso y asta) y utiliza
microlitos para fabricar útiles compuestos. La mejor gestión del espacio y el desarrollo del
simbolismo (arte mueble y rupestre) evidencian avances cognitivos importantes, todo ello con
significativas diferencias regionales tanto materiales como de periodización interna.

- 7.6.1.1. El Auriñaciense Arcaico (Auriñaciense 0): La industria lítica mantiene un


alto porcentaje de útiles musterienses, junto con piezas características: raspadores en
hocico, hojas auriñacienses (láminas de retoque escamoso, a veces estranguladas) y
hojitas Dufour (laminillas de retoque abrupto). Además, comienza la industria ósea
estandarizada, con la azagaya de base hendida.

Existen ejemplos de Auriñaciense 0 en el Cantábrico (Cueva del Conde en Asturias,


Cueva Morín en Cantabria y Labeko Koba en el País Vasco) y Cataluña (L’Arbreda),
todos ellos datados hacia 40 ka BP y sobre estratos musterienses, sin que exista una
clara ruptura entre unos y otros, por lo que algunos autores hablan de “Auriñaciense
de transición”.

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- 7.6.1.2. El Auriñaciense Antiguo (Auriñaciense I): Se hacen predominantes las


características industriales auriñacienses apuntadas en la etapa anterior. También se
generalizan los adornos personales y aparece en Asturias el primer arte rupestre
(incisiones profundas en la Cueva de la Viña y pinturas de vulvas rojas y
antropomorfos en Tito Bustillo).

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Los ejemplos de Auriñaciense I se localizan también en el Cantábrico (Cueva de la
Viña y Tito Bustillo en Asturias, Cueva Morín en Cantabria y Labeko Koba en el País
Vasco) y Cataluña (L’Arbreda), todos ellos datados hacia 35 ka BP y sobre estratos de
Auriñaciense 0, lo que indica una probable evolución entre uno y otro estadios
culturales. La mayoría de estas ocupaciones parecen cortas y las más permanentes se
localizan en los valles y en la costa (zonas ricas en recursos naturales), al contrario de
lo que sucede con los yacimientos del MF.

- 7.6.1.3. EL AURIÑACIENSE EVOLUCIONADO (AURIÑACIENSE II): Se


desarrolla entre 31 y 28 ka BP y se caracteriza por la desaparición del sustrato
musteriense y de las hojitas Dufour y la menor frecuencia de las azagayas de base
hendida, que dejan paso a las azagayas losángicas, biapuntadas y monobiseladas.
Además, aparecen los buriles de pico curvo, denominados busqué (término francés
que se aplica a las narices aguileñas).

El Auriñaciense parece extender por fin su presencia a toda la península Ibérica,


aunque no se conocen muchas ocupaciones. Continúa en los yacimientos de Cueva de
la Viña, Cueva Morín, Labeko Koba y L’Arbreda. Se suman otros como Hornos de la
Peña (Cantabria) y Antoliñako Koba (País Vasco). Pero la gran novedad son los
yacimientos levantinos, andaluces y portugueses (destacando Gato Preto, en la cuenca
del Tajo).

7.7. LA GENERALIZACIÓN DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR:


El Gravetiense supone la generalización del Paleolítico Superior por toda Europa y se desarrolla en la
península Ibérica entre 28 y 21 ka BP. La paleogenética constata una migración desde Asia central
hacia Europa occidental desde 30 ka BP, que viene a coincidir con la extensión del Gravetiense en la
misma dirección. Aunque con evidentes diferencias regionales, el Gravetiense presenta elementos
comunes claramente identificables, como un utillaje definido por la presencia de puntas laminares tipo
Gravette y la estandarización de los útiles sobre hueso, nuevas estrategias de subsistencia que
incluyen los contactos a larga distancia y la generalización de la caza especializada y un sustrato
simbólico común que se manifiesta en la existencia de santuarios, la representación de la sexualidad
femenina (Venus esculpidas y vulvas dibujadas) y la vuelta a los enterramientos de inhumación,
prácticamente desconocidos entre los últimos neandertales y los auriñacienses.

- 7.7.1. EL GRAVETIENSE: A juzgar por el número de yacimientos conocidos, el


Gravetiense supuso un gran aumento demográfico y una concentración de la población en
determinadas regiones: el Cantábrico (desde los Pirineos occidentales hasta el centro de
Asturias), el Mediterráneo (desde los Pirineos catalanes hasta Málaga) y Portugal
(nuevamente, en torno a la cuenca del Tajo y el Algarve). El interior peninsular se muestra
como un gran despoblado.

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Puede dividirse en dos grandes momentos, con características específicas para cada área:
Gravetiense Antiguo (28-25 ka BP) y Gravetiense Reciente (25-21 ka BP).

7.8. LOS MODOS DE VIDA DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL:


- 7.8.1. LOS ASENTAMIENTOS: La casi totalidad de los yacimientos del PSI ibérico están
emplazados en cuevas o abrigos rocosos, probablemente como consecuencia del enfriamiento

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climático. Los asentamientos en cueva presentan ocasionalmente estructuras como hogares y
más raramente cabañas interiores. El arte rupestre gravetiense se muestra en forma de
incisiones parietales profundas (que pudieron estar en su día coloreadas y quizás fueron señas
de territorialidad) y dibujos de animales no peligrosos (bóvidos, cérvidos y équidos, que
destacan por su gran sencillez y belleza). También se han encontrado vulvas, manos y
antropomorfos pintados. El arte mueble experimenta una gran explosión, destacando los
colgantes.

La ocupación gravetiense de la península Ibérica es marcadamente periférica (Cantábrico,


Mediterráneo y Portugal, con un gran despoblado en el interior), seguramente también como
consecuencia del enfriamiento climático, que con el Gravetiense alcanza el último máximo
glacial. Se trata de llanuras litorales y valles, que son precisamente las zonas más ricas en
nutrientes vegetales y donde pastan las manadas de herbívoros.

- 7.8.2. LA SUBSISTENCIA: Durante el Auriñaciense, continúan los patrones de caza


musterienses. En el Cantábrico, sigue predominando los animales de tamaño medio-grande
(bóvidos, cérvidos y équidos), que son animales de pradera o paisaje mixto. En los
yacimientos de montaña, más escasos, predominan los cápridos. Ocasionalmente, aparecen
restos de moluscos en las costas. En general, puede hablarse de estrategias de caza bastante
oportunistas (combinadas con carroñeo) y vinculadas a lo disponible en el entorno.

El Gravetiense supone el desarrollo de nuevas estrategias de caza más especializadas. Aunque


siguen predominando los cérvidos, existen algunos yacimientos cantábricos especializados en
la caza de cabras (Bolinkoba) y rebecos (Amalda). Por primera vez y desde el punto de vista
de la ubicación y el espectro faunístico, puede hablarse de campamentos residenciales de
costa (con aprovechamiento generalizado de recursos) y yacimientos estacionales de montaña
(dedicados a la caza especializada). En los yacimientos mediterráneos, destaca el
aprovechamiento de numerosos recursos marinos (moluscos, peces, delfines y focas), como
ya sucedía con los últimos neandertales, y también existen ejemplos de caza especializada de
conejos y cabras. Para el yacimiento portugués de Vale Boi, se ha propuesto el uso de trampas
de caza y un aprovechamiento diferido de la médula ósea como recurso alimentario, obtenido
mediante el hervido de huesos previamente fracturados.

- 7.8.3. DESARROLLO DEL SIMBOLISMO: A lo largo del PSI se van creando las
condiciones necesarias para que aparezcan los comportamientos religiosos, que acaban
cristalizando en el Gravetiense. La religión representa, en cuanto construcción colectiva, el
más alto grado de simbolismo humano. Su adaptabilidad y eficiencia ha asegurado su larga
pervivencia posterior en lo esencial.
- 7.8.3.1. Los enterramientos: En la península Ibérica, no tenemos restos fósiles de
humanos modernos hasta 30 ka BP. En Cueva Morín (Cantabria), se han descubierto
cuatro fosas de indudable aspecto funerario con antigüedad de 28 ka BP. Aunque los
restos humanos inhumados sufrieron un proceso químico que hizo desaparecer la

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materia orgánica casi por completo, se conservan evidencias de ritualismo (ofrendas,


restos de comidas y fuego).

En el Gravetiense, empiezan ya a proliferar los enterramientos. El más significativo


es el de Lagar Velho, datado en 24 ka BP y que presenta a un niño de unos 5 años
asociado a un complejo ritual que incluye la abundante presencia de ocre rojo, restos
de comida y hogueras. El cadáver del niño, al que le falta el cráneo, fue depositado de
espaldas, con ropas adornadas de objetos cosidos y un collar de conchas. Este tipo de
ritual es típico delGravetiense de Europa oriental, lo que refuerza la idea del sustrato
simbólico común gravetiense paneuropeo. Por otra parte, los rasgos anatómicos del
niño han llevado a sus descubridores a proponer que se trata de una hibridación entre
neandertales y cromañones, con reticencias de la mayoría de la comunidad científica.

- 7.8.3.2. El arte mueble: Hasta ahora, no se ha hallado en el PSI ibérico un arte


mueble comparable al que aparece en otras partes de Europa (como las emblemáticas
figuras femeninas conocidas como Venus, los híbridos hombre-animal y los
instrumentos musicales, todos ellos característicos del Gravetiense). Sin embargo, se
constata un gran avance en cuanto a cantidad y calidad de los objetos artísticos
disponibles. A los adornos corporales musterienses, se añaden los huesos con
incisiones que arrancan en el Auriñaciense y se consolidan en el Gravetiense. El
Gravetiense supone además la incorporación del ámbito mediterráneo peninsular al
arte mueble paleolítico.

- 7.8.3.3. El arte rupestre: El Auriñaciense supone la incorporación del arte rupestre al


universo simbólico humano, en representaciones tanto naturalistas como abstractas.
Dada a la ausencia de restos orgánicos, se trata de muestras difíciles de fechar, pero se
admite el horizonte de 35 ka BP para las más antiguas: incisiones parietales profundas
en La Viña y pinturas de vulvas y antropomorfos en Tito Bustillo (ambas en
Asturias). En el Gravetiense, destacan las pinturas de santuarios exteriores como el de
La Viña (Asturias).

TEMA 8: EL SOLUTRENSE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA


8.1. INTRODUCCIÓN

- 8.1.1. DEFINICIÓN Y MARCO ESPACIO-TEMPORAL DEL PERÍODO:


El Solutrense (21,5-16,5 ka BP) es una etapa del Paleolítico Superior Medio (PSM) que se
limita a Francia y la península Ibérica y que toma su nombre del yacimiento de Solutré, en la
región francesa de Borgoña. Así, frente al carácter paneuropeo del Gravetiense, el Solutrense
es una cultura exclusivamente occidental. Según la hipótesis mayoritaria hoy en día, durante
el último máximo glacial (28-18 ka BP), se produjo la concentración meridional de los grupos
humanos gravetienses. Hacia 22 ka BP, los contactos a larga distancia se interrumpieron, ya
que las masas de hielo aislaron al occidente de la Europa habitable, que se redujo a Francia y
la península Ibérica, donde hacia 21,5 ka BP empezó a desarrollarse en exclusiva la nueva
cultura solutrense.

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El Solutrense ha sido entendido de diferentes maneras a lo largo de la historia de la


investigación arqueológica. Según el paradigma histórico-cultural, hegemónico en la España
de mediados del siglo XX (destacando JORDÁ), el Solutrense se identificaba con
determinados grupos portadores de una determinada tecnología que, partiendo de un centro
originario, fueron asentándose en distintas regiones del suroeste europeo. Décadas más tarde y
desde parámetros propios de la Nueva Arqueología (recibida en España de la mano de autores

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como FREEMAN y STRAUS), el Solutrense fue presentado como la respuesta tecnológica al
endurecimiento climático.

La concepción de JORDÁ se considera superada en la actualidad y la de FREEMAN y


STRAUS resulta insuficiente, pues sabemos que en las regiones en que se desarrolló el
Solutrense existieron diferentes condiciones ambientales y sin embargo dejaron un utillaje
homogéneo. Hoy definimos el Solutrense como una etapa del PSM caracterizada desde el
punto de vista arqueológico por la elaboración de un utillaje lítico singular (definido por el
empleo masivo del retoque plano, que presenta un ángulo inferior a los 45º y una gran
extensión, siendo invasor cuando penetra hasta el eje axial de la pieza y cubriente cuando
abarca toda la cara de la misma), pero esto no significa que tal tecnología fuese el rasgo
cultural más característico de aquellas sociedades.

- 8.1.2. LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL SOLUTRENSE EN EL ÁMBITO


PENINSULAR: El Solutrense fue identificado como un período evolutivo diferenciado
dentro del Paleolítico en la segunda mitad del siglo XIX, gracias a los trabajos de campo
desarrollados en Francia, que descubrieron la nueva industria y fijaron su cronología mediante
el método estratigráfico. A principios del siglo XX, el período fue subdividido en distintas
etapas según la presencia de determinados fósiles directores: Protosolutrense, Solutrense
Antiguo, Solutrense Medio y Solutrense Superior. También entonces fueron descubiertos los
primeros yacimientos solutrenses en la península Ibérica, empezando por Altamira con el
equipo de BREUIL y OBERMAIER. El primer estado de la cuestión fue publicado por
JORDÁ en la década de 1950 y estuvo vigente hasta la década de 1990, cuando apareció una
obra colectiva de síntesis en la que participaron autoridades en la materia como STRAUS,
FULLOLA y ZILHÃO.

8.2. MARCO AMBIENTAL:


La mayor parte del Solutrense (21,5-16,5 ka BP) transcurre durante el último máximo glacial Würm
IV, que ocupa la primera parte del OIS 2 (28-18 ka BP). Coincidió con el momento de máxima
extensión de los glaciares, que alcanzaron el extremo sur de Europa (hasta los 37ºN). La península
Ibérica presentaba un clima frío y seco, con glaciares en distintas regiones y con un paisaje natural
que encajaba en la categoría de “estepa fría”, predominando los espacios abiertos de vegetación
herbácea y con escasez o ausencia de vegetación arbórea. Sin embargo y a diferencia de lo sucedido al
norte de los Pirineos, apenas existen evidencias de fauna ártica (renos y mamuts) en ella. Todo parece
indicar que, en su migración hacia el sur, estos animales encontraron biotopos óptimos en el sur de
Francia, por lo que no necesitaron continuar hacia la península Ibérica.

8.3. EL REGISTRO PENINSULAR: ORIGEN, ÁREAS Y ETAPAS:

- 8.3.1. ORIGEN DEL SOLUTRENSE PENINSULAR: A mediados del siglo XIX, el


Solutrense fue identificado como el período evolutivo que siguió al Musteriense, dentro del

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evolucionismo lineal entonces dominante en la arqueología occidental. A principios del siglo


XX, el paradigma evolucionista fue sustituido por el histórico-cultural y difusionista. El
descubrimiento de la cultura transicional entre el Paleolítico Medio y el Superior de Szeleta
(Hungría), cuyo fósil director era una punta elaborada mediante retoque invasor, sirvió para
apoyar la tesis del origen centroeuropeo de todo el Solutrense. Pero el hallazgo en 1930 de
una punta con aletas y pedúnculo en el yacimiento solutrense de Parpalló (Valencia) supuso

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un hito en la investigación, ya que hasta entonces este tipo de piezas solo se conocían en el
Ateriense (Paleolítico Medio norteafricano), y llevó a plantear la hipótesis del origen africano
del Solutrense ibérico levantino y meridional. Esta hipótesis fue denostada durante la
posguerra española, volviéndose a la tesis del origen centroeuropeo.

En la actualidad, la mayoría opina que el origen del Solutrense ha de buscarse en las


sociedades gravetienses, que se replegaron en el suroeste de Europa huyendo del
empeoramiento climático, aunque también existe un grupo de investigadores que ha intentado
recuperar la hipótesis africanista para la península Ibérica. Frente a estos FULLOLA
considera que el paralelismo Solutrense-Ateriense ha de explicarse en términos de
convergencia y no de difusión, basándose en la continuidad observada en los registros
levantinos y meridionales del Gravetiense al Solutrense así como en la ausencia de arte
rupestre al otro lado del Estrecho.

- 8.3.2. DISTRIBUCIÓN DE YACIMIENTOS A LO LARGO DE LA PENÍNSULA


IBÉRICA: El registro arqueológico del Solutrense ibérico es desigual, concentrándose en
cuatro regiones: el Cantábrico, el Levante, Andalucía y la Extremadura portuguesa. En el
interior peninsular las evidencias solutrenses son muy escasas, pese a que se han llevado a
cabo muchas prospecciones. Esto se achaca al carácter inhóspito de la Meseta durante los
momentos más álgidos del último máximo glacial, dada su elevada altitud media y su acusada
continentalidad. En Galicia no se dispone de información sobre este período hasta la fecha,
pero en este caso parece que se debe más a sesgos en la conservación y en la investigación
que a un supuesto despoblamiento.

- 8.3.3. LAS ETAPAS DEL SOLUTRENSE PENINSULAR Existe bastante dificultad a la


hora de aplicar el modelo evolutivo clásico del Solutrense a las distintas regiones de la
península Ibérica. Del Protosolutrense, definido por una industria transicional carente de
utillaje solutrense clásico, únicamente tenemos constancia en Portugal. Del Solutrense
Antiguo, con presencia de puntas de cara plana, únicamente tenemos constancia en el
Levante. El Solutrense Medio (desde 20 ka BP), definido por la generalización de las hojas de
laurel (más anchas) y las hojas de sauce (más estrechas), es la única etapa que puede
observarse de manera homogénea en todas las regiones. En el Solutrense Superior (desde 19
ka BP), encontramos diferencias sensibles entre las distintas regiones, predominando la punta
con aletas y pedúnculo en el Levante y Portugal y la punta de base cóncava en el Cantábrico y
la zona pirenaica francesa. Podemos hablar además de un Solutrense Terminal (desde 18 ka
BP), caracterizado por la rarificación progresiva del utillaje y, en el caso del Levante y
Portugal, por la sustitución del retoque plano por el abrupto, que cristalizará en la elaboración
de un nuevo tipo de arma: la punta de muesca.

8.4. RASGOS CULTURALES DE LAS SOCIEDADES DE CAZADORES SOLUTRENSES


- 8.4.1. ¿INCREMENTO DEMOGRÁFICO? Existe un considerable aumento de
yacimientos solutrenses con respecto a los gravetienses. Al igual que se plantea para el

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Gravetiense, este boom de yacimientos solutrenses ha venido interpretándose en clave de


incremento demográfico, favorecido por el abandono del norte europeo durante el OIS 2.
Aunque no hay suficientes restos fósiles humanos que la corroboren, hoy esta hipótesis sigue
siendo la más plausible.
- 8.4.2. PRÁCTICAS ECONÓMICAS DE LOS GRUPOS SOLUTRENSES El medio
vegetal de la península Ibérica durante el Solutrense, que hemos definido como de “estepa
fría”, no ofrecía demasiados recursos para la subsistencia. La caza predominante varió en
función de la fauna de cada zona: renos en Francia, ciervos en el Cantábrico y conejos en el
Levante, Andalucía y Portugal.

Partiendo del estudio de los yacimientos cantábricos, STRAUS interpreta la subsistencia


solutrense como una respuesta adaptativa a los rigores climáticos del OIS 2, consistente en la
“intensificación económica” organizada de forma complementaria: diversificación de los
recursos explotados en general y especialización en ciertas capturas en determinadas
situaciones. La diversificación puede comprobarse por el aprovechamiento de los recursos
costeros (marisqueo y pesca fluvial), aunque sin llegar a los niveles de explotación
magdalenienses, y la captura de aves. La especialización, al igual que en el Gravetiense,
puede defenderse por la existencia de yacimientos de montaña estacionales especializados en
la captura de cabras.

- 8.4.3. ELABORACIÓN Y USO DEL UTILLAJE SOLUTRENSE: La fabricación del


utillaje solutrense requirió unos conocimientos previos acerca de los pasos a seguir desde la
elección del soporte hasta el acabado de la pieza. Es decir, el esquema operativo implica un
esquema conceptual previo. La materia prima era cuidadosamente elegida, optándose casi
siempre por sílex y cuarcita de grano fino. Se ha verificado además la práctica del
calentamiento previo de la materia prima con el fin de aumentar su elasticidad. La elaboración
constaba de dos fases: el esbozo (desbaste del soporte y definición de la silueta de la pieza,
mediante talla bifacial por percusión directa con percutor blando) y el acabado (definición de
la morfología definitiva de la pieza, mediante retoque plano tanto por presión como por
percusión con percutor blando).

En cuanto a la funcionalidad, los recientes estudios de traceología han proporcionado una


información muy valiosa. Sabemos, por ejemplo, que las puntas de muesca fueron utilizadas
como proyectiles. La duda que aún existe es acerca del procedimiento por el cual eran
arrojadas. Algunos autores, tras analizar su morfología, han planteado la posibilidad de que
fueran lanzadas mediante arcos, mientras que otros rechazan esta hipótesis porque los
primeros arcos aparecen en contextos mesolíticos. En esta época, se documentó por primera
vez el propulsor. Además, los solutrenses experimentaron con las azagayas (monobiseladas,
de doble bisel y biapuntadas), aunque sin llegar al nivel de desarrollo magdaleniense, y
dejaron multitud de hojitas de dorso abatido, que pudieron formar parte de armas de caza
compuestas. Por último y en menor cantidad, se documentan buriles, raspadores, perforadores
y lascas y láminas con o sin retoque.

- 8.4.4. LOS HÁBITATS, EL ARTE Y OTROS ASPECTOS CULTURALES: La mayoría


de los asentamientos se ubican en cuevas y abrigos, aunque hasta el momento carecemos de
estudios sistemáticos. En cuanto a las zonas de hábitat, carecemos de estructuras basadas en
agujeros de poste y la información disponible se limita a hogares que revelan una cierta

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estructuración espacial. En Ambrosio (Almería), se hallaron dos hogares: uno mayor


relacionado con actividades de talla y otro menor relacionado con actividades culinarias.

El Solutrense ibérico ofrece una gran cantidad de manifestaciones artísticas, tanto muebles
como parietales. En cuanto al arte mueble, cabe destacar la excepcional colección de
plaquetas grabadas y pintadas de Parpalló (Valencia). Partiendo de la ordenación

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crono-estilística de LEROI-GOURHAN, hoy cuestionada, se han atribuido las pinturas del
estilo II al Gravetiense y las del estilo III al Solutrense. La novedad solutrense radicaría en la
adquisición por las figuras zoomorfas, aún desproporcionadas, de una mayor corporeidad, con
curvas cérvico-dorsales más suaves. Sin embargo, las dataciones radiocarbónicas han
asignado pinturas de los estilos II y III tanto al Gravetiense como al Solutrense, por lo que no
parece que se pueda establecer una evolución clara entre uno y otro períodos en lo que al arte
rupestre se refiere.

TEMA 9. EL MAGDALENIENSE
9.1. INTRODUCCIÓN:

El Magdaleniense, como cultura del Paleolítico Superior Final (PSF), supone para la península Ibérica
y para el resto de Europa el punto máximo de eficiencia tecnológica y adaptabilidad del modelo social
cazador-recolector. Se extiende durante más de 6 milenios, mostrando similitudes y diferencias
evidentes entre las distintas regiones en que aparece. Paradójicamente, este puntode máximo
desarrollo social marca también su final, que coincide básicamente con el final del Pleistoceno (12 ka
BP). También marca el final de la manifestación más sublime del registro arqueológico del Paleolítico
Superior: el arte rupestre y mueble.

El volumen y la calidad de la información arqueológica disponible para el Magdaleniense peninsular


es muy superior a la de cualquier otro período paleolítico. Aunque en esto influye la mejor
conservación de los yacimientos más recientes, parece mostrar también una mayor densidad de
población y una movilidad superior de los grupos humanos. El reparto de los yacimientos
magdalenienses muestra que toda Iberia estuvo ocupada, pero de forma muy desigual, aunque también
hay que tener en cuenta aquí que los yacimientos se conservan mejor en las regiones calizas, que
favorecen la formación de cuevas y abrigos. Con todo, se distinguen dos grandes ámbitos de
desarrollo del Magdaleniense ibérico: la franja cantábrica (desde los Pirineos occidentales hasta el
centro de Asturias) y la franja mediterránea (desde los Pirineos gerundenses hasta Andalucía oriental).
Entre ambos, existe un notable conjunto de yacimientos en la cuenca del Ebro, que aparece como un
pasillo de comunicación entre ambas zonas.

9.2. LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL MAGDALENIENSE EN EL ÁMBITO PENINSULAR:


El Magdaleniense, como el Solutrense, fue identificado como período evolutivo diferenciado dentro
del Paleolítico en la segunda mitad del siglo XIX. A principios del siglo XX, BREUIL subdividió el
período en 6 fases correlativas según la presencia de determinados fósiles directores en los estratos de
la cueva francesa de La Madelaine (Magdaleniense I-VI). Dentro del paradigma histórico-cultural y
difusionista entonces imperante, el origen de la cultura magdaleniense fue sucesivamente buscado en
Europa centro-oriental y Francia.

La investigación en España siguió en un principio el esquema francés. Las 6 fases de BREUIL


parecían encajar en el Mediterráneo (PERICOT secuenció los estratos del yacimiento levantino de

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Parpalló siguiendo el ejemplo de La Madelaine), pero generaban problemas en el Cantábrico. En


cuanto al origen, salvo el autoctonismo postulado por JORDÁ para el Magdaleniense levantino, se
aceptó en general la filiación francesa.

Sin embargo, a partir de la década de 1970, la renovación teórica de la Nueva Arqueología llegó a la
arqueología española. Las explicaciones funcionalistas planteadas por BINFORD para el Musteriense

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(sustituyendo las fases culturales por facies funcionales) fueron extrapoladas al Magdaleniense,
correspondiendo a UTRILLA el mérito de haber aplicado este nuevo enfoque al Magdaleniense
ibérico. Hoy observamos el Magdaleniense como un conjunto de fases diacrónicas y facies
sincrónicas, conjugando criterios culturales y funcionales.

Por último, en la actualidad, tiende a superarse la visión de una separación radical entre el
Magdaleniense cantábrico y el mediterráneo. En el Mediterráneo, se ha revisado la vieja periodización
y caracterización calcada del modelo de BREUIL y se han puesto de manifiesto las similitudes con el
Magdaleniense cantábrico (VILLAVERDE). No obstante, es importante resaltar que en la franja
mediterránea no aparecen ni el rico arte mueble ni la abundante industria ósea característicos de la
franja cantábrica.

9.3. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL PERÍODO:

El Magdaleniense ibérico se desarrolla entre 17,5 y 11,5 ka BP, coincidiendo básicamente con el
tardiglaciar Würm V, que ocupa la segunda parte del OIS 2 (18-12 ka BP). Desde el punto de vista
climático, este período se caracteriza por un calentamiento progresivo, dentro de un ambiente
generalmente frío, que presagia la llegada del Holoceno.

La cultura magdaleniense tiene su origen en las últimas poblaciones solutrenses del interestadio
Lascaux (18-16,5 ka BP), que conocieron una rarificación progresiva de su utillaje característico, con
las que no existe ruptura arqueológica. Por lo tanto, para las primeras fases puede hablarse de
poligenismo y autoctonismo para las distintas áreas peninsulares.

La cultura material se caracteriza por una industria ósea muy estandarizada. Pero lo más característico
es el desarrollo que experimenta el arte rupestre y mueble, que ha servido para establecer unos
patrones de ocupación del territorio que indican un cierto aislamiento peninsular hasta el
Magdaleniense Medio-Antiguo (con desplazamientos verticales costa-montaña a través de las cuencas
fluviales, tratando de aprovechar los recursos complementarios) y una apertura transpirenaica desde el
Magdaleniense Medio-Evolucionado (con desplazamientos horizontales, incluso a grandes distancias,
que dan como resultado importantes contactos e intercambios). Siguiendo esta misma división,
algunos autores hablan de una primera fase magdaleniense “sin arpones” y una segunda “con
arpones”.

En lo económico, el Magdaleniense se caracteriza por la especialización de la caza y la diversificación


en la adquisición de recursos (con un gran incremento de la pesca y el marisqueo). Estas estrategias
implican la capacidad de procesar y conservar alimentos a lo largo del año, para alimentar a una
población que experimenta un fuerte incremento.

Pero muchas de estas características desaparecen durante el interestadio Alleröd (12-11 ka BP). No
puede explicarse el final del Paleolítico y la llegada del Epipaleolítico en términos puramente
adaptativos, pues todavía pervive la última glaciación durante unos 500 años con el Dryas III (11-10,5

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ka BP). El modelo de ocupación del territorio pasa a ser mucho más regional, por lo que el
Magdaleniense es la última gran cultura europea de cazadores recolectores, de enorme complejidad
social y espiritual.

9.4. LAS SOCIEDADES DE CAZADORES MAGDALENIENSES Y SU CULTURA


MATERIAL:
Parece probable que, durante el PSF, la península Ibérica haya estado ocupada en su generalidad, al
menos en aquellas zonas con recursos suficientes para mantener a grupos de cazadores-recolectores.
No obstante, las zonas mejor conocidas y que muestran un mayor poblamiento son la franja cantábrica
y la franja mediterránea, con un pasillo de comunicación entre ambas a lo largo de la cuenca del Ebro.

- 9.4.1. EL MAGDALENIENSE DE LA COSTA CANTÁBRICA: La franja magdaleniense


cantábrica se extiende desde los Pirineos occidentales hasta la cuenca del río Nalón, en el
centro de Asturias. En esta zona se encuentra el mayor volumen de información del
Magdaleniense ibérico, por lo que ha podido establecerse una sistematización en fases y
facies, combinando criterios culturales y funcionales.

- 9.4.1.1. Magdaleniense arcaico: Esta fase se desarrolla entre 17,5 y 16,5 ka BP,
durante el interestadio Lascaux, y presenta las siguientes facies:
- Facies Rascaño, caracterizada por la presencia de azagayas tipo Placard
(azagayas aplanadas con base monobiselada y decorada con estrías, que
responderían a actividades de caza).
- Facies Raclettes, caracterizada por la abundancia de raclettes (piezas con
retoque abrupto, de función desconocida).

- 9.4.1.2. Magdaleniense inferior: Esta fase se desarrolla entre 16,5 y 14 ka BP,


durante el estadio Dryas Ib y el interestadio Anglés, y presenta las siguientes facies:

- Facies microlítica con escalenos, caracterizada por una industria lítica


diversificada y muy laminar (con numerosos triángulos escalenos) y una
industria ósea variada (con azagayas de todas las secciones). Los yacimientos
asignados a esta facies se interpretan como campamentos-base.
- Facies Juyo, caracterizada por la abundancia de hojitas y raspadores y las
azagayas y varillas de sección triangular y cuadrangular con acanaladuras y
decoración geométrica y tectiforme. Pero lo más característico es la presencia
de ciervas de trazo estriado grabadas sobre hueso. Los yacimientos asignados
a esta facies se interpretan como campamentos estacionales.

- 9.4.1.3. Magdaleniense medio: Esta fase se desarrolla entre 14 y 13 ka BP, durante el


estadio Dryas Ic y el principio del interestadio Bölling, y se subdivide en dos fases
correspondientes a cada uno de los dos períodos climáticos citados respectivamente:
- Magdaleniense Medio-Antiguo (14-13,5 ka BP), caracterizado por la
aparición de los protoarpones y las azagayas de base ahorquillada. El arte
mueble experimenta una gran eclosión, tanto sobre hueso como sobre piedra
(dentro de este último, destacan las plaquetas grabadas del yacimiento
asturiano de Las Caldas, con representaciones de renos, mamuts y
rinocerontes lanudos).

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- Magdaleniense Medio-Evolucionado (13,5-13 ka BP), caracterizado por la


aparición de los primeros arpones estandarizados y las azagayas de doble
bisel. El arte mueble alcanza su máximo desarrollo. Es ahora cuando se
produce la convergencia con el Magdaleniense francés, seguramente porque
la mejoría climática permitió los desplazamientos a larga distancia.

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- 9.4.1.4. Magdaleniense Superior y Final: El Magdaleniense Superior se desarrolla
entre 13 y 12,5 ka BP, durante el final del interestadio Bölling y el principio del
estadio Dryas II. Su elemento más característico es el arpón de una sola hilera de
dientes.

El Magdaleniense Final se desarrolla entre 12,5 y 11,5 ka BP, durante el final del
estadio Dryas II y el principio del interestadio Alleröd. Su elemento más
característico es el arpón de doble hilera. Asimismo, el repertorio tiende a
simplificarse y la cantidad de material disminuye.

En ambas fases se observa una tendencia a la disminución de los soportes de mayor


talla y el aumento de los microlitos y el paso de un sistema de producción de alta
calidad y con materia prima muy seleccionada a otro de menor calidad y donde la
selección de materia prima es menos estricta.

- 9.4.2. EL MAGDALENIENSE MEDITERRÁNEO: La secuencia clásica de


Magdaleniense I-IV, establecida por PERICOT tomando como referencia el yacimiento
valenciano de Parpalló en la década de 1940, fue simplificada por AURA en la década de
1990, quien realizó un estudio sistemático de los yacimientos mediterráneos conocidos y los
clasificó cronológicamente en Magdaleniense Antiguo (clásicos I y II) y Magdaleniense
Superior (clásicos III y IV), descartando la existencia de un verdadero Magdaleniense Medio.
El Magdaleniense Antiguo del Mediterráneo, como en el Arcaico del Cantábrico, muestra el
descenso de las industrias laminares y la presencia de raclettes. El Magdaleniense Superior se
define por los arpones de una y dos hileras de dientes y por el aumento de los microlitos. En
esta segunda y última fase, el Magdaleniense mediterráneo también sufre un proceso de
declive, cuya manifestación más evidente es la desaparición del arte.

9.5. PRÁCTICAS ECONÓMICAS:

La continuidad Solutrense-Magdaleniense en la península Ibérica también se aprecia en las estrategias


de subsistencia, como la caza y la pesca. No obstante, estas prácticas evolucionan para ser más
efectivas, proceso que podemos deducir de la variación del instrumental, los animales abatidos y la
incorporación de recursos poco explotados anteriormente.

En cuanto al instrumental, las puntas líticas solutrenses ceden el protagonismo a las armas de asta y
hueso del Magdaleniense cantábrico (azagayas y arpones). También se generalizan los propulsores,
que permiten un lanzamiento con más fuerza y mejor puntería. Mientras en Francia estas armas se
utilizan para abatir renos, en el Cantábrico se emplean para la captura de ciervos. También la materia
prima fundamental era el asta de ciervo y no de reno, lo que determinó una morfología peculiar de los
útiles.

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En cuanto a los animales abatidos, para el Magdaleniense cantábrico hemos de referirnos a la división
en dos fases de Magdaleniense “sin arpones” y “con arpones”. Durante la primera fase, se constata la
especialización en la caza masiva del ciervo, que se complementa con la caza de cabras en lugares de
montaña. Durante la segunda fase, en los lugares antes centrados en la caza masiva del ciervo,
comienza a practicarse también una caza importante de cabras, sin que se abandone la caza de cabras
en lugares de montaña. Este cambio no parece que se deba a razones ambientales, sino a la

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implantación de una nueva estrategia de subsistencia que pasa por diversificar los recursos
aprovechados. En el Mediterráneo, la caza de conejos sigue predominando, pero ahora se
complementa, según el entorno en que se ubique cada yacimiento, con la captura de ciervos o cabras.

En cuanto a la incorporación de nuevos recursos, tanto en el Cantábrico como en el Mediterráneo la


práctica del marisqueo empezó a ser una práctica habitual. Desconocemos la importancia que
pudieron tener en la dieta los recursos vegetales, pero el proceso de deglaciación que se produjo
durante el tardiglaciar Würm V, con sus estadios más fríos y sus interestadios más templados,
incrementó sin duda la disponibilidad de tales recursos.

9.6. LOS HÁBITATS Y OTROS ASPECTOS CULTURALES:


Durante el Magdaleniense, puede rastrearse con facilidad el modelo de ocupación del territorio basado
en un campamento-base de ocupación anual y un área logística de captación de recursos de carácter
estacional. Recientemente, se están empezando a desarrollar estudios sobre la localización y
características físicas de estos yacimientos. En la cuenca del Asón (Cantabria), se han visto algunos
campamentos-base ubicados en un fondo de valle, aprovechando la mayor disponibilidad de recursos,
y otros a media ladera, disfrutando de una mayor visibilidad.

La estructura interior de los yacimientos es más fácil de delimitar que en el Solutrense, gracias a la
aparición de elementos materiales que delimitan estancias (áreas de descanso, cocinas, talleres,
“santuarios”, etc.) y una gran diversidad de estructuras de combustión (interpretadas en unas
ocasiones como de uso culinario, por la presencia de fauna quemada, y en otras como restos de
ahumado, iluminación, etc.) Un ejemplo paradigmático es la Cova del Parco (Cataluña), con unas 40
estancias identificadas.

Al igual que para el período precedente, no contamos con información relativa a la salud y esperanza
de vida de estas sociedades, dada la escasa evidencia fósil disponible. Lo mismo ocurría hasta hace
poco con las prácticas funerarias, pero en 2010 se descubrió el enterramiento de El Mirón (Cantabria):
los huesos impregnados de ocre de un adulto joven fueron enterrados en una cavidad, en un contexto
claramente ritualizado aunque de momento no se han encontrado restos de ofrendas.
9.7. EL GRAN DESARROLLO ARTÍSTICO:
El Magdaleniense muestra el máximo desarrollo del arte rupestre y mueble, como expresión de una
sociedad más compleja así como de grupos humanos e individuos que exhiben orgullosos su
especialidad frente al conjunto social (gran variedad de los adornos personales y de las decoraciones
de las herramientas). Además, son de esta época los grandes santuarios rupestres y el arte mueble
cantábrico experimenta un salto cuantitativo y cualitativo. En cuanto a este último, destacan las
decoraciones tectiformes y ciervas de trazo estriado de la facies Juyo del Magdaleniense Inferior. En
el Magdaleniense Medio, aparecen los contornos recortados de cabezas de caballos, ciervas y cabras
sobre hueso, al estilo de los que se elaboraban en Francia. También se ha destacado que antes del
Magdaleniense Medio el arte mueble se expresa sobre objetos utilitarios, pero a partir de entonces
empieza a hacerlo sobre objetos no utilitarios. En la franja mediterránea, el arte mueble no alcanza el

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mismo desarrollo y realismo que en el Cantábrico, pero también existen ejemplos destacables, como
las plaquetas grabadas de Parpalló (Valencia) y las representaciones de signos.

TEMA 10. PALEOETNOLOGÍA DE LAS COMUNIDADES MESOLÍTICAS


DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
10.1. MESOLÍTICO Y CAZADORES-RECOLECTORES COMPLEJOS
Desde el paradigma evolucionista unilineal de la segunda mitad del siglo XIX, basado en la noción de
“progreso”, el Mesolítico se consideraba un momento bastante intrascendente en comparación con el
momento revolucionario que supuso el Neolítico. Se caracterizaba como un período de profunda crisis
motivada por una catástrofe ecológica, que provocó la desaparición de grandes recursos alimentarios y
la necesidad de buscar alimentos pobres. Esta crisis solo podría superarse con la invención de la
domesticación de plantas y animales en el Neolítico.

El Asturiense es un buen ejemplo de la caracterización negativa que tuvieron las culturas mesolíticas
peninsulares durante mucho tiempo. El pico asturiense se veía como un instrumento primitivo más
propio de los primeros estadios de la humanidad que de un período previo al Neolítico. Y la presencia
masiva de conchas se consideraba como representación de una dieta basada en recursos poco
nutritivos.

Aquel paradigma evolucionista unilineal estuvo vigente en la península Ibérica hasta la década de
1970, cuando empezó a sentirse el influjo de la ecología cultural de la mano de la Nueva Arqueología
norteamericana. La ecología cultural partía del idea de que la humanidad había evolucionado
lentamente a través de mecanismos de “adaptación” cultural. El surgimiento de la agricultura y la
ganadería en el Neolítico no sería resultado de una revolución repentina, sino de un proceso paulatino
de cambio cultural iniciado milenios antes, durante el Mesolítico.

Desde la década de 1960, la Arqueología social había empezado a utilizar la noción de “sociedad
cazadora-recolectora compleja”, basándose en un estudio de más de 30 pueblos
cazadores-recolectores actuales. El nivel de complejidad de las sociedades cazadoras recolectoras se
medía en función de la aparición o no de las siguientes características:
- Organización social basada en bandas extensas.
- Signos iniciales de sedentarismo, que consisten en la permanencia prolongada en los
campamentos-base y la reducida movilidad residencial.
- Signos iniciales de territorialidad, que se manifiesta en estilos artísticos, prácticas rituales y
otros elementos de la cultura material geográficamente diferenciados.
- Signos iniciales de almacenamiento, que implican la planificación aplazada del consumo.
- Diversificación de la dieta, incluyendo alimentos de bajo nivel nutricional.
- Tecnología especializada, caracterizada por la versatilidad de las herramientas y la
rentabilidad del trabajo humano.
- En algunos casos, signos iniciales de jerarquización social.

En base a lo anterior, los arqueólogos sociales aplicaron la noción de “sociedad cazadorarecolectora


compleja” a algunas culturas europeas preneolíticas, como el Maglemosiense (cultura mesolítica del
norte de Europa). BAILEY y CLARK estudiaron si las culturas mesolíticas de la península Ibérica
alcanzaban el nivel suficiente de complejidad social y solo encontraron datos concluyentes para la
cultura de los concheros portugueses.

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10.2. LAS CONDUCTAS TERRITORIALES


- 10.2.1. EL PATRÓN DE POBLAMIENTO LITORAL: El poblamiento mesolítico
peninsular se caracterizó por la ocupación prioritaria del litoral, una pauta de comportamiento
compartida con otras partes del continente. Se han hallado yacimientos también en zonas
interiores, pero parecen representar ocupaciones aisladas y poco relevantes. Pero incluso en el

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litoral se aprecian notables diferencias entre el Cantábrico (gran concentración en el oriente
asturiano y continuidad hasta Navarra, con un importante vacío en el resto), el Atlántico (gran
concentración en la desembocadura del Tajo y algunos yacimientos en el Algarve, también
con un importante vacío en el resto) y el Mediterráneo (yacimientos distribuidos de manera
muy dispersa a lo largo de amplias distancias).

Desde una perspectiva antropológica, los territorios, para que puedan sostener altas tasas de
población, deben reunir al menos tres condiciones: abundancia, diversificación y
disponibilidad de recursos alimentarios a lo largo de todo el año. Estas condiciones
normalmente se cumplen en las franjas costeras, lo que resulta coherente con la existencia de
algunas zonas con alta concentración poblacional. Los yacimientos mesolíticos de la
península Ibérica se concentraron en franjas litorales y en muchos casos dieron lugar a
concheros (grandes acumulaciones de caparazones de moluscos, huesos de animales, restos de
pescado y objetos materiales cementados por la precipitación de la caliza), que han sido
interpretados en algunos casos como lugares para el abandono de desperdicios.

10.3. SUBSISTENCIA Y ALIMENTACIÓN


- 10.3.1. LA “ECONOMÍA DE AMPLIO ESPECTRO”
Las sociedades mesolíticas suelen asociarse a un modelo de aprovechamiento de los recursos
específico: la “economía de amplio espectro”, que incorpora una gran variedad de recursos
alimentarios como resultado de la explotación intensiva de los ecosistemas próximos a los
campamentos. Esto se deduce de los concheros, donde se acumula una gran variedad de
huesos de herbívoros, conchas de moluscos y restos de pescado. Se considera que este modelo
de aprovechamiento fue la culminación de un proceso iniciado por las bandas
magdalenienses, que ya habían incorporado fuentes alimentarias consideradas menores como
pescado y marisco. Este tipo de economía se encuentra también en muchos pueblos
cazadores-recolectores actuales y constituye una importante estrategia de supervivencia, ya
que permite aumentar la cantidad de alimento disponible y proporciona mucha más seguridad
que una economía especializada.

FLANNERY acuñó la expresión “revolución de amplio espectro” para explicar los orígenes
de la producción de alimentos en el Próximo Oriente. Para este autor, la ampliación de la dieta
constituyó un estadio previo imprescindible para alcanzar el modode producción
agrícola-ganadero, por lo que sin la “revolución de amplio espectro” nunca se habría
producido la “revolución neolítica”.

En el caso del Mesolítico ibérico, la implantación de las economías de amplio espectro


respondió a la intensificación de las distintas esferas de captación de recursos: la caza
tradicional de animales herbívoros, la recolección de marisco, la pesca y probablemente
también la recogida de recursos vegetales. La mala conservación de los restos vegetales en los
yacimientos impide conocer siquiera mínimamente la contribución de los recursos vegetales

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en la dieta mesolítica, pero la templanza climática del Holoceno favoreció la reforestación


general del paisaje y la subida de la productividad vegetal y la existencia de restos de
avellanas y bellotas en algunos yacimientos apuntan hacia la recogida de estos frutos para su
consumo alimentario.

- 10.3.2. LA INTENSIFICACIÓN DE LOS RECURSOS: PIANKA, uno de los máximos

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
representantes de la ecología cultural, distinguió dos tipos de recursos en la naturaleza:
“recursos-r” (pequeños animales y vegetales: insectos, reptiles, anfibios, moluscos y peces) y
“recursos-K” (grandes mamíferos, tanto herbívoros como carnívoros), cuya comprensión
resulta fundamental para comprender en qué consistió la diversificación económica
mesolítica. Los recursos-r son muy abundantes y pertenecen a los niveles nutricionales
inferiores de la cadena alimentaria: hay que invertir muchas horas de trabajo para recoger
grandes cantidades de alimento, pero dicha recogida no agota los recursos a corto plazo dada
su alta tasa de reproducción. Los recursos-K son menos abundantes y pertenecen a los niveles
nutricionales superiores de la cadena alimentaria: una sola partida de caza permite obtener
una gran cantidad de alimento, pero hay que controlar el nivel de las capturas para no
esquilmar las poblaciones dada su baja tasa de reproducción. En una época de auge
demográfico y mejoría climática, la explotación de los recursos-r representaría una solución
de compromiso, al combinar la intensificación con la diversificación y la reducción de
riesgos.

- 10.3.3. ¿EXISTIÓ ALMACENAMIENTO DE ALIMENTOS? Gracias a la etnología


sabemos que unas sociedades cazadoras-recolectoras actuales practican el consumo inmediato
y otras el consumo aplazado. Para poner en marcha estrategias de consumo aplazado, deben
darse dos condiciones: la posibilidad de capturar grandes cantidades de alimento en un
momento concreto del año (para lo cual los recursos deben ser abundantes, estacionalmente
concentrados y susceptibles de recogerse en masa) y el conocimiento de las oportunas
prácticas de conservación (congelación, ahumado, secado, etc.) Para TESTART y otros, las
prácticas de almacenamiento abrieron el camino a la economía de excedentes y llevaron
finalmente al modo de producción neolítico. Pero las prácticas de conservación no dejan
rastro en el registro arqueológico, así que muchas de estas opiniones son meras
especulaciones.

10.4. LAS COSTUMBRES SOCIALES:


Los prehistoriadores consideran de manera general que los grupos humanos mesolíticos se
organizaron en bandas extensas autosuficientes y que sus redes de comunicación intergrupales eran
bastante limitadas en comparación con las practicadas en tiempos paleolíticos. El mayor número de
individuos supone una mayor concentración poblacional, con importantes consecuencias en materia
de movilidad residencial (mayor sedentarismo). Podemos interpretar la proliferación de yacimientos
en la cultura asturiense como un reflejo de las elevadas densidades de población, pero los datos
disponibles para dar cuenta de los modos de vida de estas bandas son muy precarios.

Los enterramientos han proporcionado los indicios más interesantes sobre las costumbres sociales
mesolíticas. El notable incremento de las prácticas funerarias supone ya una ruptura con la larga
tradición paleolítica. Esto puede reflejar una nueva mentalidad simbólica, pero también una nueva
expresión de las relaciones sociales. Los enterramientos asturienses se presentan como sepulturas
aisladas (la mayor concentración se reduce a 4 individuos en el abrigo de Los Canes), pero en
Portugal y el Mediterráneo aparecen algunos enterramientos agrupados (“necrópolis”). En este último

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caso, los difuntos comparten un terreno común en lo que podríamos considerar como una
socialización de la muerte, que podría haber servido para cohesionar al grupo bajo un destino común
más allá de la vida. Por otra parte, la etnología nos dice que las necrópolis son un hábito común en las
comunidades sedentarias o semi-sedentarias y suelen servir para reivindicar los derechos de propiedad
comunal sobre el terreno.

Podemos decir que el cambio en los enterramientos revela que las sociedades mesolíticas se han
vuelto endógamas, frente a las sociedades paleolíticas exógamas. Parece que las sociedades
mesolíticas se encerraron en sí mismas y redujeron al mínimo las relaciones con otras bandas,
provocando el desmantelamiento del llamado “grupo regional”. Los 14 individuos exhumados en El
Collado (Valencia), de hecho, revelan una profunda endogamia. Sin embargo, los enterramientos
ibéricos no presentan ningún indicio de estratificación social, al contrario de lo que sucede en el
Maglemosiense. Los enterramientos son igualitarios y los objetos que los acompañan se limitan a unas
pocas ofrendas muy sencillas (conchas y algún útil).

10.5. TRES MANERAS DE COMPRENDER EL MESOLÍTICO


- 10.5.1. LA NATURALEZA IMPONE SUS NORMAS: TEORÍA AMBIENTALISTA:
Desde que GORDON CHILDE propuso su célebre “teoría del oasis” para explicar la
“revolución neolítica” en Próximo Oriente, las condiciones ambientales se convirtieron en un
factor causal clave para explicar muchos cambios preneolíticos. La teoría ambientalista se
basa en dos axiomas: la naturaleza condiciona de manera determinante el comportamiento
humano y la adaptación cultural es la herramienta de que disponen los seres humanos para
conseguir la adecuación a la naturaleza cambiante. Para BINFORD, el aumento del nivel del
mar que tuvo lugar con la llegada del Holoceno puso a disposición de los seres humanos el
más amplio repertorio de recursos-r y generó las economías de amplio espectro. BAILEY
aplicó la teoría ambientalista al caso particular de la cornisa cantábrica de la península
Ibérica.

Los detractores de esta teoría critican que la noción de adaptación cultural posee una carga de
determinismo ecológico indefendible, donde los seres humanos constituyen meros productos
sometidos a los arbitrios de la naturaleza.

- 10.5.2. EL PERENNE AUMENTO POBLACIONAL: Teoría demográfica En la década de


1970, el modelo neomalthusiano del cambio se había convertido en ortodoxia en las ciencias
sociales y económicas occidentales. Este modelo, que comparte algunas cosas con el modelo
ambiental, parte de los siguientes axiomas:

- La adaptación cultural sigue siendo la clave para comprender el cambio social.


- La humanidad sufrió un continuado e imparable incremento poblacional a lo largo de
todo el Paleolítico, generándose un problema de presión demográfica crónica.
- Las urgencias alimentarias en el Paleolítico solo pudieron solventarse incorporando
sucesivas estrategias de intensificación de los recursos.
- La situación se hizo insostenible en el Mesolítico, cuando solo quedó una salida para
superar el problema de la presión demográfica crónica: sustituir el modo de
producción de alimentos cazador-recolector por el nuevo agrícola-ganadero. CLARK
aplicó la teoría demográfica al caso particular de la cornisa cantábrica de la península
Ibérica.

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Los detractores de esta teoría critican su excesivo reduccionismo y materialismo, que


prescinde por completo de la creatividad humana.

- 10.5.3. ¿POR QUÉ NO REIVINDICAR LA SOLIDARIDAD?: TEORÍA


SOCIOCULTURAL: La arqueóloga postprocesualista BENDER plantea una hipótesis que

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parte de dos axiomas: la solidaridad constituye el pilar principal del modo de vida
cazador-recolector y la aparición del almacenamiento exige una autoridad para su desarrollo,
que a la postre tenderá a ejercer un control de acceso a los recursos. Lo importante en este
enfoque no es el modo de obtención del alimento (caza-recolección o agricultura-ganadería),
sino el sistema de relaciones sociales imperante en cada comunidad.

TEMA 11. EPIPALEOLÍTICO Y MESOLÍTICO DE LA PENÍNSULA


IBÉRICA.
11.0. INTRODUCCIÓN:

Para la mayoría de los investigadores, la mejoría climática que supuso la llegada del Holoceno suscitó
el cambio en los modos de subsistencia durante el Epipaleolítico y el Mesolítico. Dentro de esta
corriente ambientalista, destaca FLANNERY, quien acuñó la expresión “revolución de amplio
espectro” para hacer referencia a la implantación de una economía y una dieta diversificadas, como
paso previo a la “revolución neolítica” que cambió el modo de obtención de los alimentos. Otros
autores se enmarcan en la corriente demográfica, defendiendo el continuo incremento demográfico
durante el Paleolítico y la necesidad de proporcionar recursos a una población creciente como motor
del cambio.

El inicio de las culturas postpaleolíticas ha sido fijado por convención en 11,5 ka BP. Pero hay razones
para remontarlo hasta el interestadio Anglés (15,5-14 ka BP), cuando se produjeron una serie de
cambios bioclimáticos que repercutieron en el comportamiento humano. Por un lado, la mejoría
climática y la subida del nivel del mar motivaron en los grupos humanos un movimiento hacia
territorios más elevados (persiguiendo especies de montaña como la cabra montés) y un mayor interés
en los recursos marinos (pesca y marisqueo). Por otro lado, muchas especies animales típicas de
períodos anteriores se trasladaron a latitudes más altas (reno y caballo) o se extinguieron (mamut y
bisonte), siendo reemplazadas por especies de bosque o paisaje mixto (ciervo, corzo y jabalí) y
manteniéndose la cabra montés en la montaña. Entre 9 y 5 ka BP, tiene lugar el óptimo climático del
Holoceno, con la extensión de los bosques y la estabilización del nivel del mar básicamente en los
niveles actuales.

La innovación y la expansión de ideas y artefactos entre grupos humanos vinculados por áreas
geográficas son aspectos cruciales del Epipaleolítico y el Mesolítico europeos. La industria lítica
experimenta un proceso de microlitización (Epipaleolítico) y geometrización (Mesolítico). Aparece el
concepto de necrópolis, que puede entenderse desde la necesidad de articular una mayor cohesión
social y territorial motivada por la mayor concentración poblacional, las nuevas formas de gestión de
los recursos o la competencia por el dominio del territorio. Una cuestión espinosa es el reciente
descubrimiento de restos cerámicos en yacimientos mesolíticos, ya que tradicionalmente la cerámica
ha sido asociada a los modos de vida neolíticos.

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Las culturas postpaleolíticas se engloban en dos grandes grupos: Epipaleolítico y Mesolítico. Dentro
del Epipaleolítico, incluimos aquellas culturas que se desarrollan en el inicio del Holoceno
presentando conjuntos tecnológicos derivados del PSF (como el Aziliense y el Epipaleolítico
Microlaminar) y conservando tradiciones heredadas del Paleolítico. Dentro del Mesolítico, incluimos
aquellas culturas que también se desarrollan en el inicio del Holoceno pero muestran una mayor
complejidad social y una serie de innovaciones tecnológicas y en los modos de vida que son

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precursoras del Neolítico (como el Mesolítico de Muescas y Denticulados, los Concheros Asturienses
y Portugueses, el Mesolítico Geométrico y el Mesolítico Postaziliense con Geométricos).

11.1. EL EPIPALEOLÍTICO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA


- 11.1.1. EL AZILIENSE: El Aziliense se desarrolla entre 11,5 y 9 ka BP y toma su nombre
del yacimiento pirenaico-francés de Mas d’Azil. Se extiende por la cornisa Cantábrica, el
norte de los Pirineos y la región francesa del Perigord. El origen del Aziliense está en el
Magdaleniense Final cantábrico, concretamente a partir de la mejoría climática que supuso el
interestadio Alleröd (12-11 ka BP), ya que desde entonces se observa un descenso en el
número de útiles óseos, que podría deberse a la abundancia en la disponibilidad de madera y
su posible empleo en la fabricación de herramientas.

La industria lítica aziliense se caracteriza por la presencia de “raspadores unguiformes”


(raspador con hocico en forma de uña y bordes ligeramente rebajados) y la microlitización,
predominando las hojitas de dorso abatido y las “puntas azilienses” (punta sobre hoja con un
borde curvo formado por retoque abrupto). El útil óseo típico es el “arpón aziliense” (arpón
plano con perforación ojival en la base y una sola hilera de dientes), que supone una
evolución desde los tipos alargados con abultamiento en la base y sin perforación del
Magdaleniense.

En el río Asón (Cantabria), se han reconocido los dos sistemas de ocupación del territorio
descritos por BINFORD: “movilidad logística” (movimiento de pequeños grupos de trabajo
que van y vuelven al campamento residencial) y “movilidad residencial” (movimiento de toda
la banda que traslada el campamento residencial de un lugar a otro). Se conocen más de 50
yacimientos desde Galicia hasta Navarra, tanto en la costa como en la montaña (hasta los
1000 m de altura).

En cuanto a la subsistencia, se incrementa la tendencia ya existente desde el Magdaleniense a


la diversificación e intensificación en la explotación de los recursos alimentarios,
capturándose una gran variedad de mariscos, peces y aves.

Las muestras de arte son escasas en el Aziliense, salvo los cantos pintados (exclusivos de esta
cultura) y algunas decoraciones geométricas grabadas en arpones y colgantes óseos. El
descenso del arte mueble y la práctica desaparición del arte rupestre pueden deberse a una
transformación ideológica. Debieron de ocurrir cambios sociales importantes que no son
fácilmente observables y que pudieron estar motivados por la mejoría climática.

En cuanto a los enterramientos, el más conocido del Aziliense ibérico es el de Los Azules
(Asturias): una inhumación en fosa cubierta por una losa de piedra de un hombre de unos 40
años, tendido sobre la espalda, presentando elementos claramente ritualización (restos de
ocre, algunos instrumentos líticos y óseos y un montón de conchas de moluscos).

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- 11.1.2. EL EPIPALEOLÍTICO MICROLAMINAR: El Epipaleolítico Microlaminar se


desarrolla entre 11 y 9 ka BP en el Mediterráneo y el valle del Ebro. Su origen está en el
Magdaleniense Superior mediterráneo.

El material óseo disminuye considerablemente y la industria lítica presenta leves variaciones


que han sido clasificadas según un criterio funcional (FORTEA):

- Facies Sant Gregori (por el yacimiento catalán homónimo). Se caracteriza por el


predominio de raspadores (50%), generalmente sobre láminas, y la abundancia de
microlitos (25%), destacando las hojitas de dorso abatido. El resto de la industria son
fundamentalmente piezas de sustrato, siendo muy escasos los microlitos geométricos.
- Facies Mallaetes (por el yacimiento valenciano homónimo). Se caracteriza por el
predominio, aunque no tanto como en la facies Sant Gregori, de raspadores (⅓),
también sobre láminas, y la presencia menor de buriles (10%) y microlitos (10%),
destacando también las hojitas de dorso abatido. El resto de la industria son
fundamentalmente piezas de sustrato, siendo inexistentes los microlitos geométricos.

En cuanto a la ocupación del territorio, se observa una mayor fragmentación regional y una
tendencia hacia el sedentarismo. La movilidad residencial va dejando paso a la movilidad
logística, con campamentos multifuncionales de larga ocupación rodeados por yacimientos
destinados a actividades especializadas (caza, recolección, marisqueo, obtención de materias
primas, etc.) Los hábitats suelen hallarse en cuevas y abrigos.

En cuanto a la subsistencia, se incrementa la tendencia ya existente desde el Magdaleniense a


la diversificación e intensificación en la explotación de los recursos. Existen pruebas de caza
especializada sobre ciervo y cabra montés, aparte del predominio de lagomorfos (conejos y
liebres). Pero la mejoría climática debió de suponer también un aumento de la recolección de
frutos silvestres.
El arte casi desaparece (excepto algunos cantos y plaquetas decorados). En Cueva de Nerja
(Málaga) hay un enterramiento femenino en posición lateral y con los brazos y piernas
flexionados, con un conjunto de piedras rodeando el cadáver y restos de ocre.

11.2. EL MESOLÍTICO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA


- 11.2.1. EL MESOLÍTICO DE MUESCAS Y DENTICULADOS:
El Mesolítico de Muescas y Denticulados es una facies macrolítica representada en el
Mediterráneo (sobre todo, en Cataluña) y el valle del Ebro entre 9 y 7,5 ka BP. En algunos
yacimientos conecta el Epipaleolítico Microlaminar con el Mesolítico Geométrico.

La cultura material se restringe prácticamente a la industria lítica, caracterizada por la talla


expeditiva (mediante percusión directa dura), los soportes sobre lascas y un alto número de
útiles de sustrato, destacando las muescas y los denticulados. La funcionalidad de muescas y
denticulados, vinculada a la transformación de materiales perecederos como la madera y las
pieles, encaja con la ausencia de útiles óseos.

Las estrategias de ocupación siguen el modelo logístico y los hábitats se hallan normalmente
en cuevas y abrigos. La caza constituye la base económica, mientras que el marisqueo aporta
una importante fuente de nutrientes en emplazamientos costeros.

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- 11.2.2. EL ASTURIENSE
El Asturiense es un período mesolítico que se desarrolla en el oriente de Asturias y el
occidente de Cantabria entre 9 y 5,5 ka BP.

El elemento más característico de su industria es el “pico asturiense” (núcleo de cuarcita

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modificado en un extremo para conseguir una punta roma), cuyo uso se relaciona con el
marisqueo y cuya tosca tipología llevó a pensar a los primeros arqueólogos que correspondía
al Paleolítico Inferior o Medio. También destacan las raederas, las muescas y los denticulados.
Las herramientas óseas se reducen, pero hay que destacar los “anzuelos” (huesos doblemente
apuntados).

El modelo de ocupación asturiense es el de la movilidad logística, con campamentos


residenciales de larga duración en las costas y movimientos estacionales hacia el interior.

Los principales yacimientos son costeros, destacando los Mazaculos, Molino de Gasparín y
La Riera.

La subsistencia se basaba en la explotación de los recursos marinos (pesca y marisqueo),


complementaba con la caza en los bosques cercanos (ciervos, corzos y jabalís).

En Molino de Gasparín (Asturias), se ha descubierto un enterramiento con un contexto ritual


similar al de Los Azules, pero incluyendo además el ajuar tres picos asturienses. El
paralelismo ha sido interpretado en clave de continuidad Aziliense-Asturiense.

- 11.2.3. EL MESOLÍTICO POSTAZILIENSE CON GEOMÉTRICOS:

La comunidad arqueológica ha distinguido siempre la existencia de dos realidades distintas


del Mesolítico cantábrico (9-5,5 ka BP): el litoral occidental dominado por el Asturiense y el
litoral oriental y el interior dominados por una evolución del Aziliense caracterizada por la
incorporación de elementos geométricos.

En Braña-Arintero (León), en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica, se han encontrado


dos esqueletos humanos en el interior de una cueva, con restos de ocre y de un posible
envoltorio de pieles o fibras vegetales. En Xestido (interior de Lugo), se ha hallado una
industria lítica que encaja perfectamente en el Postaziliense. Ambos emplazamientos deben
hacernos reconsiderar los modelos de ocupación del territorio de estas comunidades
mesolíticas, quizás más extensos de lo que pensamos.

- 11.2.4. LOS CONCHEROS PORTUGUESES: La cultura de los Concheros Portugueses se


desarrolla en el litoral meridional portugués, desde la desembocadura del Tajo hasta el
Algarve, entre 8,5 y 7 ka BP. Los yacimientos se caracterizan por la presencia de grandes
depósitos estratigráficos de conchas.

La cultura material es fácilmente reconocible. Los elementos más destacados de la industria


lítica son los microlitos geométricos (trapecios, triángulos y segmentos) obtenidos con
microburil. Los útiles óseos son escasos.

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La ocupación responde a un modelo logístico, existiendo dos tipos de yacimientos:


- Campamentos-base, de gran extensión, ubicados en lugares ricos desde el punto de
vista medioambiental, que permitirían una economía de amplio espectro. En estos
campamentos se han encontrado estructuras de hábitats elaboradas, necrópolis e
industrias líticas con predominio de geométricos.
- Sitios especializados, de pequeña dimensión, objeto de ocupaciones esporádicas y

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sucesivas, que permitirían una economía de corto espectro especializada
(fundamentalmente pesca y marisqueo). En estos sitios, predomina una industria lítica
generada a partir de técnicas de talla expeditiva.

Predominan los hábitats al aire libre, aunque también los hay en cueva y en abrigo. Las redes
de contacto a larga distancia se heredaron del Paleolítico Superior y probablemente se
basaban, según modelos etnográficos, en unidades de reproducción y redes de seguridad. Se
han propuesto redes de contacto con la Meseta y Andalucía así como la posibilidad de
contactos por vía marítima por navegación de cabotaje (sin alejarse de la costa), aunque no
existen evidencias arqueológicas al respecto.
La subsistencia se caracteriza por la explotación diversificada de los recursos (caza, pesca,
marisqueo y recolección). Los animales más capturados son el ciervo, el jabalí, los
lagomorfos y las aves. Cabe destacar que, según estudios isotópicos de restos humanos
recuperados en enterramientos mesolíticos, el mayor aprovechamiento de proteínas acuáticas
(hasta un 50%) se aprecia en los Concheros Portugueses. También se han encontrado restos de
perros, algunos de los cuales podrían haber sido enterrados y no consumidos, lo que ha hecho
pensar en que podrían haber sido utilizados por los hombres como ayuda en las expediciones
de caza. La confirmación de esta hipótesis significaría que las poblaciones mesolíticas
portuguesas habrían sido capaces ya de domesticar al perro.

El arte se reduce a adornos consistentes en conchas perforadas, vértebras de pez seccionadas y


perforadas y pendientes de piedra y hueso. Extraordinarios son los centenares de
enterramientos hallados cerca de los ríos Muge (p. ej., Cabeço de Arruda) y Sado (p. ej.,
Cabeço do Pez). Los cuerpos se depositan sobre los propios concheros. Las sepulturas suelen
ser individuales, aunque también las hay múltiples pero solo en el caso de las mujeres. Los
restos infantiles se encuentran separados de los adultos, en áreas diferenciadas y apartadas.
Los ajuares se limitan a los adornos en conchas.

- 1.2.5. EL MESOLÍTICO GEOMÉTRICO: El Mesolítico Geométrico es una facies


microlítica representada en el Mediterráneo (sobre todo, en Valencia) y el valle del Ebro entre
9 y 7 ka BP.

La cultura material se caracteriza por una industria lítica laminar, con abundancia de
geométricos. El instrumental óseo es escaso. El yacimiento de Cocina (Valencia) permitió
diferenciar cuatro fases con elementos geométricos, de las cuales las dos primeras
corresponden al Mesolítico Geométrico y las dos últimas marcarían la transición al Neolítico
y el Neolítico. Predominan los trapecios en Cocina I y los triángulos en Cocina II. Estudios de
huellas de uso apuntan al uso de los útiles geométricos como puntas de proyectil para la caza.

Las estrategias de ocupación combinan la movilidad logística y residencial. Los hábitats se


hallan normalmente en cuevas y abrigos, aunque también existen algunos importantes
yacimientos al aire libre.

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En cuanto a la subsistencia, se combinan la diversificación general en el aprovechamiento de


los recursos y la especialización estacional en ciertos alimentos. La dieta se basaba en la caza
y la recolección, complementaba con la pesca y el marisqueo donde era posible. Las especies
dominantes son el ciervo, el jabalí, la cabra y el corzo.

En cuanto al arte, básicamente se reduce a adornos sobre elementos naturales poco


modificados: conchas marinas, huesos y dientes. También se hallan plaquetas con
representaciones geométricas. Estas representaciones continúan con la tradición expresiva no
figurativa iniciada durante el Epipaleolítico Microlaminar. Hay una gran abundancia de
enterramientos, sobre concheros y con ofrendas. En la necrópolis al aire libre de El Collao
(Valencia), se han contabilizado 15 enterramientos consistentes en pequeñas fosas practicadas
sobre el propio conchero y los cuerpos se encuentran en posición lateral y con los brazos y
piernas flexionados.

TEMA 12. EL ARTE MUEBLE PALEOLÍTICO


12.1. INTRODUCCIÓN:
El arte paleolítico se divide por razones didácticas en dos grupos: arte rupestre (realizado sobre
soportes fijos, como paredes de cuevas y paredes rocosas) y arte mueble (realizado sobre pequeños
objetos susceptibles de ser transportados). Mientras el arte rupestre fue considerado desde su
descubrimiento como la máxima manifestación de la capacidad de simbolización humana durante el
Paleolítico y de la belleza en la Prehistoria (considerándose una más de las bellas artes), el arte
mueble ocupó un lugar menor, como si de un arte meramente decorativo se tratara, con una
consideración más utilitaria. Hoy sabemos que ambos tipos de arte son utilitarios, en el sentido de que
se hicieron para algo más que la simple contemplación estética, y que ambos nacen del mismo
impulso simbolizador, formando parte del relato que acompaña a las emergencias cognitivas que nos
van haciendo más humanos.

El arte mueble aparece generalmente en la zona de hábitat del yacimiento (en los ámbitos de trabajo,
cocina o descanso), pero en otras ocasiones aparece en contextos cargados de simbolismo
(enterramientos, pozos de ofrendas o recintos especiales).

El primer arte mueble europeo muestra ya una belleza y una técnica sorprendentes, como puede verse
en la escultura de caballo en marfil de Vogelherd (atribuida al Auriñaciense alemán). En Iberia, en
cambio, tanto el arte mueble como el rupestre siguen presentando un desarrollo gradual y un desigual
reparto cronológico y geográfico. En cuanto a la cronología, el arte mueble va creciendo en calidad y
en cantidad desde el PSI hasta la explosión creativa del Magdaleniense Medio. En cuanto a la
geografía, el área cantábrica ofrece el repertorio más espectacular y variado, con claros paralelos
franceses, mientras que en el resto peninsular la mayoría tiene una distribución periférica y costera.

12.2. LA NATURALEZA DEL ARTE MUEBLE PENINSULAR:


Cada ámbito está condicionado por las materias primas disponibles, por su biotopo, por su desarrollo
cultural y por las redes de intercambio. En la actualidad, los objetos de arte mueble son estudiados con
una metodología de cadena operativa. Se trata de conocer y reconstruir todo el proceso en sus
diferentes etapas: el diseño en la mente del creador, la selección y obtención de la materia prima, las
técnicas empleadas en su elaboración, el uso que tuvieron durante su vida útil, cómo fue su final, los

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procesos postdeposicionales sufridos tras su abandono y el tratamiento necesario para su


conservación.

- 12.2.1. LAS MATERIAS PRIMAS Y LOS TIPOS DE OBJETOS: Distinguimos dos tipos
de soportes:
- Soportes orgánicos, entre los que hay diferentes tipos de huesos, astas y dientes

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normalmente de mamíferos, conchas de moluscos y vértebras de peces. El marfil, tan
usado en el arte paleolítico centroeuropeo, es muy raro en Iberia. Algunos huesos, por
su tipo de morfología, condicionan el tipo de objetos: las falanges de ciervo para
hacer silbatos, los hioides para ser recortados en forma de cabeza de caballo o cabra,
los caninos atrofiados de ciervo para un tipo de colgante, los huesos de aves para
estuches o flautas y el asta para azagayas, arpones, bastones, propulsores y varillas.
- Soportes inorgánicos, que son diferentes tipos de rocas. En el Cantábrico, son
frecuentes las cuarcitas, cuya superficie externa, lisa y brillante en los cantos rodados,
fue decorada en ocasiones. También las plaquetas desprendidas de las paredes de las
cuevas o las areniscas transportadas hasta el yacimiento.

LEROI-GOURHAN estableció en 1965 una útil clasificación que combina criterios de forma,
función y significado:

- 12.2.2. LAS TÉCNICAS DE REALIZACIÓN: Las manifestaciones artísticas que reciben


los soportes se realizan mediante procesos técnicos sencillos: grabar (las más usada en el arte
mueble ibérico), pintar (muy rara en el arte mueble ibérico), recortar, perforar, desgastar con
abrasivos, pulir y modelar.

- 12.2.3. LOS TEMAS TRATADOS Y EL IMAGINARIO MOBILIAR: Los temas tratados


en el arte mueble ibérico son básicamente tres:
- Signos. Son el tema más representado. Pueden ser muy simples (una raya, una muesca, unos
trazos pareados o unos impactos sobre bloques de cuarcita) o muy elaborados (representación
esquemática de un animal u objeto: tectiformes, escaleriformes, etc.) Los más simples suelen
aparecer en objetos de uso precario (como azagayas y arpones) y se les atribuye una finalidad
meramente operativa (mejorar la adherencia al mango, depositar veneno, marca de propiedad,
etc.) Los más elaborados suelen tener correspondencia en el arte rupestre y probablemente
aluden a significados más complejos.

- Figuras animales. El inventario dista mucho de reflejar la biodiversidad de cada área, pero sí
responde al interés como recurso alimentario. Los más representados en la península Ibérica
son el ciervo, el caballo, la cabra y el bisonte. En el Cantábrico, predominan las ciervas en el
Magdaleniense sin arpones y los bisontes en el Magdaleniense con arpones. También destacan

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los renos en este segundo período, pese a ser casi inexistentes entre la fauna consumida. En el
Mediterráneo, apenas aparece el conejo, pese a ser con gran diferencia la especie más
consumida.

- Figuras humanas. Son muy escasas en Iberia. No existen las esculturas femeninas que realzan
los caracteres sexuales o maternales (Venus). Destaca la mujer bestializada como cabra tallada

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en asta de Las Caldas (Asturias).

12.3. EL REPARTO CRONOLÓGICO, LAS CONVENCIONES Y LOS OBJETOS:


Los primeros objetos de arte mueble ibérico corresponden al Musteriense. Durante el PSI y el
Solutrense van aumentando. Pero será en el Magdaleniense cuando se produzca el gran salto, tanto en
calidad como en cantidad y variedad.

- 12.3.1. El Musteriense: El reconocimiento del arte mueble musteriense forma parte del
debate sobre el comienzo del llamado “comportamiento humano moderno” en relación con la
capacidad de simbolización. Se han encontrado adornos colgantes realizados mediante
perforaciones sobre conchas marinas decorados con colorantes en Cueva de los Aviones y
Cueva Antón (Murcia) y Lezetxiki (País Vasco), datados hacia 50 ka BP (PMC). Destaca la
ausencia de este tipo de objetos en los numerosos yacimientos del MF.

- 12.3.2. PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL: El arte mueble no existe por ahora en


contextos de Chatelperroniense y es muy escaso en contextos de Auriñaciense. No obstante,
dentro del Auriñaciense, merecen citarse algunos adornos colgantes, conchas marinas
perforadas y fragmentos de huesos con siluetas animales grabadas o pintadas. Aparece
además un tipo de colgante que tendrá larga perduración y significado en el Paleolítico
Superior europeo: los caninos atrofiados de ciervo, que a veces presentan profundas estrías
grabadas. El Gravetiense tampoco es muy rico, pero tenemos colgantes, huesos decorados y el
comienzo de la gran colección de plaquetas grabadas y pintadas del Mediterráneo, sobre todo
de Parpalló (Valencia).

- 12.3.3. EL SOLUTRENSE: Los colgantes aumentan en número y variedad. Destaca el uso


de huesos más trabajados, mediante el recortado y el modelado volumétrico, sobre todo el
ámbito cantábrico, en sintonía con el Solutrense francés. También se constata el aumento de
los signos y los grabados sobre plaquetas, destacando las de Parpalló (Valencia).

- 12.3.4. EL MAGDALENIENSE: Los signos se multiplican y los animales se representan


con un creciente realismo, representándose incluso el movimiento. Puede dividirse en dos
fases:
- Magdaleniense sin arpones. Lo más destacable son las ciervas de trazo estriado, que
también aparecen en el arte rupestre y han sido interpretadas como un signo de la
existencia de una “macrobanda” entre Asturias y Cantabria (MOURE). Los útiles y
armas en hueso experimentan un fuerte incremento y se decoran con motivos lineales
y geométricos (ángulos, zigzags, rombos, escaleriformes, tectiformes, etc.)
- Magdaleniense con arpones. Aparecen nuevos objetos por influjo francés (como
bastones perforados, espátulas pisciformes, contornos recortados y rodetes), que se
acompañan de decoraciones animales que responden a nuevas convenciones como los
bisontes de perfil o las cabras en visión frontal. También se incorporan nuevas figuras
como los renos y los peces. Durante el Magdaleniense Final aparece un estilo

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francamente naturalista. El Magdaleniense mediterráneo participa en menor medida


de esta efervescencia creativa cantábrica.

12.4. EL REPARTO GEOGRÁFICO Y LAS GRANDES COLECCIONES:


- 12.4.1. El Cantábrico: Esta área va desde el centro de Asturias hasta Navarra. El Paleolítico
Superior en Galicia es mal conocido, aunque existen algunos colgantes de probable atribución
magdaleniense (p. ej., Cova Eirós). En la cuenca del Nalón (Asturias), destacan las cuevas de
Las Caldas y La Viña, donde se han encontrado figuras humanas grabadas en plaquetas y
talladas en asta, incluyendo una mujer bestializada que es única en Iberia. En la cuenca del
Sella (Asturias), destaca la Cueva del Buxu, con una escultura de ave solutrense sobre un
colmillo de oso de las cavernas. En Cantabria, Cueva del Castillo (colección de ciervas de
trazo estriado y bastón perforado con un ciervo grabado), Cueva del Pendo (bastón perforado
faliforme y grabados con signos y cabezas de ciervas) y Altamira (colección de huesos
grabados con ciervas de trazo estriado). En el País Vasco, Lezetxiki (colgantes musterienses)
y Ekain (extraordinaria plaqueta del Magdaleniense Superior, con la superposición de una
cabra montés y un ciervo). En Navarra, tenemos los caballos grabados sobre plaquetas de la
cueva de Abauntz.

- 12.4.2. EL INTERIOR PENINSULAR Y PORTUGAL: En la Meseta, existen pocas


piezas, pero algunas de extraordinaria calidad, todas asignables al Magdaleniense y
normalmente sobre piedra. Destaca la colección de plaquetas con representaciones animales
de Cueva de la Hoz (Guadalajara). En Portugal, se han hallado colgantes sobre conchas y
dietes de ciervo desde el Gravetiense y una plaqueta solutrense con cabras grabadas en Vale
Boi (Algarve). La mayoría de las piezas son también magdalenienses y sobre soporte pétreo.

- 12.4.3. CATALUÑA Y EL VALLE DEL EBRO: Estas áreas presentan un arte de tradición
mediterránea. Salvo algunos signos sobre hueso de cronología gravetiense en Balma de la
Griera (Tarragona), casi todo el arte mueble corresponde al Magdaleniense Superior, como las
cabezas de cierva grabadas sobre hueso en Bora (Girona).

- 12.4.4. LEVANTE Y ANDALUCÍA: Esta zona está marcada por la extraordinaria colección
de más de 5000 plaquetas grabadas y pintadas de Parpalló (Valencia), que arrancan en el
Gravetiense Reciente (desde 25 ka BP) y llegan al Magdaleniense Superior (hacia 11 ka BP).
Entre estas plaquetas, sobresale la cierva solutrense que amamanta a un cervatillo, que
presenta los típicos trazos pareados solutrenses. Durante el Magdaleniense aparecen figuras
más estilizadas y en movimiento, signos más complejos y nuevas técnicas como el trazo
múltiple, las tintas planas y la bicromía. En Mallaetes (Valencia), existe otra colección de
plaquetas parecida aunque más escasa. Finalmente, en cueva de Nerja (Málaga), encontramos
un percebe con dos entalladuras datado en 28 ka BP.

TEMA 13. EL ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO DE LOS


CAZADORES-RECOLECTORES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

13.0. INTRODUCCIÓN:
Mientras que el arte mueble paleolítico se distribuye a lo largo de toda Europa, el arte rupestre se
concentra básicamente en Francia e Iberia. La gran mayoría de los objetos de arte mueble se encuentra

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en las zonas de hábitat, mezclada con otros restos óseos y líticos. Las figuras rupestres, en cambio,
suelen emplazarse en lugares apartados de los hábitats. El tamaño y la complejidad técnica del arte
rupestre suelen ser superiores a los del arte mueble. Además, tradicionalmente se ha pensado que el
arte rupestre es el soporte en que se manifiestan las creencias más profundas de las sociedades
paleolíticas, aunque hoy sabemos que el arte mueble tampoco fue ajeno a las mismas. La primera
cueva con arte rupestre fue Altamira y se dio a conocer públicamente por SAUTUOLA en 1879.

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13.2. SOPORTES Y TÉCNICAS
13.2.1. SOPORTES: Se distinguen tres soportes en función del grado de radiación solar soportado
por las figuras y la protección natural para su conservación:
- Paredes, techos y suelos de las cuevas, donde la luz solar no penetra en ningún momento y las
imágenes están muy protegidas.
- Abrigos rocosos o áreas externas de las cuevas, donde la luz ilumina las imágenes en algún
momento del día y estas están bastante protegidas.
- Superficies de rocas al aire libre, donde la luz diurna permite la contemplación prolongada de
las imágenes y estas están desprotegidas. Son ejemplos de buen soporte los esquistos (roca
dura caracterizada por su hojosidad) y de mal soporte las calizas(roca sedimentaria muy
porosa). En la cuenca media del Duero, existen importantes muestras de arte rupestre sobre
roca al aire libre (p. ej., Mazouco y Siega Verde).
El arte paleolítico documentado en el primer soporte es mucho más abundante que el documentado en
los otros dos. Además, las características del soporte son determinantes a la hora de seleccionar la
técnica, pues las pinturas se pierden con gran facilidad en los lugares que más en contacto están con la
atmósfera. La técnica que mejor se conserva en los yacimientos menos protegidos es el grabado.
- 13.2.2. TÉCNICAS : La técnica principal es la pintura. Se utilizan diversos tonos cromáticos
(gradientes del rojo, amarillo y negro) derivados de la composición del pigmento, que suele
ser a base de ocres (óxidos de hierro) para los rojos y amarillos y carboncillos (carbón
vegetal) para los negros. La aplicación del pigmento podía ser en seco o disuelto en agua. Las
herramientas utilizadas van desde las yemas de los dedos hasta pinceles, espátulas, trozos de
piel e incluso posibles aerógrafos.

Existen, a su vez, diversas técnicas de pintura:


- Punteado, que consiste en la disposición sucesiva de puntos.
- Trazo continuo, que consiste en la disposición de líneas regulares.
- Trazo discontinuo, que consiste en la disposición de líneas irregulares.
- Tinta plana, que es la distribución uniforme del color en cantidad y en intensidad.
- Soplado, que es la proyección del pigmento hacia la pared, bien soplando con la boca,
bien usando posibles aerógrafos.

La segunda técnica en importancia es el grabado. Las herramientas empleadas son en su


mayor parte de origen pétreo (buriles, lascas y hojitas), aunque también se ha constatado el
uso de los dedos y se presume el uso de madera y de huesos apuntados. Las herramientas
escogidas influirán sin duda en el estilo: las incisiones en V provienen de herramientas con
punta o superficie afilada y las incisiones en U de herramientas con punta o superficie roma.

También existen, a su vez, diversas técnicas de grabado:


- Piqueteado, que consiste en la aplicación de impactos sucesivos que provocan
el desconchado de la superficie.

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- Raspado, que consiste en la eliminación de una capa del soporte, dejando al


descubrimiento la capa anterior, que ofrece una tonalidad distinta.
- Trazo simple o múltiple, que es el silueteado mediante una sola línea o varias
líneas paralelas poco agrupadas.
- Trazo estriado, que es el silueteado mediante varias líneas paralelas muy
agrupadas.

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- Trazos digitales, que son realizados con el dedo sobre superficies blandas.

13.3. CATEGORÍAS TEMÁTICAS


- 13.3.1. SIGNOS Una representación es un signo cuando no puede identificarse con certeza
con formas animales o humanas. Constituyen la mayoría de las figuras conocidas y presentan
gran diversidad morfológica: puntos, digitaciones, trazos, claviformes, geométricos, etc.

- 13.3.2. ZOOMORFOS: En el arte parietal, tienen gran relevancia los herbívoros,


normalmente presas de caza, como los bisontes, caballos, ciervos y cabras. Es típico que se
omita la representación de ciertas partes del animal, por lo que podemos encontrar cuerpos sin
cabezas, partes delanteras sin nada más, partes traseras sin nada más, etc. Destacan los
animales “fantásticos”, que presentan características extrañas (cabezas
desproporcionadamente pequeñas o grandes, patas muy cortas o muy largas, etc.) o de
diferentes animales (cabezas de un animal con cuerpo de otro o con rasgos de otro).
- 13.3.3. ANTROPOMORFOS: Se encuentran en poca cantidad. Frente al tratamiento
generalmente realista de las figuras animales, los antropomorfos casi siempre presentan
rasgos deformes. Muchos autores les llamas “fantasmas” o “batracios” y se cree que se deben
más a motivos culturales que a incapacidad técnica. Las Venus típicas del arte rupestre
europeo no se han constatado con claridad en el Paleolítico ibérico.
- 13.3.4. MANOS: Son muy abundantes y pueden haberse ejecutado en positivo (impregnando
la palma con color para plasmar su huella en superficie) o en negativo (silueteando la mano
sobre la superficie a través del soplado del pigmento).

- 13.3.5. LOS SERES HÍBRIDOS: son figuras mitad hombre mitad animal. Suelen
interpretarse como “chamanes” o “hechiceros”. Destaca el hombre-bisonte de El Castillo,
donde aprovechando formas rocosas sugerentes se añadieron detalles pintados y grabados.
- 13.3.6. ASOCIACIONES Y ESCENAS A menudo nos encontramos con paneles decorados
con diferentes tipos de figuras. No parecen apreciarse apenas “escenas” como tales, pero sí
cierta relación entre las figuras. LEROI-GOURHAN descubrió una distribución temática
según la partes topográficas de las cuevas, desde los grandes animales que se exhiben en los
lugares centrales hasta la acumulación de signos complejos que se emplazan en las estancias
más apartadas. También identificó un binomio temático principal caballo/bisonte en los
paneles centrales y más importantes de las cuevas, en torno al cual se posicionan el resto de
los animales y demás figuras. Todas estas estructuras estarían relacionadas con todo un
sistema de significados simbólicos. Pero lo cierto es que tales estructuras están lejos de ser
una constante en la enorme diversidad de cuevas pintadas.

Por otra parte, debe destacarse la aparente ausencia de imágenes vegetales y paisajes, aunque
algunos signos podrían representar el mundo vegetal.

13.4. CRONOLOGÍA:

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- 13.4.1. EL SISTEMA CRONO-ESTILÍSTICO DE BREUIL: BREUIL y


LEROI-GOURHAN establecieron sendas cronologías basadas en estilos, siguiendo un
esquema evolutivo-lineal. BREUIL concebía la existencia de dos ciclos crono-culturales de
representación en el Paleolítico: el “auriñaco-perigordiense” y el “solutreo-magdaleniense”.
Los presupuestos básicos de este sistema son que lo más simple técnica y morfológicamente
es siempre lo más antiguo y que las superposiciones de figuras también indican una evolución
temporal.
- 13.4.2. EL SISTEMA CRONO-ESTILÍSTICO DE LEROI-GOURHAN El modelo de
LEROI-GOURHAN establece 4 estadios figurativos que suponen la definición de 6 estilos:

El ciclo auriñaco-perigordiense de BREUIL se corresponde con los tres primeros estilos de


LEROI-GOURHAN y el solutreo-magdaleniense con los tres últimos. Ejemplos
paradigmáticos de paneles decorados con figuras de estilo IV en la región cantábrica son El
Castillo, Tito Bustillo y Ekain.

13.6. APROXIMACIÓN AL SIGNIFICADO:


Son tres los aspectos a tener en cuenta: el tema, el contexto y la etnología. 1

- 3.6.1. EL ARTE POR EL ARTE: Esta tesis, defendida por LARTET y MORTILLET, se
basa en que las decoraciones paleolíticas son realizadas únicamente por el mero placer
estético, sin tener ningún carácter trascendente.
- 13.6.2. LA MAGIA DE LA CAZA Y DE LA FECUNDIDAD Esta tesis, defendida por
BREUIL y OBERMAIER y basada en modelos etnológicos, parte del hecho de que la “magia
simpática” se fundamenta en la relación o identificación entre la imagen y el sujeto real, de
forma que si se actúa sobre la imagen del animal se actúa sobre el propio animal. El proceso
mágico tendría dos finalidades: la caza y la fecundidad. En el interior de las cuevas tendrían
lugar ceremonias mágicas y religiosas donde solo podrían participar los iniciados y que serían
oficiadas por hechiceros, representados en las pinturas por los seres híbridos. Las supuestas
flechas y heridas sobre los zoomorfos han servido también para sustentar esta teoría.
- 13.6.3. LAS TEORÍAS ESTRUCTURALISTAS El punto de partida de los investigadores
estructuralistas es el rechazo de las hipótesis etnológicas. LEROI-GOURHAN afirmó que
prácticamente la mitad de los animales representados son caballos y bisontes. Basándose en
esta dicotomía, concibió el conjunto de representaciones naturalistas como la yuxtaposición

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de un principio femenino (bisontes) y un principio masculino (caballos). De manera análoga,


habría signos masculinos (signos tenues y largos) y femeninos (signos plenos y geométricos).
- 13.6.4. EL CHAMANISMO CLOTTES Y LEWIS-WILLIAMS: defienden la tesis
chamánica en base a dos argumentos: el neuropsicológico (el sistema nervioso humano puede
generar estados de conciencia alterada) y el etnológico (el chamanismo está documentado en
comunidades cazadoras-recolectoras de todo el mundo). El origen del chamán estaría en la

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necesidad de racionalizar el acceso a los estados alterados de conciencia.

TEMA 14: EL ARTE DE LAS COMUNIDADES EPIPALEOLÍTICAS -


MESOLÍTICAS:
INTRODUCCIÓN:
Se analiza el arte aziliense junto con las expresiones relacionadas con el Epipaleolítico Microlaminar
y Geométrico en el arco mediterráneo de la Península Ibérica. Se destaca la diversidad de técnicas y
soportes utilizados, como la incisión, el piqueteado, la pintura negra y roja, en bloques al aire libre,
cavidades subterráneas, abrigos rocosos y elementos muebles. Recientes investigaciones en la cuenca
del Duero, así como en las cuencas de los ríos Tajo y Guadiana, señalan que esta región occidental de
la península es ideal para observar la relación entre el Paleolítico Superior y el Epipaleolítico. Esto se
evidencia a través de la cultura material, estratigrafías, cronologías absolutas y manifestaciones
artísticas, que muestran un contenido esquemático y abstracto, la continuidad de representaciones
zoomorfas y la introducción de la figura humana. Además, se sugiere que, en paralelo a las
transformaciones económicas, existe una larga tradición ideológica y simbólica en la región.

En cuanto al arte levantino, se caracteriza por figuras naturalistas y estilizadas, como cápridos,
cérvidos, bóvidos y antropomorfos en diversas actitudes, como arqueros, presentando dinamismo en
algunas representaciones.

Finalmente, se abordan las pinturas rupestres en el extremo sur peninsular, algunas vinculadas al arte
levantino y otras al arte esquemático, siguiendo las diversas contribuciones historiográficas
desarrolladas a lo largo del siglo XX.

14. 1. ÁREA CANTÁBRICA (AZILIENSE).


El Aziliense se caracteriza por motivos pintados, como puntos, trazos, líneas onduladas, cruces y
óvalos, sobre cantos, guijarros y plaquetas. Algunos objetos, como cantos y ocasionalmente huesos,
presentan trazos incisos. Los pigmentos utilizados son óxidos de hierro o manganeso, aplicados con
dedos, pinceles finos o proyectados, con aglutinantes aún por definir. Investigadores como C. Couraud
han sintetizado este estilo, que fue reconocido por E. Piette en Le Mas d’Azil en el siglo XIX,
destacándose por diferencias respecto a otras expresiones paleolíticas. Desde los años veinte, se ha
descrito como un arte decadente, aunque con abstracciones concebidas en seres evolucionados, y en
los años cincuenta, F. Jordá lo consideró conceptual y racionalista.

- 14.1.1. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: El arte aziliense, de carácter exclusivamente


mueble, se ha encontrado en Francia, España, Italia y Suiza, siendo Asturias, Cantabria y País
Vasco lugares donde se localiza en España. Aunque en conjunto los cantos decorados en estas
regiones no llegan al medio centenar, se han documentado numerosos cantos pintados y
grabados en Le Mas d’Azil (Ariège). Se han hallado también restos decorativos grabados
sobre hueso, como azagayas, arpones y espátulas, con motivos simples como formas
angulares, zigzags y líneas incisas. Aunque se sustituye la tipología del arpón magdaleniense

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en el aziliense, la Cueva de los Azules presenta formas híbridas con decoraciones. Además, se
encuentran colgantes decorados en hueso en ciertos yacimientos de Cantabria y estilizaciones
de cabezas de cáprido en la Cueva de Ekain (País Vasco). A pesar de la mencionada tendencia
naturalista, no se conocen representaciones figurativas del arte aziliense en España
comparables a las del Suroeste francés, lo que sugiere posibles problemas estratigráficos en
algunas excavaciones del siglo XX.

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- 14. 1.2. CRONOLOGÍA: En los hallazgos más recientes de La Lluera I y Los Azules
(Asturias), El Piélago y Cueva de San Juan (Cantabria), y Anton Koba, Aitzbitarte IV, Ekain,
Atxeta y Arenaza (País Vasco), se define el Aziliense antiguo, asociado al Alleröd y paralelo
al magdaleno-aziliense francés, con decoraciones limitadas a azagayas y arpones. El Aziliense
clásico, desarrollado en el Dryas III y Preboreal, presenta manifestaciones sobre hueso, cantos
pintados y plaquetas o cantos con grabados, siendo notable la escasa presencia de plaquetas
(abundantes en el Magdaleniense) y el uso extendido de cantos (ausentes en el período
anterior).

- 14. 1.3. SIGNIFICADO: Las interpretaciones de las manifestaciones artísticas azilienses han
sido diversas, considerándolas formas de sintaxis semánticamente incomprensibles o sistemas
de notación. F. D'Errico ha propuesto hipótesis interesantes desde la tecnología del arte
prehistórico, centrándose en el gesto del artista, las técnicas utilizadas y sus motivaciones. Su
enfoque se basa en la relación entre el producto obtenido, la expresión plástica y el útil
empleado, proponiendo que los trazos expresan el ritmo rápido de los impactos del artista
prehistórico. Aunque se ha avanzado en la comprensión, el significado aún no está
completamente claro. En la Cueva de los Azules, diecinueve cantos decorados estaban
vinculados a una sepultura.

14. 2. OCCIDENTE E INTERIOR PENINSULAR (ESTILO V).


En el occidente peninsular, investigadores como P. Bueno Ramírez, R. de Balbín Behrmann y J.J.
Alcolea González están identificando la presencia de un Estilo V, según la clasificación de A.
Leroi-Gourhan y A. Roussot. Este estilo, posterior al Paleolítico, se caracteriza por obras figurativas,
como las encontradas en Abri Morin, Borie del Rey y Pont d’Ambon en Francia, y posiblemente en
lugares como el Lot, Italia, España y posiblemente Bélgica. El Estilo V, inicialmente en el arte mueble
del Suroeste francés, se manifiesta luego en el arte rupestre, como en Siega Verde (Salamanca), donde
se identifican figuras superpuestas a representaciones paleolíticas anteriores. Estas figuras, con técnica
de incisión fina, muestran zoomorfos conceptualizados con ciertos elementos geométricos y signos
sincrónicos como retículas y líneas cortas paralelas, caracterizando el Estilo V.
- 14.2.1. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: En la Meseta, S. Corchón Rodríguez identifica
secuencias paleolíticas tardías y una fase epipaleolítica en Cueva de la Griega (Pedraza,
Segovia) y Cueva Palomera (Ojo Guareña, Merindad de Sotoscuevas, Burgos). Las plaquetas
decoradas en Fariseu, Cardina I y Quinta da Barca Sul (Vila Nova de Foz Côa, Portugal)
reflejan características estilísticas y temáticas similares a Siega Verde, incluyendo équidos,
bóvidos y signos. En Peña de Estebanvela (Ayllón, Segovia), hay plaquetas y cantos de
esquisto-pizarra con grabados geométricos y naturalistas. En Molino Manzánez (Alconchel y
Cheles, Badajoz), H. Collado Giraldo identifica grabados epipaleolíticos superpuestos a
representaciones paleolíticas, sugiriendo paralelos con lugares cercanos. Se establece una
conexión entre el Estilo V y el arte levantino, posiblemente evidente en grabados más
antiguos de Abrigo Grande de Minateda (Hellín, Albacete).

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- 14.2.2. CRONOLOGÍA: Las pinturas y grabados en cavidades subterráneas, abrigos


rocosos, bloques al aire libre y soportes muebles, con fechas precisas en muchos casos, se
ubican aproximadamente entre 11,500 y 9,000 años antes del presente. Estas manifestaciones
evidencian la continuidad y transformación progresiva de las representaciones paleolíticas,
mostrando una coexistencia interesante entre el naturalismo y el esquematismo por parte de
los cazadores recolectores del Holoceno inicial.

14. 3. EL ARCO MEDITERRÁNEO (ARTE MUEBLE):


Las representaciones del Tardiglacial final en lugares como el Abric d'en Melià y Cova Matutano
muestran similitudes estilísticas y temáticas con obras posteriores, como la cierva de Sant Gregori y la
cabeza de cérvido o cáprido de la Cueva de la Cocina. En este período, se observa una masiva
utilización del grabado, destacando la Cueva de la Cocina con arte lineal geométrico, pero también
con elementos figurativos naturalistas. La complejidad de las evidencias arqueológicas indica una
coexistencia entre temáticas y técnicas de los grupos humanos del Tardiglacial y los inicios del
Holoceno. En el arco mediterráneo, se han identificado varios yacimientos de arte mueble en el
Epipaleolítico, como el Abric de Sant Gregori y Cova Matutano, aunque la atribución cultural de
algunos elementos sigue siendo objeto de debate. Otros casos, como Cova dels Blaus y Cova del
Tossal de la Roca, muestran representaciones grabadas de tendencia naturalista relacionadas con el
contexto Magdaleniense superior final-Epipaleolítico. Predominan los soportes líticos, y el grabado
coexiste con elementos de abstracción y naturalismo. La diversidad de manifestaciones refleja la
complejidad de las sociedades cazadoras recolectoras en períodos de transición.

14. 4. EL ARCO MEDITERRÁNEO (ARTE RUPESTRE LEVANTINO):


El arte levantino, ubicado en el arco mediterráneo de la Península Ibérica y declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco en 1988, abarca pinturas y escasos grabados en estaciones rupestres al aire
libre. Se extiende desde Lleida y Huesca hasta Jaén y Almería, enmarcado por Cuenca y Teruel, en
altitudes de 300 a 1000 metros sobre el nivel del mar. Caracterizado por escenas de caza, recolección
y temas sociales, destaca por sus representaciones dinámicas, hileras de huellas de ungulados y
composiciones en la zona meridional. Las figuras humanas y animales, principalmente cápridos,
cérvidos, bóvidos, suidos y équidos, se presentan estilizadas, con detalles de indumentaria y adornos.
La técnica de ejecución utiliza colores como rojo, negro y blanco, aplicados con tinta plana. Aunque
el grabado era inicialmente escaso, el descubrimiento de Barranco Hondo en Teruel reveló grabados
superficiales que complementan la comprensión del arte levantino. El hallazgo del arte levantino se
remonta a 1892, con descubrimientos continuos desde entonces y debates sobre su datación,
inicialmente paleolítica y posteriormente postpaleolítica.

- 14.4.1. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: El arte levantino, originalmente asociado a áreas


específicas como el sur de Cataluña, Valencia, Murcia, el sureste de Aragón y el este de
Castilla-La Mancha, ha visto una expansión de su localización geográfica. Descubrimientos
en el Río Vero (Huesca) revelaron estaciones rupestres con pinturas naturalistas y estilizadas,
cuestionando la definición clásica y sugiriendo la existencia de "artes levantinos". La Sierra
de las Cuerdas (Serranía de Cuenca) muestra una diversidad interna entre facies
postpaleolíticas, fusionando elementos levantinos y esquemáticos en una ambigüedad
estilística. El arte levantino en esta región destaca por animales naturalistas estáticos y
antropomorfos tanto levantinos como esquemáticos, dispuestos en paneles con poca
superposición. En Andalucía oriental, las pinturas levantinas más meridionales se encuentran
en estaciones como Lavaderos de Tello y el Prado del Azogue, aunque estudios recientes

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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PRH DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

cuestionan su adscripción, sugiriendo influencias artísticas o culturales en un contexto


predominantemente esquemático.

- 14.4.2. CRONOLOGÍA: E. Ripoll Perelló propuso en la década de los sesenta una teoría
clásica y ecléctica del arte levantino, dividiéndolo en cuatro fases: naturalista (antiguo y
reciente), estilizada estática, estilizada dinámica, y de transición a la facies esquemática. Cada

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
fase se asociaba con periodos culturales específicos, desde el epipaleolítico hasta el neolítico
y el calcolítico. Sin embargo, las interpretaciones sobre la cronología del arte levantino han
sido objeto de debate. Algunos investigadores cuestionan la rigidez de la evolución estilística,
proponiendo una continuidad desde el epipaleolítico hasta el neolítico, mientras que otros
sugieren una cronología exclusivamente neolítica basada en paralelos muebles y relaciones
con otros estilos. Las dataciones absolutas más recientes, a partir de oxalatos en el Abrigo de
Tío Modesto, sugieren que algunas pinturas levantinas datan del VI milenio o incluso antes.

- 14.4.3. SIGNIFICADO:
El significado del arte levantino es complejo y ha sido objeto de estudios principalmente
centrados en la cronología, dejando en segundo plano la interpretación. A pesar de las
divergencias entre los autores, existe consenso en el sentido narrativo de las composiciones y
en la naturaleza religiosa de los abrigos, considerados auténticos santuarios. Estos lugares
habrían tenido un significado especial a lo largo de una secuencia temporal extensa.

14. 5. EL SUR:
El arte rupestre levantino, objeto de síntesis como las de A. Beltrán Martínez, ha generado debates
sobre la inclusión de sitios como la Cueva de los Ladrones en su área de expansión. Se basa en la
definición de ciervos por J. Cabré como de estilo levantino y en teorías que ven la evolución de
formas naturalistas levantinas hacia el arte esquemático. La relación entre el arte levantino y el del
Tajo de las Figuras se ha explorado, sugiriendo una similitud temática reflejando ideologías de
sociedades cazadoras recolectoras desde el Holoceno inicial.

El estudio reciente de la Cueva del Tajo de las Figuras revela una compleja estratigrafía cromática con
novecientas veinte figuras pintadas, mostrando noventa y cinco superposiciones y doscientas
cincuenta y dos yuxtaposiciones en diecisiete tonalidades. El análisis técnico sugiere un proceso
pictórico prolongado sin una clara evolución estilística, desafiando las categorías de naturalismo y
esquematismo. Las aves representadas indican un entorno lagunar y estepario, asociado con la
ocupación de medios fluviales y litorales por cazadores recolectores.

Los motivos esquemáticos o abstractos en la Cueva del Tajo de las Figuras difieren de las formas
clásicas del arte esquemático. Se destacan pectiniformes y figuras en pi griega, compartiendo
estructuras iconográficas con zoomorfos. Este sitio se interpreta como un mapa etológico que
demuestra un profundo conocimiento del entorno, posiblemente desempeñando un papel crucial en la
transmisión de información en sociedades cazadoras recolectoras del Holoceno inicial.

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Santa Julieta de Todas las Burgers, patrona del Estudiante Hambriento @circoburger

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