Gosho de Año Nuevo
He recibido cien rebanadas de torta de arroz cocido al vapor y una cesta de frutas. El día de
Año Nuevo representa el primer día del primer mes, el comienzo del año y el inicio de la
primavera. La persona que celebre esta fecha acumulará virtudes y será amada por todos, así
como la luna va creciendo de tamaño a medida que avanza de oeste a este, y así como el sol
resplandece con más fuerza mientras se desplaza desde el Este hacia el poniente.
En primer lugar, está la cuestión de dónde quedan exactamente el infierno y la Budeidad. Con
respecto a esto, un sutra señala que el infierno se encuentra bajo tierra, y otro afirma que el
Buda reside en el oeste. Sin embargo, un examen más cuidadoso revela que ambos existen en
nuestro cuerpo de un metro y medio de altura. Y esto ha de ser verdad, porque el infierno está
en el corazón de la persona que, íntimamente, desprecia a su padre e ignora a su madre. [...]
La desventura proviene de nuestras palabras y nos lleva a la ruina, pero la buena fortuna se
genera en nuestro corazón y nos vuelve dignos de respeto. [...] Desde este punto de vista, es
seguro que los que hoy creen en el Sutra del loto acumularán una buena fortuna proveniente
desde diez mil millas.
Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, págs. 1183-1184.
INTRODUCCIÓN:
¡Muy buenos días/buenas tardes! Feliz 2025!! que alegría comenzar el año decidiendo una vez más,
avanzar por la ruta de nuestra misión!
En esta oportunidad, vamos a profundizar algunos aspectos centrales del Gosho de Año Nuevo, para
estudiar, una vez más, la esencia del budismo Nichiren, desde la guía de nuestro eterno mentor, Ikeda
Sensei.
Fondo de escena:
La destinataria de esta carta era la esposa de Ishikawa no Hyoe, también conocido como el señor feudal
de Omosu. Era hermana mayor de Nanjo Tokimitsu.
En 1278 esta mujer había perdido a una de sus amadas hijas a causa de una enfermedad.
Esta carta fue enviada en agradecimiento a unas ofrendas que el Daishonin había recibido de ella a
comienzos del año. Se cree que esta carta data de 1281.
Esta sincera creyente recibía cada Año Nuevo con la determinación de mantener su práctica budista
correctamente no solo por su propia felicidad sino también en bien de su difunta hija.
EJE 1: Cada día, un nuevo punto de partida: el principio místico de la verdadera causa
El día de Año Nuevo es el comienzo de una nueva jornada, de un nuevo mes, de un nuevo año... En
términos generales, es una festividad signada por los nuevos comienzos.
El Daishonin afirma que la persona que celebra esa fecha basada en la Ley Mística acumulará virtudes y
beneficios sólidos y será amada por todos, de la misma manera que la luna crece progresivamente y que el
sol brilla con mayor intensidad a medida que se eleva sobre el horizonte.
Para nosotros, celebrar esta fecha basados en la Ley Mística es, precisamente, esto que estamos
haciendo. Recibir el año con una vibrante oración al Gohonzon. Tal como dice este escrito, aquellos que
pueden festejar este primer día y tomarlo como punto de partida, pueden festejar, celebrar con júbilo
todos los días, y vivir cada jornada como un nuevo punto de partida para construir la propia felicidad y
la de los demás
El primer día de Año Nuevo es la oportunidad para revivir el espíritu budista de la «verdadera causa»
¿En qué consiste el enfoque profundo de la verdadera causa? El budismo de Nichiren Daishonin
expone directamente que la verdadera causa de la iluminación es Nam-myoho-renge-kyo, la Ley de la vida
y del universo. Enseña una modalidad de práctica budista que consiste en avanzar siempre hacia adelante,
tomando como punto de partida el instante actual, y en superar todos los problemas y las dificultades
basándonos en esa Ley fundamental.
En tal sentido, nos dice Ikeda Sensei, “esforcémonos cada día mientras entonamos Nam-myoho-renge-kyo
de manera resonante ante el Gohonzon, para iniciar nosotros también siempre nuevos comienzos y activar
esa poderosa fuerza surgente que nos irriga de vitalidad interior. El propósito de nuestra práctica budista
es construir una vida de absoluta satisfacción, con la postura de que cada día y todos los días son un «Año
Nuevo» iluminado por el sol matinal del tiempo sin comienzo.”
Entonces, la verdadera causa, es que desde el remoto pasado, existencia tras existencia, venimos
decidiendo esforzarnos en la misión como bodisatvas de la tierra. En una palabra, la verdadera causa, es
la lucha por el kosen rufu, junto al maestro y a los compañeros de fe. Y esa verdadera causa, genera un
verdadero efecto. Ese verdadero efecto es la felicidad eterna, que implica concretar un estado de vida
inamovible hacia el eterno futuro.
Así como el año que se fue, y el nuevo año se unen hoy. Ese eterno futuro y ese remoto pasado, se unen en
el presente. Esa felicidad absoluta (el verdadero efecto)y nuestra lucha como bodisatvas (la verdadera
causa), se unen en este preciso momento. El ichinen de cada instante, mueve y define el pasado remoto y
el futuro eterno. Ese es el principio místico de la verdadera causa. Por eso, en este gongyo de año nuevo
y en cada momento de nuestras vidas, transformemos el pasado remoto y decidamos la victoria del futuro
eterno.
Eje 2:Percibir y desplegar nuestro sublime estado de Budeidad en la realidad cotidiana
En esta carta, le asegura a su discípula que el Buda no se encuentra en un sitio alejado sino en su propio
corazón. Y en la siguiente parte, le explica de manera sencilla y accesible sobre la esencia suprema de la
vida que constituye la posesión mutua de los diez estados, una de las doctrinas budistas más importantes.
En la carta, Nichiren Daishonin explica de manera sencilla y poética la forma en que opera el principio de
los diez estados, revelando que la Budeidad y el infierno existen en la vida de cada ser humano. La
persona cuyo corazón rebosa de odio experimenta el estado de infierno, mientras que aquel que tiene fe
en el Sutra del loto experimenta la Budeidad.
El Daishonin declara inequívocamente que tanto el infierno como la Budeidad existen «en nuestro cuerpo
de un metro y medio de altura»[1] y «en el corazón».[2] El uso del término «nuestro» abarca a todas las
personas, incluso a él mismo, y denota que tales estados nos pertenecen a todos, y que existen en la vida
real y cotidiana de todos los seres, aquí y ahora.
Sensei expresa: “Todas las personas, sin excepción, corporifican el principio de la «posesión mutua de los
diez estados». Si adoptamos esta verdad como guía en nuestras interacciones con los demás, jamás se nos
ocurrirá abandonar a alguien o negar su humanidad por ninguna razón (...) Esta enseñanza que establece
que las personas comunes en los nueve estados poseen el estado de la Budeidad, y que el Buda que ha
alcanzado la iluminación también posee los nueve estados es un eje fundamental del Sutra del loto. (...)
Una vez establecidos estos principios como un elemento eterno de la práctica, se torna posible el logro de
la Budeidad por parte de las personas comunes.”
El Daishonin prosigue diciendo: «Las personas comunes no podemos vernos las pestañas, que están tan
cerca de los ojos [..]».[1]Nuestras pestañas están tan cerca de nuestros ojos que no podemos verlas. De la
misma manera, nos cuesta creer y aceptar que el estado de Budeidad existe en nuestra vida, tal como es.
El aspecto más difícil de la posesión mutua de los diez estados es convencernos de que el estado de
Budeidad está contenido en el de Humanidad; es decir, que existe aquí en nuestra vida, en nuestro cuerpo
y corazón. En el ámbito del budismo Nichiren, no hay ejemplo más cabal sobre la Budeidad inherente a
los nueve estados que la vida y las acciones de Nichiren Daishonin, quien luchó con abnegación para
propagar la Ley Mística resistiendo tremendas adversidades.
De la misma manera que esta discípula, nosotros, mediante la práctica basada en nuestro vínculo de
maestro y discípulo podemos comprender y llevar a la acción el principio de lograr la budeidad en esta
existencia.
Eje 3:La desventura proviene de la boca, y la buena fortuna, del corazón:las funciones de causa y
efecto
En la frase siguiente, el Daishonin analiza la buena fortuna y la desventura. «La desventura proviene de
nuestras palabras y nos lleva a la ruina»,[1] señala. El Daishonin aquí no imparte meros consejos
mundanos. En verdad, se refiere a las funciones de causa y efecto. Las consecuencias del karma negativo
que creamos con la palabra —por ejemplo, con expresiones despectivas, calumnias y mentiras— vuelven
a nosotros y puede ocasionarnos la ruina.
Por otro lado, afirma el Daishonin, «la buena fortuna se genera en nuestro corazón y nos vuelve dignos de
respeto ".[1] Este es el principio de la felicidad budista. El Daishonin enseña: “Lo importante es el
corazón”. ¿Qué significa entonces esta frase que repetimos habitualmente, de que lo importante es el
corazón? El corazón no se refiere en este caso a los sentimientos, sino a la convicción en la fe. Al
corazón de la fe. Tal como vimos, si la fe es la verdadera causa, todo se define por nuestra determinación
delante del Gohonzon. Esto implica luchar activamente contra la duda, en nuestro desafío en la oración.
En una oportunidad, el maestro Toda expresó: “[Cuando convocamos] dentro de nuestra propia fuerza los
poderes de la fe y de la práctica, en la misma proporción hacemos surgir los poderes de la Ley y del Buda.
Del mismo modo, una fuerza de cien genera una respuesta de cien; una fuerza de diez mil produce una
reacción de diez mil. Graben este principio en lo profundo de su corazón y luchen por desarrollar una fe
pura e insuperable. (...) Si en nuestro corazón se introduce el parásito de la duda, así sea sólo uno, el
poder de nuestra fe pierde eficacia, del mismo modo que un árbol inmenso puede destruirse cuando el
tronco se pudre desde adentro. Constantemente debemos estar alertas ante la aparición de la duda. (...) Ya
que el Gohonzon corporifica el agua pura de la Ley, aborrece de su peor enemigo: el agua fangosa [de la
duda]. (...) No vacilen en absoluto; tengan la total convicción de que recibirán beneficios sin falta. No
permitan [que se filtre en el agua de su fe] la duda más pequeña.”
Conclusión: Construir una vida de profunda felicidad basada en la fe
El Daishonin nos asegura que cuando creemos en el Sutra del loto (el Gohonzon) y vivimos toda la
existencia desplegando al máximo nuestro potencial infinito, tenemos asegurada la felicidad. Nunca nos
invadirá la desdicha, y tendremos una vida realmente feliz. Cualquiera sea nuestra situación actual, por
adversas que hayan sido las cosas para nosotros hasta el día de hoy, si perseveramos tenazmente en la fe,
gozaremos de buena fortuna insuperable, de beneficios sin medida, y construiremos una vida de inmensa
satisfacción.
Con desbordante fuerza vital, uno puede vivir envuelto de buena fortuna y de tranquilidad, en un hermoso
y «magnífico palacio» de felicidad. Pero esta dicha no se trata de algo egocéntrico. Antes bien, es una
alegría inagotable, que se extiende a uno mismo y a los semejantes.
Para finalizar, compartimos unos fragmentos de un poema de Ikeda Sensei, del año 2015 (trad.
tentativa) que se refiere al corazón con que damos inicio a un nuevo año:
“El año nuevo es la oportunidad para superar la inercia.
Es la oportunidad para hacer surgir un “nuevo yo”
Mantener la determinación de principio de año
es la clave para generar un triunfo inimaginable al final.
Una nueva decisión genera un año de avance,
pero un corazón como siempre origina un año de retroceso.
La clave está en cambiar uno mismo; renovarse uno mismo.
Todo comienza a partir de la acción de iniciar “un nuevo yo”
Toda Sensei concluyó en un discurso de Año Nuevo «Plantemos los pies firmemente sobre la tierra y
vivamos con esperanza. A la vez, ayudemos a otros a plantar los pies en la tierra y a iluminar de
esperanza su vida». Avancemos de nuevo con la determinación imbatible de hacer de este nuevo año
2025 un año de brillantes anhelos, de abundante felicidad para los demás y para nosotros mismos.