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Me Busco y No Me Encuentro Ejemplo

El poema 'Me busco y no me encuentro' de Josefina de la Torre refleja su desasosiego y búsqueda de identidad en un contexto de frustración por no haber cumplido sus deseos maternales. A través de un lenguaje lírico y una estructura innovadora, la autora expresa su insatisfacción y soledad, mientras que al final sugiere un atisbo de esperanza que se ve empañado por la realidad de su situación. La obra de de la Torre, parte de la Generación del 27, destaca por su relevancia en la poesía femenina y su lucha por el reconocimiento en un entorno literario dominado por hombres.

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Me Busco y No Me Encuentro Ejemplo

El poema 'Me busco y no me encuentro' de Josefina de la Torre refleja su desasosiego y búsqueda de identidad en un contexto de frustración por no haber cumplido sus deseos maternales. A través de un lenguaje lírico y una estructura innovadora, la autora expresa su insatisfacción y soledad, mientras que al final sugiere un atisbo de esperanza que se ve empañado por la realidad de su situación. La obra de de la Torre, parte de la Generación del 27, destaca por su relevancia en la poesía femenina y su lucha por el reconocimiento en un entorno literario dominado por hombres.

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Comentario crítico del poema Me busco y no me encuentro

En un panorama social en el que la mujer es "invisible", tal y como expresa amargamente


Concha Méndez en "Las sinsombrero": "las niñas no son nada", destaca la figura de Josefina de la
Torre, una mujer polifacética adscrita a la Generación del 27 que, envuelta en sentimientos de
desazón, soledad y desasosiego en un momento de su vida, escribe “Me busco y no me encuentro”.
Esta composición pertenece a su tercer libro titulado Marzo incompleto (1969), en el que se recogen
poemas de carácter intimista y de temas diversos.
Josefina de la Torre nace en Gran Canaria en un ámbito familiar que se dedica a cultivar
cualquier forma artística de la época. Gracias a uno de sus hermanos, el escritor y cineasta, Claudio
de la Torre y al gusto de su tío Néstor de la Torre por la pintura y la música, Josefina se convierte en
una artista polifacética. Ella no solo se centra en la literatura sino que también se interesa por la
música, el doblaje e incluso llega a ser primera actriz del Teatro Nacional.
A pesar de que era un mujer vanguardista, también estuvo influenciada por autores
modernistas canarios como Saulo Torón, Tomás Morales, Alonso Quesada; lo que le permitió
aportarle un rasgo diferenciador a su poesía con respecto a la de otros autores de la Generación del
27. No obstante, en su poesía, se siguen apreciado algunas características propias de esa generación,
como el afán por conseguir una aparente sencillez formal, el gusto por la expresiones populares a las
que se les daba una grandeza universal y poética, el lirismo interior definido como la capacidad de
expresar sus sentimientos más íntimos, recurriendo siempre a la primera persona, a la vez que acoge
de manera tibia algunas innovaciones vanguardistas.
Su carrera literaria realmente comienza cuando a los 20 años cuando viaja a Madrid con su
hermano. Allí, Josefina entra en contacto con los miembros de la Generación del 27, en la Residencia
de Estudiantes, con los que entabla una gran amistad y la involucran, incluso, en la publicación de
textos en alguna de sus revistas.
En este ambiente, publicó en 1927 Versos y estampas, una obra de juventud con poemas en
prosa y en verso sobre temas del ámbito familiar, recuerdos de su infancia y estampas del mar, etc.
y cuyo prólogo fue escrito por Pedro Salinas, lo que revelaba la calidad del libro y auguraba una
carrera artística prometedora. El optimismo vital de la autora se proyecta también en su segunda
obra: Poemas de la isla (1930), donde Josefina expresa sus recuerdos de la isla, del mar, de sus paseos
por las Canteras, de sus sueños infantiles, … evocados desde Madrid con nostalgia y con la felicidad
de vivir en una ciudad nueva desde donde recuerda su isla pero con un estilo más vanguardista y
realista..
Posteriormente, en 1934, Gerardo Diego la incluye en la segunda Antología de Poesía Española
en la que se recopilaban textos significativos de los miembros de la Generación del 27, siendo ella la
segunda representante de la poesía escrita por mujeres, junto a Ernestina de Champourcín.
Justo en el periodo más exitoso de su carrera, estalla la Guerra Civil española y tiene que
regresar a Gran Canaria. Esto la lleva a sentirse sola y comienza a escribir sobre sus amigos exiliados,
sobre otros ya fallecidos y sobre cómo es la situación de los que se quedan (¡Oh,
amigos!/Enrique,Pedro,Juan,/Emilio,Federico...,/nombres/que no responderán mi voz./Manuel,
Gustavo,/lejos.../Luis, Jorge, Rafael.../Que aunque el afán/vientos nos dé para encontrarnos,/ignoro
en qué ciudad/y si llegará el día/en que vuelva a sentirme descubierta"). Mientras está en la isla, tiene
que trabajar para ayudar económicamente a su familia y, aunque no deja de publicar textos, lo hace
bajo un pseudónimo, Laura de Comingues, mayoritariamente narrativos y con un interés comercial.
Años después regresa a Madrid y trabaja como actriz, llegando a ser primera actriz del Teatro
Nacional María Guerrero. Pero, como mujer polifacética que era, hace también labores de doblaje
para la Paramount, escribe guiones para películas y llega a ganar Premio Nacional de Guión por Una
herencia en París.
Es en 1968 cuando retoma la edición de su obra y publica Marzo incompleto, obra íntima y
personal que aborda el paso del tiempo, la memoria, la muerte, los interrogantes sobre el misterio
de la vida, la soledad, la melancolía y el desasosiego ante aspiraciones. Esta obra se caracteriza por
una gran estructuración, de la que carecían las anteriores. Recuerda a un diario escrito de manera
tortuosa en cinco partes: Comienza con un poema preliminar que nos explica que el título y que
marzo no corresponde a ninguna estación bien definida y concreta, y continúa con cinco partes en
las que hace un recorrido desde sus recuerdos de la infancia hasta cómo ella se imagina su propio
funeral.
La importancia de este poemario estriba en que en él incluye un tema nuevo sobre el que los
hombres poetas de la época no habían escrito hasta el momento ni podían sentir de la misma forma:
1
la esterilidad femenina. Josefina refleja de manera íntima y personal la postura vital, el desasosiego
que supone en su vida la frustración por no ver cumplidos sus deseos maternales: "A lo largo de mis
años estériles/¡cuánto he pensado en ti!/he apretado la frente de sueños/Y he estrujado el pobre
desconsuelo/de tu cuerpo pequeño…".
La última obra que publica es Medida del tiempo, en 1989. En ella vuelve a recurrir a los temas
anteriores pero se centra más en la caducidad de los sentimientos, la vida de las persona, la tristeza,
el dolor por la desaparición de los seres queridos sin dejar nunca de lado los recuerdos del paisaje
isleño.
Por lo que respecta a su obra narrativa, hay que mencionar Memorias de una estrella,
publicada en 1954, donde da cuenta de su experiencia cinematográfica y los relatos cortos en el
intervalo que va desde 1930, tal y como ya se explicó, hasta 1969 bajo el seudónimo de Laura de
Cominges, obras que revelan un carácter misterioso y romántico: bajo el terror, El enigma de los ojos
grises, Alarma en el distrito sur…
Finalmente, muere en Madrid (2002) y es en sus últimos años de vida cuando se le reconoce
en Canarias su importancia y prestigio con algún que otro homenaje, entre ellos el Premio Canarias.
El tema de este poema expresa el desarraigo de sí misma, la insatisfacción.[RESUMEN] La
autora busca un sentido a la vida y se siente perdida, rodeada de oscuridad; se interroga
constantemente y no halla respuesta a lo que busca. Sin embargo, al final parece haber algún
resquicio de esperanza e ilusión que se ven coartadas por la palabra “sombra” que indica que es un
mero espejismo y que las respuestas a sus preguntas no llegarán a ser reales.
El tema viene expresado, de forma reiterativa, en el título y en los versos uno y cinco (Me busco
y no me encuentro/[…]no me encuentro a mí misma) en los que Josefina refleja el momento vital que
experimenta, su insatisfacción ante los sentimientos frustrados de su maternidad. No pudo tener
hijos y este hecho marcó un momento decisivo en su creación, que llegó a ser una constante en este
Marzo incompleto, y que vemos reflejado en otros versos del libro: “Bajo el techo seguro,/con el
árbol y el hijo./¡Qué sencillo…sin el techo seguro,/sin el hijo ni el árbol./¡Qué difícil!.
Caracterización
Si bien el poema no presenta una estructuración clara, podríamos comentar la existencia de
tres partes en función de su desorientación, causas y esperanzas. Una primera en la que presenta su
desorientación vital (versos1-7): "me busco y no me encuentro", se pregunta por las causas
("interrogo al silencio y a este torpe vacío") y se siente perdida: "Y ahora voy como dormida en las
tinieblas". Los versos 8-11 constituyen la segunda parte, pues en ellos se plasman las causas de esa
insatisfacción personal (“y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía…”). Y, por último, en la tercera
(vv.12-13): aparece la conclusión en la que ilusoriamente le queda un hálito de esperanza, pues sigue
esperando ese momento mágico que ilumine su vida, pero se trata sólo de un espejismo de su
sombra: "esperando el momento de descubrir mi sombra"
Justificación del carácter literario
“Me busco y no me encuentro” es un texto lírico cuyos versos llaman la atención al ser
heptasílabos y alejandrinos que se distribuyen en rimas tanto consonantes como asonantes e incluso
aparecen algunos versos sueltos, de manera que el poema responde al siguiente esquema métrico:
7a, 14B, 14-, 14-,7b, 14-, 14B, 14B, 14A, 14-, 14B, 14B, 14-. En este caso, es importante destacar que
los versos heptasílabos son los que recogen el tema fundamentes de la composición. Aunque este
esquema métrico no corresponde a ninguna estrofa conocida, los primeros versos recuerdan a una
lira, a pesar de que en estas se empleaban los endecasílabos. Sin embargo, Josefina los sustituye, al
igual que los modernistas, por versos alejandrinos y, siguiendo las corrientes vanguardistas,
experimenta con las estrofas para la búsqueda de nuevos ritmos sin someterse a normas que creían
que coartaban la propia libertad expresiva. No debe sorprendernos esta experimentación con los
versos y las estrofas clásicas, muy en consonancia con los ismos de vanguardia, tan apreciados por
los integrantes de la G. del 27 y también por Josefina.
El carácter literario del poema viene dado, además, por el uso los distintos recursos literarios,
y fundamentalmente por la metáfora, en consonancia con el gusto de los creacionistas
(Creacionismo) con la que la autora persigue una depuración del lenguaje, alejándolo de toda

2
retórica. Cierta influencia creacionista la vemos en el poema en el uso de metáforas novedosas. Todo
esto está en consonancia con la intención estética de los componentes del 27, ya que intentan
encontrar la belleza a través de la imagen. Pretenden eliminar del poema lo que no es belleza y, así,
alcanzar la poesía pura. La metáfora se convierte en el recurso literario más importante, una figura
muy adecuada para expresar los contenidos surrealistas o creacionistas como: “oscuras paredes”,
“eco de mis incertidumbres”, “la noche de todas las esquinas”, “mi sombra”, que hacen referencia
al dolor y desasosiego de la autora por no encontrar satisfacción en la piel que habita. Con el uso de
la personificación (“interrogo al silencio”,” tanteando la noche”), la autora intensifica su soledad y la
búsqueda de los motivos de ese estado de angustia que le impide ser feliz, infelicidad que se
desprende también del símil o comparación “y ahora voy como dormida en las tinieblas", por medio
del cual hace hincapié en ese estado somnoliento que no le permite disfrutar y apreciar lo que la
rodea porque se encuentra en un pozo que le impide ver el reflejo de la luz. Esta idea de ansiedad
se transmite también a través de la antítesis (“me busco y no me encuentro”) con la que quiere
resaltar el desasosiego que le produce no poder ser ella misma, ya que su estado de insatisfacción
le impide lo más importante: ser ella.
A través de la gradación (“y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía/ que son fruto, sonido,
creación, universo) refleja su frustración por lo que no pudo ser real, por la ausencia de la esencia
misma del fruto y esos anhelos no cumplidos. Se trata de un lento sufrimiento que se acrecienta
expresivamente por medio del polisíndeton (“Y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía/ y rondo
por las paredes de mi misma/ y no acierto en el eco de mis incertidumbre”), con el que incide en ese
ronroneo reiterativo que en su interior no la deja vivir con la paz y el sosiego que desea, que se
expresa también por medio de la anáfora (“Y no acierto en el eco de mis incertidumbres.”/” Y ahora
voy como dormida en las tinieblas.”/ (“Y rondo por las sordas paredes de mí misma) con la que realza
la búsqueda incesante de sí misma; o la aliteración del sonido “r” en algunos verbos (“interrogo”,
“rondo,” “acierto, “encuentro”) que está en relación con ese continuo ronroneo en su mente que le
impide lograr su tranquilidad, sensación esta última que intensifica con los epítetos ( “sordas
paredes”,” torpe vacío”, “desalentado y lento desgranarse”),adjetivos que simplemente aportan una
mayor expresividad con connotaciones claras de soledad, tristeza, frustración…
El poema está construido sobre un lenguaje sencillo, relacionado con la angustia y la tristeza
(“noche, “sombra, “tinieblas”,” incertidumbres”,” oscuras”,” vacío”); la soledad ( “silencio”, “eco”, y”
sordo”, “vacío”), léxico que se complementa con un uso interesante de los verbos, la mayoría en
presente de indicativo con valor habitual:"me busco”, “rondo”, “interrogo”, “no acierto”,” no me
encuentro” para realzar ese cotidiano desasosiego, que remarca con los gerundios para insistir en la
permanencia de su desazón( “tanteando”, esperando””). Frente a estos, un único verbo en pasado
(PPS):“no pude ser tierra, ni esencia…” con el constata su frustración en ese momento concreto. Las
oraciones compuestas coordinadas copulativas le sirven para ahondar más en sus sentimientos y para
añadir los distintos matices que perfilan su desorientación e insatisfacción vital (“interrogo al silencio
y a este torpe vacío/ y no acierto en el eco de mis incertidumbres.”).
En conclusión, Josefina de la Torre fue una artista que aun siendo mujer y canaria logró, ser
reconocida y admirada por su gran trabajo más allá de las islas y por su trascendencia lírica, pues a
través de este género consigue expresar su estado de ánimo variable, según las circunstancias de su
época y su vida. Formó parte, a su vez, de ese grupo de mujeres llamadas “Las sin sombrero” que se
rebelaron ante la sociedad y pudieron demostrar que sus obras eran de igual o mejor calidad literaria
que la de los hombres del 27. Su valía fue incluso reconocida internacionalmente, hasta el punto de
que Associated University Press de Nueva York incluye a Josefina como una de las cinco poetas
españolas más relevantes de los años veinte y treinta

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