0% encontró este documento útil (0 votos)
28 vistas34 páginas

Tema 6. La Relación Interpersonal en Grupos de Tercera Edad

El documento aborda la importancia de las relaciones interpersonales en la tercera edad, destacando que la soledad y el aislamiento son problemas comunes que afectan la salud mental de los ancianos. Se menciona que un alto porcentaje de personas mayores vive solas y enfrenta dificultades para establecer conexiones sociales, lo que puede llevar a la depresión y otros problemas de salud. La comunicación efectiva y el fomento de relaciones sociales son esenciales para mejorar la calidad de vida de este grupo poblacional.

Cargado por

coral.melgar
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
28 vistas34 páginas

Tema 6. La Relación Interpersonal en Grupos de Tercera Edad

El documento aborda la importancia de las relaciones interpersonales en la tercera edad, destacando que la soledad y el aislamiento son problemas comunes que afectan la salud mental de los ancianos. Se menciona que un alto porcentaje de personas mayores vive solas y enfrenta dificultades para establecer conexiones sociales, lo que puede llevar a la depresión y otros problemas de salud. La comunicación efectiva y el fomento de relaciones sociales son esenciales para mejorar la calidad de vida de este grupo poblacional.

Cargado por

coral.melgar
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 34

EMPLEATE TALAVERA FORMACION

2016

CAPITULO 6. LA RELACION INTERPERSONAL


EN GRUPOS DE TERCERA EDAD.
EMPLEATE TALAVERA FORMACION
2016

LA SOLEDAD, EL AISLAMIENTO Y LA COMUNICACIÓN EN LA TERCERA EDAD

En diversos momentos de nuestro trabajo hemos tenido ocasión de referirnos


a la importancia de la
«Relación Interpersonal» en grupos de personas de cualquier edad. Si la relación
interpersonal es vital en edades infantiles, juveniles o adultas, es de singular
importancia en la Tercera Edad.

Bueno es recordar el trabajo de Sanzo, L. (1985) sobre la situación de los


ancianos en residencias en la Comunidad Autónoma Vasca.

Señala dicho estudio que alrededor del 50% de los residentes tienen un escaso
nivel de relación y grandes dificultades para generar relaciones de amistad con los
demás residentes. Este hecho tiene una indudable trascendencia en la valoración
global del ambiente residencial, ya que conforme empeora esta valoración,
mayores resultan los porcentajes de ancianos insatisfechos con la relación inter-
residentes dentro del grupo. El problema del ambiente –señala dicho estudio– se
vincula así a la dificultad para la comunicación interhumana en el ámbito
residencial.

Por otra parte –continúa el estudio– a la falta de relación humana se asocia


inevitablemente una falta de participación en actividades sociales de ocio. De
esta manera se señala que no resulta extraño que la residencia no sea
precisamente un modelo de buen vivir social para los residentes. Pero, lo más
grave según el autor, es que el problema de la no participación en actividades no
parece ser ya un elemento asociado a la no satisfacción con el ambiente
residencial. Esta afecta prácticamente por igual a todos los tipos de ancianos.

En base a ello, señala, puede sostenerse en definitiva que el mal ambiente


residencial y, por extensión, la insatisfacción con la residencia, resultan ser una
función directa de la falta de intercomunicación humana en los centros, muy
extendida en nuestras residencias.

De esta manera tenemos un primer dato de vital importancia muy ligado al


tamaño de la residencia y a la pertenencia o no al grupo social dominante en los
centros.
EMPLEATE TALAVERA FORMACION
2016
No lejos de esta situación se encuentran otros muchos ancianos que no viven
en residencias. Un buen grupo de ellos acuden a Clubs o Centros de Tercera
Edad, pero la comunicación que se experimenta no tiene visos de ser mucho
más intensa si bien supera con creces a la que se produce en las residencias.

Sin embargo muchas personas mayores no acuden a centros de Tercera


Edad. Según el «Libro Blanco sobre la Tercera Edad» acuden al Club de
Jubilados el 24,7% de las personas mayores, si bien en realidad les gusta
hacer esto solamente al 18%. Por esta razón hay un amplio colectivo de
ancianos que no están vinculados a iniciativas características o institucionales
de la Tercera Edad. Quizá el rasgo más característico de la Tercera Edad sea la
soledad que en algunos casos pueda transformarse en patológica, constituyendo
el «Síndrome de la Soledad».

Es de significar que uno de los elementos que resaltan en la problemática


propia del envejecimiento es la «salud mental» del anciano ligado a la falta de
comunicación y soledad. Siguiendo a B. L. Mishara y R. G. Riedel en su libro
«El proceso de envejecimiento» (1986) nos aproximamos a esta problemática
específica.

Señalan los autores que las personas de edad viven por lo general en un
medio social diferente del de los grupos más jóvenes. Así del 24 al 28% de las
personas de más de 65 años viven solas. Se estima que el 9% de las personas
de más de 65 años viven en estado de aislamiento social que no les permite
conocer la intimidad. Las investigaciones recogidas por los autores indican que
hay una relación entre la frecuencia de los contactos sociales y el sentimiento de
satisfacción respecto de la vida. Si se supone que esta proporción del 9% es
válida, es preciso llegar a la conclusión de que un elevado porcentaje de la
población de edad se encuentra en un estado de extrema privación social, cuyas
incidencias sobre la salud mental son considerables.
EMPLEATE TALAVERA FORMACION
2016

Resulta de todas formas importante distinguir el aislamiento de la soledad. En


general, no son los individuos que poseen una larga experiencia del aislamiento y
de la soledad los que presentan unas perturbaciones psíquicas durante la vejez,
sino quienes ven disminuir la frecuencia de sus relaciones con otros por muy
diferentes causas: muertes del cónyuge, de los amigos o de los parientes próximos,
alejamiento de los miembros de la familia, achaques que tornan difíciles las visitas
y las comunicaciones, problemas económicos y dificultades de transporte que
reducen la frecuencia de los contactos.

Todo lo que contribuye a disminuir la autoestima y el valor social del


individuo puede favorecer la aparición de afecciones psíquicas en las personas de
edad. El resultado principal de estos cambios parece ser un sentimiento de
soledad porque todos estos elementos contribuyen a la disminución de los
contactos sociales. La pérdida de la autoestima provoca en efecto la impresión de
no tener ya relaciones en cuanto a persona humana. La soledad puede definirse
como el estado o el sentimiento personal que se experimenta cuando se estima
que el nivel de las relaciones sociales es insuficiente o que éstas no son
satisfactorias.

La soledad puede asociarse a una cierta timidez que impide asumir la


iniciativa de los contactos sociales tras un cambio de ambiente o de condiciones.
Los ancianos que se consideran despreciados después de la jubilación o tras una
disminución de sus ingresos, o incluso porque han tenido que abandonar la casa
familiar para vivir en un sencillo apartamento o una habitación de módico
alquiler, puede conocer este tipo de aislamiento así como una profunda
sensación de soledad.

En muchos casos, las personas de edad que viven solas pasan gran parte de
su tiempo pensando en sus hijos lejanos y/o llorando a su desaparecido
cónyuge. Este tipo de aislamiento pueden conducir con facilidad a la depresión
y perjudicar el buen funcionamiento social.
EMPLEATE TALAVERA FORMACION
2016

ALVAREZ, E. A. en una intervención sobre el Síndrome de Soledad en el «V


Congreso Latino Americano de Gerontologïa y Geriatría» viene a decir que la
soledad es un problema serio en las personas mayores que afecta de un 12% a
un 40% de la población actual de 65 años y más, dependiendo de la edad y el
sexo.

Como otras condiciones psicológicas la soledad es difícil de definir en forma


abstracta: generalmente lo expresamos como un estado mental con marcado
sentimiento de pérdida, incomodidad, separación y aislamiento.

Los síntomas asociados a la soledad se especifican como reacciones subjetivas


de un grupo de estímulos interno y externo.

En muchos casos estos estímulos se refieren a condiciones evidentes tales


como pérdida del esposo, de la salud, dificultades económicas y hasta temor al
crimen. Hay otros casos donde sentimientos de soledad pueden suceder sin
haberse presentado ningún cambio en las condiciones y circunstancias del
individuo.

En ambos casos el estímulo provocativo ha sido identificado como un «déficit


relacional» el cual se presenta dentro del sistema de soporte normal del individuo:
así la pérdida del esposo se convierte en la deficiencia relacional la cual suprime al
individuo de un apoyo vital que afecta su motivo de vivir y puede actuar como
agente provocativo del comienzo del síndrome de soledad.

Las personas mayores pueden manifestar síntomas del síndrome de soledad


que generalmente va asociado con la sensación de aburrimiento, vacío, exclusión
y pena de sí mismo. Otro tipo de «soledad psicológica» normalmente referido como
«soledad psicológica» está asociada a ciertas formas de psicosis y es
relativamente rara.

Hay bastante evidencia del efecto social, físico y emocional producido por la
soledad en las personas de edad avanzada.

Con este grupo de población la soledad ha sido asociada a las depresiones


endógenas y al suicidio, así como a un gran número de desordenes
psicosomáticos incluyendo las úlceras hepáticas, asma y otras condiciones
respiratorias.
EMPLEATE TALAVERA FORMACION
La soledad también ha sido identificada como el factor precipitante de 2016
la
diabetes, arterioesclerosis y otras afecciones crónicas. Aunque esto sugiere que
la soledad juega un papel muy importante en muchas afecciones que asociamos
con el envejecimiento, la capacidad de abordar la implicación de este síndrome en
esas enfermedades crónicas está limitada por la falta de conocimientos de los
factores envueltos en el inicio de su producción.

Así prodríamos definir el «Síndrome de Soledad» como un estado psicológico


que sucede a consecuencia de pérdidas en el sistema de soporte individual,
disminución de la participación de las actividades dentro de la sociedad a que
pertenece y sensación de fracaso en la vida.

Los factores que precipitan este estado son en general la pérdida de su


compañera o compañero (esposos), de la salud, la falta de participación en las
actividades sociales y profesionales que acostumbraba a hacer. Es también posible
que en el fondo haya un terreno psíquico de depresión endógena: condición ésta
que debemos tener muy presente.

Varias otras consideraciones debemos tener presentes cuando estudiamos


individuos afectados de síndrome de soledad tales como su edad, su historia
pasada, tanto clínica como social y económica.
Esta condición de tristeza que va asociada a la soledad ha sido tan frecuente
que fue considerada como parte de la vejez, aunque realmente el anciano
saludable no debía tener episodios ni manifestaciones psicológicas de éstas.

Lopata (1969) ha estudiado el fenómeno de la soledad que acompaña a la


viudez. Esta investigadora considera que está constituido por tres dimensiones:
el pasado, el presente y el futuro. La primer es una tendencia a vivir en el
pasado y a considerar el presente bajo una luz desfavorable con relación a
etapas anteriores. Califica de nostalgia a este tipo de soledad. La segunda
dimensión designa la tendencia a sentirse vacío, incompleto y aislado. Por lo que
se refiere a la tercera, se trata de temor de ver aumentar la soledad. Lopata
ha identificado diez componentes de la soledad en las viudas observadas:

1. Pérdida del sentimiento de ser objeto de amor.


2. Pérdida de un ser al que cuidar.
3. Ausencia de un ser con quien compartir.
4. Privación de una presencia.
5. Privación de una ayuda en la realización de las tareas cotidianas.
6. Nostalgia de las actividades familiares.
7. Impresión de la pérdida de su rango.
8. Alteración de las relaciones sociales.
9. Incapacidad para trabar nuevas amistades.
10. Diversas combinaciones de los nueve factores precedentes.

Townmsend (1973) en investigaciones sobre la cuestión desarrolladas con


203 sujetos, ha señalado que el 77% se hallaban comprendidos en el grupo
de los «no aislados». Entre estos últimos, un 3% padecía soledad mientras que
un 18% declaraban sentirse solos a veces. El número de sujetos que padecían
soledad era evidentemente mayor entre los aislados (10% del conjunto); sin
embargo un 60% de estos últimos afirmaron que no se sentían solos. Este
estudio demuestra una vez más que la correspondencia entre las impresiones
subjetivas y las condiciones objetivas es real, pero imperfecta.

Estos datos autorizan a pensar que el hecho de procurar unos contactos


sociales a las personas de edad constituye un medio importante para que
venzan sus sentimientos de rechazo y de soledad.

Si nos hemos extendido un poco en esta cuestión es por su relevancia que


tiene no sólo en la consideración de las personas mayores, sino en la importancia
de la constitución de condiciones que hagan posible una relación interpersonal
que ayude y colabore positivamente en afrontar situaciones de estas
características.

No vale exclusivamente con dinamizar actividades, proponer cosas para hacer.


Es de vital importancia facilitar relaciones, encuentros, propuestas de modos
nuevos de vivir la vida en la Tercera Edad.

Conocer los mecanismos de la comunicación es vital para caminar en una


acertada dirección. Quizá esta dimensión, la de facilitador de relaciones y
comunicaciones junto con la de provocador de actividad y organización sean las
características más peculiares que definen la intervención de un Animador
Sociocultural en la Tercera Edad.

La comunicación con los demás, en la medida en que se establece en


profundidad, puede favorecer el cambio personal hacia una mejor adaptación
a sí mismo, por el hecho de ir elaborando una imagen de sí que se corresponda a
lo que uno verdaderamente es y al mundo real. Los demás contribuyen a
matizar que uno se hace de su entorno, lo que llamamos categorías de
significación.

Como mi función en este trabajo no es desarrollar un tratado de Dinámica


de Grupos me he permitido reproducir algunas páginas de autores que ya han
abordado este tipo de cuestiones. Entre ellos y principalmente FORNIELES
REYES, A. (1974).

LA COMUNICACION, SU IMPORTANCIA
La comunicación es el hecho primario de la existencia humana. Cuando
varios individuos se encuentran –con anterioridad a toda reflexión– lo primero
que se establece es siempre la comunicación. El hombre existe ex-poniéndose,
abriéndose a los demás, siendo capaz de asumir el destino de los otros en la
alegría y en el dolor. La vida humana no se «sostiene» en el aislamiento, en la
soledad. Y cuando el «yo» no encuentra al otro –hoy es fácil de evidenciar– se
busca algún sustituto (un perro, otro animal). Es más, hasta el correcto
funcionamiento de la sociedad descansa sobre la comunicación. Ella es la
clave y el síntoma de la salud de los grupos. La comunicación cimenta toda la
vida de la comunidad que se pretenda en auténtica relación interpersonal.

«La comunicación es una operación que pone en relación a los sujetos


humanos, y consiste en hacer pasar un conocimiento, una información o una
emoción de unos a otros, es decir, realizar un intercambio de significaciones»
(Paul Grieger). En la comunicación se establece siempre cierto contacto.
Comunicarse es el simple hecho de «percibirse», de «notarse». La persona como
núcleo dinámico permanece siempre activo; perenne «emisor-receptor» de
extraordinaria capacidad de sintonía; sus relés socio-afectivos están prestos
y se disparan automáticamente para todas las «presencias». En ciertos tipos de
comunicaciones que llamaríamos «sordas», quizá no se perciba por
manifestación externa alguna que efectivamente, «dentro», se ha llevado a cabo
una reacción sutil e imperceptible; y será el grupo, quien mediante una re-
codificación en «voz» , suscite la «resonancia» del mensaje, captado siempre en lo
inefable e inexpresable de cada uno, y lo haga compromiso interpersonal vivo.
FENOMENOLOGIA DE LA COMUNICACION

«Según Anzieu, la comunicación es el conjunto de procesos físicos y


psicológicos mediante los cuales se efectúa la operación dee relacionar a una o
varias personas – emisor- , con una o varias personas –receptor- a fon de alcanzar
determinados objetivos»

Algunos autores distinguen entre lo que llamamos la naturaleza de la


comunicación –proceso de afectar e impresionar a los demás– y la función –
control y regulación de las actividades de los otros–; pero si observamos lo que
sucede en el grupo humano que entabla comunicación, advertiremos además los
diversos modos de su realización: formal, informal, implícita, etc.

Para estudiar el proceso de la comunicación nos vamos a ceñir a la


nomenclatura de Anzieu, al que vamos a seguir.

En toda comunicación podemos apreciar dos aspectos: –el formal: reductible


a un esquema cibernético– y el psico-sociológico –que afecta al proceso
interrelacional. Nos ocupamos a continuación de cada uno.

a) EL ASPECTO FORMAL

Si reducimos la comunicación a un mecanismo de transmisión de información


cuantificable, pudiéramos representarlo tal vez utilizando el símil de un circuito
electrónico donde el emisor –persona que habla– de acuerdo con un objetivo
que quiere alcanzar elabora un mensaje que lanza hacia el receptor (persona
que escucha) que lo recibe siempre a través de algún medio, y que lo percibe
según la calidad de su naturaleza y de acuerdo con su propia comprensión.

Otro elemento importante de la comunicación lo constituye la llamada


retroalimentación o el
«feed-back». Significa el «feed-back» una información de retorno que proviene del
examen retrospectivo hacia la fuente de información, con el fin de posibilitar a
ésta el oportuno ajuste a la comunicación. También en la comunicación existen
los ruidos o parásitos que entorpeces y disminuyen la transmisión. Estos
obstáculos pueden ser reales o artificiales, psicológicos, fisiológicos, etc. Más
adelante trataremos de ellos.
Para facilitar la comprensión en el mecanismo de la comunicación –al menos
desde el punto de vista teórico– ofrecemos aquí un esquema tomado de
Anzieu.

RUIDOS

Receptor

Emisor
(Transmisión)

(feed-back)
Establecida la comunicación, los problemas se reducen a los siguientes:
emisor: comprende el campo de la conciencia personal con sus aptitudes
afectivas e intelectuales: capacidad de codificación; receptor: capacidad de
percepción y de decodificación correcta; medio: canalizador de la información;
en él se introducen los ruidos o parásitos que producen pérdidas de
significación; feed-back o retroalimentación, es el reenvío de la información y
constituye la contraprueba de la comunicación.

Esta representación, satisfactoria desde el punto de vista instrumental, no


deja de encerrar problemas a los ojos del psicólogo. La comunicación es mucho
más compleja de lo que a simple vista presenta un puro esquema mecanicista; en
la persona inciden otras variables que hacen explicables la interpretación
errónea, la incomprensión paradójica, los contrasentidos y los conflictos.

b) EL ASPECTO PSICO-SOCIOLOGICO DE LA COMUNICACION

En la comunicación, lo que se pone en contacto no son dos «cajas negras», ni


dos aparatos, sino algo que supera al puro ingenio por más perfecto y acabado que
éste fuera. Se trata de la persona.

El hecho de que la comunicación humana se establezca a nivel de personas,


connota una serie de características que rebasan toda aproximación a cualquier
esquema instrumental; ya lo hemos dicho y lo repetimos una vez más. Ser
persona es una realidad dialógica, investida de cierta historia, afectada por
determinada cultura, por un estado afectivo, por tal marco de referencias, por un
status social, por algunas motivaciones, etc., pero sobre todo es la definidora de
significaciones.

De ordinario, cuando dos personas se comunican, intercambian las


significaciones por medio de mensajes teñidos de carga afectiva muy variada.
Esta energía emanada del campo emotivo de cada interlocutor puede provocar el
refuerzo en la comunicación o, por el contrario, desencadenar una situación de
rechazo, de aversión, que incluso puede terminar en clara actitud de
agresividad.
LOS OBSTACULOS EN LA COMUNICACION

Es importante conocer los principales obstáculos que originan diversos


bloqueos o interferencias a la comunicación. Podemos resumirlos todos en torno a
tres núcleos fundamentales:

• Culturales: puede dificultar el mensaje a este nivel su deficiente:


– Conceptualización del mismo.
– Formulación.
– Selección semántica de los términos empleados.
– Inteligencia y comprensión.

• Personales:
– Talante personal pobre; sin humor; sin convicción.
– Su actitud profesional.
– Su marco de referencia.

• Psico-sociales:
– Su status social y cierta defraudación a las expectativas de su rol.
– La situación: «clima psicológico» desfavorable.
– El lenguaje rebuscado.
– La simpatía - ausencia.

Estos obstáculos suelen ser comunes para el «emisor» y el «receptor» :con


todo, añadimos a este último tres más específicos de su función:
– La intensidad de la «proyección» recibida del emisor.
– Los intereses y la motivación.
– El umbral de saturación a que se esté del tema que se trata en cuestión.

Por de pronto, diremos asimismo que muchos de estos obstáculos pueden


convertirse en fuentes de alimentación y de facilitación de la comunicación. No
los repetimos con valencia positiva en gracia a la brevedad.

Es pues importante tener en cuenta las siguientes conclusiones:

• La excesiva atención dirigida a las verbalizaciones en su forma literal anula


el contenido de las significaciones.

• La aptitud para comunicarse con otro será mayor cuando las dos personas
piensen según el mismo universo simbólico y posean el mismo marco de
referencia.
• La comprensión del sentido de una comunicación se verifica a través de un
filtro (sistema de valores propios de cada uno) y de un halo de
resonancias simbólicas que se desencadenan en el propio emisor, debidas
a la significación misma de lo que emite: una palabra, idea, comparación,
etc., pueden originar una cadena de asociaciones personales que faciliten o
dificulten la comunicación.

• Finalmente, según una reciente investigación, las pérdidas en la


comunicación reducen en un 30% la parte del mensaje que realmente se
asume y se vive de la información.

De un contenido preparado 100%, lo que se quiere comunicar nos queda


reducido en el 75% - debido a la emoción;
en el 60% - lo que se oye;
en el 55% - lo que se comprende; en el 40% - lo que se asimila;
y al 30% - lo que realmente se vive.

LAS FORMAS DE LA COMUNICACION

El correcto funcionamiento de toda comunicación en grupo descansa sobre la


calidad de las comunicaciones existentes entre sus miembros y de las personas,
exteriores al grupo, con quienes tratamos.

Para ayudarnos en la comprensión de lo que facilita o interfiere la


comunicación interpersonal, Joe Luft y Harry Inghan, han ideado un
documento gráfico que se ha llamado la «Ventana de Johari».

Se trata de un rectángulo cuya área total representa todo aquello que


describe a una persona: su apariencia, su conducta, su pensamiento, sus
opiniones, sus sentimientos, sus actitudes, sus motivaciones, etc.

Al ponernos en comunicación con otros, intervienen cuatro clases de


contenidos en la comunicación:
• Lo conocido por mí y por los demás (área abierta).
• Lo que yo sé de mí y los demás no saben (área oculta).
• Lo que yo no conozco de mí y los demás sí saben (área ciega).
• Lo que ni yo ni los demás saben de mí (área desconocida).
He aquí la representación gráfica de la «Ventana de Johari».:

Conocido por mí Desconocido por mí


Conocido por otros

I III
Área abierta Área ciega

Desconocido por otros

II IV
Área oculta Área desconocida
I. Representa la zona abierta de cada persona; en ella se hace posible toda
clase de intercambios. Es el terreno de la confianza y de la seguridad. El
contenido de la comunicación suele ser de cosas comunes y superficiales.

II. Esta es la zona de la intimidad y el terreno del recelo y del secreto. La


comunicación es fría, cautelosa, evasiva y despistante.

III. Representa la zona ciega para mí pero no para los otros. Es el terreno de la
inseguridad, del desencadenamiento de los sentimientos perplejos, de la
suspicacia, incertidumbre, aversión, defensividad, etc.

IV. Es la zona incógnita para todos. Es el terreno de la ignorancia compartida


que interfiere cualquier comunicación.

Cuando se entabla auténtica relación interpersonal se vigoriza el sentimiento


inicial de confianza en sí mismo y en el otro a través de la zona abierta de cada
persona. Toda comunicación válida ha de partir siempre de este terreno seguro:
lo que los dos sabemos y lo que poseemos en común.

Apoyados en esta confianza inicial, se van resquebrajando las defensas


personales, con lo cual, cada participante se ve más liberado para descubrir
paulatinamente algunos datos de su zona oculta y pedir información sobre otros
ignorados. Esto hace que el área inicial se amplíe adentrándose en el área oculta
ciega de cada persona, contribuyendo a perder terreno a la sospecha y al
recelo; se acrecienta la sinceridad, la abertura y la interrelación cálida, amistosa,
comprensiva y personal. Desde estos presupuestos se hace posible el diálogo
base de toda comunicación auténtica. A partir de este nivel es posible el acceso
al área de lo desconocido, remplazando la ignorancia inicial por el esfuerzo en
común, la investigación compartida, la confrontación, la cooperación.

A partir de esta nueva ventana podremos asomarnos a la inefable


interioridad de cada uno de nosotros mismos y a la de los demás.

La comunicación incluye todos los procesos por los que el ser humano puede
afectar a otro. No se limita, por tanto, a la palabra sino que se extiende al arte, a
la música, al teatro, al trabajo; en definitiva a todos los comportamiento
humanos. Hasta el propio silencio suele ser un indicio de que algo está
pasando y, por tanto, constituye frecuentemente la más elocuente de las
comunicaciones. Sin embargo no podemos concebir la comunicación como sólo
una cosa de dos, desde un punto de vista exclusivamente dual.

Jurgen Ruesch anuncia: «La época del individuo ha pasado, hemos entrado
en la era de la experiencia colectiva. Nos encontramos en el seno de una matriz
cultural de flujo rápidpo y orientada hacia el grupo».

Algo de eso hay. En el contexto de las Ciencias Humanas, y, más en


concreto, en cualquier ámbito que tenga algo que ver con la educación, nos da la
impresión de que priman cada vez más enfoques en los cuales no se parte tanto
de la consideración del elemento como del sistema, no tanto del individuo, sino
más bien de la interacción o del grupo, enfoques en los que la palabra clave es
comunicación.

Fernando Fantova, en su libro «Dinámica de grupos» señala que en esta


línea se sitúa un conjunto de investigadores, representantes de lo que se ha
dado en llamar «nueva comunicación». Estamos hablando de Bateson, Goffman,
Hall, Watzlawick, Jackson, por citar sólo algunos entre los más conocidos. Se ha
dicho que entre todos ellos forman una «universidad invisible» ya que aunque no
trabajen o hayan trabajado todos juntos, la coherencia o coincidencia entre sus
planteamientos es fruto de una curiosa red de colaboraciones o contactos de
unos con otros. En cualquier caso el punto de referencia geográfico más claro
para situar a estas gentes es Estados Unidos, y concretando más podemos
ubicar a la mayoría en torno al Mental Research Institute de Palo Alto
(California).

¿Qué tiene de particular o atractivo el enfoque de estos autores? ¿Cuáles son


sus aportaciones fundamentales? ¿Para qué me sirve a mí informarme al
respecto? Seguro que en las líneas que siguen no vamos a conseguir responde
a estas preguntas. Si por lo menos logramos suscitar una inquietud sobre algo
que nos parece de interés, habremos conseguido lo que nos proponíamos.
Comencemos pues.
Para empezar: ¿Cómo definen estos investigadores la comunicación? ¿Cuál es
su modelo? Hay un consenso entre los miembros de esta co-rriente a la hora de
superar lo que Winkin llama «modelo telegráfico de la comunicación», ese modelo
más o menos clásico en el que se con-cibe la comunicación como un proceso
lineal entre emisor y receptor, considerándose como un fenómeno
eminentemente verbal, voluntario y consciente.

En contraposición a este modelo nuestros autores definen la comunicación


como un proceso social permanente, en el que el autor social participa en todo
momento, tanto si lo desea como si no y que integra múltiples modos de
comportamiento: vocal, gestual, táctil, territorial, de indumentaria, etc. Si el
otro modelo podía tener como imagen gráfica un telégrafo, éste se parece más a
una orquesta en la cual todos los comunicantes nos encontraríamos
inmersos.

Orquesta contra telégrafo. Hemos hecho una presentación primera del


modelo. Pero antes de entrar a comentar las ideas fundamentales que proponen
sus representantes, quizá merezca la pena decir algo acerca de las fuentes en las
que han bebido.
FUENTES

Este modelo es, claramente, hijo de pleno derecho de la Teoría de Sistemas


comenzada a construir por Von Bertalanffy. Un sistema se define como un
complejo de elementos que mantienen entre ellos relaciones de diversa índole y
que conforman una conducta regularizada hacia un fin. Quizá esta definición
no diga mucho a primera vista, pero la Teoría de Sistemas se está aplicando hoy
en día en campos muy dispares con resultados interesantes.

En el caso que nos ocupa, lo que en esencia hacen los investigadores de Palo
Alto es aplicar a la interacción humana las características de los sistemas
generales. Sería prolijo enumerarlas, pero como botón de muestra pensemos en
el juego que puede dar el concepto de feed-back o retroalimentación. Condición
necesaria de la comunicación será pues la «respuesta» que necesariamente
recibe el supuesto «emisor» tras «emitir» su mensaje . Se relativiza pues la
pretendida linealidad de la comunicación en pro de una visión más circular, en
la cual no podemos saber quizá quién es emisor y quién receptor, qué causa y
qué efecto. Las consecuencias pueden ser múltiples.

Pero nos podemos preguntar, ya dentro de la psicología, por la etiqueta que


podemos colocar a estos autores. ¿Son
psicoanalistas?¿Conductistas?¿Humanistas quizá? Pues no, no se dejan
encasillar en ninguna de estas tribus conocidas. En sus obras encontramos
conceptos emparentados con el psicoanálisis, con la Gestalt, con la modificación
de conducta, pero también préstamos de diferentes filósofos y pensadores.
Tienen, pues, su propio planteamiento, que pretende centrarse en el aquí y el
ahora más que en el pasado, en la descripción de pautas regulares más que en
explicaciones causales. Todo ello, en nuestra opinión, con mucho sentido
común.
NO ES POSIBLE NO COMUNICARSE

Pasemos, pues, a desgranar las cuatro o cinco aportaciones más claras y, a


nuestro modo de ver, más interesantes para el campo en el que nos movemos.
Enlazando con el modelo general antes descrito se puede empezar diciendo que
esta corriente equipara conducta y comunicación. No es posible no
comunicarse, dirá Watzlawick. No hay manera de no comportarse y, por ende, no
hay manera de no comunicarse. Incluso cuando queremos «no comunicar» nos
estamos comunicando.

En educación, esto lo podemos enlazar con la conocida premisa de que se


educa con lo que se es y no sólo con lo que se dice. En todo momento, sea
éste formal o informal, estamos en comunicación con los chavales dentro del
grupo. En todo momento se está educando. Todo es comunicación y todo es
educación.

NIVELES DE CONTENIDO Y RELACION

Pero advirtamos que toda comunicación implica un compromiso y, por ende,


define la relación. Es decir, en la comunicación encontramos dos niveles:
contenido y relación. Una comunicación no sólo transmite información, sino que,
al tiempo, impone conductas, define la relación. Poniendo un ejemplo del
campo educativo: Si un chaval nos dice «estoy cansado y no quiero jugar»
podemos quedarnos al nivel del contenido y pensar que está cansado y que no
quiere, por tanto, jugar. Ahora bien, quizás, al nivel de relación nos está
diciendo, por ejemplo: «no me haces caso y quiero que estés conmigo». En toda
comunicación hay que estar atentos a leer el mensaje a nivel de relación. Y este
nivel es quizá el más importante en la educación, puesto que más que transmitir
información, estructuramos modos de relación.

COMUNICACION VERBAL Y NO VERBAL

Es claro, y lo resaltan estos autores, que la comunicación, y aún más a nivel


de relación, no es sólo verbal, sino que hay un conjunto de comportamientos
comunicativos no verbales que son de gran importancia, y quizá de mayor
importancia que los verbales.
ESTRUCTURA DE LA RELACION

Sin embargo no nos podemos contentar con lo dicho hasta ahora. Ob-
servando a personas comunicarse podemos identificar redundancias,
regularidades. Es decir, la relación se estructura de una u otra manera.
Digamos que en toda relación hay un «contrato» y un «programa» que definen las
conductas de los participantes. En educación será sin duda el monitor quien
tendrá más peso a la hora de estructurar la relación, a la hora de de-finir –por
supuesto no necesariamente de manera explícita– el programa.

De ahí la denuncia a los «simplificadores» que predican la «no influencia».


Estructuramos la relación y estructurando la relación influimos en el chaval,
en todo el chaval. La cuestión de la relación
–y por tanto de la educación– es, por tanto, cómo estructurar la relación de la
manera más ventajosa para las partes, cómo hacer cada vez más consciente –
en la medida posible– el contrato que subyace a la relación, cómo aprender
juntos en esa relación que construimos y nos construye. En definitiva, el
cambio –sea educativo o terapéutico– es producto de un aprendizaje realizado
en común, un aprendizaje que supone un desarrollo de las funciones
comunicativas.

NORMALIDAD Y ANORMALIDAD, REESTRUCTURACION DE LA RELACION

En este sentido se relativiza lo normal y lo anormal. Ya que la comunicación


descaminada no es sino un caso especial de la comunicación ordinaria. Y se
postula que en la comunicación y la relación podemos aprender juntos mejores
maneras de comunicarnos y de ser en general. Podemos reestructurar nuestra
relación y por tanto reestructurarnos. Y esto es, en última instancia, educación.

Lo más importante, pues, a la hora de analizar la relación es identificar las


redundancias, la estructura. Es decir, pensamos: Uno, él me miró
agresivamente. Dos, yo le dije «¿Qué pasa?» .Tres, él me insultó, etc. Y en
muchas ocasiones cada uno puntúa las secuencias de modo distinto. Esto es un
problema. La propuesta de nuestros autores es no perderse en buscar qué fue
causa y qué efecto, sino centrarse en las vías de reestructuración de la relación
aquí y ahora.
LA INTERACCION Y LOS FACTORES DE COHESION

1. EL PROCESO DE LA INTERACCION

La interacción se refiere a las relaciones de intercambio entre dos o más


personas en las cuales los actos de cada una de ellas afectan a la otra.

Bonner, define la interacción social como «un tipo de relación entre dos o más
persoinas en la que las acciones de cada una de ellas afectan a la otra».

Otra forma de expresar lo que se entiende por interacción consiste en decir el


comportamiento en la comunicación de ida y vuelta en la relación entre varios
individuos que forman un grupo. Este fenómeno es vital para el grupo.
Manifiesta su vida, «su espíritu». Cuando un grupo está vivo, se producen
numerosos intercambios; no hay «silencios mudos», ni modorra, ni desgana o
cualquiera otra manifestación de desinterés o de agresividad que paralizan la
vida del grupo.

La interacción no mira solamente al número de las intervenciones sino que


atiende también a su calidad. La interacción fructifica según el ritmo o el proceso
de maduración a que se desarrolla el grupo. Los conflictos y las situaciones de
strepp por los que atraviesa el grupo provocan comportamiento de inflexión en la
dinámica de las interacciones. La interacción no es tampoco producto de la
«excesiva animación». Puede darse mucho «ruido» dentro de un grupo por la
acción de dos protagonistas en duelo mutuo a causa de algún conflicto entre
ellos, mientras los demás no pasan de meros espectadores.

Es necesario destacar aquí el papel preponderante que, como motor y


regulador, tiene en estas circunstancias el animador u orientador del grupo. A él
corresponde intensificar los intercambios y evitar las polariza-ciones, no
multiplicando los diálogos entre uno de los participantes y él mismo.
2. FUNCIONES DE LA INTERACCION

• Conflictual: es la que sirve para un «arreglo de cuentas» ;

• Creadora: sirve para despertar la iniciativa, la cooperación y suele ser la


palanca de la eficacia o del rendimiento del grupo.

LA COHESION DE LOS GRUPOS

Este tema nos merece especial atención. Los grupos varían según el grado de
unidad y de amistad que muestran sus componentes. Existen momentos en los
que resulta gustosa y fácil la convivencia dentro del grupo; se está contento y
se manifiesta generosa entrega y cooperación; las empresas más penosas se
arrastran en clima de alegría y de sentimientos compartidos; no existe
discrepancia, puede hasta decirse que el grupo es un solo hombre. Cuando esto
sucede en el grupo es síntoma –decimos- de que el grupo posee estrecha
cohesión.

La noción de cohesión parece en todo sentido central para el estudio de los


grupos restringidos. Directamente emparentado con la corriente lewiniana, dicho
término nos remite en su sentido físico originario a la fuerza que mantiene
unidas las moléculas de un cuerpo; de ahí su referencia metafórica a la unión
de los individuos en el grupo.

Según Bany la definición literal de cohesión «es la tendencia a mantenersu


juntos y de acuerdo». Diremos que la cohesión del grupo viene a ser como la
resultante de un conjunto de fuerzas de atracción centrípeta, cuyo efecto
gratificador induce a los miembros del grupo a permanecer juntos y a resistir
contra las fuerzas de desintegración.

LOS FACTORES DE COHESION

El inventario de los principales factores de cohesión prefigura las


investigaciones sobre los temas fundamentales de la dinámica de grupos.

Entre las fuentes de cohesión que actúan en los grupos podemos distinguir
dos clases de factores:
a) Extrínsecos

Normalmente preceden a la formación del grupo, son:

– Los controles sociales (normas y leyes públicas, modos de presión de la


opinión pública).

– La dependencia jerárquica o funcional del grupo respecto a otra entidad más


amplia.

– La similitud o diferencia en las posiciones sociales de que gozan sus


miembros. Los marcos de referencia de los individuos reunidos. Se puede
decir que la proximidad en todas sus formas
–espacial, social, cultural– constituye una poderosa facilitación.

b) Intrínsecos

• Comprende dos grupos:

1º Los socio-emotivos entre los que enumeramos:

• El interés y entusiasmo por cierto objetivo común, sentido y vivido como


proyecto exaltador del grupo.

• La fuerza atractiva de la acción colectiva, como sentimiento del


acercamiento progresivo al objetivo.

• El «espíritu de equipo» cuyo cometido fundamental será acelerar el


proceso de identificación con el grupo, expresado por el sentimiento del
«nosotros»» y manifestado por medio de expresiones simbólicas tangibles,
como nombres específicos, cantos, ritos, ceremonias y todos los sistemas
«figurativos».

• El correlato de afinidades interpersonales que refuerzan el sentimiento de


simpatía grupal.
• La satisfacción de ciertos anhelos personales que exigen la presencia de los
demás: deseo de prestigio, reconocimiento y aceptación. La necesidad de
expresar los propios pensamientos y sentimientos (¡Error!Marcador no
definido.) en forma complacida y hasta cierto anhelo de formas acentuadas
de exhibicionismo afectivo.

2º Los factores socio-operativos

• La articulación y distribución de los roles en dependencia con las


actividades realizadas y con las aptitudes de sus miembros. No habría
grupo sino, cuando el sistema de roles interdependiente y complementario,
se pusiera a funcionar.

• Por el comportamiento del grupo y de la clase de liderazgo. No suele


acontecer ninguna operación de productividad en el grupo sin un rol
preeminente del líder o la conducta del mismo. Entendido, claro está, como
el rol de complementariedad. Ese rol no va vinculado tanto a la
singularidad de la persona cuanto a la pertenencia de cierta función de
coordinación y de estímulo. Su papel de «catalizador» apunta a facilitar
más bien las decisiones colectivas.

• Por el compromiso personal como culminación del proceso de identificación.


Implica la adhesión del «yo» a tales valores o a tal situación. Significa que
la persona halla en el grupo su realización. Supone además una especie
de pacto implícito por la persona de querer participar activamente en los
cometidos del grupo.

Como se ha podido comprobar a vista de lo expuesto un fuerte grado de


cohesión en el grupo
¡Error!Marcador no definido.; pero en el grupo existen además otra serie de
fuerzas desfavorables que tienden a disgregar o a desbaratar la cohesión del
mismo: competición, hostilidad, desarmonías, etc.

3º Los factores de disgregación

Hay dos tipos de disgregación:


• La escisión parcial o temporal del grupo.
• La escisión definitiva o total del grupo.

Comprende la primera todos aquellos fenómenos que perturban


momentáneamente la actuación del grupo. Son, sin embargo, fenómenos
estimulantes de la cohesión, aunque a primera vista no lo parezcan, pues obligan
al grupo a centrarse a sí mismo y a reflexionar.

A tres podemos reducir sus manifestaciones principales:


– Las agresiones interpersonales;
– Los abandonos esporádicos;
– La desorganización general transitoria.

Las agresiones interpersonales son tipos de conducta que adoptan unos


miembros frente a otros: crítica, hostilidad, interpelación, etc. Cuando el grupo
está integrado, estos ataques no suelen ir dirigidos a la persona sino a la
conducta. Es como una invitación a explicarse, a defenderse, a manifestarse, es
decir, a ofrecer a los demás su total dimensión.

Los abandonos esporádicos son conductas que obedecen a mecanismos de


huida, de evasión; se manifiestan cuando se intenta marginar el problema
principal o cunde desinterés por el asunto del grupo en alguno de sus
miembros.

La desorganización general transitoria se manifiesta sobre todo mediante


conductas de no- cooperación. Son asimismo la expresión de regresiones infantiles
pero que, pasado el mal momento, vuelve el grupo a recobrar la
intercomunicación.

En cuanto al segundo tipo de disgregación –la definitiva o total– se debe a dos


factores principalmente:
– Deficiente sentimiento de pertenencia,
– Falta de organización.

Cuando un individuo no se identifica con el proyecto del grupo suele


abandonar el grupo, deja de pertenecer a él. Basta que haya discrepancias
notables que el miembro no sepa o no pueda o no quiera armonizar.
Con frecuencia uno de los factores que más influyen en la escisión total en los
grupos es la falta de organización. Los grupos altamente organizados permanecen
unidos fuertemente; tienen recursos para superar las frustraciones y reaccionan
positivamente ante las agresiones.

Existe además otro factor importante –sobradamente aludido


anteriormente– que constituye como la base de todos los señalados y del que
depende con mucho, cuanto se diga de la solidaridad y cohesión de un grupo:
se trata de la comunicación efectiva. Cuando la comunicación entre los
individuos que forman y viven en grupo se restringe o hay ruptura, las personas
tienden a adoptar posturas estereotipadas. Cada miembro percibe al otro
dentro de un contexto equívoco y no habrá ya posibilidad de entendimiento.

Por último, mencionaremos algunos medios que se han empleado para


desarrollar la cohesión en los grupos:

– Elevar la conciencia de atracción que ofrece el grupo mediante la


reformulación o revalorización de los objetivos;

– Invitar y sugerir iniciativas de originalidad y creación propias;

– Favorecer el prestigio del propio grupo no desdorándolo ni por los hechos ni


por las palabras;

– Fomentar la comunicación auténtica y estimular la interacción;

– Mediante la atención a los ocho principios básicos –elaborados por el


psicólogo norteamericano Jack R. Gibb– para el aprendizaje del trabajo en
grupos.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES PARA EL TRABAJO EN GRUPOS (GIBB)

1º AMBIENTE

El ambiente físico influye sobre la atmósfera del grupo y por tanto debe ser
dispuesto de modo que contribuya a la espontaneidad, participación y
cooperación. Respecto al local, se debe evitar el sentirse como grano de «arena en
el desierto» o como «lata de sardinas»; se cuidará que haya mesas y asientos
para todos, lo más cómodos posible y que la disposición permita intercambiar
ideas cara a cara.

2º REDUCCION DE LA INTIMIDACION

Al actuar en grupo pueden producirse sentimientos de temor, inhibición,


hostilidad, timidez... que se engloban en el concepto de intimidación. La
reducción de las tensiones favorece el trabajo y el rendimiento de los grupos. Hay
que hallarse cómodo y a gusto con los demás para que las relaciones
interpersonales puedan ser amables, cordiales, francas y de colaboración.

3º LIDERAZGO DISTRIBUIDO

Significa que favorezca la tarea y el logro de los objetivos, mediante la


distribución y cogestión entre todos los del grupo, a fin de que todos tengan la
oportunidad de desarrollar las correspondientes capacidades.

4º FORMULACION DEL OBJETIVO

El objetivo debe establecerse con la mayor claridad y con la participación de


todos los miembros, pues esto incrementa la conciencia colectiva del «nosotros».
Cuando los objetivos no son determinados
«desde fuera», el grupo trabaja con mayor interés y más unido.
5º FLEXIBILIDAD

Aunque los objetivos deben cumplirse en consonancia con los procedimientos


acordados, si sucede que nuevas necesidades o circunstancias aconsejan alguna
modificación, debe haber en el grupo suficiente elasticidad y comprensión como
para que se posibilite la adaptación constante a la nueva situación. También debe
evitarse la excesiva rigidez de reglamentaciones o normas.
6º CONSENSO

La comunicación debe ser libre y espontánea; que evite la polarización y los


«bandos»; que haga posible el acuerdo en las decisiones y resoluciones entre
todos los miembros. El consenso se obtiene mediante el buen clima de grupo, de
auténticas relaciones interpersonales.

7º COMPRENSION DEL PROCESO

El grupo debe distinguir siempre entre «lo que dice» y la forma «como se dice»;
las actitudes y reacciones de los miembros; los tipos de interacción y
participación. Ello implica prestar atención no sólo al tema que se está tratando
sino también a lo que ocurre en el grupo durante la tarea del mismo: roles,
tensiones, inhibiciones, ansiedad, manera de enfocar los problemas, etc. La
comprensión del proceso facilita la participación afectiva y oportuna, el logro de los
objetivos y ayuda a la necesidad de los propios miembros.

8º EVALUACION CONTINUA

El grupo necesita saber en todo momento si los objetivos y actividades


responden a las conveniencias e intereses de los miembros. Ello supone examen
a indagación para saber hasta qué punto el grupo se encuentra satisfecho y
las tareas se han cumplido. El propio grupo elegirá las técnicas y
procedimientos más adecuados para establecer una evaluación que, por
supuesto, no debe hacerse al principio cuando el grupo no está aún formado.
El grupo es siempre una realidad que va madurando poco a poco. Es un logro
progresivo y, por decirlo con las propias palabras de Gibb, «los miembros no
nacen, se hacen».
COMUNICARSE PARA CRECER

En su libro «El camino del ser» C. Rogers vuelve a recoger elementos


fundamentales de su pensamiento. Algunos ya los hemos recogido pero conviene
repetirlos, pues son dichos desde una edad avanzada.

«Hay tres condiciones que deben estar presentes para que el clima sea
estimulador del crecimiento. Estas son aplicables tanto si hablamos de la relación
entre el terapeuta y su cliente, padre e hijo, dirigente y grupo, profesor y
alumno, como administrador y empleados. En realidad estas condiciones son
aplicables a cualquier situación en la que se fije como objetivo el desarrollo de la
persona...»

«El primer elemento podría denominarse autenticidad, legitimidad o


congruencia. Cuando mayor sea la autenticidad del terapeuta en la relación con
su cliente, sin disfraces profesionales ni personales, mayor será la probabilidad
de que este último cambie y crezca de modo constructivo. Esto significa que el
terapeuta se abra al conjunto de sentimientos y actitudes que fluyeran en su
interior en un momento dado. El término «transparente» captura el sabor de
dicha condición; el terapeuta se hace transparente ante el cliente; el cliente
puede ver claramente lo que el terapeuta es en la relación; el cliente no
experimenta retención alguna por parte del terapeuta. En cuanto al terapeuta, si
lo que experimenta está a disposición de su consciente, puede ser vivido en la
relación y comunicado si es apropiado.»

«De este modo habrá una compatibilidad absoluta, o congruencia, entre lo


que se experimenta a nivel visceral, aquello de lo que se es consciente en un
momento dado y lo que se expresa al cliente».

«La segunda actitud importante para la creación de un clima favorable al


cambio es la aceptación, el cariño o el aprecio o lo que yo domino «visión
incondicionalmente positiva». Cuando el terapeuta experimenta una actitud
positiva y de aceptación hacia lo que el cliente sea en un momento dado,
aumenta la probabilidad de que el movimiento o cambio terapéutico tenga lugar.
El terapeuta está dispuesto a que el cliente sea lo que sus sentimientos
inmediatos le dicten: confusión, resentimiento, miedo, ira, valor, amor u orgullo.
Ese cariño por parte del terapeuta no es posesivo. Aprecia al cliente, no de un
modo condicional sino en su tota-lidad.»

«El tercer aspecto facilitador de la relación lo constituye la capacidad de


proyección de la comprensión. Esto significa que el terapeuta percibe con
precisión los sentimientos e intenciones que el cliente experimenta y le hace
partícipe de su comprensión. En situaciones óptimas, el terapeuta se introduce
hasta tal punto en el mundo privado de su interlocutor, que no sólo es capaz de
clarificar los pensamientos de los que el cliente es consciente, sino los que están
ligeramente sumergidos en su subconsciente.

Este modo sensible y activo de escuchar es sumamente excepcional en


nuestras vidas. Creemos que escuchamos, pero raramente lo hacemos con
auténtica comprensión, realmente proyectándonos. Sin embargo, esta forma
especial de escuchar constituye una de las fuerzas de cambio más potentes
que conozco.»

«¿Cómo produce el cambio el clima descrito? En breve, cuando las personas


son aceptadas y apreciadas, tienden a desarrollar una actitud de mayor cariño
hacia sí mismas. Cuando se las oye con proyección personal por parte del oyente,
son capaces de escuchar con mayor precisión el flujo de sus propias experiencias
internas. Al comprender y apreciar el sí-mismo, este pasa a ser más congruente
con la propia experiencia. Y de este modo la persona pasa a ser más real, más
auténtica. Estas tendencias, las recíprocas de las actitudes del terapeuta, le
permiten convertirse en acrecentadoras de su propio crecimiento. Hay una mayor
libertad para ser una persona real y total (Rogers, 1962).»

«Las personas a quienes se infunden dichas actitudes desarrollan una mayor


autocomprensión, una mayor confianza en sí mismos y una mayor habilidad para
elegir su conducta. Aprenden de un modo más significativo y disponen de
mayor libertad para ser y llegar a ser.»

«El individuo en este clima nutridor es libre para elegir cualquier dirección,
pero en realidad selecciona los caminos positivos y constructivos. La tendencia
de actualización es operativa en los seres humanos».
«Así pues al facilitar un clima psicológico para permitir que las personas
«sean» –tanto si se trata de clientes, estudiantes, obreros o, como miembros de
un grupo– no nos ponemos en manos del azar. Nos infiltramos en una tendencia
que impregna la totalidad de la vida orgánica, que permite alcanzar la máxima
complejidad de la que el organismo sea capaz.»

En torno a un nuevo modo de vivir Carl Rogers señala:

«Aprendimos que en un espacio muy breve de tiempo, un gran número de


personas pueden empezar a vivir de una forma más apropiada a nuestro incierto
futuro».

«Lograron perfeccionar un sistema participatorio de toma de decisiones,


adaptable a la mayoría de situaciones y dotado de su propio mecanismo
giroscópico de autocorrección, con un margen de error mínimo como cualquier
otro conocido.»

«Lograron desarrollar una nueva seguridad en sí mismos , descubriendo la


fuente de valores en su propio interior y adquiriendo conciencia de que la buena
vida no depende de fuentes externas sino que está dentro de uno mismo».

«Nosotros aprendimos que esos cambios, tan apropiados para vivir en una
cultura que se desintegra, podían iniciarse en un período de tiempo muy breve y
en un grupo muy numeroso de gente, siempre que nosotros mismos seamos
capaces de ser de modo compartible con el mundo mutable.»

«Entre ellos no hay un sólo concepto que sea enteramente nuevo, pero en
conjunto muestran que poseemos la estrategia educativa necesaria para posibilitar
dichos cambios en los seres humanos y que este enfoque es factible aquí y ahora.
A fin de cuentas, nuestra experiencia ofrece una sugerencia provocadora, sobre
cómo puede llegar a ser la educación el próximo siglo.»
IDEAS BASICAS

 El 50% de los residentes en Residencias de Tercera Edad de la C.A.V. tienen


escaso nivel de relación y grandes dificultades para generar relaciones de
amistad con los demás residentes.
 Los diez componentes de la soledad:
• Pérdida del sentimiento de ser objeto de amor.
• Pérdida de un ser al que cuidar.
• Ausencia de una presencia.
• Privación de una ayuda en la realización de las tareas cotidianas.
• Nostalgia de las actividades familiares.
• Impresión de la pérdida de su rango.
• Alteración de las relaciones sociales.
• Incapacidad para trabar nuevas amistades.
 La comunicación es una operación que pone en relación a los sujetos
humanos y consiste en hacer pasar un conocimiento, una información o una
emoción de unos a otros, es decir, realizar un intercambio de significaciones.
 En toda comunicación podemos apreciar dos aspectos: el formal y el
psicosociológico.
 La comunicación es un proceso social permanente en el que el autor social
participa en todo momento, tanto si lo desea como si no y que integra múltiples
modos de comportamiento: vocal, gestual, tactil, territorial, de indumentaria...
 Una comunicación no sólo transmite información sino que al tiempo impone
conductas, define las relaciones.
 El cambio en las relaciones entre las personas es producto de un aprendizaje
realizado en común, un aprendizaje que supone un desarrollo de las
funciones comunicativas.
 La interacción se refiere a las relaciones de intercambio entre dos o más
personas en las cuales los actos de cada una de ellas afecta a las demás.
 La interacción no mira solamente al número de intervenciones sino que atiende
también a su calidad.
 Principios fundamentales para el trabajo en grupo son:
• El ambiente.
• La reducción de la intimidación.
• El liderazgo distribuido.
• La formulación del objetivo.
• La flexibilidad.
• El consenso.
• La comprensión del proceso.
• La evaluación continua.
 Las tres condiciones que deben estar presentes para que el clima sea
estimulador de creación:
 Autenticidad, legitimidad o congruencia.
 Creación de un clima favorable de cambio: visión
incondicionalmente positiva.
 Capacidad de proyección

También podría gustarte