Triduo
a san José
del Buen
Consejo
¡Gloria a Jesús,
María y José!
Triduo a san José
del Buen Consejo
Basado en el manuscrito
del padre José María Vilaseca,
“Triduo a san José del Buen Consejo
para el acierto en la elección de estado”.
Original AGHJ, publicado en El propagador 33(1903), p. 245-248.
© Misioneros de san José, 2022.
Triduo a san José del Buen Consejo
Oración final
«Entre todas las devociones que podemos tener
a san José es una de las más importantes la que ¡Oh señor san José, tú que, en fuerza de tu divina voca-
con razón llamamos: Triduo a san José del Buen ción, fuiste entresacado de entre todos los hijos de Adán
Consejo; y así como ella fue el gran punto de par- para ser constituido jefe de la Sagrada Familia, como
digno esposo de María y padre virginal de Jesús, tú que
tida para la Familia Josefina, así nos conviene
fuiste su consejo en la encarnación del Hijo de Dios, su
rezarlo en toda ocasión en la que, por razón de
consejo en su nacimiento en el portal de Belén, su consejo
las circunstancias, duda uno de su vocación y no en la huía a Egipto y su vuelta a Nazaret y su consejo hasta
sabe qué hacer, bien persuadido que san José nos tu muerte preciosísima, yo te suplico, señor san José que,
iluminará, como lo hizo en los días 23, 24 y 25 del en nuestros días de tanta tribulación y necesidad, seas el
mes de enero de 1877 [...]. Hágase también en consejo de todo el pueblo cristiano. Sí, santo mío, sé el
comunidad los días 23, 24 y 25 del mes de enero consejo de los familias, para que haya amor en ellas; el
de cada año, para perpetua memoria de tan consejo de los que ejercen el poder, para que lo hagan con
soberano hecho y de nuestra parte para la mayor espíritu de servicio; el consejo de las religiosas y los
religiosos, para que sean signo de la presencia Dios en
gratitud al señor san José.»
este mundo; el consejo de la niñez y la juventud, para que
las guíes en su camino de crecimiento; el consejo de los
Padre Vilaseca obispos, sacerdotes y diáconos, para que sean como
Jesús, buen Pastor; y sobre todo, el consejo del Papa (N)
para que guíe a la Iglesia por los caminos del Espíritu. En
suma, señor san José, sé mi verdadero consejo, mi consejo
en el discernimiento, mi consejo para la perseverancia, mi
consejo que me haga alcanzar una santa muerte y mi con-
sejo hasta verte, honrarte y glorificarte con Jesús y María
en el cielo. Amén, Jesús, María y José.
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Triduo a san José del Buen Consejo
Triduo a san José
Dios hizo un milagro, afirma el padre Vilaseca, por inter-
del Buen Consejo
cesión de san José, pues las Obras Josefinas pudieron con-
tinuar adelante. Reavivado en su fe, el padre Vilaseca V. En el nombre del Padre
exclama ante este hecho providencial: “Entonces, como si y del Hijo
nuestro corazón y nuestro entendimiento, mediante una y del Espíritu Santo.
gracia poderosísima, hubiesen sido ocupados por la Sabi- R. Amén.
duría infinita, se verificó en nosotros el haber recibido el
verdadero consejo, cuya práctica, tanta honra y gloria V. Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verda-
había de dar a Dios con el establecimiento de los Misione- dero, me pesa de todo corazón haberte
ros Josefinos, así como también con el de las Hermanas ofendido. Porque eres infinitamente bueno,
Josefinas y por toda la multitud de obras que por su medio dame tu gracia para no volver a pecar.
se habían de verificar.” R. Amén.
“¡Oh! gracias, mil gracias sean dadas al señor san José por
este beneficio, el cual comenzó a darnos propia vida en la
Oración inicial
Iglesia de Dios nuestro Señor, desde este día por tantos
motivos memorables. Sea, pues, nuestra resolución invo-
¡Oh san José del Buen Consejo, patrón y protector de la
Iglesia universal!, nuestra Familia Josefina, desde su naci-
carlo con todo fervor, bajo el título del Buen Consejo.”
miento, por amor y voluntad de nuestro Fundador, el
padre José María Vilaseca, te ha tenido siempre como
Se hace un momento de oración en silencio y se concluye con
modelo y protector en su vida y en su misión evangeliza-
la oración final en la página 11.
dora, en este día queremos implorar tu consejo paternal.
San José del Buen Consejo, tú recibiste de Dios la sublime
vocación de ser el esposo María y el padre de Jesús, en
este día, ante tu imagen bendita, queremos renovar una
vez más, el gesto confiado del padre Vilaseca, y poner bajo
tu Patrocinio a nuestra Familia Josefina.
San José del Buen Consejo, alcánzanos de Dios un buen
consejo, así como lo hiciste con el padre Vilaseca. Acom-
páñanos con María, tu esposa, para que lleguemos a ser
audaces discípulos y misioneros de tu hijo Jesús, que vive
y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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Triduo a san José del Buen Consejo
Con la misma intención se reza sietes veces la
oración siguiente:
V. Señor san José, digno esposo de María y
padre virginal de Jesús, Meditación del tercer día
R. Ruega por nosotros pecadores, ahora y
en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. Día tercero.
Jaculatoria
R. Por la gracia de Dios.
V. ¡Padre nuestro san José, ruega por la
Familia Josefina y por la Iglesia!
R. ¡Amén, Jesús, María y José!
Al iniciar el triduo de oración por intercesión de san José,
el padre Vilaseca, lleno de confianza en Dios, se decía en
su interior “Dios proveerá”. Tenía fe y confianza en Dios y
en su amado padre san José. En esos tres días de oración,
Segunda oración para cada día el p. Vilaseca también consultó su situación con la madre
Cesarita y con el Canónigo Victoriano Cobarrubias. Con la
A ti, bienaventurado san José del Buen Consejo, acudi- oración y el discernimiento encontró la luz que andaba
mos en nuestro caminar, y solicitamos confiadamente tu buscando. Como él mismo comenta, “mientras estába-
patrocinio para que estés a nuestro lado. Por aquella cari- mos en esta oración, una serie de circunstancias que
dad que con la inmaculada Virgen María, Madre de Dios, tuvieron lugar […] hicieron que se viese claramente la
te tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazaste al mano de la protección del señor san José, y que el señor
niño Jesús, humildemente te pedimos vuelvas benigno los Arzobispo, iluminado por el Espíritu Santo, exclamase del
ojos hacia nosotros que, como miembros de tu Familia todo convencido: «Verdaderamente, vuestra separación
Josefina, te pertenecemos de un modo especial, y con tu de la Congregación (de la Misión), padre Vilaseca, es la
poder y auxilio, socorras nuestras necesidades. Protege, voluntad de Dios».”
¡oh providente custodio de la Sagrada Familia!, nuestras
familias, que nunca más haya episodios de violencia, de Al finalizar el triduo de oración, el 25 de enero, el padre
cerrazón y división; que quien haya sido herido o escan- Vilaseca se presentó ante el señor Arzobispo para darle a
dalizado sea pronto consolado y curado; y como en otro conocer su resolución, aunque ello implicara dejar su
tiempo libraste al niño Jesús del peligro, así ahora defién- amada Congregación de la Misión. Por eso, ese mismo día,
denos de las asechanzas de nuestros enemigos y de toda realizó los votos religiosos como Misionero Josefino y,
adversidad; y a cada uno de nosotros protégenos con desde ese entonces, llamó a la imagen de san José que lo
perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo tuyo y sosteni- acompañó en la toma de esta importante decisión “San
dos con tus consejos y auxilios, podamos santamente José del Buen Consejo”.
vivir, piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna
bienaventuranza. ¡Amén, Jesús, María y José!
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Triduo a san José del Buen Consejo Triduo a san José del Buen Consejo
llena de fe y de confianza, pues el padre Vilaseca les había Meditación del primer día
enseñado que todo lo que le pidieran a san José, él lo con-
cedería. Se pasaron así tres días de oración pidiéndole a
san José un buen consejo para el padre Vilaseca, quien V. Día primero.
debía tomar una decisión de suma importancia. R. Por la gracia de Dios.
En los momentos de confusión, de incertidumbre o de El padre José María Vilaseca Aguilera llegó a México en
oscuridad, el ser humano busca una luz que ilumine su 1853, procedente de Barcelona, como miembro de la Con-
camino, su ideal o su vida. Solamente con la luz se distin- gregación de la Misión (vicentinos), con el sueño de reali-
guen los objetos y se ve con claridad la realidad. El padre zar su vocación misionera en estas tierras. Desde su llega-
Vilaseca se sentía en la oscuridad al no ver claro qué debía da se dejó cuestionar por la realidad que encontró y,
hacer ante la disyuntiva que se le presentaba: abandonar guiado por el discernimiento que hacía a la luz del Espíri-
las obras que estaba fundado o dejar su amada Congrega- tu Santo, poco a poco respondió a dicha realidad con la
ción de la Misión. Su meta fue “hacer siempre la voluntad fundación de algunas obras apostólicas, las cuales puso
de Dios”. El que hace la voluntad de Dios no se equivoca, bajo la protección de san José. Así, el padre Vilaseca
pero, ¿cuál es la voluntad de Dios?, ¿cómo conocerla?, se emprende lo que él mismo llamó las Obras Josefinas.
preguntaba el padre Vilaseca en sus momentos de
oración. En 1869, fundó la Biblioteca religiosa, para posibilitar un
espacio de formación en la fe. El 19 de julio de 1871, fundó
Se hace un momento de oración en silencio y se concluye con la revista de El Propagador de la devoción a Señor san José y
la oración final en la página 11. a la Sagrada Familia, para promover el conocimiento y la
imitación de san José y la Sagrada Familia. Junto con esta
revista también publicó el boletín El Sacerdocio católico.
En 1872, el padre Vilaseca fundó lo que a la postre sería la
Familia Josefina. Primero, el 1 de julio, la Asociación
Universal de los devotos del señor san José, actualmente Aso-
ciación de Laicos Josefinos, que tenía el mismo fin de la
revista El Propagador y, además, el de trabajar por la
unidad de las familias cristianas, así como sostener y pro-
mover las vocaciones josefinas. Después, el 19 de septiem-
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Triduo a san José del Buen Consejo Triduo a san José del Buen Consejo
bre, en el callejón del Montón de la Ciudad de México, hoy
calle de las Cruces, inauguró el Colegio Clerical del Señor
san José, hecho que sentó las bases para lo que posterior-
Meditación del segundo día
mente sería la Congregación de Misioneros de san José. Tres
días más tarde, el 22 de septiembre, inició la fundación
V. Día segundo.
del Instituto de las Hijas de María Josefinas, cuando Cesárea
R. Por la gracia de Dios.
de Esparza y Dávalos junto con unas compañeras llegaron
a la que sería la primera casa de la hoy Congregación de
Hermanas Josefinas, en la calle de San Felipe, de la Ciudad
A finales de 1876 los superiores del padre Vilaseca le plan-
tearon que abandonara las Obras Josefinas que estaba
de México.
fundando y las dejara en manos del Arzobispo de México,
Don Pelagio Antonio Labastida y Dávalos. El padre Vilase-
Pero a finales de 1876 el padre Vilaseca se encontró en una
ca, en conciencia, no lo podía hacer. Le fue necesario
grande dificultad, pues no recibió el apoyo de su congre-
hacer un discernimiento para ver cuál era la voluntad de
gación para llevar adelante estas fundaciones, ya que sus
Dios ante la situación que se le presentaba. Así, convenci-
superiores no las aprobaron y le pidieron que no conti-
do de que sin Dios no se puede hacer nada, después de
nuara con ellas. Apenas estaban naciendo y estas obras
consultar con el mismo Don Pelagio Antonio Labastida y
debían ser abandonadas por su fundador. Ante esta situa-
Dávalos, oró a Dios por intercesión de san José, e invitó
ción, el día 23 de enero de 1877, el padre Vilaseca consultó
también a sus hijas e hijos a orar, realizando una jornada
con su amigo y confesor, Don Pelagio Antonio Labastida y
de oración a san José durante tres días consecutivos, los
Dávalos, Arzobispo de México, y se determinó que, antes
días 23, 24 y 25 de enero de 1877.
de resolverse cosa alguna, se pasarían tres días en
oración, pidiéndole a san José un buen consejo para obrar
Los principales centros de oración fueron el Colegio Cleri-
con el debido acierto.
cal y el Colegio Preparatorio, donde se estaban formando
los primeros Misioneros Josefinos; la casa de las Hermanas
Se hace un momento de oración en silencio y se concluye con
Josefinas, teniendo al frente a la madre Cesarita; y las
la oración final en la página 11.
sedes de la Asociación de laicos devotos de san José.
Todos oraban así: “San José, socorre a los miserables,
fortifica a los pusilánimes y ayuda a los débiles. San José,
ruega por nosotros. San José, ayuda al Colegio Clerical,
que está en tan grande peligro. San José, salva a las Her-
manas Josefinas, que desde hoy te están fielmente consa-
gradas. Amén, amén, amén.” Su oración era fervorosa,
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