E1 Bairon Cerrato 32421456
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Espectáculo
CONTENIDO
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Cine y
Espectáculo
EL CINE URUGUAYO
Periódicamente el cine de largometraje y proclamó que Dos
ficción en el Uruguay amenaza destinos (Juan
convertirse en realidad. Así ha sido Etchebehere) fuera la primera película
desde 1923 (Almas de la costa, de Juan sonora nacional. Lo era. Previsiblemente,
Antonio Borges), cuando comenzó esa en el año 2004 se estrenará nuevamente
aventura, hasta comienzos de la década “la primera película uruguaya”.
del noventa, en que ha
reaparecido la fiebre por Si se cree en los
A pesar de tantos desintereses,
el cine nacional. En rigor, publicistas, pocas
Cinemateca Uruguaya, preserva
hay cine nacional desde
imágenes uruguayas filmadas cinematografías en el
1898, con Carrera de desde 1898, totalizando unas mundo han nacido
bicicletas en el 1.200 piezas que incluyen la tantas veces. Quizás
velódromo de Arroyo mayoría de los largometrajes
Seco, de Félix Oliver. porque a la uruguaya
realizados, noticieros,
Pero la presentación de documentales, cortometrajes. hay que completarla
historias narradas en Estas imágenes son parte del cada vez, debido a la
imágenes, capaces de patrimonio cultural del Uruguay, y mala memoria que
reflejar el imaginario algunas requieren un impide aprender de
reconocimiento más amplio en la experiencias anteriores
propio, con capacidad de
historia del cine latinoamericano o a causa de la
inventar y crear,
cuestionando o inexistencia de bases
afirmando una manera propia de ser, se materiales, de mercado y de industria. En
considera normalmente “cine”. Por eso cambio, casi han sido más los proyectos
Borges, en 1923, hizo poner en los de ley a partir de 1950 que el número de
afiches de su película que era la primera largometrajes. Entre el 50 y el 73 hubo
producción nacional. Después hubo una docena de iniciativas para resolver
por ley lo que no se solucionaba en la
varias “primeras películas”: en 1938, realidad. Y después de la vuelta a la
Vocación? (Rina Massardi) fue la primera democracia en 1985 han reaparecido
película lírica sudamericana; en 1979, El propuestas para crear mecanismos de
lugar del humo (Eva Landeck) fue otra financiación y protección para el cine que
vez la “primera película uruguaya”; en no existe, sin que esas ideas hayan
1994, El dirigible (Pablo Dotta) se hecho mella en sucesivos ministros de
presentó en Cannes como “la primera Cultura. Hasta el momento, con el
película en la historia del cine uruguayo”, Mercosur por delante, sólo se ha creado
en Buenos Aires, como “la primera un Instituto del Audiovisual sin fondos y
película sonora uruguaya”, y en un Fondo con recursos que provienen
Montevideo se informó que era la sobre todo de los canales de televisión.
primera producción nacional sonora en Desde el punto de vista legal, nunca
35 mm. Es curioso, pero en 1936 nadie hubo tanto, al menos en el papel.
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Otra explicación para la existencia de tantas “primeras películas” es que a
lo largo de la historia el cine argumental y de largometrajes ha existido en
base a impulsos discontinuos. Entre 1919 y 1929, cinco películas, una cada
dos años: Pervanche, Almas de la costa, Aventuras de una niña parisién en
Montevideo, Del pingo al volante, El pequeño héroe del Arroyo del Oro. Entre
1936 y 1952, trece películas, casi una cada año: Dos destinos, Soltero soy
feliz, Vocación?, Radio Candelario, Los tres mosqueteros, Así te deseo, Esta
tierra es mía, Uruguayos campeones, Detective a contramano, El ladrón de
sueños, Amor fuera de hora, Urano viaja a la Tierra, El desembarco de los 33
Orientales. Entre 1979 y 1982, cuatro películas, una por año: El lugar del
humo, Gurí, Mataron a Venancio Flores, Sábado disco. En los años noventa
han aparecido nuevos impulsos. Pero entre 1959 (Un vintén p'al Judas, que,
por otra parte, duraba algo menos de una hora) y 1979, no se filmó ningún
largo argumental propio, y tampoco entre 1983 y 1993. Lo mismo había
ocurrido entre 1929 y 1936. Así, la gente se olvida del cine nacional y cada vez
que alguien inicia un nuevo largometraje éste pasa a ser “el primero” de la
historia. No hay memoria de una treintena de experiencias, algunas realmente
inspiradas y creativas. Y cada vez todo parece empezar de nuevo.
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uruguayo. Según información de Adolfo Fabregat, Uruguayos campeones (que
contenía escenas representadas para el rodaje) llegó a 90.000 espectadores
en 1950. De El lugar del humo se divulgaron cifras falsas, pero se estima que
tuvo 45.000 espectadores a fines de los 70; Mataron a Venancio Flores no
llegó a los 20.000, y tampoco el más reciente El dirigible, pero ahora va
mucha menos gente al cine y no has estadísticas de circulación de películas en
vídeo doméstico.
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Pero ahora el mercado es menor, la gente no va a las salas y del cine se pasa
al video, que no es lo mismo.
Y A PESAR DE TODO
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sienten representados en Una forma de bailar, quizás lo más estimable de la
década junto con Pepita la pistolera. Creativamente, estos filmes no surgen
solos. En la década del 20, todavía próxima a la última guerra civil,
Montevideo y el interior son dos mundos distantes. A Montevideo llegan
inmigrantes y viajeros, incluyendo a una niña parisién, pero también a
franceses que hacen cine y se quedan (Corbicier, Henry Maurice, vinculado
éste último de un modo u otro a la mitad de los largos de esa época) o se
marchan sin dejar rastros (Roberto Kouri, libanés que figura como director de
Del pingo al volante). Y en Montevideo la gente conserva una ingenua
percepción de la vida, donde hay lugar para aventureros, condes y marqueses
importados de Francia y muy primitivos (Pervanche, de Ibáñez Saavedra, tío
abuelo de Jorge y Luis Batlle Ibáñez, que se perdió en algún lugar de la
Argentina), sentimientos puros (Almas de la costa), choques de culturas
(Aventuras de una niña parisién), diferencias entre la ciudad sofisticada y el
campo primitivo (Del pingo al volante). Y, finalmente, un drama en Treinta y
tres, rodado en los ambientes reales (El pequeño héroe del Arroyo del Oro).
Quiérase o no, ese cine mudo uruguayo fue y sigue siendo un reflejo de la vida
del país y su gente.
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posteriores son reflejo del país real, hasta los ejemplos más recientes. Pero
esto no ha sido todo el cine uruguayo1.
Desde fines de los 60 hasta el golpe del 73, Mario Handler, que regresó de
Praga, donde estudió cine, y Ugo Ulive encabezaron un movimiento de cine
comprometido, testimonial y panfletario que forma parte sustancial de esos
años y que permanece como un momento de creatividad, desde Carlos de
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Handler (1965), o quizás a partir de Como el Uruguay no hay de Ulive, en
1960. La lista: Elecciones (Handler y Ulive, 1967), Me gustan los estudiantes
(Handler, 1968), Liber Arce liberarse (Handler, Mario Jacob, Banchero, 1969),
El problema de la carne (Handler, 1969), En la selva hay mucho por hacer
(animación por Walter Tournier, 1973), La bandera que levantamos (Jacob y
Terra, dos años antes). De otro modo, también estas películas, que respiraban
el aire de cambio y utopía de esos años, son directo testimonio de su época y
su país en tiempos complejos. El cine, nuevamente, sigue siendo documento
incanjeable de la historia nacional o de alguna de sus instancias, aunque es
seguro que estos filmes carecen del distanciamiento necesario.
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