Intimidad reconfigurada.
La noción de intimidad en las Redes Sociales On-line.
Lo que estamos viendo no es simplemente otro trazado del mapa cultural — el
movimiento de unas pocas fronteras en disputa, el dibujo de algunos pintorescos lagos
de montaña— sino una alteración de los principios mismos del mapeado
Clifford Geertz
La Web nos pone de frente a una creación humana que trae relaciones con aquello que, hasta
su aparición, eran cualidades asignadas a los designios divinos o a la creación de los poetas.
Lo ilimitado pierde su cualidad abismal y entra, sencillamente, en la esfera de lo
posible, al alcance de la mano, al alcance de un leve movimiento de la mano, de un dedo que
se desliza sobre una superficie agradablemente lisa, perfecta, cada vez más sensual. Con una
proximidad íntima, casi erótica.
Sentados en algún lugar, miramos la pantalla. Estamos conectados a la Web.
Deslizamos el dedo y navegamos a través de un servidor, luego de un navegador o una app,
luego de un buscador (recorrido que se ha acelerado al punto de volverse casi imperceptible),
introducimos un texto. Click. Llegamos al sitio WEB1. Navegamos. ¿Dónde estamos?
Hace ya muchos años que nuestros universos de sentido se despliegan en constante
intercambio entre el on-line y del off-line. Habitamos múltiples espacialidades que coexisten
y, entiendo, no presentan contradicciones sino conjugaciones. Realidad y virtualidad están
entrelazadas una con otra, y producen experiencias que generan, en su conjunto, una realidad
mixta2.
Algunas revoluciones3 tecnológicas han conseguido cambiar nuestra forma de habitar
el mundo; pero pocas lograron conmover los pilares de la subjetividad misma. La revolución
digital es claramente una revolución tecnológica, a la que podemos reconocerle la capacidad
de generar una nueva idea de sujeto, “estar en el mundo” hoy implica estar conectados.
¿Cómo nos afecta, como afecta a la construcción de nuestras subjetividades, las
experiencias en este medio otro en el que también se despliega la vida?
Breve flashback
El primer capítulo de esta saga fue en Suiza, en la primavera de 1989 Tim Berners-Lee, un
inglés que trabajaba en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, da el puntapié inicial a
la creación de la WEB. Durante la década de 1990 principalmente en California (USA) se
dieron las condiciones de posibilidad – cultural, social, ambiental y personal- o sea subjetivas,
para que un grupo de jóvenes entusiastas con lo que este descubrimiento podía permitir
desarrollaran, con enloquecida aceleración, la tecnología adecuada para modificar las formas
1
Las redes sociales, como los blogs o cualquiera de las apps (aplicaciones), son casos particulares de sitios que, como todos, contienen
páginas WEB, cada vez que hacemos click o pulsamos la pantalla y cambia la interfase gráfica que vemos, estamos de hecho
“abriendo/navegando” otra página Web. Las app desaparecen el recorrido por el navegador y buscador, provocando inmersión instantánea.
El objetivo de cualquier sitio WEB es siempre que no lo abandonemos. Evitarnos demoras o pasos previos para acceder es una técnica para
evitarlo, éstos (entre otros) mecanismos están extremadamente estudiados y cuidados para provocar que nuestras acciones sean las esperadas
(o sea programadas) por el sitio.
2
Si entendemos la realidad como mixta, podremos tender puentes entre naturaleza y cultura, humano y no humano, virtualidad y realidad,
etcétera; también, podremos ir más allá de la concepción de los medios digitales como entornos artificiales y separables de la vida en el
mundo material off-line (cf. Alarcón Medina, Rafael (2018)
3
Revolución entendida como cambio de paradigma (Kuhn, 1962; Baricco, 2019)
que concebían para estar en el mundo: la Web y los modos de hacer en ella y con ella.
Pensamos que el mundo digital es la causa de los cambios que nos conmueven desde hace
algo más de un par de décadas, y obturamos muchas veces que estos cambios son también la
consecuencia de una determinada revolución mental y de una voluntad de cambiar el status-
quo cultural.
Y -esto lo podemos ver ahora, la aceptación, adopción e incorporación casi inmediata
y masiva de estas tecnologías a la esfera personal, íntima, nos muestra que la subjetividad ya
tenía potencialmente abierto el espacio a instituirse allí. Siguiendo el hilo de las reflexiones de
Alessandro Baricco4: Primero fue la revolución mental, luego la tecnológica.
La cultura es alienante, fuente de malestar; también es subjetivante: espacio de
despliegue. Es importante considerar que la WEB también amplía el escenario de
posibilidades de expresión subjetiva o, como mínimo, potencialmente puede hacerlo. Es
innegable el protagonismo que tienen los espacios de interacción que nos ofrece, en ellos se
producen nuevos vínculos, podemos desarrollar y compartir proyectos, nos abre a nuevas
formas de hacer lazo social.
Porque la intimidad?
La Web nos pone de frente a una creación humana sin precedentes, que conmueve las
categorias esenciales sobre las que se edificó el saber hasta el SXX: tiempo, espacio…
realidad. Las transforma, y al trastocar estas categorías fundantes nos convoca a preguntarnos
cómo se reconfigura todo el resto de las categorías.
La noción intimidad llama hoy a ser repensada ya que los fenómenos a los que refiere
están implicados en -casi- todos los intercambios que realizamos en la WEB. Podemos
incluso decir que lo que hacemos conectados a la Web siempre, de alguna forma, roza los
límites de la intimidad. Desde un posteo en nuestra cuenta de Instagram, Facebook o
cualquier otra Red Social Online (RSO), una búsqueda5 en Google (o cualquier otro
buscador), un trámite bancario o una cita médica. Sin olvidar los cambios que habilitó en las
esferas laborales, y que la pandemia del COVID 19 aceleró en el uso (y en la creación) de
herramientas para el “teletrabajo”, y esto a su vez reconfiguró los límites de la intimidad para
muchos.
Entender la intimidad como una noción6 nos permite pensarla en tanto forma de
representación ligada al estado de conocimiento –un concepto, y a la posibilidad de su
elaboración en relación con las vivencias propias de cada persona. Por lo tanto, la noción de
intimidad requiere que veamos los contextos en los que se inscribe, pensarla en esa zona en la
que los fenómenos subjetivos se enhebran con las condiciones y los condicionantes sociales y
culturales. Esto permitirá preguntarnos qué tipo de intimidad o intimidades observamos en el
particular espacio-tiempo de la Web. Tomaré particularmente el caso de las RSO por
considerar que, por su propuesta “compartir con amigos”, son un escenario privilegiado para
4
Baricco, Alessandro (2019) The game. Barcelona, Anagrama Ed.
5
Búsqueda: refiere a múltiples y diferentes operaciones que se realizan en la Web. Para el usuario “son los procedimientos que hace para
encontrar algo”, para el buscador (Google, Firefox, etcs) es “un algoritmo que se utiliza para buscar un elemento dentro de una estructura de
datos”. Ese elemento que busca el algoritmo es la respuesta que obtendremos, con ella configuraremos nuestra idea o conocimiento sobre lo
que buscamos. En general confiamos en el resultado que nos ofrece una tecnología que, consideramos, nos da la respuesta correcta, en cierto
sentido: la verdad. (cf.: Sadin, 2020)
6
Entendemos la noción en el sentido que propone Culioli (2010:121) como “ese haz de propiedades físico-culturales que aprehendemos a
través de nuestra actividad enunciativa”. La noción se sitúa en la articulación de lo (meta)lingüístico y lo no lingüístico, en un nivel de
representación híbrido. Se trata de una forma de representación, ligada al estado de conocimiento y a la actividad de elaboración de
experiencias propias de cada persona. “Permite alojar cadenas de asociaciones semánticas [...] que se organizan unas en relación a otras en
función de factores físicos, culturales, psicológicos” .
pensar la intimidad en los entornos conectados a la web. Abordar estos fenómenos desde su
complejidad intrínseca precisa de la confluencia de saberes heterogéneos, atrevernos a entrar
en ese campo donde cultura y sujeto son inseparables, entendiendo que ninguna teoría por sí
sola puede ofrecer modelos que permitan revelar los fenómenos complejos.
La noción de intimidad se nos presenta, entonces, en varios y variados niveles.
Para abordarlos, en primer lugar, necesitamos plantear si es posible dar una definición
de la noción de intimidad desde el psicoanálisis. Luego veremos ciertos aspectos de la noción
de intimidad desarrollados desde las ciencias sociales, ya que estos nos permitirán pensar los
fenómenos subjetivos que aparecen en torno a ella en las RSO, y así poder encontrar los
puntos de anclaje con el psicoanálisis. Revisaré entonces algunas categorías que considero
claves para poder abordar el régimen escópico que regula la intimidad, como son la mirada y
la imagen. Así también lo haré con la construcción del espacio biográfico discursivo,
fenómeno del que rescato un linaje como espacio de despliegue de cierta trama subjetiva. La
construcción de un espacio biográfico discursivo regulado por un régimen escópico particular
resulta así un insumo fundamental para poder pensar la intimidad en las RSO.
Este recorrido hará posible ver que, en las RSO, la noción de intimidad cobra otro
valor, se reconfigura. Lo que aparece es una intimidad secundaria, que se constituye como un
espacio de experiencia del sí-mismo con características propias, que se conjuga en el
espacio/tiempo intermedio del medio virtual de la Web, en el ir y venir de los fenómenos on-
line y off-line.
Por último, no quería soslayar que hay un nivel que involucra la intimidad y que se
presenta más inquietante. Es aquel al no accedemos como simples usuarios de la Web y que
opera registrando y almacenando hasta nuestras más mínimas acciones si estamos conectados.
Sobre este nivel7 plantearé algunas primeras preguntas e inquietudes que espero sirvan para
comenzar a trazar una conceptualización metapsicológica. Pareciera que nos encontramos en
un estado de transición hacia uno o varios paradigmas diversos.
Intimidades
Para empezar, demos un paso atrás y veamos cómo podemos pensar la noción de intimidad en
diálogo con el psicoanálisis.
Preguntarnos acerca de la intimidad nos demanda en primer lugar deslindarla de lo
íntimo. En muchas reflexiones, tanto psicoanalíticas como de otros campos de las ciencias
sociales, existe una vacilación entre lo íntimo y la intimidad en la que en ocasiones se
confunden los términos, o se los emplea en diversos sentidos que a veces se superponen.
Lo íntimo, de acuerdo con su etimología, refiere a la experiencia más interior, por ello
ligada al cuerpo y a las experiencias primarias que, luego, harán posible cierto tipo de
pensamiento sobre la propia persona y el mundo. Según Julia Kristeva8 lo íntimo es el índice
sustancial de la subjetividad humana, lo más profundo y lo más singular de su experiencia,
que “aunque abarque lo inconsciente, no parece reducirse a él sino desbordarlo ampliamente”.
Por ello lo íntimo, está en relación con los fenómenos del espacio originario, es
aquello que sucede en el más allá de la palabra: son las imágenes, las voces con las que el
sujeto es nombrado y cuyos sonidos se constituirán como marcas básicas de identificación. Lo
7
Niveles: Layers. El diccionario de informática y tecnología refiere en su entrada layer en primer lugar a su traducción literal del inglés:
capa o de nivel, y agrega: es una forma de ocultar los detalles de implementación de un conjunto particular de funcionalidades. En el
principio mismo del funcionamiento de la Web hay niveles que deben quedar ocultos, razón técnicamente necesaria, y esos niveles, además,
almacenan nuestros más mínimos gestos.
8
Kristeva, Julia (2001): La revuelta íntima. Literatura y psicoanálisis. Eudeba Ed. (p. 82)
íntimo se nos presenta como un concierto de impresiones. Kristeva nos advierte incluso la
tensión que supone postular la posibilidad de puesta en discurso de lo íntimo: “Esta lengua
sensible no es una lengua de signos: es una lengua entre comillas, un caos y un orden de
pálpitos, de impresiones, de dolores, de éxtasis en las fronteras de la informulable biología”.
Lo íntimo estaría entonces en el orden de una experiencia inefable.
La noción de intimidad en cambio se nos presenta problemática. Su presencia es
ubicua, está en relación tanto a objetos como al propio sujeto. Muestra la cualidad de un
trabajo de investidura: una mirada que se invierte y se lleva del exterior al interior, en una
especie de introspección en relación con lo que uno hace, piensa y siente.
Nos refiere a un tipo particular de investimento libidinal ligado a ciertas
representaciones del sí-mismo, esencialmente aquellas que suponen la relación del sí-mismo
con el Otro y del sí-mismo como Otro en el sentido que le da Ricoeur9.
La noción de intimidad, entonces, refiere a esa zona investida del sí-mismo que es,
también, con el Otro que la señala desde un lugar simbólico. Esto da cuenta del intervalo, la
inadecuación constitutiva de los procesos subjetivos investidos por ella, al decir de Borges10:
“Esa suerte de misterio que según algunos lectores parece ‘existir’ en mi obra,
no se debe a un deseo de mistificación, sino a una suerte de pudor; quisiera en
el fondo alcanzar una mayor intimidad, no solamente con los otros sino
conmigo mismo”.
Nos indica un efecto de sentido11, producto del movimiento libidinal que catectiza una
porción de la propia experiencia y la liga con afectos que se encuentran en alguna relación
con los fenómenos de lo primario. En este punto podríamos tender un puente entre la noción
de intimidad y “lo íntimo”.
Un recorrido
El resguardo de una zona de la propia experiencia, la delimitación de una “zona de
intimidad”, apareció como una conquista de ciertos estratos sociales en la modernidad y se
configuró como un valor muy preciado en las aspiraciones de la sociedad burguesa. Se la
asociaba -en un aspecto concreto- al impedimento de intromisiones en espacios físicos
privados como el hogar y dentro de él especialmente al “cuarto propio” a que refiere Virginia
Woolf, a ver u oír lo que allí sucedía, o a que se registrasen objetos personales como la
correspondencia.
Para el derecho la intimidad es una “zona” -con la indefinición espacial que esto
conlleva— en cuyo ámbito están aquellas acciones que los sujetos pueden decidir en libertad,
considerándola como un derecho inalienable, que hace a la esencia del individuo.
Esto nos muestra a la intimidad en estrecha relación a una espacialidad que se
expresaba en fronteras materiales: paredes, cortinas, biombos, cofres, cerraduras y llaves.
Protecciones que la sustraían de miradas y oídos ajenos. Las zonas privadas y las públicas se
consideraban opuestas y excluyentes aunque fueran complementarias, y sus conexiones
estaban claramente pautadas. Esta protección también se manifestaba en una serie de valores
morales que pesaban aún más que las paredes materiales como ser el recato, la vergüenza, el
9
Nos dice Paul Ricoeur “Al «como», quisiéramos aplicarle la significación fuerte, no sólo de una comparación –sí mismo semejante a otro-
sino de una implicación: sí mismo en cuanto... otro.” Ricoeur, P. (1990:XI) Sí mismo como otro. Mexico, Siglo XXI. Ed.
10
Gabriella Toppani “Intervista con Borges”. Las bastardillas son de la autora
11
Entendemos el sentido, de acuerdo con Lacan como aquello que se juega en la relación de lo simbólico con lo imaginario. Es un efecto
(efecto de sentido) que surge en la relación del yo con una imagen pregnante a condición de que esté incluida en un medio simbólico.
decoro. Estos valores, característicos de la sociedad burguesa, mantuvieron su vigencia hasta
bien pasada la mitad del SXX.
Al mismo tiempo aquello que era celosamente velado a la mirada de los extraños
podía ser compartido con otros. Expresiones de esto son, especialmente, el intercambio
epistolar o los diarios íntimos. Hans Gadamer12 señala que “lo que se fija por escrito se eleva
en cierto modo a la vista de todos, hacia una esfera de sentido en la que puede participar todo
el que esté en condiciones de leer”. Cuando el diario íntimo accede a su desocultación,
descubre siempre la experiencia individual de un sujeto que por medio del lenguaje se
representa a sí mismo y al mundo que le rodea; abre a un hipotético lector la interpretación de
un discurso interior: el de un ser que dialoga consigo mismo en un espacio textual,
provocando el efecto de una intimidad entre extraños como sugerentemente propone Michel
Holroyd13.
Aquí y ahora.
Con los dispositivos portátiles livianos, celulares y tabletas con conexión 24/24, se han
habilitado nuevos entornos en los que transcurre una parte gravitante de la vida. No hay
discontinuidad en la vida on-line de la off-line, en tanto universos significativos o como
prácticas cotidianas. El movimiento entre los espacios off-line y on-line muestra una fluencia
con más continuidades que rupturas, más correspondencias que disyunciones, según
Alessandro Baricco14: “haciendo que ésta [la vida] transcurra con un sistema sanguíneo en el
que dos corazones bombeaban armónicamente, el uno al lado del otro, el uno corrigiendo al
otro, el uno sustituyendo rítmicamente al otro”.
La experiencias se desdoblan entre las que tienen lugar en el ambiente físico material y
aquellas del ciberespacio. La Web se configura como un entorno en el que el tiempo
transcurre en un presente continuo; y el espacio ofrece una experiencia sin distancias,
paradoja entre la ubicuidad y la concentración en un solo punto, a la manera del Aleph
borgeano. Pierre Lévy15 señala que en la WEB habitamos espacialidades y temporalidades
múltiples que se corresponden con las vivencias con las que cada participante da forma a su
mundo. Y en ese mundo cada quien establece sus espacios y tiempos propios.
Las RSO se presentan como un ecosistema fluido y complejo en el que podemos
decidir cuándo entrar o salir, que mostrar o no de nuestra vida y a quien permitir ver o
compartir lo que está expuesto. Permiten desplegar nuevas figuraciones en el modo en que
podemos presentaros y representamos. Las subjetividades encuentran allí entornos donde
expresarse y donde la propia experiencia puede cobrar valor de relato, constituirse en
discurso16. En tanto la invitación es a compartir socialmente, todo aquello que posteamos,
todas nuestras participaciones van a estar referenciadas a la propia persona, decimos por ello
que las RSO nos ofrecen la posibilidad de desplegar lo que Leonor Arfuch17 denominó
espacio biográfico discursivo, en el que cada quien puede dar cuenta de sí mismo.
Lo distintivo del espacio biográfico que se constituye en las RSO es, por un lado, la
12
Gadamer, Hans (1991): Verdad y método. Salamanca: Sígueme Ed.
13
Holroyd, Michel (2011). Cómo se escribe una vida. Hbnh Buenos Aires, La Bestia Equilátera Ed.
14
Baricco, Alessandro (2019) Op. Cit
15
Lévy, Pierre (2011/2007) Cibercultura. La cultura de la sociedad digital. Barcelona, Anthropos.
16
Discurso que siguiendo a Fontanille (2001:75) es una “enunciación en acto”, un proceso que otorga sentido a las distintas
representaciones (verbales y no verbales), producto de un acto subjetivo alterdirigido e inscripto en el contexto de una práctica social.
17
Arfuch, Leonor (2007) El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea. Buenos Aires, FCE Ed.
materialidad de construcción discursiva, conformada ahora con textos, imágenes y sonidos
que se exponen en distintos medios (Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, Tik-Tok, entre
otros) cuidadosamente seleccionados y preparados, “lookeados” para ajustarse al tipo
particular de participación que propone cada plataforma, conformando una narrativa
transmedial donde predomina lo visual provocando un efecto de proximidad. Por otro lado, y
en el mismo movimiento, nos dan la posibilidad de exponer en el espacio/tiempo particular de
la Web los eventos o acontecimientos que anteriormente quedaban restringidos a aquellos que
físicamente podían acceder. Provocando las miradas.
Visualidades y miradas…identificaciones
En las RSO, el predominio del orden de lo indicial-visual en el discurso hace que lo expuesto
remita fuertemente a lo corporal, la subjetividad que se expresa es también cuerpo y gesto.
Ver, mostrar, ser vistos. Y sobre todo verse. Después de todo, la única forma de ver-verse es a
través de representaciones. Sobre este punto ya en la teoría de la identificación freudiana
queda establecido que para que el sujeto desarrolle un sí-mismo que pueda convertirse en el
objeto de una investidura, debe ser capaz de percibirse a través de los ojos de otra persona.
Estos espacios permitirán entonces ciertas identificaciones, en tanto transformaciones
que se producen en el sujeto cuando asume una imagen. Asumir una imagen es reconocerse en
ella, y apropiársela como si fuera uno mismo18.
Lo expuesto de cada uno en las RSO, se conforma en una discursividad visual
particular, un discurso mestizo en el que frases, fotografías y videos son las materias de una
amalgama significante. Visualidades que podemos asociarlas con las imágenes de la
identificación imaginaria, lo que “nos gustaría ser”, más justamente representan el “ser para el
otro” que, sabemos, es un “ser-para-sí”; así también con las imágenes de la identificación
simbólica: la identificación con el lugar desde el que nos miran, que es también el lugar desde
el que nos miramos19.
Por otro lado, la zona de despliegue de la intimidad está siempre regulada por un
régimen escópico, lo que se da a ver y sobre todo lo que se vela. Ahora bien, la
correspondencia de las actuaciones en las RSO a la intimidad de cada uno no es algo
intencional o inmanente a lo expuesto, está más en relación a la mirada que a lo que se
muestra.
Hay un intervalo entre visión y mirada. La mirada nace en los órganos de la visión
pero los trasciende. La visión es un ejercicio que nos abre a todo lo que es no-yo, en cambio la
mirada se nos presenta como una visión orientada que marca el recorrido de la pulsión
escópica señalando el objeto de investidura pulsional. Las imágenes, por lo tanto, no son algo
externo al sujeto sino también algo interno20. La mirada es, como lo expresa Merleau Ponty
“la visión humana preguntándose por sí-misma”21.
Por su lado la imagen22es, al mismo tiempo, una sustitución metafórica: una ilusión de
18
Freud, 1914; Lacan, 1961; Evans, 1996.
19
Freud, 1921; Zizek, 1992.
20
Lacan (1968 y 1971) trabaja particularmente esto en sus reflexiones sobre lo que denominó extimidad. Con este neologismo nombra la
presencia de lo real en lo simbólico. Construido sobre el término intimidad sale al cruce a nociones de interior/exterior, que no dan cuenta de
los procesos subjetivos o tienen sentido sólo en el nivel puramente imaginario. La noción de extimidad permite establecer que lo más interno,
se encuentra en el exterior. Habilita así una topología que permite situar lo que vacila entre interior y exterior.
21
Merleau Ponty, Maurice (1970)
22
Imagen se utiliza aquí en sentido llano, como cualquier representación que se materialice y pueda ser captada por la vista, i.e. fotos,
dibujos, viñetas, videos. La imagen como concepto desborda la idea de representación a partir de su relación dialéctica con la realidad para
cada quien.
presencia; y una metonimia: señal de algo que está más allá. La imagen entonces va a marcar
el sitio de una ambivalencia como punto de identificación ya que constitutivamente siempre
está: escindida espacialmente: hace presente algo que está ausente, y postergada
temporalmente: muestra un tiempo que está en otra parte.
intimidad secundaria
En las RSO las clásicas fronteras de la intimidad diluyen su peso. La noción de
intimidad misma, consecuentemente, se reconfigura, ha sufrido una suerte de desdoblamiento
de su naturaleza. Por un lado, se conserva siempre “lo íntimo” que al decir de Kristeva es lo
más profundo y lo más singular de la experiencia humana, lugar reservado de elaboración
psíquica, de interioridad, próximo a lo que los griegos llamaron “alma” y que, para la autora,
el psicoanálisis “rehabilitará de una manera escandalosa”. Por otro lado, y al mismo tiempo,
en las múltiples RSO se producen presentaciones destinadas a desocultar escenas que se
constituyen en una suerte de intimidad pública.
Es una intimidad secundaria que se sitúa en el espacio liminal23 de los fenómenos de la Web y
que se instituye como un espacio de experiencia del sí-mismo, enlaza lo interior y lo exterior,
la mismidad y la alteridad, habilitando nuevas formas de identificación. En ese espacio -por la
naturaleza misma de su constitución, cambia el sistema semiótico y los mismos valores no se
atribuyen a los mismos signos. Habilita nuevas modalidades de sentido. Sentido en su
acepción psicoanalítica, como efecto que se produce cuando una forma imaginaria provoca el
placer de ajustarnos a ella, de reconocernos en ella24.
Inquietudes
Pensar la intimidad en los entornos on-line implica también pensar un nivel que encuentro
inquietante. Es aquel al que no tenemos acceso como usuarios. y que registra y almacena las
huellas detodas las acciones que realizamos conectados a la red. Nuestros más mínimos
gestos, nuestros intereses y preferencias, las preguntas inconfesables, los placeres de ver, los
impulsos a tener, a saber, las dolencias del cuerpo y también las del alma, los miedos, las
alegrías, los proyectos. Prácticamente todo lo que nos ocupa y que se vincula, de una forma u
otra, a wqassnuestra intimidad.
Aparece aqui un fenómeno que no tiene precedentes: podemos pensarlo como una
zona extranjera al sujeto en el espacio (y con los contenidos) de su propia intimidad.
Fenómeno al que habría quizás que encontrar como denominar, cómo situarlo respecto de la
metapsicología; y del que estamos llamados a pensar sus efectos en la subjetivad.
Y lo que no tiene precedentes por definición es imposible de re-conocer. Lo
interpretamos a través de la óptica de las categorías que ya conocemos, no puede ser de otra
manera. Pero con ello el riesgo es cegar aquello que justamente es lo que queremos ver,
resumirlo a una “versión” de las estructuras ya establecidas, lo que sin duda nos tranquiliza, al
mismo tiempo que nos limita.
Milad Doueihi, uno de los referentes de la corriente de pensamiento filosófico que
proponen la idea de un humanismo digital, postula que la tecnología digital, comprendida
globalmente, desborda el ámbito de la técnica y se convierte en una cultura. Ahora bien, como
cultura es espacio de trama subjetiva y también fuente de malestar, siguiendo a Doueihi el
23
Un espacio de liminalidad es aquel en cuyo interior se confrontan diferencias, heterogeneidades, hibridismos; que contrarían todo orden
determinista y causal.
24
Nasio, 1992:31
conflicto es el de la libertad del individuo: dimensión, a la vez existencial y filosófica, que
concierne a la posibilidad de transformación de casi todo lo humano en un objeto digital, pero
también «a lo humano en un objeto de lo digital»25. Señalo que este postulado otorga a la
tecnología capacidad de agencia, situación que él prefigura y que se constata palmariamente a
partir 2015 con la inclusión masiva de la Inteligencia Artificial (IA) para procesar nuestros
rastros digitales.
Tengo el convencimiento de que necesitamos observar y analizar con nuevos ojos
estos fenómenos, y también hallar nuevos nombres con los que designarlos, si queremos
llegar a captar y comprender lo que no tiene precedentes como preludio imprescindible de
cualquier forma eficaz de “hacer con ello”.
Este esfuerzo por entender como se reconfigura la subjetividad en estos tiempos de
cambio ha ido determinando toda una senda exploratoria que atraviesa numerosas disciplinas,
la apuesta en ponerlas en diálogo con el psicoanálisis y al psicoanálisis con ellas, ya que son
problemas que no pueden responderse intramuros de ninguna disciplina.
Muchos de los puntos de este mapa están en medio de corrientes que se mueven con
mucha rapidez en unos tiempos especialmente turbulentos. La piedra de toque estará en lo que
este mapa logre ilustrar de lo que no tiene precedentes y permitirnos una interpretación que
sea herramienta para poder pensarlos en sus dimensiones clínicas y en sus posibilidades de
despliegue subjetivo.
"Pero allí donde está el peligro/ crece también lo que salva."
Friedrich Hölderlin, "Patmos" en Poemas
25
El subrayado es mío
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