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Tomás de Aquino Pau 2025 Región de Murcia

El documento presenta las objeciones y respuestas de Tomás de Aquino sobre la existencia de Dios, abordando el problema del mal y la necesidad de un primer motor. A través de cinco vías, Tomás argumenta la existencia de Dios como causa primera, ser necesario y fuente de perfección y orden en el universo. Su pensamiento se nutre de influencias filosóficas, especialmente de Aristóteles, y busca reconciliar la razón con la fe cristiana.

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Tomás de Aquino Pau 2025 Región de Murcia

El documento presenta las objeciones y respuestas de Tomás de Aquino sobre la existencia de Dios, abordando el problema del mal y la necesidad de un primer motor. A través de cinco vías, Tomás argumenta la existencia de Dios como causa primera, ser necesario y fuente de perfección y orden en el universo. Su pensamiento se nutre de influencias filosóficas, especialmente de Aristóteles, y busca reconciliar la razón con la fe cristiana.

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FRAGMENTO A - OBJECIONES

1.1. El artículo pertenece a la “Suma Teológica” de Tomás de Aquino, plantea la siguiente


disyunción: ¿existe o no existe Dios?, y lo resuelve a través de dos objeciones y sus
correspondientes respuestas, un sed contra, que apoya la tesis de Tomás y una solución,
que contiene las cinco vías.

1.2. Objeción 1ª: la existencia del mal en el mundo contradice la existencia del bien
absoluto, un bien infinito anularía todo mal. Respuesta 1ª: Los males son males. La tesis de
Tomás dice que Dios permite los males para sacar bienes de ellos. Objeción 2ª: todo lo que
pertenece al mundo natural se explica a partir de los principios y leyes de la naturaleza. El
mundo humano se explica a partir de nuestra naturaleza y las ciencias humanas se
encargan de ello. Entre estas lo explican todo, Dios sobra. Respuesta 2ª: el mundo natural
exige una inteligencia ordenadora. En las obras de la naturaleza actúa Dios como causa
primera. Las obras humanas remiten a principios que obran contingentemente y requieren
una causa necesaria tal como se expone en la 3ª vía. En cambio (sed contra): es un
argumento de autoridad, tomado del Éxodo. Tomás entiende que Dios afirma su existencia
tanto directa como indirectamente: si se revela es que existe. La primera objeción plantea
un problema clásico en la teología cristiana. Si Dios es infinitamente bueno, el mal, debería
quedar anulado. Pero es un hecho que en el mundo existe el mal. Se manifiesta como mal
físico o moral. Podría pensarse que Dios carece de poder para eliminar el mal. Se
presupone que Dios es un ser omnisciente, omnipotente y absolutamente bueno. Este
conoce el mal y por ser infinitamente bueno, tendría que eliminarlo. Sin embargo, hay mal,
luego tal ser no existe. Tomás acepta la existencia del mal, pero dice que si hay males es
porque hay otros bienes mayores. Dios no quiere el mal, sino que tan solo lo permite. Dios
permite el mal para que de él surjan grandes bienes.

1.3. En conclusión, Tomás considera que el mal no es algo absoluto, tanto porque el mal es
una consecuencia colateral de bienes mayores como porque la existencia del mal permite
que se realicen grandes bienes. Dios, con su infinita sabiduría y poder, coordina todas las
cosas para que así sucedan.

1.4. El problema del mal, la expresión “problema del mal” se utiliza para hacer referencia a
la dificultad especulativa que representa la conciliación de la afirmación de la existencia de
un Dios omnipotente, sumamente sabio y bueno, con la innegable evidencia de la
abundante presencia del mal en el mundo. En efecto, el problema del mal ha sido siempre,
y sigue siendo aun hoy, el caballo de batalla más habitual del ateísmo, vista la existencia del
mal se presenta como absolutamente incompatible con la existencia del bien absoluto. La
existencia del mal también es la cruz del ateísmo, porque, como explica Tomás de Aquino,
lejos de implicar la negación de Dios, parece implicar una confirmación de su existencia. Es
por eso que a pesar de esta aparente paradoja inicial, la mayor parte de los filósofos que
han querido abordar filosóficamente el problema del mal han intentado sostener la
existencia de un Dios todopoderoso, absolutamente sabio y bueno. La negación de la
existencia de Dios, más que una respuesta al problema del mal, parece suponer más bien la
renuncia absoluta a encontrarle un sentido.
FRAGMENTO B - 1ª VÍA

1.1. El texto pertenece a la “Suma Teológica” de Tomás de Aquino, recoge una de las cinco
demostraciones de la existencia de Dios, denominada primera vía.

1.2. Parte de que los sentidos nos muestran cosas que se mueven, apoyándose en la teoría
de la potencia y el acto, afirmando que todo lo que se mueve es movido por otro. Después,
afirma que no podemos proceder en la concatenación de los motores y concluye en la
necesidad de llegar a un primer motor que nadie mueve, Dios.
La primera vía toma como punto de partida la experiencia física del movimiento. De
inspiración aristotélica, demuestra la existencia de un primer motor inmóvil, a causa de
todos los procesos naturales de movimiento. El movimiento según Aristóteles, es como el
paso de la potencia al acto. Es en potencia lo que todavía no es, pero puede llegar a ser y
existe en acto lo que ha desarrollado plenamente su tendencia. La potencia no es una
posibilidad indefinida, sino que es potencia en relación con aquello hacia donde cada ser
tiende de acuerdo con su naturaleza. A la definición del movimiento y el cambio añade, que
todo lo que se mueve es movido por otro. Una potencia no puede actualizarse por sí misma,
no puede pasar de potencia a acto si no es por mediación de una realidad que la induzca a
desarrollarse. Por ejemplo, el bloque de mármol puede transformarse en el busto d3e
Hermes, pero no por sí mismo, sino por el escultor.
Pero si cada móvil necesita un motor para ser movido y cada motor, a su vez, se mueve en
virtud de otro motor, podríamos ir remontándonos al infinito en una serie interminable de
motores, lo cual es imposible. Por tanto, concluye en que es necesario que exista un primer
motor, que mueva sin ser movido. Y en el último paso de la vía Tomás establece una
analogía entre la mencionada conclusión de la prueba racional y lo que todos entienden por
Dios, el dato de la Revelación, alcanzado mediante la fe, cuya existencia pretendía
demostrar.

1.3. Por tanto, es necesario que exista un primer motor, que mueva sin ser movido. Y en el
último paso de la vía el filósofo establece una analogía entre el primer motor y lo que todos
entienden por Dios, el dato de la Revelación, alcanzado mediante la fe, cuya existencia
pretendía demostrar.

1.4. Potencia y acto. Tomás compartirá con Aristóteles la distinción entre ser en acto y en
potencia. Por ser en acto se refiere a la sustancia en un momento determinado; por ser en
potencia entiende el conjunto de capacidades de la sustancia para llegar a ser algo distinto
de lo que es. Junto con las dos teorías anteriores, dispone de todas las estructuras
metafísicas necesarias para dar cuenta de la realidad física, del mundo, pero no de Dios,
por lo que se verá forzado a recurrir a una nueva estructura metafísica: la de esencia y
existencia.
FRAGMENTO C - VÍA 2 Y 3

1.1 El texto pertenece a la “Suma Teológica” de Tomás de Aquino, expone dos de las 5
demostraciones de la existencia de Dios, una llamada segunda vía (subordinación de
causas eficientes) y la tercera vía (contingencia de los seres).

1.2. La segunda vía se basa en la observación de un orden de causas eficientes en el


mundo, donde todo lo que existe tiene una causa distinta de sí mismo, ya que nada puede
ser causa de sí mismo. Santo Tomás rechaza la posibilidad de un retroceso infinito en esta
cadena causal, argumentando que, si no existiera una primera causa, no habría causas
intermedias ni efectos. Por ello, concluye que debe existir una causa eficiente primera, no
causada por otra, que identifica con Dios. Este argumento aborda la causalidad de manera
general, considerando no solo el movimiento, sino cualquier tipo de causa, y establece que
todo efecto remite necesariamente a una causa que lo precede.
La tercera vía parte de la contingencia de los seres, es decir, de que las cosas que existen
podrían no haber existido, y además tienen un inicio y un fin. Santo Tomás afirma que si
todo lo que existe es contingente, hubo un tiempo en que nada existía, lo cual es
contradictorio porque, de haber sido así, nada habría llegado a existir. Por lo tanto, la
existencia de los seres contingentes requiere la presencia de un ser necesario que exista
por sí mismo. Sin embargo, este ser necesario no puede depender de otro, pues eso
llevaría a un retroceso infinito en la cadena de necesidades. En consecuencia, debe existir
un ser necesario por esencia, que sea la causa de la existencia y necesidad de todos los
demás, y ese ser es Dios.
En conjunto, ambas vías concluyen en la existencia de un ser necesario y causa primera
que fundamenta la existencia y causalidad de todos los demás seres contingentes,
proporcionando unidad y coherencia al orden del universo.

1.3. En la 3ª vía Tomás contempla la posibilidad de que hubiera un momento en que no


hubiera existido ningún ser. Pero tal situación es imposible, pues no existiría en la
actualidad ningún ser, ya que habrían desaparecido todas las causas intermedias. Como
conclusión, Tomás declara que ha de existir un ser absolutamente necesario, que no tenga
en otro la razón de su existencia y que sea causa de la existencia de todos los demás
seres. Y a esa causa eficiente primera absolutamente necesaria la identifica con Dios.

1.4. Lo contingente y necesario. Santo Tomás de Aquino considera al mundo eterno y


compuesto por sustancias con la misma entidad, lo que resulta difícil de conciliar con el
cristianismo. Para resolverlo, Santo Tomás adopta la distinción de Avicena entre esencia y
existencia, complementada por la teoría del acto y la potencia. Según esta distinción, la
esencia de una sustancia (lo que es) puede entenderse independientemente de su
existencia (si existe o no). La esencia es como una potencia que requiere ser actualizada
por otra entidad para existir, ya que nada puede ser causa de su propia existencia.
De esta manera, todas las cosas existentes son un compuesto de esencia y existencia, lo
que las hace contingentes, es decir, su existencia no es necesaria y depende de otra causa.
Esta causa debe ser un ser cuya esencia sea existir, es decir, un ser necesario: Dios. Esto
establece una jerarquía entre los seres, diferenciando entre los contingentes, que reciben su
existencia, y el ser necesario, en quien esencia y existencia son idénticas. Así, Santo Tomás
reconcilia la creación con la eternidad del mundo y la existencia de una sustancia suprema
distinta de todas las demás.
FRAGMENTO D - VÍA 4 Y 5

1.1. El texto pertenece a la “Suma teológica” de Tomás de Aquino en las que demuestra la
existencia de Dios, en este fragmento lo hace con la cuarta vía (los grados en las
perfecciones de los seres) y también la quinta vía (por el orden del universo y la finalidad de
los seres naturales).

1.2. La cuarta vía se basa en la gradación de perfecciones que se percibe en las cosas del
mundo, como la bondad, la belleza o la sabiduría, las cuales varían en grado. Según Tomás,
estas perfecciones deben medirse en relación con un máximo absoluto, ya que el máximo
en cualquier género es la causa de todas las perfecciones graduadas dentro de ese género.
Por tanto, debe existir un ser que posea todas las perfecciones de manera absoluta y en el
grado más alto, al que identifica con Dios. Este argumento tiene raíces en el pensamiento
de Avicena, en el platonismo y en la teología agustiniana, que describen a Dios como el Ser
absolutamente perfecto, el Uno, la Belleza y la causa ejemplar de todas las cosas. En este
esquema, el mundo creado es un sistema jerarquizado en el que las criaturas participan en
diferentes grados de las perfecciones divinas, siendo Dios la plenitud máxima del ser y la
fuente de todas las perfecciones.
La quinta vía parte de la observación de que en la naturaleza existe un orden intrínseco y
constante, donde incluso los cuerpos no inteligentes actúan regularmente persiguiendo fines
específicos, como si obedecieran a una tendencia. Este orden no puede ser fruto del azar,
ya que, como señaló Aristóteles, el azar no es una causa en sí misma, sino una explicación
para hechos accidentales y no regulares. Tampoco puede explicarse únicamente por causas
naturales internas, ya que estas cosas carecen de inteligencia superior y trascendente que
haya dispuesto este orden y dirigido a las cosas hacia sus fines naturales. Inspirado en la
concepción teleológica de Aristóteles, que ve al cosmos como un todo armonizado donde
cada ser tiene una finalidad interna, Tomás reinterpreta esta idea al sostener que la causa
de este orden no es intrínseca, sino extrínseca, identificándola con Dios como una
inteligencia ordenadora suprema.
En conclusión, ambas vías convergen en afirmar la existencia de un Dios trascendente: la
cuarta vía lo identifica como el ser máximamente perfecto, fuente de todas las perfecciones
que observamos en el munda, mientras que la quinta vía lo presenta como la inteligencia
que ha dispuesto y ordenado la naturaleza hacia sus fines. De este modo, Dios es tanto la
causa de la perfección como del orden que caracteriza al universo.

1.3. Cuando Tomás contempla que hay en la naturaleza fenómenos que se producen
regularmente y que se dirigen a fines, la única explicación posible es que tal orden procede
de una inteligencia capaz de concebir ese orden e imprimirlo en la naturaleza, Dios.

1.4. Jerarquía ordenada. Santo Tomás de Aquino utiliza la distinción entre esencia y
existencia, complementada con la teoría neoplatónica de los grados del ser, para establecer
una jerarquía de la realidad que va desde los seres inanimados hasta Dios. A partir de las
teoría platónicas de la participación y la causalidad ejemplar, sostiene que los seres
contingentes reciben su existencia de Dios y participan de ella, lo que implica que su
existencia y perfecciones no son propias, sino análogas a las de Dios. Aunque adopta la
idea de San Agustín, Tomás la reformula enfatizando que todas las sustancias reciben su
ser y perfección de Dios como causa ejemplar.
TEMA: LAS VÍAS Y SU ESTRUCTURA LÓGICA

Santo Tomás es el más importante filósofo cristiano. Aunque su obra es ciertamente


original, no es difícil señalar las fuentes de su pensamiento. Platón tiene cierta presencia en
su pensamiento como en la doctrina platónica de la participación que la tomará para
explicar la relación entre Dios y las criaturas. Pero sin duda, la influencia más importante en
su pensamiento es la de Aristóteles, al que cita como “El Filósofo”. Se manifiesta en casi
todas las áreas de la filosofía, aunque matizadas y completadas por su concepción
cristiana. El pensamiento medieval dejó también su huella en la filosofía como en filósofos
árabes; Avicena y Averroes, y hebreos, Maimónides. Es importante destacar la figura de
Averroes porque Tomás tuvo que enfrentarse a sus seguidores cristianos para mostrar las
interpretaciones que estos ofrecían de Aristóteles y así justificar la posibilidad de aceptar la
filosofía aristotélica de forma cristiana. También la polémica contra la teoría de la doble
verdad de los averroístas le permitió hacer una defensa de la armonía entre los dos órdenes
de conocimiento, preocupó al pensamiento medieval, el orden de conocimiento racional y el
orden de conocimiento sobrenatural. Por supuesto, los textos fundamentales del
cristianismo, la Biblia y los Decretos de los Concilios y los Papas, fueron para él motivo de
inspiración y de enseñanza, pero las más importantes serán las influencias de San Agustín
y Pseudo-Dioniso, que influye en los aspectos neoplatónicos de sus obras, y también de
San Alberto Magno, que lo introdujo en el conocimiento de Aristóteles.

En el artículo 1º se pregunta: ¿es evidente o no la existencia de Dios? Según Tomás, “Dios


existe” como proposición no es evidente en sí misma. Si una proposición de la forma fuera
evidente, el predicado estaría incluido lógicamente en la noción del sujeto o la negación de
dicha proposición sería contradictoria o absurda. Ahora bien, no se verifica ninguna de las
dos condiciones. No podemos saber si el predicado “existe” forma parte esencial de “Dios”,
necesitamos poseer un conocimiento completo de la esencia divina y esta es inabarcable
para el entendimiento humano. En segundo lugar, la proposición “Dios no existe” es tan
válida como su contraria, “Dios existe”, por lo cual no es posible afirmar que la existencia de
Dios sea evidente. Después, Tomás analiza en el artículo 2º si la existencia de Dios es
demostrable. Considera dos tipos de demostración posibles: la demostración a priori y a
posteriori. La demostración a priori parte del conocimiento de la esencia de algo para
deducir a partir de él otro conocimiento distinto. En el caso de la existencia de Dios, sería
deducir la existencia a partir del conocimiento de la esencia de Dios. Esta es rechazada por
Tomás puesto que, el conocimiento de la esencia de Dios está fuera del alcance del
entendimiento humano. Esta fue utilizada con San Anselmo de Canterbury y Descartes
llamada, “argumento ontológico”.

La demostración a posteriori parte de unos hechos y se remonta hasta la existencia de una


causa, aún sin conocer plenamente la esencia de esta. Es la única prueba adecuada para
demostrar la existencia de Dios, ya que se basa en los hechos del mundo y deduce la
existencia necesaria de una causa primera.

Tomás desarrolla la prueba a posteriori de cinco maneras distintas (cinco vías) en las que
todas ellas siguen la misma estructura argumentativa. Como punto de partida se basa en un
hecho de la experiencia sensible. Los puntos de partida adoptados son la existencia del
movimiento (1ª), la concatenación de causas eficientes (2ª), la existencia de seres
contingentes (3ª), la gradación de perfección en los seres (4ª) y la ordenación a un fin (5ª).
Sigue con el principio de causalidad eficiente, aplicado al hecho anterior. En cada vía la
formulación de causalidad es distinta, todo lo que se mueve es movido por otro (1ª), nada
es causa de sí mismo (2ª), todo ser contingente tiene su necesidad en otro (3ª), participa de
la perfección de otro ser más perfecto (4ª) y es orientado a su fin por otro (5ª). Después,
sigue con un corolario del principio de causalidad eficiente, es imposible un proceso infinito
en la serie de causas subordinadas. Esto se debe a que sin una causa primera, toda las
serie de causas no moverían y eso entrañaría la inexistencia del movimiento, cosa
notoriamente absurda. También indica una conclusión, que consiste en la existencia de una
causa primera del hecho del que se parte y que es adecuada al punto de partida de cada
vía y a la perspectiva del principio de causalidad que se ha tenido en cuenta: primer motor
inmóvil (1ª), causa eficiente incausada (2ª), ser absolutamente necesario (3ª), ser
máximamente perfecto (4ª) e inteligencia ordenadora (5ª). Y por último, la identificación de
la causa primera con el significado del nombre “Dios”que conocemos a través de la Fe

La demostración racional de la existencia de una causa primera se detiene en el cuarto


paso. La razón no puede afirmar directamente que esta causa es Dios, pues esto requeriría
un conocimiento completo de la esencia divina. Sin embargo, como la noción de una causa
primera es compatible con el concepto de Dios revelado en la fe cristiana, se da un salto de
la razón a la fe. Así, la filosofía confirma y refuerza lo que ya enseña la fe, mostrando que
es razonable creer en la existencia de Dios. De este modo, las vías tomistas no solo
demuestran la existencia de una causa primera, sino que también ilustran la armonía entre
la razón y la revelación, defendiendo la posibilidad de un diálogo profundo entre la filosofía y
la teología.
3. San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dos figuras clave de la filosofía medieval,
desarrollaron marcos filosóficos que marcaron profundamente el pensamiento cristiano,
aunque con enfoques y énfasis diferentes. San Agustín (S. V), influenciado por el
platonismo, estructuró su filosofía alrededor de dos niveles de realidad: Dios como la
realidad última y el mundo creado. Su conversión al cristianismo en el 386 lo llevó a
desarrollar ideas profundas sobre la existencia y la relación entre lo divino y lo material,
destacando su teoría de la iluminación divina, según la cual el conocimiento depende de
una luz especial otorgada por Dios. Para San Agustín, las palabras y los sentidos no bastan
para el aprendizaje sin esta iluminación, que permite percibir verdades universales. Santo
Tomás de Aquino (S. XIII), influenciado por Aristóteles, defendió la armonía entre la fe y la
razón. Según él, el intelecto humano tiene una luz natural suficiente para conocer las
verdades del mundo sensible. Rechazó la teoría agustiniana de la iluminación divina,
argumentando que el conocimiento surge de los sentidos y procesos cognitivos naturales,
como la formulación de conceptos y el razonamiento. En su sistema, Dios es el ser
necesario, y el propósito último de la humanidad es alcanzar la unión eterna con lo divino.
Aunque Santo Tomás respetó la teología de San Agustín en temas como la Trinidad y la
gracia, se distanció en aspectos filosóficos clave, como la epistemología y la psicología.
Para Tomás, la razón y los sentidos son suficientes para comprender el mundo, mientras
que para Agustín, el conocimiento dependía de la verdad divina revelada. Este contraste
entre una visión más naturalista y una más sobrenatural subraya las diferencias en su
enfoque sobre la relación entre el conocimiento humano y lo divino.

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