POLÍTICA Y LEGISLACIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO ARGENTINO
El panorama político y social de los 60.
Esta clase pretende hacer un análisis del modelo autoritario que se desarrolló en
nuestro país desde finales de la década del ’60 – con el golpe de 1966- y que derivó
en el llamado Proceso de Reorganización Nacional.
Comencemos entonces nuestra tarea:
América latina, en general, y la República Argentina en particular se vieron
afectadas por una serie de avatares políticos que llevaron desde los gobiernos
populistas, a las dictaduras burocrático-autoritarias, y más tarde a la irrupción de
regímenes militares que en los años ‘70 alcanzaron límites inéditos de represión
frente a las demandas de sectores de la sociedad que plantearon la posibilidad de
transformaciones radicales.
El impacto de la Revolución Cubana y el peligro de la extensión del comunismo
llevaron a que la presencia norteamericana se sintiera con más fuerza sobre los
países de la región.
Los Estados Unidos cumplieron un papel importante en este sentido impulsando la
Alianza para el Progreso1 que buscaba el desarrollo y la seguridad en
Latinoamérica. La concepción que sostenía la Alianza era la necesidad de lograr el
desarrollo autosostenido de los países latinoamericanos lo que a su vez llevaría al
alejamiento del conflicto social. El ejército entraba en este proyecto a través de
programas de acción civil, debiendo cumplir funciones en el desarrollo económico-
social.
Luego de los acontecimientos ocurridos en Cuba, la ecuación desarrollo y seguridad
sostenida anteriormente cambió los términos. Se hizo más urgente la búsqueda de
seguridad interior antes que el desarrollo económico. Los EEUU tuvieron a su cargo
una tarea fundamental: el entrenamiento de las FFAA locales, en los fundamentos
ideológicos y en la práctica de la guerra antisubversiva.
El concepto tradicional de defensa contra enemigos externos como su ámbito de
competencia fue redefinido para incluir la tarea de eliminar los enemigos internos,
los agentes de la subversión (Doctrina de la Seguridad Nacional). Las crisis
sociales, la ineficiencia gubernamental fueron consideradas causas de la subversión
interna que debían ser eliminados.
Los modelos burocrático-autoritarios
1 Planteaba la reforma agraria si era necesaria para superar el estancamiento rural y una industrialización más
rápida mediante la transferencia de 20.000 millones de dólares en 10 años, la mitad provendría de los Estados
Unidos y el resto de inversores privados
1
El cientista político Guillermo O´Donnell señala que el fin de los regímenes políticos
populistas produjo lo que se denominó "pretorianismo de masas"2. Este término
hace referencia al desfasaje que se produce entre la alta movilización y participación
política de los distintos sectores de la sociedad y la imposibilidad de canalizarlos por
los medios institucionales o a través del sistema político.
En un sistema pretoriano las instituciones y los dirigentes políticos no son
reconocidos como la vía legítima para resolver conflictos. Para ello se utilizan otras
vías: los ricos sobornan, los estudiantes realizan manifestaciones, los trabajadores
van a la huelga y los militares hacen golpes de estado.
Los gobiernos en este tipo de situación con pocas posibilidades de acción autónoma
y efectiva buscan fundamentalmente mantenerse en el poder y para lograrlo echan
mano a políticas públicas que buscan calmar momentáneamente los conflictos más
superficiales.
El fin de ese sistema se da cuando la mayor parte de los actores deciden cambiar
las reglas del juego. Esto es lo que O´Donnell denomina consenso de terminación,
es decir, hay un acuerdo bastante extendido en la sociedad de superar la situación
anterior. Sin embargo, como ese acuerdo se limita solamente a ello, el fin del
pretorianismo tiende a producir regímenes autoritarios que permitan al sector
triunfante imponer de manera coercitiva las nuevas reglas.
Desde 1955 los militares se habían adjudicado un rol tutelar en el juego político que
en los hechos significó la proscripción del peronismo y la presión sobre el Poder
Ejecutivo para imponer sus demandas en los asuntos públicos. Las desviaciones en
estos dos puntos eran resueltas con la deposición del presidente civil y una nueva
convocatoria a elecciones.
Este rol tutelar comenzó a parecer insuficiente para algunos sectores militares que
buscaban una intervención más directa en los asuntos públicos. Estas posiciones
diferentes llevaron a una fragmentación militar que tuvo su punto más crítico en los
años 1959-1963 cuando se enfrentaron los llamados "colorados" con los "azules".
De la confrontación salió victorioso el sector azul que llevó a la emergencia del
general Juan Carlos Onganía como hombre fuerte del ejército. Onganía y sus
seguidores consideraron terminada la etapa del rol tutelar y protagonizaron el golpe
que puso fin al gobierno de Illia e inauguró una nueva etapa en la política argentina.
El golpe militar de 1966 sentó el inicio de un cambio radical en el papel que las
Fuerzas Armadas se adjudicaban en la política.
A partir de 1966 se instalaron en el país gobiernos fuertes que buscaron una
modificación radical de la política y de la sociedad. Se consideraba que los
2 O´Donnell, Guillermo. Modernización y autoritarismo. Buenos Aires, Paidós, 1972
2
desórdenes sociales y la crisis de autoridad del Estado eran males que debían ser
"sanados", a veces con tratamientos bastante brutales.
Los Hechos
Después del golpe de 1966, se proclamó la "Revolución Argentina" y difundió la
consigna de "suplantar la política por la administración". Se estableció un gobierno
fuertemente autoritario en el cual no tenían cabida ni los partidos políticos ni el
Parlamento que fueron disueltos; la exclusión política se extendió a peronistas y
antiperonistas.
Juan Carlos Ongania, tenía una concepción de la sociedad fuertemente
corporativista, sosteniendo que la participación de los ciudadanos debía limitarse al
máximo centrándose en el nivel municipal. Paralelo a ello desplegó sobre la
sociedad una política básicamente represiva: intervino la Universidad en un episodio
que se conoce como "la noche de los bastones largos" y persiguió
ideológicamente a los intelectuales opositores al gobierno.
La oposición social fue creciendo lentamente hasta llegar a la rebelión conocida
como el "Cordobazo" en mayo de 1969, donde sectores antes irreconciliables
participaron conjuntamente en una manifestación de protesta social contra el
gobierno. La represión del movimiento fue de una gran violencia pero significó el
comienzo del fin del Onganiato. A esta protesta siguieron otras en Tucumán,
Rosario y Mendoza en las que se unieron sectores obreros y estudiantiles.
Onganía fue desplazado en mayo de 1970 y reemplazado por Levingston y éste a
su vez por Lanusse. La tarea de este último fue convocar a elecciones nacionales.
Esto permitió una reactivación de la actividad política; los sectores más jóvenes de
la sociedad, que no encontraban cabida en las viejas estructuras partidarias, se
asociaron a nuevas agrupaciones políticas y movimientos sociales. En ellas había
cobrado una gran importancia la difusión de los ideales marxistas y de la
revolución cubana. Coincidente con esta tendencia a un mayor compromiso social
surgió en la Iglesia Católica el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo,
corriente que contaba entre sus líderes al padre Carlos Mugica, y que desarrolló
una amplia acción política y social.
Ya al final de la presidencia de Onganía, fue evidente una creciente movilización
social, la incapacidad de los militares por encauzarla y en general el fracaso de
distintas instancias mediadores para canalizar las demandas de la sociedad. El
pretorianismo de masas volvía a expresarse con fuerza en el país.
Los años ’70: el regreso de Perón
3
En este contexto se comenzó a planificar el regreso de Perón al país. En principio,
se llevaron a cabo las elecciones en 1973 y dieron el triunfo al FREJULI (Frente
Justicialista de Liberación) que condujo al poder a la fórmula Héctor .J. Cámpora y
Vicente Solano Lima. El slogan de la campaña electoral llevada adelante por el
Partido Justicialista fue "Cámpora al gobierno, Perón al poder".
Sin embargo, el peronismo que llegó al poder no era el mismo que había
gobernado el país 30 años antes. Tampoco la sociedad era la misma y esta vez el
eje de los conflictos no se centraba en el peronismo y el antiperonismo sino que al
interior mismo del partido gobernante se había producido un quiebre. Frente al
sector "ortodoxo" que proclamaba un apoyo incondicional al caudillo y que estaba
conformado por viejos dirigentes mayormente sindicales, se encontraban nuevos
sectores de la Juventud Peronista que formaron la "tendencia revolucionaria". Este
sector pasó a ser dirigido por los Montoneros que contó con cargos en el gobierno
nacional y en las provincias durante el gobierno de Cámpora.
Las divisiones internas del movimiento fueron claramente evidentes en los
enfrentamientos que se produjeron en Ezeiza cuando Perón retornó definitivamente
al país y demostraron claramente la imposibilidad de un acuerdo. En julio de ese
año Cámpora renunció al gobierno para permitir la asunción de Perón quien en las
elecciones de septiembre, formando la fórmula con su esposa María Estela Martínez
obtuvo el 60% de los votos.
Se esperaba que Perón consiguiera pacificar el país. El nuevo gobierno de Perón se
apoyaba en tres pilares: un acuerdo democrático con las principales fuerzas
políticas, un pacto social con las corporaciones económicas y una conducción
centralizada del movimiento peronista tendiente a superar las fuertes divisiones
internas que lo dividían. El reforzamiento del papel del Estado fue tempranamente
visto como irrealizable.
En lo económico el pacto social se plasmó en el Programa de Reconstrucción y
Liberación Nacional llevado a cabo por el ministro de economía José Gelbard a
través de acuerdos entre empresarios y sindicatos para frenar la inflación y
mantener el nivel de los salarios. Se volvía así a una de las premisas del gobierno
peronista: la concertación sectorial entre empresarios y trabajadores.
El plan era fuertemente intervencionista e implicó un aumento en el gasto público y
la incorporación de nuevas empresas al Estado lo que derivó en una reactivación de
la actividad económica. La inflación bajó y los salarios reales aumentaron; las
exportaciones de carne y granos crecieron y el aumento de los precios
internacionales de esos productos generó mayores ganancias en el sector. Se
obtuvieron también nuevos mercados como la Unión Soviética para productos del
agro y Cuba para la exportación de automóviles y camiones.
4
En lo que respecta a la división dentro del movimiento peronista, Perón se apoyó en
el sector ortodoxo desplazando del gobierno a integrantes de la tendencia
revolucionaria. Esto significó un fortalecimiento de los grupos sindicales que vieron
aumentando su autoridad a la vez que se prolongaban sus mandatos. De todos
modos el "pacto social" que sostenía el gobierno implicaba quitar de sus manos un
instrumento que era su herramienta básica: la lucha, movilización y huelgas para
obtener mejores condiciones salariales. Por otro lado la elección de este sector
ortodoxo como apoyatura básica dentro del movimiento peronista llevó a la ruptura
definitiva del mismo con la expulsión dentro del movimiento de la tendencia
revolucionaria.
A la muerte de Perón en julio de 1974 se entró en una nueva fase del gobierno
peronista en la cual los actores cambiaron radicalmente su estrategia; la principal
víctima de este cambio de estrategia fue el pacto social. El poder pasó al ministro de
Bienestar Social, José López Rega quien se había convertido en el secretario
personal de Perón durante el exilio.
Para hacer frente a los problemas derivados de los efectos de la crisis mundial
sobre la economía argentina el nuevo ministro de economía, Celestino Rodríguez
adoptó medidas que se conocieron con el nombre del Rodrigazo. Estas medidas
desconocieron los acuerdos laborales realizados con los sindicatos, decretaron una
devaluación del 100% y un aumento general de tarifas y combustibles lo que generó
una masiva resistencia de los trabajadores expresada en huelgas y movilizaciones.
Podemos decir entonces que el período 1973-1976 estuvo marcado
económicamente por dos etapas. La primera, que se prolongó hasta 1975, y en la
que se continuó un modelo de sustitución de importaciones semicerrado, con fuerte
presencia del capital extranjero en los sectores más modernos de la industria y con
un fuerte peso del Estado. La crisis económica conocida como "rodrigazo" cerró
definitivamente el período y abrió una etapa de serias convulsiones que encontraron
un modo de resolverse con la dictadura militar.
Paralelamente, el enfrentamiento con la tendencia revolucionaria se extremó. Los
Montoneros pasaron a la clandestinidad organizando formas de acción secretas e
ilegales contra el gobierno en tanto el Ejército Republicano del Pueblo (ERP)
organizó una guerrilla rural en Tucumán con el objetivo de expandirla desde allí al
resto del país. La represión de estos movimientos fue dejada en manos de las
Fuerzas Armadas que debían aniquilar el foco guerrillero y de la Triple A (Alianza
Anticomunista Argentina), organización paramilitar dirigida por Lopez Rega, que
buscaba la eliminación de los opositores.
El 24 de marzo de 1976 un golpe de estado que contó con el beneplácito de
importantes sectores de la sociedad puso fin nuevamente a un gobierno elegido por
el pueblo.
5
El Proceso de Reorganización Nacional
La crisis social a la que había llegado el país en la década del '70 sólo tenía una
solución, según el diagnóstico realizado por las Fuerzas Armadas, y esta tenía que
ver con lograr "ordenar" a esta sociedad desorganizada.
Para las Fuerzas Armadas la Argentina era ingobernable bajo el sistema
democrático representativo, era necesario llegar a un "disciplinamiento social"
utilizando diferentes canales, entre los cuales no se descartaba la represión y el
terrorismo de Estado. Las Fuerzas Armadas diseñaron un plan que transformaría
radicalmente la estructura de las relaciones sociales e institucionales; la propuesta
que desarrolló el gabinete económico, con Martínez de Hoz a la cabeza, formó
parte de un proyecto político superior adoptado, para atacar en todos los frentes, el
desborde social.
En el marco del mismo, se trató de otorgarle al mercado un rol central en cuanto a la
asignación de recursos; de esta manera, se buscaba reducir el papel del Estado,
desarticulando el régimen de control financiero, se dejó en manos de las leyes del
mercado la determinación de las tasas de interés y la asignación de crédito,
abriendo la economía nacional a la competencia externa3.
El sistema de libre mercado era visto como condición necesaria para la existencia
de una sociedad disciplinada ya que el mismo aparecía como el regulador de las
conductas de los distintos agentes económicos 4. La idea era que el Estado
abandone su papel de interventor de la economía, que había venido desarrollando
desde 1930 en adelante, y deje que el libre juego de la oferta y la demanda resuelva
quienes eran los "más aptos" para sobrellevar las nuevas pautas de crecimiento.
Desde el análisis que estos sectores realizaban de la Argentina, el culpable del
desorden en el que se hallaba inmersa la sociedad era evidentemente el accionar
corporativo, los sindicatos y los sectores empresarios que se enfrentaban o
combinaban estrategias con el fin de utilizar las herramientas que el Estado
interventor les podía dar5. Para las Fuerzas Armadas era necesario modificar a ese
Estado y que fuera el mercado quien lo reemplace como regulador de la sociedad.
La dictadura se proponía refundar estructuralmente a la sociedad nacional, tanto en
términos económicos como políticos, imponiendo un nuevo modelo de acumulación
3 Damill,M.; Frenkell,R. Malos tiempos. La economía argentina en la década de los '80. Documentos
Cedes,#46,Buenos Aires,1990, pag. 9.
4 Canitrot,A. "Teoría y Práctica del liberalismo. Política antiinflacionaria y apertura económica en la
Argentina 1976-1981" en Desarrollo Económico, vol.21, #82,julio-septiembre 1981, pag. 132-134.
5Romero,L.A. Breve Historia Contemporánea Argentina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1994,
pags. 290-291.
6
conducido por una nueva fracción dominante 6 que estará constituida por grandes
capitales, tanto nacionales como extranjeros, que controlan la propiedad de
múltiples firmas locales y transnacionales ubicadas en una diversidad de actividades
económicas.
Mientras, por un lado, se eliminaba a los pequeños y medianos empresarios que
con estas nuevas reglas no podían competir en el mercado, por el otro, se producía
una fuerte concentración económica a través de un proceso de expansión e
inversión de capitales con un importante apoyo estatal. En contradicción con el
discurso oficial que cuestionaba la intervención estatal, la dictadura desplegó un
conjunto de mecanismos tendiente a favorecer la expansión de diversos sectores
empresarios, en su mayoría proveedores y contratistas del mismo Estado.
Paradójicamente, el proceso se pudo llevar a cabo gracias al control de ese Estado.
Ya que era el único instrumento con capacidad suficiente para establecer y sostener
las reglas que permitiese el crecimiento de esas nuevas fracciones económicamente
dominantes, transfiriendo hacia ellos los recursos del conjunto de la sociedad. Dicha
transferencia y consolidación requirió reprimir, e incluso eliminar, a los sectores
opositores7.
Se logró el objetivo del "disciplinamiento social" , ya que el nuevo patrón de
acumulación subordinó a la clase obrera definitivamente, atacando
fundamentalmente a la organización del movimiento obrero y al trabajador en la
fábrica; y, a su vez, y como consecuencia de la apertura económica, también
desapareció la pequeña burguesía local que subsistía gracias a la protección del
Estado.
Esto demuestra que la reestructuración que se promovía del Estado, fue parcial ya
que muchas de las características interventoras fueron mantenidas en función del
nuevo patrón de acumulación. El Estado no dejó de funcionar como instrumento de
redistribución del ingreso sino que ahora lo hizo en favor de un grupo reducido de la
sociedad ayudando a la concentración económica.
Una de las características del período fue el incremento que experimentó la deuda
externa argentina. Su origen está vinculado con los cambios que sufrió la economía
mundial a partir de la década del setenta. Contribuyeron a su crecimiento el tipo de
inserción de la Argentina en el mercado mundial, típico de un país dependiente, así
como el protagonismo de las empresas de capitales extranjeros en la economía
nacional y del capital financiero que circulaba en forma autónoma y sin control del
Estado, en los mercados internacionales. El endeudamiento creció en primer
término como consecuencia de los créditos otorgados a empresas privadas; y en los
años ´80, fue el Estado el que se endeudó.
6 Azpiazu,D.; Khavisse,M.; Basualdo,E.M. El nuevo poder económico, Hyspamerica, Buenos Aires, 1988.
7 Romero,L.A. op. cit.
7
Al comenzar 1982, la dictadura se encontraba en crisis. Por un lado, se habían
intensificado sus enfrentamientos internos, la economía se mostraba débil, y el
descontento de las organizaciones sociales iba en aumento. El 30 de marzo de ese
año, la CGT (Confederación General del Trabajo), que englobaba a los sectores
opositores, realizó una movilización que terminó con una fuerte represión. Dos días
más tarde, el país amanecía con la noticia del desembarco de las fuerzas armadas
argentinas y la recuperación de las Islas Malvinas.
Lo que se supuso una empresa sencilla se convirtió en una guerra contra una
potencia central (Gran Bretaña), y dio por resultado una derrota estrepitosa, la
muerte de cientos de jóvenes y el desprestigio total del gobierno. Junto a esto, los
organismos de derechos humanos (Madres de Plaza de Mayo, Servicio de Paz y
Justicia, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Centro de Estudios
Legales y Sociales, entre otras) que venían funcionando en estos años, se habían
fortalecido. A pesar de la terrible represión que habían sufrido, su prédica sobre la
desaparición de personas comenzaba a ser escuchada por una sociedad que salía
del terror y de la negación de esa experiencia. Las presiones internacionales iban en
aumento, y numerosas personalidades se sumaban a esa lucha.
En ese marco, la dictadura intentaba cerrar su experiencia de la forma menos
costosa posible, e impedir toda revisión sobre su accionar. Pero había sectores
decididos a impedirlo. A mediados de 1982 se levantó la veda política, y los partidos
mayoritarios conformaron una organización denominada Multipartidaria, que exigía
el llamado a elecciones. Esta realizó una importante manifestación en la Ciudad de
Buenos Aires en diciembre de ese año, que también culminó con actos represivos.
Un obrero de 26 años, Dalmiro Flores, fue baleado por fuerzas de seguridad sin
uniforme frente al Cabildo de Buenos Aires.
Las elecciones se llevaron a cabo finalmente unos meses más tarde, el 30 de
octubre de 1983. En ellas se impusieron los candidatos de la UCR (Unión Cívica
Radical), Raúl Alfonsín y Víctor Martínez, quienes asumieron el poder el 10 de
diciembre de ese año
Se cerraba así una de las experiencias más cruentas de la historia de nuestro país,
y se abría una nueva etapa de vigencia constitucional. La herencia que dejó la
dictadura militar condicionó a los gobiernos que asumieron el poder con la
reapertura del sistema democrático.
Argentina se encontraba sumergida en una crisis económica y se volvía
fundamental reconstruir una cultura democrática luego de años de censura y
represión. La sociedad se encontraba ante un nuevo desafío, plantear reglas de
juego acordes a un estado de derecho, procesar las demandas y las divergencias
8
entre los distintos grupos sociales por canales democráticos. También la nueva
etapa suponía revisar cómo fue posible que la sociedad argentina hubiese
atravesado esos años de oscuridad con costos y heridas tan profundas
Para trabajar con la bibliografía:
La idea es que utilicen la información aquí desarrollada para analizar en esa clave la
bibliografía. Como sugerencia, les propongo que analicen en el texto de Kaufmann y
Doval cómo se plantea en la dictadura la construcción del “ser nacional” que
pretendía la dictadura.