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Karen A. Mingst. (2006) - Fundamentos de Las Relaciones Internacionales. México. CIDE

El documento 'Fundamentos de las Relaciones Internacionales' de Karen Mingst ofrece un análisis integral de la disciplina de las relaciones internacionales, abarcando teorías, contextos históricos y dinámicas globales. Se exploran conceptos clave como el Estado, la soberanía, y el equilibrio de poder, así como la evolución del sistema internacional desde la firma del Tratado de Westfalia en 1648. A través de un enfoque multidimensional, el texto examina tanto las fuerzas históricas como las contemporáneas que moldean las interacciones entre naciones.
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El documento 'Fundamentos de las Relaciones Internacionales' de Karen Mingst ofrece un análisis integral de la disciplina de las relaciones internacionales, abarcando teorías, contextos históricos y dinámicas globales. Se exploran conceptos clave como el Estado, la soberanía, y el equilibrio de poder, así como la evolución del sistema internacional desde la firma del Tratado de Westfalia en 1648. A través de un enfoque multidimensional, el texto examina tanto las fuerzas históricas como las contemporáneas que moldean las interacciones entre naciones.
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Fundamentos

de las
Relaciones
Internacionales

Karen Klingst

CIDE
Primera edición, 2006
Primera reimpresión, 2007

Dr. Enrique Cabrero


DIRECTOR GENERAL

Dr. Alejandro Villagómez


SECRETARIO ACADÉMICO

Miro. Jorge Schiavon


SECRETARIO GENERAL

Dra. Susan Minushkin Tartenbaum


DIRECTORA DE LA DIVISIÓN
DE ESTUDIOS INTERNACIONALES

Mingst, Karen A., 1947-


Fundamentos de las relaciones internacionales / Karen A. Mingst;
Trad. Antonio de la Cuesta. — México: CIDE, 2006
600 p. ; 14x21.5 — (Colee. Colección estudios internacionales)
ISBN 968-7420-36-7

1. Relaciones internacionales
JZ13O5.M56 2006
Dewey 327— dc22 Íp2OO3O7O2O1

Título original en inglés: E&sentials of International Relations

Coordinación editorial: Natalia Cervantes Latios


Traducción: Antonio De la Cuesta Colunga
Diseño de portada e interiores: Edgar López Rodríguez

D. R. © 2007, CIDE, Centro de Investigación y Docencia Económicas A. C.


Carretera México - Toluca 3655, Col. Lomas de Santa Fe,
C. P. 01210, México, D. F.
Copyright © 2004, 2002, 1999 por W.W. Norton & Company, Inc.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra —incluido el diseño


tipográfico y de portada—, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico,
sin el consentimiento por escrito del editor.

ISBN 968-7420-36-7
Impreso en México - Printed in Mexico
INDICE

Prefacio 11

1. Los enfoques de las relaciones internacionales 23


Las relaciones internacionales en la vida cotidiana 23
Pensar teóricamente 26
El de sano lio de las respuestas 28
Historia, 29; Filosofía, 31; Conductismo, 36; Enfoques alternativos» 38
Integración de las respuestas 40
En resumen: Entender las relaciones internacionales 44
¿Por dónde continuamos? 45

2. El contexto histórico de las relaciones internacionales


contemporáneas 47
El mundo antes de Westfalia 48
Greday el sistema de interacción entre las ciudades-Estado» 49; Roma: Elgo­
bierno de un imperio, 50; La Edad Media: Centralizacióny descentralización»
52; La baja Edad Media: El desarrollo de las redes transnacionales» 54
El surgimiento del sistema de Westfalia 58
Europa en el siglo XIX 62
Después de la revolución: Principiosfundamentales, 63; La paz en el núcleo
del sistema europeo, 64; El equilibrio de poder, 68; El derrumbe: La conso­
lidación de las alianzas, 71
El periodo de entreguerras y la segunda Guerra Mundial 73
La Guerra Fría 78
Orígenes de la guerra fría, 79; La Guerra Fría como un conjunto de con­
frontaciones, 85; La Guerra Fría como una paz prolongada, 96
La era de la posguerra fría 98
En resumen: Aprender de la historia 103
3. Perspectivas opuestas: ¿Cómo pensar teóricamente acerca
de las relaciones internacionales? 105
Pen sar teóricamente 105
La teoría y los niveles de análisis 112
Liberalismo e institucionalismo neoliberal 116
Realismo y neorrealismo 123
La perspectiva radical 132
Constructivismo 139
Teoría en acción: El análisis de la Guerra del Golfo de 1991
y la invasión a Irak de 2003 141
En resumen: Ver al mundo a través de los lentes de la teoría 148

4. El sistema internacional 149


La noción de sistema 149
El sistema internacional según los liberales 150
El sistema internacional según los realistas 154
Polaridad, 154; Estratificación, 164; Cómo es que cambia un sistema
internacional, 165
El sistema internacional según los radicales 169
Las ventajas y desventajas del sistema internacional como
nivel de análisis 174
En resumen: Del sistemainternacional al Estado 177

5. El Estado 179
El Estado y la nación 180
Concepciones opuestas del Estado 185
La visión liberal del Estado, 186; La visión realista del Estado, 187; ¿4
visión radical del Estado, 188; Contrastes entre las visiones liberal, realista
y radical del Estado, 188
La naturaleza del poder del Estado 191
Fuentes naturales de poder, 191; Fuentes tangibles de poder, 194; Fuentes
intangibles de poder, 195
Ejerciendo el poder del Estado 198
El arte de la diplomacia, 199; Ejercicio delpoder económico estatal, 204; El
uso de lafuerza, 208; Teoría dejuegos, 211
Modelos de toma de decisiones sobre política exterior 215
El modelo racional, 216; El modelo burocratico/organizacional, 218; El
modelo pluralista, 222
Los desafíos del Estado 225
Globalización, 225; Movimientos transnacionales, 227; Grupos etnonacio-
nalisias, 229
En resumen: El Estado y los desafíos por venir 234
6. El individuo 235
Las elites diplomáticas; Individuos que importan 236
El impacto de las élites: Las condiciones exlemas, 239; El impacto de las
elites: Elfactor de la personalidad, 241; Toma de decisiones individual, 245;
Mecanismos de procesamiento de información, 247
Los actores particulares individuales 252
El público masivo 257
Las elitesy las masas: Sus rasgos en común, 259; El impacto de la opinión
pública en las elites, 261; Las acciones masivas emprendidas por un público
sin liderazgo, 264
En resumen: ¿Qué tanto importan los individuos? 266

7. Organismos intergubemamentales, organizaciones no


gubernamentales y derecho internacional 269
Organizaciones intergubemamentales 270
La creación de las organizaciones intergubemamentales, 270; Elpapel de las
organizaciones internacionales, 277; Naciones Unidas, 283
Las organizaciones no gubernamentales 304
El creciente poder e influencia de las ONG, 306; Funciones y papeles de las
ONG, 309; Los limites delpoder de las ONG, 314
El derecho internacional 316
El derecho internacionaly susfunciones, 316; Lasfuentes del derecho inter­
nacional, 318; La procuración deJusticia en el derecho internacional, 322
Visiones realistas sobre el derecho y la organización internacionales 325
La visión radical del derecho y la organización internacionales 328
En resumen: ¿Pueden los organismos intergubemamentales, las orga­
nizaciones no gubernamentales y el derecho internacional hacer la
diferencia? 330

8. Guerra y conflicto 333


Las causas de la guerra 335
El individuo: Las interpretaciones realistasy liberales, 336; Estadoy sociedad:
Las explicaciones liberales y radicales, 338; El sistema internacional: Una
interpretación realistay monista, 342; El caso de Yugoslavia, 345
El carácter cambiante de la guerra y sus instrumentos 352
Guerra general, 353; Guerra limitada ,356; Guerra civil, 357; Conflicto
asimétrico, 359; Terrorismo, 360
La tradición de la guerra justa 368
Enfoques para el control de la inseguridad 370
Enfoques liberales; Seguridad colectiva y control de armas/desarme, 371;
Enfoques realistas: Equilibrio de podery disuasión, 381
Otras amenazas a la seguridad internacional 389
En resumen: La seguridad internacional, nuevos y viejos conceptos 390
9. La economía política internacional 393
Enfoques teóricos opuestos 396
Realismo: Estatismo o mercantilismo, 397; Liberalismo económico, 402; Ra­
dicalismo: Las alternativas del marxismoy la dependencia, 405
Conceptos fundamentales de la economía liberal 409
Poder, competencia y desano lio en la política económica internacional 412
La brecha de desarrollo: Liberalismo venus radicalismo, 412; Bloques co­
merciales competititvos: Liberalismo versus estatismo, 421
El papel de las instituciones en el manejo del poder, la competencia y
el desarrollo 433
Las instituciones de Bretton Woods, 433; Corporaciones multinacionales:
Motores del desarrollo o instrumentos de explotación, 447; Organizaciones no
gubernamentales: Nuevos actores dentro de la política económica interna­
cional 451
En resumen: Convergencia económica y divergencias políticas 457

10. Asuntos globales 461


Salud y enfermedad: Protección común a la vida 463
El sida como asunto global, 466; Mas alia del sida, 471; Un poco de teo­
ría, 473
El medio ambiente: La protección del espacio de los bienes globales 475
Perspectivas conceptuales, 475; Temas de población, 477; Temas relaciona­
dos con recursos naturales, 483; Contaminación, 486; Organizaciones no
gubernamentales ambientalistas en acción, 493; Un poco de teoría, 495
Los derechos humanos: La protección a la dignidad humana 498
Conceptosy desarrollo de un régimen de derechos humanos, 501; El régimen
de derechos humanos en acción, 506; Otras instituciones relacionadas con los
derechos humanos, 513; Los derechos de la mujer como derechos humanos:
La globalización de los derechos de la mujer, 514
El impacto de losasuntos globales 522
¿En verdad los asuntos globales pueden conducir a la gobemabilidad
global? 529
En resumen:Cambio depercepciones 531

Glosario 535

Indice analítico 563


África, 2004

15
Asia, 2004

16
Europa, 2004

17
El MUNDO, 2004

18
El mundo, 2004

19
América Latina, 2004

20
M edio O riente, 2004

21
América del Norte, 2004

~ Bobee Horájtt

BSaMóor—-‘

22
2. EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LAS
RELACIONES INTERNACIONALES
CONTEMPORÁNEAS

• ¿Qué periodos históricos han tenido mayor influencia en el des­


arrollo de las relaciones internacionales?
• ¿Cuáles son los orígenes históricos del Estado?
• ¿Por qué los académicos utilizan el Tratado de Westfalia como
punto de referencia para las relaciones internacionales?
• ¿Cuáles son los orígenes históricos del sistema europeo de equi­
librio de poder?
• ¿Cómo es que la Guerra Fría representa tanto una serie de con­
frontaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética co­
mo un periodo de “paz prolongada”?
• ¿Cuáles fueron los acontecimientos principales que dieron for­
ma al mundo posterior a la Guerra Fría?

Los estudiantes de relaciones internacionales necesitan entender


los eventos y tendencias del pasado. Los teóricos reconocen que los
conceptos fundamentales de esta disciplina —Estado, nación, so­
beranía, poder, equilibrio de poder- fueron desarrollados y for­
mados por las circunstancias históricas. Los políticos escudriñan
en el pasado a fin de encontrar patrones y precedentes que ofrez­
can una guía en la toma de decisiones contemporáneas. En bue­
na medida los principales antecedentes del sistema internacional

47
Fundamentos de las relaciones internacionales

contemporáneo se encuentran en la civilización occidental euro-


céntrica.
Por supuesto, grandes civilizaciones distintas a Occidente
también han poblado el planeta: India y China, entre otras, han
tenido extensas y vibrantes civilizaciones desde tiempos muy an­
teriores a los descritos a continuación. Sin embargo, el énfasis eu­
ropeo se justifica porque las relaciones internacionales contempo­
ráneas, tanto en la teoría como en la práctica, se sustentan, para
bien o para mal, en la experiencia europea. En este capítulo pri­
mero revisaremos el periodo anterior a 1648 (un año toral para los
estudiantes de relaciones internacionales), luego el mundo pos-
Westfalia después de 1648, posteriormente la Europa del siglo XIX
y, por último, las principales transiciones del siglo XX.
El propósito de esta panorámica histórica es trazar las ten­
dencias más importantes a través del tiempo: el surgimiento del
Estado y la noción de soberanía, el desarrollo del sistema interna­
cional de estados, y los cambios en la distribución del poder entre
determinados estados. Estas tendencias tienen una repercusión di­
recta en la teoría y práctica de las relaciones internacionales en el
presente.

El mundo antes de Westfalia

Varios teóricos de las relaciones internacionales aceptan como fe­


cha de inicio para el sistema contemporáneo 1648, año de la firma
del Tratado de Westfalia, el cual puso fin a la Guerra de los Trein­
ta Años. Este acuerdo marca la terminación del reinado único de
la autoridad religiosa en Europa y el nacimiento de las potestades
seculares. Junto con el mandato secular apareció el principio que
ha dado fundamento a las relaciones internacionales desde enton­
ces: la noción de la integridad territorial de los estados —iguales en
la ley y participantes soberanos en el sistema internacional.

48
Contexto histórico

Grecia, c. 450 a. C.

Eapart» y i« Mge <M FMqpohmo


AIotm y U toa Otfoe
CIETi
F a-I BttMct grwgoa neutnm

Greciay el sistema de interacción entre las ciudades-Estado

El sistema de las ciudades-Estado en la Grecia clásica ofrece uno


de los antecedentes para el nuevo orden creado por Westfalia.
Los griegos, organizados en ciudades-Estado independientes, es­
taban en la cúspide de su poder hacia el 400 a. C., cuando se in­
volucraron en la política clásica del poder, tal como fue catalogada
por Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso. Mientras
los militares de las grandes ciudades-Estado peleaban, los estados
mantenían relaciones económicas y comercio entre ellos en nive­

49
Fundamentos de las relaciones internacionales

les sin precedentes. Este ambiente claramente fomentó el floreci­


miento de la sobresaliente tradición filosófica de Platón y Aristóte­
les estudiada en el capítulo 1. En este escenario, las ciudades-Esta-
do -cada una como entidad independiente- sostenían relaciones
pacíficas entre ellas, al mismo tiempo que buscaban la manera de
obtener poder, una situación precursora del moderno sistema de es­
tados.

Roma: Elgobierno de un imperio

Muchas de las ciudades-Estado griegas fueron incorporadas even­


tualmente al imperio romano (50 a. C.-400 d. C). El imperio ro­
mano fue precursor de otros sistemas políticos más extensos. Sus
líderes impusieron por la fuerza el orden y la unidad en un área
geográfica muy amplia, cubriendo gran parte de Europa, las costas
mediterráneas de Asia, el Medio Oriente y el norte de África. Tras
haber conquistado pueblos diversos y distantes, los líderes roma­
nos estaban preocupados por mantener las distintas unidades -tri­
bus, reinos y Estados— bajo su esfera de influencia, además de ga­
rantizar que las dinámicas fronteras del imperio permanecieran se­
guras frente a las hordas rapaces del norte y el oriente. Sin duda
de la experiencia romana procede la palabra “imperio”, del voca­
blo latín imperium. Los líderes romanos impusieron varias formas
de gobierno, desde los procónsules hasta administradores y buró­
cratas locales, quienes se encargaron de diseminar el latín a todos
los confines del imperio. Tenían como política otorgar la ciudada­
nía romana a los hombres libres de todo el imperio; asimismo, se
adjudicaba autonomía considerable a los regentes locales para or­
ganizar sus dominios.
Los filósofos romanos proporcionaron una base teórica
esencial tanto para el imperio como para la futura teoría de las re­
laciones internacionales. En particular, Marco Tulio Cicerón (106-

50
Contexto histórico

El imperio romano, c. 117 d. C.

43 a. C.) planteó un mecanismo de unificación de las múltiples


partes del imperio. Propuso que los hombres debían vincularse
por una ley entre las naciones aplicable a toda la humanidad. Sin
embargo, la ley entre las naciones sugerida por Cicerón no dejó de
ser un práctico consejo para el liderazgo romano: el filósofo enfa­
tizaba la necesidad de preservar la seguridad del Estado expan­
diendo tanto sus recursos como sus fronteras, asegurando al mis­
mo tiempo la estabilidad interna.1 Pero sobre todas las cosas, el
imperio romano y los escritores emanados de él sentaron las bases
para construir una gran entidad geográfica cuyos miembros, aun
conservando sus identidades locales, estaban unidos por medio de
la centralización del poder.

51
Fundamentos de las relaciones internacionales

La Edad Media: Centralización y descentralización

Cuando el imperio romano se desintegró, en el siglo v d. C., el po­


der y la autoridad fueron descentralizados en Europa, aunque apa­
recerían otras formas de interacción: los viajes, el comercio y las co­
municaciones, no sólo entre las elites, sino también entre grupos de
mercaderes y ciudadanos comunes. Para el año 1000 d. C. tres civi­
lizaciones habían surgido de entre las ruinas de Roma. La primera
fue la civilización árabe, la cual tuvo la expansión territorial más
importante, abarcando desde el Medio Oriente y Persia hasta el
norte de África y la península ibérica. Unida bajo el dominio polí­
tico y religioso del califato islámico, el idioma árabe y sus sobresa­
lientes avances matemáticos y técnicos, esta civilización constituía
un poder notable. En segundo término estaba el imperio bizantino,
localizado en Constantinopla, no muy alejado del núcleo del anti­
guo imperio romano, y unido por la cristiandad. En tercer lugar se
encontraba el resto de Europa donde, tras el resquebrajamiento del
imperio romano, desapareció la autoridad central, proliferaron cul­
turas y lenguas diversas, mientras las redes de comunicaciones y
transportes desarrolladas por Roma se desintegraban.
La mayor parte de la geografía de Europa Occidental se
fraccionó en principados feudales controlados por sus señores y
atados a feudos que tenían la facultad de recaudar impuestos y eje­
cutar su autoridad legal. Los señores feudales ejercían el mando
sobre sus vasallos, quienes trabajaban para sus amos a cambio del
derecho de labrar la tierra y adquirir protección. Como respuesta
al desorden prevaleciente surgió el feudalismo, sistema en el cual
la autoridad recaía en manos privadas. El poder y la autoridad se
hallaban en distintos niveles superpuestos.
La institución preeminente en el periodo medieval europeo
fue la Iglesia; en general, el resto de las instituciones eran de or­
den local, tanto en su origen como en la práctica. Entonces, la au­
toridad residía ya fuera en Roma (y en sus agentes, los obispos, dis-

52
LOS TRES IMPERIOS DE LA ALTA EDAD MEDIA

53
Fundamentos de las relaciones internacionales

persos a lo ancho de la Europa medieval) o en el feudo local. Sin


embargo, incluso los obispos gozaban de considerable indepen­
dencia a pesar de su insigne lealtad a la Iglesia. Por otra parte, la
vida económica era predominantemente local.
En las postrimerías del siglo vui el monopolio del poder
eclesiástico fue desafiado por Carolus Magnus o Carlomagno
(742-814), líder de los francos, residentes de la actual Francia. Car­
lomagno fue investido con la autoridad de unificar la Europa Oc­
cidental en el nombre de la cristiandad contra el imperio bizanti­
no de Oriente; así, el papa lo coronó emperador del Sacro Impe­
rio Romano. A cambio, Carlomagno ofreció protección al pontí­
fice. El debate entre las autoridades religiosa y secular continuaría
por cientos de años, periodo a lo largo del cual varios pensadores
dieron sus puntos de vista al respecto. Uno de estos individuos fue
Dante Alighieri (1265-1321), quien sostuvo en De Monarchia que
debía haber una estricta separación de la Iglesia de la vida políti­
ca.2 Esta cuestión no sería resuelta sino trescientos años más tar­
de, con el Tratado de Westfalia.
El Sacro Imperio Romano era una institución secular débil;
como reza el adagio, no era ni muy sacro, ni muy romano, ni tan­
to como un imperio. De esta forma, los sucesores de Carlomagno
contrapusieron a la Iglesia una alternativa secular muy limitada.
Pese a ello, las contradicciones permanecieron: por un lado, el deseo
del ecumenismo eclesiástico versus la realidad medieval con diver­
sas autoridades pequeñas y fragmentadas. Estas minúsculas unida­
des, poco conectadas entre sí, con poblaciones dispersas, evitaron
el establecimiento de una autoridad gubernamental centralizada.

La baja Edad Media: El desarrollo de las redes transnacionales

Aunque el debate intelectual no había sido resuelto, después del


año 1000 la tendencia hacia la secularización comenzó a minar

54
Contexto histórico

tanto la descentralización del feudalismo como la universaliza­


ción de la cristiandad. La actividad comercial se expandió en áreas
geográficas más vastas conforme los mercaderes ejercían su labor
a través de rutas cada vez más seguras. También las vías de comu­
nicación mejoraban. Nuevas tecnologías, como los molinos de
agua y de viento, no sólo hicieron la vida cotidiana más sencilla,
sino que igualmente proporcionaron la primera infraestructura
elemental para sustentar las economías agrícolas. Las municipali­
dades, tales como las revitalizadas ciudades-Estado del norte de
Italia —Génova, Venecia, Milán, Florencia-, entablaban relaciones
comerciales, se reunían en sitios clave, se ponían de acuerdo para
los embarques mercantiles, e incluso resolvían obedecer ciertas
prácticas diplomáticas a fin de facilitar las actividades comerciales.
Estas prácticas diplomáticas —establecimiento de embajadas con
un cuerpo permanente de funcionarios, asignación de cónsules es­
peciales para solucionar controversias comerciales, y envío de
mensajes diplomáticos por medio de canales protegidos- fueron
las precursoras inmediatas de sus contemporáneas.
Estos cambios económicos y tecnológicos condujeron ha­
cia cambios fundamentales en las relaciones sociales. Primero,
apareció un nuevo grupo de individuos -una comunidad trans­
nacional de negocios- cuyos intereses y formas de vida se pro­
pagaron más allá de sus lugares de origen. Este grupo llegó a ad­
quirir más experiencias cosmopolitas lejos del ámbito de la Igle­
sia y sus enseñanzas, las cuales habían dominado la educación
hasta esos momentos. Dichos individuos desarrollaron nuevos
intereses en los campos del arte, la filosofía y la historia, en tan­
to que obtenían gran riqueza económica en su camino. Creían en
sí mismos, y se convirtieron después en los humanistas e indivi­
dualistas del Renacimiento. En segundo lugar, los escritores, poe­
tas y otros individuos redescubrieron la literatura e historia clási­
cas, además de encontrar bases y nueva luz en el pensamiento
grecolatino.

55
Fundamentos de las relaciones internacionales

Europa, c. 1360

El filósofo italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527) ilustra,


más que cualquier otro autor, los cambios ocurridos durante el Re­
nacimiento y el abismo abierto poco a poco entre el mundo me­
dieval de la Iglesia y las instituciones seculares. En Elpríncipe, Ma­
quiavelo elucidó las cualidades necesarias en un líder para mantener
la fortaleza y seguridad del Estado. Al darse cuenta de la imposibi­
lidad de materializar el sueño de la unidad cristiana (el cual además
probablemente era algo indeseable), Maquiavelo instó a los gober­
nantes a articular sus propios intereses políticos. Sin una moral uni­
versal como guía, los líderes deben actuar según el interés del Esta­

56
Contexto histórico

do, sin responder a normas morales. La división entre la religiosi­


dad de la era medieval y el humanismo del Renacimiento estaba
más que clara.3
El afán por expandir aún más los intercambios económicos,
aunado a las innovaciones tecnológicas que hicieron más segura la
exploración de los océanos, dio impulso a un periodo de creci­
miento territorial de Europa. Personajes de España e Italia estuvie­
ron entre los nuevos aventureros de los mares: Cristóbal Colón
navegando hacia el Nuevo Mundo en 1492, Hernán Cortés a Mé­
xico en 1519, Francisco Pizarra en los Andes en 1533. Durante es­
ta época de viajes interoceánicos la civilización europea alcanzó
tierras distantes. Para algunos teóricos fueron estos acontecimien­
tos -la paulatina incorporación de las zonas subdesarrolladas de
la periferia a la economía capitalista mundial y al sistema capita­
lista internacional- los que marcaron el inicio de la historia rele­
vante para las relaciones internacionales contemporáneas.
En los siglos xvi y xvn, conforme los exploradores y colo­
nizadores se movilizaban hacia el “Nuevo Mundo”, la vieja Eu­
ropa permanecía sin consolidarse. En ciertos sitios como Fran­
cia, Inglaterra, Castilla y Aragón en España, el feudalismo había
sido reemplazado por monarquías cada vez más centralizadas. El
cambio hacia la centralización del poder no se realizó sin oposi­
ción: las masas, descontentas por los impuestos fijados por los
nuevos estados emergentes, se rebelaron y ocasionaron diversos
disturbios. Los nuevos monarcas requerían los fondos prove­
nientes de los impuestos para armar sus ejércitos; los dirigentes
utilizaban sus fuerzas armadas a fin de consolidar su poder en el
ámbito interno y ser capaces de conquistar más territorios. Otras
partes de Europa estaban inmersas en la controversia entre los
poderes secular y religioso; en este contexto, la cristiandad se vio
resquebrajada por el rompimiento entre católicos y protestantes.
Para 1648, dicha controversia se encaminó hacia una eventual re­
solución.

57
Fundamentos de las relaciones internacionales

El surgimiento del sistema de Westfalia

La fundación de la soberanía -un concepto toral para las relacio­


nes internacionales contemporáneas- fue uno de los progresos in­
telectuales más importantes que condujeron a la revolución de
Westfalia. Gran parte del desarrollo de la noción de soberanía pue­
de encontrarse en los escritos del filósofo francés Jean Bodin (1530-
1596). Para Bodin, la soberanía es “el poder absoluto y perpetuo in­
vestido en una mancomunidad”.4 Este poder reside no en el indivi­
duo sino en el Estado; por lo tanto es perpetuo. La soberanía es “la
marca distintiva de que un soberano no puede sujetarse a las órde­
nes de otro, porque él es quien hace las leyes para sus súbditos,
abroga las leyes ya existentes, y enmienda las leyes obsoletas”.^

En perspectiva

Desarrollos clave antes de 1648


• Las ciudades-Estado griegas fueron soberanías que alcanza­
ron el clímax de su poder hacia el 400 a. C.; emprendieron
funciones cooperativas por medio de la diplomacia y la políti­
ca del poder clásico
• El imperio romano (50 a. C.-400 d. C.) origina el imperialismo, al
desarrollar una práctica de incremento en su alcance territorial.
El imperio se une por la ley y el idioma, aunque permite a sus
sometidos conservar ciertos rasgos de identidad local
• La alta Edad Media (400-1000) presenció la centralización de
la autoridad religiosa en la institución de la Iglesia, al mismo
tiempo de que se presentaba una descentralización en la vida
política y económica
• La baja Edad Media (1000-1500) impulsó el desarrollo de re­
des transnacionales como consecuencia de la era de las ex­
ploraciones

58
Contexto histórico

Aunque absoluta, la soberanía no es, de acuerdo con Bo-


din, ilimitada. Los líderes son limitados ya sea por la ley divina o
por la ley natural: “...todos los príncipes en la tierra están someti­
dos a las leyes de Dios y a las de la naturaleza”. También son res­
tringidas por el tipo de régimen -“las leyes constitucionales del
reino”-, sea éste una monarquía, una aristocracia o una democra­
cia. Por último, los líderes son limitados por convenios, contratos
con promesas hechas a las personas de la mancomunidad, así co­
mo por los tratados con otros estados, aunque no haya un árbitro
supremo en las relaciones entre los estados.6 De esta forma, Bodin
dio sustento conceptual a la soberanía que emergería tras los acuer­
dos de Westfalia.
La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) devastó Europa,
con ejércitos destruyendo el paisaje del centro del continente, en­
frentando batallas y sobreviviendo por medio del saqueo a la po­
blación civil. Sin embargo, el tratado que terminó con este con­
flicto tuvo un profundo impacto en la práctica de las relaciones
internacionales. Primero, el Tratado de Westfalia adoptó la no­
ción de soberanía. De un solo golpe, virtualmente todos los pe­
queños estados de Europa Central adquirieron su soberanía. El
emperador del Sacro Imperio Romano estaba muerto. Los monar­
cas en el occidente europeo se dieron cuenta de la necesidad de
detener las guerras de religión, por lo cual decidieron no pelear
más en nombre del catolicismo o del protestantismo. Entonces,
cada soberano fue investido con la facultad de elegir la versión del
cristianismo que considerara más adecuada para sus súbditos. Es­
to significó otorgar a los monarcas seculares, ya no a la Iglesia, la
autoridad religiosa sobre sus pueblos. Este ambiente político im­
plicaba la aceptación general de la soberanía, es decir, el reconoci­
miento de los derechos exclusivos del soberano sobre un territo­
rio determinado. Con los poderes del papa y el emperador debili­
tados, el principio del Estado territorial fue admitido. El tratado
no sólo legitimó la territorialidad y el derecho de los estados para

59
Fundamentos de las relaciones internacionales

escoger su propia religión, sino que también estableció la facultad


a cada Estado a fin de decidir con libertad su política interna, des­
lindada de cualquier presión internacional, y con jurisdicción to­
tal sobre su espacio geográfico. Asimismo introdujo el principio
de no intervención en los asuntos de otros estados.
En segundo término, los líderes de Europa habían presen­
ciado los devastadores efectos causados por los mercenarios a car­
go de pelear en las guerras. Así, después de la firma del Tratado
de Westfalia, los dirigentes europeos buscaron formar sus propios
ejércitos nacionales permanentes. La expansión de este tipo de
fuerza armada implicó un creciente control centralizado, debido
a que el Estado debía cobrar impuestos para pagarles a sus solda­
dos y, de esta forma, los gobernantes podrían tener control abso­
luto sobre sus tropas. Entonces apareció el Estado con un ejérci­
to nacional, con el reconocimiento de su soberanía y con el fir­
me establecimiento de sus bases seculares. Además, las unidades
territoriales mayores fueron sacando ventaja respecto a las menos
extensas conforme sus arsenales se hicieron más sofisticados.
En tercer lugar, el Tratado de Westfalia instituyó un grupo
central de estados que dominó al mundo hasta principios del si­
glo XIX: Austria, Rusia, Prusia, Inglaterra, Francia y las Provincias
Unidas (el área de los actuales Países Bajos y Bélgica). Las naciones
en el oeste —Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas- experi­
mentaron un renacimiento económico alrededor del eje del capi­
talismo, mientras los estados del este -Prusia y Rusia— retomaron
el tipo de régimen feudal. En el Occidente se dieron incentivos a
la empresa privada. Los estados mejoraron su infraestructura a fin
de facilitar el comercio, lo cual propició el surgimiento de com­
pañías comerciales y bancos. En contraste, en el este, los siervos
permanecieron en el campo y el cambio económico fue suprimi­
do. No obstante, en ambas regiones gobernaron los estados abso­
lutistas: Luis XIV en Francia (1638-1715), Pedro el Grande en Ru­
sia (1672-1725) y Federico II en Prusia (1712-1786). Hasta el final

60
Contexto histórico

En perspectiva

Principales desarrollos después de WestfaHa


• Se desarrollan la noción y práctica de la soberanía
• Aparece un control centralizado de las instituciones dentro
de un contexto de crecimiento militar
Surge el sistema económico capitalista

del siglo xviii la política europea estuvo supeditada a múltiples ri­


validades y alianzas cambiantes. Dichas rivalidades también se
manifestaron en regiones allende las fronteras de Europa, en luga­
res donde los estados europeos contendían por extender su pode­
río, tal como lo hicieron Gran Bretaña y Francia en América del
Norte.
El teórico más prominente de ese tiempo era el economista
escocés Adam Smith (1723-1790). En Un estudio sobre la naturakzay
causas de la riqueza de las naciones Smith argumentó que la noción de
mercado debía aplicarse a todo orden social por igual. A los indivi­
duos -trabajadores, propietarios, inversionistas, consumidores- de­
bía permitírseles buscar sus propios intereses sin ser trabados por re­
gulaciones del Estado. De acuerdo con Smith, cada individuo actúa
racionalmente para maximizar sus propios intereses. Con la existen­
cia de grupos de individuos persiguiendo sus intereses, se fortalece
la eficiencia económica y más bienes y servicios pueden ser produ­
cidos y consumidos. En conjunto, la riqueza de un Estado y la del
sistema internacional se verían beneficiadas de la misma manera. Lo
que hace funcionar al sistema es la denominada mano invisible del
mercado: cuando las personas pretenden saciar sus intereses racio­
nales, el sistema (el mercado) opera sin esfuerzo alguno.7 La expli­
cación de Smith sobre cómo unidades competitivas hacen del capi­
talismo un garante de la vitalidad económica, ha tenido un gran
efecto en las políticas económicas de los estados y sus decisiones po-

61
Fundamentos de las relaciones internacionales

Europa, c. 1648

líticas, las cuales serán revisadas en el capítulo 9. Además, otras ideas


de este periodo alterarían de manera sustancial la forma de gober­
nar en los siglos XIX y xx.

Europa en el siglo xix

Dos revoluciones anunciaron la llegada del siglo xix: la Guerra de


Independencia de Estados Unidos (1776) contra los británicos y la
Revolución francesa (1789) contra el régimen absolutista. Cada re­

62
Contexto histórico

volución fue producto tanto del pensamiento ilustrado como de


los teóricos del contrato social. Durante la Ilustración los pensa­
dores de la época comenzaron a percibir a los individuos como
entes racionales, capaces de entender las leyes que los gobernaban
y de trabajar por mejorar sus condiciones dentro de su sociedad.

Después de la revolución: Principiosfundamentales

Dos principios fundamentales surgieron tras la Revolución france­


sa y la Independencia de Estados Unidos. El primero fue que el
régimen absolutista estaba sujeto a los límites impuestos por el
mismo hombre. En sus Dos tratados sobre el gobierno el filósofo in­
glés John Locke (1632-1704) ataca el poder del absolutismo y la
noción del derecho divino de los reyes. Locke consideraba al Es­
tado como una institución benéfica creada por hombres raciona­
les a fin de proteger tanto sus derechos naturales (vida, libertad y
propiedad) como sus propios intereses. Los hombres aceptan este
acuerdo libremente. Acuerdan formar un gobierno a fin de garan­
tizar los derechos naturales de todos. El centro del argumento de
Locke es que el poder político radica en última instancia en el pue­
blo, y no tanto en su líder o monarca. La legitimidad de los go­
bernantes deriva del consentimiento de los gobernados.®
El segundo principio toral que apareció en aquellos tiem­
pos fue el nacionalismo, por medio del cual las masas podían
identificar un pasado común, su lengua, costumbres y prácticas,
constituyéndose como parte del desarrollo natural del Estado. El
nacionalismo impulsa a la gente a participar activamente en los
procesos políticos. Por ejemplo, durante la Revolución francesa se
generó un sentimiento patriótico encaminado a impulsar a las ma­
sas en defensa de su nación y sus nuevos ideales. Este sentimien­
to forjó un vínculo emocional entre las masas y el Estado. Ambos
principios -legitimidad y nacionalismo- emergieron de las expe-

63
Fundamentos de las relaciones internacionales

riendas revolucionarias en Francia y en América del Norte para es­


tablecer los pilares de la política en los siglos XIX y XX.

La paz en el núcleo del sistema europeo

Después de la derrota de Napoleón en 1815 y la instauración de


la paz por el Congreso de Viena, las cinco grandes potencias eu­
ropeas -Austria, Gran Bretaña, Francia, Prusia y Rusia- entraron
en un periodo de relativa concordia dentro del sistema político in­
ternacional, conocido como el Concierto de Europa. No se pre­
sentó un gran conflicto bélico entre dichas potencias desde la caí­
da de Napoleón hasta la Guerra de Crimea en 1854, una confla­
gración en la que Prusia y Austria permanecieron neutrales. Otras
contiendas locales de corta duración tuvieron lugar en esos años,
pero en la mayoría de ellas las principales potencias se mantuvie­
ron al margen. Unidos por una serie de conferencias ad hoc, los
cinco grandes poderes del continente no se involucraron simultá­
neamente en un mismo conflicto. Asimismo, los líderes de estos
países se reunieron en más de treinta ocasiones antes de la prime­
ra Guerra Mundial. En esos encuentros este grupo de países aca­
baron amalgamando criterios para tomar importantes decisiones
como legitimar la existencia de nuevos estados europeos y la divi­
sión de África entre las potencias colonialistas.
La permanencia de un estado de paz general durante este
periodo resulta sorprendente, en especial si se toma en cuenta que
importantes cambios económicos, tecnológicos y políticos altera­
ban radicalmente el contexto europeo. El índice de crecimiento
demográfico aumentaba y el comercio emergía mientras los trans­
portes y las comunicaciones se consolidaban. Los cambios políti­
cos fueron de gran relevancia: Italia se unificó en 1870; Alemania
apareció en 1871 tras la fusión de 39 distintos fragmentos; Holan­
da se dividió en Bélgica y los Países Bajos en la década de 1830; el

64
Contexto histórico

imperio otomano se desintegraba poco a poco, dando como resul­


tado la independencia de Grecia en 1829, así como la separación
de Moldavia y Valaquia (Rumania) en 1856. Con tales cambios en
proceso, ¿qué factores explicarían la paz de esos decenios? Por lo
menos tres factores aclaran este fenómeno.
Número uno, los estados europeos gozaban de una solida­
ridad mutua basada en su ser europeo, cristiano, “civilizado” y
caucásico. Estos rasgos -europeos blancos y cristianos- diferen­
ciaban a “éstos” de “los otros”, es decir, del resto del mundo. A
través del creciente contacto con sus colonias, los europeos se
dieron cuenta como nunca de sus semejanzas, de la singularidad
de ser europeo. Esto fue, en parte, un retomo a la unidad que po­
día identificarse en el imperio romano y en el derecho romano;
era un modelo secular de la cristiandad medieval y una gran Eu­
ropa tal como se vislumbra en las obras de Kant y Rousseau. El
Congreso de Viena y el Concierto de Europa le dieron forma a
estos sueños.
Número dos, las elites europeas compartían su miedo por
la revolución de las masas. De hecho, durante el Congreso de Vie­
na, el diplomático austríaco Clemente von Metternich (1773-
1859), arquitecto del Concierto de Europa, creía que el continen­
te sería mejor gobernado si se retomaba la era del absolutismo. Las
elites concebían grandes alianzas para unir a los líderes europeos
con el objetivo de luchar contra las revoluciones desde abajo. En
la primera mitad del siglo xix estas alianzas no fueron muy exito­
sas. En la década de 1830, Gran Bretaña y Francia pelearon juntas
contra las tres potencias del este (Prusia, Rusia y Austria) y, en
1848, estas cinco naciones padecieron sublevaciones cuestionan­
do sus respectivos gobiernos. No obstante, en la segunda mitad de
la centuria, los liderazgos europeos actuaron en concierto, garan­
tizando que las revoluciones de masas no se trasladaran de Estado
a Estado. En 1870 Napoleón III fue rápidamente aislado por te­
mor a una revolución en Francia, la cual nunca ocurrió. Así, el

65
Fundamentos de las relaciones internacionales

miedo a las posibles revueltas desde los estratos bajos de la socie­


dad unió a los gobernantes de Europa, haciendo menos probables
los conflictos entre estados.
Número tres, dos de los asuntos trascendentales que ocupa­
ron la atención del núcleo de potencias europeas decimonónicas
fueron de índole interna: las respectivas unificaciones de Alema­
nia e Italia. Ambos acontecimientos tuvieron tanto poderosos
oponentes como importantes impulsores entre los poderes conti­
nentales. Por ejemplo, Gran Bretaña apoyó la unificación italiana,
propiciando las anexiones de Ñapóles y Sicilia; por otra parte,
Austria estaba demasiado preocupada por el fortalecimiento de
Prusia, razón por la cual no se pudo oponer activamente a algo
que representaba un peligro a su interés nacional: la formación de
dos grandes vecinos a partir de un conjunto de unidades indepen­
dientes. La unificación alemana sería tolerada por Rusia siempre y
cuando fueran respetados sus intereses en Polonia; asimismo, la
idea de una Alemania unificada obtuvo el consentimiento de la do­
minante clase media británica, al percibir en ella un potencial con­
trapeso frente a Francia. De esta manera, aunque la unificación de
ambas naciones se materializó por medio de pequeñas guerras lo­
cales, la aparición de una guerra a gran escala se retrasó mientras
la preocupación primordial de Italia y Alemania fuera consolidar
su nuevo arreglo territorial.
La industrialización, uno de los desarrollos más significati­
vos de la época, constituyó un arma de dos filos. En la segunda mi­
tad del siglo XIX toda la atención estaba enfocada en los procesos
de industrialización. Gran Bretaña encabezaba este ímpetu indus­
trial, superando a sus rivales en la producción de carbón, hierro,
acero, y en la exportación de bienes manufacturados. Además, In­
glaterra se convirtió en la fuente de capital financiero, en el ban­
quero del continente y, al iniciar el siglo XX, del mundo entero. La
industrialización recorrió prácticamente todas las regiones de Eu­
ropa Occidental conforme las masas emigraban hacia las ciudades,

66
Contexto histórico

mientras los empresarios y las clases medias buscaban ventajas


económicas.
La Revolución industrial generó las capacidades militares y
económicas necesarias para que las potencias europeas pudieran
emprender su expansión territorial en el resto del mundo. Algunos
estados imperiales tuvieron como motivación primordial obtener
ganancias desde el punto de vista económico, buscando nuevos
mercados extemos para sus bienes manufacturados a cambio de
materias primas indispensables en su desarrollo industrial. Para
otros países, sus motivaciones imperialistas eran de índole cultu­
ral y religiosa: extender la fe cristiana y el modo de vida de la “ci­
vilización blanca” a los continentes “oscuros” y más allá. Otro im­
pulso imperialista fue de orden político. Mientras el equilibrio de
poder europeo evitó confrontaciones en su continente, gran parte
de las rivalidades interestatales tuvieron como escenarios a África
y Asia. En el Congreso de Berlín (1884-1885) las naciones euro­
peas acordaron el reparto de África, con la esperanza de calmar las
ambiciones imperiales de la Alemania de Bismarck y prevenir un
eventual conflicto dentro de Europa.
La ola del imperialismo se inició en la década de 1870. A
fines del siglo XIX, 85% del continente africano estaba bajo el con­
trol de las potencias europeas. En Asia, sólo Japón y Siam (Tai­
landia) no se encontraban dominados por algún país de Europa
o por Estados Unidos. China había sido partida en varias zonas
de influencia. En esta época Estados Unidos comenzó a despun­
tar como potencia mundial tras resultar victorioso en la Guerra
Hispano-Americana de 1898, cuyo resultado fue la salida de Es­
paña de Filipinas, Puerto Rico, Cuba y algunas pequeñas islas del
Pacífico. Para 1914 los europeos controlaban cuatro quintas par­
tes del planeta.
La lucha por el progreso y la hegemonía económica condu­
jo a la explotación indiscriminada de los territorios coloniales del
mundo, en particular en Asia y África. Por su parte, las principa-

67
Fundamentos de las relaciones internacionales

les potencias europeas continuaron sin tener importantes conflic­


tos bélicos entre ellas. Sin embargo, conforme se acercaba el siglo
xx, la competencia económica europea se convirtió en un factor
de inestabilidad, propiciando la formación de dos grandes siste­
mas opuestos de alianzas.

El equilibrio de poder

¿Cómo fue que este periodo de paz relativa en Europa pudo ser
manejado y mantenido por tanto tiempo? La respuesta reside en
un concepto denominado equilibrio de poder. El equilibrio de po­
der surgió en el siglo xix porque los estados europeos independien­
tes, cada uno con poderes relativamente iguales, temían el surgi­
miento del predominio de un solo Estado (hegemón) entre ellos.
Entonces, las potencias construyeron alianzas a fin de contrarres­
tar cualquier facción con el potencial de ser más poderosa que el
resto, creando así un equilibrio de poder. Los tratados firmados
después de 1815 fueron diseñados tanto para evitar las revolucio­
nes desde abajo como para prevenir el surgimiento de un hege­
món parecido, por ejemplo, a la Francia napoleónica. Gran Breta­
ña y Rusia, por lo menos en el ocaso del siglo xix, pudieron haber
asumido una postura de liderazgo dominante -Inglaterra con su
auge económico y capacidades navales, y Rusia por su aislamien­
to geográfico relativo y extraordinaria fuerza de trabajo- pero nin­
guno de ellos optó por ejercer un poder hegemónico.
Gran Bretaña y Rusia desempeñaron papeles distintos den­
tro del equilibrio de poder. Inglaterra en general fue el fiel de la ba­
lanza. Por ejemplo, al intervenir a favor de los griegos en su lucha
de independencia de Turquía al final de la década de 1820, al po­
nerse de parte de Bélgica en su guerra de emancipación de Holan­
da en 1830, al apoyar a los turcos contra Rusia en la Guerra de Cri­
mea (1854-1856), y de nuevo en el conflicto turco-ruso de 1877-

68
Contexto histórico

Europa, c. 1815

1878, Inglaterra se aseguró de que otros estados no intervinieran


en dichas contiendas, lo cual permitió conservar el equilibrio en
Europa. En el caso de Rusia, esta nación fungió como constructor
de alianzas. La Santa Alianza de 1815 mantuvo a Austria, Prusia y
Rusia bajo una unidad en contra de la Francia revolucionaria,
mientras los rusos usaban sus reclamaciones sobre Polonia para
forjar un vínculo con Prusia. Los intereses rusos en el Estrecho de
los Dardanelos, el paso marítimo estratégico que une al Mediterrá­
neo con el mar Negro, y en Constantinopla (la actual Estambul),
se contraponían a los intereses británicos. Por ello ambos estados,

69
Fundamentos de las relaciones internacionales

localizados en los extremos opuestos de Europa, ejercieron pape­


les clave en el funcionamiento del sistema de equilibrio de poder.
Durante las últimas tres décadas del siglo XIX, el Concierto
de Europa experimentó un desgaste, comenzando con la invasión
rusa a Turquía en 1877. Las alianzas se iban solidificando mien­
tras el sistema del equilibrio de poder se debilitaba. Fuera del nú­
cleo europeo los conflictos aumentaron. Todos los estados de Cen­
tro y Sudamérica habían obtenido su independencia de España y
Portugal para 1830, y Estados Unidos, junto con Gran Bretaña,
impidieron a otras naciones europeas competir en América del
Sur. Sin embargo, las potencias coloniales de Europa —Inglaterra,
Francia, Holanda, Bélgica e Italia- combatieron en guerras por la
conquista y retención de sus posesiones en Africa y Asia. En tan­
to, Estados Unidos, en competencia con Japón y otros estados,
fue adquiriendo su propio imperio colonial, apoderándose de Cu­
ba, las Filipinas, Guam y Puerto Rico después de su victoria en la
Guerra Hispano-Americana de 1898.
En Europa, las ambiciones alemanas por ganar nuevos terri­
torios, aunadas a los deseos de incrementar su prestigio, impulsa­
dos por su canciller, Otto von Bismarck, no podían conseguirse en
su propio continente, el cual ya estaba ocupado en su totalidad, y
cualquier acción bélica en su interior representaba un riesgo para
el precario equilibrio de poder. A fin de satisfacer las ansias de Ale­
mania, las principales potencias decidieron, en el Congreso de
Berlín de 1878, dividir de nuevo al África, concediendo a los ger­
manos una esfera de influencia al oriente (Tangañica), al ponien­
te (Camerún y Togo) y al sur del continente (África Sudocciden­
tal). El imperialismo europeo ofreció un desahogo muy conve­
niente a las aspiraciones alemanas como un poder unificado sin
poner en riesgo el equilibrio de poder dentro de la misma Europa.
Así fue como se preservó la paz en la Europa del siglo XIX.
La única preferencia ideológica manifestada por las grandes poten­
cias fue compartir las intenciones de desmantelar las revoluciones

70
Contexto histórico

desde abajo. Unidos tanto por las características europeas como


por las empresas imperialistas, y temerosos de que una nación so­
bresaliera ante el resto, la Europa decimonónica puede considerar­
se como un ejemplo clásico del sistema de equilibrio de poder.

El derrumbe: La consolidación de las alianzas

Para los últimos años del siglo xix el sistema de equilibrio de po­
der se había debilitado. Mientras las alianzas previas habían sido
fluidas y flexibles, con aliados cambiantes, ahora las alianzas se
consolidaban. Aparecieron dos campos: la Triple Alianza (Alema­
nia, Austria e Italia) en 1882, y la Alianza Dual (Francia y Rusia)
en 1893. En 1902 Gran Bretaña dejó su papel de fiel de la balan­
za, al incorporarse a una alianza naval con Japón a fin de evitar un
reacercamiento ruso-japonés en China. Esta alianza significó un
cambio importante: por primera vez un Estado europeo (Reino
Unido) se aliaba con uno asiático (Japón) para hacer frente común
contra un aliado en Europa (Rusia). Asimismo, en 1904, Inglate­
rra se unió a Francia dentro de la Entente Cordiale.
El fin del sistema de equilibrio de poder, así como la termi­
nación histórica del siglo xix, sobrevino con la primera Guerra
Mundial. Ambos bandos se enredaron en una pugna entre alian­
zas competitivas, la cual se complicó por las ambiciones alema­
nas. Alemania no estaba satisfecha con los acuerdos del Congre­
so de Berlín. Los alemanes pretendieron agenciarse más territorios;
si esto implicaba obtener tierras en Europa, entonces el mapa del
continente debía volver a dibujarse. Al haber ingresado tarde en
el núcleo del poder europeo, Alemania no recibió el reconoci­
miento diplomático y el estatus que sus líderes querían. De esta
forma, con el asesinato del archiduque Francisco Femando, here­
dero al trono del imperio austro-húngaro, acaecido en 1914 en Sa­
rajevo, Alemania incitó a Austria para invadir Serbia. Después de

71
Fundamentos de las relaciones internacionales

Europa, c. 1878

todo, los alemanes no deseaban la desintegración del imperio aus­


tro-húngaro, su principal aliado.
Bajo el sistema de alianzas, tras el fatal disparo en Sarajevo,
los estados cumplieron sus compromisos con sus aliados, inician­
do una guerra generalizada en Europa. A través de su apoyo a Ser­
bia, los inusuales aliados de Rusia, Francia y Gran Bretaña, se vie­
ron involucrados en el conflicto; por el lado de Austria-Hungría,
Alemania ingresó a la guerra. Al principio se pensaba que la con­
flagración sería corta y decisiva, pero no resultó así. Entre 1914 y
1918, soldados de más de una docena de países mantuvieron des­
gastantes batallas de trincheras y los horrores de los ataques con

72
Contexto histórico

En perspectiva

Desarrollos clave durante el siglo xix

• Dos principios emanaron de las revoluciones: los regímenes


absolutos sujetos a limitaciones y el nacionalismo
• El sistema caracterizado por el equilibrio de poder trae un es­
tado de paz relativa a Europa. Las elites se unen por su com­
partido temor a las masas. Los asuntos internos son de ma­
yor importancia que aquellos relacionados con la política ex­
terior
• El imperialismo europeo en Asia y África ayuda a mantener el
equilibrio de poder en Europa
• El equilibrio de poder se rompe debido a la consolidación de las
alianzas, la cual condujo a la primera Guerra Mundial

gas. Más de ocho millones y medio de efectivos militares y un mi­


llón y medio de civiles perdieron la vida. Simbólicamente, el siglo
xix había llegado a su fin: el siglo de la paz relativa terminó con
una confrontación generalizada.

El periodo de entreguerras
Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

El final de la primera Guerra Mundial denotó cambios críticos en


las relaciones internacionales. En primer lugar, tres imperios euro­
peos se habían resquebrajado y fenecido durante o cerca del colo­
fón de la Gran Guerra. Junto con esos imperios también se acabó
el orden social -conservador en Europa; en su lugar, apareció la
proliferación de los nacionalismos. Rusia abandonó la guerra en
1917, cuando estalló una revolución en sus territorios. El zar fue
depuesto y eventualmente sustituido no sólo por un nuevo líder

73
Fundamentos de las relaciones internacionales

(Vladimir I. Lenin), sino por una novel ideología con repercusio­


nes torales en el resto del siglo XX. El segundo imperio en desapa­
recer fue el austro-húngaro, del cual emergieron Austria, Hungría,
Checoslovaquia, una porción de Yugoslavia y parte de Rumania.
El tercer imperio reconfigurado fue el otomano. Los otomanos ya
iban perdiendo poder conforme avanzaba el siglo XIX y se habían
aliado a las potencias derrotadas de la Triple Alianza en la guerra
de 1914. El revés en la primera Guerra Mundial significó la elimi­
nación del régimen otomano. Arabia se levantó contra el dominio
turco y las fuerzas británicas se aprestaron a ocupar Bagdad y Je-
rusalén, privando al imperio de la mayor porción de sus territo­
rios. Así, Turquía quedó como un Estado sucesor disminuido.
El fin de los imperios produjo la proliferación de los nacio­
nalismos. De hecho, uno de los conocidos como Catorce Puntos
del presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, incluidos en
el tratado que terminó con la primera Guerra Mundial, originó el
concepto de la “autodeterminación”, es decir, el derecho de los
grupos nacionales para autogobernarse. El nacionalismo de dichos
grupos varios (austríacos y húngaros, por ejemplo) había sido exa­
cerbado debido a que las innovaciones tecnológicas en la indus­
tria de la imprenta facilitaron y abarataron las publicaciones de
distribución masiva en distintos idiomas, las cuales ofrecían diver­
sas interpretaciones de la historia y la vida de las naciones. Aun
con esto, en realidad la mayoría de esas recién creadas entidades
ni tenían historias comunes, ni compartían experiencias políticas,
y mucho menos eran viables económicamente.
En segundo lugar, Alemania salió de la primera Guerra
Mundial como una potencia todavía más insatisfecha que antes
del conflicto. Los alemanes no sólo habían sido derrotados en el
campo de batalla y sus ambiciones territoriales se habían visto
coartadas; el Tratado de Versalles -acuerdo que puso punto final
a la guerra- impuso a la siguiente generación de germanos el pa­
go del costo económico de la conflagración a través de las llama-

74
Europa, 1914

das reparaciones, cuyo monto ascendía a unos 32 mil millones de


dólares. Esta insatisfacción allanó el terreno para la aparición de
un líder como Adolfo Hitler, quien pretendía enderezar los males
cometidos contra el pueblo alemán.
En tercer lugar, el cumplimiento del Tratado de Versalles
estuvo a cargo de la Liga de las Naciones, una organización in-
tergubemamental diseñada para prevenir futuras guerras. Sin em­
bargo, la liga en sí no tenía el suficiente peso político, ni los ins­
trumentos legales, ni tampoco la legitimidad para cumplir con su
misión. El peso político de la liga fue socavado porque Estados
Unidos, cuyo mandatario fue el principal arquitecto del organis­
mo, rechazó incorporarse a ella y, por el contrario, decidió ejercer
una política exterior unilateralista (aislacionismo). La heredera de

75
Fundamentos de las relaciones internacionales

Rusia, la Unión Soviética, también optó por no ingresar a la liga


y se sumaba a las potencias vencidas en la primera Guerra Mun­
dial, quienes no fueron autorizadas a participar en la organiza­
ción. La autoridad legal de la liga era muy débil y los instrumen­
tos a su alcance para mantener la paz probaron ser muy ineficaces.
En cuarto término, se promovió una visión sobre el orden
de la posguerra, pero ésta ya había nacido muerta. El primero de
los Catorce Puntos de Wilson hacía un llamado para poner en
práctica una diplomacia abierta: “acuerdos abiertos de paz, nego­
ciados con transparencia, detrás de los cuales no debían existir
entendimientos internacionales hechos en privado, ya que la di­
plomacia deberá proceder de manera franca y bajo el escrutinio
público”.9 El punto tres era una reafirmación del liberalismo eco­
nómico, es decir, la remoción de las barreras comerciales entre
aquellas naciones dispuestas a conservar la paz. Y, por supuesto,
la Liga de las Naciones, como una “asociación general de países”,
fue planeada a fin de asegurar que no volviera a estallar otro con­
flicto bélico. No obstante, esta visión no se concretaría; en pala­
bras del historiador E. H. Carr, “el rasgo característico de los
veinte años comprendidos entre 1919 y 1939 fue el abrupto des­
vanecimiento de las esperanzas visionarias de la primera década,
junto con el amargo desencanto en el segundo decenio, de una
utopía que poco tomó en cuenta a la realidad, hasta una realidad
de la cual se excluyó rigurosamente cualquier asomo de uto­
pía”.10 El liberalismo y sus elementos utópicos e idealistas fueron
reemplazados por el realismo político como el enfoque teórico
dominante en las relaciones internacionales; ambas perspectivas
teóricas, divergentes en lo fundamental, serán revisadas en el ca­
pítulo 3.
Los realistas emergieron en un mundo turbulento: la eco­
nomía mundial colapsada, la economía alemana en implosión, el
mercado de valores estadounidense en picada, Japón avanzando
sobre Manchuria en 1931 y el resto de China en 1937, Italia inva­

76
Contexto histórico

diendo Etiopía en 1935, el fascismo, el liberalismo y el comunis­


mo peleando entre sí. Éstos eran los síntomas del periodo de en­
treguerras.

En perspectiva

Desarrollos clave en elperíodo de entreguerras

• Caen tres imperios: Rusia por una revolución, Austria-Hungría


por su disolución y el imperio otomano a causa de guerras
externas y conflictos internos. Esto propicia el resurgimiento
de los nacionalismos
• La insatisfacción alemana con los acuerdos firmados para
finalizar la primera Guerra Mundial propició el fascismo. Ale­
mania encontró aliados en Italia y Japón
• La débil Liga de las Naciones es incapaz para responder a las
agresiones japonesas, italianas y alemanas; mucho menos
actúa ante la crisis económica generalizada

Alemania pronto demostró ser una verdadera amenaza.


Después de rearmarse bajo el régimen de Hitler en la década de
1930, los alemanes ayudaron a los fascistas durante la Guerra Ci­
vil Española y consiguieron reunificar a todas las etnias germanas
dispersas por el continente, declarándose listos para corregir los
“errores” impuestos por el Tratado de Versalles. Por varias razo­
nes, Gran Bretaña y Francia consintieron el resurgimiento alemán.
Inglaterra estuvo de acuerdo con la ocupación alemana de Che­
coslovaquia en 1938, con la intención de evitar un conflicto ma­
yor iniciado por Alemania. Esto sin duda fue una esperanza fútil.
El fascismo alemán movilizó a las masas a favor del Estado. El na­
cionalsocialismo cultivó la idea de que la guerra y el conflicto eran
actividades nobles, las cuales conducirían a la creación de civiliza­
ciones superiores. También fortaleció la creencia en la existencia

77
Fundamentos de las relaciones internacionales

de razas superiores e inferiores, levantando a las clases desencan­


tadas y menos favorecidas en términos económicos en respaldo a
esta causa.
El poder del fascismo -en sus versiones alemana, italiana y
japonesa- encabezó la incómoda (non sancta) alianza entre los co­
munistas de la Unión Soviética y las potencias liberales como Esta­
dos Unidos, Gran Bretaña y Francia, entre otras. Esta alianza tenía
por objetivo controlar a las naciones del Eje... por la fuerza si era ne­
cesario. Así, cuando estalló la segunda Guerra Mundial, los enemi­
gos del Eje pelearon al unísono, sin importar sus diferencias ideoló­
gicas.
Los Aliados triunfaron. Tanto el Reich alemán como el im­
perio del Japón terminaron en ruinas, aunque esto ocurrió por dis­
tintos procedimientos. Alemania fue devastada por arsenales tra­
dicionales, mientras Japón fue sojuzgado por medio del nuevo
instrumento bélico de la tecnología nuclear. El fin de la segunda
Guerra Mundial trajo consigo una gran redistribución del poder
(Estados Unidos, triunfador del conflicto, se vería enfrentado a la
Unión Soviética, igualmente vencedora en la conflagración) y
cambios en las fronteras políticas (la URSS se anexó los estados
del Báltico y porciones de Finlandia, Checoslovaquia, Polonia y
Rumania; Alemania y Corea fueron divididas; Japón fue obligado
a desocupar sus posesiones en el continente asiático). Cada uno de
estos acontecimientos contribuyó a la aparición de un nuevo con­
flicto internacional: la Guerra Fría.

La Guerra Fría

Los líderes de la “acalorada” segunda Guerra Mundial, el primer


ministro británico Winston Churchill, el presidente de Estados
Unidos, Franklin Roosevelt, y el premier soviético, José Stalin, se
reunieron durante el conflicto a fin de planear el orden de la pos­

78
Contexto histórico

guerra. Así, la Carta Atlántica del 14 de agosto de 1941 clamaba


por la colaboración en temas económicos y sentaba los preparati­
vos para un nuevo sistema permanente de seguridad. Estos pro­
yectos se consolidaron en 1943 y 1944, dando como resultado la
fundación de Naciones Unidas en 1945. De la misma manera,
otros efectos de la segunda Guerra Mundial dieron paso a la Gue­
rra Fría que siguió.

Orígenes de la Guerra Fría

La consecuencia más importante de la segunda Guerra Mundial


fue el advenimiento de dos superpotencias -Estados Unidos y la
Unión Soviética— como los actores principales del sistema inter­
nacional, lo cual significó el declive de Europa como el epicentro
de la política mundial. Tanto Estados Unidos como la Unión So­
viética se habían comportado como potencias renuentes; ninguna
mostró avidez por pelear en la guerra mundial hasta que sufrieron
ataques contra sus propios territorios. Para el final del conflicto,
cada una de estas naciones se transformó en una superpotencia
militar.
La segunda secuela de la guerra fue el reconocimiento de
las incompatibilidades fundamentales entre ambas superpotencias
tanto en sus intereses nacionales como en su ideología. Las dife­
rencias entre ellas aparecieron de inmediato en lo referente a sus
intereses geopolíticos. Rusia, país invadido desde Occidente en
diversas ocasiones, incluyendo durante la segunda Guerra Mun­
dial, utilizó su nuevo poder para solidificar su esfera de influencia
con los estados “colchón” de Europa del Este: Polonia, Checoslo­
vaquia, Hungría, Bulgaria y Rumania. El liderazgo soviético creía
que asegurar una relación amistosa en sus fronteras del oeste era
vital para su interés nacional. Por su parte, ya en 1947, los políti­
cos estadounidenses señalaban cómo los intereses de su país de­

79
Fundamentos de las relaciones internacionales

bían centrarse en “contener” a la Unión Soviética. El diplomático


e historiador George Kennan publicó en la revista Foreign Affairs
el famoso artículo “X”, en el cual argumentaba que la Unión So­
viética siempre tendría una política exterior agresiva debido a su
propia percepción de inseguridad militar. La contención de los so­
viéticos, escribió Kennan, debía convertirse en la piedra angular
de la diplomacia estadounidense de la posguerra.11
Estados Unidos puso en práctica la noción de la conten­
ción a través de la doctrina Truman de 1947. Al justificar el apo­
yo material ofrecido por Washington a Grecia en contra de fac­
ciones comunistas, el presidente Truman afirmó: “Creo que debe
ser política de Estados Unidos apoyar a los pueblos libres que re­
sistan intentos de subyugación de parte de minorías armadas o
por presiones externas. Creo que debemos ayudar a los pueblos
libres a construir sus propios destinos como ellos lo deseen”.12 A
pesar de esto, poco después Estados Unidos quiso abandonar la
estrategia de la contención y optó por reducir de manera sustan­
cial el tamaño de sus fuerzas armadas con la esperanza de regre­
sar al mundo a un ambiente más pacífico. Entonces, cuando en
1948 los soviéticos bloquearon las vías de transporte occidentales
hacia Berlín, la capital alemana dividida por los acuerdos de Pots­
dam en 1945, Washington se dio cuenta de que sus intereses
comprendían un espectro más amplio. Por ello la contención, ba­
sada en los intereses geoestratégicos estadounidenses, pasó a ser
la doctrina fundamental de la política exterior de ese país duran­
te la Guerra Fría.
Estados Unidos y la Unión Soviética también tuvieron gran­
des divergencias ideológicas. Estas diferencias dieron forma a dos
perspectivas contrastantes acerca de la sociedad y el orden interna­
cional. El liberalismo democrático de Estados Unidos se sustentaba
en un sistema social que privilegiaba el mérito y el valor del indivi­
duo, en un sistema político basado en la participación de los indi­
viduos en los procesos electorales, y en un sistema económico, el

80
Contexto histórico

Europa, 1939

capitalismo, caracterizado por ofrecer oportunidades a los indivi­


duos para perseguir aquellas cosas económicamente racionales con
mínima o nula interferencia del gobierno. En el contexto interna­
cional, esto se tradujo, por lógica, en el apoyo A otros regímenes de­
mocráticos liberales y en una política de incentivos a los procesos e
instituciones capitalistas, incluido, por supuesto, el libre comercio.
La ideología comunista soviética también afectó la concep­
ción de la URSS sobre el sistema internacional y las prácticas del
Estado. El Estado soviético adoptó el pensamiento marxista, el cual
establece que, en el capitalismo, una clase social (la burguesía)
controla la propiedad de los medios de producción y utiliza sus

81
Fundamentos de las relaciones internacionales

instituciones y autoridad a fin de mantener ese control. De acuer­


do con el marxismo, la solución al problema del régimen de cla­
ses es la revolución. Por medio de ésta, el proletariado toma el
mando de manos de la burguesía, usando al Estado para apropiar­
se de los medios de producción. De esta manera, el capitalismo se­
ría reemplazado por el socialismo. Los líderes de la Unión Sovié­
tica se pensaron en un periodo de interinato, después de la caída
del Estado capitalista y previo a la victoria del socialismo. Esta
ideología también tenía elementos críticos respecto al ámbito in­
ternacional: el capitalismo intentaría extenderse por medio del im­
perialismo a fin de generar más capital, mercados más extensos, y
mayor control sobre las materias primas. El liderazgo soviético se
sintió rodeado por un frente capitalista hostil y advirtió que la
Unión Soviética “no debía debilitar sino fortalecer a toda costa su
Estado, los órganos estatales, los cuerpos de los servicios de inte­
ligencia, el ejército, si la nación no quería ser aplastada por el en­
torno capitalista”.Intemacionalmente, los soviéticos estimaban
que debían auxiliar a aquellos movimientos cuyas metas eran tan­
to derrotar al capitalismo como promover un nuevo orden social.
Las disparidades entre las dos superpotencias fueron exacer­
badas a causa de mutuos malentendidos. Kennan cita ejemplos
importantes de malentendidos en ambos lados de la trinchera:

El Plan Marshall, los preparativos para el establecimiento de un


gobierno en Alemania Occidental, y las primeras maniobras ha­
cia la creación de la OTAN (la Organización del Tratado del Atlán­
tico Norte), fueron percibidas en Moscú como el inicio de una
campaña encaminada a privar a la Unión Soviética de los frutos
de su victoria sobre Alemania. La invasión soviética a Checoslova­
quia (1948) y la implementación del bloqueo a Berlín, ambas en
esencia reacciones... defensivas ante las acciones occidentales, fue­
ron al mismo tiempo leídas erróneamente en el lado occidental.
Poco después sobrevino la crisis de la Guerra de Corea, donde el
intento soviético de emplear una fuerza militar satélite en comba­

82
Contexto histórico

te civil para su propio beneficio, como una forma de reaccionar


ante la decisión estadounidense de establecer una fuerza militar
permanente en Japón, fue leído en Washington como el comien­
zo del golpe final de la URSS rumbo a la conquista del mundo;
así pues, la respuesta militar activa de Estados Unidos conse­
cuencia de dicha maniobra, fue interpretada en Moscú... como
una amenaza a las posiciones soviéticas en Manchuria y en el es­
te de Siberia.14

Aunque estas malas interpretaciones no fueron la causa directa de


la Guerra Fría, sí añadieron argumentos a la confrontación.
El tercer resultado de la segunda Guerra Mundial fue el prin­
cipio del fin del sistema colonial, algo que muy pocos hubieran pre­
dicho. La derrota de Japón y Alemania condujo a la inmediata fina­
lización de sus respectivos imperios. Las demás potencias colonialis­
tas -ante el respaldo de la Carta de Naciones Unidas al principio de
autodeterminación, enfrentadas a una realidad caracterizada por su
debilitada posición política y económica, y confrontadas con movi­
mientos independentistas locales- concedieron la independencia a
sus colonias, tal como lo hizo Gran Bretaña con la India en 1947.
En el caso de Indochina, sería hasta la derrota militar de Francia en
la región durante la década de 1950 cuando la descolonización al­
canzó dicha región. Asimismo, los estados africanos se deslindaron
del colonialismo entre 1957 y 1963. El proceso de descolonización
tuvo lugar en un largo periodo, aunque fue una transición relativa­
mente pacífica. Los europeos, junto con su principal aliado, Estados
Unidos, en esa época estaban más interesados por luchar contra el
comunismo y no tanto en retener sus posesiones coloniales.
La cuarta consecuencia de la conflagración mundial fue la
creciente sensación de que las diferencias entre Estados Unidos y
la Unión Soviética serían dirimidas indirectamente, en territorios
de terceros estados, en vez de enfrentar confrontaciones entre am­
bos protagonistas. Conforme un gran número de nuevos estados

83
Fundamentos de las relaciones internacionales

independientes proliferaban en el mundo de la posguerra debido


a la independencia de países en Asia y África liberados de los re­
gímenes coloniales, las superpotencias contendían por el favor de
estas naciones como un medio para ampliar su poder fuera de sus
esferas de influencia. De esta manera, la Guerra Fría resultó en la
globalización del conflicto a todos los continentes. Las relaciones
internacionales por fin eran en realidad globales.
Otras partes del mundo no se limitaron sólo a reaccionar
ante los imperativos de la Guerra Fría. Muchos países desarrolla­
ron nuevas ideologías o reformaban el discurso predominante en
Europa de tal forma que coincidiera con sus propias experiencias.
En ningún lugar fue esto tan manifiesto como en Asia. Tanto Ho
Chi Minh de Vietnam como Chou En-lai de China habían vivi­
do en Europa, donde se unieron a los partidos comunistas locales.
De regreso a casa, ambos importaron la ideología comunista, rein­
terpretándola para hacerla compatible con sus circunstancias na­
cionales. Por ejemplo, en China, el inicio de la revolución comu­
nista antecedió a la segunda Guerra Mundial. Al ir al campo pa-

En perspectiva

Desarrollos clave en la Guerra Fría


• Aparecen dos superpotencias; Estados Unidos y la Unión So­
viética. Sus diferencias estriban en sus intereses nacionales,
distintas ideologías y mutuos malentendidos
• La Guerra Fría genera una serie de crisis: Berlín (1948-1949),
la Guerra de Corea (1950-1953), la crisis de los misiles en Cu­
ba (1962), la Guerra de Vietnam (1965-1973), la invasión so­
viética a Afganistán (1979)
• La Guerra Fría es un periodo de paz prolongada sustentada en
la disuasión mutua

84
Contexto histórico

ra levantar una revolución de trabajadores agrarios, Chou En-lai


y su colega, Mao Zedong, calificaron a la sociedad china de semi-
feudal, razón por la cual el campesinado rural era la versión local
del proletariado. El Partido Com .mista Chino tomó la vanguar­
dia del grupo y el Ejército del Pueblo se constituyó como el ins­
trumento para las acciones de la guerrilla. La revolución de Mao
fue exitosa; los comunistas tomaron el control de la China conti­
nental en 1949 y fundaron la República Popular China.
La globalización de la política después de la segunda Gue­
rra Mundial significó el surgimiento de nuevos competidores por
el poder. Aunque Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvie­
ron sus posiciones de dominio, aparecieron nuevas ideologías al­
ternativas que se convirtieron en poderosos imanes para los pue­
blos de los estados independientes en desarrollo de África, Asia y
América Latina. Más tarde, en la década de 1970, estos países des­
arrollaron una nueva ideología económica, plasmada en el progra­
ma para un nuevo orden económico internacional.

La Guerra Fría como un conjunto de conjrontaciones

La Guerra Fría en sí misma (1945-1989) puede definirse como cua­


renta y cinco años de gran tensión generalizada y competencia en­
tre las superpotencias, aunque sin la presencia de un conflicto mi­
litar directo. El advenimiento de las armas nucleares originó una
parálisis bipolar, en la cual cada bando actuó con cautela y sólo en
una ocasión se estuvo cerca de una cortflagración. Ambas superpo­
tencias evitaron una confrontación particular entre ellas, tal vez
porque su interés nacional nunca estuvo en semejante riesgo como
para emprender una guerra nuclear, o porque su determinación
ideológica era abatida a la luz de las realidades militares.
Entonces, la Guerra Fría se compuso de un conjunto de
eventos que directa o indirectamente enfrentaron a las superpo-

85
Fundamentos de las relaciones internacionales

Europa durante la Guerra Fría

tencias una contra la otra. Algunos de estos acontecimientos fue­


ron confrontaciones cuyo desarrollo se quedó a un solo paso de
degenerar en guerras, mientras otros se tradujeron en pugnas en­
tre vecinos (Corea del Norte contra Corea del Sur, Vietnam del
Norte contra Vietnam del Sur, y Etiopía contra Somalia); en to­
dos los casos, ni Estados Unidos ni la Unión Soviética pretendie­
ron llevar los conflictos hasta sus últimas consecuencias. No obs­
tante, otras luchas se dirimieron con palabras; estas disputas por
lo general concluían con la firma de acuerdos y tratados. En va­
rias ocasiones dichas contiendas involucraban sólo a estadouni­
denses y soviéticos, pero en la mayoría de los casos sus aliados

86
Contexto histórico

también se veían implicados. Así, la Guerra Fría no comprendió


sencillamente confrontaciones entre superpotencias sino pugnas
entre dos bloques de estados: Estados Unidos junto con Canadá,
Australia, y la mayor parte de Europa Occidental (aliados en la
Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN); y la
Unión Soviética con sus aliados de Europa Oriental aglutinados
en el Pacto de Varsovia. En el transcurso de la Guerra Fría, estos
bloques no tuvieron cohesión absoluta, presentándose eventos
en los cuales ciertos estados asumían distintas posturas respecto a
las de la potencia dominante. Sin embargo, en gran parte de este
periodo, la política de bloques fue operativa. La tabla 2.1 mues­
tra una cronología de acontecimientos importantes dentro de la
Guerra Fría.
Uno de los enfrentamientos directos más importantes entre
las superpotencias tuvo lugar en Alemania, que había sido dividi­
da inmediatamente después de la segunda Guerra Mundial en zo­
nas de ocupación. Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña admi­
nistraron la porción occidental; la Unión Soviética se encargaría
del este. Berlín, la capital alemana, fue repartida de forma similar,
aunque permaneció en territorio controlado por la URSS. En el
bloqueo de Berlín de 1949, la URSS restringió el acceso terrestre a
la ciudad, lo cual provocó la puesta en marcha de un puente aéreo
para abastecer de provisiones a la ciudad durante trece meses. En
1949 se acordó la formación de dos países distintos: la República
Federal Alemana y la República Democrática Alemana. En 1961,
Alemania Oriental construyó el Muro de Berlín alrededor de la
parte occidental de la urbe a fin de acabar con la ola de alemanes
orientales que intentaban dejar su conflictivo país; el presidente de
Estados Unidos, John F. Kennedy, respondería con su célebre fra­
se Ich bin ein BerlinerQto soy berlinés), mostrando el apoyo de Wa­
shington a Berlín a cualquier costo. Por ello no es sorpresivo que
la caída del muro en noviembre de 1989 simbolizara el fin de la
Guerra Fría.

87
Tabla 2.1. Acontecimientos importantes
DURANTE LA GUERRA FRÍA

1945-1948 La Unión Soviética impone regímenes comunistas en Europa del


Este
1947 Anuncio de la Doctrina Truman; Estados Unidos presenta el Plan
Marshall para ayudar a la reconstrucción de Europa
1948 Tito separa a Yugoslavia del bloque soviético
1948-1949 Los soviéticos bloquean Berlín; Estados Unidos y sus aliados es -
tablecen un puente aéreo
1949 La URSS prueba su primera bomba atómica» terminando así con
el monopolio nuclear estadounidense; los comunistas chinos al
mando de Mao Tse-Tung ganan la guerra civil y fundan la Repú­
blica Popular de China
1950-1953 Guerra de Corea
1953 Tras la muerte de Stalin se genera una crisis intema para la suce­
sión del alto mando soviético
1956 Los soviéticos invaden Hungría; el presidente egipcio, Nasser, na­
cionaliza el canal de Suez» ocasionando una confrontación direc­
ta con Francia, Gran Bretaña e Israel
1957 La Unión Soviética lanza al espacio su satélite Sputnik^ simbolizan­
do el inicio de una competencia científica entre las superpotencias
1960-1963 Crisis del Congo; Naciones Unidas interviene a fin de controlar
el vacío de poder en la región
1960 Un avión estadounidense del tipo U-2 es derribado al sobrevolar
territorio soviético, provocando la ruptura de las conversaciones
con la URSS en la cumbre de París
1961 Fracaso de la invasión a Bahía de Cochinos, Cuba, patrocinada
por Washington; se inicia la construcción del Muro de Berlín
1962 Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron al borde de la
guerra nuclear, después que servicios de inteligencia estadouni­
denses descubrieron el embarque de misiles a Cuba desde la
URSS; eventualmente aumentaron las tensiones entre las super­
potencias
1965 El ejército estadounidense encabeza una nueva intervención a
gran escala contra Vietnam
1967 Israel derrota a Egipto, Siria y Jordania en la Guerra de los Seis

88
Tabla 2.1, continuación

Días; la Cumbre de Glassboro plantea la detente para disminuir las


tensiones entre las superpotencias
1968 El ejército soviético echa atrás la liberalización del gobierno de
Checoslovaquia; se firma el Tratado de no Proliferación de Armas
Nucleares (npt)
1972 El presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, visita China y
la Unión Soviética; Washington y Moscú firman el tratado de li­
mitación de armas SALT [
1973 Estados Unidos retira sus ejércitos de Vietnam; la Guerra Arabe-
Israelí genera una crisis energética mundial
1975 Estallan conflictos regionales y anticolonialistas en Angola, Mo­
zambique, Etiopia y Somalia
1979 El shah de Irán (Mohammed Reza Pahvlevi), aliado de Washing­
ton, es derrocado por una revolución islámica; Estados Unidos y
la URSS firman el SALT n¡ la Unión Soviética invade Afganistán;
el Congreso estadounidense no ratifica el SALT ti
1981-1989 La doctrina Reagan sienta las bases para el apoyo de Estados Uni •
dos a las fuerzas “anticomunistas’ en Nicaragua y Afganistán
1983 Estados Unidos invade Granada
1985 Mijail Gorbachov emprende reformas políticas y económicas en
la URSS
1989 Revoluciones pacíficas en Europa Oriental logran reemplazar a
los gobiernos comunistas; caída del Muro de Berlín
1990 Reunificación de Alemania
1991 Renuncia de Gorbachov al frente de la Unión Soviética; la URSS
se desmantela
1992-1993 Rusia y el resto de las ex repúblicas soviéticas se convierten en es­
tados independientes

En Asia, Corea se convirtió en el símbolo de la Guerra Fría.


La península también fue dividida en su geografía, entre norte y
sur, así como en su ideología, entre estados comunistas y no comu­
nistas. El primer enfrentamiento en esa zona de Asia ocurrió en
1950 cuando tropas no reo reanas, incitadas por el ejército soviético

89
Fundamentos de las relaciones internacionales

(con la esperanza de mejorar sus posiciones defensivas) avanzaron


sobre una débil Corea del Sur. Los soviéticos nunca pelearon di­
rectamente, pero Estados Unidos (bajo el eje de Naciones Unidas)
y China (actuando a nombre de la URSS) sí lo hicieron. La ofensi­
va de Corea del Norte sería rechazada y ambos bandos se enfrasca­
ron en una parálisis de tres años. La guerra terminó al fin en 1953.
No obstante, como pasó con la crisis de Berlín, ese único evento
sería sucedido en los siguientes años por numerosas escaramuzas
diplomáticas acerca de las bases militares estadounidenses en Co­
rea del Sur, el uso de la zona desmilitarizada entre el norte y el sur,
así como por los intentos norcoreanos de transformarse en una po­
tencia nuclear, aun después del término de la Guerra Fría.
La crisis de los misiles en Cuba, de 1962, representa una lu­
cha directa de alto riesgo entre las superpotencias, aunque en otra
región del mundo. Originalmente planeada por la Unión Soviética
como una forma de compensar su rezagado programa de misiles,
los soviéticos realizaron la temeraria maniobra de instalar proyecti­
les en Cuba, a sólo noventa millas de las costas estadounidenses.
Una vez descubiertos los misiles por medio de vuelos de reconoci­
miento de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos
(CIA), los cubanos y los soviéticos argumentaron que éstos serían
utilizados para propósitos defensivos. Sin embargo, Washington
percibió la instalación de los armamentos como una amenaza di­
recta a su territorio: nunca armas de un enemigo tan poderoso se
habían apostado tan cerca de territorio estadounidense. El modo
en el cual fue resuelta la crisis sugiere que en realidad ninguna de
las superpotencias deseaba entablar un conflicto directo. Estados
Unidos decidió imponer un bloqueo a Cuba a fin de prevenir más
embarques de misiles soviéticos; cabe destacar el rechazo de los es­
tadounidenses a utilizar como primera opción una alternativa mi­
litar coercitiva -invasiones por tierra o ataques aéreos- a pesar de
no haberla descartado del todo. Por medio de contactos no oficia­
les “tras bambalinas” en Washington, y de comunicaciones direc­

90
Contexto histórico

tas entre el presidente Kennedy y el premier soviético, Nikita


Kruschov, la crisis se desvaneció y se evitó la guerra.
Vietnam encamó otro tipo de prueba. La Guerra Fría no se
peleó allí en forma de una crisis alarmante, sino como una larga
guerra civil entre los comunistas de Vietnam del Norte y sus alia­
dos chinos y soviéticos contra el “mundo libre”: Vietnam del Sur,
aliado de Francia, Estados Unidos y otros miembros de su bloque,
como Corea del Sur, Filipinas y Tailandia. Para la mayoría de los
políticos estadounidenses de fines de la década de 1950 y princi­
pios de la de 1960, Vietnam representaba otro desafio para la doc­
trina de la contención: la influencia comunista debía ser detenida,
afirmaban, antes de que se extendiera como una cadena de fichas
de dominó a través del resto del Sureste asiático y más allá (de ahí
el término efecto dominó). De esta manera, Estados Unidos se­
cundó a los dictadores de Vietnam del Sur como Ngo Dinh Diem
y Nguyen Van Thieu versus su régimen rival en el norte encabeza­
do por el líder comunista Ho Chi Minh, quien era asistido por la
República Popular China y la URSS. Pero mientras el gobierno y
ejército sudvietnamita titubeaban, Washington envió a sus tropas
de apoyo, aumentando el número de efectivos estadounidenses en
el campo de batalla e incrementando la intensidad de los ataques
aéreos sobre el norte.
En las primeras etapas de la guerra Estados Unidos estaba
más o menos confiado en su victoria; después de todo, una super-
potencia con todo su arsenal militar y su mano de obra técnica­
mente calificada de seguro sería capaz de derrotar a una guerrilla
poco entrenada. Sin embargo, los políticos estadounidenses se de­
cepcionaron con rapidez conforme las bajas del lado norteameri­
cano se elevaban y su pueblo se desencantaba del conflicto. En­
tonces, ¿debería Washington utilizar toda su capacidad militar
convencional a fin de evitar la “caída” de Vietnam del Sur y pre­
venir el efecto dominó? ¿Debía Estados Unidos luchar hasta ga­
rantizar la victoria del liberalismo y el capitalismo? ¿O acaso de­

91
Fundamentos de las relaciones internacionales

bía desentenderse de tal pugna tan impopular? ¿Debía Washing­


ton capitular ante las fuerzas del comunismo ideológico? Estos
cuestionamientos, planteados en términos tanto geoestratégicos
como ideológicos, definieron los años intermedios de la Guerra
Fría, desde el lento inicio de la Guerra de Vietnam en la última
parte del decenio de 1950, hasta la dramática salida de los funcio­
narios estadounidenses de la capital sudvietnamita, Saigón, en
1975, simbolizada por la partida de helicópteros norteamericanos
despegando de su embajada con hordas de vietnamitas intentan­
do escapar con ellos asiéndose de las aeronaves.
Los esfuerzos de Estados Unidos por impedir la captura de
Vietnam del Sur por los comunistas habían fracasado aunque,
contrario a lo esperado, el efecto dominó nunca ocurrió. Las alian­
zas de la Guerra Fría se quebrantaban en ambos bandos: la amis­
tad entre la URSS y China había degenerado hacía un tiempo en
una pugna geoestratégica y en una discusión sobre cuál era el mo­
delo más apropiado del comunismo, en especial para los países del
Tercer Mundo. A pesar de esto, la Unión Soviética permanecía re­
lativamente sin daño tras la Guerra de Vietnam. Por otra parte, la
alianza occidental encabezada por Washington se vio amenazada
ante la fuerte oposición de varios de sus miembros (incluyendo a
Canadá) respecto a la política estadounidense frente a Vietnam.
La estructura bipolar del sistema internacional de la Guerra Fría se
resquebrajaba. La confianza de Estados Unidos en las alternativas
militares había sido sacudida, afectando las capacidades de Wa­
shington para emprender nuevas campañas militares por casi una
década. El poder estadounidense suponía ser el correcto, pero en
Vietnam no consiguió ni la victoria ni la justicia.
No siempre que una superpotencia actuaba, la otra reac­
cionaba en consecuencia. En algunos casos la otra parte optaba
por no intervenir, o al menos no respondía con la misma magni­
tud, aun cuando tenía la posibilidad de promover el conflicto.
Por ejemplo, la Unión Soviética invadió Hungría en 1956 y Che­

92
Contexto histórico

coslovaquia en 1968, ambos estados soberanos y miembros del


Pacto de Varsovia. Estados Unidos condenó de forma verbal las
agresivas acciones de los soviéticos, quienes, bajo otras circuns­
tancias, se hubieran enfrentado a una fuerza de resistencia, pero
los ataques no recibieron respuesta. En 1956 Estados Unidos,
preocupado por la crisis del Canal de Suez, se mantuvo callado,
consciente del mal estado de preparación de sus fuerzas armadas
para entrar en otra acción militar. En 1968 Estados Unidos se ha­
llaba enfrascado en Vietnam y apremiado por el descontento in­
terno y una elección presidencial en puerta. Asimismo, Washing­
ton asumió una actitud de relativa complacencia, aunque con
molestia, cuando la URSS invadió Afganistán en 1979. De igual
forma, los soviéticos guardaron silencio ante las agresiones de
Washington contra naciones dentro de su propia esfera de in­
fluencia, al invadir Granada en 1983 y Panamá en 1989. Así, du­
rante la Guerra Fría, incluso las más terribles agresiones ejercidas
por alguna de las superpotencias no siempre provocaron la res­
puesta de la otra.
Muchos de los eventos de la Guerra Fría involucraron a
Washington y Moscú sólo de manera indirecta; en vez de ellos,
terceros países peleaban entre sí. Los mejores ejemplos de esto tu­
vieron lugar en Medio Oriente. Tanto para Estados Unidos como
para la URSS el Cercano Oriente era una región de vital impor­
tancia por sus recursos naturales (que incluyen casi la tercera par­
te del petróleo mundial y más de la mitad de las reservas interna­
cionales de crudo), su localización estratégica como eje de las vías
de comunicación entre Asia y Europa, y su importancia cultural
como cuna de las tres grandes religiones monoteístas del planeta.
No es extraño que, desde la fundación del Estado de Israel en
1948, el cual recibió el primer reconocimiento diplomático de par­
te de Estados Unidos, la región haya sido escenario de enfrenta­
mientos entre las superpotencias por la supremacía en la zona: en­
tre Israel, apoyado por Washington, y los estados musulmanes asis­

93
Fundamentos de las relaciones internacionales

tidos por los soviéticos, como Siria, Irak y Egipto. En el transcur­


so de la Guerra de los Seis Días, en 1967, Israel aplastó en menos
de una semana a sus enemigos árabes, quienes habían recibido ar­
mas soviéticas, y pudo obtener los territorios estratégicos de la
Franja de Gaza, las Alturas del Golán y Cisjordania. En 1973, du­
rante la Guerra del Yom Kippur, la victoria israelí no fue tan con­
tundente porque Estados Unidos y la Unión Soviética negociaron
un cese al fuego antes de que los protagonistas del conflicto se hi­
cieran más daño. Empero, a través de la Guerra Fría, estas “acalo­
radas” conflagraciones eran sucedidas por acciones guerrilleras
emprendidas por todas las partes. Mientras el equilibrio de poder
básico se mantuviera entre Israel (y Estados Unidos) de un lado, y
los árabes (y los soviéticos) en el otro, la zona era dejada en paz;
cuando el equilibrio se veía amenazado, las superpotencias actua­
ban por vía de sus aliados para conservarlo.
En aquellas partes del mundo con menor importancia estra­
tégica, la confrontación por conducto de terceros destaca por ha­
ber sido el modus operandi de las superpotencias en la Guerra Fría.
Algunos sucesos en África ejemplifican este hecho. Cuando Bélgi­
ca abandonó súbitamente sus colonias en el Congo en 1960, dejó
un vacío de poder en la región. Estalló una guerra civil en la cual
distintas facciones opuestas entre sí buscaban conseguir el poder y
generar orden después del caos. Uno de los contendientes, el pre­
mier del Congo, Patrice Lumumba (1925-1961) pidió auxilio a los
soviéticos a fin de repeler a la insurgencia apoyada por Occiden­
te, por lo que recibió asistencia diplomática y pertrechos militares.
Sin embargo, Lumumba fue destituido por el presidente congolés,
Joseph Kasavubu, aliado de Estados Unidos. Otros como Moise
Tshombe, líder de la provincia de Katanga -rica en yacimientos
de cobre-, también identificado con los intereses occidentales, lu­
charon por el control del país. La guerra civil duró tres años y pu­
do haberse convertido en un nuevo choque entre terceros enfren­
tando a Estados Unidos y la URSS en pos de la influencia sobre

94
Contexto histórico

los nacientes estados del continente. No obstante, Naciones Uni­


das evitó este tipo de conflicto al enviar fuerzas pacificadoras su­
puestamente neutrales, cuyo principal propósito era llenar el vacío
e impedir la transformación del Congo en otro escenario para la
Guerra Fría.
Tanto en Angola como en el “Cuerno de Africa” (Etiopía
y Somalia) los protagonistas de sus guerras civiles pudieron ven­
derse como terceros dentro de la confrontación de la Guerra Fría,
por lo que consiguieron abasto de equipo militar y asesoría tec­
nológica de parte de las respectivas superpotencias. Dichas lu­
chas entre terceros sirvieron a los intereses de las grandes poten­
cias, permitiéndoles extender su poder y promover sus intereses
geoestratégicos (petróleo en Angola, rutas de transporte en el
“Cuerno”) e ideología, sin presentarse una conflagración directa
entre ambas.
La Guerra Fría también se combatió y moderó por medio
del diálogo, en forma de cumbres (encuentros entre líderes) y de
tratados. Algunas cumbres de la Guerra Fría tuvieron éxitos relati­
vos: la Cumbre de Glassboro en 1967 (entre los gobernantes de Es­
tados Unidos y la Unión Soviética) dio inicio a la distensión cono­
cida como “detente”; por el contrario, la reunión entre el presiden­
te Dwight Eisenhower y el premier Kruschov celebrada en Viena
en 1960 terminó de manera abrupta cuando los soviéticos derriba­
ron un avión espía estadounidense U-2, el cual sobrevolaba su te­
rritorio. A través de tratados, ambas partes establecieron límites a
su posesión de armas nucleares. Por ejemplo, el primer Tratado de
Limitación de Armas Estratégicas (SALI i), firmado en 1972, impu­
so un techo absoluto al número de misiles balísticos intercontinen­
tales (iCBM), redujo la cantidad de ojivas nucleares y de vehículos
de reingreso independiente múltiple (mirv), y restringió la cuantía
de sitios antimisiles balísticos instalados por cada superpotencia.
Así, Moscú y Washington gozaron de periodos de conciliación du­
rante los cuales pudieron acordar principios y políticas.

95
Fundamentos de las relaciones internacionales

La Guerra Fría como una paz prolongada

Si la Guerra Fría es primordialmente recordada como un conjun­


to de crisis y de algunas confrontaciones directas e indirectas,
¿por qué entonces se refiere a este periodo como la “Paz prolon­
gada”? El término en sí fue acuñado por el historiador diplomá­
tico John Lewis Gaddis para hacer énfasis en la ausencia de una
conflagración entre las grandes potencias. Tal como se había evi­
tado la guerra durante la Europa del siglo XIX, también se había
logrado esto desde el fin de la segunda Guerra Mundial. ¿Por
qué?
Gaddis atribuye la paz prolongada a cinco factores, porque
una sola explicación resulta insuficiente. Probablemente la expli­
cación más aceptada gira en tomo al papel de la disuasión nu­
clear. Estados Unidos y la Unión Soviética habían adquirido ar­
mas atómicas, pero ninguno estuvo dispuesto a utilizarlas, ya que
desplegarlas implicaba un riesgo a la existencia misma de ambos
estados. Este argumento será desglosado en el capítulo 8. Otra ex­
plicación atribuye la paz prolongada a la división bipolar del po­
der entre Washington y Moscú. Tal distribución equitativa del
poder condujo a la estabilidad del sistema internacional, como
será abordado en el capítulo 4. No obstante, con el advenimien­
to de las armas nucleares, el cual ocurrió de forma simultánea con
el surgimiento del sistema bipolar, es imposible desligar una ex­
plicación de la otra.
Una tercera explicación para la paz prolongada fue la esta­
bilidad instaurada por el poder económico hegemónico de Esta­
dos Unidos. Al estar en una posición económica superior durante
gran parte de la Guerra Fría, Estados Unidos pagó con gusto el
precio de preservar la estabilidad. Los estadounidenses otorgaron
seguridad militar al Japón y a buena parte del norte de Europa, y
su moneda fue el fundamento del sistema internacional de divisas.
Aun cuando este argumento aclara por qué Estados Unidos inter­

96
Contexto histórico

vino a fin de fortalecer la estabilidad económica de la posguerra,


no explica las acciones de los soviéticos.
Una cuarta explicación da crédito por el mantenimiento
de la paz no a alguna de las superpotencias, sino al liberalismo
económico. En el transcurso de la Guerra Fría, el orden económi­
co liberal se consolidó, convirtiéndose en un factor dominante en
las relaciones internacionales. La política se volvió transnacional
bajo el liberalismo —basada en los intereses y coaliciones cruzan­
do a través de los límites tradicionales del Estado- por lo que las
grandes potencias se hicieron cada vez más obsoletas. La paz de
la Guerra Fría es entonces atribuida al dominio del liberalismo
económico.
Finalmente, Gaddis explora la posibilidad de que la paz
prolongada de la Guerra Fría estaba predeterminada, justo como
una fase más en el ciclo histórico de la guerra y la paz. Según Gad­
dis, cada 100 o 150 años ocurre una guerra a escala global; tales ci­
clos son guiados por los crecimientos económicos dispares. Este
argumento coloca a la Guerra Fría como apenas un instante den­
tro de un ciclo más largo, por lo cual los eventos o condiciones es­
pecíficos de este periodo no tienen poder explicativo alguno.15
Cualquiera que sea la combinación “correcta” de explica­
ciones, el teórico de las relaciones internacionales, Kenneth
Waltz, ha identificado una ironía en la paz prolongada: Estados
Unidos y la Unión Soviética, “dos estados, aislacionistas por tra­
dición, sin gran experiencia en política internacional, y conocidos
por su conducta impulsiva, de pronto se mostraron —no en todo
momento ni en todo lugar, pero siempre en casos cruciales- co­
mo actores prudentes, alertas, cautelosos, flexibles e indulgen­
tes”.16 Washington y Moscú, mutuamente prudentes y cautos,
ahora también eran predecibles y familiares entre ellos. Habían
aparecido intereses comunes como resultado de una larga relación
de rivalidad.

97
Fundamentos de las relaciones internacionales

En perspectiva
Desarrollos clave tras el fin de la guerra fría
• Se presentan cambios en la política exterior ruso/soviética, con
el retiro de sus tropas de Afganistán y Angola a finales de la
década de 1980, el cual fue supervisado por la onu
• Invasión de Irak a Kuwait en 1990. La respuesta multilateral a
esta agresión unió a los antiguos adversarios de la Guerra
Fría
• La glasnosty la perestroika continúan en Rusia, aún después
de su reorganización como república independiente entre
1992 y 1993
• La antigua Yugoslavia se desintegra; estalla la guerra civil en
Bosnia y Kosovo, provocando la intervención de la onu y de
la OTAN
• Surgen conflictos étnicos generalizados en el occidente y cen­
tro de África, Asia Central y el subcontinente indio
• La organización terrorista Al-Qaeda perpetra actos terroristas
en suelo estadounidense y en contra de los intereses de la
Unión Americana en el exterior; Estados Unidos organiza una
coalición militar para responder a estos ataques e invade Af­
ganistán e Irak

observadores de Naciones Unidas para Irak-Kuwait, con el objeti­


vo de supervisar la región, y permitieron a Naciones Unidas em­
prender misiones humanitarias y crear zonas de seguridad para las
poblaciones kurdas y chiítas de Irak. Aunque lograr el consenso
para cada una de estas acciones (o, en el caso de China, conven­
cer a sus representantes de abstenerse) fue difícil, la coalición re­
sultante tuvo una unidad que hubiera sido impensable en los años
de la Guerra Fría.
El fin de la Guerra Fría denota un gran cambio en las rela­
ciones internacionales, el ocaso de una etapa histórica y el co­
mienzo de otra, la cual ya es designada por algunos como la era

100
Contexto histórico

de la globalización. Parece que este periodo estará marcado por la


supremacía estadounidense en los asuntos internacionales en un
grado ni siquiera equiparable al ejercido por el imperio romano o
por Alejandro Magno. Aparentemente Estados Unidos tiene la ca­
pacidad de imponer su voluntad a los demás estados del mundo,
incluso cuando sus intereses vayan en direcciones opuestas a las
de sus aliados. No obstante, esta primacía aún no será capaz de
evitar conflictos étnicos, guerras civiles y violaciones a los dere­
chos humanos.
La década de 1990 estuvo marcada por realidades duales:
el predominio de Estados Unidos en el ámbito internacional y la
presencia de conflictos civiles y étnicos. La violenta desintegra­
ción de Yugoslavia continuó durante todo ese decenio, a pesar de
los intentos occidentales por resolver la crisis de forma pacífica.
Al mismo tiempo, el mundo file testigo de tensiones y violencia
étnica en la región de los grandes lagos del centro de África. El
genocidio en Ruanda y Burundi prosiguió sin mayor interven­
ción de la comunidad internacional, propiciando el fortaleci­
miento de rebeldes y elites, quienes aprovecharon la anarquía en
la zona para continuar impunemente con sus crímenes. Además,
aun con la supremacía norteamericana, Rusia mantiene suficien­
te poder militar e influencia política para evitar la intromisión de
Washington en las hostilidades étnicas desarrolladas en la región
transcaucásica.
Estas realidades duales convergieron y divergieron durante
toda la década de 1990 y hasta nuestros días. La desintegración de
Yugoslavia culminó en una intervención armada encabezada por
Estados Unidos en Serbia, con el propósito de terminar con los
ataques contra la población albanesa de Kosovo. A pesar de los ti­
tubeos europeos respecto a emprender una acción militar, y de la
incapacidad de Naciones Unidas para emitir una resolución a fa­
vor de una operación armada, Estados Unidos convocó a la otan
a intervenir. La guerra de 78 días concluyó con la capitulación de

101
Fundamentos de las relaciones internacionales

los serbios y la cesión de la provincia de Kosovo a una adminis­


tración supervisada por Naciones Unidas.
El 11 de septiembre de 2001 el mundo presenció los mor­
tales, psicológicamente devastadores y económicamente desestabi­
lizadores ataques terroristas en dos importantes ciudades estadou­
nidenses. Estos eventos desencadenaron la llamada guerra global
contra el terrorismo, encabezada por Washington. El impresio­
nante apoyo alrededor del planeta y el hecho de haber invocado
por primera vez en la historia el artículo V de la Carta de la OTAN,
el cual califica cualquier ataque a un miembro de la organización
como una agresión a todos sus afiliados, colocaron a Estados
Unidos al frente de una coalición ad hoc para combatir a las orga­
nizaciones terroristas de forma global. Esta nueva guerra contra el
terrorismo combina varios elementos en múltiples campañas con
diferentes enfoques en distintos países. Muchas naciones han
arrestado a conocidos terroristas y sus simpatizantes, además de
haber congelado sus cuentas bancarias. Estados Unidos libró una
guerra en Afganistán a fin de derrocar al régimen talibán acusado
de proveer refugio al grupo terrorista Al-Qaeda de Osama bin-La-
den, y de prestar su territorio como base para la planeación, orga­
nización, entrenamiento y patrocinio de una campaña terrorista
global contra Washington y sus aliados.
Después de la operación exitosa en Afganistán, la cual pre­
tendió localizar a terroristas y simpatizantes, así como instalar un
líder democráticamente elegido en ese país, Estados Unidos utili­
zó su posición de primacía para divergir de sus aliados. Los estadou­
nidenses, convencidos de que Irak desarrollaba en la clandestini­
dad un programa de armas de destrucción masiva y representaba
una continua amenaza por sus presuntos vínculos con organiza­
ciones terroristas, intentaron buscar el respaldo de Naciones Uni­
das para autorizar el uso de la fuerza a fin de derrocar a Saddam
Hussein y encontrar los arsenales de destrucción masiva escondi­
dos en aquel país. Cuando Naciones Unidas rechazó apoyar la so­

102
Contexto histórico

licitud de Estados Unidos, Washington decidió formar su propia


coalición junto con Gran Bretaña, destruir el poder militar iraquí,
y deponer al gobierno de Hussein. Aunque tales objetivos se con­
siguieron, la estabilización de Irak todavía continúa. Naciones Uni­
das ha levantado las sanciones contra Irak y ha permitido de nue­
va cuenta la llegada de ayuda a esa nación.
Incluso tras la inestabilidad económica consecuencia de
los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y
Washington, D. C., la economía y las fuerzas armadas estadouni­
denses siguen siendo las más poderosas del mundo. Así, a pesar
de su supremacía, Estados Unidos ya no se siente tan seguro de
no recibir un ataque. La guerra global contra el terrorismo dista
mucho de llegar a su fin, y la pregunta sobre si el poder nortea­
mericano será equilibrado por una potencia emergente está lejos
de resolverse. Podría ocurrir que el éxito o fracaso de Estados
Unidos en Irak y en su lucha antiterrorista sean factores determi­
nantes para saber si su posición de primacía se fortalece o se de­
bilita. Ello definiría el escenario internacional para el resto de la
primera década del siglo XXI.

En resumen: Aprender de la historia

¿Estará la era de la posguerra fría caracterizada por la cooperación


entre las grandes potencias, o será una época de conflicto entre es­
tados y sobre nuevas ideas? ¿Marcará el mundo de la posguerra
fría el regreso al sistema multipolar del siglo xix? ¿Acaso veremos
un sistema unipolar dominado por Estados Unidos, comparable
a la hegemonía británica del siglo XIX? ¿Cómo podremos empezar
a predecir qué es la era actual o qué clase de futuro generará?
Ya hemos dado el primer paso hacia la contestación de di­
chas preguntas al revisar el pasado. Nuestro examen del desarrollo
de las relaciones internacionales contemporáneas se ha enfocado

103
Fundamentos de las relaciones internacionales

en cómo han surgido y evolucionado sus conceptos fundamenta­


les a lo largo del tiempo, en especial el Estado, la soberanía, la na­
ción y el sistema internacional. Tales nociones, desarrolladas den­
tro de contextos históricos específicos, proveen los cimientos pa­
ra las relaciones internacionales contemporáneas. El Estado es una
institución firme, pero su soberanía podría estar erosionándose
desde afuera (capítulos 7, 9 y 10) o desde su interior (capítulo 5).
Las principales características del sistema internacional actual se
encuentran en el proceso de transición tras la finalización de la bi-
polaridad de la Guerra Fría (capítulo 4).
Para ayudamos a entender las tendencias del pasado y có­
mo éstas influyeron en el pensamiento contemporáneo, así como
para predecir futuros desarrollos, es necesario regresar a la teoría.
La teoría da orden; toma eventos específicos y proporciona expli­
caciones generales. En el capítulo 3 daremos un vistazo a tres di­
ferentes teorías y perspectivas sobre relaciones internacionales. Es­
tas teorías observan el pasado desde muy distintas visiones.

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