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El Deporte Es El Ambito Que Mas Discrimina A La Mujer

Matilde Fontecha, doctora en Filosofía, denuncia que el deporte es uno de los ámbitos que más discrimina a las mujeres, utilizando sus cuerpos como reclamos sexuales y perpetuando desigualdades en recursos y oportunidades. En su libro 'El deporte se instala en las cavernas de la igualdad', Fontecha critica la falta de representación femenina en el deporte mediático y la imposición de estereotipos que desvalorizan a las deportistas. Propone que para lograr la igualdad, las instituciones deportivas deben cumplir las leyes de igualdad y destinar recursos equitativos al deporte femenino.
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El Deporte Es El Ambito Que Mas Discrimina A La Mujer

Matilde Fontecha, doctora en Filosofía, denuncia que el deporte es uno de los ámbitos que más discrimina a las mujeres, utilizando sus cuerpos como reclamos sexuales y perpetuando desigualdades en recursos y oportunidades. En su libro 'El deporte se instala en las cavernas de la igualdad', Fontecha critica la falta de representación femenina en el deporte mediático y la imposición de estereotipos que desvalorizan a las deportistas. Propone que para lograr la igualdad, las instituciones deportivas deben cumplir las leyes de igualdad y destinar recursos equitativos al deporte femenino.
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“El deporte es el ámbito que más discrimina a la mujer”

https://www.eldiario.es/euskadi/euskadi/deporte-ambito-discrimina-
mujer_128_3523624.html

 Matilde Fontecha, doctora en Filosofía y licenciada en Ciencias de la Actividad Física


y el Deporte, asegura que el deporte mediático es “una de las grandes bazas del
patriarcado”

 Denuncia la utilización del cuerpo de la mujer como reclamo sexual por parte de
clubes y federaciones. “Las federaciones imponen una vestimenta de
competición que desvaloriza a las mujeres como deportistas y como mujeres”

“Las imágenes de mujeres deportistas parecen maniquís de pasarela, lo que hace pensar que
su valía está en su belleza no en su pericia deportiva”. Quien así se expresa es Matilde
Fontecha, doctora en Filosofía y licenciada en Ciencias de la Actividad Física y Deporte.
Acaba de publicar el libro ‘El deporte se instala en las cavernas de la igualdad’
(editorial Bernilde), donde denuncia la utilización del cuerpo de la mujer como reclamo
sexual por parte de clubes y federaciones. Según Fontecha, el deporte es “el ámbito que más
discrimina a la mujer”. Fontecha, quien ha sido profesora titular en la Universidad del País
Vasco, donde ha participado en la formación del profesorado desde la perspectiva coeducativa,
sostiene que “el deporte mediático es una de las grandes bazas del patriarcado”.

¿Por qué considera que el deporte se ha instalado en las cavernas de la igualdad?

El deporte mantiene una estructura y un funcionamiento profundamente antidemocráticos y


androcéntricos, por lo tanto, es uno de los ámbitos que más discrimina a las mujeres. Sin
embargo, no puede aislarse del contexto social en el que se ubica. Desde hace unos años,
estamos sufriendo una regresión en los derechos sociales de las mujeres en todos los ámbitos,
derechos que ya creíamos consolidados. De manera que el deporte aprovecha esta coyuntura
para llevar a cabo su propia regresión, para instalarse cómodamente en las cavernas de la
igualdad, de donde apenas había dado los primeros pasos hacia el exterior. El trato
discriminatorio que dispensa la institución deporte a entrenadoras, árbitras, técnicas,
médicas, directivas y, sobre todo, a las deportistas es impensable en otras esferas y abarca
desde las niñas en el deporte en edad escolar hasta las deportistas de élite. Las federaciones
y los clubes incumplen las leyes de igualdad. Además, atentan contra los derechos humanos
de las deportistas, a través de prácticas antiguas y normalizadas como el acoso y abuso sexual
o de otras de nuevo cuño como la lesbofobia o la utilización de su cuerpo como reclamo sexual.
Este último aspecto es un claro indicador de la regresión en igualdad, donde destaca la
gravedad de la imposición por parte de las federaciones de una vestimenta de competición
que las desvaloriza como deportistas y como mujeres.

Según usted, el deporte se erige en uno de los instrumentos más potentes a la hora
de apuntalar la desigualdad entre hombres y mujeres

Sí. En mi opinión este es el mayor problema. No somos conscientes de hasta qué punto el
deporte contribuye a asumir como natural la discriminación de todas las mujeres. El deporte
mediático es una de las grandes bazas del patriarcado. A la vez que actúa como herramienta
de alienación, se constituye en el escaparate más importante de la inexistencia de las
mujeres. Es cierto que la proporción de mujeres es mínima en los puestos de responsabilidad,
las altas finanzas o la alta judicatura (por poner alguno de los ejemplos más claros), pero al
emitir datos al respecto, se hace de manera rápida, casi pidiendo disculpas por la falta de
equidad. Sin embargo, en los informativos nos bombardean con noticias deportivas, dando
por hecho que es correcta la ausencia de mujeres deportistas y de sus logros.

Las acciones reivindicativas por parte de las deportistas son inusuales. ¿El deporte
es un ámbito que las tiene amordazadas?

Siempre salvando alguna excepción, sí, sin lugar a dudas las deportistas de alto nivel están
amordazadas. No han reivindicado sus derechos tal como han hecho las mujeres en otros
espacios. En parte es comprensible por la singularidad del mundo del deporte, pero me
preocupa que, en muchos casos, ni siquiera son conscientes de ello. A las mujeres les cuesta
mucho acceder al alto nivel deportivo, motivo por el que suelen acatar sin rechistar cualquier
imposición. Entran en juego muchos factores: psicológicos de sumisión, materiales como la
dependencia de las becas o el miedo a la arbitrariedad de los entrenadores que, sin tener que
justificar sus decisiones, pueden prescindir de ellas. Por eso, uno de los grandes retos es el
empoderamiento de las deportistas, a través de la formación en temas de género.

Entonces, ¿el deporte es uno de los ámbitos menos evolucionados en cuestión de


igualdad?

Sí. Yo diría que es el ámbito más discriminador de nuestra sociedad. El aspecto más desigual
es la profesionalización y la remuneración económica de las deportistas de alto nivel. Luego
está la desigualdad en la distribución y asignación de espacios deportivos, vestuarios y otras
instalaciones, de horarios, material, indumentaria, capacitación de las personas que las
entrenan, medios de trasporte para asistir a las competiciones, etc. Aunque parezca increíble,
la inferior asignación de recursos materiales y humanos lo sufren las niñas desde el deporte
escolar y se perpetúa en todos los niveles. Si ponemos el punto de mira en los medios, salta a
la vista que es un tipo de discriminación cuantitativa. Sin embargo, en los casos excepcionales
en los que se corrige la desproporción numérica, los aspectos cualitativos cobran gran
trascendencia. Para explicarlo tenemos el ejemplo en los últimos Juegos Olímpicos de 2016,
donde se equiparó la proporción de hombres y mujeres deportistas participantes. Estas cifras
han sido aireadas por los medios con la intención de hacernos creer que la igualdad ha llegado
al mundo del deporte, pero es una gran trampa. Si analizamos la inferioridad de recursos
económicos y humanos de que dispusieron las deportistas, la ínfima proporción de
entrenadoras, de técnicas, de mujeres en el Comité Olímpico Internacional, la vestimenta
exigida por las federaciones, el tratamiento denigrante de las imágenes de los cuerpos de las
deportistas en los medios, etc., veremos que la cacareada igualdad es solo aparente. Quizá
otro motivo para aumentar el número de mujeres deportistas en ciertos eventos es que son
más rentables en el medallero, a la vez que suponen un importante ahorro económico para
las federaciones con respecto a los hombres deportistas.

Sin embargo, el poder que tienen los deportes de contribuir al empoderamiento de


las mujeres y las niñas parece innegable. La participación en los deportes permite
a las mujeres y las niñas entrenarse para ser las mejores

Aquí está la aparente paradoja, aunque si analizamos el tema, salta a la vista que son dos
elementos inseparables en el binomio mujer y deporte. El deporte es una potente herramienta
de discriminación, ya que el deporte- espectáculo se toma como modelo para los demás niveles
de práctica. No obstante, la actividad físico-deportiva es igual de potente en la emancipación
de las mujeres desde la infancia. Porque el empoderamiento empieza por el propio cuerpo. El
desarrollo las capacidades del movimiento (coordinación, equilibrio, esquema corporal,
estructuración espacio temporal, fuerza, resistencia, flexibilidad, velocidad, agilidad) que se
consigue a través de la actividad física, sobre todo de los deportes de equipo te lleva al
conocimiento y control del propio cuerpo. El control del propio cuerpo no es total sin la
capacitación motriz. Una mujer motrizmente capaz es más hábil para desenvolverse en
cualquier situación vital, es menos vulnerable. Por otra parte, disfrutar, jugar, esforzarse,
competir, entrenarse para ser la mejor, para superarse a sí misma, a otras personas o
enfrentarse a los elementos naturales no tiene por qué ser patrimonio de los hombres.

En su libro hace un reproche al feminismo y sus prejuicios para entender la


importancia del desarrollo de la práctica físico-deportiva en la identidad de las
mujeres. ¿Por qué mujeres intelectuales del feminismo rechazan la participación
femenina en el deporte?
Yo soy feminista, luego crítica. El feminismo se ha despistado al no advertir la importancia
de la capacitación motriz de las mujeres como parte de su empoderamiento. Quien no se ha
despistado ha sido el patriarcado que, consciente de ello, lleva cien años poniendo trabas a
que las mujeres practiquen deporte. Creo que es hora de abordar el análisis desde la
perspectiva de género del fenómeno social que llamamos deporte en los dos sentidos:
emprender acciones contra el funcionamiento actual de las instituciones deportivas y
reivindicar que las mujeres desarrollen las capacidades del movimiento. A partir de la década
de los 60 del siglo XX, el feminismo ha reivindicado y conseguido muchos avances en los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Pero en ese gestionar el propio cuerpo, nos
hemos olvidado de un aspecto del conocimiento y control corporal: el desarrollo de la
motricidad como parte del desarrollo integral de las mujeres. Nos hemos olvidado del cuerpo
de mujer hábil motrizmente, del cuerpo en movimiento para el ocio y para el placer. En mi
opinión, que desde el feminismo no se haya entendido la importancia de la práctica físico-
deportiva para las mujeres se puede deber a dos motivos, que tiene como base el rechazo de
todo lo que huela a deporte: el primero, desde un punto de vista crítico, es difícil aceptar la
influencia del deporte espectáculo en nuestra sociedad; el segundo, las feministas de mi
generación no fuimos estimuladas para la práctica deportiva, por el contrario, sufrimos
aquella asignatura llamada gimnasia que tuvo la capacidad de vacunar de por vida contra la
actividad física.

Mantiene que las mujeres, más que nunca, están atrapadas por su cuerpo.

Sí. Históricamente el control de las mujeres se ha llevado a cabo a través del control de su
cuerpo, es decir de la maternidad y la belleza. Hoy en día, se está atrapando a muchas
mujeres en las mismas redes: la maternidad como inmolación y una estética brutal que
dificulta su vida. Yo añado una idea que también se nos ha escapado: como elemento de
control, uno de los objetivos del patriarcado ha sido impedir nuestra movilidad, mantener
nuestra torpeza motriz. La estética femenina como elemento de regresión en igualdad se está
utilizando en el deporte de forma brutal. Por una parte, las deportistas son valoradas por su
belleza en vez de por sus logros deportivos. Por otra, fuera de toda lógica, la presión social
que se está ejerciendo sobre ellas, incluida la lesbofobia, les aboca a competir maquilladas y
mantener una imagen femenina a ultranza. Es como si hubiera una ley no escrita que dijera:
las mujeres os empeñáis en hacer deporte, pues lo vais a pagar caro.

Curiosamente, los entrenadores de los equipos femeninos siempre son hombres

El deporte tiene mucho empeño en que las mujeres no detenten parcelas de poder. El sistema
es perverso y eficaz. Desde el deporte en edad escolar hay pocas monitoras o entrenadoras y
van desapareciendo a medida que aumenta el nivel deportivo. En los “Cursos Superiores de
Entrenadores”, que así se siguen denominando, son excepciones las mujeres que los realizan,
entre otros motivos por el ambiente excluyente y el trato que reciben de los profesores y
compañeros. Dado que para entrenar un equipo de un deporte determinado su federación
exige sus propios títulos, es difícil el acceso de las mujeres. Además, los clubes son reacios a
contratar mujeres y las que han sorteado estos obstáculos y ejercen de entrenadoras, suelen
quedar excluidas de las redes de comunicación y oportunidades laborales que comparten los
hombres entrenadores, tal como ha investigado Ainhoa Azurmendi en su tesis doctoral.

¿Qué se debe hacer para equiparar a las mujeres y a los hombres en las
posibilidades deportivas?

No hay que inventarse nada, se trata de que las instituciones deportivas cumplan las leyes
de igualdad. Empezando por que el Consejo Superior de Deportes y demás entidades
dediquen la mitad del dinero público al deporte practicado por mujeres.

Apenas el 1% de los patrocinios comerciales se destina al deporte femenino. Los


estudios reflejan que los deportes femeninos solo obtienen el 5% de cobertura
mediática y que el 43% de las adolescentes considera que no tiene suficientes
modelos femeninos de conducta.

En el negocio privado, deberíamos empezar por desmontar el gran mito de que el deporte
femenino no vende, porque en Canadá o EEUU sí vende. En este país aún no se ha
comprobado porque el poder deportivo y el mediático se confabulan para no dar oportunidades
al deporte de mujeres. Por el contrario, sí sabemos que Seyer Gestion, la consultora de
marketing deportivo, ha demandado a la Federación de Fútbol por ignorar una oferta de 6,6
millones de euros por los derechos comerciales de las competiciones de fútbol femenino, que
incluía, entre otras estrategias, la retransmisión televisiva de todos los encuentros de la Liga
de Fútbol Femenino y la Copa de SM la Reina. Es más fácil agarrarse a viejas creencias que
dedicar tiempo y espacio al deporte practicado por mujeres; es más fácil sacar una fotografía
indigna de una deportista que ofrecer información de calidad acerca de sus logros deportivos.
¿Alguien piensa que por quitar las fotografías obscenas de mujeres deportistas, van a dejar
de venderse los diarios deportivos? La falta de modelos adecuados de mujeres deportistas
para las niñas y adolescentes es un asunto muy importante. Por un lado, apenas se conoce a
las grandes deportistas, por lo que muchas adolescentes tienen como referencia a un hombre
deportista. Por otro, las imágenes de mujeres deportistas parecen maniquís de pasarela, lo
que hace pensar que su valía está en su belleza no en su pericia deportiva. Rara vez pueden
ver una buena fotografía de una acción deportiva protagonizada por una jugada, ya que el
empeño de los medios es mostrarlas en actitud pasiva. Por si fuera poco, las familias siguen
orientando a las niñas a practicar los deportes que conllevan un estereotipo exageradamente
femenino en detrimento de los deportes de equipo, lo que les priva de la experiencia de la
competición, la cooperación y la oposición.

Se impone un ejercicio de autocrítica por parte de los medios.ejercicio de


autocrítica por parte de los medios.

Los medios reproducen los valores más androcéntricos. Con alguna excepción, discriminan y
excluyen a las mujeres en los temas de importancia o prestigio social. Las mujeres, fieles al
modelo más estereotipado, están presentes en programas de cotilleo y telebasura. En el
deporte, los medios están al servicio del gran poder de las federaciones y clubes y ofrecen
escasa información deportiva y, como ya he dicho de baja calidad. Desde luego, la solución
está en una profunda formación en igualdad, pues si no te pones las gafas de género, el mundo
se ve con un solo ojo miope, de manera que no puedes hacer un análisis objetivo. El segundo
paso sería la autocrítica y el tercero diseñar una programación con perspectiva de género.
Estoy convencida de que si los medios de comunicación cambiaran en este sentido, en poco
tiempo tendríamos una sociedad más inclusiva.

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