Violencia institucional y parainstitucional administrada en el Ecuador.
Primera parte
Jorge Álvarez Méndez
Desde el fin de los gobiernos de la Revolución Ciudadana en Ecuador, el declive
del proceso de recuperación soberana y de democratización en lo político, la
violencia institucionalizada y parainstitucional asolan la vida social de
las clases oprimidas. En el análisis pueden delimitarse la dinámica de la
política interna con respecto de la política internacional en que se inscribe el
país.
Como en otros casos este desdoblamiento interno / externo resulta
artificial para países ya de suyo considerados subdesarrollados: la
caotización de la sociedad ecuatoriana por la violencia creciente está
vertebrada orgánicamente con la exigencia emanada desde Estados Unidos
para la nación ecuatoriana. Lo interno es una faceta cada vez más evidente del
mandato imperial exterior: desde el crédito otorgado por el Fondo Monetario
Internacional en 2019, hasta la cesión territorial de islas Galápagos como base
militar yanqui, pasando por la creciente presencia de su territorio en las redes
internacionales del tráfico de drogas.
El ”error” de nominar a Lenin Moreno en la sucesión presidencial por
Rafael Correa, marcó un punto de inflexión para la reinserción del Ecuador a
los planes expansivos de Washington: no hubo tal fallo a la distancia de la
intensa descomposición social. Quedó expuesto el talón de Aquiles del proceso
progresista al transcurrir los hechos políticos culminantes con la defenestración
y persecución al líder de la revolución ciudadana.
Como en otros procesos progresistas, el reacomodo de la lucha de clases tenía
en la conducción política gubernamental el vértice del ordenamiento. Desde
luego, amplias capas golpeadas por el neoliberalismo y el mandato de
presidentes como actores patéticos del ciclo drama-comedia-drama,
respondieron con un respaldo mayoritario a los intentos por recuperar
espacios de soberanía económica, proyectos de industrialización y
reinserción regional en organismo como Mercosur. De hecho, el propio
Correa se movía en la banda subcontinental para armar nuevos intentos
multilaterales con otros gobiernos progresistas (Unasur con sede Quito fue
punto cenital de una diplomacia activa).
¿Cómo un proceso de diez años con un sólido liderazgo pudo colapsar
en un corto periodo? Pregunta esbozada bajo la misma concepción de un
vértice de poder en el centro del análisis ha sido lanzada para entender la
caída del ciclo peronista en Argentina o la derrota del gobierno del PT brasileño
con un lawfare y ulterior victoria electoral ultraderechista de Bolsonaro. Sin
desdeñar en lo absoluto el rol de la dirigencia política en la lucha social, el
poder del Estado implica más allá de la figura presidencial. Su
fragilización y posterior caída expresan también la correlación reinante en las
clases sociales representadas: la imposibilidad organizativa de sostener un
determinado proceso político.
Imposibilidad desbordada por la presión imperialista, cabe precisar. Se retornó
a una situación previa de acuerdo con lo enunciado por el FMI al desembolsar
hace ya casi cinco años 4 200 millones de dólares:
“El foco del programa de las autoridades es llegar a una posición fiscal sólida,
apoyándose en el acuerdo de tres años con el FMI. El objetivo es reducir la
relación deuda / PIB a través de una combinación de un reequilibrio de la masa
salarial, una optimización cuidadosa y gradual de los subsidios a los
combustibles, una re – priorización del gasto de capital y bienes y servicios, y
una reforma fiscal”1.
De nuevo el shock para hacer caminar en sentido inverso las políticas
redistributivas del correísmo con la consiguiente restricción del gasto social y la
reversa en la recuperación de los recursos energéticos, minerales y
preservación de la biodiversidad amazónica expoliada por las trasnacionales
petroleras. La administración progresista recurrió discursivamente al
socialismo del siglo XXI, mostrando en lo retórico una radicalidad de
medidas económicas más allá de un keynesianismo en latitudes
sudamericanas.
Pero en el terreno de la materialidad, de acuerdo con un estudio sobre los
grupos empresariales, el proyecto en realidad descansó en una inclinación de
la balanza hacia el platillo de los capitales participantes en el mercado interno
principalmente: “Wright (Favorita), Eljuri, pronaca, kfc, Nobis e Hidalgo &
Hidalgo. Los ingresos de los 27 principales grupos económicos aumentaron del
28,4 % del valor agregado bruto (vab) del Ecuador en 2013 a 29,6 % en
2017”2.
El mismo Correa exaltó el aumento de las ganancias de los capitalistas en su
mandato, pero matizado por una disminución de la desigualdad de los ingresos.
Se trata de empresas que controlan el comercio minorista bajo esquema de
supermercado, concesionarios automotrices, hotelería, construcción.
Paradójicamente Nobis es propiedad de la familia Noboa.
Ahí una de las claves y puntos ciegos de los procesos progresistas:
conciliar con el gran capital le exige al logro de su gobernabilidad no
agitar con movilización masiva a la base social representada. Mantener el
estatus liberal de las democracias burguesas con breves instantes de figuras
plebiscitarias siempre contenidas en los marcos institucionales. Una gran
diferencia con el proceso bolivariano ha sido la permanente movilización social
alternada de la institucionalización de figuras más allá de la democracia
burguesa como el poder comunal.
1
https://www.imf.org/es/News/Articles/2019/03/11/ecuador-pr1972-imf-executive-board-
approves-eff-for-ecuador
2
Fierro Carreón, Luis. Fortalecimiento de los grupos económicos en el ecuador en la
última década. Revista Economía, Nov 2019.
https://revistadigital.uce.edu.ec/index.php/ECONOMIA/article/view/2222
Al menguar el gasto social se vivieron tragedias pandémicas por Covid-19
como los cadáveres en las calles de Guayaquil ante la saturación de hospitales
dada la degradación de la infraestructura de salud pública. El programa de
ajuste neoliberal tuvo la hasta ahora la más contundente y masiva
protesta social del año 2019.
Todo ese combustible fue regado en el camino para encender el
empedrado camino de buenas intenciones progresistas hasta el fuego
envolvente de la violencia en el Ecuador desde 2019 hasta ahora. Esa
diseminación de la violencia ha sido la principal herramienta para gobernar
oligárquicamente el país bajo los dictados de Estados Unidos.