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Unidad 7, Esquemas Cambiarios, Macroeconomia

El documento analiza los esquemas cambiarios, destacando las diferencias entre tipos de cambio fijo y flexible, y su impacto en la balanza de pagos y la competitividad económica. Se enfatiza que un tipo de cambio flexible permite ajustes graduales y menos costosos, mientras que un tipo fijo puede llevar a crisis si no se cuenta con reservas adecuadas. Además, se aborda la importancia del tipo de cambio real como indicador de competitividad y su relación con el comercio internacional y la balanza de pagos.
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Unidad 7, Esquemas Cambiarios, Macroeconomia

El documento analiza los esquemas cambiarios, destacando las diferencias entre tipos de cambio fijo y flexible, y su impacto en la balanza de pagos y la competitividad económica. Se enfatiza que un tipo de cambio flexible permite ajustes graduales y menos costosos, mientras que un tipo fijo puede llevar a crisis si no se cuenta con reservas adecuadas. Además, se aborda la importancia del tipo de cambio real como indicador de competitividad y su relación con el comercio internacional y la balanza de pagos.
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Esquemas cambiarios, tipos de fijo y flexible, el tipo de cambio real y la

competitividad, bienes transables y no transables internacionalmente.


El ajuste a los desequilibrios en la balanza de pagos es automático.

El ajuste de los tipos de cambio es continuo, gradual y de bajo costo.

La eliminación de las devaluaciones catastróficas aumenta la confianza en la


economía.

No hay necesidad de grandes reservas internacionales.

Las políticas monetarias no están sujetas a las exigencias del equilibrio externo.

Estimula el desarrollo de los mercados financieros y mejoran la calidad del análisis


de riesgo.

Hay menos presiones para restringir los flujos internacionales de capital.

Déficit alto y persistente en la balanza de pagos.

Sospecha de una devaluación inminente.

Ventas masivas de la moneda nacional.

Intervención esterilizada. Recesión.

Perdida de reservas y devaluación. Equilibrio en la balanza de pagos.

El desarrollo de los mercados financieros requiere de una información


abundante, fidedigna y oportuna. Esto genera presiones para que los gobiernos
mejoren la calidad de sus sistemas de información y la publiquen lo más pronto
posible.

El tipo de cambio flexible libera al gobierno de la responsabilidad por el equilibrio


externo. Lo que le permite al banco central buscar un equilibrio interno a través
de políticas monetarias expansivas que impulsen el crecimiento económico y la
competitividad.

Sin embargo, un signo del fracaso de las políticas económicas es la depreciación


de la moneda.

Con el tipo de cambio flexible el margen de error es más pequeño que con el tipo
de cambio fijo y las correcciones son más rápidas.

El tipo de cambio fijo le otorga un amplio margen de maniobra al gobierno para


introducir políticas sensatas.
Una fuerte devaluación es más inflacionaria que una depresión gradual. Además,
es capaz de desarticular toda la economía y provocar una crisis política de graves
consecuencias.

Con libre flotación los ajustes a los desequilibrios son graduales. La disciplina del
mercado no permite que se acumulen los desequilibrios. Los movimientos del
tipo de cambio son frecuentes, pero no muy bruscos.

Devaluación no controlada.

La venta de dólares por parte del banco central, reduce la oferta monetaria ya
que, al vender dólares por pesos, el banco central recoge la moneda nacional del
mercado.

Para contrarrestar este efecto el banco central utiliza los pesos ganados con la
venta de dólares para comprar bonos que circulan en la economía, con lo que
vuelve a inyectar moneda nacional al mercado.

La cantidad de dinero se mantiene constante y las tasas de interés no cambian,


pero las reservas nacionales del banco central disminuyen y cuando estas son
muy bajas el banco central no tiene más opción que devaluar la moneda.

El pánico por la devaluación aumenta la demanda de divisas y eleva su precio


mucho más allá de lo que antes de la devaluación se consideraba como un nivel
de equilibrio.

Al carecer de reservas, el banco central no tiene la capacidad de apoyar el nuevo


nivel del tipo de cambio y la moneda nacional se devalúa una y otra vez.

Esto provoca más pánico, un brote inflacionario, la fuga de capitales, una crisis
política, la lucha por la distribución del producto, entre muchos otros problemas.

El intento de mantener el tipo de cambio fijo mediante una intervención


esterilizada logra solo aplazar un ajuste inevitable.

Independientemente de si la intervención de las autoridades monetarias en el


mercado de divisas es esterilizada o no, el ajuste del tipo de cambio fijo es
invariablemente costoso y conflictivo.

Es más eficaz devaluar la moneda nacional cuando todavía se cuenta con


reservas, y después defender el nuevo tipo de cambio, que está más cerca del
nivel determinado por los factores económicos fundamentales.

Devaluaciones catastróficas.
En diciembre de 1994 el peso vivió un periodo de gran volatibilidad.

Una vez superada la inestabilidad económica, sus fluctuaciones diarias son


moderadas.

Para evitar presiones inflacionarias el Banco está obligado a esterilizar las


compras de dólares, vendiendo los instrumentos de deuda interna en pesos. Si
los dólares comprados se dedicaran a amortizar la deuda externa, esta operación
sería equivalente a una situación de la deuda externa por la deuda interna.

El Banco compra USD en el mercado El Banco vende bonos en el mercado


abierto. abierto.
Base monetaria constante.
Reducción de la deuda externa. Aumento de la deuda interna.
La compra esterilizada de dólares por el Banco permite evitar una sobrevaluación
de la moneda nacional y al mismo tiempo reducir la deuda externa.

El tipo de cambio real (TCR) es una de las variables más analizadas en


macroeconomía. Se la considera un proxy de competitividad. Así como el tipo de
cambio nominal (TCN) describe la relación entre la moneda doméstica y una
moneda extranjera: con cuantos pesos se adquiere una unidad de moneda
foránea (es el enfoque que se usa en Latinoamérica; aunque también podría
usarse el inverso: un peso argentino a cuanto equivale de una moneda
extranjera).

La dificultad de analizar las relaciones entre países utilizando el tipo de cambio


nominal deriva de las fluctuaciones que las monedas tienen en el tiempo,
pudiendo estar por periodos apreciadas y por periodos depreciadas (en el caso
que exista un régimen de tipo de cambio flotante; si hubiera un tipo de cambio
fijo se hablaría de revaluación y de devaluación). En este contexto, el tipo de
cambio nominal no sería un buen indicador de competitividad, porque se podría
sobreestimar o subestimar la verdadera inserción externa de un país.

Para corregir este problema, emerge el tipo de cambio real (TCR), el cual corrige
por precios, tanto locales como internacionales. Formalmente, la fórmula es la
siguiente.

TCR = TCN ∗ IPC∗

IPC

La ecuación señala que el tipo de cambio real depende de tres variables, dos que
se pueden administrar mediante la política económica y otra que es exógena.
Como se mencionó anteriormente, el TCN es el tipo de cambio nominal; IPC* es
la inflación externa, medida en este caso en la inflación americana; mientras que
IPC es la inflación doméstica.

Bajo estos supuestos, el TCR podría aumentar si suceden los siguientes eventos.
Primero, aumenta el tipo de cambio nominal. Segundo, sube la inflación externa
(la americana). Tercero, bajan los precios domésticos (es decir, cae la inflación
local). De manera inversa, si sucede todo lo contrario, el tipo de cambio real
caería. La expresión también podría expresarse mediante logaritmos y luego
calculando las tasas de variaciones.

ln TCR = ln TCN + ln IPC∗ − ln IPC = %ln TCR = %ln TCN + %ln IPC∗ − %ln IPC

Finalmente, la expresión es la que resume el análisis:

%𝑇𝐶𝑅 = %𝑇𝐶𝑁 + %IPC∗ − %IPC

Un interrogante que podría surgir en el contexto es cuál es la relación entre el


tipo de cambio real y el sector externo. Como mencionan los libros de textos
clásicos en la materia (Sachs y Larraín, 1994;), el TCR se inserta a través del
comportamiento de la balanza comercial.

X = f (TCR, Y ∗)

M = f (TCR, Y)

Siendo la expresión de las exportaciones mientras que se refiere a las


importaciones. En el primer caso ambos signos son positivos: una suba del ingreso
externo (Estados Unidos) o del tipo de cambio real, hará aumentar las ventas
externas. En el segundo caso, una suba del tipo de cambio real encarecerá las
compras externas (y reducirá su cantidad) mientras que un aumento del ingreso
local provocará una suba de las importaciones. Del comportamiento de ambas
variables se deriva la balanza comercial de bienes.

Se aprecia que el TCR está en ambas ecuaciones y es uno de los determinantes


del sector externo. Por eso se dice que mide la relación entre bienes entre un país
y el resto del mundo. Es decir, el tipo de cambio real podría analizarse como un
precio relativo, dado que se compone del cociente de precios y de la relación
entre monedas. Pero el análisis quedaría inconcluso sino se incorporarán los
precios de exportaciones e importaciones, porque las ecuaciones se refieren a
cantidades o volúmenes físicos. Incorporando los precios, la ecuación final sería
la siguiente.
BCB = pxX − pmM = px f (TCR, Y ∗) − pmf(TCR, Y)

La ecuación incorpora un determinante más, que se menciona, pero será


producto de otro trabajo más adelante: los términos de intercambio (los precios
de exportación con respecto a los precios de importación). No obstante,
considerando precios fijos, la balanza de comercial dependería del tipo de cambio
real, del ingreso externo y del ingreso doméstico.

El país produce y consume dos bienes, transables (T) y no transables (N). Dadas
las funciones de producción YT, YN y la fuerza laboral (L), podemos deducir la
frontera de posibilidades de producción de la economía. La forma cóncava de la
frontera de posibilidades de producción refleja la capacidad de la economía de
asignar el trabajo (factor móvil) entre producción de transables y producción de
no transables cuando el capital es específico a cada sector. El precio de los bienes
transables (PT) está dado internacionalmente, mientras que el precio de los
bienes no transables (PN) se determina endógenamente por la interacción de la
oferta y demanda de no transables. La pendiente de la tangente a la frontera de
posibilidades de producción (PT/PN) representa el tipo de cambio real, precio
relativo que orienta la asignación de los recursos.

En lo relativo a las decisiones de consumo supondremos que las familias


consumen transables y no transables en proporciones fijas, sin importar los
precios relativos, es decir, CT/CN es constante. De manera que un alto nivel de
absorción estaría representado por el punto B, y un bajo nivel por el punto D.

La hipótesis central del modelo es que el consumo interno de N debe ser igual a
la producción interna de N, mientras que el consumo de T puede diferir de la
producción interna ya que el bien transable puede importarse (exportarse). En el
equilibrio inicial, el consumo está en B, la producción en A y el déficit comercial
es BA. La tangente a la frontera de posibilidades de producción en A coincide con
la tangente a la curva de indiferencia en B, ambas representan el tipo de cambio
real de equilibrio inicial. Dado este precio relativo, la asignación del trabajo, el
salario y el ingreso percibido por el capital en cada sector.

El eje vertical representa el producto marginal (salario) del factor trabajo en cada
sector medido en unidades de no transables. La longitud del eje de las abscisas
representa la oferta de trabajo total.

El trabajo está eficientemente y óptimamente asignado entre sectores en el


punto (a), cuando el trabajo percibe un ingreso igual al rectángulo ONOTwT AwN
A y los propietarios del capital en el sector no transable y transable perciben los
triángulos wN A ah y wT A ai respectivamente.

El comercio de bienes, el equilibrio del mercado y de la balanza de pagos


sin y con movilidad de capitales.
Se realiza utilizando divisas y está sujeto a regulaciones adicionales que
establecen los participantes en el intercambio y los gobiernos de sus países de
origen. Al realizar operaciones comerciales internacionales, los países
involucrados se benefician mutuamente al posicionar mejor sus productos, e
ingresar a mercados extranjeros.

Las economías del comercio exterior se denominan economías abiertas. Este


proceso de apertura externa se inició fundamentalmente en la segunda mitad del
siglo XX, y de forma espectacular en la década de 1990, al incorporarse las
economías latinoamericanas, de Europa del Este y el oriente asiático. Cada vez
existe mayor interrelación entre lo que ocurre en los mercados internacionales y
lo que sucede en la economía de un país determinado.

Se define como las transacciones de bienes y servicios entre residentes y no


residentes. Se mide en millones de USD, como porcentaje del PIB para el
comercio neto, y también en el crecimiento anual de las exportaciones e
importaciones.

El equilibrio del mercado es un concepto en economía que describe el punto en


el que se encuentran la oferta y la demanda.

Generalmente se logra cuando el precio de un bien o servicio es igual a su costo


de producción.

En este contexto, podemos afirmar que el equilibrio del mercado es un concepto


importante porque nos ayuda a comprender cómo funcionan las fuerzas del
mercado, cómo se determinan los precios y cómo podemos dar sentido a la oferta
y la demanda.

En el corto plazo, los precios están determinados por la intersección entre la


demanda y la oferta.
Sin embargo, a largo plazo, los precios están determinados por el producto de
ingresos marginales (MRP), esa cantidad adicional de ingresos generados por una
unidad vendida.

La balanza de pagos es un documento contable que recoge sistemáticamente


todas las operaciones comerciales y financieras que tienen lugar entre los
residentes de un país y los del resto del mundo.

La balanza de pagos se descompone en diferentes subbalanzas.

• Balanza comercial: Es la que registra las operaciones de compra y venta de


bienes entre residentes y no residentes.
• Balanza de servicios: Registra los ingresos por servicios prestados por
residentes a no residentes, y los pagos por servicios recibidos.
• Balanza de transferencias: Recoge las transacciones con el exterior que no
implican contrapartida (remesas de emigrantes, donaciones
intergubernamentales).

La suma de estas tres subbalanzas constituye la llamada balanza por cuenta


corriente.

Balanza de capitales: recoge aquellas transacciones que modifican la posición


deudora o acreedora del país frente al exterior. Esta balanza recoge no sólo las
importaciones de capital (suponen un aumento de la posición deudora o
disminución de la posición acreedora) como obtención de créditos, reducción de
las reservas de divisas, disminución de inversiones en el exterior o aumento de
las inversiones del exterior, etc., sino también las exportaciones de capital que
suponen un aumento de la posición acreedora o disminución de la posición
deudora.

Las transacciones de capital se clasifican en función del plazo de vencimiento del


activo en que se materializan, de forma que tendríamos operaciones de capital a
largo plazo (con un plazo de vencimiento superior a un año) y operaciones de
capital a corto plazo (vencimiento inferior al año). Otro criterio de clasificación se
refiere al carácter autónomo o a comodante de las transacciones de capital. Las
transacciones de capital autónomas son las que resultan de operaciones
financieras normales con el resto del mundo. Las transacciones de capital a
comodantes tienen carácter residual, compensan el comportamiento de las otras
partidas equilibrando la balanza, y son, esencialmente, las variaciones en las
reservas de divisas.
La balanza de pagos utiliza el sistema de contabilización de partida doble, de
forma que cada transacción implica una anotación en la columna de ingresos y
otra en la de pagos. Esto implica que la balanza como documento contable esté
siempre en equilibrio, sin que esto nos indique nada acerca del equilibrio o
desequilibrio de las transacciones económicas con el exterior. Si podemos hablar,
sin embargo, de equilibrio o desequilibrio en las distintas subbalanzas. De forma
que un desequilibrio en alguna de las subbalanzas tendrá que ser compensado
por un desequilibrio de signo contrario en el resto de la balanza.

Un desequilibrio de la balanza por cuenta corriente implica una contrapartida de


signo opuesto en los movimientos de capital o en las reservas de divisas, ha de
ser equilibrado por un aumento en las exportaciones de capital o aumento en las
reservas de divisas (ambas suponen un aumento de nuestra posición acreedora),
mientras que un saldo negativo por cuenta corriente implicaría lo contrario. Una
interpretación similar cabe para el caso de la balanza básica.

Mercado e intermediarios financieros internacionales.


Son instituciones especializadas en la mediación entre las unidades económicas
que desean ahorrar o invertir sus fondos y aquellas unidades que quieren tomar
fondos prestados. Normalmente se captan fondos a corto plazo (a través de
cuentas corrientes, depósitos, etc.) y se ceden a largo plazo (concesión de
préstamos, adquisición de acciones, obligaciones, etc).

los intermediarios reciben un beneficio derivado del margen de intermediación,


que se deriva de la diferencia que existe entre el tipo de interés que ofrecen a los
ahorradores y el que piden a los prestatarios. Aunque ésta es la función básica de
estos intermediarios, a medida que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo,
el tipo de tareas que realizan son más numerosas y complejas.

Son intermediarios financieros los bancos, las cajas de ahorro, las cooperativas
de crédito, etc.

Los intermediarios financieros prestan dos tipos de servicios.

• Permiten reducir el riesgo de los diferentes activos mediante la


diversificación de la cartera y mueven tantos fondos que pueden comprar
activos de cualquier valor nominal que los particulares no podrían
individualmente.
• Casan las necesidades de prestamistas y prestatarios, captando los
recursos de los ahorradores a corto plazo, y cediéndolos a un mayor plazo.
• Intermediarios bancarios.
• Intermediarios no bancarios.
• Compañías aseguradoras.
• Instituto de crédito oficial (ICO).
• Fondos de pensiones privados.
• Sociedades de crédito hipotecario.
• Sociedades y los fondos de inversión mobiliaria.

La efectividad de las políticas monetarias y fiscales con tipos de cambio


físico y flexible, el equilibrio interno y externo.

El tipo de cambio es una variable clave en toda economía abierta, en particular


para economías emergentes. En una economía abierta, el tipo de cambio juega
un papel esencial en el traspaso de los shocks externos a la economía nacional y
en la transmisión de las acciones de política monetaria. Más aún, el hecho de que
desalineamientos prolongados del tipo de cambio real se hayan asociado a
muchas de las crisis que han afectado a las economías emergentes en las últimas
décadas es una señal de que la autoridad monetaria debe prestar especial
atención a sus movimientos.

Un importante canal por el que opera el tipo de cambio en las economías abiertas
es el efecto de desplazamiento del gasto. Al subir el precio de los bienes externos
en relación con los nacionales, una depreciación real produce un incremento del
gasto local y mundial en los productos nacionales. El supuesto habitual del
modelo Mundell-Fleming-Dornbusch es que los precios nacionales de los
productos importados son rígidos - fijados en la moneda del exportador. En otras
palabras, el traspaso de una depreciación cambiaria a los precios de los productos
importados es igual a uno y sucede rápidamente, desplazando la demanda hacia
el bien nacional.

El tipo de cambio también tiene efectos directos sobre la inflación. Los hogares
consumen bienes importados y nacionales, los que son parte del índice de precios
al consumidor (IPC). Las variaciones del tipo de cambio afectan el precio en
moneda local de los bienes importados y, por esa vía, en la inflación.
Adicionalmente, en la medida que algunos bienes nacionales incorporan insumos
importados en su producción, la depreciación cambiaria también los hace subir
de precio, provocando un mayor incremento en el IPC.
Más allá del canal de los insumos, las depreciaciones cambiarias pueden afectar
directamente el precio de los bienes de producción nacional si la política
monetaria carece de credibilidad. Si la principal fuente de movimientos del tipo
de cambio son perturbaciones nominales, los agentes probablemente
reaccionarán frente a la depreciación nominal subiendo el precio de los bienes
nacionales. En estrecha relación, si las expectativas de inflación no están bien
ancladas, los aumentos iniciales de los precios de algunos productos importados
se pueden propagar a otros precios internos y producir alzas generalizadas en los
precios. En tal situación, habrá un alto pass-through a la inflación del IPC.

Reducir el problema de falta de credibilidad ha sido un objetivo esencial en el


diseño de políticas monetarias óptimas, especialmente en el contexto de metas
de inflación y tipo de cambio flexible. Tener mejores esquemas de política
monetaria se considera central para generar un círculo virtuoso. A mayor
credibilidad del banco central, menor es el pass-through del tipo de cambio al IPC,
y menos volátil la inflación, lo que, a su vez, refuerza la credibilidad.

La evidencia reciente para los países industrializados muestra una importante


disminución del pass-through del tipo de cambio hacia los precios de los bienes
importados en los últimos años. La evidencia para algunas economías
emergentes muestra lo mismo, sin embargo, el pass-through al IPC parece haber
disminuido más, por lo que el cambio en los precios relativos sería mayor y
reforzaría el efecto de desplazamiento del gasto. Las políticas monetarias más
creíbles han estado asociadas a tipos de cambio más flexibles. Hay quienes
argumentan que la mayor flexibilidad del tipo de cambio nominal ha aumentado
la volatilidad del tipo de cambio real.

La clave para evaluar el efecto de un tipo de cambio flexible sobre la


competitividad de una economía es distinguir entre la volatilidad de corto y de
mediano y largo plazo. La mayor flexibilidad del tipo de cambio se ha asociado
con una menor volatilidad del tipo de cambio real con respecto a sus
fundamentales y una menor persistencia de los desalineamientos del tipo de
cambio real. Estos son elementos que sin duda ayudan a impulsar la
competitividad de la economía. Aun en regímenes de tipo de cambio flexible,
pueden ocurrir desalineamientos importantes del tipo de cambio real. Hay
evidencia contundente de muchos mercados emergentes que relacionan
episodios de desalineamiento severo con vulnerabilidad macroeconómica. En
situaciones como esta, mover la tasa de interés puede ser insuficiente o incluso
desaconsejable. En estos casos, la política monetaria puede recurrir a
instrumentos adicionales para reducir tanto el desalineamiento como la
vulnerabilidad de la economía.

Entre los objetivos económicos más importantes de los países, se encuentra el


mantenimiento del equilibrio interno y externo. El equilibrio interno se refiere al
pleno empleo local con estabilidad de precios, y el equilibrio externo, al equilibrio
en la balanza de pagos del país. Si surge un conflicto, el equilibrio interno
generalmente tiene prioridad sobre el externo.

Déficit y endeudamiento externo, fragilidad externa, la crisis de la deuda.


El FMI consideraba que la corrida contra el peso era un síntoma del desequilibrio
interno (fiscal) que se traducía en más déficit externo y endeudamiento. Según
esa visión, el ajuste fiscal y cambiario corregirían las cosas.

El rasgo más notable es que, al tiempo que disminuía el peso de la deuda pública
intraestatal (es decir, deuda entre organismos del mismo gobierno, donde el
default es técnicamente imposible), el endeudamiento público en moneda
extranjera con el mercado privado prácticamente se multiplicó por dos en menos
de tres años

El endeudamiento público es la contracara del déficit fiscal, pero esto deja de ser
cierto cuando esa deuda está denominada en moneda extranjera, porque ahora
el peso de la deuda (medida en pesos) está mediada por la evolución del tipo de
cambio.

La devaluación de la moneda aumenta la carga de intereses en pesos de una


deuda en dólares. De este modo, a medida que se deterioraban las cuentas
externas y el peso de la deuda en dólares aumentaba rápidamente, los agentes
de mercado se daban cuenta que la capacidad de repago de los dólares prestados
caía abruptamente, pese a que el déficit fiscal primario se reducía hasta alcanzar
un cuasi equilibrio primario.

La desregulación financiera y la apertura de la cuenta capital son fuentes de


fragilidad externa que pueden no depender de la sostenibilidad fiscal. En efecto,
trabajos como el de Schmukler (2008) muestran que la apertura financiera hace
que los países sean más proclives a sufrir efectos “contagio”. Como es sabido, en
los últimos años el propio FMI manifestó su apoyo a las medidas de regulación de
capitales.

Finalmente, un aspecto importante a destacar vinculado con este último punto


es que las crisis de deuda pueden ser ocasionadas por crisis de balance de pagos
dado que, como se expuso más arriba, las propias devaluaciones suelen disparar
las ratios de deuda a PIB de los países afectados. Tomando en cuenta el caso
argentino, y en un contexto de marcados “déficits gemelos”, apuntar únicamente
a la solvencia fiscal como medida para garantizar la solvencia externa parece
insuficiente. Aunque el sector público pueda reducir el déficit financiero, si se
mantiene el déficit de cuenta corriente, deberá ser el sector privado el que
sostenga, vía un mayor endeudamiento externo, el equilibrio del balance de
pagos. Cualquier evento que, como ocurrió recientemente en Argentina,
cuestione la sostenibilidad externa y ocasione una depreciación brusca del tipo
de cambio, puede afectar negativamente la capacidad de pago de la deuda
pública y terminar derivando, en el peor de los casos, en una crisis de solvencia
del sector público.

1976-1989. Primera crisis de deuda.

En diciembre de 1983 comienza, en nuestro país, el período de democracia


ininterrumpida más largo de la historia. El dirigente radical Raúl Alfonsín obtenía
el 52% de los votos y el peronismo era derrotado por primera vez en elecciones
libres y sin proscripciones.

El gobierno que asumía no sólo heredaba un brutal endeudamiento externo


contraído por la dictadura cívico-militar, sino que también se encontraba con un
cambio en el patrón de acumulación que el país había sostenido durante décadas:
desmantelado el modelo industrialista basado en la sustitución de importaciones,
generador de trabajo bien remunerado y su consecuente movilidad social
ascendente, la dictadura imponía el modelo de carácter estrictamente financiero.

En efecto, el golpe cívico-militar de 1976 que utilizó el terror implementando el


secuestro, la tortura y la desaparición forzada de personas como método político,
en lo económico significó la aparición del modelo de valorización financiera y
endeudamiento externo compulsivo, que alcanzó su punto cúlmine a fines de
1982 cuando se estatizó la deuda en dólares que habían contraído los principales
grupos económicos del país. Comenzaba así, en 1976, la primera experiencia
neoliberal de la economía en Argentina.

1989-2001. Segunda crisis de deuda.

El 9 de julio de 1989, seis meses antes de lo previsto, Carlos Saúl Menem asumía
como presidente de la Nación y heredaba el endeudamiento y la inflación que el
radicalismo había recibido de la dictadura y que no pudo o no supo revertir. Tan
sólo un año después, en 1990, durante la gestión de Erman González, tercer
ministro de economía designado por Menem, se disparaba la segunda
hiperinflación alcanzando un porcentaje interanual del 1.343,9%.

En el año 1991, después de sufrir la segunda hiper, el gobierno designaba a su


cuarto ministro de economía, Domingo Cavallo, quien presentaba su plan de
estabilización conocido con el nombre de Convertibilidad, que consistía en darle
a la unidad del peso argentino paridad con la unidad dólar. O sea: un peso valía
un dólar. Previamente se había aplicado un plan de canje forzoso de plazos fijos
por bonos de deuda conocido como Bonex que constituyó la primera apropiación
por decisión del Estado de los ahorros que los argentinos tenían en los bancos. Se
iniciaba así, el fenómeno de la apropiación de los ahorros de los argentinos que
se produciría ante cada crisis de deuda. Era la primera vez, pero no la última.

Simultáneamente, comenzaba el proceso de liquidación de todas las empresas


del Estado que culminó en 1998, un año antes de la entrega del poder, cuando el
Gobierno Nacional decidió la desnacionalización de YPF con la venta de su acción
de oro. Las cuentas no cerraban y necesitaban dólares para sostener la
convertibilidad.

2023-2027. Economista en la Rosada.

El nuevo presidente se declara libertario, anarco capitalista, enemigo del Estado,


seguidor de la escuela económica austríaca - corriente de pensamiento que no
aplica en ninguna parte del mundo, su propuesta central durante la campaña
electoral fue ajuste y dolarización y sostiene que la principal causa de la inflación
es la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal. Califica al gobierno de la
convertibilidad, a Carlos Menem y a Domingo Cavallo como el mejor gobierno, el
mejor presidente y el mejor ministro de Economía de la historia y pretende
reeditar privatizaciones, aperturas indiscriminadas y desregulaciones sin reparar
que el mundo que recibió a Carlos Menem como presidente nada tiene que ver
con el actual.

Sin embargo, no sería preciso calificar a este gobierno como la cuarta experiencia
neoliberal. Las características del discurso y de la praxis política del nuevo
presidente, como la de sus equipos en las distintas áreas, colocan al gobierno en
un plano que va más allá de lo disruptivo y lo llevan a un lugar que la Argentina
nunca conoció. Esto se desarrolla, además, en un marco económico y social de
extrema gravedad.

Hasta el momento, el nuevo gobierno sólo ha desplegado un feroz programa de


ajuste que actúa como un verdadero plan de desestabilización y que no solo
retroalimenta el espiral inflacionario colocando a la sociedad al borde del shock,
sino que además provocará irremediablemente el aumento de la desocupación y
la desesperación social en una suerte de caos planificado. Es más que evidente
que en la cabeza del presidente el único plan de estabilización es el de la
dolarización. No se explican las medidas adoptadas en otro marco teórico.

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