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Guion Sobre Politica

El documento analiza el concepto de 'Estado de derecho', su origen y desarrollo a través de pensadores como Locke, Montesquieu y Kant, y critica la idea de que el Derecho precede al Estado. Se argumenta que el Estado de derecho en El Salvador se mantiene incluso en regímenes de excepción, ya que las medidas adoptadas están reguladas por la Constitución y no implican la eliminación de derechos fundamentales. La crítica se centra en cómo el poder judicial ha asumido un rol central en la interpretación de la ley, lo que puede transformar la percepción del Estado de derecho en un mecanismo ideológico que institucionaliza el poder.
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El documento analiza el concepto de 'Estado de derecho', su origen y desarrollo a través de pensadores como Locke, Montesquieu y Kant, y critica la idea de que el Derecho precede al Estado. Se argumenta que el Estado de derecho en El Salvador se mantiene incluso en regímenes de excepción, ya que las medidas adoptadas están reguladas por la Constitución y no implican la eliminación de derechos fundamentales. La crítica se centra en cómo el poder judicial ha asumido un rol central en la interpretación de la ley, lo que puede transformar la percepción del Estado de derecho en un mecanismo ideológico que institucionaliza el poder.
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Hemos visto muchas veces reportajes de la DW (Deutsche Welle) y otros medios de

comunicación afirmando que en El Salvador no existe un “Estado de derecho” o


notas de Amnistía Internacional advirtiendo sobre el peligro que corre el Estado de
derecho.

¿Pero realmente entendemos qué es un “Estado de derecho” ?, no solo como un


concepto, sino también ¿Qué representa y cuál es su finalidad en sentido estricto
como una doctrina propia de la democracia? ¿Podríamos cuestionar este concepto
de manera crítica y profunda?

Como estudiantes de filosofía, queremos realizar una crítica racional sobre esta
idea, que muchas veces parecen inamovibles o intocables. Se percibe que
cuestionarlas equivale a cometer una grave injuria contra ciertos ideales, al punto
de que establecer críticas podría considerarse casi un pecado.

Comenzamos entendiendo cómo surge la idea de “Estado de derecho” tal como se


conoce hoy en día. Podemos rastrear sus orígenes hasta los primeros pensadores
que abordaron y desarrollaron este concepto en el contexto de la Ilustración y el
desarrollo del pensamiento político y jurídico occidental. Entre las figuras
fundamentales destacan John Locke, Montesquieu e Immanuel Kant.

Locke, en su Segundo tratado sobre el gobierno civil, sostuvo que las leyes deben
garantizar derechos fundamentales como la vida, la libertad y la propiedad, y que la
autoridad gubernamental solo es legítima si cuenta con el consentimiento de los
gobernados y está limitada por un marco legal que proteja dichos derechos.
Montesquieu, por su parte, en El espíritu de las leyes, introdujo la teoría de la
separación de poderes como un medio para prevenir la concentración del poder.
Propuso dividir el Estado en tres ramas —legislativa, ejecutiva y judicial—, las
cuales debían operar de manera independiente para asegurar justicia y libertad. Por
último, Kant, en La metafísica de las costumbres, vinculó el Estado de derecho con
principios éticos, argumentando que un gobierno sin leyes justas carece de
legitimidad moral, y que estas deben fundamentarse en principios universales
racionales que garanticen la equidad.

Pero la expresión «Estado de derecho»1 suele ser atribuida al jurista alemán Robert
von Mohl (bert fon mol) (1799-1875)2, usada en 1824, pero desarrollándola con
mayor profundidad en 1932 en su obra “Ciencia policial según los principios del
Estado de derecho” (1832-1833). Siguiendo a Gustavo Bueno, «pensar es pensar
contra algo o alguien», Mohl con su propuesta estaba pensado contra el Estado
policía, donde «El concepto de “policía” o de “estado policía” no debe llamar a
engaño: en el sigo XVIII la "ciencia de la policía” (Polizeiwissenchaft) era una
disciplina que había logrado relevancia académica y cuyo contenido hacía
referencia al estudio de la Administración del Estado como tendente a lograr las
mayores cotas posibles de bienestar del pueblo»3,
1
El Rechtsstaat.
2
Joaquín Mancías López, Democracia y Estado de Derecho.
3
Ibídem
entonces la formulación del concepto de Estado de derecho que construye Mohl
sostiene que:

El concepto de «Estado de Derecho» no alude solamente a una «juridificación» del


Estado, sino más bien a su racionalización: el Estado debe de ser garante de la Ley
y debe estar sometido a ella en su integridad, pero a la vez ha de ser un «Estado de
razón» que asegure el cumplimiento de fines morales extrajurídicos que tengan un
contenido racional y que permitan superar las limitaciones fácticas del individuo
entendido como ciudadano sujeto a derecho4.

En la ONU, por ejemplo, encontramos la siguiente definición:

Un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades,


públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se
promulgan públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con
independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios
internacionales de derechos humanos. Asimismo, exige que se adopten medidas
para garantizar el respeto de los principios de primacía de la ley, igualdad ante la
ley, separación de poderes, participación en la adopción de decisiones, legalidad,
no arbitrariedad, y transparencia procesal y legal5.

Debemos señalar que el término «Estado de derecho» se compone de dos


componentes léxicos: «Estado» y «de derecho». Es importante analizar qué
significa cada uno por separado y qué nuevo significado surge al unirlos en esta
expresión, especialmente en contraste con su significado individual. Sin embargo,
si al unir dos conceptos que significan lo mismo no se produce un cambio de
significado o un nuevo matiz conceptual, la unión resultaría redundante y no
aportaría valor adicional.

Con estos breves esbozos sobre el origen del concepto de Estado de derecho,
debemos centrarnos ahora en su crítica. Una de las objeciones más significativas al
concepto de Estado de derecho radica en la inversión de su lógica fundacional. La
concepción tradicional, influenciada por el derecho natural, sostiene que el Derecho
precede al Estado y lo fundamenta. Sin embargo, pensadores como Hans Kelsen y
Gustavo Bueno argumentan lo contrario: es el Estado quien funda el Derecho.
Según esta perspectiva, el Derecho no es una condición previa para la existencia
del Estado, sino una herramienta creada por este para regular y consolidar su
poder.

La historia parece respaldar esta postura. Las primeras organizaciones humanas


que evolucionaron hacia formas estatales establecieron normas para regular sus
actividades colectivas, garantizar la cohesión interna y proyectar su poder hacia el
exterior. Estas normas no surgieron como principios abstractos e inmutables, sino
como respuestas prácticas a las necesidades políticas y sociales de la comunidad.
4
Ibídem
5
ONU, ¿Qué es el Estado de derecho?
En este sentido, el Derecho emerge como una manifestación del Estado, de su
capacidad de organización y control.

El Estado, en su forma más básica, es una estructura supraindividual que se


organiza en torno a un territorio, una población y un conjunto de instituciones
destinadas a mantener su cohesión y perpetuarse en el tiempo. Antes de la
existencia de leyes formalizadas, el poder del Estado se ejercía a través de
mecanismos basados en la autoridad, la tradición y el control militar. A medida que
estas estructuras se consolidaron, surgió el Derecho como un sistema formal para
regular las relaciones internas y externas de la comunidad.

Gustavo Bueno señala que el poder ejecutivo, como núcleo esencial del Estado,
antecede al poder legislativo y judicial. Esto implica que la capacidad de ejercer
autoridad precede a la formulación de normas. Por ejemplo, un guerrero o líder en
una comunidad primitiva no requería leyes escritas para ejercer control; su
autoridad era el principio organizador. Solo cuando el Estado comenzó a
estabilizarse y expandirse, surgió la necesidad de objetivar ese poder mediante
normas legales que garantizaran su continuidad y eficacia.

El derecho no puede existir al margen del Estado, es decir, sin tribunales, jueces,
legisladores, policías, ¿qué sentido tiene hablar de derecho? El derecho presupone
el Estado, aunque es claro que todo grupo humano tiene unas normas morales de
referencia, que buscan proteger al grupo, y es dentro del marco jurídico del Estado
que estas se objetivan mediante la escritura. La escritura es la condición sine qua
non para la existencia del derecho, sin estas las «leyes» pueden ser alteradas
adrede o por teléfono descompuesto.

Hablar de "Estado de derecho" puede resultar redundante, ya que todo Estado, por
definición, se configura a partir de un sistema normativo que regula sus intereses y
perpetúa su estructura de poder. Ningún Estado opera fuera de un marco de reglas;
sin embargo, estas normas no necesariamente legitiman o restringen el poder, sino
que lo institucionalizan y lo adaptan a los objetivos del propio Estado. Así, lo que
Kant presenta como un modelo racional y justo, en realidad, se revela como un
mecanismo ideológico que disfraza una estructura de poder bajo la apariencia de
un orden imparcial.

En su forma moderna, el Estado de derecho se perfila como un "Estado de los jueces",


donde el poder judicial asume un rol central en la interpretación de la Constitución y la
resolución de conflictos legales y políticos, desplazando a otros poderes del Estado.
Aunque no opera de manera completamente autónoma, ya que sus decisiones requieren
el respaldo del poder ejecutivo para su aplicación, existe una relación de
interdependencia: mientras los jueces legitiman las acciones del ejecutivo dentro del
marco constitucional, este último garantiza la ejecución de sus fallos. Además, se observa
una tendencia entre algunos jueces y juristas a proyectarse como administradores de una
justicia universal y supraestatal, extendiendo su influencia política más allá de sus
funciones tradicionales. Este fenómeno pone de manifiesto cómo el poder judicial ha
trascendido sus límites históricos, consolidándose como un actor clave en la configuración
y dirección del Estado moderno.

Hablemos de El Salvador, donde el Estado de derecho se mantiene incluso en contextos


de regímenes de excepción, ya que estas medidas están contempladas y reguladas por la
Constitución de la República. El artículo 29 de la Constitución permite la suspensión
temporal de ciertos derechos fundamentales en casos de "graves perturbaciones del
orden público", como emergencias, rebeliones o catástrofes. Sin embargo, esta
suspensión se realiza bajo límites estrictos:

Aprobación Legislativa: Las medidas excepcionales deben ser autorizadas por la


Asamblea Legislativa.

Temporalidad: Cada suspensión tiene un tiempo limitado y debe ser revisada


periódicamente para justificar su continuidad.

Derechos Invulnerables: Ciertos derechos, como la vida, la integridad física y la libertad


de culto, permanecen intactos incluso bajo estas condiciones.

La implementación de un régimen de excepción no implica la eliminación del Estado de


derecho, sino su reconfiguración para responder a circunstancias extraordinarias. Por
ejemplo:

Derechos Suprimidos Temporalmente: Pueden incluir la suspensión de la libre circulación


o la detención sin orden judicial.

Respeto a la Legalidad: Estas medidas deben operar dentro del marco normativo
establecido por los artículos 29 y 30 de la Constitución, que aseguran la revisión continua
por parte de los órganos legislativos.

¿Podemos afirmar que aún existe Estado de derecho en El Salvador, aunque haya un
estado de excepción prolongado?

Bajo nuestra crítica, sí, y pasamos a enumerar algunas razones:

Constitucionalidad: Las acciones del gobierno durante el régimen de excepción no violan


la Constitución, sino que son una expresión de las facultades otorgadas por esta para
proteger el orden público y la seguridad ciudadana.

Temporalidad y Supervisión: La necesidad de renovación periódica por la Asamblea


Legislativa refuerza el control democrático y previene abusos de poder, garantizando que
el régimen no se convierta en una herramienta arbitraria de represión.
Garantías Fundamentales: Los derechos esenciales no susceptibles de suspensión
permanecen protegidos, asegurando que el Estado de derecho no sea completamente
vulnerado.

Algunas voces consideran que la prolongación del régimen de excepción podría debilitar
el Estado de derecho al limitar libertades fundamentales de forma continuada. Sin
embargo:

El régimen de excepción opera bajo la normativa constitucional, lo que desmiente la idea


de que estas medidas anulan el Estado de derecho.

Las decisiones relacionadas con el régimen están sujetas a procedimientos legales que
involucran el control legislativo y judicial, lo que asegura que no sean un ejercicio
arbitrario del poder.

En conclusión, el régimen de excepción en El Salvador no implica la eliminación del


Estado de derecho, sino su adaptación a circunstancias excepcionales dentro del marco
constitucional. La suspensión temporal de ciertos derechos no significa su abolición, sino
una medida necesaria para enfrentar desafíos extraordinarios, siempre bajo la supervisión
democrática y el respeto a las garantías fundamentales. En este contexto, el Estado
salvadoreño sigue operando como un Estado de derecho, garantizando que sus acciones
extraordinarias estén alineadas con las disposiciones legales y constitucionales.

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