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La Teoría Coherentista Del Conocimiento Emprírico

El artículo explora y defiende la teoría coherentista del conocimiento empírico (TCCE), que sostiene que la justificación epistémica de las creencias empíricas se basa en su coherencia interna, en lugar de en fundamentos no inferenciales. Se aborda el problema del regreso, que plantea que la justificación de una creencia requiere la justificación de otras, lo que podría llevar a un ciclo infinito. La TCCE se presenta como una alternativa viable al fundacionismo fuerte y otras teorías epistemológicas, aunque enfrenta críticas y desafíos en su aceptación.

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La Teoría Coherentista Del Conocimiento Emprírico

El artículo explora y defiende la teoría coherentista del conocimiento empírico (TCCE), que sostiene que la justificación epistémica de las creencias empíricas se basa en su coherencia interna, en lugar de en fundamentos no inferenciales. Se aborda el problema del regreso, que plantea que la justificación de una creencia requiere la justificación de otras, lo que podría llevar a un ciclo infinito. La TCCE se presenta como una alternativa viable al fundacionismo fuerte y otras teorías epistemológicas, aunque enfrenta críticas y desafíos en su aceptación.

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LA TEORÍA COHERENTISTA

DEL CONOCIMIENTO EMPÍRICO

LAURENCE BON]OUR

§1 En un artículo escrito para un simposio conmemorativo sobre


la filosofía de eJ. Lewis, Roderick Firth señala que a Lewis
le gustaba confrontar a sus estudiantes de epistemología de
Harvard con una elección fundamental entre una teoría funda-
cionista del conocimiento basada en "lo dado", como la defen-
dida tan hábilmente en el propio libro de Lewis, y "una teoría
coherentista como la de Bosanquet".l Como señala Firth, hay
muchos puntos de vista filosóficos diferentes a los que se ha
llamado "teorías coherentistas", incluyendo teorías de la ver-
dad y del significado; pero lo que Lewis parecía haber tenido
primordialmente en mente es una teoría coherentista de la jus-
tificación epistémica: el punto de vista de que el respaldo o la
autoridad epistémica de los enunciados empíricos deriva en-
teramente de la coherencia, de ninguna maner2. de algún tipo
de "fundamento".2 Como la versión fuerte del fundacionismo
de Lewis está por ahora en decadencia en todas partes, parece
apropiado examinar la alternativa bosanquetiana.
§2 El propósito de este artículo es explorar, y temativamente de-
fender, un enfoque de tipo bosanquetiano, al cual llamaré "teo-
ría coherentista del conocimiento empírico" (TCCE). Como se
discute aquí, la TCCE no debe identificarse con ningún punto
de vista histórico específico, aun cuando tenga afinidades ob-
vias con alguno de ellos. Más bien intenta ser una reconstruc-

1 Firth 1964; reimpreso en Chisholm y Swartz 1973, p. 459. Los folios que
aquí se citan corresponden a esta edición.
2 Firth 1964, pp. 460, 463.
126 LAURENCE BON]OUR

ción idealizada de una teoría relativamente pura de la coheren-


cia, que evita todas las versiones del fundacionismo. 3
§3 Aunque a menudo puntos de vista como el de la TCCE se
emplean como espantajos dialécticos, rara vez se han tratado
como alternativas epistemológicas serias, ya que se han consi-
derado sujetos a obvias e insuperables objeciones. Por lo tanto,
el primer paso esencial en la defensa de tal punto de vista con-
siste en ofrecer un bosquejo total de su forma y su razón, y
mostrar sobre esta base que esas supuestas objeciones fatales
se pueden contestar. Tal defensa preliminar de la TCCE, diri-
gida a establecer su viabilidad epistemológica, es el objetivo de
este artículo.

§4
La principal línea que divide a la TCCE de los enfoques epis-
temológicos rivales es un problema ya bastante conocido al
que llamaré "el problema del regreso". Éste surge directamen-
te de la condición de justificación de la explicación tradicional
del conocimiento como una creencia verdadera adecuadamen-
te justificada. 4 La manera más obvia en la cual las creencias se
justifican es la justificación inferencial. En su forma más explíci-
ta, la justificación inferencial consiste en ofrecer un argumen-
to a partir de una o más de otras creencias como premisas,
para llegar, como conclusión, a la creencia justificandum. 5 Pero,
3 El que la perspectiva presentada aquí sea o no una teoría de la coherencia
del todo pura es principalmente una cuestión de taxonomía. Como se verá,
no sostiene que e! único factor que determina la aceptabilidad de un conjunto
de proposiciones como pretendido conocimiento empírico sea su coheren-
cia interna. Sin embargo, sí afirma que la justificación epistémica atribuida a
una proposición empírica siempre deriva enteramente de consideraciones so-
bre su coherencia -y, por consiguiente, que nunca es inmediata o intrínseca,
como afirma e! fundacionista-. Véanse la p. 130 Yla nota 27.
4 Que ésta no puede ser una concepción completa del conocimiento es evi-
dente a partir de! trabajo de Gettier y de quienes han continuado su enfoque.
Véase Gettier 1963, pp. 121-123. Pero ninguno de estos textos sobre e! tema
ha desafiado seriamente e! punto de vista de que las condiciones tradicionales
son al menos necesarias para e! conocimiento, y esto es suficiente para generar
el problema que se discute aquí.
5 La noción de argumento debe tomarse aquí de manera muy general.
Cualquier tipo de relación inferencial entre una creencia (o un conjunto de
creencias) A y una nueva creencia B que permita que B se justifique en re!a-
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 127

obviamente, una condición necesaria para tal justificación in-


ferencial es que las creencias a las que se apela como premi-
sas estén, de algún modo, ellas mismas justificadas; que una
creencia se siga de creencias injustificadas no le provee jus-
tificación alguna. Ahora bien, las creencias-premisa también .
pueden estar justificadas inferencialmente, pero tal justifica-
ción sólo introduciría otras creencias-premisa que tendrían que
estar justificadas de alguna manera, lo que por consiguiente
parece conducirnos a un regreso infinito vicioso de justifica-
ción epistémica. La justificación de una creencia requerirá la
justificación lógica antecedente de otra u otras creencias, que
asimismo requerirán la justificación lógica antecedente de otras
creencias adicionales, etc. El resultado, al parecer inevitable
en la medida en que toda justificación es inferencial en carác-
ter, será que la justificación nunca podrá siquiera comenzar y,
por lo tanto, que ninguna creencia podría estar jamás genui-
namente justificada.6 Cualquier posición epistemológica ade-
cuada debe ofrecer una solución a este problema, una manera
de evitar el resultado escéptico -y el carácter de esa solución
determinará, más que cualquier otra cosa, la estructura bási-
ca de la posición que la sostiene-o
§5 Uno puede encontrar en la literatura epistemológica tres
estrategias principales para lidiar con el problema del regreso
tal como se aplica al conocimiento empírico. 7
ción con una aceptación justificada de A ofrecerá una base para un argumel::o
justificatorio.
6 Nótese que el regreso importante aquí es de carácter lógico o epis:é'rzico,
más que temporal. Si se pidiera como un requisito para justificar una creer:cia
que el argumento justificatorio fuera explícitamente dado (quizá sólo er.. el
pensamiento) por la persona en cuestión, entonces queda claro que habria un
regreso temporal vicioso de justificación, sin que se alcanzara nunca un punto
donde detenerlo (en la medida en que toda justificación es inferenciai). Pero
no hay razón alguna para suponer de este modo que un proceso expiícito
de justificación deba tener lugar realmente antes de que una creencia e5~é
justificada. Parecería suficiente que hubiera una justificación que pudiese ser
ofrecida si se pidiera, y que esa justificación fuera, en efecto, la razón para
sostener tal creencia; pero esto no necesita hacerse e:\.-plícito (ni a oU'os ni
siquiera a uno mismo), sino hasta que la cuestión se plantee y a menos g\.:e
esto suceda.
7 La restricción al conocimiento empírico ha de ser supuesta a lo largo de
toda la discusión de este artículo, incluso donde no se haga eJo..-plícita. En p?;'-
128 L\t:RE?\CE BONjOUR

§6 (i\ La solución históricamente más popular ha sido aquella


a la que se puede llamar "fundacionismo fuerte", una versión
de la aproximación fundacionista básica a las cuestiones episte-
mológicas. La tesis básica del fundacionismo en todas sus for-
mas es que cienas creencias empíricas contingentes tienen un
grado de respaldo o justificación epistémica que es no infe-
rencial en carácter, es decir, que no deriva de otras creencias
por \"ía inferencial de una manera que requiera que esas otras
creencias estén justificadas con anterioridad. El fundacionismo
fuerte es el punto de vista de que el respaldo no inferencial
de estas creencias es suficiente por sí mismo para satisfacer la
condición de jusüficación adecuada del conocimiento y para
calificarlas como premisas aceptables para la justificación infe-
rencial de ou·as creencias. Por lo tanto, estas "creencias bási-
cas·' constituyen el ·'fundamento" en el cual el resto de nuestro
conocimiento empírico se basa; el regreso justificatorio termi-
na cuando se alcanzan tales creencias. :.;.

§7 El fundacionismo fuerte tiene muchas variantes en la filoso-


fía reciente que difieren una de otra de maneras importantes, y
muchos ataques recientes al fundacionismo fuerte en realidad
sólo se aplican a algunas de estas variantes. Una cuestión que
diYide estas variantes es si las creencias básicas son o necesi-
tan ser infalibles, indubitables y/o incorregibles, es decir, si
están sujetas a rechazos subsecuentes de la manera en que las
creencias no básicas lo están, y hasta qué punto lo están. 8 Una
segunda cuestión es si las creencias básicas son siempre acerca
de la experiencia subjetiva o si algunas veces pueden ser sobre
objetos físicos ordinarios. Una tercera cuestión, quizá la más
importante, es si las creencias básicas están ellas mismas justi-
ficadas, y en qué grado lo están. El punto de vista tradicional
es el de Lewis: están justificadas por referencia a la experiencia
"dada" (de modo que su justificación se deriva de otros estados
cognitivos o, al menos, cuasicognitivos, pero no de otras creen-
cias). En cambio, otros proponentes de teorías de fundacionis-

ticular, está claro que una teoría coherentista del conocimiento a priori sería
imposible, ya que al menos algunas conexiones inferenciales a priori deben
ser presupuestas por cualquier concepción de coherencia.
s Sobre la distinción entre infalibilidad, indubitabilidad e incorregibilidad,
véase Alston 1971.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 129

mo fuerte han apelado a hechos sobre el aprendizaje del len-


guaje, o sobre los antecedentes causales de la creencia (hechos
que no necesitan ser sabidos por la persona cuya creencia está
justificada -so pena de nuevo regreso-); y parece que algunos
filósofos han sostenido, paradójicamente, que las creencias bá-
sicas no necesitan justificarse de manera alguna para consti-
tuir conocimiento y ofrecer premisas justificadas convenientes
para nuevas creencias, qt:-e la cuestión de su justificación "no
se plantea". 9 Lo que todos esos enfoques tienen en común es
la idea de que las creencias básicas, si están justificadas de al-
guna manera, no lo están por algún tipo de recurso inferencial
a nuevas creencias, el cml requeriría que esas otras creencias
estuvieran justificadas y, así, desataría el regreso.
§8 (ii) La principal alternativa tradicional al fundacionismo
fuerte es la TCCE. En una primera aproximación, la TCCE
involucra dos tesis princi?ales. La primera es que toda justifi-
cación epistémica para creencias empíricas individuales es de
carácter inferencial y, por lo tanto, no hay creencias básicas
ni un fundamento paré. el conocimiento. La segunda es una
afirmación de dos cara~: ::a) que el regreso justificatorio no se
sigue por siempre, lo cual involucraría un número infinito de
creencias distintas, sino que da vueltas alrededor de sí mismo,
formando, así, un sistema cerrado; y (b) que la unidad princi-
pal de justificación epistémica es tal sistema, el cual se justifica
en términos de su coherencia interna. Los principales propo-
nentes históricos de la TeCE fueron los idealistas absolutos,
aun cuando algunas veces tendieron a reducir (o confundir) la
TCCE con una explicació~1 coherentista de la verdad. Una pers-
pectiva similar también fue sostenida por algunos de los posi-
tivistas lógicos, especialmente por Neurath y Hempe1. 10 Entre
9 Para la perspectiva de Levis, véase Lewis 1946, capítulos II y VII. Quinton
apela al lenguaje-aprendizaje eL su artículo "The Found2.tions of Knowledge"
(1966), reimpreso en Chisholm y Swartz 1973. Un ejemplo del punto de vista
de que las cuestiones de justif:.cación no se plantean está en Austin 1962. Éstos
son sólo ejemplos de dos pos:ciones ampliamente sostenidas.
10 El más claro representan~e de este punto de vista idealista es Blanshard
1939. Véanse también Bradley 1914, y Bosanquet 1920. Para los positivistas,
véase Neurath 1959 (l932-193~), traducido al inglés e inclu:do en Ayer 1959,
y Hempel 1934-1935a. El artí::ulo de Hempel es, en parte, una réplica a
la crítica que Schlick hizo a I\"eurath en "The Found2.tion of Knowledge"
130 LAURENCE BON]OUR

los filósofos contemporáneos, Quine, Sellars y otros han soste-


nido enfoques en alguna medida parecidos al de la TCCE. ll
Sin embargo, para la mayoría de los filósofos. la TCCE parece
ser afectada por dificultades insuperables.
§9 (iii) La tercera perspectiva, relativamente recién llegada a la
escena filosófica en los años 1970, equivale a un interesante
híbrido de una teoría fundacionista del conocimiento con la
TCCE; se puede llamar "fundacionismo débil". En esta pers-
pectiva, ciertas Creencias empíricas ("creencias inicialmente ve-
rosímiles") tienen un mínimo de respaldo epistémico de carác-
ter no inferencial. Pero estas creencias no son básicas, en el
sentido que se le dio antes a esta noción, ya que su grado de
respaldo no inferencial es por sí mismo insuficiente para satis-
facer la condición de justificación adecuada del conocimiento,
o para calificarlas como premisas justificator:'as aceptables de
otras creencias; este mínimo de justificación inicial se ha de au-
mentar apelando adicionalmente a la coherencia antes de al-
canzar el conocimiento. De aquí que la solución al problema
del regreso sea, presumiblemente (aunque rara vez se enuncie
esto), que, en última instancia, el regreso se mueve en un CÍrcu-
lo, como en la TCCE, pero que el respaldo para el sistema cohe-
rente de creencias resultante se deriva tanto de la coherencia
como del respaldo no inferencial de algunas de sus creencias

(1959), también traducido al inglés e incluido en Ayer 1959. Schlick replicó


a Hempel en "Facts and Propositions" (1934-1935), y Hempel respondió en
"Sorne Remarks on 'Facts' and Propositions" (1934-1935b).
11 Véase "Two Dogmas ofEmpiricism" (Quine 1953); véase también Quine
1960, capítulo 1, y Harman 1967-1968. Los artículos de Sellars sobre este
tema son muchos, pero entre los más importantes están: "Empiricism and the
Philosophy of Mind" (1963a; especialmente la sección VIII) y "Sorne Reflec-
tions on Language Carnes" (1963d); "Civenness and Explanatory Coherence"
(1973) y "The Structure of Knowledge'.' (1975), en las conferencias Machette,
impartidas en la Universidad de Texas en la primavera de 1971, especialmen-
te la tercera conferencia "Epistemic Principies". El punto de vista que este
artículo plantea se acerca al de Sellars y está, en algunoE. aspectos, fuerte-
mente influido por él, aunque no estoy seguro de hasta dónde Sellars estaría
de acuerdo. Otros que han sostenido posturas de alguna IT_anera similares
son Hall, Aune, Harman y Lehrer. Sobre la perspectiva de Hall, véase OUT
Knowledge of Fact and Vlilue (1961). Los planteamientos de Aune se encuentran'
en su libro Knowledge, Mind, and NatuTe (1967). Para Ha:-man, véase su libro
Thought (1973). En el caso de Lehrer, véase Knowledge (197~).
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 131

componentes. Russell y Goodman han propuesto versiones de


fundacionismo débil, luego desarrolladas por Scheffler y, más
ampliamente, por Rescher. 12 .

§10 Es el problema del regreso el que ha ofrecido la motivación


central y mucho del soporte argumentativo a los enfoques fun-
dacionistas. La mayoría de los filósofos han pensado que la
TCCE era obviamente incapaz de ofrecer una solución adecua-
da al problema y, por lo tanto, que alguna versión de funda-
cionismo debía ser verdadera. Este argumento por eliminación
los ha conducido a pasar por alto serios problemas no sólo
propios de versiones particulares de fundacionismo, sino a la
posición fundacionista misma en su co~unto.

II

§11 La motivación subyacente para la TCCE es la convicción de


que todas las explicaciones fundacionistas del conocimiento
empírico son insostenibles. El problema crucial es con mu-
cho el mismo para ambas versiones de fundacionismo: ::cuál
es la fuente o razón del respaldo epistémico no inferencial que
supuestamente acompaña a una creencia básica (en el funda-
cionismo fuerte) o a una creencia inicialmente verosímil (en
el fundacionismo débil)? Si una creencia empírica, contingen-
te, B, que no es cognoscible a priori, ha de tener tal respaldo
para una persona dada, parece ser que ésta debe tener alguna
razón para pensar que B es verdadera o probablemente '-erda-
dera (el grado de probabilidad requerido dependerá de si B es
considerada básica o sólo inicialmente yerosímil). y es dificil
ver en qué podría consistir tal razón si no en las creencias jus-
tificadas (a) que B tiene una propiedad o característica 0, y
(b) que las creencias que tienen la propiedad o característica ó
son probablemente verdaderas en un grado apropiado. Tales
12 Véase Russell1948, parte II, capítulo 11, y parte V, capítulos 6,· 7; Good-
man 1952; Scheffler 1967, capímlo 5; y Rescher 1973. A pesar del título. la
posición de Rescher en el libro que acabo de citar no es una versión de 12.
Ic:::CE y, menos aún, de una teoría coherentista de la verdad. En un EDro
posterior, Methodological Pragmatism (1977), Rescher parece oscilar entre U:12.
versión de la TCCE y una versión del fundacionismo débil. Véase mi escudio
crítico, BorD"our 1976. Firth (1964) también opta, aunque tentativamente. por
una versión de fundacionismo débil.
132 L\.L-RE~CE BON]O"CR

creencias justificadas aportarían la base de un argumento jus-


tificatorio para B y, desde luego, la confianza puesta en ellas
significaría que, después de todo, B no era básica o inicialmen-
te yerosímiL Pero, ¿cómo puede una persona estar justificada
en aceptar una creencia contingente si no cree y, a fortiori, no
sabe nada acerca de ella que la haga probablemente verdadera?
l...-n estándar de justificación epistémica que genere este resul-
tado claramente parecería haber roto la conexión vital entre
justificación epistémica y yerdad, quedándose por lo tanto sin
ninguna razón última. Por este tipo de razones la TCCE sos-
tiene que la justificación de una creencia empírica particular
siempre es de carácter inferencial y que, en principio, no puede
haber creencias empíricas básicas (o inicialmente verosímiles)
ni fundamento para el conocimiento empírico. 13
§12 Esta imagen de la TeCE, sin embargo, aun cuando acertada
hasta donde llega, es seriamente engañosa porque niega el ca-
rácter sistemático u holista de la perspectiva_ La mejor manera
de "er esto es retornando al problema del regreso_
§13
Habiendo rechazado el fundacionismo, la TCCE debe sos-
tener que el regreso de la justificación se mueve en un círculo
(o, al menos, en una cun-a cerrada), ya que ésta es la única
alternatiya a un regreso genuinamente infinito que involucra
un número irumito de creencias distintas. Pero esta respues-
ta al problema del regreso parecerá obviamente inadecuada
para quien se aproxime al asunto con una preconcepción fun-
dacionista, porque, con toda seguridad, se argumentará que tal
apelación a la circularidad no resuelve el problema del regreso.
Cada paso en el regreso es un argumento cuyas premisas deben
justificarse antes de que pueda conferir justificación a la conclu-
sión. Decir que el regreso se mueve en círculo significa que, en
algún punto, una (o más) de las creencias que figuraban antes
como conclusiones se utiliza ahora como premisajustificatoria.
Esta situación, lejos de resolver el problema del regreso, gene-
ra el resultado patentemente absurdo de que la justificación de
tal creencia (qua conclusión) depende de su proPia jus tificación
lógicamente anterior (qua premisa): no puede estar justificada
13 Desde luego, algunas de las premisasjustificatorias pueden ser de carác-
ter a priori. Pero la TCCE niega que éste sea siempre el caso para todas las
premisas que serían necesarias para justificar una creencia empírica.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 133

a menos que ya esté justificada. Por lo tanto, ni ella ni nada que


dependa de ella puede estar justificado. Con-=-o, de acuerdo con
la TCCE, la justificación siempre termina siendo circular de
esta manera, en esta perspectiva no puede haber justificación
ni conocimiento genuinos.
§14 La premisa tácita en esta aparentemente devastadora línea
de argumentación es la idea de que la justificación inferencial
es de carácter esencialmente lineal, e involucra una secuencia
lineal de creencias a lo largo de la cual el respaldo se trans-
fiere de las primeras a las últimas creencias de la secuencia a
través de conexiones inferenciales. Es esta concepción lineal
de la justificación inferencial la que genera, en última instan-
cia, el problema del regreso. Si se acepta, la idea de que la
justificación se mueve en un círculo será obyiamente inacepta-
ble y sólo un fundacionismo fuerte quedaría como alternativa.
(Ni siquiera el fundacionismo débil puede aceptar un punto de
vista puramente lineal de la justificación, ya que sus creencias
iniciales verosímiles no están suficientemente justificadas para
servir como primeras premisas para todo lo demás.) De ahí
que la respuesta básica de la TCCE al problema del regreso no
es apelar a la circularidad, que sería fútil por sí mismo, sino,
más bien, rechazar la concepción lineal de le. justificación infe-
rencial. 14 .

§15 La alternativa es una concepción holista o sistemática de la


justificación inferencial (y, por lo tanto, de lajutificación em-
pírica en general, ya que toda justificación empírica es infe-
rencial para la TCCE): las creencias están justificadas por estar
relacionadas inferencialmente con otras creencias en el contex-
to global del sistema coherente. Para aclara:- e~ta perspectiva,
es necesario distinguir dos niveles en los que pueden surgir los
problemas de justificación. Así, el problema que se presente
puede ser sólo justificar una creencia particclar, o un pequeño
conjunto de creencias, en el contexto de un sistema cognitivo

14 La crítica original a la concepción lineal de la inferencia fue hecha por


Bosanquet en Implication and Linear Iriference (1920). Ur:a versión más reciente
es la que ofrece Rescher en "Foundationalism, Coherentism, and the Idea of
Cognitive Systematization" (1974). La concepción de :a irSerencia que Har·
man plantea en Thought (1973) es de muchas maneras um_ versión moderni-
zada de Bosanquet.
134 LAURENCE BON]OUR

cuya justificación global se dapor sentada; o puede ser el pro-


blema global de la justificación del sistema cognitivo mismo.
De acuerdo con la TCCE, el fundamental para la determina-
ción de la justificación epistémica es el segundo, el problema
global. Sin embargo, la confusión s·.lrge porque sólo problemas
como el primero, más limitados, son los que tienden a surgir
explícitamente en los casos comunes.
§16 En el nivel en el cual sólo está en juego la justificación de una
creencia particular (o de un pequeño conjunto de tales creen-
cias), la justificación aparece como lineal. Una creencia justifi-
candum dada se justifica explícitamente citando otras creencias-
premisa a partir de las cuales aquélla se puede inferir. A su vez,
tales creencias-premisa pueden ser puestas en duda, y la justifi-
cación les sería provista de la misma manera. Pero no hay nin-
gún peligro serio de regreso en este nivel, ya que por hipótesis
no está en juego la justificación de todo el sistema epistémico
(por consiguiente, tampoco la de la mayoría de sus creencias
componentes). Así, con rapidez alcanzamos creencias-premisa
que son dialécticamente aceptables en ese contexto.
Si, por otro lado, no se alcanza un punto de detención dia-
§17
lécticamente aceptable, si las creencias-premisa que se ofrecen
como justificación continúan siendo desafiadas, entonces el
diálogo epistémico, si se. continuara de forma ideal, a la larga
se movería en un círculo, dando la apariencia de un regreso y
desafiando, en efecto, todo el sistema cognitivo. Sin embargo,
en este nivel global, la TCCE ya no concibe la relación entre las
distintas creencias particulares como una dependencia lineal,
sino, más bien, como un soporte mutuo o recíproco. Entre los
miembros de tal sistema no hay una relación de prioridad epis-
témica que sea última y, consecuentemente, tampoco hay base
alguna para un verdadero regreso. Las creencias componentes
se relacionan de tal forma que cada una puede estar justificada
en términos de las otras; la dirección en la cual se mueve de he-
cho el argumento justificatorio depende de cuál creencia está
. bajo escrutinio en un contexto particular. El aparente círculo
justificatorio no es vicioso, porque lajustificación de creencias
particulares no depende finalmente de las otras creencias par-
ticulares, como en la concepción lineal de lajustificación, sino
de la totalidad del sistema y de su coherencia.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 135

§18 Así, la justificación explícita y completa de una creencia par-


ticular entrañaría cuatro pasos distintos de argumentación:

(1) La posibilidad de inferir esa creencia particular a partir


de otras creencias particulares, y de relaciones inferen-
ciales adicionales entre creencias particulares.
(2) La coherencia del sistema completo de creencias

(3) La justificación del sistema completo de creencias.

(4) La justificación de la creencia particular en cuestión en


virtud de su pertenencia al sistema.

Según la TCCE, cada uno de estos pasos depende de los que lo


preceden. Soslayar los pasos (2) y (3), aquellos que pertenecen
explícitamente al sistema cognitivo, es la fuente principal de la
concepción lineal de la justificación y, por ende, del pro blema
del regreso. Es un error atractivo. Dado que las mismas co-
nexiones inferenciales entre creencias particulares interYienen
tanto en el paso (1) como en el paso (4), es fatalmente fácil
fundirlos en uno, dejando fuera los dos pasos intermedios que
suponen una referencia explícita al sistema.
§19 De las tres transiciones representadas en este argumento es-
quemático, sólo la tercera, la del paso (3) al (4), es razonable-
mente no problemática, por depender, como lo hace, de las
relaciones inferenciales que se obtengan entre la creencia justi-
ficandum y las otras creencias del sistema; en efecto, ésta es la
transición que se hace cuando se ofrece una justificación infe-
rencial en un contexto ordinario. Pero las otras dos transicio-
nes son altamente problemáticas, y las cuestiones que plantean
son cruciales para entender y evaluar la TCCE.
La transición del paso (1) al paso (2), de las relaciones infe-
§20
renciales obtenidas entre creencias particulares a la coherencia
del sistema como un todo, se vuelve problemática por la seria
vaguedad y la falta de claridad de la concepción central de
coherencia. Está claro que la coherencia depende de urios ti-
':'pos de relaciones inferenciales, evidenciales y explicativas que
existen entre los miembros de un conjunto de proposiciones,
especialmente de las relaciones más sistemáticas. _-\sí, se pue-
de considerar que varias investigaciones detalladas, llevadas
136 L\l:RE:\CE BO:\jOl:R

a cabo por filósofos ~. lógicos, sobre temas como explicación,


confirmación, etc., proporcionan algunos de los ingredientes
esenciales de una explicación general de la coherencia; sin em-
bargo, la tarea principal de dar tal explicación general y, en
panicular, una explicación que ofrezca una base para evalua-
ciones comparativas de la coherencia, apenas ha comenzado. 15
::\0 obstante, si bien la ausencia de tal explicación represen-
ta una laguna decisiya en la TCCE, no puede ofrecer la base
para plantear una objeción definitiva o incluso muy seria con-
u-a la teoría. Esto es así porque la coherencia (o algo que se
le asemeja mucho) es un ingrediente básico de las teorías epis-
temológicas riyales, y parece que debe serlo. Ya hemos visto
que el fundacionismo débil apela explícitamente a la coheren-
cia; y parece que incluso el fundacionismo fuerte debe apelar
a ella si pretende darle sentido al conocimiento del pasado,
al conocimiento teórico, etc. De hecho, todos los principales
proponentes de alternatiyas a la TCCE emplean la noción de
coherencia (a yeces con otros nombres)16 en sus explicaciones.
§21 _-\sí, el problema de dar una explicación adecuada de la cohe-
rencia se puede dejar de lado, sin correr mayor riesgo, por
el tipo de defensa preliminar de la TCCE que aquí se ofrece.
Hay, sin embargo, algunos puntos esenciales concernientes al
concepto que se deben señalar. Primero, no se debe equiparar
la coherencia con la consistencia. Un sistema coherente debe
ser consistente, pero un sistema consistente no necesita ser muy
coherente. La coherencia tiene que ver con conexiones sistemá-
ticas entre los componentes de un sistema, no sólo con que no
entren en conflicto. 17 Segundo, la coherencia será obviamente
una cuestión de grados. Para que un sistema de creencias esté
justificado, de acuerdo con la TCCE, no sólo debe ser mera-
mente coherente en algún grado, sino más coherente que cual-

15 En Hall 1961 se ofrece una explicación útil, aunque preliminar. Véanse


también Harman 1967-1968 y Lehrer 1974, para otra discusión útil.
16 Así, Lewis la llama "congruencia" (congruence) y Chisholm "concurrencia"
(concurrence). Véanse Lewis 1946, capítulo 11, y Chisholm 1966, capítulo 3.
17 Podría parecer que esto es demasiado obvio como para que valga la pena
mencionarlo, pero ocasionalmente ha sido pasado por alto, entre otros, por
Scheffler 1967, capítulo 5. Y la muy idiosincrásica explicación de Rescher
1973 sobre la coherencia, en efecto, sólo se basa en la consistencia.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 137

quier otra alternativa disponible en el momento. l8 Tercero, la


coherencia está íntimamente vinculada al concepto de explica-
ción. No intentaré decir aquí exactamente cuál es este vínculo;
pero queda claro que la coherencia de un sistema aumenta en
la medida en que los hechos observados (en un sentido que
explicaremos abajo) pueden explicarse en él, y se reduce en
la medida en que éste no es el caso. Como la explicación y la
predicción están al menos estrechamente vinculadas, lo mismo
se puede decir acerca de la predicción.
§22
Los problemas relacionados con la otra transición proble-
mática del argumento esquemático, la que va del paso (2) al
paso (3), son serios de un modo más inmediato. Lo que aquí
está en juego es la cuestión fundamental de la conexión en-
tre coherencia y justificación: ¿por qué, si un cuerpo de creen-
cias es coherente, está por ello epistémicamente justificado? La
fuerza de esta cuestión se puede apreciar mejor formulando
tres objeciones relacionadas que se le plantean a la TCCE, en
torno a este punto, y de las que se suele pensar que destruyen
toda la verosimilitud que de otra manera podría tener:
(1) De acuerdo con la TCCE, el sistema de creencias que
constituye el conocimiento empírico se justifica únicamen-
te por referencia a la coherencia. Pero la coherencia nunca
será suficiente para elegir un sistema de creencias, ya que
siempre habrá muchos otros sistemas de creencias alter-
nativos e incompatibles igualmente coherentes y, por lo
tanto, igualmente justificados según la TCCE.
(II) De acuerdo con la TCCE, las creencias empíricas se justi-
fican sólo en términos de sus relaciones con otras creen-
18 Es difícil dar una explicación exacta de la frase "alternativa actual dis-
ponible"_ Grosso modo, la idea es que las alternativas actuales disponibles son
aquellas que serían consideradas por un investigador razonable, cuidadoso y
reflexivo. No abarcan todos los sistemas de alternativas teóricamente posibles
que se pueden construir idealmente; esto colocaría la justificación, así como
la verdad, más allá de nuestro alcance, ya que de hecho nunca podríamos
afirmar, ni ciertamente saber, que hemos considerado todas las alternativas_
Por otro lado, el conjunto de alternativas actuales disponibles puede muy bien
incluir más de las que de hecho haya considerado un investigador o una comu-
nidad de investigadores; existe una obligación epistémica implícita de buscar
dichas alternativas.
138 LAURENCE BON]OUR

cias y con el sistema de creencias; en ningún punto inter-


viene una relación con el mundo. Pero esto significa que
se priva al supuesto sistema de conocimiento empírico de
todo insumo proveniente del mundo. Lo cierto es que tal
sistema de creencias cerrado no puede constituir conoci-
miento empírico.

(III) Una teoría epistemológica adecuada debe establecer una


conexión entre su explicación de la justificación y su ex-
plicación de la verdad; es decir, debe mostrar que la jus-
tificación, tal como la concibe esa teoría, es conducente a
la verdad, que quien busque creencias justificadas tiene al
menos probabilidades de encontrar creencias verdaderas.
Pero la única manera en que la TCCE puede hacer esto
es adoptando una teoría de la verdad como coherencia, y
la absurda metafísica idea~ista que la acompaña.

De las tres objeciones, (III) es la más básica y (1) la más conoci-


da. Sin embargo, es (II) la que se debe tratar primero, ya que
la respuesta a ella es esencial para ocuparse de las otras dos.
Fundamentalmente, lo planteado en (II) simplemente debe ser
aceptado: tiene que haber cierto tipo de insumo del mundo
que entre en el sistema cognitivo. De este modo, la respuesta
a (II) debe consistir en mostrar cómo la TCCE permite tal insu-
mo. Intentaré plantear la fundamentación de esto en la siguien-
te sección, ofreciendo una explicación esquemática de cómo
encaja el concepto crucial de observación en la TCCE, después
de lo cual regresaré a las objeciones en la se~ción final.

III

§23 . Se puede pensar que la idea de que en la TCCE hay espacio


para apelar a la observación involucra una inmediata contra-
di~ción en los términos. Porque· seguramente "':"podría conti-
nuar el argumento- es esencial para la concepción misma de
observación que las creencias observacionales sean de carácter
no inferencial; y es igualmente esencial para la concepción de
la TCCE, como se explicó antes, que todas las creencias justi-
ficadas sean inferenciales. Así, la TCCE no puede conceder un
papel epistémicamente significativo a la observación (lo cual
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 139

seguramente constituye una reductio ad absurdum inmediata de


la teoría).
§24 Pero este argumento está equivocado. Descansa en la confu-
sión entre dos formas bastante diferentes en las cuales se puede
decir que una creencia es inferencial (o no inferencial). En pri-
mer lugar está la cuestión de cómo se produjo la creencia, de
su origen en el pensamiento de la persona en cuestión: ¿se llegó
a ella a través de un proceso real de razonamiento o inferencia
a partir de otras creencias, o de otro modo? En segundo lugar
está la cuestión de cómo se justifica o respalda la creencia (si
es que está justificada o respaldada): ¿está justificada en virtud
de relaciones inferenciales con otras creencias o de otra ma-
nera? De esta forma, hay dos sentidos distintos en los cuales
una creencia puede ser inferencial (y sentidos correspondien-
tes en los que puede ser no inferencial). La fuerza inmediata
de la objeción antes mencionada descansa en que no se dis-
tingue entre estos sentidos, porque en el primer sentido (origen
inferencial o no inferencial) una creencia observacional es pa-
radigmáticamente no inferencial; mientras que en el segundo
sentido (respaldo inferencial o no inferencial) la TCCE insiste
en que todas las creencias justificadas deben ser inferenciales.
y no hay nada de absurdo acerca de la idea de que se pue-
de llegar a la creencia de alguna manera no inferencial (por
ejemplo, como un presentimiento) y sólo después justificarla a
. través de la inferencia.
Sin duda, los defensores de la teoría fundacionista argumen-
§25
tarán que, en el mejor de los casos, esta distinción sólo eYÍta
momentáneamente la fuerza de la objeción, ya que las creen-
cias observacionales son de hecho no inferenciales en ambos
sentidos, aunque lo son más obviamente en el primer sentido,
por lo que la contradicción permanece. Por su parte, la TCCE
sostiene que las creencias observacionales sólo son no inferen-
ciales en el primer sentido, que su respaldo o autoridad episté-
mica deriva de su relación inferencial con otras creencias y, por
_consiguiente, en última instancia, de la coherencia, tal como se
esbozó antes. La tarea inmediata aquí es e:ll..'J)licar a profundi-
dad esta última perspectiva mostrando con cierto detalle de
qué manera la justificación de las creencias observacionales
podría concebirse de manera verosímil como deriyada de la
HO LA"CRE0:CE BON]OUR

inferencia. _-\.1 hacer esto dejaré de lado, por el momento, la


dimensión sistemática de la coherencia y me concentraré más
estrechamente en las relaciones inferenciales que pertenecen
inmediatamente a la obseryación, de acuerdo con la TCCE.
§26 Lo mejor es comenzar examinando algunos ejemplos antes
de intentar una explicación más general. Considérese, como
primer ejemplo, el siguiente caso simple. Cuando miro mi es-
critOlio. llego a tener la creencia, entre muchas otras, de que
hay un libro rojo en el escritorio. Esta creencia es cognitiva-
mente espontánea: no he llegado a ella a través de ningún tipo
de proceso consciente racional, sino simplemente me ocurre,
me golpea, de una manera coercitiva de la cual no tengo nin-
gún control; por lo tanto, es claramente no inferencial en el
primero de los dos sentidos distinguidos líneas atrás. Supon-
gamos, como ocurriría normalmente, que esta creencia es en
efecto un caso de conocimiento. Ahora la pregunta es: ¿cómo
se justifica o respalda? El fundacionismo fuerte dirá que o
bien la creencia es una creencia básica, o que está justificada
por medio de una inferencia a partir de otra creencia, presu-
miblemente sobre mi experiencia, que es básica. Pero, ¿qué . ,~

:~
e~"Plicaci6n puede ofrecer la TCCE como alternativa? ¿Qué
tipo de explicación inferencial podría estar disponible para tal
creencia?
§27 Una vez que la pregunta se plantea de esta manera, los ele-
mentos principales de la respuesta son, creo, fácilmente discer-
nibles. Primero, la creencia en cuestión es una creencia visual,
es decir, producto de mi sentido de la vista; y yo estoy introspec-
tivamente consciente de este hecho, o al menos puedo estarlo.
Segundo, las condiciones de observación son de un tipo espe-
cificable: la iluminación es buena, mis ojos están funcionando
normalmente y no hay circunstancias que interfieran; y, de nue-
vo, yo sé o puedo saber estos hechos sobre las condiciones, por
otras observaciones y por introspección. Finalmente, es una
ley verdadera acerca de mí (de hecho, acerca de una amplia
clase de observadores similares en un sentido pertinente) que
mis creencias visuales espontáneas en tales condiciones sobre
ese tipo de asuntos (i.e., objetos físicos de tamaño mediano)
son muy fiables, es decir, con muchas probabilidades de ser
verdaderas; y, una vez más, yo conozco esta ley. Poniendo es-
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 141

tos elementos juntos, estoy en posición de ofrecer la siguiente


justificación para mi creencia:

(i) Tengo una creencia visual espontánea de que hay un libro


rojo sobre el escritorio.

(ii) Las creencias visuales espontáneas sobre el color y la cla-


sificación general de objetos físicos de tamaño mediano
son, en ciertas condiciones (especificadas), muy probable-
mente verdaderas.

(iii) Las condiciones son como las especificadas en (ii).

Por lo tanto, mi creencia de que hay un libro rojo sobre


el escritorio es muy probablemente verdadera.

Por lo tanto, (probablemente) hay un libro rojo sobre el


escritorio. 19

Hay dos cuestiones acerca de este argumento justificatorio que


se pueden señalar rápidamente. Primero, todas las premisas
son empíricas. Segundo, en lugar de asumir una lista de con-
diciones, en (ii) yen (iii) pude haber hablado de "condiciones
estándar"; esto habría tenido el efecto de reducir el contenido
empírico de (ii) y, más bien, incorporar este contenido en (iii),
pero ello no habría alterado nada importante.
§28 Examinemos ahora, más brevemente, algunos ejemplos con-
trastantes. En todos los casos que siguen no tengo conocimien-
to, pese a la presencia de una creencia visual espontánea. De
acuerdo con la explicación ofrecida por la TCCE, la razón por
la que no tengo conocimiento. es que, en cada caso, una de las
premisas esenciales para un argumento justificatorio análogo
no está disponible para mí. (a) Allá lejos, al otro lado del cam-
pus, una figura viene hacia mí. Yo creo espontáneamente que
es mi amigo Jorge, y de hecho lo es; pero la creencia no es co-
nocimiento porque las creencias producidas bajo estas condi-
ciones (es decir, a una gran distancia) no son fiables en general;
19 Tomo esto como un ejemplo de lo que Sellars llama "inferencia de un
nivel a otro" (trans-level inference). Véase, por ejemplo, Sellars 1963c, p. 88.
142 LAURENCE BON]OUR

o, dicho de otra manera, no tienen suficientes probabilidades


de ser verdaderas. :b) Viendo el tráfico, creo espontáneamente
que el auto que está pasando es un Lotus, y en efecto lo es;
pero la creencia no es conocimiento aun cuando las condicio-
nes de observación sean excelentes, porque no estoy muy fa-
miliarizado cor_ autos y mis creencias perceptuales al respecto
no son muy fiables. (Soy propenso a pensar que casi cualquier
auto deportivo de lujo es un Lotus.) (c) Escudriñando en la
oscuridad, creo espontáneamente que hay un hombre entre los
arbustos, yen efecto hay un hombre ahí; pero la creencia no es
conocimiento, tanto porque las condiciones son malas como
porque soy un poco paranoico y bastante propenso a imagi-
nar que hay gente en los arbustos cuando no hay nadie ahí.
(d) En una casa de diversiones (una casa de los espejos), creo
espontáneamente que hay un pequeño hombre gordo directa-
mente frente a mí, del otro lado del cuarto, y en efecto hay ahí
un hombrecillo gordo, pero la creencia no es conocimiento,
porque no sé cuáles son las condiciones de percepción (que
de hecho son normales) y, por ende, no puedo dar la premisa
apropiada.
§29 Admito que el contraste entre estos últimos casos, en los que
no tengo conocimiento, y el primero, donde sí tengo conoci-
miento, así como entre casos análogos del mismo tipo, ofrece
buena evidencia de'que, en efecto, argumentos como el esbo-
zado antes intervienen en la justificación del conocimiento ob-
servacional. Intentar dar una explicación de la diferencia entre
tales casos en términos del fundacionismo fuerte es un ejerci-
cio interesante.
§30 Hay otro tipo de caso que necesitamos discutir aquí. Viendo
mi escritorio, llego a saber que no hay un libro azul sobre él.
Este conocimiento surge claramente de la observación, pero
el tipo de explicación esbozada líneas antes es inaplicable, ya
que no tengo una creencia visual espontánea de que no hay un
libro azul sobre el escritorio, yo no veo de alguna manera la
ausencia de tal libro; más bien lo que sucede es simplemente
que no veo su presencia, es decir, no tengo una creencia visual
espontánea de que hay un libro azul sobre el escritorio, y mi
creencia de que no lo hay es una inferencia que saco del hecho
de que no creo espontáneamente que s.Í lo haya. Lo 9.ue este
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 143

ejemplo ilustra es que las creencias visuales espontáneas son


fiables en dos sentidos distintos: no sólo son muy probable-
mente verdaderas (en circunstancias especificables y sobre un
asunto especificable), sino que también es muy probable que
se produzcan (también en circunstancias especificables y sobre
un asunto especificable)20 si fueran verdaderas cuando se pro-
ducen. Es este segundo tipo de fiabilidad el que me permite
razonar en el caso en cuestión:
(i) No tengo una creencia visual espontánea de que hay un
libro azul sobre mi escritorio.
(ii) Si hubiera un libro azul sobre mi escritorio, entonces, en
ciertas condiciones (especificadas), sería altamente pro-
bable que tal creencia se produjera.
(iii) Las condiciones son como se especifica en (ü).

Por lo tanto, (probablemente) no hay un libro a:zul sobre


mi escritorio.

Es evidente que el conocimiento justificado de esta manera está


estrechamente conectado con la obsenación, independiente-
mente de que debamos o no llamarlo obseryacionaL (También
es una cuestión interesante, que no me detendré a discutir
aquí, si todo el conocimiento obsen-acional negatiyo o rela-
cionado con la observación debe ser justificado de esta forma
indirecta).
§31 Lo crucial, para nuestros propósitos aquí, es que todas las
premisas de este argumento justificatorio (así como las del pri-
mero) son premisas empíricas, incluida especialmente la cru-
cial premisa general (ü) de cada argumento. ~o es una Yerdad
a priori, sino más bien mi descubrimiento empírico, que ciertos
tipos de creencias cognitivamente espontáneas son epistémi-
camente fiables y otros no; que las creencias yisuales, cuando
estamos despiertos, son fiables, y que las creencias Yisuales pro-
ducidas en sueños, aun cuando similares en otros aspectos, no
20 Aquí, las condiciones pertinentes no tienen que ser las mismas que para
el otro tipo de fiabilidad )', de hecho, normalmente no lo serán.
lH LA"CRE~CE BO~JOUR

son fiables. Hay mundos posibles en los cuales las posiciones de


esws dos tipos de experiencia son exactamente al revés, en los
que las creencias yisuales fiables ocurren durante el sueño y las
no fiables durante la Yigilia. (Desde luego, en tales mundos, la
génesis causal de los sueños, y también la de las creencias visua-
les cuando estamos despiertos, sin duda diferirán de manera
importante, pero sus diferencias no tienen por qué reflejarse
en el carácter subjeti\"o de las creencias o en las condiciones
conocidas.) Así, la razón de que las creencias visuales percep-
males estén epistémicamente justificadas o respaldadas radica
en que tenemos conocimiento empírico antecedente que nos
dice que las creencias de ese tipo específico son epistémica-
mente fiables. Ésta es la tesis básica de la TCCE para todas las
yariedades de obsenación.
§32 Sobre la base de estos ejemplos, ofrezco el siguiente esque-
ma tentatiyo de un concepto de observación compátible con
la TCCE. De acuerdo con esta perspectiva, cualquier modo de
obseryación debe incluir tres elementos esenciales.
§33 Primero, debe haber un proceso de algún tipo que genere
creencias cognitivamente espontáneas sobre cierta gama del
tema eú cuestión. El proceso en cuestión puede ser muy com-
plicado, e involucrar cosas tales como los órganos sensoriales;
el estado de la mente y/o del cerebro como resultado de un en-
trenamiento previo o de capacidades innatas; quizá también el :.
tipo de entidades o sucesos a los que los filósofos se han refe-
rido yarias veces mediante términos como "experiencia inme-
diata", "sentimientos brutos" y "datos de los sentidos"; instru-
mentos de varios tipos; quizá incluso capacidades ocultas de
algún tipo (como la clarividencia); etcétera.
§34 Segundo, las creencias así generadas deben ser fiables con
respecto al tema en cuestión de las dos maneras distintas discu-
tidas antes (bajo condiciones especificables): por un lado, debe
ser muy probable que tales creencias, cuando se producen,
sean verdaderas (si las condiciones requeridas se satisfacen);
y, por otro lado, si la persona está en una situación en la cual
una creencia particular acerca de esa gama de temas sería ver-
dadera (y si las condiciones requeridas se satisfacen), entonces
debe ser muy probable que tal creencia en efecto se produz-
ca. Este segundo tipo de fiabilidad es crucial; de él depende,
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMFÍRICO 145

al menos en gran medida, la posibilidad de un conocimiento


observacional negativo.
§35 Tercero, y lo más importante desde el punto de vista de la
TCCE, la persona debe sa1:Jer todas estas cosas, al menos grosso
modo. Debe ser capaz de reconocer las creencias que son resul-
tado del proceso en cuestión (aunque no necesita saber nada
acerca de los detalles del proceso). Debe saber que tales creen-
cias son fiables en los dos sentidos especificados. Y, en caso
.-;- . dado, debe saber que se satisfacen cualesquier condiciones ne-
cesarias para la fiabilidad. Entonces estará en posición, en un
caso particular, de ofrecer la siguiente justificac~ón para tal
creencia espontánea:
(i) Tengo una creencia espontánea de que P (acerca del
tema S), la cual es una instancia del tipo K.
(ii) Si las condiciones e se satisfacen, es muy probable que
sean verdaderas las creencias espontáneas ¡;obre S que
son instancias de K.
(iii) Las condiciones e se satisfacen.

Por lo tanto, mi creencia de que P es (probablemente)


verdadera.

Por lo tanto, (probablemente) P.


Y la persona también estará en posición de argcmentar una
conclusión negativa con base en la observación:
(i) No tengo una creen:::ia espontánea de que P (acerca del
tema S), la cual es una instancia de tipo K.
(ii) Si P, entonces, si las condiciones e se satisfacen, es muy
probable que yo tenga una creencia espontánea de que P,
que sería una instancia de K.
(iii) Las condiciones e se satisfacen.

Por lo tanto, (probablemente) no P.


146 LAURENCE BON]OUR

Estos dos argillll~ntos esquemáticos constituyen el esquema bá-


sico para la justificación del conocimiento observacional, de
acuerdo con la TCCE.
La explicacién en curso de la ob~ervación es obviamente
§36
muy esquemática y requeriría una dis::usión más a fondo para
estar completa. Sin embargo, para nues-::ros propósitos, será su-
ficiente agregar cinco comentarios adicionales a modo de cla-
rificación, elaboración y anticipación de posibles objeciones,
después de lo ·:::ual regresaré a la discusión de la objeción prin-
cipal a la TCCE.
§37 En primer bgar, es necesario preguntar cuál se supone que
es, en relación con el estado cognitivc actual de una perso-
na que tiene c:mocimiento observacional, el estatus exacto de
las diferentes inferencias perfiladas arriba, pues simplemen-
te es demasiado obvio que dicha persona no necesita pasar
explícitamente por cualquiera de tales procesos de inferen-
cia para tener conocimiento observacional (so pena de hacer
que las instancias comunes de conocimiento observacional se
desvanezcan en algo raro). Pero es igualmente obvio que las
inferencias en cuestión, para ser explicaciones correctas del
. conocimiento observacional de tal persona, deben ser de algu-
na manera pertinentes para su estado cognitivo particular, no
una mera expEcación que un filósofo pueda añadir totalmente
desde fuera. Así, lo que la TCCE alega aquí (y, de hecho, lo
que análogamente alegan las teorías fundacionistas para las in-
ferencias que st.:.elen postular) debe ser que tales inferencias
intervienen de alguna manera tácita o implícitamente en el
estado cognitivo de una persona que ti·er:.e conocimiento obser-
vacional, aun cuando dicha persona no las haga explícitamente
y, de hecho, bien pueda ser incapaz de l:acerlas incluso si se le
plantea el desafío. No es necesario que la creencia realmente se
origine a travé5 de la inferencia, que sea tácita o inconsciente;
pero sí debe ocurrir que una aprehensión tácita de la disponi-
bilidad de la inferencia sea la base pare. continuar aceptando la
creencia y paré. la convicción de que está respaldada. En otras
palabras, se debe pedir que tales inferencias sean en efecto
una dilucidación filosófica o explicación de lo que en reali-
dad involucra el conocimiento observacional de una persona
común, aun cuando dicha persona nunc~ esté explícitamente
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 147

consciente de ellas. Tal pretensión de parte de la TCCE, y tam-


bién de las teorías fundacionistas, es obviamente muy difícil de
establecer. A fin de cuentas, simplemente debe aseverarse que
una cuidadosa reflexión de los casos comunes de conocimien-
to observacional revelará que algo como esto está tácitamente
involucrado, aun cuando en última instancia tal vez haya que
conceder que cualquier explicación filosóficamente adecuada
del conocimiento es una idealización a la que la cognición co-
mún sólo se aproxima débilmente. (Sin embargo, vale la pena
señalar que el aparato inferencial postulado por la TCCE, se-
gún la explicación anterior, es con seguridad más de sentido
común y menos esotérico que el aparato análogo típican1ente
postulado por las teorías fundacionistas.)
En segundo lugar, es obvio que el conocimiento de las con-
§38
diciones de observación, el conocimiento representado por las
terceras premisas de los argumentos justificatorios planteados
páginas atrás de forma ilustrativa y esquemática, normalmente
estará él mismo, en gran parte o por completo, basado en la
observación y debe ser justificado de la misma manera. Esto
significa que el elemento de coherencia interviene inmediata-
mente -con muchas creencias observacionales, las cuales pue-
den ser del mismo sentido o de diferentes sentidos, que sin-en
(directa o indirectamente) como premisas para lajustificación
una de la otra-_
§39 En tercer lugar, como se enfatizó antes, las segundas premi-
sas de los diferentes argumentos son premisas empíricas_ ~Iás
específicamente, cada una de ellas es una ley empírica acerca de
ciertas clases de creencias. Pero es obvio que, en general, no
se puede considerar que se ha llegado a tales leyes de manera
inductiva, ya que los argumentos inducti\'os, tal como se inter-
pretan normalmente, no serían posibles salyo que ya se esté en
posición de hacer observaciones respaldadas. La evidencia que
las confirma está disponible desde dentro del sistema coherente
para tales leyes, y cualquiera de ellas puede ser probada empí-
ricamente en el contexto de las otras; pero el sistema cognitiyo
como un todo no pudo haber sido desarrollado poco a poco
de abajo hacia arriba. 21
21 Aquí me estoy extendiendo en algunos comentarios sugerentes plantea-
dos por Sellars en "Givenness and Explanatory Coherence" (1973).
148 U.LRENCE BON]OUR

§40 En cuarto, un problema más difícil es cómo han de justificar-


se las primeras premisas de los diferentes argumentos. Es obvio
que tales premisas, al menos en su mayor parte, deben conside-
rarse productos de la introspección, pero, ¿cómo debe enten-
derse el conocimiento introspectivo en el marco de la TCCE?
Resulta tentador u"atar la introspección sólo como un modo
más de observación, el cual se justificaría entonces de acuer-
do con los esquemas justificatorios planteados anteriormente
(p. 145). Sin embargo, por desgracia esto no funcionaría. Justi-
ficar una creencia introspectiva de este modo requeriría como
plimera premisa la afirmación de que se tuvo una creencia
introspectiva espontánea de cierto tipo. Así, para regresar al
ejemplo original de mi percepción de que hay un libro rojo
sobre el escritorio, si la premisa (i) del argumento justificatorio
para la tesis (p. 141) se toma como la creencia introspectiva que
se ya a justificar, la primera premisa del argumento justificato-
rio tendría que ser:

(i) Tengo una creencia introspectiva espontánea de que ten-


go una creencia visual espontánea de que hay un libro
rojo sobre el escritorio.

Esto está bien por sí mismo. Pero ahora, si se pide justificar


esta premisa, e intentamos hacerlo de modo similar, la primera
premisa necesaria para el nuevo argumento justificatorio será:

(i) Tengo una creencia introspectiva espontánea de que ten-


go una creencia introspectiva espontánea de que tengo
una creencia visual espontánea de que hay un libro rojo
sobre el escritorio.

y como el cuestionamiento se puede repetir una y otra vez,


parece que hemos iniciado un nuevo regreso, el cual no puede
manejarse con la estrategia establecida antes, ya que está claro
que la cadena de argumentos no se mueve en un círculo. No
estoy convencido de que este regreso sea lógicamente vicioso,
pero no representa una explicación verosímil de nuestro cono-
cimiento introspectivo común. 22
22 La razón para dudar de que el regreso sea vicioso es que en este caso
especial parece posible dar toda la serie infinita de argumentos de una ma"
TEORÍA COHERENTISTA y CONOC=MIENTO EMPíRICO 149

§41 ¿Cómo, entonces, ha de manejar la TCCE el conocimiento


introspectivo -esto es, si no quiere caer en la tesis fundacionis-
ta de que las creencias introspectivas son básicas-r La clave de
la respuesta es que, aunque una creencia introspectiva podría
justificarse como en el primer esquema justificatorio expuesto
anteriormente (p. 145), sólo una de las tres premisas de tal
argumento es en realidad indispensable para el trabajo de jus-
tificación. Así, la premisa (iü), concerniente a las condiciones
de observación, puede omitirse porque la introspección, a dife-
rencia de otros modos de observación, es casi enteramente in-
sensible a las condiciones. y también se puede prescindir de la
premisa (i), la premisa que provocó nuestra dificultad actual. Es
un hecho acerca de los perceptores humanos que sus creencias
sobre cuestiones introspectivas coinciden con sus creencias in-
trospectivas espontáneas y las reflejan. Ésta es una versión dé-
bil Y no problemática del acceso privilegiado, que puede pro-
ceder del hecho de que, en cuestiones introspectivas, siempre
estamos en posición apropiada para tener creencias espontá-
neas; y, de este modo, a diferencia de la situación con otros
nera finita. Así, las premisas (ii) y (iii) parece:J. ser :nvariantes para todos los
argumentos de la serie, y las diferentes premisas (i) pueden ser especificadas
recursivamente, ya que cada una es simplemente la premisa (i) del argumento
previo con una ocurrencia más del operador de la :reencia prefijado; así, to-
dos los argumentos de la serie pueden ser especificados recursivamente. Más
aún, sobre esta base se puede argumentar que quien da explícitamente el pri-
mer argumento de la serie, tácitamente da, o al me:J.os se compromete a dar,
todos los otros: una vez afirmadas las premisas invariantes (ii) y (iii), y afirmada
la primera premisa (i), se contrae el compromiso con todas las demás premi-
sas (i), debido al principio de la lógica epistémica cuya transgresión genera la
"paradoja de Moore". De este modo, la objeción principal para interpretar la
justificación introspectiva como si involucrara esta ~ erarquía infinita de argu-
mentos no es simplemente que es infinita, sino que es altamente cuestionable
que la gente de hecho crea, incluso disposicionalr:r:.ente, el conjunto infinito
de primeras premisas. y si esto es así, entonces la serie de argumentos no se
puede tomar como una explicación de cómo las creencias introspectivas están
de hecho justificadas, aun cuando posiblemente sea aceptable como una ex-
plicación de cómo podrían justificarse. Si, por otro lado, nos parece verosímil,
como le parece, por ejemplo, a Lehrer (1974. p. 229), que quien cree que P
también cree que cree que P, entonces se vuelve ve:-osímil sostener que se cree
la serie infinita de las primeras premisas siempre que se cree la primera. En
este caso, la serie infinita de argumentos representa::-ía una posible alternativa
para la explicación de la justificación de la int:-ospección dada en el texto.
150 LAURENCE BON]OUR

modos de observación, no hay posibilidad de disparidad en-


tre nuestras creencias espontáneas potenciales y nuestras otras
creencias sobre el mismo tema introspectivo por desarrollar.
Por consecuencia, la fiabilidad que se vincula a las creencias
introspectivas espontáneas también se vincula en general a las
creencias acerca de temas introspectivos, sean espontáneas o
no, y por lo tanto no hay necesidad de la premisa (i) que esti-
pula que tengo tal creencia espontánea.
§42 Así, la única premisa esencial para la justificación deJas
creencias introspectivas según lo que plantea la TCCE es la que
corresponde a la premisa (ii) del argumento esquemático, eli-
minando las referencias a las condiciones de observación ya la
espontaneidad cognitiva.
(*) Es muy probable que las creencias introspectivas (de cier-
to tipo) sean verdaderas.
Aquí, la frase "creencias introspectivas" debe entenderse sim-
plemente como "creencias sobre temas introspectivos"; tales
creencias no necesitan ser cognitivamente espontáneas. Es la
premisa (*) la que subyace al conocimiento introspectivo, de
acuerdo con la TCCE. 23
§43 Apelar a la premisa (*) quizá pueda dar la apariencia de que
la TCCE es sólo verbalmente distinta del fundacionismo, ya
que puede tomarse como equivalente de tratar las creencias
introspectivas como básicas o, al menos, como inicialmente ve-
rosímiles. Esto sería un error. La diferencia básica es que la pre-
misa (*), según la TCCE, es una premisa emPírica que debe ser
justificada y de hecho lo es desde dentro del resto de nuestro
sistema cognitivo, que está sujeta a ser re evaluada y modifica-
da a la luz de ese sistema. Este hecho acerca de (*) se refleja
en la cláusula entre paréntesis; no todos los casos de intros-
pección son igualmente fiables, y la distinción entre ellos debe
23 Se puede pensar que justificar la creencia introspectiva usando la pre-
misa (*) requiere todavía la premisa adicional de que la persona en realidad
tiene la creencia introspectiva en cuestión -lo que sería suficiente para ge-
nerar el regreso-o No hay duda de que la tesis de que la persona tiene la
creencia introspectiva en cuestión figura en la justificación. Sin embargo, voy
a argumentar que no figura como premisa que requeriría entonces una justi~
ficación adicional, porque, en primer lugar, la existencia de esa creencia está
presupuesta por el surgimiento mismo de la cuestión de la justificación.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 151

hacerse empíricamente. Cuando una creencia introspectiva se


justifica apelando a la premisa (*), en última instancia se está
apelando todavía a la coherencia. Por lo tanto, de acuerdo con
la TCCE, aun cuando las creencias introspectivas desempeñen
un papel único y de pivote en el conocimiento empírico, no
constituyen un fundamento para ese conocimiento, tal como
se ha entendido tradicionalmente esa noción; la tesis básica
del fundacionismo (p. 125 aquí) todaVÍa puede rechazarse de
manera consistente. (En realidad, la TCCE no insiste en que
una premisa como la premisa (*) tenga que ser mantenida por
cualquier sistema cognitivo aceptable. Es lógicamente conce-
bible que ninguna premisa de ese tipo pueda ser verdadera,
que ninguna variante de la introspección pueda ser consisten-
temente fiable, de forma que ninguna premisa de este tipo ha
de producir resultados coherentes a largo plazo. Este punto se
examinará más adelante, junto con su relación con la posibili-
dad de conocimiento empírico.)
§44 En quinto lugar, vale la pena señalar explícitamente que
la concepción de observación aqlú presentada es implícita-
mente mucho más amplia que las concepciones estándar de
percepción sensorial y de introspección. En esta perspectiya,
cualquier proceso de generación de creencias empíricas cU:'os
resultados sean epistémicamente fiables cuenta como un modo
de observación, involucre o no los sentidos tradicionales. AsÍ,
por ejemplo, si hay gente que tiene creencias espontáneas cla-
rividentes o telepáticas fiables, entonces para esas personas la
clarividencia o la telepatía son, al menos, un modo potencial de
observación (aunque deben saber que las creencias en cuestión
son fiables si pretenden tener conocimiento sobre esta base).
0, lo que es más interesante, si (como a menudo parece ser
el caso) un científico que domina el uso de un instrumento
-como el contador geiger o la cámara de niebla- desarrolla
la capacidad de tener creencias espontáneas fiables acerca de
entidades y procesos teóricos -como la radiactividad o las par-
tículas subatómicas-,24 entonces estas creencias cuentan como
24 Desde luego, en el caso normal, tales creencias toda,ia será,l causd",er:r€
dependientes de procesos sensoriales normales. Lo que yo sostengo es que
el científico entrenado, a diferencia del noyato, no necesita tener ,iJri1li¿rú una
creencia observacional común acerca del estado del instrumento y luego infe-
152 L-\L'RE:\CE BONjOUR

obsenacionales en la presente eX"Plicación Y se pueden justi-


ficar directamente, sin referencia a la experiencia sensorial,
como lo hemos bosquejado aquí.

IV

§45 Esta explicación esquemática del papel de la observación en


la TCCE ofrece el ingrediente esencial para responder a las
tres objeciones a la teoría que fueron planteadas antes, en la
sección II. Las primeras dos objeciones se pueden atacar de
manera muy simple y directa, mientras que la tercera requerirá
una discusión más extendida y, aun entonces, debe afrontarse
aquí de un modo menos concluyente.
§46
Comienzo con la objeción (II), que dice que una consecuen-
cia de la TCCE es que el conocimiento empírico no tiene insu-
mo (input) proyeniente del mundo. A la luz de la discusión de la
obseryación, debería estar claro ahora que la TCCE puede per-
mitir que el insumo proveniente del mundo entre en el sistema
cognitiyO, v al mismo tiempo insistir en que este insumo debe
entenderse en términos causales más que epistémicos. El mun-
do afecta el sistema de conocimiento causando creencias cog-
nitiyamente espontáneas de varios tipos, pero estas creencias
están epistémicamente justificadas o respaldadas sólo dentro
del sistema, tal como lo hemos planteado aquí. Y, al menos en
principio, cualquier tipo de impacto causal del mundo que lo-
gre producir tales creencias de manera fiable podrá justificarse
como una especie de observación.
§47 Más aún, tales creencias observacionales no necesariamente
se limitan a expandir el sistema como un todo, sino que pue-
den forzar la alteración o el abandono de una parte suya -ya
sea porque la creencia observacional es directamente inconsis-
tente con una o más creencias del sistema, o porque tal alte-
ración habrá de incrementar la coherencia total del sistema-o
(Desc;le luego, la creencia observacional podría ella misma ser
rechazada por una razón similar, aunque, si se hace esto muy
a menudo, la ley que especifica el grado de fiabilidad de ese
tipo de creencia observacional también tendrá que ser revisa-
rir la creencia teórica; más bien puede llegar a esta última creencia de manera
no inferenciaL
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 153

da.) De esta manera, la TCCE ofrece una explicación de cómo


se puede poner a prueba un sistema de creencias frente a los
resultados de la observación. 25
§48 Así, la TCCE claramente admite la posibilidad de que un insu-
mo proveniente del mundo entre en el sistema cognitivo, una
posibilidad que de hecho se realiza en nuestro sistema cogni-
tivo. Pero, ¿no admite también la posibilidad de conocimiento
empírico sin tal insumo proveniente del mundo? Supongamos
que un sistema cognitivo o bien no logra atribuir fiabilidad a
cualquier creencia observacional, O bien no logra atribuir fia-
bilidad a aquellas creencias introspectivas necesarias para el re-
conocimiento fiable de otras creencias observacionales fiables.
Tal estado de cosas podría incorporarse al sistema desde el
principio, o podría irse generando gradualmente a partir de
la repetida revisión del sistema si los conflictos entre supues-
tas observaciones y otras creencias componentes se resolvie-
ran siempre rechazando la observación. Claramente tal sistema
carecería de insumos efectivos provenientes del mundo. Aun
así, según la explicación de la TCCE que hemos dado hasta
ahora, parece que tal sistema (o mejor dicho, su parte contin-
gente) podría constituir conocimiento empírico con sólo ser
suficientemente coherente. Y, desde luego, éste es un resultado
absurdo.
§49 Este punto es esencialmente sólido. Cualquier explicación
adecuada del conocimiento empírico debe requerir, y no mera-
mente permitir, que insumos provenientes del mundo entren
en el sistema cognitivo -porque sin tales insumos cualquier
acuerdo entre el sistema y el mundo sería puramente fortuito,
y entonces las creencias del sistema no serían conocimiento-o
Así, la TCCE debe requerir que, aun para ser candidato al esta-
tus de conocimiento empírico, un sistema cognitivo debe in-
cluir leyes que atribuyan un alto grado de fiabilidad a una
variedad razonable de tipos de creencias cognitivamente es-
pontáneas, incluyendo aquellos tipos de creencias introspecti-

25 Aquí, una explicación completa tendría que discutir la acción intencional


y cómo se relaciona ésta con nuestro sistema cognitivo, ya que en la mayoría
de los casos tal acción es obviamente necesaria a fin de estar en la posición
correcta para hacer una observación pertinente. Dejaré de lado este otro tema
aquí. Para una discusión útil, véase Sellars 1963d.
154 LAURENCE BON]OUR

vas que se requieren para el reconocimiento de otros tipos de


creencias fiables cognitivamente espontáneas. Llamemos a esto
"el requisito observacional". Este requisito ofrece la respuesta
básica a la objeción (II).26
§50 Es importante entender claramente el estatus de este requisi-
to en la TCCE. La necesidad del requisito es a priori: de acuer-
do con la TCCE, es una verdad a priori que, si un sistema cog-
nitivo ha de contener conocimiento empírico, entonces debe
atribuir fiabilidad a las creencias cognitivamente espontáneas
en el grado indicado. Pero no es una verdad a priori que el
antecedente de este condicional se satisfaga y, aSÍ, tampoco es
una verdad a pTiori que su consecuente se deba satisfacer. El
que cualesquiera creencias cognitivamente espontáneas sean
de hecho fiables o no es una cuestión empírica que se debe
decidir en el sistema cognitivo únicamente sobre la base de
la coherencia. Es lógicamente concebible, de acuerdo con la
TCCE, que ninguna variedad de creencias cognitivamente es-
pontáneas sea suficientemente fiable y, por consiguiente, que
cualquier sistema que satisfaga el requisito observacional se
vuelva incoherente a largo plazo, así que la coherencia sólo se
podría preservar negando la fiabilidad a suficientes creencias

26 El requisito observacional, tal como fue enunciado, puede parecer muy


débil. Cabe pensar que se deberían añadir al menos dos requisitos más: (a) que
cada uno de los tipos de creencias cognitivas espontáneas en cuestión sea
resultado de un único proceso causal; y (b) que los distintos procesos causa·
les en cuestión realmente generen creencias fiables. Estos requisitos adicio-
nales son, en efecto, parte de la noción de observación, tal como se planteó
antes. Pero no es necesario incorporarlos como parte de ese requisito, porque
no satisfacerlos haría extremadamente improbable que un sistema cognitivo
siguiera siendo coherente y a la vez continuara cumpliendo, a largo plazo,
con el requisito observacional tal como fue enunciado. (Un planteamiento
que merece la pena añadir es que la capacidad para tener creencias cogniti-
vamente espontáneas y epistémicamente fiables se adquiere presumiblemente
mediante entrenamiento, lingüístico o de otro tipo, ya que presupone haber
aprehendido un sistema conceptuál. Tal entrenamiento, sin embargo, aunque
presumiblemente es en términos causales una condición necesaria para la
satisfacción de! requisito observacional, no forma parte de él.)
Se debería entender también que e! requisito observacional incluye e! requi-
sito, común a todas las teorías del conocimiento adecuadas, de que un usuario
del sistema debe hacer un intento razonable por buscar las observaciones per-
tinentes si pretende que sus resultados estén justificados.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPíRICO 155

cognitivamente espontáneas para vulnerar el requisito obser-


vacional. El requisito observacional no dice que tal resultado
deba ser incorrecto, sino sólo que, si fuera correcto, no habría
conocimiento empírico.
§51 Así, el requisito observacional funciona en la TCCE como
un metaprincipio regulador de la valoración epistemológica.
No afecta directamente las operaciones de la maquinaria de
la coherencia, sino que más bien ofrece una base parcial para
categorizar los resultados de ese proceso. Ésta es la diferen-
cia principal entre la TCCE y aquella muy débil versión del
fundacionismo débil que atribuiría verosimilitud inicial a toda
creencia cognitivamente espontánea y luego pediría que se pre-
servara una proporción razonablemente alta de ellas. Para esa
versión del fundacionismo, es una verdad previa al funciona-
miento de la coherencia que las creencias cognitivamente es-
pontáneas tienen este grado mínimo de verosimilitud -para
la cual, entonces, no se ofrece nunca ninguna justificación
empírica-o Para la TCCE, en cambio, todo respaldo epistémico
de las proposiciones empíricas es a fin de cuentas una cuestión
de coherencia. 27
§52
¿Cuál es entonces el estatus de esas creencias contingentes
y aparentemente empíricas que aparecen dentro de un sistema
cognitivo que vulnera el requisito observacional? Yo diría que
su estatus es bastante análogo, si no es que en realidad idéntico,
a aquel de las explicaciones imaginarias o ficticias. Es una con-
secuencia del holismo propugnado por la TCCE que la distin-
ción entre la categoría de la descripción empírica :' estas otras
categorías no se ha de establecer con respecto a creencias par-
ticulares, sino sólo en relación con sistemas de creencias. Y el
empuje empírico de un sistema cognitivo está precisamente en
27 Todavía se puede cuestionar si la TCCE es yerdaderamente, si no l.:!1a Yer-
sión de fundacionismo, una teoda pura de la coherencia. ¿¡..; o sería un enfoque
más puro de la coherencia decir simplemente que el sistema más cor:erente
está justificado, sin agregar el requisito obsen·acional? Pero aunque ese punto
de vista involucraría superficialmente una apelación más pura a la coherencia
en el nivel empírico, sería a priori erróneo -si acaso es correcta la a:u-r:12cÍÓr:
de que elinsumo proveniente del mundo es un requisito a prioú p2I2. e: cono-
cimiento empírico- y, por lo tanto, incoherente en el ni'"el metaepisrémico c:e
la reflexión epistemológica. Por consiguiente, la TCCE parece ser U:1::: :eor;a
de la coherencia que es tan pura como defendible.
156 LACRE~CE BO~JOlJR

la eccigencia implícita de que sus creencias componentes estén


de acuerdo, al menos en general, con aquellas clases de creen-
cias cognitiyamente espontáneas que sostiene que son fiables.
A.sí, el requisito obsenacional se puede ver como un análogo
débil del yiejo criterio positivista de verificabilidad de la sig-
nificación empírica, ahora transpuesto para que se aplique a
sistemas más que a enunciados individuales.
§53 La respuesta a la objeción (I) -la objeción de los sistemas
alternati,·os coherentes- ya está implícita en la discusión an-
terior. Porque una yez que está claro que la TCCE entraña
la posibilidad de que un sistema que es coherente en un mo-
mento dado pueda yolyerse incoherente tras subsecuentes in-
sumas obsenacionales, y una vez que se acepta el requisito
de que cualquier supuesto sistema de conocimiento empírico
debe permitir esta posibilidad, la objeción (I) se divide efec-
tivamente en dos partes. La primera parte es la tesis de que
en un momento dado puede haber muchos sisteinas empíricos
igualmente coherentes, y la TCCE no ofrece base alguna para
decidir entre ellos. La tesis es correcta, pero no ofrece base
alguna para una objeción seria, ya que lo mismo será verda-
dero para cualquier teoría del conocimiento imaginable. La
cuestión importante es si estos sistemas igualmente coheren-
tes se mantendrán igualmente coherentes y, sin embargo, dis-
tintos bajo el impacto de la observación a largo plazo. 28 Así,
la segunda parte de la objeción (I) -la parte crucial- será la
tesis de que, aun a largo plazo y bajo el impacto continuo de
la observación, habrá múltiples sistemas empíricos igualmente
coherentes entre los cuales no será posible decidir. Pero, una
vez que se aprecia el papel de la observación en la TCCE, pa-
rece haber poca o ninguna razón para aceptar esta tesis. El
papel de la observación mina la idea de que tales alternati-
vas puedan simplemente construirse a voluntad: tales sistemas
pueden ser coherentes al principio, pero no hay razón para
pensar que permanecerán así conforme se acumulen las obser-
vaciones. Esto es bastante obvio si los componentes observa-
cionales de los diferentes sistemas involucran los mismos con-
ceptos. Pero incluso si los componentes observacionales, o el
28 Aquí supongo, sin discusión, que podemos darle sentido a la noción de
identidad a trayés del cambio de los sistemas cognitivos.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 157

sistema en su conjunto, involucraran diferentes conceptos, de


forma que éstos no fueran directamente conmensurables, no
hay razón para pensar que, a largo plazo, un mundo objetivo
seguirá alimentando de insumo s coherentes a sistemas incom-
patibles. 29
§54 Esto nos conduce a la objeción (nI), seguramente la más
aguda y significativa de las tres. La objeción (In) dice que la
TCCE será incapaz de establecer la conexión vital entre justi-
ficación y verdad, será incapaz de mostrar que su explicación
de la justificación conduce a la verdad, a menos que también
adopte la teoría coherentista de la verdad. Es correcto cierta-
mente que cualquier epistemología adecuada debe establecer
una conexión de este tipo, aun cuando rara vez se aborde este
asunto de una manera completamente explícita. La verdad es,
después de todo, la raison d'etre de la empresa cognitiva. Por
consiguiente, el único respaldo último que puede tener una
explicación de la justificación epistémica debe consistir en mos-
trar que, si se acepta tal explicación y se buscan creencias que
estén de acuerdo con ella, entonces es probable que conduz-
ca a la verdad o, al menos, más probable de lo que sería con
cualquier explicación alternativa. Asimismo, la objeción tiene
razón en que alguien que adopte una teoría coherentista de
la justificación corre el riesgo de terminar adhiriéndose tam-
bién dialécticamente a la teoría coherentista de la verdad, pues
la manera más fácil y directa de establecer una conexión en-
tre una explicación coherentista de la justificación y de la ver-
dad misma consiste simplemente en identificar la verdad con
la justificación a largo plazo, es decir, con la coherencia a largo
plazo. En lo esencial, esto fue lo que hicieron los idealistas ab-
solutos y, de una manera diferente, Peirce. Aquí supongo que
tal teoría coherentista de la verdad está equivocada, que la ver-
dad debe ser entendida, al menos grosso modo, conforme a la
teoría correspondentista tradicional. Pero si esto es correcto,
entonces, la única forma de justificar la TCCE y contestar la
objeción (nI) es, a final de cuentas, ofrecer un argumento para

29 Este planteamiento se explica más a fondo desde una perspectiva un poco


diferente en la discusión de la verdad y de la objeción (III) que viene a conti·
nuación.
158 LAURENCE BONJOUR

mostrar que, a largo plazo, es al menos probable que seguir los


estándares epistémico s establecidos por la TCCE conduzca a la
correspondencia. 30
Creo que es posible dar tal argumento, aunque no me puedo
§55
comprometer a ofrecer aquí una exposición detallada del mis-
mo. La dificultad principal es extrínseca: hasta ahora, nadie ha
tenido éxito en presentar una exposición adecuada de la teoría
de la verdad como coirespondencia,31 y tal exposición es un
ingrediente indispensable del argumento aludido. Sin embar-
go, es posible ofrecer un esbozo general de cómo procedería el
argumento, partiendo ce una concepción muy tosca e intuitiva
de la teoría de la correspondencia: una proposición es verda-
dera si concuerda con una situación real en el mundo, y falsa si
no lo hace. :El argumento es relativo a la suposiCión de que se
puede satisfacer el requisito observacional; si no hubiera posi-
bilidad de ün insumo fiable proveniente del mundo, entonces
ningún co~iunto de estándares epistémicos tendría probabili-
dades de conducir a la verdad.)
§56 Supongan:.os entonces que tenemos un sistema cognitivo hi-
potético que es coherente y satisface el requisito observacional
tal como fue estipulado páginas atrás, pero no conéuerda con
la realidad. Kuestra tarea es mostrar que 'es improbable que tal
sistema siga siendo coherente (y continúe satisfaciendo el requi-
sito observacional) a menos que sea revisado con miras a una
mayor concordancia COel la realidad. La manera en que dicha
revisión podr{a realizarse es bastante obvia. Si la discrepancia
entre el sistema y la realidad involucra cuestiones observables,
entonces, si se hacen realmente las observaciones apropiadas,
éstas provocarán inconsistencia o incoherencia en el sistema y
obligarán a revisarlo. Si las observaciones mismas no se recha-
zan en esa revisión, entonces el efecto es hacer que el sistema
concuerde más con la realidad. y este proceso se podría repe-

30 Para un argumento de que e~to no se puede hacer y, por lo tanto, que la


TCCE no puede evitar una teoría coherentista de la verdad, véase Blanshard
1939, capítulos 25-26.
31 Los escritos de Sellars sO:Jre la verdad, si los he leído bien, intentan ofre-
cer una explicaciór: de la verd3.d desde una perspectiva epistemológica similar
a la ofrecida aquí. V éa.>e Sella:-s 1963e; y también 1968, capítulo V. Véase t~­
bién BonJour 1973.
TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 159

tir una y otra vez hasta alcanzar un completo acuerdo con la


realidad a muy largo plazo.
§57 Esto, como digo, es lo que podría suceder. Pero, ¿es probable
que suceda? Para mostrar que sí lo es, la mejor vía es considerar
cada una de las distintas maneras aparentemente verosímiles
en las que podría no suceder, pese a la falta de concordancia
entre el sistema y la realidad estipulada antes, y mostrar que
todas ellas son improbables.
§58 Primero. El proceso que acabamos de describir, mediante
el cual se revisa el sistema con miras a un mayor acuerdo con
el mundo, depende esencialmente de la ocurrencia de creen-
cias observacionales que están en conflicto con otras partes
del sistema y de este modo fuerzan a revisarlo. Pero cualquier
revisión como ésta supone elegir cuáles de las creencias en
conflicto hay que retener, y el sistema estará más acorde con
la realidad sólo si esa elección da como resultado la retención
de las creencias observacionales y la exclusión de sus compe-
tidoras. ASÍ, la manera más obvia en la cual tal revisión con
miras a la verdad podría no ocurrir es que la elección se hiciera
consistentemente en favor de las creencias no observacionales
en cuestión, rechazando las creencias observacionales. A corto
plazo, es bastante probable que tal revisión produzca un resul-
tado más justificado que la elección alternativa en favor de la
observación. Pero esto podría no suceder a largo plazo. Porque
si un investigador o una comunidad de investigadores siguie-
ran a largo plazo, deliberadamente o no, la política de resoh-er
la mayoría de tales decisiones a favor del sistema antecedente
y en contra de la creencia observacional, esto inevitablemente
tendría el efecto de minar la ley de que tales observaciones son
fiables y, de este modo, a la larga vulnerarían el requisito oh-
servacional. ASÍ, esta primera posibilidad puede ser excluida.
§59 Segundo. Otra manera en la cual la revisión prevista en fa-
vor de la verdad puede no tener lugar consiste en que, aunque
la situación en el mundo que entra en conflicto con el sistema
sea de hecho observable, podría ocurrir que el investigador
o los investigadores en cuestión simplemente no estuYÍeran
nunca en la posición apropiada para hacer las obsenaciones
requeridas, de forma que nunca descubrirían el conflicto entre
su sistema y el mundo. Esta posibilidad no se puede descartar
160 LAL-RE:':CE BO:"-]OUR

por completo. Pero cuanto más largo sea el periodo de la inves-


tigación en cuestión, más improbable será que esta situación
continúe, y su improbabilidad aumentará a medida que la su-
puesta discrepancia entre el sistema y el mundo se haga mayor.
§60 Tercero. Hasta aquí hemos supuesto que la falta de acuerdo
enn-e el sistema y el mundo involucra aspectos del mundo que
son obsen-ables. Pero supongamos que éste no es el caso, que
los aspectos del mundo en cuestión son inobservables. Hay va-
rios modos en los que esto puede suceder. En primer lugar, y
más básicamente, podría ser el caso que los aspectos en cues-
tión simplemente no tuYÍeran efectos causales que los órganos
sensoriales o las facultades sensitivas de nuestra comunidad
de inyestigadores pudieran detectar, de modo que no habría
manera de que tales investigadores pudieran aprender a ob-
servar esos aspectos. En segundo, puede ser el caso que, aun
cuando los aspectos en cuestión sí tuviesen impacto causal en
nuesn-os inyestigadores, estos im-estigadores simplemente no
hubiesen aprendido a hacer las observaciones del tipo apro-
piado. En tercero, puede ser el caso que, aun cuando los aspec-
tos en cuestión fuesen en principio observables para nuestros
inyestigadores, hubiese barreras de algún tipo que les impidie-
ran realmente hacer observaciones. Tales barreras incluirían
distancia en el espacio o el tiempo, entornos inverosímilmente
hostiles de varios tipos, etcétera.
§61 Este tipo de situación se debe reconocer como posible e in-
cluso probable. La pregunta es si se puede superar, limitándo-
nos sólo a los recursos permitidos por la TCCE, y en caso afir-
matiyo, cuál es la probabilidad de que tal superación ocurra. 32
La respuesta a la primera parte de la pregunta es que se po-
dría superar de dos modos. En primer lugar, se podría superar
la no observabilidad de los aspectos del mundo en cuestión:
se podrían traspasar las barreras, los investigadores podrían
32 Nótese, sin embargo, que exactamente el mismo problema afectará cual-
quier teoría fundacionista cuyas creencias básicas (o inicialmente verosímiles)
se limiten a aquellas que pueden contar como observacionales para la TCCE.
Como la categoría de creencias básicas suele estar más restringida (y no me-
nos) que esto, entonces ese problema repercutiría prácticamente en todas las
teorías fundacionistas. y como en este aspecto las teorías fundacionistas no
tienen más recurso que el de la coherencia, sólo podrán resolver el problema
si hay una solución de la que también pueda echar mano la TCCE.
~:::.:

TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 161

aprender a hacer las observaciones requeridas o se podrían


desarrollar nuevos instrumentos que permitieran crear una co-
nexión causal apropiada entre esos aspectos y los órganos de
los sentidos de nuestros observadores. (Véanse los comentarios
acerca de la observación instrumental al final de la sección III.)
Todas estas cosas podrían suceder, pero no hay forma de mos-
trar que en general es probable que sucedan. Así, la vía más
importante por la cual se puede superar la situación de no ob-
servabilidad es el desarrollo de teorías que tratan los aspectos
no observables del mundo. Es por la vía de la construcción de
teorías como llegamos a conocer los aspectos no observables
del mundo.
§62 Pero, ¿hay alguna razón para pensar que es probable que la
construcción de tal teoría tenga lugar? La única respuesta posi-
ble que puede ofrecer la TCCE, y en realidad cualquier teoría
del conocimiento, es que, si hay suficientes aspectos del mun-
do que sean observables y sus aspectos no observables tienen
suficiente impacto causal sobre los observables, entonces una
explicación completamente coherente de los aspectos observa-
bles conducirá a largo plazo a teorías acerca de los aspectos no
observables. Aquí, la consideración principal es que la coheren-
cia involucra esencialmente tanto la predicción como la expli-
cación. Una descripción del mundo observable que fuera inca-
paz de predecir y explicar los efectos observables de entidades
y procesos no observables sería en esa medida incoherente. Así,
suponer que se puede dar una descripción idealmente cohe-
rente de los aspectos observables sin hacer ninguna mención
de los aspectos no observables sería, en efecto, suponer, a la
vez, que el mundo se divide en dos partes, sin ninguna interac-
ción causal significativa entre ellas, y que esta división coincide
con aquella entre lo observable y lo no observable. Seguramen-
te esto es improbable, aun cuando no introduzcamos el hecho
de que la línea divisoria entre observable e inobservable no
está fIja de una vez para siempre. 33
Cuarto. Hay otra manera aparentemente posible que debe
§63
considerarse en la cual podría haber una falta de acuerdo en-
tre nuestro sistema cognitivo y la realidad sin que sea probable
33 Para una sugerente descripción de la lógica de la construcción de teorías
en este espíritu, véase Sellars 1963b.
162 LA:JRENCE BON]OUR

que la revisión en la dirffción de la verdad ocurra. Es difícil


hacer del todo clara esta supuesta posibilidad, pero a grandes
trazos va como sigue. Supongamos que la imagen conceptual
dada por el sis:ema cognitivo, aunque no está de acuerdo con
el mundo, es isomorfa con éste del siguiente modo: para cada
tipo de cosa K, propiedad P de estas cosas, etc., en el mundo,
hay un tipo de cosa K*, lL1.a propiedad P* de estas cosas1 etc.,
en la imagen conceptual, que le corresponde pero es distinto
o distinta, y lo mismo ocurre para otros tipos, propiedades y
cualesquiera otras categodas de cosas que se encuentran en el
mundo. Las disposiciones observacionales de la comunidad de
investigadores 50n tales qu.e tienen creencias observacionales
acerca de las K*, cuando de hecho lo que están observando
son las K, etc. En estas condiciones, la imagen conceptual del
mundo sería completamente coherente y no estaría en peligro
de volverse incoherente por las observaciones; y, sin embargo,
por hipótesis no estada de acuerdo con el mundo. 34
§64 Nótese, sin embargo, que para que esta situación ocurra, las
leyes, las conexiones conceptuales, etc., que pertenecen a los
tipos representados conceptualmente, a las propiedades, etc.,
deben ser un reflejo exaco de aquellas que pertenecen a los
tipos reales, las propiedades reales, etc., del mundo. Si es una
ley verdadera del mundo que las instan<:=ias de KI siempre se
acompañen de instancias de K 2 , entonces debe ser una ley en
la representación conceptual que las instancias de Ki siempre
se acompañen de las instancias de K 2, etc. Esto es así porque
cualquier discrepancia que se dé en tales patrones inferenciales
entre la representación conceptual y el mundo dada pie a una
potencial observación cont1ictiva. Pero, a pesar de ~ste reflejo
exacto de todos los patrones inferenciales, aún debe ser el caso
que los tipos, las propiedaies, etc., del mundo no sean idénti-
cos a los del sistema. Así, un defensor de la TCCE posiblemente
respondería negando simplemente que este tipo de situación
sea en realidad posible, y aduciendo que los patrones inferen-
ciales asociados determina.."'1 completamente los tipos, las pro-
piedades, etc., de forma que si éstos son los mismos no tiene::
cabida una diferencia entre el mundo conceptualmente repre-

. 34 Este argumento De fue sugerido por Richard Diaz.


TEORÍA COHERENTISTA y CONOCIMIENTO EMPÍRICO 163

sentado y el mundo real. Yo creo que esta afirmación tiene su


mérito, pero resulta imposible defenderla aquí. 35 En cualquier
caso, para nuestros propósitos será suficiente hacer meramen-
te la afirmación, más débil, de que este tipo de situación en la
cual los patrones inferenciales concuerdan pero los tipos, etc.,
se mantienen diferentes es muy improbable, es decir, que el
hecho de que un conjunto de patrones inferenciales sea reflejo
del otro es una muy buena razón para suponer que los tipos,
etc., son idénticos.
§65 Las condiciones que hemos venido planteando intentan ha-
cer plausible la siguiente conclusión: es muy improbable, aun-
que no imposible, que un sistema cognitivo que no concor-
dó con el mundo y satisfizo el requisito observacional fuera
coherente y siguiera siéndolo bajo el impacto de nuevas obser-
vaciones, si no se revisa gradualmente con miras a un mayor
acuerdo con el mundo. Esto es así porque todas las maneras
aparentes en las que tal revisión podría no ocurrir representan
situaciones muy improbables. 36 Obviamente, este es sólo un
esbozo de la argumentación que tendría que explicarse mucho
más a fondo en varios sentidos para ser realmente adecuada.
Aquí sólo pretendía sugerir el tipo de respuesta que la TCCE
puede dar a la objeción (lIT), cómo puede establecer que su
punto de vista sobre la justificación conduce a la yerdad sin
recurrir al desesperado expediente de la teoría coherentista de
la verdad.
35 Los puntos de vista de Sellars sobre el significado ofrecerían una base
para un argumento asÍ. Véase especialmente SeIlars 1953. Según la perspec-
tiva de SeIlars, la explicación coherentista de la justificación descansa, por lo
tanto, en una teoría coherentista del significado.
36 Desde luego, hay otras formas lógicamente posibles en las cuales podría
existir la falta de acuerdo entre un sistema cognitiyo y la realidad sin que la
observación opere para corregir el sistema por las \ias sugeridas, La suposi-
ción operativa aquÍ y en la discusión de la objeción (1) que se planteó antes
señala lo improbable de que un mecanismo para producir creencias cogniti-
vamente espontáneas conduzca a resultados coherentes a largo plazo a menos
que refleje genuinamente la realidad objeti\'a, Por supuesto, no es necesario
que estQ sea así: se puede concebir que los resultados coherentes sean pro-
ducido~' por alucinaciones, por un demonio cartesiano o incluso por el mero
azar, Lo que afirmo aquÍ es sólo que es improbable que sucedan todas estas
cosas, que cada una representaría una coincidencia improbable con respecto
a la situación considerada,
164 I-AL"RIXCE BO~]Ol:R

AsÍ. las objeciones estándar contra perspectivas como la


§66
TeCE resultan ser, de hecho, mucho menos concluyentes de lo
que usualmente se ha creído; y es razonable suponer que pue-
den ser respondidas con éxúo una vez que se entiende y valora
cabalmente el papel de la observación en la teoría. Esto sugie-
re, a su yez, que perspectivas como la TCCE son explicaciones
potencialmente viables del conocimiento empírico, dignas de
tilla atención mucho más seria de la que usualmente se les ha
prestado. 37

[Traducción de Patricia King Dávalos]

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3í )'Iis colegas Hardy Jones y Martin Perlmutter hicieron comentarios extre·


madamente útiles a una yersión anterior de este artículo.
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