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El artículo revisa las prácticas funerarias de los mexicas y los purepechas, contrastando datos etnohistóricos y arqueológicos para ofrecer un panorama sobre sus creencias y rituales relacionados con la muerte. Se analiza cómo estas prácticas reflejan la cosmovisión mesoamericana y se identifican similitudes y diferencias entre ambas culturas, destacando la importancia de la documentación colonial en la comprensión de los rituales funerarios. La investigación sugiere que la comparación de datos arqueológicos y etnográficos puede enriquecer la interpretación de las prácticas funerarias en Mesoamérica.

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El artículo revisa las prácticas funerarias de los mexicas y los purepechas, contrastando datos etnohistóricos y arqueológicos para ofrecer un panorama sobre sus creencias y rituales relacionados con la muerte. Se analiza cómo estas prácticas reflejan la cosmovisión mesoamericana y se identifican similitudes y diferencias entre ambas culturas, destacando la importancia de la documentación colonial en la comprensión de los rituales funerarios. La investigación sugiere que la comparación de datos arqueológicos y etnográficos puede enriquecer la interpretación de las prácticas funerarias en Mesoamérica.

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Ancient Mesoamerica

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PRÁCTICAS FUNERARIAS MEXICAS Y PUREPECHA: EL PROBLEMA DE LA


CONFRONTACIÓN ENTRE DATOS ETNOHISTÓRICOS Y ARQUEOLÓGICOS

Luis Fernando Núñez Enríquez and Roberto Martínez González

Ancient Mesoamerica / Volume 21 / Issue 02 / September 2010, pp 283 - 308


DOI: 10.1017/S0956536110000325, Published online: 04 July 2011

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Luis Fernando Núñez Enríquez and Roberto Martínez González (2010). PRÁCTICAS FUNERARIAS MEXICAS Y PUREPECHA:
EL PROBLEMA DE LA CONFRONTACIÓN ENTRE DATOS ETNOHISTÓRICOS Y ARQUEOLÓGICOS. Ancient Mesoamerica,
21, pp 283-308 doi:10.1017/S0956536110000325

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Ancient Mesoamerica, 21 (2010), 283–308
Copyright © Cambridge University Press, 2011
doi:10.1017/S0956536110000325

PRÁCTICAS FUNERARIAS MEXICAS Y PUREPECHA:


EL PROBLEMA DE LA CONFRONTACIÓN ENTRE
DATOS ETNOHISTÓRICOS Y ARQUEOLÓGICOS

Luis Fernando Núñez Enríqueza and Roberto Martínez Gonzálezb


a
Doctorado en Antropología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, México
b
Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, México

Resumen
Una revisión comparativa de los datos arqueológicos y etnohistóricos de tarascos y mexicas permite dar un panorama amplio de sus
prácticas e ideas sobre la muerte. La contrastación de las diferentes clases de información al interior de un mismo caso ayuda tanto a
corroborar las descripciones de los documentos antiguos como a complementarlas con datos sobre la composición y distribución de los
restos funerarios. Estudiando paralelamente estas dos culturas, pudimos generar hipótesis interpretativas sobre aquellos funerales para los
que no se cuenta con información escrita y aportamos elementos para comprender mejor la unidad de la cosmovisión mesoamericana.
Hemos partido del análisis de las categorías rituales planteadas por los textos de la colonia temprana para después procurar entender la
forma en que estos se reflejan arqueológicamente.
Un contexto arqueológico mortuorio es el resultado de una actividad hasta fechas relativamente recientes que esto repercutió en la
en la que, durante su desarrollo, se incorporan uno o más cadáveres generación de nuevas metodologías y modelos para su estudio
(o segmentos corporales) junto con otros elementos en un lugar arqueológico. Con la implementación de distintas herramientas
determinado. De manera general, éstos se pueden clasificar en tres metodológicas de la antropología y la historia—como la
grupos: contextos ofrendario-sacrificiales, contextos producidos arqueología cognitiva (Renfrew 2000), la identificación de áreas
por violencia no ritualizada y contextos funerarios. Las implica- de actividad (Flannery 1976), la antropología de la muerte
ciones ideológicas de cada una de estas categorías son radicalmente (Thomas 1991), los procesos de larga duración (Hodder 1986), la
distintas: el contexto ofrendario-sacrificial, es producto de una acti- comparación con análogos etnográficos (Binford 1971) y la
vidad ritual encaminada a establecer un vínculo entre lo mundano y osteología y la arqueometría—distintos investigadores han comen-
lo divino a través del ofrecimiento de la posesión más valiosa de una zado a penetrar en el simbolismo de los contextos funerarios, las
persona, su vida o una parte de ella—pensando en el autosacrificio. ideas sobre muerte y muy diversos patrones culturales de comporta-
Con ella, se persiguen objetivos tan variados como: la petición de miento (Charles 2005:16; Hodder 1984; Parker 2002; Rakita y
algún favor a cierta deidad, el agradecimiento o pago por uno ya Buikstra 2005:7–9). Los trabajos de Parker y Ramilisonina en
cumplido, evitar el castigo de las deidades o la dedicación, Wessex (1998); Barrett (1996) en Gwernvale; Bar Yosef (1998);
protección o inauguración de espacios o edificios (Duverger 1986; Byrd y Monahan (1995); y Kuijt (1996) para los grupos natufian
González 2003; Parker 2002:17–19). El contexto funerario corre- de Levante—por mencionar algunos—han alcanzado inteligentes
sponde a una actividad que tiene una triple intención: lograr la propuestas interpretativas sobre el desarrollo de los funerales, los
incorporación del individuo a la sociedad de los difuntos, evitar significados de algunas de sus partes y la manera en que el culto
que el muerto intente hacer algún daño a la comunidad y amortiguar a los muertos se relaciona con la concepción del espacio. Los
el impacto emocional que causa la desaparición de una persona al casos referidos corresponden a sociedades prehistóricas para las
interior de la comunidad (Thomas 1991:117–118, 1993). Por el con- que no hay otra evidencia sobre su existencia más que la
trario, los contextos de violencia no ritualizada se caracterizan por la arqueológica, razón por la que la analogía etnográfica y la
falta de una intencionalidad más allá de la inmediata destrucción de etnoarqueología se vuelven un recurso más que útil para interpretar
la vida; en el registro arqueológico, tienden a vincularse al abandono los contextos.
del cadáver sin evidencias claras de una práctica socialmente
codificada.
Aun si desde sus inicios la antropología ha prestado un interés METODOLOGÍA
particular al tema de la muerte, cabe destacar que no fue sino La incorporación, de manera sistematizada, de la fuente etnográfica
en la arqueología funeraria comienza con Approaches to the Social
Dimensions of Mortuary Practices de Brown (1971); sin embargo,
Dirección: Instituto de Investigaciones Antropológicas, Circuito Exterior en aquel entonces, la atención de los especialistas se centró en com-
s/n, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, D.F., Instituto de
Investigaciones Históricas, Circuito Mario de la Cueva, Zona Cultural,
parar los datos funerarios para identificar aspectos sociopolíticos,
C.P. 04510, México, D.F. ([email protected], nahualogia@ como la existencia de jerarquías o “reconocimiento de estatus”
yahoo.com.mx) (Binford 1971; Saxe 1971:50–51). Como era de esperarse, en los

283
284 Núñez and Martínez

años que siguieron a dichos trabajos, comenzó a cuestionarse la existe ninguna ambigüedad, en los textos, entre sacrificio, ajusticia-
existencia de una relación directa entre la riqueza de los funerales miento y ritual funerario.
y la de los individuos a quienes corresponden. Es por ello que los En el presente trabajo, hemos tomado como caso de estudio a los
trabajos más recientes, sobre todo los influenciados por la nahuas del centro de México y los purepecha de Michoacan del
arqueología cognitiva, se valen de las mismas características de posclásico tardío (1200–1521 d.C.), y más específicamente de la
enterramiento tradicionalmente registradas, pero enfocándose en el época de contacto (1521–1525 d.C.), para mostrar el modo en que
estudio de las creencias, buscando patrones que evidencien la comparación entre los datos arqueológicos y etnohistóricos
actividades rituales. Esto hace que la comparación del dato puede darnos mucha más luz sobre la variabilidad y complejidad
arqueológico con el etnográfico tenga una nueva dimensión; al pro- de las prácticas funerarias mesoamericanas.
veernos de información sobre el desarrollo de los funerales y el dis- Las crónicas serán nuestra principal guía en la definición y reco-
curso que se maneja en torno a su realización (Carr 1995; Parker nocimiento de las categorías de muertos, muertes, ritos asociados y
2002). destinos tánicos. El dato arqueológico servirá para comprender
Partimos del principio de que las ideas que sobre la muerte tenga mejor las ideas y rituales asociados a los esqueletos más numerosos
una determinada sociedad se integran en un discurso, en cuya y, en ambos casos, los más ignorados; es decir los del hombre
estructura, se articulan de manera coherente las estrategias culturales común. En el mismo sentido, los restos materiales nos ayudarán a
con que se hace frente a la fractura del entramado social implícita en relativizar lo descrito por las fuentes y mostrar que algunas de las
la falta de un miembro de la comunidad. Tales representaciones jus- narraciones se refieren más a ideales que a acciones reales, que
tifican la existencia de la muerte y brinda los paliativos para afrontar los procedimientos funerarios podían ser un tanto más cambiantes
la crisis generando una o varias geografías donde residen los difun- al interior de un determinado grupo social y que pueden existir var-
tos, las vías para acceder a ellas, además de sentar las bases de la iantes regionales o temporales de ese esquema general que nos
relación que los muertos mantienen con los vivos. Al mismo dibujan los escritos.
tiempo, en el discurso funerario, existen otros mecanismos para Además, el contraste entre estos dos pueblos mostró una serie de
reestablecer el orden de la sociedad; pues éste estructura la forma similitudes formales en algunos rituales, como el reservado a gober-
en que los vivos usufructúan los bienes—materiales, simbólicos y nantes y guerreros; razón por la cual este ejercicio también dio pie a
de estatus—de los muertos, garantizando el orden en la sucesión la discusión sobre la unidad y diversidad de la cosmovisión mesoa-
generacional y con ello la continuidad biológica y cultural del mericana. Considerando que se trata de los dos estados más poder-
grupo (Barley 2000; Parker 2002; Thomas 1993). osos de la época, las semejanzas y divergencias entre sus contextos
En materia funeraria, Mesoamérica es una región con un com- arqueológicos nos ayudan a comprender el modo en que el manejo
portamiento particular. Pues, a diferencia de otras áreas del ideológico de la guerra y el poder señorial se refleja en la práctica
mundo, se observa la persistencia temporal de varias ideas sobre funeraria y las concepciones de la muerte—claro que este tema
la muerte, identificables por la recurrencia de las maneras de dispo- rebasa los intereses del presente trabajo.
ner de los muertos, la colocación de objetos junto al cadáver y la Para lograr una visión más amplia de los funerales y creencias sobre
ubicación espacial de los sepulcros. Ello sin mencionar que las evi- la muerte en los grupos de estudio, se examinó toda referencia a los
dencias iconográficas sugieren creencias compartidas y de larga funerales y las creencias en el más allá en 29 documentos coloniales
duración sobre el viaje a la otra vida y los destinos tánicos (López del México central y en siete sobre los purepecha. La información
Austin 1997:14). El cambio abrupto en dichas ideas se da con la obtenida se clasificó según los distintos ritos descritos y se ordenó
Conquista y la introducción de las creencias católicas y cristiano- de acuerdo al modelo de las tres fases de los ritos de paso de Van
paganas (Lomnitz 2007). Este hecho resulta significativo para la Gennep (1960): desincorporación, liminalidad y reincorporación
arqueología funeraria, pues los documentos coloniales, resultado (Huntington y Metcalf 1979; Turner 1999). La cantidad y la calidad
del proceso de evangelización, permiten una aproximación a difer- de la información no fue la óptima, sin embargo esta sí nos permitió
entes aspectos culturales en torno a la muerte que son difíciles de establecer varios patrones en las características de enterramiento. La
identificar arqueológicamente. muestra para ambas regiones puede considerarse representativa; para
Como sabemos, los textos del siglo XVI son una de las más el centro de México, se tienen referencias sobre 1,667 entierros proce-
importantes fuentes de información para el estudio de las prácticas dentes de 17 asentamientos distribuidos en los estados de Puebla,
mortuorias de nuestra región. Ya que estos no sólo brindan un panor- México, Morelos y el Distrito Federal, en el caso de Occidente se estu-
ama de los rituales y creencias sobre la muerte previo a la llegada de diaron alrededor de 350 entierros procedentes de 15 sitios repartidos
los frailes, sino que, a través de su comparación con elementos por Michoacan (Figura 1)—la inexactitud de los datos se debe a que
iconográfico-arqueológicos, también han mostrado ser pertinentes algunos investigadores no precisan en sus publicaciones e informes
para su estudio en épocas anteriores. La cuestión es que los investi- el número exacto de sepulcros encontrados.
gadores no siempre hemos sido capaces de valorarlos en su contexto La información obtenida se agrupó en siete categorías, cada una
histórico-social y, al no contrastarlos con otras clases de datos, se han de las cuales comprende una serie de características de enterramien-
generado algunos paradigmas sobre el tratamiento y la preparación tos comunes en el lenguaje arqueológico y tienen como antecedente
del cuerpo que no corresponden a lo que se observa en los registros los trabajos de Binford (1971), O’Shea (1984) y Wason (1996). En
arqueológicos. Un ejemplo de esta clase de erratas es que, general- este caso, la clasificación empleada permite identificar detalles de
mente, se acepta a la cremación como la manera común de trata- otras fases del ritual distintas al entierro, además de facilitar la
miento del cadáver entre los nahuas del altiplano central y no se comparación con el dato histórico (Núñez 2006). Las categorías
toma en cuenta que la inhumación es la que se encuentra mayormente son: características biológicas—edad y sexo; preparación del
representada en los materiales. Del otro lado, observamos que, en cuerpo—elementos que sugieran el tipo de arreglo que se le dio al
muchas de las investigaciones arqueológicas michoacanas, es cadáver antes de sepultarlo; tratamiento del cadáver—cremación e
común que no haya una separación de los contextos mortuorios de inhumación como las principales; disposición del cuerpo—
acuerdo al tipo de evento que los produjo, esto a pesar de que no posición, orientación y ubicación de materiales asociados dentro
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 285

Figura 1. Ubicación de los sitios arqueológicos que se mencionan en el texto.

de la sepultura; características del continente—tipo de sepultura, “Diversas ceremonias para los difuntos, según ellos las pedían y
materiales constructivos, tamaño y reutilización del espacio para de las cuales había tantas que son difíciles de enumerar” (Acosta
más cadáveres; materiales asociados—cantidad, calidad, función; y 1962:315).
localización de la sepultura—función del espacio, frecuencia de enti- Por múltiples fuentes se sabe que la principal región de los muertos
erros en una misma área, colocación dentro o fuera de las estructuras. era el Mictlan, un inframundo dividido en nueve niveles llenos de peli-
A continuación se presenta la propuesta sobre el desarrollo de los gros que debían ser sorteados por el difunto para presentarse ante la
funerales nahuas y purepecha expuestos en las fuentes y que fueron pareja regente; a este lugar corresponden los decesos comunes.
identificados arqueológicamente; se describe cada ritual, según la También se tiene evidencia de un destino paradisíaco presidido por
información obtenida de varios documentos, y se integra la eviden- Tlaloc y de otro, vinculado a éste, donde los recién nacidos aguardaban
cia arqueológica, confirmando lo narrado en ocasiones, marcando una nueva oportunidad de regresar al plano de los vivos. A un tercer
las inconsistencias y aportando mayor profundidad al conocimiento destino, en donde reside la deidad solar, corresponden otras tantas
de estos rituales. causas de muerte consideradas gloriosas. En especial los primeros
dos cuentan con una larga tradición en la cosmovisión mesoamericana,
pues se cuenta con evidencia material y gráfica de ellos en diferentes
MIQUIZTLI: FUNERARIA MEXICA
regiones y épocas que muestran grandes similitudes con las ideas
Por lo que sabemos de los funerales y de las creencias en un más registradas en las fuentes durante la época colonial temprana.
allá, los nahuas consideraban a la muerte como un designio de En cuanto a las creencias sobre fuerzas que animan al cuerpo,
ciertas deidades, las que por diversos motivos, como las cualidades creían que estas se alojabas en distintas partes–que incluían tanto
personales o el comportamiento moral de los individuos, elegían o al organismo como a las posesiones del sujeto. Cuando el personaje
reclamaban al muerto para sus dominios. La identidad de la divini- moría, una parte de sus entidades anímicas se separaban y otra
dad se manifestaba en la manera en que el personaje moría y de la quedaba en los huesos; una fracción de la esencia del personaje
identificación de éstas dependía en el tipo de ritual que debía de rea- partía al más allá, pero al mismo tiempo quedaba algo de su ser
lizarse, los cuales eran conducidos por especialistas. En las fuentes en el ámbito de los vivos. Con ello, se estrechaban y mantenían
se identifican, al menos, ocho rituales (Tabla 3), pero se puede los vínculos entre los distintos mundos (López Austin 2004:
suponer que existieron muchas más al observar la variedad de 361–364; Martínez 2006:13–38).
características de enterramiento y algunas sugerentes menciones La mayor parte de la información histórica trata sobre la primera
en las fuentes históricas. fase de los rituales funerarios, que va desde el momento de la muerte
“Estos sacerdotes sacavan a todos los que lo pedian con particu- hasta que los restos son depositados de manera primaria—es decir en
lares ceremonias y tantas que fuera menester hacer particular capi- el espacio donde sufrirá la descomposición. Para la segunda las
tulo dellas pero bastara decir algunas para dar auissso que descripciones son escasas, pero dan una idea de cómo se transitaba
pretendo” (Duran 1984, II:65—66). entre la región de los vivos y la de los muertos. De la tercera sólo
286 Núñez and Martínez

sabemos que, tras un periodo de luto variable según el parentesco y Después de una batalla, los cadáveres eran arrojados en piras
el tipo de ritual empleado, los miembros estigmatizados eran para ser cremados; los encargados de contabilizar las bajas y
liberados de toda restricción y el muerto alcanzaba el destino que recoger los cuerpos tomaban una saeta de cada uno de ellos para
le correspondía. Esta ocasión era generalmente celebrada con un entregarla a los familiares cuando se les notifica de su muerte
festín. (Benavente 1967:247; Las Casas 1967, II:464).
Las distintas clases de prácticas funerarias conocidas correspon- La primera fase del ritual consistía en una ceremonia pública
den a: los caídos en combate, los gobernantes, los elegidos por las cuyo discurso subrayaba la importancia de la guerra como manera
deidades de la lluvia, los infantes de tierna edad, las mujeres de ofrendar a la deidad solar. Con algunas pertenencias del
muertas en parto, los comerciantes, los delincuentes y los muertos muerto, y otras entregadas ex profeso, se elaboraban un bulto en
ordinarios. A nivel arqueológico, se han recuperado contextos mor- el que introducían la saeta que se había recuperado en el campo
tuorios que pueden equipararse con cinco del los grupos enlistados. de batalla y le modelaban un rostro (Figura 2). Los envoltorios
En la mayoría de los casos, ambas clases de fuentes presentan seme- eran colocados en hilera delante de un templo llamado tlacochcalco
janzas, en otros, la información arqueológica ha permitido replan- o tlacochcalli “en la casa de las flechas” o “casa de las flechas”
tear algunos aspectos de las prácticas funerarias. Siendo que las (Durán 1984, II:155, 290; ver también 155 y 289 sobre las exequias
fuentes están cargadas de detalles tan ricos que rebasan por para los caídos en las guerras contra Chalco y Michoacan). Esta
mucho el interés comparativo de este trabajo, aquí nos enfocaremos primera fase culminaba con la cremación de las efigies durante
en los eventos rituales que pueden dejar huellas en el contexto una celebración colectiva (Hernández 2003:88; Sahagún 2003,
arqueológico y obviaremos la mayoría de las cuestiones que I:299; Tezozomoc 1944:184). Después, los especialistas lavaban
carecen de un reflejo material (para mayores detalles, remitimos los rostros de los deudos con hojas de laurel, pues habían acumulado
al lector a la obra de Núñez 2006:90–110). suciedad durante los días que llevaban realizando el ritual. Los
1. Los muertos en combate. La información documental sobre el restos de mugre se juntaban con las cenizas de la efigie del pariente
desarrollo de esta clase de ceremonias fúnebres es abundante en muerto en una urna y se enterraban (Durán 1984, I:205). En la
comparación con las de otras formas de muerte. Esto parece segunda parte del ritual, los deudos eran limpiados nuevamente
indicar que la realización de este ritual tenía una gran importancia de la suciedad acumulada a 80 días de la cremación de las efigies,
social; pues se consideraba a la muerte en batalla como una esta se llevaba a un templo alejado de la ciudad, en donde la enter-
muerte gloriosa, que conllevaba el privilegio de acompañar guer- raban simbolizando el alejamiento de la tristeza y el dolor. En el
reando al Sol—la deidad patrona nacional—durante una etapa de caso de las exequias de la guerra contra Chalco, Durán (1984,
su recorrido diario del inframundo al cenit. Esta creencia debió I:205, 346, 347) dice que el templo se llamaba Tzatzcantitlan, mien-
paliar el sentimiento de pérdida y aumentar el estatus del muerto tras que el recinto en que se “inhumó la tristeza” causada tras la
y de sus familiares. Alcanzaba este codiciado destino no sólo el derrota contra Michoacan se llamó Yaualiuhcan. Tal vez, se
que moría en combate, sino también el que era capturado para ser pueda inferir que se consagraba un nuevo templo cada vez que
sacrificado por el enemigo; incluso la población civil asesinada había una ceremonia fúnebre para los caídos en alguna batalla.
durante alguna incursión militar enemiga tenía garantizado su Las actividades de la tercera fase del ritual consisten en la quema
acceso al recinto solar (Sahagún 2003, I:299; Tezozomoc 1944). de objetos para los muertos y en la celebración de un festín
Pensamos que, contrario a esto, cuando un soldado u oficial (Durán 1984, II:155, 289; Pomar 1975:23).
moría por una causa ajena a la guerra, tenía el destino común en 2. Los gobernantes. En las diferentes fuentes de la región, este
Mictlan, sin embargo durante el funeral se le reconocía el estatus tema es, por mucho, el más recurrente; se describen varias de las
de militar (Cervantes de Salazar 1971:145; Gómez de Orozco actitudes y prácticas que giraban en torno a la muerte de uno de
1945–1946:57; Hernández 2003:90). estos personajes, con un mayor énfasis en las exequias para el

Figura 2. Dolientes ante el fardo de un guerrero. En la imagen se observan dos personajes manteniendo actitudes de dolor como es el
llanto y dan palabras de despedida para el difunto. Códice Tudela, f.58r.
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 287

hueytlatoani. En general, las versiones históricas coinciden entre sí “Sepultura principal o de caballero que si tenían esclavo lo sacri-
en la mayoría de los aspectos del ritual y, en algunas, hay datos ficaban después de muerto y lo enterraban con él. […] Sepultura
únicos que, en suma, permiten tener una visión amplia sobre la acti- de señores se colocaba una efigie, con sus pertenencias y se
vidad en cuestión. Cuando el gobernante moría, se corría la voz por enterraba con sus esclavos vivos en cámara funeraria en el
patio de sus casas, donde luego se enterraban sus parientes”
las provincias del imperio. Todos aquellos con algún cargo guberna-
(Gómez de Orozco 1945–1946:57–58)
mental debían presentarse ante el bulto funerario y hacerle diversos
obsequios; entre estos, se incluía a cautivos sacrificiales que “En otras partes no quemaban a los señores sino que los
fungirían como sus acompañantes en el recorrido hacia el recinto enterraban con valiosos ajuares y sacrificados” (Cervantes de
solar. Para la recepción de los visitantes, el cadáver era preparado Salazar 1971:144).
de manera laboriosa. Era lavado y ungido para purificarlo,
después se le vestía y adornaba—tal vez, por los familiares. 3. Los tocados por el rayo y otras muertes acuáticas. Estas
Posteriormente, varios sacerdotes se encargaban de envolverlo formas de muerte eran el indicio de que Tlaloc llamaba al personaje
con mantas, la última de las cuales tenía dibujadas las insignias a sus dominios. Por sus características pueden dividirse en tres
de alguna deidad tutelar mexica; luego se colocaba una máscara clases: la primera corresponde a las personas que morían ahogadas;
en el bulto y se complementaba con adornos de papel y plumas. la segunda a quienes les caía un rayo; y la tercera a los que morían
El sacrificio de los acompañantes se iniciaba en el momento del de una serie de enfermedades infecciosas que tenían una
deceso, y continuaba durante los cuatro días que duraba esta parte de manifestación cutánea. Las patologías que quedan dentro de esta
la primera fase del ritual. El último día, en cortejo se conducía al última categoría eran la lepra, la sarna, el salpullido, la gota y una
cadáver a la plaza principal de los templos para ser cremado. A lo enfermedad que denominan nanahuatl cuyo síntoma principal
largo del camino se lloraba y cantaba sin tañer instrumentos. De eran también las bubas (Hernández 2003:88; Sahagún 2003, II:
manera paralela a la quema del cadáver se realizaba un sacrificio 299). Dichas circunstancias tienen en común un cierto periodo de
humano masivo, cuyos restos se arrojan a otra hoguera. También intenso padecimiento antes de morir: breve en el caso de los ahoga-
se le sacrificaba un perro, y se quemaban algunas de sus pertenen- dos, casi inmediato para quien es azotado por un rayo y más prolon-
cias y de los obsequios que los subordinados le habían llevado. En gado para quienes contraían alguna de las enfermedades
todas las provincias se realizaban ceremonias colectivas para despe- mencionadas. Sin embargo, este sufrimiento llevaba como recom-
dir al gobernante. Al día siguiente, cuando se recogían las cenizas, pensa el disfrute de un destino paradisíaco, el Tlalocan, la morada
las actividades se limitaban a los más allegados y a los sacerdotes de los dioses de la lluvia en que abundaban los recursos y se
que custodiaban el templo donde velaban los restos, colocados en gozaba de un clima siempre agradable. Este hecho podía ser
una urna, por cuatro días más. Se depositaban también algunos por demás reconfortante para quienes sobrevivían al difunto.
mechones de pelo cortados al momento del nacimiento y después Aparentemente, existían algunas variantes según la causa de muerte.
del deceso. Se ofrecía comida y bebida y se elaboraba una efigie En lo que respecta a la preparación del cuerpo, sabemos que se le
del bulto funerario. Cumplido el plazo, la urna se enterraba a los pintaba el rostro de azul, le ponían semillas de bledos en la boca y le
pies de la escalinata del templo y se mataban varias personas. A colocaban una vara en la mano; se le envolvía hasta formar un bulto
partir de ese momento, se realizaban sacrificios humanos cada vein- y le colocaban objetos de papel con los símbolos de la deidad
tena, hasta los 80 días. Estos se reanudaban al cabo de un año, y así, acuático-telúrica (Hernández 2003:88; Sahagún 2003, I:299). En
cada año, hasta cumplidos los cuatro, momento en que se daba el el caso de los ahogados cuyo cuerpo no se recuperaba, éste era reem-
reingreso de los familiares a la cotidianeidad (Acosta 1962:314; plazado por una efigie ataviada con los mismos elementos descritos
Benavente 1967:245–45; Durán 1984, II:298–300; Gómez de (Las Casas 1967, II:464). Los cadáveres eran enterrados y, hasta
Orozco 1945–1946:57; Hernández 2003:90–92; Las Casas 1967, donde sabemos, no disponemos de información sobre las demás
II:462–463; Mendieta 1945:178–180; Torquemada 1975, fases del ritual (Hernández 2003:88; Sahagún 2003, I:299).
IV:299–302). 4. Los muertos ordinarios. La muerte común era conocida como
Por el otro lado, el rey difunto arribaba también a la región de los tlalmiquiliztli “muerte de la tierra” (López Austin 2004, I:380).
muertos que les correspondía. Sobre este destino se cuenta con poca Todos aquellos hombres que no morían bajo ninguna de las circun-
información. Tezozomoc (1944:244) refiere que éste se encontraba stancias antes mencionadas—que no eran elegidas por un dios par-
en el noveno nivel del inframundo, sin embargo la descripción que ticular, que no tenían una muerte gloriosa o que carecían de los
hace es confusa y ambigua: “en lo profundo del contento y oscuri- méritos suficientes—tenían como destino postmortem al Mictlan
dad en las partes izquierdas, en lo más estrecho que no tiene calle- “Entre los muertos.” A este lugar se dirigían tanto hombres como
jones”. Al respecto, consideramos que el funeral de un tlatoani mujeres de múltiples edades y pertenecientes a distintos estratos
comparte varios elementos con el ritual de los guerreros, como el sociales que, supuestamente, continuaban desempeñando sus
tratamiento por cremación, la preparación del bulto, los objetos mismos roles después de la muerte; esto derivaba en la realización
con que los ornamentaban, la utilización de armas y símbolos mili- de exequias más ostentosas para aquellos que podían permitírselo
tares y el carácter público de determinadas secuencias. Estás (Cervantes de Salazar 1971:144; Mendieta 1945:180; Relación de
características permiten relacionar el ritual con lo solar, y por lo Coatepeque en Acuña 1986, I:295).
tanto, el destino póstumo debió ser el mismo o, por lo menos, La información que sobre esta práctica aportan los documentos
estar vinculado a él. coloniales es abundante, lo que permite conocer varios aspectos de
Otras fuentes mencionan brevemente algunas de las las distintas fases del ritual: preparación del cuerpo, contenido de los
características de la manera en que se sepultaban ciertos nobles discursos, participación de especialistas y familiares, entre otros. Sin
bajo el título de “principal”, “caballero” y “señor.” Podemos embargo, también encontramos importantes discrepancias en
inferir que, a pesar de las categorías de los personajes a las que se algunos temas relevantes, como el tratamiento del cadáver, los
refieren, estos no eran cremados, sino que se enterraban. Como bienes que se colocan con el difunto y los lugares donde se sepul-
veremos, ello supondría que éstos estaban destinados al Mictlan: taban los restos.
288 Núñez and Martínez

El desarrollo ideal sería el siguiente: moría el individuo en que éste tuviera que cruzar el río Chicunauhapa (Hernández 2003:
compañía se sus parientes cercanos. Se daba aviso del aconteci- 90; Sahagún 2003, I:297; Torquemada 1975, IV:307). Para finalizar
miento a la comunidad y a los sacerdotes encargados de realizar con esta etapa de las exequias se hace un festín en la casa del muerto
las exequias, los cuales, a decir de Durán (1984, I:55), estaban para los asistentes al funeral y se finaliza con esta fase del ritual.
adscritos al templo de Tezcatlipoca. Para cuando llegaban los con- Para la siguiente etapa, las fuentes son poco ilustrativas, salvo en
vocados, el cuerpo ya debía de estar acicalado y vestido, actividad algunos detalles que permiten suponer que había ceremonias cada
que, de acuerdo a Cervantes de Salazar (1971:144), realizaban determinado número de días para proveer al difunto con algún adi-
familiares y amigos cercanos. Los ritualistas elaboraban insignias tamento que le ayudaría a superar el nivel del Mictlan que estaba
de papel, algunas de las cuales eran empleadas para amortajar el atravesando en ese momento. Esta posibilidad se infiere de los
cuerpo (Hernández 2003:89; Sahagún 2003, I:295). El cadáver era comentarios de tres fuentes sobre la celebración en el octogésimo
flexionado y asegurado en esa postura con cuerdas (Hernández día después del fallecimiento, en la que se queman algunos vestidos
2003:89; Sahagún 2003, I:296; Torquemada 1975, IV:307). En del muerto, entre otras pertenencias, para darle calor mientras cruza
algún momento, durante la preparación del bulto funerario, los por el Itzehecaya (Hernández 2003:89, 90; Sahagún 2003, I:296;
sacerdotes vertían agua sobre la cabeza del difunto para la sed Torquemada 1975, IV:307). Finalmente, se hacen ceremonias
que pudiera tener durante el viaje. Con la misma intención anuales, durante cuatro años, en la última de las cuales se dan por
incluían en la mortaja una pequeña vasija con el mismo líquido finalizadas las exequias (Hernández 2003:90; Sahagún 2003: I:
(Hernández 2003:89; Sahagún 2003, I:296; Torquemada 1975, 297). No hay referencias sobre una ceremonia específica de
IV:307). Suponemos que la cantidad y calidad del material con reincorporación.
que se hacía el bulto estaba relacionado con las posibilidades Basándose en un supuesto análisis de las fuentes, la mayoría de
económicas de la familia del muerto. El texto de Costumbres, las investigaciones contemporáneas ha planteado que la cremación
fiestas, enterramientos… (Gómez de Orozco 1945–1946:58) dice era el tratamiento común para los muertos en la región del centro
que el hombre común se amortajaba con papel y mantas con de México (González 1975:40; López Austin 2004:365; Matos
plumas. En la Relación de Tzicaputzalco (en Acuña 1986, I:271) 1997:75). Sin embargo, cabe aclarar que en los mismos escritos
se menciona que se enterraban con lo que sus parientes podían y hay elementos para poner estos argumentos en entredicho. De los
tenían. documentos históricos que pudimos consultar para la presente
Cuando el bulto estaba terminado, los sacerdotes entregaban investigación, los únicos que mencionan explícitamente que la
papeles al muerto, indicando el momento en que debía emplearlos cremación era la práctica común para nobles y plebeyos son
para atravesar con éxito cada uno de los ocho niveles que debía Sahagún (2003, I:296–298) y Pomar (1975:39). El resto sólo se
cruzar antes de presentarse ante Mictlantecuhtli, deidad principal refiere a la cremación como una de las formas, o bien, mencionan
del Mictlan (Hernández 2003:89; Torquemada 1975, IV:307). que los cuerpos eran inhumados como se puede leer en los
Sahagún (2003, I:296) narra así esa ceremonia: siguientes ejemplos:

Daban los papeles al difunto en orden diciendo: con estos has de Era oficio de sacerdotes y religiosos en México, enterrar los
pasar por entre dos sierras que están encontrándose unas con muertos, y hacerles sus exequias, y los lugares donde los enterra-
otras, ésta para el camino donde está una culebra guardando el ban eran las sementeras y patios de sus casas propias; a otros lle-
camino, otros para pasar donde está la lagartija verde que se vaban a los sacrificaderos de los montes; a otros quemaban y
dice Xochitónal, con éstos has de pasar ocho páramos y otros enterraban las cenizas en los templos (Acosta 1962:314).
para pasar ocho collados, otros para pasar el viento con navajas
que se llama Itzehecaya. Sepultura de señores. Desta manera enterravan a los señores
que morían, con plumas y mantas envueltos y enterravan con
ellos dos o tres o quatro yndios y yndias o más, como era el
El día que concluía la velación se procedía a disponer del cadáver, señor, y enterravan estos yndios vivos con él y llevavan sus
con dos posibilidades: una que fuera trasladado a otro lugar que, de piedras de moler y mayz para que le moliesen y enterravan con
acuerdo con las fuentes, podía ser los campos de cultivo, los sacri- él comida y riquezas conforme a su calidad y los yndios que
ficaderos de los montes, o los patios de los templos, aunque esto enterravan vivos con ellos luego morían. avia una sepultura de
último aclaran que sólo ocurría cuando se trataba de cenizas. La boveda en el patio de la casa de cada señor donde le enterravan
segunda posibilidad era que los enterraran en sus casas. No hay a él y a sus decendientes (Gómez de Orozco 1945–1946:58).
ningún comentario explícito que aclare el motivo para realizar enti-
erros en uno u otro sitio. El cadáver se inhumaba, sentado, dentro de Sepultura del hombre común. Desde Arte Amortajados,
Enterravan a los ciudadanos que morían, Rebueltos con unas
una fosa—o un continente más elaborado según las posibilidades
mantas de plumas y papel, y enterravan con ellos xicaras de
económicas de sus deudos. Además de los papeles y la vasija con
gallina o carne guisada y pan y maíz y frisoles y chia y otras
agua, que habían sido previamente incorporados en la mortaja, se legumbres y mantas, dezian que para que comiese, que no
colocaba abundante comida y bebida en la sepultura. En el sabían lo que sería de el (Gómez de Orozco 1945–1946:58).
Códice Magliabechiano 66 verso 67 recto Rito funerario y 68
verso 69 recto Muerte de un joven (Boone 1983:210), se menciona Tanbién tenían oficio de yr a enterrar a los muertos y hacellos
que se le entregaba cacao para el viaje, además de tamales y frijoles osequias y a unos enterrauan en sus sementeras y a otros en los
en el caso de los muertos jóvenes. Las mismas fuentes mencionan patios de sus mesmas casas a otros los lleuauan a los sacrifica-
que algunos objetos se quemaban. Es posible que, en esta fase del dores de los montes a otros quemaban y le enterrauan las
ritual, también se incorpore el sacrificio de sirvientes—si los cenicas en los cues (Durán 1984, II:65).
había—para auxilio del difunto en la otra vida. Como parte impor-
tante de los ritos de desincorporación se sacrificaba a un perrito de Además, la evidencia iconográfica en códices muestra imágenes en
pelo bermejo, el cual se encontraría con su amo en el momento en las que se inhuma el cadáver haciendo la alegoría del monstruo de la
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 289

tierra devorándolo, quién realiza el entierro tiene un bastón planta- con todas sus posesiones. El Códice Magliabechiano 67 verso 68
dor, como una metáfora de siembra del cadáver del cual brotará nue- recto (Boone 1983:10) agrega que el cadáver se cremaba, aunque
vamente vida (Martínez y Núñez 2008). en esta versión se menciona el Mictlan como su destino póstumo.
Establecido este punto, continuamos con otro de los aspectos Según el texto de Costumbres, fiestas y enterramiento… (Gómez
dudosos, esto es la colocación de una piedra en la boca del de Orozco 1945–1946:58) el mercader, ricamente ataviado, era
difunto que simbolizaría al corazón. La información del contexto sepultado junto con los productos que comerciaba—no se menciona
arqueológico es la que se opone a la idea de la generalización de la cremación.
esta práctica, pues este objeto no se ha presentado de forma consis- 6. Los delincuentes. La única referencia que tenemos sobre la
tente en los hallazgos funerarios. A partir de lo que mencionan tres realización de un ritual específico menciona que, a los sentenciados
fuentes, se puede deducir que, cuando colocaba la piedra en la boca por adulterio, sus familiares elaboraban una efigie ataviada con los
del muerto, ésta era recolectada junto con los restos de la cremación atributos del Tlazolteotl, diosa de la inmundicia, a quien atribuían el
(Hernández 2003:90; Sahagún 2003, I:298; Torquemada 1975, incitar al difunto a infringir las normas (Las Casas 1967, II:464).
IV:308), lo cual permitiría hacer un vínculo entre estas dos activi- Este comentario abre la posibilidad de que quienes eran sentencia-
dades: se le coloca una piedra en la boca a quien recibirá un trata- dos a muerte por otro tipo de delitos, como los homicidas, viola-
miento funerario por medio del fuego. Esto último da pie a otra dores y traidores, justificaran la infracción como el designio de
interrogante, las fuentes dicen que la piedra utilizada en los nobles alguna deidad, y recibieran tratamientos funerarios específicos
era de alto valor—se refieren a ésta como piedra verde o esmer- para auxiliarlos durante el viaje hacía la morada de la deidad que
alda—mientras que a la gente común se le colocaba una cuenta de los reclamó. Sabiendo, por los casos anteriores, que las efigies
una piedra barata llamada texoxoctli. Este comentario abre la posibi- eran realizadas cuando faltaba el cuerpo, podemos imaginar que
lidad de que también ciertos personajes que no pertenecían a la aquí éste había sido previamente destruido, sepultado o abandonado
nobleza pudieran adquirir el derecho al tratamiento funerario más por la justicia.
distinguido y, con ello, tal vez compartir el destino glorioso. 7. Los muertos de tierna edad. Las pocas referencias sugieren
5. Funerales de los mercaderes. Dada la importancia que tenía la que los infantes que morían aun siendo lactantes, y que no habían
labor comercial para el mantenimiento y expansión del imperio probado el alimento de la tierra, se dirigían al Tonacatecuhtli
mexica, si un pochteca moría durante una misión, en especial si ichan “La casa de señor de nuestros mantenimientos”, un jardín
caía a manos de enemigos o salteadores, el difunto era recompen- paradisíaco, con plantas, flores y frutas, en el que había un árbol
sada con el destino glorioso de la deidad solar. En las narraciones de cuyas ramas pendían mamas que alimentaban a los pequeños
que hacen algunas fuentes para este tipo de exequias se observan mientras aguardaban el momento en que habrían de volver a
varios elementos en común con los funerales para los caídos en nacer. No contamos con más datos sobre el desarrollo de algún
combate. Sahagún (2003, I:340) describe que los familiares del mer- tipo de ritual. Sólo el Códice Florentino (1950–63, VI:115) nos pro-
cader dejaban de lavarse la cara por 80 días hasta que el personaje porciona una escueta descripción del destino último de los restos de
regresaba a casa. De su narración se extrae que existieron, al menos, un infante.
tres rituales diferentes relacionados con la causa de muerte. En los
dos primeros casos, se describe lo acontecido cuando el mercader También los mozuelos y mozuelas que mueren antes de tener
moría durante una misión comercial, por ser atacado o por alguna experiencia de pecados ningunos, y mueren en su inocencia, en
enfermedad, y no se había recuperado el cuerpo. La tercera se su simplicidad y virginidad, dicen los viejos que estos reciben
refiere a cuando el comerciante moría en su lugar de residencia. grandes mercedes de nuestro señor dios […] estos no van a los
lugares de espanto del infierno, sino van a la casa del dios que
Cuando un comerciante moría durante un viaje, a los primeros
se llama Tonacatecuhtli [Señor de nuestro alimento], que vive
que se les notificaba era a los mercaderes viejos, los que tenían la en los vergeles que se llaman Tonacaquauhtitlan, dónde hay
obligación de dar aviso a la familia del difunto. Durante cuatro todas maneras de árboles, flores y frutos […] estos niños y
días los deudos recibían las visitas de amigos y parientes en su dom- niñas, cuando mueren no sin razón los entierran junto a las
icilio y le rendían homenaje a una efigie que representaba al difunto. trojes, donde se guarda el maíz y los otros mantenimientos
Si el mercader había muerto de enfermedad, su representación era (Sahagún 1950–63, VI:115).
quemada en el patio de su casa, donde las cenizas serían enterradas.
Si había sido asesinado, la ceremonia se realizaba en el templo del Es decir, que tanto su destino inframundano como la disposición de
barrio, en la cual, tras un día completo de rezos y lamentos, la efigie su cadáver parecen estar en relación con la idea de un almacena-
era quemada. A los deudos se les levantaba el luto durante una cer- miento de fuerza vital.
emonia en la que se les lavaba el pelo y la cara, las cuales llevaban 8. Las mujeres muertas en parto. Esta clase de muerte fue con-
sucias desde que el familiar había comenzado su viaje (Sahagún siderada por los antiguos nahuas como honrosa; pues, la mocioa-
2003, I:340). quetzqui era el equivalente femenino del guerrero muerto en
En los casos en que sí había un cuerpo para hacer los funerales, combate o, más precisamente, de aquel que cae tomando un prisio-
se dice que, al morir un mercader, se preparaba el cuerpo tiñéndole nero. En las descripciones se encuentra una serie de símbolos mili-
los ojos de negro y la boca de rojo y se le colocaba su barbote— tares; mientras que el destino que aguarda a las difuntas, el
adorno para el labio inferior. Envolvían el cadáver con bandas cihuatlampa “Del lado de las mujeres”, es básicamente un paralelo
blancas y le confeccionaban una especie de estola con papel. del de los guerreros y también deberían acompañar al sol en su
Transportaban el bulto a lo alto de algún monte y lo colgaban de recorrido—esta vez del cenit al ocaso.
un palo, sujetándolo con un gancho, y ahí dejaban el cuerpo a Después de la defunción, lavaban el cuerpo y lo vestían con ropa
que se consumiera. A pesar de no haber muerto durante un viaje, nueva. En la casa, comenzaban los responsos correspondientes y la
también se menciona que tenía como destino final ir al cielo, para partera principal daba palabras de consuelo a los deudos. El mismo
encontrase con el Sol (Sahagún 2003, II:709). Por su parte, día, se preparaba el cortejo para enterrarla. El marido llevaba a
Cervantes de Salazar (1971:45–46) comenta que se les enterraba cuestas el cadáver, tal y como hizo el día en que se casaron, para
290 Núñez and Martínez

sepultarlo en el templo de las cioapipiltin “mujeres nobles”. El Recinto de los Guerreros Águila junto al Templo Mayor de
grupo se componía por las parteras, jóvenes y viejas, los deudos y Tenochtitlan. Las cerámicas son de fina factura y tenían proceden-
otras personas cercanas. Todos llevan rodelas y espadas e iban cias y temporalidades distintas. En su contenido se identificaron
dando voces como cuando los soldados atacaban al enemigo. En restos cremados de animales como perro, jaguar, águila real y
algún momento del recorrido, el grupo era asaltado por un conjunto gavilán. Tenían también objetos de cerámica, obsidiana, pedernal,
de combatientes llamados telpupuchtin “jóvenes”—un título que basalto, piedra verde, turquesa, oro, cobre, bronce, pirita, hueso,
igualmente alude a Tezcatlipoca—los que intentaban arrebatarles concha, copal; y fibras de algodón y palma. En total, los objetos aso-
el cuerpo para mutilarlo, pues las reliquias de una mocioaquetzqui ciados suman 101 piezas completas y 350 fragmentos (Román y
era tenidas como amuletos durante los combates. Se inhumaba el López Luján 1999:37). Entre las cenizas de la mayoría de las
cuerpo al atardecer, lo enterraban en el patio del teocalli y el urnas se han encontrado una serie de objetos de oro, piedras
marido, junto con otros hombres, lo guardaban por cuatro noches; verdes, turquesa utilizados como ornamentos, además de los
pues quedaba el peligro de que unos hechiceros-ladrones, llamados restos cremados de una variada fauna (Chávez 2002; Matos 1987;
temamacpalitotique “los que bailan con el antebrazo”, hurtaran los Noguera 1935). Sobre la cremación del cadáver, el estudio de los
restos para amputarlos (Hernández 2003:63; Sahagún 2003, I:544). restos aquí mencionados ha permitido identificar a individuos
adultos masculinos que fueron sometidas a alta temperatura, que
conservaban los tejidos blandos y estaban articulados al momento
ANÁLISIS de los CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS
de su exposición al fuego (Chávez 2002; Román y López Luján
Aun cuando los datos sistematizados provienen de regiones muy 1999:37). Uno de los casos probables de sacrificio de
distintas y, en ocasiones, tienden a contradecir lo expuesto por los acompañantes fue excavado en los años 30 por Noguera (1935).
escritos del siglo XVI, resulta notable la gran uniformidad obser- Al pie de las escalinatas del Templo Mayor de Tenayuca recuperó
vada en los registros arqueológicos. Las posiciones, orientaciones varios contextos mortuorios; algunos de ellos estaban colocados
y ubicaciones de los entierros son los elementos que mayormente dentro de urnas cinerarias y contenían objetos valiosos. En
nos aportan datos sobre las acciones rituales y las relaciones entre asociación a las urnas se encontraron tres esqueletos, sin huellas
vivos y muertos. Hemos dicho que, arqueológicamente, fue de fuego y sin materiales asociados. Lamentablemente no hay un
posible reconocer cinco de los ocho tipos de rituales; sin estudio osteológico que permita identificar lesiones u otra evidencia
embargo, como en muchos casos aparecen en los mismos espacios, que apoye directamente la posibilidad del sacrificio.
hemos optado por tratar a los difuntos infantiles en la misma sección 3. Los tocados por el rayo y otras muertes acuáticas. Se tienen
que a los muertos adultos “ordinarios”. breves referencias sobre dos contextos funerarios que pudieran
1. Guerreros y muertos en combate. Los únicos dos contextos responder a esta clase de ritos. Uno fue hallado en las obras de
arqueológicos que podrían relacionarse con la mencionada construcción de la estación Allende del Metro—con tres individuos
práctica fueron hallados uno en la Sierra Norte de Puebla y el otro (Mateos 1979)—y el otro en Xochimilco (Talavera y Ceja 1990). En
en Malinalco, Estado de México. Ambos sitios se encuentran en ambos casos se encontraron algunos materiales como los descritos
regiones dominadas por la Triple Alianza y pobladas por hablantes por las fuentes: varas en forma serpentina, semillas y pigmento azul.
de náhuatl. De acuerdo a nuestras descripciones, la evidencia 4. Sobre los muertos ordinarios. Contamos con varios indica-
arqueológica de un ritual de este tipo consistiría en la presencia dores arqueológicos que nos permiten relacionar los contextos
de numerosas urnas que conteniendo cenizas, ya sea humanas o con diferentes aspectos del ritual. En primer lugar, las
de los materiales que constituían la efigie y restos del las vestimen- características biológicas de la muestra—sexo y edad—que clasifi-
tas y adornos con que se atavió al cadáver. Las vasijas enterradas camos para este ritual coincide con las referencias históricas, pues se
colectiva o individualmente se ubicarían en un patio asociado a identificaron porcentajes similares de esqueletos masculinos y
un templo. femeninos, los cuales tenían otras características similares entre sí,
En Zihuateutla se encontraron 55 urnas apiladas en forma de como la posición, tipo de sepultura y bienes asociados (Tabla 1).
pirámide, y cada una contenía los restos cremados de un cuerpo. Tal como lo asientan las fuentes coloniales, eran muy similares
El evento se interpreta como el funeral de un grupo de pobladores los funerales para hombres y mujeres. La posición más común fue
de filiación nahua atacado por nativos, ya que la muestra tenía indi- la flexionada (alrededor del 97%). Esto parece coincidir con lo
viduos de diferentes edades, incluidos varios infantes, además es descrito en las fuentes y con el hecho de que, en las pocas
sabido que en la región huasteca fueron comunes los levantamientos imágenes que pudimos apreciar, se infiere el uso de la mortaja. A
contra el imperio mexica (Núñez 2004). En Malinalco, García esto sumamos que Chávez y Peña (1990) aseguran haber encontrado
Payón (1939) reportó el hallazgo de dos concentraciones con un restos de fibra dentro de varias de las sepulturas de Azcapotzalco.
número similar de vasijas que tenían en su interior cremados asocia- Respecto a los objetos asociados, observamos que, cuando los
dos a diferentes símbolos de guerra. Las implicaciones militares de hay, éstos son de factura sencilla y rara vez contienen materiales
Malinalco apoyan la posibilidad de que este contexto contenga las de prestigio—piedras preciosas, metales, fauna exótica (ver Tabla
cenizas de guerreros, lamentablemente no se cuenta con 1). En la mayoría de los trabajos consultados, la descripción de
información sobre las características de los fragmentos humanos los materiales fue breve; sin embargo, se observa una diferencia
para corroborar si la mayoría correspondía a hombres adultos con lo que menciona las crónicas en cuanto a la cantidad de
como habría de esperarse. bienes colocados. Ejemplo de ello es el de las varias vasijas que
2. Funerales señoriales. De los 14 contextos funerarios relacio- contendrían líquidos y alimentos, mencionadas por los documentos
nados con rituales de este tipo (Tabla 4) aparentemente ninguno cor- tempranos, y el hecho de que, en los contextos mortuorios, cuando
responde con el de algún supremo gobernante mexica; sin embargo, lo entierros tenían vasijas, se trataba de una sola. Al mismo tiempo,
se piensa que debieron pertenecer a personajes de la más alta impor- observamos que el sacrificio de un “perro bermejo” como
tancia política y social (Matos 1987:38). Basta mencionar las tres acompañante del difunto es algo que, hasta ahora, no ha sido
urnas, conteniendo un solo individuo, descubiertas cerca al posible corroborar. Pues este tipo de restos son escasos y se
Tabla 1. Características de enterramiento muestra Centro de México

Características biológicas Arreglo y Tratamiento del cadáver Disposición Materiales


Asociados
Edad Sexo Inhumaciones Cremaciones Tipo

Infantes
Sitio Procedencia N Infantes Adol. Adultos Masc Feme Directos Indirectos en vasija Directo Indirecto Recipiente Primario Secundario Posición Orientación Descripción Fuente

Azacapotzalco Centro funerario 324 71 12 156 62 88 251 4 4 9 3 urna y 174 55 Flexionados Varias Varios no Chavez y Peña
cista específicados 1990, Ceja
1987
Capilco Conjunto 8 8 0 0 0 0 8 0 0 0 0 8 0 Flexionados Varias Vasijas Smith 1992
doméstico
comuneros
Cholula Centro funerario 53 13 3 35 21 14 52 1 1 0 0 20 31 Flexionados Este y Oeste Vasijas y ajuares de Suarez 1989
calidad
Cholula Lado W Gran 278 101 9 153 74 64 260 12 8 2 4 urna 189 63 Flexionados Norte Vasijas López et al
Pirámide 1976
Cihuatecpan Conjunto 2 1 1 0 0 1 2 0 0 0 0 2 0 Sin Sin Sin materiales Evans 1988
doméstico información información asociados
comuneros
Coyoacán Fozas naturales 3 0 0 3 3 0 3 0 0 0 0 3 0 Flexionados varias Ornamentos Díaz Lascano
lava 1925
Cuexcomate Conjunto 3 3 0 0 0 0 3 0 0 0 0 3 0 Flexionados varias Vasijas Smith 1992
doméstico
comuneros
Huejotzingo Sin contexto 1 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 urna 0 0 Sin Sin Ornamentos y 1 Beyer 1969
información información chalchihuite
Iztapalapa Centro funerario 34 14 15 5 0 0 30 2 0 0 1 25 5 Flexionados Norte-Sur Vasijas Salas 1977
Iztapalapa Conjunto 3 2 0 1 0 0 1 2 2 0 0 3 0 Flexionados Sin Sin información Salas 1992
doméstico información
comuneros
Malinalco Cerro cercanos 50 0 0 0 0 0 0 0 0 0 50 urna 0 0 Sin Sin Insignias guerra García Payón
centro información información 1939
ceremonial
Malinalco Cerro cercanos 8 0 0 8 0 0 0 0 0 8 0 0 0 Sin Sin Ornamentos e García Payón
centro información información insignias de guerra 1939
ceremonial
Tenayuca Al pie escalinata 6 0 0 6 2 0 2 0 0 2 3 urna 2 0 Flexionados Sin Ornamentos Nogera 1935
Templo Mayor información
Tenochtitlan Linea 2 del 375 124 18 230 113 88 0 0 0 0 0 urna 375 0 Sin Norte Sin información Salas 1982
Metro (sin información
procedencia
específica)
Tacuba Linea 2 del 5 0 0 0 0 0 5 0 0 0 0 5 0 Sin Sin Vasijas, figurillas y Mateos 1979
Metro información información símbolos de Tlaloc
Tenochtitlan Recinto 1 0 0 1 1 0 0 0 0 0 1 urna 0 0 Sin Sin Piedra verde, restos Román y
Guerreros Águila información información fauna varia, López Luján
obsidiana 1999
Tenochtitlan Templo Mayor 5 0 0 5 5 0 0 0 0 0 5 urna 0 0 Sin Sin Ornamentos, Chavez 2002,
información información pedernales, textiles Matos 1987
y fauna

Continued
Tabla 1. Continued

Características biológicas Arreglo y Tratamiento del cadáver Disposición Materiales


Asociados
Edad Sexo Inhumaciones Cremaciones Tipo

Infantes
Sitio Procedencia N Infantes Adol. Adultos Masc Feme Directos Indirectos en vasija Directo Indirecto Recipiente Primario Secundario Posición Orientación Descripción Fuente

Tlatelolco Área Ceremonial 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 urna 0 0 Sin Sin Sin materiales Baños 1993
información información asociados
Tlatelolco SE Templo 57 36 10 11 6 5 56 1 1 0 0 urna 57 0 Flexionados Este y Oeste Sin información Serrano y
Mayor López 1972
Tlatelolco Área Ceremonial 1 1 0 0 0 0 0 1 1 0 0 urna 1 0 Extendido Sur-Norte Figurilla Castillo y Solís
Quetzalcoatl 1975
Tlatelolco Nonoalco- 1 1 0 0 0 0 0 1 1 0 0 cista 1 0 Flexionados Sin Olla y metate Espejo 1996
Tlatelolco información
Xochimilco Centro funerario 4 2 1 1 0 0 3 1 1 0 0 urna 4 0 Sin Sin Vasijas Parsons et al
información información 1982
Xochimilco Centro funerario 2 1 0 1 1 0 2 0 0 0 0 2 0 Sedente Oeste-Este Ornamentos, Talavera y
DX-1 figurilla, plato, Ceja 1990
punzón, agujas,
semillas y pigmento
azul
Xochimilco Centro funerario 17 10 0 7 2 4 15 2 1 0 0 17 0 Flexionados Varias Sin información Talavera y
DX-2 Ceja 1991
Xochimilco Conjunto 1 0 0 1 0 1 1 0 0 0 0 1 0 Sedente Este Tres vasijas Talavera y
DX-2 doméstico Ceja 1992
comuneros
Xochimilco Centro funerario 3 0 0 3 0 3 3 0 0 0 0 3 0 Flexionados Varias Cajete, agujas de Talavera y
DX-3 hueso, restos animal Ceja 1993
y carbón
Yautepec Conjunto 1 1 0 0 0 0 1 0 0 0 0 1 0 Flexionados Sin Navajillas Rosas 1994
doméstico élite información
Yautepec Conjunto 22 8 1 13 0 0 21 1 1 0 0 urna 14 8 Flexionados Varias Vasijas Smith 1994
doméstico
comuneros
Yautepec Conjunto 19 10 3 6 3 6 17 2 1 0 0 cista 18 1 Flexionados Varias Vasijas, metates, Vega 1994
doméstico élite navajillas
Zihuateutla Sin contexto 55 24 1 30 0 0 0 0 0 0 55 urna 0 0 Sin Sin Sin materiales Núñez 2004
información información asociados
Ixtapan de la Cetnro funerario 142 21 6 128 67 59 119 23 0 6 0 Cajas 106 36 Flexionados Varias Ornamentos, vasijas Zúñiga 2001
Sal piedra y lçitica
C. Magueyes Centro funerario 152 0 1 159 59 67 114 4 0 0 1 urna 55 40 Flexionados Varias Ornamentos, vasijas Carvajal y
y lçitica algunos sin González 2003
Total 1667 452 80 964 419 400 969 57 22 27 125 1087 239
Tabla 2. Características de enterramiento muestra purepecha

Características biológicas Arreglo y Tratamiento del cadáver Disposición Materiales


Asociados
Edad Sexo Inhumaciones Cremaciones Tipo

Infantes
Sitio Procedencia N Infantes Adulto Anciano Masc Fem Directo Indirectos en vasija Directo Indirecto Recipiente Primario Secundario Posición Orientación Descripción Fuente

Tzintzuntzan Yacatas Más Cerámica, Cabrera 1987;


de 30 ornamentos de Cabrero 1995;
metal Borbolla 1948;
Castro 1986
Tzintzuntzan Osario Restos de huesos Total Irregular Ninguno Cabrera 1987;
de múltiples Cabrero 1995;
individuos Borbolla 1948;
Castro 1986
Tzintzuntzan Unidad 1 Sólo Cabrera 1987;
habitacional pierna en Cabrero 1995;
relación Borbolla 1948;
anatómica Castro 1986
Tzintzuntzan No especificado 6 6 4 1 Cerámica Cabrera 1987;
Cabrero 1995;
Borbolla 1948;
Castro 1986
Tres Cerritos Edificios 62 8 17 19 3 3 60 2 0 0 0 Cerco que 52 10 Flexionado E-O, O-E Cerámica, Macias Goytia
públicos contiene el herramientas de 1997
escombro piedra,
ornamentos de
metal
Tres cerritos Centro 61 3 9 9 4 1 51 10 1 0 1 Piso de 43 18 Flexionado N-S Cerámica, Macias Goytia
funerario estuco, urna herramientas de 1997
de piedra, piedra
urna de barro,
cista
Huandacareo Centros 71 6 5 6 57 13 0 1 0 Piso de 55 53 Flexionados y W-E Cerámica, Macias Goytia
funerarios estuco, extendidos en ornamentos de 1986; 1990
grandes la misma piedras
piedras, techo proporción preciosas,
de tumba, concha y
tumba, piso metales,
de cal, estera herramientas de
de carrizo, piedra y meta,
pintura roja
Huandacareo Plataformas y 20 1 1 0 1 19 1 0 0 Grandes 10 4 Flexionados y E-W Cerámica, Macias Goytia
edificios piedra, tumba extendidos en ornamentos de 1986; 1990
de tiro la misma piedras
proporción semipreciosas,
metal, hueso y
lítica tallada,
figurillas

Continued
Tabla 2. Continued

Características biológicas Arreglo y Tratamiento del cadáver Disposición Materiales


Asociados
Edad Sexo Inhumaciones Cremaciones Tipo

Infantes
Sitio Procedencia N Infantes Adulto Anciano Masc Fem Directo Indirectos en vasija Directo Indirecto Recipiente Primario Secundario Posición Orientación Descripción Fuente

Huandacareo Osario Restos de huesos Total Irregular Ninguno Macias Goytia


de múltiples 1986; 1990
individuos
Las Milpillas Centro 36 10 39 8 29 18 51 12 5 Urnas y sobre 43 14 Flexionados Varias Cerámica, lítica Puaux 1989
funerario pisos tallada
yornamentos de
metal, concha,
hueso y textiles
El Tejocotal Cerca de un 1 0 0 0 0 0 0 1 0 0 1 Urna 1 0 S Sin Cerámica Puaux 1989
fogón información
Yacata Tata Inmediaciones 1 0 1 0 0 1 0 1 0 0 0 Urna 0 1 Irregular Sin Cerámica Puaux 1989
Julio de yacata información
El Palacio- Colina cercana 1 0 2 0 1 1 1 0 0 0 0 0 1 Sin Sin Ninguno Puaux 1989
La Crusita al sitio información información
Yacata de inmediaciones 2 1 2 0 1 1 2 1 1 0 0 Urna 1 2 Flexionados Sin Cerámica Puaux 1989
la cuchilla de yacata información
mocha
Ihuatzio Edificios No 1 7 5 2 Hasta 0 0 0 0 8 Sin Sin Sin Cabrero 1995
públicos disponible donde información información información
sabemos,
el total
Apatzingan 25 1 1 23 1 1 0 2 Urna, sobre 25 0 Flexionados Norte, Oeste y Cerámica Cabrero 1995
capa de Noroeste
cenizas
Uricho Plataforma 19 2 19 10 6 Flexionados Sin Ornamentos, Pollard y
administrativa/ información herramientas y Cahue 1999
habitacional cerámica,
distribuidos
según sexo
Tócuaro Plaza 10 7 1 Urna Flexionados Pulido 2006
Copándaro 1 2 Bezote de Pulido 2006
obsidiana y oro,
cerámica
suntuaria
Lagunillas Entre la yácata y 2 1 1 1 1 Cerámica Pulido 2006
una plataforma suntuaria
Santo Cerca de 1 1 1 Cerámica Pulido 2006
Domingo estructuras suntuaria y
piramidales cerámica no
tarasca
Total 350 aprox 34 104 49 57 36 273 aprox 43 9 2 5 230 111 Flexionados
individualizadas
y un número
indeterminado
en edificios
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 295

Tabla 3. Rituales funerario descritos en las fuentes históricas del Centro de Los documentos de la colonia temprana señalan vagamente
México cuatro diferentes espacios de enterramiento: los patios y los pisos
de las casas, los templos y los sacrificaderos de los montes; la
Destino arqueología tiene varios aspectos que aportar. Se identificaron dos
Rituales para Tipo de muerte postmortem Deidad regente
tipos de espacio: los habitacionales, tanto debajo de los pisos de
Caídos en A manos del Tonatiuh Ichan Tonatiuh las casas, como el patio central de los conjuntos residenciales—en
combate enemigo Ilhuícatl los asentamientos de Cuexcomate, Capilco y Yautepec, Morelos
Gobernante Por estatus Tonatiuh Ichan Tonatiuh (Smith 1992, 1994, 2003:208), Cihuatecpan, Estado de México
Ilhuícatl (Evans 1988) e Iztapalapa, D. F. (Salas 1977)—y en áreas, dentro
Muertes Rayo, ahogo, Tlalocan Tlaloc y o cerca del asentamiento, en que se encuentran plataformas sin
acuáticas enfermedades tlaloques más arquitectura que un pequeño montículo con concentraciones
infecciosas desde una docena de individuos hasta más de 200—en
manifiestas en la
Azcapotzalco (Ceja 1987; Chávez y Peña 1990), Cerro de los
piel
Magueyes (Carvajal y Gonzáles 2002), Ixtapan de la Sal (Zúñiga
Muertos Muerte común Mictlan Mictlantecutli
ordinarios 2001), Iztapalapa (Salas 1992) y Tlatelolco (Serrano y López
Mercaderes A manos de Tonatiuh Ichan Tonatiuh 1972). Estos lugares de intensa actividad funeraria han sido denomi-
en misión enemigos Ilhuícatl nados por Carvajal y González (2003) como centros funerarios,
Mujeres en el Complicaciones Tonatiuh Ichan Tonatiuh término que nos parece adecuado y aquí retomamos para designar-
parto perinatales Ilhuícatl los (Tabla 1).
Delincuentes Ejecuciones Según deidad Tlazolteotl No contamos con restos inconfundibles de los funerales dedica-
incitadora entre otras no dos a los recién nacidos en lugares de almacenamiento de alimentos.
especificadas Mas, en varias de las excavaciones arqueológicas en las que se han
Infantes Complicaciones Chichihualcuauhco Tlaloc
intervenido unidades domésticas—en Iztapalapa (Salas 1977), D.F.
tierna edad perinatales
y Yautepec, Morelos (Vega:1994)—se han encontrado 22 entierros
de niños menores a los dos años de edad colocados en vasijas de
cerámica e inhumados debajo del piso de algún cuarto. No se han
asocian principalmente con las cremaciones de la elite. reportado esqueletos mutilados de mujeres jóvenes asociados a neo-
Considerando que el perro era un animal de consumo cotidiano, natos; lo que pudiera vincularlos a las mocihuaquetzqui. No
el sacrificio y depósito de este tipo de animales en ocasiones obstante, hemos podido notar que la mayoría de los restos de
fúnebres habría significado un considerable desperdicio de recursos mujeres y niños aparecen en las zonas habitacionales, mientras
alimentarios. No obstante, es posible que, aquello que las fuentes que, siguiendo el patrón de distribución de la vida cotidiana, los
llaman “un perro” no fuera más que una parte de su piel, su carne hombres tienden a presentarse con mayor frecuencia en los
o su sangre, o alguna representación de cánido en materiales centros funerarios. Esto nos hablaría de una cierta concepción espa-
perecederos. cial de los géneros; femenino interior, masculino exterior.

Tabla 4. Contextos arqueológicos que se asocian con el ritual para los gobernantes del Centro de México

Sitio # Adultos Inhumados Cremados Directos Indirecto Continente Material Ajuar Fuente

Templo Mayor 5 5 n. a. 5 0 5 urna cerámica, Urnas de obsidiana, Chávez


de Tenochtitlan alabastro y alabastro, vasijas finas, 2002,
obsidiana objetos de oro, piedras Matos
verdes, turquesa y restos 1987
fauna
Huejotzingo, 1 1 n. a. 1 0 1 urna alabastro Adornos y chalchihuite Beyer 1969
Puebla sin
contexto
Recinto 1 1 n. a. 1 0 1 urnas cerámica Restos fauna, entre ellos Román y
Guerreros perros, entre otras 111 López
Águila, piezas Luján 1999
Tenochtitlan
Tlatelolco, 1 1 n. a. 1 0 1 urna cerámica Sin información Salazar
Centro 1996
Ceremonial
Templo Mayor 6 6 2 4 1 3 urnas cerámica Malacate, caracol, pedernal, Noguera
de Tenayuca obsidiana y huesos de 1935
animal, caracoles, piedra
verde, malacates, puntas
proyectil, adornos de oro,
obsidiana y cobre
Total 14 14 2 12 1 11
296 Núñez and Martínez

CONTRASTACIÓN palacio y las unidades domésticas excavadas en Yautepec,


ARQUEOLÓGICA-ETNOHISTÓRICA Capilco y Cuexcomate. Mientras que, en los centros funerarios,
de los cuales las fuentes etnohistóricas no hacen ninguna
Los documentos coloniales resultaron de gran utilidad para interpre-
mención, se entierra a la mayoría de los difuntos, lo que interpreta-
tar los contextos arqueológicos, mientras que la fuente arqueológica
mos como un significado más amplio de pertenencia a la comuni-
nos ha servido para complementar la información faltante y descar-
dad. Ahora, si vemos este problema a una escala mayor y
tar las incongruencias que, en ocasiones, presentan los documentos
comparamos los datos arqueológicos con lo descrito en los textos,
históricos. La comparación de la información de ambas fuentes nos
podemos ver la existencia de un cierto patrón radial de
ha permitido enriquecer nuestro conocimiento sobre, al menos,
distribución de las distintas categorías sociales: en el centro de la
cinco de los ritos más conocidos.
ciudad, al pie del templo principal, se depositan los restos del tla-
Sobre los funerales de los caídos en combate tenemos contextos
toani. Los hombres ordinarios y, sobre todo, las mujeres y los
arqueológicos que se ajustan adecuadamente a las descripciones
niños, sea cual sea su estatus, podían ser inhumados en sus casas.
históricas, con la ventaja adicional de que, a veces, se trata de cer-
En diferentes templos encontramos a comerciantes, hombres
emonias de cuerpo presente. Sabemos que, al menos en el caso de
comunes y mujeres muertas en parto; el caso de los guerreros
Zihuateutla, cada urna contenía un sólo individuo y los cadáveres
difiere un poco del anterior, pues aquí sabemos que sus templos
estaban frescos y articulados cuando se cremaron. En Malinalco,
se ubicaban en las afueras. En las milpas y las trojes tenemos
la asociación de objetos con simbología guerrera al depósito de cre-
infantes de tierna edad y hombres ordinarios. Y, en los sacrifica-
mados en vasijas permite asociar los contextos con las referencias a
deros de los montes, se ubican los comerciantes y los hombres
la preparación de las efigies. De tal suerte que el cuerpo y su
comunes.
representación habrían pasado por tratamientos similares. El caso
Así, no es que un espacio sea exclusivo de un grupo específico,
inverso sería el de los ahogados destinados al Tlalocan; cuando
sino que existen sitios preferencialmente ocupados por determina-
sus cuerpos no se recuperaban, eran sustituidos por una efigie con
dos sectores sociales; pero no por ello totalmente excluyentes.
los mismos elementos con que se preparaba un cadáver.
De los funerales del grupo dirigente contamos con evidencia
arqueológica que permite identificar varios de los aspectos descritos VARIQUA PIRETSPENSTANI: FUNERARIA PUREPECHA
en los textos coloniales, sin embargo debe de quedar claro que
ninguno de los contextos ha podido relacionarse con algún tlatoani En comparación con lo mexica, la información escrita sobre las
en particular. Esta situación podría esclarecerse con los actuales tra- prácticas mortuorias purepecha es escasa y fragmentaria; entre
bajos en el Templo Mayor de Tenochtitlan, donde se ha descubierto otras cosas, contamos con excelentes descripciones de los funerales
la posible sepultura de uno de estos personajes. Sus características de los guerreros y los gobernantes pero sabemos muy poco sobre los
permiten reconocer que los objetos asociados son abundantes, en destinos postmortem. Los datos disponibles sobre los contextos
comparación con los de otros rituales, y coinciden con lo mencio- arqueológicos son igualmente reducidos y, muchas veces, no se
nado por las fuentes documentales. También su localización ajustan a las descripciones que nos aportan los documentos
dentro o cerca de los principales edificios ceremoniales coincide históricos (Castro Leal 1986:5; Oliveros 2006:16). Es por ello
con la información colonial, quedan por encontrar los restos de que, para comprender aunque sea una mínima parte del sistema
los sacrificios masivos asociados a este tipo de funerals—sean o funerario tarasco, es preciso partir del estudio crítico y comparado
no quemados. de ambas clases de información. Comenzaremos por revisar las dis-
Sobre el ritual para los tocados por el rayo y otras muertes tintas informaciones que nos ofrecen los textos de la colonia tem-
acuáticas, las menciones históricas son breves pese a que debió de prana para, en un apartado siguiente, compararlas con los
ser una ceremonia importante. Sin embargo, la escasa evidencia contextos arqueológicos conocidos.
arqueológica muestra similitudes en cuanto a los objetos asociados
a ésta. Lamentablemente, las informaciones no permiten enriquecer
Los textos etnohistóricos
más nuestro conocimiento sobre los distintos matices que este ritual
pudo tener dependiendo de la muerte específica que sufrían los Las fuentes purepecha de la época de contacto nos mencionan cinco
individuos. diferentes tipos de personajes asociados a una cierta diversidad de
En el caso de los muertos ordinarios es donde la comparación tratamientos mortuorio-funerarios arqueológicamente corrobor-
arqueológica y etnohistórica ha rendido más importantes frutos, ables: los muertos en combate, los gobernantes, los sacrificados,
ya que hemos podido establecer una serie de aspectos del ritual los delincuentes y los que murieron tocados por un rayo.
que, en las fuentes escritas, son confusos o fueron omitidos. 1. Los guerreros y muertos en combate. Al igual que los
Sabemos que la inhumación era la forma común de tratamiento cor- mexicas, los purepecha solían cremar a quienes perdían la vida en
poral y no la cremación como se había sostenido tradicionalmente. el campo de batalla.
También, se ha podido determinar que otros aspectos como el sacri-
ficio de un perro y la colocación de una cuenta en la boca pudieron Sabiendo sus mujeres las muertes de sus maridos, mesábanse y
ser más metafóricos que reales, pues éstas son inexistentes en el con- daban gritos en sus casas y hacían unos bultos de mantas, con
texto arqueológico. Lo mismo ocurre con relación a los objetos sus cabezas, y cubrían con mantas aquellos bultos y
llevábanlos de noche y poníanlos en orden delante de los cues,
ofrendados, que en las fuentes históricas se mencionan como abun-
cabe los fogones, y tañían unas cornetas y caracoles. Poníanles
dantes y en la realidad arqueológica son muy escasos o ausentes. a aquellos bultos sus arcos y flechas y sus guirnaldas de cuero
El análisis de los espacios donde sepultaban a los muertos nos y sus plumajes colorados en las cabezas y poníanles muchas
muestran que en espacios habitacionales se enterraban sólo ofrendas de pan y vino y quemábanlos […] Los de la gente
algunos individuos, principalmente mujeres e infantes vinculados común hacían de esta misma manera. Y tomaban las cenizas y
más con el ámbito doméstico—como se pudo observar en el poníanlas en unas ollas y poníanles sus arcos y flechas y
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 297

Figura 3. Del lado derecho se observa la imagen de un combate y en el izquierdo las viudas realizan ceremonia ante las efigies de los
guerreros muertos. Lámina 7 de la Relación de Michoacán.

enterraban aquellas ollas. Y después juntábanse todos sus par- mujeres y sirvientes que habrían de sacrificarse para que lo
ientes del muerto en su casa y consolábanse […] —¡Murió en acompañaran en el inframundo. Incluso se supone que algunos de
la guerra, hermosa muerte es y de valentía es! ¿Cómo nos ellos se ofrecían voluntariamente para el sacrificio por temor a ser
dijo?, ¿Cómo otra vez vendrá el pobre? (Alcalá 1980:250). maltratados por el nuevo dignatario (Alcalá 1980:276). Por la
noche, sacaban al cadáver de sus aposentos en procesión hasta la
La Relación de Michoacán (Alcalá 1980:folio 20) nos presenta una pira donde lo quemaban. A las víctimas sacrificiales las enterraban
imagen en la que, por el lado derecho, se ve a una serie de guerreros detrás del edificio de Curicaueri, mientras que el bulto señorial—
transportando a sus compañeros muertos, mientras que, en el compuesto por los restos cremados, cabello, uñas, joyas e insignias-
izquierdo, se les ve como bultos funerarios frente a sus respectivas era depositado al pie del mismo edificio:
ofrendas; ahí vemos también a sus mujeres e hijos llorando (Figura 3).
Aunque cabe la posibilidad de que, como en el caso mexica, los [Hacían] al principio de las gradas, debajo, una sepultura de más
difuntos pudieran ser sustituidos por una de sus insignias en el rito de dos brazas y media en ancho, algo honda, y cercábanla con
funerario—probablemente el arco y la flecha—parece ser que, petates nuevos por dentro y en el suelo ponían allí una cama de
cuando las bajas eran demasiado cuantiosas o los combates tenían madera dentro. Y tomaban aquellas cenizas, con aquel bulto
lugar en poblaciones lejanas, los cuerpos eran simplemente abando- así compuesto, un sacerdote de los que llevaban los dioses a
nados en el campo de batalla. La Rea (1996:76), un cronista del cuestas, y poníanselo a las espaldas; y así lo llevaban a la sepul-
tura donde, antes que lo pusiesen, habían cercado aquel lugar de
siglo XVII, al referirse a los restos de un enfrentamiento entre
rodelas de oro y plata por dentro, y a los rincones ponían muchas
mexicas y purepecha, propone que “recurramos a los huesos que
flechas, y ponían allí muchas ollas y jarros y vino y comida y
hoy se ven entre Maravatio y Tzitácuaro, cuyas memorias están metían allí una tinaja, donde aquel sacerdote ponía aquel bulto,
representando la más ilustre victoria que tuvo el rey de Mechoacan”. dentro de la tinaja, encima de la cama de madera: que mirase
2. Los gobernantes. La información sobre este ritual procede de hacia oriente. Y ponían allí encima de la tinaja y cama muchas
la Relación de Michoacán (Alcalá 1980:274–278; Rea 1996:84–88) mantas, y echaban allí petas [sic] y muchos plumajes con que
y describe diferentes aspectos del proceso de muerte: duelo, luto y él bailaba y rodelas de oro y plata y otras muchas cosas, y
manejo del cadáver. Se dice que, cuando el irecha (también llamado ponían unas vigas atravesadas encima la sepultura y unas tablas
cazonci) enfermaba de muerte, se daba aviso a los señores subordi- y envarábanlo todo por encima (Alcalá 1980:276).
nados para que se presentaran con obsequios y rindieran homenaje
al cadáver. Junto al lecho de muerte sólo se permitía el acceso a sus En el códice que acompaña a la Relación de Michoacán (Alcalá
sirvientes y su más cercano núcleo familiar, de modo que los visi- 1980:folio 29v) se ilustra con detalle la ceremonia funeraria del
tantes debían dejar sus presentes frente a su silla e insignias y aguar- gobernante; desde la preparación del cadáver en sus aposentos
dar el momento del deceso. Un grupo de personajes notables eran hasta su cremación y depósito en una urna a los pies del templo
los encargados de limpiar el cuerpo, vestirlo y ornamentarlo. de Curicaveri. El texto iconográfico nos aporta dos detalles particu-
Antes de conducir al cadáver a la plaza de los principales templos larmente interesantes: en primer lugar, vemos que a lo largo de
para su cremación, su hijo y sucesor señalaba a los médicos, dicha ceremonia se tocan instrumentos de viento; mismos que
298 Núñez and Martínez

Figura 4. Imagen que describe las diferentes fases del funeral de un gobernante. Arriba izquierda se ve el cadáver amortajado rodeado
de los familiares y otros asistentes. Abajo derecha, procesión con el cadáver. Abajo derecha, sacrifico de acompañantes por golpe de
porra. Arriba derecha, cremación del cuerpo. Arriba centro, colocación de las cenizas en el templo. Lámina 16 de la Relación de
Michoacán.

según la fuente (Alcalá 1980:142), se asocian a la llegada de los Acostumbraban los señores, cuando morían, de matar mucha
dioses. En segundo, observamos que, en este caso, los individuos gente consigo que decían que los llevaban para el camino y
sacrificados no son matados por extracción de corazón sino por des- que aquellos eran su estrado y cama, y encima de ellos los enter-
nucamiento con una porra o masa (Figura 4). raban. Mataban algunos hombres y echábanlos en la sepultura, y
encima de aquellos ponían al señor muerto, y sobre él, ponían
De acuerdo con la fuente, la cremación del cuerpo de los señores
más muertos, así que no llegaba la tierra a él. Y aquellos
y la correcta disposición de sus restos parecen haber sido fundamen- muertos decían que eran estrado de aquel señor que moría
tales en la ideología tarasca pues, tras haber muerto quemado el (Alcalá 1980:164).
último irecha a manos de Nuño de Guzmán, sus sirvientes procur-
aron recuperar sus huesos para colocarlos en una urna y completar el
ritual. El problema es que, en otra parte, se sugiriere que el cuerpo del
mismo gobernante fue cremado y sus cenizas enterradas. Se dice
Sus criados andaban cogiendo por allí las cenizas, e hízolas echar que, tras haber sido enterrado en Pátzcuaro, “le sacó después un
Guzmán en el río […] Todavía algunos criados suyos trajeron de español, digo sus cenizas, con no mucho oro porque era en el prin-
aquellas cenizas y las enterraron en dos partes: en Pazcuaro y en cipio de la conquista” (Alcalá 1980:195). Tampoco se aclara, en el
otra parte. Y con las que enterraron en Pazcuaro pusieron una
caso de Hiripan, si su cadáver fue inhumado o si fue cremado. Pues
rodela de oro y bezotes y orejeras, según su costumbre, y todas
las uñas y cabello que se había cortado desde chiquito, y
la Relación (Alcalá 1980:214) sólo nos indica: “en Coyoacán fue
cotaras y camisetas que había tenido cuando pequeño, porque enterrado Hiripan y después lo sacó de allí un español y tomó el
esta costumbre era entre ellos. Y en otra parte dicen también oro que había allí con él”.
que enterraron de aquellas cenizas y que mataron una mujer, Otro elemento contradictorio es que, en la descripción de los funer-
no se sabe donde (Alcalá 1980:354). ales del irecha, se dice explícitamente que a sus acompañantes se les
enterraba en un lugar distinto del ocupado por los restos del cadáver
En otra parte de la Relación de Michoacán (Alcalá 1980:51) nos principal, mientras que, en el citado pasaje, se declara que se le
enteramos que una persona puede dar algunos bienes al muerto sepulta justo entre ellos. ¿A caso esto significa que las prácticas funer-
sin que este esté necesariamente en el lugar de la ofrenda; dicho arias purepecha se modificaron de la época de Tariácuri al momento
don se hace a través del fuego. Así, una anciana declaró sobre sus de la llegada de los españoles? Y, por si esto fuera poco, La Rea
sobrinos y futuros señores: “si son muertos, meteré en la lumbre (1996:87) añade que los sacrificados en estos ritos funerarios eran
estas dos mantas para quemarlas en su nombre”. sepultados “arrojándolos de dos en dos en unas ollas grandes”.
En cuanto al tratamiento y disposición de los restos del gober- 3. Los sacrificados. Aunque no sabemos si el tratamiento mortuorio
nante, la Relación de Michoacán nos advierte sobre la existencia de esta clase de difuntos corresponde a un rito funerario o a una suerte
de una cierta variabilidad. Por ejemplo, un pasaje en que se de ofrenda, conviene explicar el destino último de sus restos; cuando
relatan las intenciones de Tariácuri de intercambiar guerreros, menos, con la intención de distinguirlos de los otros esqueletos que
como víctimas sacrificiales, con otro irecha nos revela que: se puedan encontrar. Ya dijimos que quienes eran sacrificados en los
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 299

funerales del irecha eran sepultados detrás de los templos, junto a los cremados y/o sepultados entre los cadáveres de sus
gobernantes o en grandes urnas. A ello podemos sumar que, en una acompañantes, las víctimas sacrificiales eran sepultadas en
pintura que vio Beaumont (1932, II:26) “se ven, igualmente, sus “osarios” o tiradas al agua, mientras que los delincuentes eran enter-
yácatas, que eran unos osarios, donde sepultaban los huesos de los rados, abandonados en el campo para ser devorados por animales o
que morían sacrificados y encima formaban unos cerritos de piedras arrojados al agua. El más importante hueco de información es la
a mano”. La idea del osario se encuentra igualmente presente en los total falta de datos sobre los funerales de las personas ordinarias,
diccionarios antiguos; se traducen las palabras vni hatziraquaro por de aquellos hombres, mujeres y niños que, sin ser parte de la
“ossario donde echan los huessos” y vniendo por “carnero donde nobleza, morían por enfermedad, a causa de algún accidente o
echan los huesos de los difuntos” (Warren 1991, I:139, 533). debido a padecimientos asociados a la edad. La única vaga
También encontramos el término conuraquaro como traducción de mención con que contamos sugiere su inhumación; se dice a una
“ciminterio” (Warren 1991, I:198); mas este parece ser un sentido viuda “—no tornes a desenterrar a tu marido con lo que dijeren
introducido por los frailes evangelizadores pues conuni no quiere de ti” (Alcalá 2008:20v).
decir más que “ser ancho y espaçioso patio o plaça”—lo que da por
traducción “donde es espaciosa o ancha la plaza o patio” (Warren
ANÁLISIS de los CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS
1991, II:104). De modo que, aunque los datos son escasos, estos nos
hacen suponer que lo más común era su enterramiento y depósito Si la información en las fuentes documentales de la Colonia tem-
final en osarios. prana es escueta, los datos arqueológicos no parecen ser mucho
En otro caso, se nos explica que algunas mujeres sacrificadas, en más prolíficos. Contamos con alrededor de 350 entierros tarascos,
este caso parientes del enemigo, eran arrojadas al agua “—¡Sus her- o de influencia tarasca, encontrados en 15 sitios diferentes (Tabla 2);
manas llevadlas al cu de Puruaten y sacrificadlas y echadlas en la Tzintzuntzan, Tres Cerritos, Huandacareo, Las Milpillas (Zacapu),
laguna” (Alcalá 1980:folio 84). La misma acción es claramente El Tejocotal (Zacapu), Yacata Tata Julio (Zacapu), El Palacio-La
representada en las imágenes que acompañan a la Relación Crusita (Zacapu), Yacata de la cuchilla mocha (Zacapu), Ihuatzio,
(Alcalá 1980:folio 84). Estos datos son también corroborados por Apatzingan, Uricho, Tócuaro, Copándaro, Lagunillas y Santo
Basalenque (1963:125); quien nos dice sobre la laguna de Domingo (Figura 1); entre estos, los cuatro primeros son los que
Yuririapundaro: “que allí echaban los cuerpos que se sacrificaban nos han proporcionado mayores datos.
a sus dioses, desto no hay escrito, sola tradición”. Sabemos que algunos investigadores han cuestionado la filiación
4. Los delincuentes. Se dice que a algunos de los de esta clase los cronocultural de los sitios de Huandacareo y Tres Cerritos. Al
sepultaban, a otros los abandonaban en el campo para que fueran respecto, presentamos el testimonio de la arqueóloga que se
devorados por coyotes y aves de rapiña y a otros más se les arrojaba ocupó del estudio. En lo referente a Huandacareo, se indica “la cer-
a los lagos o ríos (Acuña 1987:84; Alcalá 1980:203, 253). Este tidumbre de que se trata de un sitio tarasco se basa en los elementos
último es el caso de Curatame, de quien Tariácuri, su padre, culturales rescatados, entre los que, para un fechamiento, sobresalen
exclamó: “—¡Muera el bellaco lujurioso! […] ¡Echadle a la la cerámica y la metalurgia” (Macías Goytia 1990:210). Las cosas
laguna!” (Alcalá 1980:171). Algo semejante se supone debería son mucho más complejas en Tres Cerritos pues, además de encon-
suceder a Mahuina, la cuñada infiel del mismo Tariácuri: “— trarse materiales teotihuacanos y tarascos en los mismos contextos,
¡Plugiera a los dioses que la tomaran y la sacrificaran sus hermanos existen casos en los que, en una misma sepultura, se obtuvieron
y la echaran en el río” (Alcalá 1980:146–147). Por último, parece fechamientos separados por más de mil años. Entre otras
ser que, en algunas regiones, los cadáveres también podían ser arro- hipótesis, esta situación lleva a la autora a suponer que “los materi-
jados al mar; pues el Diccionario grande de la lengua de ales teotihuacanos pueden haber sido reutilizados, lo que fue usual
Michoacán (Warren 1991, I:284) traduce la palabra vuahtahpen- en las prácticas funerarias […] En el caso de los objetos rescatados
stani por “echar, la mar los muertos de sí”. Siguen faltándonos en Tres Cerritos, la cultura que se pudo identificar plenamente fue la
datos concluyentes, mas pudiera ser que el abandono del cadáver tarasca, aunque no se descarta la presencia de grupos de otras áreas
se asociara a los delincuentes comunes y el hundimiento del culturales” (Macías Goytia 1997:402, 481). En todo caso, cabe men-
cuerpo a los trasgresores de la clase gobernante. Una segunda cionar que los patrones funerarios de Huandacareo y Tres Cerritos no
opción es que el depósito en el agua estuviera específicamente difieren significativamente de los que sí han sido aceptados como
ligado a los pecados de orden sexual. También es probable que plenamente posclásicos. De modo que, de tratarse de enterramientos
esta diversidad de disposiciones estuviera vinculada a destinos previos, estos manifestarían una cierta continuidad cultural en la
diferentes. Ya que, en el caso de los cuerpos dejados a los animales región (autores como Begun [2008:311–318], Pollard [1994:48,
carroñeros, se aclara que “eran dedicados aquellos al dios del 2008:224–225], Darras [2008:260], y Hirshman [2008:300], han
infierno” (Alcalá 1980:203). En este sentido, se podría suponer presentado otras evidencias materiales para sustentar la hipótesis
que el hundimiento del cadáver se aplicara a quienes tenían un de la continuidad entre los grupos del clásico y el posclásico).
destino postmortem vinculado a las deidades del agua. Hemos podido asociar algunos vestigios arqueológicos con los
5. Los tocados por el rayo. En el único caso conocido, se men- rituales descritos en las fuentes documentales. Sin embargo,
ciona la momificación del cuerpo y la deificación del personaje corre- también observamos que, más allá de servirnos para corroborar la
spondiente: “Hiquingaje tuvo un hijo de su mismo nombre, que dicen existencia de una u otra práctica mencionada por los escritos, el
que le dio un rayo y matóle y embalsamáronle y teníanle como a dios, estudio de los contextos tarascos nos aporta una gran variedad de
en la laguna, hasta el tiempo en que vinieron a esta provincia los información complementaria. Son justamente estos datos los que
españoles que lo quitaron donde estaba” (Alcalá 1980:213). nos pueden ayudar a comprender los rituales funerarios de los
Encontramos que, salvo los muertos en batalla y los tocados por muertos comunes.
el rayo, casi todas las clases de difuntos se vinculan a más de una 1. Guerreros y muertos en combate Contamos con algunos ves-
práctica funeraria: los guerreros son cremados, los rayeados momi- tigios que pudieran ligarse a los funerales de guerreros. En
ficados y conservados como reliquias, los gobernantes son Tzintzuntzan se encontró, en la parte norte de la Plataforma, una
300 Núñez and Martínez

concentración de huesos humanos semi-incinerados e intactos bajo como establecen las fuentes, nosotros suponemos que debieron ser
un muro de construcción. “Se nota la separación intencional que se enemigos sacrificados—tal vez por extracción del corazón- en honor
hizo de los huesos largos de ambas extremidades, entre los cuales se a la deidad del templo.
encontraron cuatro huesos con estrías” (Peña Delgado 1980:126). Por otro lado, es muy posible que los restos de adolescentes des-
En el sitio de Tres Cerritos, en la región de Cuitzeo, Macías nucados, asociados a bezotes, oro y muchas joyas, que encontró
Goytia (1997) encontró, en una plaza, fragmentos óseos cremados Rubén Cabrera detrás de una de las yacatas de Tzintzuntzan, corre-
depositados al interior de un cajete. En Huandacareo, la misma spondan efectivamente a los restos de acompañantes de un antiguo
investigadora (Macías Goytia 1990) localizó restos quemados señor muerto. Esto, se apoya en parte en el hecho de que, según las
acompañando a una serie de huesos desarticulados y cenizas junto observaciones de Pereira (2005: 293–312), los cráneos se fractur-
a grupos de cráneos aislados. En Apatzingan, Kelly (en Cabrero aron cuando aún estaban frescos.
1995:55–56) observó un entierro primario depositado junto a una Además de los llamados “osarios” de Tzintzuntzan y
capa de cenizas. En Tócuaro y Lagunillas también se han encon- Huandacareo, contamos otros vestigios que pudieran ser interpreta-
trado restos óseos semi-incinerados al interior de cuencos dos como restos de individuos sacrificados: encontramos grupos de
cerámicos (Pulido 2006). cráneos sepultados independientemente de sus cuerpos en
Considerando que se trataba de un estado en plena expansión al Tzintzuntzan, Tres Cerritos, Huandacareo, las Milpillas e Ihuatzio;
momento de la llegada de los conquistadores y que algunas de las en ocasiones, estos han conservado la mandíbula y se encuentran
batallas que sostuvieron con los mexica debieron provocarles un en relación anatómica con las últimas vértebras, más raramente, se
gran número de bajas, resulta evidente que esta clase de rituales han observado huellas de corte sobre el atlas. En Tres Cerritos, se
se encuentra insuficientemente representada en el contexto localizaron entierros de individuos que tenían los brazos cruzados
arqueológico (ver Chimalpahin [1998:267–269], Durán [1995, en las espaldas, como si estuvieran atados, y sin manos. En el
I:341], y Muñoz Camargo [1998:145–146] sobre la guerra mismo sitio, se observaron cráneos fracturados por percusión; tal
mexica-tarasca). Esto parece apoyar nuestra la idea de que, en como hubiera sucedido en una ejecución por desnucamiento. En
algunos casos, los restos eran cremados y sepultados in situ y no Huandacareo, se observan además grupos de huesos largos con
en las ciudades. estrías a manera de omichicahuaztli mexica (Borbolla 1948;
2. Funerales señoriales. En lo que se refiere a los gobernantes, Cabrera 1987; Cabrero 1995:51–56; Castro Leal 1986; Macías
podemos decir que todavía no se ha localizado ninguno de los sun- Goytia 1986, 1990, 1997; Puaux 1989).
tuosos bultos funerarios de los irecha que nos mencionan las Aun en el caso de las huellas de corte sobre cráneos es imposible
fuentes. Y difícilmente, los escasos contextos de cremación, hasta saber si la persona estaba viva cuando se le cortó la cabeza; sin
ahora conocidos, podrían relacionarse con los lujosos rituales de embargo, es altamente probable que estos restos se ajusten a
los gobernantes—con grandes cantidades de oro y plata derretidos. algunas de las muertes rituales descritas por los textos antiguos.
No obstante, en opinión de Seler (2000:209), cuando Lumholtz Pollard (1993:155) sugiere que “los múltiples huesos desarticu-
excavó por primera vez en Zacapu, encontró que las cosas “corre- lados ‘extra’ encontrados en las inmediaciones de los recintos cere-
sponden exactamente a lo que la Relación de Michoacán nos dice moniales eran los entierros de víctimas sacrificiales después de
del entierro del rey, del modo y sitio en que depositaban las haber sido matadas y desmembradas, o de cráneos de los sacrificios
cenizas mismas, y cómo habían sido enterrados, revueltos unos después de que fueron removidos del tzompantli adyacente a los
con otros y sin ningún orden, los cadáveres de los esclavos que le templos principales”. Aunque esto es altamente factible, nosotros
hacían compañía al rey”. Por desgracia, la falta de registros precisos consideramos que esta clase de elementos no constituyen una
por parte del célebre investigador escandinavo nos impide corro- prueba suficiente de sacrificios humanos. Pues, en algunos casos,
borar estas informaciones. es posible que los restos de un cadáver antiguo fueran simplemente
Una de las razones por las que, hasta ahora, no se ha localizado removidos de su depósito original para dotar de un nuevo sentido a
ninguno de los entierros señoriales es la muy difundida costumbre un espacio ritual o representar relaciones entre personajes y enti-
colonial de buscar tesoros en los restos funerarios indígenas. dades sobrenaturales. Puaux (1989) pudo notar en Las Milpillas
Prueba de ello es el siguiente testimonio del siglo XVIII: “Ha que, algunos de los huesos desarticulados que aparecían en un enti-
habido curiosos que a las inmediaciones de ellas [las yácatas de erro correspondían a las partes faltantes de otro.
Puruándiro] a escarbado por estar el vulgo imbuido en que los gen- 4. Sobre los muertos ordinarios. Según Pollard (1993:155), “el
tiles, juntamente con sus cuerpos enterraban plata, oro y alajas” tratamiento primario del muerto parece haber sido la cremación
(Relación de Puruándiro en Paredes 2005:60). Como sea, cabe […] Sin embargo, la nobleza, los cautivos de guerra y las víctimas
destacar que, al menos, en los casos conocidos, no se han encon- sacrificiales eran enterrados en una variedad de contextos que, a
trado entierros particularmente suntuosos al pie de las pirámides veces, se complementan con las descripciones etnohistóricas de las
–lugar donde, según las fuentes, deberían aparecer los señores. celebraciones fúnebres”. En las fuentes documentales, encontramos
3. Sacrificados y acompañantes fúnebres. Al re-estudiar los un par de datos bastante oscuros que parecen ir en esta dirección.
cráneos que Lumholtz extrajo de El Palacio, Pereira (2005: En primer lugar, tenemos que, cuando la Relación de Michoacán
299-308) encontró que muchos de ellos eran de hombres con (Alcalá 1980:250) nos habla de los funerales de los guerreros, se con-
múltiples traumatismos en la parte frontal y superior de la bóveda cluye la explicación diciendo que “los de la gente común hacían de
craneal—tal como las que podrían haber sido ocasionadas por el esta misma manera”. Lo cual, en realidad, no aclara si la gente
golpe de una porra en un combate frontal. El hecho de que, en común hacía así cuando sus parientes morían en batalla o si, en
algunos casos estas heridas parezcan haber sanado asociado a que general, procedían de este modo. Un segundo indicio de la preeminen-
fueron sepultados con omichicahuaztli—instrumento musical cia de este tipo de rituales puede ser el hecho de que el Diccionario
ritual, fabricado a partir de huesos de sacrificados, usado en funer- grande de la lengua de Michoacán (Warren 1991, I:414) menciona
ales de guerreros mexica—hace suponer al investigador francés que una cierta “hoguera para quemar muertos”—uaricha curiransquaro,
debió tratarse de guerreros. Por el hecho de no haber sido cremados curirahperansquaro. En los mitos mexicas, se dice que los hombres
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 301

del presente fueron creados a partir de los huesos y/o las cenizas de ADN fósil que pudieran ayudarnos a reconocer el parentesco
los humanos de épocas anteriores (Mendieta 1980:78; Torquemada biológico, pero podemos imaginar que, si las sepulturas múltiples
1986, II:7; Velásquez 1945:121, 125). En las versiones purepecha, se vinculan a entierros familiares, en los casos femeninos habría
sólo se indica que fueron creados de ceniza; si se tratara igualmente una mayor tendencia a subrayar sus vínculos parentales. Salvo por
de los restos de los ancestros, ello tendería a señalar a la cremación los dos o tres malacates y puntas de proyectil encontrados, los mate-
como proceso funerario dominante (ver Acuña 1987:36; Ramírez riales asociados no parecen connotar el género de los individuos
1980:359). enterrados; pues los objetos ligados a los esqueletos femeninos no
Sin embargo, también hemos podido observar que, en el con- difieren de los del común de la población: cerámica utilitaria,
texto arqueológico, este tipo de prácticas parecen tener muy poca cuentas de barro, vasijas miniatura, fragmentos de metal, casca-
recurrencia. Obviamente, la escasez de contextos mortuorios pure- beles, textiles y anillos.
pecha no nos permite descartar del todo la posibilidad de la Todavía constituye un caso aislado pero vale la pena mencionar
cremación como procedimiento dominante; pues, siempre es la existencia de una urna que, en lugar de contener los restos crema-
posible que un día se encuentre una cantidad inusitada de materiales dos de un guerrero, resguarda un esqueleto femenino con huellas de
de este tipo. Mas, si, en lugar de especular, nos apoyamos en las evi- exposición al fuego.
dencias disponibles, debemos admitir que la mayoría de los datos Aunque pudiera pensarse que, al igual que con las mujeres, en el
parece señalar a la inhumación como práctica más recurrente. tratamiento de los infantes se subrayaran sus lazos familiares, hemos
Aunque también son comunes los entierros en plataformas, podido observar que este no es siempre el caso. De los once niños
templos, unidades domésticas y edificios cívico-ceremoniales, en que aparecen en Tres Cerritos, sólo uno se encontró acompañado de
varias ocasiones, se observaron áreas reiterativamente dedicadas otros esqueletos. Entre los siete de Huandacareo únicamente uno
al depósito de cadáveres. Este parece ser el caso del lado sur de la figura en asociación a otros individuos. Mientras que, en Las
Yacata 3 de Tzintzuntzan, la Plaza Central de Tres Cerritos, la Milpillas, once se encuentran vinculados a adultos y sólo dos de
Plaza Hundida y el Patio de las Tumbas de Huandacareo y los alre- manera aislada.
dedores de la Pirámide B en Las Milpillas. Dentro de dichos espa- Sin embargo, más allá de las variaciones regionales, podemos
cios se observan sepulturas en fosas, urnas y cistas, en tumbas y ver que lo que aquí parece acentuarse es la singularidad del
sobre ellas, entre grandes piedras, sobre pisos de lodo y estuco, y, evento. En contextos tarascos, los entierros en urnas parecen ser
como caso extraordinario, al interior de una tumba de tiro—tal sumamente raros—poco más del 3% de la muestra; sin embargo,
vez más antigua y reutilizada en tiempos posclásicos. Tenemos enti- entre ellos, el 50% corresponden a menores de 15 años y, en
erros múltiples e individuales que pueden contener tanto individuos proporción al número total de infantes encontrados, esto representa
completos y en relación anatómica como restos desarticulados—e 26.5%. En casi ninguno de los casos tratados, se encontraron entier-
incluso descuartizados—de diversos cuerpos. ros infantiles sobre pisos; lo que tendería a suponer que, cuando no
No obstante, dentro de toda esta variabilidad, alcanzamos a reco- se colocan en piezas cerámicas, es preferible que entren en contacto
nocer—en todas la categorías de edad y sexo- una cierta tendencia a directo con la tierra—cosa contraria a lo que sucede con el irecha.
las inhumaciones primarias, directas, en posición flexionada, sin De los 21 infantes que se encontraron aislados, nueve no contaban
orientación preferencial y en centros funerarios; lo cual ya había con ninguna clase de materiales asociados y, salvo en raras excep-
sido observado por Michelet et al. (2005:246). Dicho sea de paso, ciones, los objetos fueron bastante pobres: cerámica, hueso, obsidi-
Pollard y Cahue (1999) apuntan que, en Uricho, los entierro ana, cobre y figurillas de barro. Así, si consideramos que, en el caso
múltiples son más comunes en el clásico y epiclásico que en del cazonci, la Relación de Michoacán especifica que los sirvientes
posclásico. Considerando que los contextos de enterramiento se sacrificados y los objetos depositados son los que el muerto había de
asocian a las muertes comunes de individuos ordinarios, podemos llevar consigo en el camino, con los infantes, podría considerare
deducir que cualquier otro procedimiento implicaría una cierta que, más allá de su estatus social, estos no requieren de mucho
distinción; ya sea por su tipo de muerte, su estatus o el tipo de rela- “equipaje”. El hecho de que se prefiera colocar sus cuerpos directa-
ciones específicas que puedan establecerse entre el muerto y su mente en la tierra podría muy bien ser interpretado como un mayor
comunidad. A partir del estudio de las pequeñas constantes que se contacto con esta deidad; misma que, dicho sea de paso, era imagi-
observan en las desviaciones a la norma, hemos podido recuperar nada como esposa del Dios del Infierno y madre de todas las plantas
una pequeña parte de ese complejo lenguaje funerario. silvestres (Ramírez 1980:360). No es difícil encontrar la analogía
4.1 Variaciones asociadas a edad y sexo. Lo primero que entre el feto en el vientre materno y el cuerpo de un menor al interior
podemos notar al tratar los contextos mortuorios tarascos es la desi- de una vasija. De modo que, añadiendo a esto el hallazgo de la fig-
gual distribución de los muertos en los distintos grupos de edad y urilla de una madre amamantando en un entierro infantil, podemos
sexo. Pues, según hemos podido observar, sólo el 6% de los restos suponer que tales procesos funerarios se asocian a la idea de un
encontrados fueron clasificados como niños, adolescentes y neona- regreso al útero terrestre y un nuevo nacimiento a partir de él.
tos. Pollard (1993:155) propone que “había probablemente un trata- 4.2 El problema del estatus social. Macías Goytia (1986) asocia
miento aparte para los infantes”, pero esta sugerente hipótesis la presencia de bienes de prestigio a entierros de la clase gobernante.
todavía queda por corroborar. Al mismo tiempo, notamos que, en Sin embargo, es preciso aclarar que tales elementos no bastan para
el total de la muestra, los esqueletos de mujeres son considerable- deducir la pertenencia a una cierta clase social; pues la propia
mente menos cuantiosos que los de hombres; aun en Las Milpillas Relación (Alcalá 1980:276–277) establece que a los sacrificados
y Uricho, donde se cuenta con un mayor índice de población en las exequias de un gobernante—que, por lo común, eran esclavos
sexuada, sólo el 38.3% y 31.6% fue identificado como femenino. y sirvientes—“enterrábanlos detrás del cu de Curicaveri, a las espal-
En los casos conocidos, las mujeres suelen presentarse más fre- das, con todas aquellas joyas que llevaban, de tres en tres, y de
cuentemente en entierros múltiples que los varones—18 en cuatro en cuatro”. Es innegable que la abundancia de objetos asocia-
compañía de otros restos y 18 inhumaciones individuales. La dos se vincula a una cierta distinción social—que no necesariamente
muestra es aun reducida y seguimos careciendo de estudios de es positiva; la cuestión es que este no es el único medio para resaltar
302 Núñez and Martínez

las cualidades, individuales o grupales, específicamente asociadas a RITOS FUNERARIOS y DESTINOS POSTMORTEM
uno o varios muertos. En este sentido, el trabajo de Stawski (2008),
Sólo contamos con una vaguísima mención sobre los distintos des-
quien se vale del análisis cerámico para definir distintos grupos
tinos postmortem de los antiguos tarascos.
sociales y su distribución en el espacio, podría ser gran utilidad
para trabajos futuros.
Quanto a la ynmortalidad del ánima, y los lugares donde yban,
Sabemos, por las imágenes presentadas en el códice de la tenían también grandes desatinos; aunque conocían aver cielo,
Relación de Michoacán (Alcalá 1980:folio 60), que los bezotes y donde yban los dioses y los demás que lo merecían haber sido;
las pipas estaban ligadas al poder político y una alta posición en y el ynfierno, donde yban la demás gente. Y tenían que vivían
la escala social. Sin embargo, en el contexto arqueológico como acá. Y ansí, procuraban llebar muchas cosas para poder tra-
podemos observar que, aunque ningún infante figura asociado a baxar y vivir; y los hombres principales, matar muchos que les
esta clase de objetos y tienden a predominar los ancianos, pocas acompañasen allá (Ramírez 1980:361).
veces, estos se encontraron acompañados de grandes cantidades
de materiales. Considerando que, en múltiples ocasiones, las Así, siguiendo lo expuesto por tal documento, tendríamos que la
fuentes destacan la modestia y humildad de los caudillos división entre los que van al “cielo” y los que van al “ynfierno”
uacúsecha, es posible que, a veces, la pertenencia a la clase gober- dependería de una cierta valoración de los méritos alcanzados
nante no se vea reflejada en un entierro fastuoso (Alcalá 1980: durante la vida; pues a un lado van “los dioses” y los que “lo
121–124, 160, 196-197). merecían haber sido” y al otro “la demás gente”.
Todas las inhumaciones en urna son individuales; por lo que se Pensando que el contexto funerario refleja, de algún modo las
puede suponer que lo que se pretende remarcar es la singularidad del ideas sobre el destino postmortem, podemos suponer que la práctica
evento y no la integración del sujeto a un determinado conjunto. De más usual—la inhumación—estaba ligada a la morada de la mayor
los 17 individuos que fueron sepultados en urnas, nueve eran parte de la población—es decir, los hombres comunes que no son
menores de 15 años, dos indeterminados y seis adultos. De los dioses ni merecerían haberlo sido al ynfierno. Esto parece mucho
adultos tres eran mujeres jóvenes, otro un hombre anciano, uno más coherente cuando tomamos en consideración que la deidad
más una mujer de la misma edad y el último un adulto de edad inde- telúrica—en cuyo cuerpo se deposita el cadáver—era mujer del
terminada. Asociando este tipo de prácticas a las ideas de dios de este lugar (Ramírez 1980:359). El que se supusiera que en
renovación que rodean a las sepulturas de algunos niños, el caso el inframundo “vivían como acá” se hace evidente en las cualidades
de los ancianos constituiría una excepción que, tal vez, podría ser de los objetos que acompañan a la mayoría de los individuos, pues,
explicada a través de los méritos que permiten un destino postmor- por lo general, estos se asocian a las actividades cotidianas. No
tem compartido con los menores. Otro elemento de diferenciación obstante, cabe mencionar que la relación entre inhumación e ynfierno
que se observa en Huandacareo es el uso de pintura roja en los con- no es automática, pues la propia Relación de Michoacán (Alcalá
textos funerarios; pues, aunque esto es recurrente en Apatzingan, 2008:134v) nos dice explícitamente sobre los delincuentes abandona-
resulta bastante inusual en la región tarasca—no obstante es cabe dos en los campos que “eran dedicados aquellos al dios del infierno”.
recordar que, aun en la actualidad, el pan de muerto michoacano Siguiendo la misma lógica, podemos imaginar que el destino más
es de silueta humana y se adorna con azúcar teñida de rojo. glorioso—el cielo—correspondía a quienes se habían distinguido por
Al mismo tiempo, es preciso señalar que, en los contextos funer- una vida más meritoria; los guerreros y gobernantes. Sabemos que el
arios, también se pueden observar medios para subrayar la irecha actuaba como representante de Curicaueri—la deidad solar y
integración del individuo al grupo más allá de su identidad personal. patrona de los uacúsecha. Por tal motivo, sus principales funciones
Cuando se trata de entierros de huesos sueltos es bastante raro que se eran asegurar la administración de su culto, a través del ofrecimiento
les encuentre vinculados a otras clases de materiales; la única de fuego y víctimas sacrificiales, y la expansión de su territorio, a
excepción esta constituida por las sepulturas de grupos de través de la guerra—recuérdese que a Curicaueri “sus padres” le
cráneos, que pueden o no relacionarse con depósitos rituales— encomendaron conquistar la tierra (Espejel 2008:304–311;
54.5% se asocian a otros restos. Se observan objetos colocados en Martínez González 2009). Aquí vale la pena recordar que, en las
las inmediaciones de la mayoría de los entierros múltiples pri- descripciones del funeral del cazonci, existen varios elementos que
marios—80% de ellos. Mientras que, en 91% de los casos que tienden a sugerir su identificación con el dios solar: pues, además
contenían huesos desarticulados acompañando entierros primarios, de ser cargado por “un sacerdote de los que llevaban los dioses a
también se localizaron otros materiales. Esto nos hace pensar en cuestas”, es paralelamente al ciclo diario del sol que, después de
la posibilidad de que, en el último caso, los restos humanos muerto, se saca al gobernante a media noche y se espera que ya
fueran pensados como posesiones del difunto—tal vez, trofeos de esté cremado al amanecer, se le pone viendo hacia oriente y se le enti-
guerra o parte de los dones que se le hacen—probablemente erra en las escaleras del templo de Curicaueri. Además de que muchos
restos de las víctimas sacrificiales. de los señores tenían una importante participación en los conflictos
A muy grandes rasgos, observamos que los diferentes tratamien- armados, el hecho de ser los principales agentes en la captura de
tos funerarios responden a una cierta diferenciación de los personajes los enemigos y la expansión territorial debió significar a los comba-
siguiendo una escala de méritos en cuatro niveles. 1. Incineración, tientes un rol, hasta cierto punto, semejante al de los señores.
para gobernantes y muertos en batalla. 2. Inhumación, para gober- En este caso, resulta claro que la pertenencia a un alto estrato
nantes, gente común, delincuentes y sacrificados. 3. Hundimiento social tampoco debió significar el automático acceso al cielo sino
en el agua, para delincuentes y víctimas sacrificiales. 4. Abandono que, además de los atributos señoriales (pipas y bezotes) asociados
en el campo para ser devorado por carroñeros, únicamente ejecutado a inhumaciones, ya hemos visto que la Relación menciona en más
en contra de los delincuentes. Bajo estos términos, los infantes y elec- de una ocasión a gobernantes que debían dirigirse al Más Allá
trocutados (arqueológicamente invisibles) aparecen como ajenos a la menos prestigioso. En los casos en que se alude a la posibilidad
clasificación básica y, por ello, sería necesario recurrir a interpreta- de que un gobernante vaya al ynfierno podemos imaginar que se
ciones alternas. contemplaba la contingencia de que no hubiera servido
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 303

correctamente a la deidad y, por lo tanto, no alcanzara los méritos del común de la población en los llamados “varales” y “osarios”.
suficientes para su identificación. Esta clase de acciones parecen borrar o difuminar su carácter indi-
Se mencionan como destinos tánicos para los sacrificados el vidual para convertirlos en posesiones, atributos o acompañantes
cielo, el ynfierno, la casa de Cuerauaperi y la misma morada que de aquello a quién se encuentran dedicados; lo cual, obviamente,
los señores a quienes debían acompañar. En estos casos parece concuerda con sus distintos destinos postmortem.
claro que su vivienda postmortem variaba en función de aquello a No disponemos de ningún indicio para suponer que algún
lo que se ofrecían: los inmolados en honor a Cuerauaperi suponen cuerpo hubiera sido embalsamado o muerto por un rayo—esto
ir a donde radica esta divinidad (Alcalá 1980:104), los que último es además casi imposible de identificar arqueológicamente.
morían para acompañar a hombres poderosos concluían su viaje Sin embargo, es probable que si siguiéramos el ejemplo mexica y
en el mismo sitio que ellos—ya sea el cielo o el ynfierno (Alcalá extendiéramos esta categoría a las muertes acuáticas, podríamos
2008: folios 43, 136, Ramírez 1980: 361). Incluso, en el caso de en el futuro encontrar algún tipo de patrón. No conocemos ningún
los sacrificados en honor al cazonci muerto, es notorio que estos trabajo de arqueología subacuática en el lago de Pátzcuaro, sus
reciben un tratamiento algo similar; pues, a fin de cuentas, ríos afluentes o las costas cercanas de Michoacan, mas considera-
también son sepultados en urnas “arrojándolos de dos en dos en mos que investigaciones de esta índole serán de gran utilidad para
unas ollas grandes” (La Rea 1996:87). la reconstrucción de una sobrenaturaleza acuática purepecha.
Aun comparando los datos etnohistóricos y arqueológicos, el tra-
tamiento de los cuerpos de los delincuentes y sus destinos tánicos
CONTRASTACIÓN
continúa siendo un tanto oscuro. Todavía no se ha encontrado
ARQUEOLÓGICA-ETNOHISTÓRICA
ningún muerto con indicios de haber sido comido por animales
Tal como lo postulamos al inicio de esta sección, sólo hemos podido carroñeros en los campos—lo cual además no probaría que efectiva-
darnos una idea del sistema funerario tarasco a partir de la mente se hubiera tratado de un delincuente. Y, casi ninguno de los
comparación entre noticias arqueológicas y etnohistóricas: la falta de arqueólogos que han trabajado contextos mortuorios en la zona
información en las fuentes sobre los ritos dedicados a hombres, reporta evidencia alguna de un ajusticiamiento. Un elemento que
mujeres y niños comunes puede ser paliada con los datos que al pudiera ayudarnos a distinguir a los ejecutados de los sacrificados
respecto nos proporcionan los restos materiales; inversamente, la ausen- es el desnucamiento pues, aunque éste se presenta en ambos
cia de contextos directamente ligados a irecha resulta menos grave a la casos, en las imágenes de la Relación de Michoacán (Alcalá
luz de las magníficas descripciones que nos aporta la Relación. 2008:folio 60, 120, 128, 133v), aparece mucho más frecuentemente
Aunque todavía la muestra es insuficientemente representativa, asociado a ejecuciones y castigos. La fuentes dicen que algunos de
podemos mencionar que sí contamos con restos materiales que estos muertos estaban dedicados al dios del ynfierno; lo que no
apoyan las descripciones sobre el tratamiento dado a los cuerpos resulta claro es si, después de su ejecución, conservaban su
de los combatientes. No obstante, consideramos que, en un calidad de personas o si, por el contrario adquirían la condición
futuro, la excavación de contextos de batalla podría modificar o de ofrendas. En todo caso, los pocos datos disponibles apuntan
esta impresión general. hacia una idea de desagregación.
A pesar de que no se han encontrado entierros claramente Por último, también pudimos ver que la variabilidad de prácticas
señoriales, la presencia de ornamentos propios de los gobernantes funerarias es mucho mayor en el contexto arqueológico que en las
en contextos similares a los del pueblo nos muestra que, al interior fuentes documentales. Esto puede explicarse por dos circunstancias
de este sector poblacional, debió existir una cierta variabilidad de diferentes: enprimer lugar, porque los datos de la Relación de
tratamientos ligada a las distinciones jerárquicas del sistema imper- Michoacán sólo representan los ideales de los informantes—una
ial tarasco. cierta elite de Tzintzuntzan; y, como en muchos otros casos, las
Los contextos arqueológicos tienden a mostrar que el enterra- prácticas de las clases dominantes no coinciden con las de
miento del común de los muertos en áreas específicas y en quienes cuentan con menos recursos, lo del centro no es igual a
compañía de objetos de uso cotidiano se relaciona a la creencia en lo de la periferia, etc. En segundo, porque la información aportada
un destino tánico que replica la vida sobre la tierra. Pues, salvo la por Alcalá—que, además, no es la simple transcripción del discurso
exclusión de ciertos delincuentes abandonados en los campos o arro- indígena (ver Espejel 2008)—sólo compete al momento de la con-
jados al agua, la pérdida de algunos individuos en conflictos bélicos quista y no necesariamente se aplica a toda la ocupación tarasca de
que podría aminorarse con su reemplazo por de efigies, y la la zona; pues es posible que las prácticas funerarias variaran en
inclusión de cautivos sacrificiales o sus partes, los centros funerarios siglos, décadas, o gobiernos sucesivos.
funcionan como análogos subterráneos del poblado en cuestión. Los
pocos indicios disponibles sobre los muertos infantiles apuntan
CONSTRASTACIÓN NAHUA-TARASCA
hacia la idea de un renacimiento, reciclaje o reencarnación; esta
suposición tendrá mayor sustento en el momento en que seamos Aún cuando diversos autores autores (Barba [1995:36], Cárdenas
capaces de reconocer un depósito diferencial para este grupo de [2003:65], y Hurtado [1986:14], entre otros) han postulado el origen
edad. En el caso de las mujeres, podemos ver que la mayoría de exógeno de los tarascos, principalmente basados en los estudios
ellas sí recibe un tratamiento similar al del común; el reto aquí consiste lingüísticos de Swadesh (1968) y las similitudes de algunos restos
en entender en qué consisten las múltiples excepciones que se reflejan arqueológicos con los de poblaciones del norte y el sur de América,
en la ausencia de un gran numero de sus restos en los registros hemos podido observar que, a grandes rasgos, su sistema funerario
arqueológicos. se rige bajo los mismos principios que el de los mexicas. En ambos
En el caso de los despojos de las victimas sacrificiales, es casos existe una asociación entre personaje/tipo de muerte y
notable que tanto las fuentes documentales como los restos materi- tratamiento-destino postmortem; incluso las categorías empleadas
ales apuntan a su almacenamiento, ya sea en manos de particu- para la clasificación de muertes y muertos se refieren a criterios simi-
lares—como omichicahuaztli y, tal vez, otros huesos aislados o lares: guerreros, gobernantes, gente común, muertes acuáticas, etc.
304 Núñez and Martínez

En lo tocante a los ritos particularmente dirigidos a cada uno de purepecha parecido al Tlalocan o un dios equivalente a Tlaloc—
los grupos identificados, notamos que las similitudes más impor- esto sin considerar la semejanza iconográfica entre el terrestre
tantes son las que se refieren a los gobernantes. Tanto el tlatoani Tlaloc y el solar “Curicaueri” del Museo Regional Michoacano.
como el cazonci eran velados, bañados y cremados en la plaza prin- Sin embargo, cabe mencionar que los dos casos implican la idea
cipal; sus restos eran depositados en urnas junto con los cabellos que de una cierta deificación.
se les habían cortado al momento del nacimiento y la muerte, y enter- Con los delincuentes, para los que la información parece más
rados al pie de las escalinatas del templo de la deidad patrona. Los abundante entre los purepecha que entre los mexicas, el común
parecidos son tales que incluso existe coincidencia en la forma en denominador parece ser su separación o alejamiento del resto del
que se acomodan los bultos funerarios, el uso de máscaras y la grupo.
idea de que se les pueden dirigir ofrendas a través del fuego. En Aunque los datos son sumamente escasos para el caso tarasco,
lo referente a sus moradas postmortem, observamos que en ambos también alcanzamos a notar que, al igual que en el caso mexica,
casos se alude a destinos celestes y gloriosos relacionados con el existen indicios de que quienes morían a tierna edad estaban desti-
helioastro. Estas semejanzas pueden deberse a que, estos dos nados a renacer en el mundo terrenal. Ninguna de las crónicas men-
pueblos tienen por dirigentes a representantes de dioses solares, chi- ciona el enterramiento de los niños al interior de vasijas; no
chimecas y destinados, desde su “nacimiento”, a conquistar la obstante, resulta significativo que en ambos casos sea una práctica
tierra—Huitzilopochtli para los mexicas y Curicaueri para los taras- recurrente.
cos. Las únicas diferencias sustanciales que hemos podido encontrar No ha sido posible identificar efigies de guerreros, comerciantes
son que los acompañantes mexicas son mencionados como crema- o delincuentes; de todos modos, resultaría difícil distinguirlas
dos (aunque no necesariamente se les observa así en los contextos cuando sabemos que estas portaban los atributos de sus deidades
materiales) y los de los michoacanos enterrados y que, mientras tutelares. Tampoco se cuenta con contextos funerarios ligados a
los mexicas cantaban sin tañer instrumentos, para los tarascos la grupos mercaderes en ninguno de los dos casos. Y, aunque se obser-
música de viento parece haber tenido una importancia especial. van algunas coincidencias en el tratamiento de los restos de sacrifi-
Dadas las similitudes en los funerales de los guerreros de estos cados—canibalismo, depósito en tzompantli, hundimiento en el
dos pueblos—cuyos rituales, aunque menos fastuosos, siguen el lago, etc.—resultaría muy aventurado hacer alguna conclusión con
mismo esquema que el de los señores—hemos propuestos que los datos y la perspectiva que aquí utilizamos.
entre los tarascos, como entre los mexicas, era posible sustituir el En fin, todas estas coincidencias nos hacen ver que, exógenos o
cuerpo del difunto por una de sus insignias en las ocasiones en no, los purepecha de la época de contacto se encontraban ya suma-
que este fallecía en lugares lejanos. A nuestro parecer, el tipo de tra- mente mesoamericanizados. Aun cuando Seler (2000:147–233) ya
tamiento y el destino tánico de esta clase de difuntos—una morada lo había señalado, no deja de ser sorprendente que, teniendo lenguas
solar y celeste—estaba condicionado por los méritos alcanzados y el tan distintas como el inglés y el chino, los nahuas y tarascos
hecho de caer en el campo de batalla, más que por el simple hecho hayan poseído prácticas y creencias tan semejantes. En términos
de pertenecer a un determinado grupo social. Es interesante notar generales, podemos ver que, más allá de las similitudes y divergen-
que es también a través del fuego que Nanahuatl se convierte en cias puntuales, lo que comparten los sistemas funerarios de tarascos
Sol en el mito y que los guerreros nahuas se vuelven sus y mexicas es una matriz común—o núcleo duro en términos de
acompañantes. En el caso mexica, resulta claro que una muerte López Austin (2001:47-65)—que sirve como materia estructurante
igualmente gloriosa podía implicar un destino semejante a personas de las acciones, ideas y representaciones particulares. Pues, aun en
no guerreras, como algunos comerciantes fallecidos en misión y las la escasez y enorme variabilidad de los contextos arqueológicos,
mujeres muertas en parto. notamos una cierta inclinación hacia prácticas bien conocidas.
Las moradas de los muertos comunes de estas dos regiones Por otro lado, el ejercicio comparativo entre datos procedentes de
fueron igualmente identificadas con el infierno por los religiosos, diferentes áreas del conocimiento y regiones culturales mostró ser
ambas se ubican en la tierra e implican una vida, hasta cierto una útil herramienta para evaluar el estado en que se encuentran
punto, semejante a la que se lleva en la superficie. Aunque existe nuestras disciplinas con respecto a un tema específico; las deficien-
una amplia variabilidad, los patrones generales de deposito—entier- cias en algunos trabajos anteriores, el escaso interés por un cierto
ros individuales, en posición flexionada y sin orientación preferen- tópico o la falta de diálogo entre especialistas. Un tema que, de
cial—también son bastante parecidos y, en uno y otro caso, se momento hemos dejado de lado pero que se abre como una muy
alcanza a apreciar la voluntad de expresar el estatus de los perso- interesante veta de investigación, es el de las relaciones entre el
najes, su ocupación y algunos de los vínculos que el individuo centro y el occidente de México. Ahora sólo hemos esbozado
mantenía con el grupo en general. algunas coincidencias en materia funeraria mas, consideramos que
A primera vista las prácticas y creencias que en ambos grupos se un trabajo futuro debería abordar comparativamente las prácticas
asocian a las muertes acuáticas son totalmente diferentes y carece- funerarias de estas dos regiones desde el preclásico (pues los
mos de datos precisos sobre la existencia de un inframundo datos de la prehistoria de occidente son escasos) hasta el presente.

SUMMARY
In relation to the importance that the postprocessual theories give to the topic Ethnohistorical sources offer descriptions related to eight different types
of death, this article is based on the comparison between archaeological and of Mexica rituals. The variety of these rituals is based on the circumstances
ethnohistorical data related to the Tarascan and Mexica cultures in order to of death and the characteristics of the dead person. We can detect funerary
demonstrate how multidisciplinary research can improve the understanding cults dedicated to warriors, rulers, traders, criminals, women who died at
of funerary issues. childbirth, infants, persons chosen by so-called ‘Aquatic Deities’, and the
Prácticas Funerarias Mexicas y Purepecha 305

common dead. Until now, there is no material evidence of rites offered to common people. For archaeological comparison, we have around 263
merchants, lawbreakers and females at childbirth. In spite of this situation, Purepecha interments that presented more variety in the burials than
the analysis of the 1,667 interments that we studied provides a possibility we had expected. In fact, contrasting the sources makes evident
to corroborate some of the funerary practices that are mentioned in the eth- important differences that made it impossible to correlate the archa-
nohistorical sources. On the other hand, it also allows us to identify incon- eological contexts with the ritual categories mentioned in the ethnohistorical
sistencies in the treatment of the corpses that travel to Mictlan, with sources.
inhumation being the customary treatment rather than creation, as has been Due to this situation we decided to redefine the formal aspects of some of
traditionally stated. We have also observed distribution patterns based on the rituals, such as the predominance of cremation (analogous to the nahua
age and sex, which we have not found in the historical chronicles. We can case) which is a corporal treatment basically nonexistent in the archaeologi-
determine that the burials of women and infants tend to be concentrated in cal record. Comparing the funerary practices in both societies confirms
the residential areas while adults of both sexes tend to be buried in funerary the similarity of some of the most representative symbolic elements.
centers. According to the colonial documents, the rituals for warriors and rulers
Even though the Tarascan sources are scarce, we could identify are very similar: public ceremonies dedicated to the sun with cremation of
five different funerary types that are related to warriors, rulers, people the corpse and, in the case of the kings, sacrifices of the servants.
that were sacrificed, executed people, and those killed by a bolt of Meanwhile, in the archaeological level we identified similarities among
lightning. Similar to the Mexican traditions, in the Tarascan ceremonies the funeral ceremonies that we considered to be related to the common
dead warriors and rulers were cremated while executed people were people: primary interments in funerary pits with few materials associated
interred and the corpses of the people who had died by a bolt of to them, in flexed position and with various orientations of the body.
lightning were mummified. The historical data related to the last category These analogous ways to represent death make us propose the existence of
mentioned above is limited, but it is interesting to note the absence cosmological ties in the Mesoamerican tradition between these two cultural
of details about the ceremonies and ideas related to the dead of the groups.

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