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Guia Trastornos Del Sueño

El documento aborda los trastornos del sueño y la alimentación, destacando su impacto en la salud y la importancia de un enfoque integral para su tratamiento. Se describen diferentes tipos de trastornos del sueño, como insomnio y hipersomnia, así como sus características y prevalencia en la población. Además, se enfatiza la relación compleja entre los problemas de sueño y la salud mental, sugiriendo que pueden ser tanto causas como consecuencias de trastornos psicológicos.

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El documento aborda los trastornos del sueño y la alimentación, destacando su impacto en la salud y la importancia de un enfoque integral para su tratamiento. Se describen diferentes tipos de trastornos del sueño, como insomnio y hipersomnia, así como sus características y prevalencia en la población. Además, se enfatiza la relación compleja entre los problemas de sueño y la salud mental, sugiriendo que pueden ser tanto causas como consecuencias de trastornos psicológicos.

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1

Clase: Salud Mental II


Mgtr. Patricia Ávila de Aráuz
Licenciatura en Ciencias Médicas
Universidad Rafael Landívar

TRASTORNOS DEL
SUEÑO
2

Introducción

Los trastornos del sueño y la alimentación son condiciones que pueden tener un
impacto significativo en la salud y el bienestar de una persona. El sueño y la
alimentación son dos aspectos fundamentales para mantener un estilo de vida
saludable, y los problemas en uno de ellos pueden afectar al otro.

Es importante abordar tanto los trastornos del sueño como los problemas de
alimentación de manera integral y buscar ayuda profesional si se experimentan
dificultades en alguno de estos aspectos. Los especialistas en medicina del sueño y en
nutrición pueden proporcionar evaluaciones y tratamientos adecuados para abordar
estos problemas.

Objetivos
1. Conocer en profundidad los trastornos del sueño y de la alimentación
2. Diferenciar los diferentes trastornos del sueño
3. Comprenderlos diferentes trastornos por alimentación

Mapa conceptual
3

1. Trastornos del sueño


Se calcula que pasamos la tercera parte de nuestra vida durmiendo, por lo que la
mayoría de las personas duermen casi 3000 horas al año. El dormir constituye un
comportamiento habitual, lo que nos hace pensar en la gran importancia que debe
tener para nuestro bienestar. Hace relativamente pocos años se ha empezado a
estudiar de forma sistemática qué sucede mientras dormimos y por qué ciertas
personas tienen dificultades para conciliar o mantener el sueño. Por ello, todavía hoy
es difícil formular una definición satisfactoria del sueño y conocer las razones por las
que dormimos.
Frecuentemente muchas personas se han preguntado; “¿cuál es la cantidad de sueño
normal?”. Una gran mayoría considera que necesitamos dormir ocho horas cada día,
pero la cantidad ideal varía de un individuo a otro, ya que algunas personas con cinco
o seis horas de sueño por noche se sienten descansadas, mientras que otros pueden
necesitar nueve horas.
La cantidad necesaria de sueño en el ser humano depende de factores biológicos,
conductuales y ambientales; la forma en que actúan estos factores varía
considerablemente de unas personas a otras. Además, nuestros patrones de sueño se
modifican a medida que envejecemos: los niños duermen hasta dieciséis horas por
día; cuando la persona supera los 50 años, el total de horas de sueño diario puede
hallarse por debajo de seis horas.
Si tenemos en cuenta la calidad del sueño, se habla de personas con un sueño eficiente
y personas con patrón de sueño no eficiente. La diferencia entre ambos grupos no está
en la cantidad de tiempo dormido, sino que radica en las perturbaciones en el sueño
de ondas lentas durante la fase IV que caracteriza a las personas con patrón de sueño
no eficiente. Esto parece indicarnos que la calidad de la fase IV de sueño es
fundamental para que el sueño sea reparador.
No es poca la gente para la que el sueño es energético, tanto física como mentalmente.
Por ello, cuando pasamos una mala noche, al día siguiente podemos estar atontados
e incluso irritables. Cuando una persona lleva tiempo con problemas de sueño, sus
relaciones sociales se deterioran, presenta dificultades en el trabajo, disminuyendo su
eficiencia y productividad (Salsh y Ustun, 1999). La falta de sueño podría afectar
4

también a nivel físico puesto que la gente que no duerme bien manifiesta más
problemas de salud y necesita hospitalización con mayor frecuencia (Morin, 1993),
debido a que su sistema inmunológico se ve disminuido (Saffe y cols., 2000).
Los trastornos del sueño son síndromes o entidades nosológicas bien definidas, con
una prevalencia muy alta en la población general, y sus manifestaciones clínicas
pueden repercutir en todos los ámbitos de la vida del sujeto que los presenta, Vallejo
Ruiloba, 2006.
La historia natural de un paciente con hipersomnia grave o con insomnio de larga de
evolución es ilustrativa de cómo una alteración, a veces infravalorada, puede
deteriorar la vida en relación a una persona, producir una psicopatología secundaria
o determinadas complicaciones somáticas graves.
Quizá pensemos que los problemas de sueño tienen una clara base orgánica y, por
tanto, podría considerarse como un asunto exclusivamente médico. Sin embargo, se
sabe que los problemas de sueño interactúan de forma importante con factores
psicológicos. Investigaciones en las que se impedía durante periodos prolongados que
las personas durmieran, descubrieron que la privación crónica del sueño tenía a
menudo efectos importantes. En uno de los primeros estudios de este tipo se
consideraron los efectos de mantener despiertos a 350 voluntarios durante 112 horas,
Tyler, 1955. Siete de los voluntarios incurrieron en conductas extrañas que parecían
psicóticas.
Investigaciones posteriores sugirieron que interferir con el sueño de personas que ya
tienen problemas psicológicos, pueden generar estos resultados perturbadores,
Brauchi y West, 1959.
Numerosas investigaciones demuestran que trastornos como la esquizofrenia, la
depresión mayor, el trastorno bipolar y los trastornos por ansiedad, se asocian con
frecuencia con problemas de sueño.
La relación entre problemas de sueño y salud mental es compleja. Los problemas para
dormir pueden generar dificultades en la vida diaria, Bonnet, 2000, o tal vez sean el
resultado de algún trastorno psicológico; es decir, pueden ser tanto la causa como la
consecuencia.
5

Pero todavía no se conoce completamente la forma en que se relaciona los trastornos


psicológicos con el sueño, aunque la acumulación de investigaciones señala que es
importante entender el fenómeno del sueño para completar una más amplia
perspectiva de la conducta anormal.
Otro hecho que diferencia a unas personas de otras es la tendencia a trasnochar o a
madrugar. Basándonos en estas diferencias podemos hablar de sujetos matutinos, que
se caracterizan por la tendencia a levantarse y acostarse temprano, y sujetos
vespertinos, que tienden a levantarse y acostarse tarde. Los sujetos vespertinos
presentan un adormecimiento mucho más lento y la fase IV aparece mucho más tarde.
Las dos clasificaciones más actuales son la Clasificación Internacional de los
Trastornos del Sueño, elaborada por la Asociación Americana de Centros de
Trastornos del Sueño en 1990 y la Clasificación según el DSM-IV, de la APA de
1994.
La Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño incluye cuatro categorías:
• Disomnias
➢ Trastornos del inicio y mantenimiento del sueño.
➢ Trastornos de somnolencia excesiva.
➢ Trastornos relacionados con el ritmo circadiano.
• Parasomanias
➢ Trastornos del despertar.
➢ Trastornos de la transición sueño-vigilia.
➢ Alteraciones asociadas al sueño MOR.
• Trastornos asociados con alteraciones médicas o psiquiátricas.
• Otros.

El DSM-IV, se basa en parte en la clasificación anterior:

• Trastornos primarios del sueño.


• Trastornos del sueño relacionados con trastornos psicológicos.
• Trastornos del sueño relacionados con trastornos físicos.
• Trastornos del sueño relacionados con el consumo de sustancias.
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El término disomnia hace referencia a trastornos en la cantidad, calidad (no sentirse


descansado aun cuando se haya dormido toda la noche) y horario del sueño
(problemas para dormir cuando se desea). El término de parasomnia hace referencia
a acontecimientos o conductas anormales asociadas al sueño.

2. Trastornos primarios del sueño


Distinguiremos en este apartado entre dos trastornos primarios del sueño:
• Las disomnias
• Las parasomnias
2.1. Disomnias
2.1.1. Insomnio primario
El insomnio es una experiencia de un inadecuado sueño o de baja calidad
del mismo. Se trata de un trastorno caracterizado por la reducción de la
capacidad de dormir como consecuencia de factores psicológicos,
biológicos y/o ambientales. Se trata del trastorno de sueño más frecuente
en los países desarrollados. En EE.UU. un 5% de la población adulta
padece insomnio, siendo más frecuente en las mujeres y produciéndose un
incremento significativo al aumentar la edad llegando incluso a un 20%
en la tercera edad.
La ausencia total de sueño es excepcional y los raros casos descritos lo
han sido en el contexto de síndromes neurológicos complejos.
A pesar del uso común del término insomnio, que significa “no dormir”,
éste se aplica a varios problemas como los propios para dormir por la
noche (dificultades para iniciar el sueño), se despiertan con frecuencia o
demasiado temprano y no pueden volverse a dormir (dificultad para
mantener el sueño), e incluso se duermen una considerable cantidad de
horas, pero no se encuentran descansadas al día siguiente (sueño no
reparador).
Los criterios para el diagnóstico del insomnio son:
• Que la latencia de sueño sea superior a 30 minutos.
• Que el tiempo total de vigilia nocturna sea superior a 30 minutos.
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• Que el tiempo total de sueño por la noche sea inferior a seis horas
y media.
• Tener somnolencia diurna y disminución del rendimiento
• Lo síntomas deben presentarse tres o más veces por semana.
• La duración de la sintomatología debe ser superior a un mes

Los criterios de evaluación deben considerar un conjunto de parámetros


psicofisiológicos, motores y cognitivos a tener en cuenta, pero nunca
utilizando como referencia unos valores absolutos, puesto que siempre hay
que tener presente la necesidad de sueño característica de cada persona.

Una de las distinciones en cuanto al tipo de insomnio, es la que hace


referencia al momento cronológico en que se produzca. En este aspecto
podemos diferenciar tres tipos de insomnio:

• Insomnio inicial: consiste en un aumento de la latencia del dormir.


Es una dificultad para quedarse dormido al principio de la noche.
Se trata del insomnio más frecuente y es característico de los
estados de preocupación y ansiedad. Alrededor del 75% de los
insomnes padecen este tipo de insomnio. Es frecuente que una
misma persona muestre simultáneamente los tres tipos de
insomnios.
• Insomnio intermitente: consiste en un número elevado de
despertares a lo largo de la noche.
• Insomnio tardío: caracterizado porque el sujeto se despierta muy
pronto y no vuelve a dormirse. Es un tipo de insomnio característico
de las depresiones graves.

Podemos distinguir entre insomnio transitorio o situacional y persistente,


los cuales se diferencian en la duración ya que el transitorio suele durar
días o semanas, mientras que el insomnio crónico presenta meses o años de
evolución; el punto de corte se suele situar en tres o cuatro semanas.
8

Entre los factores que pueden provocar insomnio transitorio, podemos


destacar las alteraciones ambientales, los cambios de horarios y las crisis
emocionales.

Otra forma de clasificar los distintos tipos de insomnio, es:

• Insomnio idiopático: tiene su origen en la infancia, permaneciendo


casi constante toda la vida. Podría definirse como una incapacidad
para mantener el sueño adecuado. No está relacionado con ningún
trastorno físico ni psicológico de la infancia. Algunos hallazgos
recientes indican que podría estar vinculado a alguna alteración de
los mecanismos que regulan el ciclo sueño-vigilia.
• Insomnio psicofisiológico: es la forma más típica de insomnio. Se
caracteriza por un nivel elevado de activación psicofisiológica. El
hecho de asociar actividades estimulantes con el momento próximo
al inicio del sueño puede terminar generando una activación
condicionada a los estímulos activantes. Un origen típico de este
insomnio son las crisis emocionales, pérdidas de seres queridos,
hospitalizaciones…. Sin embargo, una vez desaparecido el
trastorno original, dicho trastorno se vuelve autónomo. Como
señalamos anteriormente, la función del sueño es muy frágil y una
ruptura de su curso normal puede mantenerse durante bastante
tiempo. A veces, un examen cuidadoso de las condiciones en que
duerme el paciente puede ayudar a identificar factores que, como
un excesivo calor en el dormitorio, los cambios, ruidos, cambios
meteorológicos…, contribuyen a mantener el problema. Pero el
mecanismo más característico de esta persistencia es el denominado
miedo al insomnio, un elemento ansiógeno circular en el insomne:
el insomnio produce temor de ir a la cama y esta ansiedad, a su vez,
potencia al insomnio.
• Insomnio por percepción inadecuada del estado de sueño
(insomnio subjetivo): se caracteriza por quejas sobre la deficiencia
9

del sueño que no se corresponden con ningún hallazgo


polisomnográfico. En este trastorno existen grandes discrepancias
entre las medidas objetivas y subjetivas de latencia y tiempo total
de sueño.

Barlow y Durand, 2003, señala que existe un trastorno cerebral


degenerativo no muy frecuente, el insomnio familiar mortal, en el que la
falta total de sueño conduce finalmente a la muerte.

2.1.2. Hipersomnia primaria


• Hipersomnia idiopática
Intensa somnolencia durante el día que no se debe a un sueño
insuficiente, dado que los pacientes duermen de ocho a doce horas
cada noche y, además, tienen un sueño normal. Sin embargo,
presentan grandes dificultades para despertarse. Durante la vigilia
son frecuentes las siestas (aunque según ellos, no resultan
reparadoras).
La sintomatología asociada, como dolores de cabeza y
complicaciones vasculares periféricas, hace pensar en disfunciones
en el sistema nervioso autónomo. El inicio suele producirse en la
adolescencia, es progresivo, y una vez que se establece puede durar
toda la vida.
• Síndrome de Kleine-Levin
Es el tipo de hipersomnia recurrente mejor conocido. Se caracteriza
por una somnolencia diurna excesiva, ya que puede llegar a dormir
más de 20 horas diarias y que puede durar varias semanas,
desapareciendo de forma espontánea. Hambre y sed excesivas,
inestabilidad, irritación que puede conducir a la hostilidad,
dificultad de pensamiento, trastornos de memoria, frases
incoherentes, alucinaciones, despersonalización y amnesia son
otras de las características. Estos episodios pueden aparecer de
10

forma abrupta o gradual; el sueño puede ser tranquilo o agitado,


apareciendo a veces una actividad onírica importante.
La megafagia, que no siempre tiene por qué aparecer en cada
episodio, produce un incremento del peso del paciente al final del
acceso. En algunos casos, sobre todo en varones, se ha descrito una
actividad sexual exacerbada, incluso pueden masturbarse en
presencia de otras personas.
La desaparición de estos síntomas, que suele producirse después de
unos días, suele ir acompañada en ciertos casos de breves episodios
de insomnio, comportamiento maníaco o depresivo con ideas de
suicidio. El periodo asintomático suele ser variable, puede ir desde
varios días o semanas hasta varios meses; durante este tiempo la
vigilancia y el comportamiento del individuo suele ser normal,
aunque informes recientes sugieren un deterioro persistente de la
personalidad, las conductas y las funciones cognitivas.
En cuanto a la etiología, es todavía poco conocida. Se han planteado
algunas hipótesis que implican al sistema límbico, áreas del
hipotálamo lateral. En un 50% de los casos se han encontrado, días
antes de la aparición del primer episodio de hipersomnia, procesos
gripales o infecciones de las vías superiores.
No es un síndrome muy frecuente, afectando en mayor proporción
a hombres que a mujeres. Normalmente aparece en la adolescencia,
alrededor de los 15 años en el sexo masculino y los 20 en el sexo
femenino. Suele desaparecer a los 30 o 40 años.
• Hipersomnia periódica ligada a la menstruación
Ha sido considerada como una variante femenina del Síndrome de
Kleine-Levin, cuya sintomatología se centra básicamente en la
hipersomnia diurna, megafagia y alteraciones psicopatológicas y,
una buena respuesta al tratamiento con estrógenos.
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• Hipersomnia postraumática

Se trata de un trastorno de somnolencia excesiva, acompañado de


episodios de sueño diurno que ocurre como resultado de una lesión que
afecta al SNC. La somnolencia está asociada con otros síntomas como
dolor de cabeza, fatiga, problemas de memoria y dificultades de
concentración.

Inmediatamente después de la lesión, la somnolencia es más intensa,


remitiendo en intensidad semanas o meses después.

El hipotálamo anterior y el tercer ventrículo son los que están más


frecuentemente afectados en este tipo de trastorno

2.1.3. Narcolepsia
Es conocido también como Síndrome de Gélineau. Se trata de un síndrome
de origen desconocido. Se caracteriza por una gran somnolencia diurna,
acompañada por ataques diarios o casi a diario de sueño. Estos ataques de
sueño son irresistibles y pueden aparecer en cualquier situación, ya sea
mientras está andando, comiendo…. Nada más quedarse dormido, el
sujeto entra en fase de sueño REM, tanto en el diurno como en el nocturno.
El sueño nocturno es bastante ligero e irregular.
Está integrado por cuatro síntomas que forman la Trétada de la
narcolepsia:
• Somnolencia diurna excesiva.
• Cataplejía.
• Parálisis del sueño.
• Imágenes hipnagógicas.
Somnolencia
Es la característica incapacitante, dando lugar a periodos cortos de sueño
diurno que se pueden prevenir mediante un esfuerzo voluntario. Estos
ataques de sueño se producen en momentos inapropiados, aunque es más
frecuente en circunstancias pasivas, que producen somnolencia.
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Cuando el cuadro progresa, las crisis pueden aparecer en situaciones


activas como hablando, paseando, conduciendo, durante la relación
sexual….
Tras el episodio de sueño, el paciente se despierta sintiéndose muy
recuperado y suele haber un período refractario de una a varias horas antes
de que ocurra el próximo episodio. Su duración oscila entre 10-15 minutos.
Cataplejía
Aparece una vez que están bien establecidos los ataques de sueño. Consiste
en una repentina disminución o pérdida del tono muscular, permaneciendo
el paciente totalmente consciente. Esta pérdida de tono muscular impide al
paciente moverse con normalidad, o si está de pie, provoca su caída al
suelo. Está desencadenada generalmente por emociones intensas como
risas, llanto, ira… o ante movimientos bruscos. Su duración es de unos
pocos segundos dos minutos como máximo.
En lugar de dormirse de manera normal y pasar por las fases que preceden
a la fase de sueño REM, en la narcolepsia se pasa casi de forma directa del
estado de vigilia a la fase de sueño REM.
Parálisis del sueño
Tiene lugar al quedarse dormido el paciente o al despertar. Durante este
episodio el paciente experimenta la sensación de no poder mover ningún
músculo. Tienen una duración variable desde unos pocos segundos a varios
minutos, terminando con un movimiento vigoroso de los ojos o al ser
tocado. A menudo es una sensación aterradora, sobre todo cuando está
asociada a percepción alucinatoria.
Imágenes hipnagógicas
Son pseudopercepciones generalmente auditivas o somatosensoriales, que
raras veces son visuales, imágenes vívidas y terroríficas que normalmente
coinciden con la parálisis del sueño.
Otra característica importante es que el sueño MOR presenta una latencia
inferior a 20 minutos; el sueño se inicia en la fase MOR. La aparición de
un periodo MOR en los primeros 10 minutos de sueño se suele considerar
13

habitualmente como un signo de narcolepsia. Además, estos pacientes


presentan un patrón polifásico de sueño-vigilia: la vigilia diurna es
interrumpida por ataques de sueño irresistibles y por la noche el sueño es
fragmentario.
Suele comenzar en la adolescencia con la aparición de la hipersomnolencia,
surgiendo años después el resto de los síntomas. Conforme va aumentando
la edad de los pacientes, éstos muestran una disminución de la eficiencia
del sueño nocturno y un incremento de la somnolencia diurna. Una vez
iniciado el trastorno, se mantiene durante toda la vida. La prevalencia de
cinco casos por cada 10000 habitantes. No hay diferencias entre sexos y es
infrecuente que ocurra antes de los cinco años o después de los cincuenta
años.
Etiología
En cuanto a las causas, se han propuesto diversas hipótesis, algunas de ellas
inmunológicas, trastorno asociado a los linfocitos; neuroquímicas,
acetilcolina (alteración de la regulación del sueño MOR); y
neuropatológicas, como neurofibromatosis, esclerosis múltiple…. La
discordancia encontrada entre gemelos monocigóticos pone de manifiesto
la implicación de ciertos factores ambientales.
Uno de los estudios interesantes realizados en este campo, es el que recoge
Barlow y Durand, 2003, sobre la parálisis del sueño y las alucinaciones
hipnagógicas y su relación con el fenómeno OVNI. Cada año muchas
personas dicen haber visto objetos voladores no identificados y algunos
cuentan haber estado en ellos junto a habitantes de otros planetas, Sheaffer,
1986. Un grupo de científicos examinó a personas que habían tenido este
tipo de experiencias, separándolos en sujetos con experiencias no intensas
como avistar luces y objetos en el cielo y con experiencias intensas como
ver y comunicarse con alienígenas (Spanos, Cross, Dickson y DuBreuil,
1993). Observaron que la mayoría de los incidentes con OVNIS ocurrían
por la noche y que el 60% de las experiencias intensas estaban asociadas a
episodios de sueño. Las descripciones de estas experiencias intensas se
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parecían a menudo a los relatos de episodios aterradores de parálisis de


sueño o de alucinaciones hipnagógicas. Barlow y Durand, 2003, propone
que algunas de las experiencias con OVNIS se pueden deber a trastornos
del sueño, con la parálisis del sueño y las imágenes hipnagógicas, aunque
no con todos los síntomas de la narcolepsia.
En la actualidad comienzan a estudiar modelos genéticos específicos de la
narcolepsia, Mignot, 2000. Las investigaciones anteriores con perros
doberman, y labradores, que heredan este trastorno, sugieren que la
narcolepsia se asocia a un conjunto de genes del cromosoma número seis.
2.1.4. Trastornos relacionados con la respiración
La disfunción respiratoria durante el sueño provoca múltiples activaciones
teniendo como resultado un sueño interrumpido y la consiguiente
somnolencia durante el día.
Síndrome de Apnea del sueño
Es la alteración respiratoria más importante. La apnea puede definirse
como una interrupción del flujo aéreo nasobucal con una duración de diez
o más segundos. Se distinguen tres tipos de apneas:
• Central: no hay esfuerzo respiratorio. Los impulsos respiratorios
del SNC, se suspenden transitoriamente y los pulmones
permanecen inactivos.
• Obstructiva: esfuerzo respiratorio persistente.
• Mixta: combinación de ambas, estas dos últimas constituyen el
90% de los casos.
Para establecer el límite entre la normalidad y la patología, se ha
desarrollado el "índice de apneas", que se obtiene dividiendo el número
total de apneas por el tiempo total de sueño en minutos y multiplicado por
60. Este índice equivale al promedio de apneas por hora de sueño. Un
índice de apnea superior a 10 significa que el paciente presenta SAOS. Hay
que tener en cuenta que éste es el criterio diagnóstico mínimo y hace
referencia a una fase inicial de la enfermedad. En los estados avanzados el
índice de apnea puede llegar a más de 50.
15

La prevalencia de este trastorno aumenta con la edad, es más frecuente en


varones contando con el 90% para este sexo. Resaltar también que más del
50% de los pacientes tienen más de 60 años.
La sintomatología, aunque se caracteriza por un perfil bien conocido, no se
presenta de igual forma en todos los pacientes, pues en función del tipo de
apnea y de la gravedad y cronicidad del trastorno, los síntomas pueden
variar. Los síntomas durante el sueño son:
• Ronquido: es el más frecuente. El roncar de un paciente con apnea
se caracteriza por su intensidad, interrumpido con periodos de
silencio, finalizando con una explosión final de gran intensidad.
• Actividad motora anormal: movimientos corporales bastante
frecuentes, cambios de postura, movimientos bruscos de las
extremidades….
• Fragmentación del sueño: las paradas respiratorias durante el
sueño provocan frecuentes activaciones que inducen interrupciones
de los ciclos de sueño, llegando a despertar al sujeto en algunas
ocasiones, aunque éste no sea consciente de ello.
• Asfixia durante el sueño: algunos sujetos se despiertan
sobresaltados debido a la respuesta de aproxia.
• Reflujo gastroesofágico: la obstrucción de la vía aérea superior se
relaciona con cambios en la presión gástrica y esofágica, teniendo
como consecuencia quejas de acidez y reflujo.
• Nicturia: algunos pacientes con apnea tienen frecuentes micciones
nocturnas.
• Sudoración: más del 60% de los pacientes con apnea presentan una
considerable sudoración, quizá debido a los continuos cambios de
postura.
Los síntomas durante la vigilia:
• Somnolencia diurna excesiva, desde moderada hasta muy severa:
se hace más patente cuando los sujetos realizan tareas monótonas.
16

En general hay una disminución del rendimiento y de la capacidad


de concentración, problemas de memoria, de razonamiento….
• Reacciones depresivas e irritabilidad durante la vigilia.
• Problemas sexuales: en algunos pacientes se produce una
disminución del deseo sexual, e incluso en algunos casos,
impotencia.
• Cefaleas.
• Disminución de la capacidad de audición, quizá causada por los
frecuentes ronquidos.
Como consecuencia del SAOS se desarrollan algunos mecanismos
patofisiológicos que alteran el funcionamiento cerebral. Las apneas
obstructivas del sueño se caracterizan por la estricta relación entre los
cambios en las fases y estados de sueño y el patrón de la respiración.
Cuando el sujeto entra en fase I de sueño, la amplitud respiratoria
disminuye hasta llegar a una parada respiratoria completa. La recuperación
de la respiración está acompañada por una activación o retorno hacia una
fase previa del sueño. El despertar produce una liberación de la obstrucción
de las vías aéreas superiores y conduce a una ventilación normal o, más
frecuentemente, a una hiperventilación. Con la recuperación de la
respiración el sujeto vuelve a dormirse hasta que el episodio del sueño
vuelva a comprometer la respiración. Esta secuencia de eventos, en la fase
de sueño-apnea-activación- respiración, se repite de una manera
estereotipada durante toda la noche. El incremento de la activación que
termina con cada episodio apneico, posibilitando la respiración, provoca
una severa fragmentación del sueño, limitándose éste a las fases I y II,
puesto que las fases III y IV no aparecen o están reducidas.

El sueño MOR también aparece reducido y fragmentado; como


consecuencia de esta fragmentación, el sueño es poco reparador.
Otra de las consecuencias directas del SAOS son los cambios en los gases
sanguíneos durante la noche. La falta de entrada de oxígeno y de
17

eliminación de CO2 durante la apnea provoca diferentes grados de


hipoxemia e hipercapnia nocturnas. Por otro lado, variables
hemodinámicas, tales como el flujo sanguíneo cerebral y la presión
intracraneal, también sufren alteraciones en pacientes con SAOS. El flujo
durante el sueño disminuye más que en sujetos normales, sugiriendo una
respuesta cerebrovascular anómala; así mismo, durante el sueño puede
producirse una hipertensión intracraneal.
En la etiopatogenesis del síndrome están involucrados factores anatómicos
tales como diferentes tipos de malformaciones de las vías aéreas superiores
y factores funcionales relacionados con el sueño, tales como una
inestabilidad del control de la respiración y una activación defectuosa de
los músculos dilatadores de las vías aéreas superiores. Entre los factores
agravantes del síndrome destaca de forma especial la ganancia de peso
corporal.
Síndrome de Pickwick
Entre la sintomatología más característica, podemos citar la obesidad, la
somnolencia, la hipoventilación y la eritrocitosis. Este síndrome toma su
nombre del libro de Dickens Los papeles póstumos del club Pickwick, en
el que se describe un chico gordo con trastornos respiratorios que se
quedaba dormido en cualquier lugar y en cualquier posición.
Es un síndrome relativamente raro, existiendo a veces dificultades para
diferenciarlo de la apnea del sueño. Estos son pacientes muy obesos,
somnolientos y aparece también hipertensión y alteraciones vasculares,
pero los pacientes obesos que frecuentemente dejan de respirar durante el
sueño como resultado de una obstrucción en las vías respiratorias
superiores deben ser diagnosticados de apnea del sueño.
Los pacientes afectados por este síndrome tienen una capacidad pulmonar
disminuida, una ventilación desigual y el Ph y los gases de la sangre arterial
modificados. Todas estas alteraciones son reversibles, pues al reducir el
peso corporal, estos parámetros recuperan su normalidad. La reducción en
la capacidad funcional respiratoria puede deberse a un estrechamiento o
18

colapso de las unidades alveolares. Una disminución de la capacidad


torácica podría ser provocada por un tórax poco flexible.
2.1.5. Trastornos del ritmo cardiaco
Sueño retrasado y sueño adelantado
En el sueño retrasado, la fase de sueño del ritmo circadiano aparece más
tarde en relación al horario normal de acostarse, por lo que el sujeto
cuando se acuesta no se duerme y al levantarse se encuentra con sueño y
cansado.
En el sueño adelantado sucede lo contrario, ya que estos pacientes se
levantan temprano por la mañana, y se acuestan pronto, puesto que a
última hora de la tarde ya se sienten somnolientos.
Jet-lag
Se trata de una consecuencia de los viajes transcontinentales, los que
provocan cambios de horarios rápidos y pronunciados que pueden originar
trastornos del sueño. El pasajero puede quejarse de cansancio, malestar
general, somnolencia en las horas inapropiadas, dificultades de conciliar
el sueño, despertarse durante la noche y a primeras horas de la mañana….
Es un trastorno producido por una interrelación de varios factores como
horario ambiental, ritmicidad biológica circadiana, desplazamiento a altas
velocidades a través de varios husos horarios y falta de capacidad del
organismo para adaptarse de forma instantánea a los cambios de horario.
El principal problema asociado al jet-lag es que el paciente no consigue
dormir cuando quiere debido a que el sueño se produce en momentos
inapropiados y también se produce momentos de vigilia en periodos no
adecuados. Los sujetos presentan somnolencia diurna, insomnio,
disminución del rendimiento diurno, alteraciones gastrointestinales y del
apetito, malestar general….
Los estudios de Guillin, 1993, encontraron que era más probable que las
personas de mayor edad, los introvertidos y los madrugadores se vean
afectados por problemas de jet-lag.
19

Insomnio por pauta irregular del ciclo sueño-vigilia


Este trastorno está presente en aquellos sujetos que no tienen un horario
regular mínimo para acostarse, entre los que cabe destacar los trabajadores
por turnos, que de forma periódica se ven obligados a alterar el ciclo
normal de sueño-vigilia. Esto tiene como consecuencia una pérdida del
rendimiento y del nivel de atención durante el trabajo, lo cual es debido a
un sueño no reparador.
Cuando los sujetos duermen durante el día, en general, el tiempo total de
sueño es menor, el sueño MOR y el de las fases II y IV están reducidos,
además, se rompe la organización de las fases del sueño con respecto a
cuando se duerme durante la noche. Los turnos de trabajo nocturnos hacen
que el sujeto descanse durante el día, cuando las condiciones ambientales
no favorecen el sueño, reduciéndose la duración del mismo. Las personas
que duermen durante la noche ocho horas, sólo consiguen dormir cinco
horas y media durante el día. Por otro lado, la calidad de sueño de estos
trabajadores también experimenta un deterioro.
2.1.6. Otras disomnias
Insomnio o hipersomnia por factores ambientales
Las modificaciones de las condiciones ambientales preferidas para dormir
por un sujeto pueden dar lugar a un episodio de insomnio y la consecuente
somnolencia diurna, especialmente si el cambio es brusco. El tipo de
colchón, la temperatura, el ruido, la luz… constituyen factores que pueden
provocar alteraciones del sueño.
El inicio, curso y finalización del problema está asociado con cambios en
el ambiente. Los individuos de mayor edad, en general, son más propensos
a ser afectados por los cambios en el ambiente que los más jóvenes.
Síndrome de las piernas inquietas
Se trata de sensación desagradable en las piernas durante el reposo,
cuando el paciente está sentado o tendido, frecuentemente antes de
comenzar a dormir y que causa una irresistible necesidad de mover las
piernas. Estas sensaciones no son dolorosas, pero sí son lo suficientemente
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incómodas como para interferir el sueño. Puede aparecer a últimas horas


de la tarde, cuando el paciente está cómodamente sentado durante
periodos de tiempo prolongados, por ejemplo, viendo la tele, leyendo…,
pero lo más frecuente es que se produzca antes de dormir.
Normalmente la sintomatología es bilateral, aunque puede aparecer
asimetría, tanto en frecuencia como en intensidad, pero rara vez aparece
en forma unilateral. Los síntomas pueden durar desde pocos minutos a
varias horas. No obstante, incluso en los casos más graves, los sujetos
pueden conciliar el sueño y dormir durante bastante tiempo.
Los síntomas desaparecen total o parcialmente con el movimiento y, al
cesar éste, reaparecen. Otra característica es que está relacionado con la
edad, pues la sintomatología es más severa en ancianos. La privación de
sueño produce exacerbación. El embarazo acentúa los síntomas mientras
que la fiebre los disminuye o hace desaparecer. Es probable que se
transmita genéticamente y que enfermedades como la anemia o la artritis
reumática predisponga su aparición.
Mioclonus nocturno
Hablamos de un movimiento periódico de las piernas.
Actualmente denominado Trastorno por movimientos periódicos de
extremidades durante el sueño (PLMS). Se caracteriza por la aparición de
contracciones breves, estereotipadas de la musculatura de las piernas. Es
un movimiento periódico y estereotipado de intensidad variada, que se
produce fundamentalmente en los músculos tibiales anteriores y en otros
músculos de las extremidades inferiores. Son movimientos fugaces y
espasmódicos que no deben confundirse con los movimientos que se
manifiestan al comienzo del sueño. Son generalmente bilaterales, aunque
pueden aparecer en una sola pierna.
La principal característica es su repetición a intervalos periódicos,
intercalados entre dichos intervalos periodos de silencio o de ausencia de
movimientos. Las contracciones tienen una duración que oscila entre 0.5
y 5 segundos.
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Uno de los índices propuestos para el diagnóstico del mioclonus es el


Índice de Movimientos (IM) o número promedio de movimientos por hora
de sueño; este será de >5. Estos episodios de sacudidas mioclónicas, que
pueden durar desde pocos minutos hasta dos horas, se repiten varias veces
a lo largo de la noche, y conllevan un sueño fragmentado y de poca
calidad. Es más habitual en la edad adulta.
Las contracciones mioclónicas se inician cuando el paciente está ya
dormido y con frecuencia los pacientes no son conscientes de estos
espasmos. Se muestran principalmente durante el sueño ligero (fase I y
II), disminuyendo durante el sueño de ondas lentas y sólo ocurren
esporádicamente o desaparecen durante el sueño MOR. Es más frecuente
en ancianos y varones.
El mioclonus nocturno se ha relacionado con trastornos renales, con
anemia ferropénica y con déficit de vitamina B12. Puede presentarse
asociado a otros trastornos del sueño como narcolepsia, apnea obstructiva
del sueño y trastornos de conducta de la fase REM.
Se cree que el mioclonus es fundamentalmente un fenómeno relacionado
con el sueño y el síndrome de las piernas inquietas, un problema de vigilia,
cuando el sujeto se encuentra en estado de reposo. Es frecuente que los
dos síndromes se presenten asociados, pero los pacientes con el síndrome
de las piernas inquietas no mostrarán signos de mioclonus hasta que hayan
caído en estado de sueño. Son dos síndromes diferentes.
2.2. Parasomnias
2.2.1. Pesadillas
Constituyen episodios de sueño con ansiedad que surgen generalmente
durante el sueño MOR o paradójico. Van acompañados de ansiedad,
aunque no tiene por qué producirse una activación autonómica y si se
produce es moderada. Esta respuesta de ansiedad suele ir acompañada de
una reacción motora brusca que puede provocar el despertar. En este caso
la persona presenta un contacto normal con la realidad y tiene la sensación
de haber soñado con una amenaza inmediata. La ansiedad tiende a
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desaparecer rápidamente. En caso de que las pesadillas se presenten de


forma recurrente puede conducir a una fobia al sueño. Acontecen
normalmente en la segunda mitad de la noche, es decir, cuando hay una
mayor proporción de sueño REM.
Para calificarse como trastorno de pesadillas, siguiendo al DSM-IV, estas
experiencias deben ser tan angustiantes que perjudiquen la capacidad de
la persona para realizar actividades normales. Estas son más frecuentes en
la primera década de la vida. Aunque no se conoce el origen de las
pesadillas, éstas son más frecuentes cuando las personas están
preocupadas o ansiosas por algo. El contenido de las pesadillas puede estar
afectado por las experiencias que vive la persona durante la vigilia.
Las pesadillas también pueden ser un síntoma precoz de la aparición de
crisis psicopatológicas. En efecto, antes de la aparición de un brote
psicótico, en muchos esquizofrénicos suele observarse aumento en la
intensidad y número de pesadillas nocturnas. Algunos investigadores
diferencian entre pesadillas, que acaban despertando a la persona que las
padece una de los “malos sueños”, que no despiertan a la persona.
2.2.2. Terrores nocturnos
Suelen presentarse en el primer tercio de la noche, en las fases III y IV del
sueño. El individuo manifiesta un súbito ataque de terror, presentando una
gran agitación, midriasis, incorporación en la cama, sollozos…, y es muy
difícil tranquilizarle y despertarle. La persona se sienta bruscamente en la
cama gritando intensamente. Se puede producir una serie de
vocalizaciones acompañadas de manifestaciones de una ansiedad intensa
como sudoración, piloerección y taquicardia. Se pueden producir gestos
incoordinados y rápidos. Puede durar desde breves segundos hasta veinte
minutos. Si se despierta al paciente justo después de la crisis, no suele
recordar concretamente lo ocurrido, aunque sí puede denotar sensación de
miedo. A la mañana siguiente no suele recordar lo sucedido. En adultos,
el cuadro suele ser mucho menos aparatoso. Normalmente, el episodio no
vuelve a repetirse durante la noche.
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Los episodios suelen iniciarse en la edad preescolar, pudiendo ocurrir


durante toda la infancia, persistiendo en muy pocas ocasiones más allá de
la pubertad, estando en estos casos asociados con trastornos
psicopatológicos. De forma característica, los terrores nocturnos que
aparecen en la primera infancia tienden a desaparecer durante la
adolescencia, en tanto que los casos de inicio tardío presentan un curso
con mayor cronicidad y una frecuente asociación a diversas alteraciones
psicopatológicas como trastornos de ansiedad, fobias, obsesiones,
trastornos pasivo-agresivos y esquizoide de la personalidad, Vallejo
Ruiloba, 2006.
La tensión emocional y la fatiga parecen incrementar la aparición de los
terrores nocturnos. Estos factores psicológicos parecen contribuir de una
forma importante a la aparición de terrores nocturnos en aquellos niños,
por lo general, hereditariamente predispuestos, aunque no se sabe con
exactitud la importancia que tiene cada uno de estos factores. Por otro
lado, el hecho de que la mayoría de los niños deje de presentar terrores
nocturnos con la edad podría sugerir que este trastorno está asociado a un
retraso madurativo del SNC.
Los terrores nocturnos se diferencian de las pesadillas en:
• Los terrores nocturnos suelen aparecer en el primer tercio de la
noche. Las pesadillas en la segunda mitad de la noche.
• Los terrores manifiestan una activación emocional mucho más
intensa.
• Los terrores no se deben a sueños atemorizantes, puesto que
normalmente aparecen en las fases III y IV.
En general, los terrores nocturnos son crisis sin importancia que,
especialmente en los niños, no debe crear ninguna preocupación, pues
tienden a desaparecer con la maduración. Los casos de inicio tardío
asociados a alteraciones psicopatológicas, pueden requerir tratamiento
psicoterapéutico.
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2.2.3. Sonambulismo
Secuencia de comportamientos complejos ocurridos durante el sueño de
ondas lentas (fase III y IV) y que, generalmente, se produce en el primer
tercio de la noche. El episodio se inicia con movimientos corporales que
pueden llevar al sujeto a sentarse en la cama de una forma brusca incluso,
levantarse y comenzar a deambular. El sonámbulo mantiene los ojos
abiertos y fijos, siendo capaz de inspeccionar el ambiente, evitando de esta
forma los objetos encontrados a su paso, aunque existe el riesgo de que se
caiga por una escalera o una ventana. Puede llegar a vestirse, abrir la
puerta y ventanas, salir de la casa, alimentarse o realizar tareas de higiene
personal. Durante este estado existe una falta de responsividad al medio
ambiente, siendo infructuoso por tanto llamarle la atención o despertarle.
Ocasionalmente el sujeto puede hablar, aunque su articulación es muy
pobre, limitándose a una simple murmuración. Barlow y Durand, 2003,
señalan que no es cierto que sea peligroso despertar a un sonámbulo. Si se
le despierta, durante un corto período de tiempo se mostrará confuso y
desorientado, sin otras repercusiones adversas valorables.
Pese a llevar los ojos abiertos y siendo incluso capaces de sortear
obstáculos o de salir de la propia casa y hacer recorridos largos, se
encuentra en un estado de inconsciencia, con disminución de la atención,
ausencia de juicio crítico, facilidad de responder a sugestiones y amnesia
total posterior al episodio.
El episodio puede durar desde un minuto hasta más de media hora y su
frecuencia puede ser de varios episodios semanales. El trastorno puede
manifestarse durante varios años sin tener por qué provocar ninguna
alteración comportamental durante la vigilia. Este trastorno podría tener
una base hereditaria, dado que presenta una mayor incidencia entre los
niños cuyos padres fueron sonámbulos.
Se han descrito diferentes hipótesis en cuanto a su etiología. Se habla de
factores emocionales, de retraso madurativo…. A nivel poligráfico, se le
considera un trastorno del despertar ya que el sujeto después de un largo
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periodo inicial de fases III y IV, pasa de forma brusca a las fases I y II y
también se ha sugerido que el sonambulismo sería un mal funcionamiento
de los mecanismos activadores del sueño paradójico, lo cual provoca un
despertar atípico.
Un trastorno relacionado es el Síndrome de la Alimentación Nocturna, en
el que la persona se levanta de la cama y come, aunque siga dormido,
Manni, Ratti y Tartara, 1999.
2.2.4. Somniloquio
Es el habla o la emisión de sonidos con significado psicológico durante el
sueño sin que exista una concepción crítica subjetiva durante el episodio.
El habla puede ir desde sonidos ininteligibles hasta un pequeño discurso.
El contenido del discurso suele ser elaborado y afectivo durante el sueño
paradójico, y pobre en la fase de ondas lentas. Normalmente, el habla tiene
una duración de pocos segundos y ocurre esporádicamente. Aunque estos
episodios pueden aparecer en cualquier edad infantil, normalmente se
inician cuando el niño está en edad preescolar.
En cuanto a etiología, el somniloquio infantil no es signo de un trastorno
psicopatológico grave, pero si se mantiene hasta la edad adulta, podría
estar asociado a cuadros de ansiedad. Suele ser un fenómeno anecdótico
desde el punto de vista clínico. No se relatan sueños ni se revelan secretos
íntimos, sino que, generalmente, el contenido se refiere a hechos
cotidianos de la vida del sujeto.
2.2.5. Jactatio capitis
Este trastorno consiste en el balanceo rítmico de la cabeza, delante-atrás
y hacia los lados y, en algunos casos, de todo el cuerpo, normalmente antes
de dormirse el sujeto o en las fases I y II de sueño. Los movimientos de la
cabeza son los más importantes. Estos movimientos pueden ser regulares
o intermitentes, y aunque la mayoría de los casos son suaves, pueden
resultar violentos, como golpear la cabeza contra la cama o la pared hasta
el punto de provocarse heridas. La frecuencia de movimientos oscila entre
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60-70 veces por minuto, la mitad de los casos suele durar 15 minutos,
aunque a veces puede durar más de una hora.
Ocurre sobre todo en lactantes, especialmente entre los 8 y los 24 meses.
En algunos niños los movimientos reaparecen varios años después
coincidiendo con una etapa de tensión emocional acentuada. No suele ser
lo suficientemente grave como para requerir tratamiento. Suele ser más
frecuente en los primogénitos, lo cual podría estar provocado por una
mayor atención y preocupación de los padres.
En cuanto a las causas, podría estar relacionado con factores de tensión
emocional como conflictos entre los padres, presión en la escuela…. El
niño, para hacer frente a la ansiedad y quedarse dormido utiliza, estos
movimientos rítmicos. Otros autores consideran estos movimientos como
actos instintivos en busca de placer, satisfacción y liberación de tensiones.
2.2.6. Bruxismo
Actividad rítmica de los músculos maseteros pterigoideus internos y
temporales que provocan una serie de contracciones forzadas de las
mandíbulas superior e inferior y una fricción de las superficies dentarias,
lo cual provoca un ruido muy molesto. Esta fricción, si es muy frecuente,
puede terminar provocando un desgaste de los dientes e incluso
alteraciones en la articulación temporomandibular. Estos episodios suelen
aparecer en la de transición del sueño profundo al sueño ligero.
El curso de este trastorno puede ser transitorio o crónico. Es más frecuente
en niños de 3 a 7 años y más frecuente en aquellos que tiene algún
antecedente familiar. Los sujetos que padecen esta alteración suelen
padecer cefaleas y somnolencia durante el día. En la mayoría de los casos,
el paciente que rechina los dientes no suele tener conciencia de este
comportamiento y, muy raras veces, se despierta por el ruido producido.
Las quejas suelen ser sobre el dolor en las mandíbulas, cansancio en los
músculos de la masticación y una extrema sensibilidad de los dientes al
despertar por la mañana.
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En cuanto a las causas, las hipótesis varían desde considerar ciertos


factores psicológicos como desencadenantes de este comportamiento
hasta la implicación del funcionamiento de ciertas estructuras anatómicas.

3. Trastornaos del sueño relacionados con trastornos psicológicos


El insomnio o la somnolencia pueden estar relacionados con trastornos psicológicos
tales como la ansiedad, fobias, trastornos del estado de ánimo, psicosis,
alcoholismo….
En los trastornos de ansiedad el insomnio inicial es más habitual.

El insomnio tardío e intermitente es característico de los trastornos depresivos. No


obstante, algunos pacientes depresivos presentan una clara hipersomnia. En estos
casos, llamados "depresiones morfeicas", el tiempo total de sueño, hasta unas 18-20
horas, se ajusta a un ritmo circadiano regular, pues se duerme al mediodía y se levanta
por la mañana.
En los episodios maníacos, por una elevada latencia del sueño y por una notable
disminución del tiempo total de sueño.
La esquizofrenia, sobre todo la fase aguda, por grandes dificultades para iniciar y
mantener el sueño, es decir, insomnio masivo. Cuando este episodio desaparece, se
observa un restablecimiento de la cantidad de tiempo total durmiendo. Sin embargo,
la latencia del sueño es muy larga y esto hace que las personas que han sufrido
recientemente un episodio de esquizofrenia se levanten muy tarde, llegando incluso
a invertir el ciclo sueño-vigilia.
Las personas con anorexia nerviosa, se despiertan temprano.

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