Primacía de la Constitución y los tratados: Es fundamental que la Constitución y
los tratados internacionales tengan supremacía sobre las leyes internas, ya que
garantizan derechos fundamentales y establecen un marco normativo que trasciende
intereses particulares o legislaciones limitadas.
Solución del conflicto: El objetivo del proceso penal no debería ser solo la sanción,
sino también la restauración de la armonía social. Es acertado que se reconozca el
proceso penal como una medida extrema, priorizando métodos alternativos de
resolución de conflictos.
Juicio previo: Este principio garantiza la seguridad jurídica, evitando sanciones
arbitrarias. La oralidad, publicidad y contradicción refuerzan la transparencia y equidad
en el proceso judicial.
Juez natural: Proteger a los ciudadanos de tribunales creados con posterioridad a
los hechos es una salvaguarda contra la manipulación judicial y garantiza la
imparcialidad del juzgador.
Imparcialidad e independencia: La independencia judicial es un pilar del Estado
de derecho. Sin embargo, en la práctica, la imparcialidad de los jueces puede verse
comprometida por presiones externas, lo que pone en riesgo este principio.
Participación de la ciudadanía: La inclusión de los ciudadanos en la
administración de justicia refuerza la legitimidad del sistema, pero debe garantizarse
que su participación sea efectiva y no meramente simbólica.
Legalidad del proceso: Este principio es clave para evitar arbitrariedades. Nadie
debe ser procesado ni sancionado sin una ley previa que establezca con claridad las
conductas penalizadas.
Plazo razonable: La justicia tardía es sinónimo de injusticia. Es crucial que los
procesos se resuelvan en tiempo oportuno para evitar perjuicios tanto al imputado como
a la víctima.
Única persecución: La prohibición de ser juzgado dos veces por el mismo hecho
protege contra abusos del poder punitivo del Estado. Sin embargo, su correcta
aplicación debe ser vigilada para evitar impunidad.
Dignidad de la persona: Este principio refuerza la protección de los derechos
humanos dentro del proceso penal. Es esencial que el Estado garantice su cumplimiento
para evitar tratos degradantes.
Igualdad ante la ley: Aunque la igualdad está consagrada en la norma, en la
realidad existen sesgos y discriminaciones que afectan la equidad en los procesos
judiciales, lo que hace necesario reforzar su aplicación efectiva.
Igualdad entre las partes: El equilibrio procesal entre las partes es esencial para
garantizar justicia. No obstante, el Ministerio Público suele tener más recursos que la
defensa, lo que puede afectar este principio.
No autoincriminación: Es una garantía fundamental, pues nadie debería verse
obligado a declarar en su contra. Sin embargo, en algunos casos se presiona
psicológicamente a los imputados para que hablen.
Presunción de inocencia: Es la base de un sistema garantista. Sin embargo, en la
práctica muchas veces se vulnera, especialmente en casos de presión mediática o social.
Estatuto de libertad: La privación de libertad debe ser la última opción, no la regla.
En la práctica, muchas personas son encarceladas preventivamente de manera excesiva,
violando este principio.
Límite razonable de la prisión preventiva: Evitar que la prisión preventiva se
convierta en una pena anticipada es un desafío pendiente en muchos sistemas judiciales,
incluyendo el dominicano.
Personalidad de la persecución: Sancionar a personas ajenas al delito con fines
investigativos es una grave violación de derechos humanos. Debe evitarse toda práctica
que atente contra este principio.
Derecho de defensa: Es imprescindible que todo imputado cuente con una defensa
adecuada, ya sea privada o pública. En muchos casos, la defensa pública es deficiente
debido a la sobrecarga de trabajo de los defensores.
Formulación precisa de cargos: La claridad en las imputaciones evita la
indefensión y el abuso del poder acusador. Su cumplimiento es vital para garantizar
procesos justos.
Derecho a indemnización: La reparación por errores judiciales es justa, pero
muchas veces es difícil de obtener. Debería existir un mecanismo más ágil y accesible
para garantizarla.
Derecho a recurrir: La posibilidad de impugnar decisiones judiciales es una
garantía esencial, pero en la práctica puede verse limitada por trabas burocráticas o falta
de recursos.
Separación de funciones: Mantener la independencia entre los órganos de
investigación y los jueces es crucial para evitar parcialidades en el proceso penal.
Obligación de decidir: Los jueces deben emitir decisiones fundamentadas y en
tiempo oportuno. Sin embargo, la carga judicial y la falta de recursos muchas veces
retrasan la justicia.
Motivación de las decisiones: Exigir que las decisiones sean motivadas evita
arbitrariedades y refuerza la confianza en el sistema judicial.
Interpretación: La interpretación restrictiva de normas que coarten la libertad es
una garantía a favor del imputado, asegurando que sus derechos no sean vulnerados por
aplicación extensiva de la ley.
Legalidad de la prueba: Garantizar que solo las pruebas obtenidas de forma legal
sean válidas protege a los ciudadanos de investigaciones abusivas o manipuladas.
Derechos de la víctima: La participación de la víctima en el proceso es clave para
garantizar su acceso a la justicia. No obstante, en muchos casos, el enfoque sigue
priorizando más al imputado que a la víctima.
Ejecución de la pena: El control judicial de la ejecución de la pena evita abusos en
el trato a los condenados y garantiza que se respeten sus derechos fundamentales.
1. Primacía de la Constitución y los tratados:
Es fundamental que la Constitución y los tratados internacionales prevalezcan sobre las
leyes ordinarias, pues garantizan la protección de los derechos fundamentales y la
coherencia del sistema jurídico con estándares internacionales. Su aplicación asegura
que los tribunales actúen conforme a principios de justicia universal y eviten decisiones
arbitrarias o contrarias a los derechos humanos.
2. Solución del conflicto:
El proceso penal no solo debe castigar al culpable, sino también restaurar la armonía
social. Resolver el conflicto permite que tanto la víctima como el imputado encuentren
una salida justa, promoviendo la paz y la estabilidad. Este enfoque evita que la
penalización sea vista únicamente como una herramienta de castigo, priorizando la
reparación y la reconciliación.
3. Juicio previo:
Garantiza que nadie sea sancionado sin haber pasado por un proceso legal con las
debidas garantías. Esto protege a las personas de condenas arbitrarias y refuerza el
derecho a la defensa. Su correcta aplicación previene los abusos de poder y asegura que
toda sanción sea producto de un juicio justo y transparente.
4. Juez natural:
La garantía de ser juzgado por un tribunal previamente establecido evita la creación de
tribunales ad hoc con sesgos o intereses específicos. Es clave para la imparcialidad de la
justicia y evita la instrumentalización del sistema judicial con fines políticos o
represivos.
5. Imparcialidad e independencia:
Es esencial que los jueces no estén influenciados por otros poderes del Estado o
intereses privados. La independencia judicial fortalece el Estado de derecho y la
confianza de los ciudadanos en el sistema. Su aplicación rigurosa es clave para evitar la
corrupción y la manipulación política de la justicia.
6. Participación de la ciudadanía:
Permitir que los ciudadanos participen en la administración de justicia fomenta la
transparencia y el control social. La confianza en el sistema aumenta cuando las
personas pueden influir en su funcionamiento, como ocurre con los jurados o testigos en
ciertos procesos.
7. Legalidad del proceso:
Nadie debe ser procesado por una conducta que no estaba tipificada como delito en el
momento en que se cometió. Esto da seguridad jurídica y evita la aplicación retroactiva
de leyes penales. Es un pilar del derecho penal moderno, garantizando previsibilidad y
equidad.
8. Plazo razonable:
Un proceso penal excesivamente largo puede convertirse en una pena anticipada,
afectando la vida del imputado y de la víctima. Garantizar juicios en plazos razonables
evita la impunidad y la violación de derechos fundamentales.
9. Única persecución:
Prohíbe la doble persecución por el mismo hecho (ne bis in idem). Evita el abuso del
sistema judicial y protege a las personas de ser juzgadas indefinidamente. Su respeto es
crucial para garantizar la estabilidad y la seguridad jurídica.
10. Dignidad de la persona:
El respeto a la dignidad humana es la base de cualquier sistema de justicia legítimo.
Proteger la integridad física y moral de toda persona, incluso la de un imputado,
garantiza que el proceso penal no se convierta en un mecanismo de tortura o venganza.
11. Igualdad ante la ley:
Todos los ciudadanos deben ser tratados de la misma manera sin distinciones
injustificadas. Su aplicación es vital para evitar discriminaciones que podrían
deslegitimar el sistema judicial y generar injusticias sociales.
12. Igualdad entre las partes:
Las partes en un proceso deben tener las mismas oportunidades de presentar pruebas y
argumentos. Si se favorece a una sobre la otra, se rompe la equidad y la justicia se
vuelve parcializada. Su correcta aplicación garantiza la objetividad del juicio.
13. No autoincriminación:
Nadie puede ser obligado a declarar en su contra. Este principio impide que la coacción
o la tortura sean medios de obtención de pruebas, asegurando la voluntariedad de las
declaraciones y la legitimidad del proceso.
14. Presunción de inocencia:
Es el principio que impide que una persona sea tratada como culpable sin pruebas
concluyentes. Su aplicación evita condenas injustas y asegura que el peso de la prueba
recaiga en la acusación.
15. Estatuto de libertad:
Toda persona tiene derecho a su libertad y solo puede ser restringida en circunstancias
excepcionales. Evita detenciones arbitrarias y abusos de autoridad, asegurando que toda
privación de libertad tenga una justificación legal.
16. Límite razonable de la prisión preventiva:
Impide que la prisión preventiva se utilice como una condena anticipada. Su aplicación
protege la presunción de inocencia y evita la vulneración de derechos de quienes aún no
han sido declarados culpables.
17. Personalidad de la persecución:
Solo el autor de un delito puede ser procesado y sancionado, evitando la persecución de
terceros no involucrados. Es importante para impedir abusos en la investigación penal y
garantizar un sistema de justicia justo.
18. Derecho de defensa:
Todo imputado tiene derecho a defenderse y a contar con un abogado. Sin este
principio, el proceso penal se convertiría en un mecanismo opresivo donde el acusado
no tendría oportunidad de probar su inocencia.
19. Formulación precisa de cargos:
Desde el momento en que una persona es acusada, debe conocer detalladamente las
imputaciones en su contra. Esto garantiza el derecho a la defensa y evita sorpresas o
juicios arbitrarios.
20. Derecho a indemnización:
Cuando una persona es condenada erróneamente, el Estado debe compensar los daños
sufridos. Es un principio de justicia que refuerza la responsabilidad del sistema judicial.
21. Derecho a recurrir:
Toda persona condenada tiene derecho a apelar su sentencia ante un tribunal superior.
Garantiza que los errores judiciales puedan ser corregidos y evita injusticias
irreversibles.
22. Separación de funciones:
El juez no debe investigar ni acusar, y el Ministerio Público no debe juzgar. Esta
división garantiza la imparcialidad y evita la concentración de poder, que podría derivar
en abusos.
23. Obligación de decidir:
Los jueces no pueden evadir su responsabilidad de dictar sentencia. Su aplicación
impide la impunidad y garantiza que toda persona reciba una respuesta judicial.
24. Motivación de las decisiones:
Toda decisión judicial debe estar debidamente fundamentada. Evita fallos arbitrarios y
permite a las partes conocer las razones detrás de una sentencia, lo que facilita su
impugnación si es necesario.
25. Interpretación:
Las normas procesales que restrinjan derechos deben interpretarse de manera estricta
para evitar abusos. La analogía solo debe usarse para favorecer al imputado,
garantizando que no se creen delitos por mera interpretación extensiva.
26. Legalidad de la prueba:
Solo las pruebas obtenidas de manera legal pueden ser utilizadas en un juicio. Su
aplicación evita la manipulación de la justicia mediante pruebas ilícitas o fabricadas.
27. Derechos de la víctima:
La víctima debe tener un rol activo en el proceso penal y ser informada de su desarrollo.
Su aplicación asegura que la justicia no solo se enfoque en el imputado, sino también en
quien sufrió el delito.
28. Ejecución de la pena:
El cumplimiento de la pena debe estar bajo control judicial para evitar excesos o
irregularidades. Esto protege los derechos de los condenados y garantiza que la pena se
cumpla conforme a la ley.