Publicado en Sal Terrae, 99. Octubre 2011. SEXUALIDAD y CELIBATO.
Una perspectiva antropolgica1
Madrid, 31 de Agosto de 2011.
ABSTRACT Se aborda el tema de la vivencia de la sexualidad en personas clibes. El artculo tiene tres partes. La primera consiste en una exposicin sumaria de algunas afirmaciones generales que enmarcan el punto de partida del autor. En la segunda parte se habla de algunos conflictos vividos por clibes en relacin con su sexualidad con una especial mencin a internet. En la tercera parte, se exponen algunos aspectos psico-sociales que, siendo cuidados, podran ayudar a que las personas clibes vivan su opcin felizmente. Se hace especial hincapi en la necesidad de promover relaciones de intimidad en tres niveles: con Dios, interpersonal e institucional.
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Todava hoy, ver juntas las palabras sexualidad y celibato produce en algunas personas una cierta sensacin de inconsistencia. Durante aos muchos clibes han encontrado en el silencio un modo de compaginar ambas realidades y aunque es cierto que esta postura de cierta discrecin es suficiente para muchos tambin es verdad que a fuerza de silencios, se va perdiendo la capacidad para enunciarse a uno mismo en aspectos muy relevantes y reales de la naturaleza humana. Las nuevas generaciones de clibes provienen de un contexto cultural que maneja con ms naturalidad estos aspectos y es importante que se puedan ir encontrando los espacios para dar carta de ciudadana a esta amalgama de sensaciones y vivencias que llamamos sexualidad sin tener que esperar a que sea una dificultad. Las lneas que vienen a continuacin pretenden contribuir a esta tendencia y lo hacemos con conciencia de la infinidad de temas y matices para los que no hemos encontrado espacio aqu.
1. Algunas afirmaciones generales. No entraremos a justificar a fondo cada una de las afirmaciones que hacemos a continuacin. Cada una de ellas podra ser objeto de discusiones y de ms de un artculo. Sencillamente, se trata de exponer nuestra posicin de partida. -En la Vida Religiosa y Sacerdotal, el celibato brota de un profundo enamoramiento de Jess y su causa que descentra a la persona y recompone la integridad de sus sistemas motivacionales2 y su auto-conciencia, incluida la conciencia de las propias necesidades. Se trata de una opcin personal pero, sobre todo, es un
Rufino Meana S.J. es psiclogo clnico. Ensea psicopatologa y es director del centro de psicologa (UNINPSI) de la Universidad Pontificia Comillas. [email protected] 2 H. BLEICHMAR, Avances en psicoterapia psicoanaltica, Paids, Barcelona 1997. Bleichmar habla de cinco sistemas motivacionales: narcisista, apego, auto/hetero conservacin, sexual/sensual y de regulacin neuro-biolgica. Ser a este paradigma al que nos referiremos en lo sucesivo.
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carisma, como Cozzens nos recuerda cuando afirma que los carismas son talentos fundados sobre una aptitud natural, sobre un potencial humano3. A veces, por buenas que sean las intenciones y por ms que se den todos los elementos formales -oracin, generosidad, orden, etc.- no hay sujeto psquico para que el carisma del celibato acampe con sosiego y vocacin de permanencia. Adems, es importante una constante y actualizada determinacin por permanecer en este tipo de vida; no es una cuestin de voluntarismo, aunque haya que poner voluntad. Todo artista que se siente empujado a crear, por la fuerza de su don, sabe que necesita largas horas de esfuerzo y disciplina para alcanzar lo que desea. -Somos seres sexuados. El ser humano no puede renunciar a su naturaleza sexual; las hormonas nos habitan y operan en nosotros. En cualquier persona sana, adems de servir a otros propsitos, regulan en gran medida los estados emocionales, las necesidades y los deseos de orden sexual4. Tambin en los clibes hacen que un varn y una mujer sigan experimentando necesidades y deseos sexuales, vivan emociones y atracciones de mayor o menor intensidad. La persona casta sabe distinguir a la persona que le atrae fsicamente, la conversacin que no terminara, la compaa que repetira. La sexualidad es una realidad viva tambin en los clibes; no experimentar su pulso es seal de algn tipo de disfuncin. -Las relaciones sexuales son acontecimientos polismicos y 5 multifuncionales . No se pueden analizar desde un solo punto de vista, poseen mltiples niveles de significado: son el modo de dar vida, un lenguaje interpersonal, una fuente de placer fsico, etc. Adems, como hemos mencionado, la sexualidad es un sistema motivacional que cumple su funcin en el equilibrio de fuerzas que es el psiquismo humano. Es capaz de compensar o anular estados carenciales como la necesidad de autoestima, la necesidad de tener vivencias de apego, la necesidad de alcanzar estados libres de ansiedad, etc. Dimensiones que en el clibe se ven necesitadas de ajuste para que el no-ejercicio de la sexualidad no sea una fuente de descompensacin en alguno de los otros sistemas (desequilibrios narcisistas, ansiedades incomprensibles, vivencias de soledad, etc.). -En nuestra cultura, el ejercicio de la genitalidad est sobredimensionado. Ha pasado de ser tab a escalar posiciones que han traspasado la frontera de la mera normalizacin. Torre6 dice la revolucin sexual se ha convertido muchas veces en un nuevo magisterio moral () parece que habra slo una manera liberadora de vivir la sexualidad. Las razones son mltiples pero, adems de diversos asuntos socioculturales como la regulacin de la natalidad, la prevencin de enfermedades, el creciente ideal de mujer liberada de las cargas de la maternidad, etc., la sexualidad ha ido adquiriendo un alto valor como reclamo comercial. Reclamo con contra-efecto: la publicidad modela el ideal de persona como individuo altamente erotizado. La sexualidad se presenta como puro placer fsico, desprovista de su carcter de comunicacin antropolgica mediante la que se compartiran matices poco transmitibles en otros lenguajes. El objetivo a alcanzar, entonces, es el mero bienestar egocntrico
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D. COZZENS, Liberar el celibato. Sal Terrae, Santander 2007, 30. G. EINSTEIN, Sex and the brain. MIT, Minnesota 2007. 5 M. FARLEY, Sexuality and its meanings, en M. FARLEY, Just love. A framework for Christian sexual ethics, Continuum, New York 2008. 109-173. A. AUTIERO, Sexualidad, en Diccionario de Moral, Paulinas, Madrid, 1992, 1690-1697. 6 J. de la TORRE, Teologa y sexualidad, en J. de la Torre (Ed.), Sexo, sexualidad y Biotica, Comillas, Madrid, 2008, 259.
hecho de placer fsico y de autoimagen satisfactoria: ser un sujeto con un variado y abundante ejercicio de la sexualidad7. -Se puede vivir sanamente sin genitalidad. Mucha gente lo hace. Ms de lo que est dispuesto a admitir un mercado que pretende ofrecer una imagen del ser humano con taras si prescinde de la genitalidad. Es cierto que, en algunos casos, la abstinencia sexual puede ser expresin de un problema personal que necesitara ser considerado en contexto teraputico (timideces patolgicas, rechazo de la vivencia sexual por razones diversas, anorexias sexuales varias8). Sin embargo, patologas aparte, se pueden dar circunstancias en las que una persona no mantenga relaciones sexuales sin que esto suponga una condicin enfermiza. Es importante afirmar, con Max Scheller, que el hombre es el animal capaz de decir no a la satisfaccin de sus instintos. Satisfacer el instinto sexual no es, necesariamente, ms saludable psquica o fsicamente que lo contrario. La prctica clnica nos muestra diariamente personas sexualmente activas con los mismos problemas emocionales e interpersonales que puede padecer un clibe. Todo depende del por qu de esa opcin vital y, por tanto, del equilibrio resultante entre todos los sistemas motivacionales mencionados. Es importante, adems, que tengamos claro que el ser humano sano no se convierte en un pervertido por permanecer casto. En los ltimos aos se ha ido vertiendo la equivocada idea de lo contrario cuando se han asociado diversos desmanes, como la pedofilia, con el celibato. Un celibato mal discernido tal vez se manifieste con vivencias de tensin/insatisfaccin de diverso orden (el enfado permanente, la sensacin de estrs poco justificada, tendencias narcisistas o posesivas, etc.) pero las parafilias9 no surgen de la insatisfaccin sexual. Provienen, ms bien, de un proceso evolutivo personal perturbado por algn episodio traumtico (abusos o maltratos en la infancia por ejemplo) o como consecuencia de la escalada en un ejercicio desenfrenado de la sexualidad al servicio de un instinto engrandecido ms por el exceso que por la escasez10. Afirmar que las perversiones, en concreto la pedofilia, son consecuencia de un celibato mal vivido es una falsedad fruto de la ignorancia, de la malevolencia o de ambas. Con todo, no podemos obviar que la persona clibe que pretende vivir como si su dimensin sexual no existiera, reprimindola, termina comprometiendo la misin de la Iglesia. Se ir convirtiendo en un sujeto raro, incapaz de vivir y convivir con naturalidad, que en algn momento de debilidad personal puede verse impulsado a comportamientos descontrolados, no necesariamente perversos, e incongruentes con la
M. F. HIRIGOYEN, Las nuevas soledades. El reto de las relaciones personales en el mundo de hoy. Paids, Barcelona, 2008, 72. La autora dice que el sexo se ha vuelto una funcin higienista: hacer el amor es bueno para mantener la lnea, para el cuidado de la piel, para la salud general del individuo nuestro cuerpo se ha vuelto una mquina de placer cuyos registros hay que mejorar. 8 Anorexia sexual es un trmino que se utiliz con relativa frecuencia en la literatura anglosajona para referirse al actual Trastorno por aversin al sexo descrito en la DSM IV. Se trata de una enfermedad que se caracteriza por la evitacin de toda referencia a la sexualidad. Esta preocupacin domina a la persona hasta el punto de que, si no es capaz de evitar, se producen intensos estados de ansiedad y angustia. Por supuesto, es un trastorno que no debera tener nada que ver con la opcin celibataria. Cfr. D.W. WEISS, Sexual Anorexia: Beyond Sexual, Emotional & Spiritual Withholding, Discovery Press, Texas, 1998. P.J. CARNES, The Case for Sexual Anorexia: An Interim Report on 144 Patients with Sexual Disorders: Sexual addiction and Compulsivity 5(1998), 293-309. 9 De acuerdo con la DSM IV, parafilia es la presencia de repetidas e intensas fantasas sexuales de tipo excitatorio, impulsos o comportamientos sexuales que engloban una o varias de las siguientes posibilidades: 1. Objetos no humanos. 2. El sufrimiento o la humillacin de uno mismo o de la pareja. 3. Prepberes u otras personas que no pueden consentir. 10 En lo referido a los abusos sexuales a prepberes, recordemos que el 99% lo ejerce alguien con vida sexual extremadamente activa.
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vocacin enunciada. Por esto creemos que conviene promover un realismo lcido y humilde ms que la apariencia de cumplir con un ideal prstino11. 2. Algunas dificultades. a. Vivencias encontradas. Como en otras opciones vitales, la castidad entraa renuncias e insatisfacciones. Dado que nuestro presente contexto sociocultural no siempre ayuda a afrontar estas dificultades, hace falta contar con sujetos suficientemente maduros, capaces de decidir deliberadamente sobre su futuro; al menos con suficiente capacidad para evitar autoengaos y buscar apoyos. Coincidimos con Mons. Uriarte cuando dice que la vida clibe es siempre un equilibrio delicado que puede desvirtuarse12; estamos ante un camino en el que es importante la constante conciencia de la determinacin tomada. Esto no siempre es fcil, por eso desde un punto de vista puramente descriptivo nos podemos encontrar con, al menos, cuatro estereotipos combinables de clibes con problemas relacionados con la sexualidad: 1. Enamoramiento normal. El vrtigo ante la soledad, la necesidad de familia y de ternura fsica conducen a la persona a un estado de proclividad al enamoramiento. Son situaciones relativamente comunes que nos sitan ante una persona normal y nos remite a un adecuado discernimiento de sus circunstancias y a la indispensable profilaxis comportamental y relacional que todo clibe tiene que cuidar si desea permanecer en su estado. 2. Necesidad de sentirse normal en una sociedad hiper-sexualizada. No es que se vea apurado por un estado de necesidad biolgica o emocional lo que no soporta es verse distinto, perdindose algo. Estaramos ante una persona con un cierto grado de dificultad para vivir contraculturalmente. Se puede observar en personas con una identidad poco consolidada necesitada de maduracin. Hay veces que esta maduracin es posible otras veces es demasiado tarde. 3. Bsqueda de gratificacin compensatoria. El placer sexual como contrapartida frente a displaceres varios (falta de creatividad en su actividad, dficits en la autoestima, carencias relacionales, falta de habilidades para compensar estados de soledad, etc.). Pueden darse relaciones sexuales ocasionales emocionalmente desvinculadas o actividades autoerticas de diversa consideracin. Obviamente hay que estudiar la naturaleza de los displaceres vividos y ver si es posible otro equilibrio personal que no pase por la compensacin sexual. 4. Vida sexual activa y descomprometida con el voto o la promesa de celibato. En estos casos sera necesario discriminar tres grandes grupos: quienes no ven contradiccin y entienden el celibato como un estado ms espiritual que fsico. Quienes poseen una notable inmadurez antropolgica y viven vidas fragmentadas, enunciando deseos para los que no ponen la mnima disposicin de su parte y, seguramente, incapaces de cualquier gnero de compromiso personal en la vida. Y, en tercer lugar, quienes viven esta circunstancia tras aos
Sobre el asunto de la genuinidad ya hemos hablado en: R. MEANA, (2010). Vivir en plenitud. Reflexiones en torno a la conformacin de la afectividad del sacerdote: Sal Terrae 98 (2010), 631-643. 12 J.M. URIARTE, Una espiritualidad sacerdotal para nuestro tiempo, Sal Terrae, Santander, 2010, 2829.
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de compromiso serio y responsable que, por diversos avatares o por puro descuido personal, han ido entrando en una espiral de incongruencias que, en ocasiones, les sorprende a ellos mismos cuando caen en la cuenta de dnde se encuentran. Sobre todo en este ltimo caso, nunca se puede cerrar la posibilidad de segundas conversiones. La historia de la Iglesia est llena de personas que se han levantado de situaciones muy complicadas y se han convertido en autnticos sacramentos vivos13. b. La amenaza del cibersexo14 En un apartado sobre dificultades de los clibes en torno a la sexualidad no podemos dejar de mencionar internet. La irrupcin de La Red ha trado incontables ventajas y avances. La cultura y la alta divulgacin se vuelven infinitamente ms accesibles, la comunicacin est generando nuevos y ms ricos modos de ser sociedad, la posibilidad de dilogo intercultural es una realidad mucho ms concreta y apasionante, etc. Por supuesto, la Red tambin es un potencial instrumento para todo uso ilcito y/o inmoral. Esto no significa que debamos, ni podamos, demonizar internet15. Hoy es impensable un mundo sin este recurso y tampoco podemos imaginar una Iglesia que d la espalda a un elemento tan esencial en nuestra sociedad. En el tema que nos ocupa, la persona clibe se encuentra ante una ventana que puede poner a su alcance todo aquello que no desea que ocupe un lugar prevalente en su vida. En el proceloso mar de internet la pornografa y el cibersexo habitan con bastante buena salud y al alcance de quien quiera alcanzarlo. Es una potencial dificultad que afecta a todos, de cualquier edad, sexo o condicin, incluidos los clibes. Las consecuencias ticas y psicolgicas de este modo de ejercicio de la sexualidad son claras, particularmente en nios y adolescentes, pero adems en algunos casos estamos hablando de autnticas adicciones16. A juicio de Delmnico17 hay cinco factores que hacen que el cibersexo sea un fenmeno universal tan atrayente: Accesibilidad: Antes de internet el acceso a materiales relacionados con el sexo tena ciertas limitaciones. Por ejemplo, no en todas partes se poda adquirir pornografa ni estaban accesibles 24 horas al da 7 das a la semana. Hoy hay, literalmente, millones de pginas web permanentemente accesibles. Anonimato: no es necesario entrar en un local en el que puede ser reconocido, se puede operar en la red con pseudnimos incluso con falsas identidades muy elaboradas.
A. GROMOLARD, La segunda conversin. De la depresin religiosa a la libertad espiritual, Sal Terrae, Santander, 1999. 14 El cibersexo es el uso de internet al servicio de comunicaciones interpersonales con finalidades sexuales. Los modos de establecer la comunicacin son diversos, desde el soporte escrito hasta la videoconferencia. Se suele utilizar esta palabra como trmino general tambin para referirse al acceso a pornografa. 15 A este respecto resulta muy iluminador y especialmente recomendable para quienes miran hostilmente a internet- el Mensaje de Benedicto XVI Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de Junio de 2011. Ah podemos leer: Nos encontramos ante una vasta transformacin cultural () nace un nuevo modo de aprender y pensar, as como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunin (). Si se usan con sabidura [las nuevas tecnologas], pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiracin ms profunda del ser humano. 16 E. ABOUJAOUDE, Virtually you. The dangerous powers of the e-personality, W.W. Norton and Company, New York, 2011. D. DELMONICO, In the shadows of the net, Hazelden, Minnesota 2001. 17 Op. Cit. 12-15.
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Aislamiento: A juicio del autor, posiblemente el factor ms potente. El cibersexo ofrece la oportunidad de separarse del mundo real (insatisfactorio?) en una actividad en la que la vivencia del tiempo est muy distorsionada. Econmicamente asequible: la oferta de pornografa gratuita es una realidad abrumadora. Fantasa: Es un contexto perfecto para explorar todas las fantasas sexuales imaginables sin riesgos o responsabilidades.
Ante esta posible dificultad para la vida celibataria no es fcil ofrecer soluciones generales que sirvan de soporte a quienes sientan que su voluntad flaquea, aparte de apelar a la necesaria madurez personal. Excluida la alternativa de vivamos como si no existiera internet, otras soluciones para quienes experimenten dificultades a este respecto pasan por evitar los ordenadores en espacios privados o la instalacin de filtros que impidan el acceso a contenidos sexuales. Sobre todo, poner el problema sobre la mesa acompaado del deseo de encontrar soluciones18. Algunas comunidades lo han hecho con razonable xito.
3. Apoyos a la vida clibe a. Aspectos psico-sociales Richard Sipe realiza un estudio sobre el celibato bien conocido y, en algn aspecto, criticado. Es un autor tremendamente exigente a la hora de determinar que una persona es verdaderamente clibe y presenta unas estadsticas de xito francamente descorazonadoras en las que no vamos a entrar. Lo traemos aqu porque, a pesar de su a priori escptico, tiene que reconocer la presencia ejemplar y admirable de verdaderos clibes entre todos los que dicen serlo. Lo interesante es que se atreve a entresacar algunos factores psico-sociales comunes a las personas que viven su celibato felizmente de modo integrado y maduro19. Pensamos que algunos de estos factores son aspectos que forman parte de lo que es el sujeto psquico. Realmente, no estn al alcance de una decisin personal pero se podran considerar en un contexto de seleccin de candidatos. Habla de: sentir que se tienen cubiertas las necesidades personales bsicas (para nosotros los mencionados sistemas motivacionales), capacidad para afrontar el estrs, poseer una identidad estable en tiempo y situacin, capacidad de establecer orden y prioridades para alcanzar objetivos, amor por la sabidura y capacidad de goce esttico. Otros aspectos comunes que enumera Sipe nos parece que s entraran en la esfera de lo que un clibe puede decidir cultivar o potenciar como profilaxis personal. Los comentamos a continuacin: Oracin-Interioridad. Sipe subraya que nunca se ha encontrado con un clibe integrado que no tenga muy acentuada esta dimensin. La oracin remite a la Fe y por tanto a la razn primera de su compromiso pero, tambin, habla de la capacidad de la persona para transcenderse y quedar en segundos planos de
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D. DELMONICO - E. GRIFFIN, In the Shadows of the Net: Understanding Cybersex in the Seminary: Seminary Journal 9 (2003) 240-258. J. GREGOIRE y Ch. JUNGERS, Sexual Addiction and Compulsivity among Clergy: How Spiritual Directors can Help in the Context of Seminary Formation: Sexual Addiction & Compulsivity 11 (2004), 7181. 19 R. SIPE, The achievement of celibacy, en R. SIPE, Celibacy in crisis, Routledge, London, 2003, 301320.
inters20. Aunque no hay atajos posibles, se trata de un asunto de calidad contrastada ms que de cantidad. Es sabido que hay quienes emplean muchas horas en presunta oracin sin lograr auto-transcenderse ms bien, todo lo contrario, entrando en complicadas espirales narcisistas y las consecuencias de una autoimagen engrandecida o rigorismos represivos varios. Comunidad. El clibe cultiva su conciencia de comunidad. Ha encontrado la respuesta a la pregunta Quines son mi madre y mis hermanos?. Comunidad no es una realidad abstracta, son personas con sus circunstancias y su humanidad con quienes se experimenta un fuerte vnculo basado en la experiencia religiosa comn. Hay clibes cuya comunidad no son slo otros clibes ni viven junto a ellos. Trabajo. Encuentran en su actividad un modo de expresar su vocacin pero tambin sus habilidades y energas. Valoran el tiempo y la productividad pero ms la generatividad: dejar algo de uno mismo en lo que se hace. Por eso no es infrecuente que tengan hobbies que compensan las deficiencias o insatisfacciones que toda obligacin estrictamente laboral puede traer. Actitud de Servicio. Servir supone tener la conciencia de agradecimiento que viene de experimentar que todo lo que somos nos ha sido dado por otros y por el Creador. Tambin supone ejercitar la sensibilidad por las necesidades de otros; es algo que puede ser entrenado, hay que aprender a mirar y vivir donde esas necesidades son ms obvias. b. Poner en juego la intimidad.
Para ver tu rostro, te miras a un espejo. Para saber quin eres, te miras en el rostro de un amigo Emilio Lled
La soledad es uno de los temidos fantasmas del ser humano y muy especialmente de las personas clibes. Como hijos de su cultura, los clibes contemporneos necesitan, seguramente ms que muchos de sus antecesores, cultivar experiencias de intimidad interpersonal adems de la intimidad con Dios. En trminos generales, las personas que permanecen clibes, siendo felices, tienen contextos de intimidad interpersonal que satisfacen sus necesidades de apego21. Cozzens22 dice que disfrutamos de intimidad con otra persona cuando somos capaces de estar ante ella sin nuestras habituales defensas y mscaras, vulnerables y, sin embargo, con plena confianza. A nuestro juicio, tendramos que aadir a esta definicin que uno ha de ser tambin capaz de disfrutar de intimidad con uno mismo, capaz de mirarse sin defensas, en verdad, como Dios le mira a uno. Esto es ser capaz de acompaarse, tolerarse, criticarse, consolarse; en definitiva, auto-regular los propios estados emocionales mediante una conciencia refleja y una conciencia crtica saludables. Aprender a hacerlo requiere prctica y acompaamiento para evitar distorsiones, saber hacerlo ser esencial para poder compartirse en una relacin de intimidad, tambin con Dios. El anhelo ms hondo del ser humano maduro es la sed de intimidad: la necesidad de conocer y ser conocido, apreciar y ser apreciado por otra persona. Por satisfacer esta necesidad, que conduce a la amistad y el amor, se pueden sacrificar muchos otros
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En terminologa ignaciana: salir del propio amor, querer e inters N. DIAMOND - M. MARRONE, (2009). Apego y sexualidad. En M. MARRONE, La teora del Apego. Un enfoque actual, Psimtica, Madrid 20092, 323-340. 22 D. COZZENS, La faz cambiante del sacerdocio. Sal Terrae, Santander 2003, 53.
aspectos fsica o psquicamente placenteros. Hirigoyen23 dice: nuestros pacientes vienen a veces a quejarse de frustracin sexual, pero la verdadera problemtica sigue siendo el aislamiento afectivo. En ocasiones, este vnculo entre sexualidad e intimidad constituye todo un descubrimiento para algunas personas con altos niveles de actividad sexual emocionalmente desvinculada que terminan por experimentar una desconcertante e inquietante soledad. Desde otro punto de vista, algunas personas clibes insatisfechas en la esfera de la intimidad, emprenden la bsqueda de la satisfaccin de ese anhelo por la va del ejercicio de la sexualidad emocionalmente desvinculada. Suele ser un callejn sin salida, fuente de frustracin, culpa y enorme desorientacin24. Estamos, por tanto, ante el reto de favorecer lo ms posible la puesta en juego de la propia intimidad como apoyo y sostn de la vida clibe25. A este respecto, entendemos que existen tres terrenos que han de ser cultivados al tiempo: la relacin con Dios, las relaciones interpersonales y el vnculo con la institucin de referencia. Por razones de extensin no podemos entrar en detalle en cada uno de ellos. La mstica y la espiritualidad se han ocupado del primero, la relacin ntima con Dios. Ms complicado se ha ido haciendo el segundo aspecto, las relaciones ntimas interpersonales. Se ha pasado de las grandes cautelas hacia las amistades particulares, frustrando a priori toda relacin que fuera ms all de lo formal por si acaso, a un momento en el que resulta difcil pronunciarse sobre este tema. Es cierto que la intimidad compartida puede conducir al enamoramiento, a la generacin de lobbies de presin, a dificultar la movilidad y la obediencia, a la secularizacin del religioso/a (si sus relaciones son de otro contexto). S, todas estas dificultades y otras pueden planear sobre las relaciones ntimas. Sin embargo, a nuestro juicio, hay que buscar equilibrios aceptables porque es peor encontrarse con personas castas pero incapaces de intimidad humana, viviendo a medias y, a la postre, teniendo una significatividad sacramental poco menos que nula. Recordemos que el clibe es alguien significativo porque muestra ms que nadie lo que nos hace imagen y semejanza de Dios: la capacidad de amar. El tercer punto tiene que ver con la vivencia de pertenencia. El individuo ha de experimentar que comparte con su institucin los cdigos que le expresan (que son el lenguaje, los ritos, las tradiciones pero, tambin, las opciones institucionales y la visin de futuro). En las relaciones interpersonales es frecuente la experiencia de sentirse formulado en alguna vivencia expresada por otro y decimos que esto produce cercana emocional, aprecio, afecto, comunin, intimidad. En el contexto de la vida religiosa y sacerdotal es esperable que suceda algo equivalente tambin con la institucin a la que se pertenece. Ese es un difcil reto no slo para cada individuo sino, muy especialmente, para quienes ocupan el turno de gobierno. La tentacin para stos puede ser pedir a sus sujetos que asuman como propio, sin ms, lo que ellos estiman que es lo institucionalmente adecuado. Aunque este esfuerzo de comprensin es importante26, el
HIRIGOYEN, op.cit. 166. A este respecto, es ilustrativo el testimonio de un ex religioso: Uno de los atractivos del sexo es que se trata del smbolo por excelencia de la intimidad, del encuentro interpersonal sin barreras. Aunque en la prctica puede ser frustrante, su simbologa contina siendo muy fuerte. El sexo puede parecer una va privilegiada hacia una relacin profunda pero puede ser tambin un camino lleno de barreras e incomunicacin. La verdadera intimidad no requiere atraccin sexual. La mayora de nuestras relaciones ntimas, empezando por las que tenemos con nuestra familia de origen, no usan de ella. P. MCDONOUGH E. BIANCHI, Passionate Uncertainty inside the American Jesuits, University of California Press, Berkeley 2002, 103. 25 Son incontables los autores que trabajan este aspecto, seguramente los ms bsico si se quiere profundizar en el tema seran: L. SPERRY, Sexo, sacerdocio e Iglesia, Sal Terrae, Santander 2004. Tambin las obras citadas de D. COZZENS. 26 El ignaciano principio de siempre tratar de salvar la proposicin del prjimo es un aspecto irrenunciable.
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reto para el gobernante reside en concebir la institucin como una realidad en cuya naturaleza est el no poder dejar de sentirse impactada por la vivencia personal de cada individuo que la compone. No se puede hacer como que los disidentes no existen porque genera personas desafectadas y deteriora la institucin fragmentndola en sectores enfrentados. El cuerpo institucional ser fuerte en la medida en la que cada uno de sus individuos experimente una relacin de intimidad con sus modos de proceder corporativos, es decir, en la medida en la que cada sujeto sienta que posee puntos de comunin y complicidad con el organismo institucional que le permiten vivir sin defensas, vulnerables, con confianza. Las empresas multinacionales contemporneas son muy conscientes de que en este punto se juegan la clave de su estabilidad y los nuevos paradigmas organizacionales buscan esta relacin de intimidad como ingrediente esencial de su xito y permanencia27. En el caso de la Iglesia, y los grupos de Vida Religiosa, supone que quien gobierna tiene conciencia de provisionalidad en su cargo y de propiedad compartida que le hace humilde y confiado en que hay un Espritu inabarcable que gobierna ms all de los propios criterios y capacidades. Esto nos conducira a mirar con calma los claroscuros y dinmicas del gobierno y la obediencia. Como es lgico, no lo haremos aqu, baste con esta mencin a uno ms de los elementos importantes en el equilibrio personal del clibe en el mundo contemporneo.
K. CAMERON G. SPREITZER, The Oxford Handbook of Positive Organizational Scholarship, Oxford, Oxford University Press 2011.
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