ENTRENAMIENTO EN
HABILIDADES BÁSICAS
DEL PSICÓLOGO
GENERAL SANITARIO
Carmen Maria Martin Bueno
UNIE Máster en Psicología General Sanitaria
UNIDAD 1. INTRODUCCIÓN. HABILIDADES Y ACTITUDES BÁSICAS DEL
PSICÓLOGOGENERAL SANITARIO
OBJETIVOS
- Conocer los factores que influyen en la relación terapéutica: variables del paciente, del terapeuta, del contexto
y de la relación.
- Descubrir y desarrollar las habilidades personales importantes en la figura del terapeuta.
- Conocer y desarrollar habilidades básicas para el establecimiento de una relación de ayuda.
- Comprender la importancia de la alianza terapéutica y conocer y manejar sus principales componentes,
adquiriendo habilidades concretas para su fortalecimiento.
- Mejorar las habilidades de comunicación verbal y no verbal necesarias en el proceso terapéutico, así como
en la relación con otros profesionales en equipos multidisciplinares.
- Entender la importancia de la entrevista en psicoterapia no solo como instrumento de evaluación, sino
también motivador e, incluso, terapéutico.
La formación en Psicología General Sanitaria (PGS) se centra en el aprendizaje de técnicas específicas y tratamientos
psicológicos con apoyo empírico, lo cual es sin duda importante de cara al desarrollo profesional. Los tratamientos
psicológicos han mostrado ser eficaces, efectivos y eficientes para un amplio espectro de problemas o trastornos
psicológicos en contextos diversos. Existen otra serie de factores y principios terapéuticos que han demostrado influir
en los resultados del tratamiento, incluso más que las técnicas empleadas, y que son, por tanto, basados en la evidencia,
son los asociados a la relación terapéutica.
En la relación terapéutica influyen variables de terapeutas y pacientes, del
contexto y de la relación, prestando especial atención a aquellas sobre las que el
profesional tiene una influencia destacada y que son susceptibles de
entrenamiento, “efectos del terapeuta”. Las características de los profesionales
que de forma consistente obtienen mejores resultados (mayores porcentajes de
mejoría y recuperación entre la población atendida) y que son independientes
del programa de tratamiento, el modelo teórico, la experiencia o la formación,
entre otras.
Sin perder nunca de vista la importancia de la flexibilidad, de adaptarse a las
características del contexto, del paciente y del proceso relacional, incluso en
aspectos que parecerían inherentes al propio profesional, como su estilo
terapéutico.
Factores que influyen en la relación terapéutica (EXAMEN)
La relación terapéutica contribuye de forma consistente y sustancial al éxito en todos los tipos de
psicoterapia, actuando conjuntamente el método, las características del paciente y las del terapeuta a
la hora de determinar su efectividad.
Norcross y Lambert (2019): Factores que contribuyen al cambio en psicoterapia.
Castonguay et al. (2019): Investigación sobre los principios del cambio en psicoterapia, no ligados a
modelos teóricos ni terminologías particulares.
- Moderadores del consultante: características de las personas presentes antes de la terapia
y que interaccionan con ella, influyendo en su eficacia, ideas de la persona que pueden
influir en la terapia.
- Procesos del consultante: conductas de la persona presentes durante la terapia que influyen
en los resultados.
- Pronóstico del consultante: características de las personas asociadas a mejoría tras el
tratamiento, un “determinado perfil”.
- Relación terapéutica: elementos de la interacción entre la persona y el clínico que facilitan
o interfieren con el cambio, la interacción en sí.
- Intervenciones del terapeuta: conductas del profesional llevadas a cabo durante el
tratamiento y que facilitan o dificultan el cambio, características del profesional como
persona.
Variables del Paciente
El terapeuta debe tener en cuenta ciertas características y conductas de los pacientes para
adaptar (sin modificar la forma de trabajar) su intervención a ellas, adaptar la relación e
intervenciones a algunas de las características de los pacientes (además de al diagnóstico clínico)
potencia la efectividad de la psicoterapia.
Variables del paciente relevantes en psicoterapia y actuación terapéutica.
1. Forma de definir los problemas y de comunicar información
- Forma de presentación del motivo de consulta vaga y centrada en aspectos no relevantes:
concretar y explorar otros posibles problemas.
- Presentación de información parcial y/o deformada: recoger información de otras fuentes
(p.ej. familiares, historia clínica, observación directa, etc.)
- Escasa apertura para hablar de ciertos temas y uso de respuestas breves: respetar el proceso,
potenciar la alianza, uso de preguntas abiertas.
2. Motivación y expectativas
- Escasa motivación para el cambio y para invertir el esfuerzo necesario: explorar motivos,
establecer un encuadre compartido, potenciar la alianza, favorecer el compromiso y la
motivación.
- Expectativas no realistas o desajustadas: establecer de manera consensuada el encuadre
terapéutico, ajustar expectativas, (no minimizar el porqué de esas expectativas).
- Capacidad de autoeficacia disminuida: fomentar la aceptación, ajustar expectativas, potenciar
autoestima, esas anticipar recaídas y recursos de afrontamiento...
3. Características sociodemográficas
- Edad infantil o mayor de 65: adaptar el tratamiento, especialmente cuando hay déficits en las
capacidades cognitivas.
- Estatus socioeconómico: personas de menor nivel socioeconómico abandonan más el
tratamiento, lo que puede asociarse a la disponibilidad de menos recursos.
- Sexo y nivel educativo tienen escasa relación con el éxito en la terapia.
- Habilidades de acción.
4. Tipo de problema
- Gravedad del trastorno y menor autocontrol: adoptar un estilo más directivo (según el caso),
colaborar con otros profesionales para valorar conveniencia simultanear otros abordajes (p.ej.
farmacológico).
5. Enfermedades o déficits físicos incapacitantes
- Deterioro cognitivo, o presencia de condiciones físicas que dificultan o impiden la aplicación
de ciertas técnicas psicológicas.
6. Otras características importantes (Inchausti et al., 2021): no consideradas y que son
importantes evaluar en el consultante.
- El estilo de afrontamiento internalizador VS externalizador (en función de la forma en que la
persona lidia con situaciones estresantes y problemáticas).
o Internalizador: más efectivos enfoques interpersonales y centrados en el insight/toma
de conciencia.
o Externalizador: enfoques centrados en el síntoma y en el desarrollo de habilidades.
- La fase de cambio en que se encuentra el paciente:
o Precontemplación y contemplación: más efectivas ciertas estrategias como el
aumento del insight, o la autoevaluación, cuando la persona no contempla o aún no
ha iniciado el cambio
o Fase de preparación: entrevistas motivacionales, aumento de la autoeficacia y
compromiso de cambio
o Fase de acción: técnicas más directivas como el contracondicionamiento, control de
estímulos, autorrecompensas o entrenamiento en habilidades alternativas.
- Otras características como el estilo de apego, la cultura, la religión y espiritualidad, la
identidad de género y la orientación sexual.
7. Importancia de las preferencias del paciente:
- Con respecto al terapeuta: experiencia, edad, cultura, interpersonales.
- El tipo de intervención: psicoterapia, farmacoterapia...
- La actividad terapéutica: directividad, tipo de tareas, formato individual o grupal.
Cuando el tratamiento se ajusta a las preferencias, se fomenta la colaboración y toma de decisiones
compartidas: mejores resultados, menos abandonos prematuros y mejores alianzas terapéuticas.
8. La evaluación de preferencias: debe realizarse al inicio de la intervención, pero en general,
durante todo el proceso terapéutico, pudiendo utilizarse determinados instrumentos
estandarizados como el Inventario de Preferencias - Cooper-Norcross (C-NIP) (Cooper y
Norcross, 2016). En función de la evidencia, la competencia y la ética profesional, tendremos
cuatro posibilidades de respuesta ante esta evaluación: cumplir con las preferencias,
modificar/adaptar las preferencias, ofrecer alternativas, y derivar a otro profesional.
Variables del Terapeuta
1. Efectos del terapeuta: constructo transteórico que puede concepturalizarse como un factor
común presente en las diferentes formas de psicoterapia y que se define habitualmente como
el porcentaje de la varianza de los resultados de la psicoterapia que se explica por la
persona del profesional, con independencia del efecto de otros aspectos como el tipo de
tratamiento, las técnicas empleadas o el diagnóstico del paciente.
2. Competencias profesionales: se han convertido en la actualidad en uno de los retos más
importantes en la formación médica general y también en el terreno más específico de las
psicoterapias, o el uso habitual y juicioso de la comunicación, conocimientos, habilidades
técnicas, razonamiento clínico, las emociones, los valores y la reflexión en la práctica diaria
para el beneficio de la persona y de la comunidad.
- Competencias Técnicas EFPA (European Federation of Psychologists’ Associations,
2017).
o Competencias nucleares o primarias: relacionadas específicamente con la práctica
profesional (clarificación de objetivos, evaluación y diagnóstico, planificación y
desarrollo de la intervención).
o Competencias facilitadoras: son comunes a las de otras profesiones (desarrollo
profesional continuo, relaciones profesionales, marketing, etc.).
- Competencias técnicas EAP (European Association of Psychotherapy, 2013)
o Competencias básicas: comunes a todos los psicoterapeutas independientemente de
su orientación.
o Competencias específicas: relacionadas con una orientación o modalidad específica
de psicoterapia, y que diferencian a los profesionales.
o Competencias especializadas: exigidas en ámbitos específicos de intervención
(infantil, prisiones, etc.).
- La clasificación que más popularidad alcanzó fue la de la “APA Task Force on the
Assessment of competence in profesional psychology” que elaboró un primer modelo.
o Competencias generales: conocimientos, habilidades, actitudes y valores que sirven
de base para las funciones que el psicólogo debe conseguir: práctica basada en la
ética, práctica reflexiva, capacidad de relación, etc.
o Competencias específicas: principales funciones que el psicólogo debe llevar a cabo,
como evaluación, intervención, investigación, etc.
- Se elaboró un modelo final, consistente en un listado de seis bloques y 16 competencias
diferentes, y que sería revisado y adaptado por diferentes autores, el Modelo Final
Competencias Profesionales Clave (Angona et al, 2013):
- Valores y actitudes profesionales: evidencia en la conducta y el
comportamiento que reflejan los valores y actitudes de la psicología.
- Diversidad individual y cultural: conciencia, sensibilidad y habilidad
para trabajar profesionalmente con diversos individuos, grupos y
Profesionalidad
comunidades culturalmente diferentes.
- Normas Éticas Legales y Política: aplicación de los conceptos éticos y
los conocimientos de las cuestiones jurídicas relativas a actividades
profesionales con las personas, grupos y organizaciones.
- La práctica reflexiva / Autoevaluación / Cuidado personal: práctica
guiada por reflexión y autoevaluación profesional y personal, con
adecuado cuidado de sí mismo.
Capacidad - Relaciones: relacionarse de manera efectiva y significativa con los
relacional individuos, grupos y / o comunidades.
- Conocimientos y métodos científicos: comprensión de la literatura de
investigación, metodología, técnicas de recolección y análisis de datos;
Métodos conocimiento de bases biológicas de la conducta, las cognitivo-afectivas
y del desarrollo evolutivo, y respeto por el conocimiento científico.
científicos
- Investigación / Evaluación: participar en investigación que contribuya a
la base de conocimientos profesionales y / o que evalúa la eficacia de
diversas actividades profesionales.
- Práctica Basada en la Evidencia: integración de la investigación y
experiencia clínica en el contexto de las características del paciente.
- Evaluación: evaluación y diagnóstico de capacidades y problemas de
individuos, grupos u organizaciones.
Aplicación
- Intervención: intervenciones diseñadas para aliviar sufrimiento y
promover la salud y bienestar de individuos, grupos y / u organizaciones.
- Consulta: capacidad de proporcionar un asesoramiento experto y
asistencia profesional en respuesta a las necesidades de un cliente.
- Enseñar: proporcionar instrucción, difusión del conocimiento, y
Educación evaluación de la adquisición de cono cimientos y habilidades en la
psicología profesional.
- Supervisión: supervisión y formación en los conocimientos profesionales
para la mejora y el control de la actuación profesional de los demás.
- Conocimientos interdisciplinarios: El conocimiento de temas y
conceptos clave en disciplinas afines, identificar e interactuar con
profesionales de múltiples disciplinas.
Métodos - Gestión Administración: Administración de la prestación directa de
servicios (DDS) y/o la administración de organizaciones, programas o
agencias (OPA).
- Promoción: Las acciones dirigidas a influir en los factores sociales,
políticos, económicos o culturales para promover el cambio a nivel
individual (cliente), institucional y/o de los sistemas.
Variables del contexto
La psicoterapia no puede intervenir en el contexto amplio de la persona, conviene tener en cuenta
algunos condicionantes del cambio:
- Las personas con menor apoyo social se podrían beneficiar más de la psicoterapia cuando su
terapeuta le ayuda a desarrollar sus recursos para abordar sus necesidades sociales.
- Las personas con estatus socio-económico bajo y problemas de empleo podrían
beneficiarse menos de la psicoterapia, y por tanto el desarrollo de recursos en este sentido
podría favorecer una mayor efectividad de las intervenciones, a través de la ayuda de un
profesional de trabajo social, un orientador laboral.
- Las personas que han vivido sucesos adversos en la infancia podrían beneficiarse menos de
la psicoterapia, lo cual podría estar relacionado con determinadas características del paciente,
como una mayor disfunción o gravedad de la psicopatología, apego más inseguro, aunque las
personas con una elevada resiliencia podrían beneficiarse más.
Variables de la relación
Castongauy et al. (2019) señalan una serie de elementos relacionales que facilitan el proceso
psicoterapéutico:
- Mayor calidad de la alianza terapéutica, ya sea en psicoterapia grupal o individual.
- Mayor empatía por parte de su terapeuta.
- Mayor congruencia en su terapeuta.
- Mayor consideración positiva y reafirmación por parte de su terapeuta.
- Episodios de ruptura y reparación de la alianza o que son atendidas por terapeutas entrenados
(en comparación con aquellas personas que no viven esas situaciones o cuyos terapeutas no
están entrenados).
- Mayor uso por parte de su terapeuta de auto-revelaciones de apoyo.
Tienen gran relevancia ciertas condiciones o actitudes que constituyen el clima en la relación, ya
propuestas en la década de los 50 por Rogers en el enfoque que denominó “Psicoterapia Centrada
en el Cliente”: autenticidad o congruencia, consideración positiva e incondicional y empatía, resultan
especialmente relevantes la alianza terapéutica y ciertas habilidades interpersonales.
- “El objetivo (Terapia Centrada en el Cliente) no es resolver un problema en particular sino
ayudar al individuo a crecer, de modo que él pueda ser frente al actual problema y a
problemas posteriores de una manera más integrada”
- El paciente, por tanto, tiene un rol activo en búsqueda de su desarrollo y con poder sobre su
vida y sus decisiones, y el terapeuta, tiene un rol facilitador, que busca crear las condiciones
para ese crecimiento. Y esto es así por la conclusión a la que llegó: “He llegado a sentir que
el único aprendizaje que puede influir significativamente sobre la conducta es el que el
individuo descubre e incorpora por sí mismo”
o El paciente tiene rol activo en su desarrollo y con poder sobre su vida y sus
decisiones.
o El terapeuta tiene un rol facilitador, que busca crear las condiciones para ese
crecimiento.
Actitudes básicas del Psicólogo General Sanitario (EXAMEN)
Carl Gustav Jung (1875-1961): “Conozca todas las teorías, domine todas las técnicas, pero al tocar
un alma humana, sea apenas otra alma humana”.
Según Allport (1967) los elementos de las actitudes son:
- Una predisposición, son factores disposicionales, que predisponen a responder de una
determinada manera de forma relativamente estable, duradera. Pueden ser manifestaciones
observables de la personalidad, y en tal caso son más difícilmente modificables.
o Por ejemplo, una actitud altiva y soberbia puede asociarse a una personalidad
narcisista, o bien a factores situacionales, como una conversación con una persona
concreta, y una actitud temerosa y evitativa puede asociarse a personalidades
neuróticas, o bien a las circunstancias, como el hecho de enfrentarse a personas
déspotas o maltratadoras.
- Son aprendidas, se adquieren a través de las experiencias, del contacto social, y en base a los
principios del aprendizaje (condicionamiento clásico, operante, aprendizaje vicario,
influencia social, etc), por lo que también pueden ser entrenadas.
- Ayudan a valorar, tienen un componente cognitivo ya que son influidas por creencias,
conocimientos, etc.., sobre algo o alguien.
o Por ejemplo, la creencia del terapeuta de que haber sido víctima de bullying puede
tener graves consecuencias en la persona condicionará su manera de actuar frente
a ésta, resultando muy diferente en el caso de que piense que el bullying “es cosa de
niños”.
- Ayudan a comportarse, tienen un componente conductual, volitivo, motivacional, se
relacionan con el impulso a actuar de un determinado modo, y a través de éste, con la
conducta, aunque actitud y conducta no siempre son coherentes
o Por ejemplo, “He insistido mucho a mis hijos en la importancia de la tolerancia y el
respeto hacia todas las personas”.
- Permiten actuar de manera favorable o desfavorable, tienen un componente afectivo,
reflejan sentimientos de agrado o desagrado.
o Por ejemplo: “No me gusta nada trabajar con personas con un carácter violento”.
- Se dirigen hacia una persona, objeto o situación, se dirigen a algo o alguien (objeto
actitudinal).
Existen tres actitudes básicas que debe presentar el Psicólogo General Sanitario, y que han
mostrado asociaciones significativas positivas con los resultados del tratamiento.
Autenticidad o congruencia
La autenticidad hace referencia a ser consciente de cómo me estoy sintiendo, ser capaz de
entenderlo y compartirlo de correcta, y sabiendo las limitaciones, es por tanto una disposición
interna a estar abiertos a la experiencia, percatarnos y comunicarla, y el nivel de la experiencia, el de
la conciencia y el de la comunicación son congruentes, forman una unidad.
“Soy lo que experimento, me doy cuenta de la experiencia y comunico lo que siento si es persistente
en la relación” (Barceló, 2012).
Un buen terapeuta debe ser capaz de expresar algo de sí mismo, mostrarse real y congruente, aunque
siempre teniendo en cuenta que debe ser en beneficio del paciente. Los sentimientos experimentados
por el terapeuta son accesibles para él y su conciencia, que es capaz de vivirlos en la relación con otra
persona y aceptarlos, y comunicarlos si fuese oportuno.
Algunas recomendaciones para el desarrollo de la autenticidad:
- Implica estar abierto y atento a situaciones en las que detectamos que estamos siendo
incongruentes, aceptar lo que se experimenta durante las sesiones, y utilizarlo como señal
para reflexionar acerca de lo que está sucediendo en terapia, en gran parte tiene que ver con
la inmediatez, lo que pasa en el aquí y ahora.
- Se trata de mostrar la suficiente honestidad con el propio estilo y forma de ser, así como con
las experiencias presentes que puede tener, y no tratar de engañar o fingir experimentar un
estado o una actitud que no es real. Implica reconocer, en vez de negar, los propios errores,
lo que contribuirá a mejorar la relación. Los terapeutas más experimentados suelen mostrarse
más auténticos que los novatos.
- Implica prestar atención al propio lenguaje no verbal, tal como contacto ocular, sonrisa y
orientación corporal. Intentar no mostrar inhibición o rigidez, o utilizar formalismos en las
expresiones.
- Se relaciona con el autoconocimiento y la flexibilidad, es importante identificar el propio
estilo personal y adaptarlo a las características de cada persona.
- Supone comunicar con palabras o gestos lo que se está experimentando, pero de forma
respetuosa y cuidadosa, siempre dentro de los límites del contexto clínico y de lo que puede
ser terapéutico, sin olvidar la ética profesional, utilizar esa información cuando pueda resultar
útil al consultante.
- La calidez, actitud colaborativa y empatía son elementos que ayudan a desarrollar la
autenticidad en un sentido amplio, la cual también se potencia dando espacio a las personas
para que expresen de forma clara sus preocupaciones.
- Con respecto a las autorrevelaciones del terapeuta, entendidas como el ofrecimiento
controlado de información sobre uno y sobre sus reacciones a la relación terapéutica pueden
tener efectos beneficiosos, como aumentar la confianza del paciente y producir
autorrevelaciones recíprocas, mejorando en muchos casos la efectividad de la terapia. Sin
embargo, deben ser una respuesta directa a las autorrevelaciones del paciente, adaptándose al
momento de la relación; no conviene que sean demasiado íntimas, pues desdibujarían los
límites de la relación o marco terapéutico; deben ser poco frecuentes y concisas, pues el
exceso de autorrevelaciones cambiaría el foco de atención del paciente al terapeuta, y le
robaría tiempo, haciéndole parecer ante el paciente probablemente como egocéntrico,
necesitado de atención o poco merecedor de confianza.
Validación o aceptación positiva
Es muy importante poder acoger a la persona por el simple hecho de que existe. Respecto a la
consideración positiva e incondicional, implica la aceptación del paciente tal como es, sin juicios,
como persona merecedora de dignidad, respetar al paciente, su derecho a tener sus propios
pensamientos y sentimientos, valorando su individualidad. En una relación se ponen en juego los
valores, sesgos o creencias personales no solo del paciente, sino también del terapeuta, y puede resultar
complicado mostrarse abierto a escuchar sin sorprenderse u ofenderse, para que el paciente se sienta
libre y confiando para expresarse abiertamente. El terapeuta deberá esforzarse por transformar ciertas
reacciones automáticas en conductas controladas de aceptación y validación de la experiencia, que
con entrenamiento podrán convertirse también en expresiones genuinas.
Algunas recomendaciones, de W. Cormier y L. Cormier (1994) para el desarrollo de una actitud de
respeto y aceptación positiva:
- Mantener una actitud no valorativa, no haciendo juicios de valor sobre las conductas,
sentimientos o pensamientos del paciente, lo que no significa que se aprueben.
- Mostrar esfuerzo por entender, utilizando instrumentos comunicativos como la escucha
activa, las preguntas para intentar ampliar información, y la empatía.
- Demostrar compromiso hacia el paciente, interés e implicación en el trabajo
psicoterapéutico. Esto se puede traducir en ofrecer un espacio físico y mental para esa persona
en particular, transmitiéndoselo al dejar a un lado otras exigencias personales, o mostrando
que su preocupación es genuina y no se trata de una tarea rutinaria.
- Mostrar protección y cercanía, calidez, cualidades casi innatas que se implementan desde
nuestro sistema de cuidados y que se muestran a través de diferentes aspectos no verbales,
dando lugar a una sensación de seguridad.
Otras recomendaciones pueden ser:
- Potenciar el autoconocimiento y estar atento a determinados aspectos sobre los que
tenemos prejuicios o que nos pueden producir rechazo, pues pueden dificultar nuestra actitud
de respeto y aceptación.
- Cuidar nuestras reacciones verbales, y también aspectos de la comunicación no verbal que
pueden ser percibidos como rechazo o falta de comprensión por el paciente.
- Reflexionar y trabajar para modificar ciertas cogniciones negativas que pueden influir
en nuestra conducta.
- Actuar de manera responsable, derivando al paciente a otro terapeuta si consideramos que
puede tener un efecto perjudicial para la persona, y plantearse buscar ayuda de un supervisor
o hacer terapia personal.
Empatía
La comprensión empática implica la capacidad de entender el mundo privado del paciente, sin
juzgar, sin apartarnos de su experiencia. Según Rogers (1957/1966), implica la capacidad de percibir
el mundo interior de la otra persona, integrado por significados personales y privados, como si fuera
el propio, pero sin perder nunca ese ‘como si’ (no perder esa separación).
Bárez (2020), la empatía tiene dos componentes:
1. Componente Cognitivo: La empatía intelectual que implicaría la capacidad para adoptar la
perspectiva del otro.
2. Componente Afectivo: La capacidad para experimentar emociones vicarias, esto es, reflejar
el tono afectivo del otro.
En el contexto terapéutico tienen que estar ambos componentes.
Algunas recomendaciones según W. Cormier y L. Cormier (1994) son:
- El terapeuta debe primeramente escuchar y atender a la experiencia del otro, para después
intentar comprenderla, y por último, comunicar su comprensión.
- Tanto la capacidad de sentir empatía como de expresarla pueden entrenarse y desarrollarse:
o a través de la práctica de la escucha activa.
o mediante el uso de verbalizaciones empáticas, que son aquellas centradas en el otro:
describen y explican sus sentimientos y las situaciones que los producen, son
neutrales y validan la experiencia.
- El instrumento que operacionaliza la comprensión empática sería la técnica del reflejo,
consistente en expresar en otras palabras las actitudes esenciales expresadas por el paciente,
ya sea el contenido o los sentimientos.
- La escucha activa suele asociarse por su gran relación con la empatía. Junto a la anterior
técnica, se abordará con más detenimiento más adelante.
W. Cormier y L. Cormier (2000) según el Inventario Discriminativo, consideran que pueden
distinguirse diferentes respuestas del terapeuta, que podrían representarse en un continuum en función
del grado de empatía mostrado, desde el nivel 1 hasta el nivel 5, donde el nivel 3 sería el mínimo
aceptable como respuesta del terapeuta.
Nivel 1 La respuesta del terapeuta es una pregunta, una negación o una recomendación, no
hay comprensión o dirección sobre cómo actuar. Casi no hay empatía.
Nivel 2 La respuesta del terapeuta sólo subraya el contenido cognitivo del mensaje del
paciente; se ignoran los sentimientos. Se entiende un poco más.
La respuesta del terapeuta es un reflejo del sentimiento y del significado basado en el
Nivel 3 mensaje explícito del paciente. Hay comprensión, pero no dirección. Es el nivel
mínimo que debe tener un terapeuta.
Nivel 4 La respuesta del terapeuta identifica los sentimientos y el déficit implícito del
paciente, implica comprensión y algo de dirección.
La respuesta del terapeuta incluye todo del nivel 4 y como mínimo un paso activo que
Nivel 5 la persona puede adoptar para superar el déficit y lograr el objetivo. Es el ideal que
se debe tener.
Habilidades personales básicas del Psicólogo General Sanitario (EXAMEN)
Cordialidad
Implica expresar de manera verbal y no verbal interés y aprecio hacia el paciente, y cuando es
oportuno, ánimo y aprobación, algunas conductas no verbales importantes, que pueden transmitir
aprobación son el contacto visual, sonrisa, expresión facial de interés, asentimientos de cabeza, voz
suave y modulada, proximidad física, contacto físico discreto, etc.
Competencia
Se refiere a la capacidad del terapeuta de generar una sensación de dominio y control (los
pacientes deben sentirse cómodos para romperse y “perder el control” y necesitan sentir que los
terapeutas están “al mando”), de manera que pueda ayudar a sus pacientes a la resolución de los
problemas y aumentar su autoconfianza. Incluye todas las habilidades necesarias para ello, como el
autoconocimiento, autocontrol, habilidades relacionales o técnicas. La competencia se relaciona con
la experiencia y nivel de entrenamiento, que parecen estar asociados a mejores resultados terapéuticos,
aunque lo que se ha visto en general es que más que estas características lo importante es el nivel de
habilidad terapéutica adquirido, y la percepción del paciente.
Algunos aspectos no verbales que pueden contribuir a esa percepción de competencia son seguridad
y firmeza al presentarse, mantener el contacto ocular, disposición frontal del cuerpo, fluidez en el
discurso, indicadores verbales y no verbales de atención, conductas que ayuden al paciente a concreta
información, a reflexionar, dar información comprensiva, hacer recomendaciones y sugerir posibles
soluciones. Algunos indicadores que ayudan a aumentar la percepción de competencia pueden ser las
características del terapeuta, en cuanto a la información que el paciente tiene sobre éste, edad, estatus,
entorno de trabajo, apariencia, no obstante, estas señales tienen efecto especialmente en las fases
iniciales de la terapia.
Confianza
La confianza se refiere a la percepción del paciente de que el terapeuta se esforzará en ayudarle
y no le perjudicará. Está influida igualmente por algunas características del terapeuta como la
competencia percibida, congruencia, aceptación, cordialidad, o mantenimiento de la confidencialidad.
Establecimiento de la alianza terapéutica
La alianza se entiendo como una relación de colaboración entre psicoterapeuta y paciente que se
establece para el trabajo psicoterapéutico acordado en beneficio del paciente. La alianza tiene
dos componentes fundamentales:
1. Vínculo emocional: Teoría del apego (Bowlby, 1988/2009), requiere de aspectos como una
sintonización entre terapeuta y paciente (capacidad de responder empáticamente), proximidad
emocional, atención al estilo particular de apego del paciente (seguro, inseguro, ansioso y
desorganizado) para adecuarse a él, mentalización (capacidad para transmitir seguridad
emocional), u otros aspectos como la capacidad para tolerar estados negativos, para
confrontar o desafiar, y para identificar rupturas del vínculo y promover su reparación. Los
terapeutas con apego seguro, tendrán más probabilidad de desarrollar una mejor
alianza terapéutica.
2. Contrato terapéutico: acuerdo establecido entre psicólogo y paciente por el cual se
formalizan los términos que dirigirán la psicoterapia, debe incluir aspectos como objetivos
abordables, operativos y susceptibles al tratamiento, tareas, o hipótesis de trabajo, que deben
ser compartidas.
La alianza es muy importante, es una condición necesaria, pero no suficiente, para el cambio
terapéutico, habiéndose encontrado una gran relación con los resultados en la psicoterapia.
Los elementos que influyen (EXAMEN) en la creación de la alianza son:
- Cuidado: componente emocional de la relación, y que se relaciona con acciones del terapeuta
relacionadas con el apoyo, empatía, tranquilidad, calidez, cuidado y relación real.
- Desregulación emocional: deberá ser compensada por la regulación del terapeuta.
- Capacidad del terapeuta: transmitir esperanza y expectativas positivas.
Rupturas de la alianza terapéutica
La ruptura en la alianza se trata de una tensión o desajuste en la relación colaborativa entre el paciente
y el terapeuta. Este deterioro se manifiesta por medio de la falta de colaboración en tareas, objetivos,
o a través de una tensión en el lazo afectivo. Las rupturas son inevitables, ocurren en todas las terapias,
varían en su frecuencia, severidad, intensidad y duración. Las rupturas pueden ser categorizadas en
dos subtipos con diferentes presentaciones clínicas:
- Distanciamiento: el paciente tiene dificultades para expresar sus preocupaciones o
necesidades sobre la relación. En otros casos, el paciente se somete, o se adapta a los
problemas del terapeuta.
- Confrontación: el paciente expresa directamente el enojo o resentimiento, tanto como
insatisfacción con relación al terapeuta, o bien a ciertos aspectos de la terapia. No mostrar una
actitud defensiva.
A su vez, tienen consecuencias positivas si son resueltas adecuadamente, pudiendo: fortalecer la
alianza, ampliar el entendimiento de los problemas que presenta el paciente y alcanzar mejores
resultados terapéuticos.
¿Cómo superar la ruptura de la alianza? Safran et al. (2010) entienden como básicas para la
intervención:
- Repetir el fundamento ("rational") de la psicoterapia.
- Cambiar tareas u objetivos.
- Clarificar malos entendidos que se puedan dar a un nivel superficial.
- Explorar temas relacionales asociados con la ruptura.
- Relacionar la ruptura en la alianza con patrones comunes en la vida del paciente.
- Proveerle a paciente de una nueva experiencia relacional sin explícitamente explorar los
significados subyacentes de la interacción.
Habilidades de comunicación verbal y no verbal
La comunicación entre terapeuta y paciente es una parte fundamental en el proceso terapéutico que
influirá de forma importante en sus resultados. Existen unas características de la comunicación verbal
y no verbal que favorecen la relación. Dentro de las habilidades verbales, una de las principales
habilidades comunicativas del terapeuta es la escucha activa, algunas otras habilidades de escucha
(clarificación, reflejo, paráfrasis), de acción (hacer preguntas, confrontación, interpretación) y
brevemente, de entrevista (en las que se profundizaremos en la unidad segunda).
¿Qué se entiende por comunicación? Se entiende como vehículo de la interacción social, proceso
que tiene lugar entre dos o más personas en el que una de ellas (emisor) expresa algo, a través de
signos verbales o no verbales (mensaje) con la intención de influir en el que recibe el mensaje
(receptor/ es). Otros elementos importantes de la comunicación son el código (conjunto de signos y
reglas que sirven para codificar y decodificar el mensaje), el canal (medio físico por donde circula el
mensaje), el contexto (circunstancias psicológicas, sociales, emocionales, etc que rodean a emisor y
receptor e influyen en la transmisión y recepción) y ruido (cualquier elemento que interfiere en la
comunicación).
La teoría de la comunicación divide la comunicación en comunicación digital (verbal) y
comunicación analógica (comunicación no verbal y comunicación paraverbal o paralenguaje)
(Watzlawick et al., 1967/2002). La comunicación no verbal a su vez se divide en el estudio de la
proxémica, que se refiere a los espacios, y la cinésica, que se refiere al estudio de la posición, los
movimientos y los gestos que acompañan al lenguaje. Se trata, por tanto, de un fenómeno complejo
en el que influyen muchos elementos que pueden alterar el contenido o sentido de la comunicación,
siendo fuente de malentendidos o conflictos.
Habilidades de comunicación no verbal
Existen diferentes aspectos de la comunicación no verbal, siendo especialmente relevante la
congruencia entre la comunicación verbal y no verbal, que favorecen la relación.
- Postura corporal relajada, próxima
(inclinación hacia delante y directa), abierta
(brazos y piernas en posición de apertura) y
congruente contribuye para indicar que el
Postura corporal receptiva y congruente terapeuta está receptive. Debe manejarse de
manera controlada, pudiendo alejarse para
indicar desacuerdo.
- La congruencia implica que el terapeuta
adopta la misma postura, como como si
fuese una imagen reflejada en el espejo.
La cara es el principal sistema de señales para mostrar
las emociones,el más visible durante la interacción.
Expresión facial adecuada Es importante tomar conciencia de la expresión facial
propia e intentar ajustarla para indicar que oye y
comprende lo que el paciente está diciendo.
Los asentimientos con la cabeza cortos demuestran
Gestos adecuados atención continuada. Hay que evitar gestos que
indiquen falta de escucha, como jugar con bolígrafos
y lápices, rascarse, etc.
El terapeuta no debe estar muy cerca o muy lejos,
Sensibilidad al espacio personal sino que debe encontrar una distancia cómoda para
ambos.
Incluye darse la mano, tocarse la parte alta de la
espalda, o tocar levemente la mano o antebrazo del
Uso apropiado del contacto físico paciente como demostración de empatía. La
intensidad o la duración inadecuados pueden generar
incomodidad.
Su fin es la manipulación de la autopresentación,
Apariencia personal adecuada cómo le gustaría a la persona ser tratada, y puede
afectar a la comodidad del paciente.
- Latencia de respuesta adecuada,
considerando que los silencios pueden
animar a que la persona siga hablando, pero
que hay momento que pueden incomodarla.
- Volumen moderado.
- Tono adecuado, ni áspero o amenazante, ni
monótono.
Presentar elementos paralingüísticos adecuados - Énfasis adecuado, que no resulte ni
para mejorar el clima emocional melodramático ni distante.
- Fluidez adecuada, pues las vacilaciones y
repeticiones pueden dar impresión de
inseguridad e incompetencia.
- Claridad: no farfullar, ni hablar “a
borbotones”.
- Velocidad moderada, que no resulte rápida
e incomprensible ni lenta o aburrida.
Habilidades de comunicación verbal
Habilidad de Escucha (EXAMEN):
1. Escucha activa: consiste en escuchar atentamente a nuestro interlocutor con un lenguaje corporal
adecuado y haciéndole preguntas y comentarios que muestren que nuestro interés por lo que cuenta
es auténtico, se conseguirá crear una atmósfera de credibilidad, confianza y respeto necesaria para
que nuestro interlocutor se exprese libremente. Existen algunas recomendaciones de cómo llevar a
cabo una escucha activa, así como algunos ejemplos de expresiones verbales:
Qué hacer en la escucha activa Emplear expresiones del tipo
Mostrar empatía. Atender a las emociones, que vea que ¿Qué sientes? / Ahora lo veo / Creo que lo entiendo...
nos ponemos en su lugar.
Centrarnos en los sentimientos de la persona. ¿Cómo te sientes? / ¿Estás triste?
Parafrasear. Si lo he entendido bien, usted dice que... / ¿Quieres
decir que...? / A ver si te he entendido, acabas de decir
que... /¿Es así?
Trasmitir mensajes de aceptación y respeto Te escucho. / Te entiendo. / (Asentir con la cabeza)...
(verbales y no verbales).
Emplear expresiones de halago o cumplidos, que Muy bien. / Me alegro que te guste... / Lo que dices es
refuercen el mensaje de que se escucha y comprende a interesante.
la persona.
Resumir: dar feedback de que hemos comprendido el O sea, lo que me cuentas es... / A ver si te he entendido
mensaje, y a la vez, ayuda al paciente/paciente a bien...
clarificar lo que acaba de decir.
Pedir aclaraciones: conseguimos eliminar errores de ¿Qué quieres decir con que...? / Explícame eso mejor.
comprensión y demostramos interés en lo que nos están
contando.
Si criticamos algo de lo escuchado, que sea sobre la Lo que has hecho no está bien, pero tú sigues siendo
conducta, nunca sobre la persona: Que un acto sea valioso.
censurable no significa que la persona lo sea.
Hablar de los problemas de uno en uno, aunque la Vamos por partes... / De todo, qué es lo que más te
sensación de quien habla es de estar abrumado por preocupa, dime solo una cosa.
muchos problemas. Atender a todos a la vez es
imposible.
Hacer preguntas, pedir concreción, que el que habla se Ponle nombre a eso que sientes. / ¿Qué pasó
exprese de la forma menos ambigua posible. exactamente? ¿Cómo te encuentras exactamente?
Ser breve. Es mejor utilizar mensajes cortos y pocas Claro. / Entiendo...
palabras y repetirlas.
Acompañar la comunicación verbal con gestos como:
- Mantener la mirada.
- Postura del cuerpo cercana y abierta
- Asentir con la cabeza.
- No interponer obstáculos
- Mostrar las palmas de la mano.
- Gestos de afecto
- Mirar a los ojos, no estar tomando notas ni
leyendo informes.
Qué no hacer
- Distraernos y dejar de escuchar.
- Hablar demasiado, y no dejar hablar al paciente.
- Interrumpir al hablante.
- Juzgar (lo que diga, aunque no estemos de acuerdo, es su visión particular): Eso no tiene sentido.
- Dar consejos no pedidos o soluciones rápidas: Tú, lo que tienes que hacer es... no pensar en eso.
- Rechazar los sentimientos que expresa la persona, con “paños calientes”: Eso no es nada. / ¿Y por eso te
preocupas? / Con lo bien que vives, si no te falta trabajo, tienes casa, dinero...
- Contraargumentar y tratar de demostrar que el otro no lleva razón (y yo sí).
- Emplear el “síndrome del experto”: profesional que sabe todas las respuestas, incluso antes de que hubiera
contado su historia.
- Descalificar opiniones. Eso son tonterías.
- Decir qué es lo que deben sentir. Tienes que estar contento por...
2. Otras habilidades de escucha:
- Reflejar sentimientos: Aunque hay diferente tipo de reflejos, como aquellos que
simplemente devuelven lo dicho por el paciente con otras palabras (reflejo simple, que
favorece la comunicación), u otros que ayudan a elucidar o resumir cognitivamente lo dicho
(reflejo cognitivo, que busca la clarificación), el reflejo de sentimientos consiste en expresar
la parte afectiva del mensaje del paciente, en base a expresiones previas del paciente,
comportamiento no verbal, o conocimientos que se tienen sobre la persona. (Poner énfasis
en lo emocional). Tiene varios objetivos:
o Favorecer la conciencia emocional, percatándose de su ocurrencia, intensidad o
importancia, hacer cosas y decirlo tal y como lo sienten.
o Animarle a centrarse en los sentimientos, que sea conciente de las emociones que
está sintiendo.
o Servir al terapeuta a confirmar la precisión en su comprensión.
- Clarificar: Consiste en pedir al paciente que aclare el significado de un mensaje vago,
ambiguo o implícito, puede hacerse bien preguntando directamente, bien solicitando al
paciente que ofrezca más detalles, o empleando preguntas de comprobación. No es
conveniente utilizarla demasiado pronto en la entrevista, especialmente cuando la persona
expone un problema por primera vez, ni utilizarlo con demasiada frecuencia. Es muy útil
pero hay que tener cuidado porque puede parecer un interrogatorio.
- Parafrasear: Consiste en recapitular lo dicho por el paciente, bien con otras palabras, bien
expresando de forma resumida y organizada lo dicho. Los objetivos pueden ser:
o Comunicar o comprobar que se ha comprendido.
o Enfatizar el contenido, solo lo más importante.
o Animar a la persona en profundizar en algún aspecto.
o Clarificar la esencia de un problema.
Sin embargo, su uso excesivo es contraproducente ya que no aporta nada nuevo.
Habilidad de Acción (EXAMEN):
1. Hacer preguntas: No hay que demostrar que se ha escuchado, simplemente “se abren melones
nuevos”. Las preguntas pueden hacerse con diferentes propósitos, como clarificar contenido, solicitar
más información y hacer reflexionar e inducer un cambio. Pero dependiendo de nuestro objetivo,
debemos utilizar un tipo u otro. Al hacer preguntas abiertas el terapeuta demuestra que está preparado
e interesado en oír, y estas preguntas abiertas estimulan el paciente a hablar más y ayudan a
proporcionar informaciones más generales.
2. Confrontar: consiste en describir al paciente de forma clara y específica una discrepancia (“entre
dos mensajes verbales, entre la comunicación verbal y no verbal, o entre lo que se dice y lo que se
hace”), puede tener varios objetivos como clarificar, ayudar a reflexionar y a tomar conciencia para
resolver un problema. Es utilizada especialmente por terapeutas con un estilo más directivo, y hay que
utilizarla con cuidado y solo cuando se ha generado un clima de confianza y una relación positiva, ya
que puede generar respuestas de confusion o negación. Ayuda a que la persona tome conciencia de
las incongruencias, pero solo debe usarse cuando se tiene mucha confianza con el paciente.
3. Interpretar: consiste en comunicar al paciente la posible relación entre sus conductas, pensamientos,
emociones y acontecimientos, para intentar llegar a una explicación de lo ocurrido. Se debe utilizar
esta habilidad con cautela, ya que puede generar resistencia, hostilidad o una pérdida de la confianza,
en caso de que no tengamos suficiente información que avale esa relación, o la persona no este
emocionalmente preparada para escucharla, porque puede ser muy culpabilizadora o que la
persona se sienta juzgada.
Habilidades de entrevista
La entrevista se define como “una forma de relación con el paciente, que establecemos para lograr
un objetivo del proceso terapéutico”. Se trata de una intervención difícil de diferenciar de cualquier
otra realizada en un contexto psicoterapéutico y principal instrumento del profesional, porque
cualquier momento del proceso psicoterapéutico se produce a través de la entrevista, aunque pueda
variar en su objetivo, estilo, etc. en función del momento en que nos encontremos, persona entrevistada
o demanda.
GLOSARIO
Aceptación incondicional: Capacidad de aceptar a la otra persona tal como es, sin realizar juicios de
valor.
Alianza terapéutica: Relación de colaboración entre terapeuta y paciente que se establece para el
trabajo psicoterapéutico acordado en beneficio del paciente. Tiene dos components: el vínculo
emocional y el contrato de trabajo.
Autenticidad: Capacidad de ser consciente de sí mismo, estar totalmente presente en el encuentro con
el otro y demostrar esto mediante palabras y actos.
Competencias profesionales: El uso habitual y juicioso de la comunicación, conocimientos,
habilidades técnicas, razonamiento clínico, las emociones, los valores y la reflexión en la práctica
diaria para el beneficio de la persona y de la comunidad a que se sirve”.
Efectividad: Refiriéndose al igual que la eficacia a la capacidad de logro de un objetivo (RAE, 2020),
en el ámbito de la terapia se refiere al grado en que se obtiene el efecto pretendido en condiciones de
la práctica clínica habitual.
Eficacia: Definida según la Real Academia Española (2020) como la capacidad de lograr el resultado
que se desea o espera (Real Academia Española, 2020), en el ámbito de la terapia hace referencia a la
capacidad de una intervención para obtener el resultado pretendido en condiciones ideales.
Eficiencia: Definiéndose según la RAE (2020) como la capacidad de lograr los resultados deseados
con el mínimo posible de recursos, en el contexto de la psicoterapia se refiere al valor de la
intervención con respecto al coste para el individuo o la sociedad.
Empatía: Capacidad de comprender a las personas desde su propio marco de referencia, y saber
comunicar a la persona interesada esta comprensión.
Escucha activa: Consiste en escuchar atentamente a nuestro interlocutor con un lenguaje corporal
adecuado y haciéndole preguntas y comentarios que muestren que nuestro interés por lo que cuenta es
auténtico.
UNIDAD 2. HABILIDADES ESPECÍFICAS DEL PSICÓLOGO GENERAL
SANITARIO
OBJETIVOS
Generales
- Adquirir habilidades de entrevista específicas para cada fase del proceso de evaluación,
así como dificultades que nos podemos encontrar y cómo manejarlas.
- Desarrollar habilidades de comunicación oral y escrita con pacientes y otros
profesionales.
Específicos
- Conocer los principales tipos y funciones de la entrevista, y entender la importancia de la
primera entrevista en psicoterapia como instrumento no solo de evaluación, sino también
motivador e, incluso, terapéutico.
- Conocer la estructura básica de la primera entrevista de evaluación, de cara a una mejor
organización de la información.
- Aprender cómo preparar y organizar la primera entrevista, cuáles son los aspectos más
importantes a tener en cuenta según la fase (primeros momentos, desarrollo y cierre), y
adquirir herramientas prácticas para su desarrollo.
- Incorporar al repertorio de habilidades y estrategias para abordar preguntas difíciles en el
desarrollo de la sesión.
- Entender la importancia de la formulación clínica y análisis funcional, que tienen en
consideración todas las variables biopsicosociales que pueden haber influido en la aparición
y mantenimiento del problema, de cara al establecimiento de hipótesis comprensivas de éste,
y por encima de otros aspectos como el diagnóstico clínico, que se realiza principalmente en
base al estado y consecuencias actuales en la vida de la persona.
- Comprender la necesidad de adaptar la forma de evaluar e intervenir en la consulta con niños,
niñas y sus progenitores, incorporando actividades lúdicas y utilizando habilidades para
mejorar la comprensión del niño o niña de la problemática, así como construir una buena
relación terapéutica.
- Conocer los aspectos más importantes para establecer un encuadre adecuado en el primer
contacto con el paciente.
- Saber los aspectos que debe contener un documento de consentimiento informado.
- Desarrollar habilidades de comunicación escrita para la elaboración de las historias clínicas y
los informes psicológicos.
- Desarrollar habilidades de comunicación oral con el paciente, principalmente para darle
información, y con otros profesionales, de cara a una mejor coordinación, comunicación y
trabajo en equipo.
Habilidades específicas de la entrevista (EXAMEN)
La entrevista se entiende como una forma de relación con el paciente que establecemos para logar un
objetivo del proceso terapéutico o bien como un instrumento específico dirigido a preguntar y obtener
información en una determinada área. La entrevista se desarrollará a través de una conversación con
una finalidad, pues estará centrada en la persona, en conocer su demanda y la explicación que hace de
su problema.
Funciones, tipos y fases de la entrevista (EXAMEN)
En todo momento se entiende que se está́ evaluando, se entendería, por tanto, que la mera recogida
de información no es una función, sino únicamente un instrumento.
Por su parte, Maganto y Cruz (2015) resaltan tres funciones principales:
- Función motivadora: al establecer una relación que
estimula y facilita el cambio. Se estimula hacia el
cambio.
- Función clarificadora: al permitir a la persona
ordenar ideas, poner nombre a las emociones, buscar
sentido, etc. y, por lo tanto, clarificar la demanda.
- Función terapéutica: al intervenir un profesional que,
ante las verbalizaciones de la persona, ofrece otros
puntos de vista o estrategias de afrontamiento,
produciendo cambios en cogniciones, conducta, etc.
En cuanto a los tipos de entrevista, una clasificación clásica las diferencia en entrevista abierta o
no estructurada, semiestructurada y estructurada (Díaz Bravo et al. 2013).
- Las entrevistas clínicas suelen ser abiertas, y en alguna ocasión semiestructuradas
(dependiendo de diferentes aspectos como la fase de la terapia, los objetivos, etc.).
- Las entrevistas estructuradas se usan más en ámbitos de investigación, aunque pueden ser
muy útiles en terapeutas nóveles.
Según Bárez (2020), puede haber otros tipos en función del momento del proceso, de la demanda o
de quién es el demandante:
Todos estos tipos de entrevista, en realidad,
se entremezclan, pudiendo por ejemplo una
entrevista de evaluación ser al mismo tiempo
una de resolución de crisis y de valoración de
psicoterapia.
En cuanto a las fases de la entrevista, se presentan los diferentes momentos que pueden distinguirse
así como los elementos más relevantes en cada uno de ellos, que pasarán a describirse posteriormente.
Estas fases pueden darse en
una misma sesión o en
diferentes sesiones.
En la fase de primeros
momentos, se conoce el caso,
se ve si se puede trabajar o
no.
Preparación de la entrevista
La fase previa al inicio de la entrevista, tras el primer contacto y una vez recogidos ciertos datos
básicos, resulta de gran importancia, en cuanto que nos ayudará a disponer de todo aquello que
podamos necesitar.
- Una persona adulta solicite consulta por un problema de ansiedad leve, debemos disponer
de una consulta de no más de una hora, y quizás preparemos algunos cuestionarios o material
psicoeducativo para entregar el primer día.
- Una familia en relación con un niño para la valoración de un posible Trastorno por déficit
de atención se necesita disponer de un espacio de tiempo mayor, para poder entrevistar
primero a los progenitores, estudiar los informes que aporten y quizás preparar alguna
escala para iniciar la evaluación con la persona menor y con su familia.
En general, antes de la primera entrevista con un paciente, suele realizarse una llamada telefónica
en la que generalmente se recoge información de datos básicos (nombre, edad, teléfono o incluso
profesión o dirección) y se solicita información sobre el motivo de consulta y algunos datos relevantes
sobre el problema, lo que permite:
- Hacer una selección inicial de clientes, y derivar aquellos casos que no podemos tratar por su
gravedad o tipo de problema.
- Valorar la urgencia con que la persona requiere ser atendida, para que en caso de que precise
ser recibido con rapidez, informarle del tiempo de espera para que pueda decidir si acudir a
otro centro, en cuyo caso se le pueden facilitar referencias.
- Preparar la primera entrevista (cuestionarios, escalas, autorregistros, guías de autoayuda u
otra información relevante).
- Planificar la entrevista en función del tiempo disponible, para lo que debemos tener un claro
esquema. En general, la duración típica de una entrevista es de 50-60 minutos, aunque la
primera sesión puede alargarse hasta dos horas. También suelen ser más largas las entrevistas
de pareja o familiares. Con personas con dificultades de atención, o poca colaboración, puede
ser aconsejable una entrevista más corta. Con respecto a la frecuencia, lo habitual es que sean
semanales durante la primera fase de la terapia.
- Por último, hay que asegurar que durante el tiempo de la consulta no va a haber ninguna
interrupción o llamada.
Primeros momentos de la entrevista
El objetivo de la primera sesión es que haya una segunda, los primeros objetivos del profesional
no deben ser ambiciosos, lo más importante es que la persona que acude desee volver a una segunda
sesión, para lo cual deberá marcharse habiéndose sentido escuchado y aceptado (vinculación), y
percibiendo que hemos entendido mínimamente la demanda (recogida de información).
Durante la primera entrevista, lo primero será tomar contacto, saludar y tomar asiento. Con respecto
a cómo dirigirse a la persona, si es adulta se le puede preguntar por su preferencia de trato (tú o usted).
Con respecto a la disposición, puede depender de las preferencias (algunos profesionales opinan que
una mesa en medio resta intimidad e impide observar la comunicación no verbal) o bien puede
modificarse dependiendo de la situación (ciertos pacientes muy cohibidos pueden sentirse más
cómodos con una mesa de por medio, o con más distancia).
- Con población infantil es frecuente sentarse en un tapiz sobre el suelo.
- Con parejas o familias se pueden disponer las sillas previamente, para que la distancia sea
equilibrada (en círculo) o bien dejar que sean ellos los que se dispongan, lo que nos puede
dar mucha información (quién se sienta junto a quién, distancia entre ellos, etc.).
- Si la persona viene acompañada, deberá valorarse quién o quiénes deben entrar y si será de
forma simultánea o no. Con personas adultas, si vienen acompañadas, lo más aconsejable es
que la persona entre sola, y si está de acuerdo y resulta útil, se le puede pedir después al
acompañante que entre, siempre con la persona presente.
- Si tenemos información previa de que la demanda es una terapia de pareja, suele hacerse
primero una entrevista conjunta, y posteriormente por separado.
- Si vienen unos progenitores con un hijo o hija menor, se entrevista a estos antes de hacer pasar
al menor a solas. No obstante, con menores de 4 ó 5 años, las primeras entrevistas suelen ser
siempre conjuntas.
Si se trata de una persona adolescente, y se ha hablado previamente del problema con los padres,
puede pasar desde el primer momento la persona sola, si no tenemos información, puede hacerse
una entrevista conjunta. Lo siguiente será la presentación del profesional (nombre y profesión),
así como de los objetivos del primer contacto. Se deberá explicar brevemente qué se hará durante
la primera entrevista y el tiempo disponible.
- Se le puede explicar que se le pedirá que explique el motivo de consulta y que después se le
harán preguntas para comprender mejor lo que le ocurre. También se le puede anticipar que
en ocasiones se utilizan pruebas psicológicas para ampliar información si es necesario.
Es el momento de la recogida de datos demográficos básicos (edad, profesión, estado civil, etc.), que
ayudará igualmente a “romper el hielo”. Si no se ha hecho antes, deberá además justificarse la toma
de notas y si es el caso, solicitar permiso para grabar. Además, se deberán explicar aspectos
relacionados con la confidencialidad. Se puede explicar que la información será confidencial, con
algunos límites (compartir información con otros miembros del equipo o con un supervisor). También
se puede explicar que en caso de información escrita, solo se podrá compartir con su consentimiento,
o se le pueden explicar las condiciones de seguridad de la información clínica, etc.
- Menores de 18 años: es importante considerar que éstas también tienen derecho no solo a
recibir información clínica adecuada a su edad y nivel de comprensión, sino también a la
confidencialidad y protección de sus datos personales, en los mismos términos que las
personas adultas, aunque este derecho hay que compatibilizarlo con el derecho de los
progenitores a acceder a la información clínica en cumplimiento de sus deberes de patria
potestad.
o La principal complejidad se encuentra en los menores entre 12 y 16 años,
especialmente si éstos demandan mantener la confidencialidad para temas concretos,
ya que corresponde al profesional valorar en cada caso si la persona menor tiene la
suficiente madurez emocional y cognitiva para la toma de decisiones (es decir, si se
trata de un menor maduro), y también la complejidad de la decisión (recomendando,
por supuesto, la conveniencia de compartir información sobre su salud con sus
progenitores cuando sea adecuado).
- Adolescentes a partir de los 16 años: la regla general es respetar la confidencialidad como si
se tratase de un adulto, excepto riesgo grave para su salud (cuando la persona menor es
víctima de un delito, negligencia o abuso, o cuando existe riesgo de daño para terceros). Con
respecto a la edad de consentimiento sanitario, es decir, la edad para aceptar o rechazar
información clínica, elegir la opción clínica disponible, aceptar o rehusar tratamientos
médicos y mantener o revocar el consentimiento informado, solo los menores emancipados
mayores de 16 años tienen pleno derecho.
Otra situación especial a la que habrá que prestar especial atención será en caso de que los
progenitores estén separados, especialmente si solo uno de ellos acompaña al menor. Éste deberá
ser avisado de que la información se dará preferentemente a ambos progenitores de forma conjunta, a
no ser que haya algún impedimento legal o situaciones que perjudiquen al menor. El siguiente paso es
recoger la demanda, pidiendo al cliente que explique con detalle el motivo por el que ha venido, y
por qué en este momento y no antes. Se explorará a nivel general el problema y su historia,
recogiéndose datos en diferentes áreas, hasta donde el estilo del paciente, el tipo de problema, el tipo
de entrevista y el tiempo nos permita. El encuadre de la psicoterapia, o marco terapéutico que ayuda a
establecer los límites de la relación, se realiza generalmente durante toda la terapia, aunque la primera
entrevista es un buen momento para empezar a establecerlo. Cada profesional debe establecer el suyo,
según sus necesidades, preferencias, condiciones de trabajo, etc., y suele realizarse de forma verbal.
La información principal que contiene es sobre los siguientes aspectos: horario, citas y su cancelación,
comunicaciones fuera de las sesiones, lugar de las sesiones, confidencialidad, en qué consistirá la
terapia y de qué se hablará, que papel tendrá el terapeuta y el paciente, frecuencia y duración de las
sesiones, duración aproximada de la terapia o probabilidad de éxito.
Bados y García (2014) recomiendan entregar una hoja de consentimiento informado en la que se
detallen algunos aspectos:
- La existencia de un fichero personal (historia clínica) en el que se guardarán los datos
recogidos, la finalidad de la recogida de estos, sus destinatarios y el responsable del fichero.
- El derecho del cliente a acceder o solicitar una copia de la historia clínica y a obtener, tras la
petición correspondiente, la rectificación o cancelación de los datos que no se ajusten a la Ley
de Protección de Datos de Carácter Personal o sean inexactos o incompletos.
- La confidencialidad y sus límites; esto incluye informar, cuando es el caso, de que se
compartirá la información con otros profesionales del centro, se grabarán las sesiones y la
posibilidad de que estas sean observadas por estudiantes en prácticas.
- Las cualificaciones profesionales del terapeuta y si este está recibiendo supervisión formal, si
es el caso. Se pide al cliente que lea la hoja detenidamente y que la traiga firmada la siguiente
sesión, si está de acuerdo con sus términos, y que, en caso necesario, plantee las dudas y
objeciones que tenga”.
En algunas ocasiones, se puede sugerir la derivación a otro profesional de psicología (Bados y
García, 2014), bien al principio del proceso, bien durante el desarrollo o al finalizar la intervención:
- El terapeuta no domina los programas de tratamiento que son eficaces para el problema
principal del cliente.
- El cliente presenta problemas para los que:
a. No hay tratamiento psicológico.
b. El terapeuta no lo conoce.
c. O existe un tratamiento alternativo más eficaz.
- No se llega a un acuerdo sobre la conceptualización del problema (y fallan las alternativas
indicadas anteriormente) o sobre el tipo de tratamiento.
- Los objetivos del cliente son inaceptables para el terapeuta.
- El cliente no mejora con el tratamiento aplicado.
- El terapeuta desarrolla fuertes sentimientos positivos o negativos hacia el cliente que
interfieren en el tratamiento.
- Existe una mala relación terapéutica.
- El cliente hace revivir en el terapeuta algún problema propio que influye negativamente en la
terapia.
- El terapeuta está pasando por una mala época y no puede actuar con la suficiente competencia.
- El cliente solicita acudir a algún otro centro o terapeuta, ya sea por alguna de las razones
anteriores o por otras: cambio de residencia, centro que esté más próximo, terapeuta que sea
del otro sexo, dificultades económicas, etc.
- El paciente requiere de atención especializada por parte de un psicólogo Especialista en
Psicología Clínica, debido a la cualidad, gravedad o complejidad del problema.
Otras recomendaciones:
1. En la fase inicial de la entrevista: es importante permitir que el cliente pueda exponer libre y
ampliamente sus problemas, antes de continuar con otro tipo de preguntas más complejas,
hay que dejar espacio para que pueda exponer libremente.
2. Planificar y estructurar la conversación previamente: según los datos que consideremos
relevantes, hay que saber reconocer cuándo hablar y cuándo callar para escuchar, se debe
evitar las interrupciones frecuentes, debemos permitir silencios largos y dejar que el paciente,
se deben respetar los silencios y asegurarse de que han terminado su discurso.
3. Tomar nota de los temas importantes: para abordarlos en ese momento, o más tarde si la
persona muestra resistencia en ese momento. Pero hay que evitar tomar demasiadas notas,
pues interfiere en la relación, disminuye la fluidez e impide observar aspectos no verbales.
4. Utilizar estrategias de escucha: como clarificación, reflejo, o paráfrasis. Es importante
resumir y repetir la información facilitada por el paciente tras momentos de intercambio de
muchos datos o de información relevante.
5. Determinadas estrategias de acción: como hacer preguntas, se utilizan desde el primer
momento (abiertas, para iniciar un tema, ¿Qué opina de...?, y cerradas para concretar o evitar
información relevante, ¿Dónde...? ¿Cuándo...?), pero otras como la confrontación e
interpretación requieren que previamente haya mayor conocimiento de la persona y se haya
establecido una alianza adecuada.
6. Observar la comunicación: la comunicación verbal y no verbal del paciente e interpretarlas.
7. Utilizar nuestras habilidades verbales y no verbales: es importante, con respecto a las
primeras, evitar tecnicismos o ciertas palabras con connotación negativa. En vez de
“pensamientos irracionales”, expresiones como “pensamientos negativos” son más
recomendables, se deben evitar las indecisiones, desvíos respecto al tema que se está tratando
y/o realizar preguntas demasiado largas o complejas.
Con respecto a aspectos no verbales, resulta recomendable hablar fluida y suavemente.
También puede ser útil reforzar activamente la expresión verbal, bien a través de
verbalizaciones (mencionar la utilidad o interés de la información obtenida), con emisiones
verbales como “sí”, “ya”, “entiendo”, o bien emitiendo señales como afirmaciones con la
cabeza, mantenimiento del contacto visual, afirmaciones con la cabeza, postura inclinada y
orientación corporal hacia el cliente.
8. Transmitir esperanza e implicación: el paciente quiere saber que podemos ayudarle, aunque
en un principio solo podremos ofrecerle información muy general (“Hay diferentes opciones
terapéuticas para el problema que planteas, pero en las primeras sesiones tenemos que ir
viendo cuál es la mejor para ti”), pero también es importante clarificar que su papel será
fundamental en el proceso.
9. No precipitarse: realizando devoluciones arriesgadas, o muy rápido. A veces, en la primera
sesión no se informa del problema más relevante, o tras unas sesiones nos damos cuenta de
que es mejor derivar al paciente.
En el caso de entrevistas con niños o niñas, se necesitan conocimientos específicos como hitos del
desarrollo o problemáticas o trastornos comunes, son necesarias habilidades específicas para
comunicarse con los progenitores y con otros profesionales en términos adecuados a su capacidad de
comprensión y establecer claramente los objetivos de esos contactos en relación con el afrontamiento
de los problemas del niño o la niña. Incluye orientar a padres, madres y docentes, presentar informes
a otros profesionales cuando son solicitados. Hasta los 5 años aproximadamente la relación del niño o
niña con el profesional estará mediatizada por los progenitores, y las entrevistas y el tratamiento se
desarrollarán conjuntamente, al menos al inicio.
En la entrevista propiamente con el menor, la habilidad más característica del terapeuta es la de realizar
actividades lúdicas (jugar) y la relajación como estrategia para evaluar o intervenir, y también para
establecer una relación positiva. Es importante disponer de objetos y juguetes en la sala de terapia. Se
puede disponer de juegos o actividades que fomenten la expresión gráfica y plástica. También se
pueden utilizar muñecos o títeres para explicar (o que nos explique) a través de la representación algún
asunto relativo a la terapia. A medida que el niño mayor se puede ir utilizando mayor cantidad de
lenguaje, adaptado a su capacidad de comprensión, hasta la adolescencia, en la que el estilo se parecerá
bastante al utilizado con personas adultas.
También serán necesarias habilidades para:
- Aclarar qué hace un terapeuta: habilidad de explicar, de manera clara y sencilla, qué hace un
terapeuta infantil y cómo funciona la terapia.
- Ayudar al niño a identificar los problemas: habilidad para ayudarles a comprender por qué́
está en la consulta de un terapeuta, cuáles son los problemas planteados por las personas
adultas responsables y cuáles son los problemas planteados por él mismo.
- Formular preguntas comprensibles: habilidad para hacer preguntas cortas, directas, simples,
expresando una idea cada vez, y regulando la cantidad.
o ¿Sabes por qué́ estás aquí?, ¿Te han contado quién soy yo?, ¿Hay algo que te
moleste o preocupe?, ¿Tus papas te han contado que ocurre con...? ¿Sabes algo de
esto?
- Abordar preguntas comprometidas: para obtener información que anticipamos que va a
generar malestar, generalmente con una aproximación progresiva.
o Sobre antecedentes o experiencias de abuso o violencia, si hay algún indicio en la
historia narrada. Puede empezarse con preguntas más generales (¿En alguna ocasión
has vivido una situación traumática o muy difícil de superar? ¿Cómo describiría su
relación con su pareja?”), e ir progresivamente a otras más específicas (“¿En alguna
ocasión ha vivido una situación de abuso o maltrato emocional, físico o sexual, por
parte de una persona cercana, o no?).
o Sobre sexualidad: Suele incluirse esta pregunta junto a otras generales, bien cuando
estemos explorando determinadas áreas de la vida (la relación de pareja), o bien el
estado general, junto a otras áreas como el sueño o el apetito. Se pueden utilizar
expresiones más explícitas, o menos, según las circunstancias. Y quedarse en la
generalidad, o solicitar más información, si es pertinente para el problema abordado
(¿Mantiene relaciones sexuales satisfactorias?; ¿Disfruta de las relaciones
sexuales? ¿Con qué frecuencia mantiene relaciones sexuales?).
o Sobre ideación y conducta suicida: Cuando se está explorando el estado emocional
de la persona suele evaluarse este tipo de ideación, ya que suele ir asociada a estados
depresivos. Suele preguntarse, de manera progresiva, empezando por ideación de
muerte (¿Alguna vez has estado tan decaído y desesperanzado que has pensado que
te gustaría dormirte y no despertar?), para preguntar después por ideas,
comunicaciones y planes suicidas (¿Has pensado alguna vez en hacerte daño?, ¿Te
han pasado por la cabeza formas concretas de hacerte daño con el objetivo de
morir?, ¿Has planificado alguna vez seriamente suicidarte?, ¿Se lo has comunicado
a alguna persona cercana?)
Desarrollo de la entrevista
La anamnesis clínica es el proceso de exploración que se
realiza durante el contacto inicial, a través de la entrevista
inicial, aunque también suele realizarse en diferentes
momentos del proceso, especialmente si se observan
cambios psicopatológicos relevantes, con el objetivo de
identificar al paciente, conocer la naturaleza de su
problemática actual, su pasado y los problemas
ambientales, familiares y personales más relevantes. Es
importante recoger la información de la manera más
organizada posible, en diferentes categorías de
información, lo que nos ayudará posteriormente a la
realización de la historia cínica.
Estado actual
El profesional recogerá información del paciente tanto de tipo personal (conductas motoras,
cognitivas, respuestas psicofisiológicas y emocionales, etc.) como ambiental (variables físicas y
sociales) para poder realizar una formulación clínica del caso.
- Formulación clínica: conjunto integrado de hipótesis y juicios clínicos acerca de las
relaciones funcionales entre los comportamientos-problema u objetivos de tratamiento y sus
variables causales. Existen dos principales fuentes de información que permiten generar
hipótesis clínicas:
o los datos directos de la observación del comportamiento
o el conocimiento de regularidades derivado a partir de un marco teórico (cognitivo-
conductual, sistémico, psicodinámico, etc.).
En este sentido, la formulación clínica del caso juega un papel primordial en la comprensión
de los problemas del cliente y en la elección de los tratamientos posibles
- Análisis funcional: acercamientos posibles a la formulación clínica de casos, y uno de los
primeros y más influyentes modelos (desde la terapia conductual). Ha sido definido de
diferentes formas según la orientación o disciplina, básicamente es la herramienta dirigida a
identificar los componentes del problema (lo que la persona hace, piensa y siente,
básicamente), identificar variables ambientales o personales que influyen en la aparición del
problema y en su mantenimiento, y establecer relaciones funcionales, causales y no causales;
es decir, establecer la formulación clínica del caso.
Algunas recomendaciones:
1. La forma en que narran los pacientes sus problemas: es muy frecuente que los pacientes narren
sus problemas de forma imprecisa, es conveniente solicitarles ejemplos de sus casos y que
especifiquen con detalle lo que quieren decir cuando utilizan términos ambiguos o generales
(ansiedad, me siento mal). Puede resultar útil preguntar a la persona por la última vez que
tuvo el problema.
2. Algunos profesionales requieren: algunos profesionales requieren de una definición operativa
y cuantificación de las conductas “problema” más relevantes (análisis topográfico de la
conducta), en términos de frecuencia (¿cuántas veces ocurre al día, a la semana...?), duración
(¿cuánto dura?), intensidad (¿en una escala de 0 a 100, cómo puntuarías tu estado de
ansiedad?), u otras como latencia (¿Cuánto tiempo tarda en aparecer esa conducta?), grado
de adecuación (¿en qué medida dirías que es una conducta adecuada, si 0 es lo menos
adecuado y 100 lo más adecuado?), grado de interferencia (¿en qué medida afecta a tu vida?).
Esto puede servir para tener una “línea base” de la conducta, para tener un término de
comparación, detectar cambios durante el seguimiento.
3. Pueden emplearse: cuestionarios, autorregistros, registros observacionales, registros
psicofisiológicos, etc. para completar toda esta información.
El marco teórico influye en la comprensión del problema, de manera que mientras desde una
perspectiva conductual o cognitivo conductual se especifican y cuantifican las conductas motoras,
cognitivas, autónomas y emocionales implicadas en los problemas, y se identifican las variables
antecedentes, consecuentes y características personales estables funcionalmente relacionadas con las
mismas, desde modelos psicodinámicos, en líneas generales, se centran en la estructura del yo,
mecanismos de defensa, estructura del superyó, situación del ello y de los impulsos sexuales y
agresivos, ansiedad y emociones básicas, y relaciones objetables.
Formulación clínica de caso.
Historia psicobiográfica
Es muy importante construir conjuntamente
con la persona una narración que le permita
comprender el problema actual. Se recogerá la
historia psicobiográfica de la persona,
desde el nacimiento, y en todas las áreas de su
vida, hasta llegar a la situación actual. Se
indagarán aspectos del desarrollo (con más
detalle especialmente si la persona con el
problema es un niño, niña, o adolescente), y
otras áreas básicas de la vida: familia, estudios
cursados, experiencia laboral, economía,
relaciones sociales, intereses y hobbies, sexo,
vida en pareja, hijos, salud, área legal y
religión.
Recomendaciones:
- A medida que va construyéndose la historia psicobiográfica, se va construyendo igualmente
la historia del problema.
- Es importante recoger solo aquella información que resulte relevante para el problema actual,
sopesando la inversión de tiempo que requiere su exploración más en detalle, puede solicitarse
a la persona que para la próxima entrevista, como tarea, elabore una biografía, dándole
algunas indicaciones en base a lo que nos resulte más pertinente explorar.
- Es importante conocer cuándo aparecieron los problemas o sintomatología, con detalle,
cuándo empezaron a interferir de forma significativa en la vida, o le generaron un malestar
importante, qué circunstancias se daban en su vida en ese momento y las causas a las que
atribuye el problema, resulta muy importante diferenciar entre factores relacionados con el
inicio y desarrollo de un problema y aquellos que pueden contribuir a mantenerlo, y es
importante recoger información sobre periodos de mejoría, de remisiones o de recaídas o
empeoramientos y los factores que pudieron estar asociados a cada uno de ellos.
- Suele hablarse de:
o factores predisponentes: aquellos factores biológicos o psicosociales que pudieron
influir en la aparición (la presencia de antecedentes familiares de psicopatología)
o factores precipitantes: eventos con una relación más directa que lo pudieron
precipitar, ya sea una acumulación de estresores menores, o estresores importantes
(el estrés laboral y consumo de tóxicos pueden influir en la aparición de un trastorno
afectivo)
o factores mantenedores: aquellos que pueden influir en el mantenimiento de una
problemática (una personalidad muy susceptible a la ansiedad o un escaso apoyo
social pueden contribuir a mantener un trastorno de ansiedad).
En el ámbito de la Psicología de la Salud, y de otras profesiones sanitarias, suele hablarse más
bien de factores de riesgo, que englobarían todos los anteriores, y de factores de protección,
que tendrían que ver con aquellos aspectos individuales o contextuales que reducirían o
eliminarían la posibilidad de desarrollo de una problemática.
- Pueden utilizarse diferentes métodos, además de la entrevista, para recoger información,
como cuestionarios autobiográficos, listado de estresores, diarios personales, etc.
Antecedentes personales patológicos
Se recogerán en este apartado datos de antecedentes personales médicos, psicológicos, y hábitos
tóxicos. Con respecto a los tratamientos psicológicos o psiquiátricos, previos y actuales, permite
obtener información sobre:
- Diagnóstico y tratamiento que recibió, incluyendo aspectos útiles y otros que no le sirvieron.
- Grado de eficacia de estos.
- Grado de cumplimiento previo de tratamientos, así como el motivo de finalización (abandono
o alta).
- Explicaciones que otros profesionales le han dado sobre su problema.
- Atribuciones sobre los resultados, y expectativas generadas (o falta de expectativas) sobre la
posibilidad de solucionar su problema.
- Otros recursos que le ayudaron en aquel momento (grupos de ayuda mutua, apoyo de
amistades o familiares o incluso terapias alternativas), y limitaciones que afectaron a la
resolución del problema, o que podrían influir en el actual tratamiento, disponibilidad y/o
asistencia a grupos de ayuda mutua, grado de apoyo de amistades o familiares, confianza en
terapias alternativas, estado de salud, capacidad intelectual, recursos económicos, tipo de
afrontamiento (pasivo vs activo).
- Motivación para la resolución del problema en el momento actual. (¿Qué diferencias hay
esta vez?)
Si en el momento del tratamiento la persona realiza también tratamiento con otro profesional de
psicología, habrá que valorar si puede suponer una interferencia y decidir si se pueden simultanear los
dos tipos de tratamiento. Es posible que la persona nunca haya recibido ningún diagnóstico ni realizado
tratamiento psicoterapéutico o farmacológico, en cuyo caso pueden indagarse determinados problemas
que tienen una alta comorbilidad con la problemática por la que viene. Si la persona acude debido a
una situación traumática vivida, podemos indagar no solo la presencia de trastornos afectivos y de
ansiedad, sino también la presencia o antecedentes de sintomatología de estrés agudo o estrés
postraumático, o de consumo de sustancias. Otra posibilidad es utilizar cuestionarios o entrevistas
estructuradas para la detección de trastornos asociados.
- Con respecto a la presencia de antecedentes médicos, es importante recoger toda la
información de problemas de salud previos, intervenciones quirúrgicas, tratamientos, etc.,
especialmente si parecen estar relacionados históricamente con el problema, será preciso
derivar a un profesional médico para descartar patología orgánica asociada a la sintomatología
que presenta.
o En una persona mayor con síntomas depresivos y sospecha de deterioro cognitivo
puede ser recomendable una valoración neurológica, pues es muy frecuente el inicio
de procesos degenerativos asociado con síntomas (pseudo)depresivos.
- La historia de hábitos tóxicos también suele investigarse, pues puede tener relación causal
con el estado actual, bien como antecedente, bien como consecuente.
Antecedentes familiares
Con respecto a los familiares, interesa conocer los mismos datos demográficos básicos recogidos en
el caso del paciente (nombre, edad, nivel educativo, ocupación, estado civil, convivencia, hijos).
También aspectos como acontecimientos adversos vividos, y miembros fallecidos de la familia. Por
último, otros como la personalidad de sus familiares, las relaciones entre ellos, frecuencia de
contacto, apoyo, historia de la relación, rol dentro de la familia, etc. La construcción de genogramas
familiares ayuda a tener una representación “visual” sobre la estructura familiar (incluyendo
subsistemas, jerarquía y límites), el ciclo vital familiar, patrones relacionales, repetición de patrones.
1. El genograma familiar es una representación gráfica del desarrollo de la familia, que se puede
utilizar como:
- Sistema de registro. - En la identificación de recursos
- Instrumento de relación con el familiares.
paciente. - Para intervenir sobre familias
- En la detección de factores de riesgo. disfuncionales.
- En el descubrimiento de problemas - Y en la docencia.
psicosociales.
2. En la construcción del genograma podemos encontrar dos categorías diferentes:
- Genograma estructural: refleja la anatomía del sistema familiar y los componentes y
características que lo definen.
- Genograma funcional: recoge las interacciones y las relaciones del paciente con los distintos
miembros del sistema familiar.
Exploración psicopatológica
La exploración psicopatológica (EPP) se realiza en base a los datos recogidos en la entrevista y a
través de la observación, ofreciendo información sobre la presencia de síntomas y síndromes
indicativos de psicopatología en diferentes áreas, que habrá que ir reevaluando de manera regular
durante la evolución de la persona.
Áreas de exploración psicopatológica:
- Aspecto y actitud:
o Contacto: sintónico, o Confiabilidad: Impresión que
distónico. el examinador tiene de la
o Aspecto: capacidad del paciente para
cuidado/descuidado, informar sobre su situación
extravagante. con detalle. La autenticidad
o Actitud hacia el evaluador: que uno cree que hay en lo
colaboradora, hostil, narrado.
defensiva, suspicaz, perpleja,
pueril.
- Conciencia:
o Incremento: hipervigilancia.
o Disminución: obnubilación, somnolencia, estupor, coma vs lucidez.
- Orientación:
o Desorientación: Alopsíquica (espacial, temporal) o Autopsíquica (persona).
- Atención y concentración
o Aumento: hiperprosexia.
o Disminución: hipoprosexia, distraibilidad, aprosexia.
- Memoria:
o Según tipo de memoria:
- Remota (años).
- Pasado reciente (meses).
- Memoria reciente (días).
- Memoria inmediata (minutos y segundos, durante la entrevista).
o Alteraciones cuantitativas:
- Incremento: Hipermnesia.
- Disminución: Hipomnesia.
- Ausencia: Amnesias: anterógrada, retrógrada, global, transitoria, psicógena.
o Alteraciones cualitativas:
- Paramnesia: reduplicativa, Dejá vu, Jamais vu.
- Negación.
- Fabulaciones.
- Conducta motora:
o Alteraciones cuantitativas:
- Aumento: agitación, impulsividad
- Disminución: inhibición, hipokinesia, catatonia, negativismo, abatimiento,
aislamiento, astenia.
o Alteraciones cualitativas: Tics, temblores, risas inmotivadas, conductas
estereotipadas, compulsiones, manierismos, acatisia, errancia. Dentro de éstos,
algunos movimientos con base neuropatolótica pueden ser: temblor, discinesia tardía,
acatisia, movimientos coreicos...
- Voluntad y motivación:
o Incremento: hiperabulia.
o Disminución: abulia.
o Sugestionabilidad, obediencia automática.
o Motivación: intrínseca/extrínseca.
- Sueño:
o Alteraciones cuantitativas:
- Insomnio: conciliación, mantenimiento, despertar precoz, global
- Hipersomnia.
o Alteraciones cualitativas:
- Narcolepsia.
- Parasomnia: pesadillas, sonambulismo, terror nocturno, bruxismo, enuresis.
- Humor y afectividad:
o Tipo: eutímico, hipertimia/hipotimia, eufórico, depresivo, disfórico, irritable,
reactividad.
o Anhedonia: total, parcial.
o Paratimia, alexitimia, atimia
o Disminución en afecto: constricción, apatía, embotamiento, aplanamiento.
o Labilidad emocional, llanto.
o Ansiedad: psíquica, somatizada.
- Sensopercepción
o Distorsiones sensoriales:
- En intensidad: hiperacusia, hiperestesia.
- Cualitativas: macropsia, desrealización, despersonalización.
o Falsas percepciones: Ilusiones.
o Alucinaciones: auditivas, visuales, olfativas, gustativas, corporales Alucinaciones
hipnagógicas, hipnopómpicas.
o Alucinosis
o Pseudoalucinaciones: visuales, auditivas, verbomotoras, del recuerdo.
- Contenido del Pensamiento
o Ideas delirantes de contenido o Ideas obsesivas.
paranoide, autorreferencial, o Ideas sobrevaloradas.
celotípico, erotomaníaco, o Ideas desiderativas.
megalomaníaco, depresivo, o Ideas de culpa,
místico-religioso. autorreproche.
o Ideas fóbicas. o Ideas de muerte, autolíticas.
- Lenguaje:
o Coherencia/incoherencia.
o Según Fluidez: fluido, verborreico, enlentecido, musitación, mutismo.
o Según características: empobrecido, sobrevalorado.
o Según tono de voz: aprosodia, elevado, excitado.
o Tipos de alteraciones: (habla) afasias, neologismos, ecolalia, estereotipias verbales,
disfemia, alogia, afonía, disartria (escritura) alexias, dislexia, agrafías, acalculia.
- Conducta alimentaria:
o Apetito: hiporexia/hiperorexia, anorexia, hiperfagia, bulimia, pica.
o Peso: pérdida, aumento.
- Conducta y deseo sexual:
o Incremento/disminución
- En el hombre: impotencia, eyaculación precoz, eyaculación retardada.
- En la mujer: Deseo sexual hipoactivo, vaginismo, dispareunia, anorgasmia.
o Parafilias (voyeurismo, etc.)
- Control de impulsos:
o Habilidad de expresar cualquier tipo de impulsos (de temor, de culpa, sexuales,
agresivos...).
o Tolerancia a la frustración.
- Juicio crítico: Capacidad del paciente de tomar decisiones en una situación concreta.
- Insight:
o Intelectual. Capacidad de interpretar razonablemente.
o Emocional. Capacidad de interpretar emociones.
o Aceptación de enfermedad y de necesidad de ayuda o tratamiento, conocimientos y
expectativas.
Juicio clínico: Establecimiento de hipótesis
Ante la sospecha de la presencia de un determinado problema o trastorno, puede realizarse una
exploración complementaria. Para ello, suelen plantearse preguntas dirigidas a valorar la presencia de
los síntomas característicos de un determinado trastorno, según la clasificación diagnóstica. También
pueden utilizarse otros métodos de evaluación. Una vez recogida toda la información relevante del
caso, estaremos en condiciones de formular el caso y generar hipótesis clínicas, que servirán como
guías flexibles en la intervención, y que se irán verificando o bien modificando y adaptando,a los datos
recogidos en sucesivas entrevistas. Se entiende por hipótesis a la conjetura que se establece sobre algo
que parece probable a la luz de los hechos previamente establecidos.
Se pueden diferenciar varios tipos:
- Descriptiva: presunción de que la persona posee determinadas características, cualidades,
propiedades o rasgos (en una cierta medida o cantidad).
- Clasificatoria: suposición de que la persona pertenece a una clase particular especificada por
un conjunto de indicadores.
- Predictiva: estimación del estado futuro de las características de la persona (la evolución
prevista en base a la tipología y gravedad de un determinado problema, a las características
individuales y contextuales).
- Explicativa: conjetura acerca de la causa o conjunto de causas de las características de una
problemática (hipótesis de origen y/o mantenimiento de un determinado problema).
Fernández-Ballesteros et al. (2001) realizan algunas propuestas sobre cómo el evaluador debe
recoger las quejas y demandas para la formulación del caso y establecimiento de hipótesis:
- Deben establecerse los constructos psicológicos más idóneos para formular las hipótesis de
evaluación sobre el caso.
- Es importante asegurarse de que las hipótesis de evaluación formuladas cubren todas las
características del problema.
- Conviene distinguir entre hipótesis descriptivas, clasificatorias, explicativas y predictivas.
- Cada una de las hipótesis debe formularse con solidez lógica y teórica, y con referencias
empíricas claras.
- Para cada una de las hipótesis formuladas, el evaluador debe generar al menos una hipótesis
alternativa rival.
- Deben jerarquizarse las hipótesis de evaluación formuladas de acuerdo con criterios explícitos
y apropiados para el caso.
- Deben operativizarse las hipótesis mediante instrumentos y procedimientos de evaluación).
- Deben revisarse los instrumentos de evaluación adecuados para cada constructo y elegir el
más apropiado.
- El evaluador debe vigilar que la información a buscar sea pertinente, discriminativa y
suficiente con respecto a las hipótesis formuladas.
Cierre de la entrevista
Una entrevista inicial suele comprender de una a tres sesiones. Es conveniente finalizar la primera
sesión teniendo en cuenta algunas pautas, algunas de las cuales también son aplicables al resto de
sesiones posteriores de entrevista.
Recomendaciones
- Cuando se acerque el final, avisar al cliente (“Como solo nos quedan 10 minutos, vamos a...”)
- Antes de finalizar la entrevista, realizar una breve síntesis de lo que hemos entendido del
problema, solicitando que nos corrija si es necesario.
- Se continuarán explorando otros posibles problemas, solicitando información sobre la medida
en que le preocupan o perturban. Así mismo, si se requieren utilizar otros métodos de
evaluación, como cuestionarios, suele ser muy útil entregárselos para que los conteste en su
casa, justificando su uso, explicando la forma de cumplimentación, y aclarando cualquier
duda que pueda tener.
- Cuando se han encontrado varios problemas, habrá que priorizar y decidir conjuntamente
cuáles se van a tratar, en base a aspectos como los valores y preferencias del paciente (y del
terapeuta), gravedad del problema, interferencia y malestar que provoca, o probabilidad de
éxito, de cara al establecimiento de objetivos. Para ello, podemos usar la metodología
SMART, un enfoque sistemático y estructurado para la definición de objetivos que surgió a
principios de los 80 en el ámbito empresarial
o Específicos (Specific): objetivos sean precisos y estén bien definidos, abordar qué,
quién, cuándo, dónde y por qué́ . Un objetivo específico es más simple de comprender
y trabajar para lograrlo.
o Medibles (Measurable): deben contar con algún método de cuantificación y
medición, así como un indicador o métrica que permita evaluar los avances y
determinar si se han alcanzado. Puede comprender mejor su progreso y mantener su
motivación al hacer esto.
o Alcanzables (Achievable): deben establecerse objetivos realistas y factibles. Para que
pueda crear un plan de acción viable, debe ser posible dados sus recursos y capacidad.
Puede desanimarse y frustrarse si establece metas que son demasiado desafiantes o
inalcanzables.
o Relevantes (Relevant): los objetivos deben reflejar sus valores, intereses y
aspiraciones personales y ser pertinentes y significativos para usted. El objetivo debe
ser algo que realmente te apasione y debe alinearse con tus objetivos a largo plazo.
o Temporales (Time-bound): deben tener un plazo o límite de tiempo que se debe
cumplir. Establecer una fecha límite lo hace sentir más comprometido con la tarea en
cuestión y lo ayuda a mantenerse enfocado.
Finalmente, se realizará la devolución, si es pertinente, consistente en dar información al paciente
sobre la perspectiva del psicólogo sobre cómo proceder, comunicar la necesidad de obtener una
información más minuciosa en las próximas sesiones, y recordar al paciente que puede realizar las
preguntas y pedir las aclaraciones que necesite. En algunas ocasiones el cliente puede desear conocer
su diagnóstico antes de que la evaluación inicial haya finalizado, así como otros detalles de los que
quizás aún no estamos en condiciones de informar. En ese caso, podemos ofrecer, si los datos lo
permiten, información genérica, enfatizando su carácter tentativo y provisional, hasta que finalice la
fase de evaluación, momento en que se podrá dar información más precise.
Habilidades de comunicación verbal y escrita: elaboración de historias clínicas e informes
Comunicación verbal
Algunas pautas que debemos tener en cuenta:
- Ser selectivos con la información, y no dar detalles nimios. Cuantas más instrucciones, menor
será el recuerdo.
- Ser específico, claro, detallado, concreto y simple.
- Emplear frases cortas.
- Organizar el material a explicar. Se recuerda mejor la información presentada en el primer
tercio de la comunicación.
- Explicar la justificación al tratamiento: los comportamientos concretos que debe llevar a cabo
el paciente.
- Repetir la información relevante y hacer suficiente énfasis en ella.
- Comprobar la comprensión.
- Siempre que se pueda, usar material gráfico para las explicaciones: permitir que el paciente
se lo lleve.
- Dar información por escrito (pueden utilizarse guías que apoyen la información aportada).
- Dar un informe por escrito si la persona atendida o familia (en el caso de menores) lo solicita.
Comunicación escrita
Pueden diferenciarse dos tipos de documentos escritos, que sirven para organizar la información
clínica, en el caso de la historia clínica (HC), o bien para transmitir información relevante, en el caso
del informe clínico. (EXAMEN)
Historia clínica (HC): El profesional de PGS, como otros profesionales de la salud, debe recoger los
datos de evaluaciones y tratamientos que realiza a través de la Historia Clínica. La información
plasmada en la HC es fundamental como instrumento de tratamiento pues permite realizar un
seguimiento adecuado de la persona.
La ley 41/2002, de 14 de noviembre, reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y
obligaciones, en materia de información y documentación clínica, regula todos los aspectos
relacionados con el contenido, uso, conservación y derechos de acceso y obligaciones, tanto de
pacientes como de profesionales, y tanto en centros públicos como privados.
“La historia clínica comprende el conjunto de los documentos relativos a los procesos asistenciales
de cada paciente, con la identificación de los médicos y de los demás profesionales que han
intervenido en ellos, con objeto de obtener la máxima integración posible de la documentación clínica
de cada paciente, al menos, en el ámbito de cada centro” (art. 14.1, Ley 41/2002, de 14 de
noviembre)
El aspecto más importante a cuidar al realizar la historia clínica es la confidencialidad, que variará
en función del tipo de soporte, por lo que si el profesional trabaja por cuenta propia, deberá establecer
mecanismos para cuidarla.
- Cuando el soporte es en papel, es útil archivar por un lado las historias, sin datos personales,
e identificadas con un número, y por otro un fichero con los datos de filiación que permitan
identificar al paciente.
- Cuando la documentación se almacena digitalmente, es importante cumplir con todas las
garantías de seguridad (si se guardan en discos de almacenamiento extraíble o en formato
nube). No obstante, existen software para facilitar la gestión de la consulta sanitaria que
también contienen aplicaciones seguras para el archivo de datos.
En la historia clínica es importante recoger de manera clara y ordenada toda la información relativa a
la evaluación y tratamiento, recogiendo la información estrictamente necesaria, y de manera lo más
sintética posible. Todos los comentarios subjetivos, que recogen impresiones, hipótesis, reflexiones,
etc del profesional, deben guardarse en soporte aparte, sin que formen parte de la historia clínica.
Con respecto a la conservación de la historia, la ley establece la obligación de guardar los datos durante
al menos cinco años, aunque se recomienda conservarlos más tiempo aún en asuntos delicados que
pueden conllevar procesos legales que se dilaten en el tiempo.
La historia clínica es un documento vivo, que se va modificando a medida que avanza el tratamiento,
sesión por sesión, incorporándose datos nuevos, lo más importante es el principio.
Contenido de la historia clínica.
- Consentimiento informado.
- Motivo de consulta.
- Datos sociodemográficos: Edad, estado civil, ocupación, nivel educativo, nivel económico,
convivencia, datos familiares (elaboración de un esquema de familia o genograma)
- Antecedentes familiares (somáticos y psicológico/psiquiátricos).
- Antecedentes personales (no patológicos, somáticos, y psicológico/psiquiátricos, incluyendo
Tratamientos previos y actuales, psicológicos o farmacológicos).
- Historia del problema actual y formulación del caso.
- Examen del estado mental.
- Pruebas aplicadas y resultado obtenido.
- Otra información obtenida a través de otros medios (entrevista a familiares, contacto con
otros dispositivos o profesionales, informes aportados, resultados de pruebas).
- Plan terapéutico y recomendaciones, incluyendo objetivos y tratamiento acordado.
- Diagnóstico CIE-11 (Organización Mundial de la Salud, 2019).
o Eje 1. Trastornos somáticos. Trastornos psiquiátricos. Trastornos de personalidad.
o Eje 2. Discapacitación.
o Eje 3. Factores ambientales y del estilo de vida.
- Notas evolutivas o diario de sesiones, que incluya un resumen de la sesión: número de sesión
y fecha, revisión de tareas, información relevante y temas trabajados durante la sesión,
objetivos y tareas para la siguiente sesión.
Informe clínico (EXAMEN): El informe es un documento más breve y sintético que la historia
clínica, con diferentes objetivos, en el caso de la historia, facilitar el tratamiento; en el caso del
informe, informar al paciente o a terceros. Su estructura viene a ser muy similar a la de la historia
clínica, al menos en cuanto a sus apartados, y con alguna excepción.
- Mientras el primer apartado de la historia clínica sería el de “motivo de consulta”, en el
informe se sustituiría por “motivo del informe”; o en la historia clínica se incluirían notas
sucesivas con diferentes fechas, mientras que en el informe se incluiría un apartado dedicado
a la descripción resumida del tratamiento (número de consultas, frecuencia y duración del
tratamiento, objetivos, áreas trabajadas, técnicas utilizadas, evolución).
Ejemplo: Informe Clínico
Motivo del informe
Paciente mujer, MMM, de 13 años acude a consulta tras 3 días de ingreso y alta del Servicio de Urgencias
Hospitalarias del hospital XXX por intento autolítico frustrado. Acude con la madre, que solicita tratamiento por
indicación de su profesional responsable, y solicita un informe para entregar en el centro escolar.
Antecedentes personales
Sin antecedentes médicos conocidos. Celiaca.
Con 7 años fue víctima de un accidente con gas, que le causó quemaduras graves en cabeza, cuello y miembros
superiores. Precisó reconstrucción facial y amputación de la mayor parte de dedos de ambas manos.
Desde el accidente, y durante 4 años, realizó seguimiento en Unidad de Quemados del hospital de referencia. No
ha realizado seguimiento por Psiquiatría. No ha precisado tratamiento psicofarmacológico. Interrumpió
tratamiento por traslado de domicilio
Antecedentes de 3 tentativas suicidas, 2 por precipitación, y otra por intento de lesión con arma blanca. No
ingresos previos tras intentos, hasta el actual. No hábitos tóxicos.
En tratamiento con Sertralina 100 mg 1-0-0 pautado tras alta hospitalaria, hace 3 días.
Antecedentes familiares
Madre refiere haber realizado seguimiento en CSM por sintomatología ansioso-depresivo. No antecedentes
somáticos de interés.
Historia psicobiográfica y situación sociofamiliar
Natural de XXX.
Desarrollo evolutivo: Parto por cesárea a término. Marcha al año. Primeras palabras 9 meses. Control vesical al
año. Lactancia materna hasta el mes. Adecuado funcionamiento en el ámbito familiar, social y escolar hasta el
accidente.
Hace 6 meses se traslada a España con la madre, la pareja de esta y su hermano mayor, de 15 años, con el objetivo
de tener mejor atención sanitaria, y calidad de vida.
La paciente vive en xxx, junto a su hermano, su madre y su padrastro. Es la menor de 2 hermanos. Buenas
relaciones con todos. Padres divorciados hace 12 años tiene ninguna relación ni comunicación con su padre.
Padrastro, administrativo. Madre, educadora social, actualmente sus labores. Está cursando primero de la ESO.
Empeoramiento del rendimiento escolar. Víctima de acoso escolar. Escaso apoyo social, solo cuenta con una
amistad. Como hobbies, le gusta cantar y dibujar.
Estado actual
La paciente acude acompañada por su madre. Refieren haber tenido un conflicto entre ambas, que ha precipitado
el que la paciente intente saltar por el balcón con un elevado estado de angustia, y de forma impulsiva, sin
premeditación (“Estoy harta”. La madre la ha detenido. La madre refiere que en los últimos dos meses ve a su hija
más irritable. La paciente coincide, y reconoce como desencadenantes las dificultades para adaptarse a España, y
los problemas en el centro educativo: “Me insultan y me pegan... antes me pasaba, pero no tanto”.
Refiere dificultades para aceptar su imagen física, sentimiento de minusvalía que se ha agravado desde su
incorporación al centro. Verbaliza ideas de muerte de larga duración, aunque han aumentado en frecuencia e
intensidad en los últimos 2-3 meses. “No lo hago por mis hermanos... y por mi madre, ella quiere que saque una
carrera”. Se describe como “muy sociable y extrovertida, muy impulsiva”.
Exploración psicopatológica
- Consciente y orientada en las 3 esferas.
- Tranquila, colaboradora, abordable.
- Lenguaje coherente y fluido,en tono normal, rumiativa en torno a los insultos y comentarios que recibe
por parte de sus compañeros del instituto.
- No ideas delirantes ni alteraciones sensoperceptivas.
- Estado de ánimo hipotimico, reactivo a la situación vivida.
- Ansiedad basal leve. Picos de ansiedad sobre todo nocturnos.
- Funcionamiento diario completamente normal. Vida activa. Disminución de la concentración. Mayor
irritabilidad.
- Ideas de muerte ante situaciones que le generan mayor angustia. No ideación autolítica estructurada ni
planificada. Adecuados planes futuros.
- Insomnio por despertar precoz. Apetito conservado.
Metodología
- Entrevista a madre y paciente.
- Revisión de informes de antecedentes médicos, hospitalizaciones e intervenciones quirúrgicas.
- Se entrega protocolo de valoración inicial autoadministrado (inventario de síntomas, escala de
impulsividad, escala de desesperanza).
Diagnóstico (o impresión diagnística, o conclusiones)
Aplazado.
Recomendaciones
- Entrevista en Centro Escolar
- Valoración por psiquiatría de necesidad de tratamiento psicofarmacológico.
- Seguimiento en consulta de psicología 1-2 vez/semana, hasta finalizar valoración y elaboración del plan
terapéutico.
Comunicación y coordinación en el trabajo del PGS
La colaboración profesional y comunicación efectiva evitará multitud de problemas como no
ofrecer información clara, o incluso contradictoria, permite conocer el estado de los pacientes a nivel
integral y mejorar los resultados, y se asocia a una mayor satisfacción de los profesionales (Buss et
al. 2010; Santos et al. 2012).
Contexto sincrónico de colaboración. Puede tener a su vez dos formas:
- La coordinación, referida al contacto interprofesional que primordialmente tiende a organizar
la colaboración mutua: cómo derivar, cómo hablar de los casos compartidos, etc. En este
caso se trataría de dos profesionales o grupos de profesionales que se encontrarían en
simetría, o al mismo nivel.
- El Trabajo en Red Profesional (TRP), que es aquel que tiene razón de ser en función de las
necesidades específicas de un caso concreto (Comisión interdisciplinar de atención a la
infancia).
Contexto sincrónico de consulta. También llamado “interconsulta”, si se realiza dentro de un mismo
centro sanitario. En él, uno de los profesionales, solo o en equipo, solicita a otro ayuda con la finalidad
que el consultante siga trabajando mejor en el caso, pero de manera complementaria con otros
profesionales que se encuentran en distintos niveles. Cuando un profesional de PGS consulta a un
profesional de Medicina especialista en Oncología sobre un caso concreto sobre su evolución y
pronóstico para ofrecer una mejor atención.
Contexto diacrónico de derivación. El profesional o equipo derivante, debido a sus limitaciones
contextuales, deriva a un profesional o equipo receptor un caso, de modo que la intervención no sería
simultánea, sino secuencial (“cadena terapéutica”). Cuando un profesional de PGS que está
trabajando con una persona con problemas psicológicos y patología asociada a dolor crónico deriva
a la Unidad de Dolor de su Centro Hospitalario de referencia porque considera que precisa de una
atención integral por el equipo multidisciplinar que lo compone.
Independientemente de las características específicas de cada contexto de intervención del PGS,
podemos distinguir dos tipos de colaboración que será necesario establecer:
- Colaboración o coordinación interna, a la que nos referiremos como trabajo en equipo, en el
caso de que el o la profesional desempeñe su labor dentro de un equipo o grupo de
profesionales.
- Colaboración o coordinación externa, con otros grupos y organizaciones implicadas en la
atención integral a una problemática concreta, en cuyo caso hablaremos de trabajo en red.
Coordinación
Toda actividad sistemática y reglada que tiene lugar entre personas, grupos e instituciones para el
desarrollo de una tarea en común.
Es sistemática y reglada, porque requiere del establecimiento de un encuadre claro, sin ambigüedades
en el que se definan conjunta y consensuadamente por las partes implicadas sus elementos, a saber:
- La tarea, el objetivo, la finalidad específica de la coordinación.
- Participantes, en concreto, grupos y/o instituciones a coordinarse, así como personas que
realizarán la coordinación.
- Periodicidad, frecuencia, duración y lugar donde reunirse.
- Cualquier otro elemento o incluir en la coordinación (actos de las reuniones, participación
extraordinaria de otras personas)
En cuanto al objetivo compartido, deberá desarrollarse a través de acuerdos explícitos, para llegar a
un compromiso y una responsabilidad igualitaria, aun cuando varíe su modalidad de implicación, su
dedicación, recursos, etc.
Trabajo en equipo
Capacidad de participar activamente en la prosecución de una meta común subordinando los intereses
personales a los objetivos del equipo. Implica, además, que un grupo de personas trabaja de manera
coordinada, intercambiando experiencias, roles y funciones en una tarea conjunta. La percepción que
tienen las personas sobre la atención que reciben mejora considerablemente cuando los profesionales
sanitarios trabajan juntos y en equipo.
os equipos de trabajo, sin embargo, no solo son difíciles de crear, sino que también es difícil conseguir
que funcionen correctamente. Esto es debido a que en el trabajo en equipo entre profesionales (ya sean
sanitarios o no sanitarios, de entidades públicas o privadas) entran en juego muchos factores:
sistémicos, de interacción y de organización.
Determinantes de la interacción: la capacidad de trabajar en equipo contribuirá a la optimización de
los resultados, pero exigirá la adquisición de una serie de habilidades y competencias, considera que
las más importantes son “las 5 C,s”: complementariedad, comunicación, coordinación, confianza y
compromiso.
- Complementariedad: cada miembro del equipo tiene una tarea que llevar a cabo, porque
cada uno, domina algo en concreto.
- Comunicación: para que el trabajo en equipo funcione, es necesaria una comunicación
abierta entre todos los miembros del equipo.
- Coordinación: el equipo debe actuar de manera organizada, para conseguir sacar el objetivo
adelante, y para ello se requiere disponibilidad de tiempo y espacio compartido de todos los
integrantes.
- Confianza: cada miembro debe confiar en que el resto de compañeros va a llevar a cabo su
tarea de manera correcta. Todos harán su trabajo apropiadamente y esperarán que el resto
del equipo haga lo mismo.
- Compromiso: cada uno de los componentes del equipo debe aportar lo mejor de sí mismo,
para conseguir el éxito de la tarea.
Pero para que estas circunstancias se den, es importante que los profesionales desarrollen una serie de
habilidades personales y sociales especial interés en el ámbito laboral, como por ejemplo autonomía,
responsabilidad, sinceridad, tolerancia, iniciativa, capacidad de escucha empática, o asertividad,
muchas veces, los profesionales toman decisiones de manera autónoma, sin contar con el resto,
provocando así una separación de las tareas e impidiendo en consecuencia la realización de un buen
trabajo en equipo. Esto puede tener dificultades para llevarse a cabo por excesiva autonomía.
Recomendaciones básicas:
- Distribuir el trabajo de manera coherente y participativa, en función de los recursos y las
competencias y conocimientos de cada integrante.
- Asumir con responsabilidad las tareas y responsabilidades específicas.
- Compartir la información relevante con los demás miembros del equipo, de forma
estructurada, sistematizada e inequívoca.
- Dotarse de cauces que garanticen la comunicación y el diálogo, p.ej., uso de tecnologías
colaborativas, transacciones formales (reuniones programadas) o informales (intercambio de
información “de pasillo”), orales (devolución de información por teléfono tras una
interconsulta) o escritas (informe clínico).
- Llegar a un acuerdo no solo en objetivos y forma de conseguirlos, sino también en los roles y
tareas de cada uno, y con la flexibilidad necesaria para poder variar funciones y responder a
imprevistos.
- Asumir de forma individual como propios los objetivos del equipo.
- Tomar decisiones de manera compartida, excepto cuando la situación lo desaconseje.
- Respetar, conocer y apoyar el trabajo del otro.
- Proponer y acoger sugerencias de solución, y llegar a acuerdos.
- Formación cruzada (los miembros del equipo aprenden los roles desempeñados por el resto
de los integrantes).
- Sesiones regulares de revisión del equipo (el responsable ofrece retroalimentación a los
miembros del equipo sobre su desempeño).
Determinantes de la organización: La organización tendrá una importancia fundamental en la
determinación y transmisión de objetivos comunes, fundamental para el trabajo en equipo, y suelen
estar definidos en la “cultura de la organización” o del equipo de trabajo, del que a su vez forman parte
la misión, visión y valores, conceptos.
Algunas de las dificultades a las que la organización deberá responder, comúnmente presentes, para
un buen trabajo en equipo entre los profesionales, son:
- Desarrollo de mecanismos de coordinación y comunicación adecuados a través de la
disposición de tiempos y espacios reglados y de obligado cumplimiento para que el equipo
multidisciplinar se reúna y así conseguir una atención integral a la persona.
- Establecimiento de protocolos que marquen las pautas a seguir para que, independientemente
del profesional, la atención mínima necesaria sea homogénea (protocolos interdisciplinares
de atención al dolor crónico).
- Disponibilidad de sistemas de información y registros comunes a todos/as las/os profesionales
encargados de la atención (dentro de una misma institución, generalmente).
Trabajo en red
El trabajo en red (network) como una alternativa de intervención basada en la colaboración de todas
las personas, grupos de personas u organizaciones implicadas en un determinado objetivo (la
comprensión y atención a un caso) y en un contexto concreto.
En el caso del profesional de PGS, dependiendo del área de trabajo, requerirá en muchos casos de la
coordinación con el resto de los recursos, servicios, instituciones de la zona que de una u otra manera
intervienen o pueden llegar a intervenir en un caso concreto. En el ámbito sanitario y de cara a una
mejor continuidad de cuidados, desde una concepción comunitaria es necesario el encuentro con
diferentes subsistemas.
- Sistema Sanitario, privado y público. - Sistema penitenciario.
- Sistema educativo. - Familia y asociaciones de usuarios y
- Sistema de Servicios Sociales. familiares.
- Red de drogodependencias. - Organizaciones no gubernamentales y
- Recursos de inserción laboral. tercer sector en general.
- Sistema judicial.
Trabajo en red con población infanto-juvenil
La infancia y adolescencia son periodos evolutivos cruciales, cuyo desarrollo armonioso depende de
factores biológicos, sociales y educativos, así como familiares y relacionales, y su atención requerirá
por tanto la relación entre servicios, entorno y familia. A menudo están implicados en la situación
agentes de salud ubicados en diferentes equipamientos comunitarios: colegio, servicios sociales,
sanidad, etc.
Es por tanto necesaria la coordinación y trabajo interdisciplinar entre los distintos profesionales o
equipos de atención a la infancia y adolescencia, que posibilite:
- Unificar, conciliar o al menos respetar el lenguaje y la filosofía utilizados desde cada campo
de trabajo, de tal modo que eso no sea un impedimento para la coordinación.
- Conocer la especificidad de cada equipo, evitando funcionar en redes o actuaciones paralelas
poco coordinadas.
- Conocer los sistemas de derivación de casos y de coordinación.
- Conocer los problemas psicosociales y psicopedagógicos más relevantes en estas edades y
que impliquen a los diversos equipos.
- Conocer los protocolos de intervención de determinadas problemáticas que lo requieren.
A un nivel más concreto y en relación con las actuaciones de coordinación que frecuentemente se
requieren para atender a los problemas que el niño, niña o adolescente, Jiménez (2005) describe
algunos ejemplos concretos, según edad:
En la Primera infancia (0-3 años): a veces, resulta conveniente la coordinación con Centros de
Desarrollo Infantil y Atención Temprana, cuando se detecten o se sospeche de problemas de salud
mental en estas edades. Estos centros suelen contar con Protocolos de detección y abordaje precoz de
diferentes problemáticas, que será necesario conocer.
- coordinación puede incluir la realización de un informe escrito con información relevante de
la evaluación y abordaje al niño, niña o a la familia, así como un contacto posterior para
concretar los términos de la coordinación, si fuese necesario seguir interviniendo con el niño
o niña, o con la familia.
En niños y niñas de preescolar y primaria (3-12 años): lo más común es que se requiera la
coordinación:
a. Con el centro educativo, y más concretamente con el tutor docente o los equipos
psicopedagógicos del ciclo de infantil y primaria.
- cuando se detecten problemas de conducta, lenguaje o aprendizaje, para valoración
psicopedagógica, logopédica, para informar de aquellas problemáticas que sea relevante que
sean conocidas en el ámbito escolar o que requieran una actuación conjunta, etc.
b. Con el centro sanitario, más concretamente con el profesional referente de pediatría, a través
de informe escrito con recomendaciones (primer nivel de atención sanitaria), y contacto
directo si se precisa.
- cuando se sospeche de la presencia de un problema orgánico que requiera valoración, o de
un problema o trastorno psicológico, siendo responsabilidad del profesional de Atención
Primaria la decisión sobre la necesidad de derivación, y la realización de un informe de
derivación, ante la sospecha de cualquier trastorno somático, así como retrasos psicomotores
(lenguaje, simbolización...), trastornos de conducta, trastornos por déficit de atención y/o
hiperactivi- dad, trastornos Generalizados del Desarrollo o trastornos psicóticos, que
requieran de una atención especializada.
Si el profesional de Atención Primaria realiza derivación a los Servicios de Salud Mental
Infanto-Juvenil, es conveniente igualmente la realización de informe específico, así como el
contacto directo para una posible intervención coordinada.
Niños, niñas y adolescentes: con trastorno mental grave y con necesidades educativas especiales. Para
muchos de ellos, son necesarios dispositivos con la participación conjunta de Educación y Salud
Mental Infanto Juvenil, siendo así mismo importante la coordinación con Bienestar Social para el
abordaje de ciertas situaciones familiares, así como para favorecer la integración social de estos niños,
niñas y adolescentes.
UNIDAD 3. OTRAS HABILIDADES PRÁCTICAS NECESARIAS DEL
PSICÓLOGO GENERAL SANITARIO
Objetivos
1. Entender la importancia de que las personas adquieran estrategias adaptativas reguladoras
de la emoción como parte fundamental en todo proceso psicoterapéutico.
2. Aprender estrategias para potenciar y desarrollar la autorregulación emocional en los
pacientes.
3. Saber utilizar la relación como una técnica en sí misma para movilizar el cambio en
psicoterapia, adoptando diferentes estilos terapéuticos en función de las características del
paciente y la situación, y aprendiendo a detectar y manejar momentos de transferencia y
contratransferencia.
4. Dominar el manejo situaciones difíciles, como la comunicación de malas noticias, o el
abordaje de entrevistas con personas agitadas o con riesgo suicida.
5. Desarrollar estrategias para mejorar la adherencia y motivación al tratamiento, y prevenir
recaídas y abandonos en psicoterapia, aprendiendo estrategias de entrevista motivacional.
6. Comprender la importancia de la formación y supervisión continuadas en profesionales que
se dedican a la psicoterapia, y adquirir habilidades para la práctica deliberada, un tipo de
entrenamiento relacionado con mejor resultados en las intervenciones.
7. Asimilar la importancia del autocuidado en los profesionales sanitarios y desarrollar
habilidades tanto preventivas como de promoción de la salud.
Introducción
Todos los profesionales que trabajan en el campo de las relaciones humanas, y más concretamente en
el de la psicoterapia, nos enfrentamos a ciertas preguntas con respecto a cómo emplear los
conocimientos adquiridos en una relación de ayuda.
Si podemos responder afirmativamente a todas esas preguntas, entonces tendremos la capacidad de
crear relaciones que faciliten el desarrollo de otros. “Una relación de ayuda óptima solo puede ser
creada por un individuo psicológicamente maduro”, lo que implica que tenemos una ocupación
interesante para el resto de nuestros días, que acrecentará y actualizará nuestras potencialidades en el
sentido del desarrollo (Rogers, 1992), es decir, tienen la capacidad de crear relaciones que faciliten
el desarrollo de otros.
Existen unas etrategias necesarias para que el profesional pueda fomentar en las personas la capacidad
de regulación emocional, para lo que es necesario que el propio profesional se mantenga estable y
autorregulado, siendo imprescindible la autobservación y el autocuidado.
Habilidades para la regulación emocional (EXAMEN)
El manejo de emociones en psicoterapia es una de las habilidades fundamentales del PGS.
1. Porque los déficits en regulación emocional están presentes en un amplio abanico de
problemas de salud mental.
2. Porque las personas traerán consigo al espacio terapéutico sus experiencias y vivencias más
importantes, sus recuerdos más felices, sus relatos más amargos y traumáticos, sus principales
anhelos, sus pérdidas, sus conflictos, sus pensamientos o percepciones... Y los profesionales
deberán promover que las personas sientan y vivencien, identifiquen, exploren, reflexionen,
interpreten, o acepten lo que están experimentando en ese momento.
Es labor del terapeuta saber identificar las emociones que los pacientes expresan, atenderlas y
sostenerlas, permaneciendo estables y autorregulados, ofreciendo un marco seguro para trabajar con
ellas, integrarlas y actuar ante ellas de la manera más adaptativa posible.
Este proceso sería lo más parecido al que se produce en un proceso de desarrollo normal, en el sentido
de que la regulación inicialmente es un proceso interrelacional, esto es, son los cuidadores los
encargados de regular las emociones del niño o niña hasta que, a través de la maduración de estructuras
neurobiológicas necesarias y de aprendizaje o internalización de los procesos de regulatorios, éstos
crezcan y sean capaces de autorregularse de manera autónoma, es decir, pasar de la heterorregulación
a la autorregulación emocional: traspaso de responsabilidad en regulación emocional, por ejemplo,
a los niños, primero les regula su figura de apego, luego se les ayuda a aprender a regularse solos.
Regulación emocional (RE)
Conjunto de estrategias o procesos, extrínsecos e intrínsecos, que emplean las personas para
provocar, sostener, monitorear, modular o modificar las respuestas emocionales, ya sea en
términos de su ocurrencia, valencia (agradable o desagradable), intensidad o duración, con el fin
de lograr objetivos específicos. (Thompson, 2019)
Desregulación emocional
Dificultades para regular o modular las emociones ante situaciones o eventos adversos, ya sea por
no poner en marcha ninguna estrategia, por poner en marcha estrategias ineficaces, o bien por
utilizar estrategias contraproducentes, como la evitación, el rechazo o la supresión (Hervás, 2011).
(Hervás, 2011), propone un modelo de procesamiento emocional según el cual la persona debería
pasar por diferentes fases o tareas hasta conseguir la regulación (EXAMEN):
El abordaje de la regulación emocional requiere previamente una comprensión de las emociones,
pudiendo diferir las explicaciones aportadas por el terapeuta en función del modelo teórico, aunque
básicamente todos coinciden en que las emociones son respuestas a eventos psicológicamente
relevantes.
Habilidades del psicoterapeuta para facilitar la regulación emocional en psicoterapia (EXAMEN)
La terapia supone en sí misma un proceso para la adquisición de estrategias adaptativas reguladoras
de la emoción, se proponen diferentes estrategias que el terapeuta debería poner en marcha para
intervenir sobre cada una de las fases de la regulación emocional (Bárez, 2020).
Actitud de base segura. ¿La persona se siente segura y cuidada en nuestra presencia?
Estrategia transversal, que el profesional de PGS debe mantener a lo largo de todo el proceso, para
conseguir que la persona se sienta segura e íntegra, y pueda expresar sus emociones sin que sean
invalidadas, sin castigar la expresión, sin extinguirla, más bien fomentándola y ayudando a
comprender, con escucha empática, cuidado y postura firme y tranquila, a pesar de lo que pueda
acontecer. El paciente necesita sentir que está seguro y a salvo.
Reestructuración de creencias disfuncionales: ¿Qué piensa el paciente sobre sus propias
emociones o su expresión?
Según Gross (2015), la valoración que las personas hacen de las emociones puede dar lugar a
dificultades en la regulación emocional, como, por ejemplo, cuando una persona con trastorno bipolar
da un valor positivo a los sentimientos maníacos y actúa en base a éstos. Es muy importante detectar
estas creencias para fomentar la reflexión sobre ellas, e incluso, cuestionarlas, así, por ejemplo,
podemos detectar que la reacción habitual de una persona ante determinadas situaciones es llorar, o
enfadarse, o no expresar emoción alguna.
La tarea de detección de creencias se realizará a través de preguntas sobre el significado que atribuye
a casa una de las emociones, o su forma de expresarlas, o señalamientos extraídos del relato.
Estrategias para aumentar la atención emocional: ¿El paciente está prestando atención a sus
emociones “aquí y ahora”?
Una de las estrategias más interesantes que puede utilizar el terapeuta es la metacomunicación, o
comunicar sobre la comunicación. Se trataría de facilitar que la persona preste más atención al
momento presente, tome mayor conciencia de lo que está ocurriendo en ese mismo momento, con
estrategias como señalamientos o preguntas en relación con las reacciones que el terapeuta está
observando en el paciente en el momento que están ocurriendo. Se irían integrando los diferentes
elementos fisiológicos, cognitivos, conductuales o contextuales asociados a una emoción y necesarios
para su reconocimiento, es decir, cómo es la emoción corporalmente sentida, que pensamientos,
memorias, etc. se asocian a la emoción, a qué acciones nos disponen, o qué elementos internos o
externos los desencadenan.
Psicoeducación y etiquetado emocional: ¿Qué sabe el paciente sobre sus emociones?
Importancia de poder nombrar, diferenciar y comprender las emociones que se experimentan. Es
habitual, al iniciar una intervención, dedicarse a explicar a la persona algunos aspectos básicos sobre
las emociones, qué son y para qué sirven, ayudándonos de esquemas y ejemplos concretos
personalizados extraídos del relato sobre algunas emociones habituales que probablemente necesita
gestionar mejor. Para ello, puede elaborarse algún documento general que incluya información básica
sobre la universalidad de las emociones, su función adaptativa (no hay emociones buenas y malas,
solo agradables o desagradables), su carácter biológico e innato, los tipos y los componentes. No
obstante, también puede resultar conveniente la prescripción de material psicoeducativo escrito, (para
que se de un momento de reflexión de manera autónoma) como guías de autoayuda, infografías,
libros, etc., o audiovisual, como vídeos educativos, películas, podcasts.
Por ejemplo:
Fomento de la aceptación y autocompasión
La no aceptación o la reacción emocional negativa hacia la propia emoción (lo que entendemos como
metaemoción), ha sido considerada como un aspecto muy importante en diversos modelos de
regulación emocional (Berking, 2017). A medida que vayamos trabajando las creencias sobre las
emociones, educando en emociones, la actitud terapéutica de escucha empática, aceptación y cuidado
ayudará a la persona a ir desarrollando una actitud también de aceptación y empatía con sus propias
emociones, en cuanto irá introyectando un patrón alternativo de relacionarse con sus propias
emociones.
1. Al trabajarse las creencias, a veces, la parte de aceptación sale sola, pero si las creencias
son muy negativas y están muy adquiridas, hay que trabajar mucho más la aceptación.
Fomento de la reflexión emocional
A través de preguntas, señalamiento… el terapueta va construyendo con la persona hipótesis sobre las
posibles causas, significados u objetos, incluso sobre los procesos que la sustentan (metacognición),
y las consecuencias o impacto en su vida, para después poder desarrollar estrategias de manejo
adecuadas.
1. Viene bien mandarlo como “ejercicio” para casa, porque así lo interiorizan mejor.
2. Ejemplo
a. Terapeuta: “Aún te genera mucho malestar hablar sobre la discusión que mantuviste
ayer con tu pareja, pero creo que ya estás más calmado y me gustaría que
pudiésemos pensar sobre las emociones tan intensas que te genera. ¿Por qué crees
que te ocurre?...
b. Paciente: “Bien. Cada vez que discutimos empiezo a pensar que es el fin, que todo
se ha acabado, me veo solo como antes”.
c. Terapeuta, opción A: ¿Tienes miedo de que eso signifique que es el final de la
relación? (pregunta que conecta la situación con la emoción que siente)
d. Terapeuta, opción B: Ese malestar tan grande surge cuando piensas que es el fin de
la relación (señalamiento de la relación entre la intensidad de la emoción y ciertos
pensamientos e imágenes o recuerdos desagradables).
El modelo metacognitivo de Nisbet y Schucksmith (1986)
establece que ante la resolución de una tarea (fin cognitivo)
se puede activar el conocimiento metacognitivo que se tiene
sobre ese tipo de tarea y/o las experiencias de aprendizaje
relativas a la tarea (experiencias metacognitivas) y puede
utilizarse alguna estrategia cognitiva para resolverla
(acciones cognitivas). La labor del terapeuta, por tanto, será
activar un conocimiento adquirido en experiencias del
pasado en una situación experiencial actual y facilitar que la
persona ponga en marcha estrategias que fueron adaptativas
o bien estrategias nuevas si no lo fueron.
Afrontamiento de las emociones a través de otras estrategias cognitivas, fisiológicas y
conductuales
Algunos modelos actuales han realizado propuestas interesantes, como Gross (2015) y De los Santos
et al. (2022), y que integran concepciones o técnicas de otros modelos más clásicos:
1. Técnicas de la terapia dialéctica conductual (Linehan, 1993)
2. Intervenciones basadas en mindfulness (Kabat-Zinn, 2003)
3. Terapia de aceptación y compromiso (Luciano y Valdivia, 2006)
4. Terapia enfocada en la emoción (Greenberg, 2019)
5. Terapia de solución de problemas (Nezu et al., 2004)
De los Santos et al. (2022), en base a los estudios previos de Gross (2015):
1. Estrategias de primer orden, que inciden en el sistema de valoración que da lugar a la
emoción (modificación de la situación, distracción o reevaluación de la situación).
2. Estrategias de segundo orden, cuyo objeto principal son sus propios procesos,
especialmente los de la etapa de identificación de la emoción (aceptación, reorientación de
la atención o reevaluación de la emoción).
3. Estrategias para la modulación de la respuesta emocional, actuando sobre ella o sobre sus
componentes experienciales, conductuales o fisiológicos (ejercicio físico, técnicas de
respiración, relajación...), o bien sobre su expresión (supresión).
Las intervenciones tradicionales de las terapias cognitivo-conductuales parecen promover el uso de
las estrategias de primer orden, mientras que las terapias contextuales y cognitivo-conductuales más
recientes (también llamadas de tercera generación) se focalizan mucho más en los procesos.
Santos et al. (2022) presentan un listado de diferentes preguntas para valorar las estrategias de uso
frecuente por la persona, relacionadas con la situación, la atención, la cognición o la conducta.
Habilidades para la movilización a través de la relación
Cambios en el estilo terapéutico como movilizador de la terapia
El estilo personal del terapeuta (EPT) (EXAMEN) es el factor más idiosincrático del profesional,
relacionado con los modos particulares de comunicación y actuación con el paciente, y que se plasman
en una serie de funciones que imponen un sello personal a la hora de ejercer la práctica que le
diferencian de otros profesionales.
Funciones del Estilo Personal del Terapeuta y sus polos. (EXAMEN)
Instruccional Flexibilidad-Rigidez en el establecimiento del
(tiene que ver con el encuadre terapéutico) encuadre.
Expresiva Distancia-Cercanía en la relación.
Muy comprometido-poco comprometido en su
tarea.
Involucrativa A un terapeuta muy comprometido, le cuesta
mucho desconectar. A partir de los extremos
debe crear me continuo
Atencional Amplio (abierto a todo lo que va surgiendo,
(Cómo se explora y se recoge la información en “fluyendo”) -Focalizado al recoger información
sesión) terapéutica.
Operativa Espontáneo (no directivo) -Pautado (directivo) en
Forma de llevar a cabo las sesiones. las intervenciones.
Fomentativa Dirigidos a la acción-Dirigidos al insight.
El EPT está influido por sus características de personalidad, por su orientación teórica, y por otras
características como la experiencia, el sexo o la edad... Será el paciente quién demande la adaptación
del estilo a través de sus propias características, de manera que, si el terapeuta es capaz de adoptar un
estilo compatible a las características o preferencias del paciente, mejorará la alianza terapéutica y a
su vez los resultados de la intervención.
¡Debido a su relevancia, hay que tener en cuenta las funciones instruccional y operativa!
Modificación del grado de flexibilidad (EXAMEN)
El marco terapéutico y sus modificaciones, debe adaptarse en función de las necesidades del paciente,
es conveniente adoptar un estilo más rígido, remitiendo al paciente al marco pactado, en algunos
casos:
1. Pacientes controladores: les cuesta adoptar roles que no sean de mando y confiar en el otro, y
que en ocasiones pretenden instruir al terapeuta sobre cómo realizar su trabajo o incluso lo
minusvaloran o criticans, aquellos que ponen normas y reglas inamovibles/o
controladores del tiempo.
2. Familiares: intentan intervenir o tomar decisiones en la terapia fuera del encuadre pactado.
La actuación es similar que en el caso anterior, hay que saber ponerle límites a un familiar.
3. Pacientes con problemas en los límites interpersonales: precisan que se les ayude a sentirse
contenidos especialmente cuando realizan maniobras desestabilizadoras o provocadoras. Son
importantes otras actuaciones como mantener una política de cancelaciones firme y un horario
fijo, estructurar lo máximo posible las sesiones y procurar guiarse por esta estructura o limitar
los contactos entre sesiones.
Modificación del grado de directividad (EXAMEN)
El grado de directividad del terapeuta está muy influido por el tipo de abordaje psicoterapéutico,
algunas orientaciones incluyen procedimientos protocolizados, mientras que otras perspectivas
proponen modos de actuar más basados en el momento presente y en las necesidades cambiantes de
los pacientes. Es importante modificar el grado de directividad en función de determinadas variables:
Algunas formas de adoptar un estilo más directivo son:
1. Definiendo la situación terapéutica de acuerdo con la evaluación y tipo de intervención
(explicar al paciente que se van a trabajar las áreas que en la evaluación se han identificado
como prioritarias, con unas técnicas específicas que se ha encontrado que resultan efectivas
para ese tipo de problemas).
2. Indicando en cada entrevista el tema que se va a tratar (en vez de permitir al paciente elegirlo,
o iniciar la entrevista con aquel tema que le preocupe o le interese hablar), reencauzando el
discurso cuando la persona se aleja del tema.
3. Utilizando estrategias de acción (realizar interpretaciones estrategias o preguntas para
encauzar un tema), y no solo de escucha (clarificación o reflejo empático), que resultan menos
directivas.
4. Expresando acuerdo o desacuerdo en relación al discurso del paciente (“Muy bien, así se
habla”) o reforzando determinadas conductas (“Sigue así, si continúas practicando lo
convertirás en un hábito”).
5. Explicando, comentando u ofreciendo información sobre el tema tratado.
6. Proponiendo o instruyendo para realizar actividades concretas (entrenamiento en relajación,
propuesta de una determinada práctica en casa).
7. Tratando de influir en la decisión o conducta (“Estaría genial que intentaras continuar
practicando todos los días”).
Transferencia y contratransferencia
La transferencia tiene un origen psicoanalítico, se ha ido ampliando para convertirse en un elemento
mucho más relacional, que se entiende como “una reacción emocional del paciente ante el
psicoterapeuta”, por ejemplo, negarse a realizar la tarea prescrita por el terapeuta por sentir que es
una figura de autoridad ante la que debe rebelarse, mostrar una actitud seductora cuando el
profesional se muestra amable y empático, o enfadarse de forma excesiva cuando el terapeuta le
explica que en un mes cogerá vacaciones, y decirle a éste que todos le abandonan).
Este fenómeno ha sido considerado tradicionalmente, dentro del proceso de psicoterapia dinámica,
como una repetición de prototipos infantiles donde los deseos inconscientes se actualizan sobre las
relaciones actuales, de manera que en el contexto terapéutico el paciente proyectaría esos deseos en
la figura del terapeuta.
La transferencia puede ser:
8. Positiva, si los sentimientos son de agrado y las conductas de aproximación.
9. Negativa, cuando los sentimientos son de desagrado y las reacciones de defensa ante la figura
el psicoterapeuta.
10. Específica, cuando se trata al psicoterapeuta como una persona concreta de su pasado.
11. General, cuando se le trata del mismo modo que a la mayoría de las figuras, bien de apego o
bien de autoridad, de su vida.
Si a su vez, el profesional, motivado también por sus propias experiencias, experimenta una reacción
emocional complementaria (cuando el terapeuta se enfada con el paciente, o se siente atraído por
éste), a esto se le denominaría contratransferencia.
¿Cómo detectar y manejar los momentos de transferencia?
Para diferenciar si el paciente realmente está activando en la relación terapéutica patrones previos, y
no se trata de un producto de la interacción actual, debemos fijarnos (la detección es el primer paso)
en:
12. La intensidad de la reacción, que es incongruente con el disparador.
13. La falta de propiedad, pues no está ajustada al contenido de lo realizado por el profesional.
14. La tenacidad, pues, aunque el profesional cambie su actitud o conducta actual, el paciente
persiste.
15. La ambivalencia, pues se aprecian cambios de sentimientos positivos y negativos hacia el
psicoterapeuta.
Ante el reconocimiento de estos momentos, es importante que el profesional intervenga:
1. Señalamiento en el momento en que se produzca la situación, a través de la metacomunicación
(“Estoy notando que ahora mismo estás muy enfadado conmigo, ¿es así?”).
2. Conectar la situación actual con experiencias vividas anteriormente (Marrone, 2001),
propone realizar una entrevista de apego dirigida a evaluar diferentes aspectos: grado en que
la persona experimentó a sus padres como afectuosos, o se sintió rechazado, o empujado a
una independencia prematura, así como las posibles experiencias traumáticas.
3. Invitar al paciente a hablar sobre lo hablado, a pensar sobre lo pensado, ayudándole a ser más
consciente de sí mismo, a prestarse atención y a analizar sus reacciones en el momento en que
están sucediendo, se ofrece un marco diferente al habitual, el hecho de que el profesional
aporte una respuesta diferente a las habitualmente recibidas, facilitará la generación de una
experiencia reconstructiva (permite que la persona que "la persona reconstruya las
vivencias).
¿Cómo detectar y manejar los momentos de contratransferencia?
La forma del terapeuta de detectar un momento contratransferencial será similar al de la transferencia,
a través de autorreflexión, y la autobservación en el momento actual de la presencia de elementos
como una reacción desproporcionada o inadecuada a la conducta transferencial del paciente. En
concreto, hay algo que está desestabilizado.
Cuando el terapeuta percibe un momento de contratransferencia, es importante que analice
criticamente las causas que las provocan, identifique y reestructure sus pensamientos disfuncionales
(“el paciente debería cumplir con sus obligaciones”), intente comprender el punto de vista del
paciente y sus motivos para actuar (puede no completar las tareas porque tiene miedo a realizarlas
pero no se ha atrevido a plantear sus objeciones), y piense en diferentes alternativas de respuesta y
en las consecuencias de cada una de ellas, eligiendo la que considere más favorable para conseguir los
objetivos terapéuticos. De la misma manera, puede resultar conveniente comunicar su experiencia
al paciente (a través de autorrevelaciones, si lo vemos necesario), metacomunicando, por tanto.
En caso de que persista una intensa implicación emocional positiva o negativa con el paciente,
puede ser conveniente derivarle a otro terapeuta.
Si el profesional tiene dificultades frecuentes tanto para reconocer como para manejar estos momentos,
podría ser conveniente realizar una supervisión de casos, o bien pasar por un proceso de psicoterapia
propio que le ayude a reflexionar y facilite la tarea de darse cuenta e intervenir de una manera
adecuada.
Comunicación en situaciones difíciles (EXAMEN)
Manejo de conductas de escape/evitación
La habilidad de manejar las conductas de escape/evitación del paciente incluye identificar su
ocurrencia, analizar sus causas y presentar conductas capaces de reducirla o acabar con ella. Las
conductas de huida/ evitación del paciente se pueden presentar en relación con el proceso terapéutico
en general o con alguno de los procedimientos propuestos.
Ejemplos de conductas de escape/evitación del paciente son el evitar hablar sobre determinados
temas, retrasarse constantemente o faltar a las sesiones, ser agresivo o distante, no realizar las
actividades propuestas.
Algunas variables relacionadas con el paciente y su contexto que pueden favorecer la presentación de
esta clase de comportamientos incluyen el no haber buscado ayuda por decisión propia, sentirse
ansioso sobre cambiar o sobre el proceso terapéutico, presentar dificultades para hablar de sí mismo,
expectativas pesimistas sobre el tratamiento, ideas inadecuadas sobre cómo el terapeuta debe actuar,
dificultades para comprender los procedimientos terapéuticos.
Las habilidades teraputicas insuficientes o inadecuadas y los prejuicios del terapeuta hacia el
paciente pueden contribuir a que éste presente comportamientos de escape/evitación como no
establecer una adecuada relación con el terapeuta y no participar activamente en el proceso de solución
de sus problemas.
Para afrontar estas dificultades, el terapueta debe, entre otras actuaciones:
1. Presentar habilidades de escucha adecuada y de demostración de comprensión.
2. Reflejar los comportamientos de escape/evitación del paciente.
3. Permitir que se hable en la sesión sobre sus dudas y miedos.
4. Implicarle como miembro activo en la tarea de descubrir las causas de sus problemas y en la
definición de las alternativas para solucionarlos.
5. Ayudarle a identificar sus propias razones para participar en la terapia.
Manejo de la Resistencia (EXAMEN)
La resistencia se refiere al comportamiento del cliente que interfiere claramente con la consecución
de los objetivos de la terapia, algunos indicios de resistencia al cambio pueden ser llegar tarde o faltar
a las citas, largos silencios, hablar demasiado, cambiar frecuentemente de temas o de objetivos, no
contestar a las preguntas o hacerlo muy brevemente, no realizar las tareas entre sesiones, mostrar
una actitud negativa constante hacia la terapia o el terapeuta, no comunicar información importante
o coquetear.
Estas señales no indican necesariamente que el cliente no quiera cambiar, ya que pueden ser
debidas a factores internos del paciente (como habilidades comunicativas inadecuadas, miedos,
escasas expectativas de mejora debido a tratamientos previos sin éxito, perseguir objetivos distintos
de los terapéuticos, como mantener el rol de enfermo en su entorno o buscar atención, estilos rígidos
de personalidad), o bien a otros factores externos, ya sea de su ambiente o del terapeuta (actuaciones
inadecuadas del terapeuta o conductas de refuerzo o castigo de manera contingente a las conductas
problemáticas). Las pautas de actuación dependerán de los factores que generen la resistencia,
estos factores se convertirán en el foco de la terapia hasta que se resuelvan, adoptando una perspectiva
de resolución de problemas. Además, el momento de intervenir también resulta fundamental, ya que
habrá que atender a si la alianza terapéutica (potenciarla) tiene ya la suficiente solidez, y a si la
persona tiene adecuadas estrategias (y si no las tiene, entrenarlas) para hacer frente a esas dificultades
que dieron lugar a la resistencia.
Si forzamos a una persona a conectar con sus emociones y expresar sus áreas de vulnerabilidad,
deberemos estar seguros de que podremos contenerle y ayudarle a superar el malestar generado,
o de que fuera de la sesión tendrá estrategias para manejarlo de manera autónoma. Debemos
asegurarnos de que fuera de la sesión tenga herramientas para llevar a cabo esa problemática.
Algunas posibles maniobras terapéuticas para trabajar la resistencia, según Bárez (2020):
1. Ignorarlas y respetarlas: haciendo como si no hubiesen ocurrido, en los primeros momentos
de la terapia, con pacientes extremadamente resistentes puede ser muy útil, en general,
utilizar esta estrategia como norma se asocia a resultados negativos en el tratamiento.
2. Señalarlas: identificándolas como un problema potencial, “Oye Pablo, me he dado cuenta de
que últimamente llegas tarde a todas nuestras citas”, o “Cuando te he preguntado por tu
familia y has cambiado de tema, parece que te he incomodado”.
3. Derecho a la libertad y seguridad: señalarla, pero aceptarla, lo que puede generar un efecto
inesperado de cambio por parte del paciente hacia el contenido hacia el que manifestaba la
resistencia: “Me he dado cuenta de que hablar de tu familia te genera incomodidad, pero no
te preocupes, lo entiendo, no es necesario que lo hablemos en este momento, podemos hacerlo
cuando tú consideres”.
4. Confrontarla: supone adoptar un estilo conversacional más desafiante, insistiendo sobre la
resistencia e intentando que la persona se enfrente a la emoción.
5. Realizar prescripciones paradójicas (pautar de forma excesiva): Cuando las anteriores
estrategias no tienen resultado, y que suponen actuaciones como:
a. Prescribir el síntoma: el terapeuta prescribe la tarea de dedicar media hora al día a
revisar sus pensamientos obsesivos, en vez de pelear contra ellos, con lo que se
consigue paradójicamente una disminución del síntoma, probablemente asociado a
un cambio en el significado que el sujeto atribuye al síntoma.
b. Demorar, o incluso prohibir, el cambio: “No intentes cambiar por el momento,
debemos seguir evaluando hasta entenderlo mejor”.
c. Autorresponsabilizarse: “He cometido un error cuando te prescribí esa tarea,
probablemente no estabas preparado, debemos ir más despacio”.
El objetivo es promover que la persona, de manera paradójica, reduzca la presión o sienta
alivio y, por lo tanto, se calme y relaje, y perciba más sensación de control para su propio
cambio. Suele realizare ante pacientes muy reactivos y desafiantes, o personas que no quieren
acudir a terapia, pero están absolutamente desaconsejadas en personas con conductas de
riesgo grave (mucho cuidado con estas conductas), como comportamiento o ideación
suicida.
6. Usar metáforas: o analogías (lenguaje metafórico, analogías, cuentos, dibujos) para sortear
la resistencia, pero, a la vez, permitir que la persona conecte con la emoción de la que se
defiende.
Estrategias para mejorar la adherencia y motivación al tratamiento y prevenir recaídas. La
entrevista motivacional.
La motivación es un estado disposicional que mueve a la persona a iniciar y a adherirse a una
determinada estrategia de cambio, la responsabilidad del terapeuta no solo es aconsejar sino también
motivar, y es, precisamente, la utilización de estrategias inadecuadas a la fase concreta de cambio la
que propicia los problemas de falta de motivación del cliente. La entrevista motivacional (EM), que
surge de las experiencias en el tratamiento de personas con problemas de alcohol (Miller, 1983), es
una aproximación terapéutica colaborativa y centrada en el cliente, cuyo objetivo es generar y/o
fortalecer la motivación hacia el cambio.
Se trata de un estilo comunicativo que guía, es decir, que conjuga una actitud de escucha empática a
la vez que ofrece consejo experto cuando se necesita, no se trata de una técnica, sino un enfoque
terapéutico caracterizado por un estilo que facilita la relación interpersonal, y que parte de los
principios de la psicología cognitivo-comportamental, la Psicoterapia humanista de Carl Rogers y
el Modelo transteórico del cambio de Prochaska y DiClemente (1992).
El modelo de Prochaska y DiClemente es tridimensional e integra estadios, procesos y niveles de
cambio. Los estadios conforman la dimensión evolutiva y temporal del modelo, los procesos se
refieren al cómo del cambio de actitudes y conductas, y los niveles, representan la interrelación de los
procesos psicológicos susceptibles de ser cambiados para el cambio de conducta, a saber:
1. Síntomas/situación 4. Conflictos de familia/ sistemas
2. Cogniciones desadaptadas 5. Conflictos intrapersonales.
3. Conflictos actuales interpersonales
Estadios de cambio
Precontemplación La persona no se plantea un cambio de comportamiento en los próximos 6
meses.
Contemplación La persona se plantea un cambio, pero aún no ha tomado la decisión ni
planificado cuándo ni como lo hará.
Preparación La persona ha tomado la decisión de cambiar de comportamiento en el
próximo mes esta fase, el individuo ha tomado la decisión de intentar dejar
de fumar en el próximo mes.
Acción La persona ha modificado el comportamiento, o cesado en su conducta de
riesgo (la duración de esta etapa es de un día a 6 meses).
Mantenimiento La persona se mantiene en el nuevo comportamiento más de 6 meses.
Procesos de cambio
1.Aumento de la Consiste en un incremento del procesamiento de información sobre
concienciación la problemática asociada al consumo y a los beneficios de
modificarla.
2. Autorreevaluación Valoración del impacto de la conducta adictiva sobre los valores y
manera de ser de uno mismo, así como el reconocimiento de la
mejoría que representaría para su vida el abandono de la conducta.
3. Reevaluación ambiental Valoración del estado actual de las relaciones interpersonales y
reconocimiento de las consecuencias positivas que produciría el
cese de la conducta adictiva respecto a dichas relaciones.
4. Relieve dramático Experimentación y expresión de reacciones emocionales
fomentadas por la observación y/o advertencias respecto a los
aspectos negativos asociados a la conducta adictiva.
5. Autoliberación Compromiso personal, aumento de la capacidad del cliente para
decidir y elegir, tomando un rol activo y percibiendo que se tienen
las habilidades necesarias para efectuar un cambio (autoeficacia).
6. Liberación social Aumento de la capacidad para tomar decisiones, propiciado por una
insight de la representación social del hábito y de la voluntad social
de combatirla.
7. Manejo de contingencias Estrategia conductual que incrementa la probabilidad de que
determinada conducta ocurra (reforzamiento positivo y negativo).
8. Relaciones de ayuda Utilización del apoyo social que pueda facilitar el proceso de
cambio.
9. Contracondicionamiento Estrategia cognitivo-conductual cuyo objetivo es modificar la
respuesta (cognitiva, fisiológica y/o motora) provocada por
estímulos condicionados y situaciones de riesgo.
10. Control de impulsos Evitar la exposición a situaciones de alto riesgo para el consumo.
Miller y Rollnick (1991-2023) sugieren la existencia de cuatro procesos básicos que se superponen:
1. Establecer un vínculo con el cliente, que es prerrequisito para todos los demás.
2. Proponer y definir un objetivo, aunque puede ser reevaluado y modificado durante la EM.
3. Potenciar la motivación intrínseca hacia el cambio, ya que la motivación no es un rasgo
interno del cliente, sino que fluctúa y debe ser fomentada.
4. Acordar un plan de acción.
5.
Existen cinco estrategias comunicativas nucleares que pueden utilizarse a lo largo de los 4 procesos
básicos (las cuatro primeras, derivadas de la terapia centrada en el paciente, que se utilizan para
analizar la ambivalencia y expresar razones que le motiven para el cambio):
1. Preguntas abiertas (“¿Qué te preocupa?”): En pacientes ambivalentes es útil preguntar
sobre las dos caras de la moneda (ventajas e inconvenientes) (“¿Qué es lo que te gusta del
alcohol y qué no te gusta?”). Interesa mucho utilizarlas porque queremos que la persona
reflexione.
2. Provocar afirmaciones de automotivación, favoreciéndolas y provocándolas a través de
preguntas evocadoras sobre diferentes aspectos:
o Reconocimiento del problema: “¿De qué manera esto ha sido importante para ti?”.
o Expresión de preocupación: “¿Cómo te sientes con tu forma de beber?”
o Intención de cambio: “¿Cuáles son tus razones para cambiar?”.
o Optimismo por el cambio: “¿Qué te hace pensar que podrías cambiar si lo
desearas?”.
3. Escucha reflexiva: Se trata de atender, sin interferir (sin dirigir, dar consejo no pedido,
convencer, moralizar, criticar, aprobar, interpretar, cuestionar, etc.):
o Repetir (la última parte de la frase del paciente).
o Parafrasear (repetir lo dicho usando sinónimos o pequeñas modificaciones).
o Parafrasear (inferir lo dicho y expresarlo con otras palabras, ampliando la
perspectiva).
o Reflejar sentimientos (la forma más profunda de reflejo).
4. Hacer resúmenes, intentando sintetizar lo dicho (sería como un “reflejo largo”).
5. Ofrecer información y consejo, pidiendo permiso para hacerlo, una vez éste acepte, y en
consonancia con la perspectiva y necesidad del paciente.
La EM, sus tareas y estrategias, deben conjugarse con el estadio de cambio en el que se encuentre el
cliente, de tal manera que:
1. Al inicio, se realizaría una aproximación acerca de la ambivalencia que pueda surgir respecto
al hábito problemático.
2. Después, se fomentaría la toma de conciencia del hábito como perjudicial, aumentando los
niveles de discrepancia entre su conducta y sus deseos y, por tanto, aumentando la disonancia
cognitiva.
3. Finalmente, se intentaría poner en marcha el cambio mediante el incremento de la
autoconfianza de la persona, el refuerzo de la motivación por conseguir su objetivo, y la
constante evaluación y supervisión del plan de acción.
Tareas y estrategias correspondientes a cada estadio de cambio (Ejemplo para entender mejor el
temario, no examen)
Comunicación con personas agitadas, agresivas u hostiles (EXAMEN)
En ocasiones nos encontramos con personas que mantienen actitudes irracionales, que se llegan a
mostrar agitadas, que generan problemas o que nos hacen sentirnos mal. Se han definido diferentes
fases en el proceso de desarrollo de un estado de ira, definida como curva de la hostilidad o enfado.
1. Fase racional: periodo inicial en el que se mantiene un nivel emocional adecuado para
discutir de forma propicia
2. Fase de disparo: de ascenso de la emotividad. Lo más oportuno es observar y escuchar,
controlar el entorno para que sea seguro, modular nuestro lenguaje, evitar enjuiciar o
interpretar su consulta, y aceptar nuestras emociones negativas ante éstos, no dejándonos
«contagiar» por la emoción del otro. En momentos de máxima hostilidad (“el paciente está
fuera de sí”), no intervenir, continuar escuchando cuidadosamente.
3. Fase de enlentecimiento: la fase de disparo no dura siempre, llegará un momento en que la
hostilidad vaya disminuyendo, al disminuir la energía. En este momento, sigue siendo
importante la escucha activa y empática para evitar la vuelta a la fase de disparo.
4. Fase de afrontamiento: cuando se produce la caída de la reacción de hostilidad, se observa
que la persona vuelve a estar más calmada. En este punto, podemos intervenir, recoger la
emoción del paciente, ayudarle a reconocerla, hacer preguntas abiertas, para comprender el
motivo de su reacción o la frecuencia con que le ocurre. Hay que esperar a que la reacción
“se enfríe” del todo.
5. Fase de enfriamiento y solución: tras la vuelta a la calma, y al nivel racional, es el momento
adecuado para afrontar el problema.
No intervenir Intervenir
Comunicación de malas noticias a pacientes/usuarios y sus familiares
Tener que dar malas noticias, que pueden estar relacionadas con determinados diagnósticos o procesos
de salud física, constituye una situación especialmente difícil en profesionales sanitarios y
sociosanitarios, que provoca intensas emociones en todos los participantes incluyendo a los
profesionales.
Recomendaciones básicas para dar malas noticias
1. Elegir el momento oportuno: privacidad, tranquilidad y serenidad en el paciente, tranquilidad
y serenidad en uno mismo, etc.
2. Aceptar que no podemos evitar el impacto al recibir una mala noticia.
3. Avisar que vas a comunicar una noticia desagradable evitando ser brusco: “Me temo que
parece más serio...”, “Siento no poder darles mejores noticias...”
4. Ofrecer alternativas inmediatamente (si las hay).
5. Dar tiempo al sujeto para asimilar la información.
6. Utilizar el contacto físico (si se cree conveniente).
7. Empatizar verbalmente: “Lo siento mucho...”, “Debe ser muy difícil...”.
8. No dar consejos ni ser paternalista.
9. Aguantar los silencios, no rellenarlos con consejos.
10. Prever y manejar las posibles reacciones agresivas y violentas.
11. Si no ha habido solución (ha fallecido el paciente), se le transmitirá a la familia de la manera
más positiva posible: “Se proporcionaron los cuidados necesarios y no se enteró de nada”.
Manejo de la ideación suicida (EXAMEN)
En España, en 2021 fallecieron 4003 personas por suicidio, considerándose la primera causa de
muerte externa en nuestro país, y primera causa absoluta de muerte en jóvenes de 15 a 29 años
(Instituto Nacional de Estadística, 19 de diciembre de 2022).
En cuanto a la evaluación:
1. Entrevista semiestructurada es la principal herramienta para la evaluación del riesgo de
suicidio, aunque en algunos contextos se utilizan escalas psicométricas breves, como The
Mini-International Neuropsychiatric Interview (Sheehan et al, 1998), para facilitar el
cribado de riesgo.
2. Entrevistas estructuradas para valorar aspectos de la conducta suicida, como la Escala
Columbia para evaluar el riesgo de suicidio (Al-Halabi et al. 2016).
3. Uso de escalas para valorar otros constructos relacionados con el riesgo de suicidio, como la
desesperanza, o la impulsividad, es también frecuente.
El manejo clínico de la conducta suicida requiere:
1. Formación específica y experiencia, además de que precisa de la intervención coordinada de
equipos multidisciplinares.
2. En la mayoría de los casos las personas con ideación o conducta autolítica y riesgo moderado
a grave presentan trastornos psiquiátricos asociados (principalmente trastornos depresivos)
que requieren de tratamiento farmacológico y psicoterapéutico.
a. En el primero de los casos, el tratamiento incidirá en la sintomatología psiquiátrica
asociada, si la hay, y el manejo de determinados factores de riesgo (elevada
impulsividad).
3. En el caso del abordaje psicoterapéutico, irá dirigido a favorecer la capacidad de resolución
de problemas, fomentar una mejor regulación emocional y autocontrol, intervenir sobre ideas
de desesperanza, culpa o carga, potenciar la autoestima, promover una mayor integración en
el entorno familiar y social, y en general, a la eliminación o minimización de factores de
riesgo y el fortalecimiento de los factores de protección.
4. También puede ser necesaria la participación de otros profesionales:
a. Enfermería, para el trabajo en hábitos saludables
b. Trabajo Social, en presencia de factores socioeconómicos desfavorables.
5. Y por supuesto, la colaboración de la familia y/o allegados es fundamental.
Pautas para la entrevista de valoración de riesgo de suicidio
¿A quién preguntar?
1. Principalmente, pacientes con síntomas depresivos, o que manifiestan ideación suicida (o de los que
tengamos sospecha, a pesar de su negativa).
2. Pacientes que presentan mejoría engañosa o falsa (cuando un paciente agitado se calma súbitamente,
puede haber tomado la decisión de cometer suicidio y, por lo tanto, se siente tranquilo después de haberlo
hecho – Tranquilidad Siniestra).
¿Por dónde empiezo?
1. Las preguntas han de ser concisas y debe obtenerse la información necesaria que permita la actuación
posterior.
2. Lo más adecuado es iniciar las preguntas a partir de una situación específica que el paciente haya señalado
como especialmente conflictiva o preocupante.
3. Explorar de forma gradual, mediante preguntas no exigentes ni coercitivas si no formuladas de modo
cálido y cercano.
¿Cuándo preguntar?
1. Cuando la situación clínica permita una adecuada valoración y el normal desarrollo de la entrevista.
2. Después de que se ha establecido una vinculación y relación empática y el paciente está cómodo
expresando sus sentimientos negativos.
¿Qué preguntar?
1. Preguntas sobre ideas suicidas:
2. ¿Pensó alguna vez que la vida no vale la pena ser vivida? ¿Se sintió tan mal que pensó que sería mejor
estar muerto?
3. Hay que valorar ciertas características como la frecuencia, intensidad e interferencia de las ideas.
Características de la ideación suicida. Su grado de planificación (método y tiempo) y sus motivos.
Frecuencia, intensidad e interferencia.
4. Preguntas sobre planes o métodos suicidas:
5. ¿Se le ocurrió de qué manera podría matarse? (grado de planificación).
6. ¿Planeó cuándo lo iba a hacer? / ¿De qué manera lo había planeado? (método y tiempo).
7. Preguntas sobre acceso que tiene a medios letales:
8. ¿Tiene con qué matarse? / ¿Tiene armasr en su casa? /¿Tiene medicación en su casa? /¿En qué piso vive?
9. Investigación sobre los antecedentes de intentos suicidas:
10. ¿Alguna vez estuvo a punto de matarse y no pudo o se arrepintió? ¿En qué circunstancias?
11. ¿Por qué intentó matarse antes? ¿Cambió el motivo por el que intentó matarse? (finalidad).
12. ¿Cómo se sintió después? ¿Arrepentido, aliviado? ¿Se lo comunicó a alguien, hizo nota de despedida?
¿Cómo preguntar?
1. Hablar directa y claramente sobre la situación que se está valorando.
2. Transmitir tranquilidad, tanto con la comunicación verbal como con la comunicación corporal.
3. Intentar crear un clima relajado y de confianza.
4. Adecuar la actitud a la situación: si es tranquila y normalizada, la actitud puede ser más distendida y si
es más violenta o agitada, la actitud debe ser más directiva.
5. Dirigirse más hacia lo emocional que hacia lo racional.
6. Utilizar la escucha activa: escuchar más que hablar.
7. No aliarse con el paciente ni contra él.
8. No fiarse completamente de lo que diga, sobre todo si hay sospecha de intencionalidad suicida.
9. Ser consciente de las posibles emociones contratransferenciales y, llegado el caso, derivar a otro
profesional.
Señales de alerta de riesgo de suicidio
Señales verbales Señales conductuales
1. Comentarios negativos, sobre sí mismo «Soy 1. Cambios repentinos en la conducta.
una carga» o su vida «Mi vida no tiene o Aumento irritabilidad, rabia, búsqueda de
sentido», o sobre el futuro: «Esto no tiene venganza, ansiedad grave, agitación.
solución» indicativos especialmente de o Ingesta inusual de alcohol.
desesperanza, pero también de impotencia, o Pérdida de interés por aficiones, obligaciones,
depresión, sensación de culpa y carga, etc. apariencia y aislamiento de amigos o
2. Despedidas verbales o escritas: «Siempre me familiares.
has ayudado». 2. Heridas o laceraciones recientes que podrían
3. Comentarios sobre muerte o suicidio (incluye ser autoprovocadas.
amenazas suicidas, planes, o comentarios 3. Cerrar asuntos, regalar objetos personales
sobre su intención): «No tengo ganas de queridos, buscar medios potencialmente
vivir”, “Nadie me va a echar de menos». letales.
Factores de riesgo
Individuales Conductuales
1. Intentos de suicidio previos, especialmente en 1. Historia familiar de suicidio.
el último año, o conductas autolesivas. o Falta de apoyo sociofamiliar.
2. Tratamiento actual o antecedentes de o Problemas socioeconómicos y laborales o
tratamiento en salud mental. académicos.
3. Diagnóstico clínico: Abuso de tóxicos, 2. Cambios en el ciclo vital: adolescencia,
depresión y otros trastornos afectivos, maternidad, divorcio, jubilación, viudedad.
Trastorno límite de personalidad. o Conflictos interpersonales: problemas
o Acceso a métodos de suicidio. familiares, pérdidas, soledad, acoso, maltrato,
o Desesperanza, perfeccionismo o etc. Cualquier evento vital estresante que
impulsividad. señale como conflictivo o preocupante.
o Enfermedad física terminal o crónica, o Difusión inapropiada del suicidio en medios
discapacidad, dolor. de comunicación y redes sociales.
o Suicidio de un par o referente significativo.
Factores de protección
Individuales Conductuales
1. Tener habilidades sociales y sentirse integrado 1. Disponer de red y apoyo social (recursos
en un grupo o comunidad. disponibles).
2. Capacidad de resolución de problemas. 2. Integración social.
o Autocontrol y capacidad de afrontamiento. 3. Cohesión familiar y/o con el grupo de iguales.
o Tener confianza en uno mismo, su propia o Acceso a servicios sanitarios y de salud
situación y logros. mental.
3. Saber buscar ayuda en momentos de o Restricción del acceso a medios letales.
dificultad.
o Resiliencia o sentido para vivir.
o Valores, espiritualidad y creencias religiosas.
o Locus de control interno, autoestima.
o Hábitos de vida saludables.
Criterios de derivación a Servicio de Urgencias/Ingreso, o Unidad de Salud Mental.
Criterios de derivación a servicios de urgencias de hospital para ingreso
Después de un intento de suicidio o de un intento de En presencia de ideación suicida con:
suicidio abortado, si:
-Paciente psicótico. -Psicosis o trastorno mental grave.
o Intento de suicidio violento, casi letal o -Plan específico de alta letalidad (precauciones para
premeditado, o planes o ideación persistente. evitar el rescate, en situación de aislamiento, etc).
o Falta de arrepentimiento tras intento. -Importantes intentos de suicidio previos.
o Limitado apoyo familiar o social, incluyendo - Psicosis o trastorno psiquiátrico mayor.
ausencia de una situación estable en la vida. -Intentos previos, en particular si fueron médicamente
o Conducta impulsiva, agitación severa, graves.
racionalidad pobre o rechazo de la ayuda. o Cuando ha podido contribuir una patología
médica (por ejemplo, trastorno neurológico
agudo).
Otras situaciones en que el ingreso puede ser necesario
- Necesidad de un régimen de supervisión, o necesidad de observación especializada, o no respuesta o capacidad
para cooperar en el tratamiento o seguir tratamiento ambulatorio.
- Limitado apoyo familiar o social:
o En ausencia de intentos de suicidio previos o de ideación o planes, pero evidencia a través de la evaluación
psiquiátrica que sugiera un alto riesgo de suicidio y un incremento reciente.
Criterios de derivación urgente o preferente a servicio de salud mental
En caso de ideación o intento de suicidio, se recomienda derivación urgente al servicio de salud mental, si:
-Presencia de trastorno mental grave.
o Conducta autolítica grave reciente o intentos de suicidio previos.
o Plan de suicidio elaborado, especialmente ante alta letalidad del plan.
-Se mantiene intencionalidad suicida al final de la entrevista.
o Situación sociofamliar de riesgo o falta de apoyo.
o Dudas sobre la gravedad de la ideación o riesgo de intento inmediato.
o En caso de intento, además, no hay criterios de derivación urgente al SUH.
o Se recomienda derivación preferente a la Unidad de Salud Mental ( <=7 días en mayores de 18 años; < =
3 días en menores de 18 años) si no hay criterios de derivación urgente a USM O SUH.
-Alivio tras la entrevista.
o Intención de control de impulsos suicidas.
o Aceptación del tratamiento y medidas de contención pactadas (Plan de seguridad).
o Apoyo socioamiliar efectivo.
Criterios para atención ambulatoria, en coordinación con servicio de atención primaria
-Después de un intento de suicidio o en presencia de ideación/planes en general cuando el riesgo es leve y no precisa
atención ambulatoria en USM.
-Algunas situaciones que pueden servir como orientación:
o Consecuencias médico-quirúrgicas leves o métodos/planes e intento de baja letalidad.
o No presenta otros problemas de salud mental que requieran seguimiento en USM, ni estado de urgencia
psiquiátrica.
o Mediana o baja intencionalidad suicida, arrepentimiento tras el intento y disposición a iniciar tratamiento.
o Conducta suicida como reacción de eventos precipitantes adversos.
o No intentos previos médicamente serios.
o Situación de vida estable y red de apoyo adecuada.
Aprendizaje continuo y práctica deliberada
Tradicionalmente se ha dado por supuesto que la mera experiencia profesional y los métodos más
tradicionales de entrenamiento en la práctica clínica, como la formación continuada, la supervisión, o
la psicoterapia personal, mejoraban el rendimiento de los profesionales que se dedican a la
psicoterapia. Actualmente existe evidencia de que estos métodos no se relacionan con la mejora
en los resultados de la intervención.
Se entiende por práctica deliberada a aquellas actividades realizadas con esfuerzo sistemático que se
focalizan en la mejora del rendimiento propio, que se realizan durante extensos períodos de tiempo,
con la guía de un mentor que proporciona feedback inmediato sobre la ejecución, consiguiendo
progresivamente una mejora de la práctica mediante la repetición y el refinamiento sucesivo. Esta
práctica se lleva a cabo cuando se quiere mejorar el rendimiento en los primeros momentos o si
se cambia de área y se empieza de cero.
Estas actividades deben tener unas características específicas: tiene que suponer cierto nivel de
desafío, implicando una destreza cuya ejecución esté un paso por delante del nivel actual, debe
realizarse durante un largo periodo y los resultados deben poder monitorizarse (medirse de alguna
forma) para guiar la práctica sucesiva y mejora subsiguiente.
Guía para iniciar la práctica deliberada
1. Estructurar y automatizar la práctica deliberada: Reservar una hora a la semana para PD,
planificar cómo se va a emplear, preparar recordatorios en dispositivos electrónicos y grabar
sesiones de terapia.
2. Establecer un punto de referencia: Fijarse en los resultados obtenidos, reflexionar y anotar lo
aprendido, ver una grabación de una sesión representativa de tu mejor trabajo, hacer que la
revise tu supervisor y obtener feedback.
3. Experimentar con entusiasmo: Revisar unos 5-10 minutos de vídeo de una sesión propia,
pausarlo y pensar constructivamente de que otra manera podrías haberlo hecho, fijarte en el
feedback del paciente y ver si te sorprende, etc.
4. Apoyo: Buscar hasta encontrar un supervisor (o mentor) que esté dispuesto a analizar
fragmentos de las grabaciones, a incluir en la discusión información sobre resultados, alianza,
variables del paciente, ... y que te ayude a establecer objetivos de aprendizaje que guíen tu
desarrollo profesional; formar una pequeña comunidad de personas con el mismo interés en
la PD y en alcanzar la excelencia para compartir la experiencia.
Habilidades para el autocuidado (EXAMEN)
Conceptos básicos. Estrés y burnout en el trabajo
El estrés es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de
defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de potencial peligro, está
relacionado con un desequilibrio de los recursos y las demandas.
Aunque es una respuesta natural ante determinadas situaciones, según algunos autores
existen personas más proclives a sufrir estrés, y ambientes con más probabilidad de generar
estrés. No obstante, en todo caso, el estrés es una relación entre la persona y el ambiente, en
la que el sujeto percibe en qué medida las demandas ambientales constituyen un peligro para
su bienestar, si exceden o igualan sus recursos para enfrentarse a ellas.
El estrés de forma puntual y en una intensidad adecuada puede ser beneficioso, pero cuando la
tensión y malestar asociado al puesto de trabajo se prolonga durante mucho tiempo, puede aparecer
BURNOUT (agotamiento psicológico o síndrome de estar quemado). Maslach y Jackson (1981)
desarrollaron uno de los cuestionarios más utilizados en la actualidad, el Maslach Burnout Inventory
(MBI; Maslach y Jackson, 1981). Lo entendían como un síndrome de agotamiento emocional,
despersonalización y baja realización personal que puede ocurrir entre individuos que trabajan con
personas, e involucra tres dimensiones:
- Agotamiento o cansancio emocional: caracterizado por la pérdida de energía tanto a nivel
físico como psicológico.
- Despersonalización: elemento clave del burnout caracterizado por el distanciamiento y falta
de preocupación hacia el paciente y el resto de los profesionales, desvinculación de las
personas (los pacientes se convierten en números o en trastornos, por ejemplo “el
depresivo”).
- Falta de realización personal: realizando la persona una autoevaluación negativa de su propio
trabajo
Además, se caracteriza por la presencia de síntomas a tres niveles: físico, emocional y mental.
- Agotamiento físico: Alta predisposición a padecer diferentees enfermedades y a sufrir dolor
de cabeza, dolor de espalda, taquicardias, hipertensión, etc.
- Agotamiento emocional: Aparición de estados de ánimo negativos, ideación depresiva o
incluso suicida.
- Agotamiento mental: Desarrollo de ideas negativas hacia uno mismo, hacia el trabajo y hacia
la vida en general, generan una baja autoestima, sentimiento de inferioridad e incompetencia.
Este fenómeno cuenta con un modelo que consta de cuatro etapas con características diferenciales:
Idealismo y Estancamiento Frustración Apatía
entusiasmo
- Idealismo y entusiasmo: El trabajador tiene una serie de expectativas irreales de lo que puede
conseguir.
- Estancamiento: Paralización tras la constatación de la irrealidad de las expectativas y pérdida
del idealismo y del entusiasmo iniciales.
- Frustración: Surge de la percepción de la resistencia al cumplimiento de la voluntad
individual.
- Apatía: Indiferencia y falta de interés, con sentimientos de vacío total.
Las consecuencias más frecuentes en la salud son muy variadas, afectando a no solo a su salud mental,
sino también física.
El desgaste por empatía o fatiga por compasión se utiliza para denominar a la reacción típica de
estrés postraumático secundario a la exposición del sufrimiento humano, que se da especialmente
(pero no solo) en personas dedicadas al cuidado de otros (especialmente del ámbito sanitario o
sociosanitario) y que están ligados a su ejercicio profesional, que entorpecen su quehacer debido a que
alteran la salud mental. Es el caso de los profesionales de PGS.
Estrategias básicas de autocuidado
En el caso del profesional de psicología, durante toda su formación y trayectoria profesional
probablemente se ha insistido muchas veces en la necesidad de enfocarse en las necesidades del o de
la paciente, ocuparse de uno mismo parece ser denunciado como una forma de egoísmo, de interés
individual, contrario al interés que hay que prestar a las otras personas o con el necesario sacrificio de
uno mismo.
El autocuidado (Oltra, 2013), “no es una actitud azarosa ni improvisada, sino una función
reguladora que las personas desarrollan y ejecutan deliberadamente con el objeto de mantener su
salud y bienestar”. Es importante que el PGS tengan la capacidad de reconocerse a sí mismos en
riesgo emocional en la ejecución de su trabajo profesional, y que se autocuestionen sobre su propio
cuidado, de cara a buscar herramientas para el autocuidado permanente.
La resiliencia es el proceso activo de resistencia, autorregulación, crecimiento, como respuesta a una
crisis y a los desafíos de la vida. Se entiende como la capacidad para enfrentar situaciones adversas y
salir fortalecido, enfatizando las potencialidades y recursos personales, y a pesar de estar expuesto a
factores de riesgo.
Irarrázaval et al. (2016) señalan que las intervenciones “para prevenir los problemas de salud mental
están dirigidas a contrarrestar los factores de riesgo y reforzar los factores protectores a lo largo de
la vida, con el fin de modificar esos procesos que contribuyen a la enfermedad mental”.
Estrategias de promoción y prevención para el autocuidado de los profesionales.
- Ámbito de prevención de problemas de salud mental:
o Practicar con asiduidad estrategias de regulación emocional, como técnicas de
relajación, meditación o visualización; practicar la aceptación y autocompasión,
tratándose con amabilidad, aceptando sus limitaciones, no juzgándose, y cuidando lo
que se dice (no podemos controlar todo, no podemos pensar en soluciones que no
están a nuestro alcance); dedicar tiempo a descansar y desconectar, buscando
espacios o actividades que resulten placenteras; promover el contacto emocional con
otras personas importantes, para evitar la sensación de soledad o aislamiento,
compartir, transmitir necesidades y sentirse escuchado.
o Puede ser también conveniente (o imprescindible, según algunas escuelas como el
psicoanálisis y la sistémica) considerar la posibilidad de realizar un proceso
psicoterapéutico propio.
- Ámbito de la promoción:
o Son muy importantes los hábitos de vida saludable. El profesional de la salud debe
conocer y mantener pautas básicas de alimentación, sueño, y ejercicio, y en caso de
tener dudas o dificultades para seguir esas pautas, aumentar su formación en este
ámbito o solicitar ayuda para su seguimiento.
o Habilidades personales:
§ Resulta imprescindible cuidar los espacios personales.
§ Poner límites con el trabajo.
§ Cuidando las actividades de ocio.
§ Cuidando las relaciones personales y familiares.
o A nivel laboral:
§ Es importante realizar actividades variadas y estimulantes.
§ Supervisar los casos, intercambiar experiencias con otros profesionales.
§ Limitar el número de pacientes atendidos.
§ Mantenerse actualizado (esto último, no solo para favorecer la autoestima y
seguridad, sino también por ética profesional).
Las organizaciones de las que el profesional forma parte también tienen una parte importante de
responsabilidad en el cuidado de los profesionales, por ejemplo, adaptando las condiciones del espacio
a las necesidades de la psicoterapia, fomentando el trabajo colaborativo y en equipo, o facilitando los
espacios para la participación y ayuda mutua entre los profesionales.
EJEMPLO PREGUNTAS
1. ¿En qué consiste la habilidad de la confianza?
a. La capacidad del terapeuta de no mostrar competencias.
b. La percepción del paciente de que el terapeuta se esforzará en ayudarle y no le
perjudicará.
c. Expresar mínimos de cordialidad al paciente.
d. Ninguna de las anteriores es correcta.
2. ¿Qué es importante en la fase inicial de la entrevista?
a. Tener todo planificado y estructurado acorde al motivo de consulta.
b. Permitir que el cliente pueda exponer libre y ampliamente sus problemas.
c. Permitir que el cliente exponga solo lo que el terapeuta le pregunta.
d. Ninguna respuesta es correcta.
3. ¿A qué se refiere la función instruccional del estilo del terapeuta?
a. Flexibilidad-rigidez en el establecimiento del encuentro.
b. Distancia-cercanía en la relación.
c. Espontáneo-pautado en las intervenciones.
d. Amplio-focalizado en la tarea.
4. ¿En qué consiste la maniobra terapéutica para trabajar la resistencia de ignorar y respetar?
a. En identificar los problemas potenciales subyacentes a la resistencia.
b. En confrontar de forma desafiante e intentar que la persona se enfrente a la emoción.
c. En hacer como si no hubiese ocurrido.
d. En preservar el derecho a la libertad y dar seguridad.
Contenidos de EXAMEN: UNIDAD 1
1. Clasificación, definición e identificación de actitudes y habilidades.
2. Factores que influyen en el proceso terapéutico.
3. Factores que influyen en la alianza terapéutica.
Contenidos de EXAMEN: UNIDAD 2
1. Entrevista.
o Funciones.
o Tipos.
o Fases.
o Aspectos legales (confidencialidad, LOPD, etc.).
o Proceso y Áreas de exploración
2. Historia clínica e informe psicológico.
o Qué son.
o Qué los caracteriza
Contenidos de EXAMEN: UNIDAD 3
1. Situaciones difíciles
a. Manejo de las resistencias
o Maniobras terapéuticas
o Modelo de Prochaska y DiClemente
o Entrevista Motivacional
b. Ira/hostilidad
o Curva: fases e intervención
c. Comunicación de Malas Noticias
d. Suicidio
o Evaluación
o Factores
2. Autocuidado
o Problemas
o Estrategias