Capítulo 6: El comienzo de la Guerra
Fría (1945-1953) Hobsbawn (Historia
universal….)
El fin de la alianza y los orígenes de la bipolaridad
La conferencia de Potsdam, realizada entre julio y agosto de 1945, marcó el fin de la
alianza contra el Eje y el inicio de la Guerra Fría. En ese momento, Alemania
había sido derrotada y Estados Unidos estaba a punto de usar la bomba
atómica contra Japón, mientras que la URSS, fortalecida por su papel en la
guerra, comenzaba a consolidar su influencia en Europa del Este.
La conferencia reflejó un cambio en el liderazgo: Roosevelt había muerto y su
sucesor, Harry Truman, era nuevo en el cargo. Winston Churchill fue reemplazado
por Clement Attlee, el nuevo primer ministro británico. La conferencia mostró a
Stalin con confianza y dominio, mientras que Truman y Attlee, inexpertos y en
desventaja, se mostraron menos seguros.
El evento evidenció el ascenso de la URSS y el debilitamiento de Gran
Bretaña, así como el papel destacado de Estados Unidos con el monopolio de
la bomba atómica. La conferencia de Potsdam también ilustró la creciente
influencia de los medios de comunicación en la historia algo que los líderes
mundiales de la época aún estaban aprendiendo a manejar.
A diferencia de la conferencia de Yalta, la de Potsdam, celebrada en 1945, no
produjo resoluciones concretas en la mayoría de los temas. Aunque se
establecieron fórmulas para la ocupación y administración de Alemania y se
confirmaron algunas decisiones anteriores, no se logró un acuerdo sobre un tratado
de paz con Alemania ni sobre las nuevas fronteras de Polonia. Esto reflejó la
creciente divergencia entre los antiguos aliados y el inicio de una nueva era de
conflicto.
A pesar de la creación de la ONU y el proceso de desnazificación, surgieron
rápidamente nuevos conflictos, como la guerra civil en Grecia, la crisis de Irán, y el
avance de gobiernos comunistas en Europa Central y Oriental. Estos problemas
indicaron un creciente antagonismo Este/Oeste, que se consolidó con la crisis
de Berlín de 1948-1949.
Antes del bloqueo de Berlín, ya se percibía la Guerra Fría, expresada en el discurso
de Churchill del 5 de marzo de 1946, donde introdujo el término "telón de acero"
para describir la división de Europa entre la esfera soviética y el resto.
Simultáneamente, el embajador estadounidense George Kennan recomendó una
política de contención del expansionismo soviético, lo que se convirtió en la doctrina
Truman, adoptada por el presidente de EE.UU. para evitar que la URSS ganara más
influencia global.
La expresión "guerra fría" no tiene un origen claro, pero fue popularizada por el
periodista Walter Lippmann en 1947 y también atribuida a Herbert B. Swope. Sin
embargo, el concepto había sido usado anteriormente, incluso por Eduard Bernstein
en 1893 y George Orwell en 1945. Con el tiempo, el vocabulario de la Guerra Fría
se enriqueció con términos como "destrucción mutua asegurada", "efecto
dominó", y "equilibrio del terror", reflejando el clima de miedo a una guerra
total y al holocausto atómico.
El fin del eurocentrismo, vislumbrado por Albert Demangeon en 1920 y
consumado tras 1945, fue una consecuencia del enfrentamiento global entre
Estados Unidos y la Unión Soviética. Este conflicto, marcado por una rivalidad
ideológica y geopolítica, fue anticipado por pensadores del siglo XIX como Alexis de
Tocqueville y Karl Marx, quienes previeron el choque inevitable entre las dos
potencias emergentes.
A partir de 1948, la tensión creció con el bloqueo soviético de Berlín, en
respuesta a la unificación de los sectores occidentales de la ciudad por parte de
Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. La exitosa operación del puente aéreo
para abastecer Berlín aislado duró hasta mayo de 1949, y mejoró la imagen de las
potencias occidentales entre los alemanes y la opinión pública global. La partición
de Alemania en la República Federal Alemana y la República Democrática
Alemana, junto con la construcción del muro de Berlín en 1961, simbolizó y
reforzó la división bipolar del conflicto Este/Oeste.
A partir de 1948, se aceleró la formación de los bloques Este y Oeste durante
la Guerra Fría. En Estados Unidos, se aprobó el Plan Marshall para ayudar a la
recuperación económica de Europa, distribuyendo más de 12,000 millones de
dólares entre 15 países. La URSS y los países del Este rechazaron el plan, viéndolo
como una forma de dominación económica. El Plan Marshall ayudó a restaurar la
economía de Europa Occidental a niveles previos a la guerra y la duplicó en
capacidad productiva en dos años. Su objetivo también fue evitar que la crisis
económica favoreciera a los partidos comunistas en el Oeste.
Como respuesta, en 1949, la URSS creó el COMECON para los países bajo su
influencia, lo que benefició la recuperación económica de Europa Oriental. La
formación de la OTAN en 1949, y posteriormente del Pacto de Varsovia en
1955, consolidó el sistema de bloques. En Europa del Este, se establecieron
regímenes comunistas y se suprimieron las libertades, mientras que en el Oeste, los
comunistas permanecieron en la oposición y en cargos locales. (la propia
bipolaridad: gobiernos comunistas en la Europa del Este y gobiernos sin comunistas
en Europa occidental)
Durante este período, se crearon varias instituciones importantes, como la CIA
(1947), la OECE (1948), y el Consejo de Europa (1949), así como organismos
económicos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (1944).
Estos eventos marcaron el inicio de una época de dominación estadounidense en
el bloque occidental, caracterizada por una combinación de democracia
parlamentaria, economía de mercado con intervencionismo estatal, y una fuerte
influencia norteamericana en Europa y el Tercer Mundo.
Durante 1949-1950, la construcción de los bloques Este y Oeste se acompañó de
un discurso de Guerra Fría por parte de cada potencia. La explosión de la primera
bomba atómica soviética en julio de 1949 rompió el monopolio nuclear de Estados
Unidos, generando paranoia en la sociedad norteamericana y marcando el inicio de
una nueva etapa en la Guerra Fría basada en la disuasión nuclear.
Ese mismo año, el triunfo comunista en la guerra civil china y la consolidación
de la República Popular bajo Mao Tse-tung intensificaron el clima de pánico en
Occidente. Este temor se alimentó tanto por razones objetivas, como el avance del
comunismo, como por impulsos irracionales y recuerdos traumáticos, como la caza
de brujas y el miedo al peligro amarillo. El temor a un ataque sorpresa, similar al que
sufrió la URSS en 1941 durante la Segunda Guerra Mundial, afectaba tanto a
estadounidenses como a rusos.
La Guerra de Corea (1950-1953) fue uno de los episodios más graves de la
Guerra Fría y un precursor de la Guerra de Vietnam. Tras la derrota japonesa en
1945, Corea quedó dividida en dos zonas, con tropas soviéticas en el Norte y
norteamericanas en el Sur, separadas por el paralelo 38. La creciente tensión de la
Guerra Fría y la formación de gobiernos antagónicos en el Norte (comunista) y el
Sur (conservador) bloqueó la reunificación del país.
El 25 de junio de 1950, el ejército comunista norcoreano, liderado por Kim Il
Sung y respaldado por la URSS y la República Popular China, invadió el Sur.
La ofensiva inicial fue exitosa, pero la intervención de una fuerza multinacional de la
ONU, liderada por el general MacArthur, impidió la completa ocupación del Sur.
MacArthur ejecutó una audaz contraofensiva que llevó a las fuerzas de la ONU al
Norte, aunque sin la aprobación inicial del Consejo de Seguridad de la ONU.
El conflicto, que se convirtió en un enfrentamiento directo entre las
superpotencias, terminó en un estancamiento y estabilización, con un
armisticio firmado el 27 de julio de 1953. La guerra dejó aproximadamente tres
millones de muertos y marcó el inicio del concepto de "guerra limitada",
caracterizado por la prudencia en el uso del potencial destructivo y la preservación
de un equilibrio mundial conocido como "equilibrio del terror".
La Guerra Fría creó un enfrentamiento constante e irresoluble entre dos bloques
antagónicos con una capacidad de destrucción en constante aumento. Este conflicto
global llevó a la proliferación de guerras locales o periféricas, a menudo vinculadas
a procesos de descolonización y los intereses de las superpotencias. No obstante,
la Guerra de Corea mostró que, a pesar de la tensión, el conflicto Este/Oeste
operaba bajo reglas tácitas que prevenían una nueva Guerra Mundial, que se
consideraría la última. Según el filósofo Raymond Aron, la humanidad estaba
aprendiendo a vivir en una era en la que la "paz sería imposible, y la guerra
improbable".
Un mundo en blanco y negro
La expresión del historiador Pierre Miquel se usa para describir la realidad
histórica de la posguerra, caracterizada por el maniqueísmo de la Guerra Fría,
que a pesar de la bipolaridad, se matizó con una gama de grises en la práctica. Este
periodo, marcado por el recuerdo del holocausto y la Gran Depresión, se vio
influido por el auge de los medios de comunicación como la radio, el cine y la
televisión.
Aunque el cine de los años 40 y 50 continuó mayoritariamente en blanco y negro,
con excepciones en el cine musical y de dibujos animados, este estilo reflejaba una
realidad social deprimida y exploraba temas oscuros, como en el cine negro y el
neorrealismo italiano.
Alfred Hitchcock también contribuyó con su visión pesimista y exploración del
bien y el mal en el cine en blanco y negro. La eclosión de la Guerra Fría provocó
la retirada de algunos cineastas debido a la persecución anticomunista y un
aumento en películas sobre extraterrestres y espionaje, reflejando el miedo a una
invasión comunista. Hitchcock continuó explorando temas de espionaje y secretos
en sus películas de los años 50 y 60, como "Con la muerte en los talones" y "El
tercer hombre", emblemáticas del cine de la Guerra Fría.
La televisión en blanco y negro, debido a sus limitaciones técnicas, desempeñó un
papel socializador del bienestar en la posguerra estadounidense, ofreciendo una
variedad de contenidos que iban desde información hasta entretenimiento. A
diferencia del cine, que mostró la realidad del holocausto a través de reportajes de
los campos de concentración en 1945, la televisión transmitió eventos como la boda
de la reina Isabel en 1947, destacando un enfoque más amable y representativo del
bienestar de las clases medias occidentales.
Este bienestar, inicialmente más presente en Estados Unidos y llegando a
Europa con retraso, se vinculó con cambios sociales y económicos desde los
años treinta, avances científicos y técnicos, y la revolución de los
electrodomésticos, que transformó la vida cotidiana. La mejora en la
esperanza de vida se benefició de la Seguridad Social y descubrimientos
médicos como la penicilina.
En contraste con la creatividad del período de entreguerras, la primera mitad del
siglo XX muestra un estancamiento en artes y letras, con algunas excepciones
como el existencialismo en filosofía y el nouveau roman en literatura, mientras que
las artes plásticas experimentaron con el expresionismo abstracto y el pop-art. No
obstante, se produjo un rápido avance en las ciencias experimentales, impulsado
por el legado tecnológico de la Segunda Guerra Mundial, destacando la importancia
de la informática y la tecnología de la información, simbolizada por la imagen del
"hongo atómico".
En la posguerra, se produjeron avances tecnológicos cruciales como el ENIAC
(1946), el transistor (1947) y el descubrimiento de la estructura del ADN (1953).
Aunque este último hallazgo se realizó en Cambridge, la supremacía tecnológica de
Estados Unidos en el mundo occidental se consolidó, con dos tercios de las
principales innovaciones científicas y tecnológicas en la OCDE entre 1945 y 1960
provenientes de allí. En contraste, la Unión Soviética, a pesar de sus éxitos en la
carrera espacial, enfrentó restricciones en biotecnología debido al rechazo del
régimen estalinista hacia la genética y la muerte del genetista Nikolai Ivanovich
Vavilov en 1943.
Estos contrastes reflejan las diferencias en el desarrollo científico y
tecnológico entre las superpotencias. Al mismo tiempo, el cine, la radio y la
televisión empezaron a formar un nuevo imaginario colectivo, representando un
estilo de vida americano que se convirtió en el ideal de bienestar para los pueblos
occidentales. En palabras de José Ortega y Gasset, Europa, tras las devastaciones
de las guerras y la Revolución Rusa, buscaba refugio en la "última ilusión: la ilusión
de vivir sin ilusiones".
El mundo occidental: Estado de bienestar y política interior
A menudo es difícil para una sociedad percibir plenamente los grandes cambios
históricos que está experimentando. Hitos importantes de la revolución
científico-técnica, como el descubrimiento de la estructura del ADN y la invención
del transistor, pasaron desapercibidos en su momento. En contraste, los cambios
políticos y sociales, como el establecimiento del Estado de bienestar, suelen
tener un impacto más inmediato y notable en la sociedad.
La expresión "Welfare State" (Estado de bienestar) se popularizó en 1941,
cuando el arzobispo William Temple la usó para describir la política social enfocada
en la igualdad de oportunidades y un sistema educativo accesible para todos. Este
concepto se materializó en el Beveridge Report de 1942, que proponía una red
de asistencia social para asegurar la cobertura de necesidades básicas como
sanidad, educación y vivienda a todos los ciudadanos, independientemente de
su origen social. El informe de Beveridge, basado en teorías intervencionistas de
Keynes, buscaba abordar problemas estructurales del capitalismo como el
desempleo y la pobreza, ofreciendo un sistema de protección social integral.
La resistencia de los conservadores británicos, liderados por Churchill, impidió la
implementación completa del Informe Beveridge hasta la victoria laborista de julio de
1945. Con el nuevo gobierno laborista, se consolidó el Estado de bienestar,
necesario para optimizar recursos y dirigir la ayuda estadounidense hacia sectores
estratégicos, además de ofrecer un mínimo de bienestar para contrarrestar el
comunismo.
La revolución keynesiana se apoyó en políticas intervencionistas previas,
como el New Deal y las reformas en diversos países durante el período de
entreguerras. A partir de 1945, surgió un modelo de sociedad que combinaba
capitalismo y socialismo, aprovechando la eficiencia del mercado y la capacidad
redistributiva del Estado.
El Estado de bienestar, adoptado como pilar de la civilización del siglo XX, marcó un
cambio respecto al liberalismo económico del siglo XIX. Este modelo introdujo un
papel activo del Estado en el crecimiento económico, financiado por una fiscalidad
progresiva. El gasto social en Europa occidental aumentó del 6% al 16% del PIB
entre 1950 y 1975, y el Estado se convirtió en motor de la inversión, con tasas de
inversión industrial en Francia que alcanzaron el 30% entre 1947 y 1951.
La "Edad dorada", que se extiende desde el final de la Segunda Guerra Mundial
hasta la crisis del petróleo de 1973, se caracteriza por la combinación del Estado de
bienestar, la democracia parlamentaria (incluida la expansión del sufragio femenino),
la revolución científico-técnica y la sociedad de consumo. Esta época, marcada por
un consenso social y político, vivió una variedad de desarrollos nacionales
influenciados por la Guerra Fría y la alianza anticomunista.
En Italia, la situación fue única. La resistencia antifascista y el cambio de bando del
gobierno en 1943 evitaron que Italia fuera tratada completamente como una nación
derrotada. Tras la guerra, Italia se convirtió en una república en 1946, y la Asamblea
Constituyente comenzó a establecer el nuevo régimen, dominado por la democracia
cristiana y el Partido Comunista (PCI). La cooperación inicial entre estos partidos
terminó en 1947 debido a la presión de Estados Unidos y el Vaticano, lo que llevó a
la consolidación de la democracia cristiana, que ganó las elecciones de 1948 y
mantuvo la mayoría absoluta. Alcide De Gasperi, presidente del gobierno de
1945 a 1954, simboliza la preeminencia de la democracia cristiana y el
compromiso con la unidad europea en la posguerra italiana.
La reconstrucción de Alemania Occidental (RFA) tras la Segunda Guerra
Mundial se centró en la supremacía de la democracia cristiana bajo Konrad
Adenauer. La desnazificación incluyó el juicio de Núremberg, que condenó a varios
líderes nazis, aunque la política de integración evitó repetir los errores del Tratado
de Versalles. La Guerra Fría hizo que Alemania desempeñara un papel estratégico
clave en la defensa del mundo occidental.
La Constitución de 1949 estableció un régimen federal y parlamentario con una
democracia cristiana dominante, un partido liberal y un Partido Socialdemócrata
(SPD) que se orientó hacia un socialismo reformista tras su congreso de 1959. La
prohibición de los partidos neonazis y comunistas buscó evitar desvíos hacia los
extremos políticos. El crecimiento económico de Alemania Occidental fue notable,
con una tasa media de 7,6% anual en los años cincuenta y 5,1% en la década
siguiente, destacándose como una de las economías de más rápido crecimiento en
Occidente.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón se convirtió en un aliado estratégico
de Occidente, especialmente tras el triunfo del comunismo en China y la
Guerra de Corea. Estados Unidos moderó su actitud punitiva inicial, permitiendo
que Japón reconstruyera su democracia bajo tutela estadounidense. La nueva
Constitución se promulgó en 1946, y el Tratado de San Francisco en 1951 restauró
la soberanía japonesa. Japón experimentó un rápido crecimiento económico,
convirtiéndose en la tercera potencia mundial en dos décadas.
Simultáneamente, la derrota del nazismo y el inicio de la Guerra Fría influyeron
en la política interna de los países occidentales. En Francia, el régimen surgido
tras la Liberación enfrentó desafíos como la descolonización, que finalmente
condujo al colapso de la IV República en 1958, lo que marcó el retorno de De Gaulle
al poder.
La caza de brujas en Estados Unidos, que alcanzó su punto álgido entre 1950
y 1954, comenzó con la persecución de presuntos comunistas al inicio de la
Guerra Fría. En 1947, se iniciaron investigaciones en Hollywood y sobre la lealtad
de funcionarios federales, lo que llevó a condenas como la de Alger Hiss y la
ejecución de los Rosenberg en 1953. El senador Joseph McCarthy amplió la
persecución, generando un clima de paranoia. Aunque la caza de brujas disminuyó
a partir de 1953, en gran parte por la desescalada de la tensión internacional y el
desgaste moral de las persecuciones, el macartismo dejó una huella duradera en la
política estadounidense, con figuras como Richard Nixon y Ronald Reagan
beneficiándose de este periodo.
La URSS, las democracias populares y la China comunista
Durante los últimos ocho años de la vida de Stalin, su prestigio alcanzó su
punto máximo tanto dentro como fuera de la Unión Soviética, debido en gran
parte al papel crucial del Ejército Rojo en la derrota del III Reich y el sufrimiento del
pueblo ruso durante la guerra. Dentro de la URSS, su liderazgo facilitó la rápida
reconstrucción del país, priorizando la modernización militar y la industria pesada,
en un contexto de Guerra Fría. Bajo los planes quinquenales, la economía
soviética experimentó un crecimiento significativo, especialmente en sectores
como el petróleo, el acero y la electricidad, aunque la agricultura continuó
enfrentando dificultades. La prueba nuclear de 1949 destacó el avance
científico-militar del país. Paralelamente, el régimen de Stalin intensificó la represión
política, con deportaciones masivas y purgas selectivas, afectando a millones de
personas, incluidas minorías étnicas y judías.
La evolución de los países del centro y este de Europa bajo ocupación
soviética estuvo influenciada por circunstancias internas como las tradiciones
políticas prebélicas y el apoyo al comunismo. En Checoslovaquia y Bulgaria, el
Partido Comunista tenía respaldo social, mientras que en Rumania su expansión fue
forzada. La reubicación poblacional y la depuración de las élites pro-nazis marcaron
la posguerra. Entre 1947 y 1948, los comunistas, con apoyo soviético, instauraron
regímenes de partido único. En Checoslovaquia, el golpe de 1948 consolidó un
régimen estalinista, caracterizado por purgas internas masivas. La represión
comunista fue especialmente intensa en Hungría y Checoslovaquia, afectando hasta
un 40% de los militantes comunistas. La arbitrariedad de las decisiones del Kremlin
reforzó la alineación y monolitismo de estos regímenes con Moscú.
La política económica de los países del Este de Europa tras 1945 incluyó una
reforma agraria que redistribuyó tierras a pequeños campesinos, aunque esta
popularidad se desvaneció con la colectivización forzada. La industria fue
nacionalizada y, para 1948, la mayor parte del sector industrial estaba bajo control
estatal. La reconstrucción económica fue apoyada por acuerdos comerciales con la
URSS, acelerando el crecimiento económico a partir de 1950, con tasas anuales
significativas en varios países. Sin embargo, el nivel de vida seguía siendo inferior al
de Europa occidental. Yugoslavia, bajo Tito, se distinguió por su enfoque
descentralizado y de autogestión, rompiendo con la URSS en 1948 y recibiendo
apoyo de Estados Unidos.
La primera etapa de la Guerra Fría y la construcción del socialismo en China
comenzó con el triunfo comunista en la guerra civil de 1946, que culminó en 1949
con la creación de la República Popular China bajo Mao Tse-tung. Esto integró a
China, con quinientos millones de habitantes, en el bloque comunista, lo que
tuvo un fuerte impacto en Asia. En los primeros años, China recibió apoyo de la
Unión Soviética, aunque Mao implementó un modelo propio. La reforma agraria de
1950 permitió la expropiación de grandes propiedades y la distribución de tierras
entre pequeños campesinos, aunque la productividad agrícola fue baja. El régimen,
aunque inicialmente pragmático, adoptó políticas de colectivización y planificación
económica que causaron desequilibrios y sacrificios, incluyendo el fracaso del Gran
Salto Adelante en 1958, que resultó en millones de muertes. La ruptura con la
Unión Soviética en 1961 marcó un cambio en la evolución del comunismo
chino.
La descolonización asiática y el conflicto de Oriente Medio
La expansión japonesa en Extremo Oriente debilitó las estructuras coloniales
europeas en Asia, promoviendo el nacionalismo y dificultando a las metrópolis el
control sobre sus colonias tras la Segunda Guerra Mundial. La victoria de Japón
mostró el declive de Europa, y la posguerra, con la Carta de San Francisco y la
Gran Depresión, aceleró la descolonización. Gran Bretaña reconoció la inevitable
independencia de la India en 1947, lo que provocó la división del país en India y
Pakistán, seguido de conflictos internos y guerras. En Indonesia e Indochina, el
dominio japonés y la incapacidad de Europa para retomar el control tras la guerra
llevaron a procesos de independencia, con Indonesia logrando la independencia en
1949 y Vietnam viviendo un conflicto prolongado que culminó en su unificación en
1975.
La división de territorios en Oriente Próximo, tras el colapso del Imperio Otomano y
el Holocausto, impulsó la creación de un Estado judío en Palestina. La ONU
propuso en 1947 la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe, lo que
generó tensiones y la huida de árabes palestinos. El 14 de mayo de 1948, se
proclamó el Estado de Israel, rechazado por los países árabes vecinos y reconocido
por Estados Unidos y la URSS. Esto llevó a la Primera Guerra árabe-israelí, que
resultó en la expansión territorial de Israel y la agravación del problema de los
refugiados palestinos. Israel se consolidó como Estado soberano, mientras la
derrota árabe generó inestabilidad en la región. La intervención de las
superpotencias convirtió el conflicto en un problema global y crónico.