Libro: La fantasmal aventura del niño semihuérfano.
(Esteban Cabezas)
CAPÍTULO 1.-
Mansión Almonacid: tenía 13 piezas cerradas que sólo se habrían cuando lo decidiera RAHID, él
tenía las llaves.
Gatos guardianes: Deimos y Phobos.
Sue Wang: ama de llaves de la mansión.
Rahid: (antiguo robot) (gitano autómata)
Rodrigo: Iba a cumplir 13 años.
PEQUEÑA CASA DE MADERA: Con un pastel parlante. Iniciales PP. El ama de llaves
mordió el pastel y comenzó a hablar (no ella, el pastel). “Esta es una invitación para el pequeño
Rodrigo. Queremos que celebre sus trece años junto a nosotros. Pero no es solo eso. Hemos
recibido noticias intranquilizadoras sobre el destino de la última exploración de sus padres, por lo
que queremos que esté junto a nosotros lo antes posible. Luego les contaremos más a ambos.”
CAPÍTULO 2.-
Oliver y Úrsula: dos investigadores de todo aquello sobrenatural que merezca la pena ser
investigado.
Tienen un hijo llamado Rodrigo, quien está a punto de cumplir 13 años.
Walter Pratchett: un tío de Úrsula, le heredó esta amplia y aún ignota mansión.
Rahid: Está protegido por unos hechizos que, hasta el día de hoy nadie ha podido contrarrestar.
La única habitación que podía ser abierta sin el consentimiento de Rahid: guardaba una
majestuosa biblioteca privada dedicada a lo oculto, a la que solo se podía acceder después de la
muerte de don Walter Pratchett.
Don Walter Pratchett: un deceso misterioso que también es parte de la leyenda, pero que quedará
para después.
Lo mismo que la explicación de por qué se llamaba así esta mansión.
Regalo Venía junto a Rahid y Sue. Y lo convirtieron en el hogar de Rodrigo, su
(mansión) pequeño hijo.
Rodrigo: duerme en su pequeña pieza pintada de negro (negro- negro – negro – no negro troll) en
su cama negra y con un pijama negro.
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Antes Rodrigo no era tan oscuro para sus gustos, pero después del accidente en la pieza once el
negro se convirtió en su color favorito.
Porque para el que sabe contar, eran trece las piezas originalmente cerradas en la
mansión y una fue la biblioteca, por lo que algo debía haber ocurrido para que sólo
quedaran ahora once puertas por abrir.
Esto fue lo que ocurrió: Más o menos un año atrás, el pequeño Rodrigo andaba dando vueltas por
el hall de la sala.
Era su cumpleaños número doce y también se le había caído un diente, justo ese mismo día.
Como todos estaban en la cocina preparando la celebración, aprovechó el descuido y se fue a parar
frente al gitano.
Rodrigo sabía que al cumplir 13 años tenía derecho a pedir una de las llaves, pero pensó que,
por ser un día de festejo, podrían adelantarle el obsequio.
Entonces puso su diente en la pesa del autómata.
Rodrigo dijo: “Rahid, hoy es mi cumpleaños y quiero mi regalo.”
Rahid dijo: “Feliz día, pero aún falta un año” (tarjeta)
Rodrigo: Por favor, Rahid, dámelo ahora, no quiero esperar.
Rahid: No puedo darte aún la llave 11.
Rodrigo: ¿La once? ¿No debiera ser la doce?
Rahid: Te corresponde la 11.
Rodrigo: ¿Y la doce es de alguien?
Rahid: La 12 no tiene dueño.
Rodrigo: ¿Me la das?
Rahid: “Realmente no la quieres”.
Rodrigo: La quiero.
Rahid: Dije que la quiero.
Rahid (gitano): buscó lentamente en uno de sus múltiples bolsillos y sacó una pequeña llave
negra, la puso en un agujero frente a él y ésta salió por una ranura hacia las manos del pequeño
Rodrigo.
Rodrigo giró la cerradura y miró al interior del cuarto.
No se veía nada.
Cuarto Número 12: El olor era indescriptiblemente inhumano, como si recién hubiera terminado
allí una fiesta de graduación de un colegio de zombis. (Los zombis no piensan y menos estudian,
pero les encanta andar en grupos e inventar todo tipo de excusas para juntarse).
Y si apestan en solitario, imaginen cómo les hacen en manada)
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Entonces en medio de la pestilente oscuridad, brillaron un par de ojos rojos:
Hola niño humano (dijo). Me encanta el aroma a carne fresca de niño humano.
Y te mascaría entero, pero te necesito para otra cosa.
Rodrigo: Eh, ¿para conversar?
Esdru: Algo así, pero digamos que te conversaré desde dentro.
Rodrigo: ¿Eres ventrílocuo?
Esdru: No, soy solo un pequeño demonio llamado Esdrubanipalescozormortalbabelfatal, más
conocido como Esdru.
Rodrigo: ¿Y cómo es eso de conversarme desde dentro, Esdru?
Esdru: Es que voy a tomar posesión de tu cuerpo.
No te preocupes, no duele.
Pero te advierto que tus eructos van a ser espantosos, sin olvidar que vas a vivir con una indigestión
eterna, que van a crecerte las uñas y se te pondrán negras, que se te caerá el pelo y tu lengua se
partirá en dos.
Pero, por otro lado, aprenderás a hablar muchos idiomas, lo que no deja de ser beneficioso cuando
tengas ganas de irte a turistear.
Rodrigo: Creo que paso la oferta, gracias.
Esdru: Lo siento, ya es muy tarde.
En la mansión Almonacid: se escuchó un horrible grito, mezcla de bestia y de niño, que llegó a
todas partes. Entre ella, la cocina.
Y si los autómatas pudieran sonreír: Se podría jurar que Rahid no estaba serio en ese sonoro
instante.
CAPÍTULO 3.-
ÚRSULA: se dirigió rauda a la Biblioteca a buscar alguna solución.
OLIVER: Corría con su maletín de pócimas.
SUE: la más concentrada. Tenía en su poder unas cadenas para amarrar al niño poseído, para luego
sacarle el demonio.
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Los demonios son muy pero muy jactanciosos y éste no pudo evitar decir su nombre unas
cincuenta veces, mientras arrancaba de sus perseguidores.
“Soy el grandioso Esdrubanipalescozormortalbabelfatal, y tengo el cuerpo de su hijo”
Después de dos siglos de encierro Esdrubanipalescozormortalbabelfatal, es libre”
¿Cierto que soy guapo? Es que soy el irresistible Esdrubanipalescozormortalbabelfatal.
Úrsula: Tomó un libro y comenzó a leer en voz alta: “Espíritu del grandioso y magnífico
Esdrubanipalescozormortalbabelfatal, te convocamos ante nuestra presencia para rendirte pleitesía.
Solo queremos ser tus siervos incondicionales.”
Rodrigo: estaba ligeramente cambiado. Se habían cambiado algunas de las advertencias del
demonio, sumadas a algunas cosas más (como los mocos purulentos que caían en cascada desde su
nariz y la cera viscosa que salía de sus orejas, sin olvidar una cola semejante a la de un cocodrilo).
Al sacar al demonio de Rodrigo, encerraron a Edru en una pelela de plata, sellado con un hechizo de
Salomón y lanzado a uno de los pozos subterráneos de la enorme casa.
Rodrigo: quedó una mínima parte de Esdru en él:
1.- Los días de luna llena se siente un olor peculiar en los pasillos de la Mansión Almonacid. (y no
es el chop suey).
2.- Apareció ese nuevo gusto estético de Rodrigo por el color negro.
3.- A partir de ese día, el niño ya liberado del demonio (o casi), comenzó a sentir misteriosamente la
presencia de todo tipo de gentes antiguas y nada de carnales. O sea, comenzó a ver gente muerta.
Y todo por un diente, algo de impaciencia y un gitano mecánico. ¡Cuidado con el gitano¡
CAPÍTULO 4.-
Rodrigo: viaja a la casa de los abuelos. (era un viaje largo).
Tío Walter.
Rahid. Levantó sus párpados de cuero y los ojos de vidrio se movieron como si miraran.
Rahid tenía un retorcido sentido del humor.
Entonces salió una tarjeta de color rosa pálido “Hola semi-Esdru..jajaja..
El regalo no está completo.
El autómata buscó en uno de los bolsillos de su chaqueta y sacó una llave dorada terminada en
cruz (puerta número 13).
Sue estaba a sus espaldas.
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Sue: Los regalos no pueden ser malos.
Cuarto absolutamente vacío.
Minúsculo dulce en el suelo, justo en el centro de la habitación.
(envoltorio- “Dulce obediente”)
Se lo comió, gusto a pera.
Se sintió igualito.
CAPÍTULO 5.-
Burgolalandia: ciudad que nació por la magia. O más bien, por la fiebre de todos los cazafortunas
que buscaban una veta de cuarzo violeta, el mejor material para hacer hechizos de amor.
En la Era del Conejo Tembloroso: (hace cientos de años), un sujeto llamado ALF EÑIQUE, iba
montado en su burra por estas tierras que, en ese entonces, eran un peladero sin vida (aparte de
algunos pequeños monstruos desérticos arenófagos, un par de zombis y los cuervos que estaban
empeñados en comerse al par de zombis).
EÑIQUE: Se detuvo en la mitad de la nada para hacer fuego y calentar su supo de nabinásperos
(es una historia vieja).
Estaba en eso cuando se dio cuenta de que las rocas con las que había rodeado su fogata despedían
un leve color violeta.
Tomó una de ellas y, como hace todo un buen minero, le pasó la lengua por encima. (Es cierto que
hacen esto, porque son como catadores de vino. Y también escupen siempre después de probar,
porque comerse una piedra no es buen negocio para el estómago. Ni cuando entra y menos cuando
sale).
La leyenda cuenta que EÑIQUE se percató de inmediato de su hallazgo, en especial porque se
enamoró locamente de su burra.
Dejó una marca y volvió allí una semana después, esta vez montado sobre un caballo. La burra iba
a su lado, con un sombrero floreado y un collar que le hacía juego.
Este fue el inicio de Burgolalandia y también la explicación de por qué la fuente principal está
compuesta de estatuas de burras con sombrero que escupen agua en poses de ballet. También es la
explicación de por qué el himno de la ciudad tiene un coro de sonoros rebuznos amorosos.
Después de EÑIQUE: llegaron centenares, miles de buscadores de cuarzo violeta.
Y la verdad es que había para todos y la fortuna no les fue esquiva, pero fueron pocos los que
volvieron a sus respectivas ciudades a contar sus éxitos. La razón fue una: el mismísimo cuarzo.
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Por eso la población del lugar creció a una velocidad del tipo conejo, sentando las bases de la
actual Burgolalandia.
La Mansión Almonacid: se encontraba en el centro de la ciudad de Burgolalandia, cerca del
palacio de gobierno y de la fuente antes mencionada.
El nombre de la Mansión Almonacid: era una derivación de un rebuzno. O sea, Almonacid
fue, originalmente, ahhhh—moooon-acid. Pero como la historia no ha sido escrita por los burros,
que no pueden escribir por sus pezuñas, ha quedado la duda para que la resuelvan los historiadores
humanos. Si es que pueden.
Los abuelos de Rodrigo: (RENATO Y CONSUELO), vivían algo lejos del centro de la urbe, en
las afueras, en una zona conocida como SOCAVÓN FANTASMA.
SOCAVÓN FANTASMA: La razón del nombre no puede ser más simple: los fantasmas de la
ciudad vacacionaban en esas tierras debido a que el clima les hacía bien a sus cuerpos
protoplasmáticos, los mantenía muy transparentes y sus aullidos mejoraban con el aire de la
montaña. Eso es lo que se decía, porque pocos podían verlos (como ahora puede hacerlo nuestro
pequeño protagonista), pero sí era cierto que al aumentar el calor en esa zona se escuchaban unos
aullidos que paraban los pelos. Y además el bronceador desaparecía de las farmacias en esas fechas.
(como si les sirviera para algo).
Los abuelos de Rodrigo: Vivían en una mansión embrujada (en el Socavón Fantasma) con un
cementerio en el patio trasero. Eran gente feliz, agradable y nada estresada, aunque siempre tenían
demasiado trabajo. Tanto, que muchas veces tenían que llevárselo a casa. Es que eran cazadores
de fantasmas.
Además, la locación vecina les generaba a ratos un trabajo extra: nunca faltaba el espíritu
desubicado que venía desde el cementerio a pedir una taza de azúcar. Y que no volvía nunca más a
su tumba.
CAPÍTULO 6:
Camino a Socavón: no estaba en muy buen estado.
ABUELOS DE RODRIGO: RENATO Y CONSUELO: Dos personas ancianas, muy flacas y de
pelo canoso, llenas de colgantes mágicos y de tatuajes en idiomas extraños en las manos.
Esos eran los tatuajes visibles, porque bajo la ropa no había parte de su cuerpo que no estuviera
escrito o dibujado.
Se habrían visto como unas alfombras exóticas si estuvieran planitos y secos, pero estaban llenitos y
vivitos.
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Sue y Rodrigo, llegaron a hacer pi pí después del viaje.
Mansión de los abuelos: era como entrar a un museo de lo imposible. Esculturas de dioses
extraños de pueblos antiguos, como la de SOH-PA-POP, SEÑOR DE LAS CLOACAS.
O la de la DIOSA DE LA ADOLESCENCIA, ESH-PIN-NNIYA.
Del techo colgaban toda clase de amuletos, huesos y calaveras de seres ya inexistentes, como el
lémur flautista de dos cabezas o el hámster bailarían de ocho patas. Había fotos de fantasmas,
obtenidas con una cámara especial inventada por los dueños de casa. Un picnic de fantasmas, una
carrera de ensacados de fantasmas y hasta un baile fantasmal, todos danzando al ritmo del twist del
esqueleto (obvio).
OLGA, le pasó una toalla a Rodrigo cuando fue al baño. Era la ayudante de sus abuelos.
Olga: Flotaba en el aire y sus ropas eran muy anticuadas, llenas de botones innecesarios y lazos
que para nada servían.
Era muy bonita, algo mayor que él (seguramente unos siglos) y que nunca pasaría algo romántico
entre ellos, porque estaba más muerta que una mesa. Una pena.
Vanidosa, nunca le pueden sacar fotos porque dice que está despeinada.
CAPÍTULO 7:
¿Cómo se conocieron RENATO y CONSUELO?
OLGA:
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