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El Abogado Colombiano Espinoza 2025 1ED

El documento es un extenso tratado sobre la profesión de abogado, su evolución, funciones y ética en la sociedad colombiana. Se abordan temas como los deberes y derechos del abogado, la importancia de los colegios de abogados, y la asistencia jurídica gratuita. Además, se incluye una dedicatoria a figuras destacadas en el ámbito jurídico y académico.

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El Abogado Colombiano Espinoza 2025 1ED

El documento es un extenso tratado sobre la profesión de abogado, su evolución, funciones y ética en la sociedad colombiana. Se abordan temas como los deberes y derechos del abogado, la importancia de los colegios de abogados, y la asistencia jurídica gratuita. Además, se incluye una dedicatoria a figuras destacadas en el ámbito jurídico y académico.

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Dedicatoria

A la memoria siempre viva y permanente de María Candelaria


Domínguez Guillén, mi hermana de la vida, brillante Profesora Titular
de la Universidad Central de Venezuela, insigne investigadora y una de
las más importantes juristas venezolanas de todos los tiempos.
A la memoria de mi entrañable amigo Humberto Enrique Tercero Bello
Tabares, el apasionado y acucioso investigador, de preclaro intelecto y
disciplina académica; sus obras jurídicas siempre se caracterizaron por
la profundidad analítica y comprensiva, original y crítica, así como por
la precisión y calidad en las citas doctrinarias.
A María Amparo González Quiroga, nuestra eterna amiga,
luz de bondad y faro de solidaridad.
Tabla de Contenido

Prólogo.................................................................................................................................... 23

Capítulo I
LA PROFESIÓN DE ABOGADO

1. ¿En que consiste la profesión de abogado?............................................................. 27


2. La evolución de la profesión de abogado................................................................ 29
2.1 Las leyes de Manu.............................................................................................. 29
2.2 En Grecia............................................................................................................. 30
2.3 En Roma................................................................................................................ 33
3. La profesión de abogado en Colombia..................................................................... 38
3.1 Reseña histórica de los estudios de derecho en Colombia (siglos XVI
al XIX)...................................................................................................................... 38
3.2 Reglamentación de la abogacía en Colombia............................................... 48
4. Cualidades del abogado............................................................................................. 56
5. El abogado y los medios de comunicación social. La imagen del abogado....... 65
6. El futuro de la profesión de abogado..................................................................... 67
7. La formación académica............................................................................................. 69
7.1 El pregrado.................................................................................................................. 69
7.2 El postgrado................................................................................................................ 78

Capítulo II
LAS FUNCIONES DEL ABOGADO EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA

1. El abogado como garante del Estado..................................................................... 93


2. La función social del abogado................................................................................. 95
12 Manuel Espinoza Melet

3. Las actividades profesionales del abogado............................................................ 98


3.1 Libre ejercicio de la profesión......................................................................... 98
3.2. En la administración pública........................................................................... 112
3.3 En la empresa privada........................................................................................ 114
3.4 En la docencia y la investigación................................................................... 115

Capítulo III
COLEGIOS DE ABOGADOS

1. Concepto ..................................................................................................................... 119


2. Reseña histórica.......................................................................................................... 121
3. Naturaleza jurídica................................................................................................... 124
4. Características............................................................................................................ 126
5. Colegios de Abogados en la Constitución Política de Colombia....................... 127

Capítulo IV
DEBERES Y DERECHOS DEL ABOGADO COLOMBIANO

1. Los deberes de los abogados...................................................................................... 130


1.1 Deberes en el Código Disciplinario del Abogado (artículo 28)................ 132
1.1.1 Observar la Constitución Política y la ley........................................ 132
1.1.2 Defender y promocionar los Derechos Humanos, entendidos como
la unidad integral de derechos civiles y políticos, económicos,
sociales y culturales y de derechos colectivos, conforme a las
normas constitucionales y a los tratados internacionales
ratificados por Colombia....................................................................... 133
1.1.3 Conocer, promover y respetar las normas consagradas en el Código
Disciplinario del Abogado..................................................................... 133
1.1.4 Actualizar los conocimientos inherentes al ejercicio de la
profesión.................................................................................................... 134
1.1.5 Conservar y defender la dignidad y el decoro de la profesión...... 135
1.1.6 Colaborar leal y legalmente en la recta y cumplida realización
de la justicia y los fines del Estado..................................................... 141
1.1.7 Observar y exigir mesura, seriedad, ponderación y respeto en sus
relaciones con los servidores públicos, colaboradores y auxiliares de
Tabla de Contenido 13

la justicia, la contraparte, abogados y demás personas que


intervengan en los asuntos de su profesión........................................ 142
1.1.8 Obrar con lealtad y honradez en sus relaciones profesionales.... 143
1.1.9 Guardar el secreto profesional, incluso después de cesar la
prestación de sus servicios...................................................................... 146
1.1.10 Atender con celosa diligencia sus encargos profesionales, lo
cual se extiende al control de los abogados suplentes y
dependientes, así como a los miembros de la firma o asociación
de abogados que represente al suscribir contrato de prestación
de servicios, y a aquellos que contrate para el cumplimiento del
mismo .......................................................................................................... 147
1.1.11 Proceder con lealtad y honradez en sus relaciones con los
colegas....................................................................................................... 150
1.1.12 .M antener en todo momento su independencia profesional, de tal
forma que las opiniones políticas propias o ajenas así como las
filosó.ficas, o religiosas no interfieran en ningún momento en el
ejercicio de la profesión, en la cual sólo deberá atender a la
Constitución, la ley y los principios que la orientan....................... 150
1.1.13 Prevenir litigios innecesarios, inocuos o fraudulentos y facilitar
los mecanismos de solución alternativa de conflictos..................... 152
1.1.14 Respetar y cumplir las disposiciones legales que establecen las
incompatibilidades para el ejercicio de la profesión......................... 153
1.1.15 Tener un domicilio profesional conocido, registrado y actualizado
ante el Registro Nacional de Abogados para la atención de los
asuntos que se le encomienden, debiendo además informar de
manera inmediata toda variación del mismo a las autoridades ante
las cuales adelante cualquier gestión profesional.......................... 154
1.1.16 Abstenerse de incurrir en actuaciones temerarias de acuerdo
con la ley.................................................................................................. 154
1.1.17 Exhortar a los testigos a declarar con veracidad los hechos de
su conocimiento........................................................................................ 156
1.1.18 Informar con veracidad a su cliente................................................... 157
1.1.19 Abstenerse de aceptar poder en un asunto hasta tanto no se
haya obtenido el correspondiente paz y salvo de honorarios de
quien venía atendiéndolo, salvo causa justificada........................... 157
1.1.20 .Aceptar y desempeñar las designaciones como defensor de oficio.
Sólo podrá excusarse por enfermedad grave, incompatibilidad
de intereses, ser servidor público o tener a su cargo tres (3) o
más defensas de oficio, o que exista una razón que a juicio del
funcionario de conocimiento pueda incidir negativamente en la
defensa del imputado o resultar violatoria de los derechos
fundamentales de la persona designada.............................................. 157
14 Manuel Espinoza Melet

1.2 Deberes en el Decreto 196 de 1971................................................................... 159


1.3 Deberes de las partes y los apoderados en el Código General del
Proceso................................................................................................................. 159
2. Los derechos de los abogados................................................................................... 161
2.1 Derechos generales........................................................................................... 161
2.2 Derechos especiales........................................................................................... 161
2.2.1 El derecho de anunciarse para el ejercicio de su profesión y como
especialista en una rama del Derecho: El abogado tiene derecho
a anunciarse para el ejercicio de su profesión en general.............. 161
2.2.2 El derecho de atención preferente ante organismos públicos........ 162
2.2.3 El derecho de guardar el secreto profesional y de no testificar
en contra de su patrocinado................................................................. 163
2.2.4 El derecho de cesar en su patrocinio si el patrocinado incumple
sus obligaciones morales y materiales................................................. 163
2.2.5 El derecho a renunciar al patrocinio si el patrocinado mantiene
una actitud incorrecta e irrespetuosa con los funcionarios,
los abogados de la contraparte y con los terceros......................... 164
2.2.6 El derecho a percibir honorarios y de solicitar expensas para los
gastos de la actividad de su patrocinio............................................... 164
2.2.7 El derecho a que se le garantice el debido proceso: Esa es una
exigencia .vital para el ejercicio de la abogacía, la garantía del
debido .proceso; es decir, que se exija que todos los actos derivados
del proceso, se encuentren enmarcados dentro de la esfera del
debido proceso.......................................................................................... 164

Capítulo V
ÉTICA Y DEONTOLOGÍA JURÍDICA

1. La ética.................................................................................................................................. 167
1.1 Concepto.............................................................................................................. 167
1.2 Concepciones fundamentales........................................................................... 170
1.2.1 Ética del fin y de los medios (Aristóteles, Santo Tomás, Hegel
y Nietzsche)............................................................................................... 170
1.2.2 Ética del móvil (Sofistas, Spinoza, Bentham, Kant y Russel).......... 175
1.1.3 Principios................................................................................................... 183
1.3 Ética y moral....................................................................................................... 184
Tabla de Contenido 15

2. Deontología................................................................................................................. 187
2.1 Diferencias entre ética y deontología.......................................................... 191
2.2 Deontología jurídica........................................................................................ 192
2.2.1 Concepto y principios.............................................................................. 192
2.3 Alcance, postulados e importancia................................................................ 193

Capítulo VI
RECEPCIÓN DEL CASO PROFESIONAL

1. Técnicas de aproximación........................................................................................... 199


1.1 La entrevista no dirigida y dirigida............................................................... 199
2. Técnicas de estudio: análisis de los hechos: esenciales, conexos, tangenciales
y ajenos. ¿Cómo se enfrenta el caso a través de la reproducción de los
hechos? ............................................................................................................................ 200
3. La diagnosis jurídica. El estudio del caso: su aceptación o rechazo:
Implicaciones y dificultades del caso. Los casos y la realidad social.
Toma de decisiones, ajustes de la realidad: probabilidades, costo y tiempo..... 201
4. El expediente profesional, elaboración, uso, conservación y reconstrucción....... 202
5. Relaciones del abogado con su cliente.................................................................. 203
6. Relaciones del abogado con la otra parte y con su abogado............................ 205

Capítulo VII
EL SECRETO PROFESIONAL

1. El Secreto..................................................................................................................... 207
1.1 Concepto.............................................................................................................. 207
1.2 Clasificación....................................................................................................... 207
2. El secreto profesional................................................................................................ 208
2.1 Concepto.............................................................................................................. 208
2.2 Características................................................................................................... 209
2.3 Carácter jurídico (como deber y derecho).................................................... 218
2.4 Excepciones.......................................................................................................... 220
16 Manuel Espinoza Melet

Capítulo VIII
LOS HONORARIOS PROFESIONALES

1. Concepto........................................................................................................................ 223
2. Principios que regulan la relación jurídica entre cliente y abogado, en
cuanto sus honorarios ............................................................................................... 225
3. Fuentes del derecho a percibir honorarios profesionales................................... 231
4. Sujetos que tienen derecho a percibir honorarios y sujetos que están
obligados a cancelarlos............................................................................................ 232
5. Clases de honorarios profesionales......................................................................... 232
5.1 Conforme al sujeto activo que los reclama.................................................. 232
5.1.1 Honorarios de abogados......................................................................... 232
5.1.2 Honorarios de auxiliares de justicia.................................................... 233
5.2 De acuerdo a la clase de actuaciones de la que derivan............................ 233
5.2.1 Honorarios judiciales............................................................................. 233
5.2.2 Honorarios extrajudiciales.................................................................. 234
5.3 En cuanto a la condición del que presta el servicio profesional............. 234
5.3.1 Honorarios por servicios profesionales............................................... 234
5.3.2 Honorarios por servicios jurídicos colectivos o sociales................ 235
5.4 En relación a la modalidad del pacto de honorarios................................. 236
5.4.1 Honorarios por contrato....................................................................... 236
5.3.2 Honorarios sin contrato........................................................................ 236
5.4.3 Honorarios por cuota litis.................................................................... 237

Capítulo IX
LA REPRESENTACIÓN Y LA ASISTENCIA

1. Conceptos de representación y asistencia.............................................................. 239


2. Naturaleza jurídica................................................................................................... 242
3. Clasificación................................................................................................................ 245
3.1 Representación legal........................................................................................ 245
3.2 Representación, asistencia y autorización.................................................... 247
3.3 Representación de los incapaces...................................................................... 248
Tabla de Contenido 17

3.3 Representación absoluta.................................................................................. 249


3.4 Representación de las personas jurídicas...................................................... 250
4. La representación voluntaria.................................................................................. 251
5. El interés en la representación................................................................................ 252
6. El poder........................................................................................................................... 254
6.1 Naturaleza jurídica del poder........................................................................ 256
6.2 Formalidades para el otorgamiento del Poder, facultades y limites...... 257
6.3 Distintos tipos de Poderes................................................................................. 258
6.4 Mandato judicial............................................................................................... 259
6.5 Sustitución del poder........................................................................................ 262
6.6 Revocatoria del poder...................................................................................... 263
6.7 Cesación del poder............................................................................................. 265

Capítulo X
EJERCICIO ILEGAL DE LA PROFESIÓN DE ABOGADO

1. Ejercicio ilegal de la profesión................................................................................ 267


1.1 Definición............................................................................................................ 267
1.2 Elementos............................................................................................................ 268
1.4 Los diferentes casos de ejercicio ilegal de la profesión de abogado....... 269
1.5 Denuncia.............................................................................................................. 271

Capítulo XI
ASISTENCIA JURÍDICA GRATUITA

1. Asistencia jurídica gratuita de pobreza................................................................. 273


2. Clínica jurídica y Consultorios Jurídicos.............................................................. 275
2.1 Origen y concepción.......................................................................................... 275
2.3 Principios del Consultorio Jurídico............................................................... 281
2.4 Objetivos del Consultorio Jurídico................................................................ 282
2.5 Clientes y casos ventilados.............................................................................. 283
2.6 Servicios............................................................................................................... 284
18 Manuel Espinoza Melet

2.7 Competencia general para representación de terceros.............................. 286


3. Casas de justicia........................................................................................................... 289
3.1 Origen y concepto.............................................................................................. 289
3.2 Objetivos y funciones......................................................................................... 290
3.3 Servicios............................................................................................................... 291
3.4 Entidades participantes..................................................................................... 292
3.5 Funciones especiales del Ministerio de Justicia y del Derecho................. 292
4. Amparo de pobreza...................................................................................................... 293
4.1 Concepto.............................................................................................................. 293
4.2 Procedencia......................................................................................................... 296
4.3 Oportunidad, competencia y requisitos......................................................... 296
4.4 Trámite................................................................................................................. 297
4.5 Efectos................................................................................................................. 297
4.6 Remuneración del apoderado.......................................................................... 298
4.7 Facultades y responsabilidad del apoderado............................................... 298
4.8 Remuneración de auxiliares de la justicia.................................................... 299
4.9 Terminación del amparo.................................................................................... 299
5. Los derechos humanos................................................................................................ 299
5.1 Concepto.............................................................................................................. 299
5.2 Incorporación en la Constitución Política.................................................. 300
5.3 Protección........................................................................................................... 311
5.4 Características................................................................................................... 336
5.4.1 Universales............................................................................................... 336
5.4.2 Indivisibles e interdependientes............................................................ 337
5.4.3 Absolutos................................................................................................. 337
5.4.4 Inalienables e irrenunciables............................................................... 338
5.4.5 Progresivos................................................................................................ 338
5.4.6 Transnacionales....................................................................................... 338
5.4.7 Irreversibles............................................................................................. 338
6. La Defensoría Pública................................................................................................ 339
6.1 Origen................................................................................................................... 339
6.2 Principios del Sistema Nacional de Defensoría Pública.............................. 340
Tabla de Contenido 19

7. Defensoría del Pueblo................................................................................................ 342


7.1 Objeto de la Defensoría del Pueblo............................................................... 342
7.2 Organización y componentes........................................................................... 342
7.3 Estructura Orgánica........................................................................................ 343
7.4 Defensor del Pueblo.......................................................................................... 344
7.4.1 Funciones................................................................................................... 344
7.5 Vicedefensor del Pueblo................................................................................... 347
7.5.1 Funciones................................................................................................... 347
7.6 Defensorías delegadas....................................................................................... 349
7.7 Direcciones nacionales..................................................................................... 351
7.7.1 Dirección nacional de promoción y divulgación de los derechos
humanos..................................................................................................... 351
7.7.2 Dirección nacional de trámites y quejas............................................. 352
7.7.3 Dirección nacional de recursos y acciones judiciales..................... 354
7.7.4 Dirección Nacional de Defensa Pública.............................................. 355
7.8 Defensores regionales....................................................................................... 357
7.9 Personero municipal.......................................................................................... 359
7.10 Secretaría general............................................................................................ 359
7.11 Defensores públicos........................................................................................... 361
7.11.1 Concepto.................................................................................................... 361
7.11.2 Clasificación............................................................................................. 362
7.11.3 Requisitos.................................................................................................. 362
7.11.4 Derechos.................................................................................................... 362
7.11.5 Obligaciones.............................................................................................. 363

Capítulo XII
REGIMEN DISCIPLINARIO

1. Jurisdicción disciplinaria.......................................................................................... 365


1.1 Consejo Superior de la Judicatura................................................................. 365
1.1.1 Creación.................................................................................................... 365
1.1.2 Estructura................................................................................................ 367
20 Manuel Espinoza Melet

1.1.3 Funciones................................................................................................... 367


2. Principios rectores del proceso disciplinario........................................................ 369
3. Falta disciplinaria....................................................................................................... 377
4. Ámbito de aplicación................................................................................................... 377
5. Formas de realización del comportamiento........................................................... 377
6. Extinción de la acción................................................................................................ 378
6.1 Causales............................................................................................................... 378
6.2 Prescripción........................................................................................................ 378
6.3 Renuncia.............................................................................................................. 378
7. Extinción de la sanción.............................................................................................. 378
8. Faltas disciplinarias................................................................................................... 379
8.1 Faltas contra la dignidad de la abogacía..................................................... 379
8.2 Faltas contra el decoro profesional.............................................................. 380
8.2.1 Faltas contra el respeto debido a la administración de justicia y a
las autoridades administrativas........................................................... 380
8.2.2 Faltas contra la recta y leal realización de la justicia y los fines
del Estado................................................................................................. 380
8.2.3 Faltas de lealtad contra el cliente.................................................... 382
8.2.4 Faltas a la honradez del abogado....................................................... 383
8.2.5 Faltas a la lealtad y honradez con los colegas............................... 383
8.2.6 Faltas a la debida diligencia profesional............................................ 384
8.2.7 Faltas contra el deber de prevenir litigios y facilitar mecanismos
de solución alternativa de conflictos................................................ 384
8.2.8 Otras faltas disciplinarias.................................................................... 384
9. Régimen sancionatorio............................................................................................... 385
9.1 Sanciones disciplinarias.................................................................................... 385
9.1.1 Criterios de graduación de la sanción................................................ 386
10. Procedimiento disciplinario...................................................................................... 387
10.1 Principios rectores............................................................................................. 387
10.2 Competencia......................................................................................................... 388
10.3 Impedimento y recusaciones.............................................................................. 389
10.3.1 Causales..................................................................................................... 389
10.3.2 Declaración de impedimento.................................................................. 390
Tabla de Contenido 21

10.3.3 Recusaciones............................................................................................. 390


10.3.4 Procedimiento en caso de impedimento o recusación........................ 390
11. Intervinientes.............................................................................................................. 391
11.1 Inicio de la acción disciplinaria...................................................................... 391
11.2 Procedencia......................................................................................................... 392
12. Notificaciones y comunicaciones.............................................................................. 392
13. Recursos y ejecutoria................................................................................................. 394
14. Pruebas........................................................................................................................................ 395
15. Actuación procesal..................................................................................................... 397
15.1 Inicio..................................................................................................................... 397
15.2 Terminación anticipada..................................................................................... 398
15.3 Investigación....................................................................................................... 398
15.3.1 Trámite preliminar.................................................................................. 398
15.3.2 Audiencia de pruebas y calificación provisional................................ 399
15.3.3 Juzgamiento.............................................................................................. 400
15.3.4 Rehabilitación.......................................................................................... 402

Referencias................................................................................................................................ 407
Prólogo 23

PRÓLOGO

Siempre me ha gustado la lectura. Desde que era niña comencé a sentir interés
por temas que tuvieran algo que ver con la cultura, con la sociedad. Me gustaba
leer cosas relacionadas con otros países gracias a la magia de las enciclopedias
o las revistas internacionales que estaban al alcance de toda la familia en la
biblioteca de la casa.
Que grato es presentar un libro. Conversar sobre libros es un tema infinito.
Recuerdo con cariño las conversaciones con mis padres y mis hermanos sobre la
importancia de tener una buena biblioteca en casa y, sobre todo, el afecto que se
profesa a la lectura que constituye un mundo maravilloso y enriquecedor.
En ocasiones se ha planteado, por algunos, la sustitución de los medios
necesarios para practicar la lectura y, especialmente, sustituir los libros físicos
por los medios electrónicos. Internet, una rápida vía para obtener información,
tan propia de nuestro mundo actual se caracteriza por un ritmo frenético, por la
abundancia de referencias electrónicas y producción literaria que en ocasiones
nos cuesta sintetizar. Pero, sin excluir ni menospreciar el desarrollo tecnológico
que admiro y del cual participo en la medida de mis conocimientos, nunca
podría sustituir, en mis preferencias, la lectura de un buen libro en físico, por la
lectura a través de un medio electrónico. Si bien es cierto que la computadora y el
hipertexto me brindan la información que busco, no me permiten detenerme en un
pensamiento, reflexionar, comparar y deleitarme con el análisis del discurso que
agrega tanto atractivo a la lectura de los textos, no sólo literarios, sino jurídicos
y científicos.
En esta oportunidad tengo el privilegio de presentar ante ustedes, lectores,
la obra titulada EL ABOGADO COLOMBIANO, escrita por el destacado jurista
latinoamericano, nacido en Venezuela, el Dr. Manuel Espinoza Melet.
¡Qué gran honor en estos tiempos difíciles para cualquier labor intelectual!
Quisiera en primer término agradecer al Dr. Espinoza Melet, la oportunidad
que me brinda de presentar ante ustedes esta nueva obra producto de su metódico
e incansable trabajo de investigación.
24 Anabel Melet de Tornaboni

La agudeza intelectual del autor y el enfoque epistemológico con el cual


se aborda el estudio sobre ejercicio de la abogacía en Colombia hace que esta
obra despierte gran interés, tanto para los estudiantes de derecho y abogados
colombianos, como para los estudiantes de derecho y colegas abogados de cualquier
parte del mundo que deseen conocer a profundidad los aspectos más relevantes
del ejercicio del Derecho en el ordenamiento jurídico colombiano.
La obra EL ABOGADO COLOMBIANO, se nos presenta didácticamente
elaborada en Capítulos, a través de los cuales el autor va entrelazando valiosos
contenidos, con elementos que van descubriendo desde un enfoque general lo que
significa ser Abogado, hasta avanzar y llegar a establecer detalles específicos sobre
aspectos relacionados con el ejercicio de la profesión de abogado en Colombia.
En el Capítulo I, se realizan consideraciones generales sobre la profesión
del Abogado.
En el Capítulo II, se presentan las diversas funciones que puede asumir el
Abogado dentro de la sociedad colombiana.
En el Capítulo III, se hace referencia a la figura del Colegio de Abogados,
con breve reseña histórica sobre este aspecto.
En el Capítulo IV, se presenta un estudio detallado sobre los Deberes y
Derechos del abogado colombiano.
En el Capítulo V, se analizan principios fundamentales relacionados con la
ética y la deontología jurídica.
En el Capítulo VI, se nos presentan los aspectos más relevantes en la recepción
de casos profesionales en el ejercicio del derecho.
En el Capítulo VII, se esbozan conceptos fundamentales relacionados con
el secreto profesional.
En el Capítulo VIII, un tema delicado y de profundo interés: Los honorarios
profesionales.
En el Capítulo IX, se hacen presentes dentro de la obra los conceptos de La
Representación y La Asistencia.
En el Capítulo X, una realidad que lamentablemente no puede obviarse al
hablar del ejercicio del Derecho en cualquier parte del mundo; el ejercicio ilegal
de la profesión de Abogado.
En el Capítulo XI, se nos presenta un interesante análisis de la asistencia
jurídica gratuita.
Prólogo 25

Y, por último, en el Capítulo XII un análisis detallado sobre el régimen


disciplinario.
Estoy convencida que esta obra EL ABOGADO COLOMBIANO, será una
fuente de consulta invaluable para estudiantes de Derecho, abogados y público en
general y sólo quisiera desearle a todos los interesados el disfrute de su lectura y
al Dr. Espinoza Melet en esta oportunidad y creo que se lo he reiterado ya muchas
ocasiones, desearle también el mayor de los éxitos posibles por sus grandes
aportes académicos y agradecerle, desde el maravilloso mundo de la Academia,
por el hecho de brindarnos información actualizada que fortalece la formación
profesional y la cultura general de los lectores.
Valencia, marzo 2023
Dra. Anabel Melet de Tornaboni
Decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad
José Antonio Páez
Capítulo I. La profesión de abogado 27

Capítulo I
LA PROFESIÓN DE ABOGADO

Sumario: 1. ¿En que consiste la profesión de abogado?. 2. La evolución


de la profesión de abogado. 2.1 Las leyes de Manu. 2.2 En Grecia. 2.3 En
Roma 3. La profesión de abogado en Colombia. 3.1 Reseña histórica de los
estudios de derecho en Colombia (siglos XVI al XIX). 3.2 Reglamentación
de la abogacía en Colombia. 4. Cualidades del abogado. 5. El abogado y los
medios de comunicación social. La imagen del abogado. 6. El futuro de la
profesión de abogado. 7. La formación académica 7.1 El pregrado. 7.2 Los
estudios de postgrado. 7.3 El perfil del abogado.

1. ¿EN QUE CONSISTE LA PROFESIÓN DE ABOGADO?

Quizás una de las profesiones más hermosas, enaltecedoras y altruistas


es sin duda la del abogado, la cual consiste básicamente, en aquel profesional
universitario, debidamente autorizado por la ley, para representar, defender y
sostener en los procesos judiciales, todas y cada una de las defensas que el derecho
le permite y que legalmente puede utilizar en el ejercicio legítimo del amparo
y protección de su patrocinado. En este mismo sentido, la profesión de abogado
también consiste en la asesoría legal en todas las esferas del ámbito jurídico, de
las cuales el profesional del derecho tenga dominio y conocimiento, teniendo
como ámbito de actuación el sector público y privado, debido a su altísimo nivel
de preparación y desenvolvimiento académico.
Tal y como lo sostiene Bielsa1, en lo sustancial, la gran mayoría de las
definiciones sostienen el concepto originario explicado por la misma etimología
de la palabra abogado, que deriva de la latina advocatus, y que significa llamado,
porque el abogado es llamado para auxiliar a las partes en sus alegaciones. En
concepto del Maestro Couture2:

1
Bielsa, Rafael. La Abogacía, Buenos Aires, Editorial Abeledo-Perrot, 1960, p. 26.
2
Couture, Eduardo. Vocabulario Jurídico, Caracas, Editorial Atenea, 2014, p. 7.
28 Manuel Espinoza Melet

El latín advocatus no designaba propiamente a un abogado, sino más bien a un


patrono, un tutor o simplemente a una persona influyente que asumía la defensa
de otra, de una institución o de una ciudad, mientras que el abogado profesional se
denominaba en latín clásico causidicus, patronus causae, y en baja época también
adsertor o asertor. Textualmente significa “llamado a asistir” o “llamado junto
a” (es participio pretérito pasivo de advoco, -are “llamar junto a”, de ad- “hacia”
– voco, -are “llamar”). El sustantivo castellano no es, como parecería, participio
del verbo castellano abobar, sino que, al revés, el verbo fue formado, al menos
con su acepción actual, a partir de abogado.
Tomando el concepto de Dupin,3 se puede definir al abogado como:
un hombre de bien, versado en la jurisprudencia y en el arte de hablar bien; que
concurre a la administración de la justicia, ora ayudando con sus consejos a los
que han recurrido a él, ora defendiendo en juicio sus intereses de viva voz o por
escrito, ora decidiendo por sí mismo sus diferencias cuando las ha sometido a su
conocimiento.
Tal y como lo señala Garrido Suárez4 al abogado siempre se le sitúa como
un litigador, es decir, un profesional que pasa la mayor parte de su tiempo en los
tribunales, sin que esa imagen sea falsa, puesto que efectivamente un abogado
efectivamente puede y debe actuar en el seno de un procedimiento judicial haciendo
valer los legítimos intereses de su representado o patrocinado. Pero ciertamente,
no es la única función de un profesional del derecho, si bien es cierto que los
abogados son figuras esenciales en un litigio, un abogado es mucho más que eso.
En este sentido, sostiene lo siguiente:
Por ello, un abogado, en cuanto miembro de una profesión legal, es al mismo
tiempo el representante de un cliente, un operador del sistema legal y un ciudadano
público que tiene una especial responsabilidad por la calidad del sistema de justicia.
Como operador del sistema legal y de justicia, así como por aquéllos que lo sirven
y lo hacen efectivo y, como ciudadano público, debe buscar la mejora del sistema
legal, el acceso a la administración de justicia y la calidad del servicio ofrecido
por esta profesión legal.
El Maestro Chiovenda5 señala que la función del abogado, no sólo consiste
en realizar actos jurídicos de la relación procesal en nombre de la parte, sino que

3
Dupin, André Marie Jean Jacques. La Abogacía o el Arte del Abogado, Imprenta de Alegría y
Charlain, 1842, p.10.
4
Garrido Suárez, Hilda. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad, Madrid,
Edisofer Libros Jurídicos, 2011, pp. 60, 61 y 62.
5
Chiovenda, Giuseppe. Instituciones de Derecho Procesal Civil, Tomo II, Madrid, Editorial Revista
de Derecho Privado, 1954, pp. 333 y 334.
Capítulo I. La profesión de abogado 29

también aconseja, tanto en cuestiones de fondo como en las procesales, redacta


escritos, desarrolla oralmente en la audiencia las razones que asistan a la parte,
asumiendo también ampliamente funciones fuera del proceso.
En opinión de Pérez Perdomo6, la concepción del oficio de abogado se radica
en cuatro grandes funciones:
1. Comparecer por otro en juicio y asumir, en los tribunales de justicia, la
defensa de los intereses ajenos.
2. Redactar documentos, en particular aquellos que van a tener efecto en la
propiedad, por ser traslativos de ella, constituir gravámenes, constituir
personas jurídicas, etc.
3. Hacer gestiones ante organismos judiciales y administrativos en pro de
intereses de terceros.
4. Dar consejo jurídico a quienes lo pidan.

2. LA EVOLUCIÓN DE LA PROFESIÓN DE ABOGADO

2.1 Las leyes de Manu

Los antecedentes de la abogacía se remontan a la mística región de la India,


teniendo como punto de partida lo reflejado en el Código de Manu, dictado por el
sabio Manu (quien en el hinduismo es el antepasado común de toda la humanidad)
dirigido a los rishis (sabio, santo) que le habían pedido que los iluminara acerca
de este tema.
Las leyes de Manu representan uno de los dieciocho smritis (recordado) del
Dharmashastra (es un género de textos sáncritos que hace referencia a los śāstra
(escritos sagrados hinduistas) relacionados con el dharma (el deber religioso).
Encontramos que estas leyes contienen 2031 o 2648 versos, divididos en dieciocho
capítulos, los cuales presentan reglas y códigos de conducta que debían ser
aplicados por los individuos y la sociedad.
Cabe destacar, que la investigadora mexicana Sagaón Infante7, sobre este
interesante punto, señala: “Se puede afirmar que el primer jurista legislador
es Manu, puesto que la India fue la primera civilización y cultura que logró

6
Pérez Perdomo, Rogelio. Los Abogados en Venezuela, Caracas, Monte Ávila Editores, 1981, p. 205.
7
Sagaón Infante, Raquel. Historia de la Abogacía, disponible en: http://biblio.juristas.unam.mx /
libros/2/700/41.pdf
30 Manuel Espinoza Melet

proporcionar inicialmente una codificación de normas jurídicas perfectamente


concretadas.”
Se dice que, bajo esas leyes, se efectuaba un juicio a un hombre viejo, enfermo
o incapaz, y éste fue defendido por su próximo pariente, entre los caldeos, persas
y babilonios, quienes recurrían a sabios, filósofos o a parientes ilustrados en
búsqueda de protección y defensa en los litigios.

2.2 En Grecia

En Grecia, la abogacía estuvo en una primera época en manos de personas


que dominaban y con ello impactaban ante el areópago (era un alto tribunal
conformado por jueces denominados arcontes o areopagitas, quienes resolvían
los conflictos suscitados entre los ciudadanos, o entre éstos y el Estado), o ante
otros tribunales.
Siguiendo la descripción ofrecida por Bielsa8, en Atenas existieron eminentes
oradores que se dedicaban a defender las causas políticas, y lo eran, porque
esa profesión genérica fue el resultado de la creación de circunstancias, de las
modalidades de la vida pública que dependía del pueblo y la regía el pueblo; luego
las decisiones del pueblo, dependían a su vez de la palabra. La misma justicia era
para el ciudadano una función que estaba antes que la de su propia defensa. Él
debía cumplir todas las obligaciones que le eran inherentes, y en primer tiempo
la defensa ciudadana. El proceso era instruido por los arcontes (jueces), quienes
tomaban el juramento y concedían la palabra, sucesivamente, al demandante y
al demandado. Las partes debían interrogarse e interrogar a los testigos. Había
únicamente la intervención de un representante de la parte cuando éste era incapaz
(mujer, menor de edad, esclavo liberado o meteco) los cuales eran representados
por su tutor legal, su dueño o su patrón. Los acusados, y litigantes en general,
tenían su defensor natural en el amigo, quien debía tener aptitudes para la defensa,
destacando la fuerza persuasiva de su elocuencia, la cual superaba al conocimiento
del derecho.
Todo ello trajo como consecuencia, que se necesitase de un orador que
redactara la alegación, preparando discursos o defensas por encargo, surgiendo
la figura del logógrafo, quien no era abogado, pero ejercía funciones propias de
la abogacía.

8
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, p. 51.
Capítulo I. La profesión de abogado 31

Destaca también Bielsa9, que la actividad profesional del orador y del


logógrafo; es por ello, que:
aumentó mucho cuando la vida pública se emponzoñó por una desconfianza
general, y cuando el arma empleada por los partidos y por los particulares contra
sus adversarios consistía en acusar (mediante la acción pública de ilegitimidad), por
sustracción fraudulenta de fondos. En estos procesos se multiplicaban las formas de
astucia y de mala fe para falsear la verdad y engañar a los jueces. La vida y el honor
del magistrado y del hombre público estaban expuestos diariamente a sinsabores
y riesgos de injurias, calumnias y acusaciones. Los demagogos y los sycofantes
(especie de denunciantes genéricos que incurrían con frecuencia en lo que hoy
llamamos chantaje) eran productos típicos de esa mentalidad populachera griega.
Luego se introdujo el uso de hacerse asistir en los juicios por oradores
famosos, tanto en el areópago de Atenas y los otros tribunales de Grecia. Con
ello, el asistido obtenía mucha más fuerza en la defensa o acusación. Destacan
como grandes oradores:
– Antifón, quien fue el primer retórico de Atenas, se inclinó en la filosofía y
se separó de los sofistas, demostró una gran sagacidad en las alegaciones judiciales.
– Pericles: Figura de gran renombre para Grecia, considerado como su gran
estratega, hombre honesto, gran dirigente y virtuoso. Se le coloca en la historia
en la historia como brillante orador, destacando su forma calmada y tranquila
de exponer sus criterios, se le ha señalado como el primer abogado profesional,
los escritores de la antigua Grecia llegaron al punto de llamarlo “Olímpico” en
honor a su imponente voz y sus talentos, se dice que Pericles siempre tuvo una
gran preparación para sus discursos, y antes de presentarse ante el público, habría
rezado a los dioses para no emitir una palabra equivocada.
– Lisias: Ejerció su profesión en Atenas donde brilló como sofista y retórico,
se ganó la vida como logógrafo (autor o fabricante de discursos), lo que lo catapultó
como la figura más destacada de la oratoria judicial de Atenas. También se dedicó
a la tarea política de la restauración de la democracia ateniense y a la persecución
de los tiranos mediante sus discursos. Llegó a escribir 233 discursos, entre los
discursos más conocidos, se encuentran: Contra Eratóstenes, Contra Simón y
Sobre el asesinato de Eratóstenes.
– Isócrates: Fue un brillante orador y tuvo una influencia decisiva en la
enseñanza y formación de oradores, en el año 392 a. C. funda una importante
escuela de oratoria, una de las más famosas e importantes, en ella incluye en su plan

9
Ibídem, p. 53.
de estudios la educación ética del ciudadano, en lo que se distinguió claramente
de sus principales competidores, los sofistas, cuya falta de referentes éticos atacó.
El objetivo de su enseñanza radicaba en el hecho de recuperar el esplendor de la
cultura griega creando una nueva juventud por medio de la Educación (Paideia)
con el propósito de reformar la ciudad-estado por medio de sus futuros líderes.
– Demóstenes: Fue un destacado político y orador, brillante intelectual
ateniense, aprendió retórica a través del estudio de los discursos de los oradores
que lo precedieron. Pronunció sus primeros discursos judiciales a los veinte años
de edad, cuando reclamó a sus tutores que le entregaran la totalidad de su herencia.
Durante un tiempo, Demóstenes se ganó la vida como escribiendo discursos
judiciales, redactando textos destinados a particulares con la finalidad de obtener
el triunfo en el pleito y como abogado.
– Andócides: Destacado orador ateniense, son famosos sus tres grandes
discursos: Sobre mi retorno, Sobre los misterios (que utilizó como defensa cuando
en el año 400 a. C fue acusado de impiedad) y Sobre la Paz.
– Iseo: Fue considerado como el orador jurista, tuvo un gran dominio
en redactar discursos para ser leídos ante los Tribunales. En opinión de la
investigadora Galaz Juárez10, Iseo obtuvo un gran éxito, porque se valía de
dos elementos en la estructuración de sus discursos: las figuras del pensamiento
y las figuras retóricas. Con ello generaba ánimo o disminución en el énfasis del
discurso, dando un tono de indignación, agresividad, ironía, etc. Y obtenía en
el público oyente solidaridad o indignación a favor de su causa. Iseo se servía
magistralmente de ciertas figuras como el paréntesis, las preguntas y el diálogo
para alcanzar el éxito en sus intervenciones.
Las leyes de Dracon y Solon habían formado la disciplina del foro de Atenas,
la primera de estas leyes estaba orientada en la formación de los oradores, y para
ello era fundamental lo siguiente:
1. Era necesario que fuesen de condición libre, por lo tanto, un esclavo no
podía comparecer en juicio para defender a otro.
2. No se permitía tampoco su ejercicio a los infames, tales como los que
faltaron el respeto a sus padres: los que se habían rehusado a encargarse
de la defensa de la patria o del algún cargo público, los que hacían algún

10
Galaz Juarez, María Teresa. Iseo, un profesional del discurso, Oratoria griega y Oradores áticos del
primer período, México D.F, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 122.
comercio escandaloso y contrario al pudor o habían sido vistos en lugares
de disolución.
3. Los que manejaban las rentas públicas no eran admitidos a arengar al
pueblo, sin que hubieren dado antes cuenta de su administración.
4. Las mujeres también estaban excluidas del foro, ya que se consideraba
que se debía mantener el pudor.
Luego se estableció en Atenas y Lacedemonia, una ley que prohibía a
los oradores el hacer ningún tipo de preámbulo ni otro discurso que estuviere
dirigido a propiciar la piedad o la indignación, también estaba prohibido a los
jueces que miraran al acusado cuando se esforzase para implorar en su favor su
conmiseración.
Llama poderosamente la atención el desarrollo de la audiencia; primero un
pregonero público exclamaba a los oradores la obligación de conformarse con
la ley, todo ello con la finalidad de que nadie se valiera de figuras propias para
conmover, para ganar una causa injusta. También se estableció un límite de tiempo
para la intervención de los oradores, concediéndoles el lapso de tres horas, las
cuales eran contabilizadas con la ayuda de un clepsydres (reloj de agua).
Los oradores debían dominar la modestia, no podían acercarse a los jueces,
les está prohibido discutir en público dos veces la misma cuestión, bajo ningún
concepto se les permitía el uso de calumnias y palabras amargas, no podían golpear
con los pies y distraer a los jueces en su deliberación. Quienes infringían estas
prevenciones eran sancionados con una multa equivalente a cincuenta dragmas,
pudiendo ser aumentada según las circunstancias.
Cabe destacar, que la actuación de los oradores no generaba ningún tipo
de remuneración u honorario, eran puramente gratuitas, se les recompensaban
sus servicios elevándolos a su vez a los cargos de la República. Se dice que fue
Antiphon el primero que recibió de sus clientes una remuneración o recompensa
por el cuidado que había puesto en su defensa, los otros oradores siguieron su
ejemplo, recibiendo en consecuencia, de sus clientes, honorarios en dinero y otros
presentes.

2.3 En Roma

En Roma, la profesión de abogado adquiere un carácter técnico en lo que


respecta al derecho, distingue al abogado la ciencia, deja a un lado el discurso,
adopta el consejo profesional, el criterio jurídico.
34 Manuel Espinoza Melet

En Roma, se toma en cuenta la importancia de la carrera, los jóvenes


aprendían leyes asistiendo las discusiones judiciales y escuchando las opiniones de
los jurisconsultos, no se limitaban al estudio del derecho existente, sino también
aprendían los principios en que debían fundarse las normas.
Como acertadamente señala el insigne jurista francés André Marie Jean
Jacques Dupin11:
Apenas Rómulo hubo echado los cimientos de la ciudad de Roma, comprendió que
su dominación sin administrar a sus súbditos una recta justicia. Eligió para este
efecto, en el primer orden de sus ciudadanos, que se llamaba los padres (patres),
un cierto número de hombre sabios y llenos de experiencia, con los cuales formó
el senado, y ordenó que los otros ciudadanos del mismo orden fuesen los patronos
y defensores de los plebeyos, que formaban el segundo orden, y que se hicieron
sus clientes”. Aquí encontramos, como ciertamente los patronos, venían a ocupar
el lugar de padres de sus clientes, y con ello, se daba a entender que los clientes
debían tener el mismo respeto que los hijos le tienen a su padre, los esclavos a su
señor, y los libertos a los que les habían concedido la libertad.
Cabe destacar, que tanto los patronos como los clientes, se debían deberes
mutuos y recíprocos, destacando la función del patrono como garante de la
protección. Cuando el patrono aceptaba al cliente, debía prometerle la absoluta
fidelidad, garantizarle todo su poder y crédito, así como darle el mejor consejo
en todos sus negocios contenciosos u otros asuntos civiles, y por supuesto, ser
su defensor en juicio. Todo patrono se esforzaba para conservar a su cliente, y en
adquirir otros nuevos y transmitirlos a sus hijos.
Los clientes estaban obligados a guardar todo el respeto y el honor a su
patrono, a darle en todo momento testimonio de su eficacia y fidelidad, estaban
también obligados a dispensarles dinero para casar a sus hijas, para rescatar a sus
hijos cuando habían sido prisioneros de guerra, y a pagar las penas pecuniarias
en que hubiese sido condenado y a libertarlo de sus otras deudas.
Señala Dupin, que en los primeros tiempos los romanos estaban dedicados
en su sostenimiento, para ello era necesario centrarse en la carrera de las armas,
dejando de un lado el estudio de las leyes y de la elocuencia, así que, los que entonces
se desempeñaban en el oficio de patronos, no eran ni oradores ni jurisconsultos.
Cuando se consolida la República, Roma se hace fuerte y extiende sus
dominios, manda a buscar las leyes a Grecia y el pueblo se abroga el derecho
de hacerlas el mismo nuevas a través del órgano de sus tribunos, se hace más

11
Dupin, André Marie Jean Jacques. Op. Cit. La Abogacía o el Arte del Abogado, p. 10.
Capítulo I. La profesión de abogado 35

importantes y más difícil la administración de justicia, se les revistió también


de más discreción, el pueblo en vista de esa situación, aparta para su defensa a
los patronos ordinarios, ya que solo tenían la cualidad de protector, recurriendo
al servicio de oradores titulares, teniendo confianza en que con su arte pudieran
alcanzar el éxito en la causa defendida.
Los oradores logran alcanzar con gran dominio el puesto que venían
desarrollando los patronos, los desplazan por completo, atrayendo toda la clientela,
los propios reyes, y los patricios que mandaban a los reyes, buscaron su apoyo.
El antiguo derecho estaba casi derogado por el derecho pretoriano, era
indispensable conciliar las distintas leyes, diferenciar las que estaban en observancia
de las que estaban en desuso. Afirma Dupin, que, habiéndose aplicado los oradores
al estudio de la jurisprudencia, se vio en seguida a los Eslios, a los Catones, a los
Cicerones merecer el doble título de hábiles oradores y de grandes jurisconsultos.
No fue por lo tanto preciso confundir con estos a otros jurisconsultos llamados
prudentes, cuyo empleo es diferente del de los oradores o patronos, su función
radicaba en el hecho de interpretar el derecho, sus respuestas tenían fuerza de
ley, y los jueces estaban obligados a conformarse con ellas, eran almacenadas
solícitamente por los pontífices con las otras leyes, porque eran consideradas un
misterio para el pueblo, hasta que Flavio Scriba las expuso al público, para que
de esta manera el pueblo pudiese instruirse de sus derechos.
Para el cargo de oradores o patronos, debía ser ejercido por personas elegidas
y distinguidas por las cualidades del corazón y del espíritu, su función era la de
defender a sus clientes verbalmente o por escrito ante los tribunales. Rómulo dio
órdenes para que los patronos fuesen elegidos en el primer orden de los ciudadanos,
destinados a ejercer algún día las funciones del sacerdocio o la magistratura. La
ley de las doce tablas acogió ese reglamente, y durante cinco siglos, el cargo de
patrono no fue ejercido sino por patricios, que eran los descendientes de los primeros
senadores instituidos por Rómulo, y que formaban el primer orden de los ciudadanos.
Bajo el imperio de Alejandro Severo, se les permitió a los plebeyos desempeñar
la función de patrono, teniendo como condición que fueran instruidos en letras.
Constancio ordenó que los pontífices de las provincias fuesen elegidos de
entre los abogados.
Arcadio y Honorio dieron orden de que los abogados que no perteneciesen
a la clase de decuriones (eran oficiales de caballería de las unidades montadas
auxiliares del ejército romano) no pudiesen, ni aun voluntariamente, ser encargados
de la recaudación de los impuestos públicos.
36 Manuel Espinoza Melet

Honorio y Theodosio prohibieron a todos los jueces, encargar a los abogados


de la ciudad o de las provincias ninguna comisión, fuese la inspección de los
trabajos públicos o para formar las matrículas de los impuestos, o para recibir las
cuentas a los encargados de su recaudación, a excepción de los arbitramientos, de
los cuales los abogados podían se encargados en el lugar de su residencia. También
esos emperadores, a través de la ley establecieron límites en cuanto al número de
abogados en cada prefectura, todo ello a razón de la extensión de su mando, no
pudiendo ser aumentado ni disminuido.
Por esos motivos, el Emperador Leon ordena que no se recibiese de abogado
ninguno que fuese, a lo menos, de una condición honrada, y no de condición vil y
baja. Señala Dupin12 que ese mismo Emperador y Anthemio dictan otra ley, por
medio de la cual se declara que los abogados que se consagraran a la defensa de
los intereses del público o de los particulares, sostienen las fortunas vacilantes,
levantan las caídas, y que se hacen tan útiles al público como si defendiesen su
patria y sus parientes con peligro de su vida: esta ley compara sus funciones a los
ejercicios militares, por la razón de que ellos defienden con todas sus fuerzas el
honor y la vida de los ciudadanos. También declararon expresamente que para ser
recibido de abogado era preciso ser de religión católica, y que, si se contravenía esa
ley, no solo el abogado, sino también el que lo hubiese recibido serian castigados.
Anastasio concede a los antiguos abogados que se retiraban del ejercicio de
la profesión el título de “clarísimos” en reconocimiento por sus trabajos.
Justino y Justiniano, confirman los diferentes privilegios que se les habían
concedido a los abogados por sus predecesores, y ampliaron a ellos otros nuevos,
haciendo ver el grado de aprecio y consideración que tenía la profesión.
Cabe destacar que, en Roma, la entrada en el foro le estaba prohibida a los que
tenían nota de infamia y a los sordos, estos últimos a causa de los inconvenientes
que podían resultar del hecho de no poder escuchar los decretos del pretor. Los
ciegos podían ser jueces, pero no alcanzaban la condición de abogados. Tampoco
se les permitía a las mujeres ser abogados, era un oficio viril.
Los jóvenes a quienes se quería recibir en el foro eran conducidos a éste por
su padre natural o adoptivo, o por cualquier otro que tuviese la condición de tal,
con el acompañamiento más numeroso que pudiese reunir, y presentado así el
candidato el senado lo admitía en el número de abogados jóvenes para asistir a
las audiencias o instruirse en la ciencia del foro.

12
Dupin, André Marie Jean Jacques. Op. Cit. La Abogacía o el Arte del Abogado, p. 16.
Capítulo I. La profesión de abogado 37

Los abogados no prestaban juramento al tiempo de su recepción, pero en


cada causa que defendían estaban obligados al empezar, a prestar el juramento
de decir la verdad.
En Roma, algunas veces los romanos tenían muchos abogados para una sola
causa, después de las guerras civiles hasta la ley Julia se permitió tener hasta
doce, sin embargo, era uno solo al que se le concedía la palabra durante todo el
curso de la causa.
Los antiguos oradores romanos, invocaban a los Dioses al inicio de sus
discursos, pero desde los tiempos de Cicerón se dejó de observarse este uso. El
tiempo de cada orador o abogado no estaba fijado, hasta que Pompeyo ordenó que
el acusador no podía hablar sino por el espacio de dos horas y por el de tres horas
para el acusado, pudiendo ser extendido el tiempo si el acusado así lo requería y
se le consideraba necesario.
Los Emperadores Valentino y Valento, instituyeron que los abogados se
mantuviesen de pie durante el desarrollo de su exposición, también les prohibieron
proferir injurias, declaraciones malignas contra sus adversarios y emplear ningún
tipo de dilación para prolongar la causa.
El oficio de los patronos y abogados era eminentemente gratuito, pero a
medida que, las leyes y los negocios se fueron multiplicando, se hizo más difícil
y oneroso, razón por la cual, los clientes comenzaron a entregar presentes a sus
patronos, a fin de precisarlos en el encargo de su defensa. Esto fue considerado
como un abuso, y por ello el tribuno Cincio redactó una ley que fue llamada con
el nombre Cincia, por medio de la cual se prohibía a todo patrono u orador recibir
dinero, ni ningún otro presente por ninguna causa.
Silio fue elegido Cónsul hacia el fin de su reinado, y autorizó a los abogados
para recibir honorarios de sus clientes, y prohibió el que se les molestase, bajo el
pretexto de haber recibido de ellos cantidades demasiado considerables.
El Emperador Claudio ordena reducir a no tomar más de diez grandes
sestercios por concepto de honorarios profesionales, siendo revocada esta orden
por el Emperador Nerón. Trajano reestablece la ley de Claudio y añadió a ella
solamente que los abogados no pudiesen exigir los diez sestercios sino después
de haber sido juzgada la causa.
Por último, debemos destacar que Constantino el Grande, prohibió también
a los abogados, el realizar con sus clientes ningún pacto de quota litis (se cobra
como honorarios una parte del pleito, un cobro a porcentaje o comisión), bajo la
pena contra el abogado de ser privado de su estado.
38 Manuel Espinoza Melet

3. LA PROFESIÓN DE ABOGADO EN COLOMBIA

3.1 Reseña histórica de los estudios de derecho en Colombia (siglos


XVI al XIX)

Desde el inicio del periodo de la conquista y la colonización, los monarcas


españoles tuvieron un claro interés en el dominio político y económico sobre
los territorios americanos, el cual extendió en un control sobre las autoridades
eclesiásticas a través del patronato.
Los capitanes Generales asumen gran parte del control, quienes, a pesar de no
contar con una formación jurídica, contaban con asesores letrados. Las funciones
eclesiásticas estaban reservadas a los religiosos, razón por la cual, imperaba el
derecho canónico. Los letrados tenían el monopolio de los altos oficios de la justicia
y una importancia general en todas las funciones de gobierno, donde generalmente
eran llamados como asesores.
Los más altos tribunales de Indias eran las audiencias. De sus decisiones
sólo se podía recurrir ante el rey, o más exactamente, al Consejo de Indias. Las
audiencias estaban presididas por el virrey, gobernador o autoridad política y
podían actuar como cuerpos asesores para determinadas decisiones de gobierno.
Los tribunales de Indias, ejercían importantes funciones políticas y legislati-
vas. Para la mayor parte de los casos civiles y penales era un tribunal de apelación;
podía conocer también los casos de quienes sintieran que un acto de la autoridad
política le hubiera causado injuria.
La cronología en la creación de las audiencias refleja el temprano interés de la
Corona en proveer de audiencias a los nuevos dominios, y casi todas fueron creadas
en pleno siglo XVI. Santo Domingo se creó en 1511, México en 1527, Panamá en
1538 (suprimida en 1543 y restablecida en 1563), Lima en 1542, Guatemala (Los
Confines) en 1543, Santa Fe (Bogotá) en 1547, Guadalajara en 1556, Charcas en 1559,
Quinto en 1565, Chile en 1565 (suprimida en 1574 y restablecida en 1609), Buenos
Aires en 1661 (suprimida en 1671 y restablecida en 1783), Caracas y Cuzco en 1786.
España se muestra interesada en América letrada e instruida, es por ello, que
propicia la creación de universidades por todo el continente, muy especialmente en
lo atinente a los estudios jurídicos. Por la fuerte influencia de la Iglesia Católica13,
el virreinato le confía la fundación y orientación de las universidades.
13
Marcano Salazar, Luis Manuel. Historia del Derecho Historia de las civilizaciones antiguas,
modernas y contemporáneas, Bogotá, Tercera Edición, Grupo Editorial Ibáñez, 2019, p. 275:
“La iglesia protagonizará un rol fundamental en el proceso de conquista y asentamiento de la
Capítulo I. La profesión de abogado 39

En 1538 se creó la de Santo Domingo; en 1551 se crearon la de San Marcos,


en Lima, y la de México, en 1586, en Quito; en 1594, Bogotá; en 1598, Cuzco;
en 1622, la de San Francisco Javier de Chuquisaca; en 1681 la de San Carlos de
Guatemala; en 1721, la de Caracas; en 1728, La Habana; en 1738, la de San Felipe
Chile; en 1761, Córdoba, Argentina; en 1791, la de Guadalajara.
En Bogotá, En 1580, mediante la bula Romanus Pontifex, el Papa Gregorio
XIII erigió en el Convento de Nuestra Señora del Rosario de Santa Fe en
Universidad de Estudios Generales, aunque el Pase Regio Execuator, del rey
Felipe III de España, solo fue otorgado en 1630, al finalizar grandes discusiones y
controversias con la Compañía de Jesús, por concepto de derechos universitarios,
año en que ya se había establecido la “Universidad y Academia de San Francisco
Javier”, comienzo de las instituciones educativas y que ahora se conoce bajo el
título de Pontificia Universidad Javeriana, que brindaba sus servicios desde un
poco antes que 1623 bajo la consigna de los Jesuitas.
En 1608, Gaspar Núñez de Figueroa, promueve la fundación del Colegio
Santo Tomás de Aquino. Luego, en 1624, se fusiona con la Universidad de Estudios
Generales. Constituyéndose de esta manera el Colegio-Universidad Santo Tomás,
que promovió sus primeros egresados en 1626. La fusión a perpetuidad entre el
Colegio y la Universidad se logró en junio de 1639.
El Rey Felipe III, por medio de la Cédula del 2 de febrero de 1622, ordenó
a las autoridades de América dar ejecución al documento Pontificio, dándose así
las condiciones necesarias para la fundación de la Javeriana en el Colegio de la
Compañía de Jesús de Bogotá.
Como bien lo sostiene Vergara Melano14, en Colombia, las disposiciones
que se remontan a la aparición formal de la profesión de abogado en el contexto
colonial; en este sentido, enfatiza lo siguiente:
esto es, al periodo de la Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias promulgadas
por Carlos II en 1681 a la Real Cédula de Carlos III dirigida a las Reales Audiencias
de México y Santa Fe de 1785) respecto de la formación de abogados y procuradores

sociedad colonial. La noción y aceptación del carácter divino de los reyes, que es heredera de la
Edad Media por el derecho divino que poseían los monarcas absolutistas, va a definir el molde
autoritario, personalista patrimonial y hegemónico de la Monarquía Española como dueña y señora
de sus colonias. Las misiones desarrolladas por los jesuitas cumplirán un rol de evangelización de
importancia y endoculturación propiciando cambios radicales en la vida de los autóctonos sin
propinarles sufrimiento y dolor como sucedió en las encomiendas”.
14
Vergara Molano, Alberto. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, Bogotá,
Ediciones Nueva Jurídica, 2018, pp. 180 y 181.
40 Manuel Espinoza Melet

en tierras de ultramar, puesto que, anota Víctor Manuel Pérez Valera, “durante
los primeros años después de la conquista se prohibió la emigración de abogados y
procuradores a la Nueva España, lo mismo que la creación de tribunales jurídicos.
Los dominicos fundan la primera cátedra de leyes, de la cual egresan los
primeros abogados en 1768. En el año 1771, los jesuitas establecen los estudios
de derecho.
En Bogotá, Fray Bartolomé Lobo Guerrero funda el Colegio de San Bartolomé,
en 1773 Fray Cristóbal de Torres establece el Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario, el cual imparte formación para futuros abogados, de la mano de
dominicos y de la diócesis de la ciudad. Luego se funda la Universidad Javeriana
de los Jesuitas.
Cabe destacar, que además de Santa Fe de Bogotá, en las poblaciones
colombianas de Popayán, Tunja y Cartagena se comienzan a impartir enseñanzas
de derecho y teología, a pesar de la imposibilidad de expedir los diplomas
correspondientes, razón por la cual los aspirantes a los títulos académicos debían
necesariamente de trasladarse a Bogotá para tal efecto.
La f lexibilización anotada buscaba entonces la derogatoria de los
denominados “juicios de sangre”, esto es, los procedimientos llevados a cabo
frente a las Reales Audiencias por los “profesionales” para demostrar su
ascendiente legítimamente español y con ello ejercer, entre otras, la profesión
de abogado, y al mismo tiempo reglamentar la formación de los profesionales en
leyes en la recién nacidas instituciones universitarias, las cuales, naturalmente,
inician su trabajo de la mano de la Iglesia Católica, única entidad, a ojos de la
Corona, con los medios logísticos y la capacidad moral para dirigir la educación
profesional del Derecho”.
La admisión a la Universidad estaba reservada al estrato superior, el requisito
era ser hijo legítimo, de ascendientes cristianos, limpios de toda mala raza, quedando
en consecuencia, excluidos los hijos de negros, indios, pardos y conversos. La
Universidad era muy celosa en la calidad de sus estudiantes, por ello, se impedía el
ingreso de personas de las que se tuvieran sospechas de que pertenecieren a estratos
inferiores o la mezcla con ellos.
Es importante también destacar, que era muy elevado el costo de los estudios,
debido fundamentalmente al costo de los grados. En efecto, prevalecía la “pureza
de sangre” para el ingreso a los estudios universitarios, estando excluidas las
“malas razas” y los “blancos de orilla”, que eran los inmigrantes provenientes de
España, pobres en busca de fortuna, que vivían en las afueras de la ciudad donde
también vivían los pardos.
Capítulo I. La profesión de abogado 41

Prueba de ello, es lo señalado por Pérez Perdomo15, al afirmar, lo siguiente:


Un indicador importante de la posición social de los estudiantes era la ocupación
del padre. Silva (1992, 209) destaca que entre 219 candidatos a obtener colegiatura
en el Colegio del Rosario (Bogotá) entre 1660 y 1800, el 20% era hijo de militares,
otro tanto de funcionarios de la Real Audiencia o de la Real Hacienda, el 16% de
alcaldes, el 10% de miembros de cabildo. Ocupaciones menores como escribanos,
procuradores, boticarios, están muy débilmente representadas.
A los efectos de los estudios de derecho, especialmente a lo relacionado con
las exigencias correspondientes, Vergara Molano16, citando a Víctor Manuel
Pérez Valera, destaca:
Para estudiar y practicar el Derecho por Real Cédula de Carlos III dirigida
a las Reales Audiencias de México y Santa Fe de (1785) se exigían, además
de tener como mínimo el título de bachiller, cuatro años de práctica en algún
despacho y aprobar un examen ante la Real Audiencia después de recibido el
título. (…) “La Nueva Recopilación” prohibía que se asegurara o prometiera
la victoria en un pleito, pues se consideraba que se fomentaba la litigiosidad.
Además, se establecía la obligación de defender las causas de los pobres “de
gracia y por amor de Dios.
Pérez Perdomo17, destaca que, a pesar de poca información sobre el número
de estudiantes en Bogotá, por cuanto los estudiantes estaban divididos en colegios,
y se obtuvieron cifras para algunos de ellos:
Entre 1778 y 1795 las cifras varían entre 8 y 33 en el Colegio del Rosario (Silva,
1992, 151). Las cifras de graduados confirman los números relativamente bajos. En
Bogotá, en la Universidad de Santo Tomas de Aquino se graduaron 76 bachilleres
en leyes y 302 en cánones entre 1768 y 1808 (Silva, 1992:155). Como era posible
el grado en ambos derechos, la cifra de graduados es menor a 378. Esto hace un
promedio de unos 8 o 9 graduados por año.
Respecto a los estudios de derecho en Colombia durante ese período, destaca
Goyes Moreno18, lo siguiente:

15
Pérez Perdomo, Rogelio. Los abogados americanos en la monarquía española, disponible en: https://
auguskahl.blogspot.com/2010/06/los-abogados-americanos-de-la-monarquia.html
16
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, p. 182.
17
Pérez Perdomo, Rogelio. Op. Cit. Los abogados americanos en la monarquía española.
18
Goyes Moreno, Isabel. La enseñanza del derecho en Colombia (1886-1930), Tesis Doctoral,
Universidad de Nariño, Doctorado en Educación, Área Historia de la Educación Latinoamericana,
Rudecolombia, San Juan de Pasto, 2008, p. 38, disponible en: file:///C:/Users/manol/AppData/Local/
Packages/microsoft.Windowscommunicationsapps_8wekyb3d8bbwe/LocalState/Files/S0/2748/
Attachments/Tesis-Isabel-GoyesMoreno [43 91].pdf
42 Manuel Espinoza Melet

la innovación curricular permitió el estudio del derecho civil según Arnoldo


Vinio, las notas de Heinnecio y las institutas de Torres, la filosofía siguiendo a
Melchor Cano y teólogos franceses como Abelly, Duviat, Fleury, algunos de ellos
aceptaban la separación de los poderes civil y eclesiástico e inclusive la supremacía
del poder real en ciertos asuntos. Se estudió, así mismo, el derecho patrio español
para contrarrestar el énfasis eclesiástico que se daba a la formación jurídica, según
la cual el poder del Rey era subalterno del poder divino que ejercía el Papa y sus
representantes. Para corregir este mensaje tergiversado, se sustituyó a teóricos
como Suárez que defendían la primacía del poder de la iglesia, sin desconocer la
importancia de mantener los cursos de derecho canónico. Los estudios se realizaban
en cinco años y para los últimos tres se recomendaba el estudio del derecho
canónico. Se destaca que debido a la tradición romano civilista, los estudios de
derecho se estructuran de manera similar en cuanto a sus contenidos, textos y
métodos en casi todos los países de América Hispánica.
Cabe destacar que, durante el período colonial, los planes de estudios de
derecho sufrieron algunas modificaciones, producto de la incesante insistencia
de imponer el poderío civil frente al eclesiástico. Es por ello, que la enseñanza
jurídica entre los años 1760 y 1770 fueron orientadas en la disminución del
poder ejercido por la iglesia en lo concerniente a la vida civil; luego en 1779, por
disposición de la Junta de Estudios se ordena a los dos colegios mayores que,
además de los dos años de derecho civil español y de derecho romano, le sea
sumado un año de derecho público (la cual abordaba temas de principios de las
instituciones públicas, derecho internacional y derecho natural). En 1790, por
influencia de la revolución francesa, se produce una reforma, a los fines de evitar
que los estudiantes de derecho se viesen influenciados por esos acontecimientos;
una evaluación de derecho público realizada en 1795 produjo su exclusión, siendo
sustituida dicha cátedra por la de derecho real de carácter exegético y que versaba
sobre el derecho español19.
El 18 de marzo de 1828, el vicepresidente General Francisco de Paula
Santander, mediante Decreto, dio curso al nuevo plan de estudios, mediante el
cual se establecía en relación a los estudios de derecho, lo siguiente:
Capítulo XXVI Clases de Jurisprudencia
Artículo 168: Principios Legislación universal y de legislación civil y penal.
En esta cátedra que es de la mayor importancia para todos los que abracen la
carrera de jurisprudencia, se harán conocer las leyes naturales que regulan las
obligaciones y derechos de los hombres entre sí, considerados individualmente y
también formando sociedades políticas. Los tratados de legislación civil y penal

19
Ibídem, p. 42.
Capítulo I. La profesión de abogado 43

de Bentham servirán por ahora, para las lecciones de los diversos ramos que han
de enseñarse en esa cátedra, en la que podrán también estudiarse las lecciones del
Rey de Grenoble. El maestro consultará igualmente los principios de legislación
universal por un anónimo, la ciencia de la legislación y las demás obras clásicas
que hay sobre varios de los puntos que contiene esta asignatura.
Artículo 169: Derecho público político, constitución y ciencia administrativa.
El derecho público político se enseñará en esta cátedra por la obra elemental
de Constant mientras hay otra más propia para una República. Conocidos los
principios y las bases sobre las que deben estribar los gobiernos bien establecidos,
se harán conocer y explicar la constitución de Colombia. El profesor de esta
asignatura consultará los escritos luminosos de Montesquieu, Marbly, Tracy,
Fritot y demás obras clásicas. En cuanto a la ciencia administrativa, dará a
conocer las funciones y obligaciones de los jefes de la administración, el catedrático
cuidará de hacer conocer las leyes de Colombia, las funciones principales de sus
jefes de administración y las diferentes obligaciones que ellas imponen. Les dará
también un conocimiento exacto de los principios generales de esta ciencia en
la que se deben estudiar los elementos de comercio, agricultura, y de industria, la
teoría de las rentas e impuestos, la estadística de la República, los presupuestos
anuales de gastos, y las discusiones a que haya lugar en el Congreso. Bajo de estos
principios el catedrático tendrá la obligación de formar sus cursos de lecciones,
mientras que hay alguna obra elemental propia para Colombia, pudiendo consultar
las obras de Bonin y la de Poirier sobre legislación administrativa.
Artículo 170: Historia e instituciones de derecho civil, romano y derecho
patrio. Un catedrático dará lecciones sobre estos diferentes ramos. La historia del
derecho civil romano se estudiará por el compendio de antigüedades romanas de
Heineccio y las instituciones por el de Vinio, castigado por don Juan de Sala. El
derecho patrio o las leyes positivas de Colombia y su legislación civil y criminal,
deberá estudiarse por sus propios códigos. Los principios del derecho español se
estudiarán por la ilustración del derecho real de España escrita por don Juan de
Sala.
Artículo 171: Economía Política. La obra clásica de economía política de
Juan Bautista Say, corregida por el mismo se adoptará para dar lecciones en
esa cátedra, en la servirá de resumen su cartilla política. El maestro consultará
también las obras posteriores y los progresos que haga la ciencia de la economía
para enseñarlos a sus discípulos.
Artículo 172: Derecho Internacional o de gentes. Las lecciones de esta
cátedra se darán por Wattel, haciéndose conocer al menos un resumen de los
44 Manuel Espinoza Melet

principales tratados especialmente los de Colombia. El catedrático consultará la


obra de Martens su manual diplomático, y las obras de Burlamaqui y Azuni.
Artículo 173: Derecho público eclesiástico, instituciones canónicas y
disciplinas e historia eclesiástica y suma de concilios. Un mismo catedrático
enseñará estos diferentes ramos. Las lecciones de derecho público eclesiástico
de Segismundo Lakis, continuando después el estudio de su obra Jus publicum
aeclesiasticum y el ensayo sobre las libertades de la iglesia española en ambos
mundos. Se consultará a Vannespen, Marca, Bossuet y Covarrubias, en sus
recursos de fuerza y las instituciones de Cavalari. La disciplina eclesiástica se
estudiará por la obra de Pellizzia o la de Tomasino. La historia eclesiástica por
un resumen de las de Ducreux o Gineineri, consultando el maestro las obras de
Fleuri y de Martenne. La suma de concilios podrá estudiarse por la obra de Larrea
o la de Carranza.
Capítulo XXVIII.- Los autores consignados en este decreto para la enseñanza
pública no se deben adoptar ciegamente por los profesores en todas sus partes.
Si alguno o algunos tuvieren doctrinas contrarias a la religión, a la moral y a la
tranquilidad pública, o erróneas por algún otro motivo, los catedráticos deberán
omitir las enseñanzas de tales doctrinas, suprimiendo los capítulos que las
contengan y manifestando a los alumnos los errores del autor o autores en aquellos
puntos, para que precavan de ellos y de ningún modo perjudiquen a los sanos
principios en que los jóvenes deben ser imbuidos.
En ese mismo año de 1828, el Libertador Simón Bolívar en un esfuerzo
desesperado por mantener la estabilidad de la Gran Colombia, se declara dictador,
asumiendo la presidencia vitalicia. Ante esta circunstancia, se genera un sector
de oposición encabezada por intelectuales y estudiantes, quedando plasmada en
una famosa estrofa de Luis Vargas Tejada, que decía: “Si de Bolívar la letra con
que empieza y aquella con la que acaba le quitamos, «oliva» de la paz símbolo
hallamos. Esto quiere decir que la cabeza al tirano y los pies cortar debemos si
es que una paz durable apetecemos”.
La situación llega a tal nivel que, el 25 de septiembre de 1828, se ejecuta un
atentado contra la vida del Libertador Simón Bolívar. Tres docenas de atacantes
forzaron el ingreso a la medianoche al Palacio Presidencial comandados por el
comandante Pedro Carujo y luego de asesinar a los guardias se dirigieron al
cuarto de Bolívar, quien logró escapar por la ventana, con ayuda de su compañera
Manuela Sáenz. Bolívar salva su vida milagrosamente, y comienza un proceso de
reestructuración de ideas y de toma de decisiones. Entre las medidas adoptadas,
resalta una reforma educativa, por cuanto se consideraba que las ideas de Jeremías
Capítulo I. La profesión de abogado 45

Bentham, implementadas en los planes de estudio, alimentaron la ira de alguno


de los estudiantes. Tomando en cuenta el antecedente del Decreto del 12 de marzo
de 1828, donde el Libertador Bolívar dictaminó:
Artículo 1°: “En ninguna de las universidades de Colombia se enseñarán los
Tratados de Legislación de Bentham, quedando por consiguiente reformado el
artículo 168 del Plan General de Estudios.”
Es así, como se toma la determinación de modificar el plan de estudios de
Derecho, y el 20 de octubre de 1828 el Ministerio de Estado en el Departamento
del Interior, Sección 2da, informa las modificaciones que se imponían de manera
inmediata:
1. Que se ponga el mayor cuidado en el estudio y restablecimiento del latín,
que es tan necesario para el conocimiento de la religión (…) 2. Que se cuide que
los estudiantes de Filosofía llenen la mayor parte del segundo año con el estudio
de la moral y derecho natural (…) 3. Que quedan suspensas y sin ejercicio alguno
por ahora las cátedras de principios de legislación universal, de derecho público
político, constitución y ciencias administrativas (…) 4. Que cuatro años se empleen
en el estudio de derecho civil de romanos, del patrio y de la jurisprudencia
canónicas (…) 5. Que desde el primer año se obligue a los jóvenes a asistir a una
cátedra de fundamentos y apología de la religión católica romana, de su historia y
de la eclesiástica (…) Por separado propondrá los medios que pudieran emplearse
para conservar puras la moral y las costumbres de la juventud y preservarla del
veneno mortal de los libros impíos, irreligiosos y obscenos, que hacen tantos
estragos en su moralidad y conducta… José M. Restrepo20.
El 05 de diciembre de 1828, se expide un Decreto, mediante el cual se adopta
un plan de estudios, con clara tendencia contraria a las ideas de Bentham. En
virtud del cual las facultades de jurisprudencia estudiarán:
1.2.1.1. Instituciones de derecho romano, las de España y de las nuevas de
la República.
1.2.1.2. En tercer año, Derecho Canónico, disposiciones eclesiásticas y las
de la Iglesia de Colombia.
1.2.1.3. Al finalizar el cuarto año, se expide el título de Bachiller.
1.2.1.4. Para los aspirantes a alcanzar los títulos de Licenciado o Doctor
en Derecho, debían tomar lecciones de Principios de Derecho

20
Ibídem, p. 60.
46 Manuel Espinoza Melet

Internacional, Legislación Universal, Economía Política, Ciencia


Administrativa, Literatura y Bellas Artes.
Entre los años 1833 y 1836, bajo la presidencia del General Francisco de Paula
Santander se retorna el estudio de los textos de Jeremías Bentham.
Tal y como lo describe Goyes Moreno21, los primeros años de la década de los
cuarenta fueron orientados hacía una nueva concepción educativa. En este sentido:
La reforma a los estudios de derecho contenida en la ley de mayo de 1840, aunque
señaló las materias que debían enseñarse, derogó la designación de autores y
textos, en señal de respeto por las creencias católicas mayoritarias de la población,
autorizando a los docentes a seleccionar las obras de consulta, o en su defecto,
incitándolos a escribir las propias. Esta disposición fue la antesala de nuevas
medidas contenidas en la ley 21 de 1842, en el Decreto del 20 de junio de 1842 y
específicamente por el Decreto de 1° de diciembre de 1842 que organizó las
universidades, estas normas fueron proferidas por el Partido conservador en el
poder durante la Presidencia de Pedro Alcántara Herrán, a partir de ellas se puso en
marcha la contrarreforma educativa, cuyos rasgos centrales pueden identificarse así:
1. Respeto a las tradiciones religiosas;
2. Fomento a las ciencias útiles y modernas;
3. Compatibilidad entre intervención del Estado y libertad de enseñanza.

En la Facultad de Jurisprudencia, se incluyeron las siguientes asignaturas:


– Derecho constitucional
– Derecho administrativo
– Estadística
– Derecho civil patrio
– Derecho penal
– Derecho internacional
– Derecho comercial
– Derecho marítimo
– Procedimiento civil y criminal
– Teorías de las pruebas
– Práctica forense

21
Ibídem, p. 63.
Capítulo I. La profesión de abogado 47

– Derecho público y eclesiástico


– Instituciones canónicas
– Elementos e historia del derecho romano
– Economía política
Cabe destacar que, en 1868, la escuela de jurisprudencia, clasifica a os
estudiantes en tres categorías: matriculados con opción de grado, matriculados sin
opción a grado y asistentes. En el plan de estudios, una vez más, se introdujeron con
carácter de obligatorio los textos de Jeremías Bentham y los de Desttut Tracy.
Goyes Moreno22 hace énfasis del Reglamento Orgánico de la Universidad
Nacional, de fecha 10 de agosto de 1876, emanado del Gran Consejo Superior
Universitario, donde destaca los siguientes aspectos:
a. El carácter de institución pública destinada a dar enseñanza gratuita
secundaria y profesional.
b. La creación del Gran Consejo Universitario, responsable de la dirección
institucional, al que le corresponde declarar cuándo un docente pierde
esta condición como producto directo de la inasistencia y especialmente
examinar mediante comisiones, qué se enseña, con qué métodos se
desarrollan las clases y qué practicas se implementan.
c. La regulación de la figura de pasantes, nombre que se les daba a los
estudiantes que asumían unas responsabilidades especiales en relación con
la disciplina, asistencia, cumplimiento de los deberes de sus compañeros
y mantenimiento de las instalaciones.
d. El establecimiento de un sistema rígido de control de asistencia,
rendimiento académico, buen comportamiento, cuyo resultado final
acarrea o bien premios o castigos.
e. El artículo 138 regula un sistema de prerrequisitos al ordenar que no se
pueden tomar los cursos de derecho romano, derecho civil nacional y
derecho internacional, si previamente no se ha aprobado Ciencia de la
legislación civil y penal, así como Economía colombiana.
f. Cada escuela dispone de dos clases de programas elaborados por los
catedráticos: los de enseñanza que contienen un índice detallado de los
principios de la respectiva ciencia y de los exámenes que contienen tesis
generales sobre la materia.
22
Ibídem, pp. 82, 83 y 84.
48 Manuel Espinoza Melet

g. Para la obtención del grado en jurisprudencia era necesario someterse a


dos preparatorios orales, donde de manera pública se examina sobre los
cursos.
h. El artículo 284, establece que: “Se publicará un periódico que llevará el
título de “Anales de la Universidad”, en el que se publicarán los Estatutos
y Reglamentos de la misma Universidad i de las Escuelas, el resultado
de los exámenes, certámenes i grados, las resoluciones del Gran Consejo
universitario i las de la Junta de Inspección i Gobierno, los programas
de los cursos, los registros de asistencia de los Catedráticos, las notas
buenas i especiales que hayan merecido los alumnos, los trabajos i
noticias científicas importantes i en fin, todo cuando conduzca a hacer
conocer la organización i progresos de la Universidad i a difundir en el
país conocimientos útiles”.
En el plan de estudios liberal, propuesta para la escuela de Jurisprudencia,
se incluyeron las siguientes asignaturas:
– Legislación Civil y penal
– Economía política
– Derecho romano
– Derecho civil nacional
– Derecho internacional
– Pruebas judiciales
– Derecho comparado
– Procedimientos judiciales
En 1876, se inician los trámites para el establecimiento de la Universidad
Católica, la cual es abiertamente opuesta a los ideales del liberalismo. Dicha casa de
estudios comienza sus labores en 1880. En su plan de estudios, resalta la estructura
formativa colonial, con fuerte influencia del derecho canónico, impartiendo
enseñanzas en derecho civil y romano, derecho penal y filosofía del derecho.

3.2 Reglamentación de la abogacía en Colombia

En Colombia, los primeros vestigios relacionados con el ejercicio de la


abogacía, se encontraban en el artículo 44 de la Constitución de 188623, el cual
23
Artículo 44: “Toda persona podrá abrazar cualquier oficio y ocupación honesta sin necesidad de
pertenecer a gremio de maestros o doctores.
Capítulo I. La profesión de abogado 49

permitía inspeccionar las profesiones relativas a la moralidad, la seguridad y


salubridad pública. Luego, la referida norma constitucional fue sustituida por el
Acto Legislativo número 1 de 191824, el cual señalaba, lo siguiente: “Toda persona
podrá abrazar cualquier oficio y ocupación honesta sin necesidad de pertenecer
a gremio de maestros o doctores.
Las autoridades inspeccionarán las industrias y profesiones en lo relativo a la
moralidad, la seguridad y la salubridad públicas. La ley podrá ordenar la revisión
y fiscalización de las tarifas y reglamentos de las empresas públicas de transporte
o conducciones y exigir títulos de idoneidad para el ejercicio de las profesiones
médicas y de sus auxiliares y de la de abogado.”
En los años 1928 y 1931, las Leyes 62 y 21, las cuales fueron complementadas
con la 69 de 1945, abordaron algunos tópicos de la abogacía, pero a criterio de
Monroy Cabra25 “se ocupaban muy poco de la ética de la abogacía, y el régimen
disciplinario era incompleto e impreciso.”
En efecto, la citada Ley 62, establecía en sus incisos 1 y 2 de su artículo 1°,
que no podían ser admitidos como apoderados en los negocios civiles, criminales,
administrativos o contencioso administrativos sino los abogados recibidos y que
haya obtenido la correspondiente matrícula conforme a la ley.
También la Ley 62, en su artículo 3°, estatuía que podrían ser recibidos como
abogados los individuos que se hallen en algunos de los casos siguientes:
1°. “Haber obtenido título de doctor o licenciado en Derecho o Jurisprudencia
de una Facultad o Universidad oficial; o en una privada colombiana que tenga
personería jurídica; o cualquier instituto, Facultad o Universidad privada
colombiana que haya existido con anterioridad a esta Ley; o en Instituto, Facultad
o Universidad extranjera de reconocida fama y notoriedad, cuandoquiera que el
colombiano, con anterioridad a esta Ley;
2°. Haber desempeñado durante dos años, por lo menos, el cargo de Magistrado
de la Corte Suprema de Justicia Consejero de Estado, Procurador General de la
Nación, Fiscal del Consejo de Estado o el de Abogado de la Nación en la Jefatura

Las autoridades inspeccionarán las industrias y profesiones en lo relativo a la moralidad, la seguridad


y la salubridad públicas. La ley podrá ordenar la revisión y fiscalización de las tarifas y reglamentos
de las empresas públicas de transporte o conducciones y exigir títulos de idoneidad para el ejercicio de
las profesiones médicas y de sus auxiliares y de la de abogado.”
24
Diario Oficial, Año LIV N. 16476. 28, agosto, 1918.
25
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Ética del Abogado, Régimen Legal y Disciplinario, Bogotá, Sexta
Edición, Librería Ediciones del Profesional Ltda., 2015, p. 28.
50 Manuel Espinoza Melet

de alguna sección o departamento administrativos; 3o. Habar desempeñado


durante cuatro años, por lo menos, el cargo de Magistrado de la Corte Suprema
de Justicia, Consejero de Estado, Procurador General de la Nación, Fiscal del
Consejo de Estado o el de Abogado de la Nación en la Jefatura de alguna sección
o departamento administrativos;
4°. Haber sido profesor de Derecho, durante un periodo no menor de tres
años en una de las Facultades o Universidades a que se refiere el ordinal 1°. De
este artículo;
5°. Haber ejercido la profesión de abogado de manera honorable y competente
por un periodo no menor de cinco años, antes de la vigencia de esta Ley.”
La ley 62, también hacía viable la posibilidad mediante la cual las personas
que habían terminado sus estudios, sin haber obtenido aún su correspondiente título
académico, pudieran ejercer la abogacía por un término perentorio de dos años.
La Ley 21 de 1931, dio la posibilidad de la inscripción como abogados para
aquellas personas que habían ejercido los cargos de jueces de circuito o juez
superior de distrito por más de cuatro años. También dispuso, en su artículo 13,
lo siguiente: “Las personas que hubieren terminado sus estudios de Derecho en
Facultad oficial o de reconocida aceptación, antes de la vigencia de la Ley 62 de
1928, serán inscritos con las formalidades indicadas en dicha ley y podrán ejercer,
en tal virtud, la abogacía, siempre que comprueben su honorabilidad en la forma
establecida. El Tribunal puede dictar todas las medidas tendientes a investigar
la autenticidad del certificado que acredite el hecho de haber terminado tales
estudios”.
La Ley 69 de 194526, en su artículo 1° disponía: “Nadie podrá litigar en causa
propia o ajena si no es abogado inscrito, salvo las excepciones siguientes:
a). En los juicios cuya cuantía no exceda de cien pesos ($ 100.00);
En los juicios cuya cuantía exceda de cien pesos ($ 100.00), sin pasar de
trescientos ($ 300.00) que se ventilen en los Municipios que no sean cabecera de
Circuito y en donde no se hallen inscritos por lo menos cinco abogados.
b). En los que cursan en los Juzgados de los Lazaretos;
c). En los asuntos de que conocen los funcionarios de Policía, por competencia,
a menos que se trate de querellas civiles de policía promovidas en Municipios en
donde ejerzan de modo habitual cinco o más abogados inscritos;

26
Diario Oficial N° 26.019, de fecha 27 de diciembre de 1945.
Capítulo I. La profesión de abogado 51

d). En el ejercicio de acciones públicas consagradas por la Constitución o


concedidas por la ley;
e). En los actos de oposición en diligencias judiciales o administrativas,
como en los secuestros, entregas o seguridad de bienes, posesión de minas y
otros análogos; pero la acción posterior a que dé lugar la oposición intentada o
consumada en el momento de la diligencia, deberá ser patrocinada por abogado
inscrito, si lo exigen la naturaleza o cuantía del juicio.
f). Para formular ante cualquier autoridad denuncias o querellas o ejercitar
el simple derecho de petición que consagra el artículo 45 de la Constitución.
Parágrafo. Entiéndese las excepciones autorizadas por el artículo 40 de la
Constitución Nacional a las personas que, con anterioridad al 16 de febrero de
1945, hayan sido recibidas como abogados de conformidad con las Leyes 62 de
1928 y 21 de 1931.”
En 1970, mediante el Decreto 32027, se dicta el estatuto del ejercicio de la
abogacía, el cual tuvo poca vigencia; el referido estatuto regulaba lo atinente
a la inscripción, el ejercicio de la abogacía, inspección y vigilancia, deberes
profesionales y régimen disciplinario. Tal y como lo destaca Monroy Cabra28
“Posteriormente, el Decreto 1158 modificó los artículos 57,58,59,60,61,62,66,85
y 86 del citado Decreto 320.”
A partir de 1971, la abogacía en Colombia se encuentra reglamentada por el
Decreto 19629 y por la Ley 1123 de 200730.
En el año 1971, mediante el Decreto 19631, se dicta el estatuto del ejercicio
de la abogacía, el cual tuvo vigencia hasta el año 2007; el referido estatuto regulaba
lo atinente a la inscripción, el ejercicio de la abogacía, inspección y vigilancia,
deberes profesionales y régimen disciplinario.
El Decreto 32032, de fecha 21 de diciembre de 1979, regula la enseñanza del
derecho, y el Decreto 076533 de 1977 reglamenta los artículos 30,31 y 32 del Decreto
196 de 1971 y la prestación del servicio profesional para optar al título de abogado.

27
Diario Oficial N° 33.023, de fecha 21 de marzo de 1970.
28
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, Régimen Legal y Disciplinario, p. 28.
29
Diario Oficial N° 33.255, de fecha 1° de marzo de 1971.
30
Diario Oficial N° 46.519, de fecha 22 de enero de 2007.
31
Diario Oficial N° 33.255, de fecha 10 de marzo de 1971.
32
Diario Oficial N° 33.023, de fecha 21 de marzo de 1970.
33
Diario Oficial N° 0765, de fecha 1° de abril de 1977.
52 Manuel Espinoza Melet

Nos enseña Monroy Cabra34, que, en Colombia, las normas que reglamentan
el estatuto de la abogacía y demás materias análogas, son las siguientes:
a. Decreto 196 de 1971 por medio del cual se dicta el Estatuto del Ejercicio
de la Abogacía35; del referido Decreto, la Corte Suprema de Justicia, dictó
las siguientes sentencias:
– Sentencia de fecha 14 de mayo de 1975, con ponencia del Magistrado Dr.
Eustorgio Sarria, mediante la cual se declararon exequibles los artículos
1,2,47,48,50,51,52,53, 54,55,56,57,58,59,60,61,62,63 y 64 del Decreto 196
de 1971.
– Sentencia de fecha 27 de abril de 1982, con ponencia del Magistrado
Dr. Manuel Gaona Cruz, mediante la cual se declararon exequibles los
numerales 1 y 2 del artículo 39.
– Sentencia de fecha 19 de enero de 1984, con ponencia del Magistrado Dr.
Manuel Gaona Cruz, mediante la cual se declaró exequible el artículo 75.
– Sentencia de fecha 05 de agosto de 1985, con ponencia del Magistrado Dr.
Carlos Medellín, mediante la cual se declaró exequible el inciso segundo
del artículo 25.
– Sentencia de fecha 8 de febrero de 1996, con ponencia del Magistrado
Dr. Fabio Morón Díaz, mediante la cual se declararon exequibles las
expresiones acusadas del artículo 138 y el inciso segundo del artículo
148, ambos del Decreto-Ley 2700 de 1991; declaró que los artículos 34
del artículo Decreto 196 de 1971, el inciso primero del artículo 148 y el
Decreto 2700 de 1991, son inexequibles.

34
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, Régimen Legal y Disciplinario, pp. 29
y 30.
35
Es importante destacar, que tal y como lo dictaminó la Corte Constitucional de Colombia , en
sentencia dictada en fecha 21 de marzo de 2007, con ponencia del Magistrado Dr. Humberto Antonio
Sierra Porto, Expediente D-6380, Sentencia C-212/07, el Estatuto del Abogado no es un Código
de Ética profesional en el sentido estricto del término, señalando dicho fallo, lo siguiente: “No es
el resultado, como suele suceder con los Códigos de Ética Profesional, del acuerdo al que arriban
los Colegios Profesionales en asamblea de colegas. El Estatuto contiene unas normas mínimas de
comportamiento ético para orientar lo que debe ser el ejercicio de la profesión. Tal y como lo ha
recordado la Corte Constitucional, el Estatuto fue hijo de su tiempo y una vez puesta en vigencia
la nueva Constitución es a partir de esta norma de normas y no de la Constitución de 1886 que el
Estatuto recibe su fuerza legitimadora y su validez. En tal sentido, el Decreto 196 de 1971 debe
ser siempre aplicado e interpretado de conformidad con las exigencias derivadas del Estado social,
democrático y pluralista de derecho y bajo plena observancia de los principios, valores y derechos
constitucionales fundamentales derivados de la Constitución de 1991.”
Capítulo I. La profesión de abogado 53

– Sentencia de fecha 13 de noviembre de 1996, con ponencia del Magistrado


Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz, mediante la cual se declaró exequible la
expresión “Siempre que sean estudiantes de derecho” del literal F del
artículo 26 del Decreto 196 de 1971. También se declaró exequible el
artículo 27.
b. Decreto 765 de 1977, por medio del cual se reglamentan los artículos 30,31
y 32 del Decreto-Ley 196 de 1971, y se regla la prestación del servicio
profesional para optar al título de abogado.
c. Decreto 2275 de 198036, por el cual se adoptan medidas en relación al
otorgamiento de títulos de educación superior.
d. Decreto 3658 de 198137, por medio del cual se reglamenta el Decreto
Extraordinario 80 de 1980, en lo relativo a la formación avanzada o
postgrado.
e. Decreto 1862 de 198938, por medio del cual se crean cargos “ad honorem”
para el desempeño de la judicatura.
f. Decreto 1221 de 199039, mediante el cual se aprueba el Acuerdo N° 60 de
fecha 24 de mayo de 1990, emanado de la Junta Directiva del Instituto
Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES), a
través del cual se determinan los requisitos mínimos para la creación y
funcionamiento de programas de Derecho.
g. Resolución 81 de 1992 de la Fiscalía General de la Nación, por medio
de la cual se reglamenta la prestación del servicio social obligatorio y la
judicatura “ad honorem” en la Fiscalía General de la Nación.
h. Decreto 1790 de 1994, a través del cual se dictan las normas para la
inspección y vigilancia de los programas académicos de pregrado de
Educación Superior.
i. Decreto 2791 de 199440 por el cual se establecen los requisitos y
procedimientos para la creación de programas de doctorado, se crea la
Comisión Nacional de Doctorados y se fijan plazos de evaluación de tales
programas.
36
Diario Oficial N° 38.563, de fecha 04 de noviembre de 1988.
37
Diario Oficial N° 35.921, de fecha 12 de enero de 1982.
38
Diario Oficial N° 38.945, de fecha 18 de agosto de 1989.
39
Diario Oficial N° 39.414, de fecha 12 de junio de 1990.
40
Diario Oficial N° 41.644, de fecha 22 de diciembre de 1994.
54 Manuel Espinoza Melet

j. Constitución Política de Colombia, artículo 256:


“Corresponden al Consejo Superior de la Judicatura o a los Consejos
Seccionales, según el caso y de acuerdo a la ley, las siguientes atribuciones:
1. Administrar la carrera judicial.
2. Elaborar las listas de candidatos para la designación de funcionarios
judiciales y enviarlas a la entidad que deba hacerla. Se exceptúa la
jurisdicción penal militar que se regirá por normas especiales.
3. Examinar la conducta y sancionar las faltas de los funcionarios de la
rama judicial, así como las de los abogados en el ejercicio de su profesión,
en la instancia que señale la ley.
4. Llevar el control de rendimiento de las corporaciones y despachos
judiciales.
5. Elaborar el proyecto de presupuesto de la rama judicial que deberá ser
remitido al Gobierno, y ejecutarlo de conformidad con la aprobación que
haga el Congreso.
6. Dirimir los conflictos de competencia que ocurran entre las distintas
jurisdicciones.
7. Las demás que señale la ley.”
k. Decreto 2150 de 199541, el cual establece en su Capítulo V Títulos
académicos y profesionales (artículos 62,63,64,65,90,91). Acreditación
de la judicatura (artículos 92,93,111 y 114).
l. Ley 270 de 199642 Estatutaria de la Administración de Justicia (artículos
111,112,114 y 122) sobre la función jurisdiccional disciplinaria.
m. Acuerdos números 2,3,180 y 235 de 1996, del Consejo Superior de la
Judicatura -Sala Administrativa- sobre inscripción de Abogados Titulados
y expedición de la Tarjeta Profesional; cumplimiento de la Judicatura;
Registro Nacional de Abogados; Nuevo Formato de la Tarjeta Profesional
y su cambio obligatorio en 1997.
n. Ley 1123 de 200743, mediante la cual se derogan el Decreto 196 de
1971 (sigue vigente lo no regulado por la Ley 1123 o en lo que no sea

41
Diario Oficial N° 42.137, de fecha 06 de diciembre de 1995.
42
Diario Oficial N° 42.745, de fecha 15 de marzo de 1996.
43
Diario Oficial N° 46.519, de fecha 22 de enero de 2007.
Capítulo I. La profesión de abogado 55

incompatible con dicha ley), el artículo 13 del Decreto 1137 de 1971, la


Ley 20 de 1972 y demás normas que le sean contrarias.
En efecto, la Ley 1123 generó un cambio radical en la estructura deonto-
lógica de la abogacía colombiana. El Decreto 196 se encuentra bajo la égida
de la Constitución Política de 1886, y esto generó que dicha normativa no se
adminiculara con las nuevas realidades de la nación. Al entrar en vigencia la
Constitución Política de 1991, se hacía menester un cambio en la concepción ética
y disciplinaria de la abogacía colombiana, en clara y abierta correspondencia con
los principios orientadores de la Carta Política.
Tal y como lo destaca Villamil Russy44:
La primera distinción que se debe hacer entre el Decreto 196 de 1971 y la Ley 1123
de 2007, es que aquel creó el estatuto del ejercicio de la abogacía y esta estableció
y actualizó el régimen disciplinario del abogado, por lo cual se advierte en primera
instancia que el decreto tiene un espectro más amplio que la ley, y esto se explica
de manera muy puntual en el hecho de que la Ley 1123 de 2007 solo derogó el
régimen disciplinario que contemplaba el Decreto 196 de 1971 y dejó incólume
las demás disposiciones referentes a la inscripción para el ejercicio de la profesión,
las reglas generales del ejercicio de la profesión, las excepciones a dicho régimen,
el ejercicio ilegal de la abogacía y la vigilancia de la profesión.
En relación a la Ley 1123 de 2007, cabe destacar el criterio sostenido por
Vergara Molano45, al destacar:
Cincuenta y tres años hubo de esperar Colombia para que el artículo 44 de la
Constitución de 1886 tuviera un desarrollo más o menos coherente con el Decreto
196 de 1971, por lo menos en lo que respecta a las reglas de acceso e inscripción
de los abogados para ejercer la profesión, y con ello garantizar el monopolio del
saber jurídico y del poder que la posesión de dicho capital simbólico trae aparejado,
lo que explica que el Estatuto de la Abogacía, aún vigente en lo que respecta a su
componente no disciplinario, hubiese hecho una descripción algo más profundo de
ciertos preceptos éticos-profesionales que, en puridad, no constituyen un código
deontológico (tal y como han sido descritos en el capítulo anterior), pero al menos no
abandonan el juicio deóntico al sobreentendido moral, o moralista, del catolicismo.
o. Ley 1905 de 201846, mediante la cual se dictan disposiciones relacionadas
con el ejercicio de la profesión de abogado.

44
Villamil Russy, Cielo Esperanza. Aproximación al Régimen Disciplinario de los Abogados en
Colombia, 2013, p. 36, disponible en: https://www.jdc.edu.co/revistas/index.php/giure/article/view/286
45
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, p. 190.
46
Diario Oficial N° 50.638, de fecha 28 de junio de 2018.
56 Manuel Espinoza Melet

En el referido instrumento legal, expresamente se dictamina, lo siguiente:


Artículo 1: “Para ejercer la profesión de abogado, además de los requisitos exigidos
en las normas legales vigentes, el graduado deberá acreditar certificación de
aprobación del Examen de Estado que para el efecto realice el Consejo Superior
de la Judicatura (CSJ).
Se entenderá aprobado el Examen de Estado cuando el resultado supere la media
del puntaje nacional de la respectiva prueba. En el resultado individual de cada
examen, el CSJ señalará la representación porcentual del puntaje obtenido sobre
la media nacional.
Parágrafo 1. Si el egresado o graduado no aprueba el examen, se podrá presentar
en las siguientes convocatorias que señale el CSJ hasta tanto obtenga el porcentaje
mínimo exigido.
Parágrafo 2. La certificación de la aprobación del Examen de Estado será exigida
por el Consejo Superior de la Judicatura o por el órgano que haga sus veces para
la expedición de la Tarjeta Profesional de Abogado. Para ser representante de
una persona natural o jurídica para cualquier trámite que requiera un abogado,
será necesario contar con la tarjeta profesional de abogado, que solo se otorgará
a quienes hayan aprobado el examen. Para las demás actividades no se requerirá
tarjeta profesional.”
Artículo 2: “El requisito de idoneidad para el ejercicio de la profesión de abogado
establecido en la presente ley se aplicará a quienes inicien la carrera de derecho
después de su promulgación”.

4. CUALIDADES DEL ABOGADO

Cualidad, en forma genérica, son todas aquellas características definitorias


de algo o de alguien, procede del latín qualitas-atis. La cualidad es un rasgo,
componente permanente, diferenciado, peculiar y distintivo de la naturaleza o la
esencia de una persona o cosa que contribuye, junto con otros, a que alguien o
algo sea lo que es y como es.
Entre las cualidades del abogado, destacan las siguientes:
a. Conocimientos: El abogado debe ser un hombre poseedor de conocimientos
teóricos en el Derecho. Debe en consecuencia, ser metódico y disciplinado
en el estudio47 de la ciencia jurídica, para de esta manera poder aplicar de

47
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, p. 223: “La autoridad del abogado se afianza en el ejercicio
profesional por su estudio, por la consecuencia de opinión y de doctrina; esta consecuencia lo hace
respetable ante el tribunal y bien considerado en la opinión pública”.
Capítulo I. La profesión de abogado 57

forma sobresaliente su ministerio en defensa de las causas justas, fundado


en el derecho o en la equidad.
Tal y como lo señala Corcuera Cabezut48:
No estamos hablando aquí de la facultad espiritual llamada inteligencia, sino de
la inteligencia como parte de la prudencia, que es la clara noción de los principios
superiores que deben dirigir las acciones, como cuando se habla de la inteligencia
de un problema. Tal vez se habla en este sentido de un abogado entendido, es decir
que tiene inteligencia de los problemas que debe resolver, que los entiende. Éste
sería, otro elemento del llamado “criterio jurídico.
b. Analista: El abogado debe tener dominio en el manejo de la lógica para
vencer y convencer. El análisis de la realidad planteada por quien requiere
de sus servicios y el encuentro de las normas jurídicas aplicables para de
allí llegar a una conclusión, representan una típica tarea silogística.
c. Experiencia: El abogado poco a poco se irá formando y adquiriendo
experiencia, sólo el estudio y la constancia logran la eficaz capacidad para
tener la mejor experiencia en la vida profesional, la práctica sistemática y
coherente le hará llegar a fortalecer la experiencia necesaria en el ejercicio
profesional.
d. Buena fe: El abogado siempre deberá proceder de buena fe, y, en
consecuencia, debe creer en la buena fe de los demás.
e. Honradez: El abogado debe ser un hombre honrado, debe proceder siempre
con absoluta probidad, por encima de todo debe prevalecer el más elevado
concepto ético y moral en sus actuaciones profesionales. La honestidad
es un elemento vital en la vida del abogado, y debe aferrarse plenamente
a ella como elemento fundamental para alcanzar la justicia.
En Colombia, la falta de honestidad por parte de los abogados fue objeto de
análisis de Gutiérrez Rodríguez49, al señalar:
Un segundo problema ético en relación con la conducta de los abogados en
Colombia, también confirmado por la información del Consejo Superior de la
Judicatura, se refiere a las faltas de honestidad respecto de los clientes. Por ejemplo,
según las cifras del Consejo Superior de la Judicatura, en el primer semestre del

48
Corcuera Cabezut, Santiago: Las virtudes del Abogado, disponible en: http://www.juridicas. unam.
mx/publica/librev/rev/jurid/cont/30/cnt/cnt25.pdf
49
Gutiérrez Rodríguez, Juan David. Abogados, Litigios y el Estatuto de la Abogacía en Colombia,
XXXVI Congreso Colombiano de Derecho Procesal, Bogotá, Instituto Colombiano de Derecho
Procesal, Universidad Libre, 2015, p. 1061.
58 Manuel Espinoza Melet

año 2011, la segunda infracción más común consistió en la “falta de honradez del
abogado” que representó el 29 por ciento del total de casos sancionados por la
autoridad. Adicionalmente, dos de cada tres conductas consideradas como “falta
de honradez” consistieron en no entregar a su debido destinatario y con la menor
brevedad posible dineros, bienes o documentos recibidos en virtud de la gestión
profesional, o demorar la comunicación de este recibo.
Como bien lo sostiene Dupin50, el abogado “debe hacer de su profesión de la
más escrupulosa probidad; el honor y la delicadeza de sentimientos deben ser la
regla de todas sus acciones; de otra manera no puede esperar adquirir la estimación
y confianza de los magistrados y del público.”
Viñas51, sobre este particular, señala lo siguiente:
La probidad engloba o abarca todas las virtudes, pues, fundamentalmente equivale
a ser bueno, obrar con rectitud de ánimo, con hombría de bien, integridad y
honradez. Para cumplirse con dicho deber, debe tenerse sentido innato de rectitud
para respetar la investidura de abogado que se ostenta, y, en definitiva, la probidad
importa tanto como la fidelidad a la ley, a la verdad y a las buenas costumbres...
La honradez supone una conducta delicada y escrupulosa, en no sólo ser sino
parecer honesto en todo momento.
Por último, destaca Liscano52 sobre este particular, tomando en su libro las
palabras pronunciadas por el Decano de la “Orden de Abogados” de París, A.
Danet en 1901, señalando: “Para el abogado, la vida profesional se resume en una
sola palabra: ser honrado; se puede vivir sin talento, pero no se vive sin honor.”
f. Equidad: La equidad es la justicia, en su concepción general y abstracto
es concebida como dar a cada uno lo que le corresponde. El gran jurista
romano, Cicerón, consideró a la equidad como fuente del derecho,
permitiendo a éste superar los inconvenientes de no adecuarse la norma
al caso concreto, por haber evolucionado las costumbres, adecuándolo
en el logro del valor justicia, que no puede privar a los individuos de sus
derechos esenciales53.
En este sentido, el profesional de derecho debe ser poseedor de un buen criterio
de equidad. Su pericia no deberá ser puesta jamás al servicio de las causas injustas.

50
Dupin, A. M. Jean Jacques. Op. Cit. La Abogacía o el Arte del Abogado, pp. 1 y 2.
51
Viñas, Raúl Horacio. Ética y Derecho de la Abogacía y Procuración, Buenos Aires, Ediciones
Pannedille, 1972, pp. 139 y 140.
52
Liscano, Tomás. La Moral del Abogado y de la Abogacía, Caracas 1973, Ediciones de la Presidencia
de la República, p. 16.
53
Disponible: http://derecho.laguia2000.com/parte-general/la-equidad
Capítulo I. La profesión de abogado 59

g. Firmeza: El abogado debe ostentar una gran firmeza, ser enérgico para
insistir en sus reclamaciones con firmeza de carácter, esa fuerza en los
argumentos apoyará su energía.
h. Sensibilidad: El abogado debe ser un profesional con gran sensibilidad,
en su ejercicio siempre estará en permanente contacto con causas que
reflejan grandes penas y aflicciones, por lo tanto, debe comprender y
sensibilizarse del problema planteado por su cliente, porque no solo
acuden a él para relatar o consultar un problema jurídico, sino muchas,
ese asunto es extraordinariamente humano.
En ese sentido, el Maestro Ossorio54 magistralmente señala:
El abogado actúa sobre las pasiones, los apetitos en que se consume la Humanidad.
Si su corazón es ajeno a todo aquello ¿cómo lo entenderá su cerebro? La familia
arruinada, el hombre a las puertas del presidio, el matrimonio disociado, la
ingratitud del hijo, la lucha social en sus revelaciones más descarnadas, el fraude
infame de un interés legítimo, las nobles acometividades para traer a la Patria
nuevas riquezas… todo eso es nuestro campo de operaciones. Quien no sepa del
dolor, ni comprenda del entusiasmo, ni ambicione la felicidad, ¿cómo acompañará
a los combatientes? Únicamente los desalmados, en la más aborrecible acepción
del vocablo, pueden ver impasibles todo eso, que es el nervio de la vida, la razón
de vivir diríase más bien.
i. Discreción: El abogado debe ser una persona discreta55, es decir, debe ser
celoso en saber guardar silencio en los casos que se le confíen, por ello
debe ser cauteloso y rígido en los secretos que lleguen a su conocimiento
en el ejercicio de su profesión, porque su cliente le proporcionará
información que puede llegar a ser de altísima confidencialidad, es por
eso que el abogado debe ser fiel custodio del secreto profesional.
j. Veracidad: El abogado debe ser una persona veraz, siempre actuará
conforme a la verdad. Un profesional digno actúa con veracidad, y, en
consecuencia, jamás engañará a su cliente con respecto al asunto que le
ha sido encomendado. Es por ello, que el cliente siempre deberá estar

54
Ossorio, Ángel. El Alma de la Toga, Barcelona 1999, Ediciones Nuevo Mundo, pp. 99 y 100.
55
Liscano, Tomás. Op. Cit. La Moral del Abogado y de la Abogacía, p. 43: “Y recalcando sobre el
ineludible deber que ataña al abogado de a ser a toda hora un estricto observante de la discreción,
pensemos al instante que la Ética Profesional se sostiene que la actividad del abogado guarda
conexión íntima con la del Juez: “averiguación de la verdad de los hechos, investigación de la norma
aplicable al caso, con la consiguiente aplicación del Derecho”. (3) Luego, ya que en el noble oficio
del Juez es primordial la obligación de la reserva como la mejor garantía de su prudencia –(prudens
est sapientia)–, huelga, consecuencialmente, esperar una conducta contraria en el abogado”.
60 Manuel Espinoza Melet

informado, con estricto apego a la realidad, de todo lo concerniente al


caso planteado. Haciéndole saber los riesgos de las decisiones que toma
a fin de que sea éste quien decida, debidamente informado y asesorado
por el abogado, los cursos de acción que considere más convenientes.
k. Ecuanimidad: El abogado debe actuar en torno a la cualidad de la
ecuanimidad. Su serenidad debe ser constante y precisa. Su entereza de
espíritu deberá darle la calma necesaria para reflexionar y hacer prevalecer
el derecho y la justicia.
l. Respeto: El abogado debe ser un individuo respetuoso, siempre en su
actuación profesional debe estar presente el respeto a su profesión, hacía
sus clientes, colegas, jueces56 y demás funcionarios públicos.
m. Práctico: El abogado debe desarrollar su sentido práctico. Es por ello
que deberá examinar con cautela y detenimiento todas las ventajas y
desventajas del procedimiento que ha de seguir, que éste sea el más
idóneo y expedito, que no le genere trabas ni problemas a su cliente o
patrocinado. Debe encontrar la mayor facilidad de plantear una demanda
o defensa, ir precisamente a lo más elemental y contundente, sin abundar
en el excesivo uso de citas y jurisprudencias.
n. Negociador: Este es una cualidad sumamente importante, el abogado
debe tener una gran capacidad negociadora, de conciliación57, para
56
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, pp. 240 y 241: “El abogado debe respeto y consideración al
magistrado, y éste debe exigir ese respeto, si no a título personal, sí como representante de la justicia.
La majestad de la justicia no admite ofensa, por leve que sea.
Así, pues, cuando se habla de respeto al magistrado, no se quiere dar una regla escolar de buena
educación o urbanidad, sino significar una obligación, que por lo demás es recíproca, de respeto
a la justicia y de respeto a la defensa. El abogado puede no expresar estimación al magistrado,
pero está obligado a respetarlo. Es precisamente lo que se exige con más rigor, por lo mismo que el
sentimiento de la consideración o de la estima no parece auténtico si se nivela con una familiaridad
incompatible con el decoro y la independencia del juez y del abogado en sus respectivas esferas.
En efecto, el magistrado, tanto por la comunidad de educación profesional jurídica, como por la
solidaridad de fines, debe respetar al abogado, el que, a su vez, no debe consentir ninguna lesión a su
decoro profesional ni restricción de su derecho”.
57
Vélez García, Jorge. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, Bogotá,
Universidad Sergio Arboleda, 1999, pp. 300 y 301: “Como el abogado es un colaborador de esa
justicia, también, por ende, es colaborador de la paz. Con esta nueva visión cambia la imagen del
abogado. Ya no es el agente de la discordia, de la lucha judicial a todo trance, de la controversia
permanente, sino que es factor decisivo para la obtención de la paz social, de la tranquilidad y
armonía de los asociados. Aquí la lucha judicial ha dejado atrás su aire de “guerra”, de rivalidad
y camorra, cambiándolo por el de un campo en que la razón del servicio de la justicia y el derecho
libra “batallas” civilizadas en procura de que a cada persona se le reconozca lo que es suyo, con
Capítulo I. La profesión de abogado 61

poder ayudar de esta manera a su cliente en el problema planteado, una


buena negociación con la contraparte puede evitar un largo juicio y un
tormentoso proceso. La efectiva negociación, franca y abierta, genera
resultados muy positivos tanto para el cliente como para el profesional
del derecho.
Tal y como lo sostiene Liscano58:
Si al Juez le compete insinuar conciliación, al abogado le corresponde, más que
insinuarla, discutir su conveniencia en el caso en que el cliente se muestre resistente
para oír propuestas de amistoso arreglo. De haber el abogado cumplido así con
su deber de conciliar antes que litigar, el día que inicie la contienda ordenada
siempre por el cliente no convencido, llegará aquél a presencia de los Jueces, no
como alimentador y buscador vulgar de pleitos, sino como defensor probo de los
derechos a él confiados, amén de que su responsabilidad se reducirá en mucho
para el evento en la causa sufra algún serio revés en la decisión del juicio, ora
por virtud de la soberana apreciación conque los jueces hayan visto los hechos, o
bien por haber resultado que la parte contraria acreditó pruebas fehacientes que
estaban desconocidas para la otra parte.
o. Vocación: El abogado debe cultivar su vocación por la ciencia del derecho
y por el ejercicio de la profesión que ejerce. La profesión es una actividad
que genera gran satisfacción personal, el abogado debe tener una gran
vocación, dar lo mejor de sí en su ejercicio profesional, sentir el derecho
y vivirlo en plenitud. El abogado es la persona más idónea en la solución
de los problemas de sus clientes, logrando la justicia, ante todo.
Tal y como lo sostiene Pérez Valera59:

el deliberado propósito de que no se vea lanzado a obtenerlo por sus propios medios de acción
puramente física. En consecuencia, el abogado debe estar dispuesto en todo momento a propiciar
eficazmente el arreglo conciliatorio o transaccional entre las partes.
El abogado se halla, pues, en principio e institucionalmente, inmerso y comprometido en la causa
de la paz. Por ello, es el primero que debe compenetrarse con la idea que él, a la par que el juez,
también es un agente de la paz. Que el aparato de justicia (del cual forma parte como colaborador),
está hecho para preservar la paz entre los miembros de la sociedad, resolviendo los medios racionales
y pacíficos las diferencias surgidas entre ellos, en vez de que tengan que acudir a cualesquiera formas
de violencia (…) Y que, como consecuencia de ello, el abogado debe propiciar la conciliación y el
arreglo transaccional cuando quiera que estos desenlaces fueren posibles, propósito al cual, desde
luego, debe sacrificar cualquier clase de intereses personales”.
58
Liscano, Tomás. Op. Cit. La Moral del Abogado y de la Abogacía, p. 30.
59
Pérez Valera, Víctor. Deontología jurídica, la ética en el ser y quehacer del abogado, Colección
Textos Jurídicos Universitarios, Editorial Oxford University Press, 2002, pp. 82 y 83.
62 Manuel Espinoza Melet

En concreto en el jurista, tratar de solucionar con justicia los conflictos sociales


supone la creación de lazos con el cliente, con la contraparte, con el juez, con otros
colegas, que rebasando los límites de la “isosfera” repercuten en la esfera del bien
común de la sociedad. Esto supone un esfuerzo generoso y constituye un modo
más profundo y enriquecedor de encontrarse con los demás.
La preparación profesional proporciona al abogado una autoridad especial y
comunica a su actividad un talante propio que supera la relación meramente
contractual. En la relación abogado-cliente debe surgir un vínculo profundo
de preocupación, simpatía y compasión. De modo muy diverso de la relación
comercial, el cliente no es consumidor, ni el abogado un proveedor, ni su servicio
una mercancía. El abogado, como el sacerdote, con su servicio no sólo está
poniendo a prueba y arriesgando su propio prestigio, sino que pone también en la
balanza la dignidad de su profesión.
p. Culto: El abogado debe ser un hombre culto60, por ello debe no sólo debe
ser consecuente en la lectura y mejoramiento profesional, sino debe
también estar al día con todos los temas del acontecer nacional, y por
supuesto tener un claro dominio de la cultura elemental. De allí la gran
descripción de Thomas Jefferson “Un abogado sin libros sería como un
trabajador sin herramientas.” Es por ello que el abogado debe ser celoso
en su formación cultural, no descuidar su preparación.
En este sentido, apunta atinadamente Syro Giraldo61, lo siguiente:
La preparación intelectual del abogado implica, además del conocimiento de la
ciencia del Derecho como teoría y técnica de la convivencia social, el dominio de
muy diversas disciplinas como la sociología, la historia, la sicología, la economía,
la política, la geografía social y el pulcro y acertado manejo del idioma. Y
como en todos estos casos se trata de conocimientos que están en permanente
evolución, no basta que el abogado haya adelantado muy bien y con gran sentido

60
Hernández Álvarez, Ricardo. “La formación del abogado”, Revista de la Facultad de Derecho, N°
57, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas 2002, p. 332: “El hombre culto es, pues, el hombre
cultivado y por tanto distinto del bien informado y aún del erudito: aquel más que sapiencia tiene
sabiduría y sobre todo aptitud para comprender y analizar los hechos que ocurren a su alrededor
examinándolos en la inmensa complejidad que, aún las cosas más sencillas, suelen tener. El hombre
culto es, fundamentalmente, uno que sabe comprender; que está afanoso de comprender.
Si algún profesional ha de ser culto es el abogado. La materia objeto de su trabajo (la conducta
humana en su vida de relación) así lo requiere. Nada más contrario a la misión que corresponde al
profesional del Derecho que la de limitarse a la aburrida tarea de subsumir hechos de los hombres
en tipos legales, con la misma displicencia de quien coloca las piezas de un artefacto en los sitios
diseñados para cada una de ellas”.
61
Syro Giraldo, Samuel. Ética de la Abogacía, Bogotá, Revista de la Universidad Pontificia
Bolivariana, N° 110, volumen 32,1970, pp. 17 y 18.
Capítulo I. La profesión de abogado 63

de responsabilidad sus estudios universitarios, sino que debe continuar estudiando


después, aún más intensa y profundamente, durante toda su vida profesional.
La sólida formación humanística es la única que permite al abogado la recta
interpretación de la ley, la comprensión equitativa de los más difíciles problemas
y la creación de fórmulas originales, adecuadas a la tradición jurídica y a la
idiosincrasia de la comunidad en que actúa, tendientes a llenar vacíos de la
legislación positiva y al establecimiento de nuevas instituciones.
Por ello, con gran preocupación, el Maestro Cuenca62 señalaba:
Se observa también en el abogado, la falta de preparación en la cultura general,
ya que con frecuencia su ilustración es exclusivamente jurídica y permanece
desvinculado de otras formas del saber organizado que son indispensables para
evitar la exclusividad especializada, aquel “bárbaro que solo sabe una sola cosa”,
despectivamente aludido por Ortega y Gasset. En verdad, desde el punto de vista de
la cultura general, el pensum de estudios jurídicos proporciona al futuro abogado
los conocimientos indispensables en todas las llamadas ciencias del espíritu.
Pero ocurre que la creación de nuevas ramas jurídicas (derecho aéreo, agrario,
inquilinario, tránsito, etc.), restringe y reduce la oportunidad para el estudio de
otras fuentes del saber. Esta falta de cultura general se hizo más ostensible en
anteriores promociones jurídicas, pero todavía es cierto que lo hemos afirmado
en otra parte: en la América faltan los juristas y sobran los abogados.
q. Lealtad: El abogado debe ser un esclavo de la lealtad63, ella debe estar
siempre presente en todas sus actuaciones profesionales. Su cliente ha
depositado en él toda su confianza, y por ello, debe responder el abogado
con absoluto apego a los ideales de lealtad, porque ella genera respeto,
fidelidad y solidaridad, de lo contrario, estaríamos en presencia de la más
absoluta traición.
Como bien lo señala Garrido Suárez64:
para actuar con lealtad, el abogado debe buscar en todo momento el beneficio para
su cliente y no el beneficio propio. Las actuaciones dirigidas a este fin serán

62
Cuenca, Humberto. Derecho Procesal Civil, Tomo I, Caracas 1998, Ediciones de la Biblioteca de la
Universidad Central de Venezuela, p. 388.
63
Vélez García, Jorge. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, Bogotá,
Edición Fundación Fondo de Publicaciones Universidad Sergio Arboleda, 1999: “La lealtad del
abogado es concepto marco en el cual encajan los deberes atinentes a la veracidad, rectitud, reserva
o sigilo, diligencias en las tareas del encargo, honradez en el cobro de honorarios y el manejo de
efectos económicos, y en fin todas las cualidades de corrección, respeto, afabilidad y paciencia en
las relaciones con el cliente. Es también virtud cardinal en las actitudes frente a los colegas y a la
jurisdicción”.
64
Garrido Suárez, Hilda M. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad, p. 191.
64 Manuel Espinoza Melet

consideradas leales. La lealtad hacia un cliente actual prohíbe la representación


de otros intereses, directamente contrarios a ese cliente, sin que este de su
consentimiento informado. Por ello, en ausencia de consentimiento por parte de
los clientes, un abogado no podrá actuar como tal, en un caso en contra de los
intereses de una persona a la que el abogado representa en algún otro asunto,
aunque en principio, los asuntos sean completamente independientes. A estas
situaciones se les denomina conflicto de intereses.
El abogado tiene el deber de ser leal con su cliente; leal con los jueces y
funcionarios ante los cuáles aboga; leal con sus colegas y con su contrincante.
r Presentación: El abogado debe siempre estar presentable65 en todas sus
actuaciones, debe lucir de acuerdo con las circunstancias, porque ello
genera el más claro e inequívoco respeto a su profesión, sus clientes y
colegas. Es por ello que se ha precisado, que para ciertas y determinadas
actividades desarrolladas por el abogado, se haga necesario el uso de la
toga, como signo distintivo de la dignidad del abogado y respeto al poder
judicial.
En ese sentido, el Maestro Ossorio66 considera que la toga, como todos los
atributos profesionales:
tiene para el que la lleva, dos significados: freno e ilusión; y para el que la
contempla, otros dos: diferenciación y respeto. Es freno porque cohíbe la libertad
en lo que pudiera tener de licenciosa (…) Esto sin contar con que la toga es uno
de los pocos recordatorios de que constituimos clase y que en los estrados no está
sola nuestra personalidad, acaso indomable, sino también la dignidad colectiva
de todos nuestros compañeros, depositadas en nuestras manos en aquel minuto.
Ante una mala tentación allí donde nos exhibimos al público con la solemnidad
de nuestra ropa oficial, no discurrimos sólo “¡qué pensarán de mí!”, sino también
y simultáneamente “¡qué se dirá de los abogados!”.
(…) La toga es ilusión. No puede cada hombre –quizás no nos convenga– limpiarse
del deseo de ser una cosa distinta de los demás. No distinta por los arrumacos y
floripondios, sino por nuestra función, por nuestro valer, por nuestra significación.
Y la toga nos recuerda la carrera estudiada, lo elevado de nuestro ministerio en la
sociedad, la confianza que en nosotros se ha puesto, la índole científica y artística
del torneo en que vamos a entrar, la curiosidad, más o menos admirativa, que el
público nos rinde…

65
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, p. 218: “Así pues, el abogado debe observar, entre sus reglas
esenciales de conducta, el decoro, que se relaciona también con el hábito o vestido”.
66
Ossorio, Ángel. Op. Cit. El Alma de la Toga, pp. 310 y 311.
Capítulo I. La profesión de abogado 65

Cuando todo eso pasa por nuestra mente (y pasa siempre, en términos más o
menos difusos) la toga es un llamamiento al deber, a la verdad y a la belleza. Con
la toga puesta, ate un público interesado o indiferente, pero siempre censor, junto
al anhelo del éxito judicial y al de la vanidad artística (¿por qué no confesarlo?),
aparece la necesidad de ser más justo, más sabio y más elocuente que los que nos
rodean; el temor a errar o desmerecer; el respeto a los intereses que llevamos
entre mano (…) La toga obra sobre nuestra fantasía y haciéndonos limpiamente
orgullosos, nos lleva, por el sendero de la imaginación, a la contemplación de las
más serias realidades y de las responsabilidades más abrumadoras. La ilusión es
estimulante espiritual y potencia creadora de mil facultades ignotas, y alegría en
el trabajo y recompensa del esfuerzo…Todo eso significa la toga, toda ésa es su
fuerza generatriz.

5. EL ABOGADO Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL. LA IMAGEN


DEL ABOGADO

Notable ha sido, sin duda alguna, la enorme trascendencia que juegan los
medios de comunicación social en el quehacer cotidiano, son una herramienta
fundamental de transmisión de información, un recurso de poder, un medio
potencial de influencia, control e innovación en la sociedad; es el modo primario de
transmisión y fuente de información esencial para el funcionamiento de la mayoría
de las instituciones sociales y de conocimiento67, es un ámbito donde se desarrollan
muchos asuntos de la vida pública, tanto nacionales como internacionales; también
constituyen un elemento importantísimo para el sostenimiento del sistema
democrático y de la sociedad en general.
El abogado encuentra en los medios de comunicación social un verdadero
aliado para la consecución de muchos fines, y como lo afirma Bocaranda
Espinosa68:
No aprovechar esta circunstancia estando al alcance y no saber aprovecharla
con fines de alta valoración ética, constituye de por sí un quebrantamiento de
los deberes de la integridad moral transcendente. De ahí que, si miramos la
actividad el abogado desde un punto de vista dinámico-social; si atendemos a los
deberes de trascendencia del profesional, en contra de una actitud inmanente, egoísta
o de indiferencia, surja la necesidad de que el profesional del Derecho que logre
liberar su espíritu de la coyunda de una tradición inconsciente, haga uso de las

67
Disponible en: http://es.scribd.com/doc/35449708/IMPORTANCIA-DE-LOS-MEDIOS-DE-COMU
NICACION-DE-MASAS#scribd
68
Bocaranda Espinosa, Juan José. Manual Teórico Práctico de Derecho, Caracas, Principios-
Vigencia Editores, 1983, p. 45.
66 Manuel Espinoza Melet

posibilidades comunicacionales que le brinda la sociedad de hoy, en pro de esa


misma sociedad.
En consecuencia, el abogado no debe utilizar los medios de comunicación
social para discutir los asuntos que se le encomienden, ni dar publicidad a las
piezas del expediente en los asuntos aún no sentenciados, a menos que ello sea
necesario pare la corrección de los conceptos cuando la justicia y la moral así lo
exijan. Cuando concluye el proceso, el profesional del derecho puede publicar los
documentos y actuaciones, así como también sus comentarios exclusivamente
científicos, hechos en publicaciones profesionales que deberán regirse por
principios profesionales de la ética. Para tal fin, debe omitir los nombres propios si
la publicación puede perjudicar a alguien en su honor y buena fama. Tampoco podrá
hacer uso de los medios de comunicación para amenazar con acciones judiciales
y forzar convenios. El Abogado puede publicar informaciones o comentarios
con fines científicos en diarios o revistas especializadas, con observancia de las
normas morales y la omisión de nombres y apellidos de las partes, cuando tal
circunstancia causare perjuicios a los mismos.
El abogado debe hacer uso de los medios de comunicación social, en estricto
apego a la ley, y dicha actividad, la puede desarrollar a través de una oportuna
información. Esta tarea es sumamente importante, porque el abogado es un
profesional que puede generar mucha información y también transmitirla, y
ello puede repercutir favorablemente a la sociedad en general. Informar sobre la
inequívoca y necesaria administración de justicia, sobre la oportuna aplicación
de las leyes, así como de su cumplimiento, también sobre sus criterios sobre
delicados temas que invaden la esfera jurídica, como lo podrían ser el estudio de
ciertos instrumentos legislativos y normativos que se estén discutiendo en el seno
de la Asamblea Nacional o la crítica y/o análisis de las decisiones emanadas del
Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales del país.
También es importante la información dispensada por el abogado de los
medios de comunicación social para abordar temas de interés nacional, que
generan problemas de tipo jurídico-legal, y que a través de su criterio y estudio,
podrían despejar las dudas que tenga la colectividad, desarrollando un verdadero
papel pedagógico; todo esto llevado al conocimiento de la comunidad nacional
a través de la fuerte influencia que generan los medios de comunicación social,
con su característica divulgadora, materializados en entrevistas en programas de
televisión, radio o sitios en la web, conferencias, foros, etc.
El abogado también puede contribuir a la sociedad en la realización de
propuestas que generen beneficio para todos los sectores de la vida nacional, todo
Capítulo I. La profesión de abogado 67

ello enmarcado en un positivo aporte en pro del desarrollo del país, creando en
consecuencia, una clara conciencia de convivencia social, de paz y de ánimo en
la correcta aplicación e interpretación de la ley.

6. EL FUTURO DE LA PROFESIÓN DE ABOGADO

Hablar del futuro de la profesión de abogado, es adentrarnos en un tema


sumamente difícil y delicado, por cuanto, la evolución de nuestra profesión se ha
visto severamente influenciada por las más innovadoras tendencias de la ciencia
jurídica y la tecnología, así como la proliferación de estudiantes de derecho69 y el
excesivo aumento de abogados en el campo laboral.
El abogado del futuro debe estar absolutamente preparado para las inno-
vaciones tecnológicas, el mundo avanza en este sentido a pasos agigantados, la
tecnología invade todas las esferas de nuestras vidas, y por supuesto, el campo
profesional no escapa de ese fenómeno.
Hoy día se dispone de grandes posibilidades de comunicación: el internet,
las videoconferencias por Zoom o Google Meet, el chat a través de Messenger o
WhatsApp, etc., así como también plataformas de internet que ofrecen la búsqueda
de doctrina jurídica y jurisprudencia tanto de tribunales de instancia como del
Máximo Tribunal de Justicia; también ofrecen apoyo en opiniones legales, escritos
judiciales, cartas y demás documentos, y para hacerlo debemos consultar no sólo
las tradicionales fuentes del derecho.
Gracias a la evolución de la tecnología podemos mejorar la búsqueda,
recuperación, organización y análisis de la información. Los servicios legales se
ven favorecidos utilizando herramientas de investigación como bases de datos (por
ejemplo: Data Legal o las extranjeras LexisNexis y Westlaw). También consultar
informes y contratos aprovechando sistemas que organizan la documentación

69
Pérez Valera, Víctor. Op. Cit. Deontología jurídica, La ética en el ser y quehacer del abogado, p.
15: “Una de las causas de la crisis de la profesión de abogado es la caótica proliferación de escuelas
de derecho, la cual trae como consecuencia la inflación de la profesión jurídica y la consiguiente
devaluación de esta carrera.
Urge una sana restricción de las facultades de derecho y una mucho mayor exigencia académica
desde el primero hasta el último semestre, lo cual contribuiría a evitar la saturación de la profesión
y a impedir que se diera un alto porcentaje de egresados de mediocre calidad. Sería conveniente, por
tanto, elevar los requisitos de admisión, aunque la medida no sea popular, a fin de evitar la aceptación
masiva de candidatos no sólo con falta de vocación profesional, sino con nula vocación al estudio.
De lo contrario, a la postre se daña a los mismos estudiantes y se ocasiona un grave deterioro a la
sociedad”.
68 Manuel Espinoza Melet

electrónica; realizar seguimientos de procesos judiciales; etc. Inclusive, gestionar


mejor el área administrativa del negocio empleando sistemas para registro de
tiempos y facturación.
También entre otros componentes los Despachos de Abogados utilizan “los
banners (marketing corporativo), el management jurídico, las bases de datos; y el
know-how que hace que podamos hablar de un Derecho globlal en estos tiempos de
globalización, donde el jurista debe procurar hacer una nueva visión del Derecho
a partir de principios fundamentales”70.
Tal y como lo destaca Bocaranda71 el abogado del futuro deberá desplegar
su actividad profesional dentro de un criterio ampliamente totalizador. En este
sentido:
no podrá satisfacerse con ser simplemente abogado, debido al relieve que
cobrarán las colindancias de las disciplinas. Ello le llevará a operar en equipos
interdisciplinarios, sin cuya presencia le resultará imposible obtener una visión
multilateral de problemas que exigirán soluciones de índole sintética, solamente
dable en función de un criterio de amplitud totalizadora.
El abogado del futuro enfrenta grandes retos, se desenvuelve en medio de una
sociedad con clara tendencia capitalista, donde imperan los hábitos de consumo y
utilitaristas, trayendo como consecuencia una clara y definitoria devaluación de
la profesión de abogado. En este sentido Cerda Medina72 considera:
El abogado novel vivió siempre con la esperanza de defender grandes pleitos de
naturaleza patrimonial, aguardó pacientemente efectuar una partición de bienes
que valiera la pena, ansió redactar la escritura social más importante o el contrato
más estupendo. La sociedad capitalista podía ofrecerle esa oportunidad. Es posible
que no todos los abogados actuaran por la consecución del provecho económico,
pero pienso que la gran mayoría, aun suponiendo que el dinero no hace la felicidad,
lucharan por conseguirlo.
La profesión de abogado, en el futuro, tiene que retornar claramente su
verdadera justificación: la defensa y la asistencia jurídica, esa debe su proyección,
lamentablemente vemos como el profesional del derecho se ha visto en la necesidad

70
Miguel Reboles, María Teresa. “El futuro de la profesión de Jurista”, Revista Online de Estudiantes
de Derecho, Número 1/2012. Sección Didáctica, disponible en: https://www.uam.es/otros/roed/docs/
numero2%282012%29.pdf
71
Bocaranda Espinosa, Juan José. Op. Cit. Manual Teórico Práctico de Derecho, pp. 55 y 56.
72
Cerda Medina, Mario. “El Futuro de la Profesión de Abogado”, En: Revista de Derecho y Ciencias
Sociales, N° 150, Universidad de Concepción, Chile, Escuela Tipográfica Salesiana, Concepción
1969, p. 51.
Capítulo I. La profesión de abogado 69

de ejercer y/o trabajar en cargos impropios de la profesión, y es por ello, que vemos
día a día a abogados ejerciendo cargos de gerencia de algún local comercial,
incluso en el área de ventas, también como asesor inmobiliario, perito evaluador,
administrador, etc.
Esto se debe en buena forma, a la disminución de los grandes litigios, el no
reconocimiento por parte del cliente y/o patrocinado de los honorarios profesionales
calculados por el abogado, la necesidad de lograr la medicación en muchas
controversias; sumado al hecho de la existencia de Clínicas Jurídicas en muchas
Universidades que ofrecen asesoría y redacción de documentos de forma gratuita
a los usuarios, y para concluir, el Estado garantiza la defensa gratuita en muchas
áreas jurídicas, muy especialmente en lo penal, donde el demandante o demandado
acuden a los fines de obtener una asistencia que no le genere gasto alguno.
El abogado del futuro debe tener una sólida formación en la oratoria, hoy más
que nunca se hace necesario que el profesional del derecho pueda dominar todos los
aspectos inherentes a tal condición; el buen tono de voz, la precisión de los gestos,
la mirada, la impecable exposición de los hechos en concordancia con el derecho,
transformándose en un verdadero discurso retórico eficaz, con lógica argumentación,
ese lenguaje que debe convencer al juzgador en la clara e inequívoca administración
de justicia. Aunado a ello, el abogado debe estar consciente que la oralidad está
presente en gran parte de los procedimientos judiciales.

7. LA FORMACIÓN ACADÉMICA

7.1 El pregrado

La universidad representa una extraordinaria fuente generadora de conoci-


mientos y de investigación, es una institución formadora del nuevo profesional,
el cual emergerá de ella ávido de seguir indagando sobre las áreas en las cuales
ha adquirido la preparación universitaria, así como en adentrarse de lleno en
el ejercicio de la profesión de la cual ha sido instruido. Esa gran casa del saber
es sin lugar a dudas, el asidero moral e intelectual del progreso de la nación,
y, en consecuencia, constituye uno de los pilares fundamentales de la idónea
estructuración de nuestra sociedad.
El Maestro Prieto Figueroa73, con relación a la educación superior y
universitaria, magistralmente nos enseña:

73
Prieto Figueroa, Luis Beltrán. Principios Generales de la Educación, Caracas 2007, Fondo
Editorial IPASME, p. 146.
70 Manuel Espinoza Melet

La educación universitaria se organiza para servir a un período de la vida que


sigue inmediatamente a la salida de la adolescencia. Coincide esta iniciación con
la época de los idealismos juveniles y con la aparición de nuevas necesidades
sociales: las de formar un hogar y tener una profesión u oficio para subvenir a la
subsistencia. Pero en la mayoría de los casos –sobre todo en las épocas pretéritas–,
las universidades no dan entrada a los que, acuciados por la urgencia de ganarse
la vida, buscan en la profesión un medio adecuado para ello.
Los estudios de pregrado también representan la afirmación de la vocación, y
ésta se ve plasmada en el entusiasmo y las ganas de aprender que deben representar
al estudiante de derecho. Es un llamado o voz interior que impulsa al estudio y
comprensión de las materias dictadas a lo largo de la carrera, en este sentido,
Liscano74 señala:
si el estudiante de Ciencias Políticas desde la iniciación de su carrera, o sea, desde
el mismo período estudiantil, no amolda su actual vida de futuro abogado a las
severas disciplinas de orden moral anexas a la profesión elegida, cuando llegue a
ser tal titulado, es lo probable que la confianza pública, no sin fundamento, se le
muestre esquiva acaso por algún tiempo largo, sino es que lo retenga siempre en
sospechas de incorrección profesional.
Empero, es conocimiento confirmado por la observación y la experiencia de
todos los tiempos y de todos los lugares, que el joven es incapaz de someterse
resueltamente a las severas o arriesgadas disciplinas que imponen ciertas
profesiones, si al elegir él una de esas profesiones no lo hace con verdadero espíritu
vocacional. De donde se infiere, pues, Que la vocación es la llave milagrosa del
buen éxito profesional de cada individuo, el más poderoso acicate de estimulación
al cumplimiento de sus deberes; y al margen de esta verdad que raya en inconcusa,
necesario se hace recordar a los padres, tutores o directores de juventud que es de
alta moral no dar a nadie carrera contraria a su vocación”.
El estudiante de derecho debe recibir una formación idónea y adecuada,
ajustada a las realidades del contexto en el cual se va a desempeñar, siendo
sumamente importante la técnica profesional; es por ello, que se hace necesario
un reajuste en el pensum de estudios, para que el estudiante sea instruido no
solamente en los aspectos teóricos sino también en la práctica profesional, salir de
ese esquema del alumno “memorizador” de leyes y doctrinas, de apuntes75, para

74
Liscano, Tomás. Op. Cit. La Moral del Abogado y de la Abogacía, pp. 81 y 82.
75
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, p. 28: “El abogado que en la Facultad se nutre de ese alimento
insustancial de los “apuntes”, inicia ya su raquitismo profesional; los apuntes lo harán algo servil, en
punto a opinión, pedestre en la forma, falto de espíritu de investigación y de cotejo o examen, porque
allí él encuentra todo lo necesario para reducir el examen a un acto de psitacismo. La falta de tesis es
otro pecado original, aunque alguien, por el contrario, llame así a este primer trabajo jurídico propio”.
Capítulo I. La profesión de abogado 71

transformarse en un educando crítico, que exprese su lógica y sus sentimientos,


que aborde con criterio de ecuanimidad y sindéresis sobre los temas y casos
planteados76. Sobre este particular, el Maestro Cuenca77señala:
La formación universitaria del abogado parece más teórica que práctica, pues la
universidad está imposibilitada para proporcionar la experiencia práctica que exige
el ejercicio profesional. Ya en su época, contra el clamor de la opinión pública:
“¡En la universidad no se enseña el procedimiento!”; Chiovenda contestaba:
“La enseñanza universitaria del procedimiento no puede ser más que teórica,
precisamente porque en las aulas no se agita la materia prima de una enseñanza
práctica, la litis”. En nuestra opinión, esa deficiencia, por falta de práctica, se puede
subsanar, en parte, mediante la efectiva y bien reglamentada pasantía judicial”.
Así como a un estudiante de medicina, en su primer día de clases en la
universidad le exhiben a un cadáver, con la finalidad de que éste examine sus
órganos y se adentre en el maravilloso e interesante mundo del cuerpo humano,
al alumno de derecho se le deben presentar los expedientes, la jurisprudencia, las
técnicas de la oratoria, las pruebas en general, y una adecuada metodología de
investigación empírica, entre otros elementos.
En este sentido, señala y recomienda Bielsa78 que, en el período universitario
de formación del abogado, se debe:
1. Preferir el estudio concienzudo de los principios generales del derecho
romano, de introducción al derecho (propedéutica), filosofía jurídica y
principios de derecho público.

76
Bastidas Ortiz, Ricardo Enrique. La enseñanza del derecho frente a los retos de la oralidad, Bogotá,
XXXVI Congreso Colombiano de Derecho Procesal, Instituto Colombiano de Derecho Procesal,
Universidad Libre, 2015, pp. 1022 y 1023: “Una de las principales diferencias entre la tradición jurídica
romano-canónica –a la cual pertenecen los ordenamientos latinoamericanos– y la angloamericana, es
la tendencia de la primera hacia los estudios lógico-sistemáticos, sobre los de naturaleza empírica que
predominan en los países anglosajones. Lo anterior ha sido determinante para mantener la tendencia
conservacionista en las aulas de derecho, materializada en la clase magistral. Este método, basado en el
discurso del profesor, consiste en la exposición y explicación de los diversos contenidos de su programa
de asignatura. La atención de los estudiantes se centra exposición del profesor, pudiendo tomar apuntes
y ocasionalmente, interrumpirla para formular alguna pregunta o comentario. Por lo anterior, el rol de
los alumnos es limitado y necesariamente pasivo frente a la función activa del docente.
El pilar fundamental para el desarrollo de este tipo de clases es el programa de la respectiva asignatura,
que se constituye en el catálogo detallado de los contenidos que el profesor debe impartir, a menudo
recargado y desproporcionado en función de las horas lectivas asignadas a la misma, y a la vez, su
principal limitación para intentar la implementación de otras metodologías complementarias, pues
ello implica menos tiempo para cumplir con las exigencias programáticas”.
77
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 388.
78
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, pp. 29 y 30.
72 Manuel Espinoza Melet

2. La realización de trabajos prácticos y monográficos.


3. La tesis debe versar sobre una cuestión de interés positivo y no ser una
disquisición bizantina, ni un mero ejercicio de lógica o gala de dialéctica.
4. A los fines de ilustrar y aprender a emplear recursos procesales, es
importante que los estudiantes asistan a las Audiencias judiciales.
5. Literatura jurídica, en forma de colaboración en revistas de estudiantes
o en periódicos, “y escribir con precisión, sobriedad y elegancia, y si es
posible lograr luego un estilo propio con esas condiciones, que son las
esenciales del estilo forense.”
6. Asistir a las audiencias importantes y a los informes in voce, a los fines
de ilustrar y enseñar.
7. Por último, cercano a concluir sus estudios universitarios conviene asociar
al estudiante a la práctica consistente en examinar los expedientes de casos
fallados, sobre todo aquellos en los que hayan intervenido abogados de
reconocida experiencia y reputación.
Monroy Cabra79 nos enseña la reglamentación de la enseñanza del derecho
en Colombia, haciendo énfasis en los diversos Decretos que regularon los
Programas de derecho, destacando los siguientes: Decretos 970 de 1970, 971 de
1970, 1391 de 1970, 1189 de 1974, 1229 de 1974, 1837 de 1974, 2670 de 1974, 225
de 1977, 1018 de 1977, 0765 de 1977 el cual reglamentó los artículos 30, 31 y 32
del Decreto 196 de 1971, Decreto 3200 de 1979, Decreto 1221 de 1990, Decreto
2121 de 1990 (el cual fue derogado por la Ley 446 de 1998), Decreto 2802 del
20 de diciembre de 2001, Decreto 1781 del 26 de junio de 2003, y por último, la
Resolución 2768 del 13 de noviembre de 2003.
De acuerdo a la propuesta de Olano García80, la enseñanza del Derecho en
Colombia debe efectuarse por competencias, basado en dieciséis puntos, de los
cuales, cada profesor escogerá uno o varios para poder elaborar el programa de
cada una de sus asignaturas:
1. Actúa en forma ética y transparente con responsabilidad social, buscando
de manera leal y eficiente la justicia y la equidad en sus actuaciones, para
defender adecuadamente los intereses de quienes representa.

79
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, pp. 244 y 245.
80
Olano García, Hernán Alejandro. Manual de Responsabilidad Profesional e Historia del Derecho,
Bogotá, Universidad de La Sabana, 2016, pp. 201 y 202.
Capítulo I. La profesión de abogado 73

2. Actúan con capacidad jurídica, con el apoyo técnico necesario para


ejercer el debido proceso, razonado y con argumentos, ante autoridades
judiciales o administrativas.
3. Comprende adecuadamente los fenómenos políticos, sociales, econó-
micos, personales y psicológicos –entre otros–, considerándolos en la
interpretación y aplicación del Derecho.
4. Conoce, interpreta y aplica los principios generales del Derecho y del
ordenamiento propio de su país, así como las diferentes normas del sistema
jurídico nacional e internacional en casos concretos.
5. Conocer al menos una lengua extranjera distinta a la materna, que le
permita actuar eficientemente en el ámbito jurídico.
6. Considera la importancia y la pertinencia del uso de los Medios Alter-
nativos de Solución de Conflictos MASC.
7. Es capaz de enfrentar nuevas situaciones y de contribuir a formular
soluciones jurídicas en casos generales y particulares.
8. Está comprometido con los Derechos Humanos y con el Estado Social y
Democrático de Derecho.
9. Posee capacidad de ejercer su profesión trabajando en equipo, bien sea
con colegas o con expertos de otras carreras, contribuyendo de manera
efectiva en la solución de casos.
10. Posee capacidad para analizar una diversidad muy amplia de trabajos
complejos en relación con el Derecho y de sintetizar sus argumentos en
forma precisa.
11. Posee capacidad para aplicar sus conocimientos de manera eficaz en un
área determinada de su profesión.
12. Posee capacidad para decidir si las circunstancias de hecho son
suficientemente claras para poder adoptar en Derecho una decisión bien
fundada.
13. Posee capacidad para dialogar y debatir desde una perspectiva jurídica y
con conciencia crítica, comprendiendo las distintas teorías y conceptos,
jurídicos y filosóficos del Derecho, con el efecto de articularlos y proponer
y tomar una solución jurídica razonada.
14. Posee capacidad para ejercer la investigación científica en su actividad
profesional.
74 Manuel Espinoza Melet

15. Posee capacidad para redactar textos y expresarse de manera adecuada en


forma verbal y escrita con un lenguaje fluido y técnico-jurídico, así como
con una adecuada gramática acorde con las actualizaciones idiomáticas
recientes.
16. Posee capacidad para utilizar la tecnología, así como los avances de ésta,
en la búsqueda de la información relevante para ejercer su carrera, así
como para actualizarse profesionalmente.
Mückenberger y Hart81, sostienen la tesis de que, la universidad contribuye
notablemente a conceder al derecho privado una función ideológica, influyendo
decisivamente en la formación del abogado. En este sentido, afirman:
Los métodos y contenidos de los estudios jurídicos se determinan sustancialmente
por el Derecho privado tradicional (dogmática, técnica de solución de los casos).
Así la actividad de los estudiantes se forja a tenor del ámbito de la validez del
Derecho privado, cuya escasa trascendencia para la economía en su conjunto ha
sido ya subrayada. La materia de la que se ocupan predetermina la concepción
que los estudiantes tienen de la realidad: porque el Derecho privado se refiere
necesariamente a la realidad económica como objeto de regulación y porque
la jurisprudencia no dispone de los medios necesarios para la comprobación
metodológica y análisis de esta realidad; de tal manera que la toma de contacto
de los estudiantes de las Facultades de Derecho con la sociedad, las concepciones
de la realidad económica, son mediatizadas y analizadas a través de las categorías
y del contenido del sistema de Derecho privado.
En un mundo globalizado, donde se impone la tecnología en todas sus
tendencias, debe necesariamente incorporarse una asignatura que oriente y
ayude al estudiante en su incorporación tecnológica, orientada precisamente en
la informática jurídica. En relación a este punto, Hernández Álvarez82 señala:
la informática, la ciencia que ha producido una de las revoluciones más grandes de
la historia de la humanidad; revolución que sólo muy tímidamente ha entrado al
foro, pues se ha colado por las rendijas. Para que penetre con plenitud es preciso
que se le abra la puerta desde las facultades. Informática jurídica y Derecho
Informático son asignaturas que deben ocupar importante lugar en sus pensa; pero
fundamentalmente debe procurarse que el egresado salga dotado de una cultura
informática que es mucho más que saber manejar con destreza una computadora:
es saber descifrar el lenguaje en que estará escrita la ciencia del futuro.

81
Barcellona, Pietro. Hart, Dieter. Mückenberger, Ulrich. La formación del jurista, Capitalismo
monopolístico y cultura jurídica, Madrid, Cuadernos Civitas, Editorial Civitas, 1993, p. 71.
82
Hernández Álvarez, Ricardo. Op. Cit. La formación del abogado, p. 335.
Capítulo I. La profesión de abogado 75

Formar al estudiante de derecho y concientizarlo en el servicio público


es una tarea de vital importancia, afortunadamente hoy día, se ha tomado
conciencia de la significación que reviste el servicio comunitario, y prestan el
servicio comunitario como una herramienta de aprendizaje-servicio para todos
los estudiantes universitarios por medio del cual comparten sus conocimientos
con las comunidades, dando como resultado una experiencia beneficiosa tanto
para el estudiante como la comunidad a la cual presta el servicio.
En este sentido, el Maestro Prieto Figueroa83, reafirma la importancia de
este servicio, al señalar:
La Universidad es un servicio público y, como tal, ligado a las necesidades y
requerimientos de la sociedad. Sus planes de estudio y las profesiones que dentro
de ella se siguen, deben responder al plan de vida de la nación, ya lo dijimos. Los
que: consideran a la Universidad como un ciclo separado y distinto del proceso
educativo reclaman para la Universidad un sistema de autonomía que puede ser
de desligamiento de sus grandes responsabilidades o interpretación de éstas al
margen de las preocupaciones de la sociedad.
Conforme al criterio sostenido por Olano García:84
En un estudio realizado en 1995 por el Ministerio de Justicia y del Derecho, se
determinó que había por entonces 78000 abogados de los cuales cerca de 70000
poseían Tarjeta Profesional, de modo que por cada 1000 habitantes había 222
abogados, mientras que en Chile sólo había 64, en Ecuador 86, en Argentina 152
y en Bolivia 153. Una década después se habían otorgado cerca de 146000 tarjetas
profesionales, con un promedio de 289 abogados por habitante.
Del mismo modo, antes de 1992 existían 38 facultades de derecho; en 1995 56
y en 2005 había ya 117. Para 2010, el dato es de 123 programas de derecho en el
país, de los cuales, solamente 24 se encuentran con acreditación de alta calidad.
Hacía el mismo criterio, sostiene Diz Muñoz85 al señalar:
Por otro lado, en los últimos años, la oferta de programas de Derecho ha aumentado
considerablemente, sobre todo desde la década de los noventa, cuando la Ley 30
de 1992 defendió la autonomía universitaria. Así, vemos instituciones de alto
prestigio y calidad, al igual que otras que con gran esfuerzo logran mantener los

83
Prieto Figueroa, Luis Beltrán: Op. Cit. Principios Generales de la Educación, p. 152.
84
Olano García, Hernán Alejandro. Op. Cit. Manual de Responsabilidad Profesional e Historia del
Derecho, p. 182.
85
Diz Muñoz, Carmen Cecilia. El examen para ejercer la profesión de abogado en Colombia: ¿remedio
o enfermedad?, disponible en: https://www.ambitojuridico.com/noticias/academia/educacion-y-cultu
ra/el-examen-para-ejercer-la-profesion-de-abogado-en-colombia
76 Manuel Espinoza Melet

registros calificados de sus programas de Derecho. Aquí es donde deben centrarse


las políticas del Estado, que, en este sentido, tiene una gran responsabilidad, no solo
de establecer las reglas de funcionamiento del sistema educativo, sino también de
responder a las necesidades educativas de las regiones menos favorecidas donde
el acceso a la educación superior, una tarea casi imposible.
El Estado deberá responder las razones de porqué el Ministerio de Educación
Nacional sigue aprobando programas de Derecho en ciudades como Bogotá o
Medellín, en donde el número de facultades sobrepasa de 30 instituciones, una
sobreoferta que degrada la calidad de la enseñanza y contradice las mismas
condiciones de la norma, que tiene como criterio primordial la justificación de la
demanda al momento de hacer la solicitud.
Preocupante la postura de García Villegas y Ceballos Bedoya86, quienes
afirman la angustiante situación que se vive en Colombia con relación a los estudios
de derecho a nivel de pregrado, al afirmar:
En Colombia, la gran mayoría de los pregrados de Derecho son de bajo costo y
baja calidad (especialmente del sector privado). Los pregrados de alta calidad son
muy pocos y educan a una pequeña parte del total de juristas. Las oportunidades
de ingresar a este tipo de pregrados son muy limitadas. Por un lado, en el sector
oficial, las matrículas tienen un costo bajo, pero existen filtros académicos de
admisión muy exigentes que pocos aspirantes superan. Por otro lado, en el sector
privado, aunque los filtros académicos son menos exigentes, las matrículas
tienden a ser muy costosas, lo cual implica que a estos programas ingresan los
pocos estudiantes que tienen el capital económico suficiente para cubrir el costo
de matrícula. Un estudiante con una capacidad económica alta o media-alta tiene
todas las posibilidades de acceder a una buena formación en derecho, mientras
que las posibilidades de un estudiante sin esa capacidad son muy pocas.
Hoy día, se imparte la carrera de derecho en 31 universidades colombianas.
A continuación, presentamos un cuadro que abarca las universidades, la ciudad,
el régimen de estudios, años o semestres correspondientes.

Universidad Ciudad Regimen Tiempo


Universidad CES Bogotá Semestral 10
Universidad La Gran Colombia Bogotá Semestral 10
Universidad EAFIT Medellín Semestral 10
Universidad de los Andes Bogotá Semestral 10

86
García Villegas, Mauricio y Ceballos Bedoya, María Adelaida. La profesión jurídica en Colombia:
Falta de reglas y exceso de mercado, Bogotá, Colección Dejusticia, 2019, pp. 49 y 50.
Capítulo I. La profesión de abogado 77

Universidad Libre Barranquilla Anual 5


Bogotá
Cali
Cartagena
Cúcuta
Pereira
Universidad Católica Bogotá Semestral 10
Universidad de Manizales Manizales Semestral 10
Universidad del Norte Barranquilla Semestral 10
Universidad Pontificia Bolivariana Santander Semestral 10
Universidad Externado de Colombia Bogotá Anual 5
Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano Bogotá Semestral 10
Medellin
Universidad Santiago de Cali Cali Semestral 10
Universidad Icesi Cali Semestral 10
Universidad de La Sabana Bogotá Semestral 10
Universidad de Cartagena Cartagena Semestral 10
Universidad Autónoma de Bucaramanga Bucaramanga Semestral 10
Universidad Industrial de Santander Bogotá Semestral 10
Corporación Universitaria del Caribe - CECAR Sincelejo Semestral 10

Montería
Universidad Central Bogotá Semestral 10
Universidad Jorge Tadeo Lozano Bogotá Semestral 8
Universidad Cooperativa de Colombia Apartadó Semestral 10
Arauca
Barrancamerbeja
Bogotá
Bucaramanga
Cali
Cartago
El Espinal
Montería
Neiva
Pasto
Popayán
Quibdó
Santa Marta
Villavicencio
Corporación Universitaria Lasallista Antioquia Semestral 10
Universidad Católica de Oriente Antioquia Semestral 10
Universidad de Santander UDES Bucaramanga Semestral 10
Universidad del Cauca Cauca Semestral 10
Universidad Santo Tomás Bogotá Semestral 10
Bucaramanga
Tunja
Villavicencio
78 Manuel Espinoza Melet

Universidad Antonio Nariño Bogotá Semestral 10


Neiva
Duitama
Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales U.D.C.A Bogotá Semestral 10

Universidad de la Costa Barranquilla Anual 5


Universidad Manuela Beltrán Bogotá Semestral 10

7.2 El postgrado

Una vez concluidos los estudios de pregrado, el abogado debe seguir


perfeccionado sus conocimientos, ya que no sólo puede aspirar a su ingreso en
el campo laboral, sino que también se ve en la imperiosa necesidad de ampliar
su preparación en un área específica del derecho; siendo el postgrado una de las
formas más idóneas para tal fin, que ofrece al profesional del derecho la posibilidad
de continuar su formación en las áreas de doctorado, maestría y especialización.
Se entiende por estudios de postgrado toda actividad que tenga por objeto
elevar el nivel académico y de desempeño profesional de egresados del Sub-
sistema de Educación Superior. Los estudios de Postgrado tienen como finalidad
fundamental:
1. Profundizar la formación de los profesionales universitarios que
respondan a la demanda social en campos específicos del conocimiento
y del ejercicio profesional.
2. Formar investigadores que sirvan a los altos fines del desarrollo de la
ciencia y la tecnología del país.
Sin lugar a dudas, es de suma importancia para el profesional que recién
egresa de la universidad, continuar su carrera en el área de postgrado, por cuanto
estamos viviendo en una sociedad donde no basta la simple obtención de un título
académico, ya que la exigencia laboral impone la consecución de estudios que
lo posesionen en una situación de competitividad. Es por ello, que el curriculum
vitae que en la actualidad se posesiona como el más idóneo, exige la realización
de estudios de postgrado: doctorado, maestría o especialización, siendo éste un
perfil cónsono con las nuevas realidades y expectativas de un campo laboral difícil
y complejo, matizado por la más absoluta exigencia de preparación y formación
profesional.
Un abogado con estudios de postgrado, es sinónimo de especialidad en
el área de la cual cursó estudios, y por ende, es un profesional que ha ido
Capítulo I. La profesión de abogado 79

perfeccionado sus conocimientos, consolidando su visión crítica y generando


mayor aportes para la ciencia del derecho, el gremio y la sociedad en general.
Lamentablemente en Colombia, el acceso a los estudios de postgrado es limitada,
a consecuencia de los elevados costos de inscripción y pago de créditos a cursar;
eso genera que las clases sociales de limitados y/o escasos recursos económicos
no puedan cursar estudios de cuarto nivel, y en consecuencia, continuar con su
etapa formativa.
Tal y como lo sostienen García Villegas y Ceballos Bedoya87:
Una de las particularidades de la educación jurídica en Colombia es la amplia
oferta de posgrados en Derecho. En 2015 se ofrecían 592 posgrados en la disciplina
(Snies, 2015a). Esta amplia oferta de posgrados es una consecuencia de, al menos,
dos tipos de incentivos: primero, los académicos, pues los juristas no solamente
pretenden fortalecer sus conocimientos jurídicos teóricos y prácticos, sino que
buscan posgrados en universidades más prestigiosas que la de su pregrado; y,
segundo, los incentivos laborales, pues los juristas (en especial los funcionarios
públicos) reciben recompensas por cada nuevo título de posgrado.
A continuación, presentamos un cuadro que abarca las universidades y los
cursos ofertados (Doctorado, Maestría o Especialización):

Universidad Doctorado Maestría Especialidad

Universidad CES Maestría en Especialización en Derecho Comercial


Seguridad Social de la Universidad del Rosario. Convenio en
extensión con la Universidad CES
Universidad Maestría en Derecho Sede Bogotá:
La Gran Colombia a. Derecho de Familia
b. Derecho del Trabajo
c. Derecho administrativo
d. Derecho Penal y criminología
e. Casación penal
Sede Armenia:
a. Especialización en Derecho
Administrativo
b. Especialización en Derecho
Constitucional
c. Especialización en Derecho de Familia

87
García Villegas, Mauricio y Ceballos Bedoya, María Adelaida. Op. Cit. La profesión jurídica en
Colombia: Falta de reglas y exceso de mercado, p. 73.
80 Manuel Espinoza Melet

d. Especialización en Derecho Laboral y


Seguridad Social
e. Especialización en Derecho Penal y
Criminología
f. Especialización en Gerencia Financiera
g. Especialización en Gerencia y
Mercadeo
h. Especialización en Gestión de
Proyectos de Desarrollo
i. Especialización en Gestión de la
Calidad y Normalización Técnica
j. Especialización en Gestión y
Construcción de Edificaciones
Universidad EAFIT Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho Financiero
Penal y Bursátil
b. Especialización en Derecho Penal
Maestría en Derecho c. Especialización en Derecho Público
d. Especialización en Derecho Societario
e. Especialización en Derecho Urbano
f. Especialización en Responsabilidad Civil
Universidad Doctorado Magister a. Especialización en Derecho de la
de los Andes en Derecho Maestría en Derecho Empresa
Maestría en Derecho b. Especialización en Derecho Minero
Internacional Energético y Desarrollo Sostenible
c. Especialización en Derecho Comercial
Maestría en Derecho,
Gobierno y Gestión d. Especialización en Derecho de los
de la Justicia Negocios Internacionales
e. Especialización en Gestión Pública e
Maestría en
Tributación Instituciones Administrativas
f. Especialización en Legislación
Maestría en Derecho
Financiera
Privado
g. Especialización en Tributación
Maestría en
Propiedad Intelectual
Maestría en
Derecho Público
para la Gestión
Administrativa
Universidad Libre Doctorado Sede Bogotá: Sede Bogotá:
en Derecho Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho
Procesal Administrativo
Maestría en Derecho b. Especialización en Derecho Comercial
Disciplinario c. Especialización en Derecho Procesal
Maestría en Derecho d. Especialización en Ciencias Forenses y
Laboral y Seguridad Técnica Probatoria
Social e. Especialización en Derecho Penal y
Maestría en Derecho Criminología
Penal f. Especialización en Derecho laboral y
Seguridad Social
Capítulo I. La profesión de abogado 81

Maestría en Derecho g. Especialización en Derecho de Familia


Administrativo h. Especialización en Derecho Público
Financiero
i. Especialización en derecho
Constitucional
Sede Barranquilla: Sede Barranquilla:
Maestria en Derecho a. Especialización en Derecho Penal
Administrativo b. Especialización en Derecho
Constitucional
Maestria
c. Especialización en Derecho
Derecho Penal y
Administrativo
Criminología d. Especialización en Derecho comercial
Maestria Derecho e. Especialización en Derecho Laboral
Laboral y Seguridad f. Especialización en Derecho de Familia
Social g. Especialización en Contratación Estatal
Maestría en Derecho h. Especialización en Derecho Tributario
Privado i. Especialización en Derecho Procesal
j. Especialización en Derecho Probatorio

Sede Cali: Sede Cali:


Maestría en a. Especialización en Derecho
Criminalística y Administrativo
Ciencias Forenses b. Especialización en Derecho
Maestría en Derecho Constitucional
Administrativo c. Especialización en Derecho Laboral
Maestría en Derecho d. Especialización en Psicología Jurídica
Constitucional y Forense
Maestría en Derecho e. Especialización en Derecho Penal
Penal

Sede Cartagena: Sede Cartagena:


Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho
Administrativo Constitucional
b. Especialización en Derecho Procesal
c. Especialización en Derecho
Administrativo
d. Especialización en Derecho Penal y
Criminología
e. Especialización en Derecho Comercial
f. Especialización en Gestión de
Proyectos
g. Especialización en Gerencia Tributaria
h. Especialización en Revisoría Fiscal

Sede Cúcuta: Sede Cúcuta:


Maestría en Derecho a. Especialización en Contratación Estatal
Procesal b. Especialización en Derechos Humanos
c. Especialización en Seguridad Social
d. Especialización en Derecho Laboral
82 Manuel Espinoza Melet

e. Especialización en Derecho de Familia


f. Especialización en Derecho Procesal
g. Especialización en Derecho Notarial,
Inmobiliario y Urbanístico
h. Especialización en Derecho
Administrativo
i. Especialización en Derecho Penal y
Criminología

Sede Pereira: Sede Pereira:


Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho
Constitucional Administrativo
Maestría en Derecho b. Especialización en Derecho
Administrativo Constitucional
c. Especialización en Derecho Penal
Maestría en Derecho
d. Especialización en Derecho Minero -
Penal
Energético e Hidrocarburos
e. Especialización en Derecho Procesal,
Probatorio y Oralidad
f. Especialización en Derecho de Daños y
Responsabilidad Pública y Privada
g. Especialización en Gerencia Social
h. Especialización en Responsabilidad
Médica
i. Especialización en Derecho del
Trabajo, Pensiones y Riesgos Laborales
j. Especialización en Derecho Urbano,
Gestión y Planeamientos Inmobiliarios

Sede Socorro:
a. Especialización en Derecho Laboral y
Seguridad Social
b. Especialización en Derecho Penal
c. Especialización en Derecho
Constitucional
d. Especialización en Derecho
Administrativo
e. Especialización en Derecho de Familia

Universidad Católica Maestría en a. Especialización en Derecho


Derechos Humanos Constitucional y Administrativo
y Derecho b. Especialización en Derecho del Trabajo
Internacional y la Seguridad Social
Humanitario c. Especialización en Derecho Penal y
Ciencias Forenses
Maestría en Ciencia d. Especialización en Derecho Probatorio
Política e. Especialización en Derecho Tributario
y Aduanero
Capítulo I. La profesión de abogado 83

f. Especialización en Gobierno y Gestión


del Desarrollo Regional y Municipal
g. Especialización en Sistema Penal
Acusatorio (virtual)
Universidad de Maestría en Derecho a. Especialización en Seguridad Social
Manizales b. Especialización en Sistema Procesal
Maestría en Ciencias Penal
Forenses c. Especialización en Contratación
Pública
Universidad Doctorado Maestría en Ciencia a. Especialización en Gobierno y Políticas
del Norte en Derecho Política y Gobierno Públicas
b. Especialización en Derecho
Maestría en Derecho Administrativo
c. Especialización en Derecho Ambiental,
Maestría en Derecho
Territorial y Urbanístico
Ambiental y
d. Especialización en Derecho Civil y de
Urbano- Territorial
Familia
Maestría en Derecho e. Especialización en Derecho Comercial
del Comercio f. Especialización en Derecho
Constitucional
Maestría en Derecho g. Especialización en Derecho Laboral
del Trabajo y de la h. Especialización en Derecho Penal
Seguridad Social i. Especialización en Derecho Público
j. Especialización en Negociación y
Maestría en Derecho Manejo de Conflictos
Público k. Especialización en Responsabilidad y
Seguros
Maestría en
l. Especialización en Seguridad Social
Negociación
y Manejo de m. Especialización en Tributación
Conflictos n. Especialización en Derecho de
Sociedades
Maestría en o. Especialización en Derechos Humanos
Relaciones
Internacionales

Maestría en
Tributación y
aduanas
Universidad Sede Sede Medellín: Sede Medellin:
Pontificia Medellin: Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho
Bolivariana Doctorado Administrativo
en Estudios Sede Bucaramanga: b. Especialización en Derecho Comercial
Políticos y Maestría en Derecho
c. Especialización en Derecho Médico
Jurídicos
d. Especialización en Derecho Penal y
Procesal Penal
e. Especialización en Derecho Privado
f. Especialización en Derecho Procesal
84 Manuel Espinoza Melet

g. Especialización en Derecho
Urbanístico e Inmobiliario
h. Especialización en Derecho de Familia,
Infancia y Adolescencia
i. Especialización en Derecho del Trabajo
y la Seguridad Social
Sede Montería:
a. Especialización en Derecho Penal
Universidad Sede Sede Bogotá: Sede Barranquilla:
Externado de Bogotá: Maestría en Gestión a. Especialización en Derecho de la
Colombia Doctorado Integral del Riesgo Infraestructura
en Derecho b. Especialización en Derecho Tributario
Maestría en Derecho Internacional
Económico con c. Especialización en Derecho Tributario
énfasis en Servicios d. Especialización en Derecho Procesal
Públicos Civil
e. Especialización en Derecho Laboral y
Maestría en Derecho Relaciones Industriales
Constitucional f. Especialización en Derechos Humanos
y Derecho Internacional Humanitario
Maestría en Derecho g. Especialización en Derecho del Medio
Económico con Ambiente
Énfasis en Derecho h. Especialización en Derecho
Bancario y Bursátil Disciplinario
i. Especialización en Derecho Comercial
Maestría en Derecho j. Especialización en Derecho Aduanero
Comercial y Comercio Exterior
k. Especialización en Derecho
Maestría en
Derecho del Estado Administrativo
con Énfasis en l. Especialización en Contratación Estatal
Regulación Minera,
Energética y Sede Bogotá:
Petrolera a. Especialización en inspección,
vigilancia y control
Maestría en Derecho b. Especialización en Derecho de la
de Estado con Infraestructura
énfasis en Gobierno c. Especialización en Derecho Económico
y Desarrollo de
Internacional
las Entidades
Territoriales d. Especialización en Regulación y
Gestión en TIC, Telecomunicaciones y
Maestría en Derecho Ecosistema Digital
del Estado con e. Especialización en Pensiones y Riesgos
Énfasis en Derecho Laborales
Tributario f. Especialización en valuación de activos
y propiedad intelectual
g. Especialización en Servicios Públicos
h. Especialización en Seguros
Capítulo I. La profesión de abogado 85

Maestría en Derecho i. Especialización en Seguridad Social


de Estado con j. Especialización en Responsabilidad y
Énfasis en Derecho Daño Resarcible
Público k. Especialización en Regulación Energia
Eléctrica y Gas
Maestría en Derecho
l. Especialización en Propiedad
del Estado con
Énfasis en Derecho Industrial, Derechos de Autor y Nuevas
de los Recursos Tecnologías
Naturales m. Especialización en Nuevas
Tecnologías, Innovación y Gestión de
Maestría en Derecho Ciudades
de Estado con n. Especialización Internacional en
Énfasis en Derecho Derecho del Transporte
Administrativo o. Especialización en Gestión de Ciudad y
Territorio
Maestría en Derecho p. Especialización en Derecho Tributario
del Trabajo, Procesal
Internacional
del Trabajo y
Seguridad Social q. Especialización en Derecho Tributario
Corporativo
Maestría en Derecho r. Especialización en Derecho Tributario
Económico con s. Especialización en Derecho Público
énfasis en Teoría del t. Especialización en Derecho Público,
Derecho Económico Ciencias y Sociología Políticas
y la Regulación u. Especialización en Derecho Procesal
Penal
Maestría en v. Especialización en Derecho Procesal Civil
Derecho Económico w. Especialización en Derecho Minero y
con énfasis en
Petrolero
Regulación
Económica y x. Especialización en Derecho Minero y
Análisis Económico Energético
del Derecho y. Especialización en Derecho Médico
z. Especialización en Derecho Laboral y
Maestría en Derecho Relaciones Industriales
Económico con aa. Especialización en Derecho
Énfasis en Derecho Informático y de las Nuevas
Económico Tecnologías
Internacional, bb. Especialización en Derechos Humanos
Comercio, y Derecho Internacional Humanitario
Transacciones e cc. Especialización en Derecho Financiero
Inversión y Bursátil
dd. Especialización en Derecho
Maestría en Disciplinario
ee. Especialización en Derecho de Tierras
Derecho del
ff. Especialización en Derecho del Medio
Estado con énfasis
Ambiente
en Regulación
gg. Especialización en Derecho de los
y Gestión de las
Negocios
Telecomunicaciones
hh. Especialización en Derecho de Familia
86 Manuel Espinoza Melet

Maestría en Derecho ii. Especialización en Derecho


Privado, Persona y Contractual y Relaciones Jurídico
Sociedad con énfasis Negociales
en Contratación jj. Especialización en Derecho
Contemporánea Contencioso Administrativo
kk. Especialización en Derecho
Maestría en Justicia Parlamentario y Práctica de la
Transicional Democracia
ll. Especialización en Derecho
Maestría virtual Constitucional
en Tributación mm. Especialización en Derecho Comercial
Internacional, nn. Especialización en Derecho de Aguas
Comercio Exterior y oo. Especialización en Derecho Aduanero
Aduanas y Comercio Exterior
pp. Especialización en Derecho
Maestría en Derecho Administrativo Laboral
Internacional con qq. Especialización en Derecho
Énfasis en Derecho Administrativo
Internacional rr. Especialización en Contratación
Público Internacional
ss. Especialización en Contratación Estatal
Maestría en Derecho tt. Especialización en Ciencias Penales y
Médico Criminológicas

Maestría en Derecho Sede Bucaramanga:


a. Especialización en Derecho Tributario
Internacional con
b. Especialización en Derecho Tributario
Énfasis en Derecho
Internacional
Internacional de los
c. Especialización en Responsabilidad y
Negocios
Daño Resarcible
Maestría en Justicia d. Especialización en Derecho Procesal
y Tutela de los Penal
Derechos con e. Especialización en Derecho Procesal
énfasis en Teoría Civil
Jurídica y Filosofía f. Especialización en Derecho Laboral y
del Derecho Relaciones Industriales
g. Especialización en Derecho del Medio
Maestría en Justicia Ambiente
y Tutela de los h. Especialización en Derecho
Derechos con Disciplinario
énfasis en Derecho i. Especialización en Derecho Comercial
Procesal j. Especialización en Derecho
Administrativo
Maestría en Justicia k. Especialización en Contratación Estatal
y Tutela de los
Derechos con Sede Cali:
énfasis en Derecho a. Especialización en Derecho Tributario
del Trabajo Internacional
b. Especialización en Derecho del Medio
Ambiente
Capítulo I. La profesión de abogado 87

Maestría en Derecho c. Especialización en Nuevas


Informático y de las Tecnologías, Innovación y Gestión de
Nuevas Tecnologías Ciudades
d. Especialización en Derecho Tributario
Maestría en e. Especialización en Derecho Público
Justicia y Tutela f. Especialización en Derecho Procesal
de los Derechos Civil
con énfasis en g. Especialización en Derecho Notarial y
Ciencias Penales y Registral
Criminológicas h. Especialización en Derecho Laboral y
Relaciones Industriales
Maestría en i. Especialización en Derecho
Derechos Humanos Disciplinario
y Democratización j. Especialización en Derecho
Constitucional
Maestría en Derecho k. Especialización en Derecho Comercial
Privado, Persona y l. Especialización en Derecho
Sociedad con énfasis Administrativo
en Transporte, m. Especialización en Contratación Estatal
Logística e
Infraestructura Sede Cartagena:
a. Especialización en Gestión de Ciudad
Maestría en Derecho y Territorio
Privado, Persona y b. Especialización en Gerencia de
Sociedad con énfasis Impuestos
en Responsabilidad c. Especialización en Derecho Público
Contractual y d. Especialización en Derecho Procesal
Extracontractual Penal
Civil y del Estado e. Especialización en Derecho
Contencioso Administrativo
Maestría en Derecho f. Especialización en Derecho Aduanero
Privado, Persona y Comercio Exterior
y Sociedad con
énfasis en Propiedad Sede Cúcuta:
Intelectual a. Especialización en Derecho Procesal
Penal
b. Especialización en Derecho Procesal
Civil
c. Especialización en Derechos Humanos
y Derecho Internacional Humanitario
d. Especialización en Derecho
Constitucional
e. Especialización en Derecho
Administrativo
Sede Medellín:
a. Especialización en Derecho Comercial
b. Especialización Internacional en
Derecho del Transporte
c. Especialización en Derecho Tributario
88 Manuel Espinoza Melet

d. Especialización en Derecho Procesal


Civil
e. Especialización en Derecho Laboral y
Relaciones Industriales
f. Especialización en Derechos Humanos
y Derecho Internacional Humanitario
g. Especialización en Derecho del Medio
Ambiente
h. Especialización en Derecho de los
Negocios
i. Especialización en Derecho
Administrativo
j. Especialización en Contratación
Internacional
k. Especialización en Contratación Estatal

Sede Pasto:
a. Especialización en Derecho Procesal
Penal
b. Especialización en Derecho
Contencioso Administrativo
c. Especialización en Derecho
Constitucional
d. Especialización en Contratación Estatal
e. Especialización en Ciencias Penales y
Criminológicas

Sede Pereira:
a. Especialización en Responsabilidad y
Daño Resarcible

Sede Tunja:
a. Especialización en Derecho Procesal
Penal
b. Especialización en Derecho Comercial
c. Especialización en Derecho
Administrativo
d. Especialización en Contratación Estatal

Sede Valledupar:
a. Especialización en Derecho
Contencioso Administrativo
Sede Villavicencio:
a. Especialización en Gestión de Ciudad y
Territorio
b. Especialización en Derecho Público
c. Especialización en Derecho
Constitucional
Capítulo I. La profesión de abogado 89

Universidad Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho


Santiago de Cali Médico Administrativo
b. Especialización en Derecho
Maestría en Derecho Administrativo
c. Especialización en Derecho
Constitucional
d. Especialización en Derecho de Familia
e. Especialización en Derecho Penal
f. Especialización en Derecho
Disciplinario
g. Especialización en Derechos Humanos
y Derecho Internacional Humanitario
Universidad Maestría en a. Especialización en Derecho Laboral y
Icesi Derecho modalidad de la Seguridad Social
investigación b. Especialización en Derecho Comercial
c. Especialización en Derecho Judicial
Maestría en Derecho d. Especialización en Derecho Penal
e. Especialización en Derecho Procesal
f. Especialización en Derecho Público
g. Especialización en Derecho
Empresarial
h. Especialización en Derecho Tributario
Universidad Maestría en Derecho a. Especialización en Seguros y
de La Sabana Constitucional Seguridad Social
Maestría en Derecho b. Especialización en Derecho Comercial
de la Empresa y de c. Especialización en Derecho Tributario
los Negocios d. Especialización en Responsabilidad
Civil y del Estado
Maestría en Derecho
e. Especialización en Derecho y Empresa
Internacional
f. Especialización en Contratación Estatal
Maestría en
Contratación Estatal
Universidad de Maestría en Derecho Especialización en Ciencias Penales y
Cartagena Criminológicas
Maestría en Derecho
Penal
Universidad Bucaramanga Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho
Autónoma de de Familia Administrativo
Bucaramanga b. Especialización en Derecho Ambiental
Maestría en
c. Especialización en Derecho Comercial
Prevención
d. Especialización en Derecho
del Maltrato
Constitucional
Intrafamiliar: niñez
e. Especialización en Derecho de Familia
y adolescencia
f. Especialización en Derecho
Disciplinario
g. Especialización en Derecho Penal
h. Especialización en Derecho Penal
90 Manuel Espinoza Melet

i. Especialización en Derecho Procesal


Civil
j. Especialización en Derecho Procesal
Civil
k. Especialización en Derecho Público
l. Especialización en Responsabilidad
m. Especialización en Violencia
Intrafamiliar Niñez y Adolescencia

Corporación a. Especialización en Derecho


Universitaria del Administrativo
Caribe - CECAR b. Especialización en Derecho Procesal
Civil
c. Especialización en Derecho Laboral y
Seguridad Social
d. Especialización en Derechos Humanos
y Justicia Transicional
Universidad Jorge Maestría en Especialización en Derecho del Medio
Tadeo Lozano Ciudadanía y Ambiente
Derechos Humanos
Universidad Sede Bogotá: Sede Ibagué:
Cooperativa de Maestría en Especialización en Derecho Administrativo
Colombia Propiedad Disciplinario
Intelectual
Sede Bucaramanga:
Sede Pasto: Especialización en Derecho Procesal Penal
Maestría en
Sede Pasto:
Derechos Humanos
Especialización en Derecho Procesal Penal
y Gobernanza
Sede Popayán:
Especialización en Derecho Procesal Penal

Sede Neiva:
Especialización en Derecho del Proceso
Universidad a. Especialización en Contratación Estatal
Católica de Oriente b. Especialización en Probática y Derecho
Probatorio
Universidad de Maestría en Derecho
Santander UDES para el Urbanismo
y el Desarrollo
Territorial
Sostenible
Maestría en
Psicología Jurídica y
Forense
Capítulo I. La profesión de abogado 91

Universidad del Maestría en Derecho a. Especialización en Derecho


Cauca Administrativo Administrativo
b. Especialización en Derecho
Maestría en Derecho
Contractual Privado
Administrativo
c. Especialización en Derecho de Familia
Maestría en d. Especialización en Derecho Procesal
Derechos Humanos Penal
y Políticas Públicas
para la Convivencia
Maestría en
Filosofía del
Derecho

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Santo Tomás en Derecho de los Derechos Administrativo
Humanos y el DIH b. Especialización en Derecho Penal
ante Organismos, c. Especialización en Derechos Humanos
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Manuela Beltrán Penal con Énfasis en Técnicas de la
Oralidad
b. Especialización en Investigación
Criminal
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 93

Capítulo II
LAS FUNCIONES DEL ABOGADO
EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA

Sumario: 1. El abogado como garante del Estado. 2. La función social


del abogado. 3. Las actividades profesionales del abogado. 3.1 Libre
ejercicio de la profesión. 3.2 En la administración pública. 3.3 En la
empresa privada. 3.4 En la docencia y la investigación.

1. EL ABOGADO COMO GARANTE DEL ESTADO

Sin lugar a duda, el abogado juego un papel fundamental en el estricto e


inequívoco desarrollo y control de las normas jurídicas, en virtud de que los
profesionales del derecho son integrantes del sistema judicial por mandato expreso
de la Constitución; por este motivo, deben necesariamente los abogados contribuir
para la firme materialización de la tutela judicial efectiva, por medio de la justicia.
Es por ello que, el Estado necesita de profesionales que conozcan, den
orientación y hagan cumplir fiel y estrictamente las normas que regulan la
conducta del hombre en sociedad, y sin duda alguna, es el abogado la persona que
tiene las condiciones idóneas y necesarias, ya que posee estudios para la correcta
aplicación e interpretación de las leyes de acuerdo a la realidad del país. Como
bien lo sostiene Gutiérrez Rodríguez1:
Seguramente muchos de los cambios introducidos en el ordenamiento jurídico eran
necesarios para empezar a poner orden en la casa de la justicia y quizás en el futuro
cercano empezaremos a percibir los efectos positivos que buscaron los legisladores.
Pero si queremos que la justicia en Colombia mejore y que los ciudadanos perciban
que ella es accesible y efectiva, tenemos que mirar más allá de la ley. Los abogados,
tan acostumbrados a debatir sobre las reglas y su interpretación, casi siempre
terminamos proponiendo lo mismo para resolver problemas: una nueva regla o,
en su defecto, una nueva interpretación a la regla vigente.

1
Gutiérrez Rodríguez, Juan David. Op. Cit. Abogados, Litigios y el Estatuto de la Abogacía en
Colombia, p. 1057.
94 Manuel Espinoza Melet

Tal y como lo señala el Maestro Calamandrei2:


No es exagerado decir que, en un sistema judicial inevitablemente complicado,
como lo es el de los Estados civilizados modernos, la justicia no podría funcionar
si no existiesen los profesionales del derecho, puesto que las dificultades de juzgar
resultarían enormemente acrecentadas, hasta constituir obstáculos en la práctica
insuperables si el juez, suprimidos abogados y procuradores, viniera a contar en
contacto directo con la impericia jurídica y con la mala fe de las partes litigantes.
La intervención de los abogados sirve cabalmente para librar al juez de una lucha
contra la ignorancia y contra la mala fe, que le quitaría toda la serenidad y toda
la agilidad del juicio: puesto que la presencia del defensor, que representa o asiste
a la parte, es garantía de ciencia y de probidad. Que esa garantía de ciencia todo
el mundo la admite: en la siempre creciente complicación de la vida jurídica
moderna; en las asperezas de los formalismos procesales, que aparecen a los
profanos misteriosas trampas, el abogado es un precioso colaborador del juez,
porque labora en su lugar para recoger los materiales del litigio, traduciendo en
lenguaje técnico las fragmentarias y desligadas afirmaciones de la parte, sacando
de ellas la osamenta del caso jurídico para presentarlo al juez en forma clara y
precisa y en los modos procesalmente correctos; por ende, gracias a ese abogado
paciente, que en el recogimiento de su despacho desbasta, interpreta, escoge y
ordena los elementos informes proporcionados por el cliente, el juez llega a estar en
condiciones de ver de golpe, sin perder el tiempo, el punto vital de la controversia
que está llamado a decidir.
En este sentido, resalta la figura del abogado en relación a su función como
integrante del sistema de justicia, en donde se maximiza que el profesional del
derecho no es sólo un auxiliar o un colaborador de dicho sistema, supone también
una serie de obligaciones en el abogado para garantizar que el sistema de justicia
del cual forma parte funcione adecuadamente3.

2
Calamandrei, Piero. Demasiados Abogados, Buenos Aires 1960, Editorial Ejea, pp. 25 y 26.
3
Agatiello, Osvaldo R. López-Miró, Horacio. Del Carril, Enrique V. La Ética del Abogado,
Buenos Aires, Librería Editora Platense – Abeledo-Perrot, 1995, p. 95. “Este deber deviene del
simple hecho de ser –el abogado mismo– un auxiliar de la Justicia; así lo han dicho diversos autores
y así lo ha reconocido la legislación nacional, ya que la fórmula y el concepto han tenido cabida en
estatutos de colegios profesionales, en leyes de organización de poderes judiciales y en proyectos de
pautas de conducta.
La opinión generalizada entre los autores es que el abogado, “aunque defiende un interés particular,
trasciende en su acción ese interés privado, para servir en realidad al interés público de la justicia”
o, como lo dice Mercader “… para servir al interés privado, debe moverse en los límites del interés
público, que es superior y que no puede ser infringido sin daño social”.
Como bien lo expone Trigo Represas, “… ante todo, el abogado cumple una indudable y trascendente
función social, al cooperar con el Estado para que se eliminen o compongan los conflictos existentes
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 95

2. LA FUNCIÓN SOCIAL DEL ABOGADO

La evidente participación activa de los abogados en la vida institucional y


política del país es un hecho indubitable, que se remonta desde los comienzos de
nuestra vida republicana y se mantiene en la actualidad. Su presencia surge de la
noble aspiración a constituir un Estado de Derecho y es, por ello, una necesidad
institucional.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 1° del Decreto 196 de 1971:
“La abogacía tiene como función social la de colaborar en la conservación y
perfeccionamiento del orden jurídico del país, y en la realización de una recta y
cumplida administración de justicia”.
También el artículo 2° del citado Decreto, establece: “La principal misión del
abogado es defender en justicia los derechos de la sociedad y de los particulares.
También es misión suya asesorar, patrocinar y asistir a las personas en la ordenación
y desenvolvimiento de sus relaciones jurídicas”.
De acuerdo con el criterio sostenido por Vergara Molano4, las citadas
normas mantienen:
el centripetismo estatista que caracteriza todo el Estatuto del Abogado, habida
cuenta que la función social de la práctica jurídica se subsume al supuesto
implícito de un “bien o interés común” el cual, como es tradición, se emplea como
comodín para anteponer supuestos Derechos de la sociedad, de interés general, a
los Derechos subjetivos de los particulares o a los Derechos de ciertas minorías,
más aún cuando se supone que existe una perfecta correspondencia entre aquel
hipotético “interés general”, escindible de los intereses reales de ciertos individuos,
con el orden jurídico y con su Administración.
Los abogados son los defensores de la vida jurídica y de la garantía de la
justicia5, del respeto a los derechos de sus conciudadanos, resultando en una
inequívoca participación en todas las esferas del ámbito jurídico nacional. Es
por ello, que su rol es fundamental para el sostenimiento de la sociedad y de

entre los particulares, ya que son auxiliares del órgano jurisdiccional y trabajan al servicio del interés
público, en cuanto éste persigue la composición rápida y justa de todos los conflictos”.
4
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, p.198.
5
Brewer Carias, Allan. La formación del abogado y los problemas del ejercicio de la abogacía,
Caracas 1983, Boletín de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Volumen 39, N° 91-94,
p.23: “El abogado existe, sin duda, porque existen leyes y porque es función esencial del Estado,
el administrar justicia. La importancia de nuestra profesión, por tanto, y del rol del abogado en la
sociedad, ha sido y es evidente: nosotros somos los hombres de leyes, los hombres del derecho, y sin
la ley no sólo no podría existir sociedad organizada sino que tampoco podría existir el Estado”.
96 Manuel Espinoza Melet

las instituciones, y por ende, su presencia es necesaria en el necesario devenir


de la colectividad, a los fines de fortalecer en la transparencia de la gestión
gubernamental, de la defensa de los sectores más desposeídos y desprotegidos
de la sociedad, siempre ávidos de la necesaria actuación de los profesionales del
derecho. En este sentido, sostiene Barcellona6, lo siguiente:
Se ha dicho también que los juristas están frustrados porque han perdido el contacto
con la sociedad. En otro tiempo estaban mucho más en contacto con la experiencia
de la vida cotidiana, tenían la sensibilidad de “lo social”. Ahora han perdido el
sentido de la realidad social. Todos los estudiosos, en un momento determinado,
se pronuncian en el sentido de que es necesario hacer un balance con la realidad
social. Si logramos recuperar esta relación entre Derecho y estructuras sociales
(y realidad social) volveremos a encontrar la vía maestra y podemos afirmar de
nuevo la función del Derecho.
En un supremo intento de supervivencia y defensa del propio papel, el jurista
trata de actualizar la imagen propia. He aquí que aparece en la palestra el jurista,
ingeniero social, experto en mediación, dispuesto a dilatar el propio horizonte
para abrazar toda la esfera de lo social.
El jurista concurre con el sociólogo y redescubre que la dimensión jurídica coincide
con la dimensión social, que regularidad social y juridicidad son caras de la misma
moneda. Se redescubren valores y se reivindica por el jurista la tarea de convertirse
en intérprete de las instancias o necesidades de la sociedad en transformación.
Tal y como lo destaca Bocaranda7:
El papel del abogado no ha perdido vigencia. El abogado venezolano tiene ante
sus ojos una misión múltiple y esencial que cumplir, a condición de que se libere
de las influencias de una perspectiva tradicional y de conservación: puede ser
baluarte de transformación social, ora abogando multiformemente por el imperio y
efectivación de los derechos del hombre en un sentido de totalidad; ora impeliendo
el derecho hacia el conocimiento y hacia el beneficio de las grandes mayorías;
ora contribuyendo hacía la transformación de la jurisprudencia y de los criterios
interpretativos; ora colaborando con otros profesionales de las ciencias sociales
para el estudio y dominio de la realidad; ora dando todo de si –en el foro, en la
cátedra, en la tribuna, en la actividad intelectual, en la utilización de los medios
de comunicación social– para imprimir al sistema jurídico nuevas proyecciones,
acordes con el presente futuro que estamos viviendo, y a fin de suprimir del
ordenamiento legal y los rezagos de una concepción jurídica decimonónica.

6
Barcellona, Pietro. Hart, Dieter. Mückenberger, Ulrich. Op. Cit. La formación del jurista,
Capitalismo monopolístico y cultura jurídica, p. 29.
7
Bocaranda Espinosa, Juan José. Op. Cit. Manual Teórico Práctico de Derecho, p. 69.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 97

La labor del abogado trasciende mucho más allá del ejercicio privado de la
profesión, su vinculación es decisiva en esa máxima aspiración de la realización
de la justicia como valor supremo del ordenamiento jurídico8. Allí radica la
importancia de la transmisión oportuna y pertinente de los conocimientos
que poseen los abogados a la sociedad9, mediante la realización de eventos,
conversatorios, foros, conferencias, con la activa participación ciudadana, y con

8
Agatiello, Osvaldo R. López-Miró, Horacio. Del Carril, Enrique V. Op. Cit. La Ética del
Abogado, p. 36: “La carrera profesional, vista de este enfoque, es una función social que resume
derechos y obligaciones personalísimos, grupales y generales. Por un lado, las profesiones son un
producto social, organizado y financiado a gran costo, cuyo ejercicio otorga privilegios y derechos,
obligaciones y compromisos, que involucran a la comunidad entera. De ellas mismas se esperan que
hagan profesión de su compromiso público de dedicarse a la realización de un ideal de servicio social
(“guardar la ley”, en el caso de los abogados, como lo declaraban los collegia romanos).
Por otro lado, el profesional debe dedicarse a su tarea de satisfacer los requerimientos de su
clientela. Lo que se le pide, en la medida de sus posibilidades, es que participe en la formulación de
normas que afectan a su profesión y a su comunidad; que el profesional promueva la sanción de los
comportamientos profesionales indeseables; que ayude a desbrozar el camino de los obstáculos que
impiden un ejercicio más eficiente; que comparta razonablemente su conocimiento; que coadyuve a
que los indigentes tengan acceso equitativo y administración plena de esos servicios necesarios”.
9
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico,
pp. 308 y 309: “El abogado debe, igualmente, ser plenamente consciente de que con su actividad
total está coadyuvando, en calidad de agente indispensable, a la realización de aquellos valores.
En el cumplimiento de tan elevada misión, a más de los deberes específicos, que ya se analizaron
atrás, el profesional del derecho cumple una trascendental tarea de orientación y pedagogía social,
defendiendo las leyes buenas y criticando las malas; liderando la protección de los derechos, de
las libertades civiles y política; alertando la conciencia civilizada, la seguridad y la paz; y, en fin,
guiando didascálicamente y en todo momento la opinión de sus conciudadanos por el camino recto
del respeto al derecho, la honestidad, decencia y lealtad en las relaciones interpersonales y en la
práctica constante de la justicia. De esta suerte, “la actividad del abogado, por encima del estricto
interés del cliente, ha de proyectarse sobre el amplio espacio de la comunidad.
La función social de la abogacía, que impone ante todo el servicio desinteresado a la sociedad,
bien sea representada por sus individuos más necesitados o por grupos y asociaciones sociales
menesterosas de su asistencia, impone al abogado el compromiso de enseñar y dar ejemplo en torno
al conocimiento y respeto de las instituciones, la obediencia al ordenamiento jurídico del Estado, en
cuanta oportunidad dependa de su acción: en las tareas de consulta, dictamen, asesoría, asistencia,
avenimiento, profesorado, divulgación del derecho, la doctrina y la jurisprudencia a través de los
medios de comunicación, etc. El liderazgo cívico de la sociedad donde ejerce, el ejemplo en el
cumplimiento de los deberes ciudadanos, el consejo desinteresado sobre temas de interés público, la
advertencia prudente sobre las posibles calamidades públicas, la defensa del bien común por encima
de los intereses facciosos o individuales, son algunas de las manifestaciones de la función social
que le incumben al abogado en el lugar donde lo sitúe la vida y con el alcance o trascendencia local,
regional o nacional que correspondan a su nombre o prestigio”.
98 Manuel Espinoza Melet

el respaldo comunicacional necesario para tal fin. En este sentido, Garrido


Suárez10 considera:
Desde luego la función social de la abogacía está muy clara, pues como servidor de
la Justicia, defiende las libertades fundamentales y los derechos de los ciudadanos.
De este modo asegura a la sociedad que todas las personas tienen derecho a obtener
la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses
legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión. El abogado se
convierte así en garante de uno de los principios básicos de todo Estado de Derecho,
llegando incluso a interponerse, como profesional entre el Estado y el individuo
protegiendo los derechos subjetivos de éste frente a los órganos del Estado.
Tal y como lo sostiene el Maestro Duque Corredor,11 en relación a la
trascendencia de la responsabilidad ética de la abogacía ante la sociedad:
La abogacía es arte, política acción, ciencia y ética. Arte, porque requiere técnica,
conocimiento y estudio del Derecho. Política, porque exige el conocimiento de las
costumbres, de la experiencia de la vida, de los hechos sociales y de la realidad.
Acción, porque el Derecho y la Justicia no se alcanzan si los abogados no luchan
por ella. Ciencia porque se basa en un conjunto sistemático de principios y de
reglas y porque en su ejercicio se emplean métodos y medios de investigación y de
interpretación. Ética, porque luchar por el Derecho y la Justicia es procurar lo bueno
y lo justo. De allí la trascendencia de la responsabilidad de los abogados, ya que en
palabras de Ángel Ossorio, porque la abogacía no se cimienta solo en la lucidez
del ingenio, sino en la rectitud de conciencia que es mil veces más importante que el
tesoro de los conocimientos. Por lo que, en palabras de Juan XXIII, el abogado debe
ser “justo, fuerte y sabio”. Por otra parte, una sociedad sin científicos del Derecho
será ignorante, irreal, injusta, pasiva y falsa, porque quien, como los abogados,
se preparan para lograr que la sociedad sea además de moderna, justa, activa y
verdadera, resultan cada vez más necesarios para la misma sociedad. En verdad,
si las sociedades requieren de un orden organizado bajo reglas obligatorias para
lograr el bien común, necesariamente tienen que existir profesionales que conozcan
los instrumentos que permitan cumplir dichas reglas y luchar por ese bienestar
común. Estos instrumentos son la Ley y el Derecho y quienes están capacitados para
manejarlos son los abogados, por lo que éstos son imprescindibles en la sociedad.

3. LAS ACTIVIDADES PROFESIONALES DEL ABOGADO


3.1 Libre ejercicio de la profesión
Todo abogado, por razones de índole profesional, le asiste el legítimo derecho
de ejercitar libremente su oficio, siempre y cuando cumpla fiel y cabalmente con
10
Garrido Suárez, Hilda. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad, p. 40.
11
Duque Corredor, Román J. Op. Cit. Lecciones elementales de Deontología Jurídica, pp. 85 y 86.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 99

los requisitos exigidos por la ley y otros instrumentos que regulan el ejercicio
profesional.
Tal y como lo señala Gómez de La Serna12:
la intervención de los letrados produce la ventaja de igualar, en gran parte, la
condición de los litigantes, de nivelar al pobre con el rico, al ignorante con el sabio,
al tímido con el osado, al pequeño con el grande, al desvalido con el poderoso;
ilustra la conciencia del juez y aumenta las prendas de acierto para la justicia
de los fallos; da a las discusiones un carácter desapasionado, grave y científico,
que en vano podría esperarse en el acaloramiento y en el odio encarnizado que
domina, a veces, a los contendientes; circunscribe la cuestión a sus límites justos,
a los que la ley señala, y no la deja perder en la multitud de divagaciones a que los
interesados, imperitos en la jurisprudencia, la sumirían; es, por último, el apoyo,
la esperanza y el consuelo de los que se ven en la necesidad de hacer valer sus
derechos en los tribunales.
En este sentido, cabe destacar el criterio sostenido por De Pina y Castillo
Larrañaga13:
La idea de que el proceso puede desenvolverse normalmente sin la intervención de
los abogados, es notoriamente contraria a las realidades de la vida forense actual
y a las experiencias de la historia, que aseveran que no se puede prescindir de
estos profesionales sin daño, no sólo para el interés privado, sino también para el
público, implicado en toda contienda judicial.

El abogado ejerce su profesión dentro de un espectro bastante amplio,


destacando en el consejo y en la defensa de los derechos e intereses públicos y
privados, bien sea en la prestación de servicios de tipo judicial o extrajudicial14.
12
Gómez de La Serna, Pedro. Motivos de las variaciones principales que ha introducido en los procedi-
mientos la Ley de enjuiciamiento civil, Madrid, Imprenta de la Revista de Legislación, 1857, p. 13.
13
De Pina, Rafael y Castillo Larrañaga, José. Op. Cit. Instituciones de Derecho Procesal Civil, p. 263.
14
Agatiello, Osvaldo R. López-Miró, Horacio. Del Carril, Enrique V. Op. Cit. La Ética del Abogado,
pp. 33 y 34: “El derecho es ciencia, arte, técnica y vocación, la abogacía es una profesión (lat.
professio, de profiteri, declarar). Como las otras profesiones en sentido restringido, responde a ciertas
características constitutivas: dominio de un conocimiento especializado, adquirido tras un largo
período de instrucción formal; experiencia singular en el servicio de las necesidades de otros; normas
de comportamiento profesional (y privado); “monitoreo” de los pares, que sancionan violaciones y
premian logros vinculados con la actividad profesional, etcétera. Pero no se trata de cualquier conocimiento
profundizado sino que también debe ser útil, formal, general, sistematizado y aplicado prudencialmente,
con miras a satisfacer intereses individuales y comunitarios. Normalmente también es un conocimiento
de alta complejidad en la teoría y en su aplicación hábil y, como consecuencia, es escaso y costoso.
Los códigos de conducta profesional ordenan lo que “naturalmente” se espera del profesional, sea
la policía de aquellos más o menos exhaustiva, de modo que “el ideal profesional represent [e] al
profesional ideal”. Ese ideal exige una persona dedicada a proveer servicio eficiente a quienes lo
100 Manuel Espinoza Melet

En este sentido establece el artículo 11 de la Ley de Abogados que se entenderá por


ejercicio profesional la realización habitual de labores o la prestación de servicios
a título oneroso o gratuito, propios de la abogacía, sin que medie nombramiento
o designación oficial alguna.
Dentro de estas actuaciones, resaltan las desarrolladas por los abogados
litigantes, quienes de acuerdo a los conocimientos que poseen, mantienen y
sostienen los derechos e intereses que se les han confiado, y en consecuencia,
deben velar porque se cumplan todas y cada una de las disposiciones legales
previstas para el fiel cumplimiento de su misión.
Sobre este particular, Palacios15 señala:
El abogado litigante debe ser de una templanza de espíritu tal, que una vez
convencido de la honestidad de los intereses que se le han confiado, debe entregarse
a ello sin reservas ni dobleces. Ante la contraparte o su representante, debe ser
austero, sereno e inflexible cuando ello sea aconsejable, pero también dúctil cuando
así lo requieran las circunstancias y la propia naturaleza de los intereses, o la
convivencia del propio cliente; ante el Juez, que ha de decidir, ha de ser respetuoso,
sin llegar a la adulancia, de tal suerte que éste tenga la convicción que el abogado
es honesto en el planteamiento y en la defensa; y, ante el cliente, es necesario ser
claro y preciso en la delimitación tanto de los honorarios por cobrar como de la
obligación que se ha asumido como abogado. Para muchos clientes, el profesional
del Derecho no sólo es el hombre a quien se le confía la defensa del interés en
peligro o de la honestidad en trance de quedar mal parada, sino que, además, debe
convertirse en instrumento de su venganza personal. De allí, que sea necesario
tener el carácter y la templanza indispensables para no ceder ni ante la imposición
voluntaria ni el chantaje moral o económico de que se le quiera hacer objeto. Es
preferible tener la suficiente voluntad para abandonar el cliente, que caer en sus
garras y convertirse en simple instrumento suyo. El abogado es el responsable del
proceso, el cliente solo aporta el caso.
El Maestro Calamandrei16, efectúa una serie de análisis tendientes a
establecer algunas nociones elementales y problemas que enfrenta la abogacía
libre, llegando a las siguientes proposiciones:
1. La supresión inmediata o próxima de la abogacía es una utopía¸ en
consecuencia, se podrá, hoy o mañana, abolir su nombre o sus formas

necesitan, conforme un mandato explicitado en sus votos de graduación, en normas consensualmente


aceptadas y en las expectativas de su comunidad”.
15
Palacios, Leopoldo. Consideraciones sobre la Abogacía y el Abogado, Caracas 1987, Segunda
Edición, Distribuidora Los Médanos, p. 42.
16
Calamandrei, Piero. Op. Cit. Demasiados Abogados, pp. 56 y 57.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 101

actuales; pero la función quedará bajo cualquier régimen, mientras


existan leyes y tribunales encargados de aplicarlas y personas deshonestas
dispuestas a violarlas.
2. La función de la abogacía tiene un carácter público; pero su naturaleza es
tal que todos los beneficios que el Estado espera de ella desaparecerían si
los abogados quedasen colocados en la condición de empleados públicos.
3. La forma jurídica y económica más apta para desenvolver en el abogado
las cualidades por las que su función es útil al Estado, es, por tanto, la
profesión libre.
Señala también Calamandrei17 que la abogacía libre enfrenta un gran peligro,
representado en la posibilidad de que el régimen de beneficiosa concurrencia
entre profesionales libres se transforme en una exasperada lucha por la existencia;
todo ello a consecuencia de que sea superado el número de abogados en forma
desproporcionada en relación a la cantidad de causas que defender. Sosteniendo
también:
Si la utilidad pública de la abogacía deriva principalmente de su aptitud para
dificultar la litigiosidad y disminuir el trabajo de los tribunales, puede parecer que
el provecho profesional del abogado, que al estar retribuido a un tanto por asunto,
ve aumentar su ganancia a medida que aumenta el número de pleitos que defiende,
sea para él una continua instigación a faltar el deber social de su función y que
por consiguiente, en la base de la abogacía libre haya una oposición irremediable
entre el interés público de la profesión y el interés privado del profesional.
En Colombia, de conformidad a lo previsto en los artículos 24 al 27 de la
Ley 196 de 1971, se establece lo siguiente:
Artículo 24: “No se podrá ejercer la profesión de abogados ni anunciarse
como tal sin estar inscrito y tener vigente la inscripción”.
Artículo 25: “Nadie podrá litigar en causa propio o ajena si no es abogado
inscrito, sin perjuicio de las excepciones consagradas en este Decreto. La violación
de este precepto no es causal de nulidad de lo actuando, pero quienes lo infrinjan
estarán sujetos a las sanciones señaladas para el ejercicio ilegal de la abogacía”18.
Artículo 26: “Los expedientes y actuaciones judiciales o administrativas solo
podrán ser examinados:

17
Ibídem, p. 58.
18
Mediante sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia, Sentencia N° 1300, de fecha 05 de
agosto de 1985, con ponencia del Magistrado Dr. Carlos Medellín, se declaró exequible el inciso 2º
del artículo 25 del Decreto 196 de 1971.
102 Manuel Espinoza Melet

a) Por los funcionarios públicos en ejercicio de sus atribuciones y por razón


de ellas;
b) Por los abogados inscritos, sin perjuicio de las excepciones en materia
penal.
c) Por las partes.
d) Por las personas designadas en cada proceso o como auxiliares de la
justicia, para lo de su cargo:
e) Por los directores y miembros de consultorios jurídicos en los procesos
en que estén autorizados para litigar conforme a este decreto, y
f) Por los dependientes de los abogados inscritos debidamente acreditados,
(siempre que sean estudiantes de derecho)”19.
Dispone también el artículo 27, lo siguiente: “Las dependencias de abogados
inscritos sólo podrán examinar los expedientes en que dichos abogados estén
admitidos como apoderados, cuando (sean estudiantes que cursen regularmente
estudios de derechos en universidad oficialmente reconocida) y hayan sido
acreditados como dependencia, por escrito y bajo la responsabilidad del
respectivo abogado, quien deberá acompañar la correspondiente certificación
de la universidad. Los dependientes que no tengan la calidad de estudiantes de
derecho, únicamente podrán recibir informaciones en los despachos judiciales o
administrativos sobre los negocios que apodere el abogado de quien dependan,
pero no tendrán acceso a los expedientes”.
Destaca la Ley 196 de 1971, en su artículo 2820, una serie de excepciones en
el litigio, para aquellos casos que, en causa propia sin ser abogado inscrito, en
los siguientes casos:
1. En ejercicio del derecho de petición y de las acciones públicas consagradas
por la Constitución y las leyes.
2. En los procesos de mínima cuantía.

19
Mediante sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia, Sentencia N° C-069/96, de fecha
22 de febrero de 1996, con ponencia del Magistrado Dr. Antonio Barrera Carbonell, se declaró la
exequibilidad de la expresión “siempre que sean estudiantes de derecho” del literal f) del artículo 26;
ratificadas en las sentencias de la Corte Constitucional C-109 de 1997 y C-366 de 2006.
20
Mediante sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia, Sentencia N° C-069/96, de fecha
22 de febrero de 1996, con ponencia del Magistrado Dr. Antonio Barrera Carbonell, se declaró la
exequibilidad de la expresión “siempre que sean estudiantes de derecho”; ratificada en sentencia
emanada de la Corte Suprema de Justicia, N° 1073, de fecha 28 de julio de 1983, con ponencia del
Magistrado Dr. Manuel Gaona Cruz.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 103

3. En las diligencias administrativas de conciliación y en los procesos de


única instancia en materia laboral.
4. En los actos de oposición en diligencias judiciales o administrativas, tales
como secuestros, entrega o seguridad de bienes, posesión de minas u otros
análogos. Pero la actuación judicial posterior a que de lugar la oposición
formulada en el momento de la diligencia deberá ser patrocinada por
abogado inscrito, si así lo exige la ley.
Dispone también la Ley 196, en su artículo 29, que por excepción se podrá
litigar en causa propia o ajena, sin ser abogado inscrito, en los siguientes casos:
1. En los asuntos de que conocen los funcionarios de policía que se ventilen
en municipios que no sean cabecera de circuito y en donde no ejerzan
habitualmente por lo menos dos abogados inscritos, circunstancia que
hará constar el funcionario en el auto en que admita la personería.
2. En la primera instancia en los procesos de menor cuantía que se ventilen
en municipios que no sean cabecera de circuito y en donde no ejerzan
habitualmente por lo menos dos abogados inscritos. El juez hará constar
esta circunstancia en el auto en que admita la personería.
Establece el artículo 1° (el cual derogó el artículo 30 de la Ley 196 de 1971)
de la Ley 583 de 200021, que los estudiantes de derecho de los dos últimos años
lectivos, mientras pertenezcan a consultorios jurídicos cuyo funcionamiento
requerirá aprobación del respectivo Tribunal Superior de Distrito Judicial, a
solicitud de la facultad interesada, podrán actuar bajo la figura de abogados de
pobres y como tales deberán verificar la capacidad económica de los usuarios. En
tal virtud, acompañarán la correspondiente autorización del consultorio jurídico
a las respectivas actuaciones judiciales y administrativas. Dicha prestación del
servicio del consultorio jurídico en ningún caso será susceptible de omisión ni
homologación. Los estudiantes, mientras pertenezcan a dichos consultorios, podrán
litigar en causa ajena en los siguientes asuntos, actuando como abogados de pobres:
1. En los procesos penales de que conocen los jueces municipales y los
fiscales delegados ante éstos, así como las autoridades de policía, en
condición de apoderados de los implicados.
2. En los procesos penales de competencia de la jurisdicción ordinaria, como
representantes de la parte civil.
3. De oficio, en los procesos penales como voceros o defensores en audiencia.
21
Diario Oficial N° 44042, de fecha 13 de junio de 2000.
104 Manuel Espinoza Melet

4. En los procesos laborales, en que la cuantía de la pretensión no exceda


de 20 salarios mínimos legales mensuales vigentes y en las diligencias
administrativas de conciliación en materia laboral.
5. En los procesos civiles de que conocen los jueces municipales en única
instancia.
6. En los procesos de alimentos que se adelanten ante los jueces de familia.
7. De oficio, en los procesos disciplinarios de competencia de las personerías
municipales y la Procuraduría General de la Nación.
8. De oficio, en los procesos de responsabilidad fiscal de competencia de
las contralorías municipales, distritales, departamentales y General de la
República.
9. De oficio, en los procesos administrativos de carácter sancionatorio que
adelanten las autoridades administrativas, los organismos de control y
las entidades constitucionales autónomas.
Otra excepción establecida en la Ley 196, es la dispuesta en el artículo 31,
mediante la cual se plantea la posibilidad de que la persona que haya terminado
y aprobado los estudios reglamentarios de derecho en universidad oficialmente
reconocida podrá ejercer la profesión de abogado sin haber obtenido el título
respectivo, hasta por dos años improrrogables, a partir de la fecha de terminación
de sus estudios, en los siguientes asuntos:
a. En la instrucción criminal y en los procesos penales, civiles y laborales
de que conozcan en primera o única instancia los jueces municipales o
laborales, en segunda, los de circuito y, en ambas instancias, en los de
competencia de los jueces de distrito penal aduanero;
b. De oficio, como apoderado o defensor en los procesos penales en general,
salvo para sustentar el recurso de casación y,
c. En las actuaciones y procesos que se surtan ante los funcionarios de
policía.
Dispone el artículo 32 de la Ley 196, que a los fines de poder ejercer la
abogacía en las circunstancias y asuntos contemplados en el artículo 31, el
interesado deberá obtener la respectiva licencia temporal en la cual se indicará la
fecha de su caducidad. Para tal efecto, deberá elevar la correspondiente solicitud
ante el Tribunal Superior de Distrito Judicial de su domicilio, acompañada de
certificación expedida por la correspondiente Universidad, en que conste que ha
cursado y aprobado los estudios reglamentarios de derecho.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 105

Establece el artículo 33 de la Ley 196, lo siguiente: “En materia penal los


procesados pueden, sin necesidad de apoderado, adelantar todas las actuaciones
que les autoriza el Código de Procedimiento Penal”.
Cabe destacar, que en relación al artículo antes mencionado, la Corte
Constitucional de Colombia, mediante sentencia dictada en fecha 11 de febrero
de 1998, con ponencia del Magistrado Dr. Fabio Morón Díaz, Sentencia C-025-
9822, se dispuso lo siguiente:
La actora sostiene la inconstitucionalidad de algunos apartes del artículo 31 y de
la totalidad del artículo 33 del decreto 196 de 1971, con fundamento en un solo
cargo: la violación del artículo 29 de la Constitución Política, que tendría lugar
cuando la persona que como sindicado enfrenta un proceso penal asume su propia
defensa, posibilidad que, en su criterio, es permitida por la preceptiva acusada,
con evidente quebranto del derecho a la defensa técnica y de las garantías que
integran el debido proceso, ya que, el sindicado o procesado, en razón de su estado
anímico, no estaría en condiciones apropiadas para actuar correctamente.
Con la finalidad de resolver lo que corresponda, de la amplia jurisprudencia que
sobre el derecho a la defensa técnica ha producido la Corte Constitucional, interesa
destacar los siguientes aspectos:
1. La defensa técnica constituye un derecho fundamental que hace parte del
conjunto de garantías que integran el debido proceso.
2. La configuración legislativa del derecho a la defensa técnica es susceptible
de variaciones, dependiendo del tipo de procesos o de actuaciones en que deba
observarse, sin que en ningún caso se altere su núcleo esencial. La misma
Constitución defiere al legislador el señalamiento de los eventos en los que se
puede acceder a la administración de justicia “sin la representación de abogado”
(C.P. art. 229).
3. El derecho a la defensa técnica adquiere singular relevancia en el ámbito penal,
ya que al tenor de lo dispuesto en el artículo 29 superior, “Quien sea sindicado
tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o de
oficio, durante la investigación y el juzgamiento...”.
4. La aplicación del debido proceso a “toda” clase de actuaciones judiciales o
administrativas, indica que el derecho en comento es predicable de “todo el
itinerario en que se vierte la actuación judicial en el campo penal”, pues “en toda
la actuación procesal previa de instrucción, juzgamiento y ejecución de pena,
debe prevalecer como garantía mínima la asistencia del defensor habilitado
profesionalmente para dicho fin”. A su turno, la referencia que en la norma

22
Disponible en: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?id=20001036#ver_2000 1042
106 Manuel Espinoza Melet

constitucional citada se hace al “sindicado” ha de entenderse “receptora de aquellas


que en la misma normatividad aluden a los imputados, procesados y aún a los
condenados”.
5. El Constituyente dejó plasmada en la Carta la voluntad de asegurar el respeto
pleno al derecho a la defensa técnica en el ámbito penal, mediante una “regulación
categórica y expresa de carácter normativo y de rango superior”, que “compromete,
con carácter imperativo y general, al legislador, a la ley y a los jueces”.
6. Lo anterior significa que “dichas funciones de defensa del sindicado en las etapas
de investigación y juzgamiento no pueden ser adelantadas por una persona que no
se encuentre científica y técnicamente habilitada como profesional del derecho, so
pena de la configuración de una situación de anulabilidad de lo actuado en el estrado
judicial por razones constitucionales, o de inconstitucionalidad de la regulación
legal o reglamentaria que lo permita”.
7. Así pues, “en asuntos penales es requisito indispensable que quien obre en
representación del sindicado, esto es, quien deba asumir su defensa, ha de ser u
profesional del derecho, es decir, aquella persona que ha optado al título de abogado
y, por consiguiente, tiene los conocimientos jurídicos suficientes para ejercer
una defensa técnica, especializada y eficaz, en aras a garantizar al procesado su
derecho de defensa”.
8. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que en la práctica es difícil que siempre
se cuente con profesionales del derecho y, por tanto, solamente para los casos
excepcionales en que ello ocurra, la ley “puede habilitar defensores que reúnan al
menos las condiciones de egresados, o de estudiantes de derecho pertenecientes
a un consultorio jurídico, (Decreto 196 de 1971, arts. 30, 31 y 32, Decreto 765 de
1977) pues de esta forma se consigue el objetivo de que dichos defensores sean
personas con cierta formación jurídica”.
A la regulación de la situación excepcional a la que se acaba de aludir apunta el
artículo 31 del decreto 196 de 1971, que autoriza a la persona “que haya terminado
y aprobado los estudios reglamentarios de derecho en universidad oficialmente
reconocida” para ejercer la profesión de abogado, “sin haber obtenido el título
respectivo, hasta por dos años improrrogables, a partir de la fecha de terminación de
sus estudios”, entre otros asuntos, en la instrucción criminal o etapa investigativa y
en ciertos procesos penales, así como de oficio, en calidad de apoderado o defensor,
“en los procesos penales en general, salvo para sustentar el recurso de casación...”;
hipótesis contenidas en los literales a) y b), que son tachados de inconstitucionales
por la actora, bajo el entendimiento de que permiten al abogado sindicado de un
delito atender los requerimientos de su propia defensa.
Claramente surge de lo hasta aquí expuesto que la interpretación que la demandante
vierte en su libelo no corresponde al supuesto regulado por el legislador ni al
alcance de la norma, que se limita a establecer algunos asuntos en los que se admite
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 107

que los egresados de las facultades de derecho, “en trance de obtención del título
profesional o del cumplimiento de requisitos especiales para el mismo como el
de la judicatura, pongan sus conocimientos especiales adquiridos y actúen como
abogados en la defensa de los intereses de los sindicados en los proceso penales,
durante las etapas de investigación y juzgamiento”.
Los segmentos demandados del artículo 31 del decreto 196 de 1971 no se ocupan
de regular la hipótesis del abogado o del egresado de una facultad de derecho que,
en condición de sindicado, comparece al proceso penal, ni le imponen de manera
imperativa que tenga que proceder a efectuar su defensa y menos aún le prohíben
el ejercicio del derecho de postulación.
En este sentido la Corporación comparte el criterio del señor Procurador General
de la Nación, quien en su concepto hace énfasis en el yerro en que incurre la
actora, cuyas inferencias no pueden erigirse en pauta para adelantar el juicio de
constitucionalidad, ya que de prosperar su pretensión se retiraría del mundo jurídico
una norma con fundamento en supuestos que no regula o en consecuencias que
ella no establece, desconociéndose de paso que el juicio de constitucionalidad
comporta una comparación entre una norma inferior y la preceptiva superior y
no entre ésta última y la errónea interpretación que de la norma acusada haga el
actor en la demanda.
Para la Corte los apartes acusados del artículo 31 del decreto 196 de 1971 no
quebrantan la Constitución y, en consecuencia, se impone declararlos exequibles
en la parte resolutiva de esta providencia”.
Disponen los artículos 35, 36, 37 y 38 de la Ley 196, lo siguiente:
Artículo 3523: “Salvo los casos expresamente determinados en la ley no se
requiere ser abogado para actuar ante las autoridades administrativas; pero si se
constituye mandatario, éste deberá ser abogado inscrito”.
Artículo 36: “La persona legalmente autorizada para litigar en causa propia
que no supiere leer ni escribir, deberá formular personalmente sus peticiones a fin
de que el funcionario se cerciore de su identidad y de que su voluntad real coincide
con lo que la petición expresa. De esta doble verificación se dejará constancia, y
además, se tomará la impresión digital del litigante”.
Artículo 37: “Las personas que sin título profesional fueron autorizadas para
ejercer la abogacía con anterioridad al 16 de febrero de 1945, podrán continuar
ejerciéndola, siempre que no hayan perdido ese derecho en virtud de sentencia
penal o disciplinaria”.

23
Declarado exequible el aparte “salvo los casos expresamente designados en la ley”, por sentencia de
la Corte Constitucional, C-507 de fecha 16 de mayo de 2001, Magistrado Dr. Álvaro Tafur Galvis.
108 Manuel Espinoza Melet

Artículo 38: “Las personas autorizadas para ejercer la abogacía de confor-


midad con los artículos 30, 31 y 37 de este Decreto, quedarán sometidas a las
normas reglamentarias y al régimen disciplinario de la profesión, en las mismas
condiciones que los abogados inscritos”.
Mediante el Decreto 765 de 197724, se reglamentaron los artículos 30, 31 y
32 del Decreto Ley 196 de 1971, y se regula la prestación del servicio profesional
para optar al título de abogado.
1. En su artículo 1, se establece que los consultorios jurídicos a que se refiere
el artículo 30 del Decreto Ley 196 de 1971, deben cumplir los siguientes
requisitos:
2. Estar dirigidos por un abogado titulado dedicado exclusivamente al
consultorio, que tenga experiencia en docencia universitaria o práctica
profesional no inferior a cinco años, quien debe ejercer el profesorado en
la facultad o ser abogado de pobres del Servicio Jurídico Popular. Si el
consultorio tuviere más de cien (100) alumnos, deberá contar igualmente
con un director administrativo.
3. Tener asesores que sean abogados titulados con experiencia profesional
no inferior a tres años, en cada una de las áreas de derecho público, penal,
privado y laboral, uno de tiempo completo por cada cincuenta alumnos en
cada una de ellas, o de tiempo parcial proporcional al número de alumnos.
4. Tener un monitor en cada una de las áreas mencionadas por cada veinte
alumnos inscritos en ellas, quien deberá ser egresado, o alumno de último
año de la carrera.
5. Disponer de locales en condiciones adecuadas para el trabajo de los
profesores, monitores y alumnos, y muebles, biblioteca y equipos
suficientes para el funcionamiento del consultorio.
El artículo 2, establece que el funcionamiento de los consultorios debe ser
aprobado por el Tribunal Superior del Distrito Judicial donde funcione la respectiva
facultad – Sala de Gobierno -, previo el cumplimiento del siguiente trámite:
1. El decano de la facultad interesada deberá enviar una solicitud al respectivo
Tribunal, acompañada del certificado que acredite el reconocimiento
oficial de la misma, y de la copia auténtica de la providencia por la cual
la universidad o la facultad autoriza y reglamenta el funcionamiento del
consultorio.
24
Diario Oficial N° 34.775, de fecha 29 de abril de 1977.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 109

2. Recibida la solicitud por el Tribunal, éste procederá a ser estudio, y se la


encontrare correcta, ordenará practicar visita al consultorio para verificar
el cumplimiento de los requisitos señalados en el artículo anterior. Si
de acuerdo con la documentación y la visita el Tribunal encontrare que
se cumplen los requisitos exigidos por las disposiciones vigentes al
momento de formularse la solicitud, le impartirá su aprobación, decisión
que comunicará a la facultad respectiva, al Ministerio de Justicia y al
Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, ICFES.
Dispone el artículo 3, lo siguiente: “Los alumnos de los dos (2) últimos años de
la carrera deberán trabajar en el consultorio durante dos (2) semestres por lo menos,
atendiendo los casos que se le asignen. En ningún caso se les podrá encomendar la
atención de asuntos distintos a los señalados en el artículo 30 del Decreto 196 de
1971. Para poder actuar ante las autoridades jurisdiccionales, los alumnos requieren
autorización expresa dada para cada caso por el director del Consultorio, la cual
se anexará al expediente respectivo. Parágrafo. El cumplimiento de este requisito
académico puede sustituirse por la prestación de servicios por un lapso no inferior
a un año y con posterioridad al sexto (6) semestre de la carrera, en cualquier
cargo de la Rama Jurisdiccional o del Ministerio Público, o por la vinculación en
las mismas condiciones como empleado público o trabajador oficial en empleos
con funciones jurídicas en entidades públicas de cualquier orden. Los consejos
directivos de las respectivas facultades de derecho decidirán sobre las solicitudes
que presenten los alumnos sobre esta sustitución”.
Establece el artículo 4, que de conformidad con lo dispuesto en el artículo
9 del Decreto 225 de 1977, las personas que hayan terminado sus estudios de
derecho podrán cumplir el requisito del servicio profesional para optar al título
de abogado en el consultorio jurídico de la respectiva facultad, siempre que se
cumplan las siguientes condiciones:
1. Que el consultorio haya obtenido la aprobación del Tribunal Superior,
y reúna los requisitos señalados en el artículo 1 de este Decreto en el
momento en que se preste el servicio profesional.
2. Que a más del personal señalado en dicho artículo, cuente con un
profesor de tiempo completo o con uno de los abogados de pobres a que
se refiere el artículo 30 del Decreto Ley 196 de 1971, por cada veinte
egresados, dedicado exclusivamente a la dirección de los trabajos de los
mismos, quien debe ser abogado titulado con experiencia profesional no
inferior a tres años. Cuando se trate de atención de asuntos penales o de
familia, esta dirección preferentemente estará a cargo de profesores que
110 Manuel Espinoza Melet

fueren abogados del Ministerio de Justicia o del Instituto Colombiano


de bienestar Familiar.
3. Que el egresado haya obtenido la licencia temporal de que habla el artículo
32 del Decreto 196 de 1971 con antelación a su vinculación al consultorio,
y haya sido seleccionado por la respectiva facultad.
4. Que el profesional bajo cuya dirección trabajó el egresado y el director
del consultorio certifiquen el cumplimiento del requisito del servicio
profesional, especificando cada uno de los negocios adelantados por el
practicante y la oficina ante la cual se tramitaron, el tiempo de duración
de la práctica y la calidad del trabajo realizado. 5. Que el egresado no
haya sido sancionado disciplinariamente por la falta en el ejercicio de la
profesión dentro o fuera del consultorio.
Tal y como lo dispone el artículo 5: “La certificación de haberse cumplido el
requisito del servicio profesional en el consultorio será expedida por el Ministerio
de Justicia, previa solicitud escrita formulada por el interesado acompañado de
los documentos que para el efecto señale. El Ministerio se abstendrá de certificar
el cumplimiento del requisito del servicio profesional no solo por la omisión de
las exigencias señaladas en el artículo anterior, sino también por la baja calidad
del trabajo realizado por el egresado, según la certificación expedida por quienes
tuvieron a su cargo la supervisión del mismo. El Ministerio practicará visitas
periódicas a los consultorios para verificar el cumplimiento de los requisitos
señalados en los numerales 1 y 2 del artículo anterior.”
Establece el artículo 6, que a los fines del servicio profesional requerido
para optar al título de abogado se pueda cumplir con dos años de ejercicio de la
profesión, según lo dispuesto por el artículo 9 del Decreto 225 de 1977, deberán
reunirse los siguientes requisitos:
a. Que al iniciar el ejercicio profesional el interesado haya obtenido la
correspondiente licencia de egresado a que se refiere el artículo 32 del
Decreto 196 de 1971.
b. Que la práctica profesional se realice bajo la supervisión de abogados
titulados, previamente autorizados por la facultad donde terminaron
los estudios los practicantes. La solicitud de autorización deberá
hacerse ante el consejo directivo de la respectiva facultad, quien
podrá discrecionalmente aceptarla o rechazarla. La lista actualizada
de profesionales autorizados deberá ser enviada semestralmente al
Ministerio de Justicia.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 111

c. Que durante la práctica profesional el egresado atienda desde su iniciación


hasta su finalización un mínimo de treinta (30) asuntos.
d. Que el practicante no haya sido sancionado por faltas contempladas en
el Título VI del Decreto 196 de 1971.
Dispone el artículo 7, que el cumplimiento del requisito del servicio profesional
en el caso previsto en el artículo 6, será certificado por el Ministerio de Justicia,
previa solicitud escrita del interesado acompañada de los documentos que se
señale. Se le exigirá al abogado que las supervisó certificación sobre la realización
de las mismas, con especificación de cada uno de los negocios adelantados por
el practicante y de la oficina ante la cual se tramitaron, tiempo de duración de la
práctica y calidad del trabajo realizado.
En este caso, el Ministerio se abstendrá de certificar el cumplimiento
del requisito del servicio profesional no solo por el incumplimiento de los
requerimientos señalados en el artículo 6, sino también por la baja calidad del
trabajo realizado por el egresado, según la certificación expedida por quien tuvo
a su cargo la supervisión del mismo.
De conformidad con lo previsto en el artículo 8, los egresados que pretendan
ejercer la profesión en los casos a que se refiere el artículo 31 del Decreto 196
de 1971, deberán solicitar por escrito al Tribunal Superior del Distrito Judicial de
su domicilio la expedición de la licencia temporal, acompañado a su petición los
siguientes documentos:
a. Certificado expedido por el decano de la respectiva facultad donde conste
que ha cursado y aprobado los estudios reglamentarios de derecho, con
indicación de la fecha de terminación de estudios.
b. Certificado expedido por el director del consultorio jurídico de la respectiva
facultad en donde conste que cumplió plenamente con el requisito
académico del consultorio jurídico.
Dispone el artículo 9, que la solicitud a que se refiere el artículo 8, será repartida
inmediatamente al respetivo magistrado sustanciador, quien deberá resolver sobre
su admisión dentro de los tres días siguientes. Si la encontrare admisible, la sala de
decisión expedirá la licencia temporal. Si la encontrare inadmisible el sustanciador,
así lo decidirá en providencia motivada, contra la cual procede el recurso de súplica
ante los otros magistrados que componen la respectiva sala de decisión.
Los artículos 10 y 11, establecen que las solicitudes de licencia temporal serán
repartidas por el Presidente del Tribunal a los magistrados, en orden alfabético.
112 Manuel Espinoza Melet

El magistrado a quien corresponde el reparto actuará como sustanciador e integrará


la sala de decisión con los dos magistrados que le sigan en orden alfabético y en la
actuación a que diere lugar la solicitud de licencia temporal será parte el Ministerio
Público, representado por el fiscal del Tribunal.
El artículo 12, establece que en la licencia temporal que otorguen los tribunales
superiores de Distrito Judicial, deberán consignarse los siguientes datos:
a. Tribunal que otorga la licencia temporal.
b. Número y fecha de la providencia respectiva.
c. Nombre completo de la persona y documento de identificación personal.
d. Facultad de derecho donde cursó y aprobó los estudios reglamentarios y
fecha de terminación de los mismos,
e. Fecha de terminación de la licencia temporal concedida. La cual en ningún
caso será prorrogable, ni se podrá expedir una nueva al vencimiento de
la concedida.
El artículo 13, dispone que “para litigar a los asuntos a que se refiere el
artículo 31 del Decreto 196 de 1971, se deberá presentar ante los funcionarios
y autoridades competentes indicados en dicho artículo, la copia de la licencia
temporal concedida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial, debidamente
rubricada por el presidente y secretario de la corporación. No se podrá dar curso a
los escritos que presente quien litigue con licencia temporal, mientras no acredite
ante el funcionario encargado de recibirlos, que dicha licencia está vigente”.
Por último, establece el artículo 14, lo siguiente: “Las certificaciones a que
se refieren el numeral 4 del artículo 4, el inciso 2 del artículo 7, y el literal b)
del artículo 8, se darán bajo la gravedad del juramento, para lo cual bastará la
presentación personal de los signatarios de las mismas ante cualquier despacho
judicial. Cualquier falsedad en dichas certificaciones será sancionada de acuerdo
con lo dispuesto en el numeral 8 del artículo 4 del Decreto 2460 de 1971, el numeral
6 del artículo 4 del Decreto 1189 de 1974, y demás normas que le sean contrarias.”

3.2. En la administración pública

Para comenzar, debemos comprender el concepto de administración pública y,


para ello, seguiremos las enseñanzas del Maestro Lares Martínez25, quien señala:

25
Lares Martínez, Eloy. Manual de Derecho Administrativo, Caracas 2013, XIV Edición, Universidad
Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, p. 45.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 113

el termino «administración» es usado en dos sentidos diferentes: en el sentido


objetivo, como actividad, tarea o función del Estado; y en el sentido subjetivo,
esto es, como cuerpo o conjunto de entes u órganos ordinariamente encargados de
ejercer la expresada actividad o función. Ese cuerpo o conjunto de entes u órganos
que tiene a su cargo principalmente la tarea de hacer cumplir las leyes, constituye
la Administración Pública, o más brevemente, la Administración (con mayúscula).
Resulta ciertamente inconcebible, que el abogado no participe activamente en
la Administración, bien en la tarea de atender los requerimientos de sus clientes
o patrocinados o como funcionario público, entre sus funciones destacan: la
asesoría, fiscalización y control, defensa judicial del estado bien sea de forma
activa o pasiva, emisión de informes, análisis, estudio y/o proposición de normas
generales o especiales de la competencia del órgano al cual presta sus servicios
Tal y como lo señala Guerrero26:
la participación del abogado tiene como base la racionalización jurídica del Estado
moderno, tal como se observa desde la época de los juristas de la corona francesa,
hasta los abogados de los gobiernos de la Revolución. El abogado, la política y los
partidos son inseparables, de modo que la democracia moderna es incomprensible
sin su participación.
En este sentido, cabe destacar que la administración se rige esencialmente por
un conjunto de normas y reglas, y muy excepcionalmente actúa discrecionalmente,
razón por la cual, el desempeño del profesional del derecho emerge de manera
extraordinaria y necesaria para su cabal funcionamiento, por encontrarse éste
debidamente capacitado para la comprensión y aplicación de la normativa que
regula la actividad, funcionamiento y estructuración de la administración pública.
Evidentemente ese funcionario público idóneo, capacitado, honesto, responsable y
competente en sus funciones debe estar debidamente formado para el fiel y cabal
cumplimiento de sus funciones, es por ello, que se hace indispensable someter a
ese prestador de servicio público a una rigurosa etapa de formación para de esta
manera hacer que la administración pública sea más eficiente en sus funciones.
En este sentido, Brewer Carias27 señala:
El funcionario público, en efecto, inclusive el funcionario abogado, se forma
por la experiencia. Nadie le informa, nadie lo adiestra, nadie lo forma para
ejercer funciones públicas. Las aprende a fuerza de ineficiencia y una vez que

26
Guerrero, Omar. El Funcionario, el Diplomático y el Juez, México D.F 1998, Plaza Valdés Editores,
p. 592.
27
Brewer Carias, Allan. Op. Cit. La formación del abogado y los problemas del ejercicio de la
abogacía p. 28.
114 Manuel Espinoza Melet

adquiere el conocimiento suficiente, normalmente deja la Administración y así,


en ella recomienza el ciclo de ineficiencia ¡Por Dios! ¿Cómo queremos que la
Administración Pública sea eficiente, si no preparamos los funcionarios públicos
para ejercer tareas públicas y si aquélla está inmersa en un círculo permanente
de ineficiencia humana?

3.3 En la empresa privada

Un gran número de profesionales del derecho orienta su ejercicio profesional


en el área de la empresa privada, en virtud de que éstas ofrecen una gran gama
de beneficios salariales y además de una serie de oportunidades de trabajo en
diversos quehaceres, que van desde el asesoramiento jurídico propiamente dicho
hasta la gerencia, administración, control y fiscalización de la empresa.
En este sentido, podríamos afirmar que el abogado que trabaja en la empresa
privada, encarna dos funciones fundamentales, en primer lugar es un profesional
del derecho que al igual que sus colegas ostenta una serie de derechos y tiene
obligaciones que les imponen las leyes y reglamentos que rigen la profesión, y en
segundo lugar, es un empleado más de la empresa a la cual presta sus servicios
profesionales, y entre sus funciones fundamentales destacan la de alternar la
representación y asesoramiento en sus intereses con la de intérprete o mediador
entre sus directivos y los abogados externos que podría poseer la empresa.
Garrido28 plantea que en el caso del abogado que presta sus servicios profe-
sionales a la empresa privada podría presentársele un problema de independencia
o responsabilidad, por la gran diferencia existente entre el abogado contratado por
un despacho profesional y aquél que trabaja para una empresa y está asalariado
por su propio cliente. Es decir, que el abogado se encuentra dependiendo de un
único cliente que le remunera en cantidades estables y más o menos similares.
Esa situación le hace encontrarse no sólo en conflictos de independencia sino que
le hace perder la libertad profesional. En este sentido, Garrido sostiene:
Nos encontraríamos por lo tanto ante un abogado que no es libre frente a su cliente
ni independiente ante su superior jerárquico. En este punto debemos preguntarnos
¿sigue siendo este profesional un abogado? ¿puede seguir rigiéndose por las
mimas reglas que el resto de los abogados? Podríamos incluso plantearnos que
este abogado se parece más, en lo referente a cuestiones jerárquicas y de empleo,
a un abogado del Estado.

28
Garrido Suárez, Hilda. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad, p.
85 y 86.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 115

3.4 En la docencia y la investigación

Entre las facetas que destacan en el abogado, encontramos posiblemente


una de las más hermosas, gratificantes y altruistas, como lo es el desempeño del
profesional del derecho como docente e investigador. Importante labor la que
se desprende de esas dos áreas, porque ciertamente la docencia universitaria y
la investigación son pilares fundamentales para el buen desarrollo de la ciencia
jurídica, así como de la inquebrantable y necesaria formación de los futuros
abogados, que egresaran de las universidades con los sólidos conocimientos
adquiridos por intermedio de sus profesores.
Es por ello, que el abogado docente, debe necesariamente estar al día en el
estudio y en la actualización del derecho, tiene que ser celoso en el seguimiento de
la doctrina y la jurisprudencia, tanto nacional como extranjera, seguir con mucha
rigurosidad las publicaciones de trabajos en revistas científicas y especializadas,
así como participar en los eventos programados (congresos, foros, jornadas,
conversatorios, etc.), en calidad de ponente o participante, programados en su
recinto universitario o en alguna otra institución dedicada al estudio y discusión
de la ciencia jurídica. El abogado que decide dedicarse de lleno a la docencia
universitaria, debe tener plena conciencia de la constancia y de la enorme
responsabilidad que representa ese apostolado, y si éste decide hacer la carrera
docente, debe cumplir con todos y cada uno de los requisitos exigidos por la
universidad, realizar los cursos de postgrado respectivos (especialización, maestría
y doctorado) y ascender en el escalafón correspondiente (profesor instructor,
asistente, agregado, asociado y titular).
La transmisión de erudiciones es fundamental, es por ello, que se hace
necesario que el abogado haga uso de todas las herramientas pedagógicas idóneas
para la efectiva transmisión de conocimientos, para que de esta manera pueda
positivamente enseñar y a la vez ser comprendido, tarea sumamente difícil y
compleja, que es obtenida a través del transcurso del tiempo y del adecuado uso
de mecanismos que garanticen la eficaz conducción de sapiencias. El buen tono
de voz y el dominio del escenario son indispensables, dejar de un lado el miedo
escénico y transformarlo en una exposición abierta y natural. De acuerdo con el
criterio de Nieto y Gordillo29:

29
Nieto, Alejandro y Gordillo, Agustín A. Las limitaciones del conocimiento jurídico, Madrid 2003,
Editorial Trotta, p. 53.
116 Manuel Espinoza Melet

El profesor no defiende, sino que explica lo que sabe, el conocimiento jurídico


teórico que ha adquirido con su propio esfuerzo. El buen profesor no pude transmitir
nada que le sea ajeno y, como obviamente él no puede ser creador de todo, los
conocimientos que ha recibido ha de transmitirlos después de haberlos pasado
por el alambique de su reflexión para hacerlos suyos. El profesor no se dirige a la
pasión, al interés y a la voluntad sino a la inteligencia.
Hoy día, hasta la propia tecnología ofrece distintos mecanismos extraordi-
narios, que sirven de apoyo en la tarea docente, ya el rotafolio y el retroproyector
pasaron prácticamente al desuso, siendo sustituidos por el video beam, el cual
proyecta de forma precisa las imágenes previamente preparadas en Powerpoint.
La enseñanza y el aprendizaje son vitales en el proceso de formación del
educando, y allí resalta ese fuego vibrante del profesor universitario de transmitir
todos sus conocimientos y también de alimentar sus conocimientos con la
participación de los estudiantes, escuchando con atención sus criterios y opiniones,
que por lo demás son siempre interesantes, por cuanto reflejan la inquietud de quien
recibe la información y se encuentra ávido de aprender. Como bien lo sostiene el
Maestro Prieto Figueroa30:
Enseñar y aprender son funciones íntimamente ligadas. No puede ser educador,
quien ha perdido la capacidad para aprender. No puede ser educador, quien no
sienta la inquietud de renovación permanente, porque la educación es eso, un
proceso de cambio y de transformaciones, en el cual nosotros cambiamos con
el mundo, al mismo tiempo que intervenimos con el cambio en éste realizado.
Educar es autoeducarse.
El abogado investigador debe estar imbuido de espíritu crítico, ser metódico
y ordenado, debe reflejar tanto su actividad como la actitud que éste posee hacia
su trabajo. Debe ejerce una actividad creativa y sistemática para acrecentar el
conocimiento científico. El investigador debe desarrollar su trabajo de manera
sistematizada, bien sea de forma individual o grupal. El planteamiento y consecuente
desarrollo de hipótesis, las nuevas teorías, su confrontación con investigaciones y
teorías existentes, etc., son pasos que da la ciencia y sus hacedores. Es por ello que el
abogado investigador debe centrar todo su trabajo y esfuerzos en pro de la obtención
de nuevos conocimientos y desafíos para la ciencia del derecho, que beneficien y
alimenten a la doctrina, a la creación de normas jurídicas y a una ajustada y lógica
jurisprudencia, todo ello en aras de la justicia y el bienestar común.

30
Prieto Figueroa, Luis Beltrán. El Maestro como líder, Caracas 2006, Ediciones de la Fundación
Luis Beltrán Prieto Figueroa, p. 96.
Capítulo II. Las funciones del abogado en la sociedad colombiana 117

Otro aspecto fundamental en el abogado docente e investigador, es precisa-


mente su apego a las normas morales, a la deontología jurídica, al deber que le
impone la ley, porque al fin y al cabo, el docente enrumba y moldea el perfil del
estudiante de derecho, llegando a tal punto, que podría convertirse perfectamente
en un modelo o guía para ese nobel profesional, inclinándolo incluso hacía la con-
tinuación de sus estudios en el curso postgrado de una rama especifica del derecho.
En tal sentido, el abogado que ejerce la docencia y la investigación brinda
extraordinarios aportes al orden y la cohesión social por partida doble: como
coadyuvante de la justicia a través de su práctica profesional, y como formador
de nuevas generaciones de abogados, igualmente comprometidos con el ejercicio
ético de la profesión, erigiéndose como el eje de un círculo virtuoso en el que se
están formando constantemente abogados igualmente éticos y participantes de la
cohesión y el orden social.
Capítulo III. Colegios de abogados 119

Capítulo III
COLEGIOS DE ABOGADOS

Sumario: 1. Concepto. 2 Reseña histórica 3. Naturaleza jurídica. 4.


Características. 5. Colegios de Abogados en la Constitución Política de
Colombia.

1. CONCEPTO

El Colegio1 de Abogados2 se podría definir como una entidad de carácter


eminentemente gremial, que agrupa a los abogados cuyos títulos han sido
debidamente inscritos en ellos, hállense o no en el ejercicio de la profesión, con

1
Lega, Carlo. Deontología de la profesión de abogado, Madrid, Civitas Ediciones, 1983, p. 57:
“Históricamente, las corporaciones profesionales, varias de las cuales (como la de los médicos, los
abogados, los notarios, y otras más) tienen orígenes antiquísimos y nobles tradiciones, presentaban
esquemas organizativos de gran interés (baste recordar los estatutos de las corporaciones medievales
de artes y oficios). A través de la evolución de estas instituciones jurídicas el núcleo fundamental de
la cooperación quedó inalterado, mientras que cambiaron sus poderes, sus atribuciones y, en parte,
sus finalidades. Estas últimas son actualmente de carácter profesional. Los ordenamientos jurídicos
modernos han heredado, puede decirse, la regulación estatutaria de esas corporaciones y la han
adaptado a esas exigencias del moderno Estado de derecho, aun conservando ciertas reminiscencias
de carácter socio-jurídico. El grupo profesional resultante de los inscritos en el registro se organiza en
el orden que, según consideran la doctrina y la jurisprudencia, es una institución de sentido técnico-
jurídico (es decir, un ordenamiento jurídico particular). Ésta, bajo el aspecto sociológico, presenta
los rasgos de una comunidad necesaria (Gemeinschaft) cuyos miembros tienen intereses iguales o
comunes que perseguir y que salvaguardar con el esfuerzo de todos, dado que el esfuerzo de uno
solo sería ineficaz para conseguir tal fin. Tales intereses, aunque tienen carácter sectorial o categorial,
son relevantes también para el Estado, a causa del reconocimiento que éste ha hecho de la función
social de determinadas profesiones, que precisamente ha regulado con una legislación especial
caracterizada por esquemas uniformes. El grupo profesional organizado asume algunos caracteres
de una comunidad necesaria (Gemeinschaft) y algunos otros de la institución (Gesellschaft) según
la clásica distinción introducida por Tonnies. En nuestra humilde opinión, prevalecen los de la
Gemeinschaft, en consideración a la tradición histórica y al reconocimiento de facto y de jure de la
función social ejercitada por las profesiones hoy jurídicamente reguladas por el Estado de derecho.”
2
Rosenberg, Leo. Tratado de Derecho Procesal Civil, Tomo I, Buenos Aires 1955, Editorial E.J.E.A,
p. 157: “Los colegios de abogados son una representación gremial de la abogacía con personalidad
jurídica de derecho público y ejercen la jurisdicción de honor sobre sus miembros.”
120 Manuel Espinoza Melet

la finalidad de fortalecer al gremio y para coadyuvar al ejercicio de la profesión,


así como establecer los parámetros disciplinarios de la actividad profesional. Los
colegios de abogados también representan y defienden los intereses del gremio y
de la sociedad en general, fomentan la participación de los abogados en el sistema
legal mediante su intervención en los procesos de reformas legales, formulan
proyectos de investigación y presentan propuesta para la creación y/ o reforma
de normas jurídicas, mejorar la doctrina así como interpretar la jurisprudencia,
también cumplen una importante función en pro del mejoramiento profesional
del abogado.
Tal y como lo destaca Pérez Fernández del Castillo3:
Los colegios de profesionistas son el medio más adecuado para preservar y
fomentar sus valores, toda vez que ha respondido invariablemente a una
necesidad de unión, defensa y elevación, tanto en el nivel ético como del técnico
y científico de sus asociados. Esta preocupación se ha destacado en los gremios
de artistas, arquitectos, abogados, notarios y médicos, unidos en colegios de
orígenes antiquísimos y noble tradición.
En ese mismo sentido, se orienta la posición de Espinoza Monroy4, quien
sostiene:
Es notorio que a lo largo de la historia de la colegiación de abogados ha trascendido
e influido el momento histórico en el cual estas organizaciones pretendían regular
el comportamiento ético de sus agremiados, y en definitiva en nuestros días ha
recobrado especial importancia por los acontecimientos sociales recientes en donde
se refleja una fuerte necesidad de reglamentar la conducta de quienes manejan el
destino jurídico de los ciudadanos.
En esta atmósfera es trascendente no dejar de lado el papel de las universidades,
pues si se pugna por la necesaria colegiación de los abogados a razón de la falta de
un comportamiento poco ético de éstos es menester considerar cuál es la formación
que en estas instituciones se otorga.
Es por ello, que los Colegios de Abogados son corporaciones profesionales con
personería jurídica y patrimonio propio, encargados de velar por el cumplimiento
de las normas y principios de ética profesional de sus miembros y defender los
intereses de la abogacía.

3
Pérez Fernández del Castillo, Bernardo. Deontología Jurídica, México, Revista de Derecho
Notarial Mexicano, N° 106, 1994, p. 133.
4
Espinoza Monroy, Elizabeth. Op. Cit. La necesaria integración de las universidades, la sociedad
civil y el poder judicial en una eventual colegiación de los abogados en México, p. 155.
Capítulo III. Colegios de abogados 121

Tienen, además, la obligación de procurar que sus asociados se guarden


entre sí el debido respeto y consideración, observen intachable conducta en
todos sus actos públicos y privados y contribuyan a enaltecer la profesión de la
abogacía y al mejoramiento de la doctrina, de la legislación y de la jurisprudencia
nacionales.

2. RESEÑA HISTÓRICA

Los Colegios Profesionales tienen su primera aparición en el Derecho


Romano, donde encontramos que los sodalitates sacrae actuaban como cofradías
religiosas y los collegia artificum vel opificum, eran corporaciones de oficios que,
autorizadas por el poder público, se ocupaban entre otras prácticas de juzgar los
delitos profesionales. Entre ellos se distinguen los Colegios públicos y los privados.
Los públicos estaban conformados por profesionales considerados imprescindibles
para la subsistencia y seguridad del Estado. Así los miembros de estos colegios
estaban exentos de gravámenes municipales y del servicio miliar y gozaban de
importantes privilegios a cambio de estar ligadas a su profesión y transmitirla
obligatoriamente a sus sucesores.
En el derecho germánico y anglosajón se presentan las guildas de artesanos y
comerciantes, mediante las cuales se agrupaban trabajadores de un mismo oficio y
se ocupaban de tareas asistenciales entre sus miembros, reglamentaban el trabajo
en lo relacionado con técnicas, métodos, condiciones y materias primas, así como
de la imposición de las categorías profesionales entre los aprendices, compañeros
y maestros. Cabe destacar, que estas corporaciones surgen por la gran influencia
religiosa del cristianismo y de los valores de caridad y solidaridad, constituyéndose
en la base de las corporaciones gremiales medievales.
Durante la Edad Media, surgen los gremios, asociaciones de socorro mutuo
así como congregaciones y cofradías, bajo la figura de una asociación voluntaria
que encuentra su razón de ser en la ausencia de un poder centralizado que dejaba
en manos de los profesionales y artesanos, en este caso, la capacidad de organizar
lo relativo a la ordenación de los intereses de su colectivo. En los siglos XI y XII, en
las pequeñas ciudades, se agrupan en ellas trabajadores libres que se han liberado
de la servidumbre hacia el señor feudal. A pesar de la voluntariedad de su ingreso,
evolucionan hacia una adscripción obligatoria del artesano o profesional que llega
a impedir el ejercicio a los que no estuvieran integrados en dichas corporaciones.
Cabe destacar, que durante este período se desarrolla la ética profesional, con una
visión encaminada al compromiso religioso.
122 Manuel Espinoza Melet

Es así, como comienzan a darse las características básicas y esenciales que


sustentan los colegios profesionales: la obligatoriedad de la adscripción y la función
de protección de la deontología profesional.
A finales del siglo XVIII las corporaciones gremiales experimentan una etapa
de decadencia y se encuentran guiadas no tanto por la defensa de los intereses de
la profesión sino por el sostén del monopolio en favor de los maestros.
Con el advenimiento de la Revolución francesa, se ejercen grandes cambios,
y se representa como la mayor oponente al sistema de colegios y corporaciones,
asumiendo al asociacionismo en general como una supervivencia de los cuerpos
intermedios y el entramado del Antiguo Régimen y como un peligro para la
formación de la voluntad general. Es por ello, que en 1791 se proclama la libertad de
ejercicio de profesiones y oficios, impidiéndose la creación de cualquier asociación
o corporación profesional.
A finales del siglo XIX, los Colegios Profesionales vuelven a resurgir y se
afianzan dentro de la estructura gremial, consolidando así el modelo de Colegio
Profesional.
Ya en el siglo XX, la concepción de los Colegios Profesionales se extiende
por todas las latitudes, fundándose en las principales ciudades, agrupando en
su seno a los profesionales, de diversas áreas, convirtiéndose esta técnica de la
Colegiación en la única forma de asociacionismo profesional.
En relación a los Colegios de Abogados tuvo su origen en Roma, en la
época de los emperadores cristianos. Los abogados que ejercían en determinado
distrito judicial tenían la obligación de inscribirse en una corporación, dirigida
por un consejo superior y presidida por un decano, generalmente el miembro de
más antiguo ejercicio profesional. El consejo superior y el decano se encargaban
de hacer cumplir los reglamentos de la corporación y de aplicar sanciones
disciplinarias a sus miembros.
Italia destaca por ser uno de los países que adopta el sistema de la colegiatura
obligatoria, todo ello motivado a la influencia de los antecedentes relacionados con las
corporaciones de abogados que funcionaron en el imperio romano. A fines del siglo
XIX, por medio de la ley de 8 de junio de 1874 y del reglamento del 26 de julio del
mismo año, se ajustó la organización y régimen de los colegios de abogados de Italia,
en líneas generales, al sistema de la ley francesa de 1822, orgánica del funcionamiento
de la Orden de Abogados de Francia y de los colegios provinciales de dicho país.
En Francia, desde la Edad Media, existía la Orden de Abogados, provista
de una sede central en París y de colegios provinciales en las diversas regiones.
Capítulo III. Colegios de abogados 123

Fue abolida como consecuencia de la Revolución Francesa de 1789, en uno de


cuyos decretos de 1790 se dijo que los abogados no podrían formar orden ni
corporación alguna, y que “todo ciudadano tendrá el derecho de defender su
causa, sin intermediarios, ·sea verbalmente o por escrito”.
En 1810, Napoleón dicta nuevas medidas para restablecer la Orden de
Abogados de Francia y los colegios provinciales.
Existe también colegiatura obligatoria en Dinamarca, Bélgica, Inglaterra y
Alemania. En Rusia, desde la expedición del decreto de 26 de mayo de 1922, se
organizaron los colegios de abogados con afiliación obligatoria y se les atribuyó
legalmente el gobierno de la matrícula profesional de los abogados y el poder
disciplinario para sancionar faltas contra la ética.
En Colombia existen varios colegios de abogados, tales como: Colegio
Nacional de Abogados (CONALBOS), Colegio Antioqueño de Abogados
(COLEGAS), Colegio de Abogados de Medellín, la Colegiatura de Abogados
Litigantes de Cali, entre otros, los cuales forman parte de la Asociación Colombiana
de Facultades de Derecho (ACOFADE), constituyeron un Macro Colegio que los
agremia a nivel Nacional bajo el nombre de Colegio Profesional de Abogados de
Colombia.
La Corporación Colegio Nacional de Abogados (CONALBOS), nace en el mes
de abril de 1964, cuando un grupo de abogados colombianos encabezados por el
Dr. Enrique Arambula Durán, iniciaron las discusiones y posterior tramitación
para constituir una asociación de abogados.
Para tal efecto, se designó una comisión, a fin de redactar los estatutos y
obtener la personería jurídica, la cual fue concedida por el Ministerio de Justicia,
mediante la Resolución N° 2982 de fecha 10 de julio de 1964, publicada en el
Diario Oficial N° 31437 del 14 de agosto del mismo año.
En el año de 1965, la asociación dicta el primer reglamento interno y regula
el auxilio mutualista. Se establece en ese entonces que para poderse crear una
seccional, era necesaria la afiliación de por lo menos 30 abogados. También se
expiden los primeros carnets para los afiliados, se entregaron los diplomas de
afiliación y se aprobó el primer logo de la asociación de la Corporación que
consistía en un libro y una balanza con el nombre de “CONALBOS”.
Hoy día, la Corporación Colegio Nacional de Abogados (CONALBOS),
continúa trabajando en pro de la abogacía colombiana, conservando sus estatutos
y coadyubando con las diferentes ramas del poder Público.
124 Manuel Espinoza Melet

3. Naturaleza jurídica

Interesantes estudios se han formulado en torno a la naturaleza jurídica de los


Colegios Profesionales, en virtud de que estas instituciones desarrollan funciones
públicas y privadas, sumado al hecho de la falta de especificidad y rigor técnico
con que se emplea el término “Corporación de Derecho público”. Esta problemática
se ha presentado especialmente en la discusión referente a la resolución de la
regulación de su régimen jurídico, de la obligatoriedad de adscripción o del
régimen jurídico de sus actos, entre otros.
En nuestro concepto, somos de la posición de que los Colegios Profesionales
forman parte del derecho público5, al considerar que los mismos, por sus aristas
fundamentales y finalidad, no son submisibles en la totalidad del sistema general
de las asociaciones, aunque teniendo algunas características propias de ellas,
difieren de las asociaciones de naturaleza jurídico privada, por lo tanto, no son
susceptibles de aplicárseles el régimen de éstas; y es por ello, que coincidimos
plenamente con el criterio sostenido por Garrido6, quien afirma
Aunque los Colegios Profesionales nacieran como asociaciones profesionales
con el interés de la defensa de los intereses profesionales, el reconocimiento
oficial por parte de la Administración y sobre todo la pertenencia obligatoria a
dichas instituciones para poder ejercitar determinadas profesiones, tiene como
consecuencia que estas instituciones se constituyan hoy, como Corporaciones de
Derecho Público.

5
En contrario: Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, Régimen Legal y
Disciplinario, pp. 105 y 106: “a) Los colegios profesionales son de naturaleza privada.
El Profesor Juan Manuel Charry dice al respecto: “Sin embargo cabe preguntar si los colegios
profesionales, en desarrollo de la libertad de asociación y de la autonomía de la voluntad, pueden
constituirse como fundaciones, sociedades, cooperativas, tener o no ánimo de lucro, o incluso no
acceder a personería jurídica, o por el contrario, someterse a una forma determinada y propia para
ellos.
Para responder estos interrogantes, recordemos que los colegios son un desarrollo de la libertad
de escoger profesión, garantía inherente a la persona humana individualmente considerada, de ahí
que podamos afirmar que las formas de asociación que dan prevalencia al capital o a los recursos,
como son las fundaciones o las sociedades de capital, no sean las idóneas para el funcionamiento de
los colegios profesionales”. Estamos de acuerdo con esta opinión y por tanto consideramos que la
forma idónea de crear colegios de profesionales es la de asociaciones, fundaciones o corporaciones
sin ánimo de lucro, por cuanto si tienen ánimo de lucro no se entendería que la ley les pueda asignar
funciones públicas. Por otra parte, si se tienen en cuenta los fines de perfeccionamiento profesional,
solidaridad, interés social, no se entiende cómo podrían constituirse como sociedades comerciales
regidas por el Código de Comercio.”
6
Garrido Suárez, Hilda. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad,
p. 207.
Capítulo III. Colegios de abogados 125

La Corte Constitucional de Colombia, en sentencia dictada en fecha 05 de


mayo de 1994, signada C-226, con ponencia del Magistrado Dr. Alejandro Martínez
Caballero, dictaminó:
Los colegios profesionales tienen entonces que estar dotados de una estructura
interna y funcionamiento democráticos y pueden desempeñar funciones públicas
por mandato legal. Ha de tomarse en consideración que el elemento nuclear de los
mencionados colegios radica en la defensa de intereses privados, aunque desde
luego, y sobre esta base privada, por adición, se le puedan encomendar funciones
públicas, en particular la ordenación, conforme a la ley, del ejercicio de la profesión
respectiva. En este sentido, pues, tales colegios profesionales configuran lo que se
ha denominado la descentralización por colaboración a la administración pública,
ya que estas entidades ejercen, conforme a la ley, funciones administrativas sobre
sus propios miembros Son entonces un cauce orgánico para la participación de los
profesionales en las funciones públicas de carácter representativo y otras tareas
de interés general.
Y más adelante, la citada sentencia establece:
Los colegios profesionales tienen entonces que estar dotados de una estructura
interna y funcionamiento democráticos y pueden desempeñar funciones públicas
por mandato legal. Ha de tomarse en consideración que el elemento nuclear de los
mencionados colegios radica en la defensa de intereses privados, aunque desde
luego, y sobre esta base privada, por adición, se le puedan encomendar funciones
públicas, en particular la ordenación, conforme a la ley, del ejercicio de la profesión
respectiva. En este sentido, pues, tales colegios profesionales configuran lo que se
ha denominado la descentralización por colaboración a la administración pública,
ya que estas entidades ejercen, conforme a la ley, funciones administrativas sobre
sus propios miembros Son entonces un cauce orgánico para la participación de los
profesionales en las funciones públicas de carácter representativo y otras tareas
de interés general.
A pesar de la eventualidad de la asunción de funciones públicas de los colegios
profesionales por expreso mandato legal, no debe olvidarse que su origen parte
de una iniciativa de personas particulares que ejercen una profesión y quieren
asociarse. Son los particulares y no el Estado quien determina el nacimiento de
un colegio profesional, pues éste es eminentemente un desarrollo del derecho
de asociación contenido en el artículo 38 del Estatuto Superior y como tal, es
necesario considerar que la decisión de asociarse debe partir de los elementos
sociales y no de un ser extraño a ellos.
También la Corte Constitucional, en sentencia de fecha 14 de junio de
2006, con ponencia del Magistrado Dr. Marco Gerardo Monroy Cabra, signada
C-470/067, señaló:

7
Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2006/C-470-06.htm
126 Manuel Espinoza Melet

Teniendo en cuenta que los Colegios Profesionales tienen su origen en la libre


asociación, entendida como el ejercicio libre y voluntario de los ciudadanos
para fundar o integrar agrupaciones permanentes con propósitos concretos,
les corresponde a los particulares y no al legislador definir sobre la forma de
asociación, naturaleza jurídica de la misma para el desarrollo colectivo de las
distintas actividades; por lo tanto, el proyecto en estudio contraría los artículos
26, 38 y 103 párrafo 3° de la Constitución Política.
La facultad del legislador, de acuerdo con los pronunciamientos de la Corte
Constitucional, se debe limitar a determinar de manera general aspectos
encaminados a la organización de estas asociaciones, que permitan la participación
democrática en las mismas y no a regular como lo hace el citado proyecto el
funcionamiento y la forma de asociación de un colegio en particular, ya que esto
iría en detrimento de la autonomía del derecho de asociación.

4. CARACTERÍSTICAS

En Colombia existen Colegios de Abogados privados, lo cuales cumplen


las funciones propias de este tipo de corporaciones; y poseen las siguientes
características:
a. Los profesionales tienen la facultad de fundar o integrar los Colegios de
Abogados, les corresponde a los particulares y no al legislador definir
sobre la forma de asociación.
b. Su organización plantea la posibilidad de afiliación o de incorporación o
de contribución a su patrimonio.
c. En Colombia existe la libertad de asociación, por lo tanto, no es obligatoria
la inscripción en un Colegio de Abogados, como en otros países del
continente que exigen la colegiatura para el ejercicio profesional.
d. Los Colegios de Abogados deben sostener y defender los legítimos
intereses profesionales, ejerciendo una valiosa función de control sobre
el ejercicio profesional, donde prevalezcan los más elementales principios
y valores de probidad, ética y lealtad.
e. De conformidad con el artículo 26 del Código Profesional, los Colegios de
Abogados no pueden ejercer la jurisdicción disciplinaria, esta competencia
le está atribuida al Consejo Superior de la Judicatura y a los Consejos
Seccionales de la Judicatura.
f. Tienen a su cargo la ejecución de cometidos públicos, que es la finalidad
que explica y justifica su régimen particular.
Capítulo III. Colegios de abogados 127

g. Tienen como misión fundamental la de fomentar entre sus agremiados el


más apegado y preciso respeto a la solidaridad, el estudio del derecho, la
fijación de tarifas profesionales, la constante vigilancia al estricto respeto
de la Constitución y leyes de la República, la vigencia de los derechos
humanos y el sistema democrático.

5. COLEGIOS DE A BOGA DOS EN LA CONSTIT UCIÓN POLÍTICA DE


COLOMBIA

La Constitución Política de Colombia, regula lo atinente a los Colegios


Profesionales. En ese sentido, el artículo 26 de la Carta Fundamental, establece:
“Toda persona es libre de escoger profesión u oficio. La ley podrá exigir títulos de
idoneidad. Las autoridades competentes inspeccionarán y vigilarán el ejercicio de
las profesiones. Las ocupaciones, artes y oficios que no exijan formación académica
son de libre ejercicio, salvo aquellas que impliquen un riesgo social.
Las profesiones legalmente reconocidas pueden organizarse en colegios. La
estructura interna y el funcionamiento de éstos deberán ser democráticos. La ley
podrá asignarles funciones públicas y establecer los debidos controles.”
Como puede apreciarse de la norma constitucional, todo ciudadano tiene la
absoluta libertad de escoger la profesión u oficio de su preferencia, estableciéndose
la posibilidad de que la ley exija los títulos de idoneidad. Las profesiones legalmente
reconocidas puedan organizarse en Colegios y la ley puede asignarles funciones
públicas, estableciendo para el efecto los debidos controles. La Carta Política
confiere al legislador amplias potestades en cuanto a la determinación del órgano o
entidad encargada de ejercer competencias respecto de las profesiones legalmente
establecidas y la delegación de funciones públicas en torno del ejercicio de las
profesiones legalmente reconocidas a la luz del artículo 26 de la Carta Política no
es absoluta, en cuanto hay ciertas funciones públicas, que tienen reserva de ley y
por lo tanto no pueden ser delegadas.
Tal y como lo destaca Monroy Cabra8, la norma constitucional presenta las
siguientes características:
a. No es obligatorio en Colombia que las profesiones se organicen en
Colegios Profesionales, porque la referida norma utiliza la expresión
“pueden” y no “deben”.
b. Los Colegios deben darse su estructura interna.
8
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 102.
128 Manuel Espinoza Melet

c. El funcionamiento de los Colegios debe ser de carácter democrático.


d. La ley da la posibilidad de que a los Colegios Profesionales se les asigne
funciones públicas y establecer los debidos controles.
Plantea también Monroy Cabra, la problemática surgida a consecuencia de
lo establecido en el numeral 3° del artículo 256 de la Constitución, el cual establece
claramente que corresponde al Consejo Superior de la Judicatura o a los consejos
seccionales “Examinar la conducta y sancionar las faltas de los funcionarios de
la Rama Judicial, así como la de los abogados en el ejercicio de su profesión,
en la instancia que señale la ley”. Razón por la cual, los Colegios de Abogados
no tienen jurisdicción disciplinaria sobre los profesionales del derecho, ni en
primera ni en segunda instancia.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 129

Capítulo IV
DEBERES Y DERECHOS DEL ABOGADO COLOMBIANO

Sumario: 1. Los deberes de los abogados. 1.1 Deberes en el Código


Disciplinario del Abogado. 1.1.1 Observar la Constitución Política y la ley.
1.1.2 Defender y promocionar los Derechos Humanos, entendidos como
la unidad integral de derechos civiles y políticos, económicos, sociales y
culturales y de derechos colectivos, conforme a las normas constitucionales
y a los tratados internacionales ratificados por Colombia. 1.1.3 Conocer,
promover y respetar las normas consagradas en el Código Disciplinario del
Abogado. 1.1.4 Actualizar los conocimientos inherentes al ejercicio de la
profesión. 1.1.5 Conservar y defender la dignidad y el decoro de la profesión.
1.1.6 Colaborar leal y legalmente en la recta y cumplida realización de la
justicia y los fines del Estado. 1.1.7 Observar y exigir mesura, seriedad,
ponderación y respeto en sus relaciones con los servidores públicos,
colaboradores y auxiliares de la justicia, la contraparte, abogados y demás
personas que intervengan en los asuntos de su profesión. 1.1.8 Obrar con
lealtad y honradez en sus relaciones profesionales. En desarrollo de este
deber, entre otros aspectos, el abogado deberá fijar sus honorarios con criterio
equitativo, justificado y proporcional frente al servicio prestado o de acuerdo
a las normas que se dicten para el efecto, y suscribirá recibos cada vez que
perciba dineros, cualquiera sea, su concepto. Así mismo, deberá acordar con
claridad los términos del mandato en lo concerniente al objeto, los costos,
la contraprestación y forma de pago. 1.1.9 Guardar el secreto profesional,
incluso después de cesar la prestación de sus servicios. 1.1.10 Atender con
celosa diligencia sus encargos profesionales, lo cual se extiende al control de
los abogados suplentes y dependientes, así como a los miembros de la firma o
asociación de abogados que represente al suscribir contrato de prestación de
servicios, y a aquellos que contrate para el cumplimiento del mismo. 1.1.11
Proceder con lealtad y honradez en sus relaciones con los colegas. 1.1.12
Mantener en todo momento su independencia profesional, de tal forma que
las opiniones políticas propias o ajenas así como las filosóficas, o religiosas
no interfieran en ningún momento en el ejercicio de la profesión, en la cual
sólo deberá atender a la Constitución, la ley y los principios que la orientan.
1.1.13 Prevenir litigios innecesarios, inocuos o fraudulentos y facilitar los
mecanismos de solución alternativa de conflictos. 1.1.14 Respetar y cumplir
las disposiciones legales que establecen las incompatibilidades para el
ejercicio de la profesión. 1.1.15 Tener un domicilio profesional conocido,
130 Manuel Espinoza Melet

registrado y actualizado ante el Registro Nacional de Abogados para la


atención de los asuntos que se le encomienden, debiendo además informar
de manera inmediata toda variación del mismo a las autoridades ante las
cuales adelante cualquier gestión profesional. 1.1.16 Abstenerse de incurrir
en actuaciones temerarias de acuerdo con la ley. 1.1.17 Exhortar a los testigos
a declarar con veracidad los hechos de su conocimiento. 1.1.18 Informar con
veracidad a su cliente. 1.2 Deberes en el decreto 196 de 1971. 1.3 Deberes de
las partes y los apoderados en el Código General del Proceso. 2. Los derechos
de los abogados. 2.1 Derechos generales. 2.2 Derechos especiales. 2.2.1 El
derecho de anunciarse para el ejercicio de su profesión y como especialista
en una rama del Derecho: El abogado tiene derecho a anunciarse para el
ejercicio de su profesión en general. 2.2.2 El derecho de atención preferente
ante organismos públicos. 2.2.3 El derecho de guardar el secreto profesional
y de no testificar en contra de su patrocinado. 2.2.4 El derecho de cesar en su
patrocinio si el patrocinado incumple sus obligaciones morales y materiales.
2.2.5 El derecho a renunciar al patrocinio si el patrocinado mantiene una
actitud incorrecta e irrespetuosa con los funcionarios, los abogados de la
contraparte y con los terceros.

1. LOS DEBERES DE LOS ABOGADOS

Los deberes1 siempre han estado presentes a todo lo largo de la historia,


siempre unidos al ámbito ético y religioso. Tal y como lo sostiene Garrido2 los
deberes son requerimientos que, en lo atinente a la moral, pueden ser utilizados en
contextos diferentes, como los que surgen de u marco institucional, al margen de
cualquier acto voluntario. Surgen para hacer referencia a requerimientos morales
y jurídicos que se encuentran íntimamente relacionados con ciertas posiciones u
oficios que se pueden desempeñar.
En relación a los derechos de los abogados, no son exclusivos ni prerrogativas,
y se encuentran equilibrados por los deberes, los cuales no son sólo de carácter
profesional y ético, sino sobre todo, de carácter público, puesto que la profesión

1
Véscovi, Enrique. Teoría General del Proceso, Bogotá, Editorial Temis Librería, 1984 p. 236: “En
cuanto a los deberes, estos, en atención a la verdadera misión social del abogado y su actividad
procesal –vista modernamente como de auxiliar del juzgador– , adquieren particular relevancia.
Tales deberes deben considerarse con relación al cliente y respecto de las demás personas con quienes
trata, sobre todo las partes y el tribunal, cuando actúa en el proceso.
Respecto del cliente sus deberes se rigen, normalmente, como para todo profesional, por el régimen de
contrato de arrendamiento de obra (o servicios), aunque ellos se acentúan por cuanto su actividad se funda
en una especial confianza. Esto lo hace depositario de los más caros intereses y secretos de sus clientes”.
2
Garrido Suárez, Hilda. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad, p. 125.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 131

de abogado actúa en la administración de justicia y coopera al mantenimiento del


orden jurídico. Señala atinadamente Bielsa3:
Siendo tal, pues, la función prístina de la abogacía repetimos lo que al principio:
sus derechos no son sino atributos y corolarios de sus deberes; son como las
prerrogativas del que debiendo ejercer una función superior, tiene una correlativa
atribución en la ley y en la sociedad, que es la de regular una forma de actividad
social o político-social.
Bocaranda4 afirma que aquel cúmulo de deberes que pesan sobre el abogado,
se encuentra contenido en dos tipos de dispositivos: los asentados en la ley jurídica y
los asentados en la ley moral, unos y otros están llamados a complementarse, y esa
mutua complementación de los deberes legales y éticos tienen varias razones de ser:
1. Los deberes contenidos en la ley jurídica ostentan un carácter externo,
formal. Si sólo se exigiese el cumplimiento de estos deberes externos y
se excluyese del control ético, la falta de consciencia moral se volvería en
contra de la vigencia misma de aquellos deberes formales, a los cuales
destruiría o por lo menos privaría de la íntima convicción, que solo dimana
de la conciencia moral.
2. Si la conducta del abogado se dejase libre del imperativo de los deberes
de la ley jurídica y se pretendiese someterla únicamente a la fuerza del
mundo normativo, se dejaría de sentir la ineficacia de las normas éticas,
desprovistas de la coercibilidad física de la que está dotada la ley jurídica.
La Ley 1123 de 2007 establece los deberes de forma no taxativa5, pero si más
completa que la establecida en el artículo 47 del Decreto 196 de 1971. Sobre este
particular, destaca Villamil Russy6, lo siguiente:

3
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, p. 223.
4
Bocaranda Espinosa, Juan José. Op. Cit. Manual Teórico Práctico de Derecho, pp. 287 y 288.
5
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, pp.
205 y 206: “Así las cosas, el “catálogo de deberes del abogado” puede ser entendido en primer
término como un catálogo referido a la preservación del establishment, y en este caso, al desarrollo
vía procedimental de esa función sistémica y social (tal y como lo destaca el art. 1° del Decreto 196 de
1971: la abogacía tiene como función social la de colaborar con las autoridades en la conservación
del orden jurídico del país…), razón por la cual sus compromisos han de atender ceteris paribus
los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad que
guían toda función Pública en cuanto que función social, aun cuando ella misma no se incluya en
aquel primer grupo (v. gr., art 209, C.P.). Sin embargo, además de esa función sistémica y social de
contención, el catálogo de deberes de la abogacía también puede ir más allá del propio ordenamiento
jurídico, en pos de la justicia –cualquiera sea la concepción que se tenga de ella– por ejemplo. De
132 Manuel Espinoza Melet

Al realizar una comparación de ambos textos legales se puede concluir que los
deberes consagrados en el Decreto 196 de 1971 fueron casi subsumidos en los
referenciados, en el artículo 28 de la Ley 1123 de 2007, sin llegar a derogarlos. Los
deberes estipulados en la Ley 1123 de 2007 son tanto generales como específicos,
y están en consonancia con los principios constitucionales de dignidad humana,
debido proceso y acceso a la administración de justicia. Si bien es cierto, en vigencia
del Decreto 196 de 1971, existían algunas incompatibilidades para el ejercicio de
la abogacía, estas no estaban sistematizadas tal y como se puede observar en el
artículo 29 de la Ley 1123 de 2007, el cual las consagra de manera taxativa y les
da una interpretación restringida6.
Vélez García7 destaca que el Código de Ética de la abogacía puede provenir
del Colegio de Abogados de la localidad o constituir normatividad del Estado.
En ambos casos, se concentran los derechos y deberes, prescindiendo de motivos
de idiosincrasia y creencias religiosas, filosóficas y políticas, y en aquellas se
tipifican las faltas y se establecen las sanciones aplicables a los infractores. Los
estatutos deontológicos más calificados versan principalmente sobre los dos
aspectos principales:
a. La temática relativa a la dignidad y decoro de la profesión de abogado,
campo en el cual se regulan situaciones que tienen que ver desde aquellos
asuntos relacionados con la cortesía, el buen trato, la decencia;
b. La materia sustancial y de fondo atinente a la regulación de las conductas
ético-jurídicas del profesional del derecho en el cumplimiento de su
misión.
Dispone el artículo 4 de la Ley 1123, lo siguiente: “Un abogado incurrirá en
una falta antijurídica cuando su conducta afecte, sin justificación, algunos de los
deberes consagrados en el presente código”.

1.1 Deberes en el Código Disciplinario del Abogado (artículo 28)


1.1.1 Observar la Constitución Política y la ley
Es un deber de todo ciudadano la sumisión absoluta del mandato constitucional
y de la ley; y por ende, una misión fundamental del profesional del derecho, la

allí que en el “catálogo deontológico” de la abogacía se hallen por igual deberes referidos tanto a un
sentido como a otro.”
6
Villamil Russy, Cielo Esperanza. Op. Cit. Aproximación al Régimen Disciplinario de los Abogados
en Colombia, p. 37.
7
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
237 y 238.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 133

debida observancia de la Constitución Política y demás leyes de la República. En


efecto, el abogado es el profesional idóneo para ese fin, en virtud de haber sido
formado por la universidad para asumir la absoluta vigilancia e interpretación de
la ley, así como el inequívoco y absoluto apego a lo estatuido en la Constitución
y las leyes.
Syro Giraldo8, con extraordinaria precisión, sostiene lo siguiente:
El abogado que no cumple la Constitución y leyes de la República, o en cualquier
forma contribuye a que otras personas las incumplan, falta al juramento que
presta al optar al título profesional y se hace indigno de ejercer la abogacía. La
defensa de la libertad en el ámbito del país en que el abogado vive, así como el
sostenimiento de la independencia de su patria, son deberes que se deducen de la
naturaleza misma de la profesión, cuyo ejercicio sólo se concibe en forma libre
e independiente. Un país sin libertades públicas o sometido al dominio de una
potencia extranjera no podrá ser nunca campo propicio para las disciplinas del
Derecho. Libertad e independencia son el alma misma de la abogacía. Si se repasa
la historia antigua y reciente se comprobará cómo la administración de justicia y
los colegios de abogados han sido siempre las primeras víctimas de cada dictador
de turno.

1.1.2 Defender y promocionar los Derechos Humanos, entendidos como


la unidad integral de derechos civiles y políticos, económicos,
sociales y culturales y de derechos colectivos, conforme a las normas
constitucionales y a los tratados internacionales ratificados por Colombia

1.1.3 Conocer, promover y respetar las normas consagradas en el Código


Disciplinario del Abogado

El profesional del derecho, se encuentra en la insoslayable obligación de


conocer plenamente todas y cada una de las normas que integran el Código
Disciplinario del Abogado, por cuanto las mismas son inherentes al ejercicio de
la abogacía en Colombia, así como en la inequívoca concepción de los parámetros
deontológicos que sostienen la columna vertebral del ejercicio profesional. En este
mismo sentido, el abogado debe promover y respetar las normas allí contenidas,
a los fines de salvaguardar los más elementales principios de probidad y mística
que deben regir en la abogacía colombiana.

8
Syro Giraldo, Samuel. Op. Cit. Ética de la Abogacía, p. 18.
134 Manuel Espinoza Melet

1.1.4 Actualizar los conocimientos inherentes al ejercicio de la profesión

El abogado debe seguir perfeccionado sus conocimientos, de forma tal, que


su labor sea producto de la impecable formación en el área de ejercicio profesional,
siendo los estudios de postgrado el campo idóneo para tal fin. El abogado cuenta
con la posibilidad de continuar sus estudios en las áreas de doctorado, maestría
y especialización.
También debe ser impecable en la actualización profesional, destacándose en
la revisión permanente de la legislación, jurisprudencia y doctrina, tanto nacional
como internacional, a los fines de dominar plenamente el conocimiento en el área
jurídica de interés.
Sin lugar a dudas el profesional del derecho debe orientar su ejercicio en el
mejoramiento de su nivel cultural, además de los conocimientos obtenidos durante
los estudios universitarios debe tener una formación cultural amplia, conocer e
indagar sobre aspectos relevantes de su entorno, estudiar y analizar los diversos
temas que son de vital importancia para el desarrollo de su intelecto. Para ello
es necesario que el abogado se encuentre al día con obras de carácter histórico,
sociológico, económico, cultural y político, recordemos que como buen profesional
debe estar relacionado con un amplio estudio que le ayude a comprender y valorar
los asuntos que le sean encomendados.
Tal y como lo señala el Maestro Ossorio9 el abogado debe tener inexcu-
sablemente una revista jurídica nacional y otra extranjera, una buena cantidad
–según las aficiones– de libros jurídicos publicados en el país y, por último, unos
cuantos libros de novela, versos historia, crónica, crítica, sociología y política.
Agrega magistralmente “En fin, hay que estudiar, hay que leer, hay que apreciar
el pensamiento ajeno, que es tanto como amar la vida, ya que la discurrimos e
ilusionamos entre todos; hay que hacerlo o resignarnos con el insulto de Ganivet”.
Las técnicas jurídicas que posee el abogado, son aquel conjunto de métodos
mediante los cuales alcanzará la elaboración del derecho y la aplicación del
mismo. A la primera de estas actividades solemos llamarla técnica legislativa;
la segunda es la interpretación de la norma jurídica. Los métodos que utiliza el
abogado están basados en la gramática, la sintaxis y la lógica jurídica; y sus fines
son eminentemente prácticos, pues su objetivo fundamental es solucionar casos
jurídicos, así como otros asuntos que se le confíen.

9
Ossorio, Ángel. Op. Cit. El Alma de la Toga, pp. 208 y 209.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 135

1.1.5 Conservar y defender la dignidad y el decoro de la profesión10

La rectitud de conciencia implica la realización de actos con absoluta certeza del


fiel cumplimiento, apegado a los más altos elementos deberes éticos y deontológicos.
El esmero debe ser la pieza fundamental para encontrar el triunfo, la buena
diligencia y el éxito; es por ello, que el abogado debe necesariamente trabajar con
dedicación y desvelo en el ejercicio profesional.
Es deber insoslayable de los abogados, coadyuvar con la recta administración
de justicia, ir de la mano del juzgador en la búsqueda de la verdad y del brillo del
imperio de la ley, de aplicar la justicia con absoluta equidad e independencia, con
probidad y rectitud de conciencia.
La dignidad y el decoro deben estar siempre presentes en el noble ejercicio
profesional. En este sentido, cabe destacar la sentencia emanada de la Corte
Constitucional de Colombia11, de fecha 16 de noviembre de 2006, con ponencia del
Magistrado Dr. Nilson Pinilla Pinilla, Expediente T-1393049, Sentencia T-952/06,
mediante la cual se dictaminó, lo siguiente:
En vista del caso que aquí se analiza, debe contemplarse la especial circunstancia
del trabajo del litigante y la implicación que su ejercicio impone. Tal como lo
menciona el numeral 1º del artículo 47 del Decreto 196 de 1971, los deberes que se
asignan al litigante permiten mantener el proceso dentro de los cauces de dignidad
y decoro propios del ejercicio de la profesión de abogado. Por tanto, debe exigirse
mesura y respeto en los sujetos procesales, dentro de los que se encuentran los
litigantes”.

10
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, pp. 192 y
193: “En ese orden de ideas, si se coteja la mención del deber de conservar la dignidad y el decoro de la
profesión, primer deber contenido en el artículo 47, con el principio ético (c), señalado arriba, se percibe:
a) que no es posible separar los conceptos de dignidad y decoro de los usos y maneras “moralmente
correctas” de la sociedad imperante, dado que no existe un discurso gremial que dé un contenido preciso
a esos asertos en el contexto de la dignidad de la profesión, y b) que la interpretación de los conceptos
de dignidad y decoro remite más a modales de cortesía y a las solemnidades ceremoniales, de etiqueta
o protocolo que a un criterio a axiológico o deontológico porque, como se indicó arriba respecto del
2º deber mencionado en el Decreto, no se distinguió entre el deber moral de la justicia y el deber legal
de seguir el imperio de la ley –situación paradójica si se tiene en cuenta la gran influencia tomística
en la formación de los primeros abogados en Colombia–, hermenéutica delicada si se advierte que las
falta “disciplinarias” a la dignidad a que remitía el artículo 48 del Decreto 196 se derivaban de allí.
Como ha indicado la jurisprudencia constitucional de “un código ético que tuvo sus génesis en el seno
de una concepción del Estado (…) signada más por el imperio del reproche social moralista que por la
vigencia de un pensamiento atento a las nuevas concepciones del mundo, tan caras a la autonomía del
entendimiento y de la acción humana en sus dimensiones materiales y espirituales”.
11
Disponible en: https://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=44393
136 Manuel Espinoza Melet

Tal y como lo señala Villamizar Guerrero12 si el profesional del derecho,


es una persona que obra con probidad, discreción. Eficiencia, veracidad, lealtad,
dignidad e independencia, estaremos en presencia de un buen ciudadano, y por
ende, ante un profesional, conductor social que velará por la conservación y
perfeccionamiento del orden jurídico establecido, que incidirá directamente en
una sana y recta administración de justicia.
El abogado debe siempre proceder apegado al estricto cumplimiento de
aquello que exigen las leyes de la fidelidad y el honor. La lealtad es una virtud
que se desarrolla en la conciencia y que implica cumplir con un compromiso aun
frente a circunstancias cambiantes o adversas.
Es por ello que las partes, sus apoderados y abogados asistentes deben
actuar en el proceso con lealtad y probidad, exponiendo los hechos de acuerdo a
la verdad; no interponer pretensiones ni alegar defensas, ni promover incidentes,
cuando tengan consciencia de su manifiesta falta de fundamento y no promover
pruebas, ni realizar, ni hacer realizar, actos inútiles o innecesarios a la defensa
del derecho que se sostenga.
La probidad es una de las más elevadas virtudes del ser humano, en el abogado
es vital, porque representa la exteriorización de la rectitud y la honorabilidad,
del correcto e indeclinable concepto de lo moral y de la rectitud de conciencia,
elementos fundamentales para el desenvolvimiento idóneo de la profesión de
abogado.
La honradez aparte de ser un valor moral es además una cualidad de algunas
personas porque es una característica que lo define como una persona justa en
todos los aspectos que se le presenten. La honradez es una fuente inspiradora de
confianza en los demás, con lo que denota ser un individuo íntegro y que en todos
los ámbitos de su vida la equidad es quien protagoniza su actuar.
La honradez deriva directamente del honor, y como bien decía Cicerón
“la honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni
recompensa, ni provecho”. El abogado honrado tiene como norte y vanguardia
en su vida la búsqueda de la justicia, y la destina siempre en todos los aspectos
de su existencia, sobre todo al momento de estudiar y analizar las normas
que comprenden el sistema jurídico, así como las tareas propias del ejercicio
profesional, muy especialmente, en lo atinente al trato que le debe dispensar a su
cliente y a todos los operadores del sistema de administración de justicia.

12
Villamizar Guerrero, Jorge. Op. Cit. Comentarios Prácticos al Código de Ética Profesional del
Abogado Venezolano, p. 33.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 137

La discreción es otro deber fundamental, como lo habíamos señalado en las


cualidades del abogado, emerge ésta como uno de los deberes mediante el cual se
deben saber guardar silencio en los casos confiados, manteniendo las más rigurosa
cautela y rigidez en los secretos que lleguen al conocimiento en el ejercicio de la
profesión, ya que la información dispensada por el cliente o la obtenida durante
el decurso de sus labores, puede representar una altísima confidencialidad, siendo
en consecuencia el abogado un fiel custodio del secreto profesional.
La eficiencia denota una virtud y facultad para lograr un efecto, y el ser
eficiente se materializará en el abogado por intermedio de varias aristas, como
lo son: el estudio, la disciplina, la actualización profesional y el fiel y claro
cumplimiento de todas y cada una de las obligaciones que le impone el ejercicio
profesional en todas sus manifestaciones.
El desinterés se caracteriza en el abogado, como no concebir el lucro o el
beneficio económico generado por la profesión, como el determinante de todas
sus actuaciones. Es lícito que el abogado obtenga su sustento con el ejercicio
profesional; pero ella no debe tener como fin esencial el lucro o el interés
económico.
La Corte Constitucional de Colombia, sobre este particular, ha señalado en su
sentencia C-290/0813, de fecha 02 de abril de 2008, con ponencia del Magistrado
Dr. Jaime Córdoba Triviño, lo siguiente:
La Corte ha sostenido que el ejercicio inadecuado o irresponsable de la profesión,
pone en riesgo la efectividad de diversos derechos fundamentales como la honra,
la intimidad, el buen nombre, el derecho de petición, el derecho a la defensa y,
especialmente, el acceso a la administración de justicia, así como la vigencia de
principios constitucionales que deben guiar la función jurisdiccional como son la
eficacia, la celeridad y la buena fe.
La Corte Constitucional de Colombia, también ha insistido en este punto, al
señalar en su sentencia C-138/1914, de fecha 28 de marzo de 2019, con ponencia
del Magistrado Dr. Alejandro Linares Cantillo, lo siguiente:
Sobre este particular, la jurisprudencia ha expresado que, en la atención debida al
cliente, la labor del abogado no se limita a resolver problemas de orden técnico,
sino que su actividad va más allá, proyectándose también en el ámbito de lo
ético, de modo que la regulación de su conducta por normas de ese carácter no
implica una indebida intromisión en el fuero interno de las personas. Ello es así,

13
Disponible en: http://corteconstitucional.gov.co/relatoria/2008/c-290-08.htm
14
Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2019/c-138-19.htm
138 Manuel Espinoza Melet

justamente, porque la conducta individual del abogado se encuentra vinculada a la


protección del interés general o común, de manera que el ejercicio inadecuado o
irresponsable de la profesión, puede proyectarse negativamente sobre la efectividad
de diversos derechos fundamentales de terceros, como la honra, la intimidad, el
buen nombre, el derecho a la defensa y el acceso a la administración de justicia,
así como también, poner en entre dicho la vigencia de principios constitucionales
de interés general, orientadores de la función jurisdiccional, tales como la eficacia,
la celeridad y la buena fe.
La veracidad, tal y como la analizamos en el punto correspondiente a las cualidades
del abogado, se debe a la actuación del abogado conforme a la verdad. Lo cual
representa a un profesional digno, que no engaña a su cliente con respecto al asunto
que le ha sido encomendado.
El abogado jamás deberá incurrir en actos de concusión, soborno o cuales-
quiera acto de corrupción. El acto de concusión es un término legal que se refiere
a un delito llamado exacción ilegal, es decir, cuando un funcionario público en
ejercicio de su cargo, exige o hace pagar a una persona una contribución, o también
al cobrar más de lo que le corresponde por las funciones que realiza.
Otro acto manifiestamente abierto a la falta de ética profesional del abogado
lo constituye el hecho de incurrir en soborno y cualquier otro acto de corrupción.
Como bien lo dijo el novelista, ensayista y dramaturgo francés Georges Bernanos:
“El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva es que
el fin justifica los medios”.
El soborno, también conocido como cohecho, es un delito que consiste en
sobornar a una autoridad o funcionario público mediante la solicitud de una dádiva
a cambio de realizar u omitir un acto inherente a su cargo. Se diferencia de la
concusión en el sentido de que es un delito bilateral (hay dos sujetos, el funcionario
que acepta la remuneración que se le ofrece y el corruptor que persuade o induce
al funcionario a recibir la dádiva), mientras que la concusión es unilateral (el
sujeto activo es el funcionario público que exige o hace pagar a una persona una
contribución, o cobra más de lo que le corresponde por las funciones inherentes
a su cargo).
Tal y como lo destaca Febres Cordero15, la corrupción de los funcionarios
tiene dos formas principales, la primera de ellas es constituida de forma pasiva,
la cual consiste en el hecho de que el funcionario se deja corromper, y la otra
forma es la activa, que está constituida por el hecho del propio corruptor, ambas

15
Febres Cordero, Héctor. Curso de Derecho Penal, Parte Especial, Tomo I, Italgráfica, Caracas,
1993, pp. 174 y 175.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 139

formas se subdividen en propia e impropia. La corrupción propia o grave consiste


en retardar u omitir algún acto funcional o efectuar alguno contrario al deber
mismo que le imponen las funciones, la corrupción impropia o simple, es aquella
que se genera cuando el trato lucrativo es sobre un acto legítimo de la función.
El desempeño de todo profesional del derecho se encuentra íntimamente
relacionado al respeto inequívoco a su dignidad personal, tanto en la esfera
pública como en la privada, lo cual hace del abogado una persona que se encuentra
perfectamente a la altura de sus responsabilidades, y que también estará bajo el
lente examinador de la sociedad donde se desenvuelve profesionalmente.
Es por ello, que se hace necesario que el ejercicio profesional se lleve a
cabo con conocimientos y estudios suficientes, así como habilidades y destrezas
fundadas en sólidos principios éticos, morales y de valores, que son necesarios para
un desarrollo óptimo de la profesión, trayendo como consecuencia un bienestar
para la sociedad en que convive el abogado.
El abogado debe tener una conducta privada intachable, eso es fundamental,
derivado a varios principios tales como la rectitud, la moral, las buenas costumbres,
la ética familiar, el honor y el decoro, etc. La sociedad espera mucho del profesional
del derecho, su influencia en ella es fundamental, porque en el abogado ven
reflejado los valores de justicia y equidad, de respeto al orden jurídico y de
conocimiento del derecho, en este sentido se tiene al abogado como un modelo
digno de ejemplo, virtud y rectitud.
El hombre honesto, se caracteriza por una elevada conciencia moral y de
honor, por ende, por su elevada condición no teme a ser juzgado o condenado,
admite su error y enfrenta con valentía sus responsabilidades.
Por ser acreedor de tantas virtudes derivadas de la honestidad, tiene en su
actividad profesional la condición de ser un buen marido, un buen padre, un buen
vecino, un buen ciudadano y un buen abogado.
Por ello, es deber ineludible del profesional del derecho actuar siempre de
forma honesta e íntegra a través de todos los actos que ejecute en su vida profesional
y privada, ya que la honestidad, como valor que informa a la profesión de abogado,
forma parte inseparable de su identidad, y hoy más que nunca, los abogados se
encuentran en la inequívoca obligación a defenderlos e incentivarlos.
El abogado, como un profesional que, entre otras tareas, tiene la indeclinable
condición de ser fiel custodio de la impecable y recta búsqueda de la justicia, así
como de defender y sostener los derechos de sus clientes y patrocinados, siendo
también un modelo a seguir por sus acciones, lo cual lo hace merecedor del
140 Manuel Espinoza Melet

reconocimiento de la sociedad. Siendo todo ello así, tienen también el deber de


ser celosos vigilantes de la conducta de sus colegas en la esfera pública o privada.
Nadie podría tener más autoridad que un abogado probo y honesto, para hacer
el llamado de atención a un colega que actúe alejado de la conducta moralmente
aceptable, y hacerle ver que esa actitud es atentatoria de los principios éticos de
la profesión y violatorios de la normativa deontológica correspondiente.
Así mismo, está el abogado en la obligación de presentar formalmente un
escrito de denuncia al colega incurso en falta de ética profesional, a los fines de
que sea debidamente sustanciada la denuncia y se lleve a cabo el procedimiento
disciplinario respectivo, el cual, dependiendo de la gravedad de los hechos
demostrados durante el decurso del proceso, le impondrá al abogado la sanción
correspondiente.
El abogado es un profesional que, con su trabajo y dedicación, va forjando su
propio nombre y prestigio; todo ello gracias a su capacidad, honorabilidad, respeto,
seriedad, etc., sin necesidad de hacer uso de la publicidad, ni mucho menos a
través de gestores y promotores de su escritorio. La recomendación que se hace
de un abogado es precisamente motivada a la consideración, la responsabilidad,
la probidad y ética profesional.
Por su ejercicio profesional, percibirá los correspondientes honorarios, los
cuales ha obtenido precisamente de su ejecutoria frente a la labor encomendada,
mal podría el abogado, hacer entrega a una persona por el hecho de haberlo
recomendado para un determinado asunto, de algún tipo de dádiva, recompensa
o remuneración, bien sea a través de comisión o porcentaje de los honorarios por
él obtenidos, ya que esa situación alteraría el espíritu y razón del buen litigante,
constituido por el trabajo en beneficio del cliente, con honradez y decoro, obtenido
fruto de su esfuerzo y conocimiento profesional.
Tal y como lo sostiene Monroy Cabra16:
Todas las normas de ética contemplan como actitud ilícita la búsqueda de los
clientes mediante terceros, que perciben como premio cierta participación
en los honorarios. Parry ha dicho: “Es un procedimiento humillante el del
abogado o procurador que celebra una sociedad con un particular a fin de que
éste le proporcione pleitos para dividirse los honorarios” no son válidos los
llamados contratos de clientela entre abogados y terceros.

16
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 47.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 141

Sin lugar a dudas, constituye uno de los ejes fundamentales de la profesión


de abogado, la sociedad y los particulares se encuentran ávidos de protección,
necesitan del concurso y del apremio del profesional del derecho para la
consecución de sus fines y a su vez que se le garanticen eficazmente la titularidad
y ejercicio de los derechos consagrados en el orden constitucional y legal, pocos
profesionales se encuentran mejor preparados para tal fin, que no es otro, que el
de comprender, estudiar, analizar, sostener y defender a la colectividad y a los
particulares.
Tal y como lo sostiene Garrido17, el abogado se convierte así en garante
de uno de los principios básicos de todo Estado de Derecho, llegando incluso a
interponerse, como profesional entre el Estado y el individuo, preservando los
derechos subjetivos de éste frente a los órganos del Estado.
El abogado debe actuar conforme a los más elevados cánones de moral y de
ética profesional, jamás podrá ejercer acciones que atenten contra el honor de la
abogacía, porque ello representaría un hecho tan despreciable, de tanta bajeza,
que avergüenza al profesional del derecho.
Destaca Villamizar18 que la mejor expresión practica del honor en la
abogacía, es el obrar de una manera clara, proba, desinteresada y digna, lo cual
se traduce para el profesional del derecho en el cumplimiento en su deber en la
tarea encomendada y a cabalidad. En este sentido, destaca lo siguiente:
la noción de acción indigna de que trata esta disposición y en la que puede incurrir
el profesional del derecho, está referida en forma amplia y no es eminentemente
legalista. Abarca tanto la vida pública como privada del abogado e insistimos en
esta idea, por cuanto consideramos que ambas, no se pueden dividir. Nuestros
derechos subjetivos, son poderes reconocidos a favor de la persona para actuar
dentro de los límites pautados por la Ley.

1.1.6 Colaborar leal y legalmente en la recta y cumplida realización de la


justicia y los fines del Estado

El abogado debe tener como norte y vanguardia de su actividad profesional el


estricto e inequívoco acatamiento a las normas jurídicas y a la moral, esto es
fundamental en el ministerio de su oficio. Debe ejercitar el derecho al servicio
de la justicia y luchar por ésta, esgrimiendo como medio idóneo el derecho.
17
Garrido Suárez, Hilda. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad, p. 42.
18
Villamizar Guerrero, Jorge. Op. Cit. Comentarios Prácticos al Código de Ética Profesional del
Abogado Venezolano pp. 38 y 39.
142 Manuel Espinoza Melet

La justicia siempre brillará con un hermoso valor dominante en el derecho, es por


ello, que es un deber y una obligación indeclinable del profesional del derecho el
abogado oponerse a la implementación de la ley injusta y ejercer todos los recursos
necesarios para su extinción o modificación.
En consecuencia, el abogado es un servidor de justicia, y por ende, colabora
en su administración, es por ello que debe tener una conducta íntegra e impregnada
de la moral, la probidad, de la equidad, su deber profesional se sustenta en la
asesoría y defensa, leal y diligente de los derechos de su cliente. Tal y como lo
destaca Bielsa19:
en un sentido substancial el abogado es factor de la justicia cuando en la causa que
defiende coopera con el juez en la demostración de la verdad de los hechos, y en la
mejor e inteligente interpretación del derecho aplicable al caso en que interviene.
El abogado es defensor de la justicia, cuando con su pericia, celo y honestidad,
contribuye a la reguralidad del procedimiento, y no sólo a la regularidad, sino
también a la celeridad y economía de la tramitación. Entonces es un factor auténtico
de la administración de justicia. El abogado, antes que el juez, averigua los hechos
y determina la norma jurídica aplicable al caso. Por eso, tanto las reglas de ética
profesional como las disposiciones que regulan la organización, funcionamiento
y jurisdicción de los Colegios de abogados, consideran como esencial esa función
del abogado, y contra la omisión o trasgresión de esos preceptos se establecen
sanciones, aunque sólo sean de orden moral.

1.1.7 Observar y exigir mesura, seriedad, ponderación y respeto en sus


relaciones con los servidores públicos, colaboradores y auxiliares de
la justicia, la contraparte, abogados y demás personas que intervengan
en los asuntos de su profesión

El abogado como todo buen ciudadano, debe asumir una actitud respetuosa
ante los funcionarios públicos, colaboradores y auxiliares de la justicia, en virtud
del más elemental apego a los valores y principios que sostienen las buenas
relaciones entre los servidores públicos y los usuarios del servicio público.
En este sentido, una de las grandes metas de los colegios profesionales, es sin
duda, el alcanzar un óptimo respeto, trato cordial, tolerancia y confraternidad entre
todos sus agremiados, siendo estos elementos unos de los pilares fundamentales
del ejercicio profesional.

19
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía pp. 228 y 229.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 143

La profesión de abogado, se enmarca dentro de muchísimas posiciones


doctrinales y jurisprudenciales, la visión que se tiene del derecho en muchas
ocasiones puede ser opuesta a la del colega, y ello debe ser tolerado y respetado
para el buen desenvolvimiento de la profesión, un choque irrespetuoso no es lo
más deseado, lo ajustado es la discusión franca y abierta, de altura profesional, que
en muchas ocasiones alimenta precisamente al derecho y a la justicia y contribuye
notablemente en el desarrollo jurídico nacional. Prueba de ello, lo constituye el
eterno debate entre los ius naturalistas y los ius positivistas o los que apoyan las
tesis de juristas tales como Heggel, Locke, Kelsen, Schmitt, Jellinek, entre
otros.
En este sentido, el establecimiento y fortalecimiento de la tolerancia, el
respeto y el trato cordial van a contribuir de forma positiva en la humanización
de la profesión y en la esclarecida conciencia de convivencia gremial.

1.1.8 Obrar con lealtad y honradez en sus relaciones profesionales

En desarrollo de este deber, entre otros aspectos, el abogado deberá fijar sus
honorarios con criterio equitativo, justificado y proporcional frente al servicio
prestado o de acuerdo a las normas que se dicten para el efecto, y suscribirá recibos
cada vez que perciba dineros, cualquiera sea, su concepto. Así mismo, deberá
acordar con claridad los términos del mandato en lo concerniente al objeto, los
costos, la contraprestación y forma de pago.
De acuerdo a la opinión de Cardozo20 la lealtad en el proceso implica que
haya veracidad, porque el abogado en el ejercicio de su profesión y en el resto de su
vida, debe cuidar, de manera escrupulosa, de no incurrir en la mínima alteración
de la verdad. En este sentido, sostiene lo siguiente:
Es por ello que la afirmación de hechos falsos en el proceso, la cita inexacta o
incompleta de textos legales, o de decisiones que constituyan jurisprudencia y
la transcripción incompleta de piezas de un expediente, constituyen faltas en
extremo graves de los deberes esenciales de veracidad y lealtad. La secuencia
para el abogado, además de las sanciones que seguramente le impondrá el Juez,
a tenor de esa norma jurídica que impone probidad y lealtad en el proceso, será
la de perder la confianza de los magistrados que le escuchen y de los colegas que
están en relación con él.

20
Cardozo, Manuel (1986). La Moral en el Proceso, Conferencias sobre el nuevo Código de
Procedimiento Civil, p. 181, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas.
144 Manuel Espinoza Melet

Esa lealtad21 debe ser manifestada con el cliente22, con sus colegas y con
los jueces, debe ser una máxima que todo profesional debe cumplir, actuar con
pasión y entrega en la tarea encomendada, asumida con absoluta responsabilidad
y compromiso, será recompensada con el éxito en nuestra profesión de abogado23.
Tal y como lo afirma Prensa Núñez24:
El principio de la lealtad al cliente, al adversario y al juez es fundamental. El
desprestigio en el que ha incurrido la profesión se debe precisamente a que se
ha utilizado la carrera para fines meramente lucrativos y de intereses personales
y no para luchar por la justicia, a través de bases morales firmes que permitan un
ejercicio transparente, honesto y desprovisto de cualquier interés que vaya en contra
de los derechos de los demás. En el ámbito de los derechos humanos el principio de la
lealtad a la justicia cobra aún mayor importancia por la sensibilidad de los derechos
conculcados que, muchas veces, puede acarrear la destrucción total de un individuo
de una colectividad. El abogado debe estar consciente de esta grave responsabilidad
y procurar, en todo momento, un ejercicio apegado a la verdad y al derecho, aún
cuando esto signifique sacrificar intereses económicos o personales.

21
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, p. 233:
“la lealtad es la cualidad de aquellas personas que acatan las leyes o cumplen los acuerdos tácitos o
explícitos, los comportamientos que atenten contra esa debida fidelidad se entienden como contrarios
a la competencia, el respeto a la parte contraria, a la guarda del secreto profesional y a la solidaridad,
habida cuenta que cuando, por una parte, se atenta contra la confianza depositada por el cliente en
el mandante, este pone en primer lugar sus propios intereses - dentro de los cuales pueden estar sus
honorarios - por sobre del interés del cliente y las exigencias de la Administración de justicia”.
22
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, pp. 48 y 49: “el abogado tiene el deber
de lealtad con el cliente. En sus relaciones con el cliente el abogado debe actuar con independencia,
corrección, decoro y franqueza, advirtiéndole que si bien está obligado a hacer todo lo posible para
que triunfe en sus pretensiones, no lo está en emplear todos los medios que sean hábiles para ello.
Además, anteriormente se observó que el abogado tiene el deber de sinceridad con el cliente, por lo
cual le debe decir que va a actuar con miras al triunfo, pero que no puede garantizar el éxito porque
su obligación es de medio y no de resultado”.
23
Agatiello, Osvaldo R. López-Miró, Horacio. Del Carril, Enrique V. Op. Cit. La Ética del
Abogado, pp. 137 y 138: “Fiducia es un vocablo que nos habla de confianza, de honor, de lealtad,
y por extensión, el fiduciario es aquel que desempeña una función basada en la confianza que se le
deposita, el honor de su persona y la lealtad que promete hacía el otro.
Es claro que el abogado es un representante fiduciario de su cliente, ya que él, por sobre cualquier otra
razón o consideración, ha confiado al y en el abogado, haciéndolo depositario de sus confidencias y
nombrándolo defensor de sus intereses, de su patrimonio, de su libertad o de su vida.
El deber fiduciario es, entonces, aquel que nace de esa relación de confianza y de esa obligación de
lealtad, que se basa en el honor del abogado, y que consiste en no defraudar al cliente, de ninguna
manera, haciendo sumamente clara y transparente su labor, sus cobranzas y su rendición de cuentas”.
24
Prensa Nuñez, Alberto Antonio (2011). La Lealtad del Abogado, disponible en: http://prensalaw-
oficce.blogspot.com/2011/05/la-lealtad-del-abogado.html
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 145

El profesional del derecho, debe evitar a toda costa, controversias con su


cliente o patrocinado por concepto a honorarios profesionales. Si bien es cierto,
que el ejercicio profesional no debe ser concebido como instrumento de actividad
mercantil25, el ejercicio del mismo acarrea –entre otras cosas– el justo pago por la
prestación de los servicios profesionales. Es por ello, que se hace indispensable que
el profesional del derecho establezca con su cliente o patrocinado todo lo referente
a los honorarios profesionales, los cuales quedarán debidamente plasmados en el
contrato de servicios respectivo, con el fin de evitar cualquier tipo de conflicto
por ese concepto, estableciéndose en el mismo con claridad los términos del
mandato en lo concerniente al objeto, los costos, la contraprestación y forma de
pago. El referido contrato debe ser justificado y proporcional frente al servicio
prestado o de acuerdo a las normas que se dicten para el efecto, y el profesional
del derecho deberá suscribir los recibos correspondientes cada vez que perciba
dineros, cualquiera sea, su concepto.
Ahora bien, si no media un contrato de servicios profesionales, porque así
lo consideraron las partes, y no se abordó lo relativo al pago por concepto de
honorarios profesionales, sino simplemente se cancelaron los gastos necesarios y
de justicia; en ese caso, el abogado deberá hacer todo lo que esté a su alcance para
evitar controversias o discusiones con su cliente o patrocinado, mediando para
llegar a un acuerdo satisfactorio en lo que respecta a los honorarios derivados de
su actuación profesional.
En el supuesto caso de que no se pueda alcanzar un arreglo con relación
a los honorarios profesionales, el abogado podría sugerir o proponer al cliente
o patrocinado, que el asunto sea decidido bajo la figura del arbitraje por parte
de la Junta Directiva del Colegio de Abogados correspondiente, quienes en un
corto lapso de tiempo, deberán evaluar todas y cada una de las actuaciones
desempeñadas por el profesional del derecho, estableciendo en consecuencia,
el justo y equitativo monto que le corresponde al abogado por concepto de
honorarios profesionales.

25
Garrido Suárez, Hilda. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad, p. 40:
“Sin embargo, actualmente nadie discute que el ejercicio de cualquier profesión sea una actividad
retribuida, ni que las profesiones se ejercen como medio de vida y que los servicios que ofrece un
profesional son susceptibles de valoración económica. El concepto de desinterés ha evolucionado y
lo que ahora se exige al profesional es que el ánimo de lucro no sea el único objetivo de la actividad
profesional o que no anteponga sus propios intereses, sean económicos o profesionales, a los de su
cliente”.
146 Manuel Espinoza Melet

1.1.9 Guardar el secreto profesional, incluso después de cesar la prestación


de sus servicios

El profesional del derecho deberá guardar el más absoluto y riguroso secreto26


sobre toda la información que llegue a su conocimiento en ocasión al caso del
cual ejerce la representación y/o defensa. El abogado es un verdadero receptor
de información, a él se le confían incluso hasta los más delicados secretos y
confidencias, que van desde el aspecto íntimo hasta el patrimonial, razón por
la cual, debe ser absolutamente celoso en preservar todo lo relativo al secreto
profesional.
El secreto profesional no solo abarca lo dicho, lo comentado, por el cliente o
patrocinado, sino también todo lo concerniente a documentos, correos electrónicos,
mensajería telefónica, etc.; el secreto profesional debe mantenerse aún después de
haber cesado en sus labores profesionales.
También comprende el secreto profesional todo lo que el abogado trate con el
representante de la parte contraria, lo cual representa un deber muy importante, ya
que ese trato generará también un intercambio de informaciones, puntos de vista,
acuerdos o desacuerdos, criterios, etc., que serán evaluados en el caso objeto de
la prestación de servicios del abogado.
Por último, cabe destacar que la Corte Constitucional de Colombia, en
sentencia dictada en fecha 23 de noviembre de 1997, con ponencia del Magistrado
Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz, Expediente D-1641, sentencia C-538/9727, con
referencia al secreto profesional, dictaminó lo siguiente:
El secreto profesional impone a los profesionales que a consecuencia de su actividad
se tornan depositarios de la confianza de las personas que descubren o dejan
entrever ante ellos datos y hechos de su vida privada, destinados a mantenerse
ocultos a los demás, el deber de conservar el sigilo o reserva sobre los mismos.

26
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
287 y 288: “El llamado “principio de reserva” no solo impone al abogado mantener en sigilo aquello
que el cliente le ha confiado en desarrollo del mandato que le confiere, sino que le obliga a guardar
discreción absoluta sobre lo sabido en la profesión frente a sus relaciones familiares, sociales, de
amistad, y, además a imponer la misma reserva por parte de las secretarias, auxiliares, pasantes,
archiveros y demás dependientes de la oficina profesional, que por cualquier causa llegaren a ser
conocedores de las intimidades de la clientela.
El sigilo se extiende más allá de las propias confidencias relativas a la persona del cliente, de su vida
íntima, de sus intereses y negocios privados, etc., ya que abarca también los hechos de terceros que
en una u otra forma hayan llegado al conocimiento del profesional en razón de su trabajo”.
27
Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1997/C-538-97.htm
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 147

La inviolabilidad del secreto asegura la intimidad de la vida personal y familiar


de quien hace partícipe al profesional de asuntos y circunstancias que sólo a él
incumben y que sólo con grave detrimento de su dignidad y libertad interior
podrían desvelarse públicamente. Adicionalmente, desde el ángulo del profesional,
puede afirmarse que existe un derecho-deber a conservar el sigilo, puesto que de
lo contrario, de verse compelido a revelar lo que conoce, irremisiblemente perderá
la confianza de sus clientes, su prestigio y su fuente de sustento. También cada
profesión, particularmente las ligadas a la prestación de servicios personalísimos,
tienen el interés legítimo de merecer y cultivar la confianza pública y, por lo tanto,
estigmatizan y sancionan a los miembros que se abandonan a la infidencia y a
la divulgación de lo que siempre debe quedar confinado dentro del impenetrable
espacio de lo absolutamente reservado. La inviolabilidad del secreto profesional,
presupone la previa delimitación de la intimidad del sujeto cuyos datos y hechos
constituyen su objeto. De otro lado, las profesiones no están todas en el mismo
radio de cercanía de la intimidad personal o familiar, ni el control del Estado sobre
ellas debe ser siempre idéntico.

1.1.10 Atender con celosa diligencia sus encargos profesionales, lo cual se


extiende al control de los abogados suplentes y dependientes, así como
a los miembros de la firma o asociación de abogados que represente al
suscribir contrato de prestación de servicios, y a aquellos que contrate
para el cumplimiento del mismo

El abogado en el ejercicio profesional, puede perfectamente prestar sus


servicios a cualquier persona que esté interesada en que esté realice todas las
gestiones conducentes a la mejor defensa y representación. Sobre este particular,
sostiene Villamizar28:
Preserva de esta naturaleza, el legislador la seriedad, probidad y rectitud de la
profesión de la abogacía, que tiene como norte servir a la justicia, asegurar
la Libertad y el Ministerio del Derecho. El abogado al asumir la representación
de una parte, en un asunto determinado, por elementales razones de procedencia
y del conocimiento del caso, tiene que enterarse de los hechos y circunstancias
que rodean al mismo, de fechas, de nombres, de cantidades, de orígenes,
etc., que además de facilitarle el conocimiento del caso, lo hacen conocerlo
en su intimidad. Deleznable y antiético, sería la conducta del abogado, que
representando a una parte, pueda hacer sugerencias, dar opiniones contrarias e
incluso asumir la representación de la otra parte en el mismo asunto. Igualmente
criticable, la conducta aquí descrita aún y cuando, hubiera cesado la representación
de la parte originaria.

28
Villamizar Guerrero, Jorge. Op. Cit. Comentarios Prácticos al Código de Ética Profesional del
Abogado Venezolano p. 80.
148 Manuel Espinoza Melet

Es deber insoslayable de todo profesional del derecho, el no asegurar a su


patrocinado del éxito o de los resultados de la gestión o juicio que le ha sido
encomendado, primero y principal porque el abogado está en el deber de estudiar
todas las aristas del caso. Todo profesional del derecho, conoce perfectamente que
en el decurso del proceso puede encontrar trabas o inconvenientes, así como la
dificultad de precisar la estrategia de la contraparte, la cual puede perfectamente
afectar la directriz de defensa que se había propuesto.
Aunque el caso parezca sencillo, siempre va a tener algún factor que pueda
hacerlo complicado, es por ello, que el abogado debe abstenerse de asegurar un
resultado exitoso, porque ello podría generar una expectativa absolutamente
contraria a la realidad.
Preocupante la situación que se presenta en Colombia, siguiendo el criterio
sostenido por Gutiérrez Rodríguez29, quién analizando el problema ético de
la abogacía colombiana, destaca la falta de diligencia profesional como una de
las causales más presentadas en la rama disciplinaria. Es por ello, que plantea lo
siguiente:
Particularmente, se presentan con recurrencia dos problemas éticos en relación
con la práctica de la abogacía. El primero tiene que ver con conductas indebidas de
ciertos abogados que dilatan injustificadamente los procesos y, con ello, agravan la
actual situación de congestión judicial del país. Para citar un ejemplo ilustrativo,
según información del Consejo Superior de la Judicatura, en el primer semestre
del año 2011 la infracción más común al Código Disciplinario del Abogado, Ley
1123 de 2007, fue la falta de debida diligencia profesional. Las sanciones por
dicha conducta representa alrededor del 46 por ciento del total de las sanciones
impuestas por el Consejo Superior de la Judicatura.
El profesional del derecho, debe hablar con claridad, sinceridad y objetividad
con su patrocinado e informarle de las circunstancias que puedan afectar el asunto,
debe también necesariamente notificar todas las situaciones que se pueden generar
en el decurso del proceso, y advertir por supuesto, al cliente o patrocinado, las
circunstancias que le pueden ser opuestas o favorables en las resultas del juicio.
Es por ello, que el abogado siempre debe estar apegado al principio de la verdad,
nunca debe apegarse al engaño, porque en su actuar debe generar respeto y
consideración a su cliente y por supuesto a la dignidad del ejercicio profesional
de abogado.

29
Gutiérrez Rodríguez, Juan David. Op. Cit. Abogados, Litigios y el Estatuto de la Abogacía en
Colombia, pp. 1060 y 1061.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 149

Tal y como lo señala el Maestro Vélez García30:


este postulado responde a la alta jerarquía científica del derecho: su ejercicio en estrados
no puede prestarse a engaños, mucho menos cuando el engañado es el cliente. Toda
contención de derecho está representando por lo menos dos opiniones en pugna cuya
certeza es cuestionable y sólo puede ser definida por el juez. Además, el resultado no
sólo depende del arbitrio del sentenciador, sino de múltiples avatares impredecibles y
buenos augurios y adversidades surgidos ya desde el comienzo, ya a través del proceso
(…) Asegurar éxito ante un panorama tan azaroso es un acto de irresponsabilidad
profesional imperdonable. Por ello, siempre será de recibo profesional, cautelosa y
modestamente, sólo ofrezca poner de su parte la propia rectitud personal, el acopio de
sus conocimientos y la constante diligencia al servicio de la causa que va a apechar. Es
aconsejable que una cláusula en este sentido se pacte en el contrato o carta de servicios
que suscriban el cliente y el abogado. No hay que olvidar, en suma, que la obligación
surgida del mandato profesional es demedio y no de resultado.
Es un deber ético del abogado, informar a su patrocinado de la existencia
de algún tipo de interés en el asunto o las relaciones que puede tener con la otra
parte. Todo ello deviene, por las innumerables actividades que realiza el profesional
del derecho, las cuales conducen inevitablemente a relacionarse socialmente,
económicamente, políticamente, culturalmente, etc.
Tal y como lo destaca Villamizar31 esas relaciones pueden hacer que en
un momento determinado, se le presente al abogado un cliente o patrocinado, en
procura de sus servicios profesionales, del cual es enterado y resultando de esa
información, la cual puede ser inicial o con posterioridad, que el abogado tiene
relación de interés, cualquiera que esta sea, con la posición, negocio o asunto,
presentando a su consideración para la prestación de sus servicios profesionales. Es
por ello, que es ineludible que el abogado informe a su patrocinado de la relación,
en lo que consiste o del interés que lo une o vincula con la parte, y por supuesto
a las influencias a que está expuesto por estas razones.
No se puede concebir el ejercicio profesional del abogado, si no se encuentra
apegado a las más elementales y precisas conductas de responsabilidad y diligencia.
El abogado tiene el deber ético de proceder en sus actuaciones circunscrito al
más estricto e inequívoco concepto de celeridad y eficacia, desde el inicio de su
gestión hasta su culminación.
No puede actuar con negligencia, al contrario, debe ser diligente en el
cumplimiento de sus deberes como representante legal, por ende, está en la

30
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
275 y 276.
31
Villamizar Guerrero, Jorge. Op. Cit. Comentarios Prácticos al Código de Ética Profesional del
Abogado Venezolano p. 85.
150 Manuel Espinoza Melet

obligación de atender, en todas y cada una de sus partes, al proceso al cual se la ha


confiado, demostrando en todo momento un elevado concepto de responsabilidad
y compromiso profesional.
Es deber del abogado, comunicar a su cliente o patrocinado, cualquier error o
impostura, que puedo haber ocurrido en el decurso del proceso, del cual se pudiera
derivar algún beneficio injusto, a favor del mismo, que vaya en detrimento de la
administración de justicia.
Esa comunicación, tiene como fin la de subsanar el vicio u error, y en caso de
negativa del patrocinado, el profesional del derecho debe renunciar inmediatamente
a la prestación de sus servicios, ya que, de avalar tal situación, no sólo violaría
normas fundamentales de ética profesional, sino que también incurriría en la
comisión de algún delito de encubrimiento o fraude procesal.
El abogado puede perfectamente cesar en el patrocinio, ya que le está dada
la suficiente independencia en el ejercicio profesional. En este sentido, deberá
participar al cliente o patrocinado de la cesación en la prestación de los servicios
profesionales; evidentemente con la formalidad debida, a los fines de que provea
lo conducente para la salvaguarda de sus derechos e intereses.

1.1.11 Proceder con lealtad y honradez en sus relaciones con los colegas

Es necesario para el abogado actuar con absoluta independencia, de no


hacerlo, estaría en una situación bastante desventajosa para su ejercicio profesional,
ya que para el éxito de la gestión encomendada debe aplicar todos y cada uno de
sus conocimientos con absoluta libertad, en evidente respeto al colega, quiénes
también deben respetar el criterio profesional sin ejercer ningún tipo de presión
o intromisión que atenten en el recto proceder del abogado.

1.1.12 Mantener en todo momento su independencia profesional, de tal forma


que las opiniones políticas propias o ajenas así como las filosóficas,
o religiosas no interfieran en ningún momento en el ejercicio de la
profesión, en la cual sólo deberá atender a la Constitución, la ley y los
principios que la orientan
El ejercicio del derecho, además de abogados libres, exige el concurso
de profesionales del derecho libres e independientes32, siendo estos elementos

32
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, p.
285: “La independencia profesional entraña, particularmente, la libertad de autodeterminación en la
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 151

fundamentales para el idóneo funcionamiento de las cuestiones jurídicas y


judiciales. Podríamos definir la independencia33 del abogado en dos vertientes, la
primera en forma negativa, la cual se presenta como la ausencia de injerencias y
presiones en el ejercicio profesional, y la segunda se presentaría desde un aspecto
positivo, evidenciándose en la autonomía y la libertad en la actividad del abogado.
En criterio de Lega34 la independencia debe entenderse como la ausencia de
cualquier tipo o forma de injerencia, interferencia, vínculo o presión que pretenda
influir o desviar la acción y decisión del profesional.
Garrido Suárez35 plantea que la independencia tiene su origen, como la gran
mayoría de los deberes o principios profesionales, en la relación de confianza y
lealtad que debe crearse y permanecer en la relación que cada abogado establece
con su cliente. Siendo imposible separar o diferenciar de manera absoluta la
regulación de la independencia de aquélla de la libertad del abogado, pues se
entienden dos aspectos de una misma protección.
De acuerdo con el criterio de Vélez García36, en la independencia del
abogado la orientación de las actuaciones procesales, la adopción de estrategias
en el contencioso, los medios empleados y los fines buscados nunca podrán
supeditarse al parecer o a los caprichos o al pseudosaber práctico del poderdante,
y menos de otras personas. Es preferible renunciar al poder por considerable que
sea la remuneración honoraria y por brillante que sea la causa, a admitir la guía, la
imposición arbitraria o el reclamo descomedido o injusto de quien, precisamente
por la falta de ciencia y de formación en cuestiones legales, debió pedir la ayuda
científica y técnica del profesional.

orientación y manejo práctico del proceso, en la asesoría o asistencia y en la elaboración y contenido


de los conceptos y opiniones jurídicas. En otros términos, haciendo abstracción de la cuestión ética,
pero en ocasiones en relación con ella, la actividad práctica se refiere a la ciencia y la técnica en
la conducción de los asuntos, campo en el cual la autodeterminación del profesional debe ser casi
intocable por otras personas, incluido desde luego el propio cliente”.
33
Ossorio, Ángel. Op. Cit. El Alma de la Toga, p. 107: “No sólo en la acepción gramatical, sino
igualmente por su sentido lógico, las profesiones liberales lo son porque se ejercen con libertad y
en la libertad tienen el más importante atributo. Esto produce el fenómeno de que juntamente con el
derecho del cliente a ser atendido nazca el del profesional a ser respetado y que paralelamente a la
conveniencia del uno vaya el prestigio del otro”.
34
Lega, Carlo. Deontología de la profesión de abogado, Madrid 1983, Civitas Ediciones, 1983, p. 77.
35
Garrido Suárez, Hilda. Op. Cit. Deontología del Abogado: El profesional y su confiabilidad,
p. 172.
36
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
285 y 286.
152 Manuel Espinoza Melet

Tal independencia debe mantenerse incólume frente a los adversarios y a


los propios funcionarios; y de manera especialísima, frente a la llamada “opinión
pública”.

1.1.13 Prevenir litigios innecesarios, inocuos o fraudulentos y facilitar los


mecanismos de solución alternativa de conflictos

En el ejercicio profesional, podría darse el caso de que el abogado pueda ser


objeto de algún tipo de represalia, producto del trabajo desempeñado en la defensa
y representación de su patrocinado.
En el decurso del ejercicio profesional, el abogado está expuesto a muchos
riesgos, y en algunos casos enemistades y represalias; lamentablemente algunas
autoridades administrativas y/o judiciales pueden ser protagonistas de hechos
que atentan evidentemente contra la integridad profesional del abogado,
exponiéndolos a recibir una represalia producto precisamente de la gestión que
le ha sido encomendada, y es precisamente la administración pública la más
susceptible este tipo de situaciones por cuanto las autoridades pueden incurrir
en muchos casos en abuso de poder, y también en casos de corrupción. Ahora
bien, ello no debe amilanar al abogado, no debe temer la animadversión de
funcionarios de la administración pública o de particulares; en dado caso,
encontrándose ante tal situación, deberá ejercer los recursos legales que ha bien
tenga en disposición.
En este sentido, el profesional del derecho debe actuar con absoluta libertad
y sin tener temor alguno, por cuanto el abogado tiene el deber ético de ejercer
eficazmente la profesión en el más amplio espectro y en aras de la mejor defensa
y representación de su patrocinado. Es por ello, que el abogado debe tener la más
absoluta amplitud en su accionar, para poder eficazmente cumplir a cabalidad con
los compromisos que devienen de la conducta ética y de probidad que caracterizan
el honroso proceder de un profesional del derecho manifiestamente probo y
comprometido con su profesión.
En el decurso de su actividad, el abogado corre el riesgo de recibir por parte
de su patrocinado instrucciones ilícitas. En este sentido, el profesional del derecho
debe ser muy firme en cuanto a su convicción de mantener una actuación apegada
estrictamente a los deberes éticos, morales y de absoluta probidad en el ejercicio
de su profesión; nunca podrá un abogado aceptar instrucciones que sean que
sean atentatorias de los más elementales principios que rigen una sólida conducta
orientada en los valores intrínsecos de la profesión de abogado.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 153

Otro aspecto que es muy importante, es que el abogado debe siempre tratar
de favorecer a su cliente o patrocinado, consolidando un justo arreglo que ponga
fin al proceso, conllevando a recíprocas concesiones, y quedando conformes con lo
previsto en el acuerdo respectivo. Estos arreglos casi siempre se tratan de obtener en
la vía extrajudicial, de no ser así, por lo general se llega a un acuerdo en los juicios
ejecutivos, también en los procesos judiciales llevados por ante los tribunales de
protección de niños y adolescentes y en los asuntos que se sustancian por ante
los tribunales del trabajo, porque son materias que se adaptan perfectamente a un
justo, equitativo y valorativo acuerdo que genere la solución del conflicto y a su
vez el finiquito de una situación que de extenderse podría afectar notablemente
a las partes.
Por último, Vergara Molano37 en relación con este punto, señala:
Con respecto de este deber, tan caro al orden jurídico colombiano, es de anotar,
como anotan Jurado y Arias, “la gran inquietud acerca de los criterios para
determinar cuándo un litigio es innecesario o inocuo, valoración ciertamente
muy difícil y distinta para el funcionario judicial y para el usuario de la justicia
y el abogado litigante que enfrenta en condiciones muy desiguales el ejercicio
profesional y los avatares de las relaciones jurídicas entre las personas”.

1.1.14 Respetar y cumplir las disposiciones legales que establecen las


incompatibilidades para el ejercicio de la profesión

En este sentido, en el Decreto 196 de 1971, en su artículo 39, no pueden ejercer


la abogacía, aunque se hallen inscritos, y en consecuencia, las incompatibilidades
para el ejercicio de la profesión son las siguientes:
1. Los empleados públicos y los trabajadores oficiales, aún en uso de licencia,
salvo cuando deban hacerlo en función de su cargo o cuando el respectivo
contrato se los permita. Pero en ningún caso los abogados a contrato
podrán litigar contra la Nación, el departamento o el Municipio, según la
esfera administrativa a que pertenezca la entidad o establecimiento al cual
presten sus servicios excepto en causa propia y los Abogados de Pobres
en las actuaciones que deban adelantarse en ejercicio de sus funciones.
2. Los Senados de la República, Representantes a la Cámara Diputados a
las Asambleas Consejeros Intendenciales y comisariales y Concejales

37
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, pp.
210 y 211.
154 Manuel Espinoza Melet

Distritales y Municipales en los casos de compatibilidad señalados en la


Constitución y la ley.
3. Los militares en servicio activo, con las excepciones consagradas en el
ordenamiento procesal penal militar.
4. Los que estén privados de su libertad como consecuencia de auto de
proceder, excepto cuando la actuación sea en causa propia, sin perjuicio
de los reglamentos carcelarios.
También dispone el artículo 40 eiusdem, lo siguiente: “En ningún caso podrá
el abogado actuar en relación con asunto de que hubiere conocido en desempeño
de un cargo público, o en los cuales hubiere intervenido en ejercicio de funciones
oficiales; tampoco podrá hacerlo ante la dependencia administrativa en la cual
haya trabajado, dentro del año siguiente a la dejación de su cargo.”

1.1.15 Tener un domicilio profesional conocido, registrado y actualizado ante


el Registro Nacional de Abogados para la atención de los asuntos que se
le encomienden, debiendo además informar de manera inmediata toda
variación del mismo a las autoridades ante las cuales adelante cualquier
gestión profesional

1.1.16 Abstenerse de incurrir en actuaciones temerarias de acuerdo con la ley

Grave falta a la ética profesional lo constituye el hecho de que el abogado


ofrezca sus servicios profesionales o consejos no solicitados, con el fin de hacer
provocar juicios y para obtener patrocinios.
Deleznable desde todo punto de vista, porque un abogado valiéndose de su
condición de conocedor del derecho y de las leyes, utilice esas nobles instituciones
para lograr alcanzar esos fines. Esa actitud indecorosa e indigna la propicia
precisamente con el claro propósito de obtener beneficios de carácter patrimonial,
muy lejos de contribuir a las buenas resultas de la gestión. Para ello se hace valer
de instrumentos tales como la amenaza y la conmoción, el pánico y el temor,
haciéndole ver al cliente o asistido, una situación bastante grave, un panorama
incierto, que si no es llevado al órgano jurisdiccional mediante el concurso de sus
conocimientos y habilidades, o no son asesorados por el abogado, sería imposible
la obtención de la solución esperada.
El abogado debe ejercer la defensa con veracidad, siendo ésta la cualidad
de lo que es verdadero o veraz, y está conforme con la verdad y se ajusta a ella.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 155

Es un valor moral positivo que busca la verdad, en este sentido, el profesional


del derecho debe siempre actuar apegado a la verdad, sinceridad, honestidad, ser
franco y tener buena fe.
El abogado puede actuar libremente ajustado a los preceptos éticos y legales,
con moderación, en la fiel defensa de los legítimos derechos de su cliente y/o
patrocinado y ejerciendo a cabalidad todas las acciones y recursos con los cuales
dispone de acuerdo a la ley.
El abogado jamás podrá aconsejar actos dolosos, en concepto de Arteaga
Sánchez38 se entiende el dolo como:
la intención de realizar un hecho antijurídico. La esencia del dolo, pues, radica
en la intención. Y ésta, como ya lo señaló Carrara, surge del concurso del
entendimiento y de la voluntad, y se define, en general, como un esfuerzo de la
voluntad hacia un determinado fin, y, en particular, como esfuerzo de la voluntad
hacia el delito. Por lo tanto, en la noción de dolo, haciéndola consistir en su esencia
en la intención, entran a formar parte de ellas dos elementos fundamentales, esto
es, la consciencia o previsión del hecho y la voluntariedad del mismo, por lo cual
también podemos definir el dolo como la consciencia y la voluntad del hecho
descrito en la ley como punible.
Tampoco podrá el abogado realizar aseveraciones en las cuales la relación o
vinculo que se indica en la misma no se corresponde con la realidad, ni tampoco
formular citas inexactas, incompletas o maliciosas con el fin de engañar en su buena
fe al juzgador, a la parte contraria o al propio cliente y/o patrocinado, tratando con
ello de generar de forma maliciosa una ventaja en el asunto litigioso.
Señala Duque Corredor39 que la temeridad y la mala fe procesal abusan
del derecho de acceso a la justicia. En él se encuentran comprendidos los excesos
de las partes en su actividad procesal, donde existe dolo y mala fe, denominados
“dolo procesal”, y que comprende el fraude procesal, la colusión, la simulación
y el abuso de derechos procesales. De manera tal, que el fraude procesal son
“artificios o maquinaciones dentro del proceso, que sorprenden o en gañan la
buena fe, para impedir la eficaz administración de justicia o para el beneficio
propio o de terceros”.

38
Arteaga Sánchez, Alberto. Derecho Penal, Parte General I, Caracas, Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas,
1981, p. 184.
39
Duque Corredor, Román. Op. Cit. Lecciones elementales de Deontología Jurídica, pp. 104 y 105.
156 Manuel Espinoza Melet

Apunta atinadamente Rengel-Romberg40, que esta es una materia delicada


que ha preocupado siempre a los sujetos del proceso, ya que en ella intervienen la
conciencia moral del sujeto y las condiciones objetivas que determinan la moralidad
de los actos humanos. En este sentido, afirma lo siguiente:
Por ello la Relación Grandi, comentando la disposición del código italiano de
1942, expresa: “Los litigantes deberán percibir que la astucia no sirve para ganar
los pleitos y que, además, puede ser a veces causa para perderlos; se verán así
obligados a comportarse con buena fe, sea para obedecer a su conciencia moral,
sea para justarse a su interés práctico, pues éste les mostrará que en definitiva la
deshonestidad no constituye nunca un buen negocio, ni en los procesos.
El abogado está en el deber ético de ejercer todos los recursos legales para
la mejor defensa de los legítimos intereses de su cliente y/ o patrocinado, de ello
no hay duda alguna, debe ser diligente y constante en ese objetivo. Ahora bien, el
profesional del derecho no podrá jamás utilizar medios injustificados que retarden
el proceso, que hagan del juicio un verdadero letargo, impregnado de dilaciones
y aplazamientos injustificados e innecesarios, todo ello con el propósito malsano
de obtener una ventaja en el proceso.
En primer lugar, se hace mención de la recusación, siendo ésta el acto por
medio del cual la parte demandante o demandada impugna legítimamente la
actuación de un juez en un proceso, exigiendo su exclusión del conocimiento de
la causa, ya que considera que no es apto, motivado a que su imparcialidad está
en duda.
Por último, el profesional del derecho no podrá ejecutar actos entorpezcan
una eficaz y rápida administración de justicia, tratando con ello, de obstaculizar
que el proceso de avance procesal en la forma idónea prevista por la ley, siendo
ésta la máxima aspiración de la justicia: un proceso breve, expedito, sin dilaciones
indebidas.

1.1.17 Exhortar a los testigos a declarar con veracidad los hechos de su


conocimiento

En todo proceso judicial, la prueba de testigos reviste de una gran importancia


a los fines de materializar el principio de la búsqueda de la verdad. En este sentido,
se presenta la prueba testimonial como la declaración que rinde una persona que
encontrándose presente al ocurrir un hecho, lo oiga, lo vea o de cualquier otro
40
Rengel-Romberg, Arístides. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano, Caracas, Tomo I,
Editorial Arte, 1991, p. 189.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 157

medio directo tome conocimiento de su existencia por medio de los sentidos y que
al deponer repite lo que pudo captar proporcionando información en relación al
hecho que presenció o escuchó; y también deberá tener, además del conocimiento
de los hechos controvertidos, determinadas condiciones personales, lo cual hará
en su caso que merezca fe respecto de lo que declara; además, es indiscutible
que el testigo debe manifestar los motivos específicos por los cuales lo conoció,
es decir, debe dar la razón de su dicho, circunstancia esta última que así mismo es
determinante para valorar debidamente si se produce con veracidad.
Es por ello, que el abogado está en el impetuoso deber de exhortar a los
testigos promovidos a declarar con absoluta veracidad sobre los hechos de los
cuales tengan conocimiento.

1.1.18 Informar con veracidad a su cliente

El abogado está en el deber de informar con veracidad a su cliente sobre las


siguientes situaciones:
a) Las posibilidades de la gestión, sin crear falsas expectativas, magnificar
las dificultades ni asegurar un resultado favorable;
b) Las relaciones de parentesco amistad o interés con la parte contraria o
cualquier situación que pueda afectar su independencia o configurar un
motivo determinante para la interrupción de la relación profesional;
c) La constante evolución del asunto encomendado y las posibilidades de
mecanismos alternos de solución de conflictos. 19. Renunciar o sustituir
los poderes, encargos de mandatos que le hayan sido confiados, en
aquellos eventos donde se le haya impuesto pena o sanción que resulte
incompatible con el ejercicio de la profesión.

1.1.19 Abstenerse de aceptar poder en un asunto hasta tanto no se haya obtenido


el correspondiente paz y salvo de honorarios de quien venía atendiéndolo,
salvo causa justificada

1.1.20 Aceptar y desempeñar las designaciones como defensor de oficio. Sólo


podrá excusarse por enfermedad grave, incompatibilidad de intereses,
ser servidor público o tener a su cargo tres (3) o más defensas de oficio, o
que exista una razón que a juicio del funcionario de conocimiento pueda
incidir negativamente en la defensa del imputado o resultar violatoria
de los derechos fundamentales de la persona designada
158 Manuel Espinoza Melet

Por defensor de oficio entendemos al profesional del derecho, en ejercicio,


debidamente inscrito en el Inpreabogado, que por medio de un imperativo legal
y un procedimiento preestablecido es designado para representar y ejercer la
defensa en juicio de una persona que por determinadas características no tiene
posibilidades de hacer valer sus derechos en el proceso por el cual se lo demanda.
El abogado en ejercicio está obligado a aceptar las defensas que se le
confíen de oficio, salvo negativa razonada, asume la defensa del demandado en
un proceso judicial, teniendo una equiparación con el apoderado judicial, pero
con una notable diferencia, la cual radica en el hecho de que el defensor de oficio
no es designado a consecuencia de la voluntad del demandando, como lo es en
los casos de representación voluntaria; sino que la misma se deriva por mandato
expreso de la ley.
Su designación es aplicación del principio de bilateralidad del proceso, que
caracteriza una estructura dialéctica y realización de la garantía constitucional
de la defensa en juicio, constituyéndose en un derecho inviolable. El defensor
de oficio, fue concebido por el legislador en aras de resguardar el más elemental
resguardo a las garantías del debido proceso y derecho a la defensa.
Siguiendo el criterio sostenido por Parilli,41 la figura del defensor de oficio,
es un cargo que el legislador ha previsto con una doble finalidad: en primer lugar,
con el fin de colaborar en la recta administración de justicia al representar y
defender los intereses del no presente; y de impedir que la acción en justicia pueda
ser burlada en detrimento de los derechos del actor, mediante el subterfugio de
una desaparición adhoc.
El defensor de oficio, de ser posible, debe hacer todos los trámites necesarios
a fin de contactar personalmente a su defendido, con el objeto de que le pueda
dispensar todas las informaciones que le indispensables para la mejor defensa, así
como los medios de pruebas con que cuente, y las observaciones sobre la prueba
documental producida por el demandante.
Tal y como lo sostiene Rengel-Romberg42:
El defensor es un verdadero representante del demandado en el juicio, equiparable
a un apoderado judicial, con la diferencia de que su investidura no deriva de la
voluntad del demandante, como en la representación voluntaria, sino directamente
de la Ley. Su designación es aplicación del principio de bilateralidad del proceso,

41
Parilli A., Oswaldo. Op. Cit. Modos de representación procesal, p. 137.
42
Rengel-Romberg, Arístides. Op. Cit. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano, Tomo II, pp.
255 y 256.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 159

que le imprime una estructura dialéctica y realización de la garantía constitucional


de la defensa en juicio, que es un derecho inviolable.

1.2 Deberes en el Decreto 196 de 1971

El artículo 47 del Decreto 196 de 1971, establecía lo concerniente a los deberes


del abogado:
1. Conservar la dignidad y el decoro de la profesión;
2. Colaborar lealmente en la recta y cumplida administración de justicia.
3. Observar y exigir la mesura, la seriedad y el respeto debidos en sus
relaciones con los funcionarios con los colaboradores y auxiliares de la
justicia, con la contraparte y sus abogados y con las demás personas que
intervengan en los asuntos de su profesión.
4. obrar con absoluta lealtad y honradez en sus relaciones con los clientes.
5. Guardar el secreto profesional.
6. Atender con celosa diligencia sus encargos profesionales,
7. Proceder lealmente con sus colegas.

1.3 Deberes de las partes y los apoderados en el Código General del


Proceso

El artículo 78 del Código General del Proceso43 aprobado por la Ley 1504 de
2012, establece los deberes de las partes y los apoderados:
1. Proceder con lealtad y buena fe en todos sus actos.
2. Obrar sin temeridad en sus pretensiones o defensas y en el ejercicio de
sus derechos procesales.
3. Abstenerse de obstaculizar el desarrollo de las audiencias y diligencias.
4. Abstenerse de usar expresiones injuriosas en sus escritos y exposiciones
orales, y guardar el debido respeto al juez, a los empleados de este, a las
partes y a los auxiliares de la justicia.
5. Comunicar por escrito cualquier cambio de domicilio o del lugar señalado
para recibir notificaciones personales, en la demanda o en su contestación

43
Diario Oficial N° 48.489, de fecha 12 de julio de 2012.
160 Manuel Espinoza Melet

o en el escrito de excepciones en el proceso ejecutivo, so pena de que


estas se surtan válidamente en el anterior.
6. Realizar las gestiones y diligencias necesarias para lograr oportunamente
la integración del contradictorio.
7. Concurrir al despacho cuando sean citados por el juez y acatar sus órdenes
en las audiencias y diligencias.
8. Prestar al juez su colaboración para la práctica de pruebas y diligencias.
9. Abstenerse de hacer anotaciones marginales o interlineadas, subrayados
o dibujos de cualquier clase en el expediente, so pena de incurrir en multa
de un salario mínimo legal mensual vigente (1 smlmv).
10. Abstenerse de solicitarle al juez la consecución de documentos que
directamente o por medio del ejercicio del derecho de petición hubiere
podido conseguir.
11. Comunicar a su representado el día y la hora que el juez haya fijado
para interrogatorio de parte, reconocimiento de documentos, inspección
judicial o exhibición, en general la de cualquier audiencia y el objeto de
la misma, y darle a conocer de inmediato la renuncia del poder.
12. Citar a los testigos cuya declaración haya sido decretada a instancia suya,
por cualquier medio eficaz, y allegar al expediente la prueba de la citación.
13. Adoptar las medidas para conservar en su poder las pruebas y la
información contenida en mensajes de datos que tenga relación con el
proceso y exhibirla cuando sea exigida por el juez, de acuerdo con los
procedimientos establecidos en este código.
14. Informar oportunamente al cliente sobre el alcance y consecuencia del
juramento estimatorio, la demanda de reconvención y la vinculación de
otros sujetos procesales.
15. Enviar a las demás partes del proceso después de notificadas, cuando
hubieren suministrado una dirección de correo electrónico o un medio
equivalente para la transmisión de datos, un ejemplar de los memoriales
presentados en el proceso. Se exceptúa la petición de medidas cautelares.
Este deber se cumplirá a más tardar el día siguiente a la presentación
del memorial. El incumplimiento de este deber no afecta la validez de la
actuación, pero la parte afectada podrá solicitar al juez la imposición de
una multa hasta por un salario mínimo legal mensual vigente (1 smlmv)
por cada infracción.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 161

16. Limitar las transcripciones o reproducciones de actas, decisiones, con-


ceptos, citas doctrinales y jurisprudenciales a las que sean estrictamente
necesarias para la adecuada fundamentación de la solicitud.

2. LOS DERECHOS DE LOS ABOGADOS

2.1 Derechos generales


Los abogados, que hayan cumplido con todas las formalidades impuestas
por la ley, para poder ejercer la profesión, les asiste una serie de derechos44.
Dentro de éstos se enerva, como es lógico, la posibilidad de ejercer libremente la
profesión, bien sea a título oneroso o gratuito, sin que sea necesaria ningún tipo de
autorización o nombramiento que lo faculte para ejercer plenamente la abogacía.
Además de poder hacer uso del ejercicio profesional, el abogado tiene
el exclusivo derecho de la actividad de la defensa judicial, y de la gestión y
representación ante jueces, y demás autoridades civiles, políticas y administrativas,
así como el derecho de redactar documentos que deben ser visados por abogados
para su debida presentación ante Registros, Notarias y demás autoridades de la
administración pública; también le asiste el derecho a los abogados de ejercer
la profesión en toda la República.
Aparte de los derechos generales mencionados con anterioridad, el abogado
también le asiste el derecho de asociarse para el ejercicio de su profesión, así
como de inscribirse en el Colegio de Abogados para la defensa colectiva de los
derechos, así como para formar parte de su directiva.

2.2 Derechos especiales


2.2.1 El derecho de anunciarse para el ejercicio de su profesión y como
especialista en una rama del Derecho: El abogado tiene derecho a
anunciarse para el ejercicio de su profesión en general

Para anunciarse como especialista en el área del derecho respectiva, en


nuestro criterio, es menester que el abogado cuente con el título de cuarto nivel

44
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, p. 221: “Los derechos del abogado no son atributos exclusivos
ni prerrogativas; están equilibrados por deberes. Aún más: los deberes están en primer término; no son
sólo sus deberes de índole profesional, ya de carácter ético, ya de carácter científico relativamente,
sino, y sobre todo, aquellos deberes de carácter público”.
162 Manuel Espinoza Melet

correspondiente, mediante el cual se le acredita académicamente la especialidad


en la materia que éste se atribuye.
Los anuncios publicitarios deben guardar el más inequívoco respeto a la
integridad y dignidad de la profesión de abogado; es por ello, que la ley dispone
que dichos anuncios sean verificados por el organismo gremial, a los fines de
ser debidamente autorizados, y en consecuencia, evitar cualquier exceso en la
publicidad respectiva.
El abogado, puede efectivamente hacer uso racional de la publicidad,
colocando su nombre, especialidad, dirección de su escritorio jurídico y de su
página web, teléfonos, etc.; pero todo anuncio de tipo cuasi comercial, mediante
el cual el profesional del derecho ofrezca resultados y beneficios y/o ventajas
especiales, está considerado como una falta grave a la ética del abogado45.

2.2.2 El derecho de atención preferente ante organismos públicos

Este derecho preferente lo tienen los abogados desde siglos atrás, tal y como
lo afirma Padilla46:
Corresponde aquí hacer mención a una prerrogativas o privilegio que gozan los
abogados y que está vinculada a la noble misión que tienen encomendada. En tal
sentido puede afirmarse que, en general y desde tiempos remotos se les brindó

45
Agatiello, Osvaldo R. López-Miró, Horacio. Del Carril, Enrique V.: Op. Cit. La Ética del
Abogado, pp. 155 y 156: “En esta época de estudios y tribunales computados, de teléfonos portátiles
y de facsímiles de un extremo a otro del continente, el abogado se halla inserto en un medio
competitivo y en un mercado de consumo cuyas necesidades han arrasado con las vetustas ideas de
la publicidad con avisitos de tamaños ridículamente pequeños, inencontrables en las páginas de un
periódico.
Si bien ateniéndose a estrictos conceptos de ética, de decoro, de buen gusto y sobre todas las cosas,
de honestidad y veracidad, el profesional debe tener a su alcance la vastedad de los medios de
comunicaciones.
El abogado no podría, en este marco, publicar avisos publicitarios prometiendo ganar pleitos,
ofreciendo ningún tipo de garantías de éxito en la gestión, o expresando que es el mejor de la
especialidad.
Creemos que si podría dar a conocer las características de su estudio, los profesionales que lo
integran o las ramas del Derecho a que ellos se dedican, como así también información de tipo
estadística sobre trabajos realizados, listas de clientes (con su consentimiento expreso y por escrito)
y hasta datos clarificadores con respecto a honorarios u otra condición excluyente o exclusiva para la
clientela”.
46
Padilla, Rodrigo. Misión, derechos, deberes y responsabilidad del Abogado, México, Editorial
Obijus, 2013, pp. 57 y 58.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 163

a los abogados un trato muy especial. Por ejemplo Justiniano los asimiló a los
guerreros con todo el prestigio que ello implicaba. En otras épocas y en lugares
diferentes también se les otorgó igual merced. Incluso el Rey Alfonso el Sabio les
concedió el carácter aristocrático a los abogados al reconocerles honra de Condes.
En la actualidad, a pesar de no estar muy bien considerada socialmente
nuestra profesión, lo cierto es que jurídicamente a los abogados se les equipara
a los magistrados judiciales en cuanto al trato, consideración y respeto que debe
guardárseles. En este sentido ha expresado Ossorio como quinto mandamiento
del decálogo del abogado que “No procures nunca en los tribunales ser más que
los magistrados, pero no consientas ser menos”.
Por cuanto el profesional del derecho, a los fines del cabal y recto cumplimiento
de sus responsabilidades y obligaciones, se ve en la imperiosa necesidad de acudir
ante los órganos de la administración pública, con el objeto de presentar solicitudes
y tramites propios de la profesión, en aras de preservar el estado de derecho y el
imperio de la justica; es por ello, que merece en consecuencia, un tratamiento
preferente, acorde con su condición de abogado, mediante el cual pueda realizar
su tarea sin dilaciones y obstáculos. Tal y como lo señala Villamizar47
Es necesario aclarar sin embargo, que este derecho preferente que tiene el abogado,
para cumplir con su deber, no significa en ningún momento abuso o preferencia
indebida, con ningún funcionario público; no significa atropello ni contra personas
ni instituciones, sino simplemente la atención preferente, para buscar o suministrar
información relativa al caso encomendado.

2.2.3 El derecho de guardar el secreto profesional y de no testificar en contra


de su patrocinado48
2.2.4 El derecho de cesar en su patrocinio si el patrocinado incumple sus
obligaciones morales y materiales

Si en el decurso del proceso o de cualquier otro tipo de relación profesional,


el patrocinado incumple con sus obligaciones morales y materiales, al abogado
le asiste el legítimo de cesar en el patrocinio, derecho éste que le está dado
por la suficiente independencia en el ejercicio profesional. Como lo señalamos
con anterioridad, el profesional del derecho deberá participar al cliente o
patrocinado de la cesación en la prestación de los servicios profesionales;

47
Villamizar Guerrero, Jorge. Op. Cit. Comentarios Prácticos al Código de Ética Profesional del
Abogado Venezolano, p. 43.
48
Este punto es abordado en el Capítulo VII del presente trabajo.
164 Manuel Espinoza Melet

evidentemente con la formalidad debida, a los fines de que provea lo conducente


para la salvaguarda de sus derechos e intereses.

2.2.5 El derecho a renunciar al patrocinio si el patrocinado mantiene una


actitud incorrecta e irrespetuosa con los funcionarios, los abogados de
la contraparte y con los terceros

Si el patrocinado actúa de manera incorrecta, alejada de los más elementales


principios de respeto para con los funcionarios, abogados de la contraparte y con
los terceros; el profesional del derecho puede adoptar la decisión de renunciar
al patrocinio, por razones de evidente integridad profesional. Ya que resulta
absolutamente intolerable que el cliente o patrocinado genere una actitud de
irrespeto y desconsideración hacía los abogados de la contraparte, los terceros y
los funcionarios.

2.2.6 El derecho a percibir honorarios y de solicitar expensas para los gastos


de la actividad de su patrocinio49

2.2.7 El derecho a que se le garantice el debido proceso: Esa es una exigencia


vital para el ejercicio de la abogacía, la garantía del debido proceso;
es decir, que se exija que todos los actos derivados del proceso, se
encuentren enmarcados dentro de la esfera del debido proceso

Es importante también incluir en los derechos de los abogados, las garantías


para el ejercicio de la profesión, citadas por Duque Corredor50, y reconocidas
en los “Principios Básicos sobre la Función de los Abogados”, aprobados en el
Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre la Prevención del Delito y del
Tratamiento del Delincuente, del 27 de agosto al 07 de septiembre de 1990, dentro
de las cuales se destacan de los números 16 al 22, los siguientes:
1. El no ser intimidado en el desempeño de sus funciones profesionales.
2. El comunicarse libremente con sus clientes.

49
En relación al derecho que le asiste al profesional del derecho de percibir los honorarios profesionales,
el mismo es desarrollado en el presente trabajo.
50
Duque Corredor, Román J. Op. Cit. Lecciones Elementales de Deontología Jurídica, pp. 123
y 124.
Capítulo IV. Deberes y derechos del abogado colombiano 165

3. El no ser objeto de persecuciones o sanciones administrativas, económicas


o de cualquier otra índole por el ejercicio de sus actividades profesionales,
salvo que las constituyan faltas a las normas éticas o que constituyan
delitos.
4. Recibir protección adecuada por parte de las autoridades cuando se vean
amenazados.
5. No ser identificados con las causas de sus clientes.
6. El que no se les desconozca su derecho a presentarse ante organismos
administrativos o tribunales como representantes o asistentes en nombre
de sus clientes.
7. El de no responder penal o civilmente por las declaraciones que hagan de
buena fe, en escrito o en alegatos orales, ante los tribunales y organismos
administrativos.
8. El acceder a la información, archivos y documentos pertinentes para la
asistencia jurídica eficaz. Y;
9. El que se respete la confidencialidad de las comunicaciones y consultas
entre los abogados y sus clientes, en el marco de su relación profesional.
10. Los abogados, como los demás ciudadanos, tienen derecho a la libertad
de expresión, creencias, asociación y reunión. En particular, tendrán
derecho a participar en el debate público de asuntos relativos a la
legislación, la administración de justicia y la promoción y la protección de
los derechos humanos, así como a unirse o participar en organizaciones
locales, nacionales o internacionales y asistir a sus reuniones, sin sufrir
restricciones profesionales a raíz de sus actividades lícitas o de su carácter
de miembro de una organización lícita. En el ejercicio de estos derechos,
los abogados siempre obrarán de conformidad con la ley y con las reglas
y normas éticas que se reconocen a su profesión.
11. Los abogados estarán facultados a constituir asociaciones profesionales
autónomas e incorporarse a estas asociaciones, con el propósito de
representar sus intereses, promover su constante formación y capacitación,
y proteger su integridad profesional. El órgano ejecutivo de las asociaciones
profesionales será elegido por sus miembros y ejercerá sus funciones sin
injerencias externas.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 167

Capítulo V
ÉTICA Y DEONTOLOGÍA JURÍDICA

Sumario: 1. La ética 1.1 Concepto. 1.2 Concepciones fundamentales. 1.2.1


Ética del fin y de los medios (Aristóteles, Santo Tomás, Hegel y Nietzsche).
1.2.2 Ética del móvil (Sofistas, Spinoza, Bentham, Kant y Russel). 1.3
Principios. 1.3 Ética y moral. 2. Deontología. 2.1 Concepto. 3. Deontología
Jurídica. 3.1 Concepto. 3.2 Principios. 3.3 Alcance e importancia. 3.4
Diferencias entre Ética y Deontología.

1. LA ÉTICA

1.1 Concepto

La ética1 envuelve un concepto maravilloso, cargado de grandes valores


humanos y de profunda reflexión, es una rama de la filosofía que estudia lo correcto
o equivocado del comportamiento humano,​la moral, la virtud, el deber, la felicidad
y el buen vivir.​Tiene como centro de atención las acciones humanas y aquellos
aspectos de las mismas que se relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad
y la vida realizada. Es por ello, que la ética conduce inevitablemente al análisis
sistemático y crítico de la moralidad2, de los factores que guían la conducta humana
en una determinada práctica o sociedad.

1
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 5: “Ya se ha dicho que en sentido
ontológico de la conducta del hombre, la ética se identifica con lo bueno, lo honesto, lo justo y lo
positivamente valioso. Según Del Vecchio, en sentido amplio, la ética versa sobre los actos humanos,
a sus objetivaciones y a las normas que constituyen determinado sistema de conducta moral. La ética
forma parte de la filosofía y tiene por objeto la valoración moral de los actos humanos”.
2
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
161 y 162: “Los principios de la conciencia moral son la fuente de los predicados bueno malo, justo
injusto, honesto deshonesto, virtuoso vicioso, etc., calificativos que sólo pueden decirse o predicarse
del hombre, más precisamente de las acciones humanas, pues las cosas no son sujeta materia de
tales calificativos. Los atributos éticos nunca podrán referirse a las cosas. Estas (y, desde luego, los
animales), no son sujetos de mérito o demérito moral.
El hombre es el único ser cuyo obrar es sujeto de imputación axiológica y moral, en razón de que
sus actos son determinados por su libre voluntad. Lo cual quiere decir que detrás del accionar de su
168 Manuel Espinoza Melet

En ese orden de ideas, la ética estudia la complejidad de un acto moral, cómo


se justifica racionalmente un sistema moral, la aplicación a los niveles individuales
y sociales. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, es
decir busca las razones que justifican la adopción de un sistema moral u otro. Es
por ello, que el gran filósofo alemán Albert Schweitzer sostenía que “la ética
es la actividad del hombre dirigida a garantizar la perfección interna de su propia
personalidad”.
Siguiendo el criterio de Roa3 la ética es una tendencia natural que poseen
los seres humanos de escoger algunas entre las muchas opciones de hacer algo,
tomando en cuenta el bien que de ese hacer obtendrán ellos y los demás.
Considera Olmeda García4 que la ética es la ciencia que reflexiona sobre el
sentido, la licitud y validez, bondad o maldad de los actos humanos. Es también
una guía interior del ser humano que orienta sus intenciones, que sustenta la
conciencia, siendo comparada con un faro que ilumina el camino y da sentido a
la vida.
Tal y como lo concibe Pérez Valera5 la ética o filosofía moral, es la ciencia
que, a la luz de la razón, reflexiona sobre el sentido, la licitud y la validez, bondad
o maldad de los actos humanos, los cuales no pueden regirse por el instinto, la
arbitrariedad o el capricho. En este sentido, afirma lo siguiente:
“La ética, por tanto, tiene como finalidad establecer una plataforma valoral que
supere lo arbitrario y caprichoso en las actuaciones humanas. Se pretende una
justificación racional del modo de proceder que impulse al hombre a que se rija
por principios éticos de manera coherente y armónica con su naturaleza racional y
libre. Como parte de la filosofía, la ética se relaciona estrechamente sobre todo con

voluntad existe el trasfondo de la libertad, que crea el ámbito propicio para que obre aquélla. Sin
embargo, en las acciones del hombre el resultado puede ofrecer una doble faz: puede ser el efecto de
lo que el hombre hace realmente o de lo que quiso hacer. De esta distinción de resultados se colige
que la imputación de bueno o malo, es decir, la atribución de los predicados morales y axiológicos,
no corresponde efectivamente a lo que el hombre hace, sino estrictamente a lo que quiere hacer. El
resultado del acto en el cual no intervino el querer del hombre como en un homicidio involuntario,
puede ser catastrófico, desafortunado, etc., más subjetivamente no es susceptible de juicio moral, ya
que no es propiamente el contenido o materia de los actos el objeto propio de la imputación moral,
sino que en último término lo es la misma voluntad. En suma, lo que al fin de cuentas puede ser bueno
o malo es la voluntad como fuente de las acciones, que sólo con referencia a la voluntad del agente
que las produce pueden a su turno ser calificadas de buenas o malas”.
3
Roa, Armando. Ética y bioética, Chile, Editorial Andrés Bello, 1998, p. 19.
4
Olmeda García, Marina del Pilar. Ética profesional en el ejercicio del derecho, 2007, Universidad
Autónoma de Baja California; Miguel Ángel Purrúa Librero Editor, México, p. 17.
5
Pérez Valera, Víctor. Op. Cit. Deontología jurídica, La ética en el ser y quehacer del abogado, p. 4.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 169

la antropología filosófica y con la metafísica, y como ciencia del comportamiento


con la psicología, con la sociología y con el derecho”.
Vélez García6 nos enseña los básicos de para una teoría ética, lo cuales –a
su criterio– sirven para demostrar en principio cómo es valedera la imputación
moral del acto humano, vale decir las acciones propias de una arte u oficio como
la profesión de abogado, la cual se alcanza gracias a la verificación cierta de la
legitimación o razón de ser de su valoración ética. Esos presupuestos se encuentran
constituidos por el conocimiento, la estimativa axiológica o valoración y la idea
de libertad. Destaca también el Maestro Vélez:
Un profesional de la abogacía, que es por excelencia un oficio de la inteligencia
concretado en la aplicación práctica de una ciencia del “deber ser” como es
el derecho, ineludiblemente debe acometer el análisis no superficial sino a
profundidad de los supuestos universales o filosóficos y científicos que van a incidir
en su actividad. Son muchas las dificultades morales que el ajetreo cotidiano de la
profesión de abogado trae, y que en ocasiones éste debe resolver sobre la marcha,
a veces sin fuente de autoridad alguna que arroje siquiera un vestigio de luz para
despejar las dudas, generalmente acuciantes y tremendas que rodean un caso o
una situación. El practicante del derecho necesita al menos orientar su actividad
sobre estos parámetros fundamentales: la certeza arrojada por el conocimiento
humano y los principales elementos que lo conforman, y la teoría de los valores
y de la libertad, temas que apuntan a la confirmación de un proceso lógico que
inexorablemente se impone a la inteligencia: sólo mediante una conciencia cierta
de la realidad, la existencia de la libertad y la facultad de valorar y escoger, bajo el
amparo de esa libertad, puede legitimarse la imputación moral, y, en consecuencia,
deducirse la responsabilidad que se predica de los actos humanos.
Finalmente, en cuanto al concepto de ética, encontramos el criterio de Urbina
Mendoza7, quien sostiene:
La ética no se queda en el plano de la reflexión general de los actos humanos. Ella,
con el pasar del tiempo, ha estructurado un patrimonio cognoscitivo originado de
situaciones, reglas o disciplinas específicas. Así, nacen las éticas con predicados
como la ética de las conflictividades, éticas aplicadas, éticas discursivas, etc. El
fenómeno jurídico, por otra parte, tampoco escapa de discernimiento ético, hasta
el punto de que entre ambos se gestan particulares simbiosis que humanizan al

6
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
86 y 87.
7
Urbina Mendoza, Emilio J. El artículo 10 del nuevo Código de Ética del juez venezolano y la jueza
venezolana y la Ética en la interpretación Jurídica, Caracas, Revista de la Facultad de Derecho de la
Universidad Católica Andrés Bello, N° 64, 2009, p. 214.
170 Manuel Espinoza Melet

Derecho, por un lado, y por el otro le concede a la ética el apoyo suficiente para
que pueda realizar su quehacer, sin que sea señalada como una. disciplina ingenua.
La ética jurídica, está encaminada fundamentalmente para reflexionar acerca
del ejercicio del poder jurídico por sus operarios naturales (jueces, funcionarios,
abogados litigantes, etc.). Cuando se concreta en cada uno de los actores que
trabajan con el Derecho, la ética jurídica se transforma en ética judicial, ética del
ejercicio de la profesión del abogado, ética del legislador, etc.”.
El postulado fundamental de la ética, reposa en la libertad, puesto que de
ella dependen que las acciones humanas sean imputables. La libertad es un tipo
peculiar de hecho; y es así, por la extrema singularidad de sus notas esenciales:
impenetrabilidad por todos los sentidos, aprehensión problemática por el intelecto,
imprecisión de los reales fundamentos de la determinación, complejidad de relación
con los medios y los fines, etc.8.

1.2 Concepciones fundamentales


1.2.1 Ética del fin y de los medios (Aristóteles, Santo Tomás, Hegel y Nietzsche)

El filósofo Aristóteles9, concibe toda la naturaleza de manera finalista,


teleológica. Cuando un cuerpo cae, por ejemplo, ello se debe a que tiene como
meta o fin el “lugar natural” hacia el que se dirige. Esta teleología valdrá también,
pues, para la acción del hombre.
El ser humano continuamente trabaja, obra, realiza acciones. Y esto lo realiza,
porque lo considera un “bien”, porque de lo contrario, no lo haría. Pero ocurre que
hay bienes que no son nada más que “medios” para lograr otros, como, por ejemplo,
el trabajar puede ser un medio para conseguir dinero; más hay otros bienes que,
en cambio, los consideramos “fines”, es decir, que los buscamos por sí mismos,
como, por ejemplo, la diversión o entretenimiento que el dinero nos procure. Por
naturaleza el hombre tiende a buscar el bien, por lo que bastaría conocerlo para
obrar correctamente; el problema es que el hombre desconoce el bien, y toma por
bueno lo que le parece bueno y no lo que realmente es bueno.
En este sentido, todos nuestros actos tienen un fin último o dirigirse a un
bien supremo, los cuales darán sentido a todos los demás fines y medios que

8
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, p. 167.
9
Aristóteles (nació en Estagira (Macedonia) en el año 384 a. C y falleció en Calcis en el año 322 a.
C.)​fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia, junto a Platón y Sócrates es
considerado uno filósofos más destacados de la antigüedad.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 171

podamos buscar. Aristóteles señala dos características que le corresponden a este


bien supremo. El primero de ellos, tiene que ser el final, algo que se desea por sí
mismo y no por otra cosa (de otro modo no sería el fin último). En segundo lugar,
tiene que ser algo que se baste a sí mismo, es decir, que sea autárquico, porque si
no se bastase a sí mismo nos llevaría a depender de otra cosa. Tal bien supremo,
y sobre esto todos los hombres están de acuerdo, es la felicidad, y Aristóteles
dice “Tal parece ser sobre todo lo demás, la felicidad, pues la elegimos siempre
por sí misma y nunca por otra cosa”.
Aristóteles hace distinción entre virtudes éticas y virtudes dianoéticas. Las
primeras constituyen los atributos más estimables que el ser humano exterioriza
en su vida práctica y que denotan un fin constructivo social. Las segundas, son
virtudes inherentes a la actividad teórica. La sabiduría, entre otras, es una virtud
fundamental de la inteligencia y la razón. A partir de esa división, Aristóteles
considera la ética no sólo como una teoría del obrar humano, sino también como
una política normativa de las costumbres en su proyección social estatal. Plantea
la conexión entre las normas éticas y los bienes; la caracterización, jerarquía y
clasificación de éstos; y las vinculaciones entre la ética y la ética individual10.
Santo Tomás11, sigue la corriente filosófica de Aristóteles, siendo partidario
de la concepción teleológica de la naturaleza y de la conducta del hombre: toda
acción tiende hacia un fin, y el fin es el bien de una acción. Hay un fin último
hacia el que tienden todas las acciones humanas, y ese fin es lo que Aristóteles
llama la felicidad. Santo Tomás concibe que la felicidad no puede consistir en la
posesión de bienes materiales, pero a diferencia de Aristóteles, que identificaba
la felicidad con la posesión del conocimiento de los objetos más elevados (con la
teoría o contemplación). En este sentido, identifica la felicidad con la contemplación
beatífica de Dios, con la vida del santo, de acuerdo con su concepción trascendente
del ser humano.

10
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 8.
11
Tomás de Aquino (nació en Roccasecca, Italia, el 24 de diciembre de 1225 y falleció en la Abadía
de Fossanova, Italia, el 7 de marzo de 1274) fue un teólogo y filósofo católico perteneciente a la
Orden de Predicadores, el principal representante de la enseñanza escolástica,​una de las mayores figuras
de la teología sistemática​y, a su vez, una de las fuentes más citadas de su época en metafísica. Es
considerado como referente de las escuelas del pensamiento tomista y neotomista. Santo Tomás se
le conoce también como Doctor Angélico, Doctor Común y Doctor de la Humanidad, nominaciones
dadas por la Iglesia católica, la cual lo recomienda para los estudios de filosofía y teología.
Fue​Canonizado en 1323, declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y santo patrón de las universidades
y centros de estudio católicos en 1880.
172 Manuel Espinoza Melet

En concepto de Santo Tomás, la vida del hombre no se agota en esta tierra,


por lo que la felicidad no puede ser algo que se consiga exclusivamente en el mundo
terrenal; dado que el alma del hombre es inmortal el fin último de las acciones
del hombre trasciende la vida terrestre y se dirige hacia la contemplación de la
primera causa y principio del ser: Dios. Santo Tomás ampliará su concepción
señalando que esta contemplación no la puede obtener el hombre por medio de
sus propias fuerzas, en virtud de la desproporción existente entre su naturaleza
y la naturaleza divina, por lo que demanda, de alguna manera la ayuda de Dios,
la gracia, en forma de iluminación especial, la cual permitirá al alma obtener la
necesaria capacidad para alcanzar la visión de Dios.
Señala Santo Tomás que la felicidad que el hombre puede alcanzar sobre
la tierra es una felicidad incompleta, que halla en el hombre el deseo mismo de
contemplar a Dios, no simplemente como causa primera, sino tal como es Dios
en su esencia. Sin embargo, dado que es el hombre el que siente y así lo desea,
hemos de encontrar en él los elementos que hagan posible la consecución de ese
fin. En Santo Tomás distingue, al igual que Aristóteles, dos clases de virtudes:
las morales y las intelectuales.
Por virtud concibe también un hábito selectivo de la razón que se forma
mediante la repetición de actos buenos y, al igual que para Aristóteles, la
virtud consiste en un término medio, de conformidad con la razón. A la razón le
corresponde dirigir al hombre hacia su fin, y el fin del hombre ha de estar acorde
con su naturaleza por lo que, al igual que ocurría con Aristóteles, la actividad
propiamente moral recae sobre la deliberación, es decir, sobre el acto de la elección
de la conducta.
La misma razón que tiene que deliberar y elegir la conducta del hombre
es ella, a su vez, parte de la naturaleza del hombre, por lo que ha de contener
de alguna manera las orientaciones necesarias para que el hombre pueda elegir
adecuadamente. Al reconocer el bien como el fin de la conducta del hombre
la razón descubre su primer principio: se ha de hacer el bien y evitar el mal
“Bonum est faciendum et malum vitandum”. Este principio (sindéresis) tiene, en
el ámbito de la razón práctica, el mismo valor que los primeros principios del
conocimiento (identidad, no contradicción) en el ámbito de la teórica. Al estar
fundado en la misma naturaleza humana es la base de la ley moral natural, es decir,
el fundamento último de toda conducta y, en la medida en que el hombre es un
producto de la creación, esa ley moral natural está basada en la ley eterna divina.
De la ley natural emanan las leyes humanas positivas, que sean aceptadas si no
contradicen la ley natural y rechazadas o consideradas injustas si la contradicen.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 173

Pese a sus raíces aristotélicas vemos, pues, que Sto. Tomás ha conducido la moral
al terreno teológico, al encontrar en la ley natural un fundamento trascendente
en la ley eterna12.
Santo Tomás distingue las ciencias relativas al comportamiento humano
entres especies: la ética o moral; la política, y la jurisprudencia o derecho. Aunque
son notablemente diferentes, coinciden en proporcionar felicidad humana. Los tres
principios supremos son: el principio supremo de la ética o moral es lo honestum
y su precepto fundamental es el siguiente: Quod vis, ut alii tibi faciant, tute tibi
facies (Hazte a ti lo que quieras que los demás se hagan a sí). La política, en
cambio, tiene por principio supremo el decorum, según esta máxima: Quod vis,
ut alii tibi faciant, tu ipsis facies (Haz a los demás lo que quisieras que los demás
te hagan a ti). Y el derecho tiene como principio lo iustum, que se traduce en el
precepto: Quod tibi non vis fieri alteri ne faceris (No hagas a otros lo que no
quisieras que te hagan a ti)13.
George Wilhelm Friedrich Hegel14, su filosofía se describe como una lucha
por la falta de razón y de la libertad. Para él la meta del individuo era ser libre.
Casi todo su pensamiento es basado en el idealismo alemán, donde buscaba una
racionalidad universal donde se pudiera unificar el destino de la humanidad,
relacionó la filosofía con la ciencia y la religión.
En concepto de Hegel la moral era un crecimiento natural que surge en la
familia y culmina en un plano histórico y político. Tenía un pensamiento idealista,
concebía que la razón absoluta construía el mundo. También sostenía que la razón
absoluta se desarrollaba a partir de contradicciones dialécticas.
Hegel teniendo un concepto muy claro sobre la Ética y la razón elabora un
sistema denominado “el sistema de la ciencia”. Este sistema contiene tres partes:
la lógica, el espíritu y la naturaleza.

12
https://www.webdianoia.com/medieval/aquinate/aquino_etica.htm
13
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 10.
14
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (nació en Stuttgart, actual Alemania, el 27 de agosto de 1770 – y
falleció en Berlín, el 14 de noviembre de 1831), es considerado por la historia clásica de la filosofía
como el representante de la cumbre del movimiento decimonónico alemán del idealismo filosófico y
como un revolucionario de la dialéctica, tuvo un gran impacto en el materialismo histórico de Karl
Marx. Los fundamentos de la filosofía de Hegel se derivan en la economía y la ciencia que en el siglo
XIX fue desatacada por la revolución industrial, el imperialismo, el movimiento obrero, entre otras.
174 Manuel Espinoza Melet

En concepto de López Llanos15:


Hegel se caracteriza por hacer de su pensamiento, un elemento demasiado
abstracto y en cierta manera compleja. Ya que, para este autor al hacer filosofía
del conocimiento de la totalidad en sentido fuerte, es hacer ciencia del saber. Es
decir, Hegel es el primer filósofo moderno que intenta hacer ciencia filosófica y
aunque epistemológicamente sea una expresión redundante, para Hegel la filosofía
es la ciencia por excelencia.
Hegel ofrece el concepto de Estado ético “El Estado es la realidad de la idea
ética, el espíritu ético en cuanto voluntad clara, ostensible a sí misma, sustancial,
que se piensa y sabe y cumple aquello que sabe y en la medida en que lo sabe. En
la costumbre tiene su existencia inmediata, y en la autoconciencia del individuo,
en su saber y actividad, tiene su existencia mediada, así como esta autoconciencia,
por el carácter, tiene en él cual esencia suya, finalidad y productos de su actividad,
su libertad sustancial”.
“El Estado es la realidad de la idea ética”. Se trata de la realidad en sentido
fuerte, de la idea ética, es decir, de la eticidad en su plenitud, en su máxima
realización. La plenitud de la eticidad se realiza plenamente en el Estado, al que
no hay que concebir como aparato, sino como universal concreto, plena realización
intersubjetiva, en la plenitud del mutuo reconocimiento.
La idea ética es el “espíritu ético”, es decir, el sujeto ético, el cual es “voluntad
clara”, porque la voluntad es pensamiento, es razón. Es el mismo sujeto ético el
que es voluntad o razón, o voluntad racional. En consecuencia, se auto conoce.
El espíritu ético, o en otras palabras el pueblo, se asienta sobre determinadas
costumbres, es decir, determinados valores vividos en forma inconsciente o
subconsciente.
Para el filósofo alemán Friedrich Nietzsche16 la moralidad y la ética, son
inventos de puro carácter utilitario, social y de solos intereses religiosos. Es por
ello que su planteamiento es un claro y fiel rechazo a la existencia de Dios y todo
lo atinente a la religiosidad.
La teoría de Nietzsche es una disputa contra la religión por entorpecer la vida
del hombre, ya que no le permite que el hombre sea hombre, considerando que la
15
López Llanos, Víctor Hugo, Hegel. Reflexiones sobre la Filosofía del Derecho. Disponible en:
https://lexicodelapolitica.wordpress.com/2014/11/09/reflexiones-sobre-la-filosofia-del-derecho/
16
Friedrich Wilhelm Nietzsche (nació en Röcken, una pequeña ciudad de la Sajonia prusiana (actual
Alemania), el 15 de octubre de 1844 y falleció en Weimar (Sajonia, Alemania) el 25 de agosto de
1900) nacionalizado suizo, fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los
pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 175

religión se encarga de la aniquilación del sujeto y la negación de la vida humana,


porque la religión quiere ir por arriba del hombre a Dios, considerando como un
ser supremo e inalcanzable. Nietzsche señala que Dios es totalmente inexistente
y pernicioso para el hombre, ya que a través de Dios el hombre se ve limitado,
porque el hombre se ve impedido de pensar más allá de Dios, y está subordinado
a ser una simple criatura, impidiéndosele desde su nacimiento la además libertad.
Destaca Nietzsche que la religión le impone al hombre desde su nacimiento
la culpabilidad del pecado, y, por ende, el hombre se encuentra destinado al
sufrimiento, conduciéndose a nunca alcanzar la plenitud de la felicidad, sino sólo
en la negación y aniquilación del sujeto por la aspiración de un más allá incierto,
produciéndose en el hombre un gran terror, ya que desconoce cómo será su vida.
Nietzsche trata de salvar al hombre de una carga que no tiene por qué llevar,
pero que nadie le ha dicho que la lleva. Es por ello que considera la necesidad de una
crítica de los valores morales, hay que poner alguna vez en entredicho el valor mismo
de estos valores –y para esto se necesita tener conocimiento de las condiciones y
circunstancias de que aquellos surgieron–, en las que se desarrollaron y modificaron
(la moral como consecuencia, como síntoma, como máscara, como tartufería,
como enfermedad, como malentendido; pero también la moral como causa, como
medicina, como estímulo, como freno, como veneno), un conocimiento que hasta
ahora ni ha existido ni tampoco se lo ha siquiera deseado.
Nietzsche plantea que el hombre libre es el ser feliz, capaz de aceptar el
azar, la inseguridad y la provisionalidad de la existencia después de la muerte de
Dios. El ser que no actúa reactivamente, que, en lugar de querer la inmortalidad,
quiere el instante, la eterna repetición de su propia existencia.
Nietzsche concibe la construcción de valores propios desde el sujeto, el cual
se debatirá ante el continuo azar y dejará que todo suceda, aceptando el cambio, y
por lo tanto, no tendrá más abstracciones que definan cuales deben ser sus acciones,
siendo el hombre quien dictamine su propia existencia, allí radica su libertad, no
estando atado a coacciones universales que se han creado a través de la historia.

1.2.2 Ética del móvil (Sofistas, Spinoza, Bentham, Kant y Russel)

Los sofistas eran originalmente llamados así por los antiguos griegos a los
hombres eruditos. Los sofistas se desenvuelven en el contexto de la filosofía de la
Antigua Grecia (Siglo V a. C., hasta el siglo II a, C). En las reflexiones de estos
filósofos, encontramos todos los aspectos que conforman la moral y moralidad
del individuo, concebido éste como miembro de una polis o Ciudad-Estado.
176 Manuel Espinoza Melet

De todas las reflexiones desarrolladas por los sofistas deviene la ética, como
la disciplina necesaria que dará razón sobre la esencia de la moral, pues interesa
saber, al margen de las opiniones y creencias del sentido común, si su naturaleza
tiene un carácter divino, natural o propiamente humano y cuál es su función
social o comunitaria, para el proceso de formación del propio individuo, en tanto
sujeto moral.
A partir de Platón y Aristóteles, se va a usar el término sofista de una
manera peyorativa, concibiéndose como “sabio aparente”. Los sofistas crean
una teoría sobre el hombre, como un humano con capacidad de conocer y
orar. Estos filósofos instruían a la juventud ateniense, muy especialmente, a
aquellos provenientes de familia rica, los cuales podían pagar, para que luego se
incorporaran a la vida pública, desempeñando cargos de vital importancia en la
sociedad. La enseñanza de los sofistas consistía en pensar relacionando cosas y
sacando conclusiones; en hablar para convencer al público por intermedio de la
palabra y actuar de acuerdo con la forma de pensar y hablar. Con ello, los sofistas
enseñaban a persuadir, como el arte de la retórica.
En un principio gozaron de gran popularidad, pero a consecuencia de su
escepticismo de la verdad absoluta y la moral, fueron fuente de innumerables y
fuertes críticas. Los principales sofistas fueron: Protágoras, Gorgias, Prodico,
Hipias y Sócrates.
Baruch Spinoza17, fue un filósofo que se inspiró para sus teorías en el modelo
metodológico de las matemáticas y la geometría. Razón por la cual, para exponer
sus ideas y la deducción de sus conceptos más importantes, hizo uso del método
sintético.
En criterio de Ocampo18 las ideas de Spinoza tienen una fuerte influencia de
Parménides. En este sentido, “El postulado parmenídeo parte de una inocentemente
perversa frase, inobjetable en un principio, pero con consecuencias terribles: “Es
necesario decir y pensar que el ser es, porque es posible que el ser sea y es imposible
que el no-ser sea” (Parménides en Buss Mitchell, 1999, p. 19). A partir de ello es
posible afirmar que el ser es inmutable, eterno, único y, por ende, omnipresente.

17
Baruch Spinoza (nació en Ámsterdam el 24 de noviembre de 1632 y falleció en La Haya el 21 de
febrero de 1677) fue un filósofo de origen sefardí hispano-portugués, heredero crítico del cartesia-
nismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, fue crítico
racionalista de la ortodoxia religiosa.
18
Ocampo, Alejandro. El Carácter de la Razón: Una Mirada a la Ética de Baruch Spinoza, Disponible
en: http://razonypalabra.org.mx/anteriores/n36/aocampo.html
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 177

No hay nada que escape al ser, no hay nada fuera del ser, pues eso sólo significaría
que es el no ser. El ser es y el no-ser, no es”.
Spinoza desarrolla su visión del mundo y su concepto de ética, ambas
unidas e inconcebibles por separado. No concibe un conjunto de deberes, sino las
consecuencias de un actuar racional; Spinoza no se pronuncia por un deber ser,
sino por un ser; no impone, sólo señala. Al igual que con Parménides, al aceptar
sus definiciones y postulados, será poco que menos que imposible no poder aceptar
sus particularidades. En concepto de Del Vecchio19:
La importancia de Spinoza es mayor para la Filosofía general que para la Filosofía
del Derecho. Su sistema está fundado sobre el concepto de un monismo absoluto
que ejerció una notable influencia sobre las doctrinas de Schelling y Hegel.
Spinoza sostiene que existe una sola substancia, que llama “Deus sirve natura”; y
que todo aquello que sucede en el mundo es expresión de ésta y es absolutamente
perfecto. Por consiguiente, rechaza todas las diferencias de apreciación y de
valoración. Aquello que a nosotros nos parece como imperfecto, está, sin embargo,
determinado “ex necessitate divinae naturae”, y por ende es perfecto en el orden
de la naturaleza. Coherentemente con esto Spinoza llega a identificar el derecho
de la naturaleza con el poder físico, acercándose en este punto a Hobbes, en el
mundo no puede haber nada absolutamente injusto; pues en el orden natural, todo
aquello que se quiere y se puede es también justo (“sub solo naturae imperio
iniuria non potest concipi”)”.
La Ética demostrada según el Orden Geométrico, se concreta a predecir lo
que sucedería previos acuerdos metodológicos y mínimos necesarios para que
el experimento se desarrolle y compruebe lo anteriormente expresado en teoría.
Spinoza concebía que la ética no era un conjunto de normas impuestas y sujetas
a un castigo en caso de no cumplirlas, sino toda una serie de características que
distinguen a una persona de entre las demás, es decir, carácter y demostrada,
porque esa forma de ser existe, es verificable en la realidad y además constituye
un comportamiento lógico de una persona.
Spinoza tuvo una gran influencia del racionalismo cartesiano, el cual
inauguró la filosofía moderna, sosteniendo el problema del método a seguir para
la obtención de un verdadero conocimiento, antes de preocuparse por la verdad a
conocer; es por ello que considera, que primero se deben definir las capacidades,
los alcances y el procedimiento de la razón humana y después el descubrimiento
del mundo.

19
Del Vecchio, Giogio. Historia de la Filosofía del Derecho, Barcelona, Segunda Edición, Bosch
Casa Editorial, 1964, pp. 60 y 61.
178 Manuel Espinoza Melet

Adoptando el modelo del método geométrico, como herramienta intelectual


de la ética, el tema que la impulsa es la pregunta por el hombre: su naturaleza, su
lugar y relación con el mundo que lo rodea, sus problemas morales, los alcances
y límites de su razón y su libertad. Ya que el método geométrico consiste en una
deducción a partir de principios elementales irrefutables, Spinoza parte de dos
bases, la primera de ellas bajo la idea del universo real como un cuerpo organizado
donde todas y cada una de sus partes están íntimamente conectadas según leyes
que “son siempre y dondequiera las mismas, como la propia naturaleza es siempre,
una y la misma, y la misma en todas partes su fuerza eficiente”, y la segunda,
parte de definiciones precisas en los términos con los que el autor alude a tales
leyes, lógicamente incuestionables y evidentes.
En este sentido, destaca Ocampo20, lo siguiente:
La Ética Demostrada Según el Orden Geométrico parte de conceptos tan generales
como Dios y el origen del alma, para terminar en la libertad del hombre y la fuerza
de sus afecciones. En cinco partes, Spinoza delimita y traza la conducta de hombre
de acuerdo con la razón, razón que sería no sólo el común denominador de todos,
sino el gran ente integrador del hombre, incluso Dios está circunscrito por su razón.
Su racionalismo y su origen judío, con el que tuvo muchos problemas por su espíritu
crítico, no le impidieron concebir la existencia de Dios, así de simple y de complejo.
Spinoza formula una tesis panteísta a través de una posición racionalista que
termina en ubicar que todo es Dios, como el único que posee todos los atributos,
o como él mismo indica en sus primeras definiciones: “Entiendo por Dios un ser
absolutamente infinito, es decir, una sustancia constituida por una infinidad de
atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita” (Spinoza,
1984, p. 25).
Para Spinoza Dios existe necesariamente al ser la única “sustancia constituida
por la infinidad de atributos de los que cada uno expresa una esencia eterna e
infinita”. La conducta de Dios, está determinada por su propia naturaleza. El
carácter racional, o mejor dicho, la racionalidad es una frontera que el mismo
Dios no puede rebasar, precisamente por la infinitud de sus atributos.
Spinoza concibe que para vivir según la razón es vivir en libertad, y no vivir
en la servidumbre o esclavitud a las emociones. La razón es la virtud y, la virtud
es el amor hacia Dios. Mientras más se ame a Dios, se tendrá mayor capacidad
de controlar las emociones, y mientras más tengamos control de las emociones
se podrá comprender a Dios. Para él, la más activa es el alma, cuanto más se
conoce adecuadamente Dios. La más pasiva es el alma, la menos adecuada que

20
Ocampo, Alejandro. Op. Cit. El Carácter de la Razón: Una Mirada a la Ética de Baruch Spinoza.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 179

conoce a Dios. La más activa es el alma, es más capaz de evitar las emociones que
son malas. La más pasiva es el alma, más se acepta a las emociones son malas.
Para el filósofo británico Jeremy Bentham21 era concebible comprobar de
modo científico lo que era justificable en el plano moral aplicando el principio de
utilidad. Así, las acciones eran buenas si tendían a procurar la mayor felicidad
para el mayor número de personas. Es por ello que en su concepto la felicidad
era semejante al placer.
Por intermedio de una especie de cálculo matemático-moral de los placeres y
las penas, se logra descifrar lo que es una acción buena o mala. Si todos los placeres
y las penas estuvieran en el mismo orden, entonces sería posible una evaluación
utilitarista de las actividades morales, políticas y legales. Bentham sostuvo que
si los valores se basaban en los placeres y las penas, en consecuencia, las teorías
de los derechos naturales y de la ley natural no eran válidas.
Bentham complementa este postulado básico con la aceptación de los
siguientes supuestos o principios, que constituyen su sistema:
1. Que el objeto propio del deseo es el placer y la ausencia de dolor.
2. Que todos los placeres son cualitativamente idénticos y, en consecuencia,
su única diferenciación es cuantitativa.
3. Los placeres de las distintas personas son conmensurables entre sí.
Para el filósofo alemán Immanuel Kant22 , es un hecho que lo único
objetivamente bueno es una buena voluntad. La inteligencia, el valor, la riqueza
pierden todo valor, convirtiéndose en cosas perniciosas si van acompañados de una
voluntad torcida. La felicidad (fundamento de muchas teorías éticas), representa
un valor relativo frente a la buena voluntad, por cuanto la felicidad del malvado
genera repulsión al observador objetivo como si solo fuéramos dignos de ser felices
cuando poseemos una buena voluntad.
En concepto de Vélez García23 Kant es considerado “el pensador que con
mayor profundidad exploró el “fenómeno moral”, o, en otros términos, las bases

21
Jeremy Bentham (nació en Londres el 15 de febrero de 1748 y falleció en Londres el 6 de junio de
1832) fue un filósofo, economista, pensador y escritor, padre del utilitarismo.
22
Immanuel Kant (nació en Königsberg, hoy Kaliningrado, actual Rusia, el 22 de abril de 1724 y
falleció en esa misma ciudad el 12 de febrero de 1804) fue un filósofo de la Ilustración. Fue el primero
y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Es considerado
como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.
23
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, p. 157.
180 Manuel Espinoza Melet

metafísicas que soportan el conocimiento de los valores éticos. Podemos empezar


por precisar que el tema esbozado se concreta a responder el interrogante de por
qué el ser humano, o mejor el “yo”, experimenta espontánea, intuitivamente el
sentimiento del bien y del mal, y en la mayoría de los casos sabe a qué acciones
humanas les puede atribuir el predicado de buenas o malas.”
Tal y como lo sostiene Monroy Cabra24 Kant basa su teoría de la moral
de forma exclusiva en la razón y por esto la propone como válida, no solamente
para los hombres, sino para todos los seres racionales en general. En este sentido,
afirma lo siguiente:
Su fundamento es a priori, es decir, independiente de elementos empíricos que
pueda proporcionar la existencia. Las leyes de la moral, como leyes de lo que
debe ser o suceder, están contrapuestas a las leyes de lo que es o sucede, o sea
a las leyes de la naturaleza. El imperativo de la obligación moral es absoluto o
categórico, o sea que manda o impone de manera absoluta o incondicionada, sin
estar limitado por condición alguna. La validez objetiva de la moralidad según
Kant “es un hecho” “del que somos conscientes a priori y que es dado como cierto
apodícticamente, aun suponiendo que no se pudiera presentar en la experiencia
ningún ejemplo de su exacto cumplimiento.
Que la buena voluntad es buena incondicionalmente podemos demostrarlo
como sigue. La naturaleza no hace nada en vano, si un ser natural posee un órgano
para satisfacer una función ese órgano es adecuado y perfecto para esa función.
El hombre posee razón e instinto y la razón no tiene solo una función teórica sino
también práctica que busca el bien moral. Pero la razón difícilmente nos puede
hacer felices, el hombre sabio descubre pronto que todas las preocupaciones que
nos muestra nuestro intelecto (muerte, enfermedad, pobreza, incertidumbre…)
y que los actos buenos de nuestra razón práctica no conducen a la felicidad; sin
embargo, el hombre sencillo haya la felicidad sin necesidad de su razón con su mero
instinto. Concluye Kant que si el fin del hombre fuera la felicidad la naturaleza
no nos hubiese dotado de una razón práctica que elabora juicios morales que no
conducen por sí mismos a la felicidad. De este modo sostiene Kant que el hombre
ha sido dotado por la naturaleza de razón práctica para otro fin más alto que la
felicidad: el bien moral25.
El bien moral se manifiesta claramente en el concepto de deber. La búsqueda
de la felicidad o de la riqueza nos fuerza a acciones cuyo valor está condicionado
a la consecución de un fin mientras que los actos del deber impuestos por nuestra

24
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 18.
25
Disponible en: http://www.lasangredelleonverde.com/la-etica-formal-de-immanuel-kant/
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 181

razón práctica tienen valor por sí mismos. De este modo concluimos que los actos
morales no son evaluables por sus resultados porque no son elegidos para alcanzar
algo sino por ellos mismos. El resultado de un acto bueno puede ser perjudicial
pero el acto seguirá siendo bueno porque lo importante de un acto moral es el
principio por el que se realiza26.
Para mostrar esto Kant habla de tres tipos de actos: los actos por deber,
conforme al deber o contra el deber. Utilizando el famoso ejemplo del tendero
Kant nos explica que un tendero puede actuar conforme al deber al no engañar
a un niño en su comercio para defender su negocio de la mala fama. ¿Es este
acto por deber? No, porque no se ha hecho por sí mismo, no se ha realizado por
respeto al deber sino buscando algo; el acto tampoco es contra el deber ya que el
tendero no engaña, sino que es un acto conforme al deber, es decir, hecho “como
si” se obrase guiado por el deber, pero realmente guiado por fines espurios. Kant
criticará de este modo muchas de las teorías éticas cristianas ya que ser bueno
para ser recompensado por Dios en el cielo es igualmente un comportamiento
conforme al deber, pero no por deber.
En concepto de Noguera Laborde,27 toda legislación, ya prescriba acciones
interiores, como la moral, o exteriores como el derecho, contiene dos elementos,
constituidos por una ley que presenta como objetivamente necesarias las acciones
que deben ser cumplidas, y un móvil que nos inclina a obrar de determinada
manera. Es precisamente, en el móvil de las acciones donde se encuentra la
diferencia entre las dos legislaciones:

26
Dordelly-Rosales, Nelson. El Abogado en el S. XXI: Necesidad de un Código Deontológico
de la Abogacía en Venezuela, Disponible en: http://deontolgiajuridica.blogspot.com/2012/06/el-
abogado-en-el-s-xxi-necesidad-de-un.html: “Según Kant, no importa con cuánta inteligencia actúe
el individuo, los resultados de las acciones humanas están sujetos a accidentes y circunstancias; por
lo tanto, la moralidad de un acto no tiene que ser juzgada por sus consecuencias sino sólo por su
motivación ética. Sólo en la intención radica lo bueno, ya que es la que hace que una persona obre,
no a partir de la inclinación, sino desde la obligación, que está basada en un principio general que
es el bien en sí mismo. Como principio moral último, Kant volvió a plantear el término medio en
una forma lógica: “Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida, por tu voluntad, en ley
universal de la naturaleza”. Esta regla es denominada imperativo categórico, porque es general y a la
vez encierra un mandato. Kant insistió en que uno ha de tratar a los demás como si fueran “en cada
caso un fin, y nunca sólo un medio” La conexión necesaria entre el Derecho y la moral. a) La unión de
las reglas primarias (obligaciones) y las secundarias (reconocimiento, cambio, adjudicación) puede
ser considerada con justicia como la esencia del Derecho aunque no siempre aparezcan juntos”.
27
Noguera Laborde, Rodrigo. Elementos de Filosofía del Derecho, Bogotá, Fondo de Publicaciones
de la Universidad Sergio Arboleda, 2008, p. 43.
182 Manuel Espinoza Melet

La que hace obrar un deber, y de este deber su único móvil, es la ética, porque las
acciones moralmente buenas sólo pueden ser aquellas que se cumplen por deber
y sólo por deber. Si se realizaran por un motivo diferente no tendrían un valor
universal y necesario, un valor para todo hombre, como lo reclama la moral. Se
trataría de máximas subjetivas, es decir, de principios individuales del obrar,
pero no de una ley universal. Kant rechaza por ello todos los sistemas éticos
fundados en bienes o fines, porque en éstos la ley moral valdría para quienes
quieran esos bienes o esos fines, pero no para todos, con lo cual la ley moral no
sería un imperativo categórico sino un imperativo hipotético, es decir, no sería un
mandato incondicionado, sino un imperativo sujeto a condición.
El imperativo categórico manda por sí mismo sin fin alguno, por respeto al
deber. Si el hombre tiene la capacidad de mandarse a sí mismo, en consecuencia,
será un ser libre. Al ser el hombre libre y autónomo, se convierte en algo valioso
en sí mismo. Mientras que los objetos son “cosas para algo” el hombre es principio
de la cadena de causas por lo que tiene dignidad.
La voluntad del hombre busca la felicidad, en cambio, la razón moral busca el
bien, por este motivo, en muchas ocasiones se provoca el conflicto entre el deseo de
felicidad y el deber; cuando esto ocurre el instinto usa de todo tipo de argumentos
capciosos para seducirnos e imponerse a nuestros sentimientos morales. Por lo
general, el hombre se encuentra atrapado en este conflicto, razón por la cual,
necesita la reflexión filosófica sobre el bien moral, para delimitar con claridad la
naturaleza del deber frente a los intentos del deseo de felicidad de confundirnos.
La ética kantiana es formal, porque propone que nos centremos en la forma de
nuestras decisiones éticas. A pesar de su rigorismo, la ética de Kant se presenta
como una meta noble y a favor de la libertad y la dignidad intrínseca del ser
humano.
Para el filósofo inglés Bertrand Russell28, la ética no pertenecía a la filosofía,
muy a pesar de haber escrito muchos trabajos relacionados con el tema ético.
Estaba convencido de que los hechos morales eran objetivos, pero que
solo eran conocidos a través de la intuición, y que eran simples propiedades de
los objetos, no equivalentes a los objetos naturales a los que habitualmente se
les asocia, y que esas sencillas propiedades morales indefinibles no podían ser
analizadas usando las propiedades no morales a las cuales se asociaban.

28
Bertrand Arthur William Russell (Trellech, 18 de mayo de 1872 - Penrhyndeudraeth, 2 de febrero de
1970) fue un filósofo, matemático, lógico y escritor británico ganador del Premio Nobel de Literatura
y conocido por su influencia en la filosofía analítica, sus trabajos matemáticos y su activismo social.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 183

Russel señalaba que las consideraciones éticas no eran solo significativas,


sino que eran objeto de importancia vital para el discurso civil.
De acuerdo con Carvajal Villaplana29:
La ética y los códigos morales para Russell son necesarios a causa del conflicto
entre la inteligencia y el impulso (1971, 18)3; sin aquel no habría lugar para la ética.
La inteligencia posee la capacidad de controlar el impulso porque la existencia
de éste último es peligroso, sin embargo: “...las acciones de los seres humanos no
proceden enteramente de un impulso directo, sino que pueden ser controla das
y dirigidas por un propósito consciente...” (1954, 17). A pesar de esto, la vida de
impulso “... debe ser preservada si no queremos que la existencia humana pierda
su sabor. Un sistema ético en que los hombres puedan vivir felices debe encontrar
su término entre los polos del impulso y el dominio…” (1954, 16). La ética de
Russell parte de esta condición de la naturaleza humana. Desde una perspectiva
histórica, para Russell, la ética presenta otras dos fuentes, una de orden político,
la otra en lo religioso-moral.

1.1.3 Principios

Los principios éticos se basan en los criterios de decisión fundamentales que


los miembros de una determinada comunidad consideran en sus deliberaciones,
acerca de lo que debe o no hacer en cada una de las situaciones que enfrenta en
su quehacer social, profesional, cultural, etc.
En el transcurso de la vida, el ser humano, inevitablemente debe enrumbarse
hacía una meta o propósito, un accionar, y en esas decisiones, es menester que se
respeten una serie de estándares éticos, los cuales se han vuelto vinculantes para
los miembros de las distintas comunidades académicas y científicas.
Estos estándares éticos, tienen como fin la de garantizar que las distintas
disciplinas estén al servicio de todos los seres humanos, que existe un verdadero
avance y progreso en el conocimiento y mejoramiento del bienestar social, y por
supuesto, sean respetados los derechos humanos de todos los grupos involucrados.
En este sentido, encontramos que en la doctrina rigen cinco principios éticos:
beneficencia, no maleficencia, justicia, autonomía e integridad.
El principio de beneficencia responde al hecho de que todo ser humano tiene
el legítimo derecho de vivir bajo la égida de su propia convicción, es decir, lo que
considere bueno, perfecto y bajo los estándares de felicidad. Bajo esa concepción,

29
Carvajal Villaplana, Álvaro. Pasión y razón: una síntesis en la ética de Bertrand Russell, Revista
de Filosofía, Universidad de Costa Rica, XLVI (119), 9-20, septiembre-diciembre 2008, p. 10.
184 Manuel Espinoza Melet

se genera una obligación moral de actuar en beneficio de otros. Muchos actos


de beneficencia son obligatorios, pero al actuar sobre la base de beneficencia, se
impone la obligación de ayudar a otros a promover sus importantes y legítimos
intereses, por ende, es preciso hacer el bien y evitar el mal.
El principio de no maleficencia, se sustenta en el simple hecho de no hacer daño
intencionalmente, por lo tanto, se debe respetar el derecho que tiene todo ser humano
a no ser objeto de discriminación alguna, bien sea por su raza, credo, sexo, edad,
condición social, etc.; la no maleficencia contiene cuatro obligaciones generales30:
– No se debe hacer mal o daño en cualquiera de sus formas.
– Se debe prevenir el mal o daño, lo cual incluye la negligencia.
– Se debe remover el mal o daño, el cual puede ser conceptuado de muchas
maneras.
– Se debe hacer o promover el bien, y tiene que ver más con el principio
de beneficencia.

1.3 Ética y moral

El filósofo español Fernando Savater31, en su libro “Ética para Amador”,


ofrece un hermoso concepto de la moral y la ética, señalando «Moral» es el
conjunto de comportamientos Y normas que tú, yo y algunos de quienes nos
rodean solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué los
consideramos válidos y la comparación con otras «morales» que tienen personas
diferentes.
Destaca Pereznieto32 que las normas morales y las normas éticas suelen
tener el mismo origen y naturaleza. Se hallan tan entrelazadas que difícilmente
se podría precisar que tal o cual persona no es moral, pero es ética, o viceversa.
En este sentido, sostiene lo siguiente:
La moralidad en la persona es un actuar de acuerdo con los valores que reconoce la socie-
dad en que esa persona vive; es una calidad personal que envuelve a la persona en
toda su actuación y en su actuación frente a otras, ya sea en su ejercicio profesional

30
Frankena W. Ethics. 2nd. ed.; Englewood Cliffs, New Jersey, Prentice-Hall, 1973: Chap. 3
Utilitarianism, Justice and Love: The Principle of Beneficence, Disponible en: http://www.ditext.
com/fran-kena/ethics.htm
31
Savater, Fernando. Ética para Amador, Barcelona, Editorial Ariel, 2011, p. 19.
32
Pereznieto Castro, Leonel. Introducción al estudio del derecho, Quinta edición, México, Colección
Textos Jurídicos Universitarios, Editorial Oxford University Press, 2005, p.146.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 185

o en su trabajo, en su familia u otra actividad cotidiana. Será por lo común una


persona que actuará de acuerdo con las reglas que su trabajo, profesión, familia o
actividad establecen. Esa persona que actúa con base en los valores establecidos
es, además de su actuación moral, probablemente una persona ética.
Tal y como lo destaca García33 los dos términos, la ética y la moral, se
manejan de manera indistinta, pues están muy vinculados el uno con el otro. Ambos
deben estar siempre presentes, como una reflexión que despierte la conciencia
del individuo, lo cual lo motiva a demostrar una conducta adecuada, que respete
los códigos universales, los cuales, sirven para inspirar las mejores prácticas y
el buen comportamiento. Por lo tanto, los hombres son responsables de sus actos
y que la libertad, a la cual tienen derecho como ser humano, debe estar limitada
por estas disposiciones.
En criterio de Moreno Luce34, la intención de diferenciar la moral de la ética:
no es por razones etimológicas, ni por el uso indiferenciado de ambos términos,
sino por imperativos lógicos, es decir, porque configuran dos niveles distintos de
pensamiento, uno, la moral, es parte de la conducta humana y la otra es la disciplina
que reflexiona sobre esa conducta. En el lenguaje común, el uso de esos vocablos es
indistinto, se utilizan inclusive como sinónimos ya que etimológicamente provienen
de palabras con el mismo significado, en latín mor mores que significa costumbre y en
griego Ethos, también significa costumbre. Aristóteles, el creador de la disciplina
y de la palabra ética, no conocía, por supuesto, la palabra moral, por esa razón
hablaba de ética indistintamente para referirse a la conducta humana en relación
con el bien y a la ciencia que la estudiaba, pero actualmente, desde un punto de vista
riguroso, debemos distinguirlos conceptualmente, una es la moral que consiste en
la conducta humana en relación con el bien y otra la ética o filosofía moral.
Encontramos notables diferencias entre la ética y la moral, en primer lugar,
en cuanto a sus definiciones; se dice que la moral es el fundamento de la ética. En la
moral encontramos todos los principios o hábitos referentes a la conducta. La moral
es indicativa de lo que es correcto o incorrecto, así como, lo que podemos y no
podemos hacer. Es un concepto distintivo de cada ser humano, por lo tanto, es
individual e interno y tiene relación con sus principios de comportamiento y sus
creencias. Suele ser consistente y solo modificable en las creencias personales del
individuo. Sus conceptos suelen trascender las normas culturales de diferentes
sociedades.

33
García, Arminda. Ética y moral, disponible en: http://www.laverdad.com/opinion/113491-etica-y-
moral.html
34
Moreno Luce, Marta Silvia. La Deontología Jurídica, México, Revista Letras Jurídicas, N° 4, 2001, p. 2.
186 Manuel Espinoza Melet

La moral es un conjunto de principios y reglas que pueden ser derivadas de


un código de conducta obtenido de alguna religión en particular, filosofía, cultura
o grupo familiar.
En la ética, encontramos reglas de conducta reconocidas en relación a un tipo
particular de acciones, cultura o grupo humano. Forma parte integrante del sistema
social y son conductas externas al individuo. Es por ello que, depende de los otros
para su desarrollo y definición y puede variar dependiendo del contexto y la situación.
En cuanto en el campo acción donde se manifiestan, la moral comprende el
conjunto de valores que se internalizan en un individuo desde sus primeros años
de vida. En consecuencia, se relaciona con la alienación que ocurre naturalmente
en el proceso de socialización implícito en la crianza, el cual tiene una gran
influencia en la órbita cultural donde la persona se desenvuelva. Es por ello, que
ciertamente la moral es relativa, porque culturalmente hay situaciones que pueden
ser consideradas como moralmente aceptadas o como inaceptables.
La moral refiere a costumbres, las cuales son transmitidas de generación en
generación en todas las sociedades y asentamientos humanos. Los defensores de
cada posición pueden dar argumentos lógicos, pero la moral no necesariamente
está estrechamente ligada a la lógica.
Es por ello, que la moral está referida al marco de creencias enraizadas en cada
individuo, las cuales tienen una enorme influencia en las acciones que ejecutan las
personas y la manera en que éstas eligen su comportamiento. En cambio, la ética se
exterioriza en el ámbito de las relaciones humanas; es decir, de la conducta, y no
del mundo interior de las personas. Por esta razón, la ética pretende ser universal
y no materializarse en un plano estrictamente personal.
La virtud de la ética se evidencia en la probidad y en el propósito de elegir
comportamientos que observen, de manera estricta, el respeto por los demás, así
como el impulso y la promoción de la convivencia armónica. La moral, tiene una
notable influencia en la forma en que las personas se relacionan entre sí y, por
ende, en la firmeza de su ética. Es por este motivo, que la moral es intrínseca del
ser humano, mientras que la ética está expuesta públicamente.
La moral habita en el subconsciente del ser humano, ya que le da cuerpo al
imaginario o a la cosmovisión que adquiere la persona. Son valores imbuidos
durante todo el desarrollo de la niñez y que resultan en principio incuestionables.
Esos valores son reforzados con los mensajes que subyacen del entorno familiar, en
la comunicación personal y en los medios masivos modernos. La moral es íntima.
La ética se exterioriza en la hoja de servicio del individuo, en su actuación pro-
fesional o como miembro de cualquier entidad social con reglamentos y normas de
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 187

obligatoria observancia. Es por ello, que la actitud desempeñada por la persona, debi-
damente manifestada en la rectitud y probidad, abrazada del buen concepto, acreditan
la condición ética del individuo. En consecuencia, la cualidad ética, se encuentra
conforme al justo proceder con respecto a las leyes establecidas. La ética es pública.
Lo moral no es necesariamente conducido por las leyes, al contrario, éstas
pueden ser fruto de la moralidad que rige en el momento en que se promulgan.
Tanto la moralidad como las leyes pueden ser modificadas con el transcurso
del tiempo, todo ello motivado a los innumerables cambios que experimenta la
sociedad. Es por este motivo, que la moral construye, desarrolla a las leyes y la
ética depende inexorablemente de éstas. En consecuencia, las leyes tienen un firme
propósito: la armonía en las relaciones humanas.
La moral se encuentra basada en un conjunto de valores inculcados en
la crianza y que se asumen como leyes de vida. Quizás por esta condición
estén expuestas a cuestionamientos, e incluso adoptar valores o posiciones que
contradigan algún legado. Por el contrario, la ética demanda una preparación, un
criterio para discernir, que se adquiere con educación y con el afianzamiento de
criterios que se materializan con la adultez.
Los valores morales se constituyen y expresan en el entorno personal o íntimo
del individuo, mientras que la ética se practica en la interacción con los demás
miembros de la sociedad.
El entorno personal abarca no solo el hogar y la familia extendida, sino
también las amistades y demás personas con las que se establecen lazos de afecto.
El entorno social está constituido por el resto de las personas, conocidas o no, con
las que se comparte alguna actividad académica, comercial, gremial o profesional,
bien sea habitual o eventual.

2. DEONTOLOGÍA

La deontología35 es la disciplina que se ocupa de los deberes de los profesionales.


Para cierto sector de la doctrina36 la deontología se encuentra referida propiamente

35
Pérez Valera, Víctor. Op. Cit. Deontología jurídica, La ética en el ser y quehacer del abogado,
p. 10: “La palabra deontología es de origen griego y significa “tratado o estudio del deber”. El
neologismo se debe, como hemos visto, a Jeremías Bentham: su libro Deontology or the Science of
Morality se publicó en Londres en 1834, dos años después de su muerte.
Actualmente la palabra deontológico se utiliza también para distinguir uno de los enfoques de la
moral moderna en contraposición al enfoque teleológico”.
36
Pérez Fernández del Castillo, Bernardo. Op. Cit. Deontología Jurídica, p. 133.
188 Manuel Espinoza Melet

a todos los deberes que cada persona tiene consigo y con los demás; por lo tanto,
se diferencia del término ontología en cuanto que éste significa estudio del ser, y
deontología del deber ser.
En concepto de La Torre Díaz37:
La deontología se presenta con un objetivo muy concreto y limitado: establecer
unas normas y pautas de conducta exigibles a los profesionales con la finalidad de
garantizar una actuación honesta a todos los que ejercen la profesión. La deon-
tología en la medida que establece unas normas y códigos de actuación se sitúa
más cerca del derecho que de la filosofía o, como opinan otros autores, entre el
derecho y la moral pues prevé tanto consecuencias de carácter sancionador como
la especificación de principios morales de carácter general. La deontología debe
atender las voces de los especialistas en ética, pero es el propio profesional el
que desde su conocimiento directo de la realidad debe diseñar las normas de un
comportamiento honesto en la profesión cuya comprensión no puede realizar todo
el mundo.
Siguiendo las enseñanzas de Vélez García38:
la deontología jurídica mira hacia un objeto formal que no es el derecho como
normatividad o conjunto de reglas; ni como realidad social o ente cognoscible que
implica “un proprium sine qua non” de la vida de los hombres en sociedad; ni, en
fin, como instrumento de disciplina individual y colectiva, o medio empleado para
alcanzar los fines de la colectividad. De todas estas categorías o modos de ser del
derecho la deontología jurídica recibe aportes especiales y de ellas toma aquellos
aspectos que le permiten poner a prueba sus tesis para verificar o desechar la certeza
científica de sus postulados. En síntesis, a la deontología le incumbe a examinar
todo aquello que se relaciona con el derecho como contenido de valores. Esto quiere
decir que el objeto formal de la deontología jurídica es el derecho como fenómeno
axiológico. La deontología jurídica estudia, en síntesis, las diversas manifestaciones
modales del derecho (costumbre, ley, reglamento, acto administrativo, sentencia,
pacto, contrato, cuasicontrato, delito, cuasidelito, etc.), con referencia a los valores,
es decir en cuanto representan conductas humanas disciplinadas desde el punto
de vista de un deber ser ajustado a los valores jurídicos.
En criterio de Lega39 la deontología se aplica:
preferentemente a las profesiones intelectuales antiguo origen histórico, la
deontología designa el conjunto de reglas y principios que rigen determinadas
conductas profesional de carácter no técnico, ejercidas o vinculadas, de cualquier

37
de La Torre Díaz, Francisco Javier. Ética y Deontología Jurídica, Madrid, Editorial Dykinson,
2000, p. 105.
38
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, p. 9.
39
Lega, Carlos. Deontología de la profesión de abogado, Madrid, Editorial Civitas, 1983, p. 23.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 189

manera, al ejercicio de la profesión y a la pertenencia del grupo profesional. Es, en


sustancia, una especie de urbanidad del profesional. Su carácter ético se evidencia
en mayor grado en las profesiones con trasfondo humanitario como el arte forense
y el arte médico.
En concepto del Maestro Duque Corredor40:
La Deontología Jurídica comprende tanto la normativa moral o ética como la del
buen ejercicio de la abogacía, que se recogen en códigos de ética de la abogacía.
De manera que el estudio de sus principios y normas y los modos de formularse,
así como las instituciones encargadas de su aplicación y control, y las sanciones
establecidas para su incumplimiento, constituye la Ciencia de la Deontología
Jurídica. Por definición el objeto de esta Ciencia lo constituye el estudio de las
normas autónomas elaboradas y aprobadas por la corporación o colegios de
abogados, que, sin embargo, obligan a los poderes del Estado y que además, pueden
ser aplicadas por estos mismos poderes. También pueden estar recogidas en leyes
sancionadas por el Poder Legislativo en atención al tipo de actividad profesional
desempeñada por el abogado, o por la responsabilidad especial que asume ante
la sociedad al ejercer determinadas funciones. Y, además, la Deontología como
ciencia tiene su propio modo de interpretación y de aplicación, porque, ha de tener
en cuenta factores sociales porque implica también la imposición de sanciones. Es
decir, su estudio comprende los tipos de sanciones de falta a la ética profesional,
el debido proceso para su aplicación y los recursos contra las sanciones que se
consideren injustas o ilegales.
En consecuencia, la deontología fija las normas que rigen la conducta y el
desempeño en la esfera profesional, mediante las cuales se exige al profesional
el cumplimiento de todas y cada una de las responsabilidades inherentes a los
actos propios de su esfera competencial. Es por ello, que es una ciencia aplicada
al ámbito moral, enfocada estrictamente a todas aquellas conductas y actuaciones
que no están no contempladas en el derecho, ni tampoco sometidas al control de
la legislación pública.
En este sentido, recae la responsabilidad de los colegios profesionales, a los
fines de fijar, mantener, promover y defender los códigos deontológicos41, así como
en la labor de vigilar el correcto y cabal cumplimiento.

40
Duque Corredor, Román J. Op. Cit. Lecciones Elementales de Deontología Jurídica, pp. 33 y 34.
41
Armando S., Andruet (h): Deontología del derecho abogacía y abogados Estado actual de la
cuestión, Córdoba, Argentina, Ediciones de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
de Córdoba Volumen XVIII, 2.000, p. 44: “De tal guisa que los códigos de ética son reflejo y síntesis
primariamente de un ethos profesional tradicional, por una parte, y a la vez de los nuevos aspectos
cambiantes que se irán agregando como fruto obvio de las nuevas situaciones de vida. Conviene
finalmente exaltar, a los efectos de no dejar lugar a dudas, la importancia que cabe asignarle a los
códigos de ética, que revelan un cuerpo normativo de mayor valencia que otras leyes provinciales,
190 Manuel Espinoza Melet

De acuerdo con el criterio de Monroy Cabra42 la característica más notoria


de la deontología “es la espiritualidad basada en la concepción religiosa de la
existencia. Las reglas de ética se refieren usualmente a la moral común, es decir, a la
moral existente en determinado lugar y momento histórico, si bien se fundamentan
en principios deontológicos universales e irreversibles”.
En relación a la naturaleza y contenido deontología jurídica, algunos
tratadistas consideran que un código de conducta jurídica sería prácticamente
una especie de urbanidad profesional; otro sector, aduce que las prescripciones
deontológicas poseen una connotación enteramente consuetudinaria local, ya
que las costumbres de cada país van a marcar decisivamente el ejercicio de
una determinada profesión. Otros son del criterio que la deontología preceptiva
elaborada por un grupo gremial, procurada por el buen sentido y la tradición, a
los fines de brindar protección a los legítimos intereses de la actividad profesional,
así como, del mantenimiento de un elevado nivel de prestigio; otros tratadistas,
perciben como patrón de la preceptiva el acervo de aquellas dotes y atributos
morales que supuestamente adornan a un tipo ideal de profesional, donde se destaca
el sentido ético, la devoción a la carrera, el servir al prójimo sin intención de lucro,
y con el convencimiento de que con la puesta en práctica de esa concepción, el
profesional cumple eficazmente la función social, y en consecuencia, retribuye a
la sociedad lo que ésta le procuró al propiciar su formación académica.
En conclusión, tal y como lo destaca Vélez García43:
Para relievar más el carácter ético, es decir la vinculación que ata al abogado
con los postulados de la ética general, basta considerar que tanto en las tareas
específicas cuya práctica ya posee un cuadro de formulaciones y soluciones más o
menos uniformes o conocidas, como en aquellos cuadros imprevisibles que arroja
la abundancia incontenible de la vida, frente a una situación de conciencia difícil
e imprevista, el abogado debe asumir una posición de buena voluntad, intención

cualesquiera que ellas sean, toda vez que las últimas son propiamente normas de orden público, en
razón de que el legislador las ha ponderado como esenciales para la propia existencia de la sociedad.
Sin más, la jurisprudencia ha reconocido que a las nombradas corresponde garantizar la competencia
y probidad de un servicio público auxiliar de la administración de justicia 71. Desde este análisis, los
códigos de ética profesional tienen una doble estructura interna por una parte, la que corresponde en
esencia al ethos profesional tradicional y que a título de causalidad formal opera en el mismo, y por
otra, los nuevos reflejos del ethos profesional, acorde a las propias adecuaciones que corresponda
efectuar a las mutaciones de la vida profesional ordinaria y que, en términos generales, no afectan la
causalidad intrínseca del código profesional”.
42
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 3.
43
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
235 y 236.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 191

recta, y decidido ánimo de acierto en la justicia, el bien y la verdad, propósito que


sólo puede lograr recurriendo a la moral usual, o lo que en este caso es lo mismo,
a los principios consagrados por la teoría general de la ética, a veces con el auxilio
del consejo pedido a personas prudentes.

2.1 Diferencias entre ética y deontología

Resulta verdaderamente inevitable tratar de desvincular la deontología de la


ética, porque ambos conceptos pareciesen estar insoslayablemente unidos en un
mismo fin. Tal y como lo destaca Chinchilla Sandí44:
Esta relación resulta sumamente estrecha, donde la deontología cuenta como punto
de referencia y motivo de regulación, la ética profesional. La primera no subsiste
sin la segunda y, de igual modo, la segunda no cuenta con sentido práctico de
regulación y cumplimiento obligatorio, sin identificarse con un cuerpo normativo
deontológico.
A pesar de que la ética y la deontología tienen una evidente compenetración,
existen también diferencias entre ambos conceptos. Para ello, tomaremos las que
de manera relevante, sugiere Chinchilla Sandí45:
- Cumplimiento de valores éticos y normas deontológicas. Los valores éticos
están íntimamente relacionados a la intimidad del ser humano, donde se toma
la determinación si los sigue o, de lo contrario, reniega de ellos se procede en
forma consecuente. En consecuencia, no hay normas imperativas que sancionen
a aquellos ciudadanos que irrespeten las regulaciones sociales morales y éticas;
como tampoco existen mecanismos institucionalizados de amenaza para que los
preceptos éticos se interioricen en cada ser humano y se conviertan en regla de
vida de todos. A diferencia de ello, en el campo de la deontología profesional la
tendencia es la creación de regulaciones consensuadas de carácter moral y ético
que se recogen en normativas internas para las diferentes profesiones, las cuales
son de obligatorio acatamiento para todos los agremiados, y derivado de su
incumplimiento, podrían desembocar en las sanciones correspondientes.
- Enseñanzas de la Deontología a la Ética. La ética tiene mucho que aprender de
la deontología, pues la primera presenta un ámbito de regulación más genérico,
abstracto y distante de los sujetos a los cuales se dirige, por lo que su efectividad y
seguimiento resulta cuestionable y difícil de entender. Por su parte, la deontología

44
Chinchilla Sandí, Carlos. El abogado ante la moral, la ética y la deontología jurídica, San José de
Costa Rica, Revista de Ciencias Jurídicas N° 109, Universidad de Costa Rica Colegio de Abogados,
2006, p. 219.
45
Chinchilla Sandí, Carlos. Op. Cit. El abogado ante la moral, la ética y la deontología jurídica, pp.
219,220 y 221.
192 Manuel Espinoza Melet

muestra problemas y realidades concretas del profesional, donde se regula en


forma directa y efectiva el acatamiento de las disposiciones o regulaciones ético-
profesionales, pues su incumplimiento se encuentra inmerso dentro del ámbito de
sanciones disciplinarias que podrían provocar.
- La Ética está dirigida a la conciencia individual, por el contrario, la deontología
es de carácter colectivo, ya que regula el ejercicio de una profesión.
- El código deontológico regula la conducta del profesional en su campo y prevé
sanciones por su incumplimiento. La eficacia del mismo excede el fuero interno
del profesional, pues ante la realización de ciertas conductas surge la sanción. Esta
sanciones son las que brindan eficacia en el prevención de la conducta profesional
incorrecta; mecanismos que no posee la ética en sí misma.

2.2 Deontología jurídica


2.2.1 Concepto y principios

La deontología jurídica es la rama de la filosofía que trata sobre la moral


del abogado y la forma de actuar con su cliente. El profesional del derecho tiene
que defender los intereses de su patrocinado actuando siempre con la verdad y
teniendo en cuenta su ética profesional.
En consecuencia, la deontología jurídica se presenta como aquella parte
de la ética profesional que se ocupa de los deberes éticos de los abogados como
servidores del Derecho, de analizar y valorar la ética del abogado y su actuación
en el ejercicio profesional en relación con los principios deontológicos y su relación
con los clientes, colegas y demás implicados en el proceso jurídico.
En cuanto a la naturaleza y contenidos propios de la deontología jurídica,
algunos doctrinarios estiman que un código de conducta jurídica apropiada
constituye, en síntesis, una especie de urbanidad profesional; otro sector, considera
que las prescripciones deontológicas ostentan una connotación enteramente
consuetudinaria local, pues su fuente visible son las costumbres arraigadas en
cada país, las cual enmarcan la respectiva ocupación. Algunos juristas, consideran
abordan lo atinente a la deontología como una preceptiva elaborada por el respectivo
grupo gremial, procurada por el buen sentido y la tradición, a los fines de proteger
los intereses de la actividad y el mantenimiento de un elevado nivel de prestigio.
Otros autores, identifican como patrón de la preceptiva el acervo de aquellas dotes
y atributos morales que supuestamente adornan a un tipo ideal de profesional,
donde resalta la ética, lo devocionario en la profesión, el servir al prójimo, y la
conciencia de que, con la práctica de la profesión en tal forma, el profesional está
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 193

cumpliendo la función social de retribución en servicio a la sociedad por la


formación profesional46.
En relación a los principios de la deontología jurídica47, éstos forman parte
integrante de los deberes del abogado, los cuales se encuentran comprendidos
en la legislación colombiana; los mismos fueron debidamente analizados en la
presente investigación. Razón por la cual, simplemente enunciaremos los siguientes
principios que han sido recogidos por buena parte de la doctrina imperante en la
materia:
1. Principio de la independencia profesional.
2. Principio de libertad profesional.
3. Principio de dignidad y decoro profesional.
4. Principio de diligencia.
5. Principio de corrección.
6. Principio del desinterés.
7. Principio de información.
8. Principio de reserva.
9. Principio de lealtad procesal.
10. Principio de colegialidad.

2.3 Alcance, postulados e importancia

La deontología juega un papel fundamental en el campo de la ciencia jurídica,


así como en el desempeño profesional del abogado, que ejerce la abogacía bajo la
égida de la justicia, la equidad, la lealtad y la seguridad jurídica. Es por ello, que
es importante fomentar y desarrollar normas deontológicas en todas las áreas del
conocimiento y ámbito social, muy especialmente en los estudiantes y profesionales

46
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
232 y 233.
47
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 56: “Los principios de deontología
jurídica actualmente están contenidos en códigos de ética que han promulgado algunos Estados
mediante leyes o decretos, o que rigen por costumbre, por la fuerza que tiene el colegio o la orden
que ejerce la función disciplinaria sobre los abogados. Asimismo, existen códigos internacionales de
deontología forense, como los promulgados por la International Bar Association (L.B.A) y la Unión
Internationale des Avocates (U.I.A)”.
194 Manuel Espinoza Melet

del derecho, puesto que las mismas no deben ser una letra muerta, y convertirse
en una exigencia, como lo demandan los tiempos y las sociedades actuales48.
Estamos ante un panorama social sumamente preocupante, la pérdida
de valores y de principios irradia peligrosamente a la colectividad. Han sido
severamente socavadas las bases sólidas de la familia, gracias a los vicios y
aspectos delincuenciales en los cuales ha estado sometida la sociedad desde
hace varias décadas; una situación dantesca que genera el deterioro de los más
elementales conceptos de convivencia ciudadana. Ante este escenario, enerva la
imperiosa necesidad e importancia de las normas deontológicas, lógicas y bien
estructuradas en beneficio de la paz y restablecimiento del orden social.
Tal y como lo sostiene Pérez Valera49:
La importancia de la ética en el mundo jurídico es algo urgente e imprescindible.
Es cierto que el derecho no lo es todo, pero si lo jurídico estuviera impregnado
de valores éticos, se daría un paso decisivo hacía un mundo más humano y más
justo. La deontología, por lo demás, es más necesaria en aquellas profesiones que,
como la jurídica, han caído en gran desprestigio.
Dado el alcance e importancia que representa la deontología, Andruet50
plantea algunos paradigmas deontológicos, a los fines de contribuir a una nueva
dinámica para el ejercicio profesional del abogado actual y del futuro. El autor
hace énfasis de que, en modo alguno, dicho planteamiento sea considerado como
sustitutivo de los códigos deontológicos, pues resultan integradores del plexo de
deberes positivos y negativos que se encuentren descriptos en los respectivos
códigos. Las propuestas de actuaciones deontológicas particulares, son expuestas
por de Andruet, de la siguiente manera:
1. Se impone que los abogados concluyan luego de cualquier actuación
profesional, realizando una verdadera crítica de lo que por ellos fuera
actuado. Sea para rectificar los comportamientos venideros o para poder
completarlos, si antes acaso, hubieran sido insuficientes o incompletos.
2. El profesional del derecho debe comprender definitivamente que cada
caso, engloba una determinada situación existencial concreta, por ello
es por lo que deberán brindar y dedicar todo el tiempo que sea necesario

48
Pérez Fernández del Castillo, Bernardo. Op. Cit. Deontología Jurídica, p. 134.
49
Pérez Valera, Víctor. Op. Cit. Deontología jurídica, La ética en el ser y quehacer del abogado, p. 10.
50
Armando S. Andruet (h): Deontología del derecho y aceptación de causas forenses, Anuario de
Derecho Civil de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Córdoba,
Tomo VIII, Año Académico 2003, pp. 83, 84 y 85.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 195

para dicho estudio. Deberán ubicar el justo medio en la asignación de


tiempos productivos a cada uno de sus asuntos.
3. La actitud del profesional para con los clientes, habrá de ser cultivada a la
luz de la paciencia y comprensión; anteponiendo para así poder cumplirlo,
la comprensión de que aquél que requiere de los servicios profesionales
de un abogado no es sino, de alguna manera, menesteroso.
4. Toda definición que el abogado finalmente decida tomar respecto a los
intereses de su cliente, debe ser ponderada rigurosamente siempre de
una triple perspectiva y con ello, lograr una dimensión holística del
caso sujeto a su tratamiento. De tal guisa es que tendrá que juzgar el
entredicho: a) desde su mirada de abogado defensor de los intereses de
su cliente, b) también colocándose en lugar de abogado contradefensor
de dichos intereses y finalmente c) en una perspectiva equidistante de
ambos extremos.
5. Reconocer y ejercitar que la praxis profesional ha impuesto nuevos modos
en que ella es cumplida. Desde esta consideración, tendrá que asumir
como carga profesional que el proceso judicial es un diálogo, y que, por
ello, además de las normas procesales que así lo ordenan, existen reglas
lingüísticas conversacionales que no pueden ser despreciadas, para que en
definitiva no se convierta su ejercicio profesional en un modo humillante
hacia los otros.
6. Sin llegar a desatender los intereses de los propios clientes, corresponde
que los abogados ponderen siempre, de qué manera la definición que
jurídicamente aspiran a consolidar habrá de contribuir al bien común de
la sociedad. Lo cual presupone no dejar de considerar el abogado, que su
función profesional es contributiva de gran modo a la misma pacificación
social.
7. Sin que ello implique subordinación moral de ningún tipo, corresponderá
ejercitar activamente la virtud de saber descubrir, aun de aquello que no
resulta favorable a los propios intereses defendidos en el pleito, lo certero
que posea; como así también con igual prudencia, discernir acerca de
lo equivocado que se pudo ponderar para otorgar el éxito al cliente que
es defendido.
8. Corresponde usar de los medios tecnológicos e informáticos, sin dejar
de reconocer que la relación profesional abogado-cliente es siempre
personal y casi diádica. Una profesión excesivamente instrumentalizada
196 Manuel Espinoza Melet

se desnaturaliza, por ello habrá que estar muy atento a no caer en la


promiscuidad del recurso tecnológico por un abuso de ellos.
9. Hacer del deber de información a los clientes una constante en la realización
profesional. Incorporando hasta donde ello sea posible en la práctica diaria,
la conocida hoja de encargo profesional en la cual se describirá el
caso, la información que se recibe por el cliente y la complementaria que
se le requiere, la prueba con la cual se cuenta y la razonable perspectiva
de éxito que pudiera existir.
10. Hacer el abogado un esfuerzo diario y permanente, para evitar caer en
lo que fuera nombrado como neurastenia profesional abogadil habitual;
lo cual presupone a los fines de su respectivo frenaje, ejercer un fuerte
entrenamiento y una tenacidad sin límites en la voluntad de ser abogados.
11. Asumiendo los abogados una militancia profesional activa en el
cumplimiento de un imperativo deontológico que sostenga: ‘debes obrar
de tal manera que quieras que en ese comportamiento sea tu conciencia
reflejada en la ciencia aplicada, que tal como se puede colegir, es mucho
más que el modelo profesional fuertemente difundido, de obrar acorde a
la ciencia y conciencia.
En concepto del Maestro Vélez García51, los postulados básicos de la
deontología jurídica, se encuentran representados, en una síntesis de las principales
reglas existentes en los Códigos de Ética profesional del Abogado de los países
más avanzados; personificando sustancialmente el catálogo normativo básico que
debe regir la actividad de la abogacía. Dichos postulados, se aplican especialmente
en el derecho público y privado, así como también en el derecho pena; siendo los
siguientes:
1. No hacerse cargo a sabiendas de una causa manifiestamente injusta;
2. No hacerse cargo de una causa en que el demandante o querellante sólo
busca hostilizar a la persona del demandado o querellado;
3. No hacerse cargo de asunto, gestión o proceso, etc., para cuyo manejo
o representación no posea los conocimientos, el entrenamiento y la
disciplina necesarios sobre la sujeta materia del negocio; o, al menos, la
capacidad y decisión de estudiarlo cuidadosamente y la posibilidad de
llegar a conocerlo a fondo;

51
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, pp.
247 y 248.
Capítulo V. Ética y deontología jurídica 197

4. No asegurar nunca éxito en la causa de la cual el abogado se hace cargo;


5. Mantener la lealtad y al mismo tiempo la independencia frente al cliente,
a la jurisdicción y a los colegas, y a cualesquiera factores externos que
coarten su autonomía;
6. Guardar el sigilo sobre lo que, perteneciendo a la intimidad de las personas
y causando afección a su nombre, buena fama o intereses, llegue a saber
por causa o con ocasión del ejercicio profesional;
7. No abusar del derecho;
8. No utilizar medios ilegítimos para promover o defender una causa, aun
siendo ésta justa.
9. Favorecer la posibilidad de llegar a una transacción, conciliación o
avenimiento entre las partes, antes de irse al litigio, y aun en el curso
de éste;
10. Tener conciencia de que cumple una importante función social, que su
intervención es básica para la realización de la justicia, y que le incumbe
la tarea de procurar el constante progreso del derecho, conforme a los
valores de la justicia, la seguridad, la libertad y la paz.
Capítulo VI. Recepción del caso profesional 199

Capítulo VI
RECEPCIÓN DEL CASO PROFESIONAL

Sumario: 1. Técnicas de aproximación. 1.1 la entrevista no dirigida y


dirigida. 2. Técnicas de estudio: análisis de los hechos: esenciales, conexos,
tangenciales y ajenos. ¿Cómo se enfrenta el caso a través de la reproducción
de los hechos? La diagnosis jurídica. 3. El estudio del caso: su aceptación
o rechazo: Implicaciones y dificultades del caso. Los casos y la realidad
social. Toma de decisiones, ajustes de la realidad: probabilidades, costo
y tiempo. 4. El expediente profesional, elaboración, uso, conservación y
reconstrucción. 5. Relaciones del abogado con su cliente. 5. Relaciones del
abogado con la otra parte y con su abogado.

1. TÉCNICAS DE APROXIMACIÓN

1.1 La entrevista no dirigida y dirigida

La entrevista dirigida se emplea cuando se está en presencia de un caso, donde


no existen suficiente material informativo sobre ciertos aspectos relacionados al
mismo, o cuando la información no se puede obtener a través de otras técnicas.
Para efectuar este tipo de entrevista, es menester contar con una guía de entrevista,
la cual deberá contener preguntas abiertas o temas a ser tratados, los cuales
se derivan de los indicadores que desea explorarse. En esa guía de entrevista,
encontraremos una serie de preguntas, previamente elaboradas y concatenadas
con el tema objeto de estudio y análisis, las respuestas a cada pregunta son, en
líneas generales, bastantes breves, muy concretas, en consecuencia, las respuestas
obtenidas pueden limitarse a un “si” o un “no”.
La entrevista no dirigida, se emplea cuando el entrevistador no ha elaborado
previamente las preguntas, por lo que predomina la espontaneidad, la persona
objeto de la entrevista, suele expresarse con suma libertad sobre los temas
tratados, debiendo tener el entrevistador sumo cuidado y atención a la respuesta
dada a la pregunta formulada, ya que de ella derivará la siguiente pregunta y así
sucesivamente.
200 Manuel Espinoza Melet

2. TÉCNICAS DE ESTUDIO: ANÁLISIS DE LOS HECHOS: ESENCIALES,


CONEXOS, TANGENCIALES Y AJENOS. ¿CÓMO SE ENFRENTA EL CASO
A TRAVÉS DE LA REPRODUCCIÓN DE LOS HECHOS?

En efecto, el abogado siempre tendrá una tarea sumamente delicada y afanosa,


el poder analizar el gran cúmulo de hechos que se derivan del caso, examinar
pormenorizadamente todos y cada uno de sus elementos, hilvanado los que se
ajustan a la realidad jurídica, verificando que los mismos se ajusten a la normativa
legal existente, que esos hechos guarden relación con la materia objeto de análisis,
y desechando lo que realmente contraría el espíritu y razón de la defensa, requiere
en consecuencia, una gran capacidad en el estudio y comprensión de los hechos.
Los hechos tendrán como punto de partida, la descripción de los elementos
del caso, los cuales conllevarán a una justa evaluación de lo que realmente
sucede o sucedió, y aquí puede estar presente la verdad o la ficción, es por ello
que se hace indispensable el buen conocimiento y manejo de la materia y la
experiencia profesional, la capacidad de valorar esos hechos y concederle su justa
proporción, verificar que efectivamente estén acordes con la realidad y que puedan
ser reconocidos y valorados como medios de prueba, para citar un ejemplo, en
materia de divorcio, los hechos tienen una dimensión extraordinaria, a través
de los mismos, el abogado tendrá una clara visión del problema planteado, y a
partir de allí, tendría los primeros lineamientos o elementos de convicción que lo
conducirán a establecer la causal de divorcio prevista en el Código Civil.
Tal y como lo afirma Santana Mujica1 de la narración efectuada por el
usuario, el profesional del derecho deberá realizar la fijación de los problemas reales
y ciertos que presenta el caso, en consecuencia, los problemas del caso se centran:
a. Los referidos al usuario, a sus condiciones, a sus posibilidades.
b. Los centrados a las circunstancias en sí.
c. A las condiciones socio-económicas del usuario.
d. A su estado y preparación sicológica y su medida de decisión.
e. Iguales datos del adversario o contrario.
f. Los problemas inclusive del profesional del derecho, de su capacidad para
asumir el caos y otros aspectos.
g. La relación del abogado y el usuario para conducir, enfrentar y solucionar
el caso en sí.

1
Santana Mujica, Miguel. Manual del Abogado Clínico, disponible en: http://sjdigital.org/elabogado.htm
Capítulo VI. Recepción del caso profesional 201

3. LA DIAGNOSIS JURÍDICA. EL ESTUDIO DEL CASO: SU ACEPTACIÓN O


RECHAZO: IMPLICACIONES Y DIFICULTADES DEL CASO. LOS CASOS
Y LA REALIDAD SOCIAL. TOMA DE DECISIONES, AJUSTES DE LA
REALIDAD: PROBABILIDADES, COSTO Y TIEMPO

Una vez culminada la entrevista, analizados, evaluados y concatenados los


hechos, las aristas del caso, el abogado obtendrá la diagnosis jurídica, la cual
se materializará de acuerdo a los conocimientos generales del abogado, y de la
adecuada información sobre los aspectos de doctrina, legislación y jurisprudencia
en los cuales se encuentre inmerso el caso planteado, de todo ello, el abogado
emitirá un dictamen, donde señalará la posibilidad de una solución o la factibilidad
de una salida, de un enfoque favorable. Esa solución podrá ser negativa o positiva,
donde se le expresará al cliente, con total honestidad, si el caso planteado tiene
asidero jurídico, y por ende, lo conducirá a la mejor solución al problema, duda
o asistencia requerida.
Tal y como lo sostiene Vélez García2 el abogado debe obrar “según ciencia”,
es decir:
aplicar los conocimientos de la ley, de las doctrinas científicas del derecho; emplear
la técnica jurídica y valerse de la propia experiencia profesional en el patrocinio
o la defensa de los intereses encomendados. Este aspecto de la proposición no
ofrece dificultades. El abogado evaluará la causa que se le presente a la luz de su
formación jurídica, empleando en tal estimación todos los elementos científicos y
empíricos de que dispone, dada su habilitación intelectual como jurista y el acopio
de las experiencias personales en la trayectoria profesional.
Sostiene Santana Mujica, que no hay diagnosis correcta sino usamos los
puntos de vista del trabajador y psicólogo social, y que el trabajo en equipo logrará
la respuesta, hay que ajustarse a las realidades de carácter económico y social,
donde podrían existir desigualdades, población de escaso estatus y fortuna, y de
allí variarán las posibilidades y soluciones de los casos concretos. Es por ello,
que la diagnosis en esas áreas no es simplemente la solución legal corriente, es
una toma de conciencia de un alto nivel de injusticias, de desequilibrio social y
económico.
Evaluado el caso, el abogado tomará la decisión de aceptarlo y rechazarlo,
para ello deberá evaluar si realmente se siente capacitado para defender y sostener
los derechos del cliente, el abogado deberá estar imbuido de ética profesional,
es menester que ese caso se adecue a la especialización en la cual se despeña el

2
Vélez García, Jorge. Op. Cit. Derecho y Valores Introducción a la ética de la praxis jurídico, p. 252.
202 Manuel Espinoza Melet

profesional del derecho (civil, penal, administrativo, laboral, niñez y adolescencia,


etc.), si efectivamente puede dominar las innumerables trabas jurídicas que el
mismo puede conllevar, evaluando para ello el acervo probatorio que posee. Es
por ello que el insigne maestro español Sentis Melendo3, afirma lo siguiente:
El abogado debe ser el primer juez del pleito, incluso cuando puede elegir entre la
defensa de una u otra parte; y cuando puede encontrase en la situación de apartarse
de la defensa; sin olvidar la posibilidad de provocar la transacción; y la situación
particular de la defensa en pleito propio.
De igual forma, el abogado deberá evaluar las dificultades del mismo, el
tiempo que llevará en trabajar, estudiar y analizar el caso, si su agenda se ajusta
a las diligencias necesarias, los costos que el mismo generará, atendiendo para
ello a criterios estrictos de ética y de responsabilidad.

4. EL EXPEDIENTE PROFESIONAL, ELABORACIÓN, USO, CONSERVACIÓN


Y RECONSTRUCCIÓN

El abogado, como buen profesional, tiene que tener un archivo conformado


por los expedientes profesionales, debidamente incorporados en orden alfabético,
a los fines de su fácil manejo y ubicación.
En el expediente profesional se encuentran comprendidos todos los datos del
cliente y del caso, documentos, antecedentes, correspondencia, etc., los cuales
se encuentran salvaguardados por el secreto profesional, a cuya preservación se
encuentra obligado el abogado.
El expediente profesional deberá estar perfectamente identificado, a los
fines de su asequible localización, llevando un estricto orden cronológico, en él
se asentarán los datos personales del cliente, así como todas y cada una de las
actuaciones concernientes al caso. Consideramos oportuno, que el expediente
profesional esté conformado de la siguiente manera:
1. Primera pestaña.
a- Datos personales.
a.1 Apellidos y nombres (si es persona jurídica los datos correspondientes).
a.2 Cédula de Identidad.
a.3 Estado Civil.

3
Sentis Melendo, Santiago. Estudios de Derecho Procesal, Buenos Aires 1967, Tomo II, Ediciones
Jurídicas Europa-América, p. 510.
Capítulo VI. Recepción del caso profesional 203

a.4 Profesión u oficio.


a.5 Dirección de habitación.
a.6 Dirección de oficina.
a.7 Teléfono de habitación.
a.8 Teléfono de oficina o trabajo.
a.9 Teléfono móvil.
a.10 Correo electrónico.
2- Segunda pestaña.
a. Datos de la consulta o caso.
a.1 Objeto.
a.2 Datos de la persona que lo remite.
a.3 Antecedentes del caso.
a.4 Documentos proporcionados.
3- Tercera pestaña.
a. Bibliografía necesaria.
b. Jurisprudencia.
c. Legislación.
4- Cuarta pestaña.
a. Evolución del caso: Aquí se asentarán todas y cada una de las diligencias
efectuadas en el caso (visita al tribunal, entrevistas, pruebas, etc.).
b. Fotocopias del expediente judicial.
El abogado deberá ser celoso en el cuido, seguimiento y conservación del
expediente profesional, porque de él dependerá en buena medida el éxito del caso,
ya que dará una buena orientación y un adecuado control del caso, resultando
mucha más práctica y ordenada la gestión encomendada.

5. RELACIONES DEL ABOGADO CON SU CLIENTE

Tal y como lo plantea Bielsa4, la relación entre el abogado y su cliente, se


debe establecer atendiendo al fin y a la regulación del derecho positivo, aunque

4
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, pp. 262, 263 y 264.
204 Manuel Espinoza Melet

existen opiniones divididas, aquí históricamente, con relación al carácter del


contrato, en dos principios principales: de derecho privado y de derecho público.
En la relación predominará el aspecto convencional, ya legal, que vincula
al profesional del derecho con el cliente, esa relación se va a desarrollar dentro
del ámbito del derecho privado, aunque algunas reglas procesales determinen los
efectos del contrato y en especial lo que es objeto de contraprestación pecuniaria.
Dentro de la esfera del derecho privado existen diversas concepciones al respecto,
las cuales son:
a. Mandato: Es un contrato por el cual una persona se obliga gratuitamente,
o mediante salario, a ejecutar uno o más negocios por cuenta de otra, que
le ha encargado de ello. Se considera que la relación entre el abogado y
el cliente fue en su concepción originaria del mandato, se considera que
ello se debe a la influencia del derecho romano.
A juicio de Bielsa, como principio, la naturaleza del vínculo no puede
determinarse sino con relación al contenido de la prestación profesional pactada
o realizada por el abogado. Cabe destacar, que se puede dar el caso, donde el
abogado no necesariamente tiene un mandato, simplemente asiste, asesora, a
veces también representa al cliente, simplemente presta un servicio profesional,
cuya configuración de servicios es la locación de servicios.
b. Locación de servicios: Implica una obligación de hacer por parte del
locatario hacia el locador, teniendo derecho a cobrar por sus servicios si lo
hizo diligentemente aún si no se alcanzaran los resultados esperados. En
este caso, el abogado tiene libertad profesional, por lo tanto, no estaríamos
frente a un servicio de carácter público, sino ante una actividad regulada
por la normativa vigente para la materia.
Hay quienes critican esa posición, y señalan que no siempre hay locación de
servicios, pues también la relación jurídica entre el abogado y su cliente puede
tener la configuración de la locación de la obra, pero es importante advertir, que
esa posición no ha obtenido éxito en la doctrina y la jurisprudencia, porque se ha
considerado que el abogado no pacta “una obra en los resultados”, él simplemente
presta un servicio, más o menos continuado, de asistencia profesional subordinada
a las contingencias de todo caso, y que el cliente pone fin cuando sea necesario.
Por último, señala también Bielsa5, que las obligaciones legales que les imponen
al abogado, en lo tocante a la forma de actuar en juicio, las de índole disciplinaria,

5
Bielsa, R. Op. Cit. La Abogacía, p. 265.
Capítulo VI. Recepción del caso profesional 205

tampoco desnaturalizan el contrato entre el abogado y el cliente. Aun cuando la


función del abogado fuese la de un servicio público –que no lo es–, aun entonces
el contrato seguiría siendo de derecho privado, como lo es el que existe entre los
usuarios particulares de un servicio público y el concesionario.
En opinión de Humberto Cuenca6, la relación entre el abogado y su cliente
se sustenta en una relación de trabajo intelectual con trascendencia pública y
carácter autónomo, considera que cada día se subordina más a la dependencia de
un patrono, y por ende, en otros países se han constituido sindicatos de abogados.
También es importante destacar, que en esa relación debe existir el respeto
mutuo, la cordialidad, la sinceridad, en fin, todos los valores necesarios para el
mejor desenvolvimiento de la relación entre el abogado y su cliente, es por ello, que
el abogado deberá tener una conducta caracterizada por la honradez y la franqueza,
en consecuencia, no deberá aconsejar ni ejecutar actos que puedan calificarse como
dolosos, hacer aseveraciones o negociaciones falsas, citas inexactas, incompletas
o maliciosas, ni realizar acto alguno que pueda entorpecer una rápida y eficaz
administración de justicia.

6. RELACIONES DEL ABOGADO CON LA OTRA PARTE Y CON SU ABOGADO

El abogado deberá procurar mantener una actitud correcta y respetuosa con el


abogado de la contraparte7. En consecuencia, el abogado debe manifestar respeto
y consideración con la otra parte y con el profesional del derecho que a ésta le
asiste o representa. Debiendo mantener los más elementales cánones de conducta,
ajustadas a los principios de educación y convivencia.
La abogacía implica la búsqueda de la justicia, todo ello en base a la solidez
de los argumentos esgrimidos, y por supuesto, de la tolerancia y el respeto a la
disidencia. Los profesionales del derecho se deben al deber de confraternidad,
teniendo muy en cuenta, que los juicios terminan con la sentencia, pero
inevitablemente, los colegas se seguirán viendo las caras en los tribunales, cada

6
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, pp. 399 y 400.
7
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Ética del Abogado, Bogotá, Librería Jurídicas Wilchez, 1985, p. 46:
“El abogado debe tener lealtad con sus colegas. Debe respetar la dignidad del colega, proscribiendo
a su respecto las expresiones hirientes y las insinuaciones malévolas. (…)
El respeto a la dignidad del colega implica confianza, lealtad, benevolencia y la obligación de mantener
en secreto las conversaciones con él sostenidas durante el pleito, y en las tentativas de arreglo. (…)
También debe el abogado, sin vacilación, denunciar al colega de conducta censurable, ante el órgano
competente y el marco de la reserva profesional”.
206 Manuel Espinoza Melet

quien en los asuntos que le han sido confiados, pero siempre en defensa de los
legítimos derechos de sus clientes y/o patrocinados.
Capítulo VII. El secreto profesional 207

Capítulo VII
EL SECRETO PROFESIONAL

Sumario: 1. El Secreto. 1.1 Concepto. 1.2 Clasificación. 2. El Secreto


Profesional. 2.1 Concepto. 2.2 Características 3. Excepciones. 4. Aspectos
civiles y penales.

1. EL SECRETO
1.1 Concepto

El secreto en líneas generales, es todo aquello que se mantiene oculto o


escondido, que no se quiere revelar y que se pretende sustraer de la vista y
conocimiento de los demás1.
Partiendo del punto de vista objetivo, tenemos que el secreto es todo aquello
que debe mantenerse oculto y desde el punto de vista subjetivo, es el hecho de
saberse y mantenerse una cosa en reserva o sin manifestarse, sea por promesa
hecha antes o después de tomar conocimiento de ella.

1.2 Clasificación

Siguiendo las enseñanzas de Helena Carrera Bascuñan2, tenemos que,


atendiendo a su origen, podemos distinguir tres clases de secretos, en primer
lugar el secreto natural, en segundo lugar el secreto prometido y en último lugar
el secreto confiado o comiso.
a. El secreto natural: Es todo aquello de lo cual se tiene conocimiento por
motivo de la casualidad, por investigación personal o por indiscreción
ajena, no puede ser revelado sin causar un perjuicio real, o por lo menos
un justificado disgusto al prójimo. Ese secreto debe mantenerse oculto por

1
Gran Enciclopedia Larousse, Barcelona 1981, Editorial Planeta, Tomo 9, p. 581.
2
Carrera Bascuñan, Helena. El Secreto Profesional del Abogado, Santiago de Chile 1963, Editorial
Jurídica de Chile, pp. 8, 9 y 10.
208 Manuel Espinoza Melet

su propia naturaleza, por ley natural o deber moral que prohíbe perjudicar
o disgustar a los demás sin justo motivo.
b. El secreto prometido: Una vez conocido el secreto, se materializa la
obligación de guardarlo, de no revelarlo, bien sea que ese conocimiento
se haya adquirido por obra de la casualidad, de la investigación personal
o de la confidencia.
c. El secreto confiado: Un secreto es confiado o comiso cuando la obligación
de guardarlo proviene también de un compromiso contraído con
anterioridad al conocimiento del secreto, de una promesa que constituye
la razón de ser de la confidencia. El secreto confiado puede ser de dos
clases:
1. Meramente confidencial: Cuando ha sido comunicado a una persona
cualquiera, que no está en la obligación a prestar consejo o ayuda, en
razón de su oficio o profesión.
2. Secreto profesional: Cuando el secreto ha sido comunicado a un
profesional, con la finalidad de obtener ayuda o consejo, por ello, esa
persona se instituirá como confidente, consejero o auxiliar necesario

2. EL SECRETO PROFESIONAL

2.1 Concepto

El secreto profesional3 se impone a todas las personas a quienes se confían


secretos por razones de su estado, profesión o cargo. Tal y como lo afirma
Rodríguez Piñeres4

3
Gallotti, Alejandro. Límites y excepciones del secreto profesional del abogado, Caracas, Revista de
Derecho de la Defensa Pública, No 2, 2016, p. 259: “El deber de guardar secreto profesional de los
abogados tiene seguramente como punto de partida el derecho constitucional a la defensa y debido
proceso que se consagra a favor de todo ciudadano, tanto en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela como en la Convención Americana sobre Derechos Humanos suscrita y ratificada por
Venezuela. Así, el numeral 1 del artículo 49 de la Constitución dispone que “… La defensa y la
asistencia jurídica son derechos inviolables en todo estado y grado de la investigación y del proceso…”.
Se entiende que, para garantizar una asistencia jurídica que permita una idónea defensa del justiciable,
la relación abogado-cliente debe ser confidencial, a los fines de que esta pueda ser lo más honesta
posible, permitiendo al abogado conocer la verdad de los hechos, lo que facilitará su labor bien en la
consulta o asesoría que deba brindar en un momento determinado o bien en la estrategia procesal que
deberá construir para defender a su patrocinado ante los órganos de administración de justicia.”
4
Rodríguez Piñeres, Eduardo. Estudio sobre el Secreto Profesional, Bogotá 1980, Editorial Temis, p. 14.
Capítulo VII. El secreto profesional 209

cuando en un particular revela los secretos de otro comete una grave falta contra
el honor, esta adquiere mayor magnitud cuando es cometida por aquel que solo en
razón de su profesión ha obtenido una confidencia o ha sorprendido los secretos
de sus clientes.
En la profesión de abogado, el secreto consiste en la absoluta confidencialidad
de lo revelado por el cliente, lo cual representa, una extraordinaria fidelidad y
lealtad a las informaciones suministradas, así como las actuaciones profesionales,
absorbiendo también en ello el material que le sea confiado al abogado para la
mejor defensa de los derechos e intereses del patrocinado.
Tal y como lo afirma Liscano5, se deben cubrir bajo el sigilo profesional:
todos aquellos que una vez revelados pueden mancillar la honra de los sujetos
actuantes, perjudicar sus intereses y personas, o bien destruir o cuando menos
disminuir la consideración de que dichos sujetos gocen en la sociedad. Y he aquí
que, con esta explicación, aparece de resalto para el abogado la dificultad de poder
fijar en un momento dado, el material secreto o puntos reservados de cada asunto
que se le encomiende; y es por ello por lo que más recomendable regla de conducta
en terreno tan fragoso es la discreción, el silencio en todo caso.

2.2 Características

En relación a las características del secreto profesional, es importante destacar


la decisión dictada por la Corte Constitucional de Colombia, de fecha 25 de abril de
2012, con ponencia del Magistrado Dr. Luis Carlos Galván Galván, Expediente D-
8702, Sentencia C-3016, mediante la cual se señalan una serie de características del
secreto profesional que han sido reconocidas por la jurisprudencia constitucional:
3.4.2.1. En primer lugar, el secreto profesional es un aspecto esencial en el ejercicio
de determinadas profesiones, especialmente de aquellas ligadas a servicios
personalísimos:
“Adicionalmente, desde el ángulo del profesional, puede afirmarse que existe un
derecho-deber a conservar el sigilo, puesto que de lo contrario, de verse compelido
a revelar lo que conoce, irremisiblemente perderá la confianza de sus clientes, su
prestigio y su fuente de sustento. También cada profesión, particularmente las
ligadas a la prestación de servicios personalísimos, tienen el interés legítimo de
merecer y cultivar la confianza pública y, por lo tanto, estigmatizan y sancionan a
los miembros que se abandonan a la infidencia y a la divulgación de lo que siempre
debe quedar confinado dentro del impenetrable espacio de lo absolutamente

5
Liscano, Tomás. Op. Cit. La Moral del Abogado y de la Abogacía, p. 67.
6
Disponible en: https://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=48093&dt=S
210 Manuel Espinoza Melet

reservado.” (negrilla fuera de texto original) Esta Corporación ha definido el


contenido de ese derecho a partir de la salvaguarda de la confianza que depositan
las personas entre otras, con ocasión de ciertas ocupaciones”.
3.4.2.2. En segundo lugar, el secreto profesional en Colombia es inviolable por
expresa disposición del artículo 74 de la Constitución Política. En este sentido, la
Corte Constitucional ha señalado:
“Como en el caso del derecho a la vida, en el del secreto profesional la Carta no
dejó margen alguno para que el legislador señalara bajo qué condiciones puede
legítimamente violarse un derecho rotulado “inviolable”. Esa calidad de inviolable
que atribuye la Carta al secreto profesional, determina que no sea siquiera optativo
para el profesional vinculado por él, revelarlo o abstenerse de hacerlo. Está obligado
a guardarlo”.
3.4.2.3. En tercer lugar, si bien el secreto profesional surge de una relación
interpersonal de confianza es oponible a terceros:
“De lo dicho se concluye que el secreto profesional ha sido consagrado en guarda de
la relación del profesional con la persona que solicita y obtiene sus servicios, quien
necesariamente debe hacerle conocer datos y elementos que de otra manera no le
serían confiados por ella. Esa protección tiene efectos hacia el exterior de quienes
han trabado la relación profesional, es decir, se trata de algo oponible a terceros”.
3.4.2.4. En cuarto lugar, el secreto profesional tiene un alcance distinto en cada
profesión, dependiendo del radio de cercanía que la misma tenga sobre el derecho
a la intimidad personal y familiar y del control del Estado sobre las mismas:
(i) El secreto profesional en materia médica está regulado en la Ley de ética médica,
la cual lo define de la siguiente manera: “Entiéndese por secreto profesional médico
aquello que no es ético o lícito revelar sin justa causa. El médico está obligado a
guardar el secreto profesional en todo aquello que por razón del ejercicio de su
profesión haya visto, oído o comprendido, salvo en los casos contemplados por
disposiciones legales”.
Esta ley señala la posibilidad de que el médico revele el secreto profesional: “a) Al
enfermo, en aquello que estrictamente le concierne o convenga; b) A los familiares
del enfermo, si la revelación es útil al tratamiento; c) A los responsables del
paciente, cuando se trate de menores de edad o de personas mentalmente incapaces;
d) a las autoridades judiciales o de higiene y salud, en los casos previstos por la
ley; e) A los interesados cuando por defectos físicos irremediables o enfermedades
graves infecto-contagiosas o hereditarias, se pongan en peligro la vida del cónyuge
o de su descendencia”.
Sobre el secreto profesional del médico la Corte Constitucional se ha pronunciado
en varias oportunidades, señalando sus características particulares:
Capítulo VII. El secreto profesional 211

“Ahora bien, al estudiar el contenido y alcance del sigilo que deben guardar los
profesionales de la medicina sobre los aspectos que conocen por razón de su
relación profesional con los enfermos, la Corte ha considerado que el médico
únicamente puede ser relevado de mantener en secreto lo que conoció, oyó, vio y
entendió, por razón de su relación profesional con el paciente, cuando tal revelación
comporte beneficios comprobados para el enfermo21, y ante la necesidad extrema
de preservar los derechos a la vida, y a la salud de las personas directamente
vinculadas con él”.
(ii) En el sector bancario, la Corte Constitucional ha señalado que si bien es un
deber mantener el secreto profesional, su aplicación en algunos eventos merece
consideraciones especiales:
“En desarrollo de dicho precepto, el legislador ha dispuesto que no es aplicable
el secreto bancario, en asuntos tales como la lucha contra el tráfico y la trata de
personas, el lavado de activos, la corrupción, el narcotráfico y las infracciones
cambiarias, así como el control a las entidades bancarias y financieras, la
investigación acerca de ciertos fenómenos financieros dentro del ámbito estatal y
el régimen disciplinario de aduanas”.
(iii) En materia jurídica, la Corte Constitucional ha señalado que el secreto
profesional tiene un alcance especial pues puede afectar también el derecho a la
defensa, por lo cual manifestado ha que la inviolabilidad de las comunicaciones
es acentuadamente notable en la comunicación del abogado con su representado,
por ello su interceptación ilegal debe ser fuertemente sancionada.
En este sentido, esta Corporación ha expresado la estrecha relación que existe
entre la protección del secreto profesional y el derecho a la defensa:
“La conexión evidente entre el secreto profesional y otros derechos fundamentales
fortalece, aún más, el derecho a la intimidad y el mandato de inviolabilidad de las
comunicaciones privadas. En el caso de que una conversación se desarrolle bajo el
marco de una ocupación que implique el depósito de confianza y la prestación de
servicios personalísimos, se harán mucho más rigurosas y estrictas las exigencias
jurídicas requeridas para poder ejecutar una restricción o una intervención en la
privacidad. Ello es aún más evidente cuando se lleva a cabo la relación entre el
abogado y su cliente, pues en este evento el secreto tendrá un vínculo inmediato
y adicional con el derecho de defensa” (subrayado fuera de texto).
De esta manera, puede concluirse que el secreto profesional se origina en la
relación interpersonal de confianza que surge con la prestación de un servicio
personalísimo y que tiene diversas manifestaciones en cada profesión, por lo cual
no puede equipararse su ejercicio en la medicina, en las finanzas o en derecho.
3.4.3. El alcance del secreto profesional en la jurisprudencia de la Corte
Constitucional
212 Manuel Espinoza Melet

La Corte Constitucional ha analizado en múltiples oportunidades el alcance del


secreto profesional, definiendo su aplicación en eventos especialmente complejos:
3.4.3.1. La sentencia C-411 de 1993 declaró inexequible la expresión: “...salvo
que se trate de circunstancias que evitarían la consumación de un delito futuro”
contemplada en el artículo 284 del Decreto 2700 de 1991. Esta disposición
consagraba en el Código de Procedimiento Penal la excepción del deber de declarar
de los ministros de cualquier culto admitido en la República, los abogados y
cualquier otra persona que por disposición legal pueda o deba guardar secreto
sobre aquello que se les ha confiado o ha llegado a su conocimiento cuando se
trate de circunstancias que evitarían la consumación de un delito futuro.
La Corte Constitucional declaró la inexequibilidad de esta norma al considerar
que la Carta fundamental había otorgado al secreto profesional el carácter de
inviolable, por lo cual no podía tener excepciones:
“Como en el caso del derecho a la vida, en el del secreto profesional la Carta no
dejó margen alguno para que el legislador señalara bajo qué condiciones puede
legítimamente violarse un derecho rotulado “inviolable”. Esa calidad de inviolable
que atribuye la Carta al secreto profesional, determina que no sea siquiera optativo
para el profesional vinculado por él, revelarlo o abstenerse de hacerlo. Está obligado
a guardarlo. Claro que en situaciones extremas en las que la revelación del secreto
tuviera sin duda la virtualidad de evitar la consumación de un delito grave podría
inscribirse el comportamiento del profesional infractor en alguna de las causales
justificativas del hecho (art. 29 del Código Penal).
Esas consideraciones son suficientes para que la Corte juzgue inexequible la norma
acusada, tal como lo dispondrá en la parte resolutiva de esta providencia”.
Sin embargo, en la misma sentencia esta Corporación señaló que la revelación del
secreto profesional podría considerarse en casos extremos como constitutiva de
una causal justificativa del hecho:
“Claro que en situaciones extremas en las que la revelación del secreto tuviera sin
duda la virtualidad de evitar la consumación de un delito grave podría inscribirse
el comportamiento del profesional infractor en alguna de las causales justificativas
del hecho (art. 29 del Código Penal)”.
Esta decisión resulta fundamental para analizar el problema jurídico planteado,
pues plantea una solución respecto de la exención de responsabilidad cuando la
revelación de secreto se realice para la evitar la comisión de un delito, como es
interpretar que en estos eventos puede aplicarse una causal de justificación.
3.4.3.2. La sentencia SU-056 de 1995 revocó los fallos proferidos por el Juzgado
Promiscuo de Fredonia y por la Sala Civil del Tribunal Superior de Antioquia
que habían concedido el amparo de los derechos fundamentales del accionante
Capítulo VII. El secreto profesional 213

al considerar entre otros fundamentos que la actividad periodística también está


cobijada por el secreto procesional. En este sentido, reconoce que el secreto
profesional del periodista se encuentra consagrado en el artículo 11 de la ley 51
de 1975 y se justifica en la relación de confianza del individuo que suministra la
información que debe ser difundida en beneficio de la sociedad:
“Con respecto al periodista, su secreto profesional está regulado por el artículo 11
de la ley 51 de 1975. Esta norma habilita al periodista para realizar su actividad
informativa con la mayor libertad de acción, aunque responsablemente, pues
compeler al periodista a revelar la fuente de su información, conduce a limitar el
acceso a los hechos noticiosos, porque quien conoce los hechos desea naturalmente
permanecer anónimo, cubierto de cualquier represalia en su contra. Es obvio, que
no es sólo el interés particular sino el interés social el que sirve de sustento a la
figura del secreto profesional del periodista; su actividad requiere por consiguiente
de la confianza que en él depositan los miembros de la comunidad quienes le
suministran la información que debe ser difundida en beneficio de la sociedad.
Naturalmente, el periodista no es ajeno a las responsabilidades de orden civil y
penal a que está sujeto y que se le pueden exigir, cuando incurra en afirmaciones
inexactas, calumniosas o injuriosas”.
3.4.3.3. La sentencia T-073 A de 1996 ordenó a una psicóloga del Batallón de
Fusileros de Infantería de Marina No 7 no divulgar los informes psicológicos
practicados a dos miembros de ese batallón para preservar el secreto profesional
y el derecho a la intimidad. En este sentido señala que el derecho profesional se
presenta “Cuando un individuo deposita su confianza en un profesional, ello genera
la obligación inviolable que contrae quien conoce la intimidad de una persona, de
no revelar lo conocido”.
Así mismo se reconoce que la reserva es un deber que supone un vínculo jurídico
para no afectar la intimidad de la persona:
“Obsérvese que se trata de algo más que de la simple discreción, pues el secreto
implica un deber de reserva plena y total. Como deber, supone un vínculo jurídico,
un lazo interpersonal en torno a un objeto corporal o incorporal del que se comparte
el conocimiento. La reserva significa ocultar al vulgo y dejar para sí el objeto
conocido, con el fin de no alterar la intimidad de la persona”.
3.4.3.4. La sentencia C-264 de 1996, la Corte analizó la constitucionalidad de los
artículos 37 y 38 de la Ley 23 de 1981, “Por la cual se dictan normas en materia
de ética médica”, por considerar que vulneran los artículos 74, 95-7 y 241-4 de la
Carta Política.
El artículo 37 de la Ley 23 de 1981 que señala que “El médico está obligado a
guardar el secreto profesional en todo aquello que por razón del ejercicio de su
profesión haya visto, oído o comprendido, salvo en los casos contemplados por
las disposiciones legales”, fue declarado exequible “bajo el entendido de que
214 Manuel Espinoza Melet

la situación a la que se alude objetivamente corresponda a un peligro cierto e


inminente y siempre que no exista un medio idóneo distinto para conjurarlo”.
Por su parte, el artículo 38 de la Ley 23 de 1981 consagra una serie de excepciones
al secreto profesional del médico:
(i) El literal a) permite la revelación de la información “al enfermo, en aquello que
estrictamente le concierne y convenga”; disposición que no fue demandada y que
se funda en el carácter bilateral del secreto profesional.
(ii) El literal b) permite la revelación de la información “a los familiares del
enfermo, si la revelación es útil al tratamiento”; el cual fue declarado exequible
“salvo en el caso de que el paciente estando en condiciones de tomar por sí mismo
la decisión de autorizar el levantamiento del secreto profesional médico a sus
familiares, se oponga a ello”. En este sentido, la Corte consideró que “Cuando no es
posible o factible obtener el consentimiento del paciente –estado mental anormal,
inconsciencia o minoridad–, la revelación a los familiares se torna necesaria para
proteger la salud y la vida del paciente y, en sí misma, no representa un quebranto
al secreto profesional, pues materialmente los familiares en la relación médico-
paciente asumen la representación de este último o agencian sus derechos”.
(iii) El literal c) permite la revelación de la información “A los responsables del
paciente, cuando se trate de menores de edad o de personas totalmente incapaces”
fue declarado exequible “sin perjuicio del derecho del menor, de acuerdo con su
grado de madurez y del “impacto del tratamiento” sobre su autonomía actual y
futura, para decidir sobre la práctica de un determinado tratamiento y sobre la
reserva de ciertos datos de su intimidad”. En este sentido, la Corte señaló que la
entrega de información médica a los responsables del paciente, cuando se trate
de menores de edad o de personas totalmente incapaces, no quebranta el secreto
profesional médico, pues la relación médico-paciente, desde el punto de vista
jurídico no puede, en este caso, prescindir de los representantes legales del menor
o del incapaz.
(iv) El literal d) permite la revelación de la información “d) A las autoridades
judiciales o de higiene y salud, en los casos previstos por la ley”, fue declarada
exequible “salvo cuando se trate de informaciones que el paciente ha confiado al
profesional y cuya declaración pueda implicar autoincriminación, y siempre que
en los informes sanitarios o epidemiológicos no se individualice al paciente”.
En este sentido, la Corte Constitucional consideró que “En principio, siempre que
la prueba o la diligencia en la que interviene un médico, hubieren sido válidamente
ordenadas por un Juez o autoridad competente dentro de un proceso o actuación
pública, la presentación del peritazgo o dictamen en cuanto corresponde al
cumplimiento de un encargo legal, no puede considerarse violatorio del deber
de sigilo. Esta situación, sin duda, es diferente de la que se presentaría a raíz de
la declaración que eventualmente se le podría exigir al médico sobre hechos o
Capítulo VII. El secreto profesional 215

circunstancias del paciente, conocidos en razón de su relación profesional, que


podrían conducir a su incriminación. En este caso, la condición de “alter ego” que
se predica del médico, impediría que por su conducto se llegare a dicho resultado
y la prueba así practicada no podría tenerse en cuenta (C.P arts. 29 y 34)”.
(v) El literal e) permite la revelación de la información “A los interesados; cuando
por defectos físicos irremediables, enfermedades graves, infecto-contagiosas o
hereditarias, se pongan en peligro la vida del cónyuge o de su descendencia” bajo
el entendido que “la situación a la que se alude objetivamente corresponda a un
peligro cierto e inminente y siempre que no exista un medio idóneo distinto para
conjurarlo”.
En este sentido, la Corte afirmó que, con esta norma, el Legislador ha resuelto
el conflicto entre la vida y la inviolabilidad del secreto, optando por la primera:
“La apertura del secreto a los interesados, “cuando por defectos físicos
irremediables, enfermedades graves, infecto-contagiosas o hereditarias, se pongan
en peligro la vida del cónyuge o de su descendencia”, indica que el Legislador ha
resuelto el conflicto entre la vida y la inviolabilidad del secreto, optando por la
primera. En estricto rigor, no puede afirmarse que la ley señale una condición bajo
la cual resulta legítimo violar el secreto profesional. Simplemente, en la situación
límite en que fatalmente debe decidirse por uno de los dos valores –confianza y
vida–, se ha considerado que la preservación de la vida desplaza, en ese caso, a
la conservación del secreto”.
Este antecedente jurisprudencial es fundamental para el análisis de la norma
demandada, pues reconoce la posibilidad de que en casos excepcionales se revele
información sujeta al secreto profesional, siempre y cuando se cumpla con una serie
de requisitos restrictivos y además se busque salvaguardar el derecho de un tercero.
3.4.3.5. La sentencia T-151 de 1996 analizó el caso de un médico que se negó a
manifestarle a su paciente los medicamentos que le estaba suministrando amparado
en el secreto profesional, situación frente a la cual esta Corporación señaló que
este derecho no podía convertirse en una barrera entre el profesional y la persona
para quien desarrolla su actividad:
“Así las cosas, resulta equivocado atribuir al secreto profesional el carácter de barrera
entre el profesional y la persona para quien desarrolla su actividad, pues, por el
contrario, tiene el sentido de facilitar la mayor confianza y la libre circulación de
informaciones entre ellas mediante la garantía de que todo cuanto en el curso de esa
relación conozca el diplomado está cobijado por la reserva ante personas ajenas”.
3.4.3.6. La Sentencia C-538/97 analizó la constitucionalidad de los artículos 54
(parcial) de la Ley 6ª de 1992 (incorporado como artículo 659 inciso 2 del Estatuto
Tributario), artículo 118 (parcial) de la Ley 222 de 1995, artículo 9 (parcial) de la
Ley 43 de 1990, y artículo 80 (parcial) de la Ley 190 de 1995.
216 Manuel Espinoza Melet

En esta sentencia, esta Corporación analizó el alcance del secreto profesional


predicable de los contadores públicos y revisores fiscales señalando que si bien la
profesión de contador “está vinculada en los términos de la ley, por una obligación
de mantener la reserva y el sigilo, tiene por fuera de ella un vasto campo de
acción que le es característico y que la misma ley le ha trazado, donde impera la
publicidad y la divulgación de informaciones, las cuales son tan esenciales para
la vida comunitaria que deben refrendarse por los contadores”.
3.4.3.7 En la sentencia C-062 de 1998 la Corte Constitucional declaró exequible
el inciso segundo del artículo 489 del Código de Comercio, pues consideró que
no se afectaba el secreto profesional al exigirle al revisor fiscal informar a la
correspondiente superintendencia cualquier irregularidad de las que puedan ser
causales de suspensión o de revocación del permiso de funcionamiento de tales
sociedades, pues cuando el contador ejerce como revisor fiscal cumple funciones
contraloras que exigen que vele por intereses superiores que afectan al Estado y
a la comunidad en general:
“No puede pensarse entonces, que la existencia del secreto profesional y la
confidencialidad de ciertas actuaciones sea razón suficiente para paralizar o
suspender el deber constitucional que tiene todo ciudadano de colaborar con las
autoridades, y que tampoco se puede crear alrededor de lo irregular, de lo ilícito, de
lo torcido, una apariencia de corrección que se ampara en lo secreto. Porque de lo
que se trata, se insiste, no es de la simple regulación de una actividad profesional y
su manera de cumplirse (la contabilidad), con sus cargas y deberes. Estamos frente
a una función –la revisoría fiscal– que trasciende la defensa de las expectativas
individuales, que está llamada a velar por intereses superiores que afectan al
Estado y a la comunidad en general; que no se reduce al cumplimiento de ciertos
requisitos de idoneidad técnica –como los exigidos al contador profesional para
que pueda desplegar la actividad que le es propia-, sino que demanda probidad
y compromiso con valores sociales que busca proteger la norma demandada al
establecer ciertos mecanismos de control sobre las sociedades, y al exigir la
presencia de funcionarios que vigilen el desarrollo de estas entidades.
En síntesis: una cosa es el contador que ejerce su profesión como tal, amparado (y
obligado) sin duda, por el secreto profesional y otra, muy diferente, el revisor fiscal
que ejerce funciones contraloras que implican el deber de denunciar conductas
ilícitas o irregulares, del cual deber no puede relevarlo el hecho de que para
cumplirlas cabalmente deba ser un profesional de la contabilidad”.
3.4.3.8. En la sentencia T-1563 de 200052, la Corte Constitucional analizó el caso
de una EPS que solicitó a la IPS y al médico tratante su historia clínica y anexos,
para transcribir las órdenes médicas en las que se asignaron las citas que requirió
la actora, concluyendo que el conocimiento por parte de los funcionarios de la
EPS accionada se dio en cumplimiento de su labor de auditoría, preservando
en todo momento la reserva legal que recae sobre el documento, por lo cual no
concedió la tutela.
Capítulo VII. El secreto profesional 217

3.4.3.9. En la sentencia T-526 de 2002, la Corte Constitucional tutela a la accionante


la protección sus derechos fundamentales a la igualdad e intimidad y previno a
una autoridad de salud para que en lo sucesivo mantenga en absoluta reserva los
aspectos relativos a la situación individual de las personas que acuden a la entidad
en demanda de información y atención en salud, y exija del personal vinculado a
la misma el cumplimiento de las disposiciones constitucionales relativas al respeto
de los derechos fundamentales de los asociados.
3.4.4. En la sentencia, T-440 de 200354, la Corte Constitucional concedió la tutela
al derecho fundamental a la intimidad, en relación con el secreto profesional, de
los usuarios del Banco Caja Social, en conexidad con el debido proceso.
En este sentido, la Corte Constitucional anuló el decreto de pruebas que versen
sobre información personal o innecesariamente personalizada o que desconozcan
los principios de relevancia y de necesidad y dejó a salvo la información contenida
en pruebas cuya revocatoria no es clara y versa sobre datos que no invaden la
esfera personal de los usuarios y que refieren a datos genéricos de la entidad
bancaria. Así mismo, señaló que podrían ser practicadas las pruebas que busquen
la consecución de información genérica acerca del funcionamiento del banco
conducente a identificar eventuales prácticas ilegales o perjuicios que deban ser
indemnizados según lo pedido en la acción de grupo.
Igualmente reconoció que “No obstante, la limitación de los derechos fundamentales
está sometida al principio de razonabilidad aun cuando hay competencia expresa
para limitarlos. En materia de revelación de información amparada por el derecho
a la intimidad en conexidad con el secreto profesional, este principio se manifiesta
en tres requisitos, entre otros aplicables en hipótesis diferentes. Para que a las
autoridades del Estado competentes les sea permitido limitar el derecho a la
intimidad accediendo a datos o documentos también protegidos por el secreto
profesional en su manifestación concreta de reserva bancaria, es preciso que la
divulgación de la información requerida (i) esté dirigida a la consecución de un fin
constitucionalmente legítimo (principio de exclusión del capricho), (ii) sea relevante
para la obtención de dicho fin (principio de relevancia), y (iii) sea necesaria, es
decir, que no exista otro medio para alcanzar el objetivo buscado que sea menos
oneroso en términos del sacrificio de la intimidad o de otros principios o derechos
fundamentales (principio de necesidad)”.
En virtud de lo anterior, la jurisprudencia constitucional ha considerado como
ajustadas a la Constitución disposiciones legales que en ciertas circunstancias
específicas han limitado el deber de reserva en cabeza de las entidades bancarias.
3.4.4.10. La sentencia T-824 de 200557 analizó el secreto profesional en materia
médica y concluyó que éste comprende todo lo que los facultativos conocen en
función de la relación con sus pacientes, salvo aquello que justificadamente les
está permitido develar.
218 Manuel Espinoza Melet

3.3.4.11. En la Sentencia T-708 de 200858 se analiza el secreto profesional al tutelar


el derecho a la intimidad de un abogado que había sido objeto de una interceptación
de comunicaciones con sus clientes considerando la conexidad que pueden tener
en estos eventos el secreto profesional con el derecho a la defensa:
“La conexión evidente entre el secreto profesional y otros derechos fundamentales
fortalece, aún más, el derecho a la intimidad y el mandato de inviolabilidad de las
comunicaciones privadas. En el caso de que una conversación se desarrolle bajo el
marco de una ocupación que implique el depósito de confianza y la prestación de
servicios personalísimos, se harán mucho más rigurosas y estrictas las exigencias
jurídicas requeridas para poder ejecutar una restricción o una intervención en la
privacidad. Ello es aún más evidente cuando se lleva a cabo la relación entre el
abogado y su cliente, pues en este evento el secreto tendrá un vínculo inmediato
y adicional con el derecho de defensa”.
A partir de este análisis de la jurisprudencia constitucional puede concluirse
que, si bien esta Corporación ha reconocido una tutela profunda del secreto
profesional, también se han admitido eventos muy excepcionales en los cuales
un profesional puede relevar información sometida a reserva para salvaguardar
los derechos de terceros.

2.3 Carácter jurídico (como deber y derecho)

En Colombia, el secreto profesional fue elevado a categoría de precepto


constitucional, tal y como lo dispone el artículo 74 de la Constitución Política, el
secreto profesional es inviolable.
De conformidad a lo previsto en el numeral 9° del artículo 28 de la Ley 1123
de 2007, se establece como deber del abogado el guardar el secreto profesional,
incluso después de usar la prestación de sus servicios.
El abogado es realmente un gran receptor de informaciones, de toda índole,
su cliente le revelará por todos los medios y vías posibles, lo relacionado al caso
encomendado, por lo tanto estará en conocimiento de un gran caudal de información
relacionada a eventos y acontecimientos que juzgue necesarios para su defensa y
está en el absoluto deber de no revelarlos, de aquí nace precisamente, un derecho
y un deber de no revelar el secreto profesional. Realmente ese cliente se va a sentir
totalmente desinhibido con el abogado, porque evidentemente tiene ante él a la
persona que sostendrá su defensa, el profesional del derecho viene a constituirse
como un gran receptor de informaciones, y prácticamente asume la posición de un
sacerdote en un confesionario. Cabe destacar, que en materia de familia, niños y
adolescentes, es muy común que al abogado le sea transmitida más información
Capítulo VII. El secreto profesional 219

de lo necesario, quizás esto se deba a lo delicado de la materia, aspectos muy


íntimos son analizados a profundidad, y por lo general, el profesional obtiene un
caudal enorme de informaciones, precisamente porque en estas materias se invade
una esfera muy particular, los aspectos propios de la personalidad y del entorno
familiar, es por ello, que el abogado debe abordar todas estas informaciones con
gran diligencia y ética profesional, guardando el más estricto y riguroso secreto de
lo que le transmite su cliente.
En este mismo sentido, el profesional del derecho, recibirá de manos de
sus cliente los documentos, archivos, papeles, etc., que son necesarios para el
bastión probatorio, así como para la interpretación, redacción de documento o
asistencia requerida, es por ello, que se hace necesario que mantenga la más
absoluta confidencialidad de la documentación aportada. De lo anteriormente
expuesto, nace para el abogado un deber, que le impone el más absoluto celo
de la información y de los documentos entregados y confiados a él, ese deber
implica el mantener incólume los derechos de su cliente, y por supuesto, el no
revelar los datos suministrados, manteniendo intacto el secreto profesional.
Esa información tampoco podrá ser revelada a terceras personas, lo cual
implica un riguroso comportamiento ético y profesional, no puede expresar
libremente lo que a él se le ha confiado, debe mantenerlo confidencialmente.
También comprende el secreto profesional todo lo que el abogado trate con el
representante de la parte contraria, lo cual representa un deber muy importante,
ya que ese trato generará también un intercambio de informaciones, puntos de
vista, acuerdos o desacuerdos, criterios, etc., que serán evaluados en el caso objeto
de la prestación de servicios del abogado.
Como podemos observar, el abogado debe ser rigurosamente responsable
con ese caudal de informaciones que posee, por lo tanto, debe manejar el secreto
con la mayor diligencia. Pudiese darse el caso, que el abogado pretendiese utilizar
esa información o dato generado por su oficio, para abordarlo o exponerlo en un
trabajo de investigación, libro, conferencia, foro, etc., para ello es indispensable,
que cuente con el aval de su cliente, quien deberá autorizarlo previamente y
por escrito, con ello indudablemente permitirá que ese secreto profesional sea
divulgado total o parcialmente, según sea el caso.
El artículo 47 del Código General del Proceso establece dentro de los deberes
de los jueces “guardar reserva sobre las decisiones que deben dictarse en los
procesos, so pena de incurrir en mala conducta. El mismo deber debe regir para
los empleados judiciales”.
220 Manuel Espinoza Melet

2.4 Excepciones

El deber de salvaguarda del secreto profesional, puede ser excepcionado


cuando el cliente autoriza expresamente su divulgación y cuando el profesional
del derecho tenga la necesidad de hacer revelaciones para evitar la comisión de
un delito.
En este sentido, si un asesorado, patrocinado o defendido comunica a su
abogado la intención de cometer un hecho punible, éste agotará todos los medios
necesarios para persuadirlo de tal propósito y, caso de no lograrlo, puede hacer las
revelaciones necesarias para perseguir el acto delictuoso o proteger a las personas
y los bienes amenazados.
Este caso, poco común por cierto en la práctica profesional, puede generarse
por el alto grado de confianza que se va a generar entre el abogado y el cliente,
como lo habíamos indicado, ese profesional del derecho va a conocer con mucho
detalle, todas y cada una de las incidencias del caso, y podría llegar a tal punto
de que, ese patrocinado le confesare la intención de cometer un hecho punible. El
abogado, como conocedor de la ley, debe ante todo ejercer un papel persuasivo,
a los fines de evitar que éste materialice el hecho, teniendo la obligación ética y
moral para ello, deberá valerse de todos los medios y mecanismos que posee, y
hacer entrar en razón a su cliente. Ahora bien, en caso de no lograr dicho objetivo,
deberá hacer las revelaciones necesarias ante las autoridades competentes con el
fin de evitar la perpetración del hecho punible, protegiendo y amparado con ello
a las personas y bienes que pudiesen ser amenazados, una actitud contraria por
parte del abogado, traería como consecuencia una conducta de tipo penal, como
lo es la complicidad y el encubrimiento.
En Colombia el deber de declarar y de testimoniar, el artículo 33 de la
Constitución Política de Colombia, establece que nadie está en la obligación de
declarar contra sí mismo o contra su cónyuge, compañera permanente o parientes
dentro del cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil.
Por su parte, dispone el artículo 267 del Código de Procedimiento Penal7 en
relación a las excepciones al deber de testimonio por oficio o profesión en materia
penal: “No están obligados a declarar sobre aquello que se les ha confiado o ha
llegado a su conocimiento por razón de su ministerio, profesión u oficio:
1. Los ministros de cualquier culto admitido en la República.

7
Diario Oficial N° 44.097, de fecha 24 de julio de 2000.
Capítulo VII. El secreto profesional 221

2. Los abogados.
3. Cualquier otra persona que por disposición legal pueda o deba guardar
secreto.”
Por su parte, el Código General del Proceso, en lo relacionado a las
excepciones del deber de testimoniar, dispone en el artículo 209, lo siguiente: “No
están obligados a declarar sobre aquello que se les ha confiado o ha llegado a su
conocimiento por razón de su ministerio, oficio o profesión:
1. Los ministros de cualquier culto admitido en la República.
2. Los abogados, médicos, enfermeros, laboratoristas, contadores, en
relación con hechos amparados legalmente por el secreto profesional y
cualquiera otra persona que por disposición de la ley pueda o deba guardar
secreto”.
En la referida C-301, se hace un interesante análisis relacionada con las
excepciones del secreto profesional, de la siguiente manera:
desde el punto de vista dogmático penal, la expresión “o que tenga necesidad de
hacer revelaciones para evitar la comisión de un delito” constituye claramente una
forma de estado de necesidad y por lo tanto debe considerarse como una alusión
a esta causal de exclusión de la responsabilidad realizada en el tipo disciplinario:
(i) En primer lugar, el estado de necesidad exige la existencia de un peligro actual
o inminente para un bien jurídico, entendido como la posibilidad de que el mismo
sea lesionado desde una posición ex ante, es decir, desde una perspectiva previa
al hecho.
En el caso de la expresión demandada, el peligro para el bien jurídico está
constituido por el riesgo de ser afectado por la comisión de un delito.
(ii) En segundo lugar, se requiere la ponderación de intereses entre un bien jurídico
que debe ser tutelado y otro que debe ser lesionado para salvaguardar el primero.
Esta ponderación de intereses implicaría la salvaguarda del bien jurídico que
pudiera ser afectado por el delito que se pretende impedir y sacrificando el secreto
profesional.
(iii) En tercer lugar, el estado de necesidad no puede aplicarse de manera ilimitada,
sino que se requiere que la conducta realizada constituya un medio idóneo para
hacer frente al peligro.
Este requisito en palabras del numeral 4º del artículo 22 de la Ley 1123 de 2007
exige el análisis de los criterios de: necesidad, adecuación, proporcionalidad y
razonabilidad, los cuales son especialmente útiles para la solución de casos difíciles
222 Manuel Espinoza Melet

que no podrían ser estudiados a través de un criterio abstracto como la simple


necesidad de hacer revelaciones para evitar la comisión de un delito.
En virtud del secreto profesional un profesional del derecho puede conocer
situaciones en las cuales el peligro para el bien jurídico es actual o inminente
como cuando se le revela información sobre el paradero de un secuestrado, de un
abuso sexual sistemático de un familiar de su cliente o de un atentado inminente,
eventos en los cuales la revelación del secreto puede salvaguardar un bien jurídico
de una agresión actual. Así mismo, en otras ocasiones, el profesional del derecho
es un asesor al cual se le consulta en materia administrativa, tributaria, comercial,
aduanera, ambiental o financiera, sobre la posibilidad de realizar una determinada
actuación, casos en los cuales bastará en algunas ocasiones que el profesional del
derecho realice todos sus esfuerzos para evitar que su cliente realice en el futuro
una conducta punible en estos campos.
Los casos señalados anteriormente no pueden ser resueltos a través de reglas
generales, que exceptúen o sancionen a quien revele la información de un delito,
sino que requieren un estudio particular que establezca: (i) la adecuación de la
revelación del secreto como una medida que efectivamente pueda impedir la
comisión del delito; (ii) la necesidad de la medida entendida de acuerdo con la
cual debe valorarse si existen medios menos lesivos para impedir la comisión del
delito; (iii) la proporcionalidad entre el daño causado por el delito que se pretenda
impedir y el daño causado con la revelación del secreto; y (iv) la razonabilidad como
criterio límite para la restricción de la arbitrariedad que exige que las conclusiones
del análisis resulten coherentes y debidamente argumentadas.
En este sentido, la doctrina penal ha reconocido que los profesionales que revelan
información para evitar daños a terceros podrían invocar un estado de necesidad
justificante o disculpante, situación que otorga criterios esenciales de interpretación
como la necesidad, la adecuación, la proporcionalidad y la razonabilidad para el
análisis de cada evento en el cual se haya revelado información sujeta a reserva
para evitar la comisión de un delito.
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 223

Capítulo VIII
LOS HONORARIOS PROFESIONALES

Sumario: 1. Concepto. 2. Principios que regulan la relación jurídica entre el


cliente y el abogado en cuanto a honorarios. 3. Fuentes del derecho a percibir
honorarios profesionales. 4. Sujetos que tienen derechos a percibir honorarios
profesionales de abogados y sujetos que están obligados a cancelarlos. 5. Clases
de honorarios profesionales. 5.1 Conforme al sujeto activo que los reclama.
5.1.1 Honorarios de abogados 5.1.2 Honorarios de auxiliares de justicia. 5.2
De acuerdo a la clase de actuaciones de la que derivan. 5.2.1 Honorarios
judiciales. 5.2.2 Honorarios extrajudiciales. 5.3 En cuanto a la condición del
que presta el servicio profesional. 5.3.1 Honorarios por servicios profesionales.
5.3.2 Honorarios por servicios jurídicos colectivos o sociales. 5.4 En relación
a la modalidad del pacto de honorarios. 5.4.1 Honorarios por contrato. 5.4.2
Honorarios sin contrato. 6.4.3 Honorarios por cuota litis.

1. CONCEPTO

Los honorarios1, básicamente son el legítimo derecho que tiene una persona,
a una compensación económica adecuada por los servicios prestados.
Tal y como lo afirma Apitz2 etimológicamente la palabra honorarios tiene
su origen de la voz culta moderna (siglo XVIII) del francés “honoraries”, que
es también voz cilta tomada del latín jurídico “honorarium-honorarii” que en
Vitruvio y Ulpiano ya significaba “derechos de las diferentes profesiones
liberales”.
El Maestro uruguayo Eduardo Couture3, define a los honorarios como “el
estipendio, retribución, forma de pago de los servicios que prestan los profesionales

1
Espinoza Melet, Manuel. Los Honorarios Profesionales, Caracas, Revista Venezolana de Legislación
y Jurisprudencia N° 5, 2015.
2
Apitz B., Juan Carlos. Sistema de Costas Procesales y Honorarios Profesionales del Abogado,
Caracas, Ediciones Homero, 2008, pp. 193 y 194.
3
Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil, Montevideo, Editorial IBDF, 2005, p. 319.
224 Manuel Espinoza Melet

universitarios o personas cuya actividad, preferentemente intelectual las hace


acreedoras a especial distinción”.
Osorio4 sostiene que los honorarios son “la retribución que recibe por su
trabajo quien ejerce o práctica una profesión o arte libelar. Lleva implícito el
concepto de una retribución que se da y recibe como honor, dada la jerarquía de
quien realiza la tarea específica que debe ser remunerada”.
En criterio de Bello Tabares5, los honorarios pueden definirse como la
remuneración, estipendio o pago que recibe el profesional del derecho por las
actuaciones que realice en nombre de otra, sea persona natural o jurídica, las cuales
pueden ser judiciales o extrajudiciales.
El Maestro Cuenca6, nos enseña, de manera sencilla y didáctica que los
honorarios son la remuneración económica a que tienen derecho los abogados y
procuradores por sus servicios profesionales.
Como podemos observar de los conceptos anteriormente citados, el abogado,
como profesional, tiene derecho a percibir una justa y adecuada compensación
económica acorde a los servicios prestados a su cliente, patrocinado o representado,
bien como parte de su ejercicio profesional o en el desempeño de la función pública.
La cuantía de dichos honorarios será convenida entre el cliente y el abogado,
tomando en consideración lo dispuesto por la Corporación de Colegios de
Abogados (CONALBOS), así como el tiempo dedicado, el interés económico del
asunto, los límites temporales impuestos a la tarea del abogado, y la dificultad
del caso, tomando en consideración los hechos, personas, documentación,
complejidad y especialidad jurídica.
Los honorarios profesionales, se podrán adoptar de diversas formas, pudiendo
ser materializados por retribución fija, periódico o por horas, según sea el acuerdo
que exista entre el cliente y el abogado, excluyendo del mismo a la cuota litis.
Es significativo destacar, que el abogado en ningún caso adquirirá intereses
personales en el asunto, en consecuencia, no podrá pagar, exigir ni aceptar
comisión u otra compensación de otro abogado o de cualquier otra persona, por
haberle facilitado o recomendado un cliente.

4
Osorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Buenos Aires, Editorial
Heliasta, 1978, p. 354.
5
Bello Tabares, Humberto Enrique Tercero. Procedimientos Judiciales para el cobro de Honorarios
Profesionales de Abogados y Costas Procesales, Caracas, Editorial Liber, 2006, p. 44.
6
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 399.
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 225

También es importante dejar claro, que no se pueden confundir los honorarios


con las costas ni con las litis expensas, las costas son aquellos gastos que se
realizan desde el inicio del proceso hasta su conclusión, y son condenados a
cancelarlas la parte que resultare totalmente vencida en un proceso o en una
incidencia, debiendo en consecuencia, resarcir al vencedor de todos los gastos
ocasionados por el proceso, por lo tanto, es una condena accesoria que impone el
juzgador a quien resulte vencido totalmente en un proceso o en una incidencia.
Por otra parte, las litis expensas, son aquellos gastos a los cuales está obligado a
sufragar el cliente en el proceso, y que no se encuentran comprendidos dentro de
los honorarios profesionales a los que tiene derecho el abogado, entre esos gastos,
tenemos, por ejemplo, los honorarios a expertos, fotocopias, viáticos, publicación
de carteles, etc.

2. PRINCIPIOS QUE REGULAN LA RELACIÓN JURÍDICA ENTRE CLIENTE


Y ABOGADO, EN CUANTO SUS HONORARIOS

Tomando en consideración las enseñanzas impartidas por Cuenca7,


encontramos los siguientes principios que regulan la relación jurídica entre el
cliente y el abogado, en cuanto a honorarios:
a. Libre estipulación entre el abogado y su cliente, sin límites algunos, pues
no existen tarifas oficiales para el cobro de honorarios.
En Colombia reina el principio anterior, no hay legislación que prevea un
régimen de fijación de honorarios profesionales. Simplemente existe una
orientación en relación a los honorarios mínimos profesionales, bajo los
lineamientos de la Corporación de Colegios de Abogados (CONALBOS) y
del Consejo Superior de la Judicatura.
El Código General del Proceso, en su artículo 366, numeral 4°, expresamente
señala: “Para la fijación de agencias en derecho deberán aplicarse las tarifas
que establezca el Consejo Superior de la Judicatura. Si aquellas establecen
solamente un mínimo o éste un máximo, el juez tendrá en cuenta, la naturaleza,
calidad y duración de la gestión realizada por el apoderado o la parte que litigó
personalmente, la cuantía del proceso y otras circunstancias especiales, sin que
pueda exceder el máximo de las tarifas”.

7
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 399.
226 Manuel Espinoza Melet

En este sentido, cabe destacar, el criterio asentado por la Corte Constitucional


de Colombia8, en sentencia dictada en fecha 28 de noviembre de 2003,
Expediente T-765995, con ponencia del Magistrado Dr. Eduardo Montealegre
Lynett, donde se señaló, lo siguiente:
La determinación del monto a cobrar por los profesionales del derecho con ocasión
de la prestación de servicios especializados, prima facie, se libra al acuerdo de
voluntades entre el cliente y el respectivo abogado. Debido a la gran cantidad de
inconvenientes que en la práctica genera la mencionada indefinición, las diferentes
legislaciones han intentado regular la materia, valiéndose de tarifas fijadas por
los colegios de abogados, por la estricta vigilancia de los pactos de cuota litis
y por criterios rectores de origen jurisprudencial. Las normas que sistematizan
la materia se encuentran, las más de las veces, consagradas en códigos de ética
o deontológicos del ejercicio de la abogacía que, además, señalan las faltas, las
sanciones, el procedimiento y los órganos competentes para investigar y penar a
los mencionados profesionales.
Aunque el problema de la fijación de honorarios parece librado a la autonomía
privada y, en ese sentido, irrelevante en términos de derechos fundamentales,
esta perspectiva se modifica cuando el pacto entre personas deviene en objeto de
investigación disciplinaria y puede concluir con una sentencia como resultado de un
proceso en el cual se deben respetar todos los principios que prescribe en ese sentido
la Constitución Política. Con el fin de dar cuenta de las posibles irregularidades
que pueden presentarse en los acuerdos de honorarios, brevemente reseñaremos
como consagran la materia algunas legislaciones, buscando inferir algunas
conclusiones que serán útiles al momento de dar cuenta de las particularidades
del régimen colombiano.
En este sentido, también la Corte Constitucional de Colombia, en Sentencia
C-609/129, Expediente D-8928, de fecha 1° de agosto de 2012, con ponencia
del Magistrado Dr. Jorge Iván Palacio Palacio, dictaminó:
Esta Corporación especificó en relación con el tema que “Cabe recordar que las
tarifas fijadas por los colegios de abogados son fuente auxiliar de derecho, en
cuanto a la fijación de honorarios se refiere. Por otra parte, vale la pena resaltar
que, a falta de una legislación particular en punto de tarifas profesionales, por regla
general el límite máximo de lo que resulta admisible cobrar por la prestación de
los servicios profesionales por parte de los litigantes, no puede ser otro que las
tablas arriba mencionadas, máxime si, siguiendo la doctrina del Consejo Superior
de la Judicatura, ellas son elaboradas de conformidad con la costumbre práctica de
los abogados”. En este orden de ideas, y acorde por lo expresado por esta Corte,

8
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2003/t-1143-03.htm
9
Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2012/C-609-12.htm
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 227

existe la posibilidad de que el legislador dicte alguna norma particular en punto


de tarifas profesionales, que subsane los vacíos existentes en la materia.
El Consejo Superior de la Judicatura de Colombia, sentencia del 18 de mayo
de 2000, Radicación 15283–B/ 1058 –A, ha sostenido sobre el criterio a
seguir para el cobro de honorarios profesionales del abogado, las siguientes
características:
– El trabajo desplegado por el abogado.
– El prestigio del abogado.
– La complejidad del asunto.
– El monto o la cuantía de la pretensión.
– La capacidad económica del cliente.
La Sección Tercera del Consejo de Estado, Sala Contencioso Administrativo,
Sección Tercera-Subsección B, en decisión dictada en fecha 1° de agosto de
2016, Radicación: 25000 23 26 000 2003 01548 01, Expediente N° 34562,
Consejero ponente Danilo Rojas Betancourth, tomando en consideración los
criterios del Colegio Nacional de Abogados, explicó que al fijar las tarifas
de honorarios para profesionales del derecho son diversos los factores que
se deben tener en cuenta para su liquidación, dentro de ellos se encuentran
la calidad de la gestión encomendada, las condiciones económicas del
poderdante, el lugar de prestación del servicio, los elementos probatorios
aportados por el poderdante y la facilidad o dificultad que exista para sacar
avante las pretensiones encomendadas y la cuantía de acuerdo con el valor
de las pretensiones.
Es por ello, que dictaminó que existen tres sistemas para efectuar el cobro de
los honorarios que se pacten, de la siguiente manera:
1. Mediante el pacto de una suma fija, pagadera en tres contados: un 50 % a la
firma del poder, un 30 % durante el trámite y el 20 % restante al terminar
la gestión, o de acuerdo con lo pactado entre el abogado y el interesado.
2. A través de la cuota litis, el cual consiste en una participación económica,
deducible por el abogado de los resultados económicos del proceso. Por
lo general, esta cuota asciende al 50 % cuando el interesado apenas firma
el poder y todo lo demás (viáticos, notificaciones, copias, etc.) corre por
cuenta del abogado. De todas maneras, depende de un acuerdo suscrito
entre el abogado y el poderdante, teniendo en cuenta factores como los
riesgos del proceso, la interposición de recursos, etc.
228 Manuel Espinoza Melet

3. Mediante un sistema mixto, consistente en una suma fija y una


participación en los resultados económicos favorables del proceso. Las
costas judicialmente señaladas corresponden al cliente salvo estipulación
contraria verbal o escrita, pero integran la base para fijar la cuota litis.
En la citada sentencia de la Corte Constitucional de Colombia, Expediente
T-765995, se establece:
En conclusión, la jurisprudencia sobre la materia ha fijado 5 criterios para
determinar si el abogado cobró honorarios desproporcionados: (i) el trabajo
efectivamente desplegado por el litigante, (ii) el prestigio del mismo, (iii) la
complejidad del asunto, (iv) el monto o la cuantía, (v) la capacidad económica
del cliente. Cabe recordar que las tarifas fijadas por los colegios de abogados son
fuente auxiliar de derecho, en cuanto a la fijación de honorarios se refiere. Por otra
parte, vale la pena resaltar que, a falta de una legislación particular en punto de
tarifas profesionales, por regla general el límite máximo de lo que resulta admisible
cobrar por la prestación de los servicios profesionales por parte de los litigantes, no
puede ser otro que las tablas arriba mencionadas, máxime si, siguiendo la doctrina
del Consejo Superior de la Judicatura, ellas son elaboradas de conformidad con
la costumbre práctica de los abogados”.
De igual manera, es importante destacar los parámetros fundamentales
para la fijación de honorarios profesionales, adoptados mayoritariamente
por la doctrina nacional, y por diversas legislaciones internacionales, muy
especialmente en el artículo 40 del Código de Ética Profesional del Abogado
Venezolano10, resumiéndose de la siguiente manera:
1. Importancia del servicio;
2. La cuantía del asunto;
3. El éxito obtenido y la importancia del caso;
4. La novedad o dificultad de los problemas jurídicos discutidos;
5. Su especialidad, experiencia y reputación profesional;
6. La situación económica del patrocinado, tomando en consideración que
la pobreza obliga a cobrar honorarios menores o ningunos;
7. La posibilidad de que el abogado pueda ser impedido de patrocinar otros
asuntos, o que pueda verse obligado a estar en desacuerdo con otros
representados, defendidos o terceros;

10
Aprobado en fecha 3 de agosto de 1985, por la Junta Directiva del XIII Consejo Superior de la
Federación de Colegios de Abogados de Venezuela.
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 229

8. Si los servicios profesionales son eventuales o fijos y permanentes;


9. La responsabilidad que se deriva para el abogado en relación con el asunto;
10. El tiempo requerido en el patrocinio;
11. El grado de participación del abogado en el estudio, planteamiento y
desarrollo del asunto;
12. Si el abogado ha procedido como consejero del patrocinado o como
apoderado;
13. El lugar de la prestación de los servicios, o sea, si ha incurrido o no fuera
del domicilio del abogado.
Como podemos apreciar, el referido artículo, refleja en forma indubitable las
circunstancias que se deben tomar en cuenta para el establecimiento del monto
de los honorarios profesionales, debiendo en consecuencia, el profesional del
derecho tomar en consideración todos estos elementos para la fijación de sus
honorarios, la cual envuelven todas las aristas del caso y la condición económica
del cliente.
Tal y como lo señala magistralmente Bielsa11
lo importante es que en la profesión los honorarios no sean el fin de la carrera.
Que no sea el espíritu de lucro lo que anima al abogado a ejercer su profesión.
Que cuando pacta los honorarios del patrocinio judicial o de la consulta no celebre
un crudo pacto facio ut des. Aún más; la fijación de honorarios, y sobre todo
si es alta, contribuye frecuentemente a dignificar la profesión, singularmente
rebajada por el comercio profesional de abogados sin el necesario decoro.
Ahora bien, se debe tomar en consideración, que efectivamente el abogado
tiene libertad para fijar el monto de sus honorarios, pero tiene límites que por
su condición de función social así lo imponen. Es por ello, que los numerales 1°
y 2° del artículo 35 de la Ley 1123 de 2007, establecen como falta disciplinaria:
1. Acordar, exigir u obtener del cliente o de tercero remuneración o beneficio
desproporcionado a su trabajo, con aprovechamiento de la necesidad, la
ignorancia o la inexperiencia de aquéllos.
2. Acordar, exigir u obtener honorarios que superen la participación
correspondiente al cliente.

11
Bielsa, Rafael. Op. Cit. La Abogacía, pp. 275 y 276.
230 Manuel Espinoza Melet

En ese sentido, cabe destacar lo dispuesto por el Consejo Superior de la


Judicatura en sentencia 13/97, Radicación 11035, donde expresamente se
señaló, lo siguiente:
su ejercicio trasciende del marco puramente individualista que existe entre los
contratantes, para adentrarse en el interés social y estatal de la administración
de justicia”, señalándose más adelante “un abogado no puede defenderse de
una imputación de falta a la honradez profesional por el cobro de honorarios
excesivos aduciendo que celebró legalmente un contrato de prestación de servicios
profesionales, el cual constituye ley para las partes, por ser el producto de la
autonomía de la voluntad.
Ante la inquietud del cobro excesivo o desproporcionado de honorarios
profesionales por parte del abogado, por la inexistencia de una norma que
contundentemente disponga un límite preciso en relación al mismo; y, por
tanto, sólo se pueda precisar para ello los parámetros o lineamientos que a ese
efecto establezcan la Corporación de Colegios de Abogados (CONALBOS)
y el Consejo Superior de la Judicatura. Es por ello, que resulta interesante el
criterio sostenido por Jácome Sánchez12, al señalar:
En nuestro sentir, dejar al criterio subjetivo del operador disciplinario determinar
cuando la remuneración o el beneficio exigido por el abogado a su cliente, por la
prestación de sus servicios es o no desproporcionado, nos parece un poco peligroso
ya que no existen en la Ley unos criterios o parámetros tarifarios, para el caso de los
honorarios del abogado, que permitan hacer una adecuada ponderación, partiendo
de elementos claramente objetivados. El problema de llegar a una ponderación
objetiva se presenta cuando se entra a valorar la actuación del apoderado en
defensa de su cliente donde confluyen dos aspectos de mucha importancia como
son manejo del conocimiento y desgaste procesal.
También destaca Jácome Sánchez13, una sentencia dictada por la Sala
Jurisdiccional del Consejo Superior de la Judicatura, de fecha 30 de mayo de
2003, radicación 2001005601 298, donde se estableció:
Ahora bien, debe admitirse que es acertada la jurisprudencia invocada sobre
la supremacía de la voluntad de las partes respecto a las tarifas fijadas por los
Colegios de Abogados. no obstante, justamente lo que se ha reprochado es que
la actuación del denunciado desbordó el acuerdo al que él y su mandante habían
llegado en cuanto a la retribución por la labor a desarrollar. Fue así como el quejoso

12
Jácome Sánchez, Sandro. La desproporcionalidad en el cobro de los honorarios profesionales del
abogado como falta disciplinaria, Bogotá, Revista Academia & Derecho, N° 1, julio-diciembre 2010,
Universidad Libre, p. 74.
13
Ibídem, p. 76.
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 231

se sorprendió al saber la cantidad de dinero obtenida como el porcentaje que se le


descontó por honorarios, notoriamente excesivo frente a lo pactado.
Es por ello, que el abogado no puede excederse en el cobro de honorarios
profesionales por concepto de la prestación de sus servicios; a simple vista,
reaviva el compromiso ético de no excederse en la aspiración de ingresos,
basándose en ello en los criterios de profesionalismo y dedicación propios del
ejercicio profesional. El órgano disciplinario, tiene sin duda alguna, que ejercer
un papel contralor, de absoluta vigilancia y resguardo, en aras de garantizar el
justo equilibrio en materia de honorarios profesionales, sin que se vea afectado
el noble desarrollo del ejercicio de la profesión.
b. En cualquier momento en que lo estime conveniente, el abogado puede
estimar e intimar ejecutivamente el cobro de sus honorarios.
Como podemos observar, el abogado puede perfectamente ejercer el legítimo
derecho de estimar o intimar ejecutivamente el cobro de sus honorarios, no
tendría plazo para ello, simplemente cuando así considere oportuno exigir a
su cliente la cancelación de los mismos.
c. Caso de no haberse pactado honorarios, el abogado deberá estimarlos,
pero al cliente le corresponde el derecho de retasa o de objeción a lo
estimado por considerarlo excesivo, según el procedimiento previsto en
la ley.

3. FUENTES DEL DERECHO A PERCIBIR HONORARIOS PROFESIONALES

De acuerdo al criterio sostenido Bello Tabares14 el derecho que tiene el


profesional del derecho a percibir honorarios por las actuaciones efectuadas,
bien sean de naturaleza judicial o extrajudicial, pueden provenir de la prestación
de servicios que dimane de la voluntad de las partes o como consecuencia de un
contrato de servicios o mandato; igualmente podrían resultar de la obligación que
tiene en un proceso la parte perdidosa de reembolsar las costas a la parte ganadora,
también podrían provenir de la misma ley, como consecuencia del ejercicio de la
función de defensor ad litem o judicial.

14
Bello Tabares, Humberto Enrique Tercero. Op. Cit. Procedimientos Judiciales para el cobro de
Honorarios Profesionales de Abogados y Costas Procesales, p. 52.
232 Manuel Espinoza Melet

4. SUJETOS QUE TIENEN DERECHO A PERCIBIR HONORARIOS Y SUJETOS


QUE ESTÁN OBLIGADOS A CANCELARLOS

El ejercicio de la profesión da derecho al abogado a percibir honorarios por


los trabajos judiciales y extrajudiciales que realice, salvo en los casos previstos en
la ley, es indubitable que, de acuerdo con este concepto, el sujeto activo a percibir
honorarios profesionales es el abogado, bien sea en su condición de apoderado,
asistente, representante sin poder o defensor ad litem o judicial, y es abogado,
quien precisamente cumpla con los requisitos exigidos por nuestra legislación.
También tendrían derecho a percibir los honorarios profesionales, los
herederos del abogado, quienes perfectamente podrían exigir al cliente todos y
cada una de las cantidades adeudadas al causante por concepto de honorarios
profesionales.
En lo atinente al sujeto pasivo del derecho a percibir honorarios profesionales
del abogado, encontraremos que será el cliente, quien efectivamente tendrá que
realizar la cancelación de dichos honorarios por las actuaciones que haya realizado
el profesional del derecho, bien sea por contrato de servicios, asistencia, actuación
sin poder, condena en costas, etc15.

5. CLASES DE HONORARIOS PROFESIONALES

5.1 Conforme al sujeto activo que los reclama


5.1.1 Honorarios de abogados

Son aquellos que recibe el profesional del derecho en contraprestación a


los servicios prestados, bien por mandato o asistencia al cliente o patrocinado
y eventualmente al condenado en costas; su reclamo judicial se materializa por
medio de la acción de estimación e intimación de honorarios profesionales.

15
Zaibert Siwka, Daniel “Los Honorarios Profesionales del Abogado y la Condena en Costas”, En:
http://www.zaibertlegal.com/wp-content/uploads/2013/05/Los-Honorarios-Profesionales-del-Abogado-
y-la-Condena-en-Costas.pdf, “independientemente de la naturaleza jurídica de la relación del
abogado con su cliente, lo cierto es que el abogado despliega su actividad y conocimientos porque un
cliente requirió sus servicios, a cambio de una justa remuneración. Obviamente, queda excluida de
la anterior premisa el supuesto en que el abogado obra en nombre propio, pues en tal circunstancia
concurren en una misma persona quien requiere el servicio y la que lo presta”.
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 233

5.1.2 Honorarios de auxiliares de justicia

Los auxiliares de justicia son todas aquellas personas que, sin tener la
condición de partes en el proceso, terceros intervinientes o funcionarios judiciales,
participan legalmente en el juicio aportando su conocimiento en función del
procesamiento o resolución del caso. Aquí encontraremos a personas que
intervendrán en calidad de intérprete, peritos, depositario, práctico, asociados y
asesores, retasadores, curadores de herencias yacentes, síndicos de las quiebras o
atrasos y liquidadores, comisarios, abogados o no, son auxiliares de justicia y sus
honorarios deben ser cancelados regularmente por las partes, según sea el caso.

5.2 De acuerdo a la clase de actuaciones de la que derivan


5.2.1 Honorarios judiciales

Los honorarios judiciales, son aquellos que el abogado devengará producto de


las actuaciones realizadas por éste dentro del decurso de un proceso jurisdiccional.
Aquí encontramos, todas las labores ejecutadas por los abogados en el
expediente, y otros que, por ser preliminares, preparatorias, de investigación,
mediación, vigilancia o complementaria, y que no se constatan en el expediente,
pero a pesar de ello, forman en nuestro criterio, una actividad judicial, la cual,
siendo debidamente demostrada por el abogado, será generadora de honorarios
profesionales. En este punto, la doctrina y la jurisprudencia han generado
posiciones encontradas, no hay un consenso absoluto en cuanto a la aceptación en
la intimación de honorarios de aquellas partidas o actividades materialmente no
probadas en el expediente, rechazando en consecuencia, los gastos que no consten
de modo auténtico en las actas procesales, a pesar de que los mismos sean útiles
y necesarios a los fines del proceso mismo.
Es importante destacar, como orientación de este punto, la sentencia emanada
del Tribunal de Justicia de Venezuela, en Sala de Casación Civil16, con ponencia
del Magistrado Franklin Arrieche Gutiérrez, en fecha 16 de marzo de 2000,
la cual se manifestó a favor de incluir entre los honorarios profesionales a las
actividades como la redacción del poder, el estudio y la elaboración de la demanda
y/o de la contestación, señalando que estas actuaciones no pueden considerarse
extrajudiciales, ya que las mismas se encontrarían íntimamente ligadas al proceso,
señala la referida sentencia:

16
Disponible en: http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scc/Marzo/54-160300-RC98677.htm
234 Manuel Espinoza Melet

Para la Sala, el desarrollo de todas aquellas actividades conexas al juicio ya sea en


representación del actor o del demandado, que permiten al profesional del derecho
adecuar los hechos que configuran la pretensión (actor) o su rechazo (demandado)
a los supuestos normativos, conllevan una actividad que ha de valorarse como
estrictamente judicial, a los efectos de estimar e intimar honorarios y al momento
de acordarlos por parte del Tribunal de Retasa.

5.2.2 Honorarios extrajudiciales


Los honorarios extrajudiciales, son aquellos que el abogado devengará
producto de las actuaciones realizadas por éste fuera del decurso de un proceso
jurisdiccional. Aquí encontraremos entonces, todas esas actuaciones que realiza
el abogado a favor de su cliente o patrocinado, fuera del proceso jurisdiccional,
pero que son necesarias para la gestión encomendada, podríamos encontrar la
consulta, redacción de contratos, actas, estatutos, reportes, gestión de cobro o
diligencias varias, trámites administrativos o cuasi judiciales, etc.
Todas estas actividades van a generar honorarios profesionales, cuyo monto
o valor encuentran referencia y criterios de establecimiento de la Corporación de
Colegios de Abogados (CONALBOS) y del Consejo Superior de la Judicatura.

5.3 En cuanto a la condición del que presta el servicio profesional


5.3.1 Honorarios por servicios profesionales

En el libre ejercicio de la profesión, el abogado presta sus servicios personales,


estableciendo o no con su cliente o patrocinado una relación personalísima, la cual
genera una extraordinaria relación de confianza y fe del cliente hacia el abogado.
A veces, podría suceder que se solicite la asesoría, asistencia o representación
a varios abogados a la vez, para que los profesionales del derecho ofrezcan sus
servicios de forma separada o conjunta, sin existir en ocasiones con éstos abogados
o apoderados.
Lo importante, es que lo honorarios profesionales se materializan por la
actuación individual y probada de cada abogado, y en este sentido, aunque se
hubiere conferido un solo instrumento poder a varios abogados, sólo tendrían
derecho a los honorarios aquellos profesionales del derecho que hayan demostrado
fehacientemente haber efectuado servicios de asesoría o realizado actuaciones
vinculadas al mandato concedido, y la condición de coapoderado no los constituye
automáticamente en acreedores comunes, ni les da derecho a reclamar honorarios
en nombre de los otros coapoderados para tal fin.
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 235

Tal y como lo señala Apitz17, citando una decisión emanada de la Sala de


Casación Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia de Venezuela, de fecha
01 de noviembre de 1984, los profesionales del derecho pueden prestar sus
servicios bajo relación de subordinación, sustituyendo o no su derecho a cobro
de honorarios profesionales por un salario y beneficios laborales. Es decir, en
principio la existencia de una relación laboral entre cliente-patrocinado-patrono y
abogado exime el deber de abonar honorarios profesionales por sus servicios, pero
eventualmente éste pudiere realizar trabajos adicionales reclamables por esta vía.
En Colombia, la Corporación Colegio Nacional de Abogados (CONALBOS),
ha sugerido, que cuando los honorarios se pacten por una suma fija, el cliente debe
pagar el 50% al otorgar el poder respectivo, el 20% una vez se cierre el debate
probatorio y el 30% restante al terminar el proceso, a menos que las partes hayan
acordado por escrito otro sistema.

5.3.2 Honorarios por servicios jurídicos colectivos o sociales

Existe la posibilidad de ofrecer servicios de asesoría, gestión, asistencia o


representación jurídica, a través de escritorios jurídicos, bufetes o despachos de
abogados, quienes pueden actuar como sociedades civiles con fines de lucro,
cooperativas o incluso como una sociedad jurídica irregular o, de hecho.
De acuerdo al criterio de Andrade18, el ejercicio colectivo consiste en la
realización de actividades de abogacía bajo relaciones contractuales, que implican
la participación de dos o más profesionales del derecho, con dos modalidades
distintas, las cuales son:
1- No Formal: Significando la preexistencia de una relación de dependencia
y subordinación directa entre el profesional del derecho y su cliente en el contexto
de una organización sin personalidad jurídica (escritorio jurídico o despacho de
abogados) en los términos previstos por la Ley de Abogados. Esta es la forma
más común de ejercicio profesional colectivo, rigiéndose normalmente por las
limitaciones previstas en instrumentos poderes y contratos de honorarios en los
que se designa a cada abogado de manera individual.

17
Apitz, Juan Carlos. Op. Cit. Sistema de Costas Procesales y Honorarios Profesionales del Abogado,
p. 428.
18
Andrade, Jesús Guillermo. “Los Servicios Profesionales Colectivos”, Disponible en: http://amlegal.
wordpress.com/2007/01/31/los-servicios-profesionales-colectivos/
236 Manuel Espinoza Melet

2- Formal. Esta modalidad del ejercicio de la profesión jurídica se manifiesta a


través de una organización social (con forma jurídica) por cuya virtud los abogados
que prestan su concurso en la realización de los actos propios del derecho lo hacen
bajo la dirección de la persona social a la que pertenecen, sin sostener relaciones
directas con el cliente o receptor de sus servicios para la determinación de los
límites de su ejercicio. En este supuesto, el cliente paga los servicios al Despacho
o Escritorio Jurídico con quien contrató inicialmente.
Estas formas de expresión colectiva de la práctica del derecho (y especial-
mente la última de las nombradas), han obedecido a la innegable realidad del
crecimiento y ramificación extensiva de la ciencia jurídica, circunstancia que hace
mucho más difícil ofrecer los servicios de la abogacía (tomada aisladamente) en
forma competitiva dentro del mercado moderno, sin el apoyo de una organización
profesional que aúne los esfuerzos de cada individuo y los releve de la tarea de
acceder de manera separada y aislada al mercado de clientes.

5.4 En relación a la modalidad del pacto de honorarios


5.4.1 Honorarios por contrato

El contrato de honorarios profesionales constituye una modalidad contractual,


mediante la cual se define el alcance de la gestión profesional a desempeñar y el
monto de los honorarios que el abogado devengará por tal concepto.
Dicho contrato deberá celebrarse por escrito, en el cual se especificará
las condiciones de los servicios y todo lo relativo al pago de los honorarios y
gastos, y firmado por ambas partes. Ese contrato de trabajo deberá ser cumplido
estrictamente entre las partes, tal y como lo establece a tal efecto la legislación
colombiana.

5.3.2 Honorarios sin contrato

En la práctica, es un hecho muy común, que el abogado y el cliente o


patrocinado no firmen un contrato de trabajo.
Esta circunstancia, genera un problema que muchas veces es difícil de
manejar, y es cuando se da el caso de incumplimiento del pago de los honorarios
convenidos, supone mayores dificultades en el establecimiento de los montos
acordados o merecidos por el trabajo prestado, se hace necesario recurrir al
mecanismo de la retasa, tema que abordaremos más adelante.
Capítulo VIII. Los honorarios profesionales 237

Cabe destacar, que a pesar de que no exista un contrato de trabajo, los


abogados pueden ejecutar actuaciones o gestiones judiciales o extrajudiciales, y
en el caso de que no exista un acuerdo de pago, el profesional del derecho deberá
estimar e intimar sus honorarios en el tribunal correspondiente, a los fines de que
se le garantice su legítimo derecho a percibir honorarios.

5.4.3 Honorarios por cuota litis

El pacto de cuota litis es aquel por medio del cual el abogado acuerda con el
cliente la cancelación de los honorarios profesionales, de acuerdo con un porcentaje
del valor de lo litigado, siempre y cuando obtenga una sentencia a favor de su
cliente o patrocinado.
De acuerdo con el criterio sostenido en la sentencia de fecha 21 de agosto de
1997, Radicación 14017 A, emanada de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del
Consejo Superior de la Judicatura:
la cuota litis consiste en el pacto que se suscribe entre el abogado y su cliente cuyo
objeto es la obtención de un porcentaje del objeto del pleito, siempre que éste se
gane. Se caracteriza, además, porque el profesional asume el cubrimiento de todos
los gastos que la gestión que se comprometió a desarrollar conlleve.
La Corte Suprema de Justicia de Colombia, en sentencia de fecha 18 de
mayo de 2000 Radicación 15283–B / 1058–A, conceptualizó la cuota litis de la
siguiente manera:
La modalidad de la contratación de la gestión profesional a cuota litis admitida por
ambas partes, indica de entrada para la Corte que los contratantes colocan de por medio
la eventualidad de un resultado económico concreto y estimable que, de darse,
será el parámetro único para establecer el valor de los honorarios que se generan
a favor de quien ha puesto al servicio del mandante su gestión, su diligencia y sus
conocimientos. Por eso, cuando el accionado dijo que el juez estuvo equivocado al
estimar el valor de los honorarios valorándolos sobre la cuantía de las pretensiones
de la demanda, por tal aspecto no incurrió en vía de hecho alguna, puesto que
la decisión cuestionada no se muestra como caprichosa o irracional.
En criterio de Liscano19, el contrato de cuota litis se materializa:
cuando el abogado ajusta con el cliente a quien defiende o por quien demanda, que
éste le pagará los honorarios profesionales con un tanto por ciento o una parte del
bien, valor o producto que, por fuerza de sus eficaces oficios jurídicos, resulte a
salvo en definitiva del litigio. Es modalidad frecuente en este convenio, la de que

19
Liscano, Tomás. Op. Cit. La Moral del Abogado y de la Abogacía, p. 57.
238 Manuel Espinoza Melet

el propio abogado poderhabiente suministre también las expensas del juicio con
igual cargo de honorarios.
El Maestro Cuenca20, citando a Sentis Melendo, señala que la jurisprudencia
ha considerado que se incurre en cuota litis cuando:
a. El monto de los honorarios se fija proporcionalmente al éxito;
b. Se conviene en una cantidad adicional, en caso de triunfo;
c. El cliente queda exonerado de pagar en caso de derrota;
d. Cuando exista un máximo y un mínimo según el resultado de la litis.
El pacto de cuota litis se encuentra comprendido entre los nominados por el
Código Civil como aleatorios, puesto que, en ese caso, tanto el abogado como el
cliente, acuerdan que los honorarios profesionales consistirán en un porcentaje del
resultado favorable del juicio, asumiendo el abogado el mismo riesgo que el cliente.
Osorio21 ha sido uno de los más contundentes críticos del pacto de cuota
litis, afirmando tajantemente que:
lo que la hace condenable es que arranca al abogado su independencia, haciéndole
partícipe en el éxito y la desventura. Procedemos con serenidad sabiendo que lo
que se premia es nuestro trabajo, cualquiera que sea su trabajo; pero perdemos
la ecuanimidad y se nos nubla el juicio, y no distinguimos lo lícito de lo ilícito,
si incidimos en la alternativa de ver perdido nuestro esfuerzo o lograr una
ganancia inmoderada. La retribución del trabajo es sedante. La codicia es hervor,
inquietud, ceguera. El abogado que a cada hora se diga “si gano este pleito, de
los cinco millones me llevaré dos”, se adapta a la psicología de los jugadores.
En Colombia, no existe una prohibición expresa que impida la existencia
del pacto de cuota litis entre el abogado y su cliente, así como en la fijación de
los honorarios profesionales, resultando un hecho bastante común este tipo de
compromiso, resultando sumamente beneficioso para el cliente o patrocinado
que no posee medios económicos suficientes para sostener los gastos que genera
un procedimiento judicial, asumiendo el abogado el riesgo, en virtud de que
dependiendo del éxito obtenido, obtendrá la compensación económica acordada
con el cliente.

20
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 391.
21
Osorio, Ángel. Op. Cit. p. 22.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 239

Capítulo IX
LA REPRESENTACIÓN Y LA ASISTENCIA

Sumario: 1. Conceptos de asistencia y representación. 2. Naturaleza Jurídica


3. Clasificación. 3.1 Representación legal. 3.1.2 Representación, asistencia
y autorización. 3.1.3 Representación de los incapaces 3.1.4 Representación
absoluta 3.1.5 Representación de las personas jurídicas 4. La representación
voluntaria 5. El interés en la representación 6. El poder 6.1 Naturaleza
jurídica 6.2 Formalidades, facultades y límites 6.3 Distintos tipos de Poderes
6.4 Mandato judicial 6.5 Sustitución del poder 6.6 Revocatoria del poder 6.7
Cesación del poder

1. CONCEPTOS DE REPRESENTACIÓN Y ASISTENCIA

La representación1 tiene como fundamento la facultad de celebrar actos


jurídicos en nombre de otra persona, natural o jurídica, de manera que los efectos
activos y pasivos de tales actos recaigan directamente en esa otra persona. De
acuerdo con el criterio de Rengel-Romberg2 la característica esencial de la
representación en el derecho civil, consiste en el hecho de que el representante
obre en nombre de otro y la voluntad propia del representante, manifestada en tal
forma, es tratada por la ley como voluntad del representado, sino que además, el
representante no resulta en modo alguno vinculado por ella.
Siguiendo las enseñanzas de Melich-Orsini3, la representación es un
mecanismo por lo cual el representante cumple actos jurídicos cuyos efectos

1
Goyburu Naquiche, Nadia. La Representación y el Poder: conceptos diferentes conceptos diferentes,
Lima, Derecho y Cambio Social, Año X, N° 32, 2013, p. 1: “La naturaleza o significado jurídico
de la representación consiste en que el representante celebra en lugar del representado un negocio
jurídico para éste, el cual es considerado respecto a sus efectos jurídicos, como un negocio propio
del representado. La celebración de un negocio jurídico para otro, con el efecto de que este último, y
no el propio agente, llega a ser parte en el negocio, constituye el concepto de la representación”.
2
Rengel-Romberg, Arístides. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano, Caracas, Tomo II,
Editorial Ex Libris, 1991, p. 51.
3
Melich-Orsini, José. La Representación Voluntaria, Caracas, Academia de Ciencias Políticas y
Sociales, Serie Estudios 69, 2007, p. 22.
240 Manuel Espinoza Melet

activos y pasivos representan directa o indirectamente en el patrimonio del


representado, aun si él es extraño a las relaciones jurídicas así establecidas”.
Señala también Melich-Orsini que, en concordancia con esta concepción de
representación, se justifica la utilización de ´la expresión “representación perfecta”
cuando la acción del representante se produce de manera directa en el patrimonio
del representado, en nombre y por cuenta de quien ha actuado el representante; y
de “representación imperfecta” cuando el representante ha actuado en su propio
nombre, pero por cuenta del representado.
Supone la posibilidad de una persona (representante) actúe por cuenta e
interés de otra (representado). Aparece así una duplicidad de personas de una de las
partes contratantes pero la única parte contratante la ejerce el representado, único
titular de los derechos e intereses en juego. La representación tiene trascendencia
práctica, pues da lugar al milagro jurídico de la bilocación. Consiste en confiar a
una persona (representante) la facultad de actuar y decidir (dentro de ciertos límites)
en interés y por cuenta de otra (representado). Por su origen puede ser legal, por
voluntad de la ley, en los casos de tutela y patria potestad, o voluntaria, que nace
por voluntad del representado. La representación supone un ensanchamiento de
las posibilidades de actuación jurídica, si es voluntaria permite la habilidad ajena
para los negocios, y si es legal es el medio de activar la capacidad potencial de
quien la tiene limitada. La representación legal tiene por función suplir la falta de
capacidad, la voluntaria supone necesariamente la capacidad del representado4.
En criterio de Najera Farfán5 la representación se asemeja a la sustitución
procesal:
porque tienen en común el que tanto el representante como el sustituto hacen valer
en un juicio un derecho ajeno. Pero semejanza no es identidad. El representante
hace valer el derecho ajeno, a nombre de su representado; parte es el representado
y no el representante. En la sustitución, se hace valer en nombre propio; parte es el
sustituto y no el sustituido. Los efectos del fallo no repercuten en la esfera jurídica
del representante, pero sí en la esfera jurídica del sustituto y sólo en la de él porque
si está legitimado para ser parte es porque lo liga con el sustituido alguna relación
de derecho sustancial de modo que ejercitando el derecho sustituido, satisface su
propio interés como ocurre en todos los casos de acción subrogatoria.

4
Domínguez Guillén, María Candelaria. Curso de Derecho Civil III Obligaciones, Caracas, Revista
Venezolana de Legislación y Jurisprudencia, 2017, p. 493, la autora cita a Puig, De Castro y Bravo
y Mosco.
5
Najera Farfán, Mario Efraín. Derecho Procesal Civil, Guatemala, Editorial Eros, 1970, p. 198.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 241

Tal y como lo expone Rosenberg6, en la representación:


1. Todo representante debe actuar en nombre de la parte representada, tanto
en el caso de la representación legal como en el de la voluntaria.
2. Actúa en nombre ajeno quien, de cualquier modo, en particular mediante
la denominación de otra persona como parte, da a conocer que las
consecuencias de su obrar no deben ser referidas sino a esa otra persona.
También los actos frente a un representante deben ser señalados, mediante
referencia al nombre o a la relación jurídica de la parte, como destinados
para ella.
3. La diferencia entre el obrar por representación y el poder de representación,
es particularmente importante en el proceso civil; porque una serie
de preceptos relacionados con el poder procesal no establecen sin
embargo presupuestos o efectos del apoderamiento, sino del obrar por
representación.
4. El representante procesal no puede sostener un proceso consigo mismo
como parte o como representante del adversario.
En cuanto a los efectos de la representación, Ospina7 señala los siguientes:
a. La eficacia del acto jurídico se desvía del representante al representado,
como si este hubiera obrado por sí mismo. Es decir, los vínculos jurídicos
producto del acto se unen entre el representado y las personas que
negocian con el representante, mientras que la órbita jurídica de este
último permanece indiferente, al margen de la operación, lo que se explica
suficientemente, por cuanto dicho representante no ha obrado para sí, sino
para el representado.
b. En razón de la eficacia del acto, la capacidad necesaria para celebrarlo debe
apreciarse respecto del representado. Ahora bien, como el representante
no sufre las consecuencias derivadas del acto, no necesita plena capacidad
para obligarse.
c. A los fines de la determinación del perfeccionamiento y validez del acto
celebrado por el representante, se debe atender a las circunstancias en que
aquel ha realizado su intervención. Así que los vicios de la voluntad del

6
Rosenberg, Leo. Op. Cit. Tratado de Derecho Procesal Civil, pp. 284 y 285.
7
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. Teoría General de los Actos o Negocios
Jurídicos, Bogotá, Tercera Edición, Editorial Temis, 1987, p. 353.
242 Manuel Espinoza Melet

representante, tales como: dolo, fraude pauliano, etc., producen los efectos
que le son propios, como si el representado hubiera actuado directamente.
d. En la representación voluntaria, la repercusión de la eficacia jurídica del
acto en el patrimonio del representado se fundamenta en el mandato
que fue debidamente conferido por el representado. En este sentido, es
menester ponderar la actuación del mandante en todos aquellos casos
en que su participación, aunque sea remota o mediata en la celebración
del acto, interese para la apreciación de los efectos producidos por
este. Es por ello, que los vicios de la voluntad del representado no se
purgan por el hecho de constituir un representante que intervenga en
la celebración del acto; así como tampoco el dolo o el fraude pauliano
cometidos por el representado desaparecen so pretexto de haber utilizado
éste un representante de buena fe.

2. NATURALEZA JURÍDICA

En relación a la naturaleza jurídica de la representación, encontramos en la


doctrina, las siguientes cuatro teorías:
a. Teoría de la ficción: Concebida por Pothier, y sostenida por la doctrina
francesa. La antigua doctrina consideraba que la representación era una
mera ficción jurídica, mediante la cual el acto respectivo se reputaba
celebrado personal y directamente por el representado. Es decir, supone
que lo actuado por una persona incide en la esfera jurídica de otra, como si
hubiera sido la segunda y no la primera la que concurrió en la celebración
del negocio jurídico.
Esta teoría fue desechada, por cuanto crea una confusión en el acto por
medio del cual se otorga el mandato, y el que se celebra en virtud del
mismo por parte del mandatario; puesto que la celebración misma del
negocio se realiza con la sola voluntad del representante sin la intervención
del representado. Allí surge su evidente contradicción. Hay cooperación en
el momento de conferirse el mandato, puesto que éste es un acto jurídico
bilateral, pero no en el acto que se realiza en virtud de ese mandato. En
criterio de León Heredia8 “un análisis serio de esta teoría nos demuestra,
por de pronto, que nada se explica con decir que se trata de una ficción, ni

8
León Hurtado, Avelino. La voluntad y la capacidad en los actos jurídicos, Chile, Cuarta Edición,
Editorial Jurídica de Chile, 1991, p. 185.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 243

precisa quién manifiesta la voluntad en el acto jurídico: si el representante,


el representado; o es el representado quien manifiesta su voluntad, pero
en virtud de la ficción aparece contratado el representante; y por último,
la voluntad de ambos crea el acto, pero por la ficción sólo existiría la
voluntad del representado.
b. Teoría del nuncio: Tesis sostenida por Savigni, se fundamenta en que
el contrato lo celebra el representado y que el representante actúa como
“nuncius” o mensajero que transmite la voluntad de aquél. De acuerdo
con el criterio de Figueroa Yáñez9, en la teoría del nuncio, se transmite
mecánicamente la voluntad del representado, siendo la verdadera voluntad
jurídica que da nacimiento al contrato o al acto. En este sentido:
El representante es el simple portador de una voluntad ajena, un simple
porteparole, y ello incluso en el caso que tenga autorización para determinar
el precio en una compraventa, elegir la cosa que será objeto de tal contrato, o
acordar otras cláusulas esenciales del mismo. La amplitud de los poderes de
que el representante se encuentre investido no lo priva, según Savigni, de su
condición básica de emisario o mensajero de voluntad ajena.
La teoría del nuncio ha sido rechazada por toda la doctrina contemporánea,
en virtud de que no es capaz de explicar los casos de representación legal
de incapaces, en donde encontramos la imposibilidad manifiesta de que
puedan dar instrucciones de cualquier naturaleza a sus representantes.
También la teoría cae en contradicción con los casos de representación
sin poder, muy especialmente, cuando ésta se genera de forma oficiosa,
porque el representado no tiene conocimiento del acto celebrado en su
nombre.
c. Teoría de la cooperación: Sostenida por Mitteis, mediante la cual se
concibe a la representación como una cooperación de las voluntades
del representante y el representado, los cuales concurren a la forma-
ción del acto jurídico, en una especie de voluntad compuesta, frente
a la voluntad del tercero. la voluntad del representado se plasma en el
poder que confiere al representante, y será de mayor o menor influencia
en la formación del acto, según hayan sido las atribuciones y facultades
conferidas.

9
Figueroa Yáñez, Gonzalo. El Patrimonio. Segunda Edición actualizada con la Ley N° 19.355 de
1994, Chile, Segunda edición, Editorial Jurídica de Chile, 1997, p. 177.
244 Manuel Espinoza Melet

Señala Figueroa Yáñez10 que la teoría de la cooperación ha sido


desechada, a consecuencia de dos razones fundamentales; en primer lugar,
porque confunde dos actos jurídicos distintos: el otorgamiento de poder,
acto que interesa sólo al representado o poderdante y al representante o
apoderado, y en virtud del cual el primero se limita a autorizar al segundo
para que celebre actos jurídicos en su nombre; y el acto encomendado,
que se celebra entre el tercero y el representante, y en el cual éste último
actuará en nombre del representado, y lo obligará si no excede los poderes
que se le hayan otorgado. También la teoría ha sido objeto de crítica, por
cuanto no logra explicar los casos de representación legal de los incapaces,
los de representación sin poder y los de representación de oficio, en donde
se evidencia la absoluta inexistencia de la voluntad del representado.
d. Teoría de la sustitución: Esta teoría es la más acogida por la concepción
moderna, sostenida por Pion, Levy Ullman y Popesco-Ramniceano.
Esta teoría establece que la representación es la sustitución real y completa
de la personalidad jurídica del representado por la del representante, de
modo que es la voluntad del representante la que participa directamente
en el negocio o acto jurídico que se celebra.
En criterio de Ospina11, la teoría de la sustitución se caracteriza:
– Por la sustitución real y completa de la personalidad jurídica del
representante a la del representado.
– Por la desviación de los efectos del acto hacía el patrimonio de este último,
dejando intacto el patrimonio del representante. En este sentido, afirma:
De suerte que, en lo que se refiere a la celebración misma del acto jurídico,
solo se debe atender a la intervención real y directa del representante, en vez de
suponer ficticia y arbitrariamente (con la teoría antigua) que dicho acto se celebra
personalmente por el representado. Por tanto, para determinar si el consentimiento
se ha formado, si está exento de vicios, etc., el análisis respectivo debe hacerse
a través de la voluntad y, en general, de la intervención del representante, pues
el representado no interviene para nada en la celebración del acto y hasta su
voluntad puede faltar en absoluto, como cuando se trata de una persona futura
o moral, o de un demente. Conforme a esta teoría, la personalidad jurídica del
representado solo se debe tener en cuenta cuando se va a investigar la eficacia
del acto ya celebrado entre otras personas, pues es entonces cuando hay que

10
Ibídem, p. 178.
11
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. Op. Cit. Teoría General de los Actos o
Negocios Jurídicos, p. 354.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 245

concluir que dicha eficacia, en virtud de la representación, se desvía hacia el


patrimonio del representado, sin modificar la órbita jurídica del representante.

3. CLASIFICACIÓN

A los efectos de la clasificación de la representación, encontraremos en


el derecho civil que la representación será necesaria o legal, cuando la misma
es impuesta por la ley, y voluntaria, cuando la misma es otorgada libremente
por el interesado con capacidad para otorgarla. En el derecho procesal civil,
encontramos a la representación judicial, la cual es conferida por el juez en ciertos
y determinados casos.
Tal y como lo sostiene Ospina12 la representación de una persona por otra
supone que esta última tenga facultad o poder suficiente para obrar en nombre de
aquella. Y esa facultad, prevista en el Código Civil, indica los orígenes de dicha
voluntad: la ley o la voluntad privada. En este sentido, afirma:
Si la representación es legal, como la que tienen el tutor, el curador y los padres
de familia, la ley misma se encarga de fijar pormenorizadamente los poderes del
representante y las condiciones y límites de su ejercicio. Si la representación es
voluntaria, como la del mandatario, habrá que buscar los poderes del representante
en el acto jurídico que constituye dicha representación. De suerte que, en resumidas
cuentas, la apreciación del requisito que se viene exponiendo dependerá del origen
de los poderes o facultades del representante: dicha apreciación será un problema
de derecho o, de hecho, según que la representación sea legal o voluntaria,
respectivamente.

3.1 Representación legal

La representación legal, es aquella que impone la ley, motivado a la incapacidad


de ciertas personas naturales, como lo es el caso de los niños, niñas y adolescentes,
los entredichos, etc. La representación legal es imperativa, de orden público, en
virtud de que los incapaces no pueden concurrir a ciertos y determinados actos
jurídicos por sí solos, es por ello que necesitan ser representados13, a los fines de
suplir o a integrar la falta de capacidad mental o jurídica.

12
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. Op. Cit. Teoría General de los Actos o
Negocios Jurídicos, p. 350.
13
Rosenberg, Leo. Op. Cit. Tratado de Derecho Procesal Civil, pp. 289 y 290: “Representantes legales
son los representantes con poder de representación legal; es decir, con un poder de representación
246 Manuel Espinoza Melet

Tal y como nos enseña Acedo Penco14 la representación legal es un fenómeno


sustitutivo, mediante el cual:
la propia ley otorga legitimación a ciertas personas para que ejerciten, todos
o algunos, derechos de otras personas que son titulares. El fundamento de la
representación legal reside en la falta de capacidad de obrar de los titulares de
derecho, o cuando conviene al interés general, o al de ciertas personas, que no los
ejerzan las personas titulares de los mismos.
De acuerdo con el criterio del Maestro Cuenca15, el Estado debe garantizar,
a todos los ciudadanos la tutela jurídica para acudir a los tribunales de justicia,
pero se da el caso, que no todos pueden comparecer en juicio por encontrase
impedido por razones mentales y jurídicas para intervenir en las controversias.
Por este motivo, la ley se ha encargado de complementar esas deficiencias tanto
mentales como jurídicas por medio de la representación legal o convencional.
También destaca Cuenca:
El Estado proporciona entonces el asesoramiento de los profesionales en la ciencia
del derecho para que el litigante pueda exponer sus hechos y razones dentro del
orden y la técnica jurídicos establecidos por la Ley. La representación legal se
justifica, pues, en razón de deficiencias mentales, como la locura, o la minoridad,
y la representación convencional, que se formaliza mediante el mandato judicial,
se justifica en razón de la falta de conocimiento en la ciencia del derecho. De allí la
necesidad de los representantes legales como el padre, el tutor, para los incapaces
mentales, y de los abogados, para los que desconocen el ordenamiento jurídico.
Cabe destacar, lo que sobre este punto, plantea Melich-Orsini16:
el representante legal no está vinculado a su representado por una relación negocial
entre ambos, sino que sus poderes para determinar de manera eficaz la repercusión
de sus decisiones sobre la esfera de intereses de tal representado está subordinada
solo a un estatuto que en definitiva se soporta en la ley.
Para Rosenberg,17 la figura del representante legal, conforma las siguientes
características:

sobre cuyo contenido, extensión y extinción no tiene influencia de ninguna especie el representado.
La más frecuente es la representación legal de personas no capaces procesalmente”.
14
Acedo Penco, Ángel. Introducción al Derecho Privado, Madrid, Editorial Dykinson, 2013, pp. 190
y 191.
15
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 343.
16
Melich-Orsini, José. Op. Cit. La Representación Voluntaria, p. 31.
17
Rosenberg, Leo. Op. Cit. Tratado de Derecho Procesal Civil, pp. 290, 291 y 292.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 247

a. La persona del representante legal y los requisitos de su capacidad para


la representación se determinan de acuerdo con el derecho civil.
b. El poder de representación del representante legal nace y termina con
las disposiciones del derecho civil (también del extranjero. La extinción
en particular es siempre y exclusivamente la consecuencia privativa de
la terminación de la llamada relación de fondo.
c. La extensión del poder de representación legal se determinará por
el derecho civil (extranjero), con independencia de la voluntad del
representado.
1.1 El representante legal tiene el poder de representación para la gestión
de procesos sobre los asuntos que pertenecen a su círculo de actuación.
1.2 Si el representante legal está facultado para la gestión de un proceso
en general, tiene dentro de ese proceso el poder para la ejecución
y recepción eficaz de todos los actos que le sirvan para la gestión
procesal.
1.3 Las normas sobre la extensión del poder de representación legal son
inalterables; en consecuencia, no puede aplicarse en forma analógica.

3.2 Representación, asistencia y autorización

Tal y como lo plantea Cuenca, encontramos que tiene una serie de grados y
matices, para lo cual se adoptan tres formas según la extensión de poderes que el
representante le atribuye la ley: representación, asistencia y autorización.
Así tenemos que la representación es la sustitución absoluta, en la persona de
los bienes del incapaz, en la voluntad del representante legal. La asistencia es la
actuación conjunta de la voluntad del semi-incapaz, en la persona del representante,
siendo caracterizada por la voluntad del representante y la del semi-incapaz. Por
último, la autorización es el consentimiento prestado por el representante para
ciertos actos que el representado puede realizar en forma autónoma sin necesidad
de representación ni asistencia18. Se afirma que “Si pudiéramos establecer en
términos simples la diferencia entre representación y asistencia, diríamos que
representar es sustituirse mientras que asistir es acompañar; representar es actuar
por otro en tanto que asistir es actuar con el otro”. La representación supone

18
Domínguez Guillén, María Candelaria. Reflexiones sobre la representación y la asistencia de los
incapaces. En: Revista de Derecho N° 11. Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, 2004, pp. 273-282.
248 Manuel Espinoza Melet

una incapacidad absoluta, en tanto que la asistencia una incapacidad relativa o


parcial. La autorización se diferencia de la asistencia en que la primera supone la
aprobación previa a la realización del acto mientras que la asistencia es simultánea
a éste19.

3.3 Representación de los incapaces

La representación legal se ejerce a nombre de las personas procesalmente


incapaces, bien porque son menores de edad o porque adolecen de alguna de las
enfermedades que dan motivo a la interdicción20.
Domínguez Guillén21 considera que en el léxico jurídico la expresión
capacidad es anfibológica:
pues unas veces denota la aptitud de los sujetos para ser titulares de derechos y
obligaciones, y otras veces, se emplea para significar el poder que se le reconoce
a la mayoría de dichos titulares para realizar actos jurídicos sin el ministerio o
autorización de otra persona. En el primero de los sentidos, la capacidad es un
atributo de la personalidad jurídica. En el segundo de los sentidos, la capacidad
es un requisito para la validez de los actos jurídicos. De allí que no se admite
tal validez sino se tiene el grado de discernimiento y experiencia suficiente para
comprender el sentido y las consecuencias de tales actos.
Podríamos señalar que tanto en la doctrina nacional y extranjera, existe un
gran consenso en afirmar que la capacidad de goce es la aptitud para ser titular
de deberes y derechos o idoneidad para ser sujeto de derecho, y en cuanto a la
capacidad de obrar o de ejercicio, es definida como la aptitud para ejercer por sí
mismo los derechos y obligaciones.
En principio, todas las personas tienen capacidad de goce, por lo tanto, no
encontraremos una incapacidad general de goce, lo que si se puede presentar es
una limitación en la capacidad de obrar, es decir, no tener la posibilidad de realizar
actos jurídicos por voluntad propia porque carece de capacidad de obrar.

19
Ibídem: p. 273; De Freitas De Gouveia, Edilia: La noción de capacidad en la doctrina jurídica
venezolana, Estudios de Derecho Civil. Libro Homenaje a José Luis Aguilar Gorrondona, Colección
Libros Homenaje N° 5, Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, 2002, Vol. I, pp. 344 y 345.
20
Najera Farfán, Mario Efraín. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 203.
21
Domínguez Guillén, María Candelaria (2001). Ensayos sobre Capacidad y otros temas de Derecho
Civil, Caracas, Colección Nuevos Autores, Nº 1, Tribunal Supremo de Justicia, 2001, p. 3.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 249

Henríquez La Roche22 considera que “la capacidad procesal viene a ser la


potestad que tiene toda persona para actuar en el proceso y ejercer los derechos
o posibilidades procesales y asumir las cargas que devienen de las normas que
tutelan el proceso y de las vicisitudes que ocurren en el mismo”.
Domínguez Guillén23, nos enseña:
La capacidad de ejercicio o de obrar presupone la capacidad jurídica o de goce,
pero no a la inversa, en el caso de las personas naturales. No puede producir
efectos jurídicos en cabeza propia quien no puede llegar a ser titular de los
derechos y deberes que ese acto está llamado a producir. La capacidad de obrar
es un complemento de la capacidad jurídica; nunca se encuentra en oposición a
esta última. La capacidad jurídica es una cualidad preeminente sobre la de obrar,
que es una consecuencia de la anterior. La capacidad jurídica es el reconocimiento
por el derecho positivo de la consideración del hombre como fin y no como medio.
El representante de un incapaz ejerce sus funciones, pero los actos se le imputan
al incapaz.
Así encontramos, que necesariamente a ciertas y determinadas personas la
ley le impone la necesidad de que sean debidamente representadas, tal es el caso
de los niños, niñas y adolescentes, los enfermos mentales y por otras causas, las
personas jurídicas, etc.

3.3 Representación absoluta

La representación de los incapaces, en cuanto a los niños, niñas y adolescentes


de manera absoluta, estará ejercida por el padre y la madre, a través de la patria
potestad. En este sentido, el Código Civil, en su artículo 28824, dispone: “La patria
potestad es el conjunto de derechos que la ley reconoce a los padres sobre sus
hijos no emancipados, para facilitar a aquéllos el cumplimiento de los deberes
que su calidad les impone.
Corresponde a los padres, conjuntamente, el ejercicio de la patria potestad
sobre sus hijos legítimos. A falta de uno de los padres, la ejercerá el otro”.

22
Henríquez La Roche, Ricardo. Código de Procedimiento Civil, Caracas, Tomo I, Centro de Estudios
Jurídicos del Zulia, 1995, p. 397.
23
Domínguez Guillén, María Candelaria. Op. Cit. Ensayos sobre Capacidad y otros temas de Derecho
Civil, p. 23.
24
El término legítimos fue declarado inexequible por sentencia emanada de la Corte Constitucional,
sentencia C-404/13.
250 Manuel Espinoza Melet

Cabe destacar, que el ejercicio de la patria potestad podría no ser absoluta, de


llegar a materializarse lo dispuesto en el artículo 290 del Código Civil: “La patria
potestad no se extiende al hijo que ejerce un empleo o cargo público, en los actos
que ejecuta en razón de su empleo o cargo. Los empleados públicos, menores de
edad, son considerados como mayores en los concerniente a sus empleos”.
Tal y como nos enseña Aguilar Gorrondona25, la patria potestad tiene las
siguientes características:
a. Es obligatorio tanto en el sentido de que los padres están obligados a
continuar en dicho ejercicio mientras no sean privados de su titularidad.
b. Es personal y por lo tanto intransmisible, carácter que deriva del principio
de que la patria potestad es el régimen que ofrece mayores garantías para
la protección de las personas sometidas a regímenes de incapacidades
porque cuenta con el concurso de los protectores naturales de ellas.
c. Es indisponible en el sentido de que el ejercicio de la patria potestad
no puede ser atribuido, modificado, regulado ni extinguido por la sola
voluntad privada sino en los casos y en la medida que prevea la ley.
d. Es un oficio gratuito lo que responde a la idea de que la protección del
hijo es un deber natural de los padres.
e. Es un oficio privado, y más en particular, un oficio familiar.
Es por ello, que el ejercicio de la patria potestad genera en la figura de los
progenitores la representación legal, y, por ende, sostienen y defienden los legítimos
derechos personales y patrimoniales de los menores de edad, ante cualquier
instancia, bien sea pública o privada.

3.4 Representación de las personas jurídicas

Las personas jurídicas, son sujetos del derecho, con capacidad de adquirir
derechos y contraer obligaciones, así como ejercitar acciones judiciales. Dado
el carácter en las cuales encuentran investidas, y en virtud de que las mismas
no son personas físicas sino abstracciones jurídicas, no pueden ejercer de forma
colectiva, los actos indispensables para poder comparecer ante un determinado
proceso judicial, sino a través de personas naturales.

25
Aguilar Gorrondona, José Luis. Derecho Civil Personas, Caracas, Manuales de Derecho,
Universidad Católica Andrés Bello, Fondo de Publicaciones UCAB, 2001, p. 233.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 251

Tal y como lo sostiene Najera Farfán26 a las personas jurídicas se les debe
representar, a través de la figura de la representación necesaria; y se les denomina
de esa manera, porque las personas jurídicas, por su propia estructura, sólo pueden
actuar por intermedio de una persona física. En este sentido, sostiene: “En ella la
representación no es optativa sino el medio o la forma natural de existir. Quien
la ostenta goza por ese solo hecho de capacidad procesal y está autorizado para
comparecer en juicio con las facultades propias de los mandatarios judiciales”.
De conformidad con lo previsto en el artículo 633 del Código Civil: “Se
llama persona jurídica, una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer
obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente.
Las personas jurídicas son de dos especies: corporaciones y fundaciones de
beneficencia pública.
Hay personas jurídicas que participan de uno y otro carácter”.
Sostiene Cuenca27, que la representación de las personas jurídicas emana
de una voluntad delegada, a través de una asamblea o grupo de personas.
Constituyendo los delegados el órgano directivo, el cual es parte integrante de
la persona jurídica representada. Es por ello, que resulta polémico el discernir
la posibilidad de establecer la misma distinción entre representantes legales y
convencionales en cuanto a las entidades públicas o privadas. También afirma, lo
siguiente: “pues en las primeras, la representación está prevista por la ley, y en las
segundas, el órgano directivo surge generalmente por nombramiento o convenio
de una asamblea, como ocurre en las sociedades civiles y mercantiles, pero la
doctrina tiende a considerar a todos los representantes de las personas jurídicas
con carácter legal”.

4. LA REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA

La representación voluntaria28, es una relación jurídica, que nace no por


imperio de la ley sino de la voluntad de la parte que la confiere. La representación

26
Nájera Farfán, Mario Efraín. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 201.
27
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, pp. 346 y 347.
28
De Pina, Rafael y Castillo Larrañaga, José. Instituciones de Derecho Procesal Civil, p. 350:
“Si la representación es voluntaria, como la del mandatario, habrá que buscar los poderes del
representante en el acto jurídico que constituye dicha representación. De suerte que, en resumidas
cuentas, la apreciación del requisito que se viene exponiendo dependerá del origen de los poderes o
facultades del representante: dicha apreciación será un problema de derecho o de hecho, según que la
representación sea legal o voluntaria, respectivamente”.
252 Manuel Espinoza Melet

voluntaria supone la capacidad de obrar. Son representantes voluntarios los


representantes con poder. Por su extensión, se diferencian en el proceso civil los
apoderados procesales, los cuales están facultados para la gestión de un proceso
en su totalidad o en una instancia, y los apoderados particulares o especiales, a
los que se ha otorgado poder sólo para uno o varios actos procesales29.
Dentro de la representación voluntaria es donde cobra relevancia la
distinción entre la representación directa (en la que el representante actúa por
cuenta y en nombre del representado) y la representación indirecta (en la que el
representante actúa por cuenta del representado, pero bajo su nombre, y no bajo
el de su representado). Habitualmente, la representación voluntaria se manifiesta
en la representación directa. En relación a la misma es necesario perfilar lo que
se conoce como la contemplatio domini, entendida ésta como el conocimiento
que tienen las partes, en las actuaciones en nombre ajeno, de la existencia de un
dominus detrás del representante. Este concepto presupone una autorización, que
se materializa en el otorgamiento del poder de representación. En este sentido,
el apoderamiento se refiere al negocio jurídico por el que se lleva a cabo dicho
otorgamiento de poder. El mismo se causa a consecuencia de la voluntad del que
será representado; por ello se reconoce dicho acto como un negocio unilateral y
recepticio, ya que la declaración que hace el poderdante debe ser conocida para
que la misma produzca los efectos que le son propios.
En consecuencia, podemos destacar, que la representación voluntaria:
a. Es una relación jurídica, que nace de la voluntad de la parte que la confiere.
b. El representante realiza actos procesales en nombre de la parte
representada y no en su propio nombre.
c. Los efectos jurídicos de los actos realizados por el representante recaen
exclusivamente sobre la parte representada.

5. EL INTERÉS EN LA REPRESENTACIÓN

La representación, incluyendo la legal, es concebida en interés del representado.


En la representación voluntaria, la exigencia de obrar en interés del dominus, que
muchos consideran el rasgo distintivo de la figura es resaltada en mayor relieve
en las definiciones de mandato, que señalan que el apoderado asume el deber de

29
Rosenberg, Leo. Op. Cit. Tratado de Derecho Procesal Civil, pp. 294 y 295.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 253

obrar por cuenta de aquél, con lo que se entiende que el apoderamiento es para
obrar para él30.
La representación, se fundamenta en atención al interés del dominus, puede
igualmente materializarse en interés del propio representante, pero sin prescindir
de la presencia y el predominio del interés del dominus, o sólo de uno o varios
terceros, que se resuelve en la figura de contrato a favor de terceros. El representante
obra al servicio del interesado, debe velar por que se respeten los legítimos derechos
e intereses de su representado.
Tal y como lo sostiene Ospina31 si en los actos realizados por el representante
se afectan los intereses del representado, compromete su responsabilidad para
con éste, desde luego, si ha procedido con dolo o con negligencia que ya no
le sea permitida. De tal forma, que si el representante ejecuta actos que sean
manifiestamente perniciosos para el representado, debe indemnizarle a éste los
perjuicios que le irrogue.
Siguiendo el criterio sostenido por el Consejo de Estado, mediante decisión
citada en el Expediente N° 34562, encontramos:
la representación judicial es una clase de mandato, que se manifiesta ante terceros
a través del acto de apoderamiento, el cual no es más que una consecuencia del
mandato con representación, entendido como aquel en el cual el mandatario,
en desarrollo del encargo, obra por cuenta del mandante, es decir, poniendo
de manifiesto que el acto jurídico realizado, lo hace a nombre de aquel. El
apoderamiento –u otorgamiento de poder–, es entonces un acto jurídico
independiente del mandato mismo, en el cual se limitan los poderes del mandatario
que actúa como representante del mandante y que está dirigido principalmente
a los terceros con los que el mandatario se va a relacionar a nombre de aquel,
quienes tienen interés en conocer los límites de las facultades que le han sido
otorgadas para el cumplimiento del encargo; es por ello que para algunos casos, el
legislador ha considerado necesario que el poder cumpla con ciertas formalidades
ad solemnitatem o ad substantiam actus con finalidades de seguridad jurídica,
sin las cuales no existirá ni podrán darse por radicadas las respectivas facultades
en cabeza del mandatario, como es el caso de los poderes especiales que se
confieren para la representación en un proceso judicial, los cuales, de acuerdo con
lo establecido por el artículo 65 del C.P.C., deben otorgarse por escritura pública
o por memorial dirigido al juez del conocimiento.

30
Goyburu Naquiche, Nadia. Op. Cit. La Representación y el Poder: conceptos diferentes, p. 4.
31
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. Op. Cit. Teoría General de los Actos o
Negocios Jurídicos, p. 357.
254 Manuel Espinoza Melet

6. EL PODER

El poder32 es un instrumento debidamente autenticado, por medio del cual se


expresa la voluntad del poderdante al poderdado. En fin, es la representación de
una persona por otra, confiriéndose la facultad para obrar en nombre de aquella.
En este sentido, el artículo 2.142 del Código Civil, señala: “El mandato es un
contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que
se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
La persona que concede el encargo se llama comitente o mandante, y la que
lo acepta apoderado, procurador, y en general mandatario”.
En este sentido, Goyburu33 hace una descripción del poder, señalando:
En síntesis, el poder es la facultad de representación otorgada por negocio jurídico,
que da al apoderado la potestad de producir efectos jurídicos a favor a favor y
en contra del poderdante, mediante los negocios concluidos a su nombre, y por
esto cae en este aspecto bajo el concepto de los derechos de modificación. Este

32
Rosenberg, Leo. Op. Cit. Tratado de Derecho Procesal Civil, pp. 294 y 295: “El poder es
consentimiento para obrar en representación; y la declaración del poder, una declaración de
consentimiento (…); su única peculiaridad es que rige para las acciones de un representante. Por eso,
la declaración de poder es un acto jurídico unilateral o puede ser otorgada, como el consentimiento,
incluso posteriormente, y entonces se llama ratificación (…).
Dos aspectos necesitan ser destacados.
a) El poder para actos de la gestión procesal no es un acto procesal, sino una declaración
perteneciente a los negocios jurídicos (…), y por eso está sometida a las reglas de capacidad de
obrar, y no a la capacidad procesal (…). Pues, como ésta no puede ser producida ni sustituida
por el consentimiento de representante legal (…), una persona con capacidad limitada de
obrar podría otorgar consentimiento de su tutor, por ej., un poder para la administración de un
negocio (con facultad para la representación procesal), pero no un poder simplemente para la
representación procesal. Entre el poder para declaraciones de voluntad y el poder para actos
procesales no debe hacerse una diferenciación substancial y conceptual; porque también el
apoderado procesal está facultado para declaraciones de voluntad de derecho civil (…), y una
serie de poderes de derecho civil comprende la representación procesal (…). En tanto que una
persona sin capacidad de obrar tiene capacidad procesal, posee la capacidad de obrar necesaria
para el otorgamiento del poder y para la conclusión del contrato de derecho de obligaciones
(arrendamiento de servicios, etc.), que se encuentra en la base del poder (…).
En consecuencia, pueden aplicarse aquí en forma analógica los preceptos del BGB sobre el
poder.
b) Poder y ratificación son de la misma clase y efecto (…). En todos los casos de la representación
procesal basta por eso la ratificación posterior para hacer nacer desde el principio, en la esfera
jurídica del representado, las consecuencias de obrar por representación (RG, 86, 246). Lo que
puede el poder, lo puede la ratificación; de la procedencia y eficacia del uno pueden concluirse
las de la otra (…). Esto no se observa siempre en la práctica en los tribunales inferiores”.
33
Goyburu Naquiche, Nadia. Op. Cit. La Representación y el Poder: conceptos diferentes, p. 5.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 255

carácter de potestad resalta con máxima claridad en el poder irrevocable, pero se


da también en el revocable en tanto no haya sido revocado.
En el caso de la representación legal, ésta viene directamente, ope legis, bien
sea por la relación de parentesco, o indirectamente, por mandato de un juez o de
la autoridad administrativa, que acoge la designación de progenitor o testador o
donante o nombra al representante.
En criterio de Enneccerus34, las características del apoderamiento, son las
siguiente:
a. Por regla general, el apoderamiento tiene por base otra relación jurídica
entre el poderdante y el apoderado, sobre todo un contrato de gestión de
negocios, o sea un contrato de mandato, de servicios, o de obras, que se
refiere al cuidado de negocios, pero con frecuencia también un contrato
de sociedad. Ordenamientos civiles distinguen entre el apoderamiento
de la relación contractual que tiene por base. Aun en los casos en que el
apoderamiento va unido exteriormente a este contrato, es distinto desde
un punto de vista jurídico.
b. El apoderamiento es unilateral, aunque se base en un contrato; no puede
darse sin una relación básica, y a la inversa, puede existir una relación
semejante, por ejemplo, un mandato sin poder. Puede ser válido en el
caso de que no lo sea la relación básica y al revés y también puede seguir
siendo válido al terminarse la relación básica y viceversa.
c. Es un negocio abstracto, pues no recoge la causa en que descansa.
No existen distintos apoderamientos, sino un solo apoderamiento que
consiste en el otorgamiento del poder de representación y nada más. Por
tanto, el poder no depende de la validez de la relación que dio motivo a
su otorgamiento sino que puede ser válido, a pesar que esta relación sea
nula por una causa que no afecta al poder.
En cuanto a las diferencias entre poder y representación, encontramos que
en la representación nos referimos al vínculo jurídico entre representante y
representado; en tanto que el ejercicio del poder, que constituye el contenido de
la representación, produce efectos jurídicos respecto de terceros con quienes el
apoderado contrata. También hay que destacar, que otra forma de diferenciar la
representación del poder es notar que éste es el medio o instrumento para conferir
aquella. Siempre que exista un poder se supone la existencia de una representación
34
Enneccerus, Ludwig. Derecho Civil. Parte General, Barcelona, Tomo II, Editorial Bosh, 1950,
p. 277.
256 Manuel Espinoza Melet

voluntaria, y la única forma de conferir esta representación voluntaria es mediante


el poder.
En Colombia, los servicios de los abogados deben adscribirse a lo pautado
en el artículo 2144 del Código Civil, el cual establece que “Los servicios de las
profesiones y carreras que suponen largos estudios, o a que está unida la facultad
de representar y obligar a otra persona, respecto de terceros, se sujetan a las reglas
del mandato”.
En este sentido, el Consejo de Estado, mediante decisión dictada en el
Expediente N° 34562, expresamente dispuso: “Cuando se requieren los servicios de
un profesional del derecho para la representación judicial, surgen dos actuaciones
distintas: de una parte, la del apoderamiento o procuración y de otra, el negocio
jurídico que le da piso o justificación al mismo. Aquel, constituye un acto unilateral
del poderdante que crea facultades para ser ejercidas por el apoderado, dirigido,
en el caso de los procesos judiciales, al juez; y éste, consistente en un acuerdo de
voluntades, en el que se regulan internamente las relaciones entre el representante
y el representado surgidas entre ellos con motivo de la existencia y ejercicio
del poder, mediante la estipulación de las obligaciones recíprocas, acuerdo de
voluntades que la mayoría de las veces corresponde a un mandato”.

6.1 Naturaleza jurídica del poder

En cuanto a la naturaleza jurídica, el poder se presenta, como un negocio


unilateral al cual corresponde ex lege una condición suspensiva, cuyo cumplimiento
depende de la voluntad del sujeto que, en definitiva, aparece como el destinatario
necesario. En este sentido, la doctrina ha adoptado la tesis de concebir al poder
en la categoría de los negocios unilaterales de autorización que producen sus
efectos a penas hayan sido puesto en conocimiento del destinatario, en virtud de
los principios generales.
Al acto de otorgamiento del poder, se le sigue la aceptación, que también es
un acto jurídico unilateral recepticio y que puede declararse expresa o tácitamente.
Sobre este punto, el Maestro Cuenca35 ha sostenido que el poder es un
instrumento público, mediante el cual se hace necesario el cumplimiento de las
formalidades de ley, y en el caso de su incumplimiento, se genera su inexistencia,
pues es la única fórmula válida establecida por el legislador.

35
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 354.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 257

6.2 Formalidades para el otorgamiento del Poder, facultades y


limites

El poder debe otorgarse, por una persona capaz, que esté en pleno ejercicio
de sus facultades y sus derechos civiles, en forma pública o auténtica; es una
formalidad que genera una validez intrínseca del contrato. Pues recordemos que
la representación voluntaria presupone la capacidad de obrar. Por lo tanto, deberá
ser otorgado ante un funcionario público, facultado por la ley, a los fines de dar
fe pública del conferimiento del poder ante su presencia.
De conformidad a lo dispuesto en el artículo 6536 del Código de Procedimiento
Civil: “Los poderes generales para toda clase de procesos y los especiales para
varios procesos separados, sólo podrán conferirse por escritura pública.
En los poderes especiales, los asuntos se determinarán claramente, de modo
que no puedan confundirse con otros.
El poder especial para un proceso puede conferirse por escritura pública o
por memorial dirigido al juez del conocimiento, presentado como se dispone para
la demanda.
Los poderes o las sustituciones de éstos podrán extenderse en el exterior,
ante Cónsul colombiano o el funcionario que la ley local autorice para ello; en este
último caso su autenticación se hará en la forma establecida en el artículo 259.
Cuando quien otorga el poder fuere una sociedad, si el cónsul que lo autentica
o ante quien se otorgue hace constar que tuvo a la vista las pruebas de la existencia
de aquélla y que quien lo confiere es su representante, se tendrán por establecidas
estas circunstancias. De la misma manera se procederá cuando quien confiere el
poder, sea apoderado de otra persona”.
Dispone también el artículo 2.161 del Código Civil, lo siguiente: “La recta
ejecución del mandato comprende no sólo la sustancia del negocio encomendado,
sino los medios por los cuales el mandante ha querido que se lleve a cabo.
Se podrán, sin embargo, emplear medios equivalentes, si la necesidad obligare
a ello, y se obtuviere completamente de ese modo el objeto del mandato”.

36
Artículo derogado por el literal c) del artículo 626 de la Ley 1564 de 2012. Rige a partir del 1° de
enero de 2014, en los términos del numeral 6) del artículo 627. Artículo modificado por el artículo
1°, numeral 23 del Decreto 2282 de 1989.
258 Manuel Espinoza Melet

Por último, dispone el artículo 2157, en relación a la limitación del mandato,


lo siguiente: “El mandatario se ceñirá rigurosamente a los términos del mandato,
fuera de los casos en que las leyes le autoricen a obrar de otro modo”.

6.3 Distintos tipos de Poderes

Existen dos tipos de poderes, el mandato general y el mandato, especial,


los cuales se materializan dependiendo de la voluntad del poderdante en cuanto
al negocio jurídico encomendado al poderdado. En este sentido, el artículo
2.156 del Código Civil, dispone: “Si el mandato comprende uno o más negocios
especialmente determinados, se llama especial; si se da para todos los negocios
del mandante, es general; y lo será igualmente si se da para todos, con una o más
excepciones determinadas”.
Realizando una definición de ambas figuras, podemos establecer:
1. Mandato General: Es aquel poder general donde se le confiere al apoderado
una facultad general de representación para toda clase asuntos, de índole personal,
ante organismos públicos y privados, juicios, etc. En este sentido, el mandato
general confiere al mandatario las facultades para todos los negocios del mandante,
aunque se indiquen algunas excepciones determinadas.
En ese tipo de mandato, se le concede una amplia potestad al poderdado,
para que, en nombre y representación del poderdante, sostenga y represente todos
los derechos en los asuntos en los cuales pueda tener este interés, así como en
todos los asuntos judiciales y extrajudiciales que se pudiesen presentar. Por lo
general, en el mandato general se faculta para comprar y vender bienes muebles,
inmuebles y semovientes; dar y recibir bienes en prenda; hacer y recibir créditos
y otros derechos; constituir servidumbres; abrir y movilizar cuentas bancarias,
recibir cantidades de dinero en efectivo, cheques u otros valores mercantiles
y otorgar los recibos y finiquitos correspondientes, demandar, contestar
demandas, oponer y contestar excepciones; transigir, desistir, nombrar árbitros
y arbitradores o de derecho, anunciar recursos ordinarios y extraordinarios,
sustitución del poder en su totalidad o en parte, reservándose o no su ejercicio, la
representación ante particulares, organismos e instituciones públicas o privadas
y firmar los documentos o solicitudes necesarias, toda clase de gestiones ante
las autoridades civiles o administrativas, y en fin efectuar todo tipo de actos sin
ninguna limitación.
2. Mandato Especial: Este mandato consiste en que las facultades que se le
confieren al apoderado en el texto del poder son específicas para la realización
Capítulo IX. La representación y la asistencia 259

de un determinado acto, o para una determinada actuación en el proceso o para


un juicio especial.
Encontramos que, el mandato especial se comprende uno o más negocios
especialmente determinados. Como en el mandato pueden indicarse todos los
actos jurídicos que una persona puede ejecutar, podría suceder en la práctica que
el poder especial llegue a ser más amplio que uno general. La doctrina admite una
subclasificación en cuanto al mandato especial, en dos categorías denominadas
simplemente especial y especialísimo. La primera se materializa, por ejemplo,
cuando se confiere mandato para que el mandatario pueda administrar todos los
inmuebles que pertenezcan al mandante, sin que ellos sean singularizados; en el
caso del poder especialísimo, por ejemplo, cuando en el mismo caso, el mandato
recae en un determinado inmueble.
Sanojo37 señala que cuando el mandato es especial:
la especificación de los negocios para que se otorga será la medida precisa de los
poderes del mandatario: todo lo que salga de esos límites es nulo y carece de toda
fuerza obligatoria para el mandante. Así que el mandatario que ha recibido poder
para transigir, es decir, para prevenir o determinar una controversia, entendiéndose
con el adversario del mandante, no puede comprometer, es decir, someter a árbitros
la decisión de aquella controversia. En efecto, hay una gran diferencia entre
terminar un negocio por su propio juicio y terminarlo por el juicio de otro, y el
mandatario no puede confundir uno y otro sin traspasar los límites de sus poderes.

6.4 Mandato judicial

Para la realización de los actos propios del proceso judicial, se hace necesaria
la oficiosidad de un profesional del derecho38.
El Maestro Cuenca39, con meridana precisión, sobre este punto, ha señalado:
El proceso es una ciencia y requiere conocimientos técnicos que no son accesibles
a la mayoría de los ciudadanos. En principio, el propio interesado en la controversia

37
Sanojo, Luis. Instituciones de Derecho Civil, Caracas, Tomo Cuarto, Imprenta Nacional, 1873, p. 56.
38
De Pina, Rafael y Castillo Larrañaga, José. Op. Cit. Instituciones de Derecho Procesal Civil, p.
266: “La capacidad para comparecer en juicio, es decir, la facultad de realizar actos procesales, que,
a veces, no coincide con la capacidad para ser parte, no siempre puede ejercitarse personalmente;
existen limitaciones con arreglo a las cuales se necesita una capacidad especial para pedir en juicio
(jus postulandi) que corresponde, generalmente al procurador, en representación de las partes,
provisto de mandato en forma legal (poder notarial, designación apud acta, etc.).
39
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 350.
260 Manuel Espinoza Melet

tiene el derecho de actuar personalmente en el proceso, no puede ser obligado


a constituir mandatario judicial, pero ya hemos dicho que para ciertos actos
fundamentales del proceso (contestación de la demanda, reconvención, incidencias,
pruebas, informes y recursos de casación), el juez deberá imponerle la obligación
de nombrar un abogado (art. 4° LA). Si se permitiera la actuación exclusivamente
personal, el juez se vería obligado a convertirse en asesor de las partes, lo que
le desvaría del deber de imparcialidad, con grave peligro del entorpecimiento,
caso de que no lo hiciera. Por ello, la ley permite que la actividad del abogado se
ponga al servicio del interesado para suplir la falta de conocimientos jurídicos
y el proceso se desenvuelva con mayor regularidad. Este es el fundamento que
justifica el monopolio del ejercicio de la abogacía en cuanto a la representación
convencional.
Ello se traduce en la capacidad de postulación que la detenta el abogado que
posee el conocimiento técnico para actuar en juicio y darle forma a la capacidad
procesal del sujeto que no detenta tal título40.
El poder conferido al abogado para actuar en representación del cliente en
el proceso se le denomina ad lites, y debe ser otorgado de forma escrita, bien en
forma auténtica ante el funcionario competente o mediante diligencia debidamente
consignada ante el tribunal de la causa; el abogado está facultado para defender
los legítimos intereses de su poderdante.
El artículo 75 del Código General del Proceso, expresamente señala: “Podrá
conferirse poder a uno o varios abogados.
Igualmente podrá otorgarse poder a una persona jurídica cuyo objeto social
principal sea la prestación de servicios jurídicos. En este evento, podrá actuar en
el proceso cualquier profesional del derecho inscrito en su certificado de existencia
y representación legal. Lo anterior, sin perjuicio de que la persona jurídica pueda
otorgar o sustituir el poder a otros abogados ajenos a la firma. Las Cámaras de
Comercio deberán proceder al registro de que trata este inciso.
En ningún caso podrá actuar simultáneamente más de un apoderado judicial
de una misma persona.
El poder especial para un proceso prevalece sobre el general conferido por
la misma parte.

40
Véase: Domínguez Guillén, María Candelaria. Op. Cit. Ensayos sobre Capacidad y otros temas de
Derecho Civil, pp. 37 y 38: la capacidad de postulación referida a la necesaria condición de abogado
para realizar ciertos actos judiciales, en razón de tener este el conocimiento técnico necesario para
darle forma a las necesidades de actor o demandado. Así pues, las actuaciones procesales precisan en
principio de la asistencia o representación de un abogado, investido de la capacidad de postulación.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 261

Si se trata de procesos acumulados y una parte tiene en ellos distintos


apoderados, continuará con dicho carácter el que ejercía el poder en el proceso
más antiguo, mientras el poderdante no disponga otra cosa.
Podrá sustituirse el poder siempre que no esté prohibido expresamente.
El poder conferido por escritura pública, puede sustituirse para un negocio
determinado, por medio de memorial.
Quien sustituya un poder podrá reasumirlo en cualquier momento, con lo
cual quedará revocada la sustitución.”
En relación a las características del mandato judicial, encontramos las
siguientes:
a. Es solemne: Para que el mandato judicial surta efecto, es necesario
que se cumplan con las solemnidades impuestas por la ley. Es por ello,
que se debe hacer constar por escrito, a los fines de ser debidamente
presentado ante el funcionario competente, bien en forma auténtica o
ante el tribunal de la causa. El requisito del documento por escrito busca
una atestación oficial de la identidad del mandante y del contenido de
la declaración de voluntad, con ello se busca evitar posibles fraudes y/o
suplantaciones de identidad.
b. Es obligatorio: En este sentido, toda persona titular de un derecho de
acción, que se encuentre ante una situación jurídica que requiera de
la intervención del órgano jurisdiccional; debe necesariamente estar
representada por un apoderado judicial, ya que los conocimientos de
la ciencia jurídica, la técnica necesaria para la tramitación procesal
y la salvaguarda de los legítimos intereses del accionante, reposan en
las manos profesionales del abogado.
c. Es remunerada: Toda actuación profesional derivada del proceso, y en
consecuencia, del otorgamiento del poder para actuar en el juicio, debe
ser debidamente remunerada, salvo las excepciones previstas en la ley
(defensa gratuita); es menester que el mandatario cancele los conceptos de
la asesoría legal, la asistencia contínua, la preparación y conducción del
juicio; en fin, al profesional del derecho le asiste el legítimo derecho de que
le sean dispensados sus honorarios profesionales derivados de su actuación
en el decurso del procedimiento.
Ese criterio ha sido sostenido por la Sala de Casación Laboral de la Corte
Suprema de Justicia de Colombia, de fecha 10 de diciembre de 1997,
Sentencia 10046, donde expresamente se señaló:
262 Manuel Espinoza Melet

Ahora bien, es de suponer que el ejercicio de la abogacía como el de cualquier


profesión liberal genere honorarios, pues los profesionales por lo general obtienen
el sustento de los servicios que prestan, de manera que debe concluirse que la
onerosidad es un elemento de la naturaleza del contrato de prestación de servicios
profesionales, pero no uno esencial en cuanto que, a diferencia de lo que ocurre
con el contrato de trabajo”.
d. No está sujeto a condición: El mandato judicial, si se encuentra sujeto a una
condición, es indispensable que ésta se haya cumplido. En consecuencia,
no existe un mandato judicial sujeto a condición, porque el acto procesal
de encargo es incondicional, no puede sujetarse en su eficacia o hacerse
dependiente de acontecimientos futuros extraprocesales. En este sentido,
el poder consignado se entiende con referencia al ejercicio mismo del
encargo cundo obran las circunstancias fácticas que configuran la
condición.
Sobre este particular, sostiene Garzón Morales41:
Si se perfecciona un negocio jurídico, debe producir de inmediato sus efectos.
Pero tal previsión puede no ocurrir por someterse el nacimiento o la extinción
de la obligación a una condición que consiste en un transcurso de tiempo unido
a un acontecimiento determinado que no se sabe si se realizará o no; la única
certeza radica en el transcurso del tiempo cierto o incierto, y lo eventual, en la
ocurrencia o no del hecho futuro dentro del intervalo de tiempo dentro de las
circunstancias que hagan que la condición pueda ser determinada, clara, posible y
lícita. Ante una condición suspensiva, mientras se encuentre pendiente, no existe
obligación, y si en la misma situación falla, se extingue la obligación condicional
y consecuencialmente toda la relación entre acreedor y deudor.

6.5 Sustitución del poder

La sustitución del poder es la facultad concedida a un apoderado para delegar


en otro abogado las potestades que le fueron conferidas por el poderdante, bien
sea en forma total o parcial, reservándose o no su ejercicio.
La Corte Constitucional de Colombia, en sentencia dictada en fecha 16
de septiembre de 1998, con ponencia del Magistrado Dr. Carlos Gaviria Díaz,
Expediente T-167.39442, en alusión a la sustitución del poder, estableció:

41
Garzón Morales, Domingo. El Mandato Judicial, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana,
Editorial Excelsior, 1979, pp. 97 y 98.
42
Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1998/T-501-98.htm
Capítulo IX. La representación y la asistencia 263

Cuando la ley exige la representación judicial, y cuando el interesado opta por


ella siendo facultativa, el abogado que acepta el poder debe acudir al juez de
la causa para que le reconozca personería para actuar. Este reconocimiento de
personería, al igual que la constitución del litisconsorcio, son formas propias del
procedimiento destinadas a definir las personas que tienen derechos y deberes
dentro del trámite; en el civil, se determinan así aquellas personas que en calidad
de parte, apoderado, auxiliar de la justicia, o tercero a quien se reconoció un interés
legítimo para intervenir, pueden ser afectadas por las providencias judiciales que
se adopten; así, el representante judicial de una de las partes será aquel abogado al
que se le haya reconocido personería para actuar, y sólo él es responsable por las
acciones y omisiones procesales que, según la ley, le son imputables en tal calidad.
La sustitución de un poder debidamente aceptada por el juez del conocimiento,
traslada la calidad de representante judicial a quien acepta la sustitución y obtiene
el reconocimiento judicial de su personería, y queda liberado el primero de todo
compromiso con la representación judicial del otorgante del poder, y de toda
responsabilidad por las acciones u omisiones procesales de quien lo reemplazó”.
El artículo 6843 del Código de Procedimiento Civil, establece: “Podrá
sustituirse el poder siempre que la delegación no esté prohibida expresamente.
La actuación del sustituto obliga al mandante.
Para sustituir un poder debe procederse de la misma manera que para
constituirlo. Sin embargo, el poder conferido por escritura pública, puede
sustituirse para un negocio determinado, por medio de memorial.
Quien sustituya un poder podrá reasumirlo en cualquier momento, con lo
cual quedará revocada la sustitución.”
El artículo 75 del Código General del Proceso, expresamente señala la
posibilidad de sustitución del poder siempre que no esté prohibido expresamente,
además que el poder conferido por escritura pública, puede sustituirse para un
negocio determinado, por medio de memorial, y quien sustituya un poder podrá
reasumirlo en cualquier momento, con lo cual quedará revocada la sustitución.

6.6 Revocatoria del poder

Al poderdante y al mandatario, les asiste el legítimo derecho de revocar el


poder o mandato conferido a su apoderado o mandatario en cualquier momento,
tal y como lo prevé el artículo 2.190 del Código Civil; a menos que exista un
convenio expreso para la defensa durante un tiempo o hasta que se concluya el

43
Artículo derogado por el literal c) del artículo 626 de la Ley 1564 de 2012. Rige a partir del 1° de
enero de 2014, en forma gradual, en los términos del numeral 6) del artículo 627.
264 Manuel Espinoza Melet

juico. La referida norma, expresamente señala: “La revocación del mandante puede
ser expresa o tácita. La tácita es el encargo del mismo negocio a distinta persona.
Si el primer mandato es general y el segundo especial subsiste el primer
mandato para los negocios no comprendidos en el segundo.”
De la norma antes transcrita, se puede verificar que existen dos formas de
revocación del poder; una expresa y otra tácita.
a. Revocatoria expresa: Surte sus efectos entre el mandante y mandatario,
como también frente a terceros. Cuando la revocatoria del poder se efectúa
en forma privada, surte efecto en cuanto al apoderado, pero no frente
a terceros. En este caso, las actuaciones realizadas por el profesional
del derecho serán válidas, quedando éste sometido a responsabilidad
por haber ejercido el mandato a pesar de haber sido revocado en forma
privada.
En el supuesto de que la revocatoria del poder se efectúe de forma
auténtica, producirá los efectos no sólo entre poderdante y poderdado,
sino también erga omnes. Siguiendo el criterio sostenido por Cuenca44:
Alguna jurisprudencia ha sostenido que la revocatoria pública debe hacerla el
poderdante con el cumplimiento de las mismas formalidades establecidas por la
ley para el otorgamiento. Es decir, ante un funcionario autorizado (juez, notario,
registrador, cónsul, etc.), en documento debidamente inscrito en el registro de
poderes y demás formalidades (…) Pero a nuestro parecer esta exigencia es
demasiado estricta y no establecida por la ley. Así como el art. 61 prevé que
la renuncia del apoderado no surte efecto sino desde que se haga constar en el
expediente la notificación del apoderado al poderdante, así la revocatoria puede
hacerse por cualquier medio auténtico y debe ser puesta en conocimiento del
tribunal y del poderdante, con notificación de éste. De manera que, para nosotros,
sin excluir el cumplimiento de las formalidades de otorgamiento, lo esencial es
la forma auténtica y la comunicación, a través del expediente. Por ello, la forma
más efectiva es estampar una diligencia de revocatoria o acompañar al juicio un
escrito contentivo de dicha notificación.
b. Revocatoria tácita: En el sentido de que una vez incorporado en el proceso
un nuevo apoderado, hace cesar inmediatamente la representación del
anterior, quedando en consecuencia revocado en el mandato conferido.

44
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, pp. 369 y 370.
Capítulo IX. La representación y la asistencia 265

6.7 Cesación del poder

La cesación del mandato se produce cuando su término se origina por una


causa involuntaria, al contrario de la revocatoria, donde influye un acto volitivo45.
De conformidad a lo previsto en el artículo 2.189 del Código Civil, el mandato
conferido termina, por las siguientes causas:
1. El mandato termina:
2. Por el desempeño del negocio para que fue constituido.
3. Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados
para la terminación del mandato.
4. Por la revocación del mandante.
5. Por la renuncia del mandatario.
6. Por la muerte del mandante o del mandatario.
7. Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro.
8. Por la interdicción del uno o del otro.
9. Ordinal derogado por el artículo 70 del Decreto 2820 de 1974.
10. Por las cesaciones de las funciones del mandante, si el mandato ha sido
dado en ejercicio de ellas.

45
Ibídem, p. 370.
Capítulo X. Ejercicio ilegal de la profesión de abogado 267

Capítulo X
EJERCICIO ILEGAL DE LA PROFESIÓN DE ABOGADO

Sumario: 1. Ejercicio ilegal de la profesión 1.1 Definición 1.2 Elementos


1.3 Los diferentes casos de ejercicio ilegal de la profesión de abogado.

1. EJERCICIO ILEGAL DE LA PROFESIÓN

1.1 Definición

El ejercicio ilegal de la profesión1, es cuando una persona asume la condición


de profesional sin ostentar el título que lo acredita como tal, es decir, fingiendo
una profesión que, por disposición de la ley, requiera título o el cumplimiento de
determinados requisitos, y ejerciere actos propios de dicha profesión; así como
también, cuando siendo un profesional ejerce su oficio estando inhabilitado o sin
haber cumplido con los requisitos legales para tal fin.
En concepto de Maggiore2 el ejercicio ilegal de la profesión consiste “en
ejercer abusivamente una profesión para lo cual se requiere habilitación especial
del Estado. Se carece de la habilitación en el caso de falta originaria de título, o
en la hipótesis de que se cese o suspenda la capacidad de ejercicio”.
El Maestro Cuenca3 considera que el ejercicio de la profesión de abogado:
es concedido por la ley en beneficio exclusivo de los profesionales del derecho
en razón de los estudios y de la competencia que ella presume en los titulares de
la abogacía. Pese a que se presume el conocimiento de las leyes, sin embargo,

1
Chiossone, Tulio. Manual de Derecho Penal Venezolano, Caracas, Colección Cursos de Derecho,
Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, 1972, p. 538: “Las profesiones
denominadas liberales, no comerciales, como las de abogado, médico-cirujano, ingeniero,
arquitecto, odontólogo, farmacéutico, veterinario, etc., tienen su régimen legal, y en las leyes que
las reglamentan se describen los actos que constituyen ejercicio ilegal, delito éste que a veces es
tipificado especialmente en dichas leyes, y en otras se remiten al Código Penal”.
2
Maggiore, Giuseppe. Derecho Penal, Bogotá, Volumen III, Delitos en particular, Editorial Temis,
1985, p. 286.
3
Cuenca, Humberto. Op. Cit. Derecho Procesal Civil, p. 395.
268 Manuel Espinoza Melet

la verdad es que sólo la conocen los que están debidamente preparados para su
estudio. Por esto, la ley confía el ejercicio de la abogacía sólo a los abogados
que cumplen con los requisitos por ella establecidos y excluye del ejercicio de la
profesión no sólo a los que carecen de título de abogado o procurador sino también
los que teniendo título están incapacitados para el noble y áspero ejercicio de pedir
justicia”, según el decir de Ossorio y Gallardo.
El ejercicio de las profesiones se encuentra sometido a una especial
autorización por parte del Estado. Se parte del principio de que los profesionales
deben poseer el conocimiento, capacidad e idoneidad suficientes para brindar
sus servicios con excelencia y calidad, pues existe un interés público que se vería
perjudicado por su mal desempeño, lo cual iría en detrimento de la sociedad.
Ese interés público justifica que nuestra legislación exija el cumplimiento de
ciertas obligaciones, como la obtención de un título profesional expedido por una
institución de estudios debidamente acreditada en el país, el deber de colegiarse,
así como el ejercicio de la profesión conforme a las reglas de ética y moral que el
colegio profesional dicte.

1.2 Elementos

En cuanto a los elementos que constituyen el ejercicio ilegal de la profesión,


encontramos los siguientes:
a. Fingir ser titular de una profesión que por disposición de la ley requiera título
o el cumplimiento de determinados requisitos: Según la Real Academia Española
fingir significa dar a entender algo que no es cierto. A su vez el fingimiento es la
simulación, engaño o apariencia con que se intenta hacer que algo parezca distinto
de lo que es. Así, para que haya fingimiento, el sujeto debe realizar determinadas
conductas que de suyo deben ser capaces de generar una apariencia de titularidad.
Se entiende por actividad profesional del abogado el desempeño de una función
propia de la abogacía o de una labor atribuida en razón de una ley especial
a un egresado universitario en Derecho, o aquellas ocupaciones que exijan
necesariamente conocimientos jurídicos.
En cuanto al ejercicio profesional, el referido artículo señala que es la realización
habitual de labores o la prestación de servicios a título oneroso o gratuito, propios
de la abogacía, sin que medie nombramiento o designación oficial alguna.
Posiblemente sea el caso más frecuente de ejercicio ilegal de la profesión,
materializado por una persona que fungiendo ostentar el título de abogado realiza
y/o ejecuta acciones propias del ejercicio de la abogacía, tales como: asistir y
representar en juicio, evacuar consultas jurídicas, redacción de documentos, etc.
Capítulo X. Ejercicio ilegal de la profesión de abogado 269

b. Ejercer actos y gestiones propios de dicha profesión: Por actos propios, debemos
entender aquellos que son inherentes a la ciencia o arte que se trata, es decir,
solo pueden y/o deben ser realizados por quienes tienen un dominio acabado de
dicha ciencia o arte. El acto propio es privativo, la ley señala que solo puede ser
desarrollado por quienes son titulares de la respectiva profesión.
c. Ejercer actos y gestiones de dicha profesión, pero encontrándose inhabilitado
para ello.

1.4 LOS DIFERENTES CASOS DE EJERCICIO ILEGAL DE LA PROFESIÓN DE


ABOGADO

El artículo 41 del Decreto Ley 196 de 1971, señala expresamente que incurrirá
en ejercicio ilegal de la abogacía y estará sometido a las sanciones señaladas para
tal infracción:
1. Quién no siendo abogado inscrito, se anuncie o haga pasar por tal u ofrezca
servicios personales que requieran dicha calidad o litigue sin autorización
legal: Como podemos observar, este primer caso de ejercicio ilegal de la
profesión, constituye una gravísima falta a la ley, por la inmensa magnitud
de inmoralidad que la misma representa.
En primer lugar, señala, que si es un abogado, pero no ha cumplido con
la obligación de inscribirse para el ejercicio de la profesión, es objeto de
inhabilitación para la abogacía, por cuanto es un requisito sine qua non
la inscripción respectiva para anunciarse como tal, y así mismo, prestar
los servicios profesionales que por imperio de la ley y el cumplimiento
de las formalidades el abogado ostenta.
Es por ello, que todo abogado necesita de la debida autorización legal
para poder litigar.
2. El abogado que actúe estando suspendido o excluido de la profesión: En
el caso de que un abogado se encuentre incurso en suspensión o exclusión
de la profesión de abogado, éste se encontraría impedido para el ejercicio
profesional.
En el caso de la suspensión, la misma tendrá vigencia por un lapso
temporal, vencida ésta, el abogado podrá volver a ejercer su profesión.
Cuando se está en presencia de un caso de exclusión, es una sanción de
carácter definitivo, mediante la cual se encuentra impedido de ejercer la
abogacía, y en consecuencia, la cancelación de la licencia de abogado.
270 Manuel Espinoza Melet

3. El abogado que intervenga no obstante la existencia de una incompatibilidad:


En este sentido, en el Decreto 196 de 1971, en su artículo 39, no pueden
ejercer la abogacía, aunque se hallen inscritos, y en consecuencia, las
incompatibilidades para el ejercicio de la profesión son las siguientes:
– Los empleados públicos y los trabajadores oficiales, aún en uso
de licencia, salvo cuando deban hacerlo en función de su cargo o
cuando el respectivo contrato se los permita. Pero en ningún caso los
abogados a contrato podrán litigar contra la Nación, el departamento
o el Municipio, según la esfera administrativa a que pertenezca la
entidad o establecimiento al cual presten sus servicios excepto en
causa propia y los Abogados de Pobres en las actuaciones que deban
adelantarse en ejercicio de sus funciones.
– Los Senados de la República, Representantes a la Cámara Diputados a
las Asambleas Consejeros Intendenciales y comisariales y Concejales
Distritales y Municipales en los casos de compatibilidad señalados
en la Constitución y la ley.
– Los militares en servicio activo, con las excepciones consagradas
en el ordenamiento procesal penal militar.
– Los que estén privados de su libertad como consecuencia de auto
de proceder, excepto cuando la actuación sea en causa propia, sin
perjuicio de los reglamentos carcelarios.
También dispone el artículo 40 eiusdem, lo siguiente: “En ningún caso
podrá el abogado actuar en relación con asunto de que hubiere conocido
en desempeño de un cargo público, o en los cuales hubiere intervenido en
ejercicio de funciones oficiales; tampoco podrá hacerlo ante la dependencia
administrativa en la cual haya trabajado, dentro del año siguiente a la
dejación de su cargo”.
4. El titular de la licencia temporal de que trata el artículo 32 que ejerza la
abogacía en asuntos distintos de los contemplados en el artículo 31, o por
tiempo mayor del indicado en dicha norma4.

4
Cadena Corredor, Edgar Ignacio. Régimen Legal de la Abogacía en Colombia, Bogotá, Editorial
Temis, 1981, p. 120: “Esta es una situación específica del ejercicio ilegal de la abogacía que, a
nuestro parecer, implícitamente está contenida en el ord. 1 del art. 41 del Estatuto. Sin embargo, se
consagró de manera independiente no existiendo justificación para ello, pues es lógico que incurrirá
en ejercicio ilegal de la profesión, conforme al ord. 1 del art. 41, la persona con licencia temporal para
Capítulo X. Ejercicio ilegal de la profesión de abogado 271

El artículo 39 de la Ley 1123, establece: “También constituye falta disciplinaria,


el ejercicio ilegal de la profesión, y la violación de las disposiciones legales que
establecen el régimen de incompatibilidades para el ejercicio de la profesión o, al
deber de independencia profesional”.
Cabe destacar, que el artículo 42 del Decreto Ley 196, establece: “El
funcionario público que, fuera de los casos de excepción señalados en este
Título, admita como apoderado, asesor o vocero de otra persona a quien no sea
abogado inscrito o tolere la actuación en causa propia de quien no tenga esta
calidad, o permita examinar los expedientes o actuaciones de su oficina a quien
no esté legalmente autorizado para verlos, o en cualquier forma facilite, autorice
o patrocine el ejercicio ilegal de la abogacía, incurrirá en falta disciplinaria que
será sancionada con la suspensión del cargo por la primera vez, y en caso de
reincidencia con la destitución”.
De la norma antes descrita, se evidencia el carácter protector del ejercicio
profesional, asumiéndose como grave falta del funcionario público el de facilitar
cualquier actuación ante la administración pública de quien ejerza ilegalmente
la profesión, bien sea en forma de autorización o patrocinamiento; con ello, el
legislador asume la condición garantista del ejercicio profesional, imponiendo la
falta disciplinaria para el funcionario público incurso en ese hecho, pudiendo ser
sancionado con la suspensión del cargo por la primera vez, y en caso de reincidencia
con la destitución.

1.5 Denuncia

Dispone el artículo 43 del Decreto Ley 196, que “Cualquier persona podrá
denunciar ante las autoridades las infracciones por ejercicio ilegal de la abogacía
de que tenga conocimiento.

practicar el Derecho que lo ejerza fuera de la órbita legal que se le ha señalado en el art. 31, o por un
espacio mayor de dos años a partir de la fecha de terminación de los estudios universitarios.
Lo mismo ha debido entonces establecerse también para los estudiantes que forman parte de los
consultorios jurídicos, ya que ellos tienen una facultad parcial para ejercer la profesión según el
art. 30 del decreto 196 de 1971. Esto no indica que quienes integran dichos organismos no puedan
incurrir en ejercicio ilegal de la abogacía porque este caso no se encuentre consagrado explícitamente
como sucede con el titular de la licencia temporal de que trata el art. 32, puesto que de manera
implícita están regulados por el ord. 1 del art. 39. Recordemos, además, que el artículo 38 del Estatuto
determina que las personas autorizadas para ejercer la abogacía de conformidad con los arts. 30, 31,
y 37, están sometidas a las normas reglamentarias de la profesión”.
272 Manuel Espinoza Melet

El funcionario público que tuviere conocimiento de una de ellas está en la


obligación de denunciarla al Juez competente y si es este quien por cualquier medio
tiene noticia de la infracción, deberá iniciar de oficio el proceso correspondiente”.
Nótese, que la norma es clara y precisa, al investir a cualquier ciudadano de
la posibilidad de denunciar el ejercicio ilegal de la profesión. Al ser la abogacía
una profesión de eminente carácter social, por la extraordinaria función que la
misma representa para la sociedad, así como por su absoluta conjunción con
los postulados en la consolidación de un idóneo sistema de administración
de justicia, resulta más que evidente, que se le habilite a cualquier persona
en el ejercicio de velar por el correcto ejercicio de la abogacía dentro de los
presupuestos establecidos por la ley.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 273

Capítulo XI
ASISTENCIA JURÍDICA GRATUITA

Sumario: 1. Asistencia jurídica gratuita de pobreza. 2. Clínica jurídica


y Consultorios jurídicos. 2.1 Origen y concepción. 2.2 Principios
del Consultorio Jurídico. 2.3 Objetivos del Consultorio Jurídico. 2.4
Clientes y casos ventilados. 2.5 Servicios. 2.6 Competencia general para
representación de terceros. 3. Casas de justicia 3.1 Origen y concepto.
3.2 Objetivos y funciones. 3.3 Servicios. 3.4 Entidades participantes. 3.5
Funciones especiales del Ministerio de Justicia y del Derecho 4. Amparo
de pobreza. 4.1 Concepto. 4.2 Procedencia. 4.3 Oportunidad, competencia
y requisitos 4.4 Trámite. 4.5 Efectos 4.6 Remuneración del apoderado
4.7 Facultades y responsabilidad del apoderado. 4.8 Remuneración de
auxiliares de la justicia 4.9 Terminación del amparo. 5. La Defensoría
Pública 5.1 Principios del sistema nacional de defensoría pública 5.2
Derechos Humanos. 5.2.1 Concepto. 5.2.2 Incorporación a la Constitución
Política. 5.2.3 Protección 5.2.3 Características. 5.2.3.1 Universales. 5.2.3.2
Indivisibles e interdependientes. 5.2.3.3 Absolutos. 5.2.3.4 Inalienables
e irrenunciables. 5.2.3.5 Progresivos. 5.2.3.6 Transnacionales. 5.2.3.7
Irreversibles 5.3 Objeto. 5.4 Organización y componentes. 5.5 Estructura
Orgánica. 5.6 Defensor del Pueblo. 5.6.1 Concepto. 5.6.2 Funciones. 5.7
Vicedefensor. 5.7.1 Funciones. 5.8 Defensorías delegadas. 5.9 Direcciones
nacionales. 5.9.1 Dirección nacional de promoción y divulgación de los
derechos humanos. 5.9.2 Dirección nacional de trámites y quejas. 5.9.3
Dirección nacional de recursos y acciones judiciales. 5.9.4 Dirección
nacional de defensa pública. 5.10 Defensores regionales. 5.11 Personero
municipal. 5.12 Secretaría general. 5.13 Defensores públicos. 5.13.1
Concepto 5.13.2 Clasificación. 5.13.3 Requisitos. 5.13.4 Derechos. 5.13.5
Obligaciones

1. ASISTENCIA JURÍDICA GRATUITA DE POBREZA

En una sociedad equilibrada, se hace necesario que el Estado asuma la


obligación de dispensar y garantizar a todos los ciudadanos el acceso a los servicios
indispensables, que van desde los más básicos hasta los de mayor complejidad.
Es por ello, que se hace imperante, la materialización de la gratuidad, a fin de
274 Manuel Espinoza Melet

responder las complejas necesidades que agobian a la población; dentro la gran


problemática, se encuentra el acceso al sistema judicial, la posibilidad de ser
atendido bajo el amparo y protección de los órganos de administración de justicia;
muy especialmente, en el segmento social que padece de necesidades económicas
y pobreza.
La Constitución Política de Colombia, dentro del modelo de Estado de corte
social, el cual se hace tangible en el derecho de acción ciudadana de acceso al
sistema judicial, en busca de una verdad, con un carácter procesal, a fin de lograr
una justicia pronta y oportuna. En este sentido, los artículos 228 y 229 de la Carta
Fundamental, establecen:
Artículo 228: “La Administración de Justicia es función pública. Sus
decisiones son independientes. Las actuaciones serán públicas y permanentes con
las excepciones que establezca la ley y en ellas prevalecerá el derecho sustancial.
Los términos procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será
sancionado. Su funcionamiento será desconcentrado y autónomo”.
Artículo 229: “Se garantiza el derecho de toda persona para acceder a la
administración de justicia. La ley indicará en qué casos podrá hacerlo sin la
representación de abogado”.
En este sentido, se plantea el beneficio de pobreza, a fin de garantizar al
litigante que no posee los medios económicos suficientes para accionar ante los
tribunales, que pueda hacerlo, eximiéndolo de los gastos durante el procedimiento.
Mediante este beneficio, el solicitante puede alegar ante el órgano jurisdiccional,
la carencia de recursos económicos, los cuales no le permiten sufragar los gastos
de un proceso judicial, sin menoscabo de lo necesario para su digna subsistencia
y de la de las personas que dependen económicamente de ella, con el propósito de
que sea exonerada del pago de costas procesales, expensas, cauciones, honorarios
de auxiliares de la justicia, u otros gastos de la actuación procesal, viendo así
garantizado su derecho al acceso efectivo a la administración de justicia.
Tal y como lo señalan De Pina y Castillo1:
El Estado no puede negar a sus miembros ningún servicio indispensable. Ya que no
puede ser la justicia gratuita para todos, hace que lo sea para los pobres. El Estado
no puede negar la justicia a los que carecen de bienes de fortuna suficientes para
costearla, como no niega la asistencia médica, ni la instrucción a los menesterosos.
Por eso, la institución del beneficio de la pobreza que se concede a los que se hallen
en condiciones económicas de sufragar los gastos del litigio o de una actuación

1
De Pina, Rafael y Castillo Larrañaga, José. Op. Cit. Instituciones de Derecho Procesal Civil, p. 268.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 275

judicial, sin desatender a las necesidades ordinarias del propio sustento y de la


familia, se encuentra reconocida en todas las legislaciones, aunque su regulación
no sea idéntica.
Como lo sostiene Ossorio “Constituye la defensa de los pobres una función
de asistencia pública, como el cuidado de los enfermos menesterosos. El Estado
no puede abandonar a quien, necesitado de pedir justicia, carece de los elementos
pecuniarios indispensables para sufragar los gastos del litigio”.
Tal y como lo define Rosenberg2 el beneficio de la pobreza tiene por objeto
facilitar por causas sociales la utilización de los órganos jurisdiccionales estatales,
cuando debería prescindirse de ellos por falta de medios económicos, en razón
de las inevitables costas, consideradas aun en los litigios menores. Su causa se
encuentra en que el acceso a las instituciones públicas no puede ser un “privilegio
de los ricos”.
El Maestro Cuenca plantea la discusión relativa a la alteración del principio
de igualdad de la ley entre los ciudadanos, ya que se concibe que el pobre obtiene
una condición privilegiada frente al pudiente, ya que éste último tendría que
sufragar todos los gastos derivados del proceso, mientras que el pobre quedaría
exento de esa obligación. Es por ello que Cuenca, sostiene:
El razonamiento es evidentemente erróneo porque el Estado interviene,
precisamente, a favor del pobre, no para otorgarle un privilegio, sino para igualar
su situación económica durante el proceso, con la del pudiente y evitar que
éste obtenga un fallo favorable basado no en la verdad sino en sus facilidades
económicas. La realidad demuestra que un gran número de litigantes sucumben
en el proceso no por falta de razón sino por falta de dinero para hacer valer su
pretensión y éste es el fundamento del beneficio de pobreza.

2. CLÍNICA JURÍDICA Y CONSULTORIOS JURÍDICOS

2.1 Origen y concepción

La educación jurídica clínica es un modelo de formación en Derecho basado


en la conexión con la realidad social y jurídica. Se atribuye su paternidad al jurista
y filósofo norteamericano Jerome Frank3, quien en 1933 exponía la necesidad de

2
Rosenberg, Leo. Op. Cit. Tratado de Derecho Procesal Civil, p. 283.
3
Jerome Frank (nació en Nueva York, el 10 de septiembre de 1889 y falleció en New Haven,
Connecticut, e13 de enero de 1957) fue un filósofo legal americano y autor que desempeñó un papel
destacado en el movimiento del realismo jurídico, fue Presidente de la Comisión de Valores y Juez
de la Corte de Apelaciones de los Estados Unido para el segundo circuito. Entre sus obras destacan:
276 Manuel Espinoza Melet

copiar de las facultades de medicina una enseñanza del Derecho práctica y real,
que fuese de gran importancia para la sociedad, como sucedía con los dispensarios
médicos universitarios. Este eminente profesor de la Universidad de Yale, propuso
la idea de formar la Clínica Jurídica en un artículo que llevaba por título ¿Why Not
a Clinical Lawyer-School? (Por qué no una Escuela de Clínica Legal), publicado
en el año 1933 en la revista University of Pennsylvania Law Review.
Jerome Frank parte de la idea de extender la enseñanza clínica, la cual es
característica de los estudios de medicina, mediante los cuales se combinan la
práctica con la teoría; y es precisamente lo que Frank plantea, que, así como
los estudiantes de medicina además de indagar y conocer el estudio teórico de
la ciencia médica también se forman a través de la práctica hospitalaria, y es
precisamente, esa metodología la que debe también ser implementada en las aulas
de las escuelas de Derecho.
El diseño consiste en que los alumnos trabajen de forma gratuita, siendo
supervisados por sus profesores, en la solución de casos jurídicos reales que
plantearían personas sin recursos suficientes para acceder a los servicios de un
abogado. Con ello, sostenía Frank, que se alcanzaba una gran finalidad social,
ya que los alumnos en su etapa de aprendizaje, pudieran conocer aún mucho
más, de toda la gama jurídica existente y por supuesto la destreza suficiente en
el desempeño de la abogacía y, además, revertir en la sociedad los beneficios
derivados de su aprendizaje práctico.
Tal y como lo destaca Abramovich4, con el planteamiento de Jerome Frank,
los estudiantes aprenderían a observar el lado humano de la administración de
justicia, incluyendo entre otras cuestiones:
a. Como el jurado decide un caso. Los factores que cuentan en el juicio por
jurados. La poca importancia de las instrucciones del juez en el veredicto.
El azar como factor a considerar en el juicio.
b. El carácter incierto de los hechos del caso cuando ellos están controver-
tidos. La diferencia entre lo que realmente ocurrió entre las partes, y la
versión de los hechos que se presentan ante el juez y el jurado. La impor-
tancia trascendente de los hechos del caso. La imposibilidad de anticipar

Ley y la mente moderna (1930), Primero guarda América (1938), Si los hombres eran ángeles (1942),
Destino y libertad (1945), Tribunales de juicio (1949), No culpable (1957).
4
Abramovich, Víctor E. La enseñanza del derecho en las clínicas legales de interés público. Materiales
para una agenda temática, Santiago, Cuaderno de Análisis Jurídico, Serie Publicaciones Especiales,
Ediciones de la Universidad Diego Portales, Nº 9, 1999, p. 2.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 277

el resultado del juicio antes de que el proceso comience, precisamente en


virtud de la importancia de los hechos del caso y las múltiples vicisitudes
de la actividad probatoria y la falta de certeza acerca de cómo evaluaran
los jurados esa prueba. En tal sentido los hechos son muchos más rele-
vantes que el derecho invocado en el caso. Los principios y reglas legales
son sólo una parte de los argumentos que los abogados utilizaran en su
esfuerzo por ganar el caso.
c. Cómo los derechos usualmente se sostienen en la mala memoria, en los
prejuicios y en el perjurio de los testigos.
d. Los efectos de la fatiga, la atención, la presión política, la corrupción, la
pereza, conciencia, paciencia, impaciencia, prejuicios o tolerancia de los
jueces en el resultado de un caso.
e. Los métodos usados en negociar contratos y resolver conflictos.
f. Cómo un abogado intenta traducir los deseos del cliente (habitualmente
mal expresados) en contratos, documentos o estatutos sociales.
Ciertamente, la clínica jurídica contribuye significativamente en el proceso
de formación del estudiante de derecho, porque lo confronta ante los conflictos
que enfrentan los abogados en su actividad. El estudiante asume y entiende el
conflicto, para ello ocupa un determinado rol e interactúa con otros estudiantes a
fin de identificar los problemas jurídicos y dar solución a los mismos. Esto genera
una retroalimentación, un aprendizaje directo, reforzando los conocimientos
teóricos y fomentando la sensibilidad social; el cual requiere por supuesto, del
apoyo y crítica constructiva del profesor, quien evalúa el desempeño del estudiante,
supervisando todos y cada una de las actividades desarrolladas.
La supervisión es fundamental, y como lo sostiene Abramovich5 la tarea de
supervisión es el mayor desafío del profesor en la clínica y seguramente una de
las actividades docentes con mayor grado de responsabilidad en toda la educación
legal. En este sentido, la supervisión requiere una participación activa del docente
que, sin embargo, en ningún caso puede reemplazar al estudiante en la toma de
decisiones en el caso. En este sentido, sostiene lo siguiente:
Si el método se basa en aprender de los errores la tarea de supervisión no
puede pretender suplantar el valor formativo de la propia experiencia. Pero en
los casos reales el interés del cliente interfiere en la relación del docente y el
alumno. El movimiento de las clínicas legales es también un movimiento por

5
Ibídem, pp. 10 y 11.
278 Manuel Espinoza Melet

el mejoramiento del sistema judicial y para garantizar el acceso a la justicia de


sectores tradicionalmente excluidos.
Abramovich,6 destaca ocho características que emergen en la tarea de
supervisión, señaladas por Ann Shalleck en su trabajo titulado “Clinical
Contexts: Theory and Practice in Law and Supervision”:
a. El alumno puede iniciar el diálogo con el supervisor, pero le corresponde
a éste interrogar sobre los tópicos particulares que ha decido auditar. De
tal modo es fundamental la preparación de una agenda común de temas
a discutir con el alumno antes de la entrevista de supervisión.
b. El profesor participa de un proceso de continua evaluación de su propia
actividad docente, desde el diseño mismo de la supervisión que procura
estructurar de la manera más adecuada a su propio proyecto educativo.
Debe revisar la actividad completa en el curso, verificar que los alumnos
hayan recibido instrucción adecuada sobre los temas que surgen en el
caso, la relación entre los alumnos y el cliente, y la dinámica de la relación
entre los estudiantes y él mismo.
c. Constituye una parte importante de la supervisión revelar a los alumnos
la forma en que el profesor concibe el proceso de supervisión, brindando
incluso a los alumnos la posibilidad de cuestionar el proyecto docente.
d. La supervisión requiere que el profesor participe en diferentes tipos de
diálogo. Por momentos el diálogo resulta dirigido por el docente que ha
predeterminado el contenido y la estructura de la supervisión. A veces el
supervisor puede querer alcanzar a través del diálogo un objetivo concreto.
En otras ocasiones la conversación es abierta, lo que permite al alumno
desarrollar sus propias interpretaciones de los hechos.
e. En cuanto a la conducta del alumno en el caso y el conocimiento que
adquiere de su actividad, forman el material de análisis de la supervisión.
Los estudiantes analizan las teorías sobre el litigio, técnicas para litigar,
teorías sociales, crítica institucional y hasta sentimientos personales,
dentro del trabajo en el caso. El material presentado en otras áreas del
curso es testeado y corregido a través de la experiencia en los casos. Los
casos revelan además las características y capacidades de cada alumno.
La relación entre estudiantes y clientes también se construye a partir de
los casos.

6
Ibídem, pp. 11 y 12.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 279

f. La relación del cliente debe ser directamente con el estudiante, lo


que mediatiza el rol del supervisor. En este sentido, el profesor se
responsabiliza y asume el compromiso con los intereses del cliente de
dos formas: interviene de manera directa o indirecta, en la construcción
del vínculo entre el estudiante y el cliente. El profesor no se convierte
en el abogado del caso, sin embargo, debido a sus conocimientos, actúa
cuando considera que su participación es necesaria para garantizar
que el estudiante cumpla satisfactoriamente su responsabilidad frente
al cliente. Por lo demás, el supervisor controla que los intereses del
cliente sean respetados y tenidos en cuenta por el alumno. El supervisor
convoca al alumno a mirar con los ojos del cliente y ver el mundo de esta
forma requiere al menos entender quién es el cliente y como concibe su
situación. “Esta última cuestión es uno de los temas éticos centrales en
la educación de las clínicas y tiene profundas derivaciones en el trabajo
de asesoramiento y en la elaboración de la teoría del caso. El enfoque
denominado “cliente-centered” ha sostenido que el cliente debe ser
considerado el centro del trabajo legal del abogado, en dos aspectos
fundamentales. Primero, la teoría del caso requiere que el abogado escuche
al cliente, su versión de los hechos, sus emociones conectadas con eses
hechos, y su forma de concebir el problema. Parte del trabajo del abogado
es darle al cliente tiempo y espacio para decidir sobre sí mismo. Ningún
abogado, ninguna ley, ningún sistema legal debería sustituir la experiencia
del propio cliente ni su propia definición del conflicto. Segundo, la teoría
demanda que el cliente tenga un importante rol en la decisión acerca de
su caso, que no puede limitarse a ratificar o rechazar el consejo de su
letrado. Para logar la participación del cliente el abogado debe explorar y
clarificar sus deseos y creencias, evitando toda forma de manipulación”.
g. El trabajo de supervisión requiere inquirir sobre las estructuras
institucionales comprometidas en el caso, así como sobre las aspectos
sociales y políticos que enmarcan el conflicto particular.
h. Todas las acciones de supervisión implican intervención. En este sentido,
sostiene Abramovich, lo siguiente:
Intervenir no es sólo actuar cuando alguien está haciendo algo erróneamente. La
experiencia del estudiante en el caso existe dentro del trabajo de supervisión y
las diversas modalidades de interacción con el docente diseñan esa experiencia.
Aunque el supervisor no mantenga contacto personal con el cliente ni intervenga
directamente en la audiencia del juicio cuando el estudiante comete un error, su
280 Manuel Espinoza Melet

participación en las entrevistas de planificación y sus reuniones de evaluación del


caso influyen decisivamente tanto en la actuación del estudiante frente al Tribunal
cuanto en su relación con el representado.
La Clínica Jurídica cumple con la prestación de un servicio de extraordinario
alcance para aquellos ciudadanos que no cuentan con los recursos económicos
necesarios para sufragar los servicios profesionales de un abogado. Ese servicio,
abarca las áreas de asesoría, redacción de documentos, asistencia y tramitación para
ciertas diligencias en tribunales, notarias, registros y sedes administrativas, entre
otros. También se ha destacado la clínica jurídica en la organización de Jornadas,
Eventos, Foros y Conversatorios, ofrecidos gratuitamente a varios sectores de la
colectividad, a fin de ofrecer los servicios de asistencia jurídica, así como brindar
la información requerida por los usuarios.
En Colombia, tal y como lo describen Recalde, Luna y Bonilla7, los
Consultorios Jurídicos son una consecuencia del intercambio de conocimiento
jurídico entre Colombia y Estados Unidos. Los agentes importadores y exportadores
de los consultorios jurídicos son el Gobierno estadounidense, a través de su agencia
de cooperación (USAID), de un lado, y el Gobierno colombiano, por el otro. El
proceso que permite la implementación de los Consultorios Jurídicos a Colombia
se da en la década comprendida entre 1961 y 1971 y hace parte de la política
que estos dos gobiernos articularon para guiar su relación con Latinoamérica: la
Alianza para el Progreso. Este proceso fue además apoyado por organizaciones
internacionales como la Fundación Ford. Esta organización contribuyó con
fondos y asesoría al envío e implementación del saber jurídico experiencial. En
Colombia, como país receptor, asume la figura de los Consultorios Jurídicos bajo
la administración del Presidente Misael Pastrana Borrero, mediante la puesta en
vigencia del Decreto Ley 196 de 1971.
Conforme a lo dispuesto en el artículo 2 de la Ley 2113 de 20218, el Consultorio
Jurídico es:
un escenario de aprendizaje práctico de las Instituciones de Educación Superior,
autorizado en los términos de esta ley, en el cual los estudiantes de los programas
de Derecho, bajo la supervisión, la guía y la coordinación del personal docente
y administrativo que apoya el ejercicio académico, adquieren conocimientos

7
Recalde, Gabriela, Luna Blanco, Tania y Bonilla Maldonado, Daniel. Justicia de pobres:
Una genealogía de los consultorios jurídicos en Colombia, Barranquilla, Revista de derecho de la
Universidad del Norte, Número 47, enero-junio de 2017, disponible en: http://rcientificas.uninorte.
edu.co/index.php/derecho/article/ viewArticle/8686/10638
8
Diario Oficial N° 51.750 de fecha 29 de julio de 2021.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 281

y desarrollan competencias, habilidades y valores éticos para el ejercicio de la


profesión de abogado, prestando el servicio obligatorio y gratuito de asistencia
jurídica a la población establecida en la presente ley.

2.3 Principios del Consultorio Jurídico

Tal y como lo dispone el artículo 3 de la Ley 2113 de 2021, el Consultorio


Jurídico estará orientado bajo los siguientes principios generales:
1. Educación Jurídica Práctica. El Consultorio Jurídico garantiza procesos
de aprendizaje a partir del acercamiento de los estudiantes a las personas
en condición de vulnerabilidad, la sociedad, las necesidades jurídicas que
enfrentan y los contextos en que se desarrollan, al igual que fomenta el
desarrollo de estrategias y de acciones de defensa de· sus derechos dentro
de estándares de innovación, calidad y actualidad, colaborando con la
administración de justicia y asegurando el cumplimiento del derecho de
acceso a la justicia.
2. Autonomía Universitaria. Sin perjuicio de las disposiciones establecidas
en el contenido de esta ley, se reconoce la autonomía de las instituciones
de educación superior, las cuales cuentan con las competencias para
regular todos los aspectos relativos al funcionamiento, administración y
reglamento de los consultorios jurídicos, así como la correspondencia entre
estos aspectos y el contenido de sus Proyectos Educativos Institucionales
y Proyectos Educativos de Programa.
3. Formación Integral. El Consultorio Jurídico constituye un escenario
idóneo para la formación académica, profesional, técnica, humana, social
y ética del abogado, permitiendo a los estudiantes de Derecho adquirir,
mediante experiencias propias del ejercicio de la profesión, los saberes y
habilidades necesarias y esperados para el ejercicio de la abogacía.
4. Interés general. El Consultorio Jurídico busca la defensa del interés general,
su armonización con los intereses particulares y con los fines del Estado
Social de Derecho, propendiendo por la justicia y la equidad en la sociedad.
5. Función social. El Consultorio Jurídico orienta su acción a la defensa
de derechos de sujetos de especial protección constitucional y personas
naturales que carezcan de medios económicos para contratar los servicios
de un profesional en Derecho, o en general personas o grupos que, por sus
circunstancias especiales, se encuentren en situación de vulnerabilidad o
indefensión, en los términos establecidos en la presente ley.
282 Manuel Espinoza Melet

6. Progresividad. Las prácticas jurídicas formativas que se desarrollan en el


Consultorio Jurídico se articulan de manera progresiva con el currículo
diseñado y acogido por la Institución de Educación Superior y el programa
de acuerdo con su naturaleza, modalidad y metodología.
7. Gratuidad. El Consultorio Jurídico presta servicios jurídicos gratuitos en
favor de las personas beneficiadas que se definen en esta ley Los gastos
necesarios para el impulso procesal y las costas judiciales en los trámites
que apliquen serán asumidos por el usuario y en ningún caso los asumirá
el estudiante.
8. Inclusión. El Consultorio Jurídico garantiza los ajustes razonables
necesarios para asegurar que los estudiantes, docentes y las personas
beneficiarias de sus servicios puedan tener acceso y participar activamente
en ellos, en igualdad de condiciones. Así mismo, fomenta en los estudiantes
una perspectiva de igualdad, respeto por la diversidad e inclusión.
9. Accesibilidad. El Consultorio Jurídico asegura a todos los estudiantes,
docentes y usuarios el acceso en igualdad de condiciones al entorno físico,
la información y las comunicaciones relacionadas con la prestación de
sus servicios, y establece parámetros que les permitan acceder a servicios
no presenciales. En relación con los usuarios de la administración de
justicia, facilitan, en la medida de sus posibilidades y conforme a lo
que se determine en los reglamentos de las instituciones de educación
superior, que los sujetos procesales puedan acceder en sus sedes a las
actuaciones virtuales.
10. Confidencialidad. Los miembros del Consultorio Jurídico no podrán
revelar o utilizar la información suministrada por quienes solicitan la
prestación de sus servicios, a menos que hayan recibido del solicitante
autorización escrita para ello, o que tengan necesidad de hacer revelaciones
para evitar la comisión de un delito.
11. Calidad. Cada Universidad fijará los estándares que garanticen la calidad
y eficiencia en la prestación del servicio en el correspondiente consultorio
jurídico y centro de conciliación.

2.4 Objetivos del Consultorio Jurídico

Tal y como lo dispone el artículo 4 de la Ley 2113 de 2021, el Consultorio


Jurídico se orienta en garantizar los siguientes objetivos:
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 283

1. Formación Práctica. Fortalecer el proceso educativo interdisciplinar de


los estudiantes de los programas de Derecho mediante la articulación de
la teoría y la práctica a partir de casos reales con un enfoque humanístico
y ético.
2. Acceso a la justicia. Contribuir a que las personas beneficiarias de sus
servicios accedan a la asesoría jurídica, la conciliación extrajudicial
en derecho, la representación judicial y extrajudicial, la pedagogía en
derechos y el ejercicio del litigio estratégico de interés público.
3. Proyección social. Generar conciencia acerca de la responsabilidad y
función social que comporta el ejercicio de la abogacía, en cuyo desarrollo
se debe actuar como agente activo en la reducción de la desigualdad y el
alcance de la equidad social.
4. Innovación jurídica. Propiciar, a través de la Institución de Educación
Superior, el conocimiento científico, reflexivo e innovador del Derecho,
contribuyendo a su vez con la transformación digital para el fortalecimiento
de su ejercicio, atendiendo a las realidades contemporáneas de interés para
el campo jurídico y que tengan impacto sobre el contexto socioeconómico
de las comunidades donde ostenta influencia la facultad de derecho.
5. Resolución de conflictos: Impulsar los diferentes métodos de solución de
conflictos y la justicia restaurativa, como herramientas encaminadas a
la autocomposición de las controversias que se suscitan en el marco de
la convivencia social.

2.5 Clientes y casos ventilados

En relación a los clientes y los casos ventilados en los Consultorios Jurídicos,


de acuerdo al estudio de Recalde, Luna y Bonilla9, encontramos que, los
clientes de los consultorios jurídicos son personas que se caracterizan por no
poseer recursos socioeconómicos. Los servicios que ofrecen estas instituciones
para satisfacer sus necesidades jurídicas giran en torno al litigio o asesoría legal
individual. El 72 % de los usuarios de los consultorios jurídicos sondeados
pertenece al estrato socioeconómico 1 y el 28 % al 2. La atención a personas de
estrato 3 es poco frecuente; en los casos que se permite es porque el consultorio
jurídico establece mediante una encuesta socioeconómica que la situación de

9
Recalde, Gabriela. Luna Blanco, Tania y Bonilla Maldonado, Daniel. Op. Cit. Justicia de
pobres: Una genealogía de los consultorios jurídicos en Colombia.
284 Manuel Espinoza Melet

la persona es de insolvencia. Ahora bien, la situación socioeconómica de los


clientes no es la única variable que los hace vulnerables. En muchas ocasiones,
esta se entrecruza con otros factores que los colocan en una doble condición de
vulnerabilidad. Es muy frecuente que los usuarios sean mujeres (67 %) o que
sean adultos mayores (72 %). No obstante, entre los encuestados es poco o nada
frecuente evidenciar vulnerabilidades asociadas con la pertenencia a sectores
como el LGBTI o con el estado etario de niñez y adolescencia. Estos últimos son
representados por sus madres en los casos de inasistencia alimentaria.

2.6 Servicios

Los servicios que ofrecen los Consultorios Jurídicos están orientados en


dos vertientes fundamentales: ofrecer al estudiante de derecho un mejor alcance
en los conocimientos jurídicos y, por otra parte, se beneficia a la comunidad,
al dispensársele la prestación de un servicio que podría generarle ciertos y
determinados costos; razón por la cual, el servicio se encuentra estrictamente
dirigido a toda persona natural carente de recursos económico, a los fines de
brindarle asesoría jurídica y litigio, así como también a personas o grupos que,
por sus circunstancias especiales, se encuentren en situación de vulnerabilidad
o indefensión, cuando se trate de asuntos íntimamente ligados con su condición.
Cabe también destacar que, conforme al artículo 7 de la Ley 2113 de 2021,
los servicios de asesoría jurídica y pedagogía en derecho propios del Consultorio
Jurídico podrán prestarse a entidades públicas o privadas, en las áreas pro bono de
firmas de abogados, en despachos judiciales, notarías, organismos, internacionales,
organizaciones no gubernamentales, cajas de compensación familiar, centros
de conciliación y centros de mediación y conciliación en equidad, cuando tales
servicios sean en provecho de los beneficiarios, previa suscripción de convenios o
acuerdos, bajo la verificación permanente por parte de la institución de educación
superior de la connotación jurídica y de los beneficiarios de las actividades
realizadas.
El artículo 6 de la Ley 2113 de 2021, nos ofrece la extensa gama de servicios
que ofrecen los Consultorios Jurídicos; en este sentido, el citado artículo
expresamente dispone lo siguiente:
Los Consultorios Jurídicos prestarán servicios de asesoría jurídica, conciliación
extrajudicial en derecho, representación judicial y extrajudicial, adelantamiento
de actuaciones administrativas e interposición de recursos en sede administrativa
y pedagogía en derechos. Así mismo, podrán prestar servicios de conciliación en
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 285

equidad, mediación, mecanismos de justicia restaurativa y litigio estratégico de


interés público, así como todos aquellos otros servicios que guarden relación y
permitan el cumplimiento de los principios y objetivos establecidos en esta ley;
Estos servicios se prestarán por conducto de los estudiantes de Derecho, bajo la
guía, supervisión y control del Consultorio Jurídico, el cual se podrá cursar a partir
de la aprobación de por lo menos la mitad de los créditos académicos del plan de
estudios y en cualquier caso hasta su finalización, cumpliendo con los requisitos
que establezca cada institución de educación superior conforme a los principios
de autonomía y progresividad previstos en la presente ley.
La prestación de los servicios en el consultorio jurídico por parte de los estudiantes
no podrá ser menor a dos ni exceder de cinco semestres. En aplicación de los
principios de autonomía y progresividad consagrados en la presente ley, cada
institución de educación superior definirá dentro de ese rango el tiempo de
prestación de los diferentes servicios a cargo de los estudiantes de los consultorios.
Con todo, los estudiantes ejercerán las funciones de representación de terceros
consagradas en el artículo 9 de esta ley a partir de la aprobación de todas las
asignaturas habilitantes para este efecto según el respectivo Programa de Derecho
y por lo menos durante· dos semestres, para lo cual los consultorios propiciarán
las condiciones necesarias para la prestación efectiva de este servicio.
El Consultorio Jurídico, como componente de la formación práctica del estudiante
de derecho y que hará parte integral del currículo, en ningún caso será susceptible
de omisión, homologación, convalidación o sustitución.
PARÁGRAFO 1o. Para los efectos de esta ley, se entiende por litigio estratégico de
interés público las acciones jurídicas encaminadas a lograr un efecto significativo
en las políticas públicas, la legislación y la sociedad civil, a través de la garantía
de los derechos. El litigio estratégico de interés público lo podrán adelantar los
consultorios jurídicos mediante el empleo del modelo pedagógico de las· clínicas
jurídicas o el desarrollo de otras estrategias pedagógicas que promuevan la
integración entre la investigación aplicada y el desarrollo de acciones jurídicas
para lograr un resultado de alto impacto social.
PARÁGRAFO 2o. No estarán obligados a prestar el servicio de representación a
terceros los estudiantes que certifiquen que desempeñan labores en áreas jurídicas
en el sector público. La institución de educación superior podrá disponer que tales
estudiantes desarrollen su práctica en el Consultorio Jurídico prescindiendo de
la representación de terceros y a través de los demás servicios prestados por este,
estableciendo las respectivas fórmulas para compensar las cargas de trabajo en
relación con aquellos estudiantes que sí deban prestar la representación de terceros.
No obstante lo anterior, los estudiantes que, bajo las condiciones expresadas en
el inciso anterior, opten por ejercer la representación a terceros, no podrán actuar
contra la Nación, el departamento, el distrito o el municipio, según la esfera
286 Manuel Espinoza Melet

administrativa a la que pertenezca la entidad a la cual presten sus servicios.


La entidad deberá otorgar los permisos a que haya lugar, sin perjuicio de las
compensaciones que se establezcan internamente para el efecto.
PARÁGRAFO 3o. Para la prestación del servicio de conciliación extrajudicial
en derecho, los consultorios jurídicos deberán organizar su propio centro de
conciliación, conforme a los parámetros legales y reglamentarios de creación,
funcionamiento y supervisión que regulan la materia. Los consultorios jurídicos
también podrán crear y poner en funcionamiento centros de conciliación en
equidad, mediación y justicia restaurativa o disponer de espacios o escenarios
para la prestación de sus servicios, según lo estime pertinente cada Institución
de Educación Superior.

2.7 Competencia general para representación de terceros

En relación con la competencia general para representación de terceros, los


estudiantes, bajo la supervisión, la guía y el control del Consultorio Jurídico,
podrán actuar en ciertos casos, siempre y cuando la cuantía no supere los 50
salarios mínimos legales mensuales vigentes.
El artículo 9 de la Ley 2113 de 2021, hace una enumeración de los casos que
podrán ser ventilados:
1. En materia penal en los procesos de conocimiento de los jueces penales
municipales o promiscuos municipales:
a) Como representantes de la parte civil en los procedimientos regidos
por la Ley 600 de 2000, o representantes de víctimas en los procesos
tramitados bajo la Ley 906 de 2004; o la norma que haga sus veces,
según el caso.
b) Como defensores o voceros en los procesos regidos por la Ley 600 de
2000 o como defensores en los procesos tramitados bajo la Ley 906
de 2004, o la norma que haga sus veces, según el caso.
c) En los asuntos querellables, así como en los procedimientos penales de
los que conocen los juzgados municipales cuando actúen como jueces
de conocimiento o como jueces de control de garantías, incluso si son
juzgados promiscuos, sin perjuicio de lo dispuesto en la Ley 941 de
2005;
d) Como representantes del acusador privado en los términos de la Ley
1826 de 2017.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 287

2. En materia penal como apoderados de víctima en procesos de conocimiento


de los jueces penales del circuito tramitados bajo la Ley 906 de 2004, o
la norma que haga sus veces, según el caso.
3. En los procedimientos laborales, siempre y cuando la cuantía no supere
los 20 smlmv.
4. En los procedimientos civiles de que conocen los jueces municipales en
única instancia.
5. En los procedimientos de jurisdicción voluntaria. En cualquier caso, para
los asuntos relativos a la emancipación y la adopción, el estudiante deberá
contar con un acompañamiento especial por parte del personal docente,
el cual, también estará a cargo de la representación judicial en este tipo
de causas.
6. En los procedimientos de competencia de los jueces de familia en única
instancia, y en los trámites administrativos que adelantan las Comisarías
de Familia, Defensorías de Familia e inspecciones de policía, salvo
los asuntos que versen sobre medidas de restablecimiento de derechos
de niños, niñas y adolescentes, y procesos de adopción. Si el asunto
versara sobre la patria potestad, el estudiante deberá contar con un
acompañamiento especial por parte del personal docente, el cual, también
estará a cargo de la representación judicial en este tipo de causas.
7. En las acciones constitucionales de tutela, cumplimiento y populares.
8. En los arbitrajes sociales, conforme a lo establecido en el artículo 117 de
la Ley 1563 de 2012 o la norma que haga sus veces.
9. En los siguientes asuntos jurisdiccionales, adelantados ante autoridades
administrativas, siempre y cuando se puedan llevar a cabo en la zona de
Influencia que determine el Programa de Derecho respectivo:
a) Ante la Superintendencia de Industria y Comercio: Las acciones de
protección al consumidor;
b) Ante la Superintendencia Financiera: La acción de Protección al
Consumidor Financiero;
c) Ante la Superintendencia de Salud: Las acciones sobre negación de
cobertura, reembolso económico de gastos médicos, y reconocimiento
y pago de incapacidades y licencias.
10. En los procedimientos disciplinarios de competencia de las personerías
municipales y la Procuraduría General de la Nación, cuando sea
288 Manuel Espinoza Melet

Imposible la notificación. De lo anterior se exceptúan los procesos contra


funcionarios de elección popular, dirección, confianza y manejo.
11. Para el ejercicio de la representación de terceros determinados como
personas beneficiadas del servicio en los términos de la ley, los
estudiantes, bajo la supervisión, la guía y el control del Consultorio
Jurídico, podrán actuar en los casos establecidos en este artículo, siempre
y cuando la cuantía no supere los 50 salarios mínimos legales mensuales
vigentes, salvo la competencia aquí establecida en materia penal, laboral
y de tránsito.
12. De oficio, en los procedimientos de responsabilidad fiscal de competencia
de las Contralorías Municipales, Distritales, Departamentales y General de
la República, cuando sea imposible la notificación, sin consideración de la
cuantía establecida en el presente artículo.
13. En los procedimientos administrativos de carácter sancionatorio que ade-
lanten las Superintendencias, autoridades administrativas, los organismos
de control y las entidades constitucionales autónomas.
14. En los asuntos policivos adelantados bajo el trámite verbal abreviado ante
los inspectores de policía, así como en los procesos relativos al control y
recuperación del espacio público adelantados ante los entes territoriales.
15. En la elaboración de derechos de petición, quejas y reclamaciones, así
como el adelantamiento de actuaciones administrativas e interposición
de recursos en sede administrativa, tanto en entidades públicas como
privadas.
16. En trámites de beneficios administrativos, subrogados penales y susti-
tutivos de la prisión y solicitudes de libertad, en los términos de la Ley
1760 de 2015 o la que la sustituya.
17. En los procedimientos contravencionales de tránsito, para asuntos cuya
sanción no fuere superior a multa de veinte (20) salarios mínimos diarios
legales vigentes.
PARÁGRAFO 1o. Para poder actuar ante las autoridades, los estudiantes
Inscritos en Consultorio Jurídico requieren autorización expresa otorgada
para cada caso por el director del consultorio, la cual se anexará al
expediente respectivo, y el correspondiente poder. Las autoridades no
podrán exigir a los estudiantes certificaciones o documentación diversa
a la establecida en este artículo.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 289

En ningún caso se exigirá para la representación de terceros, la presencia o


el acompañamiento de personal del Consultorio Jurídico a las audiencias.
El incumplimiento de esta disposición por parte de cualquier servidor
público será causal de mala conducta.
PARÁGRAFO 2o. Los estudiantes podrán ejercer la representación en
las audiencias de conciliación extrajudicial y judicial, aún en aquellos
eventos en los que el representado no asista porque el domicilio de alguna
de las partes no esté en el municipio del lugar donde se vaya a celebrar la
audiencia o alguna de ellas se encuentre por fuera del territorio nacional,
y siempre que se encuentre debidamente facultado para conciliar, cuando
se deban llevar a cabo dentro de los asuntos establecidos en este artículo.
Para armonizar esta facultad con el acceso efectivo a la justicia, los
consultorios jurídicos deberán garantizar a los usuarios la continuidad en
la prestación de los servicios de representación judicial, en aquellos casos
en los que el trámite conciliatorio constituya requisito de procedibilidad
para acceder a la jurisdicción y que el consultorio sea competente para
adelantar el proceso judicial.
PARÁGRAFO 3o. Para facilitar el acceso a la justicia conforme a los
objetivos establecidos en esta ley, en las instalaciones donde funcionen
los despachos judiciales podrán operar oficinas de los consultorios
jurídicos, siempre y cuando se garanticen las condiciones mínimas de
infraestructura y equipamiento que se requieran para su funcionamiento.

3. CASAS DE JUSTICIA

3.1 Origen y concepto

Las Casas de justicia, nacen en Colombia, mediante Decreto 1477 de 200010,


motivado a la necesidad de los ciudadanos, en la obtención de asesoría y trámites
jurídicos.
Tal y como lo dispone el artículo 1° del mencionado Decreto, el objetivo
fundamental del Programa Nacional Casas de Justicia, tiene por objeto facilitar
a la comunidad el acceso a la justicia, prioritariamente en las zonas marginales,
en las cabeceras municipales y en centros poblados de los corregimientos de más
2.500 habitantes.

10
Publicado en el Diario Oficial N° 44.113, de fecha 03 de agosto de 2000.
290 Manuel Espinoza Melet

El concepto de las Casas de justicia, lo encontramos en el artículo 2° del


Decreto 1477, el cual expresamente señala: “Las Casas de Justicia son centros
multiagenciales de información, orientación, referencia y prestación de servicios
de resolución de conflictos, donde se aplican y ejecutan mecanismos de justicia
formal y no formal. Con ellas se pretende acercar la justicia al ciudadano
orientándolo sobre sus derechos, previniendo el delito, luchando contra la
impunidad, facilitándole el uso de los servicios de justicia formal y promocionando
la utilización de mecanismos alternativos de resolución de conflictos.
Los servicios que se prestan en las Casas de Justicia serán gratuitos”.
Como puede apreciarse, este programa se instaura en Colombia a fin de
favorecer a las clases populares, los profesionales del derecho van de la mano
con las ramas del Poder Público, de forma altruista, brindándole a la ciudadanía
sus servicios de forma gratuita, a fin de contrarrestar las urgentes necesidades
de los ciudadanos ávidos de justicia; es por ello, que se benefician personas de
escasos recursos económicos, a los cuales les era sumamente dificultoso cancelar
los honorarios profesionales, así como los gastos derivados de la gestión judicial.

3.2 Objetivos y funciones

Tal y como lo pauta el artículo 3° del Decreto 1477, el Programa Nacional de


las Casas de Justicia tendrá los siguientes objetivos y funciones:
– Crear espacios de acción integral en materia de justicia comunitaria y
justicia no formal.
– Acercar la prestación de ciertos servicios de justicia formal a la comunidad
con el fin de facilitar su acceso.
– Ampliar la cobertura de la administración de justicia.
– Involucrar a la comunidad en la resolución formal y no formal de los
conflictos.
– Fomentar una cultura de convivencia pacífica y de respeto al derecho
ajeno.
– Propiciar la participación efectiva de la comunidad en el diagnóstico y
solución de los problemas en materia de administración de justicia.
– Establecer espacios de participación y pedagogía ciudadana que
contribuyan a la construcción de una convivencia pacífica.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 291

– Implementar metodologías para el uso y la difusión de los mecanismos


alternativos de solución de conflictos.
– Ser instrumento para la articulación de las políticas de justicia del Estado,
con los programas de desarrollo comunitario.
– Promover la defensa de los derechos humanos de los miembros de la
comunidad.
– Asesorar y orientar a la comunidad en el uso del servicio público de la
justicia.
– Orientar jurídicamente a la comunidad en sus derechos y obligaciones.
– Desarrollar programas de prevención en violencia intrafamiliar y
protección de los derechos humanos.
– Servir de espacio para el análisis de la conflictividad social, por parte
de investigadores avalados por el Ministerio de Justicia y del Derecho.

3.3 Servicios

Las Casas de Justicia ofrecen una diversidad de servicios en beneficio de


la comunidad, toda la colaboración brindada se encuentra orientada para la
consecución de los fines de la justicia. De conformidad con lo dispuesto del artículo
4° del Decreto 1477, en las Casas de Justicia se prestarán los siguientes servicios:
12. Orientación e información, de derechos humanos y obligaciones legales,
con énfasis en la protección de la familia y el menor.
13. Mecanismos alternativos de resolución de conflictos.
14. Consultorio jurídico.
15. Justicia formal como centros de recepción de quejas y denuncias,
peritaje médico, defensoría de familia, investigación penal a cargo de
la Fiscalía General de la Nación. Además, se podrán realizar brigadas
con la Registraduría Nacional del Estado Civil y la Superintendencia de
Notariado y Registro relacionadas con la cedulación, notariado y registro
y protección de víctimas de violencia intrafamiliar.
16. Prevención de conflictos y de los delitos en particular.
17. Articulación entre la comunidad y los programas del Estado en temas de
justicia y afines.
18. Todos los demás servicios que se consideren necesarios para el cumpli-
miento de los objetivos del Programa de Casas de Justicia.
292 Manuel Espinoza Melet

3.4 Entidades participantes


El artículo 5° del Decreto 1477, establece que podrán participar en el Programa
Casas de Justicia, las siguientes entidades:
1. Ministerio de Justicia y del Derecho.
2. Ministerio del Interior.
3. La Fiscalía General de la Nación.
4. La Procuraduría General de la Nación.
5. La Defensoría del Pueblo.
6. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
7. El Instituto Nacional de Medicina Legal.
8. La Superintendencia de Notariado y Registro.
9. Las alcaldías distritales o municipales.
10. Instituto Colombiano de Bienestar Familiar por medio de las Defensorías
de Familia.
11. Las Comisarías de Familia.
12. Las Inspecciones de Policía.
13. Las personerías distritales o municipales.
14. Los consultorios jurídicos de universidades.
15. Los centros de conciliación.
16. Cualquier otra entidad que se considere necesaria para el cumplimiento
de los objetivos del programa.

3.5 Funciones especiales del Ministerio de Justicia y del Derecho


Dispone el artículo 7° del Decreto 1477, que, en relación al Programa Casas
de Justicia, el Ministerio de Justicia y del Derecho tendrá las siguientes funciones
especiales:
6. Diseñar y definir las políticas generales del Programa Nacional Casas de
Justicia.
7. Velar por el cumplimiento de los objetivos, políticas y funciones del
programa y del presente decreto.
8. Coordinar la instalación de las Casas de Justicia con el acuerdo de las
autoridades locales y la comunidad en los términos que establezca el
manual de funciones.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 293

9. Promover la participación de los Conciliadores en Equidad y los Jueces


de Paz.
10. Promover el desarrollo de programas sobre el conocimiento y la defensa
de los derechos humanos.
11. Promover la capacitación de los funcionarios que prestan sus servicios
en las Casas y la comunidad aledaña, en mecanismos alternativos de
solución de conflictos.
12. Fomentar la participación de las universidades, organizaciones no
gubernamentales y la empresa privada, en la gestión de las Casas de
Justicia.
13. Afianzar las relaciones con los municipios, dotándolos de herramientas
para que desarrollen el programa y las políticas de justicia que puedan
ser implementadas en las Casas.
14. Elaborar el Manual de Funciones del Programa Nacional Casas de Justicia.
15. Crear la Red de Casas de Justicia.
16. Crear un sistema de evaluación de la gestión de las Casas.
17. Servir de instancia de coordinación para la consecución de recursos
nacionales e internacionales destinados al programa.
18. Presentar a las entidades vinculadas, un informe semestral sobre los
resultados del programa. Estas podrán hacer recomendaciones e impartir
los correctivos necesarios a sus agentes regionales o seccionales, para el
éxito del programa.
19. Promover la creación de Comités Coordinadores Distritales o Municipales
en los términos que lo establezca el manual de funciones del programa.
20. Promover la creación de Comités Coordinadores en las Casas de Justicia
en los términos que lo establezca el manual de funciones del programa.

4. AMPARO DE POBREZA

4.1 Concepto

El amparo de pobreza11 es un beneficio que fue concebido y consagrado


constitucionalmente y por las demás leyes de la República, con el fin de brindar
11
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-668-16, Expediente D-11458, de fecha 30 de
noviembre de 2016, con ponencia del Magistrado Dr. Alberto Rojas Ríos, disponible en: http://www.
secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/c-668_1916.html#INICIO: “El amparo de pobreza es una
294 Manuel Espinoza Melet

protección jurídica aquellas personas carentes de recursos económicos suficientes


para sufragar los gastos de un proceso judicial.
El amparo de pobreza se debe solicitar inmediatamente al momento de la
interposición de una demanda, a fin de que, el Estado puede conceder este amparo.
Es por ello, que el legislador concibió esta figura procesal, a los fines de
la palparía garantía para del goce efectivo del acceso a la justicia de todos los
ciudadanos, muy especialmente en aquellos que experimentan una merma en
su condición económica. En este sentido, el amparo de pobreza se presenta
como la solución al problema de las barreras económicas para acceder al órgano
jurisdiccional. La Ley Estatutaria de la Administración de Justicia12 dispone
en el artículo 2 que “el Estado garantiza el acceso de todos los asociados a la
administración de justicia. Será de su cargo el amparo de pobreza y el servicio
de defensoría pública.”
Tal y como lo ha señalado la Corte Constitucional, en la referida Sentencia
C-668, dicha instancia judicial ha tenido varios pronunciamientos relacionados a
la figura del amparo de pobreza, de la manera siguiente:

institución procesal cuyas raíces históricas se hallan en Las Siete Partidas. Se encuentra diseñada
para garantizar el ejercicio del derecho fundamental de acceso a la administración de justicia (art.
229), en condiciones de igualdad (art. 13). En palabras del Consejo de Estado:
“Evidentemente el objeto de este instituto procesal es asegurar a los pobres la defensa de sus derechos,
colocándolos en condiciones de accesibilidad a la justicia, dentro de una sociedad caracterizada por
las desigualdades sociales. Para ello los exime de los obstáculos o cargas de carácter económico que
aún subsisten en el campo de la solución jurisdiccional, como lo son los honorarios de los abogados,
los honorarios de los peritos, las cauciones y otras expensas”.
En sentido muy similar, la Corte Suprema de Justicia se pronunció sobre los fundamentos jurídicos
del amparo de pobreza:
“El amparo de pobreza se fundamenta en dos principios básicos de nuestro sistema judicial como son
la gratuidad de la justicia y la desigualdad de las partes ante la ley”.
Adicionalmente, la Corte Suprema de Justicia ha considerado que el amparo de pobreza puede ser
reconocido, de forma excepcional, a favor de las personas jurídicas:
“resulta admisible interpretar en sentido amplio dicha disposición a fin de extender su alcance a las
personas jurídicas, siempre y cuando se encuentren en una crítica situación financiera tal que, por
padecerla, verdaderamente no se hallan en condiciones de atender los gastos de un proceso, sin dejar
en vilo su supervivencia o sin precipitar su definitiva extinción en forma estruendosa desde el punto
de vista económico”.
En suma: el amparo de pobreza es una clásica institución procesal civil, cuyos fines constitucionales
apuntan a garantizar el ejercicio del derecho fundamental de acceso a la administración de justicia en
condiciones materiales de igualdad”.
12
Diario Oficial N° 42.745, de fecha 15 de marzo de 1996.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 295

En diversas ocasiones, la Corte Constitucional se ha pronunciado sobre la


naturaleza jurídica de la figura del amparo de pobreza. Las principales subreglas
constitucionales existentes en la materia son las siguientes:
Por regla general, las partes deben asumir los costos del proceso: Actuando de
conformidad con la cláusula general de competencia, el legislador fija las costas y
las cargas procesales propias de cada juicio. Con base en la misma facultad, crea
figuras como el amparo de pobreza, dirigidas a asegurar el ejercicio del derecho
de acceso a la administración de justicia, en condiciones de igualdad. (Sentencia
C-808 de 2002).
Los fines constitucionales del amparo de pobreza: Esta figura se instituyó con el
fin de que aquellas personas que, por sus condiciones económicas no pudiesen
sufragar los gastos derivados de un proceso judicial, contaran con el apoyo del
aparato estatal en aras de garantizar un efectivo acceso a la administración de
justicia (Art. 229 C.P.), un debido proceso y la consecuente posibilidad de ejercer
el derecho de defensa (Art. 29 C.P.) (Sentencia C-037 de 1996).
Amparo de pobreza y ejercicio de derecho de defensa: Los abogados que sean
designados para ejercer la defensa judicial de una persona, a cuyo favor se haya
decretado un amparo de pobreza, deberá actuar diligentemente, so pena de que la
providencia judicial que resulte el caso adolezca de un defecto por violación del
artículo 29 Superior (Sentencia T-544 de 2015).
La improcedencia de la terminación del amparo de pobreza en el proceso verbal
sumario no lesiona los derechos de las partes: Siendo el verbal sumario un
proceso tan breve, no hay tiempo suficiente para demostrar que el amparado por
pobre se ha recuperado económicamente y por ello mal se haría en hacer cesar
el derecho concedido para adelantar tales actividades, que en nada perjudican ni
al demandante ni al demandado, pues de lo que se trata es de aplicar una justicia
pronta, eficaz y oportuna. Situación diferente se presentaría en caso de que se
prohibiera invocar dicho amparo. (Sentencia C-179 de 1995)
La concesión del amparo de pobreza no vulnera el derecho a la igualdad; por el
contrario, lo garantiza: El hecho de que el Estado asuma las costas del amparado
por pobre para acceder a la administración de justicia y no haga lo mismo con
quien sí tiene recursos para atender los eventuales costos, no vulnera el derecho a
la igualdad, porque, precisamente se parte de una diferencia, la distinta situación
económica en que se encuentra cada uno (los solventes respecto de los no
solventes). Por ende, dicha diferencia justifica el trato distinto, garantizando al
punto el derecho a la igualdad de oportunidades para acceder a la administración
de justicia (Sentencia C-807 de 2002).
El amparo de pobreza es una medida correctiva y equilibrante, y en consecuencia,
de aplicación restringida: Por cuanto la ley busca garantizar la igualdad en
situaciones que originalmente eran de desigualdad. Supone entonces un beneficio,
296 Manuel Espinoza Melet

que bien puede concederse a una sola de las partes, naturalmente aquella que lo
necesita. Por igual motivo, este amparo no debe otorgarse al sujeto procesal que
no se encuentre en la situación de hecho que esta institución busca corregir. Así
pues, la figura del amparo de pobreza persigue una finalidad constitucionalmente
válida, cual es facilitar el acceso de todas las personas a la administración de
justicia (Sentencia T-114 de 2007).
Así las cosas, el amparo de pobreza se fundamenta en el principio general de
gratuidad de la justicia, siendo su finalidad hacer posible el acceso de todas
las personas a la justicia, por cuanto se ha instituido precisamente a favor de
quienes no están en condiciones económicas de atender los gastos del proceso.
Obviamente, este principio de la gratuidad no es absoluto, existiendo limitaciones
y excepciones consagradas por el mismo legislador en virtud de la cláusula general
de competencia que le confiere la Constitución en los artículos 150 a 152.

4.2 Procedencia

El amparo de pobreza se encuentra debidamente regulado en el Capítulo IV


del Título V del Código General del Proceso, en los artículos 151 a 158, los cuales
son aplicables al procedimiento contencioso administrativo por remisión expresa
del artículo 306 de la Ley 1437 de 18 de enero de 201113.
En relación con la procedencia del amparo de pobreza, el artículo 151 del
Código General del Proceso, dispone: “Se concederá el amparo de pobreza a
la persona que no se halle en capacidad de atender los gastos del proceso sin
menoscabo de lo necesario para su propia subsistencia y la de las personas
a quienes por ley debe alimentos, salvo cuando pretenda hacer valer un
derecho litigioso a título oneroso”14.

4.3 Oportunidad, competencia y requisitos

Tal y como lo dispone el artículo 152 del Código General del Proceso, el
amparo de pobreza podrá ser solicitado por el presunto demandante antes de la
presentación de la demanda, o por cualquiera de las partes durante el curso del
proceso.

13
Diario Oficial N° 47.956, de fecha 18 de enero de 2011.
14
La Corte Constitucional se declaró INHIBIDA de fallar sobre la expresión “salvo cuando pretenda
hacer valer un derecho litigioso a título oneroso” por ineptitud de la demanda, mediante Sentencia
C-668-16, de fecha 30 de noviembre de 2016, Magistrado Ponente Dr. Alberto Rojas Ríos.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 297

También deberá el solicitante afirmar bajo juramento que se encuentra en


las condiciones previstas en la ley para tal fin, y si se trata de demandante que
actúe por medio de apoderado, deberá formular al mismo tiempo la demanda en
escrito separado.
Cuando se trate de demandado o persona citada o emplazada para que
concurra al proceso, que actúe por medio de apoderado, y el término para contestar
la demanda o comparecer no haya vencido, el solicitante deberá presentar,
simultáneamente la contestación de aquella, el escrito de intervención y la solicitud
de amparo; si fuere el caso de designarle apoderado, el término para contestar la
demanda o para comparecer se suspenderá hasta cuando este acepte el encargo.

4.4 Trámite

El artículo 153 del Código General del Proceso, dispone un trámite


extraordinariamente sencillo y ausente de complicaciones. El amparo de pobreza,
una vez presentado junto con la respectiva demanda, dicha solicitud deberá
resolverse en el auto de admisión de la demanda.
En el caso de negarse el amparo, se impondrá al solicitante una multa
equivalente a un salario mínimo mensual.

4.5 Efectos

Tal y como lo establece el artículo 154 del Código General del Proceso,
quien resulta asistido y protegido por intermedio del amparo de pobreza, por la
naturaleza misma del mismo, no estará obligado a prestar cauciones procesales
ni a pagar expensas, honorarios de auxiliares de la justicia u otros gastos de la
actuación, y no será condenado en costas.
En la respectiva providencia que concede el amparo, el juez designará el
apoderado que represente en el proceso al amparado, en la forma prevista para
los curadores ad lítem, salvo que aquel lo haya designado por su cuenta.
El cargo de apoderado será de forzoso desempeño, y el designado deberá
manifestar su aceptación o presentar prueba del motivo que justifique su rechazo,
dentro de los tres días siguientes a la comunicación de la designación; si no lo
hiciere, incurrirá en falta a la debida diligencia profesional, será excluido de toda
lista en la que sea requisito ser abogado y sancionado con multa de cinco a diez
salarios mínimos legales mensuales vigentes.
298 Manuel Espinoza Melet

Si el apoderado no reside en el lugar donde deba tramitarse la segunda


instancia o el recurso de casación, el funcionario correspondiente procederá en
la forma prevista en este artículo a designar el que deba sustituirlo.
Están impedidos para apoderar al amparado los abogados que se encuentren,
en relación con el amparado o con la parte contraria, en alguno de los casos de
impedimento de los jueces.
El impedimento deberá manifestarse dentro de los tres días siguientes a la
comunicación de la designación.
Salvo que el juez rechace la solicitud de amparo, su presentación antes de la
demanda interrumpe la prescripción que corría contra quien la formula e impide
que ocurra la caducidad, siempre que la demanda se presente dentro de los treinta
días siguientes a la aceptación del apoderado que el juez designe y se cumpla lo
dispuesto en el artículo 94.
El amparado gozará de los beneficios que este artículo consagra, desde la
presentación de la solicitud.

4.6 Remuneración del apoderado

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 155 del Código General del


Proceso, le corresponde al apoderado las agencias en derecho que el juez señale
a cargo de la parte contraria.
En este sentido, si el amparado obtiene provecho económico por razón del
proceso, deberá pagar al apoderado el veinte por ciento de tal provecho si el
proceso fuere declarativo y el diez por ciento en los demás casos. El juez regulará
los honorarios de plano.
En el caso, si el amparado constituye apoderado, el que designó el juez podrá
pedir la regulación de sus honorarios, como dispone el artículo 76 eiusdem.

4.7 Facultades y responsabilidad del apoderado

En relación a las facultades y responsabilidad del apoderado, establece el


artículo 156 del Código General del Proceso, que el apoderado designado por
el juez tendrá las facultades de los curadores ad lítem y las que el amparado le
confiera, y podrá sustituir por su cuenta y bajo su responsabilidad a representación
del amparado.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 299

Así mismo, el incumplimiento de sus deberes profesionales o la exigencia de


mayores honorarios de los que le correspondan, constituyen faltas graves contra la
ética profesional que el juez pondrá en conocimiento de la autoridad competente,
a la que le enviará las copias pertinentes.

4.8 Remuneración de auxiliares de la justicia

En lo atinente a la remuneración de auxiliares de la justicia, el artículo 157


del Código General del Proceso, señala que el juez deberá fijar los honorarios
de los auxiliares de la justicia conforme a las reglas generales, los que serán
pagados por la parte contraria si fuere condenada en costas, una vez ejecutoriada
la providencia que las imponga.

4.9 Terminación del amparo

Dispone el artículo 157 del Código General del Proceso, que, a solicitud de
parte, en cualquier estado del proceso podrá declararse terminado el amparo de
pobreza, si se prueba que han cesado los motivos para su concesión.
A la misma se acompañarán las pruebas correspondientes, y será resuelta
previo traslado de tres días a la parte contraria, dentro de los cuales podrá esta
presentar pruebas; el juez practicará las pruebas que considere necesarias.
En caso de que la solicitud no prospere, al peticionario y a su apoderado se
les impondrá sendas multas de un salario mínimo mensual.

5. LOS DERECHOS HUMANOS

5.1 Concepto

Los derechos humanos constituyen el conjunto de derechos inherentes,


propios, de la condición humana. En este sentido, corresponden específicamente
a los derechos inherentes a todo ser humano desde el monto de su concepción,
independientemente de su raza, nacionalidad, clase social, religión, género o
cualquier otro tipo de distinción posible.
Tal y como lo sostiene Marcano Salazar15:

15
Marcano Salazar, Luis Manuel. Derechos Humanos. Teorías y Doctrinas, Santiago de Chile,
Ediciones Olejnik, 2019, p. 34.
300 Manuel Espinoza Melet

Los derechos humanos conforman un conjunto de normas y principios que se


le reconocen y protegen a la persona humana, tanto como individuo o como
agrupación de ellos, y a su vez determina los órganos y mecanismos de protección
de los mismos contra las posibles violaciones por parte del Estado”.
Los derechos humanos ejercen un papel fundamental en el desarrollo de la
sociedad, su vigencia debe ser garantizada por todos los Estados y su protección
debe ser inalterada por toda la humanidad.
El Santo Padre Benedicto XVI, dirigiéndose a la Asamblea General de las
Naciones Unidas, con motivo de la conmemoración del 60° Aniversario de la
Declaración Universal, con el genio, probidad e intelecto que lo caracteriza, señaló:
los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el
sustrato ético de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, la universalidad,
la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos sirven como
garantía para la salvaguardia de la dignidad humana. Sin embargo, es evidente que
los derechos reconocidos y enunciados en la Declaración se aplican a cada uno en
virtud del origen común de la persona, la cual sigue siendo el punto más alto del
designio creador de Dios para el mundo y la historia. Estos derechos se basan en la
ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas
y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría
restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido
y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad
en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso
religiosos16.

5.2 Incorporación en la Constitución Política

En Colombia, la Constitución Política de 1991, incorpora de forma clara


y contundente la orientación y protección de los derechos humanos, todo esto
vinculado a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En este
sentido, el artículo 5 de la Carta Fundamental, expresamente señala: “El Estado
reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los derechos inalienables de
la persona y ampara a la familia como institución básica de la sociedad”.
En el texto constitucional colombiano, encontramos insertos los siguientes
derechos:
1. Derechos de primera Generación

16
Disponible en: https://www.conferenciaepiscopal.es/conferencia-bertone/
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 301

1.1 Derecho a la vida: De acuerdo con el preámbulo de la Constitución, se


garantiza a todos los ciudadanos el derecho a la vida, prohibiendo en
consecuencia, la pena de muerte. Este derecho está consagrado en el
artículo 11.
1.2 Derecho a la igualdad: Se garantiza a todos los ciudadanos la condición de ser
libres e iguales ante la ley, recibiendo en consecuencia, la misma protección,
trato y gozaran de los mismo derechos y libertades; el Estado protegerá a las
personas que se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta.
En este sentido, el artículo 13, expresamente señala: “Todas las personas
nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato
de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza,
origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.
El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva
y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados.
El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que, por su
condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de
debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas
se cometan”.
1.3 Derecho libre desarrollo de la personalidad: Todos los ciudadanos tienen
derecho al libre desarrollo de su personalidad, sin más limitaciones que
las que imponen el derecho de los demás. Este derecho está consagrado
en el artículo 16.
1.4 No hay esclavitud: Se prohíbe la esclavitud, la servidumbre, la trata
de seres humanos en todas sus formas, la libertad física o individual es
inconciliable con la esclavitud cualquiera que sea la forma que tome. Este
derecho está consagrado en el artículo 17.
1.5 Libertad de cultos: A todo ciudadano le asiste el legítimo derecho de
profesar libremente su religión y a difundirla de forma individual o
colectiva, sin perturbación alguna en ese derecho. Todas las confesiones
religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley. Este derecho está
consagrado en el artículo 19.
1.6 Libertad de expresión: Todos los ciudadanos tienen la libertad de expresar
y difundir su pensamiento y opiniones, a través de cualquier medio,
apegado al estricto cumplimiento de la ley.
302 Manuel Espinoza Melet

En este sentido, el artículo 20, expresamente señala: “Se garantiza a toda


persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones,
la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar
medios masivos de comunicación.
Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho
a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”.
1.7 Derecho a la paz: la paz es un derecho y un deber de obligatorio. Este
derecho está consagrado en el artículo 22.
1.8 Derecho de petición: Todos los ciudadanos tienen derecho de presentar de
forma respetuosa una obligación y esta debe obtener pronta resolución.
Artículo 23. “Toda persona tiene derecho a presentar peticiones
respetuosas a las autoridades por motivos de interés general o particular
y a obtener pronta resolución. El legislador podrá reglamentar su ejercicio
ante organizaciones privadas para garantizar los derechos fundamentales”.
1.9 Libertad de tránsito: Todo ciudadano puede desplazarse a donde quiera
según su voluntad dentro del territorio. Este derecho lo encontramos en
el artículo 24: “Todo colombiano, con las limitaciones que establezca la
ley, tiene derecho a circular libremente por el territorio nacional, a entrar
y salir de él, y a permanecer y residenciarse en Colombia”.
1.10 Derecho de trabajo: Todos los ciudadanos tienen el legítimo derecho
a un trabajo en condiciones dignas y justas, el Estado se encuentra
en la obligación de garantizarlo. Este derecho está consagrado en el
artículo 25.
1.11 Libertad de profesión: Todos los ciudadanos tienen la facultad de escoger
la profesión u oficio, y en consecuencia, ejercitar la actividad que a bien
deseen ejercitar.
En este sentido, el artículo 26, expresamente señala: “Toda persona es
libre de escoger profesión u oficio. La ley podrá exigir títulos de idoneidad.
Las autoridades competentes inspeccionarán y vigilarán el ejercicio de
las profesiones. Las ocupaciones, artes y oficios que no exijan formación
académica son de libre ejercicio, salvo aquellas que impliquen un riesgo
social.
Las profesiones legalmente reconocidas pueden organizarse en
colegios. La estructura interna y el funcionamiento de estos deberán ser
democráticos. La ley podrá asignarles funciones públicas y establecer los
debidos controles”.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 303

1.12 Libertad de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra: Corresponde


a la facultad que tienen las personas para establecer instituciones dedicadas
a la enseñanza, orientadas en pro del aprendizaje y la investigación, los
profesores pueden dictar sus cátedras sin restricción alguna y a los padres,
como fieles detentadores de la patria potestad, escogerán el sistema
educativo que consideren más oportuno y pertinente para sus hijos. Este
derecho está consagrado en el artículo 27.
1.13 Libertad: Ningún ciudadano puede ser objeto de perturbación en su
libertad, en consecuencia, nadie puede ser molestado, ni arrestado, ni su
domicilio registrado sino en virtud de mandamiento escrito por autoridad
competente.
El artículo 28, expresamente señala: “Toda persona es libre. Nadie puede
ser molestado en su persona o familia, ni reducido a prisión o arresto,
ni detenido, ni su domicilio registrado, sino en virtud de mandamiento
escrito de autoridad judicial competente, con las formalidades legales y
por motivo previamente definido en la ley.
La persona detenida preventivamente será puesta a disposición del juez
competente dentro de las treinta y seis horas siguientes, para que este
adopte la decisión correspondiente en el término que establezca la ley.
En ningún caso podrá haber detención, prisión ni arresto por deudas, ni
penas y medidas de seguridad imprescriptibles.
1.14 Derecho al debido proceso: A todo ciudadano se le garantiza el respeto
a los principios y garantías procesales consagrados en la Constitución
y leyes de la República. En consecuencia, nadie podrá ser juzgado sino
conforme a leyes preexistentes y por sus jueces naturales, todas las
personas son inocentes hasta que se demuestren lo contrario y tiene
derecho a la defensa durante el decurso proceso, a presentar las pruebas
respectivas, sin dilaciones injustificadas.
En este sentido, el artículo 29 de la Constitución Política, dispone:
“El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas.
Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que
se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la
plenitud de las formas propias de cada juicio.
En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior,
se aplicará de preferencia a la restrictiva o desfavorable.
304 Manuel Espinoza Melet

Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado


judicialmente culpable. Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa
y a la asistencia de un abogado escogido por él, o de oficio, durante la
investigación y el juzgamiento; a un debido proceso público sin dilaciones
injustificadas; a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en
su contra; a impugnar la sentencia condenatoria, y a no ser juzgado dos
veces por el mismo hecho.
Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido
proceso”.
Sobre este particular, debemos destacar, lo decidido por la Corte
Constitucional de Colombia, mediante Sentencia C-328/1517, de fecha
27 de mayo de 2015, con ponencia del Magistrado Dr. Luis Guillermo
Guerrero Pérez, en la cual se dictaminó, lo siguiente:
Este Tribunal ha puntualizado que la garantía del juez natural tiene una
finalidad más sustancial que formal, en razón a que su campo de protección
no es solamente el claro establecimiento de la jurisdicción encargada del
juzgamiento, previamente a la consideración del caso, sino también la seguridad
de un juicio imparcial y con plenas garantías para las partes. Conforme con
ello, ha precisado que dicho principio opera como un instrumento necesario
de la rectitud en la administración de justicia y como una garantía frente a la
posible arbitrariedad de la actuación de los poderes del Estado en perjuicio
de los ciudadanos.
(…) El derecho al juez natural comprende una doble garantía: (i) para quien
se encuentra sometido a una actuación judicial o administrativa, en cuanto le
asegura “el derecho a no ser juzgado por un juez distinto a los que integran
la Jurisdicción, evitándose la posibilidad de crear nuevas competencias
distintas de las que comprende la organización de los jueces”; y (ii) para la
Rama Judicial, “en cuanto impide la violación de principios de independencia,
unidad y ‘monopolio’ de la jurisdicción ante las modificaciones que podrían
intentarse para alterar el funcionamiento ordinario.
1.15 Habeas corpus: Es una institución de carácter jurídica, por medio de la
cual se obliga a que todo ciudadano detenido, le sea presentado en un
plazo preventivo determinado ante el juez, quien podría ordenar la libertad
inmediata del detenido si no encontrara motivo suficiente de arresto.
Con el habeas corpus se pretende evitar arrestos y detenciones arbitrarias,
asegurando los derechos básicos de ser escuchado por la justicia y conocer

17
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Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 305

el objeto de la acusación. Es por ello, que el habeas corpus ampara


los derechos fundamentales derivados de la vida y la libertad frente a
cualquier acto u omisión de cualquier autoridad, funcionario o persona
que pueda vulnerar dichos derechos.
El habeas corpus, se encuentra establecido en el artículo 30: “Quien
estuviere privado de su libertad, y creyere estarlo ilegalmente, tiene
derecho a invocar ante cualquier autoridad judicial, en todo tiempo, por
sí o por interpuesta persona, el hábeas corpus, el cual debe resolverse en
el término de treinta y seis horas”.
1.1 Derecho de asilo: A todo ciudadano le asiste el derecho de buscar
protección fuera de su país de origen o de residencia habitual y disfrutar
de ella en caso de huir de un conflicto que pone en riesgo su vida, y
tener fundados temores de ser perseguido por motivos de raza, religión,
nacionalidad, opinión política o pertenencia a un determinado grupo
social. La persecución por motivos de género, incluida aquella motivada
por la preferencia sexual y la identidad de género, están incluidas en
las causas de persecución que reconoce este derecho. Este derecho está
consagrado en el artículo 36.
2. Derechos de segunda Generación
2.2 Protección familiar: La Constitución protege ampliamente el
espectro familiar, asumiendo absolutamente la valoración que ésta tiene
para el desarrollo de la sociedad. Es por ello, que los integrantes del núcleo
familiar son amparados y protegidos integralmente.
En este sentido, el artículo 42, establece: “La familia es el núcleo
fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o
jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer
matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla.
El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia. La
ley podrá determinar el patrimonio familiar inalienable e inembargable.
La honra, la dignidad y la intimidad de la familia son inviolables.
Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes
de la pareja y en el respeto recíproco entre todos sus integrantes.
Cualquier forma de violencia en la familia se considera destructiva de su
armonía y unidad, y será sancionada conforme a la ley.
Los hijos habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o procreados
naturalmente o con asistencia científica, tienen iguales derechos y deberes.
La ley reglamentará la progenitura responsable.
306 Manuel Espinoza Melet

La pareja tiene derecho a decidir libre y responsablemente el número


de sus hijos, y deberá sostenerlos y educarlos mientras sean menores o
impedidos.
Las formas del matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los
deberes y derechos de los cónyuges, su separación y la disolución del
vínculo, se rigen por la ley civil.
Los matrimonios religiosos tendrán efectos civiles en los términos que
establezca la ley.
Los efectos civiles de todo matrimonio cesarán por divorcio con arreglo
a la ley civil.
También tendrán efectos civiles las sentencias de nulidad de los
matrimonios religiosos dictadas por las autoridades de la respectiva
religión, en los términos que establezca la ley.
La ley determinará lo relativo al estado civil de las personas y los
consiguientes derechos y deberes”.
2.3 Igualdad y protección de la mujer: La mujer no puede ser sometida
a ninguna clase de discriminación, el Estado debe darle especial asistencia
durante el desarrollo del embarazo, el parto y después del mismo si
estuviese desamparada y desempleada. El Estado apoyará de manera
especial a la mujer cabeza de familia y tiene igualdad de participación
en la vida política. Este derecho está consagrado en el artículo 43.
2.4 Derecho a seguridad social: El Estado debe garantizar la subsis-
tencia tanto personal como familiar, muy especialmente a quienes tienen
falta de ingresos para la subsistencia. Es un derecho irrenunciable, que
deberá ser implementado tanto en instituciones públicas y privadas.
Es por ello, que el artículo 48, expresamente señala: “La Seguridad Social
es un servicio público de carácter obligatorio que se prestará bajo la
dirección, coordinación y control del Estado, en sujeción a los principios
de eficiencia, universalidad y solidaridad, en los términos que establezca
la ley.
Se garantiza a todos los habitantes el derecho irrenunciable a la Seguridad
Social.
El Estado, con la participación de los particulares, ampliará progresivamente
la cobertura de la Seguridad Social que comprenderá la prestación de los
servicios en la forma que determine la ley.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 307

La Seguridad Social podrá ser prestada por entidades públicas o privadas,


de conformidad con la ley.
No se podrán destinar ni utilizar los recursos de las instituciones de la
Seguridad Social para fines diferentes a ella.
La ley definirá los medios para que los recursos destinados a pensiones
mantengan su poder adquisitivo constante.
Acto Legislativo 01 de 2005, artículo 1°. Se adicionan los siguientes
incisos y parágrafos al artículo 48 de la Constitución Política:
El Estado garantizará los derechos, la sostenibilidad financiera del Sistema
Pensional, respetará los derechos adquiridos con arreglo a la ley y asumirá
el pago de la deuda pensional que de acuerdo con la ley esté a su cargo.
Las leyes en materia pensional que se expidan con posterioridad a
la entrada en vigencia de este Acto Legislativo, deberán asegurar la
sostenibilidad financiera de lo establecido en ellas.
Sin perjuicio de los descuentos, deducciones y embargos a pensiones
ordenados de acuerdo con la ley, por ningún motivo podrá dejarse de
pagar, congelarse o reducirse el valor de la mesada de las pensiones
reconocidas conforme a derecho.
Para adquirir el derecho a la pensión será necesario cumplir con la edad,
el tiempo de servicio, las semanas de cotización o el capital necesario, así
como las demás condiciones que señala la ley, sin perjuicio de lo dispuesto
para las pensiones de invalidez y sobrevivencia.
Los requisitos y beneficios para adquirir el derecho a una pensión de
invalidez o de sobrevivencia serán los establecidos por las leyes del
Sistema General de Pensiones.
En materia pensional se respetarán todos los derechos adquiridos.
Los requisitos y beneficios pensionales para todas las personas,
incluidos los de pensión de vejez por actividades de alto riesgo, serán
los establecidos en las leyes del Sistema General de Pensiones. No podrá
dictarse disposición o invocarse acuerdo alguno para apartarse de lo allí
establecido.
Para la liquidación de las pensiones solo se tendrán en cuenta los factores
sobre los cuales cada persona hubiere efectuado las cotizaciones. Ninguna
pensión podrá ser inferior al salario mínimo legal mensual vigente.
308 Manuel Espinoza Melet

Sin embargo, la ley podrá determinar los casos en que se puedan conceder
beneficios económicos periódicos inferiores al salario mínimo, a personas
de escasos recursos que no cumplan con las condiciones requeridas para
tener derecho a una pensión.
A partir de la vigencia del presente Acto Legislativo, no habrá regímenes
especiales ni exceptuados, sin perjuicio del aplicable a la fuerza pública,
al Presidente de la República y a lo establecido en los parágrafos del
presente artículo.
“Las personas cuyo derecho a la pensión se cause a partir de la vigencia
del presente Acto Legislativo no podrán recibir más de trece (13)
mesadas pensionales al año. Se entiende que la pensión se causa cuando
se cumplen todos los requisitos para acceder a ella, aun cuando no se
hubiese efectuado el reconocimiento”.
La ley establecerá un procedimiento breve para la revisión de las pensiones
reconocidas con abuso del derecho o sin el cumplimiento de los requisitos
establecidos en la ley o en las convenciones y laudos arbitrales válidamente
celebrados.
Parágrafo 1°. A partir del 31 de julio de 2010, no podrán causarse pensiones
superiores a veinticinco (25) salarios mínimos legales mensuales vigentes,
con cargo a recursos de naturaleza pública.
Parágrafo 2°. A partir de la vigencia del presente Acto Legislativo no
podrán establecerse en pactos, convenciones colectivas de trabajo,
laudos o acto jurídico alguno, condiciones pensionales diferentes a las
establecidas en las leyes del Sistema General de Pensiones.
Parágrafo transitorio 1°. El régimen pensional de los docentes nacionales,
nacionalizados y territoriales, vinculados al servicio público educativo
oficial es el establecido para el Magisterio en las disposiciones legales
vigentes con anterioridad a la entrada en vigencia de la Ley 812 de 2003,
y lo preceptuado en el artículo 81 de esta. Los docentes que se hayan
vinculado o se vinculen a partir de la vigencia de la citada ley, tendrán
los derechos de prima media establecidos en las leyes del Sistema General
de Pensiones, en los términos del artículo 81 de la Ley 812 de 2003.
Parágrafo transitorio 2°. Sin perjuicio de los derechos adquiridos, el
régimen aplicable a los miembros de la Fuerza Pública y al Presidente
de la República, y lo establecido en los parágrafos del presente artículo,
la vigencia de los regímenes pensionales especiales, los exceptuados, así
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 309

como cualquier otro distinto al establecido de manera permanente en las


leyes del Sistema General de Pensiones expirará el 31 de julio del año 2010.
Parágrafo transitorio 3°. Las reglas de carácter pensional que rigen
a la fecha de vigencia de este Acto Legislativo contenidas en pactos,
convenciones colectivas de trabajo, laudos o acuerdos válidamente
celebrados, se mantendrán por el término inicialmente estipulado. En los
pactos, convenciones o laudos que se suscriban entre la vigencia de este
Acto Legislativo y el 31 de julio de 2010, no podrán estipularse condiciones
pensionales más favorables que las que se encuentren actualmente
vigentes. En todo caso perderán vigencia el 31 de julio de 2010.
Parágrafo transitorio 4°. El régimen de transición establecido en la Ley
100 de 1993 y demás normas que desarrollen dicho régimen, no podrá
extenderse más allá del 31 de julio de 2010; excepto para los trabajadores
que estando en dicho régimen, además, tengan cotizadas al menos 750
semanas o su equivalente en tiempo de servicios a la entrada en vigencia
del presente Acto Legislativo, a los cuales se les mantendrá dicho régimen
hasta el año 2014. Los requisitos y beneficios pensionales para las personas
cobijadas por este régimen serán los exigidos por el artículo 36 de la Ley
100 de 1993 y demás normas que desarrollen dicho régimen. Parágrafo
transitorio 5°. De conformidad con lo dispuesto por el artículo 140 de la Ley
100 de 1993 y el Decreto 2090 de 2003, a partir de la entrada en vigencia
de este último decreto, a los miembros del cuerpo de custodia y vigilancia
penitenciaria y carcelaria nacional se les aplicará el régimen de alto riesgo
contemplado en el mismo. A quienes ingresaron con anterioridad a dicha
fecha se aplicará el régimen hasta ese entonces vigente para dichas personas
por razón de los riesgos de su labor, este es el dispuesto para el efecto por
la Ley 32 de 1986, para lo cual deben haberse cubierto las cotizaciones
correspondientes. Parágrafo transitorio 6°. Se exceptúan de lo establecido
por el inciso 8° del presente artículo, aquellas personas que perciban una
pensión igual o inferior a tres (3) salarios mínimos legales mensuales
vigentes, si la misma se causa antes del 31 de julio de 2011, quienes recibirán
catorce (14) mesadas pensionales al año”.
La seguridad social, también se encuentra comprendida en los artículos
44, 46, 50, 53 y 64.
2.5 Derecho de una vivienda digna: Todo ciudadano tiene derecho a
tener una vivienda digna, y es por ello, que el Estado deberá fijar planes
de vivienda de interés social y la forma de financiación.
310 Manuel Espinoza Melet

En este sentido, el artículo 51, establece: “Todos los colombianos tienen


derecho a vivienda digna. El Estado fijará las condiciones necesarias
para hacer efectivo este derecho y promoverá planes de vivienda de
interés social, sistemas adecuados de financiación a largo plazo y formas
asociativas de ejecución de estos programas de vivienda.”
2.6 Derecho de asociación sindical: los empleadores y trabajadores
poseen derecho de construir sindicatos y en ellos proteger y defender sus
intereses.
El artículo 39, expresamente señala: “Los trabajadores y empleadores
tienen derecho a constituir sindicatos o asociaciones, sin intervención del
Estado. Su reconocimiento jurídico se producirá con la simple inscripción
del acta de constitución.
La estructura interna y el funcionamiento de los sindicatos y organiza-
ciones sociales y gremiales se sujetarán al orden legal y a los principios
democráticos. La cancelación o la suspensión de la personería jurídica
solo proceden por vía judicial.
Se reconoce a los representantes sindicales el fuero y las demás garantías
necesarias para el cumplimiento de su gestión.
No gozan del derecho de asociación sindical los miembros de la Fuerza
Pública”.
3. Derechos de tercera generación
3.1 Derecho a un ambiente sano: Todo ciudadano tiene el derecho de
gozar de un ambiente sano, diverso y conservar las áreas de importancia
ecológica.
El artículo 79, dispone: “Todas las personas tienen derecho a gozar de
un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad
en las decisiones que puedan afectarlo.
Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente,
conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la
educación para el logro de estos fines”.
3.2 Defensa del ambiente: El Estado está en la obligación impostergable
de defender el medio ambiente y la biodiversidad. En este sentido, se
encuentra en el deber de implementar todas las medidas inherentes en
pro del logro de ese objetivo.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 311

Los artículos 80 y 81, disponen lo siguiente:


Artículo 80: “El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de
los recursos naturales, para garantizar su desarrollo sostenible, su
conservación, restauración o sustitución.
Además, deberá prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental,
imponer las sanciones legales y exigir la reparación de los daños causados.
Asimismo, cooperará con otras naciones en la protección de los
ecosistemas situados en las zonas fronterizas. Artículo 81: “Queda
prohibida la fabricación, importación, posesión y uso de armas químicas,
biológicas y nucleares, así como la introducción al territorio nacional de
residuos nucleares y desechos tóxicos.
El Estado regulará el ingreso al país y la salida de él de los recursos
genéticos, y su utilización, de acuerdo con el interés nacional”.
3.3 Protección al espacio público: Es deber del Estado velar por la
protección de la integridad del espacio público y por su destinación al
uso común, el cual prevalecerá sobre el interés particular.
Es por ello, que las entidades públicas participarán en la plusvalía que
genere su acción urbanística y regularán la utilización del suelo y del
Este derecho se encuentra consagrado en el artículo 82.

5.3 Protección

La Constitución Política de 1991, instauró un conjunto de instituciones y


formas jurídicas dirigidas al fortalecimiento y la protección de los Derechos
Humanos como:
1. Las personerías municipales: Son organismos de control y vigilancia de
las respectivas entidades territoriales, que ejercen la función de Ministerio
Público y que están encargadas de la defensa, protección y promoción
de los Derechos Humanos en su jurisdicción, así como de ejercer el
control disciplinario en el municipio, la guarda del interés público y de
los principios del Estado Social de Derecho y de la promoción del control
social de la gestión pública.
2. La Defensoría del Pueblo: Es una institución creada a partir de la puesta
en vigencia de la Constitución de 1991, tiene como función la de velar
por la promoción, el ejercicio y la divulgación de los derechos humanos.
312 Manuel Espinoza Melet

3. Las Procuradurías de Derechos Humanos: La Procuraduría Delegada


Disciplinaria para la Defensa de los Derechos Humanos fue creada
mediante la Ley 4ª de 199018. Esta institución tiene entre otras funciones,
la de adelantar y decidir la acción disciplinaria por conductas que
se configuraran como genocidios, torturas y desapariciones, en que
incurrieran los miembros del Ministerio de Defensa Nacional, las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional, así como los funcionarios o personal de
los organismos adscritos o vinculados a esas instituciones y los demás
funcionarios y empleados.
Por disposición del Decreto 262 de 200019, se le asignó competencia para
conocer en primera instancia de los procesos disciplinarios adelantados
por las graves y gravísimas violaciones de los derechos humanos
consagrados en la Constitución Política o en los tratados internacionales
ratificados por Colombia. También conoce en primera instancia de los
procesos disciplinarios por infracciones graves al Derecho Internacional
Humanitario definidas en los tratados internacionales ratificados por
Colombia y ejercer, de manera selectiva, vigilancia superior de las
actuaciones disciplinarias que adelanten los órganos de control interno
disciplinario, respecto de las cuales tenga competencia para ejercer el
poder preferente.
4. Las Oficinas Permanentes de Derechos Humanos: Son otro mecanismo
de protección de los derechos humanos. Están conformadas por siete
abogados de la Procuraduría, tres de la Personería Distrital, dos de la
Defensoría del Pueblo y tres secretarias, así como un coordinador de la
Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
5. La acción de tutela: Se presenta como un mecanismo previsto en el artículo
86 de la Constitución Política, por medio del cual se pretende proteger los
Derechos constitucionales de los individuos “cuando cualquiera de éstos
resulte vulnerado o amenazado por la acción o la omisión de cualquier
autoridad pública”.
Esta acción procede en algunos casos de violación directa de ciertos
derechos de carácter fundamental, como mecanismo transitorio, a fin
de evitar un perjuicio irremediable o en aquellos casos en los cuales no
haya ningún mecanismo idóneo para proteger un derecho fundamental.

18
Diario Oficial N° 39.132, de fecha 05 de enero de 1990.
19
Diario Oficial N° 43.904, de fecha 22 de febrero de 2000.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 313

Razón por la cual, la acción de tutela no procede cuando existan otros


medios de defensa judicial.
Para su ejercicio, existe el Reglamento establecido por intermedio del
Decreto 2591 de 199120. Dispone el artículo 1 del referido Reglamento, que
“Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en
todo momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario,
por sí misma o por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de
sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos
resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier
autoridad pública o de los particulares en los casos que señale este Decreto.
Todos los días y horas son hábiles para interponer la acción de tutela.
La acción de tutela procederá aún bajo los estados de excepción. Cuando
la medida excepcional se refiera a derechos, la tutela se podrá ejercer
por lo menos para defender su contenido esencial, sin perjuicio de
las limitaciones que la Constitución autorice y de lo que establezca la
correspondiente ley estatutaria de los estados de excepción”21.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto 2591 se
garantizan los derechos fundamentales, cuando una decisión de tutela
se refiera a un derecho no señalado expresamente por la Constitución
como fundamental, pero cuya naturaleza permita su tutela para casos
concretos, la Corte Constitucional le dará prelación en la revisión en esta
decisión. En este sentido, la Corte Constitucional22, mediante sentencia
T-451/92, de fecha 10 de julio de 1992, con ponencia del Magistrado Dr.
Ciro Angarita Barón, ha dictaminado que:
El carácter fundamental de un derecho no se puede determinar sino en cada
caso concreto, atendiendo tanto la voluntad expresa del constituyente como
la conexidad o relación que en dicho caso tenga el derecho eventualmente
vulnerado con otros derechos indubitablemente fundamentales y/o con los
principios y valores que informan toda la Constitución. De tal manera que
el juez no puede rechazar “in-limine” la tutela con el argumento de que el

20
Diario Oficial N° 40.165, de fecha 19 de noviembre de 1991.
21
Lo señalado en la norma “Cuando la medida excepcional se refiera a derechos, la tutela se podrá
ejercer por lo menos para defender su contenido esencial, sin perjuicio de las limitaciones que la
Constitución autorice y de lo que establezca la correspondiente ley estatutaria de los estados de
excepción” fue declarado exequible por la Corte Constitucional, mediante Sentencia C-018-93, de
fecha 25 de enero de 1993, Magistrado Ponente Dr. Alejandro Martínez Martínez.
22
Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1992/T-451-92.htm
314 Manuel Espinoza Melet

derecho no es fundamental, pues es indispensable hacer previamente un análisis


concreto para establecer con suficientes elementos de juicio su carácter de
tutelable o no en las específicas circunstancias del caso.
Es decir, la Constitución no determina de una manera clara cuáles son
los derechos fundamentales, de tal manera que como tales no se puede
considerar únicamente a los que la Constitución de 1991 enuncia en el
Capítulo I del Título II.
Por último, tenemos que las características de la acción de tutela, son las
siguientes:
a. Subsidiaria o residual: Su procedencia se materializa únicamente
cuando no se dispone de otro medio de defensa judicial.
b. Inmediata: Su objetivo fundamental radica en el otorgamiento sin
dilación alguna de la protección solicitada.
c. Sencilla o informal: No ofrece dificultades a su servicio.
d. Específica: Se encuentra dirigida exclusivamente a la protección
exclusiva de los derechos fundamentales.
e. Eficaz: La acción exige del juez un pronunciamiento de fondo para
conceder o negar el amparo del derecho.
f. Preferente: El juez está en la obligación de tramitarla con prelación a
otros asuntos, salvo la acción de habeas corpus. Los plazos son perentorios
e improrrogables.
g. Sumaria: La brevedad prevalece en sus formas y procedimientos.
h. Habeas corpus: La Constitución Política, en su artículo 30,
desarrolla lo atinente al habeas corpus, señalando lo siguiente: “Quien
estuviere privado de su libertad, y creyere estarlo ilegalmente, tiene
derecho a invocar ante cualquier autoridad judicial, en todo tiempo, por
sí o por interpuesta persona, el Habeas Corpus, el cual debe resolverse
en el término de treinta y seis horas”.
La Ley 1095 DE 200623, reglamenta el artículo 30 de la Constitución
Política, definiendo el Habeas Corpus, de la siguiente manera: “El Habeas
Corpus es un derecho fundamental y, a la vez, una acción constitucional
que tutela la libertad personal cuando alguien es privado de la libertad con
violación de las garantías constitucionales o legales, o esta se prolongue

23
Diario Oficial N° 46.440, de fecha 2 de noviembre de 2006.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 315

ilegalmente. Esta acción únicamente podrá invocarse o incoarse por una


sola vez y para su decisión se aplicará el principio pro homine.
El Hábeas Corpus no se suspenderá, aun en los Estados de Excepción”.
Como puede apreciarse de las normas transcritas, el Habeas Corpus es
un recurso que busca de manera efectiva la restitución de los legítimos
derechos de una persona privada de libertad, y que, encontrándose en
esa situación, vea violadas sus garantías constitucionales y legales,
restringiéndose su libertad de forma arbitraria, de manos de una autoridad
del Estado.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 2 de la Ley 1095 DE 2006,
la competencia para resolver solicitudes de Hábeas Corpus se establecerá
de acuerdo con las siguientes reglas:
2. Son competentes para resolver la solicitud de Hábeas Corpus todos
los jueces y tribunales de la Rama Judicial del Poder Público.
3. Cuando se interponga ante una Corporación, se tendrá a cada uno
de sus integrantes como juez individual para resolver las acciones de
Hábeas Corpus.
Si el juez al que le hubiere sido repartida la acción ya hubiere conocido
con antelación sobre la actuación judicial que origina la solicitud de
Hábeas Corpus, deberá declararse impedido para resolver sobre esta y
trasladar las diligencias, de inmediato, al juez siguiente –o del municipio
más cercano– de la misma jerarquía, quien deberá fallar sobre la acción
dentro de los términos previstos para ello.
Quien se encuentre ilegalmente privado de su libertad, tiene derecho al
respeto de las garantías inherentes al ejercicio de la acción de Hábeas
Corpus. En este sentido, el artículo 3 de la Ley 1095 DE 2006, las enumera
de la siguiente manera:
1. Invocar ante cualquier autoridad judicial competente el Hábeas
Corpus para que este sea resuelto en un término de treinta y seis horas.
2. A que la acción pueda ser invocada por terceros en su nombre, sin
necesidad de mandato alguno.
3. A que la acción pueda ser invocada en cualquier tiempo, mientras
que la violación persista.
Para ello, dentro de los tres meses siguientes a la entrada en vigencia
de la presente ley, el Consejo Superior de la Judicatura reglamentará un
316 Manuel Espinoza Melet

sistema de turnos judiciales para la atención de las solicitudes de Hábeas


Corpus en el país, durante las veinticuatro horas del día, los días feriados
y las épocas de vacancia judicial.
4. A que la actuación no se suspenda o aplace por la interposición de
días festivos o de vacancia judicial.
5. A que la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General de la
Nación invoquen el Hábeas Corpus en su nombre.
En lo relacionado al contenido de la petición de Hábeas Corpus, dispone
el artículo 4 de la Ley 1095 DE 2006, que la misma deberá contener:
1. El nombre de la persona en cuyo favor se instaura la acción.
2. Las razones por las cuales se considera que la privación de su
libertad es ilegal o arbitraria.
3. La fecha de reclusión y el lugar donde se encuentra la persona
privada de la libertad.
4. Si se conoce el nombre y cargo del funcionario que ha ordenado la
privación de la libertad de la persona o personas en cuyo favor se actúa.
5. El nombre, documento de identidad y lugar de residencia del
solicitante.
6. La afirmación, bajo la gravedad del juramento; que se considerará
prestado por la presentación de la petición, de que ningún otro juez ha
asumido el conocimiento de la solicitud de Hábeas Corpus o decidido
sobre la misma.
La ausencia de uno de estos requisitos no impedirá que se adelante
el trámite del Hábeas Corpus, si la información que se suministra es
suficiente para ello.
La acción podrá ser ejercida sin ninguna formalidad o autenticación.
Podrá ser entablada verbalmente. No será necesario actuar por medio de
apoderado.
En lo atinente al trámite a seguir en caso de Hábeas Corpus, establece el
artículo 5 de la Ley 1095 DE 2006, lo siguiente: “En los lugares donde
haya dos (2) o más autoridades judiciales competentes de la misma
categoría, la petición de Hábeas Corpus se someterá a reparto inmediato
entre dichos funcionarios. La autoridad judicial a quien corresponda
conocer del Hábeas Corpus no podrá ser recusada en ningún caso; una
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 317

vez recibida la solicitud, se podrá decretar una inspección a las diligencias


que pudieren existir en el asunto que dio origen a la petición. También
podrá solicitar del respectivo director del centro de reclusión, y de las
autoridades que considere pertinentes, información urgente sobre todo lo
concerniente a la privación de la libertad. La falta de respuesta inmediata
a estas solicitudes constituirá falta gravísima.
La autoridad judicial competente procurará entrevistarse en todos los
casos con la persona en cuyo favor se instaura la acción de Hábeas Corpus.
Para ello se podrá ordenar que aquella sea presentada ante él, con el objeto
de entrevistarla y verificar los hechos consignados en la petición. Con
este mismo fin, podrá trasladarse al lugar donde se encuentra la persona
en cuyo favor se instauró la acción, si existen motivos de conveniencia,
seguridad u oportunidad que no aconsejen el traslado de la persona a la
sede judicial.
Con todo, la autoridad judicial podrá prescindir de esa entrevista, cuando
no la considere necesaria. Los motivos de esta decisión deberán exponerse
en la providencia que decida acerca del Hábeas Corpus.”
Tal y como lo establece el artículo 6 de la Ley 1095 DE 2006, una vez
demostrada la violación de las garantías constitucionales o legales, la
autoridad judicial competente inmediatamente ordenará la liberación de
la persona privada de la libertad, por auto interlocutorio contra el cual
no procede recurso alguno.
De acuerdo al artículo 7 de la Ley 1095 DE 2006, en relación a la
impugnación, en caso de haber sido negado el Hábeas Corpus, la misma
podrá ser impugnada, dentro de los tres días calendario siguientes a la
notificación. La impugnación se someterá a las siguientes reglas:
1.1.1.1 Presentada la impugnación, el juez remitirá las diligencias
dentro de las siguientes veinticuatro horas al superior jerárquico
correspondiente. El expediente será repartido de manera inmediata y
habrá de ser fallado dentro de los tres días hábiles siguientes.
1.1.1.2 Cuando el superior jerárquico sea un juez plural, el recurso
será sustanciado y fallado integralmente por uno de los magistrados
integrantes de la Corporación, sin requerir de la aprobación de la sala
o sección respectiva. Cada uno de los integrantes de la Corporación se
tendrá como juez individual para resolver las impugnaciones del Hábeas
Corpus.
318 Manuel Espinoza Melet

Por último, dispone el artículo 8 de la Ley 1095 DE 2006, en relación a la


improcedencia de las medidas restrictivas de la libertad, que: “La persona
privada de la libertad con violación de las garantías consagradas en la
Constitución o en la ley, no podrá ser afectada con medida restrictiva
de la libertad mientras no se restauren las garantías quebrantadas. Por
tanto, son inexistentes las medidas que tengan por finalidad impedir la
libertad del capturado cuando ella se conceda a consecuencia del Hábeas
Corpus”.
j. Habeas data: Es un principio que se consagrado en la Constitución
Política de Colombia, por medio del cual se garantiza el conocimiento de
la información relativa a las personas que constan en los registros, bancos
de datos, archivos de entidades públicas y privadas, con el objetivo de
que dicha información no vaya a perjudicar los derechos a la intimidad
personal, familiar y al buen nombre de ellas y por consiguiente de la
facultad de solicitar la corrección de ellos.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 15 de la Constitución:
“Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a
su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar. De igual
modo, tienen derecho a conocer, actualizar y rectificar las informaciones
que se hayan recogido sobre ellas en bancos de datos y en archivos de
entidades públicas y privadas.
En la recolección, tratamiento y circulación de datos se respetarán la
libertad y demás garantías consagradas en la Constitución.
La correspondencia y demás formas de comunicación privada son
inviolables. Solo pueden ser interceptadas o registradas mediante orden
judicial, en los casos y con las formalidades que establezca la ley.
Para efectos tributarios o judiciales y para los casos de inspección,
vigilancia e intervención del Estado podrá exigirse la presentación de
libros de contabilidad y demás documentos privados, en los términos
que señale la ley”.
La Corte Constitucional de Colombia, en sentencia de fecha 12 de octubre
de 1994, Sentencia ST-44324, con ponencia del Magistrado Dr. Eduardo
Cifuentes Muñoz, con respecto al Hábeas Data, señaló lo siguiente:

24
Disponible en: https://corte-constitucional.vlex.com.co/vid/-43558462
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 319

El derecho al habeas data es un derecho fundamental concebido para


contrarrestar los peligros del desarrollo de la informática que, junto con la
electrónica y las telecomunicaciones, hace posible la difusión ilimitada de
datos de la persona. Su finalidad principal consiste en preservar la información
individual ante su utilización incontrolada. Este derecho otorga a la persona
la posibilidad jurídica de impedir que terceras personas usen datos falsos,
erróneos o reservados y desvirtúen así su identidad o abusen del derecho a
informar.
(…) El titular del derecho fundamental al habeas data goza del derecho a
acceder al conocimiento de la información recogida sobre él en bancos de
datos o archivos, controlar razonablemente su transmisión, limitar el período
de tiempo en el que puede conservarse, definir los objetivos para los que puede
ser utilizada, actualizar su vigencia o rectificar su contenido. Por su parte,
las entidades que recogen información personal están obligadas a ponerla a
disposición de sus titulares, a actualizarla y rectificarla, cuando consideren
que razonablemente deben hacerlo.
En relación al contenido y los medios jurídicos para la protección del
habeas data, la Corte Constitucional de Colombia, en sentencia de fecha
12 de octubre de 1994, Sentencia SU-08225, con ponencia del Magistrado
Dr. Jorge Arango Mejía, se estableció:
A diferencia de lo que ocurre en otras legislaciones, en Colombia el habeas
data está expresamente establecido en la Constitución. Al respecto, el artículo
15, después de consagrar los derechos de todas las personas a la intimidad y
al buen nombre, agrega: “De igual modo, tienen derecho a conocer, actualizar
y rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellas en bancos de
datos y en archivos de entidades públicas y privadas”. Este, concretamente,
es el habeas data.
¿Cuál es el núcleo esencial del habeas data? A juicio de la Corte, está integrado
por el derecho a la autodeterminación informática y por la libertad, en general,
y en especial económica.
La autodeterminación informática es la facultad de la persona a la cual se
refieren los datos, para autorizar su conservación, uso y circulación, de
conformidad con las regulaciones legales.
Y se habla de la libertad económica, en especial, porque ésta podría ser
vulnerada al restringirse indebidamente en virtud de la circulación de datos
que no sean veraces, o que no haya sido autorizada por la persona concernida
o por la ley.

25
Disponible en: https://corte-constitucional.vlex.com.co/vid/-43558462
320 Manuel Espinoza Melet

El sujeto activo del derecho a la autodeterminación informática es toda persona,


física o jurídica, cuyos datos personales sean susceptibles de tratamiento
automatizado.
El sujeto pasivo es toda persona física o jurídica que utilice sistemas
informáticos para la conservación, uso y circulación de datos personales. En la
materia de que trata esta sentencia, tales datos deberán referirse a la capacidad
económica de la persona, y, concretamente, a la manera como ella atiende sus
obligaciones económicas para con las instituciones de crédito.
El contenido del habeas data se manifiesta por tres facultades concretas que el
citado artículo 15 reconoce a la persona a la cual se refieren los datos recogidos
o almacenados:
a) El derecho a conocer las informaciones que a ella se refieren;
b) El derecho a actualizar tales informaciones, es decir, a ponerlas al día,
agregándoles los hechos nuevos;
c) El derecho a rectificar las informaciones que no correspondan a la verdad.
Existe, además, el derecho a la caducidad del dato negativo, no consagrado
expresamente en el artículo 15 de la Constitución, pero que se deduce de la
misma autodeterminación informática, y también de la libertad. El alcance
de este derecho se analizará posteriormente, en esta misma providencia.
Hay que aclarar que la actualización, y la rectificación de los datos contrarios
a la verdad, son, en principio, obligaciones de quien maneja el banco de datos;
y que si él no las cumple, la persona concernida puede exigir su cumplimiento.
Además, para facilitar el conocimiento de los datos por la persona concernida,
debe notificarse a ésta sobre la inclusión de tales datos en el banco. La
oportunidad para tal notificación, también debe ser definida por el legislador.
Se advierte, finalmente, que el habeas data tiene que ver, además, con la manera
como se manejen los datos. Al respecto, el inciso 2o., del artículo 15 dispone:
“ En la recolección, tratamiento y circulación de datos se respetarán la libertad
y demás garantías consagradas en la Constitución”.
En consecuencia, los datos conseguidos, por ejemplo, por medios ilícitos
no pueden hacer parte de los bancos de datos y tampoco pueden circular.
Obsérvese la referencia especial que la norma hace a la libertad, no sólo
económica sino en todos los órdenes. Por esto, con razón se ha dicho que la
libertad, referida no sólo al aspecto económico, hace parte del núcleo esencial
del habeas data.
Igualmente, si un banco de datos, abusando de sus funciones, incluye entre
la información sobre un deudor, datos que por su contenido pertenecen a la
esfera íntima del individuo, podrá la persona cuya intimidad se vulnera exigir
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 321

la exclusión de tales datos. Y si tal exclusión no se hace voluntariamente, acudir


a la acción de tutela para proteger su derecho fundamental”.
h. Derecho de petición: El derecho de petición se encuentra
consagrado en la Constitución Política, en su artículo 23, concediéndole a
los ciudadanos la facultad de presentar peticiones a las autoridades, para
que se les suministre información sobre situaciones de interés general
y/o particular. El citado artículo establece: “Toda persona tiene derecho a
presentar peticiones respetuosas a las autoridades por motivos de interés
general o particular y a obtener pronta resolución. El legislador podrá
reglamentar su ejercicio ante organizaciones privadas para garantizar los
derechos fundamentales”.
El artículo 5 del Código de Procedimiento Administrativo y de lo
Contencioso Administrativo26, desarrolla este principio constitucional,
estableciendo que en sus relaciones con las autoridades toda persona
tiene derecho a:
1.1.1.2.1.1.1 Presentar peticiones en cualquiera de sus modalidades,
verbalmente, o por escrito, o por cualquier otro medio idóneo y sin
necesidad de apoderado, así como a obtener información y orientación
acerca de los requisitos que las disposiciones vigentes exijan para tal
efecto.
1.1.1.2.1.1.2 Las anteriores actuaciones podrán ser adelantadas o
promovidas por cualquier medio tecnológico o electrónico disponible en
la entidad, aún por fuera de las horas de atención al público.
1.1.1.2.1.1.3 Conocer, salvo expresa reserva legal, el estado de cualquier
actuación o trámite y obtener copias, a su costa, de los respectivos
documentos.
1.1.1.3 Salvo reserva legal, obtener información que repose en los
registros y archivos públicos en los términos previstos por la Constitución
y las leyes.
1.1.1.4 Obtener respuesta oportuna y eficaz a sus peticiones en los
plazos establecidos para el efecto.
1.1.1.5 Ser tratado con el respeto y la consideración debida a la
dignidad de la persona humana.

26
Diario Oficial N° 47.956, de fecha 18 de enero de 2011.
322 Manuel Espinoza Melet

1.1.1.6 Recibir atención especial y preferente si se trata de personas


en situación de discapacidad, niños, niñas, adolescentes, mujeres gestantes
o adultos mayores, y en general de personas en estado de indefensión o de
debilidad manifiesta de conformidad con el artículo 13 de la Constitución
Política.
1.1.1.7 Exigir el cumplimiento de las responsabilidades de los
servidores públicos y de los particulares que cumplan funciones admi-
nistrativas.
1.1.1.8 A formular alegaciones y aportar documentos u otros
elementos de prueba en cualquier actuación administrativa en la cual
tenga interés, a que dichos documentos sean valorados y tenidos en
cuenta por las autoridades al momento de decidir y a que estas le
informen al interviniente cuál ha sido el resultado de su participación en
el procedimiento correspondiente.
1.1.1.9 Cualquier otro que le reconozca la Constitución y las leyes.
Cabe destacar, que el derecho de petición se encuentra regulado en la Ley
1755 de 201527, la cual en su artículo 1328, expresamente señala: “Toda
persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades,
en los términos señalados en este código, por motivos de interés general
o particular, y a obtener pronta resolución completa y de fondo sobre la
misma.
Toda actuación que inicie cualquier persona ante las autoridades implica
el ejercicio del derecho de petición consagrado en el artículo 23 de la
Constitución Política, sin que sea necesario invocarlo. Mediante él, entre
otras actuaciones, se podrá solicitar: el reconocimiento de un derecho, la
intervención de una entidad o funcionario, la resolución de una situación
jurídica, la prestación de un servicio, requerir información, consultar,
examinar y requerir copias de documentos, formular consultas, quejas,
denuncias y reclamos e interponer recursos.

27
Diario Oficial N° 49.559, de fecha 30 de junio de 2015.
28
Artículo declarado condicionalmente exequible, “siempre y cuando no excluya la posibilidad de
que los menores de edad presenten directamente peticiones dirigidas a otras entidades para el pleno
ejercicio de sus derechos fundamentales”, y salvo los apartes de texto original del proyecto que
declaró inexequibles, por la Corte Constitucional, mediante Sentencia C-951-14 de fecha 04 de
diciembre de 2014, Magistrada Ponente Dra. Martha Victoria Sáchica Méndez, quien de conformidad
con lo previsto en los artículos 153 y 241, numeral 8 de la Constitución, efectuó la revisión de
constitucionalidad del Proyecto de Ley Estatutaria N° 65/12 Senado, 227/13 Cámara.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 323

El ejercicio del derecho de petición es gratuito y puede realizarse sin


necesidad de representación a través de abogado, o de persona mayor
cuando se trate de menores en relación a las entidades dedicadas a su
protección o formación”.
En lo atinente a los términos para resolver las distintas modalidades de
peticiones, el artículo 1429 de la citada ley, establece lo siguiente: “Salvo
norma legal especial y so pena de sanción disciplinaria, toda petición
deberá resolverse dentro de los quince (15) días siguientes a su recepción.
Estará sometida a término especial la resolución de las siguientes
peticiones:
1.- Las peticiones de documentos y de información deberán resolverse
dentro de los diez (10) días siguientes a su recepción. Si en ese lapso no
se ha dado respuesta al peticionario, se entenderá, para todos los efectos
legales, que la respectiva solicitud ha sido aceptada y, por consiguiente,
la administración ya no podrá negar la entrega de dichos documentos al
peticionario, y como consecuencia las copias se entregarán dentro de los
tres (3) días siguientes.
2.- Las peticiones mediante las cuales se eleva una consulta a las
autoridades en relación con las materias a su cargo deberán resolverse
dentro de los treinta (30) días siguientes a su recepción.
PARÁGRAFO. Cuando excepcionalmente no fuere posible resolver la
petición en los plazos aquí señalados, la autoridad debe informar esta
circunstancia al interesado, antes del vencimiento del término señalado en
la ley expresando los motivos de la demora y señalando a la vez el plazo
razonable en que se resolverá o dará respuesta, que no podrá exceder del
doble del inicialmente previsto”.
Dispone el artículo 1530 de la Ley 1755, que las peticiones podrán
presentarse verbalmente y deberá quedar constancia de la misma, o por
escrito, y a través de cualquier medio idóneo para la comunicación o

29
Artículo declarado exequible por la Corte Constitucional, mediante la citada Sentencia C-951-14.
30
Artículo declarado condicionalmente exequible, “bajo el entendido que la exigencia de que las
peticiones sean presentadas por escrito, deberá ser motivada por la autoridad correspondiente
mediante acto administrativo de carácter general”, y salvo los apartes de texto original del inciso 1° y
del parágrafo 3° del proyecto declarados inexequibles, por la Corte Constitucional, mediante la citada
Sentencia C-951-14.
324 Manuel Espinoza Melet

transferencia de datos. Los recursos se presentarán conforme a las normas


especiales del Código.
En el caso de que una petición no se acompañe de los documentos e
informaciones exigidos por la ley, en el acto de recibo la autoridad deberá
indicar al peticionario los que hacen falta para tal efecto.
En el caso de que el peticionario insista en que se radicado, se dejará
expresa constancia de los requisitos o documentos faltantes. Si quien
presenta una petición verbal pide constancia de haberla presentado, el
funcionario la expedirá en forma sucinta.
Señala el citado artículo: “Las autoridades podrán exigir que ciertas
peticiones se presenten por escrito, y pondrán a disposición de los
interesados, sin costo, a menos que una ley expresamente señale lo
contrario, formularios y otros instrumentos estandarizados para facilitar
su diligenciamiento. En todo caso, los peticionarios no quedarán
impedidos para aportar o formular con su petición argumentos, pruebas
o documentos adicionales que los formularios no contemplen, sin que
por su utilización las autoridades queden relevadas del deber de resolver
sobre todos los aspectos y pruebas que les sean planteados o presentados
más allá del contenido de dichos formularios.
A la petición escrita se podrá acompañar una copia que, recibida por el
funcionario respectivo con anotación de la fecha y hora de su presentación,
y del número y clase de los documentos anexos, tendrá el mismo valor
legal del original y se devolverá al interesado a través de cualquier medio
idóneo para la comunicación o transferencia de datos. Esta autenticación
no causará costo alguno al peticionario.
PARÁGRAFO 1o. En caso de que la petición sea enviada a través de
cualquier medio idóneo para la comunicación o transferencia de datos,
esta tendrá como datos de fecha y hora de radicación, así como el número
y clase de documentos recibidos, los registrados en el medio por el cual
se han recibido los documentos.
PARÁGRAFO 2o. Ninguna autoridad podrá negarse a la recepción y
radicación de solicitudes y peticiones respetuosas.
PARÁGRAFO 3o. Cuando la petición se presente verbalmente ella deberá
efectuarse en la oficina o dependencia que cada entidad defina para ese
efecto. El Gobierno Nacional reglamentará la materia en un plazo no
mayor a noventa (90) días, a partir de la promulgación de la presente ley.”
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 325

El artículo 16 de la Ley 1755, establece el contenido que debe tener toda


petición formulada, señalando que deberá contener, por lo menos:
1. La designación de la autoridad a la que se dirige.
2. Los nombres y apellidos completos del solicitante y de su
representante y o apoderado, si es el caso, con indicación de su documento
de identidad y de la dirección donde recibirá correspondencia. El
peticionario podrá agregar el número de fax o la dirección electrónica.
Si el peticionario es una persona privada que deba estar inscrita en el
registro mercantil, estará obligada a indicar su dirección electrónica31.
3. El objeto de la petición.
4. Las razones en las que fundamenta su petición.
5. La relación de los documentos que desee presentar para iniciar el
trámite.
6. La firma del peticionario cuando fuere el caso.
Así mismo, plantea el artículo en sus parágrafos primero y segundo,
que la autoridad tiene la obligación de examinar integralmente la
petición, y en ningún caso la estimará incompleta por falta de requisitos
o documentos que no se encuentren dentro del marco jurídico vigente,
que no sean necesarios para resolverla o que se encuentren dentro de sus
archivos. En ningún caso podrá ser rechazada la petición por motivos de
fundamentación inadecuada o incompleta.
Por último, dispone el artículo 23 de la Ley 1755, que “Los servidores
de la Procuraduría General de la Nación, de la Defensoría del Pueblo,
así como los personeros distritales y municipales, según la órbita de
competencia, tienen el deber de prestar asistencia eficaz e inmediata a
toda persona que la solicite, para garantizarle el ejercicio del derecho
constitucional de petición. Si fuere necesario, deberán intervenir ante
las autoridades competentes con el objeto de exigirles, en cada caso
concreto, el cumplimiento de sus deberes legales. Así mismo recibirán,
en sustitución de dichas autoridades, las peticiones, quejas, reclamos o

31
Artículo declarado exequible, “siempre y cuando el numeral 2º se entienda sin perjuicio de que las
peticiones de carácter anónimo deban ser admitidas para trámite y resolución de fondo, cuando exista
una justificación seria y creíble del peticionario para mantener la reserva de su identidad”, por la
Corte Constitucional, mediante la citada Sentencia C-951-14.
326 Manuel Espinoza Melet

recursos que aquellas se hubieren abstenido de recibir, y se cerciorarán


de su debida tramitación”.
1. Acción de cumplimiento: Es un mecanismo mediante el cual toda
persona podrá acudir ante la autoridad judicial para hacer efectivo
el cumplimiento de normas aplicables con fuerza material de ley o
actos administrativos.
La acción de cumplimiento se encuentra reconocida en el artículo 87
de la Constitución Política, la cual expresamente señala: “Toda persona
podrá acudir ante la autoridad judicial para hacer efectivo el cumplimiento
de una ley o un acto administrativo. En caso de prosperar la acción, la
sentencia ordenará a la autoridad renuente el cumplimiento del deber
omitido”.
Como puede observarse, la citada norma consagra los principios del
debido proceso, de eficacia y eficiencia, de celeridad e inmediatez, los
cuales deben ser sólidamente respetados por el Estado, a fin de garantizar
el acceso de a la justicia de forma proba y expedita.
La acción de cumplimiento fue reglamentada en el año 1.997, por
intermedio de la Ley 39332, la cual dispone en su artículo 1°, que “Toda
persona podrá acudir ante la autoridad judicial definida en esta Ley para
hacer efectivo el cumplimiento de normas aplicables con fuerza material
de Ley o Actos Administrativos.”
Dispone el artículo 433 de la citada ley, que cualquier persona podrá ejercer
la Acción de Cumplimiento frente a normas con fuerza material de Ley
o Actos Administrativos.

32
Diario Oficial N° 43096, de fecha 30 de julio de 1997.
Declarada exequible la Ley 393 de 1997, “por la cual se desarrolla el artículo 87 de la Constitución
Política”, en cuanto no se configuró el vicio de procedimiento alegado, de conformidad a lo dispuesto
en la Sentencia C-157/98, emanada de la Corte Constitucional de Colombia, en fecha 29 de abril de
1998, con ponencia del Magistrado Dr. Antonio Barrera Carbonel.
33
Artículo declarado exequible (literal a), mediante Sentencia de la Corte Constitucional C-158 de
1998, de fecha 29 de abril de 1998, con ponencia del Magistrado Dr. Vladimiro Naranjo Mesa;
estarse a lo resuelto ... (en relación con las expresiones “con fuerza material”) Sentencia de la Corte
Constitucional C-651 de 2003, de fecha 5 de agosto de 2003, con ponencia del Magistrado Dr.
Rodrigo Escobar Gil; declarada exequible la expresión ... Sentencia de la Corte Constitucional C-893
de 1999, de fecha 10 de noviembre de 1999, con ponencia del Magistrado Dr. Alejandro Martínez
Caballero; declarado exequible respecto del cargo analizado (las expresiones “ normas ... de Ley o
Actos Administrativos “y” de Ley o Actos Administrativos”) mediante la citada sentencia de la Corte
Constitucional C-651.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 327

También podrán ejercitar la Acción de Cumplimiento de normas con


fuerza material de Ley o Actos Administrativos:
a. Los Servidores Públicos; en especial: el Procurador General de
la Nación, los Procuradores Delegados, Regionales y Provinciales, el
Defensor del Pueblo y sus delegados, los Personeros Municipales, el
Contralor General de la República, los Contralores Departamentales,
Distritales y Municipales.
b. Las Organizaciones Sociales.
c. Las Organizaciones No Gubernamentales.
. Dispone el artículo 5º de la Ley 393, que la Acción de Cumplimiento
deberá ser dirigida contra la autoridad administrativa a la que corresponda
el cumplimiento de la norma con fuerza material de Ley o Acto
Administrativo. Si contra quien se dirige la acción no es la autoridad
obligada, el accionante deberá informarlo al Juez que tramita la Acción,
indicando la autoridad a quien corresponde su cumplimiento. En caso
de duda, el proceso continuará también con las autoridades respecto de
las cuales se ejercita la Acción hasta su terminación. En todo caso, el
Juez de cumplimiento deberá notificar a la autoridad que conforme al
ordenamiento jurídico, tenga competencia para cumplir con el deber
omitido.
. Establece el artículo 6º de la Ley 399, establece: “La Acción de Cum-
plimiento procederá contra acciones u omisiones de particulares que
impliquen el incumplimiento de una norma con fuerza material de Ley o
Acto administrativo, cuando el particular actúe o deba actuar en ejercicio
de funciones públicas, pero sólo para el cumplimiento de las mismas.
En el evento contemplado en este artículo, la Acción de Cumplimiento
podrá dirigirse contra el particular o contra la autoridad competente para
imponerle dicho cumplimiento al particular”.
En cuanto a la caducidad de la Acción de Cumplimiento, de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 7º de la Ley 399, establece que la misma
podrá ejercitarse en cualquier tiempo y la sentencia que ponga fin al
proceso hará tránsito a cosa juzgada, “cuando el deber omitido fuere de
aquellos en los cuales la facultad de la autoridad renuente se agota con la
ejecución del primer acto. Pero si el deber omitido fuere de aquellos cuyo
cumplimiento pueda demandarse simultáneamente ante varias autoridades
o en diferentes oportunidades en el tiempo, podrá volver a intentarse
328 Manuel Espinoza Melet

sin limitación alguna. Sin embargo, será improcedente por los mismos
hechos que ya hubieren sido decididos y en el ámbito de competencia de
la misma autoridad”.
Dispone el artículo 8° de la Ley 399, que la Acción de Cumplimiento
procederá contra toda acción u omisión de la autoridad que incumpla o
ejecute actos o hechos que permitan deducir inminente incumplimiento
de normas con fuerza de Ley o Actos Administrativos. También procederá
contra acciones u omisiones de los particulares, de conformidad con lo
establecido en la presente Ley.
Señala también la norma “Con el propósito de constituir la renuencia, la
procedencia de la acción requerirá que el accionante previamente haya
reclamado el cumplimiento del deber legal o administrativo y la autoridad
se haya ratificado en su incumplimiento o no contestado dentro de los diez
(10) días siguientes a la presentación de la solicitud. Excepcionalmente
se podrá prescindir de este requisito, cuando el cumplirlo a cabalidad
genere el inminente peligro de sufrir un perjuicio irremediable para el
accionante, caso en el cual deberá ser sustentado en la demanda.
También procederá para el cumplimiento de normas con fuerza de Ley y
Actos Administrativos, lo cual no excluirá el ejercicio de la acción popular
para la reparación del derecho”.
En relación a la improcedibilidad, el artículo 9° de la Ley 399, establece
que la Acción de Cumplimiento no procederá para la protección de
derechos que puedan ser garantizados mediante la Acción de Tutela. En
estos eventos, el Juez le dará a la solicitud el trámite correspondiente al
derecho de Tutela.
Tampoco procederá cuando el afectado tenga o haya tenido otro
instrumento judicial para lograr el efectivo cumplimiento de la norma o
Acto Administrativo, salvo, que de no proceder el Juez, se siga un perjuicio
grave e inminente para el accionante.
Por último, dispone el artículo 10, que el contenido de la contendrá:
1. El nombre, identificación y lugar de residencia de la persona que
instaura la acción.
2. La determinación de la norma con fuerza material de Ley o Acto
Administrativo incumplido. Si la Acción recae sobre Acto Administrativo,
deberá adjuntarse copia del mismo. Tratándose de Acto Administrativo
verbal, deberá anexarse prueba siquiera sumaria de su existencia.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 329

3. Una narración de los hechos constitutivos del incumplimiento.


4. Determinación de la autoridad o particular incumplido.
5. Prueba de la renuencia, salvo lo contemplado en la excepción
del inciso segundo del artículo 8º de la Ley 399, y que consistirá en
la demostración de haberle pedido directamente su cumplimiento a la
autoridad respectiva.
6. Solicitud de pruebas y enunciación de las que pretendan hacer
valer.
7. La manifestación, que se entiende presentada bajo gravedad del
juramento, de no haber presentado otra solicitud respecto a los mismos
hechos o derechos ante ninguna otra autoridad. Cabe destacar, que
la solicitud también podrá ser presentada en forma verbal cuando el
solicitante no sepa leer ni escribir sea menor de edad o se encuentre en
situación de extrema urgencia.
2. Acción popular: La acción popular es uno de los mecanismos de
protección de los derechos e intereses colectivos que las personas
pueden invocar, en caso de alguna vulneración de un derecho o para
evitar un perjuicio o daño.
Esta acción se encuentra consagrada en el artículo 88 de la Constitución
Política: “La ley regulará las acciones populares para la protección de
los derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el
espacio, la seguridad y la salubridad públicos, la moral administrativa, el
ambiente, la libre competencia económica y otros de similar naturaleza
que se definen en ella.
También regulará las acciones originadas en los daños ocasionados a un
número plural de personas, sin perjuicio de las correspondientes acciones
particulares.
Así mismo, definirá los casos de responsabilidad civil objetiva por el
daño inferido a los derechos e intereses colectivos”.
La acción popular también se encuentra regulada en la Ley 472 de 199834,
la cual de conformidad con su artículo 1° “tiene por objeto regular las
acciones populares y las acciones de grupo de que trata el artículo 88 de
la Constitución Política de Colombia. Estas acciones están orientadas a

34
Diario Oficial N° 43.357, de fecha 6 de agosto de 1998.
330 Manuel Espinoza Melet

garantizar la defensa y protección de los derechos e intereses colectivos,


así como los de grupo o de un número plural de personal”.
Tal y como lo dispone el artículo 2° de la Ley 472, las acciones populares
son “los medios procesales para la protección de los derechos e intereses
colectivos.
Las acciones populares se ejercen para evitar el daño contingente, hacer
cesar el peligro, la amenaza, la vulneración o agravio sobre los derechos
e intereses colectivos, o restituir las cosas a su estado anterior cuando
fuere posible”.
En relación a los derechos e intereses colectivos, el artículo 4° de la Ley
472, hace una enumeración de los mismos, destacando entre otros, los
relacionados con:
a. El goce de un ambiente sano, de conformidad con lo establecido
en la Constitución, la ley y las disposiciones reglamentarias;
b. La moralidad administrativa;
c. La existencia del equilibrio ecológico y el manejo y aprovechamiento
racional de los recursos naturales para garantizar su desarrollo sostenible,
su conservación, restauración o sustitución. La conservación de las especies
animales y vegetales, la protección de áreas de especial importancia
ecológica, de los ecosistemas situados en las zonas fronterizas, así como
los demás intereses de la comunidad relacionados con la preservación y
restauración del medio ambiente;
d. El goce del espacio público y la utilización y defensa de los bienes
de uso público;
e. La defensa del patrimonio público;
f. La defensa del patrimonio cultural de la Nación;
g. La seguridad y salubridad públicas;
h. El acceso a una infraestructura de servicios que garantice la
salubridad pública;
i. La libre competencia económica;
j. El acceso a los servicios públicos y a que su prestación sea eficiente
y oportuna;
k. La prohibición de la fabricación, importación, posesión, uso de
armas químicas, biológicas y nucleares, así como la introducción al
territorio nacional de residuos nucleares o tóxicos;
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 331

l. El derecho a la seguridad y prevención de desastres previsibles


técnicamente;
m. La realización de las construcciones, edificaciones y desarrollos
urbanos respetando las disposiciones jurídicas, de manera ordenada, y
dando prevalencia al beneficio de la calidad de vida de los habitantes;
n. Los derechos de los consumidores y usuarios.
Igualmente destaca la norma, que son derechos e intereses colectivos los
definidos como tales en la Constitución, las leyes ordinarias y los tratados
de Derecho Internacional celebrados por Colombia.
En lo atinente al trámite de la acción popular, los artículos 5° y 6°
de la Ley 472, disponen que el mismo se regirá con fundamento en
los principios constitucionales y especialmente en los de prevalencia
del derecho sustancial, publicidad, economía, celeridad y eficacia. Se
aplicarán también los principios generales del Código de Procedimiento
Civil, cuando éstos no se contrapongan a la naturaleza de dichas acciones.
En este sentido, el Juez deberá velar por el respeto al debido proceso, las
garantías procesales y el equilibrio entre las partes.
Una vez promovida la acción, el juez se encuentra en la obligación
de impulsarla oficiosamente y producir decisión de mérito so pena de
incurrir en falta disciplinaria, sancionable con destitución. Para este fin
el funcionario de conocimiento deberá adoptar las medidas conducentes
para adecuar la petición a la acción que corresponda.
Las acciones populares preventivas se tramitarán con preferencia a las
demás que conozca el juez competente, excepto el recurso de Habeas
Corpus, la Acción de Tutela y la Acción de cumplimiento.
Las acciones populares podrán incoarse y tramitarse en todo tiempo.
Establece el artículo 9° de la Ley 472, que las acciones populares
proceden contra toda acción u omisión de las autoridades públicas o de
los particulares, que hayan violado o amenacen violar los derechos e
intereses colectivos35.

35
Consejo de Estado, Sala Plena, Sentencia de Unificación Jurisprudencial 05001-33-31-004-2007-
00191-01(AP)SU de fecha 4 de septiembre de 2018.
332 Manuel Espinoza Melet

En relación al agotamiento opcional de la vía gubernativa y la caducidad,


disponen los artículos 10° y 11°36 de la Ley 472, que no será necesario
interponer previamente los recursos administrativos como requisito para
intentar la acción popular cuando el derecho o interés colectivo se vea
amenazado o vulnerado por la actividad de la administración y la Acción
Popular podrá promoverse durante el tiempo que subsista la amenaza o
peligro al derecho e interés colectivo. En relación a la titularidad para el
ejercicio de las acciones populares, dispone el artículo 12 de la Ley 472,
que la misma podrá ser ejercida por:
a. Toda persona natural o jurídica.
b. Las organizaciones No Gubernamentales, las Organizaciones
Populares, Cívicas o de índole similar.
c. Las entidades públicas que cumplan funciones de control,
intervención o vigilancia, siempre que la amenaza o vulneración a los
derechos e intereses colectivos no se haya originado en su acción u
omisión.
d. El Procurador General de la Nación, el Defensor del Pueblo
y los Personeros Distritales y municipales, en lo relacionado con su
competencia37.
e. Los alcaldes y demás servidores públicos que por razón de sus
funciones deban promover la protección y defensa de estos derechos e
intereses.
En lo atinente a la legitimidad para el ejercicio de las acciones populares,
dispone el artículo 1338 de la Ley 472, que la misma podrá ser ejercida
por sí mismos o por quien actúe en su nombre. Cuando se interponga
una acción popular sin la intermediación de un apoderado judicial, la
Defensoría del Pueblo podrá intervenir, para lo cual, el juez deberá
notificarle el auto admisorio de la demanda.
La Acción Popular se dirigirá contra el particular, persona natural o
jurídica, o la autoridad pública cuya actuación u omisión se considere
que amenaza, viola o ha violado el derecho o interés colectivo. En caso

36
Artículo declarado exequible por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-215-99, de fecha 14
de abril de 1999, Magistrada Ponente Dr. Martha Victoria Sáchica Méndez.
37
Numeral 4° declarado exequible por la Corte Constitucional mediante la citada Sentencia C-215-99.
38
Artículo declarado exequible por la Corte Constitucional mediante la citada Sentencia C-215-99.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 333

de existir la vulneración o amenaza y se desconozcan los responsables,


corresponderá al juez determinarlos.
La jurisdicción de lo Contencioso Administrativo conocerá de los procesos
que se susciten con ocasión del ejercicio de las Acciones Populares
originadas en actos, acciones u omisiones de las entidades públicas y
de las personas privadas que desempeñen funciones administrativas, de
conformidad con lo dispuesto en las disposiciones vigentes sobre la materia.
En los demás casos, conocerá la jurisdicción ordinaria civil, así lo dispone
el artículo 14 de la Ley 472.
En relación a la competencia para las Acciones Populares, establece
el artículo 15 de la Ley 472, que de las mismas conocerán en primera
instancia los jueces administrativos y los jueces civiles de circuito. En
segunda instancia la competencia corresponderá a la sección primera
del Tribunal Contencioso Administrativo o a la Sala Civil del Tribunal
de Distrito Judicial al que pertenezca el Juez de primera instancia. Será
competente el juez del lugar de ocurrencia de los hechos o el del domicilio
del demandado a elección del actor popular. Cuando por los hechos sean
varios los jueces competentes, conocerá a prevención el juez ante el cual
se hubiere presentado la demanda.
Cabe destacar, que el artículo 14 de la Ley 472, plantea una serie de
facilidades para promover las acciones populares, haciendo mucho más
sencillo el ejercicio de las mismas. En este sentido, el citado artículo,
establece: “El interesado podrá acudir ante el Personero Distrital o
Municipal, o a la Defensoría del Pueblo para que se le colabore en la
elaboración de su demanda o petición, así como en los eventos de urgencia
o cuando el solicitante no sepa escribir.
Donde no exista juez del circuito o de lo Contencioso Administrativo,
podrá presentarse la demanda ante cualquier juez Civil Municipal o
Promiscuo, quien dentro de los dos (2) días siguientes deberá remitirla
al funcionario competente. En el evento de comprometerse grave y
permanentemente uno o varios de los derechos amparados en la presente
ley, el Juez civil Municipal o Promiscuo deberá remitir de inmediato y
por el medio más eficaz las diligencias al juez competente.
En desarrollo del principio de la prevalencia del derecho sustancial
sobre el procesal, el juez competente que reciba la acción popular tendrá
la facultad de tomar las medidas cautelares necesarias para impedir
334 Manuel Espinoza Melet

perjuicios irremediables e irreparables o suspender los hechos generadores


de la amenaza a los derechos e intereses colectivos”.
En relación a los requisitos necesarios para la interposición de la demanda
o petición, dispone el artículo 18 de la Ley 472, los siguientes:
a. La indicación del derecho o interés colectivo amenazado o
vulnerado;
b. La indicación de los hechos, actos, acciones u omisiones que
motivan su petición;
c. La enunciación de las pretensiones;
d. La indicación de la personas natural o jurídica, o la autoridad
pública presuntamente responsable de la amenaza o del agravio, si fuere
posible;
e. Las pruebas que pretenda hacer valer;
f. Las direcciones para notificaciones;
g. Nombre e identificación de quien ejerce la acción.
La demanda se dirigirá contra el presunto responsable del hecho u omisión
que la motiva, si fuere conocido. No obstante, cuando en el curso del
proceso se establezca que existen otros posibles responsables, el juez de
primera instancia de oficio ordenará su citación en los términos en que
aquí se prescribe para el demandado.
3. Acción de grupo: Tal y como lo dispuso la decisión emanada de la
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-569/0439, de fecha 8
de junio de 2004, con ponencia del Magistrado Dr. Rodrigo Uprimny
Yepes: “Las acciones de grupo obedecen a una nueva concepción
de las instituciones jurídicas, que se concreta en la aparición de
nuevos intereses objeto de protección y de nuevas categorías en
relación con su titularidad. Esto implica que si bien en el caso de las
acciones de grupo, el interés protegido puede verse desde la óptica
de los individuos, lo que distingue estos mecanismos de protección
judicial es que con ellos se busca una protección colectiva y grupal
de esos intereses. Por consiguiente, no es en razón de la persona
individualmente considerada que se diseña el mecanismo, sino

39
Disponible en: http://secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/c-569_2004.html#1
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 335

pensando en la persona, pero como integrante de un grupo que se


ha visto afectado por un daño.”
De conformidad con la Ley 472 de 1998, en su artículo 3°, la acción de
grupo se ejercerá exclusivamente para obtener el reconocimiento y pago
de indemnización de los perjuicios.
De conformidad con lo dispuesto en la Sentencia C-304/1040, emanada
de la Corte Constitucional de Colombia, de fecha 28 de abril de 2010,
con ponencia del Magistrado Dr. Luis Ernesto Vargas Silva, la acción de
grupo ostenta las siguientes características:
1. No involucran derechos colectivos. El elemento común es la causa
del daño y el interés cuya lesión debe ser reparada, que es lo que justifica
una actuación judicial conjunta de los afectados;
2. En principio, por tratarse de intereses individuales privados o
particulares, los criterios de regulación deben ser los ordinarios;
3. Los mecanismos de formación del grupo y la manera de hacer
efectiva la reparación a cada uno de sus miembros sí deben ser regulados de
manera especial, con fundamento en la norma constitucional, atendiendo
a las razones de economía procesal que inspiran su consagración en ese
nivel.
En relación a la distinción existente entre las acciones de grupo y las
acciones populares, la Corte Constitucional en la citada sentencia
C-304/10, dictaminó lo siguiente: “Tanto la acción de grupo como la
acción popular han sido estatuidas para obtener la reparación del daño
causado a un número plural de personas (CP art. 88), que superan las
limitaciones de los esquemas procesales puramente individualistas para
la protección de los derechos, sin embargo se distinguen en algunos
aspectos: (i) En su finalidad: La acción popular tiene un propósito
esencialmente preventivo, mientras que la acción de grupo cumple una
función reparadora o indemnizatoria, por lo que la primera no requiere
que exista un daño sobre el interés protegido, mientras que la segunda
opera una vez ocurrido el daño, ya que precisamente pretende reparar
dicho perjuicio. (ii) En los derechos o intereses protegidos. Al tiempo
que la acción popular ampara esencialmente derechos e intereses
colectivos, la acción de grupo recae sobre la afectación de todo tipo

40
Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2010/C-304-10.htm
336 Manuel Espinoza Melet

de derechos e intereses, sean éstos colectivos o individuales, ya que


ella es un instrumento procesal colectivo, que busca reparar los daños
producidos a individuos específicos. Precisamente por ello la sentencia
C-1062 de 2000 condicionó la constitucionalidad del artículo 55 de la Ley
472 de 1998, en la medida en que dicha disposición restringía el objeto
de protección de las acciones de grupo, a que los daños por indemnizar
derivaran “de la vulneración de derechos e intereses colectivos”. La Corte
declaró exequible esa disposición, pero en el entendido “de que con su
interpretación y aplicación no se excluyan los demás derechos subjetivos
de origen constitucional o legal, cualquiera que sea su naturaleza, como
derechos igualmente amparables por las acciones de clase o de grupo”.

5.4 Características
5.4.1 Universales

Los derechos humanos son universales, sencillamente pertenecen a todos


los seres humanos por el simple hecho de serlos; en consecuencia, los mismos se
aplican sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, tendencia política, orientación
sexual, cultura o la religión.
La Carta de las Naciones Unidas41, en su artículo 76, apartes c y d, establecen:
“promover el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de
todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, así como
el reconocimiento de la interdependencia de los pueblos del mundo; y asegurar
tratamiento igual para todos los Miembros de las Naciones Unidas y sus nacionales
en materias de carácter social, económico y comercial, así como tratamiento igual
para dichos nacionales en la administración de la justicia”.
En este mismo sentido, la Convención Americana sobre Derechos Humanos42
(Pacto de San José), en su artículo 1°, estableció la obligación de respetar los
derechos:
1. “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar
los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre
y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin

41
Firmada en fecha 26 de junio de 1945 en San Francisco, Estados Unidos de América, al terminar
la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, y entró en vigor el 24 de
octubre del mismo año.
42
Celebrada en San José, Costa Rica, del 7 al 22 de noviembre de 1969.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 337

discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión,


opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
2. Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano”.
Tal y como lo destaca Marcano Salazar43 “Sin embargo, a pesar del
carácter universal de los derechos humanos se han permitido la existencia de
ciertas diversidades culturales.
En particular, esto es así en lo que concierne a las garantías que rodean a ciertos
derechos, o en la interpretación de conceptos jurídicos determinados. Originando
de esta forma lo que se conoce como: la doctrina del margen de apreciación o
discrecionalidad que en el caso de conceptos jurídicos indeterminados permite a
cada Estado fijar, de acuerdo con sus circunstancias, precisar, en principio, y sujeto
a control posterior por parte de los organismos internacionales, la restricción de
ciertos y determinados derechos, así como determinadas materias”.

5.4.2 Indivisibles e interdependientes

Los derechos humanos van necesariamente unidos, de tal modo que negarse
a reconocer a alguno de ellos, pondría en peligro el mantenimiento del resto de
los mismos.
Son interdependientes en el sentido de que los derechos son interdependientes,
el avance de uno promueve el avance de los demás, mientras que la privación de
uno pone en riesgo a otros.

5.4.3 Absolutos

Son absolutos, en el sentido de que resulta indispensable no suprimir la esencia


del derecho, de allí deriva su carácter de imposición garantista y fundamental.
A pesar de que los derechos humanos ostentan un carácter absoluto, pueden
ser susceptibles de una reglamentación, e incluso pueden ser objeto de restricciones
legítimas en su ejercicio. También, ante situaciones excepcionales, pueden ser
suspendidos en forma extraordinaria.

43
Marcano Salazar, Luis Manuel. Op. Cit. Derechos Humanos. Teorías y Doctrinas, p. 61.
338 Manuel Espinoza Melet

5.4.4 Inalienables e irrenunciables

Los derechos humanos son inalienables e irrenunciables, por las extraordinarias


dimensiones que de ellos emanan, lo cual hace de manera contundente que de
los mismos derive una coraza protectora especialísima. En consecuencia, los
ciudadanos no pueden renunciar a los derechos humanos, ni tampoco negociar
con ellos, aunque sea por propia voluntad. Tampoco el Estado puede disponer de
los derechos de las personas, ni obligarlas a renunciar de los mismos.

5.4.5 Progresivos

Los derechos humanos son progresivos, son indetenibles en su curso y


aplicación. Es por ello, que su implementación se ha impuesto en todas aquellas
naciones apegadas a los principios de libertad y democracia.
Los estados asumen obligaciones y deberes en virtud de lo dispuesto por el
derecho internacional y las costumbres, y por lo tanto, han asumido el absoluto
respeto y protección de los derechos humanos.

5.4.6 Transnacionales

Los derechos humanos no dependen de la nacionalidad o del territorio


donde habitan los ciudadanos, éstos son fieles depositarios de los derechos que
han sido establecidos para tal fin. Tal y como lo sostiene Marcano Salazar44
“Los derechos humanos están por encima del Estado y su soberanía, y no puede
considerarse que se violenta el principio de no intervención cuando se ponen en
movimiento los mecanismos internacionales para su promoción y protección”.

5.4.7 Irreversibles

Los derechos humanos tienen la característica de ser irreversibles, en el


sentido de un nuevo derecho no excluye ni deja sin efecto un derecho anterior.
Por lo tanto, con la conquista de su implementación no volverá jamás a su estado
anterior, no pudiendo ser privados o postergados.

44
Ibídem, p. 64.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 339

6. LA DEFENSORÍA PÚBLICA

6.1 Origen

Con la puesta en vigencia de la Constitución Política de 1991, se crea la figura


del Defensor del Pueblo, quien está en la obligación de velar por la protección,
defensa, promoción, divulgación y ejercicio de los derechos humanos.
Cabe destacar que, con anterioridad a la Constitución Política, el servicio
de defensoría pública se prestaba por intermedio de abogados contratados por el
entonces Ministerio de Justicia, quienes intervenían en los procesos donde eran
requeridos por los jueces de instrucción criminal o a solicitud de los ciudadanos
que requerían del servicio.
Tal y como lo señala Cortés Montejo45 “Los Fundamentos constitucionales
Los referentes esenciales que determinan la obligación exigible del Estado de
sostener un sistema de defensoría pública, están dados a partir de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, conforme con la cual toda persona sujeta a
procesamiento criminal debe disponer de los medios apropiados para defenderse de
la pretensión punitiva. Disposición correspondiente con otras como la del artículo
14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Y más recientemente
demarcado, en particular a partir del alcance de la obligación, a través de los
Principios Básicos Sobre la Función de los Abogados, aprobados por el Octavo
Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
delincuente, celebrado en La Habana entre el 27 de agosto y el 7 de septiembre
de 1990, conforme a los cuales el Estado debe proveer abogados idóneos que
defiendan a las personas que no pueden sufragar uno particular”.
De acuerdo con lo pautado en los artículos 281 y 282 de la Constitución, se
estructuraron las características, facultades y funcionamiento de la Defensoría
del Pueblo, como proyección y desarrollo de la concepción del Estado Social de
Derecho.
De esta manera se constituye en autoridad estatal, cuya misión se encuentra
enmarcada en el control de la actividad de la institucionalidad pública y de algunos
particulares a quienes se les ha delegado funciones de carácter público, respecto
de los derechos fundamentales y las garantías para ejercerlos.

45
Cortés Montejo, Angélica. Análisis del sistema de defensoría pública en Colombia, Bogotá, Revista
Nuevos Paradigmas de las Ciencias Sociales Latinoamericanas, Volumen II, N° 3, enero-junio 2011,
p. 94.
340 Manuel Espinoza Melet

La finalidad de la Defensoría del Pueblo radica en la necesaria protección


de los derechos humanos y las libertades de todas las personas frente a actos,
amenazas o acciones ilegales, injustas, irrazonables, negligentes o arbitrarias de
cualquier autoridad o de los particulares.
En Colombia, la Defensoría del Pueblo, forma parte integrante del Ministerio
Público, en conjunto con la Procuraduría General de la Nación y las personerías
municipales, constituyéndose así, en la entidad rectora de la defensa, promoción,
protección y divulgación de los derechos humanos.
La capacidad que el Constituyente de 1991 le otorgó a la Defensoría del
Pueblo parte no sólo del rango constitucional que le confirió, sino, además, porque
la instaló en el nivel de los estándares internacionales respecto de las líneas
programáticas acogidas por la Organización de Naciones Unidas, en cuanto a
la educación en derechos humanos y el desarrollo de procesos de promoción,
difusión y divulgación, como desarrollo de los instrumentos internacionales de
los que Colombia es signataria.
En 1992, mediante la Ley 2446, se crea la Dirección Nacional de Defensoría
Pública adscrita al despacho del Defensor del Pueblo, por la cual se establecen la
organización y funcionamiento de la Defensoría del Pueblo.
En 2002, por intermedio del Acto Legislativo 03, se ordenó constitucionalmente
la implementación del “sistema acusatorio”, y la integración del Defensor del
Pueblo como miembro de la Comisión Redactora Constitucional de los códigos
penal y de procedimiento penal, conllevó una redefinición del servicio que pasó
a ser denominado “sistema nacional de defensoría pública”, el cual se encargaría
de asumir los casos en que los procesados carentes de recursos económicos, así
como también de aquellos casos donde el procesado se niegue a ser asistido por
un abogado de confianza.

6.2 Principios del Sistema Nacional de Defensoría Pública

La Ley 941 de 200547, por medio de la cual se organiza el Sistema Nacional


de Defensoría Pública, dictamina los principios del sistema nacional de defensoría
pública.

46
Diario Oficial N° 40.690, de fecha 15 de diciembre de 1992.
47
Diario Oficial N° 45.791, de fecha 14 de enero de 2005.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 341

El artículo 1° de la citada Ley, establece que el Sistema Nacional de Defensoría


Pública tiene como finalidad proveer el acceso de las personas a la Administración
de Justicia en materia penal, en condiciones de igualdad y en los términos del
debido proceso con respeto de los derechos y garantías sustanciales y procesales.
El artículo 2°, dispone que la cobertura del Sistema Nacional de Defensoría
Pública prestará sus servicios en favor de las personas que por sus condiciones
económicas o sociales se encuentran en circunstancias de desigualdad manifiesta
para proveerse, por sí mismas, la defensa de sus derechos. También se prestará por
las necesidades del proceso previstas en el inciso 2° del artículo 43 de la ley, en
cuyo caso el imputado o acusado pagará al Sistema la totalidad de los honorarios
y gastos causados.
En relación con el principio de igualdad, dispone el artículo 3° que el Sistema
Nacional de Defensoría Pública contará con los instrumentos necesarios para
intervenir en los procesos judiciales en condiciones de igualdad frente a los demás
sujetos procesales.
A los efectos del derecho de defensa, el Sistema Nacional de Defensoría
Pública garantizará el derecho a una defensa integral, ininterrumpida, técnica y
competente, tal y como lo establece el artículo 4° de la Ley.
Otro principio destacado en la Ley 941, es el relativo a la oportunidad,
estableciéndose en el artículo 5°, que el Sistema Nacional de Defensoría Pública
prestará un servicio oportuno, para lo cual se reglamentarán los procedimientos
que habrán de seguirse.
A los fines de garantizar el principio de gratuidad, el artículo 6° dispone que
el Sistema Nacional de Defensoría Pública prestará su servicio de manera gratuita
con las excepciones previstas en la ley.
El Sistema Nacional de Defensoría Pública contará con estándares que
garanticen la calidad y eficiencia en la prestación del servicio, tal y como lo
garantiza el artículo 7° de la Ley.
Dispone el artículo 8° la Ley 941, que “Los abogados que presten el servicio
de asistencia y representación judicial en el Sistema Nacional de Defensoría Pública
estarán sujetos, según el caso, para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de
sus obligaciones, a las responsabilidades y sanciones que les impone su condición
de servidores públicos o de particulares que cumplen funciones públicas y de sus
faltas en el ejercicio de la profesión de abogado conocerán las Salas Jurisdiccionales
Disciplinarias de los Consejos Seccionales y Superior de la Judicatura en sus
respectivas instancias”.
342 Manuel Espinoza Melet

Establece el artículo 9°, que las personas jurídicas y naturales que contraten
con el Sistema Nacional de Defensoría Pública serán escogidas de acuerdo con
los principios de transparencia y selección objetiva.
Por último, dispone el artículo 10°, lo atinente a la prelación de tratados
internacionales, por lo cual, el Sistema Nacional de Defensoría Pública velará por
la prevalencia en el orden interno de los Tratados y Convenios Internacionales
con arreglo a los artículos 93 y 94 de la Constitución Política.

7. DEFENSORÍA DEL PUEBLO

7.1 Objeto de la Defensoría del Pueblo

En relación al objeto de la Defensoría del Pueblo, de conformidad con lo


dispuesto en el artículo 2° del Decreto 25 de 201448, se establece: “La Defensoría
del Pueblo es la institución responsable de impulsar la efectividad de los Derechos
Humanos mediante las siguientes acciones integradas: promover, ejercer, divulgar,
proteger y defender los Derechos Humanos y prevenir sus violaciones; fomentar la
observancia del Derecho Internacional Humanitario; atender, orientar y asesorar
en el ejercicio de sus derechos a los habitantes del territorio nacional y a los
colombianos en el exterior; y, proveer el acceso a la administración de justicia,
en los casos señalados en la ley”.

7.2 Organización y componentes

En cuanto a la organización del Sistema Nacional de Defensoría Pública, tal y


como lo dispone el artículo 13 de la Ley 941, que el mismo es un servicio público,
por medio del cual organiza, dirige y controla el Defensor del Pueblo, en favor de
las personas que lo requieren para asumir su asistencia y representación judicial y
garantizar el pleno e igual acceso a la administración de justicia en materia penal.
En lo relacionado a los componentes del sistema, establece el artículo 14 de la
Ley 941, lo siguiente: “El Sistema Nacional de Defensoría Pública está compuesto
por la Dirección del Sistema Nacional de Defensoría Pública, los Defensores
del Pueblo Regionales y Seccionales, los coordinadores administrativos y de
gestión, los coordinadores académicos, los personeros municipales, los defensores
públicos, los abogados particulares vinculados como Defensores Públicos para
las excepciones previstas en esta ley, los investigadores, técnicos y auxiliares,

48
Diario Oficial N° 49.029, de fecha 10 de enero de 2014.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 343

los judicantes, los estudiantes de los consultorios jurídicos de las facultades de


Derecho, las personas y asociaciones científicas dedicadas a la investigación
criminal y las organizaciones que brinden capacitación a los componentes del
Sistema.
También pertenecerán al Sistema los programas jurídicos que las autoridades
indígenas establezcan”.

7.3 Estructura Orgánica

De conformidad con lo establecido en el artículo 3° del Decreto 25 de 2014,


la Defensoría del Pueblo, tendrá la siguiente estructura:

1. Despacho del Defensor del Pueblo


1.1 Oficina de Asuntos Internacionales
1.2 Oficina de Comunicaciones e Imagen Institucional
1.3 Oficina de Control Interno
1.4 Oficina de Control Interno Disciplinario
1.5 Oficina Jurídica
1.6 Oficina de Planeación
2. Despacho del Vicedefensor del Pueblo
2.1 Defensorías Delegadas
2.2 Dirección Nacional de Promoción y Divulgación de Derechos
Humanos
2.3 Dirección Nacional de Atención y Trámite de Quejas
2.4 Dirección Nacional de Recursos y Acciones Judiciales
2.5 Dirección Nacional de Defensoría Pública
3. Defensorías regionales
4. Secretaría General
4.1 Subdirección de Gestión del Talento Humano
4.2 Subdirección Administrativa
4.3 Subdirección Financiera
5. Órganos de asesoría y coordinación
344 Manuel Espinoza Melet

5.1 Consejo Asesor de la Defensoría del Pueblo


5.2 Comisión de Carrera Administrativa
5.3 Comisión de Personal
5.4 Comité de Coordinación del Sistema de Control Interno
5.5 Comité de Conciliación

7.4 Defensor del Pueblo


7.4.1 Funciones

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 282 de la Constitución Política,


el Defensor del Pueblo velará por la promoción, el ejercicio y la divulgación de
los derechos humanos, para lo cual ejercerá las siguientes funciones:
1. Orientar e instruir a los habitantes del territorio nacional y a los
colombianos en el exterior en el ejercicio y defensa de sus derechos ante
las autoridades competentes o entidades de carácter privado.
2. Divulgar los derechos humanos y recomendar las políticas para su
enseñanza.
3. Invocar el derecho de Habeas Corpus e interponer las acciones de tutela,
sin perjuicio del derecho que asiste a los interesados.
4. Organizar y dirigir la defensoría pública en los términos que señale la ley.
5. Interponer acciones populares en asuntos relacionados con su competencia.
6. Presentar proyectos de ley sobre materias relativas a su competencia.
7. Rendir informes al Congreso sobre el cumplimiento de sus funciones.
8. Las demás que determine la ley.
Además de las señaladas en el artículo 282 de la Constitución Política, el
artículo 5° del Decreto 25 de 2014, establece son funciones del Defensor del
Pueblo, las siguientes:
1. Definir las políticas, impartir los lineamientos, directrices y adoptar los
reglamentos y demás mecanismos necesarios para el eficiente y eficaz
funcionamiento de la Defensoría del Pueblo.
2. Diseñar, dirigir y adoptar, con el Procurador General de la Nación, las
políticas de promoción y divulgación de los Derechos Humanos en el
país, en orden a tutelarlos y defenderlos.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 345

3. Hacer las recomendaciones y observaciones a las autoridades y a los


particulares en caso de amenaza o violación a los Derechos Humanos y
velar por su promoción y ejercicio.
El Defensor podrá hacer públicas tales recomendaciones e informar al
Congreso sobre la respuesta recibida.
4. Impartir los lineamientos para adelantar diagnósticos, de alcance general,
sobre situaciones económicas, sociales, culturales, jurídicas y políticas
que tengan impacto en los Derechos Humanos.
5. Impartir las directrices para instar a las organizaciones privadas para que
se abstengan de desconocer un derecho.
6. Difundir el conocimiento de la Constitución Política de Colombia, espe-
cialmente los derechos fundamentales, sociales, económicos, culturales,
colectivos y del ambiente.
7. Dirigir y coordinar el Sistema Nacional de Defensoría Pública.
8. Impartir los lineamientos para adelantar las estrategias y acciones que se
requieran para garantizar los derechos de los sujetos de especial protección
constitucional.
9. Demandar, impugnar, insistir o defender ante la Corte Constitucional,
de oficio o a solicitud de cualquier persona y cuando fuere procedente,
normas relacionadas con los Derechos Humanos.
10. Interponer acciones públicas en defensa de la Constitución Política, de la
ley, del interés general y de los particulares, ante cualquier jurisdicción,
servidor público o autoridad.
11. Ser mediador de las peticiones colectivas formuladas por organizaciones
cívicas o populares frente a la administración pública, cuando aquellas
lo demanden.
12. Ser mediador entre los usuarios y las empresas públicas o privadas que
presten servicios públicos, cuando aquellas lo demanden, en defensa de
los derechos que se presuman violados.
13. Impartir las directrices para el trámite de las peticiones allegadas a la
Entidad por violación o amenaza de Derechos Humanos.
14. Impartir las directrices para la administración del Registro Público
Centralizado de las Acciones Populares y de las Acciones de Grupo que
se interpongan en el país.
346 Manuel Espinoza Melet

15. Adoptar los protocolos humanitarios que deben seguir los servidores
y contratistas de la Defensoría del Pueblo, en el cumplimiento de sus
funciones.
16. Presentar anualmente al Congreso de la República un informe sobre sus
actividades, en el que se incluirá una relación del tipo y número de las
peticiones recibidas, de las medidas tomadas para su atención y trámite,
de la mención expresa de los funcionarios renuentes o de los particulares
comprometidos y de las recomendaciones de carácter administrativo y
legislativo que considere necesarias.
17. Apoyar al Procurador General en la elaboración de informes sobre la
situación de Derechos Humanos en el país.
18. Participar en las reuniones mensuales que realice la Comisión de los
Derechos Humanos, en las audiencias del Congreso de la República, y en
la celebración de audiencias especiales, con el fin de establecer políticas en
conjunto y de manera coordinada en defensa de los Derechos Humanos,
de acuerdo con lo prescrito en el Reglamento del Congreso.
19. Rendir informes periódicos a la opinión pública sobre el resultado de las
investigaciones adelantadas por la Defensoría del Pueblo y denunciar
públicamente el desconocimiento de los Derechos Humanos y el Derecho
Internacional Humanitario.
20. Impartir las directrices para la definición y diseño de los mecanismos
necesarios para establecer comunicación permanente y compartir
información con las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales,
nacionales e internacionales, de protección y defensa de los Derechos
Humanos, así como articular las acciones con dichas organizaciones.
21. Celebrar convenios con establecimientos educativos y de investigaciones
nacionales e internacionales, para la divulgación y promoción de los
Derechos Humanos.
22. Celebrar los contratos y expedir los actos administrativos que se requieran
para el funcionamiento de la Entidad, así como llevar su representación
legal y judicial, para lo cual podrá otorgar los poderes o mandatos que
fueren necesarios.
23. Ejercer la ordenación del gasto de la Entidad, de conformidad con la
Constitución y la ley.
24. Conocer en segunda instancia los procesos disciplinarios que se adelanten
contra los servidores y exfuncionarios de la Entidad.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 347

25. Crear, organizar y conformar mediante resolución interna y con carácter


permanente o transitorio grupos internos de trabajo y comités internos
para atender las necesidades del servicio y el cumplimiento oportuno,
eficiente y eficaz de los objetivos, políticas y programas de la Entidad,
indicando las actividades que deban cumplir y los responsables de las
mismas.
26. Nombrar y remover los servidores de la Entidad, así como definir sus
situaciones administrativas.
27. Dirigir la acción administrativa y coordinar las labores de las diferentes
dependencias que conforman la Defensoría del Pueblo.
28. Dirigir la implementación del modelo integrado de gestión institucional.
29. Realizar las actuaciones necesarias que permitan el ejercicio del control
interno y control interno disciplinario, supervisar su efectividad y la
observancia de sus recomendaciones.
30. Las demás que le sean asignadas en la ley.

7.5 Vicedefensor del Pueblo


7.5.1 Funciones

El artículo 12 del Decreto 25 de 2014, establece que las funciones del


Despacho del Vicedefensor, son las siguientes:
1. Asesorar al Defensor del Pueblo en la formulación y ejecución de las
políticas, planes, programas y proyectos de la Entidad.
2. Dirigir, liderar y coordinar la gestión de las dependencias misionales de
la Entidad adscritas a su Despacho, bajo los lineamientos y directrices
impartidos por el Defensor del Pueblo y las políticas institucionales.
3. Cumplir las funciones y competencias que le haya delegado el Defensor
del Pueblo y representarlo en las actuaciones en que haya sido designado.
4. Reemplazar al Defensor del Pueblo en sus ausencias temporales o
definitivas. En las ausencias temporales no se requerirá de designación
especial, si se trata de ausencia definitiva, incluido el vencimiento del
periodo, ejercerá el cargo hasta cuando la Cámara de Representantes elija
uno en propiedad, según el procedimiento establecido en la Constitución
Política y este tome posesión del mismo.
348 Manuel Espinoza Melet

5. Tramitar, resolver y decidir los asuntos en los que el Defensor del Pueblo
se le haya aceptado el impedimento o la recusación para conocer de los
mismos.
6. Actuar ante el Congreso de la República y las altas cortes a nombre de
la Entidad, cuando así lo disponga el Defensor del Pueblo.
7. Aplicar e implementar las políticas, protocolos, directivas, lineamientos
y orientaciones del Defensor del Pueblo, y verificar su implementación
y cumplimiento en las áreas misionales.
8. Coordinar las actividades que desarrolle la Defensoría del Pueblo,
conjuntamente con las demás instituciones que conforman el Ministerio
Público, o con instituciones públicas o privadas en materia de competencia
de la Entidad.
9. Coordinar la elaboración del informe anual de gestión que debe presentar
el Defensor del Pueblo al Congreso de la República.
10. Impartir los lineamientos para diseñar, actualizar y ejecutar los programas
de capacitación y formación para los actores relevantes en materia de
Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.
11. Establecer con el Ministerio de Educación y con las distintas entidades
o escuelas de formación, el desarrollo e implementación de programas
o actividades para la enseñanza de los fundamentos de la democracia y
de los Derechos Humanos y de la observancia del Derecho Internacional
Humanitario.
12. Dirigir la realización de investigaciones que contribuyan al cumplimiento
de los objetivos y funciones de la Defensoría del Pueblo.
13. Impartir los lineamientos para impulsar la participación, el control social
y ejercicio de veedurías ciudadanas.
14. Impartir las directrices para la formación de las víctimas en el ejercicio
de sus derechos.
15. Impartir las directrices para el ejercicio de la Secretaría Técnica de las
Mesas Departamentales y Mesa Nacional de Participación de las Víctimas,
de conformidad con lo dispuesto en la ley.
16. Impartir los lineamientos y directrices para la elaboración de los informes,
intervenciones y estadísticas que la Entidad, por orden legal, deba
presentar a los diferentes organismos.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 349

17. Impartir los lineamientos para diseñar un sistema integrado de


información de estadística de la Defensoría del Pueblo en procura del
cumplimiento de su misión.
18. Diseñar, orientar y difundir los protocolos humanitarios que deben
seguir los servidores y contratistas de la Entidad en el cumplimiento de
sus funciones y proponerlos para su adopción por parte del Defensor del
Pueblo.
19. Coordinar con las entidades y autoridades competentes la definición de
protocolos y programas para la protección y seguridad de los servidores
y contratistas de la Defensoría del Pueblo y sus familias, que tienen
asignadas funciones de garantía y protección de los Derechos Humanos.
20. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
21. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral de
la Defensoría del Pueblo.
22. Las demás que le sean asignadas y que correspondan a la naturaleza de
la dependencia.
Para ser Vicedefensor del Pueblo se deberán cumplir las mismas calidades
del Defensor del Pueblo. El Vicedefensor del Pueblo tendrá el mismo régimen de
inhabilidades e incompatibilidades que se establece para el Defensor del Pueblo.

7.6 Defensorías delegadas

El artículo 12 del Decreto 25 de 2014, en su artículo 13, que son funciones de


las Defensorías Delegadas, dentro del ámbito de su competencia, las siguientes:
1. Impartir las líneas de acción para la atención especializada en la
Defensoría del Pueblo tanto a nivel regional como nacional, bajo las
directrices del Defensor del Pueblo y Vicedefensor.
2. Velar por el respeto y ejercicio de los Derechos Humanos y la observancia
del Derecho Internacional Humanitario y adelantar las acciones y
estrategias que se requieran para el efecto.
3. Adelantar las acciones y estrategias que se requieran para la protección
de los derechos de los sujetos de especial protección constitucional, bajo
los lineamientos del Defensor del Pueblo.
350 Manuel Espinoza Melet

4. Presentar las recomendaciones y observaciones a las autoridades y a los


particulares, en caso de amenaza o violación de los Derechos Humanos
y la inobservancia del Derecho Internacional Humanitario.
5. Adelantar las investigaciones de oficio o a petición de parte, sobre las
presuntas violaciones de los Derechos Humanos y la inobservancia
del Derecho Internacional Humanitario y rendir los informes sobre el
resultado de las mismas al Defensor del Pueblo.
6. Presentar al Defensor del Pueblo informes sobre la situación de Derechos
Humanos en el país.
7. Impartir, en coordinación con la Dirección Nacional de Atención y
Trámite de Quejas, las directrices para que la gestión de la Defensoría
del Pueblo se realice con enfoque diferencial.
8. Realizar diagnósticos de alcance general sobre situaciones económicas,
sociales, culturales, jurídicas y políticas, que tengan impacto en los
Derechos Humanos.
9. Instar a las organizaciones privadas para que se abstengan de desconocer
los Derechos Humanos, bajo los lineamientos y directrices impartidas
por el Defensor del Pueblo y el Vicedefensor, para garantizar el respeto
de los Derechos Humanos.
10. Diseñar los mecanismos que permitan la comunicación permanente y
compartir información que no goce de reserva, con las organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales nacionales e internacionales de
protección y defensa de los Derechos Humanos, de conformidad con los
lineamientos impartidos por el Defensor del Pueblo.
11. Mediar en las peticiones colectivas formuladas por organizaciones
cívicas o populares frente a la administración pública, cuando aquellas
lo demanden y entre los usuarios y las empresas públicas o privadas que
presten servicios públicos, bajo lineamientos del Defensor del Pueblo y
el Vicedefensor, de conformidad con su naturaleza y relevancia.
12. Elaborar los informes, recomendaciones y observaciones que, frente a
la violación o amenaza de los Derechos Humanos e inobservancia del
Derecho Internacional Humanitario, le corresponda presentar al Defensor
del Pueblo.
13. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 351

14. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral de


la Defensoría del Pueblo.
15. Las demás que les señale la ley y el Defensor del Pueblo, de acuerdo con
su naturaleza.
El Defensor del Pueblo determinará y organizará las Defensorías Delegadas de
la Defensoría del Pueblo por materias, para el estudio y defensa de determinados
derechos, de acuerdo con las necesidades del servicio y sin establecer a cargo del
tesoro público obligaciones que excedan el monto global fijado para el respectivo
servicio en la ley de apropiaciones.

7.7 Direcciones nacionales


7.7.1 Dirección nacional de promoción y divulgación de los derechos humanos

El artículo 14 del Decreto 25 de 2014, que son funciones de la Dirección


Nacional de Promoción y Divulgación de los Derechos Humanos, las siguientes:
1. Diseñar e implementar mecanismos para la promoción y divulgación de
los Derechos Humanos, conforme a los programas, planes y actividades
de la Entidad, en coordinación con la Oficina de Comunicaciones e
Imagen Institucional.
2. Impartir los lineamientos para el desarrollo de las actividades en materia
de promoción y divulgación de los Derechos Humanos y Derecho
Internacional Humanitario y la participación para la incidencia en políticas
públicas.
3. Promover campañas para el respeto de los Derechos Humanos y la
observancia del Derecho Internacional Humanitario a nivel regional y
nacional.
4. Diseñar y proponer, en coordinación con el Despacho del Vicedefensor,
el material pedagógico para el desarrollo de la labor educativa en materia
de Derechos Humanos.
5. Elaborar y adaptar el material que se requiera para la divulgación de los
Derechos Humanos con enfoque diferencial.
6. Hacer seguimiento al desarrollo e implementación de los programas o
actividades para la enseñanza de los fundamentos de la democracia y de
los Derechos Humanos y de la observancia del Derecho Internacional
352 Manuel Espinoza Melet

Humanitario, que se hayan coordinado con el Ministerio de Educación


o con las distintas entidades o escuelas de formación.
7. Diseñar, actualizar y ejecutar los programas de capacitación y formación
para los actores relevantes en materia de Derechos Humanos y Derecho
Internacional Humanitario.
8. Realizar eventos de divulgación y difusión de los Derechos Humanos
y el Derecho Internacional Humanitario en las entidades estatales, en
coordinación con la Oficina de Comunicaciones e Imagen Institucional.
9. Impulsar la participación, el control social y ejercicio de veedurías
ciudadanas, de conformidad con los lineamientos impartidos por el
Defensor del Pueblo y el Vicedefensor.
10. Ejecutar las acciones de formación de las víctimas para la participación e
incidencia en la política pública y para el ejercicio de la Secretaría Técnica
de las Mesas Departamentales y Mesa Nacional de Participación de las
Víctimas, de conformidad con lo dispuesto en la ley.
11. Dirigir y coordinar los procedimientos para la elaboración de las
publicaciones de la Entidad, conservando la coherencia de la doctrina
defensorial, en coordinación con la Oficina de Comunicaciones e Imagen
Institucional.
12. Organizar y mantener actualizado el Centro de Documentación de
Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo.
13. Apoyar la elaboración de la línea editorial y la impresión de las
publicaciones de la Defensoría del Pueblo, en coordinación con la Oficina
de Comunicaciones e Imagen Institucional.
14. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
15. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral de
la Defensoría del Pueblo.
16. Las demás que le asigne la ley o el Defensor del Pueblo de acuerdo con
la naturaleza de la dependencia.

7.7.2 Dirección nacional de trámites y quejas

El artículo 15 del Decreto 25 de 2014, que son funciones de la Dirección


Nacional de Atención y Trámite de Quejas, dentro del ámbito de su competencia,
las siguientes:
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 353

1. Dirigir el trámite de las solicitudes y quejas allegadas a la Entidad por


violación o amenaza de Derechos Humanos y, abogar por la solución del
objeto de las mismas ante las autoridades y los particulares, de manera
inmediata y oportuna.
2. Hacer seguimiento al proceso adelantado por las Defensorías Regionales
para la atención de las solicitudes y quejas por violación o amenaza de
Derechos Humanos y hacer las recomendaciones a que haya lugar.
3. Proyectar los informes, recomendaciones y observaciones que frente
a violación o amenaza de Derechos Humanos corresponda presentar
al Defensor del Pueblo, conservando la coherencia de una doctrina
defensorial unificada, en los temas de su competencia.
4. Dirigir la elaboración de los esquemas y protocolos de atención general
y especializada, con enfoque diferencial, para el desarrollo del proceso
de atención y trámite de las solicitudes y quejas, en coordinación con las
otras dependencias de la Entidad.
5. Velar, en coordinación con las entidades o instancias competentes, por la
defensa de los Derechos Humanos en las entidades públicas y privadas,
especialmente en los establecimientos carcelarios, judiciales de policía y
de internación siquiátrica, a fin de que la población vulnerable sea tratada
con el respeto debido a su dignidad, no sea sometida a tratos crueles,
degradantes e inhumanos y tenga oportuna asistencia jurídica, médica
y hospitalaria.
6. Llevar el registro y clasificar las solicitudes y quejas que recibe la Entidad
por vulneración de los Derechos Humanos, con el fin de identificar las
entidades que más vulneran derechos, el derecho más vulnerado y el sujeto
más afectado, a efectos de hacer las recomendaciones a que haya lugar.
7. Ejercer, en coordinación con las Defensorías Regionales, el manejo y
mediación de los diversos conflictos de la sociedad, en aplicación de los
protocolos establecidos por la Entidad.
8. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
9. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral de
la Defensoría del Pueblo.
10. Las demás que le asigne la ley o el Defensor del Pueblo de acuerdo con
la naturaleza de la dependencia.
354 Manuel Espinoza Melet

7.7.3 Dirección nacional de recursos y acciones judiciales

El artículo 16 del Decreto 25 de 2014, establece que son funciones de la


Dirección Nacional de Recursos y Acciones Judiciales, las siguientes:
1. Impartir las directrices para la interposición de la acción de tutela, el
derecho de hábeas corpus, las acciones populares y la acción pública de
inconstitucionalidad en los términos establecidos en la ley, en el ejercicio
de las competencias asignadas a la Defensoría del Pueblo.
2. Impartir las directrices para la intervención o coadyuvancia en las
acciones de tutela, populares y de grupo, en los términos establecidos
en la ley, en el ejercicio de las competencias asignadas a la Defensoría
del Pueblo.
3. Hacer seguimiento a las acciones judiciales y recursos promovidos por
la Entidad a nivel regional y nacional y llevar un registro de los mismos.
4. Coordinar la delegación y asistencia a los Personeros Municipales en
materia de acción de tutela, de conformidad con la ley.
5. Asumir las atribuciones y facultades que el Código de Procedimiento
Penal y otros estatutos especiales le otorgan al Defensor del Pueblo dentro
de los procesos respectivos.
6. Proyectar las demandas, impugnaciones, recursos de insistencias o
defensas ante la Corte Constitucional de las normas directamente
relacionadas con los derechos constitucionales, en los términos previstos
en la ley, de conformidad con las competencias asignadas a la Defensoría
del Pueblo.
7. Interponer las acciones populares de connotación nacional, conforme a
las directrices del Defensor del Pueblo.
8. Administrar el Registro Público Centralizado de las Acciones Populares
y de las Acciones de Grupo que se interpongan en el país, previa
información suministrada por el Juez que conozca de estos procesos.
9. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
10. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral de
la Defensoría del Pueblo.
11. Las demás que le asigne la ley o el Defensor del Pueblo de acuerdo con
la naturaleza de la dependencia.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 355

7.7.4 Dirección Nacional de Defensa Pública

El artículo 16 del Decreto 25 de 2014, establece que son funciones de la


Dirección Nacional de Defensoría Pública, las siguientes:
1. Desarrollar, coordinar y supervisar la ejecución de las políticas
institucionales en materia de prestación del servicio ofrecido por el
Sistema Nacional de Defensoría Pública acorde con las políticas y criterios
establecidos por el Defensor del Pueblo.
2. Dirigir y organizar la conformación del cuerpo de Defensores Públicos con
abogados titulados de las facultades de derecho legalmente reconocidas
en Colombia.
3. Orientar, organizar y evaluar el servicio que presta el Sistema Nacional
de Defensoría Pública.
4. Realizar la coordinación entre los diferentes prestadores del servicio,
con el fin de lograr una adecuada distribución de las labores y obtener
un eficiente cubrimiento de la demanda del servicio.
5. Supervisar la calidad del servicio, para realizar el seguimiento y análisis
continuo de las políticas institucionales y de las actividades desarrolladas
por los operadores del Sistema Nacional de Defensoría Pública.
6. Mantener el registro actualizado de los operadores del sistema y de las
personas interesadas en ingresar al mismo.
7. Establecer los criterios y lineamientos para evaluar a los operadores
vinculados al Sistema Nacional de Defensoría Pública.
8. Impartir las directrices para la formación y capacitación a los operadores y
profesionales que hacen parte del Sistema Nacional de Defensoría Pública.
9. Impartir las directrices para analizar y verificar la situación jurídica de los
internos en los establecimientos carcelarios y para atender las solicitudes
correspondientes en materia del Sistema Nacional de Defensoría Pública.
10. Coordinar el registro de la estadística general de los procesos atendidos
por los abogados y defensores señalados en el presente artículo y el
Registro Nacional de Defensores Públicos bajo las directrices del Defensor
del Pueblo.
11. Comunicar a las autoridades competentes las faltas cometidas por los
Defensores Públicos, con excepción de quienes pertenecen a la Planta
de Personal.
356 Manuel Espinoza Melet

12. Orientar a los Defensores Públicos para el eficaz cumplimiento de su


función en los casos que les corresponde asumir.
13. Orientar a los Personeros Municipales para el cumplimiento de las
funciones asignadas en el artículo 25 de la Ley 941 de 2005, con base en
los lineamientos impartidos por el Defensor del Pueblo.
14. Atender la reclamación que presente cualquier persona por irregularidades
cometidas por alguno de los operadores del Sistema y darle el trámite
correspondiente.
15. Impartir las directrices para verificar las condiciones económicas y
sociales del solicitante del servicio o las necesidades del proceso y
asignar Defensor Público cuando lo encuentre viable de acuerdo con los
requisitos exigidos.
16. Realizar investigaciones sobre materias relacionadas con el servicio de
defensa pública para evaluar la calidad del mismo.
17. Coordinar, controlar y hacer seguimiento a la labor de los investigadores y
técnicos que presten el servicio al Sistema Nacional de Defensoría Pública.
18. Coordinar, a nivel nacional, la representación judicial de las víctimas.
19. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
20. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral
de la Defensoría del Pueblo.
21. Las demás que le asigne la ley o el Defensor del Pueblo de acuerdo con
la naturaleza de la dependencia.
Disponen también los parágrafos 1° y 2° del artículo 16 del Decreto 25
de 2014, que “Para los efectos del presente artículo se entiende por operadores
del Sistema Nacional de Defensoría Pública los defensores públicos vinculados
mediante contrato de prestación de servicios profesionales, de conformidad con
lo dispuesto en la Ley 941 de 2005 y los abogados particulares que intervengan
como defensores públicos para las excepciones previstas en la citada ley. También
harán parte del Sistema, los judicantes y los estudiantes de consultorios jurídicos
de las facultades de Derecho que se encuentren vinculados al servicio de defensoría
pública de la Entidad, siempre que hayan suscrito contratos o convenios con la
Defensoría del Pueblo.
En las Defensorías Regionales el servicio de defensoría pública se prestará
a través de los grupos y el personal que determine el Defensor del Pueblo y el
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 357

Director Nacional de Defensoría Pública, de acuerdo con los criterios de eficiencia


que se establezcan para garantizar el cumplimiento del servicio”.

7.8 Defensores regionales

El artículo 17 del Decreto 25 de 2014, establece que son funciones de la


Dirección Nacional de Defensoría Pública, las siguientes:
1. Desarrollar, coordinar y supervisar la ejecución de las políticas institu-
cionales en materia de prestación del servicio ofrecido por el Sistema
Nacional de Defensoría Pública acorde con las políticas y criterios esta-
blecidos por el Defensor del Pueblo.
2. Dirigir y organizar la conformación del cuerpo de Defensores Públicos con
abogados titulados de las facultades de derecho legalmente reconocidas
en Colombia.
3. Orientar, organizar y evaluar el servicio que presta el Sistema Nacional
de Defensoría Pública.
4. Realizar la coordinación entre los diferentes prestadores del servicio,
con el fin de lograr una adecuada distribución de las labores y obtener
un eficiente cubrimiento de la demanda del servicio.
5. Supervisar la calidad del servicio, para realizar el seguimiento y análisis
continuo de las políticas institucionales y de las actividades desarrolladas
por los operadores del Sistema Nacional de Defensoría Pública.
6. Mantener el registro actualizado de los operadores del sistema y de las
personas interesadas en ingresar al mismo.
7. Establecer los criterios y lineamientos para evaluar a los operadores
vinculados al Sistema Nacional de Defensoría Pública.
8. Impartir las directrices para la formación y capacitación a los operadores y
profesionales que hacen parte del Sistema Nacional de Defensoría Pública.
9. Impartir las directrices para analizar y verificar la situación jurídica de los
internos en los establecimientos carcelarios y para atender las solicitudes
correspondientes en materia del Sistema Nacional de Defensoría Pública.
10. Coordinar el registro de la estadística general de los procesos atendidos
por los abogados y defensores señalados en el presente artículo y el
Registro Nacional de Defensores Públicos bajo las directrices del Defensor
del Pueblo.
358 Manuel Espinoza Melet

11. Comunicar a las autoridades competentes las faltas cometidas por los
Defensores Públicos, con excepción de quienes pertenecen a la Planta
de Personal.
12. Orientar a los Defensores Públicos para el eficaz cumplimiento de su
función en los casos que les corresponde asumir.
13. Orientar a los Personeros Municipales para el cumplimiento de las
funciones asignadas en el artículo 25 de la Ley 941 de 2005, con base en
los lineamientos impartidos por el Defensor del Pueblo.
14. Atender la reclamación que presente cualquier persona por irregularidades
cometidas por alguno de los operadores del Sistema y darle el trámite
correspondiente.
15. Impartir las directrices para verificar las condiciones económicas y
sociales del solicitante del servicio o las necesidades del proceso y
asignar Defensor Público cuando lo encuentre viable de acuerdo con los
requisitos exigidos.
16. Realizar investigaciones sobre materias relacionadas con el servicio de
defensa pública para evaluar la calidad del mismo.
17. Coordinar, controlar y hacer seguimiento a la labor de los investigadores y
técnicos que presten el servicio al Sistema Nacional de Defensoría Pública.
18. Coordinar, a nivel nacional, la representación judicial de las víctimas.
19. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
20. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral de
la Defensoría del Pueblo.
21. Las demás que le asigne la ley o el Defensor del Pueblo de acuerdo con
la naturaleza de la dependencia.
Parágrafo 1° Para los efectos del presente artículo se entiende por operadores
del Sistema Nacional de Defensoría Pública los defensores públicos vinculados
mediante contrato de prestación de servicios profesionales, de conformidad con
lo dispuesto en la Ley 941 de 2005 y los abogados particulares que intervengan
como defensores públicos para las excepciones previstas en la citada ley. También
harán parte del Sistema, los judicantes y los estudiantes de consultorios jurídicos
de las facultades de Derecho que se encuentren vinculados al servicio de defensoría
pública de la Entidad, siempre que hayan suscrito contratos o convenios con la
Defensoría del Pueblo.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 359

Parágrafo 2° En las Defensorías Regionales el servicio de defensoría pública


se prestará a través de los grupos y el personal que determine el Defensor del
Pueblo y el Director Nacional de Defensoría Pública, de acuerdo con los criterios
de eficiencia que se establezcan para garantizar el cumplimiento del servicio.

7.9 Personero municipal

El artículo 25 de la Ley 941 de 2005, establece que son funciones del


Personero Municipal: “A nivel municipal, bajo la Dirección del Defensor del
Pueblo y los lineamientos establecidos por el Director del Sistema Nacional de
Defensoría Pública, el Personero Municipal velará por la prestación del servicio.
En consecuencia, deberá:
1. Recibir las solicitudes del servicio que presta el Sistema Nacional de
Defensoría Pública en el municipio.
2. Solicitar la asignación de defensor público, previa verificación de la
situación socioeconómica del solicitante o las necesidades del proceso, sin
discriminación alguna y de conformidad con las directrices establecidas
por la Dirección del Sistema Nacional de Defensoría Pública y bajo la
coordinación del Defensor Regional o Seccional.
3. Llevar el registro de las solicitudes de asignación de defensor público
y remitir a la Defensoría Regional o Seccional de su jurisdicción las
estadísticas de atención en el municipio a su cargo, de conformidad con
los lineamientos establecidos por la Dirección Nacional del Sistema”.

7.10 Secretaría general

El artículo 19 del Decreto 25 de 2014, establece que son funciones de la


Secretaría General, las siguientes:
1. Diseñar y asistir al Defensor del Pueblo en la definición de políticas,
objetivos y estrategias relacionadas con la administración de la Entidad.
2. Dirigir la ejecución de los programas y actividades relacionadas con los
asuntos financieros y contables, contratación pública, soporte técnico
informático, servicios administrativos y gestión documental de la entidad.
3. Diseñar y ejecutar las políticas y programas de administración de
personal, bienestar social, selección, registro y control, capacitación,
incentivos, evaluación del desempeño y desarrollo del talento humano y
dirigir su gestión.
360 Manuel Espinoza Melet

4. Dirigir y coordinar las acciones necesarias para el cumplimiento de las


políticas, normas y las disposiciones que regulen los procedimientos y
trámites de carácter administrativo y financiero de la Defensoría del
Pueblo.
5. Elaborar, consolidar y presentar, con apoyo de la Oficina de Planeación, el
anteproyecto de presupuesto, la programación presupuestal, los proyectos
y el plan plurianual de la Entidad, en coordinación con las dependencias
competentes y someterlas a aprobación del Defensor del Pueblo.
6. Gestionar la consecución de recursos para el desarrollo de los planes,
programas y proyectos institucionales.
7. Velar por el funcionamiento de la prestación del servicio al ciudadano y
por la atención de quejas y reclamos que presenten los ciudadanos sobre
el desempeño de las dependencias y personas que laboran en la Entidad,
en coordinación y articulación con la Oficina de Control Interno.
8. Coordinar la elaboración y presentar al Ministerio de Hacienda y Crédito
Público, el Programa Anual de Caja, de conformidad con las obligaciones
financieras adquiridas.
9. Dirigir la programación, elaboración y ejecución de los planes de
contratación y de adquisición de bienes, servicios y obra pública de la
Entidad, de manera articulada con los instrumentos de planeación y
presupuesto.
10. Dirigir la elaboración y ejecución del Plan de Adquisiciones de la Entidad.
11. Impartir las instrucciones para el seguimiento a la ejecución de los
recursos asignados a los proyectos de inversión y para la formulación y
seguimiento de proyectos de funcionamiento de la Defensoría del Pueblo.
12. Apoyar a la Oficina de Comunicaciones e Imagen Institucional, en la
actualización de la información publicada en la página web y demás
canales de comunicación de la Defensoría del Pueblo.
13. Coordinar con la Oficina de Comunicaciones e Imagen Institucional la
comunicación interna de la Entidad.
14. Hacer seguimiento a la correcta ejecución, contabilización y rendición de
informes y cuentas fiscales, presupuestales y contables, de los recursos
asignados a la Defensoría directamente o de otros fondos.
15. Dirigir, coordinar, controlar y evaluar las actividades relacionadas con, el
almacenamiento, custodia, mantenimiento, distribución e inventarios de
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 361

los elementos, equipos y demás bienes necesarios para el funcionamiento


normal de la Defensoría.
16. Gestionar y coordinar la ejecución, del Plan Institucional en materia
de tecnologías de información y de sistemas de información y de
comunicaciones, en articulación con el Plan Estratégico Institucional.
17. Coordinar el control y registro de los actos administrativos que emita la
Defensoría del Pueblo.
18. Apoyar el desarrollo y sostenimiento del Sistema Integrado de Gestión
Institucional y la observancia de sus recomendaciones en el ámbito de
su competencia.
19. Ordenar, por delegación del Defensor del Pueblo, los gastos de acuerdo
con las atribuciones respectivas y ejercer el control y evaluación del
mismo a través de la Subdirección Financiera, cuando la ordenación del
gasto se delegue en otros empleados de la Entidad.
20. Coordinar y controlar el mantenimiento preventivo y correctivo de
equipos de cómputo y demás elementos relacionados que hagan parte de
la infraestructura informática.
21. Elaborar e implementar los planes anuales en el ámbito de su competencia,
de acuerdo con la metodología diseñada por la Oficina de Planeación.
22. Aplicar las directrices y lineamientos del Sistema de Gestión Integral
de la Defensoría del Pueblo.
23. Las demás que le sean asignadas y correspondan a la naturaleza de la
dependencia.

7.11 Defensores públicos


7.11.1 Concepto

El artículo 2649 de la Ley 941, conceptualiza a los Defensores públicos, de


la siguiente manera: “Son los abogados vinculados al servicio de Defensoría
Pública que administra la Defensoría del Pueblo, previo el cumplimiento de los

49
Admitida demanda de inconstitucionalidad en contra de las expresiones “previo el cumplimiento de
los requisitos, mediante la figura del contrato de prestación de servicios profesionales” y “de acuerdo
con las normas previstas en el Estatuto de Contratación Estatal” contenidas en el artículo 26 de la
Ley 941 de 2005, Expediente N° D-13201 de la Corte Constitucional, publicado en el estado N° 79
de fecha 20 de mayo de 2019.
362 Manuel Espinoza Melet

requisitos, mediante la figura del contrato de prestación de servicios profesionales,


para proveer la asistencia técnica y la representación judicial en favor de aquellas
personas que se encuentren en las condiciones previstas en el artículo 2o de la
presente ley, de acuerdo con las normas previstas en el Estatuto de Contratación
Estatal.
Los contratos de prestación de servicios profesionales especializados
podrán suscribirse con cláusula de exclusividad y no dará lugar en ningún caso
a vinculación laboral con la Institución”.

7.11.2 Clasificación

Tal y como lo dispone el artículo 27 de la Ley 941, los Defensores Públicos


del Sistema podrán clasificarse en tres categorías:
1. Defensores Públicos ante jueces penales municipales.
2. Defensores Públicos ante jueces penales del circuito y del circuito
especializado.
3. Defensores Públicos ante las Salas Penales de los Tribunales Superiores
de Distrito Judicial y de la Corte Suprema de Justicia.

7.11.3 Requisitos

En relación a los requisitos exigidos para los Defensores públicos, dispone


el artículo 28 de la Ley 941, lo siguiente: “El Defensor del Pueblo establecerá
mediante reglamento los requisitos mínimos que deberán cumplir los defensores
públicos de acuerdo con las categorías a que se refiere este capítulo, así como para
contratar abogados particulares en aquellas regiones apartadas del país en donde
sea insuficiente o no exista oferta de servicios profesionales para la prestación del
servicio de defensoría pública”.

7.11.4 Derechos

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 30 de la Ley 941, el defensor


público tendrá derecho a:
1. Ejercer su labor con independencia. Sin embargo, podrá intercambiar
opiniones técnicas en el ámbito del Sistema Nacional de Defensoría
Pública a fin de lograr una defensa eficaz.
Capítulo XI. Asistencia jurídica gratuita 363

2. No ser relacionado con las causas ni con los usuarios a los que representa
como consecuencia del desempeño de sus funciones.
3. Ser tratado con respeto.
4. No ser objeto de amenazas de ningún tipo. Las autoridades proporcionarán
protección a los defensores públicos cuya seguridad personal sea
amenazada a causa del desempeño de sus funciones.

7.11.5 Obligaciones

Dispone el artículo 30 de la Ley 941, el defensor público cumplirá las


siguientes obligaciones:
1. Manifestar la existencia de cualquier impedimento. No podrá tener interés
personal con la causa ni con el usuario que representa.
2. Ejercer defensa técnica, idónea y oportuna.
3. Verificar el respeto de los derechos humanos, así como el cumplimiento
de las garantías judiciales por parte de las autoridades en los procesos a su
cargo. En caso de violación interponer los recursos que estime pertinentes
e informar por escrito a la Defensoría Regional sobre dichas violaciones
y las acciones adelantadas para contrarrestarlas.
4. Asumir inmediatamente, con atención y diligencia hasta el final del
proceso, la representación judicial o extrajudicial en los asuntos asignados
por el Sistema Nacional de Defensoría Pública.
5. Guardar absoluta reserva y secreto sobre los hechos, informaciones o
cualquier dato o evidencia conocidos en el ejercicio de su labor, salvo las
excepciones establecidas por la ley.
6. Cumplir sus obligaciones de acuerdo con las normas que regulan el
ejercicio de la profesión de abogado y las que reglamenten su desempeño
como defensor público, y abstenerse de asumir la defensa como apoderado
particular dentro de los procesos en los cuales haya actuado en calidad
de defensor público o haya prestado asesoría.
7. Rendir informes al Coordinador Administrativo y de Gestión de acuerdo
con los parámetros establecidos por el Director del Sistema Nacional de
Defensoría Pública.
8. Las demás que deriven de la naturaleza de su labor y las que el Director
del Sistema Nacional de Defensoría Pública señale.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 365

Capítulo XII
REGIMEN DISCIPLINARIO

Sumario: 1. Jurisdicción disciplinaria. 1.1 Consejo Superior de la Judicatura.


1.1.1 Creación. 1.1.2 Estructura. 1.1.3 Funciones. 2. Principios rectores del
proceso disciplinario. 3. Falta disciplinaria. 4. Ámbito de aplicación. 5.
Formas de realización del comportamiento. 6. Extinción de la acción. 6.1
Causales. 6.2 Prescripción. 6.3 Renuncia. 7. Extinción de la sanción. 8. Faltas
disciplinarias. 8.1 Faltas contra la dignidad de la abogacía. 8.2 Faltas contra
el decoro profesional. 8.3 Faltas contra el respeto debido a la administración
de justicia y a las autoridades administrativas. 8.4 Faltas contra la recta y
leal realización de la justicia y los fines del Estado. 8.5 Faltas de lealtad
contra el cliente. 8.6 Faltas a la honradez del abogado. 8.7 Faltas a la lealtad
y honradez con los colegas. 8.8 Faltas a la debida diligencia profesional. 8.9
Faltas contra el deber de prevenir litigios y facilitar mecanismos de solución
alternativa de conflictos. 8.10 Otras faltas disciplinarias. 9. Régimen
sancionatorio. 9.1 Sanciones disciplinarias. 9.2 Criterios de graduación
de la sanción. 10. Procedimiento disciplinario. 10.1 Principios rectores.
10.2 Competencia. 10.3 Impedimento y recusaciones. 10.4 Causales. 10.5
Declaración de impedimento. 10.6 Recusaciones. 10.7 Procedimiento
en caso de impedimento o recusación. 11. Intervinientes. 12. Inicio de la
acción disciplinaria. 13. Procedencia. 14. Notificaciones y comunicaciones.
15. Recursos y ejecutoria. 16. Pruebas. 17. Actuación procesal. 17.1 Inicio.
17.2 Terminación anticipada. 17.3 Investigación 17.3.1 Trámite preliminar.
17.3.2 Audiencia de pruebas y calificación provisional. 17.3.3 Juzgamiento.
17.3.4 Rehabilitación.

1. JURISDICCIÓN DISCIPLINARIA
1.1 Consejo Superior de la Judicatura
1.1.1 Creación
El primer intento para la creación del Consejo Superior de la Judicatura,
lo encontramos en el Acto Legislativo 1 de 1979, mediante la cual se planteó
la necesidad de crear una alta corporación de la rama Judicial cuyas funciones
consistirían en:
366 Manuel Espinoza Melet

1. Administrar la carrera judicial;


2. Enviar listas de elegibles a la Corte Suprema de Justicia y al Consejo de
Estado para elegir magistrados de esas corporaciones y de los tribunales;
3. Conocer y sancionar disciplinariamente a los funcionarios judiciales y a
los magistrados, así como las faltas de los abogados; y
4. Dirimir los conflictos de competencia entre las distintas jurisdicciones1.
Los magistrados del Consejo Superior serían elegidos por esta misma entidad
para períodos de 8 años sin posibilidad de reelección.
El Acto Legislativo 1 de 1979 fue declarado inexequible por la Corte Suprema
de Justicia.
En 1991, la Constitución Política de Colombia, crea el Consejo Superior de
la Judicatura.
Destaca Charry2 que, el Consejo Superior de la Judicatura:
fue previsto como una empresa para agilizar y modernizar la administración de
justicia y como un tribunal disciplinario para todos los funcionarios judiciales,
incluidos los magistrados de las altas corporaciones judiciales y los abogados.
La jurisdicción constitucional declaró inexequibles los intentos de 1979 y 1991
por establecer controles efectivos a los magistrados de las altas Cortes. Y la
administración de justicia no da muestras de mejoras sustanciales.
Por el contrario, persisten sus demoras, congestiones y los vicios propios de
su burocratización. La existencia del Consejo Superior de la Judicatura no ha
contribuido a la agilidad, eficiencia e imparcialidad de las decisiones judiciales.
Más bien, ha contribuido al escándalo y a dejar en evidencia los vicios de la rama
Judicial.
La accidentada existencia del Consejo Superior de la Judicatura indica los vaivenes
de las políticas gubernamentales en relación con la administración de justicia, que
van desde la concepción empresarial del órgano hasta sus dos fallidas supresiones,
pasando por atribuirle funciones especiales en coyunturas excepcionales a pesar
de ser una corporación precariamente restablecida por decisión judicial”.

1
Charry, Juan Manuel. La accidentada existencia del Consejo Superior de la Judicatura, disponible
en:https://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/9877-la-accidentada-
existencia -del-consejo-superior-de-la-judicatura.html
2
Ibídem.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 367

1.1.2 Estructura

El artículo 254 de la Constitución Política, establece que el Consejo Superior


de la Judicatura estará dividido en dos Salas:
– La Sala Administrativa, la cual se encuentra integrada por seis magistrados
electos para un período de ocho años, así: dos por la Corte Suprema de
Justicia, uno por la Corte Constitucional y tres por el Consejo de Estado.
– La Sala Jurisdiccional Disciplinaria, integrada por siete magistrados
electos para un período de ocho años, por el Congreso Nacional de
ternas enviadas por el Gobierno. Podrá haber consejos seccionales de la
judicatura integrados como lo señale la ley.
Tal y como lo destaca Monroy Cabra3:
El Decreto 2562 de 1991 (noviembre 25) adoptó medidas administrativas para el
funcionamiento del Consejo Superior de la Judicatura, en ejercicio de las facultades
que le confirió al Presidente el artículo 5, literal c) transitorio de la Constitución
Nacional.
La Ley 270 Estatutaria de la Administración de Justicia reguló lo relativo al Consejo
Superior de la Judicatura (arts. 75 a 122).
Hay consejos seccionales de la Judicatura en las ciudades cabeceras de Distrito
Judicial que a juicio de la Sala Administrativa del Consejo Superior resulte
necesario. Los consejos seccionales se dividen en Sala Administrativa y Sala
Jurisdiccional Disciplinaria (art. 82 L.270 de 1996).

1.1.3 Funciones

El artículo 2564 de la Constitución Política establece las funciones del Consejo


Superior de la Judicatura, de la siguiente manera:
1. Administrar la carrera judicial.

3
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 141.
4
El artículo 17 del Acto Legislativo 2 de 2015 que derogó este artículo fue declarado inexequible por la
Corte Constitucional mediante Sentencia C-285-16, salvo en lo que tiene que ver con la derogatoria,
tanto de la expresión “o a los Consejos seccionales, según el caso”, como de los numerales 3º y 6º de
este artículo.
Artículo 17 del Acto Legislativo 2 de 2015 declarado exequible, por los cargos analizados, por la
Corte Constitucional mediante Sentencia C-029-18 de 2 de mayo de 2018, Magistrado Ponente Dr.
Alberto Rojas Ríos, salvo sobre los apartes declarados inexequibles en la C-285-16.
368 Manuel Espinoza Melet

2. Elaborar las listas de candidatos para la designación de funcionarios


judiciales y enviarlas a la entidad que deba hacerla. Se exceptúa la
jurisdicción penal militar que se regirá por normas especiales.
3. Examinar la conducta y sancionar las faltas de los funcionarios de la rama
judicial, así como las de los abogados en el ejercicio de su profesión, en
la instancia que señale la ley.
4. Llevar el control de rendimiento de las corporaciones y despachos
judiciales.
5. Elaborar el proyecto de presupuesto de la rama judicial que deberá ser
remitido al Gobierno, y ejecutarlo de conformidad con la aprobación que
haga el Congreso.
6. Dirimir los conflictos de competencia que ocurran entre las distintas
jurisdicciones.
7. Las demás que señale la ley.
El artículo 256 de la Constitución Política, dispone: “Con sujeción a la ley,
el Consejo Superior de la Judicatura cumplirá las siguientes funciones:
1. Fijar la división del territorio para efectos judiciales y ubicar y redistribuir
los despachos judiciales.
2. Crear, suprimir, fusionar y trasladar cargos en la administración de justicia.
En ejercicio de esta atribución, el Consejo Superior de la Judicatura no
podrá establecer a cargo del Tesoro obligaciones que excedan el monto
global fijado para el respectivo servicio en la ley de apropiaciones iniciales.

La Corte Constitucional se declaró inhibida de fallar sobre el artículo 17 del Acto Legislativo 2 de
2015 por ineptitud de la demanda, mediante Sentencia C-112-17 de 2017, Magistrado Ponente Dr.
Antonio José Lizarazo Ocampo.
Artículo 17 del Acto Legislativo 2 de 2015 declarado exequible, por los cargos analizados, en lo que
tiene que ver con la derogatoria, tanto de la expresión “o a los Consejos seccionales, según el caso”,
como de los numerales 3º y 6º, por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-373-16 de 13 de
julio de 2016, Magistrados Ponentes Drs. Alejandro Linares Cantillo y Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo. Estarse a lo resuelto en la C-256-16.
Artículo 17 del Acto Legislativo 2 de 2015 declarado inexequible por la Corte Constitucional mediante
Sentencia C-285-16 de 1o. de junio de 2016, Magistrado Ponente Dr. Luis Guillermo Guerrero Pérez,
“salvo en lo que tiene que ver con la derogatoria, tanto de la expresión ‘o a los Consejos seccionales,
según el caso”, como de los numerales 3º y 6º del artículo 256 de la Constitución, en relación con lo
cual la Corte se inhibe de pronunciarse de fondo por ineptitud sustantiva de la demanda”.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 369

3. Dictar los reglamentos necesarios para el eficaz funcionamiento de


la administración de justicia, los relacionados con la organización y
funciones internas asignadas a los distintos cargos y la regulación de los
trámites judiciales y administrativos que se adelanten en los despachos
judiciales, en los aspectos no previstos por el legislador.
4. Proponer proyectos de ley relativos a la administración de justicia y a los
códigos sustantivos y procedimentales.
5. Las demás que señale la ley”.

2. PRINCIPIOS RECTORES DEL PROCESO DISCIPLINARIO

El Código Disciplinario del Abogado, establece en los artículos 1 al 16, los


principios rectores5 del proceso disciplinario:
1. Dignidad Humana: Quien intervenga en la actuación disciplinaria será
tratado con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.
2. Titularidad: Corresponde al Estado, a través de las Salas Jurisdiccionales
Disciplinarias de los Consejos Superior y Seccionales de la Judicatura,
conocer de los procesos que por la comisión de alguna de las faltas
previstas en la ley se adelanten contra los abogados en ejercicio de su
profesión. La acción disciplinaria es independiente de cualquiera otra que
pueda surgir de la comisión de la falta.
3. Legalidad: El abogado sólo será investigado y sancionado disciplinariamente
por comportamientos que estén descritos como falta en la ley vigente al
momento de su realización y conforme a las reglas fijadas en este código
o las normas que lo modifiquen.
En relación a este punto, señala Vergara Molano6:
Respecto a estos principios, a más de lo que sobre ellos se ha dicho con anterioridad,
cabe destacar que eliminan del ordenamiento el carácter sumarial del proceso
disciplinario que tan presente se encontraba en el Estatuto del Abogado. En
particular, la jurisprudencia constitucional en más de una ocasión ha indicado,
respecto al contenido disciplinario, que la libertad de configuración legislativa sólo

5
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, p. 219:
“En orden estricto la Ley 1123, a diferencia de sus antecesoras en la materia, contiene expresamente
los principios rectores que guían la acción y potestad disciplinaria del abogado, en plena concordancia
con el corpus del bloque de constitucionalidad y con la principialística del Estado social del Derecho”.
6
Ibídem, p. 220.
370 Manuel Espinoza Melet

reviste los límites impuestos por la constitución. De allí que la Sentencia C-037
de 1996 (M.P.: Vladimiro Naranjo Mesa), remitiéndose a la Sentencia C-417 de
1993 (M.P.: José Gregorio Hernández), hubiere reiterado que:
De conformidad con lo previsto en el artículo 256, numeral 3º, de la Constitución,
corresponde al Consejo Superior de la Judicatura o a los consejos seccionales,
según el caso y de acuerdo con la ley, la atribución de “examinar la conducta
y sancionar las faltas de los funcionarios de la Rama Judicial, así como las
de los abogados en el ejercicio de su profesión, en la instancia que señale la
ley”, sin perjuicio de la atribución que la Constitución confiere al Procurador
General de la Nación de ejercer preferentemente el poder disciplinario (artículo
277, numeral 6º C.N.).
“Formalmente, el ejercicio de la función jurisdiccional implica el desarrollo
de una serie de actos procesales que culminan en la expedición de un acto final
–la sentencia–, llamado a definir el punto controvertido con fuerza de verdad
legal”. Es esto precisamente lo que acontece con las providencias que profiere
la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura y los consejos
seccionales en desarrollo de la aludida función.
“En otros términos, al crearse el Consejo Superior de la Judicatura, se
instituyó un órgano imparcial e independiente, al cual se encomendó por la
Constitución la misión de administrar justicia en materia disciplinaria, en el
interior de la Rama Judicial y, por fuera de ella, en relación con los abogados
(…)”. Se tiene entonces, que las providencias que dicte la Sala Jurisdiccional
Disciplinaria son en realidad sentencias y, por tanto, cuentan con la misma
fuerza y efectos jurídicos que aquellas que profiera cualquier otra autoridad
judicial. No obstante, si una providencia que resuelva un asunto disciplinario
contiene, en los términos que ha definido la Corte Constitucional, una vía de
hecho que acarree la ostensible vulneración de un Derecho constitucional
fundamental, entonces será posible acudir a un medio de defensa judicial
como la acción de tutela para reparar el menoscabo que se ha causado
mediante esa decisión.
En dicho sentido, se tiene por efecto que la jurisdicción disciplinaria tiene
como ámbito de regulación las conductas que han de configurar falta discipli-
naria, las sanciones, los criterios de graduación y aplicación de las mismas y
el proceso correspondiente al establecimiento de responsabilidad disciplina-
ria, el cual, al efecto desarrollar el principio de legalidad, resultó satisfecho
con el catálogo taxativo de sanciones a aplicar a los abogados que consideró
el artículo 40 del CDA, tal cual lo indicó la sentencia C-290 de 2008 (M.P.:
Jaime Córdoba Triviño).
4. Antijuridicidad: Un abogado incurrirá en una falta antijurídica cuando con
su conducta afecte, sin justificación” alguno de los deberes consagrados
en el presente código.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 371

Tal y como lo sostienen Escobar Mendivelso y Gutiérrez Quintero7:


La antijuricidad es un concepto que tuvo origen dentro de la teoría general del
derecho. Cuando se habla de antijuricidad o antijuridicidad se entiende, en primera
instancia, la contrariedad con el ordenamiento jurídico, con el Derecho. Existe,
por tanto, antijuricidad en todas las ramas del derecho”.
Las características para identificar las causales de justificación son:
– Su naturaleza enteramente jurídica, esto es que su soporte debe venir del
derecho mismo, de todo el ordenamiento jurídico.
– El efecto jurídico de justificación, consistente en dar valor jurídico a una
lesión o puesta en peligro de un bien jurídicamente tutelado, o el de tornar
en irrelevante el resultado lesivo de la lesión8.
5. Culpabilidad: En materia disciplinaria sólo se podrá imponer sanción por
faltas realizadas con culpabilidad. Cabe destacar que según lo consagrado
en el artículo 29 de la Constitución Política “Toda persona se presume
inocente mientras no se le haya declarado judicialmente culpable”. Es
por ello que, encontramos que, tanto en el ámbito disciplinario como en
el penal, la culpabilidad se configura bajo el precepto de aplicabilidad
del principio constitucional de presunción de inocencia, por el cual
se establece, que toda persona es inocente hasta que judicialmente se
demuestre su culpabilidad, en el marco del cumplimiento de la garantía
judicial del debido proceso.
De esta forma, el derecho administrativo sancionador, asume algunos
principios pertenecientes al derecho penal, como los de legalidad, non bis
in idem y la proscripción de la analogía in peius. Esto hace posible precisar
la identidad que existe entre ambos órdenes normativos sancionadores,
y las diferencias que le dan autonomía a cada uno respecto del otro.
En este sentido, la Corte Constitucional de Colombia, en sentencia C-155-
029, de fecha 05 de marzo de 2002, con ponencia de la Magistrada Dra.
Clara Inés Vargas Hernández, claramente se estableció, lo siguiente:

7
Escobar Mendivelso, César Norberto y Gutiérrez Quintero, Fabián Alberto. La teoría del delito
y la teoría de la falta disciplinaria en el derecho positivo colombiano (análisis comparativo), Bogotá,
Revista Derecho y Realidad, N° 16, II semestre de 2010, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
UPTC, p. 229.
8
Ibídem, p. 230.
9
Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/c-155-02.htm
372 Manuel Espinoza Melet

Si la razón de ser de la falta disciplinaria es la infracción de unos deberes, para que


se configure violación por su incumplimiento, el servidor público infractor sólo
puede ser sancionado si ha procedido dolosa o culposamente, pues el principio de
la culpabilidad tiene aplicación no sólo para las conductas de carácter delictivo sino
también en las demás expresiones del derecho sancionatorio, entre ellas el derecho
disciplinario de los servidores públicos, toda vez que “el derecho disciplinario es
una modalidad de derecho sancionatorio, por lo cual los principios de derecho
penal se aplican mutatis mutandi en este campo pues la particular consagración
de garantías sustanciales y procesales a favor de la persona investigada se realiza
en aras del respeto de los derechos fundamentales del individuo en comento, y
para controlar la potestad sancionadora del Estado.
6. Debido proceso: El sujeto disciplinable deberá ser investigado por
funcionario competente y con observancia formal y material de las normas
que determinen la ritualidad del proceso, en los términos del Código.
Es por ello, que el debido proceso es un principio legal por medio del
cual el Estado está en la obligación de hacer respetar todos y cada uno
de los derechos legales que posee todo ciudadano de conformidad con
la ley. Siendo en consecuencia, el debido proceso un principio jurídico
procesal según el cual toda persona tiene derecho a ciertas garantías
mínimas, tendientes a asegurar un resultado justo y equitativo dentro del
proceso, permitiéndosele la oportunidad de ser oído y a hacer valer sus
pretensiones legítimas frente al juzgador.
Sobre este punto, cabe destacar lo señalado por Vergara Molano10:
Tal y como se observa, los mencionados principios rectores coronan el principio
del debido proceso que, como declara Libardo Riascos, es continente de otros
principios constitucionales –también contenidos en los principios 7 al 13 del
CDA–, al tiempo que desarrollan una amalgama normativa construida de varias
normas jurídicas de índole internacional que han sido reconocidas e incorporadas
al ordenamiento jurídico vigente (al efecto, p. ej. las Leyes 16 de 1976 y 74 de
1968), no obstante que su carácter de Derecho fundamental, que resulta aplicable
a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, conlleva para el Derecho
disciplinario, como había sentado ya la Sentencia C-280 de 1996 (M.P.: Alejandro
Martínez Caballero) que “siendo el Derecho disciplinario una modalidad del
Derecho sancionatorio, los principios del Derecho Penal se aplica, mutatis
mutandis, al Derecho disciplinario, pues la particular consagración de garantías
sustanciales y procesales a favor de la persona investigada se realiza en aras del
respeto de los Derechos fundamentales del individuo” lo cual, al tiempo, presupone

10
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, pp. 22
y 223.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 373

la predeterminación del ilícito y la pena correspondiente (de la falta de sanción en


el caso disciplinario), esto es, la tipicidad, que también ya había sido considerada
jurisprudencialmente para el caso en comento en las Sentencias C-195 de 1993 y
C-417 de 1993 (M.P.: José Gregorio Hernández).
7. Favorabilidad: En materia disciplinaria la ley permisiva o favorable,
aun cuando sea posterior, se aplicará de preferencia a la restrictiva o
desfavorable. Este principio rige también para quien esté cumpliendo
la sanción. La ley que fije la jurisdicción Y competencia o determine lo
concerniente a la sustanciación Y ritualidad del proceso se aplicará desde
el momento en que entre a regir, salvo lo que la ley determine.
En relación a la aplicabilidad del principio de favorabilidad en el derecho
disciplinario, ha sostenido la Corte Constitucional de Colombia, en
Sentencia C-692/0811, Expediente D-7147, de fecha 09 de julio de 2008,
con ponencia del Magistrado Dr. Manuel José Cepeda Espinosa, lo
siguiente:
La Corte ha considerado obligatorio el respeto del principio de favorabilidad, de
conformidad con el cual la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior,
se aplica de preferencia a la restrictiva o desfavorable. Frente a este punto, ha
advertido que aun cuando el artículo 29 de la Constitución se refiere a la aplicación
del principio en “materia penal”, ello “(…) no impide que el legislador lo extienda a
otros ámbitos del derecho sancionador, como el disciplinario. Tampoco conduce a
que el juez deba interpretar restrictivamente esta garantía, que tiene pleno sentido
y especial relevancia dentro de un estado social de derecho en otros contextos
punitivos diferentes al penal.
8. Presunción de inocencia: A quien se atribuya una falta disciplinaria se
presume inocente mientras no se declare su responsabilidad en sentencia
ejecutoriada. Durante la actuación toda duda razonable se resolverá a
favor del investigado cuando no haya modo de eliminarla.
La presunción de inocencia se encuentra consagrada en el artículo 29 de
la Constitución Política, el cual expresamente señala: “Toda persona se
presume inocente mientras no se declare su responsabilidad en sentencia
ejecutoriada. Durante la actuación toda duda razonable se resolverá a
favor del investigado cuando no haya modo de eliminarla”.
Con respecto al principio de presunción de inocencia en materia
disciplinaria, la Corte Constitucional de Colombia, mediante Sentencia

11
Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2008/C-692-08.htm
374 Manuel Espinoza Melet

T-969/0912, Expediente T-2338861, con ponencia del Magistrada Dra.


María Victoria Calle Correa, dictaminó lo siguiente:
Uno de los principios que expresan este criterio de legitimidad de las actuaciones
públicas –administrativas y jurisdiccionales– es el de presunción de inocencia.
Dicho principio aplica en todas las actuaciones que engloban el ámbito
sancionador del Estado y por consiguiente también en materia disciplinaria.
De esta forma, como lo ha establecido esta Corporación, quien adelante
la actuación disciplinaria deberá conforme las reglas del debido proceso,
demostrar que la conducta de que se acusa a una persona (i) es una conducta
establecida como disciplinable; (ii) que la ocurrencia de dicha conducta se
encuentra efectivamente probada y (iii) que la autoría y responsabilidad de ésta
se encuentra en cabeza del sujeto pasivo de la acción disciplinaria. Sólo después
de superados los tres momentos la presunción de inocencia queda desvirtuada,
como expresión de las garantías mínimas dentro de un Estado Constitucional.
Dicho principio es una garantía constitucional frente al poder punitivo. Sin
embargo, admite grados de rigor en su aplicación, pues si bien es cierto rige
todo el ámbito sancionador, también lo es que dicho ámbito está compuesto
por escenarios diferentes que implican grados diferenciales de aplicación
del principio, en relación con tres criterios básicos: (i) el bien jurídico que
pretende ampararse por medio del ámbito específico de sanción, (ii) el sujeto
pasivo de dicho poder punitivo y ligado a esto, (iii) la sanción a que da lugar
la responsabilidad. Esto es así, porque ningún principio es absoluto, de modo
que su aplicación en un caso concreto admite la ponderación de los elementos
que componen el ámbito de su aplicación. De esta forma, no supone el mismo
grado de rigor en la aplicación del principio de presunción de inocencia, el
ámbito penal que el disciplinario, aunque deba ser tenido en cuenta en los
dos, pues los bienes tutelados por el primero, son de mayor relevancia social
que los del segundo y por consiguiente la sanción y los derechos afectados por
ella, son también de mayor importancia, imponiendo sobre el citado principio
una mayor exigencia en su aplicación concreta. Esto es lo que significa que
los principios del derecho penal aplican en el disciplinario mutatus mutandi.
9. Non bis in idem: Los destinatarios del presente código cuya situación
se haya resuelto mediante sentencia ejecutoriada o decisión que tenga
la misma fuerza vinculante, proferidas por autoridad competente, no
serán sometidos a nueva investigación Y juzgamiento disciplinarios por
el mismo hecho, aun cuando a este se le dé una denominación distinta.
Este principio, se encuentra en el artículo 29 de la Constitución Política,
el cual determina que todo ciudadano tiene derecho a “no ser juzgado
dos veces por el mismo hecho”.

12
Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2009/t-969-09.htm
Capítulo XII. Régimen disciplinario 375

En este sentido, que la finalidad de este principio reside en el hecho


de evitar que los mismos hechos o conductas disciplinables, que han
sido objeto de controversia y decisión en un proceso de esta naturaleza,
posteriormente vuelvan a serlo en otro de igual carácter.
La Corte Constitucional de Colombia, en Sentencia C-870/0213, Expediente
D-3987, de fecha 15 de octubre de 2002, con ponencia del Magistrado Dr.
Manuel José Cepeda Espinosa, en relación al principio non bis in idem
dictaminó lo siguiente:
La aplicación del principio non bis in idem no está restringida al derecho penal,
sino, como lo ha dicho esta Corporación, “se hace extensivo a todo el universo
del derecho sancionatorio del cual forman parte las categorías del derecho
penal delictivo, el derecho contravencional, el derecho disciplinario, el derecho
correccional, el derecho de punición por indignidad política (impeachment) y
el régimen jurídico especial ético-disciplinario aplicable a ciertos servidores
públicos (pérdida de investidura de los Congresistas)”. El principio analizado
hace parte de las garantías a las que tiene derecho el sindicado, en sentido
amplio, por procesos disciplinarios.
PRINCIPIO NON BIS IN IDEM - Alcance de la expresión “derecho”
PRINCIPIO NON BIS IN IDEM-Función
La función de este derecho, conocido como el principio non bis in idem, es la de
evitar que el Estado, con todos los recursos y poderes a su disposición, trate varias
veces, si fracasó en su primer intento, de castigar a una persona por la conducta por
él realizada, lo cual colocaría a dicha persona en la situación intolerable e injusta
de vivir en un estado continuo e indefinido de ansiedad e inseguridad. Por eso,
este principio no se circunscribe a preservar la cosa juzgada sino que impide que
las leyes permitan, o que las autoridades busquen por los medios a su alcance,
que una persona sea colocada en la situación descrita.
10. Igualdad material: En la actuación disciplinaria prevalecerá la igualdad
material respecto de todos sus intervinientes.
La igualdad debe regir en todo proceso, no pudiendo existir discriminación
alguna o preferencia respecto de ninguno de los intervinientes. En este sentido,
la Constitución Política en su artículo 13, expresamente señala: “Todas las
personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección
y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”.

13
Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/C-870-02.htm
376 Manuel Espinoza Melet

11. Función de la sanción disciplinaria: La sanción disciplinaria, tiene función


preventiva y correctiva para garantizar la efectividad de los principios y
fines previstos en la Constitución, la ley y los tratados internacionales,
que se deben observar en el ejercicio de la profesión de abogado.
En relación con la función de la sanción disciplinaria, Vergara Molano14
plantea lo siguiente:
Por demás es de acotar que, tal y como declara el principio previsto en el
artículo 11, que por cierto no debiera ser considerado tal en la medida que
un fin no puede ser simultáneamente tomado como medio, la función de la
sanción disciplinaria no es solamente correctiva sino preventiva en la medida
en que su imposición hace que los abogados se abstengan de incurrir en
comportamientos previstos en la Ley 1123 como sancionables por temor a la
sanción, lo que en otras palabras significa la allende comentada pretensión del
CDA de direccionar un comportamiento deontológico a partir de la amenaza:
presupuesto contrafáctico, por un lado, por un lado, e incoherente en términos
de una ética racional autónoma como la que proclama el constitucionalismo
contemporáneo (por lo menos, en términos de Habermas o Alexy) por otro.
12. Derecho a la defensa: Durante la actuación el disciplinable tiene derecho
a la defensa material y a la designación de un abogado. Cuando se juzgue
como persona ausente se designará defensor de oficio.
La Constitución Política en su artículo 29, expresamente señala, en
relación al derecho a la defensa, lo siguiente: “Quien sea sindicado tiene
derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o
de oficio, durante la investigación y el juzgamiento”.
13. Criterios para la graduación de la sanción: La imposición de cualquier
sanción disciplinaria deberá responder a los principios de razonabilidad,
necesidad y proporcionalidad. En la graduación de la sanción deben
aplicarse los criterios que fija esta ley.
14. Gratuidad de la actuación: Ninguna actuación procesal causará erogación
a quien intervenga en el proceso, salvo el costo de las copias solicitadas
por los sujetos procesales.
El principio de gratuidad plantea que el trámite procesal no es oneroso,
es decir no tiene costo, de tal manera que todo ciudadano, puede acceder
y ejercitar su derecho y exponer su defensa.

14
Vergara Molano, Alberto. Op. Cit. Derecho Disciplinario del Abogado El Debido Proceso, p. 224.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 377

15. Interpretación: En la interpretación y aplicación del presente código el


funcionario competente debe tener en cuenta que la finalidad del proceso
es la prevalencia de la justicia, la efectividad del derecho sustantivo, la
búsqueda de la verdad material y el cumplimiento de los derechos y
garantías debidos a las personas que en él intervienen.
16. Aplicación de principios e integración normativa: En la aplicación del
régimen disciplinario prevalecerán los principios rectores contenidos en
la Constitución Política y en esta ley. En lo no previsto en este código
se aplicarán los tratados internacionales sobre Derechos Humanos y
deontología de los abogados, y lo dispuesto en los Códigos Disciplinario
Único, Penal, de Procedimiento Penal y de Procedimiento Civil, en lo
que no contravenga la naturaleza del derecho disciplinario.

3. FALTA DISCIPLINARIA

Tal y como lo establece el artículo 17 de la Ley 1123 “Constituye falta


disciplinaria y da lugar a imposición de sanción la comisión de cualquiera de las
conductas previstas como tales en el presente código”.
En virtud de ello, solamente se procederá a la imposición de sanciones,
a aquellos abogados que se encuentren incursos en las casuales taxativamente
establecidas en el Código Disciplinario del Abogado.

4. ÁMBITO DE APLICACIÓN

Dispone el artículo 17 de la Ley 1123 “El presente código se aplicará a sus


destinatarios cuando incurran en falta disciplinaria dentro del territorio nacional
y extranjero. En este caso será menester que la gestión profesional se hubiere
encomendado en Colombia.
Parágrafo. Los estudiantes adscritos a los consultorios jurídicos de las
universidades del país serán disciplinados conforme a los estatutos de la
correspondiente universidad.”

5. FORMAS DE REALIZACIÓN DEL COMPORTAMIENTO

Los artículos 20 y 21 de la Ley 1123, con relación a las formas de realización


del comportamiento, determina que las faltas disciplinarias se realizan por acción
u omisión y que solo son sancionables a título de dolo o culpa.
378 Manuel Espinoza Melet

6. EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN

6.1 Causales

En relación a las causales de extinción de la acción disciplinaria, dispone el


artículo 23 de la Ley 1123, que serán las siguientes:
1. La muerte del disciplinable.
2. La prescripción.
El desistimiento del quejoso no extingue la acción disciplinaria.

6.2 Prescripción

En cuanto a los términos de prescripción, establece el artículo 24 de la Ley


1123, que la acción disciplinaria prescribe en cinco años, contados para las faltas
instantáneas desde el día de su consumación y para las de carácter permanente o
continuado desde la realización del último acto ejecutivo de la misma.
Cuando fueren varias las conductas juzgadas en un solo proceso, la
prescripción de las acciones se cumple independientemente para cada una de ellas.

6.3 Renuncia

En lo atinente a la renuncia a la prescripción, dispone el artículo 25 de la


Ley 1123, que el disciplinable podrá renunciar a la prescripción de la acción
disciplinaria dentro del término de ejecutoria del auto que la decrete. En este caso
la acción sólo podrá proseguirse por un término máximo de dos años, contados
a partir de la presentación personal de la solicitud, vencido el cual, sin que se
hubiese proferido y ejecutoriado decisión definitiva, no procederá determinación
distinta a la declaratoria de prescripción.

7. EXTINCIÓN DE LA SANCIÓN

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 26 de la Ley 1123, que son


causales de extinción de la sanción disciplinaria:
1. La muerte del sancionado.
2. La prescripción.
3. La rehabilitación.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 379

Establece el artículo 27, que la sanción disciplinaria prescribe en un término


de cinco años, contados a partir de la ejecutoria del fallo.

8. FALTAS DISCIPLINARIAS

8.1 Faltas contra la dignidad de la abogacía

El artículo 3015 de la Ley 1123, establece que son faltas contra la dignidad
de la profesión, las siguientes:
1. Intervenir en actuación judicial o administrativa de modo que impida,
perturbe o interfiera el normal desarrollo de las mismas.
2. Encontrarse en estado de embriaguez o bajo el efecto de sustancias
estupefacientes o de aquellas que produzcan dependencia, alteren la
conciencia y la voluntad al momento de realizar las actuaciones judiciales
o administrativas en calidad de abogado o en el ejercicio de la profesión.
3. Provocar o intervenir voluntariamente en riñas o escándalo público
originado en asuntos profesionales.
4. Obrar con mala fe en las actividades relacionadas con el ejercicio de la
profesión.
5. Utilizar intermediarios para obtener poderes o participar honorarios con
quienes lo han recomendado16.
6. Patrocinar el ejercicio ilegal de la abogacía.
7. Obtener clientes aprovechándose de una situación de calamidad que afecte
gravemente la libertad de elección.

15
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. Ética del Abogado, p. 159: “Este artículo derogó tácitamente
el artículo 48 del Decreto 196 de 1971. La Corte por Sentencia C-098 de 2003 (M.P. Jaime Araújo
Rentería) declaró inexequibles los numerales 1°,2°,3°,4°,5° y 6° del artículo 48 del Decreto 196 de
1971, exequible el numeral 8° e inexequible la expresión “o del ingreso a la profesión de personas
de malos antecedentes o que no reúnan las condiciones habilitantes” contenida en el numeral 8°
del artículo 48 del citado Decreto 196 de 1971. En la nueva norma se toman en consideración las
razones de las inexequibilidades parciales declaradas por la Corte Constitucional. En efecto, que la
falta de embriaguez debe referirse no a actos particulares del abogado, sino a actuaciones judiciales
o administrativas en calidad de abogado que alteren su conciencia y voluntad.
16
La Corte Constitucional se declaró inhibida de fallar sobre este numeral por ineptitud de la demanda,
mediante Sentencia C-694-08, de fecha 9 de julio de 2008, Magistrado Ponente Dr. Jaime Araujo
Rentería.
380 Manuel Espinoza Melet

8.2 Faltas contra el decoro profesional

El artículo 31 de la Ley 1123, establece que son faltas contra el decoro


profesional:
1. Utilizar propaganda que no se limite al nombre del abogado, sus títulos
y especializaciones académicas, los cargos desempeñados, los asuntos
que atiende de preferencia o con exclusividad y los datos relativos a su
domicilio profesional.
2. Solicitar o conseguir publicidad laudatoria para sí o para los servidores
públicos que conozcan o hayan conocido de los asuntos concretos a cargo
del abogado.

8.2.1 Faltas contra el respeto debido a la administración de justicia y a las


autoridades administrativas

El artículo 31 de la Ley 1123, establece que constituyen faltas contra el respeto


debido a la administración de justicia y a las autoridades administrativas: Injuriar
o acusar temerariamente a los servidores públicos, abogados y demás personas que
intervengan en los asuntos profesionales, sin perjuicio del derecho de reprochar
o denunciar, por los medios pertinentes, los delitos o las faltas cometidas por
dichas personas.

8.2.2 Faltas contra la recta y leal realización de la justicia y los fines del
Estado

De conformidad con lo establecido el artículo 33 de la Ley 1123, que son


faltas contra la recta y leal realización de la justicia y los fines del Estado:
1. Emplear medios distintos de la persuasión para influir en el ánimo de los
servidores públicos, sus colaboradores o de los auxiliares de la justicia.
2. Promover una causa o actuación manifiestamente contraria a derecho.
3. Promover la presentación de varias acciones de tutela respecto de los
mismos hechos y derechos, caso en el cual se aplicarán las sanciones
previstas en el artículo 38 del Decreto 2591 de 1991.
4. Recurrir en sus gestiones profesionales a las amenazas o a las alabanzas
a los funcionarios, a sus colaboradores o a los auxiliares de la justicia.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 381

5. Invocar relaciones personales, profesionales, gremiales, políticas,


culturales o religiosas con los funcionarios, sus colaboradores o los
auxiliares de la justicia.
6. Valerse de dádivas, remuneraciones ilegales, atenciones injustificadas o
insólitas o de cualquier otro acto equívoco que pueda ser interpretado
como medio para lograr el favor o la benevolencia de los funcionarios,
de sus colaboradores o de los auxiliares de la justicia.
7. Aconsejar, patrocinar o intervenir en cualquier acto que comporte el
desplazamiento de las funciones propias de los auxiliares de la justicia.
También incurre en esta falta el abogado que de cualquier modo acceda a
los bienes materia del litigio o involucrados en este mientras se encuentre
en curso.
8. Proponer incidentes, interponer recursos, formular oposiciones o
excepciones, manifiestamente encaminados a entorpecer o demorar el
normal desarrollo de los procesos y de las tramitaciones legales y, en
general, el abuso de las vías de derecho o su empleo en forma contraria
a su finalidad.
9. Aconsejar, patrocinar o intervenir en actos fraudulentos en detrimento
de intereses ajenos, del Estado o de la comunidad17.
10. Efectuar afirmaciones o negaciones maliciosas, citas inexactas,
inexistentes o descontextualizadas que puedan desviar el recto criterio
de los funcionarios, empleados o auxiliares de la justicia encargados de
definir una cuestión judicial o administrativa.
11. Usar pruebas o poderes falsos, desfigurar, amañar o tergiversar las pruebas
o poderes con el propósito de hacerlos valer en actuaciones judiciales o
administrativas.
12. Infringir las disposiciones legales sobre la reserva sumarial.
13. Infringir el deber relacionado con el domicilio profesional.
14. Efectuar desgloses, retirar expedientes, archivos o sus copias, sin
autorización, consignar glosas, anotaciones marginales en los mismos o
procurar su destrucción.

17
La Corte Constitucional mediante Sentencia C-393-06 de 24 de mayo de 2006, Magistrado Ponente
Dr. Rodrigo Escobar Gil, declaró exequible por los cargos analizados, el numeral 2° del artículo 52
del Decreto 196 de 1971, texto que corresponde al dispuesto en este numeral.
382 Manuel Espinoza Melet

8.2.3 Faltas de lealtad contra el cliente

De conformidad con lo establecido el artículo 34 de la Ley 1123, constituyen


faltas de lealtad con el cliente:
a. No expresar su franca y completa opinión acerca del asunto consultado
o encomendado;
b. Garantizar que, de ser encargado de la gestión, habrá de obtener un
resultado favorable;
c. Callar, en todo o en parte, hechos, implicaciones jurídicas o situaciones
inherentes a la gestión encomendada o alterarle la información correcta,
con ánimo de desviar la libre decisión sobre el manejo del asunto;
d. No informar con veracidad la constante evolución del asunto encomendado
o las posibilidades de mecanismos alternos de solución de conflictos;
e. Asesorar, patrocinar o representar, simultánea o sucesivamente, a quienes
tengan intereses contrapuestos, sin perjuicio de que pueda realizar, con
el consentimiento de todos, gestiones que redunden en provecho común;
En esta falta también pueden incurrir los miembros de una misma firma
o sociedad de abogados que representen intereses contrapuestos;
f. Revelar o utilizar los secretos que le haya confiado el cliente, aun en virtud
de requerimiento de autoridad, a menos que haya recibido autorización
escrita de aquel, o que tenga necesidad de hacer revelaciones para evitar
la comisión de un delito18;
g. Adquirir del cliente directa o indirectamente todo o parte de su interés
en causa, a título distinto de la equitativa retribución de los servicios y
gastos profesionales;
h. Callar las relaciones de parentesco, amistad o interés con la parte
contraria o cualquiera otra situación que pueda afectar su independencia o
configurar motivo determinante para interrumpir la relación profesional,
i. Aceptar cualquier encargo profesional para el cual no se encuentre
capacitado, o que no pueda atender diligentemente en razón del exceso
de compromisos profesionales.

18
Declarado exequible por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-301-12 de 25 de abril de
2012, Magistrado Ponente Dr. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, “siempre y cuando tal conducta se
encuadre en la causal de exoneración contemplada en el numeral 4 del artículo 22 de la misma ley”.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 383

8.2.4 Faltas a la honradez del abogado

De conformidad con lo establecido el artículo 35 de la Ley 1123, constituyen


faltas a la honradez del abogado:
1. Acordar, exigir u obtener del cliente o de tercero remuneración o beneficio
desproporcionado a su trabajo, con aprovechamiento de la necesidad, la
ignorancia o la inexperiencia de aquellos.
2. Acordar, exigir u obtener honorarios que superen la participación
correspondiente al cliente.
3. Exigir u obtener dinero o cualquier otro bien para gastos o expensas
irreales o ilícitas.
4. No entregar a quien corresponda y a la menor brevedad posible dineros,
bienes o documentos recibidos en virtud de la gestión profesional, o
demorar la comunicación de este recibo.
5. No rendir, a la menor brevedad posible, a quien corresponda, las cuentas
o informes de la gestión o manejo de los bienes cuya guarda, disposición
o administración le hayan sido confiados por virtud del mandato, o con
ocasión del mismo.
6. No expedir recibos donde consten los pagos de honorarios o de gastos.

8.2.5 Faltas a la lealtad y honradez con los colegas

De conformidad con lo establecido el artículo 36 de la Ley 1123, constituyen


faltas a la lealtad y honradez con los colegas:
1. Realizar directamente o por interpuesta persona, gestiones encaminadas
a desplazar o sustituir a un colega en asunto profesional de que este se
haya encargado, u ofrecer o prestar sus servicios a menor precio para
impedir que se confiera el encargo a otro abogado.
2. Aceptar la gestión profesional a sabiendas de que le fue encomendada a
otro abogado, salvo que medie la renuncia, paz y salvo o autorización del
colega reemplazado, o que se justifique la sustitución19.

19
El texto similar incluido en el numeral 2. del artículo 56 del Decreto 196 de 1971 declarado exequible
por los cargos analizados en la sentencia, por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-212-07
de 21 de marzo de 2007, Magistrado Ponente Dr. Humberto Antonio Sierra Porto.
384 Manuel Espinoza Melet

3. Negociar directa o indirectamente con la contraparte, sin la intervención


o autorización del abogado de esta.
4. Eludir o retardar el pago de los honorarios, gastos o expensas debidos a
un colega o propiciar estas conductas.

8.2.6 Faltas a la debida diligencia profesional

De conformidad con lo establecido el artículo 37 de la Ley 1123, constituyen


faltas a la debida diligencia profesional:
1. Demorar la iniciación o prosecución de las gestiones encomendadas o
dejar de hacer oportunamente las diligencias propias de la actuación
profesional, descuidarlas o abandonarlas.
2. Omitir o retardar la rendición escrita de informes de la gestión en los
términos pactados en el mandato o cuando le sean solicitados por el
cliente, y en todo caso al concluir la gestión profesional.
3. Obrar con negligencia en la administración de los recursos aportados por
el cliente para cubrir los gastos del asunto encomendado.
4. Omitir o retardar el reporte a los Juzgados de los abonos a las obligaciones
que se están cobrando judicialmente.

8.2.7 Faltas contra el deber de prevenir litigios y facilitar mecanismos de


solución alternativa de conflictos

De conformidad con lo establecido el artículo 38 de la Ley 1123, son


faltas contra el deber de prevenir litigios y facilitar los mecanismos de solución
alternativa de conflictos:
1. Promover o fomentar litigios innecesarios, inocuos o fraudulentos.
2. Entorpecer los mecanismos de solución alternativa de conflictos con el
propósito de obtener un lucro mayor o fomentarlos en su propio beneficio.

8.2.8 Otras faltas disciplinarias

De conformidad con lo establecido el artículo 39 de la Ley 1123, constituye


falta disciplinaria, el ejercicio ilegal de la profesión, y la violación de las
disposiciones legales que establecen el régimen de incompatibilidades para el
ejercicio de la profesión o al deber de independencia profesional.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 385

Cabe destacar, que existen en otras legislaciones también otras faltas


disciplinarias, destacando la que se refiere a la actuación temeraria en las acciones
de tutela, consagrada en el artículo 38 del Decreto 2591 de 1991, el cual establece
lo siguiente: “Cuando, sin motivo expresamente justificado, la misma acción de
tutela sea presentada por la misma persona o su representante ante varios jueces
o tribunales, se rechazarán o decidirán desfavorablemente todas las solicitudes.
El abogado que promoviere la presentación de varias acciones de tutela respecto
de los mismos hechos y derechos, será sancionado con la suspensión de la tarjeta
profesional el menos por dos años. En caso de reincidencia, se le cancelará su
tarjeta profesional, sin perjuicio de las demás sanciones a que haya lugar”.

9. RÉGIMEN SANCIONATORIO

9.1 Sanciones disciplinarias

Tal y como lo dispone el artículo 4020 de la Ley 1123 “El abogado que incurra
en cualquiera de las faltas reseñadas en el título precedente será sancionado con

20
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-379/08, de fecha 23 de abril de 2008, Magistrado
Ponente Dr. Humberto Antonio Sierra Porto: “7.- Con fundamento en lo anterior, la Corte
Constitucional concluyó que el cargo por vulneración del principio de legalidad (artículo 29 Superior)
–alegado en contra del artículo 40 de la Ley 1123 de 2007– no podía prosperar, por cuanto si bien
era cierto el precepto acusado no asignaba a cada falta o a cada categoría de faltas una sanción
específica y, por tanto, configuraba un amplio margen de apreciación en cabeza de la autoridad
disciplinaria, también lo era, que tal espacio de libertad se encontraba delimitado por medio de un
conjunto de deberes consignados en forma explícita así como por la creación de un catálogo de
faltas en torno a determinados intereses jurídicos y, en especial, por unos criterios de graduación
de la sanción contenidos en el artículo 45 de la Ley 1123 de 2007 que, según la Corte, “atienden
exigencias de lesividad, impacto particular y general de la conducta, valoración de actitudes internas
del disciplinable y en general de la conducta, valoración de actitudes internas del disciplinable y, en
general, [cánones] de proporcionalidad.”
8.- En virtud de lo expuesto, considera la Corte que en cuanto a la demanda contra el artículo 40 de
la Ley 1123 de 2007, se ha presentado el fenómeno de la cosa juzgada constitucional respecto de
la sentencia C-290 de 2008. Mediante esta sentencia se pronunció la Corporación sobre el mismo
precepto normativo y el cargo alegado fue el mismo. Como se indicó más arriba, la Corporación
examinó el reparo de inconstitucionalidad y encontró que no existían razones para que prosperara.
En vista de lo anterior, respecto de la acusación elevada contra el artículo 40 del Código Disciplinario
del Abogado, la Sala Plena resuelve estarse a lo resuelto en la sentencia C-290 de 2008.
Ahora bien, respecto de los otros preceptos demandados en la presente ocasión, esto es, los artículos
41 (Censura); 42 (Multa); 43 (Suspensión); 44 (Exclusión) de la Ley 1123 de 2007 “Por la cual se
establece el Código Disciplinario del Abogado”, a juicio de la Corporación el reparo elevado en
contra de las mencionadas disposiciones por desconocimiento del principio de legalidad, contenido
en el artículo 29 de la Constitución Nacional, coincide con el presentado y estudiado por la sentencia
386 Manuel Espinoza Melet

censura, multa, suspensión o exclusión del ejercicio de la profesión, las cuales se


impondrán atendiendo los criterios de graduación establecidos en este código”.

9.1.1 Criterios de graduación de la sanción

A los efectos de los criterios de graduación de la sanción disciplinaria, dispone


el artículo 45 de la Ley 1123, los siguientes:
a. Criterios generales
1. La trascendencia social de la conducta.
2. La modalidad de la conducta.
3. El perjuicio causado.
4. Las modalidades y circunstancias en que se cometió la falta, que se
apreciarán teniendo en cuenta el cuidado empleado en su preparación.
5. Los motivos determinantes del comportamiento.
b. Criterios de atenuación.
1. La confesión de la falta antes de la formulación de cargos. En este
caso la sanción no podrá ser la exclusión siempre y cuando carezca
de antecedentes disciplinarios21.
2. Haber procurado, por iniciativa propia, resarcir el daño o compensar
el perjuicio causado. En este caso se sancionará con censura siempre
y cuando carezca de antecedentes disciplinarios.
c. Criterios de agravación.
1. La afectación de Derechos Humanos.
2. La afectación de derechos fundamentales.
3. Atribuir la responsabilidad disciplinaria infundadamente a un tercero.

C-290 de 2008, motivo por el cual la Corte se sustentará en las consideraciones efectuadas por
la Corporación en esa sentencia, para declarar la exequibilidad de los artículos 41 (Censura); 42
(Multa); 43 (Suspensión); 44 (Exclusión) de la Ley 1123 de 2007 “Por la cual se establece el Código
Disciplinario del Abogado”.
21
La expresión “siempre y cuando carezca de antecedentes disciplinarios” fue declarada exequible, por
la Corte Constitucional de Colombia, mediante Sentencia C-290-08, de fecha 02 de abril de 2008,
Magistrado Ponente Dr. Jaime Córdoba Triviño.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 387

4. La utilización en provecho propio o de un tercero de los dineros,


bienes o documentos que hubiere recibido en virtud del encargo
encomendado.
5. Cuando la falta se realice con la intervención de varias personas, sean
particulares o servidores públicos.
6. Haber sido sancionado disciplinariamente dentro de los 5 años
anteriores a la comisión de la conducta que se investiga.
7. Cuando la conducta se realice aprovechando las condiciones de
ignorancia, inexperiencia o necesidad del afectado.
En relación a la motivación de la dosificación sancionatoria, el artículo 46
establece que toda sentencia deberá contener una fundamentación completa y
explícita sobre los motivos de la determinación cualitativa y cuantitativa de la
sanción.
En cuanto a la ejecución y registro de la sanción, dispone el artículo 47,
que una vez notificada la sentencia de segunda instancia, la oficina de Registro
Nacional de Abogados anotará la sanción impuesta. Esta comenzará a regir a
partir de la fecha del registro.
Para tal efecto, la Secretaría Judicial de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del
Consejo Superior de la Judicatura, luego de la referida notificación hará entrega
inmediata de copia de la sentencia a la oficina de registro.

10. PROCEDIMIENTO DISCIPLINARIO

10.1 Principios rectores

Los principios rectores que se establecen para el procedimiento disciplinario,


se encuentran comprendidos en los artículos 45 a 58 del Código Disciplinario del
Abogado, siendo los siguientes:
1. Principios constitucionales que orientan la función disciplinaria.
2. Prevalencia del derecho sustancial: En la aplicación de las normas
procesales del Código Disciplinario del Abogado, deberá prevalecer
la efectividad de los derechos sustanciales sobre las disposiciones
procedimentales.
3. Gratuidad: Ninguna actuación procesal causará erogación a quien
intervenga en el proceso, salvo el costo de las copias solicitadas por los
intervinientes autorizados.
388 Manuel Espinoza Melet

4. Celeridad: El funcionario competente deberá impulsar oficiosamente la


actuación disciplinaria y cumplirá estrictamente los términos previstos
en el Código Disciplinario del Abogado.
5. Eficiencia: Los funcionarios deberán ser diligentes en la investigación y
juzgamiento de los asuntos de su competencia de tal forma que garanticen
la calidad de sus decisiones y su emisión oportuna.
6. Lealtad: Todos los que intervienen en la actuación disciplinaria, tienen
el deber de obrar con lealtad y buena fe.
7. Motivación: Toda decisión de fondo deberá motivarse adecuadamente.
8. Doble instancia: Las sentencias y demás providencias expresamente
previstas en el Código Disciplinario del Abogado tendrán segunda
instancia.
9. Publicidad: La actuación disciplinaria será conocida por los intervinientes
a partir de la resolución de apertura de la investigación disciplinaria y
será pública a partir de la audiencia de juzgamiento.
10. Oralidad: La actuación procesal será oral, para lo cual se utilizarán los
medios técnicos disponibles que permitan imprimirle mayor agilidad y
fidelidad, sin perjuicio de conservar un registro de lo acontecido. A estos
efectos se levantará un acta breve y clara que sintetice lo actuado.
11. Contradicción: En desarrollo de la actuación los intervinientes autorizados
tendrán derecho a presentar y controvertir las pruebas.

10.2 Competencia

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 59 de la Ley 1123, es competente


la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, para
conocer:
1. En segunda instancia, de la apelación y la consulta de las providencias
proferidas por las Salas Jurisdiccionales Disciplinarias de los Consejos
Seccionales de la Judicatura, en los términos previstos en la Ley
Estatutaria de la Administración de Justicia y del Código Disciplinario
del Abogado.
2. De los conflictos de competencia territorial que se susciten entre las Salas
Disciplinarias de los Consejos Seccionales de la Judicatura.
3. De las solicitudes de cambio de radicación de los procesos.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 389

Dispone el artículo 60, que la competencia de las Salas Jurisdiccionales


Disciplinarias de los Consejos Seccionales de la Judicatura en primera instancia,
son las siguientes:
1. De los procesos disciplinarios contra los abogados por faltas cometidas
en el territorio de su jurisdicción.
2. De las solicitudes de rehabilitación de los abogados.

10.3 Impedimento y recusaciones

10.3.1 Causales

En relación a las causales de impedimento y recusación para los funcionarios


judiciales que ejerzan la función disciplinaria, establece el artículo 61 del Código
Disciplinario del Abogado, las siguientes:
1. Tener interés directo en la actuación disciplinaria, o tenerlo su cónyuge,
compañero permanente, o alguno de sus parientes dentro del cuarto grado
de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad.
2. Haber proferido la decisión de cuya revisión se trata, o ser cónyuge
o compañero permanente, o pariente dentro del cuarto grado de
consanguinidad o civil, o segundo de afinidad, del inferior que dictó la
providencia.
3. Ser cónyuge o compañero permanente, o pariente dentro del cuarto grado
de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad, de cualquiera de los
intervinientes.
4. Haber sido apoderado o defensor de alguno de los intervinientes o
contraparte de cualquiera de ellos, o haber dado consejo o manifestado
su opinión sobre el asunto materia de la actuación.
5. Tener amistad íntima o enemistad grave con cualquiera de los intervi-
nientes.
6. Ser o haber sido socio de cualquiera de los intervinientes en sociedad
colectiva, de responsabilidad limitada, en comandita simple, o de hecho,
o serlo o haberlo sido su cónyuge o compañero permanente, o pariente
dentro del cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad.
7. Ser o haber sido heredero, legatario o guardador de cualquiera de los
intervinientes, o serlo o haberlo sido su cónyuge o compañero permanente,
390 Manuel Espinoza Melet

o pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo


de afinidad.
8. Estar o haber estado vinculado legalmente a una investigación penal o
disciplinaria en la que se le hubiere proferido resolución de acusación o
formulado cargos, por denuncia o queja instaurada por cualquiera de los
intervinientes.
9. Ser o haber sido acreedor o deudor de cualquiera de los intervinientes,
salvo cuando se trate de sociedad anónima, o serlo o haberlo sido su
cónyuge o compañero permanente, o pariente dentro del cuarto grado
de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad.
10. Haber dejado vencer, sin actuar, los términos que la ley señale, a menos
que la demora sea debidamente justificada.

10.3.2 Declaración de impedimento

El funcionario judicial deberá declararse impedido inmediatamente advierta


que se encuentra incurso en cualquiera de las anteriores causales, expresando las
razones, señalando la causal y si fuere el caso aportando las pruebas pertinentes.

10.3.3 Recusaciones

De conformidad con lo establecido en el artículo 63 del Código Disciplinario


del Abogado, cualquiera de los intervinientes podrá recusar al funcionario judicial
que conozca de la actuación disciplinaria, con base en las causales a que se refiere
el artículo 61 de la Ley 1123, acompañando las pruebas en que se funde.

10.3.4 Procedimiento en caso de impedimento o recusación

El procedimiento a seguir en caso de impedimento o recusación, dispone el


artículo 64, que conocerá el que le siga en turno en la respectiva Sala Jurisdiccional,
quien decidirá de plano dentro de los tres días siguientes a la fecha de su recibo. Si
la causal de impedimento se extiende a todos los integrantes de la Sala, el trámite
del mismo se adelantará por conjuez.
Cuando se trate de recusación, el funcionario judicial manifestará si acepta o
no la causal, dentro de los dos días siguientes a la fecha de su formulación. Vencido
este término, se seguirá el trámite señalado en el inciso anterior.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 391

La actuación disciplinaria se suspenderá desde que se manifieste el


impedimento o se presente la recusación y hasta cuando se decida.

11. INTERVINIENTES

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 65, que podrán intervenir en


la actuación disciplinaria:
1. El investigado,
2. Su defensor,
3. El defensor suplente cuando sea necesario;
4. El Ministerio Público podrá hacerlo en cumplimiento de sus funciones
constitucionales.
Dispone el artículo 66, que los intervinientes se encuentran facultados para:
1. Solicitar, aportar y controvertir pruebas e intervenir en su práctica.
2. Interponer los recursos de ley.
3. Presentar las solicitudes que consideren necesarias para garantizar la
legalidad de la actuación disciplinaria y el cumplimiento de sus fines, y
4. Obtener copias de la actuación, salvo que por mandato constitucional o
legal estas tengan carácter reservado.
El quejoso solamente podrá concurrir al disciplinario para la formulación
y ampliación de la queja bajo la gravedad del juramento, aporte de pruebas
e impugnación de las decisiones que pongan fin a la actuación, distintas a la
sentencia. Para este efecto podrá conocerlas en la Secretaría de la Sala respectiva.

11.1 Inicio de la acción disciplinaria

Tal y como lo establece el artículo 67, la acción disciplinaria se podrá iniciar:


1. De oficio,
2. Por información proveniente de servidor público o por otro medio que
amerite credibilidad,
3. Por queja presentada por cualquier persona. No procederá en caso de
anónimos, salvo cuando estos suministren datos o medios de prueba
que permitan encausar la investigación y cumplan con los requisitos
392 Manuel Espinoza Melet

mínimos establecidos en el artículo 38 de la Ley 190 de 1995 y 27 de la


Ley 24 de 1992.

11.2 Procedencia

Establece el artículo 68, que la Sala del conocimiento deberá examinar la


procedencia de la acción disciplinaria y podrá desestimar de plano la queja si
la misma no presta mérito para abrir proceso disciplinario o existe una causal
objetiva de improcedibilidad.
En el caso de quejas falsas y temerarias, establece el artículo 69, que las
referidas a hechos disciplinariamente irrelevantes, de imposible ocurrencia o
que sean presentados de manera absolutamente inconcreta o difusa, darán lugar
a inhibirse de iniciar actuación alguna.
Advertida la falsedad o temeridad de la queja, el investigador podrá imponer
una multa hasta de 180 salarios mínimos legales diarios vigentes. Las Salas
Jurisdiccionales Disciplinarias de los Consejos Seccionales de la Judicatura, en
los casos que se advierta la temeridad de la queja, podrán imponer sanción de
multa, previa audiencia del quejoso, por medio de resolución motivada contra la
cual procede únicamente el recurso de reposición que puede ser interpuesto dentro
de los dos días siguientes a su notificación personal o por estado.

12. NOTIFICACIONES Y COMUNICACIONES

Establece el artículo 70 de la Ley 1123, que la notificación de las decisiones


disciplinarias a los intervinientes puede ser:
1. Personal,
2. Por estado,
3. En estrados,
4. Por edicto o por conducta concluyente.
En relación a la notificación personal, dispone el artículo 71, que las mismas
se efectuarán en los siguientes casos:
1. El auto de trámite de apertura de proceso,
2. Las sentencias de primera y segunda instancia,
3. Las demás decisiones que pongan fin a la actuación,
Capítulo XII. Régimen disciplinario 393

4. El auto que niega el recurso de apelación,


5. El que decide sobre la rehabilitación,
6. La resolución que sanciona al recusante temerario.
A los fines de la notificación por medios de comunicación electrónicos,
establece el artículo 72, que las que deban notificarse personalmente podrán ser
enviadas al número de fax o a la dirección de correo electrónico del disciplinable
o de su defensor, si previamente y por escrito hubieren aceptado ser notificados
de esta manera. La notificación se entenderá surtida en la fecha que aparezca en
el reporte del fax o en que el correo electrónico sea enviado.
En lo atinente a la notificación de sentencias y providencias interlocutorias,
dispone el artículo 73, que una vez proferida la decisión por la Sala, a más tardar
al día siguiente se librará comunicación por el medio más expedito con destino al
interviniente que deba notificarse; si no se presenta a la secretaría judicial de la
Sala que profirió la decisión dentro de los tres días hábiles siguientes, se procederá
a notificar por estado o por edicto.
En la comunicación se indicará la fecha de la providencia y la decisión tomada.
En cuanto a la notificación por estado, de acuerdo con el artículo 74, la
misma se hará conforme lo dispone el Código de Procedimiento Civil y procede
de manera subsidiaria a la notificación personal.
La notificación por edicto se hará conforme lo dispone el Código de
Procedimiento Civil y procede de manera subsidiaria a la notificación personal
de la sentencia, tal y como se encuentra establecido en el artículo 75.
Con relación a la notificación en estrados, dispone el artículo 76, que las decisiones
que se profieran en audiencia se consideran notificadas a todos los intervinientes
inmediatamente se haga el pronunciamiento, se encuentren o no presentes.
La notificación por conducta concluyente, de conformidad con el artículo 77
“Cuando no se hubiere realizado la notificación, o esta fuere irregular, la exigencia
legal se entiende cumplida, para todos los efectos, si el interviniente no reclama
y actúa en diligencias posteriores o interpone recursos contra ellos o se refiere a
las mismas o a su contenido en escritos o alegatos verbales posteriores.”
Por último, dispone el artículo 78, que se deberá comunicar al quejoso de
las decisiones que pongan fin a la actuación, distintas a la sentencia, debiéndose
adjuntársele copia de la decisión a la dirección registrada en el expediente al día
siguiente del pronunciamiento. Se entenderá cumplida la comunicación cuando hayan
transcurrido cinco días, después de la fecha de su entrega a la oficina de correo.
394 Manuel Espinoza Melet

Las decisiones no susceptibles de recurso se comunicarán al día siguiente por


el medio más eficaz y de ello se dejará constancia en el expediente.

13. RECURSOS Y EJECUTORIA

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 79 del Código Disciplinario del


Abogado, contra las decisiones disciplinarias proceden los recursos de reposición
y apelación de acuerdo con lo previsto en la Ley 1123 y contra las decisiones de
simple trámite no procede recurso alguno.
En relación al recurso de reposición, establece el artículo 80, que el mismo
procede contra las decisiones interlocutorias dictadas en audiencia o diligencia;
se interpondrá y sustentará de manera oral en el mismo acto, y será resuelto
inmediatamente; el auto que lo decida se notificará en estrados. También procede
contra los autos que imponen multa al quejoso temerario y al testigo renuente, y
el que decide la solicitud de rehabilitación.
A los fines del recurso de apelación, de acuerdo con el artículo 81: “Procede
únicamente contra las decisiones de terminación del procedimiento, de nulidad
decretada al momento de dictar sentencia de primer grado, de rehabilitación, la
que niega la práctica de pruebas y contra la sentencia de primera instancia.
Podrá interponerse de manera principal o subsidiaria al recurso de reposición
respecto de las providencias que lo admitan.
Se concederá en el efecto suspensivo y salvo norma expresa en contrario,
deberá interponerse y sustentarse por escrito dentro de los tres (3) días siguientes a
la última notificación. Vencido este término, los no apelantes podrán pronunciarse
en relación con el recurso dentro de los dos (2) días siguientes.
Sobre su concesión se decidirá de plano. El recurso será rechazado cuando
no sea sustentado o se interponga de manera extemporánea, decisión contra la
cual no procede recurso alguno”.
El artículo 82, prohíbe expresamente la reformatio in pejus, razón por la cual,
el superior, en la providencia que resuelva el recurso de apelación interpuesto
contra el fallo sancionatorio, cuando se trate de apelante único, no podrá agravar
la sanción impuesta.
En relación a la ejecutoria, el artículo 83, establece: “Las decisiones contra
las que proceden recursos dictadas en audiencia o diligencia, exceptuando la que
decreta la terminación del procedimiento, quedarán en firme al finalizar esta o la
sesión donde se hayan proferido, si no fueren impugnadas.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 395

Las decisiones dictadas por fuera de audiencia contra las que proceden
recursos quedarán en firme tres días después de su última notificación, si no
fueren impugnadas”.

14. PRUEBAS

En lo atinente al acervo probatorio, el Código Disciplinario del Abogado,


plantea un buen espectro en ese particular; facilitando la accesibilidad de una
serie de medios de prueba que garantizan el buen desenvolvimiento del proceso
disciplinario, materializando la vigencia del derecho a la defensa por intermedio
de los diversos instrumentos que brindan los instrumentos probatorios, los cuales
se incorporarán debidamente al procedimiento. Destacándose el principio de la
búsqueda de la verdad, la investigación integral, la libertad de pruebas, el apoyo
técnico y la apreciación integral.
En primer lugar, el artículo 84, impone la necesidad de que toda decisión
interlocutoria y el fallo disciplinario deban fundarse en prueba legal y
oportunamente allegada al proceso.
En relación con la investigación integral, el artículo 85, dispone que el
funcionario deberá buscar la verdad material. Debiendo investigar con igual rigor
los hechos y circunstancias que demuestren la existencia de la falta disciplinaria y
la responsabilidad del investigado, y los que tiendan a demostrar su inexistencia
o lo eximan de responsabilidad. Para tal efecto, el funcionario podrá decretar
pruebas de oficio.
En cuanto a los medios de pruebas, encontramos una diversa gama de los
mismos. En este sentido, el artículo 86, expresamente señala: “Son medios de
prueba la confesión, el testimonio, la peritación, la inspección judicial y los
documentos, o cualquier otro medio técnico o científico los cuales se practicarán
conforme a las normas del Código de Procedimiento Penal en cuanto sean
compatibles con la naturaleza y reglas del derecho disciplinario.
Los indicios se tendrán en cuenta al momento de apreciar las pruebas,
siguiendo los principios de la sana crítica.
Los medios de prueba no previstos en esta ley se practicarán de acuerdo con
las disposiciones que regulen medios semejantes, respetando siempre los derechos
fundamentales”.
El artículo 87, da plena garantía a la libertad probatoria, señalando que la
falta y la responsabilidad del investigado podrán demostrarse con cualquiera de
los medios de prueba legalmente reconocidos.
396 Manuel Espinoza Melet

Con relación a la petición y rechazo de pruebas, dispone el artículo 88, que


los intervinientes pueden aportar y solicitar la práctica de las pruebas que estimen
conducentes y pertinentes. Serán rechazadas las inconducentes, las impertinentes,
las manifiestamente superfluas y las ilícitas.
La práctica de pruebas por parte del comisionado, se encuentra establecida
en el artículo 89, donde expresamente se señala: “El funcionario competente
podrá comisionar para la práctica de pruebas fuera de su propia sede a cualquier
autoridad judicial de igual o inferior categoría o a las personerías municipales; en
lo posible las practicará personalmente. En segunda instancia, también se podrá
comisionar a los Magistrados Auxiliares.
En la decisión que ordene la comisión se deben establecer las diligencias
objeto de la misma y el término para practicarlas.
El comisionado practicará aquellas pruebas que surjan directamente de las que
son objeto de la comisión, siempre y cuando no se le haya prohibido expresamente.
Si el término de comisión se encuentra vencido se solicitará ampliación y se
concederá y comunicará por cualquier medio eficaz, de lo cual se dejará constancia.
Se remitirá al comisionado la reproducción de las actuaciones que sean
necesarias para la práctica de las pruebas”.
En relación a la práctica de pruebas en el exterior y la prueba trasladada,
disponen los artículos 90 y 91, que en territorio extranjero, lo atinente a las pruebas
o diligencias necesarias, serán reguladas por las normas legalmente vigentes.
Las pruebas practicadas válidamente en una actuación judicial o administrativa,
dentro o fuera del país, podrán trasladarse a la actuación disciplinaria mediante
copias autorizadas por el respectivo funcionario y serán apreciadas conforme a
las reglas previstas en el Código Disciplinario del Abogado.
En cuanto al apoyo técnico, de acuerdo a lo previsto en el artículo 92, el
funcionario judicial que conozca de la actuación disciplinaria podrá solicitar,
gratuitamente, a todos los organismos del Estado la colaboración técnica que
considere necesaria para el éxito de las investigaciones.
A los fines de que los intervinientes ejerzan el derecho de controvertir la
prueba, dispone el artículo 93, que será a partir del auto de apertura de proceso
disciplinario.
En cuanto al caso del testigo renuente, el artículo 94 expresamente señala:
“Cuando el testigo citado sea un particular y se muestre renuente a comparecer,
podrá imponérsele multa hasta el equivalente a cincuenta salarios mínimos diarios
Capítulo XII. Régimen disciplinario 397

vigentes en la época de ocurrencia del hecho, a favor del Consejo Superior de la


Judicatura, a menos que justifique satisfactoriamente su no comparecencia, dentro
de los tres días siguientes a la fecha señalada para la declaración.
La multa se impondrá mediante decisión motivada, contra la cual procede
el recurso de reposición, que deberá interponerse de acuerdo con los requisitos
señalados en este código.
Impuesta la multa, el testigo seguirá obligado a rendir la declaración, para
lo cual se fijará nueva fecha.
Podrá disponerse la conducción del testigo por las fuerzas de policía, siempre
que se trate de situaciones de urgencia y que resulte necesario para evitar la pérdida
de la prueba. La conducción no puede implicar la privación de la libertad.
Esta norma no se aplicará a quien esté exceptuado constitucional o legalmente
del deber de declarar.”
En relación a la inexistencia de la prueba, dispone el artículo 95, que la prueba
recaudada sin el lleno de las formalidades sustanciales o con desconocimiento de
los derechos fundamentales del investigado, se tendrá como inexistente.
El artículo 96, impone la apreciación integral de la prueba, estableciendo
que las mismas deberán apreciarse conjuntamente de acuerdo con las reglas de
la sana crítica, y valorarse razonadamente.
Por último, dispone el artículo 97, que a los efector de proferir el fallo
sancionatorio, se requiere la prueba que conduzca a la certeza sobre la existencia
de la falta y de la responsabilidad del disciplinable.

15. ACTUACIÓN PROCESAL

15.1 Inicio

De conformidad a lo previsto en el artículo 102 del Código Disciplinario


del Abogado, la iniciación del procedimiento se genera, bien por vía de queja o
informe, el cual se podrá presentar de forma verbal o por escrito, ante las Salas
Jurisdiccionales Disciplinarias de los Consejos Seccional o Superior de la Judicatura,
o ante cualquier autoridad pública, en cuyo caso la remitirá de inmediato a la Sala
competente en razón del factor territorial.
La actuación en primera instancia estará a cargo del Magistrado del Consejo
Seccional de la Judicatura que le haya correspondido en reparto hasta el momento
de dictar sentencia, determinación que se emitirá por la Sala plural respectiva.
398 Manuel Espinoza Melet

La Corte Constitucional de Colombia, mediante la citada Sentencia C-328/15,


sobre este particular, dictaminó lo siguiente: “La Corte encuentra que las normas
impugnadas, por el hecho de atribuirle el impulso del proceso disciplinario de
los abogados al magistrado sustanciador o ponente, dejando en cabeza de la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria de los Consejos Seccionales de la Judicatura, de la
cual hace parte ese mismo magistrado, la sentencia por adoptar, no desconoce la
garantía reconocida a toda persona a ser juzgada ante juez o tribunal competente,
consagrada en los artículos 2º y 29 de la Constitución Política y 8º de la Convención
Americana de derechos Humanos. Dicha distribución de funciones, no afectan la
participación activa del disciplinado en el proceso que se le sigue, ni desconoce la
garantía de ser juzgado conforme a las leyes preexistentes al acto que se imputa,
y tampoco dicha medida comporta una discriminación o ruptura de la igualdad
formal o material. En este último caso, por cuanto la medida aplica para todos los
disciplinados por igual y opera, de manera general, en otros sistemas procesales
donde actúan los jueces colegiados”.

15.2 Terminación anticipada

Dispone el artículo 103, la posibilidad de que en cualquier etapa de la actuación


disciplinaria en que aparezca plenamente demostrado que el hecho atribuido no
existió, que la conducta no está prevista en la ley como falta disciplinaria, que el
disciplinable no la cometió, que existe una causal de exclusión de responsabilidad,
o que la actuación no podía iniciarse o proseguirse, el funcionario de conocimiento,
mediante decisión motivada, así lo declarará y ordenará la terminación del
procedimiento.

15.3 Investigación
15.3.1 Trámite preliminar

Tal y como lo establece el artículo 104, una vez efectuado el reparto, dentro de
los cinco días siguientes se acreditará la condición de disciplinable del denunciado
por el medio más expedito; verificado este requisito de procedibilidad, se dictará
auto de trámite de apertura de proceso disciplinario, señalando fecha y hora para
la audiencia de pruebas y calificación de lo cual se enterará al Ministerio Público;
dicha diligencia se celebrará dentro del término perentorio de quince días. La
citación se realizará a través del medio más eficaz. En caso de no conocerse su
paradero, se enviará la comunicación a las direcciones anotadas en el Registro
Capítulo XII. Régimen disciplinario 399

Nacional de Abogados fijándose además edicto emplazatorio en la Secretaría de


la Sala por el término de tres días.
Si en la fecha prevista el disciplinable comparece, la actuación se desarrollará
conforme al artículo 105.
Si el disciplinable no comparece, se fijará edicto emplazatorio por tres días,
acto seguido se declarará persona ausente y se le designará defensor de oficio con
quien se proseguirá la actuación.
La citación también deberá efectuarse al quejoso en todos los eventos. De la
realización de las audiencias se enterará al Ministerio Público.
También señala el parágrafo de la citada norma, que será obligatoria la
presencia del disciplinado o su defensor a las audiencias de que tratan los artículos
siguientes. Si tales intervinientes no comparecieren o se ausentasen sin causa
justificada, se suspenderá la audiencia, por el término de tres días para que se
justifique la causa. Vencido este término el juez evaluará la causa y si persistiere
la incomparecencia procederá de inmediato a designar un defensor de oficio con
quien se proseguirá la actuación.

15.3.2 Audiencia de pruebas y calificación provisional

En lo atinente a la audiencia de pruebas y calificación provisional, el artículo


105 de la Ley 1123, expresamente señala: “En esta audiencia se presentará la queja
o informe origen de la actuación; el disciplinable rendirá versión libre si es su
deseo respecto de los hechos imputados, o en su caso, el defensor podrá referirse
sobre los mismos, pudiendo solicitar o aportar las pruebas que pretendan allegar;
en el mismo acto de audiencia se determinará su conducencia y pertinencia y se
decretarán las que de oficio se consideren necesarias. El disciplinado o su defensor
podrá solicitar la suspensión de la audiencia hasta por cinco días para ejercer
su derecho a solicitar y aportar pruebas en caso de que no lo pueda hacer en el
momento de conocer la queja o informe.
Si se niega la práctica de alguna de las pruebas solicitadas, dicha determinación
se notificará en estrados y contra ella procede el recurso de reposición que debe
resolverse en el mismo acto y en subsidio el de apelación.
En caso de que la práctica de la prueba no sea posible de manera inmediata
por razón de su naturaleza, porque deba evacuarse o se encuentre en sede distinta,
o porque el órgano de prueba deba ser citado, la audiencia se suspenderá con tal
fin por un término que no excederá de treinta (30) días.
400 Manuel Espinoza Melet

Evacuadas las pruebas decretadas en la audiencia se procederá a la calificación


jurídica de la actuación disponiendo su terminación o la formulación de cargos,
según corresponda.
La formulación de cargos deberá contener en forma expresa y motivada la
imputación fáctica y jurídica, así como la modalidad de la conducta. Contra esta
decisión no procede recurso alguno.
A continuación, los intervinientes podrán solicitar la práctica de pruebas
a realizarse en la audiencia de juzgamiento, sobre cuyo decreto se decidirá
como ya se indicó. Se ordenarán de manera inmediata aquellas que hayan de
realizarse fuera de la sede de la Sala y también se pronunciará sobre la legalidad
de la actuación.
Al finalizar la diligencia, o evacuadas las pruebas fuera de la sede, el
funcionario fijará fecha y hora para la realización de la audiencia pública de
juzgamiento que se celebrará dentro de los veinte (20) días siguientes.
Si la calificación fuere mediante decisión de terminación del procedimiento,
los intervinientes serán notificados en estrados. Esta determinación es susceptible
del recurso de apelación que deberá interponerse y sustentarse en el mismo acto,
caso en el cual de inmediato se decidirá sobre su concesión. Si el quejoso no estuvo
presente en la audiencia, podrá interponerlo y sustentarlo dentro de los tres (3)
días siguientes a la terminación de la audiencia.
Parágrafo. El disciplinante podrá confesar la comisión de la falta caso en el
cual se procederá a dictar sentencia. En estos eventos la sanción se determinará
de acuerdo a lo establecido en el artículo 45 de este código”.

15.3.3 Juzgamiento

En relación al juzgamiento, el artículo 106, señala que en la audiencia pública


de juzgamiento se practicarán las pruebas decretadas, evacuadas las cuales se
concederá el uso de la palabra por un breve lapso y evitando las prolongaciones
indebidas, en el siguiente orden:
1. Al representante del Ministerio Público si concurriere,
2. Al disciplinable y a su defensor, si lo hubiere, al cabo de lo cual se dará
por finalizada la audiencia.
Si agotada la fase probatoria, el funcionario considerare necesario advertir
la necesidad de variar los cargos, así lo declarará de manera breve y motivada, en
Capítulo XII. Régimen disciplinario 401

cuyo caso los intervinientes podrán elevar una nueva solicitud de pruebas, evento
en el cual se procederá conforme a lo indicado en los incisos segundo y tercero del
artículo 105; sin pruebas por practicar o evacuadas las ordenadas, se concederá el
uso de la palabra por un lapso no superior a veinte minutos, en el siguiente orden:
1. Al representante del Ministerio Público si concurriere,
2. Al disciplinable y a su defensor si lo hubiere, al cabo de lo cual se dará
por finalizada la audiencia.
Las nulidades generadas y planteadas con posterioridad a la audiencia de
pruebas y calificación serán resueltas en la sentencia.
El Magistrado ponente dispondrá de cinco días para registrar el proyecto de
fallo, y la Sala de cinco días para proferir sentencia, que solo deberá contener:
1. La identidad del investigado.
2. Un resumen de los hechos.
3. Análisis de las pruebas que dan la certeza sobre la existencia de la falta
y la responsabilidad del implicado, la valoración jurídica de los cargos,
de los argumentos defensivos y de las alegaciones que hubieren sido
presentadas.
4. Fundamentación de la calificación de la falta y culpabilidad y de las
razones de la sanción o de la absolución, y
5. La exposición debidamente razonada de los criterios tenidos en cuenta
para la graduación de la sanción.
En lo relacionado a la tramitación correspondiente en la segunda instancia,
dispone el artículo 107 que, una vez ingresada la actuación al despacho del
Magistrado Ponente, “este dispondrá de veinte (20) días para registrar proyecto
de decisión que será dictada por la Sala en la mitad de este término.
Antes del proferimiento del fallo, el Magistrado Ponente podrá ordenar
oficiosamente la práctica de pruebas que estime necesarias, las cuales se evacuarán
en un término no superior a quince (15) días y fuera de audiencia. Surtidas estas,
se procederá conforme a lo indicado en el inciso precedente.
La apelación de providencias distintas del fallo será desatada de plano, en los
mismos términos previstos en el inciso primero de este artículo”.
402 Manuel Espinoza Melet

15.3.4 Rehabilitación

Al excluido del ejercicio profesional, la ley le concede la posibilidad de


ser rehabilitado. En este sentido, el artículo 10822 de la Ley 1123, dispone: “El
profesional excluido podrá ser rehabilitado luego de transcurridos cinco (5) años
desde la ejecutoria de la sentencia, siempre que fundadamente se considere que
observó una conducta de todo orden que aconseje su reincorporación al ejercicio
de la profesión.
El término aquí previsto será de diez (10) años, cuando los hechos que originen
la imposición de la sanción de exclusión tengan lugar en actuaciones judiciales
o extrajudiciales del abogado que se desempeñe o se haya desempeñado como
apoderado o contraparte de una entidad pública.
El abogado que adelante y apruebe los cursos de capacitación autorizados por
el Consejo Superior de la Judicatura en instituciones acreditadas podrá rehabilitarse
en tres (3) y cinco (5) años, respectivamente.”
Con respecto a la citada norma, la citada Sentencia C-290/08, declaró la
exequibilidad, por los cargos analizados, del artículo 108 de la Ley 1123 de
2007, salvo la expresión “siempre que fundadamente se considere que observó
una conducta de todo orden que aconseje su reincorporación al ejercicio de la
profesión” del inciso primero que se declara inexequible, y en el entendido que
la expresión “podrá” del inciso primero, implica que puede ser rehabilitado antes
del plazo, si el sancionado opta por realizar y aprobar el curso a que se refiere el
inciso tercero de este artículo, y que el curso respectivo responda a los fines de
rehabilitación y formación ética previstos en la ley.
En este sentido, la citada sentencia, estableció:
Vista así la norma en su contexto, advierte la Corte que, en efecto, tal como lo
señalan los demandantes el precepto acusado impone un requisito que resulta
extraño a los fines que persigue la rehabilitación y ajeno también al contenido
teleológico que orientan el ejercicio de la potestad disciplinaria. La exigencia de
acreditar, para efectos de la rehabilitación, una conducta de todo orden que aconseje
la reincorporación del abogado a la profesión constituye una ilegítima interferencia

22
Artículo declarado condicionalmente exequible, por los cargos analizados, salvo el aparte tachado
declarado INEXEQUIBLE, por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-290-08 de 2 de abril
de 2008, Magistrado Ponente Dr. Jaime Córdoba Triviño, ‘...en el entendido que la expresión “podrá”
del inciso primero, implica que puede ser rehabilitado antes del plazo, si el sancionado opta por
realizar y aprobar el curso a que se refiere el inciso tercero de este artículo, y que el curso respectivo
responda a los fines de rehabilitación y formación ética previstos en la presente ley’.
Capítulo XII. Régimen disciplinario 403

en la esfera privada de los abogados que han sido excluidos de la profesión y


aspiran a ser rehabilitados. La expresión acusada deja abierta la posibilidad
para que el funcionario competente para decidir la solicitud de rehabilitación
extienda su valoración a actitudes, opciones de vida o hábitos ligados a la esfera
estrictamente personal del sancionado a fin de constatar si resulta aconsejable su
reincorporación a la profesión.
(…) Sin embargo, observa la Corte que el principal reparo que se puede formular a
la expresión demandada radica en que condicionar la rehabilitación del profesional
excluido, luego de transcurridos cinco años de ejecutoria de la sentencia a que la
autoridad competente considere que observó “una conducta de todo orden que
aconseje la reincorporación al ejercicio de la profesión” distorsiona la naturaleza
de la rehabilitación, que es un derecho del sancionado y no una potestad librada
a la discrecionalidad de la autoridad disciplinaria.
La rehabilitación comporta el restablecimiento jurídico del prestigio social del
sancionado, es decir su restitución al status jurídico en que se encontraba antes de
proferirse la decisión sancionatoria. Constituye un derecho de estirpe constitucional
derivado de la proscripción de las penas y sanciones imprescriptibles (Art. 28), y
una garantía de que el Estado atenderá la función correctiva que orienta el derecho
disciplinario.
En efecto, la garantía del artículo 28 de la Carta ampara la prohibición de las
sanciones intemporales como podría ser la prohibición perpetua del derecho a
ejercer la profesión de abogado, por lo tanto, la rehabilitación se erige así en un
derecho que encuentra respaldo constitucional en el mencionado precepto superior.
(…) La Corte tiene establecida una sólida jurisprudencia (cfr. supra 8) en el
sentido que no puede el legislador autorizar que se limite a una persona, de
manera permanente, un derecho fundamental como consecuencia de una medida
sancionatoria [61]. Una disposición que establezca esta clase de situaciones viola
la Constitución, pues conforme al artículo 28 de la Carta están proscritas las
sanciones imprescriptibles, es decir, que no es posible que una persona permanezca
indefinidamente sometida a una limitación de sus derechos.
Advierte la Corte que, condicionar la rehabilitación del profesional excluido,
luego de transcurridos cinco (5) años de la ejecutoria de la sentencia, a que
la autoridad competente considere que observó “una conducta de todo orden
que aconseje su reincorporación al ejercicio de la profesión”, hace incierta e
intemporal la posibilidad de dicha rehabilitación y con ello existe el riesgo de volver
imprescriptible la sanción de exclusión de la profesión, en contra de la prohibición
del artículo 28 de la Constitución.
(…) La rehabilitación sólo puede estar condicionada al cumplimiento de los plazos
previstos por el legislador, sin que por ello se confunda la sanción de exclusión
con la de suspensión, ligada ésta también al transcurso del tiempo. Se trata de dos
404 Manuel Espinoza Melet

consecuencias sancionatorias que gozan, cada una de ellas, de un ámbito propio


y una naturaleza definida.
En efecto, la exclusión tiene una connotación de máxima gravedad que comporta
la cancelación de la tarjeta profesional, lo que conlleva a que el profesional
sancionado deba ser incluido nuevamente en el registro de abogados, para lo cual
debe mediar el acto de rehabilitación. En el sistema de la propia Ley se prevé (Art.
109) que el sancionado debe formular solicitud de rehabilitación y se establece su
procedimiento (Art. 110). Esa máxima gravedad conlleva a que en virtud del principio
de proporcionalidad sea impuesta frente a las faltas con mayor potencialidad lesiva
y merecedoras del mayor reproche; puede extenderse hasta cinco (5) y diez (10)
años; su severidad justifica así mismo que se haya previsto el mecanismo de la
aceleración del término para la rehabilitación (inc. 2° Art. 108).
La suspensión por su parte, opera ipso jure, por el mero transcurso del tiempo,
por ende, no requiere acto de rehabilitación, se aplica a faltas que incorporen una
menor intensidad lesiva y un menor grado de reproche, y su duración puede oscilar
entre dos (2) meses y tres (3) años, sin que sea posible la anticipación de los plazos.
(…) Con fundamento en las consideraciones precedentes la Corte retirará del
ordenamiento jurídico el segmento final del inciso primero del artículo 108 de
la Ley 1123 de 2007 que señala, “siempre que fundadamente se considere que
observó una conducta de todo orden que aconseje su reincorporación al ejercicio
de la profesión”. Esta condición, somete a la subjetividad del juez disciplinario
la determinación de la procedencia de la rehabilitación del excluido, la cual
podría negarse indefinidamente, lo que resulta inaceptable e incompatible con la
naturaleza de la rehabilitación, que como se subrayó constituye un derecho, y no
una decisión librada al arbitrio de la autoridad disciplinaria.
(…) En esta misma línea de argumentación, observa la Corte, que la expresión
“podrá” del mismo inciso primero del artículo 108, parcialmente demandado,
complementa y refuerza una concepción de la rehabilitación, que se aparta de su
naturaleza de derecho y la convierte en una potestad de la autoridad competente.
En razón a la estrecha vinculación que existe entre el segmento demandado y
esta expresión, la Corte realizará integración normativa, y extenderá su examen
a tal expresión.
A juicio de la Corte que la expresión “podrá” resulta inconstitucional si a partir
de ella se entiende que el precepto consagra una potestad para la autoridad
disciplinaria de negar o conceder la rehabilitación, fundada en su particular criterio;
esta interpretación en efecto riñe con el carácter de derecho de la rehabilitación.
Sin embargo, advierte así mismo la Sala que la expresión resulta acorde con la
Constitución si se entiende que contempla una potestad para el profesional excluido
de ser rehabilitado antes del plazo, conforme a lo previsto en el inciso tercero del
artículo 108. En consecuencia, condicionará, la exequibilidad de la expresión
“podrá” a que se entienda que el profesional excluido puede ser rehabilitado antes
Capítulo XII. Régimen disciplinario 405

del plazo, si el sancionado opta por realizar y aprobar los cursos de capacitación
autorizados por el Consejo Superior de la Judicatura en instituciones acreditadas,
de conformidad con lo establecido en el inciso tercero del artículo 108.”
Dispone el artículo 109, que el excluido del ejercicio profesional podrá
solicitar ante la Sala que dictó la sentencia de primer grado, la rehabilitación en
los términos consagrados en el Código Disciplinario del Abogado.
El procedimiento a seguir, de conformidad con lo establecido en el artículo
110, es el siguiente:
a. Admisión de la solicitud y apertura a pruebas. Cumplido el requisito
temporal para solicitar la rehabilitación la petición será admitida, y en el
mismo auto se abrirá el proceso a pruebas, para que en el término de cinco
días los intervinientes soliciten o aporten las que estimen conducentes;
b. Rechazo de la solicitud. La solicitud de rehabilitación solo podrá
rechazarse por el no cumplimiento del requisito temporal, mediante auto
motivado susceptible del recurso de reposición;
c. Decreto de pruebas. Las pruebas conducentes, solicitadas en esta etapa
o con la petición de rehabilitación y las que oficiosamente se estimen
necesarias, serán decretadas dentro de los cinco días siguientes al
vencimiento del traslado aludido en el numeral 1 precedente;
d. Período probatorio y fallo. Las pruebas serán practicadas en un término
no superior a treinta días, vencido el cual la Sala tendrá diez días para
decidir, determinación que es susceptible del recurso de apelación;
e. Comunicación. En firme el auto que ordena la rehabilitación, se oficiará
a las mismas autoridades a quienes se comunicó la exclusión para los
efectos legales pertinentes.
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